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El concepto de contrainvestidura

Su operatividad
en la represión primaria y secundaria

* .Juan B. Navarro

Muy pocos autores se han ocupado de hacer alguna luz sobre el


problema metapsicológico de las "contrainvestiduras", conceptu os-
curo en las obras de Freud; él mismo afirma en Moisés y la religión
monoteísta (1939) que "hablamos de investiduras y contrainvest i-
duras pero no sabemos bien qué son". Conceptu uscuro y a la vez
ricu en tanto el sustrato de las operaciones defensivas del yu se
apoya en el mismo, razón que llevó a Fainblum (1982) a definir-
las cumu "el instrumento del desconucimientu y des-significación".
Conucer el alcance del concepto y su aplicación en la clínica im-
plica profundizar en la esencia de la represión, en el conocimiento
de sus íntimus mecanismos, lo que abre posibilidades a la investiga-
ción en las distintas patologías, en el dolor psíquico, a las defensas
del yo, a la represión primaria y secundaría, etc.
El presente trabajo, además de ser una síntesis conceptual, busca
esclarecer la naturaleza de las contrainvestiduras y ofrece una posi-
bilidad de acercamiento al mecanismo único, la contrainvcstidura,
que Freud propone para la represión primaria.

,', Dirección: Copérnico 2358, 4" "A", (1425) Capital Federal, R. Argentina.
394 hum B. Navarro

Introducción al tema

El concepto de cont rainvestidura nos remite en primer lugar al de


"investidura" [BesetzuIIg]. La contrainvestidura es una investidura
aplicada contra la pulsión. La palabra castellana "investidura", ele-
gida por J. L. Etcheverry, se atiene mucho más al sentido de "ocupa-
ción" de un territorio, por ejemplo, que tiene el Besetzung empleado
por Freud, En cambio, "carga", como figura en la versión caste-
llana del Vocabulaire de Laplanche y Pontalis, hace más alusión a un
mecanismo energético, cuantitativo, carente de significación y que
más bien responde a un primer momento teórico, a un lenguaje
neurológico que expresa al mismo tiempo las vicisitudes cuantitativas
en un modelo energético. Investidura sería un concepto cuantitativo-
cualitativo, al decir de Etchcvcrry: para ocupar hace falta no sólo
las fuerzas en cuestión sino también una estrategia, una ocupación
militar implica una asignación de valores y ésta es la idea que trans-
mite Freud ele modo creciente a medida que el nivel de elaboración
teórica se acerca más a la clínica. El concepto va cornplejizándose
a medida que se avanza en la teoría y se integran nuevos conceptos.
Carece de razón entender investidura = carga o = energía en tanto en
el acto de investir intervienen factores tales como determinismo,
intencionalidad, adjudicación de valores, tendencia, etc., que llenan
de sentido el concepto, y agregan al elemento cuantitativo domi-
nante el cualitativo subyacente a todas las operaciones psíquicas.
Daría la impresión de que en un lenguaje económico investidura
se volcase hacia el lado cuantitativo y en el dinámico hacia lo cuali-
tativo, razón que explicaría el deslizamiento lingüístico que señala
Etcheverry entre "investidura" [Besetzung] y "significatividad" o
"valor psíquico" [Bedeuwng]; vaya como ejemplo de ello la cita de
"Neurosis y psicosis" (1924): " ... Ahora bien, en la arnentia no sólo
se rehúsa admitir nuevas percepciones; también se resta el valor
psíquico (investidura) al mundo interior que hasta entonces subro-
gaba al mundo exterior como su copia".
Otra cuestión es preguntarse por la naturaleza o la sustancia de
las investiduras. En sus primeros escritos la investidura es cantidad
de energía inespecífica (O) o (O,,), sinónimos no de electricidad o
corriente eléctrica sino de excitación (1895) o energía psíquica, tal
como la usa en La interpretacián de los sueños, pero aún muy
cercano a una lectura neurológica. Más adelante, en distintos lugares
de su obra conservará el término aunque sin definir su naturaleza
El concepto de cont rainvestidura 395

