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El Protector Ilustre y su régimen:

redes políticas y
protesta en el ocaso del juarismo

María Isabel Silveti


(Compiladora)

Universidad Nacional de Santiago del Estero


Secretaria de Ciencia y Técnica
El Protector Ilustre y su régimen:
redes políticas y protesta en el ocaso del juarismo -
ISBN: 978-987-05-6170-5
María Isabel Silveti (Compiladora)

Autores:
María Isabel Silveti
Homero Rodolfo Saltalamacchia
Gabriel Vommaro
María Celeste Schnyder
Mariana Godoy

Se imprimen 200 ejemplares

Viamonte
GRÁFICA – PRODUCTOS y SERVICIOS
Viamonte 329 – 4200 – Santiago del Estero
Argentina
El Protector Ilustre y su régimen… 3

De los autores:

Mariana Godoy. Socióloga. Becaria Interna de Postgrado Tipo I


del CONICET con sede en la Universidad Nacional de
Santiago del Estero. Doctoranda en Ciencias Sociales.
UBA. saltamariana@hotmail.com

Homero Rodolfo Saltalamacchia: Dr. En Ciencia Política.


Docente- investigador (UNTREF)
hsaltalamacchia@untref.edu.ar
hsaltalamacchia@yahoo.com

María Celeste Schnyder: Socióloga. Becaria de postgrado


CONICET. Doctoranda en Ciencia Política. Facultad de
Ciencia Política y Relaciones Internacionales. UNR.
celesteschnyder@gmail.com.

María Isabel Silveti: Mag. en Metodología de la Investigación


Social. Doctoranda de la FFyL -UBA. Socióloga.
Docente–investigadora (UNSE)
marisasilveti@yahoo.com.ar

Gabriel Vommaro. Magíster en Investigación Social (UBA),


Investigador-docente en la UNGS (IDH, Area de Estudios
Políticos) y doctorando en la Ecole des Hautes Etudes en
Sciences Sociales (Centre de Sociologie Européenne).
gvommaro@yahoo.com.ar
El Protector Ilustre y su régimen… 5

Índice

Prólogo.
por María Isabel Silveti 7
Introducción.
por Gabriel Vommaro 15
Capítulo 1:
El PJ-Juarista en la espesura de la crisis del régimen. 33
Capítulo 2:
“Redes políticas y redes territoriales en la construcción del
posjuarismo”.
por Gabriel Vommaro 67
Capítulo 3:
Incentivos y restricciones de la política democrática a la
formación de regímenes no democráticos a nivel sub-nacional.
El caso del juarismo en Santiago del Estero.
por María Celeste Schnyder 109
Capítulo 4:
Movilización popular y Régimen Político en
Santiago del Estero. por Homero Rodolfo Saltalamacchia y
por María Isabel Silveti. 133
Capítulo 5:
Expulsión, redes y ciudadanía en la Argentina y en
Santiago del Estero.
por Homero Rodolfo Saltalamacchia 189
Prólogo

María Isabel Silveti

Lo que escribo en estas líneas no se corresponde con lo que


suele ser la presentación de un libro en el sentido tradicional. Por
el contrario, preferí optar por un relato que me permitiera
compartir con el lector la experiencia de trabajo en investigación
que, por haberla vivido como un ejercicio significativamente
enriquecedor, creí interesante transmitirla.
Asumo que, por supuesto, es siempre una versión sesgada que
remite a los significados que le otorga quien dirigió el grupo y
quien, además, escribe estas líneas y, desde ese punto de vista,
para ser completa debería integrarse con el testimonio de los
otros integrantes.
Con el objetivo, como dijese, de socializar la tarea
emprendida desde el 2000 reflexioné sobre las vivencias de todos
estos años, mediante un proceso de introspección que me
facilitara bucear en esa experiencia, para permitir que fluya el
pensamiento, rastreando en la memoria, para liberar aquellos
recuerdos de la órbita exclusivamente racional hasta asomar las
huellas corporales de una aventura que diera lugar a un quehacer
de nueve años consecutivos.
La experiencia a la que aludo se relaciona con las tareas que
desarrollamos en tres proyectos de investigación de la CICYT-
UNSE con un grupo de alumnos de la carrera de sociología que
llegaron a producir trabajos cuya calidad será posible apreciar en
las lecturas que siguen, tal el caso de Mariana Godoy y María
Celeste Schnyder y, de ellas y otros, en diversos espacios
formalizados.
8 Prólogo

De esa experiencia con estudiantes, lo primero que recuerdo


aun con sensaciones placenteras fue el inicio y, posterior,
maduración, caracterizados por un ida y vuelta permanente que
potenció el intercambio constante posibilitando avanzar con
aprendizajes múltiples. Trayecto que viví con largos períodos de
optimismo y euforia, otros de placidez y también, como no
puede ser de otra manera, con algunos momentos de desánimo y
hasta de malestar.
Narrar parte de ese devenir no solo me permite hacer justicia
a lo que juntos hemos vivido sino que es, también, una ocasión
para compartir experiencias sobre la constitución de un particular
grupo de investigación. Busco, entonces, referirme a una
experiencia compleja sobre la manera de construir una totalidad
armónica con un conjunto de jóvenes aspirantes a investigadores,
que lograron adquirir confianza en sí mismos y aprendieron,
practicándolas, todas las alternativas de un trabajo que lejos está
de agotarse en lecturas.
De modo que, si sólo se presentasen los resultados de las
investigaciones concretas, las referencias sobre el proceso
institucional y humano que medió tales resultados, se diluirían y
terminarían por perderse. Referirme al proceso es apuntar a las
tareas de gestión del proyecto, de relación con autoridades, con
otros investigadores, con fuentes de financiamiento, etc., a fin de
obtener exitosamente los objetivos propuestos. Aludir a esos
aprendizajes no es un tema menor, sobre todo, si tenemos en
cuenta el intrincado modo en que se diligencia burocráticamente
la investigación y que, además, dada la situación de nuestras
universidades, la desarrollamos con carencia de infraestructura,
con presupuestos exiguos y, en particular en la nuestra, con
escasas posibilidades de relacionarse con otras, que es a su vez lo
que posibilita relacionarse con otros investigadores.
¿Por qué digo que se trata de un grupo particular?
Centralmente porque, al menos en mi universidad, creo que, no
hay experiencias de grupos integrados mayoritariamente por
El Protector Ilustre y su régimen… 9

estudiantes en los que, como en nuestro caso, todos participaron


aportando trabajo e inteligencia en todas las instancias del
proceso y que, además, ello se consiguiese manteniendo una
relación horizontal, lo más horizontal que puede ser en procesos
formalizados y jerárquicos.
Para ilustrar lo que digo comenzaré refiriéndome al proceso
de configuración y trayectoria del equipo. Su etapa ‘inaugural’,
como sucede muchas veces, fue el efecto de un hecho casual. En
el año 2000 fui invitada a participar en una investigación de la
que Santiago del Estero formaba parte de su muestra. Con ese
motivo, en el año 2001 organicé una serie de actividades en las
que participó, el Director del proyecto “Las nuevas formas
políticas” (FCS-UBA) Isidoro Cheresky que nos visitó con otros
tres investigadores. Dado que al mes siguiente (el 14 de octubre)
se realizaban elecciones legislativas nacionales en la provincia
Cheresky me sugirió la idea de organizar un grupo que pudiese
realizar una observación de tipo etnográfico del acto electoral.
Fue en ese momento y por esa razón que convoqué a alumnos de
la carrera de sociología. Mi mayor sorpresa fue que, pese a que no
había presupuesto para solventar el trabajo, ni los gastos que este
ocasionara, a la convocatoria se presentaron espontáneamente
quince alumnos que aceptaron de inmediato y, con entusiasmo,
emprendieron la tarea; acto que cobra mayor relevancia si se
recuerda la, por entonces, difícil situación económica del país.
Más tarde en 2002, en razón de que seguimos trabajando,
resolvimos institucionalizar la tarea presentando un proyecto en
Ciencia y Técnica de la UNSE con mi dirección, la codirección
de Gabriel Vommaro (que por entonces pertenecía al proyecto de
la UBA, antes mencionado) e integrado por la mayoría de los
alumnos que participaron de la observación electoral. El
proyecto denominado “Política y Ciudadanía en Santiago del
Estero. La relación entre los cambios en los comportamientos
electorales de la ciudadanía y las estrategias coalicionales de los
10 Prólogo

líderes y fuerzas políticas desde la perspectiva de los electores”, se


ejecutó entre 2003 y 2004.
Al concluirlo iniciamos el proyecto “Política y Ciudadanía en
Santiago del Estero. Acción colectiva, dinámica de los partidos
políticos y elecciones entre 2003 y 2005”. Investigación ejecutada
entre 2005 y 2007, parte de cuyos resultados constituye el libro
que ahora presentamos.
Más tarde, en el año 2007, comenzamos con “Política y
Ciudadanía en Santiago del Estero: Estado, Partidos y Sociedad
Civil: Representaciones y prácticas sobre derechos políticos y
civiles entre 2003 y 2006”, en ejecución.
Actualmente, algunos de los que comenzaron en 2001, ya
graduados, permanecen y varios de los que se retiraron
mantuvieron relación con el proyecto materializada en la
colaboración en: tareas de campo, docencia, presentación de
trabajos, organización de actividades de extensión, etc.
Cabe destacar que este grupo que fue formándose y que
incrementa el caudal de investigadores con diferentes grados en
su formación, pero en su mayoría muy interesados y eficaces en
sus trabajos, abrieron un nuevo rumbo en la investigación sobre
sociología política en Santiago del Estero, pues en la época en
que comenzamos a trabajar, no era frecuente que hubiera
estudios, al menos institucionalizados, sobre temáticas de política
reciente que, como se desprende de los títulos de los proyectos,
fue el centro de nuestro interés.
Eso me lleva, también, a puntualizar que ese carácter pionero,
además del esfuerzo y entusiasmo ya comentado, requirió de los
alumnos una cuota no despreciable de valentía personal, pues
tales comienzos se dieron en épocas en que era “inoportuno”
mostrar resultados de investigaciones sobre el tema teniendo en
cuenta las características del gobierno de la época (sobre las que
no me explayaré dado que están desarrolladas en los artículos).
Aspecto que, en el inicio de 2003 cuando ya se comenzaba a
El Protector Ilustre y su régimen… 11

hablar sobre el DCD, abordé explícitamente porque sentí que no


hacerlo hubiese significado la asunción, no necesariamente
consciente, de los riesgos señalados. La respuesta grupal, que se
orientaba hacia la continuación de dichos trabajos, es la última y
no menor alegría y afecto que esta experiencia me llevó a sentir
por todos los integrantes de esta aventura intelectual.
Por supuesto que, como acontece en la mayoría de los casos,
no todos se involucraron con el mismo compromiso, ni
responsabilidad, pericia y empeño. Es cierto que, como es de
suponer, no todos compartían trayectorias vitales semejantes y,
además, los que trabajaban en otra actividad mostraron que la
barrera que impone la exigua disponibilidad horaria y la
dispersión de actividades son dificultades no siempre superables.
Lejos está de mi ánimo proponer una tipología del alumno eficaz
para la tarea de investigación, solo relato una experiencia que de
ningún modo pretende ser generalizable y mucho menos
discriminatoria. No solo porque soy consciente de que las
dificultades económicas presentan obstáculos que superan los
deseos, sino también porque pienso que la investigación es una
tarea que a algunos seduce y para la cual ponen empeño pero
que, como en todos los campos, no agota las posibles salidas
laborales o profesionales de los sociólogos.
En este relato en el que remarqué la participación de los
alumnos, queda por mencionar que otra peculiaridad del grupo
es que, además de los jóvenes de los que hablara, está integrado
por docentes originarios y residentes de otras provincias
argentinas, Gabriel Vommaro y Homero R. Saltalamacchia
participan como codirectores, el primero en los tres proyectos de
investigación y el segundo en los dos últimos. Sé que no fue el
efecto de una selección excluyente ya que, muy por el contrario,
todas las convocatorias al trabajo fueron absolutamente
universalistas, no tengo en este momento un diagnóstico preciso
de todas las causas posibles sobre lo que no me detuve a indagar.
12 Prólogo

Para ir concluyendo, y alejándonos de los ‘inicios’ y la


narrativa sobre la experiencia con alumnos e integración del
equipo, cabe mencionar que en los años posteriores se fue
ampliando el horizonte del proyecto al incluir otras actividades:
Por una parte, en 2005 conjuntamente con Homero R.
Saltalamacchia (director general) y con Roberto Follari (director
del Nodo UNCuyo) ganamos una convocatoria de la ANPCyT
con el proyecto “Santiago del Estero: estructura, coyuntura y
tendencias” (PAE 2004). El Nodo UNSE, que dirijo, lo
conformé con Isidoro Cheresky, Gabriel Vommaro y los
estudiantes del proyecto UNSE. A su vez, el director general del
proyecto PAE, como ya dijese, pasó a participar como codirector
del proyecto UNSE. De modo que, con esta articulación entre
integrantes, logramos potenciar el trabajo en equipo.
Por otra parte, también desarrollamos actividades de
extensión, como la organización de un curso de perfeccio-
namiento, un observatorio electoral en cooperación con el equipo
de Isidoro Cheresky y, además, desde hace tres años, en forma
institucionalizada e in-interrumpida, nos propusimos articular
investigación con docencia en las cátedras de las que soy
responsable, acercando a los alumnos el modo de relacionar
teoría e investigación. En esa actividad, Godoy y Schnyder, ya
becarias del CONICET, también pudieron mostrar, mediante su
propia experiencia, que existe la posibilidad de hacer valer sus
méritos trabajando y aprendiendo a trabajar en el oficio que
eligieron sin necesidad de recurrir a las demasiado habituales
prácticas clientelares.
Finalmente, en 2008 ampliamos el equipo a través de una
convocatoria abierta formalmente gestionada, ocasión en la que
se incorporaron alumnos y graduados recientes de sociología y de
otras disciplinas y otras instituciones académicas y, además,
reunimos parte de la producción del proyecto, escritos que, según
mi juicio, muestran un interesante crecimiento tanto individual
como de conjunto, en la página WEB de la UNSE, en la sección
El Protector Ilustre y su régimen… 13

de Ciencia y Técnica de la Facultad de Humanidades, en el


apartado ‘proyectos ejecutados’.
Por último, como escribiera Jean-Pierre Vernant en el Prólogo
de Entre Mito y Política “hoy veo que en lugar de un itinerario
único, existieron peregrinaciones, rodeos y múltiples rutas….una
compilación es un poco como una vida: un rompecabezas hecho
de piezas y de fragmentos…”
El Protector Ilustre y su régimen… 15

Introducción

Por Gabriel Vommaro (UNGS/EHESS)

Este libro es el resultado del trabajo colectivo de un equipo de


jóvenes investigadores y de investigadores confirmados, en su
mayor parte de la Universidad Nacional de Santiago del Estero,
que desde casi una década trabajamos sobre el campo político de
esa provincia, sobre las relaciones entre política y sociabilidad
popular y sobre las formas de intervención de grupos de protesta
y movimientos sociales en ese espacio. En una provincia
dominada durante décadas por un movimiento político –el
peronismo–, a su vez hegemonizado por una figura descollante –
Carlos Arturo Juárez–, organizada por tanto en torno a un clivaje
fundamental –juarismo/antijuarismo– y en la que, por otra parte,
en virtud del rol central del Estado en la economía y en la
sociabilidad de las personas, la politización de la vida cotidiana es
ciertamente importante, al estudiar los procesos políticos es difícil
romper con las prenociones y mantener una reflexividad
sociológica que impida que las investigaciones se conviertan en
meras corroboraciones de dichas prenociones, en
posicionamientos políticos antes que en análisis sociológicos. Así,
nuestro ejercicio de investigar la realidad política cotidiana y de
tener una relación reflexiva no sólo con el objeto, sino también
con la relación que los investigadores tenemos con éste como
actores sociales situados en ciertas posiciones del campo social,
implicaba, por recordar la famosa fórmula de Pierre Bourdieu,
“un esfuerzo por proporcionar a la vigilancia epistemológica las
armas indispensables para evitar el contagio de las nociones por las
prenociones” (2001: p. 37).
En efecto, el juarismo se presentaba como un objeto
multiforme y esquivo, pero en especial cargado de prejuicios,
16 Introducción

mitos y de las propias posiciones ideológicas, políticas y vitales


que los habitantes de la provincia y los observadores de la política
poseemos frente a dicho fenómeno. Un primer esfuerzo
implicaba, entonces, desplazar nuestro compromiso político
como investigadores sociales de la denuncia1 a la objetivación de
un fenómeno en el que los principios de habilitación y de
descalificación política y sociológica forman parte de las formas
en que éste se producía y reproducía2: si los discursos sobre el
juarismo nutrían las mitologías sobre dicho movimiento político,
debíamos tomarlos como objeto de nuestras indagaciones y
relacionarlos con la trama de relaciones sociales, de dominación y
subordinación, pero también de producción de ideologías y de
movilización de personas, que tenían lugar en torno a aquél. Esta
forma de objetivación constituye, a nuestro entender, uno de los
más importantes aportes que puede proponerse el análisis socio-
político de una realidad habitada por conflictos que son también
luchas simbólicas por imponer visiones del mundo social, de sus
jerarquías y ordenamientos. El compromiso del sociólogo se lleva
a cabo, de este modo, a través de la desmitificación y de la
reconstrucción de procesos de largo alcance en los que se trata a
los actores no en tanto personajes, sino como agentes sociales
insertos en tramas de relaciones sociales que los condicionan y
sobre las que actúan con capacidades y recursos diferenciados.
Así, una de las primeras contribuciones que se proponen
realizar los artículos que componen este libro es la de trascender
los análisis políticos que toman a los actores como demiurgos de
los procesos sociales para volverlos miembros de un espacio social
en el que interactúan. Para ello, intentamos evitar otra dificultad

1 Entre los trabajos de periodismo de investigación y de denuncia sobre el juarismo, pueden


mencionarse (Carreras, 2004) y (Dandan, Heguy y Rodríguez, 2004).
2 Para un análisis de los modos de intervención en términos de habilitación o de descalificación
de un proceso político, remitimos al trabajo de Gérard Mauger sobre las revueltas de los
suburbios franceses de 2005. Cf. (Mauger, 2007).
El Protector Ilustre y su régimen… 17

de los estudios políticos: el enfocarse en las coyunturas más que


en los procesos, y de este modo tratar con actores y grupos
sociales que parecen no tener historia. La importancia de analizar
los procesos políticos a lo largo del tiempo radica en el hecho de
que no sólo éstos se encuentran social y políticamente situados,
sino que además son en parte el resultado de luchas pasadas que
determinaron cierta distribución de recursos y legitimidades, de
capitales objetivados e incorporados, por hablar como Bourdieu,
que condicionan los conflictos presentes. Una tercera búsqueda
de nuestras investigaciones ha sido la de descomponer
analíticamente un objeto complejo como la política santiagueña
reciente en diferentes dimensiones –la sociabilidad política
barrial, la existencia organizativa del peronismo, los procesos de
movilización social– sin por ello perder la idea de totalidad, que
inserta estos fenómenos en una trama que podemos denominar
“el régimen político santiagueño”, que trasciende personajes y
coyunturas, pero también los microprocesos a través de los cuales
cobra existencia, se produce y reproduce.
En fin, en estos años de trabajo, y al privilegiar las
investigaciones empíricas, hemos combinado múltiples
metodologías y experiencias de campo en las diferentes escenas y
los diferentes espacios relacionados –conflictiva o
cooperativamente– a ese régimen político, de modo de poder
asirlo desde sus rasgos estructurales, desde el discurso de los
actores y desde las prácticas que éstos desarrollan en las tramas de
relaciones en las que están insertos. Así, hemos trabajado en
observaciones de diferentes actos eleccionarios en los que se pone
en juego la capacidad de movilización de los diferentes grupos
políticos, las relaciones previas entre dirigentes, militantes y
votantes en general, así como la capacidad de traducir en votos el
poderío de las redes políticas que apuestan en estos momentos
parte de su capital acumulado (lealtades, prestigio, legitimidad,
etc.). Realizamos, por otro lado, observaciones en un barrio
popular, lo que nos permitió describir la forma en que se
18 Introducción

producen y reproducen estas relaciones de lealtad y reciprocidad


que conforman las redes políticas y que hacen de los grupos
partidarios, y en especial del juarismo, una poderosa realidad
política. En este contexto, pudimos ver la forma en que se
relaciona la vida cotidiana de “los pobres”, sus estrategias de
supervivencia y los espacios de sociabilidad política y religiosa en
los que obtienen recursos, en su mayoría de origen público, a
partir del establecimiento de relaciones que movilizan ciertas
obligaciones morales. El juarismo, las organizaciones de protesta,
así como el reciente Frente Cívico y Social conformado en 2005,
aparecen así no sólo como el resultado de los acuerdos entre élites
y entre “emprendedores”, sino también como un conjunto de
redes sociales ligadas a lo que Javier Auyero (2001) ha llamado la
“resolución de problemas” de los sectores populares, pero
también de clases medias y empresarios locales que, de alguna u
otra forma, participan del entramado político provincial.
Realizamos también un seguimiento de las sucesivas campañas
electorales que tuvieron lugar en la provincia desde 2001, cuando
comenzamos nuestras indagaciones de campo, y reconstruimos, a
través de fuentes periodísticas, del tratamiento de los resultados
electorales y de entrevistas a actores políticos y sociales, las lógicas
de construcción de las listas de candidatos –momento de
objetivación de las relaciones de poder al interior de una fuerza
partidaria–, las formas dominantes del discurso proselitista y de
“presentación de sí” de los candidatos, y la evolución de las
preferencias de los votantes; en este trabajo pudimos aprehender
el modo en que las lealtades políticas que circulan a través de las
redes partidarias se traducían en apoyos electorales. También
realizamos entrevistas a actores políticos y sociales para
reconstruir trayectorias de militancia, participación en redes y
compromiso activista en los ciclos de protesta. Por último,
observamos otro de los momentos de objetivación de la vida
política, los actos, marchas y manifestaciones, tanto del juarismo
como de otras fuerzas, así como de los movimientos sociales y
eclesiales y de los grupos de activistas que participaron del ciclo
El Protector Ilustre y su régimen… 19

de protesta para pedir el esclarecimiento de los llamados


“crímenes de la Dársena”, que contribuyeron a precipitar el fin
de la hegemonía juarista3. Probablemente, el fin de ese ciclo
político ha sido una coyuntura propicia para desmenuzar
procesos históricos y configuraciones políticas asociadas a él, pero
que presentan continuidades y rupturas con el ciclo actual.
Las investigaciones que se presentan en los artículos que
componen este libro se relacionan también con discusiones socio-
políticas e historiográficas que nos gustaría señalar brevemente.
En primer lugar, contribuyen al estudio de las formas de
existencia del peronismo en el interior del país. En los últimos
años, diversos trabajos, en su mayoría realizados por
historiadores, han estudiado la formación del peronismo en las
provincias argentinas y han mostrado que éste adquirió
características disímiles respecto del marcado “obrerismo” del
movimiento en las grandes ciudades y zonas industriales, en
especial del Gran Buenos Aires4. En su introducción a La
invención del peronismo en el interior del país, Darío Macor y
César Tcach llaman a estas aproximaciones “extracéntricas”, y las
distinguen de las “ortodoxas”, que inauguran los trabajos de
Gino Germani sobre el fenómeno peronista, y de las
“heterodoxas”, que a partir del ya clásico Estudio sobre los orígenes
del peronismo de Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero se
plantean una crítica a las tesis de Germani; tanto las corrientes
ortodoxas como las heterodoxas se enfocaban casi exclusivamente
en los cordones industriales de las grandes ciudades del país, en
especial de la ciudad de Buenos Aires. Macor y Tcach señalan así,
en la introducción a La invención del peronismo…, los desafíos de
las aproximaciones extracéntricas: si las otras dos líneas de trabajo

