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Paranoia, Demencia Precoz, Parafrenias en La Obra de Emil Kraepelin
Paranoia, Demencia Precoz, Parafrenias en La Obra de Emil Kraepelin
Presentación
Gabriel Belucci
Kraepelin en contexto
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
1 Cf. BERCHERIE, P., Los fundamentos de la clínica. Historia y estructura del saber
psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1999, p. 107.
2 Consúltese, al respecto, lo desarrollado por Bercherie. Op. cit., pp. 34-35.
3 Gregor Johann Mendel (1822-1884): monje austríaco que realizó investigaciones botánicas
y formuló las leyes genéticas que llevan su nombre. Completamente ignoradas en su tiempo,
sus contribuciones fueron descubiertas alrededor de 1900, y tardaron aun muchos años en
imponerse en el ámbito de las ciencias biológicas. Su confirmación definitiva tuvo lugar con
el aislamiento de la estructura del ADN por Watson y Crick, en 1953.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
El ordenamiento kraepeliniano
4 Cf. BERCHERIE, P., Los fundamentos de la clínica. Historia y estructura del saber
psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1999, pp. 60-62.
5 Op. cit., cap. 4.
6 Citado por Lacan en su tesis de doctorado. Cf. LACAN, J., De la psicosis paranoica en sus
relaciones con la personalidad, Siglo XXI, México, 2000, p. 23. Lacan cuestionaría
fuertemente esta definición en su Seminario 3.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
7 La denominación «demencia precoz» había sido propuesta por Morel, aunque con un
alcance muy distinto al que le daría Kraepelin. En todo caso, este préstamo indica que la
clínica francesa no era desconocida para Kraepelin, sino que había con ella un intenso y
fructífero diálogo, no exento de ásperas polémicas.
8 A partir de la séptima edición del Tratado (1903-04), Kraepelin se referiría explícitamente a
la «pérdida de la unidad interior». Cf. STAGNARO, J. C., «Presentación». En: KRAEPELIN, E.,
Demencia precoz. Parafrenias, Polemos, Buenos Aires, 1996, vol. I, p. XV.
9 Para seguir las modificaciones en la nosografía de Kraepelin, consúltense los dos capítulos
que le dedica Bercherie en su tesis. Cf. BERCHERIE, P., Los fundamentos de la clínica.
Historia y estructura del saber psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1999, caps. 12 y 16.
10 Se ha caracterizado la interpretación delirante como un mecanismo que consiste en pasar
«de un percepto exacto a un concepto erróneo», esto es, en extraer de los datos de la realidad
conclusiones desviadas acordes a los presupuestos del delirio.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
cuestionado por muchos autores, en particular por los franceses, con Séglas y Ballet a
la cabeza, y llevaría a Kraepelin a las modificaciones de la octava edición (1909-13).
Provisoriamente, Kraepelin se autorizó a realizar su agrupamiento en razón de la
similitud de estados terminales y de los síntomas fundamentales, en oposición a la
paranoia: «Creo no equivocarme al considerar que la ausencia de perturbación primitiva
de la voluntad en la paranoia, está en estrecha relación con la ausencia de delirio de
posesión corporal. La idea de que fuerzas extrañas actúan, como lo haría la telepatía,
sobre el organismo, sobre las sensaciones, los pensamientos, los actos voluntarios, no
es para mí más que la expresión de esa misma perturbación de la voluntad que se
reconoce en todas las manifestaciones exteriores de los dementes precoces. En la
verdadera paranoia [...] las ideas de perjuicio pueden ser extremadamente novelescas e
increíbles, pero se mantienen sin embargo siempre, así como las ideas de grandeza, en
el marco de las cosas posibles y naturales. [...] La personalidad corporal o psíquica, si
puede ser afectada o crecer, devenir el objeto del odio o revestirse de una alta dignidad,
sigue siendo lo que era en su naturaleza íntima» 11 .
La octava edición del Tratado (1909-13) incluía una revisión de su nosografía a partir
de las críticas y aportes que se habían ido sucediendo desde la sexta edición, que
había situado a Kraepelin como el referente princeps del campo de la psiquiatría. Las
principales discusiones se habían planteado con los clínicos franceses, mucho menos
apegados al sistema y más celosos del detalle clínico y, en segundo lugar, con el
psicoanálisis y la psiquiatría dinámica, que introducían —entre otras novedades— una
nueva idea de la causalidad, entramada a las circunstancias subjetivas tanto o más que
a las condiciones orgánicas. De todas las modificaciones realizadas, mencionaremos las
que conciernen a las grandes psicosis crónicas.
La discusión con los franceses, con Bleuler y con el psicoanálisis lo llevó a repensar el
campo de la paranoia. En particular, su lectura de Sérieux y Capgras lo condujo a
distinguir de la paranoia verdadera —limitada al «delirio de interpretación»— el delirio
de querulancia —el «delirio de reivindicación» de aquéllos—, sectorializado y con una
evolución más remitente que crónica. Por otra parte, el delirio de querulancia aparecía
«ligado a un acontecimiento exterior definido; desde este punto de vista, se parece más
bien a otras enfermedades psicógenas, particularmente a ciertas psicosis de los
prisioneros y neurosis traumáticas» 12 . A pesar de esta concesión al psicoanálisis y a la
psiquiatría dinámica, Kraepelin mantuvo para la verdadera paranoia su origen
endógeno, y señaló que lo que a su entender marcaba la diferencia entre ambas
afecciones era el peso relativo de las causas internas y las circunstancias vitales,
volcado hacia las primeras en la paranoia y hacia las segundas en el delirio de
querulancia. En esta misma línea, Kraepelin admitió la posibilidad de paranoias
benignas o «abortivas», uniendo en una serie clínica los grandes desarrollos paranoicos
con las formas más benignas y las «personalidades paranoides».
Separado el delirio de querulancia, las formas clínicas de la paranoia quedaron
reducidas a seis, que pese a la relativa uniformidad de esta entidad mórbida se
diferenciaban entre sí por el tema delirante central y por algunas otras características.
Una observación fundamental era que en todas ellas podían distinguirse dos direcciones,
una de perjuicio y otra megalómana, pero con diferente predomino relativo. Así, las
formas en las que predominaba la dirección de perjuicio eran, en primer lugar, el delirio
de persecución, basado en la creencia de ser objeto de algún complot o conspiración, y
en segundo término el delirio de celos (celotipia), cuya idea fundamental era la de ser
engañado por el cónyuge o partenaire 13 . Entre los temas de predominio megalómano
Kraepelin incluyó a los inventores delirantes, convencidos de ser autores de una o más
ideas geniales que inevitablemente les darían fama y fortuna, al delirio de alta cuna,
centrado en la certeza de pertenecer a un linaje elevado (muchas veces noble o real) del
11 Citado por Bercherie. Cf. BERCHERIE, P., Los fundamentos de la clínica. Historia y
estructura del saber psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1999, pp. 113-114.
12 Citado por Bercherie. Op. cit., p. 171.
13 Hasta la octava edición del Tratado Kraepelin no se resolvió a incluir el delirio de celos
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que por motivos espurios el paciente habría sido desposeído, al delirio místico, en el que
los pacientes se creían Mesías, iluminados, profetas, enviados de Dios o destinados a
fundar una nueva religión, y el delirio erótico (erotomanía), definido como la convicción
delirante de ser amado por una persona del sexo contrario y de elevada posición social
(muchas veces un noble o gobernante). Los mecanismos predominantes —que no hay
que confundir con las causas— serían en todos los casos la interpretación delirante de la
realidad y la interpretación retrospectiva de los recuerdos —distinta de las «falsificación
la memoria» 14 —. En algunos casos, sin embargo, como en los celotípicos o los delirantes
de alta cuna, Kraepelin admitía cierto lugar para la «falsificación de la memoria». En
otros casos, como en los místicos, señalaba el lugar de las «experiencias visionarias». En
ningún caso aceptaba una presencia significativa de alucinaciones verdaderas, uno de
los criterios con el que había separado la paranoia de los cuadros paranoides. Por otra
parte, y como se desprende de una cita anterior, Kraepelin insistía en que, a pesar del
carácter desviado de las ideas delirantes con respecto a la realidad, se mantenían dentro
del terreno de lo verosímil, tanto por su contenido como por el modo lógico y ordenado
de argumentación utilizado en su defensa.
La segunda gran innovación de la octava edición fue la creación del grupo de las
«demencias endógenas», compuestas por la demencia precoz y por una nueva categoría
que se diferenciaba de aquélla, las parafrenias, en respuesta a la discusión con los
psiquiatras franceses que ya habíamos mencionado: «debemos tomar en consideración
un grupo más restringido de casos en los cuales, a pesar de sus numerosos y variados
puntos comunes con los fenómenos de la demencia precoz, pero en función del
desarrollo considerablemente más restringido de las perturbaciones de la afectividad y
de la voluntad, la armonía interna de la vida psíquica está considerablemente menos
afectada, o en los cuales, al menos, la pérdida de la unidad interior está esencialmente
limitada a algunas facultades intelectuales. [...] Hasta los últimos períodos de la
enfermedad, no se encuentra esa apatía y esa indiferencia que forman tan
frecuentemente los primeros síntomas de la demencia precoz» 15 .
El grupo de las parafrenias comprendía cuatro formas clínicas, que Kraepelin
agrupaba de modo explícitamente tentativo, sin desconocer sus grandes diferencias
recíprocas. En primer lugar, la parafrenia sistemática, caracterizada como un «desarrollo
lento pero continuo de una mezcla de ideas delirantes de persecución y de grandeza» 16
que Kraepelin asimilaba al delirio crónico de evolución sistemática de Magnan, aunque
subrayando que una parte de los casos de Magnan pertenecían a la demencia
paranoide. En segundo lugar, la parafrenia expansiva, «caracterizada por el desarrollo
de un delirio de grandeza exuberante con un humor exaltado predominante y una
ligera excitación» 17 acompañado por alucinaciones sobre todo visuales y con
importante presencia de interpretaciones, ilusiones de la memoria y «experiencias
visionarias». En tercer lugar, la parafrenia confabulatoria, distinguible «por el papel
dominante que juegan en ella las ilusiones del recuerdo» 18 , por el relato de
experiencias extraordinarias, el humor sereno y la casi total ausencia de
alucinaciones. La parafrenia fantástica, por último, la definía por «el desarrollo
lujurioso de ideas delirantes muy extraordinarias, deshilvanadas y móviles» 19 , la
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Los textos
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todos los casos lo fundamental de la exposición teórica y los ejemplos que resultan
paradigmáticos o que por algún motivo pueden ser significativos para la discusión
clínica, ya sea en el marco de las ideas kraepelinianas o con otras posiciones dentro del
campo de la psicopatología. Según una conocida convención, las elisiones están
indicadas con puntos suspensivos encerrados por corchetes. En la bibliografía se
encuentran las referencias a las fuentes originales.
Hemos agregado al final, a modo de reseña, un cuadro con una breve
caracterización, la semiología y las formas clínicas correspondientes a cada entidad
mórbida. Las formas clínicas son las de la octava edición, excepto las de la demencia
precoz, que como se indicó no fueron retomadas tal como Kraepelin las desglosó. En su
lugar, se mencionan las tres «clásicas» (hebefrenia, catatonía y demencia paranoide)
más la forma simple, que luego del texto de Bleuler sobre las esquizofrenias se impuso
como variante particular. A quienes quieran tener presente la división de la octava
edición, los remitimos a la versión resumida de esta presentación o al texto completo
que se menciona en las referencias bibliográficas.
Referencias bibliográficas
BALLET, G., «La psicosis alucinatoria crónica». En: Alucinar y delirar, Polemos, Buenos
Aires, 1998, vol. II.
BERCHERIE, P., Los fundamentos de la clínica. Historia y estructura del saber
psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1999.