última, y así en Más allá del principio de placer (1920) nos dice
que "El carácter impreciso de todas estas elucidaciones nuestras, que
llamamos metapsicológicas, se debe por supuesto <1 que no sabemos
nada sobre la naturaleza del proceso excitatorio en los elementos del
sistema psíquico, ni nos sentimos autorizados a adoptar una hipótesis
respecto de ella. Así, operamos de continuo con una gran X que
r ... ] transportamos a cada nueva fórmula".
La aparición del concepto de pulsión en 1915 ("Pulsiones y destinos
de pu!sión"), ya adelantado en gran medida en Tres ensayos (1905),
v el uso ulterior en diversos textos del término "investidura libidinal"
dan al concepto de investidura mayor amplitud de significado y al
mismo tiempo introducen una nueva X. Esto requiere una conside-
ración particular.
En los primeros escritos de Freud v hasta 1905 los antecedentes
de las pulsiones aparecen como "excitaciones endógenas" o "estí-
mulos endógenos", como por ejemplo en "La neurastenia v la neuro-
sis de angustia" (l895b) y en particular en el "Proyecto" (1895a) .
Escribe en el primero: "Los estímulos endógenos [ ... ] se originan
en las células del organismo y dan lugar a las grandes necesidades
(fisiológicas): hambre, respiración y sexualidad". Un punto impor-
tante que destacamos también en este trabajo (p. 360) es el que se
desprende de la afirmación de que "el aparato psíquico está a merced
de cantidad sin reservas (desde lo somático) :-;ello es lo que sustenta
toda actividad psíquica, es lo que transforma a la pulsión en el re-
sorte del mecanismo psíquico". Teniendo en cuenta que a partir
de 1915 el concepto de pulsión queda del lado de lo somático, o
sea que 1<1 pulsión es representada en el psiquismo por el "represen-
tante de la pulsión" [Reprasel1tanz], resulta que ella es la heredera
directa del "Q" del "Proyecto". (Véase también Apéndice C. p. 441.)
A partir de 1915, después de definir la pulsión como concepto fron-
terizo entre lo psíquico y lo somático y luego de las variaciones que
por este motivo lo llevan a considerarla primero como "el represen-
tante" [Reprasel1tcmz.] y más tarde como "lo representado" (Navarro,
1983), indica que hay dos elementos que representan a la pulsión, la
"representación" [Vorstellwlg] y el "monto de afecto". Pues bien,
este monto de afecto es el aspecto cuantitativo que representa a la
pulsión y se halla en continuidad directa con los "estímulos endó-
genos", "Q", "Ql¡" del Proyecto.
Cuando Freud define libido como la energía de la pulsión sexual.
como lo cuantitativo, la cantidad que la representa, continuará usan-
do el término para toda operación psíquica en que la pulsión sexual
inviste o desinviste un elemento tal como una representación. un
objeto, etc. Por 10 tanto puede deducirse sin mucha coerción que la
uaturulcza o sustancia de la investidura es libido. Así parcelo: cnten-
396 luan B. Navarro

dcrlo Freud en un pasaje de "La represión" (I91Sb) que dice: "En


las elucidaciones anteriores consideramos la represión de una agencia
representante de pulsión, entendiendo por aquélla a una representa-
ción o un grupo de representaciones investidas desde la pulsión con
un determinado monto de energía psíquica (libido, interés) ". Pasaje
que se complementa en El yo y el ello (1923) llamando a esta energía
"Eros desexualizado proveniente del acopio libidinal narcisista".
La "contrainvestidura", por tanto, deberá tener las propiedades de
la investidura, básicamente su componente libidinal. Ella cobra ver-
dadero sentido en el contexto de la represión y es su instrumento
fundamental.

Contexto y aplicación en los diversos cuadros clínicos

Como decíamos, el concepto de "contrainvestidura" aparece en los


trabajos de Freud en el contexto de la represión. En "Lo inconscien-
te" (1915c) afirma que "la represión sólo puede consistir en que a
la representación se le sustraiga la investidura (pre) consciente, que
pertenece al sistema Prec." Dos cuestiones importantes se le plan-
tean: una, los nexos que se establecen entre ambos sistemas lnc. y
Prcc., las transcripciones, el cambio de estado o de investidura en
el pasaje de un sistema a otro; la otra, vinculada directamente con la
represión, es el por qué una representación lnc. desinvcstida desde
el Prec. no haría nuevos intentos por penetrar al Prec. valida de su
propia investidura y forzando a una ininterminab\c repetición del
mecanismo de retiro de investidura Prec. A partir de aquí separa
el problema de la represión primordial del de la represión secun-
daria (el esfuerzo de dar caza) y postula un nuevo proceso que en el
primer caso cuide de su producción y permanencia, y en el segundo
mantenga la represión. Es el supuesto de una "contrainvestidura" que
tiene como función proteger al sistema Prec. del asedio de la repre-
sentación inconsciente. "EIIa representa el gasto permanente (de ener-
gía) de una represión primordial, pero es también lo que garantiza
su permanencia. La contrainvestidura es el único mecanismo de la
represión primordial; en la represión propiamente dicha (esfuerzo
de dar caza) se suma la sustracción de la investidura preconscientc,
y es muy posible que la investidura sustraída de la representación se
aplique a la contrainvestidura".
Otro mornen tu en que aparece el concepto es en el con texto del
"dolor", que consideraré más adelante.
El concepto de contrainvestidura 3()7