3 Ver el trabajo de Homero Saltalamacchia y María Isabel Silveti en este volumen.

4 Cf., por ejemplo, además de los artículos compilados por Macor y Tcach (2003), (Tcach,
1991); (Makinnon, 1996); (Kindgard, 1999); (Bohoslavsky, 2004); y los trabajos recogidos en
(Rafart y Mases, 2003).
20 Introducción

“dieron lugar a macro interpretaciones en las que la realidad de la


industrialización convertía al peronismo en una suerte de imagen
mimética que era explicada como proyección social de la
industrialización misma”, el desafío del análisis del peronismo en
el interior del país se relacionaba con las siguientes preguntas:
“¿cómo explicar el surgimiento del peronismo en un universo
económico y social que aún no había sido marcado por la huella
de la industrialización? ¿Cómo hacerlo cuando no es posible
apelar a los predilectos caballitos de batalla interpretativos,
llámense viejos obreros o migrantes recientes? En otras palabras,
¿cómo explicar su exitosa viabilidad en la mayoría de las
provincias argentinas?” (2003: p. 21). En los distintos trabajos
contenidos en la compilación de Macor y Tcach, se muestra que
“en un universo donde la clase obrera era débil y el fenómeno
inmigratorio nulo, el peso de los factores tradicionales fue central
en la configuración del peronismo originario” (2003: p. 30).
En el caso de Santiago del Estero, tal como ha sido estudiado
por Ana Teresa Martínez, el primer peronismo “estará
constituido por desgajamientos del Partido Radical (en su versión
no irigoyenista, es decir, la más conservadora), y por algunos
grupos católicos y nacionalistas que reivindican el federalismo y a
la vez temen una revolución social de carácter a-religioso, pero
que serán desplazados progresivamente a favor de viejos caudillos
de cuño conservador inmediatamente ligados a grandes intereses
económicos” (2007: p. 118)5. La integración del movimiento
sindical, débil y fragmentado en la provincia, se dará en tanto de

5 Su pormenorizado relato de las internas políticas santiagueñas en los meses previos a las
elecciones de 1946 –basado en testimonios de la época– concluye que: “desde el momento en
que comienza a organizarse el laborismo en noviembre de 1945, hasta el momento de las
elecciones el 24 de febrero de 1946, en menos de tres meses de negociaciones febriles, se ha
pasado de un partido que parecía fundamentalmente orientado a dar expresión o al menos
cooptar al movimiento gremial, a una aglomeración política pragmáticamente constituida,
heterogénea en sus miembros, con predominio del radicalismo más conservador (no
precisamente de sus representantes más apegados a las políticas de Yrigoyen y localmente de
Maradona) y apoyada en conocidos representantes del poder económico local” (2008: p. 16).
El Protector Ilustre y su régimen… 21

manera subordinada, tanto en relación a los trabajadores urbanos


como, en menor medida, a aquellos que estaban empleados en los
obrajes6. Es de esos orígenes y del conflicto entre los radicales
conservadores y los nacionalistas católicos que emergerá en 1949
Carlos Juárez, ex dirigente de la Acción Católica de la provincia,
como figura capaz de zanjar los diferendos. Será la intervención
del peronismo provincial por parte de las autoridades nacionales
la que sancionará esta nueva situación (Martínez, 2008).
Pero en el libro que aquí presentamos no se trata de trabajar
sobre los orígenes del juarismo, sino sobre la historia reciente de
ese movimiento, de modo que a las particularidades evocadas por
los trabajos recién citados se suma el problema de la especificidad
santiagueña en el contexto actual. Aquí, tal vez, la contribución
reciente más completa y empíricamente fundada es el estudio de
Steven Levitsky sobre el funcionamiento organizativo del
peronismo (2003), al que caracteriza –a nivel nacional– como un
“partido de masas informal” que, desde los años 1980,
emprendió un proceso de desindicalización y de territorialización
que lo convirtió en una superposición de redes y corrientes
internas con existencia a nivel barrial (las unidades básicas), a
nivel municipal (agrupaciones) y a nivel provincial (donde las
agrupaciones forman las líneas internas). Este pasaje de un
partido de base sindical a un partido de base territorial –que
Levitsky analizar como “partido clientelar”– desexotiza los modos
de existencia del movimiento en el interior del país en general y
en Santiago del Estero en particular, en tanto el desplazamiento
del centro de gravitación de los sindicatos a los barrios acerca de
alguna forma los rasgos del peronismo en los grandes centros
urbanos a los que adquiere en espacios sociales con tradición
obrera menos importante. De este modo, se habilita una

6 En efecto, en una provincia de débil industrialización, la actividad productiva dominante era la


explotación forestal para la fabricación de carbón y leña y durmientes, tirantes y postes, y sus
trabajadores eran tradicionalmente “clientela” política de los obrajeros (Martínez, 2007).
22 Introducción

comparación de alcance más amplio entre territorios del país.


Algunas de las características del peronismo santiagueño
descriptas por los trabajos de Mariana Inés Godoy y de Gabriel
Vommaro que forman parte de esta compilación pueden así
brindar elementos para pensar cómo se produce y reproduce el
justicialismo en tiempos de fragmentación política y fluidez en
las alianzas dentro y fuera del partido, como sucede en otros casos
provinciales de “transversalidad” en los que la lógica de alianzas y
agrupamientos electorales trasciende los límites partidarios, sin
dejar de tener sus raíces en la forma organizativa adquirida por el
peronismo. Si el caso santiagueño, en tiempos de hegemonía
juarista, daba cuenta de una cierta neutralización de esta
“organización desorganizada” sin un único centro político que es
el peronismo en otros territorios, los “líderes secundarios” que
pretendían disputar el liderazgo juarista, a diferencia de lo
planteado por Levitsky, no siempre han escogido “unirse a la
coalición dominante” a nivel provincial y, en cambio, en ciertas
coyunturas, han aprovechado la complejidad, superposición
conflictiva y fragmentación del partido a nivel subprovincial para
crear sus armados electorales e intentar reunir en torno a sí
agrupaciones locales y unidades básicas desplazadas en la interna,
para lo cual utilizan los recursos materiales y carismáticos en
general provistos por la figura nacional con la que se alían.
Si la imagen corriente del juarismo como unanimidad es
refutada por los artículos de Godoy y Vommaro en relación a la
complejidad y fragmentación organizativa del peronismo
santiagueño, las cuales se pusieron claramente de manifiesto una
vez que, con la intervención federal y del justicialismo en 2004,
desapareció el “centro político” constituido por la figura de
Juárez, la historia reciente de la política santiagueña también da
cuenta de que esta imagen se consolidó a partir de los años 1990,
cuando el líder justicialista logró reordenar el partido luego de la
intervención federal de 1993 y terminó de imponer su
hegemonía. La escasez de trabajos sobre los años 1980 –por
El Protector Ilustre y su régimen… 23

ejemplo, sobre el “iturrismo” y el “mujiquismo” que intentaron


desplazar a Juárez del centro político partidario y provincial–
impide contar con los elementos suficientes como para
fundamentar esta posición, pero la existencia de estos liderazgos
alternativos, así como de los que constituyeron José “Pepe”
Figueroa en los años 1990 y José María Cantos más
recientemente7, permite ilustrar este hecho. Esperamos que
futuros trabajos puedan deconstruir de manera adecuada el
liderazgo juarista, sus mecanismos de formación y sus mitos
fundacionales.
De todos modos, esos mitos sobre la invencibilidad y
omnipotencia del juarismo contribuyeron a cimentar la
importancia de la figura del líder –el “Protector Ilustre” de
Santiago del Estero–, y para ello fue también fundamental otro
componente, Mercedes Aragonés de Juárez, la “Nina”, quien
desde la Rama Femenina del partido consolidó una de las redes
políticas más poderosas del peronismo santiagueño8. El
“matrimonio Juárez”, formado por los llamados “líderes y
conductores” del partido, constituía así un animal bifronte,
representado en términos organicistas como cabeza
masculina/corazón femenino9. Su centralidad en el partido, así

7 Sobre este punto, cf. nuestro trabajo sobre las elecciones en Santiago a fines de los noventa
y comienzos de la presente década (Vommaro, 2003; Vommaro, 2004).
8 Para un análisis de la dinámica interna de la Rama Femenina y de su peso al interior del
peronismo santiagueño, cf. el artículo de Mariana Godoy en este volumen.
9 Si bien el peronismo santiagueño se conformó en parte en base a élites locales, a diferencia
de lo sucedido en otras provincias argentinas, no tuvo una familia ni un conjunto de familias
notables en su cúspide, de modo que el juarismo no tiene raíces “notabiliarias” sino
organizativo-carismáticas. Ana teresa Martínez señala que “ya en la década del 20 se había
abierto en Santiago del Estero cierta autonomía del campo político, al posibilitarse que alguien
ascendiera a un cargo, no ya por su pertenencia a una familia notable, poseedora del capital
económico y simbólico necesario, sino porque se podía "hacer carrera" desde un comité en la
estructura partidaria –con las alianzas necesarias con los poseedores de capital económico– y
disputar espacios mediante estrategias políticas. El voto universal obligatorio, concomitante
con un contexto de diversificación del espacio social local, había abierto esta posibilidad,
coincidente con la llegada del radicalismo al poder nacional y los primeros esfuerzos por
asegurar ciertos derechos de los trabajadores” (2008: p. 4).
24 Introducción

como el hecho de que, a simple vista, parecían centralizar la toma


de decisiones en términos políticos y electorales, colocó una
cuestión fundacional del peronismo, la “lealtad”, en el centro de
los discursos de los dirigentes provinciales. El hecho de que el
peronismo santiagueño durante los años de hegemonía juarista
haya sido una combinación de la superposición de redes
articuladas con referentes municipales o provinciales y una única
figura en la cima, o más bien la figura bifronte conformada por el
matrimonio Juárez, explica el hecho de que la lealtad al
matrimonio se haya convertido, en especial a finales de los años
noventa cuando comienza a plantearse el problema de la
“herencia”, tanto en capital político (ser leal) como en principio
de descalificación política del adversario interno (la denuncia de
“cortarse solo”)10.
Otro conjunto de problemas por los que se interesaron
algunos de los trabajos contenidos en este libro está ligado a la
relación entre el Estado nacional y las provincias, en virtud de
dos cuestiones fundamentales relacionadas a la forma de
existencia del federalismo argentino: los sesgos mayoritarios y de
“sobrerrepresentación” de los sistemas electorales, y la
distribución de los recursos fiscales recaudados por la autoridad

10 Como sostiene Fernando Balbi, en el peronismo la cuestión de la “lealtad” aparece en gran


parte ligada a la tradición militar del propio Perón, que impregna su concepción de la política:
“la lealtad es para Perón una condición inicial de la conducción política: en efecto, mientras que
el "mando" militar tiene a la "obediencia" por punto de partida y a la "lealtad" por complemento,
la conducción política tiene a la lealtad por punto de partida y a la obediencia como resultado”
(2005: p. 10). Pero la centralidad de este valor moral en el movimiento peronista no puede
explicarse sólo por las fuentes militares de su principal líder, sino por la forma en que se
construyó como fuerza política heterogénea articulada en torno a un líder: “siendo Perón el
centro de las actividades y los intereses de este heterogéneo nucleamiento de personas, sus
concepciones sobre la naturaleza y el deber ser de las relaciones personales que los unían,
derivadas de su formación y experiencia militares, se tornaron en factores clave de la
interacción entre los integrantes del mismo, tiñéndola por completo” (2005: pp. 7-8). La lealtad
aparece así como el valor moral fundamental que encontraba Perón para fortalecer sus bases
de sustento político y, a la vez, su control sobre esas bases. Esta explicación es en cierto
sentido válida en el caso del juarismo.
El Protector Ilustre y su régimen… 25

central11. En otro trabajo hemos sostenido que “los rasgos del


federalismo argentino, los distintos procesos de descentralizacion
del Estado nacional, la crisis de la matriz "nacional-popular" de
construcción de relaciones sociales y la crisis de los partidos
mayoritarios, las condiciones y los actores que les dieron
existencia, de las tradiciones e ideológicas partidarias y del
vinculo de los llamados partidos populares con sus adherentes”;
en fin, “la confluencia de toda esta gama de procesos diversos y
más o menos recientes –que se relacionan con cierta
sedimentación histórica del país– pueden situarse entre las
razones principales que explican la nueva complejidad y la
autonomía relativa del ámbito político subnacional” (Cherny y
Vommaro, 2004: p. 148) como espacio de construcción de
alianzas partidarias, liderazgos y de constitución y reconstitución
de identidades políticas que, aunque más lábiles y evanescentes
que en el pasado, forman núcleos de sentido con relativa
independencia –en sus principios constitutivos y en su
despliegue– de la esfera nacional. Las relaciones entre el centro
político nacional y la política provincial, hechas de espacios de
autonomía (política) y dependencia (económica), de formas de
complementariedad y de mutua necesidad –como Edward
Gibson (2007) lo ha señalado para el caso santiagueño12– dan
cuenta de otro elemento de importancia al analizar la política de
Santiago del Estero, temas que son analizados en el trabajo de
María Celeste Schnyder contenido en este libro. Por un lado,
como se muestra en el trabajo de Vommaro en este volumen, la
posibilidad de tejer alianzas con fuerzas y autoridades nacionales

11 Sobre este punto, cf. (Calvo, Falleti, y Gibson, 1999); (Calvo et al, 2001); (Calvo y Gibson,
2001); (Gibson, 2007).
12 Aún cuando el trabajo de Calvo tienda a exagerar el poder de control político que Juárez
tenía sobre el peronismo y la política provincial, su trabajo muestra las complejas relaciones de
alianza y de conflicto que existen entre políticos que actúan a ambos niveles. El trabajo de
María Celeste Schnyder en este volumen analiza los sesgos autoritarios de la política
santiagueña.
26 Introducción

ha sido central tanto para el propio juarismo, como para los


liderazgos alternativos surgidos en la provincia de manera
reciente; lo mismo puede decirse respecto del Frente Cívico y
Social, para el que su alianza política con el gobierno nacional ha
representado tanto un sustento financiero –la posibilidad de ser
beneficiado con dinero para obra pública, por ejemplo– como un
apoyo político –vastos sectores del peronismo ligados al
kirchnerismo se han unido a la nueva fuerza provincial– para su
gobierno. Por otro lado, y tal como se describe en el artículo de
Saltalamacchia y Silveti, el apoyo de funcionarios y dirigentes
políticos nacionales, así como la atención prestada por algunos
medios de comunicación a ese nivel, fue central para explicar el
impacto que tuvo el movimiento de protesta generado en torno
al pedido de justicia por “los crímenes de La Dársena”. En fin, el
artículo de Schnyder muestra que las características ya
mencionadas del sistema político y del sistema electoral
argentino, la descentralización estatal, así como las
transformaciones ocurridas en los partidos políticos, y en
particular en el peronismo, favorecieron la consolidación del
régimen juarista en los años 1990. Lejos se ser pensado como
pura autonomía o como pura subordinación, el régimen político
santiagueño presenta entonces el desafío de especificar sus modos
de relación con la política nacional a lo largo del período
estudiado.
Por último, existe un grupo de problemas de los que se
ocupan algunos trabajos de este libro que tiene que ver con las
formas de movilización social y de organización de grupos de
protesta que se desarrollan en las provincias argentinas. Fue en
Santiago del Estero donde se produjo el primer “estallido” de los
años noventa que, como ha sido estudiado por Marina Farinetti
en uno de los trabajos más destacados de la escasa literatura sobre
la política reciente en la provincia13, constituyó una forma de

13 Al que deben sumarse las tesis de Norma Salas (2002) y de María Mercedes Tenti (2003).
El Protector Ilustre y su régimen… 27

reacción colectiva a la ruptura de los principios que regían la


“economía moral” de la sociedad santiagueña. En cierto sentido,
el juarismo supo reconstruir esta economía moral al reordenar las
cuentas públicas, mantener al día el pago de salarios de los
empleados estatales y dar pruebas de ciertas formas de austeridad
que hasta fueron celebradas por el ministro de Economía de los
gobiernos de Carlos Menem y Fernando De la Rúa, Domingo
Cavallo. Sin embargo, los rasgos autoritarios de su hegemonía, así
como el hecho de que, cada vez más, y al calor de las luchas
internas por la “herencia” de Juárez, se configuraba un régimen
de micro-controles políticos –por ejemplo, desde la Dirección de
Inteligencia que comandaba el ex comisario y jefe de la policía
provincial, Antonio Musa Azar, hoy con prisión perpetua– y de
permisividad de los ilegalismos de los llamados “hijos del poder”,
se constituyó un nuevo foco de descontento de ciertos grupos de
ciudadanos santiagueños que terminó de cristalizarse luego de los
llamados “crímenes de La Dársena”. Para ello, y como muestra el
trabajo de Saltalamachia y Silveti, fue central el rol jugado por la
iglesia católica de la provincia, así como por ciertos movimientos
sociales y de derechos humanos que fueron los primeros en
organizar la demanda de justicia. El trabajo de Saltalamacchia y
Silveti abre un campo de estudio sobre la relación entre
regímenes políticos hegemónicos y organizaciones de protesta, y
acerca elementos a la comprensión del modo en que es posible,
en ciertas coyunturas históricas de debilitamiento de los grupos
políticos dominantes, que se produzca un encuentro entre
militantes sociales y eclesiales provinciales, actores políticos
nacionales y movilizaciones masivas en torno a una “causa” que
condensa todo un conjunto de impugnaciones políticas –que son
también morales– de la forma en que dominan las élites
dominantes.
El libro está organizado de la siguiente manera. Comienza por
un estudio de la trama organizativa del juarismo, tanto a nivel de
las jerarquías partidarias como de las redes territoriales. El primer
28 Introducción

trabajo, “El PJ-Juarista en la espesura de la crisis del régimen. Un


mapa de la estructura partidaria para ir hacia las prácticas”, de
Mariana Inés Godoy, analiza la estructura organizativa del PJ-
juarista y en especial de las dos ramas que funcionaron como
“guardianes” de la “herencia” de los líderes del movimiento: la
Rama de la Juventud y la Rama Femenina. El segundo, “Redes
políticas y redes territoriales en la construcción del posjuarismo”,
de Gabriel Vommaro, analiza la crisis de la hegemonía juarista así
como la forma en que se comportaron las redes territoriales del
peronismo una vez que el “Protector Ilustre” perdió su poder
tanto al interior del partido como a nivel provincial. Ambos
textos contribuyen a complejizar y hasta a discutir algunas de las
ideas ya señaladas de Steven Levitsky, en especial respecto a la
existencia de una cierta unanimidad en los peronismos de las
provincias con fuertes liderazgos caudillistas. Ambos muestran
que, lejos de ser sólo una estructura claramente centralizada, y a
pesar del indiscutible liderazgo hegemónico que ejerció Carlos
Juárez durante algunas décadas, el peronismo santiagueño es
también un conjunto de redes superpuestas de lealtad que, a
pesar de responder en su mayoría al “líder y conductor”, tienen
entre sí relaciones más o menos conflictivas, de competencia más
o menos abierta tanto por la movilización de militantes y
electores como por la participación en las listas electorales.
El siguiente artículo, “Incentivos y restricciones de la política
democrática a la formación de regimenes no democráticos a nivel
sub-nacional. El caso del juarismo en Santiago del Estero”, de
María Celeste Schnyder, se propone analizar el régimen político
santiagueño a partir de la noción de “regímenes políticos
híbridos” y, en particular, a partir de la indagación de las
potencialidades heurísticas del concepto de “autoritarismo
competitivo”, herramienta utilizada para abordar la especificidad
del régimen juarista, en el que la legitimidad de tipo electoral se
ha articulado con prácticas legales y extralegales de restricción de
las libertades civiles –cuestión que estuvo en el centro de las
El Protector Ilustre y su régimen… 29

protestas por “los crímenes de La Dársena”– y derechos políticos


de la oposición, que consolidaron un sistema de dominación
híbrido, de rasgos ni totalmente democráticos ni totalmente
autoritarios, en el que el juarismo construyó su poder no sólo a
partir del control de las redes partidarias, sino también de una
partidización del aparato del Estado, lo que le permitió disponer
de recursos, premios y castigos distribuidos siguiendo una lógica
política.
“Movilización popular y Régimen Político en Santiago del
Estero”, de Homero Saltalamacchia y María Isabel Silveti, se
ocupa del proceso de movilización social organizado en torno al
pedido de justicia por “los crímenes de La Dársena”, y analiza los
actores de la protesta, su relación con dirigentes políticos y
funcionarios nacionales, así como la forma en que las demandas
expresadas en este ciclo de movilización fueron reprocesadas por
el sistema político santiagueño para dar inicio a un proceso de
recambio político que terminó con la hegemonía juarista sin que
se transformaran muchos de los rasgos políticos que la habían
caracterizado. Por último, “Expulsión, redes y ciudadanía en la
Argentina y en Santiago del Estero”, de Homero Saltalamacchia,
trata sobre la relación del caso santiagueño con procesos más
amplios de exclusión social y política, y se pregunta por la
relación entre estos procesos, la violencia social y la
multiplicación de redes sociales y políticas que, entre los sectores
populares, tienden a “incluir” a los “pobres” en lógicas
cooperativas y solidarias. Así, muestra que, a pesar de que algunas
franjas de los sectores populares tendieron a crear formas de
sociabilidad al margen de la ley y asociadas a la violencia, la
situación predominante es otra, y tiene más que ver con la
participación en redes sociales, formales e informales, que han
actuado como impedimento a la posibilidad de que la exclusión
se tradujera directamente en formas organizadas de violencia.
Lejos de constituir una excepción, el caso santiagueño es para
Saltalamacchia una muestra de que la densidad de la trama
30 Introducción

organizativa territorial en la provincia no sólo tiene efectos a nivel


político, sino que también opera como red de contención a nivel
social.