KRAEPELIN, E., Demencia precoz. Parafrenias, Polemos, Buenos Aires, 1996, vols. I-II.
KRAEPELIN, E., «Paranoia». En: Dementia præcox y paranoia (G. Piazze & N. Carbone,
comps.), De la Campana, La Plata, 2005, vols. I-II.
LACAN, J., De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, Siglo XXI,
México, 2000.
SÉGLAS, J., «La demencia paranoide». En: Alucinar y delirar, Polemos, Buenos Aires,
2006 (2ª ed.), vol. II.
SÉRIEUX, P. & CAPGRAS, J., «Las locuras razonantes». En: Alucinar y delirar, Polemos,
Buenos Aires, 1998, vol. II.
STAGNARO, J. C., «Presentación». En: KRAEPELIN, E., Demencia precoz. Parafrenias,
Polemos, Buenos Aires, 1996, vol. I.
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Paranoia
Un gran número de psiquiatras alemanes agrupó, bajo el nombre de paranoia, a
todas aquellas enfermedades mentales funcionales en las cuales el trastorno concierne,
principal o exclusivamente, a los campos de la actividad mental. Por lo tanto, se
considera que la presencia de delirios y alucinaciones es la característica esencial de
esta enfermedad. La verdadera causa de esta vaga definición debe buscarse en la
historia de sus orígenes. De acuerdo a la vieja teoría de Griesinger, la paranoia era
siempre la consecuencia de un trastorno mental afectivo precedente. Sólo a partir de las
investigaciones de Snell, Westphal y Sander se arribó al reconocimiento general de una
forma «primaria» de paranoia. Bajo la influencia de este innegable progreso, la nueva
forma de la enfermedad como una afección primaria de la mente fue contrapuesta a la
manía y a la melancolía, en las cuales se consideraba que los trastornos decisivos se
daban en el campo de la vida emocional. Se suponía que las variaciones emocionales
observadas a veces en la primera forma se ponían en escena sólo secundariamente por
la intervención de delirios y alucinaciones, así como se creía que la presencia de
trastornos de la razón en enfermedades afectivas era mera consecuencia de los cambios
primarios del humor, de tinte alegre o triste. Por esto fue de gran importancia para el
pronóstico saber, en el caso individual, si los trastornos en el afecto o en la razón
habían conformado el punto de partida de los síntomas patológicos.
La posibilidad, someramente sugerida por Westphal, de un curso agudo de paranoia
con recuperación, se volvió particularmente perniciosa para el desarrollo posterior de la
clínica psiquiátrica. Cramer y Ziehen formularon recientemente la conclusión final de
esta teoría. Con esta transformación del concepto original, que sólo incluía estados
crónicos e incurables, se promovió considerablemente la forma externa puramente
sintomática del cuadro clínico. Como el curso de la enfermedad ya no era decisivo, el
trastorno de la razón y la presencia de delirios o alucinaciones quedaron como los
únicos síntomas tangibles de la locura. Entonces fue necesario agrupar con la paranoia
a un conjunto de cuadros clínicos que, desde el punto de vista estrictamente clínico, no
ofrecía realmente ni los más mínimos rasgos comunes con la paranoia original; por
ejemplo, amentia, locura alcohólica y otros numerosos estados que sin duda
pertenecían a la dementia præcox o la locura maníaco-depresiva. ¡Hasta se llegó a
hablar de paranoia periódica!
Es necesario enfatizar el hecho de que considero totalmente erróneo este desarrollo
sobre el problema de la paranoia. El mismo representa con total claridad el error
fundamental de nuestra clínica psiquiátrica de las últimas décadas; la especificación
meramente sintomática de las formas patológicas basada en suposiciones imaginadas
con ingenio. La supuesta oposición fundamental entre trastornos de la razón y
trastornos de los afectos es sólo psicológica, pero de ninguna manera clínica.
Observarnos que en los cuadros clínicos actuales estas dos formas de trastorno son
asociadas de manera completamente imprecisa. Quien no pueda percibir esto, debería
tan sólo intentar, en el cuadro clínico generalmente conocido de la parálisis, agrupar los
casos de acuerdo a un origen primario y secundario de los delirios. Este claro ejemplo,
todavía ignorado por la concepción clásica de los trastornos mentales, demuestra con
creces que los delirios y las alucinaciones en sí mismos son tan insignificantes para la
distinción del cuadro clínico como la presencia de depresiones y excitaciones. Lo mismo
se puede aprender de la locura maníaco depresiva y de la dementia præcox, a menos
que el punto de vista imparcial haya sido obstruido por prejuicios.
Efectivamente, cada intento emprendido hasta la actualidad de clasificar al «grupo de
la paranoia» y de diferenciarlo de otras formas de locura, terminó siempre advirtiendo
que las formas mixtas y transicionales exceden en cantidad a las formas genuinas e
incluso conducen a trastornos mentales efectivos supuestamente diferentes en esencia.
De esa manera, la única base del concepto actual de paranoia —la oposición artificial
entre enfermedades de la razón y de la afectividad— colapsa. No hay duda de que la
falta de esperanzas respecto de la elucidación de los problemas por medio del método
adoptado se explica en alto grado por la renuencia general a lidiar con los interrogantes
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alucinaciones auditivas sólo ocurren de vez en cuando, en la mayoría de los casos, una
palabra aislada o una frase corta: «¡Henry! ¡Henry!», «él bebe mucho», «aquí viene el
profeta hediondo». Las personas sentadas a la mesa vecina juntan sus cabezas y
susurran comentarios que el paciente entiende con claridad, ya que él «tiene un oído
agudo». O yendo de paseo se dispara un tiro y el paciente escucha el silbido de la bala
que pasa cerca de su cabeza, hasta siente el viento. De la atmósfera cae sobre él una
fina lluvia venenosa; se ve presa de una opresión repentina y escucha al mismo tiempo
una voz de advertencia. También tienen lugar visones nocturnas, la visión de estrellas,
figuras luminosas, apariciones divinas. Se proclama una promesa; el paciente ha sido
beneficiado con la bendición de Essaus sobre su hombro izquierdo y la bendición de
Jacob sobre el derecho. Pero, por lo común, éstos son hechos aislados que también son
comprendidos por el paciente como sucesos muy particulares que no encajan para
nada en el cuadro de sus experiencias cotidianas.
Considero que estamos tratando aquí con un trastorno bastante extraño, que a veces
juega cierto rol en el origen de los delirios: la falsificación de la memoria. El paciente
abre sus ojos al examen de experiencias pasadas. Muchos detalles que antes no había
notado en absoluto, ahora son percibidos con claridad y cobran mayor importancia.
Cree que su memoria está considerablemente fortalecida, de manera tal que toda su
vida pasada se despliega ante él como un libro abierto. El paciente recuerda
exactamente cómo, de niño, fue separado de sus padres genuinos en un bello castillo,
fue arrojado al mundo y finalmente entregado a sus padres falsos. Las numerosas
declaraciones y acciones de esto últimos, el corte y color de sus ropas, el trato que
recibió en la escuela, ciertos sueños proféticos, todo evento importante o trivial de su
vida, desde su juventud más temprana en adelante, le indicaron que nunca había
habido un ministro con su nombre; sostenía que todos los viejos almanaques oficiales
de Hannover habían sido destruidos por el odio y fueron reemplazados por otros
falsificados para que el nombre de su padre fuera destruido. A veces, se puede observar
directamente cómo tales reminiscencias emergen y se fijan en la mente del paciente. Un
paciente dijo que todo lo que había pensado antes se hizo realidad después.
La característica común de todos los delirios desarrollados de maneras diferentes, es
su fundamental inmutabilidad. Aunque el paciente mismo quizás admita que raramente
o nunca sea capaz de proporcionar evidencia concluyente de lo acertado de su visión,
cada intento de convencerlo de la naturaleza delirante de sus ideas rebota como en una
pared. Todo fue tan astutamente planeado que la conexión intrínseca de todos los
acontecimientos, en apariencia accidentales, sólo pueden ser entendidos desde el punto
de vista de la convicción subjetiva, «que existió una vez y existirá sin cambio», como un
paciente dijo: «En mi imaginación todo esto no es imaginación; sólo me expreso con
mucha precaución». Por esto, el paciente a veces siente que una persona ignorante no
es capaz de seguir el tren de su pensamiento y, de ese modo, tiene miedo de que sus
perseguidores se aprovechen de estas circunstancias y declaren que sufre de manía
persecutoria. La conciencia de enfermedad escapa a sus posibilidades; pero con
frecuencia hay todo tipo de quejas hipocondríacas sobre nervios, presión en la cabeza,
problemas digestivos rápidamente atribuidos por los pacientes al tratamiento médico —
por esta razón recurren a todo tipo de curas extrañas, con frecuencia inventadas por
ellos mismos—.
El humor del paciente se encuentra íntimamente conectado con sus delirios. Percibe
las pretendidas persecuciones como una especie de «tortura mental», se siente
constantemente intranquilo y atormentado, se vuelve desconfiado, antisocial, irritable.
Por otro lado, los pacientes se sienten satisfechos consigo mismos, son arrogantes,
altaneros y obstinados. El humor cambia con frecuencia por razones delirantes. Un día
encontré a un paciente —por otra parte muy seguro de sí— ansioso y temblando, ya
que había sacado la conclusión, por un insulto que había oído de casualidad, de que
había sido acusado de un asesinato sucedido años atrás. A veces aparecen ideas
repentinas de suicidio.
Las acciones y el comportamiento del paciente pueden no evidenciar trastorno
alguno por un tiempo relativamente largo. Pero toda su conducta de vida parece con
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evade las preguntas apremiantes y, con frecuencia, oculta la red de sus delirios por un
largo tiempo detrás de un comportamiento superficialmente irreprochable, hasta que
un motivo particular, una excitación emocional, la pone al descubierto. De todas
maneras, gradualmente se da cuenta de que el sistema oculto de persecución continúa
en el hospital. Los doctores están contratados para paralizarlo y, si es posible, para
convertirlo realmente en un enfermo mental, ya que de otra manera no hubieran podido
atraparlo. Provocaciones triviales y molestias, cambios en su estado de salud,
observaciones ocasionales, le demuestran que las insinuaciones son también
emprendidas en el nuevo entorno. Sus compañeros pacientes no están realmente
enfermos sino que son simuladores sobornados o espías de la policía que están para
evaluarlo por medio de comportamientos y trucos disparatados. Ésta es la razón por la
que él demanda con urgencia que lo retiren de ahí, escribe una carta tras otra para
lograrlo, formula quejas sobre la privación ilegal de la libertad, intenta escapar y, con
frecuencia, lucha amargamente por sus derechos humanos con gran habilidad y
obstinación extrema.
Quizás el paciente entiende que su estadía en el hospital es meramente un eslabón
inevitable en la cadena de juicios que tiene que soportar para poder alcanzar su noble
fin. Haciendo una reflexión detallada, entiende claramente que en su pasado ha habido
numerosas referencias a este purgatorio en el asilo para lunáticos. Lejos de sentirse
desalentado o desesperado, renueva sus esperanzas de obtener su último y más alto
objetivo ya que todo ese destino que le ha sido previamente asignado se está
cumpliendo con rapidez. Percibe una confirmación especial de su punto de vista en el
hecho de que pronto nota que también en el hospital ocurren alusiones misteriosas a
su brillante futuro. Es tratado con atención especial, le echan aceite de rosas en el agua
de su baño, le dicen piropos velados, le dan diarios y libros cuyos contenidos se refieren
a él. De este modo, no puede dejar de observar que los doctores lo retienen «bajo
órdenes superiores» y que en realidad no lo consideran enfermo. Descubre que entre
sus compañeros de internación se encuentran personalidades muy eminentes, a
quienes han traído al hospital con un nombre falso para hacerle compañía.