El supuesto de una contrainvcstidura se exterioriza en la clínica


de diversos modos que trataré de sintetizar (Frcud, 191511, 1915c,
1926) .
En la histeria de angustia el retiro ele la investidura Prcc. se vuelca
a una representación sustitutiva que juega para el sistema Prcc. el
papel de una contrainvestidura. Es importante destacar el hecho
de que esta representación sustitutiva está ncccsariarncnt« cnt rou-
cada por vía asociativa en la representación rechazada (reprimida) y
es sólo su distanciamiento de la misma o su grado de desfiguración lo
que permite la sustitución y benevolencia ele la censura, con lo cual
se logra la racionalización de la angustia bloqueando el aCCl'SO a la
conciencia de la representación reprimida. En el caso de una Iohia
a los animales, por ejemplo, se produce angustia por una exacerba-
ción de la moción pulsional, en cuyo caso la formación sustitutiva,
pongamos por caso el caballo, actúa merced a las interpolaciones
como lugar de transmisión a la conciencia desde el Inc., V al mismo
tiempo, actuando como contrainvestidura, tiende a frenar su desa-
rrollo, prosiguiéndose el proceso de sustituciones si la exigencia pul-
sional es grande. La angustia puede surgir también de la formación
sustitutiva misma, el caballo -siguiendo el cjemplo-s-, como fuente
autónoma de aquélla y en presencia de éste y desde luego también
por sus enlaces asociativos con lo reprimido. El dominio de la
angustia por parte del sustituto es la tercera fase de la represión
en la fobia (la primera es el retiro de la investidura v la s'-'¡Iunda, la
furmación del sustituto). Todo lo que está relacionado con el caballo
será investido de una intensidad particular de suerte que pueda exhi-
bir una elevada sensibilidad a la excitación; toela representación vin-
culada a ella, en cuanto sea excitada, dará una pequeña señal de
angustia, que pondrá en marcha el proceso tendiente al retiro de la
investidura Prec. y así sucesivamente. La disposición de estas repre-
sentaciones vinculadas al caballo constituyen los llamados "parapetos"
y son "contrainvcstiduras" que tienden a proteger a la Formación
sustitutiva de excitaciones venidas de fuera, de la percepción. Toda
esta construcción defensiva de sustitutos es lo que llamaremos "fo-
bia", proceso que culmina con las evitaciones, renuncias v prohibí-
ciones y que logra, merced a estos mecanismos, proyectar hacia Iucra
el peligro pulsional, del cual puede defenderse median te las cvi tacio-
nes fóbicas.
Quiero destacar en este complejo sistema que, en la segunda etapa
de la constitución de las fobias, la constitución de la formación sus-
titutiva, que actúa como contrainvestidura y que es la que subroga en
sí a la moción pulsional reprimida, es una contrainvcstidura "hacia
dentro"; en cambio en la tercera fase, de constitución de parapetos.
las contrainvestiduras son fundamentalmente "hacia fuera" porque
398 Juan B. N(/\'WTO

ya están destinadas a investir todo el entorno de la formación susti-


tutiva para evitar que los estímulos perceptivos penetren. Una vez
constituida la formación subrogan te, su proyección hacia fuera con-
diciona que las defensas se establezcan ahora también hacia fuera.
Estas defensas que adoptan la forma de vigilancia son contrainvesti-
duras que, mediante limitaciones del yo, evitan sustraer la atención
de todo lo vinculado con la formación sustitutiva peligrosa.
En la histeria de conversion dice Freud que la investidura pulsional
de la representación reprimida es transpuesta a la inervación del
síntoma. "La contrainvestidura es lo que selecciona aquel fragmento
de la agencia representante de pulsión sobre el cual se permite con-
centrarse a toda la investidura de esta última." Lo que aquí posible-
mente quiere indicar es que el equivalente de la formación sustitutiva
que vimos en las fobias -el caballo en nuestro ejemplo-, es aquí
la representación simbólica Prec. de la parte del cuerpo afectada en el
síntoma. Viene condicionada por lo pulsional, por la naturaleza
de lo reprimido, al igual que en las fobias y también como ellas se
dirigen (las contrainvestiduras) "hacia fuera", en este caso a todo
10 que se relacione con la parte del cuerpo afectada (recuérdese
Isabel de R.).
De modo que también en la histeria de conversión las contrainves-
tiduras son de dos tipos, hacia dentro y hacia fuera.
Para la neurosis obsesiva Freud afirma que la contrainvestidura
está organizada como formación reactiva; es ella la que procura la
primera represión y en ella se consuma más tarde la irrupción de
la representación reprimida.
En "La represión" dice que "como formación sustitutiva hallamos
una alteración del yo en la forma de unos escrúpulos de conciencia
extremos [ ... ] la represión ha producido una sustracción de libido
(investidura Prec.) pero a este fin se sirve de la formación reactiva
por fortalecimiento de un opuesto (amor-odio). A medida que la
enfermedad prosigue, la representación reprimida retorna justamente
en el lugar de la formación reactiva, los afectos se transforman en
angustia social, moral, autorreproches, y la representación sigue el mo-
delo de desplazamiento y sustituciones visto en las fobias, aquí más
ligados a lo ínfimo, a lo indiferente. Como en este cuadro hay trans-
formaciones importantes de los afectos, la representación reprimida
puede no requerir contrainvestidura (no sustituirse) y pasar como
tal a la conciencia.
En este cuadro es claro que las contrainvestiduras son "hacia
dentro", pero de dos tipos. Unas, semejantes a las de las fobias,
dan lugar a la formación de las ideas obsesivas, y otras, diferentes
en cualidad, son una dejormacion del yo (formación reactiva), exa-
El concepto de coutrainvestidura

