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El misterioso olor de las palabras

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La verdad es que
no pretendo
a estas alturas
ser el escritor de nadie
creo que ya pretendo pocas cosas
que intenten alejarme
de mi propia voz
de mi propia luz
y hoy es suficiente
con alimentar a los pájaros
que me acompañan por los tejados
o completar el crucigrama
del periódico de la mañana
en alguna terraza de la galaxia
donde sé que tú me esperas
aunque si el mar esta a mi lado
no hay nada imposible
porque navegué más allá
de la noche y del viento
hacia el lugar donde la tierra
elabora en silencio
el misterioso olor de las palabras.

Y ahora
siempre que me sobra algo de ropa
o cuando el huracán de
la memoria llama a mis ojos
cierro la puerta
giro la llave
busco un papel
al otro lado del espejo
donde escribir tú nombre
y vuelvo de nuevo a saltar al vació
del útero donde nací.
Y en realidad ahora
solo soy el conserje
de un viejo edificio
incompleto
y en eterna construcción.

Es agradable saber
que en este nuevo oficio
no corro ningún peligro y
paso completamente desapercibido
mientras atiendo a los vecinos
que muy amablemente
me dan los buenos días
sin descubrir mi secreto
al otro lado del espejo.

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