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Guía de estudio
Contesta a las siguientes preguntas
Este inexpugnable dominio de la libertad interior es uno de los signos más daros de la peculiar
dignidad de la persona frente a los seres no personales (llamada dignidad ontológica, porque
la persona la posee por ser como es en cuanto persona).
“Es una libertad más alta, que nos dota de una dignidad peculiar, una dignidad moral (pues
se refiere al carácter moral).”
La experiencia también muestra que muchas veces no somos todo lo queremos, que la
libertad humana está limitada o condicionada.
Sin embargo, la experiencia muestra que esos límites no anulan la libertad interior, no la
convierten en irreal o ilusoria. La libertad humana no es absoluta, pero si es real.
Esos límites (que agrupamos en dos tipos) sacan a la luz no solo que mantenemos la libertad
interior, sino que poseemos otras dimensiones o sentidos de libertad.
Hay en el ser humano un núcleo de tendencias invariables, una constante que durante siglos
se llamó naturaleza humana un principio de movimiento y de reposo que en parte limita la
libertad moral, pero que también y en mayor medida la hace posible. La libertad moral es, la
capacidad de un ser humano para no hacer lo que quiere, sino para hacer lo que es moralmente
correcto.
La advertencia psicológica (el saber lo que se hace) con lleva cierto grado de advertencia
moral espontanea (el saber en cierto grado la moralidad de lo que se hace).
Evidentemente, caben divergencias y errores en esa advertencia moral. Pero si alguien dice
ignorar un valor ético elemental de una acción sencilla, sospechamos que algo anormal
sucede:
• Que la acción es demasiado compleja y no se ven bien todas sus dimensiones
(un ≪no ver≫ a veces involuntario y a veces voluntario).
• Que la capacidad de advertir la bondad y corrección de algo se encuentra mermada
(sobre todo, por no haberse ejercitado, también voluntaria o involuntariamente).
La moralidad de querer un fin no sustituye ni anula la moralidad de los medios. Las acciones
con este tipo de complejidad han de considerarse moralmente en su integridad, tanto el querer
fines como el querer medios: ambos poseen moralidad propia y han de considerarse en la
moralidad de la entera y unitaria acción.
9. ¿En qué consiste o cuáles son las condiciones del principio de doble efecto?
El sentido común moral señala tres condiciones simultaneas (que constituyen el denominado
principio de doble efecto) para que la producción de un fin bueno sea aceptable aun a costa
de un efecto malo previsible:
• Que el efecto directamente querido y ejecutado sea bueno.
• Que el efecto bueno supere con creces, o proporcionadamente, el malo previsto.
• Que evidentemente, no se vislumbre una acción alternativa que evite el efecto malo.
Sin embargo, si un estado de ánimo predispone a una acción incorrecta (por ejemplo, si cierto
estado de tristeza paraliza el cumplimiento de un deber), el sujeto ha de poner los medios
para evitar esa consecuencia y, tal vez, para cambiar en lo posible tal estado de ánimo.
Respecto a la moralidad, los movimientos afectivos están entre los estados de ánimo y las
acciones.
11. ¿Qué moralidad poseen los movimientos afectivos o las pasiones?
Respecto a la moralidad, los movimientos afectivos están entre los estados de ánimo y las
acciones. De suyo no tienen carácter moral, porque son vivencias que se padecen sin libertad,
irracional e involuntariamente.
Pero en la medida en que son adecuados o inadecuados a su objeto y además a la acción que
sugieren esos movimientos son correctos o incorrectos.
REFENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Bibliografía
SÁNCHEZ-MIGALLÓN, S. (Madrid de 1994). ETICA. Recuperado el 20 de Abril
de 2023, de ETICA:
file:///C:/Users/Propietario/Downloads/4%20Etica%20de%20Sergio%2
0Sanchez%20Migallon.pdf