El curso posterior de la enfermedad es siempre muy lento, la mayoría de las veces
prácticamente estancado durante muchos años. Los pacientes son calmos, razonables,
preservan una actitud exterior metódica y, frecuentemente, son capaces de mantener
una actividad mental bastante satisfactoria. […] Otros tienen actividades artísticas o
literarias y son exitosos, o al menos capaces de ganarse la vida; son meramente
considerados tipos raros ya que ocultan con cuidado sus delirios. Ciertamente, con
frecuencia llevan una inestable vida aventurera, llena de acontecimientos extraños e
incomprensibles. Por lo común, sólo en el curso de varias décadas se vuelve evidente
una debilidad psíquica que crece con lentitud, generalmente con una agudeza mental
reducida acompañada por un sistema de delirios gradualmente progresivo. […]
La frecuencia de la forma de locura descripta aquí no es muy elevada; en mi
experiencia ni siquiera alcanza el 1% de los pacientes admitidos. Los hombres parecen
ser más vulnerables que las mujeres. Una predisposición hereditaria a trastornos
mentales puede jugar un rol importante. En cuanto al resto, se mencionan como
causas la mala fortuna, las decepciones, la soledad, la lucha con la miseria y
privaciones; pero con frecuencia éstas son más bien consecuencias del prolongado
comportamiento extraño del paciente. En la mayoría de los casos la enfermedad se
manifiesta entre los 25 y 40 años. Sin embargo, Sander describió una forma bajo el
nombre de paranoia original en la que, desde su puto de vista, la enfermedad se
remontaba al período de juventud. Efectivamente, éstos y otros pacientes que sufren de
delirios declaran con frecuencia que su juventud temprana ya estaba llena de
presentimientos y percepciones que señalaban su noble cuna y sus poderosos
enemigos. Pero he tenido éxito al confirmar que, en estos casos, el inicio de la
enfermedad sólo puede ser rastreado de modo confiable en la primera mitad de la
tercera década. Los demás relatos que van hasta un pasado más lejano son casi
siempre invenciones subsiguientes. Neisser estableció como la marca distintiva del
grupo descripto por Sander el síntoma frecuente de falsificación de la memoria y sugirió
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Con esta energía apasionada, con frecuencia el paciente tiene éxito en convencer a
algunas personas de la legitimidad de sus reclamos. […] Por otro lado, las personas
querulantes aceptan con gusto la ocasión de redactar cartas, peticiones, protestas y
querellas de terceros y, así, se meten de lleno en la carrera de falso abogado. Al hacer
esto exhiben por doquier cierta sutileza y conocimiento superficial de la ley, lo cual
redunda en su beneficio.
En el curso posterior de la enfermedad siempre aparece un claro aumento de la
debilidad mental. Las peticiones del paciente y los discursos se vuelven cada vez más
monótonos e inconsistentes. En la mayoría de los casos, el paciente no espera una
respuesta más que por hábito, escribe uno de sus extraños documentos de vez en
cuando. Decrece la excitabilidad; el paciente se vuelve apagado, inofensivo e indiferente,
con frecuencia hasta quejoso y sentimental cuando se lo provoca intencionalmente
tocando su punto débil. Muestra una actitud amistosa hacia el doctor, a quién quizás
demandó anteriormente por mentiroso infame y estafador. A veces hasta niega sus
acciones pasadas para evitar discusiones desagradables; ya no quiere saber nada más
de eso, es cosa del pasado. Pero una corrección actual de sus ideas patológicas está
fuera de consideración; por el contrario, cuando alude a las viejas reminiscencias en los
momentos en que falta su autocontrol, parece que el paciente se mantiene siempre sin
cambio alguno en su antiguo punto de vista y que sólo ha perdido la energía para
resistir.
Al comienzo el diagnóstico de manía querulante entraña ciertas dificultades, Por un
lado, la querulancia puede aparecer como un síntoma patológico en varias formas de
locura, por ejemplo en la parálisis y, especialmente, en la locura circular. Considerando
las características fenoménicas de estas enfermedades, los trastornos físicos y de la
memoria en la primera, la fuga de ideas, la distractibilidad, la sed de acción, los
cambios de humor y el carácter periódico en la segunda, pronto seremos capaces de
elucidar la situación. Por otra parte, algunas personas sanas pueden ser querulantes
bajo ciertas condiciones e incluso mostrar obstinación y pasión. Recientemente varios
expertos realizaron diagnósticos incorrectos al considerar que el factor de la
querulancia en sí mismo y el volumen de los documentos acumulados eran las
características esenciales de la manía querulante.
Por el contrario es, sobre todo, la forma delirante del conjunto de ideas lo que debe
ser considerado decisivo para el diagnóstico; es la total inaccesibilidad a la razón, la
propagación gradual del delirio de persecución sobre un número de personas cada vez
mayor, el comienzo de todo el desarrollo delirante desde un solo punto que siempre
predomina y al cual se refieren constantemente todas las ideas y acciones posteriores
de los pacientes. Ésta es la razón por la que las personas querulantes no deben ser
confundidas con las sanas, pendencieros y gente obstinada que viven en discordia con
todo el mundo. Por el contrario, parece que los pacientes querulantes, como otros locos,
son más bien pacíficos, aunque con frecuencia son individuos extraños en su vida
diaria. Puesto que aquellas personas cuerdas belicosas se desvían de su camino para
pelear, para instituir procedimientos y ofender a otros en las más diversas ocasiones,
hay sin embargo una conexión intrínseca entre todos los niveles de su lucha; todo el
enredo de procedimientos, acciones y quejas puede ser reconducido, en la mayoría de
los casos, a cierto ímpetu original. Cuando se trata sólo de un carácter pendenciero,
cada asunto llega finalmente a un acuerdo —aunque a menudo luego de un largo
combate— y todos los participantes se calman; pero aquí la disputa original nunca se
acaba, sólo se vuelve cada vez más importante y llega a su conclusión formal y forzada
sólo cuando el paciente es puesto bajo custodia.
Por otra parte, puede suceder, desde ya, que las supuestas ideas y afirmaciones
delirantes concuerden con los hechos. La exasperación y la lucha desconsiderada hasta
el extremo puede ser la respuesta cuerda a un sentido de la justicia agraviado. Así, en
un caso que observé, se descubrió que el adversario seriamente acusado no era el
hombre de honor que oficialmente se suponía que era, sino que había cometido graves
crímenes. En otra oportunidad, fue comprobado que la falsificación de una firma, que
en un primer momento parecía una idea delirante, realmente había sido cometida por la
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persona acusada. De aquí que uno debería ser muy precavido al respecto. En ambos
casos, los demandantes eran, sin embargo, personas querulantes que no podían ser
diagnosticadas como tales por la exactitud o inexactitud de los cargos expuestos, sino
por la manera en que éstos eran expresados y asimilados. Aun en casos bastante
acentuados, la manía querulante sólo se reconoce después de un largo tiempo, ya que
la buena memoria y fluidez en el habla y en la escritura ocultan al perito la debilidad
mental, la confusión y el desarrollo delirante del conjunto de ideas. La distorsión y la
representación falsa de los hechos que el paciente expone de buena fe desde el punto de
vista de su concepción patológica, son tomadas con facilidad por engaños intencionales
premeditados hábilmente y se consideran evidencia de su depravación moral e
insolencia.
Es más probable que las causas reales de la manía querulante se encuentren en una
predisposición patológica, mayormente hereditaria. En varias ocasiones se encontraron
padres dipsomaníacos. Generalmente la enfermedad comienza entre los 35 y 45 años, a
veces aún más tarde. El pleito debe ser sin duda considerado el factor precipitante, pero
no la causa; con frecuencia, los pacientes han estado involucrados anteriormente en
acciones legales sin mostrar querulancia. El pronóstico es desfavorable; el desenlace
consiste en un grado más o menos alto de debilidad mental con delirios persistentes.
Sin embargo, parece que ocurren mejoras considerables, en las que los pacientes se
abstienen de expresar su perspectiva, al menos por algún tiempo, aunque no la
cambian; observamos condiciones similares en otras formas de locura. […]
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Las demencias endógenas
Una serie de cuadros mórbidos son aquí agrupados bajo el término «demencias
endógenas» con el mero propósito de realizar un estudio preliminar. Sus relaciones clí-
nicas no están claras aún, pero todos exhiben dos peculiaridades: en primer lugar, en
lo que se puede apreciar, no son ocasionados desde afuera sino que surgen de causas
internas y, en segundo lugar, al menos en la gran mayoría de los casos, conducen a un
más o menos notorio debilitamiento mental. Pareciera que esta forma de debilitamiento
mental, a pesar de las grandes diferencias en los detalles, exhibe muchos rasgos en co-
mún con otras formas de demencia, tales como las que nos son conocidas como
resultado de la parálisis, la senilidad o la epilepsia. Por este motivo, he descripto hasta
la fecha bajo el mismo nombre, el de demencia precoz, los cuadros mórbidos que
estamos considerando. Bleuler también los reunió en su «grupo de esquizofrenias», sin
intentar hacer otras divisiones en este grupo. Considero una cuestión abierta la de si no
es, después de todo, un mismo proceso mórbido la causa de las distintas formas,
aunque difieran en el punto de ataque y tomen cursos variados. Por otro lado, me
parece necesario, en la etapa actual, separar un número de cuadros clínicos del
dominio de la demencia precoz, el cual, de todos modos, es muy extenso. Sin embargo,
es la demencia precoz la que debemos tomar como la primera división de las demencias
endógenas a ser revisada.
Estos cuadros clínicos a los que nos hemos referido difieren considerablemente, en
una dirección u otra, de las concepciones corrientes de la demencia precoz. Tal vez,
hubiese sido posible llevar esta separación aun más lejos, y, por ejemplo, ubicar en un
lugar separado a las formas que tienen un curso periódico o que conducen a una
confusión del lenguaje. Esto no ha sido hecho aún y sólo han sido separadas y
agrupadas aparte las formas que se distinguen, en su curso completo, por
manifestaciones muy definidas de perturbaciones peculiares del intelecto, mientras
falta el debilitamiento de la voluntad y especialmente del sentimiento, o en las que tales
síntomas están sólo débilmente indicados. Me parece que el término «parafrenia», el
cual ya no es de uso corriente, es, por el momento, apto como nombre de las formas
mórbidas así delimitadas, las cuales están aquí agrupadas a modo de ensayo.
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Demencia precoz
La demencia precoz consiste en una serie de estados, cuya característica común es
una destrucción peculiar de las conexiones internas de la personalidad psíquica. Los
efectos de este daño predominan en las esferas emocional y volitiva de la vida mental.
Para comenzar, la afirmación de que esta es una enfermedad distinta ha encontrado
una repetida y decidida oposición, que encontró su más fuerte expresión en los escritos
de Marandon de Montyel y de Serbsky. Pero incluso aunque en muchos detalles hay
profundas diferencias de opinión, parece estar ganando cada vez más terreno la
convicción de que la demencia precoz, en general, representa una forma bien
caracterizada de enfermedad, y de que se justifica considerar la mayoría, al menos, de
los cuadros clínicos que son agrupados aquí, como expresión de un proceso mórbido
único, aunque, a menudo, superficialmente divergen mucho uno de otro.
Las objeciones han apuntado aun más contra el nombre, que contra la concepción
clínica. Arribé al punto de partida de la línea de pensamiento que en 1896 llevó a que la
demencia precoz se considerara como una enfermedad claramente diferenciada, por un
lado, debido a la sobrecogedora impresión de los estados de demencia muy similares
entre sí, que se desarrollaban a partir de los más variados síntomas clínicos iniciales; y
por otro lado, por la experiencia conectada con las observaciones de Hecker de que
estas demencias en especial parecían estar estrechamente relacionadas con el período
de la juventud. Como no había reconocimiento clínico de esto, la primera cosa que
había que hacer, para la demarcación preliminar del territorio recientemente
circunscripto, era elegir un nombre que expresara ambos puntos de vista. El nombre de
«demencia precoz», que ya había sido utilizado por Morel y más tarde por Pick (1891),
me parecía responder a este propósito suficientemente, hasta que una comprensión
más profunda proveyese un nombre apropiado.
