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JOHN NAISBITT.
Washington, D. C.
Junio, 1987
INTRODUCCIÓN
A comienzos de los años setenta, cuando me
encontraba preparando un libro sobre el cerebro y
la conciencia, me sentí profundamente
impresionada por descubrimientos científicos que
atestiguaban la existencia de capacidades humanas
mucho más allá de las que consideramos
«normales». En esa época, la ciencia no se
preocupaba fundamentalmente de las
implicaciones sociales de este tipo de
investigación, y el público las ignoraba por
completo. Se trataba de investigaciones
especializadas, diseminadas en diversos campos,
escritas en lenguaje técnico, y que se publicaban,
dos o tres años después de realizadas, en revistas
que se encuentran raramente fuera de bibliotecas
especializadas.
Mientras que la ciencia, siguiendo su modo
objetivo de proceder, iba acumulando datos
sorprendentes sobre la naturaleza del hombre y de
la realidad, yo me daba cuenta que cientos de
miles de individuos se estaban tropezando, por su
parte, con experiencias subjetivas sorprendentes.
Por medio de exploraciones sistemáticas de la
experiencia consciente, valiéndose de métodos
muy variados, han ido descubriendo fenómenos
mentales como el aprendizaje acelerado, la
conciencia acrecentada, el poder de la
visualización interna para curar y para resolver
problemas, o la capacidad de recuperar recuerdos
olvidados… A consecuencia de lo intuido en tales
exploraciones veían modificarse sus valores y
relaciones personales. De ahí en adelante abrían
sus antenas en busca de cualquier información que
pudiera ayudarles a encontrar un sentido a sus
experiencias.
Tal vez por haber sido uno de los primeros
intentos de síntesis en este campo, mi libro The
Brain Revolution: The Frontiers of Mind
Research me convirtió en una especie de oficina
central, no oficial por supuesto, a donde acudían,
por un lado, investigadores que adivinaban las
implicaciones de sus descubrimientos, por otro,
individuos deseosos de contrastar sus impresiones,
o bien periodistas de todo género interesados en
encontrar datos de base con que nutrir el creciente
interés por el estudio de la conciencia. A fin de
satisfacer esa aparente necesidad de conexión y
comunicación, comencé a publicar a fines de 1975
un boletín quincenal, el Brain/Mind Bulletin, para
dar cuenta de investigaciones, teorías e
innovaciones relativas al aprendizaje, a la salud,
la psiquiatría, la psicología, estados de
conciencia, sueños, meditación, y otros temas
relacionados.
El boletín resultó ser un auténtico pararrayos
para una energía que yo había subestimado en gran
medida. Efectivamente, la respuesta inmediata
vino en forma de una avalancha de artículos, de
correspondencia y de llamadas, confirmando que
un número de personas que crecía rápidamente y
sin parar estaba explorando este nuevo territorio,
en el campo más radical de la ciencia, de la
experiencia subjetiva. En mis viajes por todo el
país, dando conferencias o asistiendo a coloquios,
encontraba pioneros semejantes en todos lados. Y
las nuevas perspectivas estaban comenzando a
ponerse en marcha. El activismo social de los
años sesenta y la «revolución de la conciencia» de
los primeros años setenta parecían converger en
una síntesis histórica: el advenimiento de una
transformación social como consecuencia de la
transformación personal, cambio de dentro afuera.
En enero de 1976, publiqué un editorial con el
título «El movimiento sin nombre». Reproduzco
aquí parte de su contenido:
MARILYN FERGUSON.
Los Angeles, California.
Enero 1980.
I. LA CONSPIRACIÓN
Tras el no final viene un sí, y de ese sí
depende el futuro del mundo.
—Wallace Stevens.
El cambio de paradigma
Comunicación y enlaces
De la desesperación a la esperanza
«pro-revolucionario… el ascenso de un
cambio de conciencia y de paradigmas…
Las crisis que atravesamos no representan
un desmoronamiento (breakdown) sino una
ruptura de líneas (breakthrough) en el
proceso de avance de la comunidad
humana».