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CAPÍTULO I

El PJ- Juarista en la espesura de la crisis del


régimen. Un mapa de la estructura partidaria
para ir hacia las prácticas

Mariana Godoy

Presentación
El presente artículo es en gran parte una versión revisada de
un capítulo de mi tesis para obtener la Licenciatura en Sociología
en la UNSE a principios de 20071. Al dirigirme a estudiar las
prácticas de ritualización y organización del PJ-juarista durante
los actos partidarios a lo largo de 2002 y 2003, en marcos
electorales, en fechas de celebración partidaria o de aniversarios
de gobierno, me encontré en la necesidad de realizar una
descripción que contuviera algunos rasgos fundamentales del
espacio partidario respecto a su relación con el régimen y con el
proceso histórico que ambos vivían por aquellos años. También
en el requerimiento de presentar un plano donde pudieran
ubicarse las piezas que conformaron la estructura partidaria en los
últimos años de dominio de los Juárez, que he considerado
abarca desde julio de 1995 cuando Juárez asume su cuarto
gobierno, hasta la Intervención Federal del 1º de abril de 2004.

1 La tesis fue titulada “Los últimos actos. Prácticas de organización, representación y


segmentación del Partido-Estado Juarista. El caso de los actos comiciales y los actos de
celebración ritual. Santiago del Estero. 2002-2003” y presentada en la UNSE en marzo de
2007.
34 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Durante esta etapa puede hablarse de la coexistencia de una


dinámica de centralización de recursos y representación en el
partido, con un esquema fuertemente segmentario, la acentuada
y vital división del partido en ramas partidarias con el claro
dominio de la Rama Femenina hacia el final del régimen, etc.
Este trabajo ha tomado varios aportes de trabajos anteriores
de los miembros del equipo, interesados en la descripción de la
dinámica partidaria al interior de algunos procesos electorales
locales. Desde ese punto de vista adopta algunas
conceptualizaciones más bien realizadas en el campo de la
sociología política y de la ciencia política, pero incorpora a esa
suerte de cartografía externa, interpretaciones que surgen de una
exploración que penetra más en la dinámica interna y de nivel
micro en la organización partidaria. En este plano, el sistema de
relacionamiento en el PJ-juarista se completa pensándolo al
menos heurísticamente con algunos razonamientos producidos
desde la antropología política para sociedades denominadas sin
estados o segmentarias2.
Metodológicamente entonces he recurrido a una indagación
sobre bibliografía ya producida sobre el tema del partido
peronista en general y en particular sobre el caso del juarismo
santiagueño, y material de análisis sobre la coyuntura política
santiagueña de la época, para luego revisar todo lo que mi
registro etnográfico -que buscaba describir la trama
organizacional y de intercambios durante los actos partidarios en
la tesis mencionada-, podía aportar a la descripción de esa
constitución partidaria en un nivel más estructural.
No se trata de rellenar un esquema previo con observación
sobre prácticas reales, ni tampoco no se tiene un esquema

2 He tomado principalmente a Geertz, (2000) y Balandier (2004), pero al respecto podrían


consultarse las investigaciones de los llamados “antropólogos africanistas” entre los que puede
recomendarse a Evans-Pritchad.
El Protector Ilustre y su régimen… 35

preconcebido para acercarse a dichas prácticas. Esta es apenas una


piedra para definir un objeto en el que esté presente sin
concesiones el poder en las prácticas, y sus significados culturales
más hondos y por supuesto, difíciles de asir3.

El PJ-Juarista y la crisis del régimen


La estructura política Estado-céntrica y relativamente aislada
del contexto nacional4, se inscribió en Santiago del Estero en el
dominio hegemónico del Partido Justicialista y la centralidad de
Carlos Juárez a su interior, dominando la escena política y
cultural de los últimos años.
Esto se tradujo, como lo han marcado otros investigadores, en
un esquema de confusión Estado-Gobierno-Partido (o
directamente en un binomio de identificación Estado-Juárez5),
donde, como en muchos casos latinoamericanos, existía un

3 Los nombres de los entrevistados se han modificado buscando preservar la identidad de los
mismos. Un agradecimiento especial a cada una y cada uno de ellas/os. Dos entrevistadas en
la Rama Femenina eran dirigentes de primera línea (con más de 20 unidades básicas a su
cargo), residían y tenían su propia unidad básica en barrios relativamente pobres en Santiago,
se habían desempeñado alternativamente como funcionarias de gobierno, y diputadas,
perteneciendo además al círculo más próximo a ‘Nina’ Juárez. Otra entrevistada tenía una
unidad básica propia siendo secretaria general de la misma en un barrio también relativamente
pobre de Santiago. Dos más participaban en unidades básicas de otras mujeres, una en un
barrio retirado y otra en un barrio de clase media de la capital santiagueña. Dos habían sido
docentes, una ordenanza de una escuela, una tercera ama de casa y otra beneficiaria del Plan
Jefas y Jefes de Hogar. El entrevistado de la JP, participaba y residía en un barrio de clase
media baja de Santiago, tenía estudios universitarios incompletos, y se encontraba por ese
tiempo desocupado. El ex dirigente de la Generación Intermedia pertenecía a una clase social
y económicamente mejor ubicada en Santiago. Debe aclararse que estas referencias deben
ser mejor trabajadas entre otros motivos porque en Santiago del Estero los indicadores que en
el plano nacional sirven para ubicar a los hogares en distintos estratos sociales, no terminan de
dar cuenta de la complejidad sociológica (como la de las distancias sociales) que las provincias
“pobres” tienen en su interior.
4 Levitsky (2001) muestra que la estructura organizativa descentralizada del peronismo
nacional da a los liderazgos provinciales una gran autonomía
5 Salas, (2002: 121) Silveti, (s/f).
36 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

trayecto dinámico de recursos económicos, de vinculaciones y de


legitimidad entre estas esferas que terminaba desdibujando sus
límites6. Expresado de otro modo, la red de poder local tuvo
nodos, piezas, vértices, actores, que actuaban superponiéndose
con los nodos del espacio partidario, ocupando posiciones y
adoptando roles, y estilos análogos.
Como el peronismo en su forma tradicional, la impronta
personalista de la política santiagueña, en el sentido del
imperativo del líder como elemento aglutinante, pero también
del modelo de intercambio personal entre el referente político y
el demandante individualizado, las redes clientelares de poder y
movilización electoral y la sobrerrepresentación del esquema de
mediadores políticos, constituyen elementos que ayudan a trazar
una cartografía de la estructura de dominio juarista.7
En Santiago del Estero la caída del régimen juarista puede
inscribirse teóricamente en un proceso de ‘crisis de hegemonía’ o
‘crisis del Estado en su conjunto’ que según Gramsci se
caracteriza por la crisis del Estado y de las formas de organización
política, ideológica y cultural de la clase dirigente que ya no está
en condiciones de construir una orientación permanente y de
largo alcance, abriéndose entonces una brecha entre
representantes y representados8. La dificultad de relatar la crisis,
radica en que no puede tratarse como un conjunto de

6 Salas, (Op. Cit: 121) se refiere al ‘Juarismo-justicialista’ como un ‘Partido-Estado’ donde los
líderes con normas y procedimientos de excepción, transformaron el partido en una
herramienta personal y trasladaron al gobierno el funcionamiento partidario.
7 A nivel del territorio provincial el esquema de dominación se basó en mantener bajo el
dominio del partido-gobierno a un conjunto de jefes territoriales, fueran estos intendentes o
cabezas de los comisionados municipales, en ambos casos bajo mecanismos de presión fiscal
y jurídica y en el segundo designándolos discrecionalmente desde el ejecutivo. Cfr. Silveti y
Saltalamacchia y Schnyder en este mismo volumen acerca de las características del régimen
juarista en términos de sistema político sobre todo en los años de la caída.
8 Casas, 2004.
El Protector Ilustre y su régimen… 37

comportamientos diferentes a los que caracterizan el propio


orden que se está derrumbando. Como diría Gramsci: “[…] la
crisis no es más que la intensificación cuantitativa de ciertos
elementos, no nuevos y originales, mientras otros que antes aparecían
y operaban simultáneamente a los primeros, inmunizándolos se han
vuelto inoperantes o han desaparecido del todo.” 9 Sin embargo es
necesario hablar de crisis para mostrar que algunos rasgos del
régimen y el partido no pueden sustancializarse, sino que
responden a un proceso histórico concreto.
Esta crisis en Santiago del Estero, está relacionada
directamente con las tensiones propias de un liderazgo
carismático en decadencia que a su vez se asocian estrechamente
con la edad avanzada de Carlos Juárez10 y por lo tanto se definen
en el campo del clásico problema de la sucesión. De un modo
cabal no podría saberse desde cuándo el ‘pos-juarismo’ fue una
realidad latente en el partido, y en todo caso diré con Gramsci
que las crisis son un proceso complicado y de larga duración en el
que operan múltiples tendencias y contratendencias11. Al mismo
tiempo que la crisis era una situación inherente a la estructura de
poder y al estilo de dominio que había configurado el juarismo
basado en gran medida en la capacidad de generación de
consenso de Carlos Juárez. En su propio seno estaba latente la
posibilidad de la contingencia, porque el poder y Carlos Juárez
constituyen entidades naturalmente contingentes.
Con todo, me equivocaría en situar a Santiago como un
territorio política y culturalmente amurallado, y en cambio
propongo reconocer que tales procesos de resquebrajamiento de
un orden de poder y de viejas subjetividades en Santiago, están

9 Gramsci, 1999. Cuadernos de la Cárcel. Cuaderno 14 (I). Tomo 4 pp. 179.

10 Este puede resultar un razonamiento obvio pero es necesario enfatizar en él. El equipo ha
trabajado esta hipótesis en varias ocasiones.
11 Casas, Op. Cit.: 3.
38 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

profundamente afectados por los procesos de trastocamiento en


los modos de representación atados a las formas de partidos en las
últimas dos décadas, que han sido archi trabajados para las
grandes ciudades, pero que merecerían investigaciones profundas
en el nivel subnacional, donde resulta equivocado trasladar
modelos que tienen como horizonte una modernidad homóloga
y carente de fisuras.
La hegemonía electoral del PJ-Juarista en los últimos años
frente al sistemático desvanecimiento de las alternativas
opositoras, no impidió sin embargo que estuviera sometido
abrumadoramente en una plataforma de inestabilidad
institucional y política llegando por ejemplo a incorporar en su
propio discurso y en su práctica de dominación jurídica el
concepto de “emergencia política”.12 Así, los vaivenes de Carlos
Juárez y su esposa en cuanto a su retiro efectivo de los cargos
formales de gobierno13 se sumaron a un manejo discrecional de

12 En el mes de julio de 2002 el PJ dispuso por iniciativa de Carlos Juárez –quien entonces era
“Asesor de los Poderes Ejecutivo y Legislativo”-, declarar la “emergencia política” en la
provincia, un instrumento legal que permitió disponer libremente los tiempos electorales.
Mediante una ley aprobada por la legislatura provincial –de amplia mayoría juarista- se hicieron
caducar los mandatos del gobernador en ejercicio –electo por la renuncia de Juárez y de su
esposa a fines de 2001- y de los cincuenta diputados provinciales. A la vez, se reimplantaba la
ley de lemas para sortear la exigencia nacional de internas abiertas y se convocaba a una
Convención Constituyente para dar cobertura a la caducidad de los mandatos. La estrategia
juarista le permitía sustraer la provincia a la interna del PJ nacional y, a la vez, reforzar la
legitimidad de un gobierno electo por la legislatura provincial, en momentos en que la oposición
se encontraba extremadamente debilitada y a corto plazo sin posibilidades de restablecimiento
de su capacidad política. Gabriel Vommaro, (2004).
13 Carlos Juárez ensaya varias formas de retiro. Primero (cuando ya tenía 84 años) renuncia
en octubre de 2001 a la gobernación que había asumido en 1999 por supuestas
recomendaciones de sus médicos, y asume en diciembre como Senador Nacional. Las
dificultades del gobierno provincial, su salud quebrantada y la crisis política nacional de ese
mismo diciembre (había sufrido en enero un escrache en un centro comercial porteño) lo
llevaron a renunciar dos meses después a la senaduría para volver a la provincia. En adelante
ocupó el cargo creado para él de ‘Asesor del Poder Ejecutivo y Legislativo’ y de ‘Protector
Ilustre de Santiago del Estero’. El primer título le permitía seguir controlando formalmente las
decisiones y funciones de gobierno, y el segundo, ubicado por fuera de la estructura jerárquica
de gobierno, lo consagraba definitivamente a un plano trascendental. De allí no parecía tener
retorno, hasta que en marzo de 2004 las causas judiciales que pesaban en su contra lo obligan
El Protector Ilustre y su régimen… 39

los tiempos electorales, estrategia que buscaba resolver la crisis


interna pero que también la expresaba, y que desde la dimensión
más amplia de la legitimidad electoral puede interpretarse como
objeto de impugnación en la abstención atípica que caracterizó la
elección provincial de 200214.
La crisis del régimen y del PJ juarista, según entiendo, puede
identificarse en un doble trazo cuyas líneas hace simultáneamente
exacerbar: lo coercitivo y lo simbólico. Tanto en su dominación
completa como al interior del partido el abuso de poder que no
es un rasgo natural a todos los gobiernos de Juárez sino que
resultan particularmente ostensibles en la última etapa, son
consecuencia de la concentración absoluta de poder en dicho
espacio15, pero a la vez ilustran el proceso que describe Gramsci
en donde la clase dominante pierde el ‘consenso’, deja de ser
‘dirigente’ y pasa a ser únicamente ‘dominante’, detentadora de

a descender al mundo material, asumiendo como Ministro de Economía del gobierno de Marina
Aragonés, suponiendo de que los fueros lo protegerían.
14 La abstención creció de manera notable (10 puntos) respecto de los valores históricos,
tradicionalmente altos en la provincia. Mi interpretación es creo complementaria a la de Gabriel
Vommaro (Op. Cit.) quien sostiene que la no concurrencia a votar perjudicó más a las
alternativas opositoras, puesto que el Juarismo no sólo obtuvo un mayor porcentaje de votos,
sino también mayor cantidad de votos en números absolutos respecto de elecciones anteriores
(hay un crecimiento de 15,88 puntos). El autor interpreta que “el cambiante voto no peronista,
que había fluctuado entre las diversas propuestas que buscaban disputar ese espacio, por
primera vez abandona las opciones existentes y se abstiene de votar”, lo cual marcaba una
“creciente desilusión de vastos sectores santiagueños con las sucesivas alternativas al
juarismo”. Entiendo que este tipo de respuesta debe también leerse como un trazo de objeción
general al sistema político que dirigía el PJ subordinando complementariamente al resto de los
partidos.
15 Es interesante la alegoría con la que Nicolás García, dirigente, intelectual orgánico de larga
trayectoria en el PJ-juarista (especialmente desde la rama de la Generación Intermedia) antes
de mediados de los ‘90, y muy cercano a los Juárez, describía este proceso: “Yo creo, yo lo
comparaba a Carlos Juárez con Calígula. Digamos, cuando un tipo llega ya al sumun del
poder, donde ya el tipo ya considera de que no hay barreras. Entonces Calígula ¿qué hizo?, él
se decretó Dios y lo hizo emperador al caballo. Y Carlos Juárez se decretó Protector Ilustre y la
hizo gobernadora a la mujer. Y esa fue la caída del imperio...” Entrevista realizada el 27-06-06
por Mariana Godoy y Marisa Silveti.
40 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

la pura fuerza coercitiva16. Por otro lado, he desarrollado en otro


trabajo17 el modo en que los títulos simbólicos a Carlos Juárez y
su esposa prefiguraban la compleja modalidad de resolución del
problema ligado al retiro del primero, la sucesión y el modo en
que los actores de poder se irían acomodando en tal escenario18.
Otras prácticas de interpelación semiótica como la fabricación de
grandes actos del Estado-partido, ya sea en marcos electorales en
fechas de celebración partidaria o de aniversarios de gobierno, se
convirtieron tanto por su recurrencia como por su majestuosidad
en las manifestaciones por excelencia de la ‘forma cultural’ que
asumieron los años finales del régimen.
En esta etapa en el espacio dirigencial, se encrudecen las
disputas internas o lo que ya Vommaro (2004) llamó la ‘lucha
por la herencia’19, que animó un doble proceso de quiebres de
lealtades y definición de nuevas alianzas estratégicas en muchos
casos no reconocidas o realizadas en un terreno oscuro y ríspido,
con la intención de reposicionar a dirigentes y referentes en el
escenario de la transición20. Así, algunos juaristas encumbrados de

16 Grisoni, Dominique y Maggori, Robert, 1977. “Guida a Gramsci”, Milán, Biblioteca Universal
Rizzoli, 1977.
17 Godoy, 2007 (b).

18 “Así, la postrimería a la caída de los Juárez se caracterizó por la construcción de un Estado-


Partido parado sobre los hombros de dos líderes que tenían un doble cuerpo: uno ubicado al
interior de la estructura de poder formal, y otro de orden simbólico, que se prolongaba hacia la
inmaterialidad espiritual. La característica común a ambos cuerpos sin embargo, residía en que
requerían centralidad, y fue allí adonde se orientó la energía expresiva y los recurrentes
dramas del Partido-Estado juarista”. Godoy, 2007 (a)
19 El autor explica: “La cuestión de la herencia de Juárez ha sido, en los últimos años, uno de
los factores explicativos fundamentales de las disputas internas del peronismo santiagueño”.
20 Según Gramsci la crisis de hegemonía es también una crisis de los partidos y las
coaliciones gubernamentales y está caracterizada por la división de partidos, recurrentes crisis
internas y choques permanentes entre las diferentes camarillas, puesto que cada fracción se
considera a sí misma la única en condiciones de superar la crisis del partido. Casas, (Op. Cit.:
4).
El Protector Ilustre y su régimen… 41

vieja data lograron abrirse formando sus propias coaliciones21.