geración de mecanismos normales en el desarrollo que luego se


transforman en rasgos de carácter, y esto es bastante diferente a
lo visto hasta ahora. Por otra parte también en ella se producen
coutrainvcstiduras "hacia fuera", como diversos mandamientos ~. pro-
hibiciones destinados a defenderse contra la percepción peligrosa.
El del dolor físico es otro contexto importante en el que Frcud
aborda el tema. En Más allá del principio de placer (1920), dice:

"[ ... ] de todas partes es movilizada la energía de investidura a


fin de crear, en el entorno del punto de intrusión, una investidura
energética de nivel correspondiente. Se produce una enorme 'contra-
investidura' en favor de la cual se empobrecen todos los otros
sistemas psíquicos, de suerte que el resultado es una extensa pa-
rálisis o rebajamiento de cualquier otra operación psíquica [ ... ]"

\' continúa:

"De esta constelación inferimos que un sistema de elevada invcs-


tidura en sí mismo es capaz de recibir nuevos aportes de energía
fluyente y trasmudarlos en energía quiescente. vale decir 'ligarlos'
psíquicamente (principio de inexcitahilidad de los sistemas no
investidos) ".

En Lnhibicion, sint oma v angustia (1926, p. 160) dice que:

"A raíz del dolor corporal se genera una investidura elevada, que
ha de llamarse narcisista, del lugar doliente del cuerpo; eS<Iinves-
tidura aumenta cada vez más y ejerce sobre el yo un efecto de
vaciamiento, por así decir".

En el caso entonces del dolor físico las contrainvestiduras se produ-


cen en el lugar doliente del cuerpo y tienen como consecuencia Ull
"vaciamiento" del yo. Por otra parte, de acuerdo con el principio
de inexcitabilidad de los sistemas no investidos, el único sistema que
podría eontrainvestir sería el yo por su elevada energía de investidura,
capaz de trasmudar la energía, o sea por su "fuerza ligadora", y aquí
sale a la luz el vínculo entre contrainvestiduras y ligadura. El yo, a
través de las primeras, "liga" los volúmenes de excitación (las pul-
sienes) que le llegan.
Pero la importancia de estas disquisiciones respecto del dolor físico
radica en el hecho de su vínculo con el dolor psíquico. En efecto,
el hecho de que en el primero se genere una investidura narcisista
en el lugar doliente que produce vaciamiento del yo y la observa-
ción de que los dolores corporales más intensos no se producen si
-tilO luan B. Navarro

un interés de utra índole provoca distracción psíquica, lo cual im-


plica la concentración de la investidura en la agencia representante
psíquica del lugar doliente del cuerpo, permiten -dice Frcud-s- la
transferencia de la sensación dolorosa al ámbito anímico. El ejemplo
que torna como modelo es el del bebé frente a la pérdida de objeto.
Dice que, cuando la necesidad despierta, el bebé experimenta una
investiclura intensiva que llama "añorante". A ella refiere la reacción
de dolor. Es una reacción frente a la pérdida del objeto,

"El carácter irrestañable del objeto ausente (perdido) crea las


mismas condiciones económicas que la investidura de dolor del lu-
gar lastimado del cuerpo y hace posible prescindir del condicio-
namiento periférico del dolor corporal. El paso del dolor corporal
al dolor anímico corresponde a la mudanza de investidura narci-
sista cn investidura de objeto. La representación objeto que recibe
de la necesidad una elevada investidura, desempeña el papel del
lugar elel cuerpo, investido por el incremento de estímulo."