Desde entonces, se ha descubierto que las suposiciones sobre las cuales descansaba
el nombre elegido son, al menos, dudosas. Como tendrá que ser explicado más en
detalle más adelante, no se puede discutir la posibilidad, en el presente estado de
nuestro conocimiento, de que cierto número de casos no alcancen una completa y
permanente recuperación, y, por otro lado, la relación con el período de juventud no
parece darse sin excepción. Ciertamente, considero que los hechos no han sido de
ningún modo suficientemente aclarados, todavía, en dirección alguna. Si, por
consiguiente, el nombre que está en discusión, aun cuando ya ha sido adoptado en
general, tiene que ser reemplazado por otro, es de esperar que no comparta demasiado
pronto el destino de tantos nombres por el estilo y terminar por dar una idea de la
naturaleza de la enfermedad, que resultará luego ser dudosa o incorrecta.
Desde este punto de vista, como mostró Wolf, sería preferible un nombre que, en lo
posible, no dijese nada, como el de «disfrenia». El nombre propuesto por Evensen, de
«amblinoia» o «amblitimia», más aun el de «demencia primitiva» de los italianos, o el
preferido por Rieger, «demencia simple», que mientras tanto ha sido usado ya,
ciertamente, en un sentido más estrecho, podrían también ser considerados. Bernstein
habla de una «paratonía progresiva», nombre que sólo se adaptaría a una parte de los
casos observados. Otros investigadores acentúan la perturbación peculiar de la
asociación psíquica interna en nuestros pacientes y denominan a la enfermedad
«demencia disociativa», «dissecans», «sejunctiva» o, con Bleuler, «esquizofrenia». Queda
por verse en qué medida uno u otro de estos nombres será adoptado.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
Síntomas psíquicos
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
luego, que todos estos desórdenes de esa actividad volitiva interna, a la cual llamamos
atención, representan sólo manifestaciones parciales de cambios mórbidos generales en
el proceso volitivo.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
veces los pacientes son sólo capaces de dar información general acerca de las voces, […]
pero mucho más frecuentemente captan los términos exactos, como en la percepción
real; algunos pacientes anotan lo que escuchan.
Lo que dicen las voces es, habitualmente, desagradable y perturbador. «Las voces se
precipitaban encima mío todo el tiempo como leones abrasadores», decía un paciente.
En todas partes el paciente es puesto en ridículo, provocado, burlado, se abusa
groseramente de él, se lo amenaza. La gente habla de él, todo el mundo se ocupa de él
[…]. Alguien grita: «pícaro, vagabundo, miserable villano», «incendiario, parricida»,
«inútil», «sinvergüenza», «anarquista, pillo, asesino, ladrón», «muchacho asqueroso,
sucio zopenco, bestia roñosa», «vagabundo»; «pilluelo», «puerco», «puerco inmundo»,
«espíritus sucios», «puta de ciudad», «convicto», «criminal, criminal», «maldito, maldito»,
le dicen al paciente que agredió a un muchacho, que sedujo a una muchacha […], que
tuvo relaciones sexuales con sus hijos, que comió carne humana. Es amenazado con
que se le cortarán las orejas, se le cortarán los pies, con que será serruchado en pe-
dazos, con que será decapitado; hay una orden del Gobierno de apuñalarlo. «Debe
presentarse; debe ser arrestado. […] La mayor parte del tiempo, lo que gritan son cosas
indecentes y sucias, en las cuales la impureza y la masturbación juegan un papel
importante. Un cierto sentimiento de enfermedad surge en muchas de las expresiones.
Sus compañeros susurran en secreto sobre el paciente, diciendo que está mentalmente
afectado: «es un tonto absoluto», «tiene algo en la cabeza», «tiene neurastenia», «eso es
megalomanía», «tiene que ir al loquero».
Por otra parte, hay también frecuentemente, «voces buenas», «buenos deseos»,
«elogios» […]. Dios hace saber al paciente que él lo proclamará, que lo enviará al mundo
como su hijo. «Aquí está él», grita una voz desde los cielos. Escucha que es un hijo del
rey, un hijo de un oficial, que es muy musical; que tiene una vida espléndida. «Hoy no
le haremos nada». La voz exclama: «¡Rey, Rey!» «¡San José!», «Yo soy Dios». […]
Muchas de las voces hacen comentarios acerca de los pensamientos y de los actos
del paciente: «tiene buen oído», «¡maldición, que oído tiene el chico!», «Ha acabado
consigo mismo; el sucio tipo debe alejarse de esto», «¿Escuchas el reflector arriba?».
«Ahora ellos tienen el agujero de sonidos abierto otra vez»; «Mary, estás diciendo
tonterías, el policía ya te ha visto», «¿Pero qué le hemos hecho a él?», «Él nunca nos
escucha ahora». […]
A menudo, […] al comienzo de la enfermedad o en las etapas más avanzadas, lo que
las voces dicen es indiferente o no tiene sentido y es incomprensible. El paciente
escucha un llamado de Inglaterra diciendo que tiene que hacer una visita, «siempre otra
forma, siempre nombres nuevos»; él escucha «Banquero, granjero rico, estallido,
panecillos», «Semental», «Ellos me ayudan, o ellos no me ayudan», «Los militares vienen
mañana temprano», «Educación», «La lavanda y las bocacalles son el explosivo más
poderoso», y expresiones similares. […]
Muchos pacientes escuchan continuamente, en una repetición interminable o con
pequeños cambios, la misma frase sin sentido, de modo que es una especie de
verbigeración alucinatoria. […]
En una serie de casos, las voces dan órdenes, que en ciertas circunstancias son
exactamente obedecidas. Ellas prohíben al paciente comer y hablar, trabajar, ir a la
iglesia; debe correr descalzo. «¡anda, pégale, golpéalo!», se le dice, «¡sigue, sigue!» «manos
arriba», «¡bajen los brazos!», «¡ponga la silla aquí, párese!», «¡Salte!», un paciente decía
haber escuchado: «Debes hacerlo», luego: «No debes hacerlo», «es un caos, uno no puede
salir».
Pero es especialmente característico de la demencia precoz que los propios
pensamientos del paciente se le aparecen hablados en voz alta. Escuchamos de los
pacientes la queja, expresada de las formas más diversas y constantemente repetida, de
que sus pensamientos pueden ser percibidos. Ellos son dichos en voz alta, a veces
antes, a veces después, es el «doble habla», «la voz enjuiciadora», «la oratoria
persecutoria», «el aparato para leer los pensamientos», «el memorándum». Un paciente
escuchaba como sus pensamientos surgían de los ruidos. Como consecuencia de esto,
todo se hace público. Lo que piensan los pacientes es sabido en sus propias casas y es
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
proclamado para todos, de modo que sus pensamientos son propiedad de todos. «Tengo
el sentimiento de que alguien a mi lado dice en voz alta lo que pienso», decía un
paciente. «Tan pronto como el pensamiento está en mi cabeza, ellos también lo
conocen», explicaba otro. «Cuando pienso algo, lo escucho inmediatamente», decía un
tercero. La gente mira en el cerebro del paciente, su «cabeza es revelada». Cuando lee el
diario, otros lo escuchan, de modo que no puede pensar ya más solo. […]
Las alucinaciones visuales comienzan con anillos multicolores delante de sus ojos,
juegos de color, rayos y globos ígneos, visión de chispas, todo parece torcido y mal. Los
pacientes son perturbados por reflejos, luces enceguecedoras, sus ojos son irradiados y
cegados por reflectores. En la pared aparecen figuras blancas, reflejos, la madre
muerta, pinturas, cuadros imaginativos, cabezas de la muerte, un corazón con una
daga, fantasmas, sombras mitad bestias, mitad humanas, paisajes del sur, santos de
toda la eternidad; es fotografía a distancia y doble vista. Frente a la ventana un payaso
está dando volteretas, espíritus buenos y malos aparecen, ángeles y la Virgen María en
un manto azul ofrecen el cáliz. Satanás, con cuernos y una cola incandescente, baila
por la habitación, la muerte aparece como una figura con una máscara; por la noche
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
los hombres se acercan a la cama. […] Hay serpientes en su comida, en el agua para su
baño. Apariciones sobrenaturales son vistas en el aire, fuego en el ciclo, un halo, Lutero
en las nubes, espíritus en los campos. Las personas conocidas parecen extrañas, todo
está como acentuado, los muebles se transforman en esposa e hijos; las figuras en las
pinturas y esculturas hacen reverencias. Un paciente vio «las voces» bajo la forma de
seres cuadrúpedos, grises y pequeños saltando alrededor y dando vueltas en el aire;
éstos estaban acompañados por pequeñas llamas, que podían ser separadas de ellos.
Otro ofrecía, en una forma muy definida, alucinaciones «extracampiles»; dijo ver «un
cañón de fusil a su espalda, una rala roja y blanca en su corazón, dos tortugas en su
hombro».
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
corriente eléctrica hace que «el pene se ponga erecto», «una aguja de oro es clavada
dentro de éste». Por la noche se cometen actos lujuriosos, su vitalidad «le es quitada
eléctricamente»; «hombres lujuriosos se le acercan». […]
Falsos recuerdos. Aquí y allá nos encontramos también con fabulaciones que
apuntan a falsos recuerdos. Verdaderamente parece muy dudoso que esta
denominación sea correcta, cuando los pacientes relatan que han estado en el infierno,
en el cielo, en América, han viajado a la luna y a todas partes del mundo, que a los seis
años de edad le «quemaron la médula de las piernas», y sus pies le fueron «cortados con
un hacha». […] En otros casos, sin embargo, es más fácil suponer que son falsos
recuerdos. El paciente recuerda haber estado en un hermoso castillo cuando era niño y
haberse sentado sobre las rodillas de un gran caballero, y haber sido raptado en una
noche nublada. El Káiser Wilhelm, en un paseo por la ciudad le dio una medalla, que
de un modo inexplicable ha sido extraviada. Otros afirman que ellos ya sabían de
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
antemano adónde iban a ser traídos, y lo que pasaría, que en el loquero ellos se iban a
encontrar con tal y cual persona, que habría un incendio, y que conseguiría una novia.
Un paciente afirmaba que «el Espíritu le había profetizado la muerte de un allegado»;
otro explicaba que Dios «lo inspiraba», de modo que él podía predecir lo que sucedería.
O dicen que ya han estado en el hall, que han visto los cuadros antes; que han
consultado al médico una vez hace dos años. Un paciente declaraba que él mismo había
plantado los árboles en el jardín del hospital. Generalmente, la tendencia a tener estos
falsos recuerdos locos pasa rápidamente.
«“¿Está Ud. Enfermo?” Ud. ve, tan pronto como el cráneo es aplastado y uno aún
tiene flores (ríe) con dificultad, así no se escapará constantemente. Tengo una
especie de bala de plata que me sostenía por la pierna, adentro de la cual uno no
puede saltar, adonde uno quiere, y que termina hermosamente como las
estrellas». […]
Ciertamente, debe ser considerado que el verdadero curso del pensamiento está
posiblemente mucho menos alterado que su expresión en el lenguaje, ya que los
pacientes, como en realidad sucede en este caso, pueden, en ciertas circunstancias, no
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
sólo percibir correctamente, sino también continuar elaborando lo que ellos perciben y
comportarse muy racionalmente.