Bajo este meneo, el equilibrio lealtad/traición respecto a los
líderes se alteraba con cada conducta sospechosa o sospechada de
felonía al interior de la cúpula de poder, y las prácticas de
‘decapitación’ y ‘castigo ejemplificador’ a funcionarios, dirigentes
y empresarios cercanos al gobierno, se distribuían
desordenadamente llegando a adquirir por su cantidad e
intensidad la forma de una ‘casa de brujas’22, proceso que
también adquirió una forma altamente ritualizada. No es menos
relevante en la textura del ocaso, el privilegio de dirigentes en la
cúpula ignotos23, y rendidos en jocosa y permanente pleitesía
hacia los líderes.24

21 Vommaro, (2003) llamó a este proceso “fragmentaciones hacia fuera” y encontramos casos
como los de Francisco Cavallotti, José (Pepe) Figueroa y Ramón Vargas. De todos modos,
esta apertura no estuvo exenta de respuestas coercitivas por parte de Juárez. El 18 de julio de
2002, un día antes de la visita a la provincia del pre-candidato a presidente Carlos Menem en
el marco de la campaña electoral para las elecciones que por entonces estaban programadas
para diciembre de 2002, cerca de 400 personas saquearon el domicilio particular del
menemista José Figueroa. Mercedes ‘Nina’ Aragonés fue imputada como instigadora a raíz de
este caso, Carlos Anauate, presidente de la JP por “robo en poblado y en banda, y daños”.
Apenas llegada la intervención se lo imputó por el mismo caso a Jorge D'Amico, fue detenido el
ex jefe de Policía, comisario general (R) José Tomás Lescano y hasta quedó bajo rejas el ex
gobernador Carlos Díaz.
22 Silveti, (Op. Cit.). Para este cometido fue usual la fabricación de causas judiciales a los
supuestos infames. Los casos más paradigmáticos de los últimos años son los de la dirigente
de la Rama Femenina Cristina Flores en 2001, del empresario Victorio Curi y del ex
gobernador Carlos Díaz en diciembre de 2002. Antes también existió este tipo de mecanismos
de exclusión, y podríamos nombrar como ejemplos las causas iniciadas al entonces ex
gobernador (1987-1993) César Iturre en 1995, y al también ex gobernador Javier González
(1952-1955) en 1955; sin embargo hipotetizo que en aquellos momentos había todavía margen
de discrecionalidad y de objetivar el conflicto vía canales abiertos a la competencia partidaria.
23 Como veremos una de las características estructurales del liderazgo de Carlos Juárez es la
escasa formación de cuadros dirigenciales intermedios, cuyos miembros pudieran convertirse
potencialmente en sucesores.
24 La expresiones discursivas de lealtad a los líderes por parte de los dirigentes del partido
llegaron a volverse extravagantes, bufonas, casi rosando un surrealismo político que ha de
haber sido extraño hasta para los mismos oradores. Ver por ejemplo el discurso de Carlos Díaz
en el análisis de un acto electoral en el trabajo sobre los actos antes citado.
42 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

El conflicto también se intensificó entre las ramas del partido


y entre los cuerpos dirigenciales que se ubican en su interior,
conforme la Rama Femenina iba conquistando con la ayuda de
‘Nina’ Juárez mayor terreno de poder25. El crecimiento de ‘Nina’
Juárez en la estructura de poder del partido y su asunción como
gobernadora en diciembre de 2002, con escasa capacidad de
consenso partidario e incorporando más bien conductas
arbitrarias y grotescas, que acentuaban la tensión interna, expresa
y de cierto modo consuma la decadencia.
En el nivel de la estructura de base, podemos sugerir que las
postrimerías de la caída final se expresa en una composición de
las bases militantes con escasa formación doctrinaria,
pertenencias mayormente mediadas por recompensas de orden
material, que además son estructuralmente escasas, y vínculos por
lo tanto más efímeros e inestables. Por momentos los vínculos
entre dirigentes, mediadores y militantes aparecen relajados26 o
sujetos a los mecanismos cohesivos de la coyuntura y en otros,

25 La idea de “enfrentamiento” entre la Rama Femenina y la Juventud Peronista no es admitida


por ningún dirigente que entrevisté de ambos grupos. La observación de las homólogas
estrategias de movilización y búsqueda de visibilidad y reconocimiento de ambos grupos
durante los actos comiciales y los actos de celebración ritual del Estado-Partido en los últimos
años, en un espacio partidario con recursos materiales y de reconocimiento escasos, me
permiten fundamentar el esquema del conflicto. Esto sin contar el enfrentamiento abierto
ocurrido durante el acto de asunción de ‘Nina’ Juárez, cuando un grupo de integrantes de la JP
buscó desplazar de sus lugares a mujeres de la RF arrojando bombas de estruendo a sus pies.
Ver Godoy, 2007 (a).
26 Esto ha podido particularmente observarse en el desempeño de las redes partidarias del PJ-
juarista en 2003 en comparación con su desempeño en la jornada electoral de 2002. En el
ámbito del operativo de movilidad de electores operó una ingeniería con piezas desajustadas,
y en particular en referencia a la RF, un relajamiento de los mecanismos estrictos de control de
sus movilizadores y electores que derivó en un procedimiento poco prolijo y efectivo, e incluso
por momentos caótico. Como una explicación principal a este comportamiento hemos dicho
que la articulación entre dirigentes, movilizadores y demás militantes requiere de mecanismos
de referenciamiento simbólico en diferentes niveles, es decir tanto respecto a la presencia
carismática de los líderes como de los actores más ligados a los diversos círculos conformados
alrededor de dirigentes barriales, requerimientos en decaimiento durante esta etapa. Godoy,
Op. Cit.
El Protector Ilustre y su régimen… 43

especialmente en la RF, adquieren formas cargadas de violencia.


Así, en abril de 2003, el triunfo de la fórmula Menem-Romero
en la elección a presidente, posibilitando el crecimiento del
peronismo no juarista por sobre el peronismo juarista a nivel de
la elección a diputados nacionales, refiere especialmente a la
erosión de las bases de legitimidad del partido, y a la diáspora de
sus ‘redes flotantes’.27

La estructura partidaria del PJ-Juarista


2.1. Una descentralización centralizada
El partido Justicialista-Juarista al menos en el periodo en el
que me he concentrado, se estructuró sobre la combinación de
un esquema de centralización y jerarquización respecto a los
líderes y a los dirigentes ligados a estos, con una relativa
autonomía de diferentes redes dirigenciales conformadas
alrededor de referentes intermedios, aunque también altamente
jerarquizadas28. La contradicción estructural entre la
centralización y la segmentación es aun más clara en el espacio de
las celebraciones rituales y de masa del juarismo, donde el aspecto
de la rivalidad entre segmentos de poder que la tendencia
‘centrípeta’ propia del ritual del Estado, es decir, el efecto
unificador de las ceremonias bajo el liderazgo de Carlos Juárez y
su esposa, tienden a borrar, olvidando las fuerzas ‘centrífugas’
propias de la estructura de dicho estado, es decir, el carácter
intrínsecamente dispersor y segmentario de la política juarista,
que estaba hecha también de un sistema de poder compuesto por

27 Este concepto se ha tomado de Levistky (2001) y será desarrollado posteriormente.

28 En este volumen Vommaro también se ocupa de una descripción de la estructura de redes


locales y territoriales (barriales, municipales y provinciales) sobre las que se articuló el
juarismo, poniendo cierto énfasis en el funcionamiento de los “mediadores” políticos. Habla
asimismo de una “jerarquía descentralizada” y de una profunda fragmentación de las bases del
partido. Avanza además sobre la pregunta de qué sucede con dicha estructura, cuando el
centro organizador (es decir los Juárez) ha desaparecido.
44 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

docenas de dirigentes independientes o semi-independientes en


mayor o menor grado.29
En otro aspecto de ese orden de configuración, no es sesgado
decir que en la estructura de interacción tanto vertical como
horizontal predominaron formas de regulación que no pueden
describirse a partir de la lectura de una base reglamentaria, lo cual
no significa que los modos de organización y actuación no
hubiesen estado incorporados a una racionalidad práctica que es
necesario descubrir pero que en este artículo no alcanzamos aun a
problematizar.

Centralización, Verticalidad y relativa formalidad


En términos teóricos es útil incorporar la idea de ‘partido
carismático’ en el sentido de la identidad entre partido y líder, y
en que la organización partidaria y la carrera política se funda
primariamente en vínculos personales y lealtades directas con el
líder. Hay en este sentido, una ausencia de reglas de
funcionamiento estandarizadas y una negación de las formas
burocráticas de los partidos tradicionales.30
El partido se constituyó como una estructura vertical
sostenida sobre la personalización y un fuerte liderazgo tanto de
Juárez como de su esposa con rasgos que mediaban entre el
carisma y la violencia tenaz de la espada, y sus miembros se
instalaron en un esquema de participación sujeta a la más estricta

29 La idea de oposición entre una ‘alta centralización’ en el aspecto representacional y ‘alta


dispersión’ en el componente institucional de la vida política ha sido tomada de Clifford Geerz,
(Op. Cit.: 35 y 228). El autor agrega “el elemento cultural iba desde la cima hacia abajo y del
centra hacia fuera. El elemento del poder crecía desde el fondo hacia arriba y desde la periferia
hacia adentro” (Pág. 35).
30 Este tipo de partido lo describe Panebianco, (1988), pero yo lo tomo de Steven Levistky, Op.
Cit. y de Ana María Mustapic (2002). Ambos autores, ubican el componente carismático del
partido peronista en sus orígenes, es decir, en el periodo comprendido entre 1943 a 1955.
El Protector Ilustre y su régimen… 45

disciplina vertical descendente31 donde los líderes decidían sobre


promociones, inclusiones y remociones de dirigentes. Así, tendió
progresivamente a eliminar a sus adversarios o disidentes internos
bajo el mecanismo del escarmiento público y de naturaleza
providencial, como he mencionado anteriormente, o bien a
obligarlos a conformar fuerzas electorales alternativas.
Pero concretamente ¿qué lugar ocupaba en este esquema
partidario la estructura formal del partido y del gobierno? Según
Norma Salas (op cit: 113-115) Juárez se sirvió de la modificación
de la Carta Orgánica Partidaria en 1999 como uno de los
instrumentos (junto a la reforma de la Constitución Provincial en
el año ‘97 y de la modificación de la ley electoral) que a la vez
refrendaba y posibilitaba la hegemonía de Carlos Juárez en la
conducción del partido y del gobierno. Asimismo, sobre todo la
definición de candidaturas 32, o la misma modificación del
estatuto partidario, quedaba sujeta a la llamada Mesa Ampliada
que era un desdoblamiento delegativo del Congreso Provincial

31 Norma Salas (2002: 115-121). La historiadora santiagueña se refiere a una ‘dictadura del
partido’, y prefiere hablar de Juarismo-Justicialista y no de Justicialismo-Juarista tanto porque
la estructuración y la identidad del partido se construía sobre el dominio de sus líderes, como
porque el partido en Santiago tuvo relativa independencia del Justicialismo a nivel nacional.
32 Un dirigente de base de la JP perteneciente a un grupo periférico de dicho sector,
comandado por el luego Concejal Alberto y enfrentado al grupo oficial que dirigía Carlos
‘Pololo’ Anauate, expresaba respecto a un proceso concreto de definición de candidaturas: “…
no sabíamos en qué puesto íbamos. Entonces bueno ahí empieza, ahí era andar todo. O sea
previo fue como tres cuatro meses, digamos, no era un día eran tres meses de andar todos los
días, ir a Casa de Gobierno, relacionarte con los otros dirigentes. Ahí sí, de Rama Política, de
Generación Intermedia, que iban dentro de la lista los que estaban convocados pero nadie
sabía en qué puesto iba. Entonces, -no que mirá que te cedo este lugar que no pero ¿vos
quieres ir primero? No, yo quiero que vos-, bueno, la cosa es así, al fin y al cabo la lista la
decide Carlos Juárez” “(…) en reuniones íntimas digamos entre los máximos dirigentes”
(Pablo, 29-12-2004) Como vemos, el trayecto previo a la definición del orden de los candidatos
era un proceso prolongado y complicado de negociaciones en estamentos intermedios o de
cúpula pero siempre sujetos al dictamen final de Carlos Juárez. La incertidumbre mientras
tanto los colocaba en la situación de competir o solidarizarse entre sí, y esta es una realidad
que no está contenida ni en los estatutos ni en la cabeza del hábil estratega Juárez, y que
debe ser estudiada de otra manera.
46 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Partidario, y la conducción real del partido en manos de la Mesa


Directiva, conformada por siete miembros.33

‘Redes flotantes’ segmentación e informalidad en


la organización dirigencial del PJ-Juarista
Hemos dicho en otro artículo que la versión del partido como
órgano centralizado y jerárquicamente organizado es necesaria
como una primera aproximación, pero puede hacer suponer que
en la práctica política sólo tienen injerencia los
condicionamientos estructurales introducidos por la estructura
partidaria y que el sostenimiento del régimen está únicamente
asociado a la dominación34.
Steven Levistky (Op. Cit.) encuentra que el énfasis académico
en la debilidad de la estructura formal del PJ relegó el análisis de
su vasta organización informal. Algunos rasgos desarrollados por
este autor de modo más específico respecto a la infraestructura
organizacional de base del PJ y en referencia a las
transformaciones experimentadas en la organización partidaria
del justicialismo durante los ‘90 pueden ser tomados para
presentar al PJ-juarista.
Podemos entender al partido dominado por Carlos Juárez tal
como el autor entendió al peronismo, esto es, como un partido
de masas en el sentido que mantuvo una extensiva infraestructura
de base y fuertes vínculos con las clases bajas y trabajadoras de la
sociedad, como así también una subcultura fuertemente
enraizada y un electorado de pertenencia estable. (pág. 32)35

33 A partir de 1997 además, la ley electoral estableció que las vacancias en diputados serían
cubiertas por el partido. Salas, (Op. Cit.: 115).
34 Schnyder y Godoy, (2006).

35 Salvo quizá cierta revisión a la categoría “trabajadora” al menos considerada en su sentido


clásico, no creo que se pueda cuestionar esta traspolación al caso que me ocupa, esto es, ni
El Protector Ilustre y su régimen… 47

Levistky afirmaba además que los vínculos de masas son


informales antes que burocráticos puesto que el poder, los
recursos, la información, las carreras políticas pasaban a través de
redes semi-autónomas e informales antes que por la estructura
formal del partido (Pág. 32).
Asimismo las reglas de juego no están bien
institucionalizadas36 (Levistky se refiere al peronismo como un
estado de sub-institucionalización) y en cambio eran disputadas,
evadidas o modificadas. De hecho la sede central del Partido
Justicialista en Santiago del Estero, ubicada en Av. Belgrano y
Alem, tenía un rol indefinido, y el lugar que podía aparecer como
el de mayor institucionalización en la organización era la propia
Casa de Gobierno. Una exploración que penetra más en la
dinámica interna de los grupos dirigenciales mostrará que la
conducción central y formalizada del partido, o la supuesta
destreza estratégica de Juárez, no alcanza a explicar las pujas en
los niveles estamentales más bajos. En la JP por ejemplo, la
definición de candidatos en el ámbito territorial de los gobiernos
parlamentarios municipales, aunque estuviera siempre sujeta al
dictamen final de Carlos Juárez, se incorporaba a un trayecto
previo prolongado y complicado de negociaciones en estratos
intermedios o de cúpula, y la incertidumbre mientras tanto ponía
a dirigentes de base en la situación de competir o solidarizarse

sobre la gran cantidad de miembros que participaban de una u otra forma del partido, ni sobre
su arraigo en sectores populares o barrios marginales urbanos, ni sobre la conformación de un
electorado cautivo alrededor del PJ. De todos modos carezco de datos concretos sobre la
cantidad de miembros del partido, o sobre la cantidad de unidades básicas existentes en
Santiago y menos aún cuento con información sobre la composición socio-económica de sus
integrantes. Es que el partido por las características que relato inmediatamente no tenía
registros de este tipo, y sólo algunos dirigentes tenían asientos parciales de los miembros de
sus unidades (ellos les llamaban censos) para el momento de gestionar los planes sociales o
recursos del estado.
36 No pude obtener una carta orgánica del partido de ninguna de mis entrevistadas. Una
dirigente argumentó que la había quemado cuando llegó la intervención, otra que la había
traspapelado, otras tres nunca la habían tenido.
48 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

entre sí37. En el ámbito de las Unidades Básicas (UBs), he


comprobado que dos entre cinco de las dirigentes de la RF
entrevistadas, manifestaron haber tenido alguna vez una carta
orgánica del partido, en cambio entre los hombres la circulación
del estatuto parece haber sido más frecuente, lo cual me permite
arrojar la hipótesis de que la formalidad, vinculada más bien al
concepto de “razón” estaba también atada a una dinámica de
género al interior del partido.
Por otro lado Levistky introduce la ‘segmentación’ y la
‘descentralización’ de los componentes de la organización del
partido, como rasgos derivados de su carácter movimientista. El
primer rasgo refiere a la ausencia de vínculos horizontales entre
los componentes del partido, las sub-unidades son mayormente
autónomas unas de otras y no hay interacción regular entre ellas.
(Pág. 57). Este componente es perfectamente aplicable para el PJ-
juarista, la vida de las unidades básicas y territorios dirigenciales
transcurría mayormente sin contacto, salvo en las grandes
movilizaciones, cuando los diferentes grupos confluían bajo
mecanismos de solidaridad o enfrentamiento. La separación por
géneros que era un rasgo estructural del funcionamiento
partidario, hacía aún menos probable el contacto, porque
distanciaba cotidianamente a hombres y mujeres.
Desde otro concepto que alude también a la idea de
segmentación, el partido se estructuró sobre un armado de “redes
flotantes”38 comandadas por referentes territoriales que se

37 Esta premisa la construyó en base a las entrevistas realizadas a Pablo, ver referencias en
nota Nº 40.
38 Levistky explica que los peronistas generalmente ven a sus agrupaciones como algo externo
al partido, pero dentro del movimiento. (Op. Cit.: 77). De esta forma los límites del PJ son
fluidos: “las agrupaciones ‘flotan’ adentro y afuera con relativa facilidad”. En el caso del PJ en
Santiago, hasta las elecciones de 2004 el afuera, era a lo sumo situarse con exterioridad al
comando de Carlos Juárez o ‘Nina’, pero siempre dentro de los límites del partido. Sin embargo
esto se altera cuando en las elecciones a gobernador de febrero de 2005 muchas de estas
El Protector Ilustre y su régimen… 49

articulaban respecto una u otra candidatura en cada elección de


acuerdo tanto a los intereses organizativos de la red como a las
afinidades carismáticas de los participantes, (Vommaro, 2004) lo
cual explica, la diáspora de dirigentes y sus bases militantes hacia
candidatos alternativos en las elecciones a diputados nacionales
de abril de 2003.
El segundo aspecto, el de la descentralización, debe ser para el
caso del PJ-juarista tomado con mayor cuidado pero está sin
duda presente. Remite a la ausencia de vínculos verticales en la
organización y para lo que nos interesa al hecho de que los
componentes de base están desconectados o son mayormente
autónomos respecto a los líderes centrales del movimiento y de la
burocracia formal.39
El hecho de que el PJ-Juarista combinó efectivamente la
centralización con la descentralización y segmentación se aprecia
en el trabajo de base que con recursos propios y sin el
conocimiento de Carlos Juárez, lleva adelante a lo largo de
aproximadamente seis años un grupo dirigencial de la JP, más
aun, enfrentado a la línea oficial de dicha rama, pero sin embargo
buscando paciente pero inexorablemente el reconocimiento
político y simbólico del líder máximo.40

redes se incorporan a Bases Peronistas y trabajan para el triunfante Frente Cívico de origen
radical.
39 Levistky dice que el PJ no impone constreñimientos sustanciales sobre sus dirigentes y
activistas y carece de mecanismos efectivos para disciplinar sistemáticamente a las ramas
inferiores. (Pág. 58) En parte no es aplicable esta premisa para el PJ-juarista. Juárez y ‘Nina’
tenían efectivamente mecanismos de coacción para disciplinar a sus dirigentes, a algunos de
ellos ya los hemos expuesto pero se requieren posteriores indagaciones que no entiendan la
coacción como un procedimiento lineal, sino como una práctica que involucra al subalterno
activamente.
40 Como he referido antes, se trata de una vertiente marginal de la JP no alineada y enfrentada
a la dirección oficial de Carlos Anauate, dirigida por Alberto quien en setiembre de 2003,
“después de seis años de trabajo” accede a una concejalía en la capital santiagueña. Tenía su
dominio territorial especialmente en la zona oeste de la capital. Pablo, dirigente de la unidad
básica principal de Alberto relata este trayecto: “fuimos a pedir audiencia miles de veces,
50 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Puedo decir desde mi indagación, que al menos en el


funcionamiento de la Juventud Peronista (JP) y de la Rama
Femenina (RF) que la cadena de mando directa militantes-
dirigentes-líderes, operaba con mayor fuerza en los grupos
dominantes de dichas facciones, que en el caso de la RF
correspondían al liderazgo de Cristina Flores41 hasta el año 2001,
y de otras dirigentes menores, y al mismo tiempo en los círculos
o escalafones más cercanos a los líderes. Esta centralización se
debilitaba entre las líneas marginales y en la medida en que nos
alejamos del área central, y es allí donde los vínculos personales
con referentes intermedios tenían mayor gravitación.

nunca podíamos tener una audiencia con Carlos Juárez, para hacerle ver nuestro trabajo
político y que nuestro trabajo político está todo registrado en carpetas […] la lucha por el poder
y de querer ser, de demostrarle que somos lo mejores y por el otro lado el otro grupo,
demostrando que nuestro trabajo o al menos que nos reconozcan nuestro trabajo[…] de alguna
manera de llegar al menos a que sepa, que se entere el doctor Carlos Juárez que nosotros
existíamos por lo menos. Entonces no pudimos llegar nunca nosotros… nadie se animaba
digamos de alguna manera a apoyarnos o a decir -no che-, mucha gente hablaba y nos
enterábamos de dirigentes importantes que decían: -no estos chicos se merecen […] Entonces
quedaba en eso, nadie, digamos, NADIE por ejemplo, muchos de esos dirigentes que han
dicho que nosotros nos merecíamos no fueron capaz cuando estaban en la mesa chica con
Carlos Juárez de decirle -mire Doctor, aquí hay un grupo que está trabajando y usted no sabe-
, o sea, hubo un hombre que nos dio una mano y… dirigente del interior que es un intendente
ahora y bueno, y nosotros le agradecemos y siempre, es decir, tenemos una buena relación
con él. […] la segunda satisfacción fue cuando Carlos Juárez tiró las carpetas y dijo cómo, yo
no estaba enterado de esto. O sea… él no sabía.” Entrevista a Pablo realizada por la autora
(29-12-2004).
41 Cristina Flores fue un personaje paradigmático de la RF. Fue diputada provincial desde 1997
a 2001 mano derecha y segunda referente más importante de la RF, especialmente en
términos de su capital político o capacidad de aglutinación de militantes, puesto que según
cuentan concentraba bajo su mando alrededor de cien unidades básicas. Era en ese sentido la
principal dadora o ‘traficante’ como la definió el periodismo en el momento de su exoneración,
de nombramientos y otros beneficios del estado como casas y resoluciones judiciales. En el
año 2001 sobre ella recayeron entre 15 y 23 causas según la fuente: se la acusaba del manejo
de la agenda de audiencias de ‘Nina’ y la mercantilización de candidaturas y cargos -
particularmente en el ámbito Judicial y educativo-, de la adjudicación arbitraria de viviendas y
presiones sobre trámites procesales en la justicia y de enriquecimiento. Las denuncias de
militantes y dirigentes hablaban de haber sido sistemáticamente ‘obligadas’ a comprarle
obsequios. En el año 2003 fue juzgada y absuelta por la Cámara del Crimen de Primera
Nominación. El sistema obligado de obsequios a Nina y Flores constituye el tema que investigo
actualmente.
El Protector Ilustre y su régimen… 51

Pero en todo caso la distancia y la relación entre los


componentes del partido es también de tipo representacional, es
decir que se puede advertir sólo al calor de la actuación y al
interior de los vínculos concretos, recreados y comprendidos
cotidianamente.