Por tanto, las contrainvestiduras en el dolor psíquico se efectúan


contra las representaciones vinculadas al objeto perdido justamente
para evitar el dolor, pero en este caso fracasan puesto que la "invcs-
t idura de anhelo", dado su origen emanado de la necesidad (y segu-
ramente también del deseo), resulta no inhibible v su consecuencia
es la situación traumática, v su factor responsable es "el elevado
nivel de las proporciones de investidura y ligazón con que se consu-
rnan estos procesos, .. " (p. 160)
Una explicación semejante la da para los procesos de duelo:

"Debe [el duelo] entonces realizar el trabajo de IIc\'<1r a cabo ese


retiro del objeto en todas las situaciones en que el objeto fue
asunto de una investidura elevada. El carácter doliente de esta
separación armoniza con la explicación que acabamos de dar, a
saber, la elevada e incumplible investidura de añoranza del objeto
en el curso de la reproducción de las si tuacioncs en que debe ser
desasida la ligazón con el objeto". (pp. 160-1)

En el caso de la mclancolia Freud (1917) dice que:

"El complejo melancólico se comporta como una herida abierta,


atrae hacia sí desde todas partes energías de investidura (que en
las neurosis de transferencia hemos llamado 'contrainvestiduras')
y vacía al yo hasta el empobrecimiento rotal: es fácil que se muestre
resistente con: ra el t1c."l'() de dormi r del vo".
El COIICL'plu de cmltrainvestidura 401

En esta enfermedad acontece algo semejante al duelo, el yu debe


mantener un gasto permanente de contrainvcstiduras en un in tcuto
de lograr la ligadura del complejo, razón pur la cual, siendo su COIl-
dición cI retiro de todas las investiduras del ~'u (estado narcisistu}.
el dormir no se hace posible.
En el dormir, por último, dado que no se dcsinvistc suficiente-
mente el lnc. reprimido, es necesario entonces un gasto adecuado
de represión (contrainvestidura) que impida el despertar.

Sint ct iiando

En primer lugar Freud diferencia entre la contrainvcst idura en la


represión primordial y la correspondiente a la represión sccundmia:
en ambas actúa la contrainvestidura pero en la primordial no se
sabe muy bien en qué consiste, excepto como gasto permanente
de energía y su carácter originario; en cambio en la secundaria la
contrainvestidura es el producto de la sustracción de la investidura
Prec. de una represión aplicada a otra sustitutiva que actúa como
con t rainvcstidura.
En la histeria de angustia y en las fobias el proceso de actuación
de las contrainvestiduras es semejante, pues si bien en la primera
actúan contra la pulsión (hacia dentro), siempre existe una tendencia
a buscar la racionalización de la angustia ligándo!a a algún objeto ()
situación, lo que suele terminar en una fobia. En las fobias, especí-
ficamente, en el primer tiempo y en el segundo, las contrainvcst iduras
son "hacia dentro" hasta que se constituye el objeto de la fobia. que
subroga en sí la moción reprimida; a partir de aquí, en la tercera
fase y como resultado de su proyección, las contrainvcst iduras se
establecen "hacia fuera" pues invisten el entorno de la formación
sustitutiva y toman el carácter de vigilancia, evitaciones pcrccptuulcs
que puedan estimular los parapetos vinculados a la percepción peli-
grosa. En el primer caso las contrainvestiduras son representaciones
sustitutivas, en el segundo, actos.
En la histeria de conversión, antes de la constitución del síntoma
traumático las contrainvestiduras son "hacia dentro", lo mismo que
en las fobias, y una vez constituido aquél se le agregan las con t rain-
vestiduras "hacia fuera",
En la neurosis obsesiva, las contrainvestiduras son de distinta na-
turaleza, son formaciones reactivas, es una "alteración del yo" por
fortalecimiento de un opuesto en el campo de los afectos. En cambio,
la representación sigue el modelo de desplazamientos y sustituciones,
contrainvestiduras "hacia dentro", si es que no pasa sin modificación
.un luan B. Navarro