Evasión. Además de los desórdenes peculiares del curso de: pensamiento que son
observados aquí y allá, están la evasión y un rasgo que fue caracterizado por Bleuler
más exactamente como «negativismo intelectual». La evasión o paralogia consiste en lo
siguiente: la idea que está más próxima en la cadena de ideas es suprimida y
reemplazada por otra que está relacionada con ella. Aparece del modo más notorio en
las respuestas de los pacientes a preguntas; pero podría ser posible que las quejas de
los pacientes acerca de que sus ideas les son «extraídas», «distorsionadas», se refieran a
sucesos similares. Se da un ejemplo en las siguientes respuestas de un paciente a las
preguntas del médico:
¿Cómo se llama este caballero? (Dr. A.), «Pequeño hombre». ¿Cómo se llama?
«Florschutz» (el nombre de un paciente). ¿Cuántos dedos estoy mostrando? (3)
«Cuatro» ¿Ahora cuántos? (4) «Cinco». ¿Y ahora? (2) «Uno». ¿Cuánto dinero es
esto? (Tres peniques) «Seis peniques». No, Ud. lo sabe muy bien. «Dos peniques».
No, ¿cuánto? «Cuatro peniques». Ahora mencione el número que fue excluido,
¿cuánto entonces? «Veinticinco mil» ¿Qué quiere decir con «veinticinco mil»?
«Que estoy muy bien».
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
hechos por otros a distancia, «en Berlín», «desaparecen al ser leídos, son quitados, son
llevados». […] Frecuentemente, como se describió anteriormente en detalle, los poderes
que llevan a cabo tales influencias sobre el pensamiento, adoptan la forma de voces que
quitan, desvían, o sugieren pensamientos.
Juicio. La facultad del juicio del paciente sufre, sin excepción, un daño severo. Lo
que siempre sorprende al observador, cada vez que sucede, es la tranquila
complacencia con la cual se emiten las más absurdas ideas y se llevan a cabo las más
incomprensibles acciones. Es cierto que a menudo se mueve con aceptable seguridad
por caminos conocidos, pero en la elaboración psíquica de experiencias nuevas, al
juzgar circunstancias no experimentadas hasta el momento, y, en particular, al juzgar
su propio estado, al extraer conclusiones obvias, al presentar objeciones y al realizar un
juicio sobre ellas, no es poco frecuente que cometan los más groseros errores. Se tiene
la impresión de que los pacientes no están en condiciones de lograr el agolpamiento
mental de ideas, que es un requisito para su examen y comparación, las
subordinaciones entre unas y otras, y el descubrimiento de contradicciones. En este
sentido, se parecen a los soñantes, en los cuales está abolida la capacidad para
considerar las ideas que aparecen en su mente, para ordenarlas y corregirlas de
acuerdo a los estándares ganados a través de experiencias anteriores e ideas generales.
Estos desórdenes, sobre cuya significación fundamental Bleuler también pone el más
enfático acento, sugieren una intrusión en la acción interna de la voluntad.
Los pacientes tienen, a menudo, un marcado sentimiento del profundo cambio que
ha tenido lugar en ellos. Se quejan de tener «la cabeza oscurecida», de no ser libres, de
estar a menudo confusos, de no estar lúcidos, y de que tienen «pensamientos ne-
bulosos». No pueden asir un pensamiento, no pueden comprender nada; tienen la
mente dispersa; sus pensamientos se han volado; sus cerebros ya no son competentes,
están debilitados. […] Por contraste con estas indicaciones que a veces caracterizan la
situación con sorprendente claridad, en una abrumadora mayoría de casos la
comprensión de la enfermedad desaparece con bastante rapidez en la medida en que la
enfermedad progresa, incluso cuando al comienzo esta comprensión estaba más o
menos claramente presente.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
está en «la médula espinal», tiene «cera en el cuerpo», le «secan el corazón», los huesos
«pierden la carne», los vasos sanguíneos «tiemblan», «amenazan caerse», la médula
espinal «corre por los genitales». El paciente ya no es más un ser humano, no tiene más
su vida, lleva una calavera en su cabeza, lleva el cráneo de un delincuente, tiene
«arrugas de payaso». Con no poca frecuencia, estos cambios corporales son atribuidos a
una interferencia externa. […]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
su hermana, ha tenido relaciones sexuales con vacas, de modo que se han producido
híbridos; ha cometido un crimen contra la decencia, se ha arruinado por los excesos
sexuales, es homosexual, es un sádico. Se volvió impotente por el onanismo, la
«neurosis» procede del onanismo, se puede reconocer el onanismo en su cara. Un pa-
ciente llevaba un registro de sus eyaculaciones. Otro, estaba obligado a pensar siempre
en asquerosidades (relación sexual con su madre). […] Pacientes mujeres notan que los
hombres quieren seducirlas, policías y soldados quieren poseerlas a todas. Un perro
con un bozal puesto, le parecía indicar a un paciente su represión sexual; cuando su
casera le trajo un huevo para el desayuno, consideró esto como una invitación para
tener relaciones sexuales y se preparó a aceptarla. Otro paciente se sintió impelido a
tener relaciones sexuales con su hermana.
Pero por sobre todo, los pacientes se sienten sexualmente influenciados de los modos
más variados. La esposa de un vecino se ocupaba por las noches de los genitales del
paciente, las monjas constantemente extraían de él emisiones de semen y se
comportaban impúdicamente delante suyo. […] Se le sugieren sueños sexuales, se le
hacen propuestas matrimoniales a distancia, […] la casera «lo obliga a tener relaciones
sexuales». Tiene sus genitales debilitados, pierde poder sexual, algo se le clava desde
afuera, es tentado al onanismo, se lo castra debido a la masturbación, los estudiantes
quieren «castrarlo». Las mujeres sienten que perdieron su virtud, que mancharon su
honor; sus padres, sus curas abusaron de ellas; sus patrones, el Káiser se les acercan
por los noches. Se les envía caballeros para tener relaciones sexuales, alguien se les
acuesta encima todas las noches. Son anestesiadas y violadas, se «abusa
espiritualmente« de ellas, son embarazadas por una taza de café, por una sombra, por
el diablo, […] tienen niños en sus cuerpos, siempre deben dar a luz; se dicen cosas
como si estuviesen esperando estar de parto y estuviesen cometiendo aborto, el útero se
le sube a la cabeza. La Institución es un burdel, una casa de mala fama, en la cual se
realizan inmundicias.
Frecuentemente, una aversión irritada por el otro sexo se desarrolla en conexión con
estas ideas locas. Un paciente escupía a las muchachas con las que se encontraba. Las
mujeres se excitan vivamente tan pronto como el médico se les acerca, hablan
abusivamente en lenguaje obsceno acerca de corrupción y de prostitución, no quieren
tener nada que ver con los hombres. Una paciente se cortó el pelo para desagradar a
sus pretendientes.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
alguno, sino más bien se aforran fuertemente a sus ideas locas sin ninguna prueba.
«Tengo innumerables pruebas y no tengo ninguna», decía un paciente.
Pero siempre, aquí y allá, nos encontramos con una cierta sistematización de las
ideas mórbidas. Mayormente, en realidad, sólo temporalmente están conectadas unas
con otras por toda clase de presunciones no garantizadas y por argumentos sutiles. […]
De acuerdo con su conexión interna generalmente muy suelta, los delirios no son, en su
mayoría, de ningún modo constantes, sino que cambian sus contenidos más o menos
rápidamente debido a la desaparición de constituyentes anteriores y la aparición de
otros nuevos. A veces, los pacientes producen casi todos los días nuevos detalles
delirantes, a pesar de que rasgos característicos retornan persistentemente, y, tal vez,
se dejan estimular por la sugestión para formar otros delirios. En una abrumadora
mayoría de los casos, sin embargo, los delirios que en un comienzo eran, a menudo,
muy exuberantes, cesan gradualmente. A lo sumo, unas pocas ideas locas permanecen
por algún tiempo, sin ser desarrolladas más allá, o si no, aparecen nuevamente de vez
en cuando, o, finalmente, caen en el olvido completa y permanentemente. Solamente en
aquel grupo de observaciones, con el que más tarde nos llegaremos a familiarizar, en el
de la demencia paranoide, las ideas delirantes están generalmente más conectadas por
más tiempo, tal vez por algunos años, y aparecen sin cambios en el tema principal, pero
aquí también ellas, gradualmente, llegan a ser más confusas y más contradictorias.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
Debilitamiento del impulso volitivo. Mano a mano con los profundos desórdenes
de la vida emocional, van las extensas y variadas manifestaciones mórbidas en el
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
terreno del trabajo y la conducta, las que dan especialmente sus características
peculiares al cuadro clínico. Están compuestas por una serie de desórdenes diversos
fundamentales. En primer lugar, nos las tenemos que ver generalmente con un
debilitamiento general de los impulsos volitivos. Los pacientes han perdido toda
inclinación independiente al trabajo y a la acción; ellos se sientan por ahí sin hacer
nada, no se preocupan por nada, no van a trabajar, desatienden sus obligaciones más
urgentes, aunque tal vez son capaces de emplearse de un modo razonable si se los
estimula externamente. No experimentan el tedio, no tienen necesidad de entretenerse,
«no más alegría en el trabajo», sino que pueden quedarse en la cama sin ocupación por
días y semanas, se quedan en las esquinas, «miro en un agujero», miran las punteras
de sus botas o vagan por ahí sin ningún objetivo. No tienen «ninguna inclinación» al
trabajo. […]
Obediencia automática. Esta pérdida del instinto por ocuparse, aun cuando sus
manifestaciones clínicas pueden no ser muy notorias, representa, sin duda, un
desorden inusualmente severo, ya que la actividad de la voluntad constituye el cimiento
más importante de la personalidad psíquica. En estrecha relación con ella se encuentra
la susceptibilidad de la voluntad a la influencia, la cual encuentra su más marcada
expresión en los fenómenos de la obediencia automática. En la medida en que la
actividad interna de la volición falla, la resistencia que las influencias externas
encuentran en nosotros, también se pierde fácilmente. Por consiguiente, los pacientes
generalmente son dóciles, se dejan conducir como ganado, de modo tal que constituyen
el núcleo necesario de esas multitudes que se adaptan voluntariamente a la rutina
diaria y monótona de las grandes instituciones. Un considerable número se une sin
resistencia a la multitud de vagabundos a los que el azar conduce hoy aquí, mañana
allí.
Pero también es extremadamente frecuente una obediencia automática totalmente
desarrollada. Se la encuentra en todas las etapas de la enfermedad, tanto al comienzo
como al final. No es poco frecuente hallarla también como rasgo residual marcado de la
enfermedad en pacientes que, en todo otro respecto, están en apariencia totalmente
recuperados. Se lo observa en la flexibilidad cérea, en la conservación de cualquier posi-
ción en que se lo coloque al paciente, aun cuando puedan estar muy incómodos. […]
La obediencia automática aparece también, como su nombre lo expresa, en la
obediencia involuntaria, cuando se les solicita hacer cosas, incluso aquéllas que son
visiblemente desagradables para el paciente. Continúa sacando la lengua cuando se le
ha ordenado hacerlo, aunque uno lo amenace con perforarla y le cauce dolor con una
aguja, como puede verse por las muecas que hace. […]
También la ecolalia y la ecopraxia pertenecen a este grupo de fenómenos, la
repetición involuntaria de palabras que les fueron dichas; la imitación de movimientos
hechos delante de ellos, o la continuación de movimientos iniciados pasivamente. «Lo
hago porque usted así lo quiere». «Me coloco de acuerdo a lo que se me ordena». «Yo
estaba inconsciente, tenía que hacer todo», dicen los pacientes. Pero, finalmente, una
curiosa compulsión de los movimientos se conecta invariablemente con la obediencia
automática, la cual aparentemente se relaciona con la falta interna de libertad del
paciente, con la inseguridad de la propia voluntad del paciente y su susceptibilidad a la
influencia por parte de todos los sucesos accidentales posibles. […]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
y mordiendo todo. «Ya no me queda ningún camino, a menudo tenía que hacer cosas
sin saber por qué», decía otro. […] Generalmente tales actos sin sentido se llevan a cabo
con gran violencia, repentinamente, y con la velocidad del rayo, de modo que es
imposible evitarlos; los pacientes también se oponen del modo más insolente a
cualquier intento de evitar que hagan estas cosas. […]
En ciertas circunstancias los actos impulsivos del paciente pueden llegar a ser
extraordinariamente peligrosos. Los pacientes repentinamente dan un golpe en el oído a
cualquiera que se les cruce, atacan furiosamente a un vecino, prenden fuego a las
camas, arrancan una llave de gas. Un paciente intentó estrangular al nieto de su tío.