La evolución consciente
El estrés y la transformación
Supuestas las circunstancias adecuadas, el
cerebro humano tiene ilimitadas posibilidades de
cambiar de paradigma. Puede ordenarse y
reordenarse a sí mismo, y es capaz de integrar y
trascender antiguos conflictos. Todo lo que viene a
dislocar el antiguo orden establecido en nuestra
vida es un desencadenante potencial de
transformación, de una puesta en movimiento hacia
una mayor madurez, hacia una apertura y un
poderío acrecentados.
A veces, el elemento perturbador es el estrés
que sigue explicablemente a la pérdida de un
trabajo, a un divorcio, una enfermedad grave,
dificultades financieras, la muerte de un familiar,
el encarcelamiento, e incluso a un éxito o una
promoción repentinos. O puede ser un estrés
intelectual más sutil: una relación estrecha con
alguien cuyas opiniones difieren notoriamente de
aquellas que siempre habíamos mantenido, o un
nuevo entorno, un país extranjero, por ejemplo. El
estrés personal, lo mismo que el estrés colectivo
de nuestra época, el tan debatido shock del futuro,
pueden convertirse en agentes transformadores,
una vez que sabemos cómo integrarlos. Por ironía
de esta época nuestra, nostálgica de otros tiempos
más sencillos, puede ser la turbulencia de este
siglo veinte la que nos esté llevando a la eclosión
de cambio y de creatividad con que soñaban ya
épocas pasadas.
La cultura entera está atravesando traumas y
tensiones que están reclamando un nuevo orden. El
psiquiatra Frederic Flach, al poner de relieve esta
circunstancia histórica, citaba al novelista Samuel
Butler, que en The way of all Flesch decía:
Flach añade:
Descubrir el centro
«No te fíes…».
Los descubrimientos
Y el Corán advierte:
La vida transformada
El sueño original
La transformación, un sueño
norteamericano
La segunda revolución
norteamericana
California y la Conspiración de
Acuario
McPherson añadía:
La ciencia de la transformación
Un mundo holográfico
La crisis política y la
transformación
Autarquía. Autogobierno
Experiencias de transformación
social
«Autodeterminación»
Como era de esperar, la participación
ciudadana en la «política de transformación»
resulta más evidente en California que en
cualquier otro sitio, y hay una serie de
parlamentarios que han participado en
conferencias y en redes relacionadas con el tema
de la conciencia. En 1976 una serie de
parlamentarios, miembros del Congreso y
ciudadanos diversos se unieron para formar una
organización, «Autodeterminación», de ámbito
nacional.
Los fundadores de esta red «personal/política»
invitaban a que otros se les unieran diciendo:
La medicina yo–tú
Retrospectivamente, y a la luz de
descubrimientos científicos recientes, podemos
señalar algunos de los trágicos errores de la
medicina del siglo veinte que, como cabría
esperar, son los mismos de que están plagadas
nuestras restantes instituciones sociales. Hemos
sobre estimado los beneficios de la tecnología y la
manipulación externa, y hemos subestimado la
importancia de las relaciones humanas y la
complejidad de la naturaleza.
La matriz de la salud
Salud y transformación
La Conspiración de Acuario en la
medicina
Convicciones, conciencia,
intenciones.
Es fácil comprender por qué las reformas
paulatinas son ineficaces, al estar los problemas
hundidos en el mismo fango de la vieja noción de
la naturaleza humana, con la que están
inextricablemente relacionados. Ese enfoque y
manejo, profundamente erróneo, de los problemas
hace que la educación convencional haya
fracasado a la hora de enseñar unas habilidades
básicas y de fomentar la propia estimación. Tal
vez el movimiento «esencialista» podría
canalizarse hacia un nivel más profundo: hacia el
cimiento rocoso, hacia los principios y relaciones
subyacentes, hacia una educación «realmente»
universal. Entonces podríamos sentirnos
sólidamente afianzados.
Sólo una nueva perspectiva puede engendrar
los nuevos programas y aportar los reajustes
necesarios. Así como los partidos políticos caen
al margen de los cambios operados en la
distribución del poder, la lucha por el cambio en
la educación tampoco tiene como primer escenario
a la escuela. Hay fuerzas sutiles en marcha,
factores que no son fáciles que aparezcan en los
titulares de los periódicos.