a la conciencia. Mandamientos y prohibiciones son contrainvcstiduras


"hacia fuera".
En el dolor [isico, la contrainvestidura parece ser puramente encr-
gética, en el lugar ele intrusión, aunque es difícil no enlazarla con
representaciones de distinta naturaleza en relación con la causa pro-
ductora; en este caso, a diferencia de los anteriores en que se sobre-
carga, el yo tiende a vaciarse de investiduras narcisistas.
En el dolor psíquico, las cont rainvestiduras del yo se dirigen a la
representación del objeto ausente. En el caso de la investidura año-
rante, dado que su origen dimana de la necesidad, resulta no inhibiblc
v se transforma en traumática.
En el caso del duelo, el dolor proviene del desasimiento libidinal
del objeto perdido. Las contrainvestiduras tienden a ligar las repre-
sentaciones objeto a todas las vicisitudes vivcncialcs con el objeto
que caracterizaron el largo v trabajoso proceso de duelo. En la
melancolía el caso es semejante; se gastan contrainvestiduras en el
complejo melancólíco que desinviste el yo.
Según puede seguirse en la obra de Freud. el uso del término
"contrainvestidura" es bastante abarcativo: lo aplica tanto a las for-
maciones sustitutivas, representaciones, a las formaciones reactivas,
como a la energía misma, como en el caso del dolor físico, o a lo
cuantitativo y libidinaJ. No obstante ser un concepto básicamente
económico, como una contrafuerza, comprende en el sentido dinámico
un carácter cualitativo que consideramos esencial v que atañe a su
naturaleza: su carácter libidinal, mejor dicho, pulsional. Justamente
es este carácter el que permite integrar las formas diversas en que es
usado, o sea, o bien como la representación (aspecto rcpresentacional
del representante psíquico de la pulsión) . talo cULlI representación
o grupo de representaciones o fantasías, o bien como lo cuantitativo,
"monto de afecto", ambas, las dos formas en que la pulsión es repre-
sentada en la vida psíquica. Desde luego que no consideramos asimi-
lables los conceptos de "contrainvestidura" y "pulsióri". El concepto
de contrainvcst idura continúa siendo, a pesar de su carácter Cl.131i-
tativo, básicamente cuantitativo, una cont rafuerza que SI:' opone a lo
pulsional, un concepto que se emplea en el contexto de la represión
y en las operaciones psíquicas en el interjuego de fuerzas entre los
distintos elementos del aparato. El concepto de pulsión es mucho
más abstracto y abarcativo y forma parte de toda una teoría, la teoría
pulsional, cuyo lugar en el psicoanálisis es por todos conocido.
Queremos agregar algo más respecto a la naturaleza de la contra-
investidura. Tenemos el convencimiento de que la fantasía debe ser
considerada como el representante psíquico de la pulsión. Esta afir-
maCIOl1, que podría sonar como kleiniana (más precisamente de S.
Isaacs) . se halla fundamentada en la defensa de una continuidad
F! concepto de contrainvestiduru .f03

conceptual entre "representación" y "fantasía" (Navarro, 1983), razón


por la cual la consideramos estrictamente freudiana, aunque Freud
no lo haya dicho. Esta postura teórica nos permite suponer que gran
parte del contenido de las contrainvestiduras son fantasías del yo
que se oponen a otras correspondientes al ello y son las fantasías
subyacentes las que permiten la plasmación en un único elemento
(como en el caso del caballo para la fobia de Juanito) o en un rasgo
de carácter. Por otro lado no hay que olvidar que es el supervó quien
impone la represión; en él están contenidos ideales, mandatos y pro-
hibiciones v son fantasías basadas en ellos las que los condicionan,
la influencia de la cultura en la palabra de los padres que pone
"diques" desde temprana edad a la sexualidad infantil y que se confi-
guran en la latencia como pudor, asco y moral, contrainvcst idurus
ellas que contribuyen a la represión del complejo de Edipo.

Las contrainvestiduras en la represión primaria

La falta de precisión conceptual en la obra de Freud sobre la "repre-


sión primaria o primordial" dificulta la tarea de definir con claridad
la forma de operar de las "contrainvestiduras". El abordaje del tema
a partir del estudio de las distintas acepciones que Freud le da a lo
largo de su obra y del estudio precedente nos permite acercarnos
a las oscuridades del tema. Dado que la "represión primaria" exigiría
ella misma un trabajo independiente, he tomado como punto de par-
tida la exhaustiva síntesis conceptual que realiza Brudny (1980) y a
ello remito al lector que desee ampliar los conocimientos del tema
del cual brindo una síntesis pertinente a nuestro interés.
Brudny afirma que el término es abarcativo de por lo menos tres
procesos:

l. Un proceso relacionado con el funcionamiento del aparato


mental en lo que concierne al pasaje del proceso primario al sccun-
dario. Establece las características de funcionamiento del Prec, y su
separación del Inc. Por eso lo llama represion primaria estructural.
2. Un proceso relacionado con el decurso del desarrollo libidinal
y vinculado siempre a un factor orgánico. Lo llama por tal motivo
re presion primaria orgánica, que incluye el complejo de Edipo.
3. Un proceso relacionado con la situación traumática v el pasaje
de la cantidad a la cualidad y que Brudny llama funcional.
404 luan B. Navarro