Las ramas partidarias y el principio de la


segmentación
El principio de la segmentación que incluye la división hacia
el interior y el aislamiento hacia el exterior fue característico en el
PJ- Juarista. Sobre todo en los últimos años, primó en su
organización y estructura de distribución de funciones, recursos y
poder, el fraccionamiento en Ramas Partidarias y cada una de
ellas operó como un verdadero grupo corporativo con símbolos y
un estilo de actuación propio.42
Dicha distribución, fue colocando a cada rama en una
posición determinada en la estructura de poder partidaria en cada
momento histórico, pero en la etapa que analizamos se sirvió
especialmente de la capacidad organizativa y de movilización
electoral de la Rama Femenina y de la Juventud Peronista
ubicándolas en lugares privilegiados.
La Rama Política nucleaba a los dirigentes maduros, de larga
y reconocida trayectoria en el partido y más próximos a Carlos
Juárez, que se caracterizaban por detentar formación doctrinaria

42 Nicolás García (entrevista ya citada) resumía esta estructura del siguiente modo: “…el tipo
(Juárez) te hacía jugar con la Juventud, que se rompa entero y logre esto, la Generación
Intermedia que logre esto, la Rama Política esto y la Rama Femenina esto. Y la Rama Gremial
también. Y después hacía un reparto conforme digamos, del desempeño de cada una de las
ramas, y ahí surgían los cargos de poder, las candidaturas a diputados, los cargos partidarios,
los congresales nacionales.”
52 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

y cierta preparación intelectual.43 En la etapa que analizamos esta


fue una de las ramas que perdió preponderancia y caudal de
miembros, puesto que la estructura del partido prescindió y
eliminó a dirigentes bien formados y en cambio privilegió a
aquellos con capacidad de movilización electoral, disciplina
partidaria o genuflexión hacia los líderes.44
La Rama Gremial, constituyó el brazo gremial de la
organización partidaria, ya sea que nuclearan a empleados
públicos o bien a trabajadores de las empresas privadas que de
todos modos sobrevivían por la demanda de la actividad estatal.
Tenía como función mantener a estos sindicatos bajo disciplina
del gobierno, evitando alterar la ‘paz social’ de la que tanto se
jactaba Carlos Juárez en sus discursos, y todo tipo de conflicto al
momento en que Juárez incorporaba medidas que atentaban
contra el estatus salarial o de derechos de los trabajadores de la
administración pública. A cambio, Juárez ubicaba a los
sindicalistas en posiciones estratégicas en el ejecutivo o en cargos
electivos. En esta rúbrica de reciprocidad entre el sector sindical y
el gobierno, estimo que esta rama tuvo que preocuparse menos
por legitimar su espacio y los recursos que este lugar le atribuían
que el resto de las ramas.

43 Norma Salas (ya citada) identifica en el justicialismo una minoría de ‘profesionales de la


política’, notables que configuraron un poder de tipo ‘oligárquico’ pero siempre sosteniendo su
posición sobre la base de la lealtad a los líderes. La autora nombra como caso especial a Darío
Moreno.
44 Nicolás García se refiere a este comportamiento como un ‘vaciamiento de formación de
cuadros’, bajo la estrategia de la ‘decapitación’, agregando “ahí podías entrar por la puerta
grande y te pasaban por la picadora de carne al otro día”. La principal explicación de este
fenómeno la encontramos en las características de la estructura de poder del partido y del
régimen, edificada bajo el liderazgo cada vez más absoluto de Carlos Juárez. Dentro de este
esquema no había lugar para posibles sucesores legítimos, y en todo caso como dijimos
anteriormente, la ‘lucha por la herencia’ se convierte en una instancia caótica, imprevisible, y
que ocurre en gran medida detrás del telón. La ausencia de formación de cuadros de liderazgo
intermedios es un factor que en el momento del desgaste, acelera la caída.
El Protector Ilustre y su régimen… 53

La Generación Intermedia, es la más nueva, y se funda


oficialmente en 1988 conteniendo a dirigentes y militantes que
habían superado los 30 años, que “tenían todavía la pujanza de los
jóvenes”, pero que no estaban en condiciones de “ir a pelear con
los sapos de bronce del juarismo” como nos relata su fundador.45 Se
trataba de “encontrar un carril de militancia que no colisione con lo
que ya estaba estructurado” y además de crear un espacio de
militancia activa, cuando la Rama Política venía en caída y
cuando Carlos Juárez se encontró con un gobernador que salido
de su propio riñón, estaba buscando estructurar una línea
alternativa al PJ-juarista46 Privilegió la incorporación de
profesionales jóvenes con ‘vocación militante’, incorporando
actuaciones similares a las de la rama de la Juventud en instancias
de movilización electoral o de pronunciamiento colectivo
mediando el choque, aunque buscó al mismo tiempo
democratizar el funcionamiento interno. Otro entrevistado
expresa que muchos de sus integrantes se habían formado en la
tradición setentista y que ello es lo que podría explicar su
formación política.47 Tampoco esta rama tiene un lugar definido
en la etapa que nos interesa, y en todo caso es eclipsada por la
Juventud Peronista.
La Juventud Peronista y la Rama Femenina, tuvieron roles
similares en la estructura del partido de los últimos años, y mi
investigación me habilita a decir que compartieron en gran

45 Ex dirigente ya citado (27-06-06). Según nos relata el entrevistado, esta rama no existió
nunca a nivel nacional, y en Santiago existió ‘de hecho’, porque nunca fue incorporada a la
Carta Orgánica del partido.
46 Estoy hablando de la ruptura partidaria de César Iturre y a Carlos Juárez y la fundación en
1988, por parte del primero del partido de la Corriente Renovadora estando ya en el gobierno.
Según Salas (op. cit.) César Iturre fue dueño del gobierno pero no del Partido Justicialista,
cuya conducción se había asegurado Carlos Juárez.
47 Entrevista a Gustavo, ex integrante de la Generación Intermedia.
54 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

medida estilos de organización, funcionamiento y actuación.48


Lideradas por el controvertido Pololo (Carlos) Anauate49 y por la
esposa de Carlos Juárez, la ‘Señora’ Mercedes Marina Aragonés
de Juárez, ambas conformaron extensas redes de militantes y
unidades básicas, y actuaron fecundamente en instancias de
movilización partidaria en épocas electorales o al momento de
montar rituales de legitimación de los líderes. Operaron también
en el área sensible de la acción social y fueron capaces de
conformar espacios vitales de participación y pertenencia entre
los sectores populares. La Juventud50 se diferenció de la RF en
que detentaba la función de ser la ‘fuerza de choque’ siguiendo a

48 Si bien por ejemplo el área de acción social estaba confinada simbólicamente a la RF


porque se relacionaba a la performance de ‘Nina’ Juárez, los varones de la JP también
incorporaron en sus actividades cotidianas la cobertura de ‘algunas necesidades básicas’ en
sus barrios, ya sea gestionando medicamentos, leche o cajones para velar a fallecidos en el
Ministerio de Bienestar Social, movilizando camionetas de militantes para trasladar a enfermos,
construyendo piezas para sus dirigentes, etc. Igualmente, los festejos del día del niño que
eran tarea legítima de la RF, se organizaban dos o tres fines de semana después del domingo
correspondiente, para evitar enfrentamientos con dicha rama, pero se hacían al fin del mismo
modo. (Entrevista a Pablo, ya citada)
49 Con más de 40 años comandaba la rama de la Juventud, fue Diputado provincial entre 2000
y 2003, candidato a Diputado Nacional en abril de 2003. Estuvo preso desde octubre de ese
año, durante 14 meses, implicado en el Doble Crimen de la Dársena. El 30 de setiembre había
sido expulsado de la Cámara de Diputados de la Provincia por ‘inhabilidad moral’. Tiene
también un grueso prontuario de causas penales en su contra. Una, por la detención irregular
del ex vicegobernador Darío Moreno. Otra de ellas, como imputado por “robo en poblado y en
banda, y daños” en el ataque a la casa del diputado nacional José Oscar Figueroa, en 2002, y
otra causa con características similares durante el el Santiagueñazo en el ‘93. Otro juzgado
federal investiga a Anauate por “presunta actividad de tenencia y consumo de
estupefacientes”. Otro caso es por “extorsión”, originado en denuncia formulada por policías en
actividad que aseguraron recibir presiones por parte de Anauate que, “valiéndose del cargo
que ostentaba, exigía a cada uno una suma de dinero que oscilaba entre 70 y 100 pesos todos
los meses bajo amenaza de ser trasladado a lugares inhóspitos”, En noviembre de 2006 al
renunciar Omar Salim a su banca en la Cámara Baja de la Nación, fue impugnada la sucesión
de Anauate por considerar que “no es digno y carece de idoneidad moral”. (Página 12. 18-11-
2006)
50 Un militante de la Juventud nos aclara que esta rama no estaba incluida en la Carta
Orgánica. Estuvo incluida en la época de la Intervención Federal de Schiaretti pero luego se la
eliminó del estatuto. Las razones según él son que ‘Pololo’ Anauate estaba excedido en edad.
El Protector Ilustre y su régimen… 55

Vommaro (2004)51, empleando en algunos casos recursos por


fuera del partido como las hinchadas de fútbol52. Ambas ramas
tuvieron un lugar prioritario en los cargos de funcionarios de
gobierno, en cargos legislativos municipales, provinciales y
nacionales, en cargos partidarios y en el acceso a lugares de la
administración pública, tales como la policía, tribunales y el
sector educativo.

Sobre la Rama Femenina53


La estructura segmentaria del partido estuvo a su vez
incorporada a una partición más global del espacio partidario,
que tenía como criterio el género: de un lado la grandiosa Rama
Femenina y del otro todas las ramas masculinas. Tal dicotomía
en un esquema de confusión Estado-gobierno-partido sobre la
que se montó el régimen, se trasladó al esquema de gestión en el
gobierno y de los recursos del estado y fue oficialmente sostenida,
alentada y robustecida por la fuerza de los símbolos y de la lógica
de distribución de recursos del Partido-Estado juarista.
El crecimiento exponencial de la RF en los ‘90 revocó la
trayectoria de visibilidad más prolongada de la JP en el PJ-
juarista. La RF, que había sido consagrada a principios de los

51 La Rama Femenina a su modo también respondió al rol de confrontar con la fuerza física a
sus rivales, asumiendo una función usualmente atribuida a los varones. Incluso el periodista
Carreras (2004) llamó a esta rama “grupo de asalto”, “barra brava” o “grupo de choque”. Ver
Godoy (2008)
52 Cabe citar como ejemplo del uso de la fuerza por parte de la JP, y de los excesos en la
última etapa del régimen el saqueo al domicilio del menemista José ‘Pepe’ Figueroa en julio de
2002 que hemos mencionado anteriormente. Vommaro en el mismo artículo sugiere también
que estas ramas se constituyeron en los “guardianes de la herencia” de Juárez. Sin capital
político-carismático propio como para obtener esa herencia, utilizan su capital organizativo
para despejar posibles competidores.
53 Este apartado ha sido mejorado a partir de una investigación posterior a mi tesis de grado,
contenida en Godoy (2008)
56 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

‘8054 y prácticamente muerto en 1988 debido a la ruptura del


matrimonio Juárez con el gobernador César Iturre, volvió a surgir
con toda fuerza en la cuarta gobernación de Juárez en 1995, y
creció conforme se ampliaba el espacio de poder de Mercedes
Marina Aragonés de Juárez (‘Nina’) bajo la creación de la
Secretaría de la Mujer en 1995, el Ministerio de la Mujer en
1998 y como vice-gobernadora en 1999 y 2002, hasta llegar en
diciembre de ese año al máximo escalafón del ejecutivo
provincial.
En la estructura de poder del partido y del gobierno la
centralidad progresiva de ‘Nina’ Aragonés, a favor de quien la
sucesión de Juárez se había empezado con claridad a resolver55
hacía que los cargos ya sea de naturaleza electiva, o bien los
nombramientos en la administración pública o del ejecutivo, se
distribuyeran mayoritariamente para las integrantes de la RF.
Como nos decía un ex dirigente y funcionario juarista: “…el
poder, es una traslación que hace ella, [se refiere a ‘Nina’ Aragonés]
que para conseguir, digamos, si la ramas masculinas conseguían diez
nombramientos, la Rama tenía cien.”56 En 2001, la Ley de Cupo
Femenino refrendó formal y simbólicamente las posibilidades de
este sector de ingresar a cargos electivos municipales y
provinciales, y los cargos electivos nacionales, (al igual que los
partidarios) funcionaron también bajo el criterio de la
distribución equitativa por género.57 En el ámbito judicial

54 Según Salas (Op. Cit.) el ‘renuciamiento’ de Marina ‘Nina’ Aragonés a una senaduría en
1983 en un Congreso Justicialista, significó la consagración partidaria de la RF y de su
conductora.
55 En efecto, el juarismo, dada la naturaleza de su propia estructura de poder basada en la
centralidad de Carlos Juárez, no pudo organizar la sucesión más que heredando el poder a la
pieza femenina de la cúpula bipolar de gobierno.
56 Entrevista a Nicolás García.

57 LaLey Electoral provincial Nº 6.509 incluyó la sanción del Cupo Femenino en setiembre de
2000, que luego de pasar por un mínimo de 30% y de 40% de mujeres en cargos electivos
El Protector Ilustre y su régimen… 57

también las mujeres llegaron a tener el 52 % de magistradas.


(Dandan, et al. 2004: 261)58.
La RF bajo la dirección de ‘Nina’ Juárez funcionó entonces
con gran autonomía respecto al liderazgo de Carlos Juárez y casi
sin contacto con las ramas masculinas. Muchas de las mujeres
bien posicionadas en el partido, en el gobierno o el poder
legislativo no habían necesitado ser “portadora de maridos” para
llegar a dichos lugares, y en muchos casos sus esposos no
trabajaban en el partido ni en la administración pública.
Es que a diferencia de las ramas masculinas donde el sistema
de asignación de remuneraciones no estaba tan transparentado,
en la estructura de distribución de recompensas de la RF,
Mercedes Aragonés premió ampliamente el trabajo dirigencial de
base de sus subordinadas, y sus dirigentes sabían que bajo este
criterio, cualquiera de ellas estaba en condiciones fácticas de
acceder a un cargo como concejal municipal, diputada provincial

llegó al inédito 50 %, sólo comparable con la provincia de Río Negro. Para el Congreso
partidario del 27 de julio de 2002 resultarían electos 17 diputados varones -la mayoría
reelectos-, mientras que las mujeres sumarían 18, entre las vigentes y las que se sumarían
para completar el cupo exigido por la ley. (El Liberal 26-07-02) La nómina de convencionales
constituyentes (cincuenta titulares y suplentes) incluía también una distribución bajo el mismo
criterio (El Liberal, 27-07-02). Si bien esta ley regía en el ámbito provincial, las candidaturas a
cargos nacionales tendieron a incorporar este criterio: así por ejemplo el Congreso del 20 de
febrero de 2003 estableció un candidato varón, el segundo para mujer, el tercero varón y el
cuarto mujer. En realidad la ley servía para homologar la distribución de poder real al interior
del PJ-juarista, más que a pretensiones de igualdad de género como veremos. De modo que la
primera candidatura correspondió a un alto dirigente del interior: Fernando Omar Salim. La
segunda y la cuarta a dirigentes de la RF y el tercer puesto para el presidente de la JP: Carlos
Anauate.
58 En el libro de Dandan citado (pp. 22) constaba que en 2004 Santiago del Estero tenía 55 mil
empleados públicos y 55 mil que reciben planes sociales sobre una población de 720 mil
personas. La autora razona que si detrás de cada ayuda social hay una familia de cuatro
personas, el 61 % de la población vive de la caridad estatal.
58 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

o nacional59. Quizá en pocos lugares como en Santiago existieron


varias diputadas de sectores pobres urbanos.
Igualmente un componente de ascenso político de las
dirigentes de la RF, presente en el relato de las entrevistadas pero
que requiere una mayor exploración, es el que alude a una forma
de elección de ‘Nina’ Juárez de sus colaboradoras inmediatas, no
racional y más bien de naturaleza “afectiva”, aunque inexplicable
por algún patrón del que ellas pudieran dar cuenta. El caso
paradigmático de esta combinación entre el premio objetivo al
trabajo de militancia y otro más personal, oculto en los
sentimientos de Aragonés lo constituye su mano derecha Cristina
Flores.
Bajo este esquema la RF llegó a tener según versiones de sus
participantes 350 unidades básicas en toda la provincia con un
promedio de 30 miembros60.
Fue así que el partido y el gobierno juarista dispusieron en los
últimos años de varios escenarios de manifestación de un máximo
poder femenino y acumulación simbólica de prestigio (expresado
también en el derroche del propio dinero para sostener su
posición)61 de las mujeres incorporadas a esta estructura, tales

59 Nicolás García expone con claridad este hecho: “ella (se refiere a ‘Nina’) te
inventaba…diputadas, y concejales, que no estaban a la altura de la circunstancia. Ahí
aparecía que cualquiera se sentía en carrera para llegar un cargo electivo de esa envergadura.
Vos te imaginas ser Concejal, de la Capital?, ser Diputada?. Ser Diputada de la Nación?? Es
decir, todos sabían que estaban digamos con posibilidades de llegar. Es un correlato digamos,
de un premio grande, a sus militantes de base. La que andaba puerteando por ejemplo en el
fondo del barrio Los Telefónicos allá atrás del… a lo mejor terminaba siendo diputada o
concejal.”
60 Este número se esgrimía al interior de la RF según una dirigente aunque ella misma
reconoce que algunos miembros podían pertenecer simultáneamente a una y otra unidad.
Entrevista a Patricia, dirigente de primera línea, su territorio dirigencial tenía epicentro en la
zona noroeste de la capital.
61 Esta idea la tomo de Silvia Rivera (2004) quien trabaja el caso de mujeres indígenas en
Bolivia.
El Protector Ilustre y su régimen… 59

como la Casa de Gobierno, varias dependencias estatales y los


barrios, ya sea participando en los más duro del sistema de
dominio bajo un extenso servicio doméstico de vigilancia, como
en el trabajo dirigencial de base y movilización en el partido y en
la posibilidad de resolver problemas relacionados a la subsistencia
en sus barrios o en su mismo hogar. Sin embargo, estuvieron
también sometidas a un dispositivo de gran violencia por parte de
la líder y de sus compañeras, pero sobre el que es difícil dar
cuenta sin caer en ubicarlas únicamente como víctimas de un
sistema del cual resultaban meras depositarias.

3.2.1. Relaciones intra-ramas


Al interior de las ramas partidarias, las diferentes unidades
básicas, se agrupaban alrededor de un dirigente principal, y el
criterio territorial tenía un peso importante, aunque no
exclusivo62, sino que también primaba el peso simbólico y la
capacidad de distribución de recursos del referente en cuestión.
Las disputas entre grupos dirigenciales que en cambio
aparecían solidarios al tener que enfrentarse con las otras ramas,
eran también una característica del funcionamiento partidario y

62 Alberto por ejemplo tenía sus unidades básicas más importantes en los barrios de la zona
oeste donde estaba instalada su propia unidad básica, pero “también inclusive tenemos
dirigentes en zona norte, en zona sur, por ejemplo en el sur el barrio Ejército Argentino, en
zona norte qué se yo todo el barrio Aeropuerto, toda la zona digamos...” (Entrevista a Pablo.
Op. Cit.). Patricia, dirigente de la RF, tenía unidades básicas principalmente en un barrio de
zona noroeste de la ciudad (donde tenía su propia unidad básica en su casa), en los barrios
Gral. Paz y Juan Felipe Ibarra los tres ubicados al sud oeste de la ciudad capital. Pero también
en los barrios El Tronquito, Pablo VI, Independencia, Campo Contreras distribuidos en otras
zonas. En el interior de la provincia decía tener unidades básicas en Brea Pozo, dto. San
Martín, en Avellaneda, Taboada y Figueroa. Otra dirigente, María, jugaba mejor en los barrios
ubicados en el centro-este de la ciudad pero también en otros dos que iban más hacia el sud-
este.
60 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

propios de la estructura segmentaria del partido y de cada una de


las ramas.63
Tanto en la RF como en la JP, los enfrentamientos entre
grupos dominantes y marginales en su interior eran parte de la
vida cotidiana de los grupos.
En la JP los enfrentamientos podían ser sutiles64, cargados de
simbolismo escenificador, o mediante el uso abierto de la
violencia como se especifica en otro trabajo65. En este caso, el no
pertenecer al grupo dominante podía interpretarse incluso como
una forma de exclusión de la rama.66
El enfrentamiento también está presente en la RF, y hasta el
2001, surge claramente la rivalidad entre grupos ligados a
Cristina Flores y los grupos que no formaban parte de dicho
círculo. Una de las entrevistadas pertenecía justamente a uno de
los círculos periféricos, y señalaba en su relato recursos de
menoscabo y exclusión de mujeres ligadas a Flores, y también de

63 El antropólogo George Balandier (op. cit.) avanza aún más en el funcionamiento de los
grupos de tipo segmentarios, al introducir la segmentación a la lógica de relaciones de poder y
de conflicto. La característica distintiva, es que estos grupos paradójicamente están unidos
políticamente por el conflicto y la guerra. Según Balandier la vida política en este tipo de
sociedades se revela en las alianzas y enfrentamientos, en las fusiones y fracturas y en la
reorganización de estructuras territoriales. Por otro lado, cada grupo está asociado a un
territorio y es que en realidad “la estructura segmentaria de la sociedad entraña una estructura
segmentaria del espacio, y por articulaciones sucesivas, una incorpora a la totalidad de la
población y la otra coincide con la totalidad del territorio.’ (Balandier, pp. 127)
64 “Te digo más, hasta burlas, se nos han burlado. Una vez nos han hablado por teléfono, nos
llaman por teléfono, y nos dicen que de la privada de Carlos Juárez, -si no tienen audiencia
con el doctor, eh, la alegría, calculá conseguir una audiencia después de años de tanta lucha.
Vamos era una broma. Era una broma de claro… entonces, y bueno, y era de llorar, te digo
porque Alberto lloraba, le caían las lágrimas de la burla, vos calculá.” Entrevista a Pablo ya
citada. En este tramo relata la broma que le jugó un grupo liderado por Anauate a su grupo,
liderado por Alberto.
65 Ver Godoy, 2007 (b).