Por ejemplo, decenas de millares de
enseñantes, de psicólogos y consejeros educativos,
de administradores de la educación, de
investigadores, y de profesores universitarios de
las facultades docentes se cuentan entre los
millones de personas que se encuentran en proceso
de transformación personal. No hace mucho
tiempo, han comenzado a ligarse entre sí, en el
ámbito regional y nacional, con la idea de
compartir estrategias, y de conspirar en favor de la
enseñanza de lo que todos ellos más valoran: el
desarrollo de la libertad, de la esperanza, de la
conciencia, de la creatividad, y de nuevas pautas y
conexiones que conduzcan a todo ello. Están
ansiosos de compartir sus descubrimientos con
todos sus compañeros que estén dispuestos a
escucharlos.
Y hay muchos que están dispuestos, veteranos
de antiguos movimientos en favor de la
humanización de la escuela, que tuvieron éxito en
alguna medida. Y aprendieron mucho. Si el
activismo social ha cambiado de postura en los
últimos años, pasando del enfrentamiento a la
cooperación, también los reformadores de la
educación están cambiando de táctica. Una nueva
fuerza es también el nuevo estilo de relación entre
padres y educadores. Maestros, administradores y
directivos escolares, que simpatizan con ellos,
están trabajando juntos, en vez de enfrentarse unos
a otros.
Estas redes tienen como aliado a la
investigación científica. Comenzamos a darnos
cuenta con una claridad apabullante de lo
antinaturales que han sido nuestros métodos
educativos, y de las razones por las que han
obtenido resultados tan pobres, si es que han
conseguido alguno. La investigación sobre el
funcionamiento del cerebro y sobre la conciencia
demuestra que si queremos desarrollar nuestro
potencial es preciso que cambiemos nuestra forma
de enseñar.
Otro factor importante de cambio es la crisis.
Todos los fracasos de la educación son un síntoma,
como la fiebre, de una lucha profunda por
recuperar la salud. La tarea de la Conspiración de
Acuario es hacer un diagnóstico desapasionado de
esa enfermedad, para mostrar la necesidad de una
síntesis, de un cambio de paradigma más que de un
cambio pendular.
Con el ensanchamiento de los cauces de la
educación, entra en escena una fuerza formidable,
capaz de alterar sus contornos: la competencia.
El aprendizaje se da hoy en todas partes, en
múltiples formas: en el «Barrio Sésamo», en el
peloteo interno y el Sentido que entraña cada
situación, en las cooperativas de enseñanza y de
aprendizaje, en los ordenadores, en la FM, en los
manuales de autoayuda, en las revistas, en los
cassettes y en los documentos televisivos.
El factor de cambio más poderoso reside, sin
embargo, en la creciente convicción de millones
de adultos de que sus frustraciones y lo minúsculo
de sus expectativas provienen en gran medida de
su educación escolar.
Enfermedad paidogénica
Aprender transforma
La necesidad de innovación
La necesidad de conexión
La necesidad de trascender la
cultura
No estamos aprendiendo solamente a conectar
con las informaciones; estamos también
conectando unos con Otros. Somos cada vez más
conscientes de que no ha habido cultura ni período
histórico alguno que haya contado con todas las
respuestas. Estamos tratando de reunir toda nuestra
sabiduría colectiva, la que reside en el pasado y
en todo el planeta.
Como dice el psicólogo Stanley Krippner,
La crisis y su negación
Otra:
Otra más:
Y en un folleto leemos:
Otro lugar
es suficiente para apenarme,
ese viejo sueño de irse,
de convertirse en un hombre mejor,
nada más que por levantarse y marchar
a un lugar mejor.
El misterio. El antiguo,
insondable despliegue.
Los postes de hierro en el parque
de repente me recuerdan bosques.
Me resulta posible pensar en marchar.
El valor de la vocación
La revalorización de la tecnología
El valor de la conservación
De la religión a la espiritualidad
La tradición espiritual que está apareciendo no
es nueva en la historia de los Estados Unidos,
según afirma Robert Ellwood, becado para
estudiar religiones orientales en la universidad del
Sur de California. Más bien, es la revitalización
de una corriente «que se remonta nada menos que
hasta los transcendentalistas».
Sus seguidores prefieren la experiencia
directa, lo que Ellwood llama una «excursión» al
mundo interior, cuya visión infunde todo de vida a
todo tipo de religión organizada.