[…] Otros muerden sus brazos, golpean sus caras, exprimen ambos testículos juntos,
beben cualquier frasco de medicamentos, meten escarabajos o piedras en sus oídos,
hacen continuos intentos de suicidio, de repente se ahorcan, saltan por una ventana, se
arrojan delante del tranvía; un paciente quebró una cuchara de té para clavarla en su
cuello.
A menudo, los impulsos sexuales están muy activos. Los pacientes se masturban sin
tener en cuenta lo que los rodea, o durante el examen médico, manotean en los
genitales de sus compañeros, agarran a sus hermanas debajo de sus polleras. Un
paciente violó a la cocinera de su hermano y trató de hacer lo mismo con su cuñada.
Una paciente, durante años, atacó sexualmente sin consideración a los médicos, para,
mediante la relación sexual, «ser liberada de la opresión en el pecho».
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
mucho tiempo, que favorecen una repetición rítmica de las mismas descargas; su
influencia será capaz de hacerse sentir tan pronto como los impulsos desaparecen, lo
cual sirve a la realización de las intenciones.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
finalmente, a la ejecución de actos que son exactamente opuestos a aquéllos que son
sugeridos por las circunstancias o requeridos por el medio.
Sin embargo, es cierto que los desórdenes generalmente agrupados bajo el término
negativismo, no tienen todos el mismo origen, como particularmente Bleuler mostró en
detalle. A principio, las ideas locas o el mal genio, especialmente la ansiedad y la
irritabilidad, provocan en los pacientes que se aíslen de su medio, No tocan su comida
porque piensan que está envenenada, no se acuestan en la cama porque imaginan que
se los amenaza con el riesgo de una infección sifilítica, no dan la mano porque
desconfían del médico, o temen su influencia sobre ellos, y no quieren tener nada que
ver con él. Se debería considerar de un modo similar, probablemente, la actitud
resistente de los desconcertados y confusos pacientes, a quienes todo se les aparece
cambiado, incomprensible y misterioso; aquí también, a la desconfianza ansiosa se la
puede suponer como la corriente principal de su oposición. En ninguno de estos casos
se trata del negativismo en el sentido de una perturbación especialmente particular de
la demencia precoz. Me parece también que el comportamiento de tales pacientes ante
los estímulos que encuentran, no difiere de aquel otro de las personas ansiosas o
irritables; especialmente ante provocaciones más fuertes, caen en excitación, ejecutan
vivos movimientos de esgrima, o, incluso, pasan al ataque.
Mientras tanto, varias experiencias indican que hay otra forma de resistencia a las
influencias externas que nace totalmente de un impulso que no se basa ni en las ideas
ni en las emociones. El negativismo imperativo, la realización de acciones exactamente
contrarias a las deseadas, apenas permiten otra interpretación. Sólo excepcionalmente
podría haber algún motivo palpable en la cuestión, como cuando un paciente sale por la
fuerza al serle dicho que permanezca donde está. […] A esto se puede agregar que los
pacientes, en muchos casos de negativismo marcado, realmente no exhiben ni delirios
ni emociones, que pudieran de algún modo justificar su peculiar comportamiento. Pero
finalmente, para esta cuestión, las expresiones de los propios pacientes son muy
importantes, las cuales casi siempre son en el sentido de que se sienten obligados, sin
ser capaces de explicarse a sí mismos los motivos. «A menudo debo hacer lo contrario
de lo que se me pide», decía un paciente; «Yo no quiero lo que la gente quiere», explicaba
otro. Ciertamente, se mencionan de vez en cuando los delirios y las alucinaciones como
causas del comportamiento negativista. [...] Sin embargo, puede suponerse que tales
razones son nada más que fórmulas para la caracterización de los impedimentos de la
voluntad, los cuales son inexplicables para los pacientes; en lo que respecta a esto, las
voces también podrían solamente estar dando expresión a lo que el paciente siente
dentro suyo.
La peculiaridad de esta perturbación deviene aún más notoria por el hecho,
especialmente enfatizado por Bleuler del «negativismo interno». Como ya fue
mencionado más arriba, los obstáculos se ponen no solo en el camino de las órdenes
externas, sino también de los impulsos volitivos internos. Estos obstáculos conducen a
veces solamente a la omisión del acto intentado, pero también pueden conducir a la
ejecución de un acto contrario, o incluso a la de uno de una clase totalmente diferente.
«Nunca llego a lo que quiero hacer», decía un paciente. «No puedo hacer lo que quiero»,
«No tengo una voluntad libre». «Tenía que hacer algo sin yo mismo quererlo, a veces re-
troceder». [...] También el «negativismo intelectual», [...] la aparición de obstáculos
negativistas en el curso del pensamiento, apenas pueden ser explicados de otro modo
que por medio de los desórdenes inmediatos de aquella actividad interna de la volición
que regula el paso a la conciencia y la conexión entre las ideas.
Autismo. Los fenómenos clínicos en los que se pone en evidencia el negativismo, son
extremadamente variados. Es una experiencia común que los pacientes con demencia
precoz sean más o menos inaccesibles, que se aíslen del mundo externo. Bleuler
describió este importante síntoma como autismo. El rechazo de todo contacto psíquico
se pone en evidencia, a menudo, en la totalidad del comportamiento del paciente, tan
pronto como uno empieza a ocuparse de ellos. No miran cuando se les habla, tal vez
dan vuelta la cabeza, o dan directamente la espalda a quien lo interroga. La mano
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
ofrecida para saludar es rechazada. [...] Muchos pacientes cierran sus ojos, cubren sus
caras con sus manos, se tapan, ponen el cobertor sobre sus cabezas, y lo sujetan con
fuerza convulsivamente. [...] Otros dan respuestas desviadas o totalmente insuficientes.
Estupor. [...] Cuando el desorden llega a estar más elaborado, se desarrolla el cuadro
de estupor negativista, el rígido e impenetrable aislamiento de toda influencia externa,
lo cual se conecta con una supresión, llevada al límite, de todas las emociones na-
turales. [...]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
enfermedad y es un fenómeno muy común en los estados terminales. Pero dudo mucho
acerca de si esto es causado, como Bleuler piensa, por el repliegue del paciente en sus
propias fantasías y si debido a esto siente toda desviación de la atención como una
perturbación intolerable. Por un lado, una inaccesibilidad obstinada se muestra
bastante a menudo en estos pacientes, en los cuales no se puede pensar en fantasías
especiales en las que pudieran perderse; y por otra parte, esta inaccesibilidad falta en
incontables otras formas delirantes de la enfermedad, como, especialmente, en la
parálisis, en la cual los pacientes ciertamente se sueñan a sí mismos en un mundo de
fantasías que son muy perturbadas por las influencias del ambiente que los rodea.
Me parece mucho más probable que el negativismo y el «autismo», el cual es sólo su
precursor, no estén en absoluto conectados con ideas o «complejos», sino con un
constreñimiento general de la volición que es tan especialmente particular de la
demencia precoz. Ya en las más vanadas ocasiones, tuvimos que señalar el hecho de
que los pacientes pierden el dominio sobre su voluntad y a menudo sienten este
profundo desorden más o menos marcadamente. [...] Ya hemos mencionado que
inclusive los peculiares actos aislados son causados, por lo general, sin ningún otro
motivo, por impulsos irresistibles. [...] De vez en cuando los impulsos toman la forma de
alucinaciones auditivas sin que por esto sea alterada esencialmente la naturaleza del
proceso. [...]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
La similitud de sonido puede reconocerse aquí y allá como un cierto lazo en las
expresiones desconectadas de los pacientes. Ellos riman «Ott-Gott», «simbra-umbra»;
juegan sin sentido con palabras y sonidos. Un paciente hablaba de «Ehebrecher y
Beinbrecher», otro de «verhort und verstort», un tercero de «Sanspiel y Schauspiel». Un
cuarto explicaba el hecho de que escupiera con «Zufluss, Einfluss, y Ausfluss». [...]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
agregaba a todo: «Nosotros los alemanes no tenemos eso». Otro siempre contestaba:
«Ciertamente, ciertamente». Una paciente invariablemente interpolaba: «No hay de qué».
[...]
Si la estereotipia está aún más fuertemente pronunciada, se desarrolla el síntoma
mórbido de la verbigeración, la repetición incesante de la misma frase, generalmente en
una cadencia rítmica. [...] A veces la verbigeración toma la forma de un campanilleo sin
sentido de los cambios en una sílaba. [...]
También en la escritura encontramos la estereotipia, la podemos hallar en la
reaparición frecuente de las mismas expresiones y frases, o en innumerables
repeticiones textuales de los mismos trazos y palabras, a veces con ciertos cambios. [...]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
Lenguaje interno. Pero mucho más significativos son los desórdenes del lenguaje
interno, de la transformación de las ideas en movimientos expresivos lingüísticos. La
consideración de la perturbación del lenguaje en los sueños demostró que la variedad
de tales errores es muy grande. Desgraciadamente no ha habido todavía en la demencia
precoz ninguna investigación satisfactoria del fenómeno correspondiente; sin embargo,
me parece que nos encontramos aquí, con una sorprendente similitud, con las más
importantes anomalías observadas allí. Ciertamente, la dificultad de interpretación es
más grande aquí, dado que nosotros, de un modo distinto a la experiencia en los
sueños, raramente podemos acertar lo que el paciente quiso decir exactamente.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
derivación del hilo del pensamiento hacia otro dominio de ideas, sigue otra que, está
condicionada por la rima. [...]
A partir de estos desórdenes, es fácil la transición hacia aquellos fenómenos a los
cuales ya conocemos como evitación del tema. Aquí ya no se trata de que la
transferencia a la expresión hablada padezca una influencia mórbida, sino de que las
ideas surgidas por las circunstancia son ya en su origen desplazadas o suprimidas por
ideas relacionadas, pero que están lejos o se oponen a las originales.
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Parafrenia
Parafrenia sistemática
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
vez en cuando notan que sus pensamientos se dicen en voz alta, otros pueden oírlos.
Un paciente pensaba que sus vecinos se enojarían mucho si sus pensamientos fuesen
dichos en voz alta; otros escuchaban sus pensamientos silbados por locomotoras. Las
voces tal vez hablan en los pensamientos del paciente, lo critican, acompañan sus
acciones con comentarios.
Las alucinaciones de otros sentidos juegan un papel esencialmente más pequeño. El
paciente es «engañado con visiones», ve esqueletos, el diablo, personas que están
muertas, la Virgen María, una hostia sangrante, mujeres desnudas. A una paciente, las
caras de las personas se le aparecían cambiadas; creía que la gente se había puesto
máscaras u otras cabezas. La comida tiene un sabor abominable, apesta; la casa está
llena de olores raros; la ropa blanca y limpia huele a farmacia. Un paciente se quejaba
de sensaciones antinaturales y dolorosas, sentía misteriosas puñaladas como de una
daga, pensaba que Satanás lo escupía; otro sentía que se lo golpeaba, que se le aba-
lanzaban encima, que se lo empujaba; una mujer pensaba que se la fotografiaba con
rayos Roentgen. Las pacientes tienen sensaciones, tironeos en los genitales, se sienten
espiritualmente casadas.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
aparición, inmediatamente abren un nuevo barril; tan pronto como comienza a comer,
las luces se encienden. [...] Escucha alusiones y [...] se le torna claro que es de elevado
linaje, que sus antecesores han jugado un gran papel, que posee grandes méritos y
derechos. Puede desplegar una capacidad y un conocimiento gigantescos, se siente un
personaje político de primera línea, un miembro de la Casa de los Lores y Vicecanciller
del Imperio, un pariente de la Casa reinante, en realidad, él mismo gobernante legítimo
del país. [...]