66 “Ya estábamos excluidos de alguna manera de la Juventud Peronista, o sea peleados con…
Pololo [Anauate].” (Entrevista a Pablo, ya citada)
El Protector Ilustre y su régimen… 61

otras dos de las dirigentes más cercanas a ‘Nina’ Juárez en esos


años. Entre estos mecanismos de perjuicio se encontraban los
insultos directos, exhortaciones a que se fueran ‘porque Nina no
las quería’, el recurso al ‘chisme’, o al ‘cuento’ sobre la vida
política o personal de las dirigentes, que se producía desde
supuestas ‘informantes’ hacia Mercedes Aragonés, la ‘usurpación’
de territorios dirigenciales ajenos, etc. Esta dirigente reflexiona
que las más afectadas eran quienes tenían una trayectoria
prolongada de militancia en el partido.67

Reflexiones finales
A lo largo de este artículo he querido dar cuenta de algunos de
los factores que ponían a la estructura partidaria juarista en un
momento histórico particular, definido por la crisis terminal de
su dominio hegemónico, al mismo tiempo que mostrar las
características más sobresalientes de este proceso. El mirar sin
embargo una estructura de poder en crisis, me permitió
paradójicamente rescatar aquello que tiende a permanecer, pues
pareciera que en situaciones de caída hay una suerte de
propensión natural a acentuar prácticas y modos de interacción
dominantes, como si los sujetos se apropiaran de aquello que más
conocen para no quedar mal parados en la conmoción. Desde ese
punto de vista la crisis en cambio se presta como un lugar ideal
para observar lo prevaleciente.

67 En la ponencia citada, presento con mayor detenimiento las formas de rivalidad entre
dirigentes y los mecanismos y recursos que emplearon las mujeres de este grupo para
ascender y desplazar a sus contrincantes y me refiero específicamente al ‘chisme’ o quizá más
específicamente el ‘cuento’ como un modo de comunicación entre ‘Nina’ Juárez y las dirigentes
mejor posicionadas, y una forma de capital político importante en el espacio. Asimismo el modo
en que este recurso convertía al estado y directamente a ‘Nina’ en la guardiana de la moral de
los santiagueños, especialmente de los miembros de la corte, por lo que debía conocer los
comportamientos más íntimos como relaciones con amantes o separaciones conyugales, que
también reprendía personalmente. Sin embargo, es un tema que merece un desarrollo más
exhaustivo, tanto desde el punto de vista del dato empírico como de su interpretación teórica.
62 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

En ese escenario, me detuve en una descripción del sistema de


relaciones internas en el PJ-Juarista, quitando las capas de una
estructura que combinó exitosamente un espiral hacia el centro
del régimen y de las actuaciones dominantes de Carlos Juárez y
su esposa, con otro que giraba en dirección opuesta, dispersando
a los grupos respecto a un centro bien definido.
Este carácter segmentario de la estructura partidaria juarista
puede explicar el hecho de que como vimos en el
comportamiento del partido en general, de las relaciones entre las
ramas partidarias y al interior de las mismas, lo que definía sus
unidades políticas fuera más bien el conflicto y la guerra, que la
política se revelara en alianzas, enfrentamientos, fusiones y
fracturas que podían producirse con gran facilidad, y que pueda
hablarse entonces de un desequilibrio constitutivo del sistema
político que le daba a la vez un carácter esencialmente
dinámico68. La estructura segmentaria del partido me permite
hablar también junto a Balandier de una vida política difusa, en
el juarismo, que se expresa más en situaciones que en
instituciones en sentido estricto, siendo las estructuras políticas
menos visibles y más bien intermitentes (pp. 139).69
Queda avanzar en la indagación sobre la dinámica cultural, la
dinámica de la acción o la dinámica de sentidos sobre la que la
organización política se construía y buscaba actualizarse. El

68 George Balandier (Op. Cit.: 123-153) me inspira en todo este párrafo. De hecho la
antropología política ha trabajado ampliamente el aspecto de la segmentariedad en sociedades
acéfalas, de linajes o no estatizadas donde están profundamente implicados los principios de
parentesco y la organización política. El autor citado tomando ejemplos de estudios sobre Asia
y África se refiere al sistema segmentario como “una articulación que opera por una fórmula de
oposiciones y solidaridades alternadas: los grupos derivados de un mismo tronco y homólogos,
se oponen entre ellos (-) pero están asociados y se muestran solidarios (+) en el seno de la
unidad inmediatamente superior”. (pp. 126)
69 El autor habla de conflictos externos, abiertos y directos a los que le llama “guerra hacia
fuera” y de conflictos internos, ocultos e insidiosos a los que denomina “guerra privada”. (pp.
139-144)
El Protector Ilustre y su régimen… 63

acercamiento a la praxis, lugar de la alianza pero también de la


confrontación, en la estrategia, en la organización, en la
transacción, en la negociación hasta cierto punto creativa, invita a
evitar que los sujetos queden otra vez escondidos en el manto
denso del prejuicio del modelo. Y este acercamiento es sólo
posible con un cambio de metodología, uno que permita circular,
aunque sea imperfectamente, por el registro de la etnografía,
donde no pasen inadvertidas, y menos se subestimen, las
“categorías nativas”.
Aunque en parte bajo esa creencia fue realizado el trabajo
sobre los actos partidarios que he citado en varias ocasiones en
este artículo, no quiero restar importancia a la posibilidad de que
desde otra perspectiva ofrece este artículo: algo así como un
manual, un esqueleto del partido en la dinámica de la crisis del
régimen, que me hubiese gustado encontrar al hacer mis
indagaciones y comprender mejor esa estructura de significado
que amalgamaba a los partícipes del espacio partidario. En
cambio estaban disponibles esquemas parciales, que creía debían
reunirse y profundizarse en un mismo documento capaz de
ofrecerse nuevamente para la crítica.
64 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

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CAPÍTULO 2

“Redes políticas y redes territoriales en la


construcción del posjuarismo”

Gabriel Vommaro (UNGS/EHESS)

En este trabajo1 nos proponemos analizar la configuración


política de la provincia de Santiago del Estero en el contexto del
posjuarismo, con especial atención en el comportamiento de las
redes territoriales del peronismo juarista una vez que el “líder y
conductor” de esa corriente, Carlos Juárez, perdió su poder tanto
al interior del partido como a nivel provincial2. En efecto, a partir
de la intervención federal producida en la provincia del noroeste
argentino en 2004, el poder político de Juárez, caudillo peronista
que gobernó la provincia en cinco oportunidades desde 19493, y
de su esposa, Mercedes Aragonés, terminó de debilitarse. Basado
en una autoridad centralizada y en la capilaridad y superposición
de redes locales y territoriales, el “juarismo” fue durante
cincuenta años una fuerza política preponderante dentro y fuera
del Partido Justicialista (PJ). Con la intervención federal, su

1 Este artículo recoge algunos de los resultados de trabajos realizados en Santiago del Estero
desde el año 2001, tanto sobre la dinámica electoral (Vommaro, 2003; Vommaro, 2004) como
sobre la sociabilidad política barrial (Vommaro, 2007). Constituye así un intento de poner en
común estudios realizados con diferentes objetivos y en distintos períodos.
2 Utilizamos las comillas para señalar los términos utilizados por los actores del espacio político
provincial. Las bastardillas nos sirven, en cambio, para distinguir algún concepto o palabra que
nos interesa subrayar.
3 En los períodos 1952-1955; 1973-1976; 1983-1987; 1995-1999; 1999-2002.
68 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

poder terminó de desarticularse y las redes de lealtad –locales y


territoriales– pasaron a formar parte de otros armados políticos.
En primer lugar, describiremos brevemente cómo esa fuerza
adquirió un carácter hegemónico a partir de los años 1980 y
cómo en sus mismos rasgos organizativos y de implantación
territorial anidaban algunas de las posibles resoluciones –o más
bien salidas precarias– al problema weberiano de la herencia del
poder del líder, quien en sus últimos años al frente del gobierno
ya había mostrado un frágil estado de salud. En segundo lugar,
analizaremos la forma en que los diferentes grupos y redes locales
y territoriales se comportaron a partir de la intervención federal
de la provincia y del triunfo, en las elecciones a gobernador de
2005, de un candidato opositor. A través de este estudio,
realizaremos algunas observaciones sobre la relación entre carisma
y entramado organizativo en un partido político de una provincia
periférica y sobre la circulación de bienes materiales y simbólicos
a través de redes políticas locales y territoriales.

1. El peronismo santiagueño: una jerarquía


descentralizada
En la provincia de Santiago del Estero, el rol del Estado es
central tanto para el funcionamiento de la economía como para
la distribución de recursos entre su población4. El Estado es el
principal empleador provincial, la principal fuente de

4 “En el año 1994, el sector primario de la provincia, constituido fundamentalmente por sus
explotaciones agropecuarias, generaba el 14% del valor agregado por la oferta total de bienes
y servicios. El sector secundario aportaba otro 18% y por último, el 68% de la actividad
económica global se explica por la oferta de servicios financieros, de transporte y
comunicaciones, comercio, turismo, y gobierno. La principal actividad productiva de la provincia
de Santiago del Estero es la agraria, en la que se destaca la horticultura, el algodón, la soja y
el sorgo. En menor medida, deben mencionarse la ganadería (principalmente caprina) y la
explotación forestal. La industria adquiere escasa significación, destacándose en el sector la
rama "Alimentos y bebidas" y la industria textil” (Fuente: Consejo Federal de Inversiones).
El Protector Ilustre y su régimen… 69

financiamiento de la construcción de viviendas y, en un contexto


de débil industrialización, el principal dinamizador de la
economía local y en especial del funcionamiento del sector
servicios5. La hegemonía peronista desde la década de 1940 y el
fuerte liderazgo de Carlos Juárez, cuya figura se impuso
definitivamente como núcleo aglutinador del partido desde los
años 19806 puede hacer pensar, desde una mirada exterior o muy
comprometida con el adentro, que entre el Estado y las personas
hay una especie de desierto social. Sin embargo, estas
aseveraciones son por lo menos apresuradas, a riesgo de ser falsas.
En efecto, el peronismo provincial es un partido con una fuerte
implantación territorial, fragmentado en su base y en sus capas
intermedias y con escisiones recurrentes en lo alto. No se trata así
de una organización sostenida por el líder sino de un conjunto de
redes de interdependencia en el que Carlos Juárez y su esposa,
Mercedes “Nina” Aragonés, durante un largo período, ocuparon
el centro. Veamos entonces en qué consiste, desde el punto de
vista organizativo, el peronismo santiagueño.
Si el papel central de las finanzas públicas en el
funcionamiento de la economía y del mercado laboral provincial
hace de la posición del gobernador el centro distribuidor de
bienes en la provincia, Juárez supo explotar esta característica –
compartida por otras provincias del país– y fue el líder
hegemónico de su partido y del campo político provincial desde

5 Según Carlos Zurita, “en Santiago del Estero el Estado confiere, simultáneamente, inclusión
social, tradicionalidad política y vulnerabilidad económica” (1999: p. 15).
6 No se ha escrito aún la historia de la construcción del liderazgo de Carlos Juárez en la
provincia de Santiago del Estero y al interior del PJ en particular. Si bien los conceptos clásicos
de la sociología política weberiana como carisma y patrimonialismo sirven como puertas de
entrada a la comprensión del fenómeno juarista, en ocasiones pueden convertirse en cajas
negras que impidan avanzar en el análisis de la trayectoria de la persona, las redes sociales
que construyó y a través de las cuales fue construido como líder, así como el sistema de
regulación social y de distribución de beneficios que una persona extraordinaria contribuyó a
desplegar al mismo tiempo que se sirvió de aquel para constituirse como tal persona
extraordinaria.
70 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

los años 1980, y de manera indiscutida durante los años 19907.


En efecto, en las elecciones de 1983, luego de la última dictadura
militar (1976-1983), el dirigente peronista se encontró entre
quienes lograron vencer a nivel provincial a los candidatos
radicales, quienes montados en la oleada alfonsinista se veían
impulsados por la figura de Raúl Alfonsín, candidato a las
presidenciales de ese año. Juárez gobernó la provincia hasta 1987,
cuando impedido por la constitución provincial para presentarse
a la reelección debió dejar la candidatura al Ejecutivo en manos
de su delfín de entonces, César Iturre. A pesar de que Juárez
había reconstruido sus apoyos partidarios, debilitados en parte
por el exilio forzado durante la dictadura militar, y de que había
vuelto a ser el “líder” del PJ santiagueño, su sucesor, Iturre, se
“cortó solo”, como se dice en la jerga política de la provincia, es
decir que armó su propia línea interna, el Peronismo Renovador
de Santiago del Estero, que intentaba acercarse a la corriente que
comenzaba a alzarse con el poder partidario a nivel nacional8.
Este intento de crear un espacio político propio fue vivido por
Juárez y sus seguidores como una “traición”.
El “iturrismo” gobernó la provincia hasta diciembre de 1993,
cuando en un contexto de crisis financiera y de cesación de pagos
de salarios a los empleados públicos tuvo lugar el primer
“estallido” de la Argentina de los años 1990, conocido como

7 Trasciende los objetivos de este trabajo analizar las causas de la impronta personalista de la
política santiagueña. Diremos brevemente que una de las explicaciones de este fenómeno
debe ser buscada en la forma dominante de distribución de bienes materiales y simbólicos,
asociada más al intercambio personal (entre el “referente” político y el demandante
individualizado) que a una dinámica de derechos en sentido clásico. En esta forma de
distribución jerárquica y piramidal es una persona (o un matrimonio representado en términos
organicistas como el matrimonio Juárez, cabeza masculina/corazón femenino) la que ocupa la
cúspide y, por tanto, todo liderazgo emergente debe disputar ese espacio de dador como
condición de posibilidad de su ascenso. El personalismo político reproduce este patrón
arraigado de relaciones de intercambio.
8 Sobre la Renovación peronista a nivel nacional durante los años 1980, cf. (Levitsky, 2003).
El Protector Ilustre y su régimen… 71

Santiagueñazo9. Ya en las elecciones provinciales de 1991 habían


surgido los primeros problemas políticos: el PJ se había
presentado dividido, en virtud de la reciente aprobación en la
provincia de la llamada ley de lemas, que permitía que los
partidos presentaran varias candidaturas (sublemas) bajo el
mismo sello (lema), y que atribuía el triunfo al sublema más
votado del lema más votado10. Entonces, Juárez perdió frente a
Carlos Mujica, el candidato iturrista. Juárez y el candidato radical
José Zavalía, quien había sacado el mayor porcentaje de votos
como sublema, se unieron para denunciar un supuesto fraude
electoral. Zavalía convocó entonces a la “resistencia civil” y
encabezó una serie de multitudinarias marchas para repudiar el
denunciado fraude. Pronto el gobierno de Mujica se enfrentó a
severos problemas financieros, producto de la crisis general de las
finanzas provinciales y del aumento del gasto público en la
provincia. El 28 de octubre de 1993 fue obligado a renunciar
para que asumiese el vicegobernador Fernando Lobo por
cuarenta y cinco días, tiempo que ni siquiera le alcanzó para
designar su gabinete de ministros, porque enseguida se iniciaron
las protestas que culminarían en el Santigueñazo (Farinetti, 2002:
pp. 94-95).
En virtud del “estallido”, el gobierno nacional decidió
intervenir los poderes de la provincia, y así se inició un gobierno
interino, designado por el Ejecutivo nacional, y que llegó con
una triple misión: garantizar el orden público, sanear las finanzas
provinciales y reorganizar al peronismo santiagueño para
terminar con las querellas entre juaristas y no juaristas. Si tuvo

9 Sobre el Santiagueñazo, cf. (Farinetti, 2000).

10 La ley de lemas a nivel provincial fue puesta en práctica en 1991 al ser sancionada por la
legislatura poco antes de las elecciones provinciales. Su marca de origen muestra la
operatividad que se espera cumpla como herramienta legal. Entonces, fue la forma que
encontró el peronismo para mantener la gobernación a pesar de sus profundas divisiones
internas. El radicalismo, que llevaba como candidato a José Zavalía, obtuvo la primera minoría
pero perdió ante el lema PJ en elecciones sospechadas de fraude.
72 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

relativo éxito en los dos primeros objetivos, no pudo en cambio


terminar con las internas peronistas, o al menos no como lo
hubiese deseado, puesto que en las elecciones provinciales
organizadas en 1995 el peronismo no pudo presentar una única
candidatura y, esta vez, el favorecido por la ley de lemas fue
Juárez, quien accedió por cuarta vez en su historia a la
gobernación de la provincia. A partir de entonces, al crear un
sistema eficaz de gestión de las finanzas públicas en un contexto
de crisis financiera del Estado nacional y los Estados
provinciales11, Juárez construyó una posición de “líder y protector
del pueblo santiagueño” –más tarde la legislatura provincial lo
nombraría “protector ilustre” de la provincia– que le valió la
reelección a la cabeza del ejecutivo provincial en 1999. También
consiguió eliminar a todos sus competidores en el partido, hasta a
quienes tenían el apoyo de líderes nacionales importantes, como
el presidente de entonces, Carlos Menem (Levitsky, 2003). Una
vez que Juárez reconstituyó su liderazgo al triunfar en las
elecciones a gobernador de 1995 –se impuso sobre el otro
candidato peronista, apoyado por la intervención federal–,
derogó en 1997 la ley de lemas a nivel provincial. De esta forma,
cerró la posibilidad de que se presentaran como sublemas del
peronismo dirigentes apoyados por el entonces presidente Carlos
Menem que pretendían recomponer al peronismo no juarista12.
En este proceso de construcción de hegemonía, su esposa,
Mercedes Aragonés, adquirió un papel de importancia dirigiendo
la Rama Femenina (RF)13, conjunto de redes territoriales,

11 El orden presupuestario santiagueño fue incluso saludado por Domingo Cavallo, Ministro de
Economía del gobierno de Carlos Menem, luego de la Alianza en 2001. Durante la crisis
financiera de 2001, veía en Santiago del Estero un ejemplo de buena gestión de las finanzas
públicas.
12 Es el caso, por ejemplo, de José “Pepe” Figueroa, al que nos referiremos más adelante.