1. Represión primaria estructural

Está ligada al establecimiento de los primeros niveles de ligadura


del yo en un intento de inhibir los procesos displacenteros en las vi-
vencias alucinatorias de deseos y de dolor. Freud (1895) la denomina
defensa, rechazo o represión primaria. Ocurre entre el yo y el ello,
impide el funcionamiento primario del aparato y permite, al esta-
blecer las primeras significaciones, el acceso a la motilidad, al objeto
adecuado al fin a través de la actividad de un yo que se va diferen-
ciando a través de las vivencias de satisfacción a lo largo del desa-
rrollo en cada una de las etapas de la libido.
Las cont rainvestiduras son las fuerzas que mantienen en represión
la huella mnémica hostil. Se produce un desplazamiento de investi-
dura merced a la facilitación que supone la "investidura colateral"
al invest irse otra huella mnémica de placer en lugar de la huella
mnémica hostil que llevaría al displacer; aquélla actúa como contra-
investidura respecto de ésta. Es la acción inhibitoria de un yo que
impone el pasaje al proceso secundario y posibilita la acción especí-
fica (1895, pp. 368-9, Y 1900, p. 589).
La actuación de las contrainvestiduras en este proceso está vin-
culada a una teoría acerca del funcionamiento del aparato psíquico.
No tiene que ver aparentemente ni con la patología ni con la repre-
sión secundaria. Freud también la llama defensa normal (1896 a y b).

2. Reprcsián primaria orgánica

Esta acepción del concepto de "represión primaria" -muy diferente


de la anterior, pues en lo fundamental está ligada a la clínica y es la
condición de la represión secundaria- es considerada por Brudny
como orgánica dado que constituye parte del andamiaje teórico de
Frcud, hasta los últimos años, el afirmar que el sustrato de la repre-
sión primaria de la sexualidad es orgánico (1930, pp. 97-8 y 103-4).
Concurre con este factor la acción de la educación como prohibidora
de la satisfacción pulsional, originando cambio de signo en el yo: lo
hasta entonces aceptado por placiente se tornará displaciente. Es una
represión que concluye con la terminación del complejo de Edipo y
lo incluye. Es fuente de patología. Está vinculada a la evolución
libidinal: antiguas zonas erógenas van siendo abandonadas y dando
paso a las siguientes en cada brote evolutivo (en cada una de las
etapas Iibidinales}. Freud la relaciona filogenéticamente con la re-
presión del olfato y ontogenéticamente con los diques que describe
El concepto de contrainvestidura 405

en la latencia: pudor, repugnancia, moral. Por tanto vale para este


caso la descripción (supra, p. 398) de las contrainvestiduras tal C0l110
se suponen para las formaciones reactivas. Es de hacer notar que
para ellas Freud (1905) da dos explicaciones, la orgánica descrita
y la cultural. Tanto uno como otro factor o mecanismo, su no ocu-
rrencia produce lo que llama "moral insanity" o "inhibición de de-
sarrollo". Estos diques condicionan la represión de las pulsioucs
parciales.
Esta acepción también comprende lo que en L(/ int evpret acion de
los SI/e/70S (1900, p. 593) refiere como: "tesoro de recuerdos inlan-
t iles sustraídos desde el comienzo al Prec." y que pasa a ser la "con-
dición previa de la represión" (secundaria) y que corresponde ~l l()

que más tarde describirá como período cdípico del desarrollo y Clly~l
represión primaria acontece merced al retiro de investiduras a deter-
minadas representaciones y su aplicación a otras que actúan corno
con trainvestiduras.
Aquí se terminan para Freud las represiones primarias y por tanto
su culminación establece la barrera entre lo primaria y lo secundaria-
mente reprimido.

3. Rcprcsion primaria [uncional

Consiste en ligar a representaciones los excesos de cantidad prove-


nientes de una situación traumática, en un intento de evitar el dolor
y la desorganización psíquica. Subyace o es la esencia de toda re-
presión primaria. Es función del yo y carece de temporalidad en su
ocurrencia. Comprende a las dos acepciones descritas, las engloba.
Es base de tuda represión secundaria. Está vinculada a cantidades
excesivas de estímulo no factibles de ser tramitadas, t raumúticas
para el aparato por abatimiento de la "protección antiest ímulo". Es
la neurosis traumática en el fondo de toda neurosis de tra nslcrcn-
cia (Jones. 1960, p. 272; Frcud, 1926, p. 90).
Dado que el mecanismo de esta represión primaria consiste cu ,,1
intento de ligadura de cantidades a efecto de darles una significación
v que ésta es posible mediante su fijación a representaciones, las
contrainvcstiduras parecen corresponder a los vínculos de la situa-
ción traumática con el objeto que lo significa o lo simboliza, es
decir, una representación del objeto o una fantasía que ocluye
un vacío y evita la angustia automática. Siendo por otra parte un
mecanismo común a los restantes, se transforma en la esencia del me-
canismo de contrainvestidura de todas las acepciones.
406 luan B. Navarro