A través de sus grandes despertares
periódicos, los Estados Unidos han sido siempre
un foco de atracción para místicos y predicadores.
Mucho antes de que surgiera la revolución
espiritual hoy visible, la corriente central del
pensamiento norteamericano había sufrido la
influencia de la mística oriental y occidental. Estas
ideas eran el pan cotidiano de los
transcendentalistas norteamericanos, tanto como
para la «generación beat».
No obstante, como señala Ellwood, toda esta
importación no sucedía sin pasar por el filtro del
psiquismo y la experiencia norteamericana. El
Zen, la Teosofía, la doctrina de Swedenborg[1] o el
Vedanta no son hoy en los Estados Unidos lo
mismo que en Japón, en la Inglaterra del siglo
dieciocho o en la India del siglo diecinueve. Sus
seguidores norteamericanos pueden usar a veces
símbolos orientales, pero la esencia de su vida
espiritual se comprende mejor siguiendo el linaje
norteamericano que representan Emerson,
Thoreau, Whitman, los Shakers[2] y otros. «Zen
doméstico» es la expresión que usa Rick Fields
para describir el centro de meditación Zen situado
en el corazón de Wilshire, el distrito comercial de
Los Ángeles.
Needleman afirmaba que los occidentales se
están apartando de las formas y signos exteriores
del judaísmo y del cristianismo,
El conocimiento directo
La aventura espiritual
Hamid decía:
Flujo y totalidad
Hay dos principios claves que parecen surgir
en toda experiencia mística. Podríamos llamarlos
«flujo» y «totalidad». El antiguo maestro tibetano
Tilopa se refería a ellos llamándolos «el principio
de no permanencia» y «el principio de no
distinción», y recomendaba no dañarlos en modo
alguno. Nuestra cultura ha ido realmente en contra
de estos principios. Tratamos de congelar lo no
permanente, intentamos apresar lo que sólo puede
existir en movimiento, en libertad, en relación. Y
traicionamos también a la totalidad, a la no
distinción, desmenuzando todo lo que cae bajo
nuestros ojos, de modo que dejamos de captar la
conexión que subyace entre todas las cosas en el
universo.
En la experiencia mística se tiene la sensación
de que «así es como son las cosas». No como
deseamos que sean, no tal como nos las revela el
análisis que de ellas hacemos, no como nos
enseñaron que eran, sino la naturaleza de las
cosas, el Camino.
Flujo y totalidad se consideran como
auténticos principios, no sólo por lo que respecta
al trabajo, a la salud o al crecimiento psicológico,
sino con respecto a la vida entera. El creador de
una especie de aikido para lidiar con los
conflictos subrayaba el modo cómo la técnica de
fluir con el contrario produce un cambio gradual
en quien la practica.
En su cuestionario de la Conspiración de
Acuario, un político hablaba del,
La transformación de la actitud
romántica
La familia transformadora
Volver a elegir
La Conspiración de Acuario trata también de
aplacar otro tipo de hambre: de sentido, de
conexión, de plenitud. Y cada uno de nosotros es
«todo el proyecto», el núcleo de una masa crítica,
un gerente de la transformación del mundo.
En este siglo nos hemos asomado al corazón
del átomo. Hemos llegado a transformarlo, y con
él la historia entera para siempre. Pero también
nos hemos asomado al corazón del corazón.
Conocemos las condiciones necesarias para que
las mentes cambien. Ahora que comprendemos la
profunda patología de nuestro pasado, podemos
crear nuevas pautas, nuevos paradigmas. «La suma
de todos nuestros días es sólo nuestro
comienzo…».
La transformación no es ya comparable con el
rayo, sino con la electricidad. Nos hemos
adueñado de una fuerza más poderosa que la del
átomo, digna guardiana de todos nuestros restantes
poderes. La libertad individual la encontramos
eligiendo no ya un destino, sino una dirección. No
elegimos el viaje transformativo porque sepamos a
dónde nos va a conducir, sino por ser el único
viaje que tiene sentido. Es el retorno a casa, tanto
tiempo esperado.
Argumento n.º 8. El
redescubrimiento del cuerpo–
mente.