13 La organización en ramas formaba parte de la concepción tradicional y organicista del


peronismo, aunque ha sido siempre débil a nivel nacional y de presencia variable en las
provincias. En Santiago del Estero, durante los años de hegemonía de Carlos Juárez, el
El Protector Ilustre y su régimen… 73

legislativas y administrativas que dominaban la distribución de


las políticas sociales en la provincia. La “Nina” se convirtió así en
protagonista del mantenimiento del poder de Juárez.
El caso del matrimonio Juárez ilustra la centralidad en la
provincia de la construcción de capital político por sobre otro
tipo de recursos. Juárez no forma parte de una familia de notables
ni de la oligarquía propietaria de las tierras de la región, como es
el caso de otros caudillos del noroeste de Argentina. Su poder está
arraigado en las redes del partido, en su capacidad para servirse de
ellas. Como hemos visto, aún cuando fue cinco veces gobernador
de Santiago del Estero, Juárez no ha sido un líder incontestado.
Incluso, si dominó el partido desde 1995, es gracias a la
existencia de un conjunto de redes locales y municipales que
constituyen la estructura organizativa del peronismo y que
siguieron extendiéndose en los territorios hasta el final del
juarismo14.
La estructura organizativa del PJ tiene básicamente cuatro
estratos: los militantes barriales, los dirigentes territoriales que
“tienen” sus unidades básicas (UB), los dirigentes intermedios –
intendentes de ciudades intermedias, concejales, diputados
provinciales, líderes de algunas ramas del partido– y, en la
cúspide, el líder principal15. Tanto los dirigentes territoriales

partido se organizaba de esta manera. Sobre el rol tradicional de la mujer en la concepción


peronista bonaerense en épocas de Duhalde, cf. (Masson, 2004).
14 Las redes interpersonales que proveen bienes de subsistencia –ropa, alimentos, chapas
para las viviendas- constituyen además las formas privilegiadas de acceso a los cargos
públicos -administrativos, de enseñanza, de atención de la salud, de seguridad- y a los
contratos con el Estado, en especial los de construcción de viviendas. En una provincia en la
que la economía depende en gran medida de los fondos públicos, es fuerte el arraigo de estas
lógicas patrimonialistas y clientelares.
15 Levitsky (2003) describe la estructura organizativa del peronismo –“partido de masas
informal”- de la siguiente manera: a nivel barrial, están las unidades básicas, sedes partidarias
a través de las cuales operan los activistas. A nivel municipal, “las unidades básicas están
vinculadas con el partido a través de organizaciones informales llamadas agrupaciones”. A
nivel provincial, en tanto, las agrupaciones “se reúnen en facciones en competencia o ‘líneas
74 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

como los dirigentes intermedios han cumplido un rol


fundamental en la construcción del entramado de sustentos
políticos y sociales del liderazgo de Juárez, cuyo carisma es así
construido en base a y encaramándose en dicha red de lealtades
movilizables (figura 1). Respecto de la figura del dirigente
intermedio, éste puede funcionar o bien como un filtro que
perturba la relación entre lo bajo y lo alto de la red jerárquica o
bien como una forma legítima de intermediación, un facilitador
de una relación lejana. Los dirigentes intermedios ocupan en
general un cargo jerárquico en la administración pública
(secretaría o subsecretaría) o bien en la Legislatura provincial
(diputados) y de esta forma se encuentran en una posición
privilegiada tanto para acceder a los recursos del Estado a
distribuir a nivel territorial como para controlar las relaciones
políticas con el nodo central. Por ambas razones, se trata de una
categoría cargada de tensiones con la base16. La historia de
conflictos en la RF del justicialismo da cuenta de la ambigüedad
de este rol. La existencia de diputadas provinciales que

internas”. En Santiago del Estero, sin embargo, el liderazgo de Juárez ha neutralizado la


posibilidad de que se constituyan líneas internas que puedan amenazar su hegemonía y, en
cambio, ha tratado de organizar al partido en ramas, colocando en su dirección a dirigentes
leales. A nivel municipal, en cambio, el PJ santiagueño opera a través de esas redes
informales, descentralizadas y fragmentadas que son las agrupaciones. A diferencia de lo
planteado por Levitsky en el trabajo ya citado, los “líderes secundarios” no siempre eligen
“unirse a la coalición dominante” a nivel provincial y, en cambio, en ciertas coyunturas donde
aparecen nuevas oportunidades políticas como referencias partidarias nacionales con las que
aliarse, pueden abandonar provisoriamente el partido –proceso de “fragmentación hacia
fuera”– e intentar reunir en torno a sí agrupaciones locales y unidades básicas desplazadas en
la interna, para lo cual utilizan los recursos materiales y carismáticos en general provistos por
la figura nacional de referencia.
16 La figura del dirigente intermedio resultó muy importante en nuestra observación del
peronismo en Santiago del Estero, estructura centralizada en la cumbre y muy descentralizada
en la parte baja: los mediadores desempeñan el papel de linkage entre los dirigentes de barrio
y los dirigentes provinciales. La relación entre los “mediadores” y las UB es compleja ya que
está hecha de dependencia mutua: el primero construye su poder en el partido gracias a la
capacidad de las UB “para hacer votar” a sus miembros; los dirigentes de las UB tienen
necesidad de los “mediadores” para acceder a los recursos y para jugar el juego de la
competencia partidaria.
El Protector Ilustre y su régimen… 75

dificultaban el acceso de “la base” a los recursos provenientes de


la cima así como la participación de las dirigentes locales en la
distribución de los bienes simbólicos partidarios (la
representación de la palabra de Mercedes Aragonés, por ejemplo),
produjo en determinado momento un conflicto que terminó con
la carrera de estas intermediarias, percibidas desde lo bajo y desde
lo alto como perturbaciones en la comunicación, como
usurpadoras de legitimidades ajenas y/o como acaparadoras de
recursos17.

“Siempre siguiendo las indicaciones de la señora


gobernadora”: la caída de una intermediaria
Cristina Flores fue diputada provincial peronista y en la
práctica funcionaba como segunda en la escala jerárquica de la
RF del partido, pues era la “mano derecha” de Cristina Aragonés.
Su posición era en este sentido doble: como “mano derecha”,
organizaba a las demás dirigentes intermediarios de la RF, al
mismo tiempo que, como intermediaria, ella misma controlaba
sus propias redes locales. En 2001, en el contexto de la lucha para
la herencia del matrimonio Juárez, fue denunciada por dirigentes
locales del peronismo con el pretexto de que pedía dinero y
“regalos” a funcionarias y dirigentes políticas bajo la amenaza de
exclusiones o delaciones. Además, fue denunciada ante la “Nina”
por impedir el contacto de las dirigentes locales con la líder de la
RF: el dinero funcionaba, según las denuncias, como “peaje” para
conseguir una audiencia con la líder de la RF. En 2002, en el
contexto de la crisis al interior del espacio juarista, y de la
debilidad interna de ese armado en tiempos de resquebrajamiento
del orden, el matrimonio Juárez, desconfiado de todos aquellos
que podían constituir una amenaza por “cortarse solos”, es decir

17 Sobre este punto, ver el artículo de Mariana Godoy en este mismo volumen.
76 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

por querer acumular poder propio, apoyó las denuncias sobre la


dirigente respecto del pedido de dinero y “regalos” e hizo avanzar
el proceso judicial.
En el juicio, la ex diputada se defendió de las acusaciones
intentando poner de manifiesto que nunca no había tenido el
poder de designar funcionarios de la administración pública y
que no era sino la entonces gobernadora, Marina Aragonés, quien
tenía ese poder de designación, que representa un poder de dar,
distribuyendo recursos públicos, precios y castigos a los
dirigentes. En su declaración, ponía de manifiesto, por un lado,
su actuación como intermediaria de la “Nina” y, por otro lado, el
poder de esta última en la jerarquía de la organización: “la única
que nombraba era la señora gobernadora y los que fueron
nombrados deberían estar orgullosos. Nunca he nombrado a
nadie. Si algunas veces di un sobre [es decir, una sugerencia de
alguien para ser contratado en la administración pública] lo hice
siempre siguiendo las indicaciones de la señora gobernadora. Del
mismo modo, compartía estas reuniones con las dirigentes
(diputadas municipales, diputadas provinciales) pero sin creerme
una líder. Todos tenían derecho a participar”. La ex diputada
sostenía también que “es una mentira que las dirigentes no tenían
acceso [a la líder de la RF], todos tenían el contacto”.
Los “mediadores” no pueden instrumentalizar para propios
sus fines su acceso a los recursos sin correr el riesgo de perder ese
lugar. Además, en una provincia como Santiago del Estero,
donde las posiciones en la cumbre del peronismo están
centralizadas, deben funcionar como verdaderos intermediarios.
Si no lo hacen, corren el riesgo ser considerados como “traidores”
por dirigentes provinciales o como “usurpadores” por los líderes
locales. Aún cuando Cristina Flores fue absuelta en 2003 de
todos los cargos de los que estaba acusada, su carrera política
llegó a su fin –al menos por el momento– con este proceso
judicial.
El Protector Ilustre y su régimen… 77

Durante los años de hegemonía juarista, esos dirigentes


intermedios encuadraron las organizaciones de base en las
distintas ramas del partido (ramas sindical, política, rama de
juventud y RF) o por medio de la articulación de redes locales en
torno a un dirigente –intendente, diputado provincial, concejal–
que tenía acceso directo al gobierno provincial. De esta forma,
permitieron la circulación de recursos públicos controlados por el
partido construyendo al mismo tiempo su posición de
mediación. En este contexto, las UB encontraron los medios de
mantener vínculos en el territorio utilizando los recursos públicos
y aprovechando el peso simbólico de Carlos Juárez como dador
de bienes y como garante de la supervivencia de las clases
78 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

populares18. Esta estructura funcionaba como un espacio


articulado sobre la base del desorden, es decir, como una
pirámide inteligible a partir de la figura del líder y que ocultaba
en esa aparente jerarquía uniforme un conjunto de líneas y
corrientes superpuestas, o incluso contrapuestas, que articulaban
a las diferentes UB y de las que Carlos Juárez no controlaba el
funcionamiento19.

El oculista y el aparato
La complejidad de la organización del peronismo a nivel local
no es controlable por los principales dirigentes provinciales,
incluso en el caso de Carlos Juárez. Los procesos electorales son
momentos propicios para ver cómo funciona esta complejidad ya
que son ocasión de puesta en escena y de resolución precaria de
los conflictos entre las corrientes internas del partido, que

18 El peronismo existe en el territorio bajo la forma de una extensa y descentralizada red de


UB. Animados por un dirigente, estos espacios funcionan en la mayor parte de los casos en la
casa de éste. Allí se realizan las reuniones políticas y las actividades sociales (comedores,
roperos, etc.). El hecho de que la actividad política se realice en los hogares mismos de las
secretarias generales de las unidades básicas representa un elemento importante para
comprender el rol de “referentes” de estos actores territoriales (cf. nota 21), puesto que al estar
presentes casi permanentemente en el lugar pueden ser ubicados fácilmente y consultados a
toda hora. Sus casas son así un punto de encuentro entre lo público y lo privado, entre las
actividades familiares y las actividades políticas. En tanto unidad territorial de base del
peronismo, la UB es el espacio de reclutamiento de militantes así como de distribución de
recursos materiales, en general de origen público. En los últimos años, y más aún a partir de
puesta en marcha de programas sociales masivos como el plan Jefes y Jefas de Hogar, las UB
son unidades ejecutoras de las políticas sociales nacionales y provinciales. Son, a la vez,
unidades de recolección de información para la distribución de recursos públicos. En períodos
electorales, son la base de la logística del proselitismo territorial. Cf. (Vommaro, 2007)
19 A diferencia de lo que parece sugerir Steven Levitsky cuando analiza Santiago del Estero
entre las provincias donde existe fuertes liderazgos. Cf., por ejemplo, (Levitsky, 2003: p. 73).
El Protector Ilustre y su régimen… 79

quieren imponer sus hombres en los lugares principales de las


listas20.
En la ciudad de La Banda, el peronismo tenía una larga
historia de conflictos y fragmentaciones desde la llegada al poder
municipal de Héctor “Chabay” Ruiz, que formará su propio
partido y que intentará atraer unidades básicas y dirigentes locales
peronistas. Allí, la estrategia de Carlos Juárez, quien intervenía
siempre en la designación de los candidatos principales de las
principales ciudades y que a veces también debía intervenir para
resolver conflictos locales, era desde 1995 colocar como
candidato a intendente a un dirigente no demasiado
comprometido con las luchas internas de la ciudad. La
candidatura a la intendencia era otorgada así a una figura con
escasa tradición partidaria que podría ubicarse por sobre los
conflictos entre dirigentes y capaz de atraer votantes peronistas y
no peronistas. En 1999, el elegido fue Sergio Rogel, quien hizo
su campaña sobre la base de un trabajo de asistencia sanitaria y
alimentaria en los barrios populares que tenía como eje principal
–Rogel era oftalmólogo– la provisión de anteojos.
La personalización de la campaña –entonces él quien daba
cosas– terminó por producir conflictos con los caudillos locales,
apartados de las actividades proselitistas y sin posibilidades de
“controlar” a un candidato que, sin pertenecer a la estructura,
parecía amenazar el (des)orden interno así como concentrar la
distribución de recursos durante este período. El argumento
utilizado habitualmente por los dirigentes locales, y que fuera
movilizado en 1999, era convertir a quien amenazaba con
trastocar la distribución del poder local en una amenaza al poder
del matrimonio Juárez. De este modo, intentaban excluir de la

20 Como ha sido señalado en los trabajos clásicos de Weber (1996), uno de los objetivos de las
agrupaciones políticas es el de colocar a su jefe en el poder para poder distribuir los cargos
entre sus seguidores.
80 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

competencia a candidatos que, como Rogel, poseyeran un capital


simbólico de popularidad pero sin capacidad de controlar las
redes partidarias.
Cerca de un mes antes del día de las elecciones, una
confrontación en la calle entre los militantes de Rogel y los que
respondían al aparato partidario –una demostración pública del
conflicto por los recursos en el peronismo bandeño– obligó a
Carlos Juárez a excluir a quien que él mismo había designado
como candidato. En su lugar, colocó entonces a un ministro
provincial que no había participado en el conflicto interno aún
cuando fuera parte de quienes habían intentado conjurar “la
amenaza Rogel”. Una vez que el congreso provincial del PJ
confirmó el cambio, otro partido, cuyo líder era un peronista
excluido del espacio partidario por la hegemonía de Carlos
Juárez, ofreció un lugar en sus listas al oftalmólogo. Aunque este
último rechazó la oferta, puede verse cómo las redes del partido
que permanecían fuera de la estructura intentaban atraer a otros
peronistas desplazados.
La exclusión de Rogel –quien mantenía sus aspiraciones
basadas en el capital político acumulado en los meses anteriores–
produjo una situación paradójica: el candidato designado en su
lugar no podía heredar el apoyo que su antecesor había obtenido
y, por lo tanto, las posibilidades electorales del peronismo
disminuían al mismo tiempo que los problemas organizacionales
se resolvían. Preocupado por la suerte de su propia candidatura
como gobernador, que perdía peso en La Banda con la exclusión
de Rogel, Carlos Juárez tomó las señales de fidelidad y de poder
de convocatoria de este último y apoyó su candidatura por fuera
del partido, aunque de esta manera disminuía las oportunidades
de los candidatos oficiales a nivel municipal (Rogel llevó así en
sus listas la candidatura a gobernador del líder peronista). La
derrota del peronismo en La Banda tuvo lugar tal como estaba
previsto. Así, vemos que si los dirigentes del PJ se benefician de la
El Protector Ilustre y su régimen… 81

“capilaridad” de las redes del partido, deben al mismo tiempo


pagar el precio de esta trama compleja.
La extendida y arraigada estructura partidaria del peronismo
se combina así con una importante fragmentación organizativa,
lo cual hace del partido un continente de liderazgos locales, en
algunos casos con pretensiones provinciales, unidos por una
tradición política común –un capital simbólico colectivo y a la
vez objeto de conflicto– pero divididos por intereses encontrados.
En una provincia con rasgos fuertemente personalistas, cada vez
que ha emergido un liderazgo de alcance provincial en los
partidos mayoritarios debió disputar su espacio con el líder
preexistente, lógica que se reprodujo a nivel local entre dirigentes
de las principales ciudades. Entre las divisiones a nivel provincial
y las divisiones a nivel local se produce un doble juego: por un
lado, los liderazgos provinciales emergentes buscan apoyo en
“referentes”21 locales desplazados en la interna –o enemistados
con el liderazgo provincial preexistente– para constituir su
entramado organizativo; por otro lado, esos “referentes” locales
encuentran en los nuevos liderazgos la posibilidad de conseguir
sostén en su lucha interna. Se trata entonces de una
complementariedad de intereses entre dirigentes de distintos
niveles que no compiten entre sí y que comparten posiciones
subordinadas en la estructura partidaria (figura 2).

21 La palabra “referente” es utilizada con frecuencia para denominar a los dirigentes políticos
locales o provinciales. Si, como afirma Bourdieu (1977), el lenguaje es parte del saber práctico
de los actores, es importante relacionar ciertas palabras usuales del lenguaje político con las
prácticas de los actores de ese espacio.
82 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Para comp render estas relaciones entre los diferentes niveles


del espacio político provincial (barrial, municipal y provincial)
que, en su intersección, producen la capacidad del peronismo de
actuar como “una organización” o como “una sola voz” en
determinadas coyunturas políticas (Offerlé, 2004), puede ser útil
el concepto de red22. Este puede contribuir al estudio de la acción
simultánea de diversos espacios locales y provinciales que
producen la organización23. Al mismo tiempo, si queremos

22 Nuestro uso del concepto de red se basa en la utilidad analítica del mismo. No realizamos
así un uso de la teoría de redes tal como ha sido concebida por la tradición estadounidense, lo
cual nos llevaría a realizar un trabajo estadístico de la frecuencia y la intensidad de las
relaciones entre los puntos de la trama y nos alejaría de los objetivos de este trabajo. El
empleo del concepto se acerca así al que realiza Frédéric Sawicki (1997). Sin embargo, para
pensar la metáfora espacial y la lógica de funcionamiento nos apoyamos también en un autor
de la teoría de las redes (Burt, 1995).
23 “El análisis en términos de redes posee como principal ventaja el hecho de llevar a los
politólogos a observar las actividades y las formas de organización partidarias como productos
El Protector Ilustre y su régimen… 83

guardar una cierta especificidad al término, debemos precisar su


utilización para no caer en la idea de que “todo es red” en la
política territorial. Cuando hablamos de red nos referimos a una
configuración política constituida por un conjunto de dirigentes
y de instituciones –grupos, asociaciones; unidades básicas,
dirigentes, etc.– que han establecido relaciones más o menos
estables entre ellos. Si cada una de estas personas y de estos
colectivos no tiene más que una capacidad reducida de
intervención en el partido y en el territorio, es a través de las
relaciones que establecen que pueden intervenir en ellos. Esto
aumenta sus posibilidades de acceder a los recursos del Estado y a
los recursos del partido, tanto los bienes materiales como los
bienes simbólicos como el sello partidario, hablar en nombre de
la líder o de una tradición política (Offerlé, 2004). En algunos
casos, los nodos de una red pueden tener relaciones de
competencia o de conflicto entre sí, o bien no tener relaciones de
ningún tipo, al mismo tiempo que forman parte de la misma
configuración política y que sus acciones locales –en ocasiones
opuestas– se integran a esa configuración a través del trabajo de
ciertos agentes ubicados en los niveles más altos de la jerarquía
partidaria que pueden beneficiarse del trabajo de dos nodos en
conflicto o que simplemente no están en contacto (ver figura 2).
Para el caso del peronismo santiagueño, el concepto de red
permite ver la articulación de tres elementos fundamentales de su
funcionamiento:
La implantación territorial extendida y capilar del PJ, la
existencia de un conjunto no centralizado de UB que pueden
funcionar hasta en el mismo barrio o en la misma manzana.
El hecho de que esta implantación territorial no es el
producto de la coordinación de un cerebro central sino que

particulares de relaciones concretas entre individuos y grupos que actúan simultáneamente en


espacios sociales diferenciados” (Sawicki, 1997: p. 26).
84 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

funciona a partir de la articulación de espacios superpuestos, con


relaciones de cooperación o de conflicto o con ausencia de
relación, que trabajan por una misma organización a la que
ayudan a producir y reproducir.

La compleja relación entre los dirigentes


provinciales, municipales y barriales:
La existencia de una dinámica de competencia o de conflicto
no impide que exista un punto central (Juárez, por ejemplo) que
se beneficia de ella: la capilaridad de la organización, su estructura
descentralizada en la base es organizada desde lo alto para que se
integre a una sola estrategia. Esto puede ser aplicado tanto a la
relación entre lo provincial y lo municipal como entre lo
municipal y lo territorial.
Al mismo tiempo, los líderes provinciales e intermedios deben
responder a la heterogeneidad y la complejidad de los estratos
inferiores de la red. En ciertos casos, la líder principal es una
suerte de árbitro en los conflictos locales y territoriales, en
especial en momentos de definición de la distribución de
candidaturas o de recursos. En otros casos, sin embargo, la
capacidad de maniobra de la líder provincial es restringida y debe
quedar al margen de los conflictos en los estratos inferiores a la
espera de una oportunidad propicia para intervenir (ver recuadro
“El oculista y el aparato”).
En fin, en ocasiones la autonomía de las redes locales es tal
que pueden establecer estrategias propias sin rendir cuentas a la
líder provincial24.