Resumen

El trabajo aborda el concepto de "contrainvestidura" como central en la com-


prensión de los mecanismos de defensa y en particular de la represión. Siendo
una investidura aplicada por el yo contra la pulsión, discute el concepto mismo
de investidura como de carácter cuantitativo-cualitativo privilegiando el sigui-
[icado de ocupación, y considerando la naturaleza o sustancia de las mismas
como de carácter libidinal, continuidad y heredera directa de "O", "Orj" y
"estímulos endógenos".
Ulteriormente se examina la forma de aplicación de las cont ru invest icluras
en los diferentes cuadros neuróticos, histeria, fobias, neurosis obsesiva, así
como también en el duelo y la melancolía y en el dolor físico y psíquico, tal como
Freud las describe "hacia dentro" y "hacia fuera". Se acentúa el contenido
Ianrasrnático de las contrainvestiduras (fantasía de defensa del yo podría
llamarse) que se opone a los contenidos f'antasmát icos reprimidos del ello,
y en la fuerza y función ligadora del yo que da nuevo destino a la pulsión.
Por último se propone una modalidad de operación de las contra investiduras
en las diversas acepciones de "represión primaria" que pueden hallarse en la
obra de Frcud, teniendo en cuenta que él las postula como único mecanismo.

Résurné

LA NOTION DE CONTRE-INVESTISSE.\1ENT
Son opérativit é dans le reioulement priniaire et secondaire

Ce t ravail aborde la notion de "contre-investissernent" tout en la prcnant comrnc


noyau de la eompréhension des mécanisrnes de défense et tres spécialement du
refoulcment. Etant donné que cet investisscmcnt est appliqué par le moi
centre la puIsion, ce qui entre en discussion, est la notion mérne d'invcstisse.
ment, c'est-á-dire, le caractere quantitatif-qualitatif de ce dernier, tout en sou-
lignant le sens d'oceupation et en considérant la nature ou la substancc ele
cclui-ci, comme ayant un caractére libidinal, avec une fonction de continuité
et d'héritage direct de "O", de "O,¡" et des "stimulations cndogcncs",
Par la suite, c'cst la facon d'appliquer les contrc-invcst issement sclon les
différents cas de névrosc (hystérie, phobies, névrosc obsessionnellc): qui cst
cxarninéc, et égalcrnent pour ce qui concerne le deuil et la mélancolie, la douleur
physique et psyehique, cornmc Freud les décrit "vers l'intéricur" et "vers l'exté-
rieur", L'accent est mis sur le contenu phantasmatique des contrc-investissernents
-fantaisie de défense du moi, par exemple-, qui s'opposc aux contcnus phan-
tasmatiqucs refoulés du ca, et dans la force et dans la fonction de licn du
moi, qui donne un nouveau destin a la pulsion.
Finalcruent. on propose une modalité d'action des contre-invcstisserncnts sclon
les dif Iérents sens que l'on peut donner au "refoulernent prirnairc" tout au long
de l'ocuvre de Freud, tout en tenant compte du Iait que pour Frcud, ils sont le
scul mécanisrnc.
El concepto de contrainvestidura 407

Surnmary

THE CONCEPT OF COUNTERINVESTMENT


lts operation in primary and scconilar y reprcssion

Thc papcr discusses the concept of "counterinvestrnent' as central Ior the


undcrstanding 01 the dcfense mechanisms, par ticularly rcprcssion. Since un
invcstrncnt is made by the ego against a drivc, the concept of invcst mcnt
itself is described as quantitative-qualitative. The author givcs priority to t hc
mcaning of occupation and regards its naturc as libidinal, thc dircct hcir of
"Q", "Q:¡" and "endogenous stirnuli",
Thcn thc ditterent ways in which countcrinvestments are malle in t he various
ncurot ic pictures (hysteria. phobias, obsessive neurosis) as wcll as in mourning
and mclancholia and in physical and psychic pain, are dcscribed such as Frcud
describes thcm "inwardly" and "outwardly". Thc stress is laid on thc phantusrnic
corucnt ot counterinvestrncnts -the def'ensc fantasy of thc ego, as it might be
callcd-> which opposes the id repressed phantasrnic contcrus, and on í hc
slrength and binding function of the ego which rcdirccts thc drivc towards a
diffcrent goal.
Finally, the author proposes an opcraiional moda lit y 01' countcrinvcstrncnts
according to the various meanings of "primary repression" that may be Iound
in Freud's work, always taking into account that Freud postulares thcrn as a
single mechanism.

Bibliografía

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