En un pequeño número de casos, las ideas exaltadas adquieren un contenido algo
religioso. [...] El paciente es enviado de Dios, es el Josué protestante, dice palabras de
autoridad divina. Una paciente declaraba que ella era una santa, que tenía la
clarividencia de una vidente, podía leer en los corazones de los hombres, presentía si
alguien iba a morir, entendía las cuatro facultades, era confortada por Dios; otra era
llamada la novia de Cristo. Estos delirios están a menudo reflejados en todo tipo de
alucinaciones. La paciente mencionada vio al Niño Jesús al lado de su cama; la luz de
la custodia caía sobre ella. Ella oyó la voz de Dios que le daba órdenes y le comunicaba
respuestas a preguntas-pensamientos, por la noche sentía un aliento cálido y una cara
a su lado, percibía la cópula y luego oía al niño hablar en su vientre. [...]
Por otra parte, las percepciones inofensivas son interpretadas megalomaníacamente.
Un paciente afirmaba que el príncipe reinante había aparecido en el restaurante
disfrazado de «labriego», para su seguridad; otro vio a un propietario hacer movimientos
con sus dedos y a un huésped sacudir su cabeza en respuesta; el concluyó, a partir de
esto, que estaban queriendo decirle a él que debería aceptar la suma que se le había
ofrecido.
Frecuentemente, las ideas de exaltación y de persecución llegan a tener cierta
relación entre ellas. Su conjunción es aquí, como en varias otras enfermedades, tan
frecuente que apenas se puede dudar de que existe una conexión interna entre las dos.
Es común representarlo de este modo: que las elaboradas combinaciones que se hacen
para lastimarlos hacen que los pacientes piensen que debe existir alguna razón especial
relacionada con sus personas, o que el obstáculo que se interpone en el camino de la
realización de sus delirios de grandeza, engendra ideas de persecución. A veces
realmente los pacientes expresan ideas que parecen indicar tal hilo de pensamiento. [...]
Mientras tanto, los intentos de explicación ofrecidos aquí por los pacientes, los que,
además, a menudo fracasan totalmente, apenas son más que razones pensadas
después del suceso; de otro modo, por cierto, ellas saldrían a la superficie mucho más
tempranamente. Como veremos más tarde en el delirio de absolución, en los
prisioneros, una perturbación emocional profunda que dura un muy largo tiempo
engendra por sí misma la tendencia, en alguna medida, a huir de la inexorable realidad
a un mundo de ilusiones placenteras, proceso que seguramente significa un cierto
debilitamiento de la capacidad psíquica de resistencia. Como esto tiene que ver con un
proceso mórbido progresivo, se podría entender que las ideas exaltadas, por regla, no
aparecen usualmente hasta que el paciente ha llegado a prepararse para la lucha sin
esperanza contra los poderes hostiles.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
Muy comúnmente, después de cierto tiempo, los pacientes piden ayuda a la policía, pi-
den protección contra las molestias, piden una explicación acerca de cuál es el motivo
por el que se los acusa, ponen avisos en los diarios para defenderse de supuestos
difamadores, apelan al público con un grito de angustia. [...]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
formas posibles, se los masacra día y noche, se los agrede, se los espía con micrófonos,
se los cloroforma, son torturados por Satanás, sofocados por las corrientes fétidas y por
los rayos de veneno eléctricos. Los médicos están asociados a sus perseguidores; se les
inocula sífilis; se les hace tener venas varicosas y forúnculos; les despedazan los huesos
eléctricamente; se provocan emanaciones nocturnas; se atenta contra sus vidas con
furia inescrupulosa; son estupidizados mediante almohadas envenenadas. Hay pasajes
secretos en la institución; los pacientes son masacrados y devorados. [...]
El paciente [...] se vuelve presuntuoso y se enfurece fácilmente; colma a los visitantes
con explicaciones verborrágicas a menudo más bien vagas, a veces es insultante, cae en
el lenguaje más rudo; critica, es destructivo y agresivo. O se encierra en sí mismo,
actúa en forma independiente, se entierra en ocupaciones monótonas, produce
extensos documentos con repeticiones interminables de las mismas características del
pensamiento, a veces en estilo rimbombante, con una ortografía bizarra y muchos
toques decorativos en la caligrafía; un paciente pintaba líneas o innumerables letras
aisladas. La forma de expresión ocasionalmente se torna caprichosa, especialmente en
estados de excitación, y la forma del habla, afectada. [...]
A pesar de todo esto y aún luego de que su enfermedad se ha extendido por veinte o
treinta años, los pacientes permanecen lúcidos en general acerca del tiempo y del
espacio, así como también acerca de su situación (en la medida en que sus delirios no
juegan un papel), y también racionales en su comportamiento (aquí también, aparte de
las influencias delirantes). Son capaces de ocuparse, de asumir una actitud hacia los
hechos que suceden a su alrededor, son incluso accesibles y amables hacia los extraños
que no tienen ninguna relación con sus delirios, dan información en forma coherente y
comprensible. Pero, sobre todo, no parecen embotados ni pueriles, sino siempre
interesados, alegres y vivaces. Varios de mis pacientes sabían cómo convencer
completamente a uno u otro miembro irreflexivo de su familia acerca de la veracidad de
las persecuciones y de sus elevadas pretensiones.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
dice que se distinguen por un desarrollo rápido, por frecuentes cambios de estados, por
la conjunción de delirios de diferentes clases y la desaparición de las alucinaciones
auditivas en relación a las de los otros sentidos. No he sido capaz de convencerme a mí
mismo de que estas diferencias pueden ser ubicadas en relación causal con la
existencia o ausencia de degeneración. [...] Por lo tanto, podremos suponer con derecho
que la enfermedad es engendrada por causas internas, pero acerca de qué clases,
ciertamente no nos es posible, en la actualidad, ni siquiera hacer hipótesis.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
Parafrenia expansiva
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
redimen a las pobres almas mediante la oración, se han recolectado millones para ellos,
los cuales les han sido prometidos; también van a obtener una casa, las casas del
vecindario les pertenecen. Son enormemente ricos; debe haber dinero allí. [...] Otros
pacientes permanecen jóvenes siempre, dudan acerca de si sus padres eran los
verdaderos, son de alto linaje, adquieren grandes títulos; son gobernantes del mundo,
hombre y mujer al mismo tiempo, realezas, son el destino del mundo; su conocimiento
es grande y de inapreciable valor, llena el mundo entero; lo que ellos dicen, sucede. [...]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
Actividades. Los pacientes están a menudo bajo el dominio de sus delirios. Tratan
de acercarse al objeto de su amor, escriben cartas, responden avisos de los diarios,
hacen preparativos para casarse. [...] Otros pacientes tratan de llegar a poseer el dinero
que se les ha retenido; una mujer trató de entrar por la fuerza al Palacio Real y gritaba
desde la ventana que ella apuñalaría al soberano porque no le había pagado las sumas
de dinero que le debía por la salvación de almas. Otra paciente fue a Viena a prevenir,
mediante sus plegarlas, que la plaga se extendiera allí; un paciente corrió
repentinamente hasta el altar durante el servicio y comenzó a predicar.
Aparte de tales desvíos y de los más transitorios, aunque a menudo muy violentos,
estados de excitación, los pacientes pueden parecer bastante discretos y pueden
ocuparse razonablemente. A menudo, sin embargo, despliegan un comportamiento algo
afectado, pomposo, meloso. Muchos pacientes redactan amplios documentos,
rimbombantes y ampulosos. [...]
Curso posterior. El cuadro mórbido, por regla general, sólo cambia lentamente, en
la medida en que puedo juzgarlo a partir de los pocos casos que fueron observados
durante más de una década. Los pacientes se mantienen en general razonables y
lúcidos, pero adhieren firmemente a sus delirios, los cuales tal vez se tornan algo más
absurdos y más incoherentes. Son locuaces, verborrágicos, distraídos, y al mismo
tiempo vivaces, accesibles y dóciles; muestran un humor cambiante, predomi-
nantemente confiado y exaltado, no causan ninguna dificultad especial en el
tratamiento médico. Aparte de una gran falta de juicio, de una cierta incoherencia, de la
superficialidad de las emociones, y de la debilidad de la volición, no parece establecerse
ninguna demencia profunda, al menos, ninguna desintegración de la personalidad
psíquica.
Vale la pena hacer notar que los pacientes que he descripto eran en su mayoría
mujeres. El comienzo de la enfermedad fue, en las tres cuartas partes de los casos,
entre los treinta y los cincuenta años; un caso comenzó a los sesenta y cuatro años de
edad, sin que hubiese ninguna posibilidad de una demencia senil. No se pudo
encontrar ningún rastro de que hubiese ninguna tara hereditaria especialmente severa,
y del mismo modo con respecto a causas externas de enfermedad. Una paciente estaba
artísticamente dotada, otra siempre había estado excitada; se informó que un paciente
hombre era muy religioso y poco dotado intelectualmente; también en varios otros
casos, probablemente habían existido durante un largo tiempo rasgos llamativos en el
carácter.
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Parafrenia confabulatoria
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
con eso», decía una paciente. Las enfermeras, los otros pacientes, son viejos conocidos,
usan nombres falsos. [...]
Humor. A pesar de las ideas de persecución es, por lo general, alegre, exaltado,
«totalmente feliz» y sin embargo, temporariamente ansioso o irritable. Los pacientes son
habitualmente muy accesibles, locuaces, verborrágicos, incoherentes, con una
tendencia a veces a juegos tontos de palabras. Constantemente inventan detalles
nuevos de sus recuerdos delirantes con gran vivacidad; defienden sus ideas con vigor y
habilidad, también se dejan guiar por ellas en su actividad. Van a la comisaría para
obtener información acerca de sus asuntos, dan información al fiscal público, tratan de
retirar el dinero del banco.
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
Parafrenia fantástica
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
tortura, se los flagela, se los deshonra; sienten puntadas en las piernas, en la cabeza y
en el pecho, quemazón en la uretra, hormigueo en el pene [...], se les dan inyecciones en
la piel, se los atonta [...], les cambian todo el cuerpo, les quitan sus pensamientos [y]
sus recuerdos. [...] «La gente tiene tal influencia sobre mí que es terrible», se quejaba un
paciente; [...] «Tienen influencia en todas las partes de mi cuerpo».
En casos aislados, estas sensaciones e ideas adquieren formas totalmente
prodigiosas. El paciente fue esterilizado, sólo tiene unas pocas piedras en el escroto;
quiebran sus huesos; arrancar su hígado, su bazo, sus pulmones, sus intestinos, la raíz
de si pene; su médula es succionada mediante instrumentos diabólicos, le beben sus
partes sexuales, cambian su esternón, cortan su clavícula de lado a lado cuatro veces;
rompieron su cabeza en pedazos diecinueve veces y las partes arrancadas fueron
reemplazadas por nuevas. Están derritiendo su cuerpo. [...] Toda clase de máquinas e
impulsos lo tironean. [...] Pero lo más llamativo es que el paciente siente y ve a otras
personas deslizarse dentro de su cuerpo. Las personas desaparecen en él, se quedan
«en su forma», una multitud entera puede ser arrastrada por él. [...]
A veces las perturbaciones son de naturaleza marcadamente sexual. Se ha hecho
una réplica del paciente; tan pronto como se tocan sus partes sexuales, se lo estimula y
se lo tienta a pecar. [...] Un paciente afirmaba que se lo utilizaba para engendrar; las
personas se criaban dentro de él, se desarrollaban en su interior. Sentía que era
copulado a través de la nariz, la laringe, a través de heridas por las que pasaba la
gente. Un órgano sexual femenino se desarrollaba sobre su ojo, mientras el resto del
cuerpo flotaba en el aire ante sus ojos; también en una herida de su pene, una niña de
nueve años jugaba con sus órganos sexuales. [...] Un paciente se sentía embarazado, se
autodenominaba Francisca, deseaba que lo libraran de sus genitales, que se lo ubicara
en el Hospital de Maternidad, y quería llegar a ser la mujer más hermosa sobre la tierra.
Apenas menos incomprensibles que estas ideas de influencia y de ser poseído, son
los otros delirios producidos por los pacientes con una abundancia casi inagotable. En
parte pueden clasificarse como delirios de exaltación o de persecución; pero en parte se
trata de un juego totalmente insensato y sin objeto, con las más extraordinarias y
repentinas ideas. Sus allegados son cortados en pedazos, sus padres han degollado a
sus dos hijos; en el depósito se masacra a 200 personas por día. [...] Existe una
empresa internacional para «librarse de personas» mediante ascensores en los hoteles,
los que inesperadamente caen en bóvedas subterráneas. [...] Millones de personas ya
han sido diariamente asesinadas; ciudades enteras están vacías; es un crimen
diabólico. Todos comen carne humana. [...] El paciente [...] tiene espíritus de insectos
en su cuerpo; [...] tiene tres corazones, ahora está sin corazón ni pulmones, ya está
muerto, ya no puede pensar, tiene genitales femeninos.
Por otra parte, el paciente desciende de padres nobles, [...] fue sacado de una cuna
de oro para ser dado a un zapatero y su esposa. [...] Otros pacientes son el que está por
venir, Emperador y Dios, primero y último hombre, el primer príncipe desde el
comienzo del mundo, un ser sobrenatural [...]; Alteza Real, Majestad de los Cielos y de
la Tierra. [...] Por la gracia de Dios el paciente se ha vuelto infinitamente rico, recibirá
por su parcela de tierra una suma grandiosa, obtendrá millones en dinero y joyas. [...]
Ha estudiado las lenguas originales, tiene conocimiento de importantes secretos de
Estado. [...] Posee el método africano de vida de modo que no puede morir, tiene la
gracia, está al servicio de la Divinidad, recibe revelaciones de los espiritistas acerca de
la proximidad del fin del mundo; palabras de Dios fluyen de su boca; Dios vive en su
cuerpo. El relato de sus ampulosas ideas exaltadas conduce a veces a una emisión
extraordinaria de superlativos, con los cuales los pacientes intentan describir su
inconmensurable superioridad y sufrimiento. [...]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
perros durante veinticinco años a través del reino animal. La gente quería
estrangularlo, decapitarlo, envenenarlo, arrojarlo desde la torre, matarlo con
electricidad. Era Cristo y Paris, Eva, Moisés, Alejandro Magno, Cesar, Victoria, María
Estuardo, La Señora de Orleans, Eugenia, Napoleón, fue asesinado varias veces. [...]
A veces, los delirios de esta clase se relacionan con cada idea surgida por casualidad;
el paciente experimentó por sí mismo cada suceso de la historia que se menciona en la
conversación; él era el Emperador Guillermo, Bismarck, Napoleón I y III, Alejandro III,
todos en una persona; si la conversación es acerca de hilanderías, declara que él mismo
posee grandes hilanderías en todas las ciudades de Alemania; le cuenta a los médicos
acerca de las más maravillosas operaciones que ha realizado como cirujano, ya conoce
a todos los pacientes recientemente admitidos, pues los conocía previamente; puede
narrar experiencias extraordinarias con ellos. [...]
Es probable que toda clase de otras confabulaciones que no tienen la forma de
experiencias personales, estén estrechamente relacionadas con los falsos recuerdos. [...]
Un paciente elaboraba una amplia narración de relaciones históricas libremente
inventada, en la que declaraba que todas las familias reales eran espurias, que todas
las aseveraciones de la historia eran falsas; él había hecho muchas investigaciones,
había extraído mucho de los periódicos americanos y poseía excelentes capacidades
intelectuales. [...] Como [...] se puede apreciar [...], se trata siempre, no de círculos de
ideas conectadas, mentalmente elaboradas, sino de ideas del momento, repentinas,
variadas y a menudo cambiantes, algunas de las cuales ciertamente son retenidas por
un tiempo, pero la mayoría son reemplazadas por creaciones siempre nuevas e
igualmente transitorias. [...]
Durante los extraordinarios delirios descriptos, los pacientes pueden ser
completamente sensatos, lúcidos y razonables en su comportamiento; sin embargo, a
menudo confunden de un modo alucinatorio lo que los rodea y a las personas; están en
su reino, en la penitenciaría, en la guarida de asesinos del demonio, en la guarida de
violación, asesinato, prostitución y robo; ven personas conocidas a su alrededor,
personas de elevada posición, arpías, enemigos; el médico es Carlomagno. A veces los
pacientes tienen un cierto sentimiento del cambio que ha tenido lugar en ellos, pero no
una clara comprensión de su importancia. [...]
Humor. Está, por lo general, algo exaltado o indiferente, pero a veces algo triste,
forzado e inclinado a la violencia. En las conversaciones de cierta extensión, los
pacientes caen en cierta excitación. Habitualmente exponen sus delirios con fluidez y
verba, a menudo de un modo confuso y vago, mientras que son capaces de dar
información acerca de cuestiones remotas claramente y ciñéndose al tema. Con
frecuencia, su conducta está algo afectada y ocasionalmente se observan muecas. El
habla está, por lo general, salpicada por giros expresivos bizarros, pero especialmente
por neologismos. [...] Tampoco son infrecuentes los juegos de palabras tontos, las rimas
absurdas y los chistes. [...]
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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
mitad de los pacientes estaban entre los 30 y 40 años de edad, un cuarto de los
pacientes en cada una de las décadas por debajo y por encima de éstas. En un caso
hubo, a la edad de veintiún años, un estado de depresión que gradualmente
desapareció y que fue seguido, entre los cuarenta y cincuenta años, por el desarrollo de
ataques delirantes. Algunos de mis pacientes fueron descriptos como dotados, vivaces,
pero extravagantes, otros como frívolos, obstinados, tercos; varios de ellos tenían detrás
una carrera criminal y enfermaron en prisión.
65
Cuadro comparativo
Entidad clínica Paranoia Parafrenias Demencia precoz
Edad de aparición 25-40 años. 30-50 años. Entre la adolescencia y la
tercera década.
Factores etiológicos Importancia de las causas Importancia de las causas Importancia de las causas
internas. Predisposición internas. internas, aunque en la 6ª
previa y factores desenca- edición se sitúa en un lu-
denantes. gar intermedio, apuntan-
do a posibles trastornos
metabólicos.
Forma/s de comienzo Insidioso. Puede ser insidioso o más Generalmente brusco.
brusco, según la forma
clínica y el caso.
Curso clínico y estados Crónica, irreversible sin Crónica, irreversible, con Crónica, irreversible, con
terminales déficit considerable de las déficit tardío y parcial de déficit de las funciones
funciones psíquicas. las funciones psíquicas. psíquicas y pérdida de la
Capacidad de trabajo re- eficiencia mental y prác-
lativamente conservada. tica.
SEMIOLOGÍA
Conciencia Sin particularidades. Sin particularidades. En general clara, excepto
en condiciones de estupor
o excitación intensa.
Orientación Conservada. Generalmente conserva- Generalmente conser-
da, aunque puede estar vada, aunque puede es-
alterada delirante o aluci- tar alterada delirante o
natoriamente. alucinatoriamente.
Voluntad y afectividad Conservación de la fun- Perturbación volitivo- Perturbación fundamen-
ción sintética de la vo- afectiva de carácter res- tal en las esferas volitiva
luntad. Afectividad de- tringido. Pérdida de la u- y afectiva. Pérdida de las
pendiente del delirio y de nidad interior limitada a conexiones internas. A-
las circunstancias. ciertas facultades intelec- bulia. Parabulias. Au-
tuales. Humor alegre, tismo. Obediencia auto-
exaltado, irritable o más mática. Negativismo. Ac-
estable, según las formas tos impulsivos. «Ataxia
clínicas y los momentos de los sentimientos» y
de la enfermedad. embotamiento emocional.
Atención Dependiente del delirio. Sin alteraciones signifi- Perturbación de la aten-
Puede haber hiperpro- cativas. ción voluntaria.
sexia.
Memoria Conservación global de la Conservación global de la Conservación de los re-
función. Mecanismo re- función. Importancia de cuerdos con pérdida del
trospectivo (reinterpreta- los «falsos recuerdos» ordenamiento y dificul-
ción delirante del pasa- ligados a las ideas deli- tad para la evocación
do). En algunos casos, rantes y alucinaciones. voluntaria. «Falsos re-
falsificación de recuer- cuerdos» ligados a las
dos dependiente del deli- ideas delirantes y aluci-
rio. naciones.
Curso del pensamiento Idea directriz conservada. Con el tiempo, suele apa- Pérdida de la idea di-
En momentos producti- recer cierta incoherencia. rectriz. Incoherencia. Es-
vos o de excitación puede Puede haber aceleración, tereotipias. Evasión.
haber cierta aceleración. ligada al humor exalta- Compulsión del pensa-
do. miento (imposición, ex-
tracción).
66
Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias
Contenido del Delirio sistematizado. Ideas delirantes exube- Frecuencia de ideas deli-
pensamiento Mecanismos interpreta- rantes y mal sistematiza- rantes polimorfas o mal
tivo y retrospectivo. Te- das. Temas de perjuicio sistematizadas. Temas de
ma central, con predo- (persecución), exaltación influencia y posesión,
minio de la dirección de e influencia, en grado va- perjuicio y megalomanía.
perjuicio o la megaló- riable según la forma clí-
mana. nica.
Juicio Desviado en relación con Desviado. Desviado.
el delirio.
Percepción Ausencia o carácter mar- Frecuencia de alucina- Frecuencia de alucina-
ginal de alucinaciones. ciones. Importancia y ti- ciones de diversos tipos,
«Experiencias visiona- po variables según la for- con importancia de las
rias». ma clínica. voces. Carácter mayor-
mente desagradable (ór-
denes, amenazas, inju-
rias).
Lenguaje y habla Sin alteraciones sintácti- Presencia de neologis- Importancia de altera-
cas o semánticas apre- mos, menos marcada que ciones sintácticas y se-
ciables. Puede haber lo- en la demencia precoz. mánticas. Neologismos.
gorrea o mutismo, depen- Puede haber logorrea. Parafasias. Acatafasia. Ex-
dientes del delirio. presiones herméticas. A
veces musitaciones, mu-
tismo o vociferaciones.
Motricidad Sin particularidades. Sin particularidades. Estereotipias motrices.
Manierismos. Crisis de
excitación desorganizada.
Estupor. Importancia en
la forma catatónica.
Formas clínicas (8ª edición, 1909-13) (8ª edición, 1909-13) (6ª edición, 1899)
De perjuicio: 1. Sistemática. 1. Hebefrénica.
1. Persecutoria. 2. Expansiva. 2. Catatónica.
2. Celotípica. 3. Confabulatoria. 3. Paranoide.
4. Fantástica. +
Megalómanas: Forma simple (Bleuler)
1. Inventores delirantes. (agregada en la 8ª edi-
2. Delirio de alta cuna. ción)
3. Mística.
4. Erotomaníaca.
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