24 Esto es más cierto aún en el caso de las demás ramas del partido, donde los dirigentes
intermedios tienen un capital político propio más importante. La amenaza de ser denunciado
por “traición” o por “deslealtad” permanece sin embargo latente y restringe el margen de
maniobra de los dirigentes intermedios. Hemos trabajado este punto en (Vommaro, 2003;
Vommaro, 2004).
El Protector Ilustre y su régimen… 85

2. La política santiagueña de Juárez a Kirchner


El orden presupuestario provincial, la importancia simbólica
de Carlos Juárez como “líder y protector” así como la debilidad
política de las fuerzas de oposición, en particular debido al
derrumbamiento del Alianza y su impacto al nivel provincial25,
permitieron al peronismo de Santiago del Estero atravesar la crisis
nacional de 2001 con cierto éxito. Esta provincia fue la primera
que organizó elecciones después de los acontecimientos políticos
de diciembre de 2001. En el mes de julio de 2002, el PJ dispuso
por iniciativa de Carlos Juárez –quien entonces era “asesor del
Poder Legislativo”, un cargo creado ad hoc– declarar la
“emergencia política” en la provincia, un instrumento legal que
permitió disponer libremente los tiempos electorales. Mediante
una ley aprobada por la legislatura provincial –de amplia mayoría
juarista– se hicieron caducar los mandatos del gobernador en
ejercicio, Carlos Díaz, –electo por la renuncia de Juárez y de su
esposa a fines de 2001– y de los cincuenta diputados
provinciales. A la vez, se reimplantó la ley de lemas para sortear la
exigencia nacional de internas abiertas y se convocó a una
Convención Constituyente para dar cobertura a la caducidad de
los mandatos. El 15 de septiembre se eligieron entonces, además
de gobernador, vicegobernador y cincuenta legisladores
provinciales, junto a otros tantos convencionales constituyentes
que se encargaron de introducir las reformas a la Constitución. El
triunfo del peronismo en todos los rubros, que obtuvo

25 El principal líder radical de entonces, José Zavalía, era hasta a finales de 2001 el intendente
de la capital provincial, la ciudad de Santiago del Estero. Los problemas financieros del
municipio y las huelgas de los empleados municipales que pedían el pago de salarios
atrasados fueron coyunturas políticas difíciles de superar. La presión del sindicato de
empleados municipales y la caída del presidente Fernando de la Rúa precipitaron el fracaso
del proyecto de José Zavalía de “heredar” el juarismo constituyendo sus propias redes de
distribución de bienes y de puestos públicos, lo que puso en crisis las finanzas municipales. Un
proceso similar tuvo lugar en La Banda, donde el intendente también debió dimitir en 2002.
Esto reforzó la capacidad de los peronistas de mantener su hegemonía en la provincia durante
la crisis nacional de 2001-2002.
86 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

porcentajes inéditos hasta entonces en la historia reciente de la


provincia –68 % frente al 13 % del segundo, la Unión Cívica
Radical–, pareció confirmar el éxito de la estrategia juarista de
sustraer la provincia a la interna del PJ nacional y, a la vez,
reforzar la legitimidad de un gobierno electo por la legislatura
provincial, en momentos en que la oposición se encontraba
extremadamente debilitada y a corto plazo sin posibilidades de
restablecimiento de su capacidad política. Así, el juarismo
mantuvo, de un solo golpe, su poder al interior del peronismo y
en el espacio político provincial. En el primer caso, el
desplazamiento del principal oponente, José Figueroa, de toda
posible disputa interna de cara a las elecciones presidenciales de
2003 se relacionaba con la emergencia de Carlos Menem como
precandidato presidencial del peronismo. Su posible triunfo en la
interna del PJ –que por entonces estaba prevista para diciembre
de 2002– fortalecería la posición de Figueroa, aliado histórico del
menemismo, por sobre un juarismo siempre relativamente
independiente de las internas nacionales. En este sentido, es
significativo que la declaración de la emergencia política y el
adelantamiento de las elecciones se hayan producido casi en
simultáneo con el ataque que militantes de la Juventud Peronista
–dirigida entonces por el diputado provincial Carlos Anauate–
realizaron a la casa del dirigente menemista. Se ponía así en
evidencia la función de fuerza de choque de este sector del
peronismo en la difícil misión de custodiar la “herencia” de
Juárez de posibles pretendientes26.
La victoria del peronismo parecía confirmar el éxito de la
estrategia juarista destinada a sustraer a la provincia de la crisis
política nacional. Al elegir a Mercedes Aragonés como
vicegobernadora y confirmar al gobernador interino, Carlos Díaz,
en su cargo, el juarismo pareció entonces capear con éxito la crisis

26 Cf. Al respecto (Vommaro, 2004).


El Protector Ilustre y su régimen… 87

política. Ya como gobernador interino, Carlos Díaz se había


constituido en una suerte de “mutante”, tal cual lo describía la
literatura del siglo XIX, que prestaba su cuerpo joven a los
pensamientos de Juárez, anciano y enfermo27. De hecho, en cada
acto de entrega de alimentos, viviendas u otros bienes materiales
ligados a las redes de distribución clientelar y personal del Estado,
Díaz hacía mención a que esos bienes no eran entregados por él
en tanto gobernador, sino en tanto transmisor de las obras y los
designios de sus “líderes y conductores”. Colocar al componente
femenino del matrimonio como acompañante de Díaz, en ese
sentido, daba verosimilitud al armado político. Las listas a
diputados provinciales, en tanto, mostraron un cuidado reparto
entre las diversas ramas del partido.
Luego del triunfo del PJ en las elecciones provinciales parecía
consolidada definitivamente la transición política al posjuarismo
dentro de ese mismo espacio, así como revalidada la legitimidad
electoral de la hegemonía peronista. Si por un lado la oposición
no podría constituirse en una amenaza a los débiles equilibrios
internos de ese partido –como parecía serlo en 1999–, tampoco
lo sería, en los cálculos de Juárez, la interna del PJ, que se
resolvería finalmente bajo la forma de los neolemas en las
elecciones presidenciales del 27 de abril de 2003. Sin embargo,
pronto esas expectativas se vieron refutadas por sucesivas crisis al
interior del juarismo que nuevamente pusieron en primer plano
la lucha por la herencia del “líder y conductor” y las conflictivas
relaciones del peronismo santiagueño con los líderes partidarios
nacionales. En septiembre de 2002, el gobernador electo
renunció a tan sólo unas pocas semanas de la asunción de su
cargo.

27 Hemos desarrollado este punto en (Vommaro, 2004). A diferencia de los “favoritos” de los
señores feudales de los que hablaba Weber en su descripción de los regímenes
patrimonialistas, Díaz era sólo un cuerpo mediador al servicio de una voluntad ajena y carecía
de poder de mandatario. Ver (Weber, 1996: p. 827).
88 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Todo comenzó cuando aún era gobernador interino y se


conoció, en medios de prensa y televisivos nacionales, el asesinato
de una joven en una “casa de citas” de la ciudad de La Banda que
era regenteada por un familiar de Díaz. Ante la insistencia
denunciatoria de los medios y las sospechas de que el gobernador
había presionado a la justicia para proteger a su pariente, al
interior de la dirigencia juarista se constituyó un “anillo
protector” de los “líderes y conductores” a quienes se colocaba en
el lugar de víctimas de “actos inmorales” por parte del
gobernador, supuestamente desconocidos por el matrimonio
Juárez. Por entonces, Juárez comenzó a hablar de la creación de la
figura del jefe de gabinete con el objeto de recortar las
atribuciones del gobernador, lo cual constituía una señal de las
dificultades incipientes para la implementación del armado
cuerpo de Díaz/mente de Juárez: siempre el cuerpo podría ser
sospechado de pretender para sí excesiva autonomía, y hasta de
querer reemplazar la mente que lo conducía por su propia
voluntad. En este contexto, la vicegobernadora electa decidió
posponer su asunción, para lo que alegaba razones de tipo
“moral”: no quería compartir su gobierno con quien estaba
involucrado en tales hechos. Pronto la suerte de Díaz estuvo
echada: los dirigentes peronistas de las distintas ramas y los
diputados provinciales y nacionales pidieron la renuncia al
gobernador y la asunción inmediata de Mercedes Aragonés. Díaz,
solo y sin apoyos, debió renunciar. Un periodista del principal
diario provincia, El Liberal, se preguntaba entonces: “¿Ha sido
sólo el hecho policial el detonante de la renuncia? […] Al
parecer, existiría otro elemento que habría resultado altamente
fastidioso para la Rama Femenina, y estaría referido a "la
desmesurada influencia" que ejercía sobre Díaz un reducidísimo
grupo de allegados, ajenos al gobierno. "Este grupo quiere
cogobernar, hablan con diputados y el gobernador hace más caso
a ese entorno que a los conductores y a la dirigencia", habría sido
otro de los fuertes cargos con que la Rama Femenina acusó al
dimitente” (El Liberal, 25-11-02).
El Protector Ilustre y su régimen… 89

Con la renuncia de Díaz, finalmente asumió Mercedes


Aragonés, quien quedó a cargo del Ejecutivo. Otro diputado,
Darío Moreno, juraba días más tarde como vicegobernador; él
sería poco después otro de los caídos en la interna juarista,
nuevamente en un caso que combinaba aristas criminales con
aristas políticas como fue el de los llamados crímenes de La
Dársena28. La renuncia de Díaz daba cuenta de las dificultades
que tenía Juárez para colocar un simple “mensajero” –sin
autonomía– en el puesto de gobernador y ponía de relieve la
imposibilidad de la compleja y caótica organización partidaria
para aceptar, aún en el caso de un simple “mensajero”, el hecho
de que un dirigente más en la disputa interna pueda ser colocado
por encima de sus pares. Así fue cómo, sin respetar la misma
lógica de construcción institucional que él mismo había impuesto
–la combinación orgánica entre la cabeza masculina en la
conducción y el corazón femenino en segundo lugar–, Juárez
debió impulsar la asunción de su esposa como gobernadora, lo
que buscaba garantizar que los problemas entre “leales” y
“desleales” ya no se dieran, al menos, en ese nivel institucional29.
La renuncia del gobernador electo a poco de haber asumido,
así como su posterior expulsión del partido una vez que se
pronunció a favor de la candidatura presidencial de Carlos

28 Los crímenes de La Dársena refieren al hallazgo, el 6 de febrero de 2003, de los cadáveres


y restos óseos de dos jóvenes en una zona cercana a la ciudad de La Banda conocida como
La Dársena. Una de ellas, presuntamente asesinada en circunstancias confusas a la salida de
una fiesta en un prostíbulo de la localidad de Guayamba, a la que habían concurrido
funcionarios provinciales y dirigentes justicialistas de importancia, como Carlos Anauate. La
otra joven fue asesinada poco después al parecer para encubrir el crimen anterior. Este caso,
que puso en jaque al gobierno provincial fue el que impulsó la intervención federal de los
poderes provinciales. Cf. sobre este punto el trabajo de María Isabel Silveti y Homero
Saltalamacchia en este volumen.
29 Un senador nacional del PJ tranquilizaba a la prensa sobre posibles implicancias del
recambio institucional: “La gente lo votó a Juárez, no lo votó a Díaz, con esto vamos a ser
sinceros. La gente votó al Dr. Carlos Juárez y a su señora, ésta es la realidad. Así que no creo
que incida políticamente para nada la renuncia” (El Liberal, 26-11-02).
90 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Menem y abrió un local partidario para materializar ese apoyo,


auguraba tiempos difíciles en el peronismo provincial, ya que los
“líderes y conductores” se mostraban inflexibles a la hora de
castigar posibles “deslealtades” y quienes en otro trabajo
(Vommaro, 2004) hemos calificado como “guardianes de la
herencia” –en especial los dirigentes de la Rama Femenina y de la
Juventud– se mantenían al acecho de pretendidos herederos que
quisieran, en el argot partidario, “cortarse solos”. Al conflicto con
Díaz le siguieron las intrigas en torno al nuevo vicegobernador,
Darío Moreno, quien fue involucrado en hechos delictivos como
lo había sido Díaz poco tiempo antes, lo cual le auguraba un final
análogo30. La crisis del espacio peronista y la disputa por la
herencia, así, tuvo una casi inmediata traducción institucional, lo
cual explica las sucesivas renuncias y expulsiones del partido. La
capacidad del juarismo de ordenar el partido y la situación
política provincial a través del triunfo electoral de 2002
contrastaba, así, con la fragilidad de este orden revelada en los
sucesos que terminaron con la renuncia del gobernador electo y

30 Darío Moreno era una de las figuras más relevantes del peronismo santiagueño, ya había
sido vicegobernador de Juárez cuando esa figura estaba reservada para el presidente de la
Legislatura provincial. A principios de 2003 se dijo que había mantenido conversaciones con
dirigentes menemistas para formar parte de su red de apoyo en Santiago. Cuando uno de sus
hijos fue señalado como participante de la fiesta en el prostíbulo la noche de la muerte de una
de las jóvenes encontradas en La Dársena, nuevamente las ramas del partido encabezaron la
conformación del “anillo protector” de los “líderes y conductores”, acción que desembocó, como
en el caso de Díaz, en la publicación de una solicitada en los diarios provinciales: “Por mucho
menos renunció un gobernador”, se titulaba, y afirmaba que “Hoy, nuevamente la falta de
decoro, rodeada de mentiras y de hechos poco claros, vuelve a llamar la atención de quienes
integramos todas las ramas del Partido Justicialista de la provincia […] Una vez más, la
mentira, la traición y la falta de conducta, es lo que nos lleva a reclamar a las máximas
autoridades de la provincia, la destitución del cargo de Vicegobernador de la provincia del Dr.
Darío Augusto Moreno, así como también su expulsión de nuestro partido, el que debe nutrirse
siempre de hombres limpios, probos y sin sospechas de actitudes o cuestionamientos que
puedan afectar la honra y la dignidad de los cargos que le son conferidos” (El Liberal, 05-06-
03). Estos dos casos sucesivos de imbricación de disputas políticas y causas penales, así
como los que seguirían en relación a las nuevas conexiones de los crímenes de La Dársena,
dan cuenta por otra parte del dispositivo de ilegalismos protegidos del que disfrutan los
dirigentes juaristas. La impunidad en tiempos de paz se vuelve puntos débiles en tiempos de
guerra, cuando algún dirigente es acusado de “desleal” y pierde su cobertura legal y policial.
El Protector Ilustre y su régimen… 91

con el triunfo de Menem en las elecciones presidenciales de 2003


(en los cómputos provinciales)31. El imparable desmembramiento
de las opciones del espacio opositor, en tanto, hacía que la
capacidad de maniobra del juarismo se ensanchase, aún en
momentos de extrema dificultad como en el período posterior a
que se conocieran en los medios de comunicación nacionales los
crímenes de La Dársena. Entonces, ante la incapacidad de la
oposición por dar un sentido a los hechos, fue el juarismo desde
el Estado el que consiguió ordenar la situación. Por fuera
quedaba, sin embargo, la movilización ciudadana apoyada por
amplios sectores de la iglesia católica provincial, lo cual
constituye, en la provincia, un hecho de suma importancia. En
efecto, tal vez a causa de la debilidad de las fuerzas políticas
opositoras, tal vez por la desconfianza respecto del “poder”32 –
asociado a la política partidaria–, las movilizaciones de exigencia
de justicia se realizaron de manera autónoma respecto del Estado
en sus diferentes ámbitos y se dio el hecho de que por primera
vez en muchos años33 miles de personas se reunían para dar forma
a una exigencia de justicia sin ser movilizados por el peronismo
dentro o fuera del Estado ni por los partidos de oposición. La
experiencia de autonomía, en una provincia con una sociedad
civil dependiente de la política partidaria y del espacio estatal,
encontró en organizaciones eclesiales y en la propia diócesis de

31 En efecto, a pesar de que el juarismo apoyaba la candidatura de Néstor Kirchner, en la


provincia se impuso la fórmula encabezada por Menem (obtuvo 41,48% contra el 39,68% de
Kirchner), quien finalmente, luego de haber obtenido el primer lugar en la primera vuelta
electoral, desistió de presentarse al ballotage y permitió así que Kirchner llegara a la
presidencia.
32 Es interesante al respecto la denominación con la que se englobaba a los participantes de
las “fiestas” relacionadas con los crímenes: los “hijos del poder”, tal el nombre, daba cuenta de
una sensación de impunidad y desprotección –los “hijos del poder” como privilegiados, con
derechos superiores a los demás hijos– que hacía mella, al menos de manera simbólica, en la
concepción del juarismo como un entramado organizativo de “protección”.
33 Tal vez la experiencia más similar, aunque en otro contexto político, fue la del movimiento
eclesial-social constituido en torno al accionar de monseñor Sueldo en la década de 1990.
92 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Santiago una referencia simbólica, institucional y organizativa


donde cobijarse34.
Aunque Carlos Juárez haya podido conservar la influencia
política a nivel provincial, los conflictos en el peronismo estarán
en el centro de la crisis luego de la transformación política vivida
por la provincia desde finales de 2002 hasta la intervención
federal ocurrida a principios de 2004. La amplitud de la
movilización popular que demandaba la aclaración de los
crímenes de La Dársena, la presión de los medios de
comunicación y fuerzas políticas nacionales provocaron la
intervención federal de los poderes ejecutivo y legislativo
provinciales, lo que puso fin a la hegemonía personal de Carlos
Juárez. El final del reino juarista fue acompañado por el estallido
del orden político en el peronismo: la cima de la pirámide del
partido desaparecida, las líneas y corrientes superpuestas perdían
su centro organizador. El peronismo de la provincia fue
intervenido, al tiempo que algunos de sus componentes, en
especial aquellos aglutinados en torno a la agrupación Bases
Peronistas, iniciaban conversaciones con dirigentes radicales para
llevar adelante en la provincia la “transversalidad” propuesta
entonces por Néstor Kirchner a nivel nacional, y que en Santiago
del Estero se explicaba en virtud de la caótica resolución de la
herencia juarista, así como del problema de legitimidad que el
peronismo provincial atravesaba luego de los procesos en torno a
los crímenes de La Dársena. Junto al interventor partidario, el
interventor federal Pablo Lanusse, quien había sido junto al
secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis
Duhalde, uno de los activos defensores de la intervención en la
provincia, se preocupó por “pacificar” al peronismo una vez que

34 Sobre este punto, cf. el trabajo de María Isabel Silveti y Homero Saltalamacchia en este
volumen.
El Protector Ilustre y su régimen… 93

los Juárez ya no controlaban sus redes principales35, al tiempo que


no obstaculizó las alianzas entre peronistas no juaristas y no
peronistas.
En torno a las elecciones para elegir al nuevo gobernador de la
provincia, la complejidad de las redes peronistas se mostró en
toda su fuerza. Los conflictos por el nombramiento del candidato
peronista permitieron ver cómo se ponían en juego los capitales
políticos vinculados a la organización y a la tradición del partido.
Cada uno de los participantes de las elecciones internas tejió
alianzas a nivel local y territorial36. La “herencia” del líder se
jugaba así en la articulación de las distintas redes partidarias. El
resultado de las elecciones provinciales organizadas el 27 febrero
de 2005 contradice la tesis de la supremacía natural del
peronismo en esta provincia, así como de la invencibilidad
política de Carlos Juárez y de sus aliados. En efecto, el candidato
radical Gerardo Zamora, a la cabeza de una alianza electoral
(Frente Cívico y Social) con algunos grupos peronistas como
Bases Peronistas, triunfó con el 46,5% de los votos, contra el
40% de la lista peronista, encabezada por José Figueroa y el
caudillo de la ciudad de Frías Humberto Salim. Entonces,
dirigentes excluidos durante la hegemonía juarista y ex juaristas
se pusieron a su servicio, por lo que una gran parte de las redes

35 De hecho, se realizaron las primeras elecciones internas para elegir los candidatos para las
elecciones de 2005, entre ellos para los cargos a gobernador y vice.
36 Las listas que se presentaron a las internas dan cuenta de las heterogéneas líneas internas
que convivían en los años del juarismo cobijadas por los “líderes y conductores” o enfrentadas
a ellos: “Santiago para Todos”, liderada por el empresario de medios de prensa y diputado
nacional José María Cantos –quien había sido candidato en las elecciones nacionales de 2003
con la boleta de Menem y había obtenido el primer lugar (cf. Vommaro, 2004)–; “Cruzada
Santiagueña”, encabezada por quien había sido abogado defensor de Carlos Juárez, Francisco
Cavalotti; el “Movimiento Peronista Popular”, liderado por el diputado nacional José Figueroa; y
la más débil “Victoria Santiagueña”, encabezada por el docente y militante peronista Roberto
Barrionuevo. Según algunos de nuestros entrevistados, aprovechando la diversidad de la
oferta, en las elecciones internos había dirigentes locales que “trabajaban” para una lista y que
al mismo tiempo eran candidatos en otra lista.
94 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

peronistas comenzó a integrarse a la fuerza política de Zamora. Al


mismo tiempo, el gobernador radical consolidó su acercamiento
a N. Kirchner y se incorporó al grupo de gobernadores radicales
que apoyan al gobierno nacional.

3. Los espacios políticos territoriales en el


posjuarismo
Si en este nuevo contexto político muchos dirigentes
intermedios del PJ que apoyaban al gobierno provincial recién
electo –como José Emilio Neder, de Bases Peronistas, quien
luego sería nombrado ministro provincial de Gobierno–
emergieron como “referentes” de las redes territoriales peronistas,
también cambió la configuración de la política territorial. La
manera en que el posjuarismo fue procesado en el territorio, y
más específicamente en un barrio popular, nos permite
comprender el funcionamiento del complejo entramado que es el
peronismo y, al mismo tiempo, ver qué sucede con esas redes una
vez que el centro organizador ha desaparecido y aparecen, en su
lugar, liderazgos incipientes que intentan reemplazarlo por fuera
y por dentro del partido. A continuación describiremos tres
espacios políticos barriales ligados al peronismo y situados en el
barrio Ejército Argentino (EA) de la ciudad de Santiago del
Estero y mostraremos en qué consisten el “trabajo social” y el
“trabajo político” territorial, así como la trayectoria reciente de
los “referentes” de estos espacios37.

37 El material aquí utilizado proviene en su mayoría de un trabajo de observación y de


entrevistas semi-estructuradas y no estructuradas realizado en un sector del barrio Ejército
Argentino entre los meses de mayo y julio de 2006, con el apoyo de María Isabel Silveti y su
equipo y fue presentado más extensamente en otro trabajo (Vommaro, 2007). Los nombres de
los dirigentes del barrio así como de los miembros de los espacios de sociabilidad política han
sido cambiados. Hemos mantenido, en cambio, el nombre del barrio y de sus organizaciones.
El Protector Ilustre y su régimen… 95

Unidad básica de José


José (45 años, casado, cuatro hijos) es dirigente peronista.
Comenzó su militancia en los inicios de la transición
democrática, cuando estudiaba Derecho a distancia en la
Universidad de Córdoba; pronto debió abandonar los estudios
por problemas económicos. A partir de su militancia consiguió
sucesivos empleos públicos (en el concejo deliberante municipal,
en la legislatura provincial) que fue perdiendo a medida que
cambiaban sus lealtades dentro del peronismo. A comienzos de
los años 1990 logró ser pasado a planta permanente en la
legislatura provincial, pero fue cesanteado y vuelto a incorporar
en dos ocasiones, luego de disputas con el juarismo y de
presentaciones judiciales de su parte. Puesto que no ha podido
revertir la última cesantía, desde 2004 maneja un taxi. El estado
de su vivienda muestra la situación económica de la familia: a
pesar de haber sido mejorada en otras épocas, en la actualidad se
encuentra deteriorada.
José “trabaja políticamente” en el EA desde su llegada al
barrio en los años 1980. Desde entonces, se mueve entre el barrio
y el centro político, puesto que también ha tenido cargos en el
peronismo a nivel municipal. En la actualidad, es el presidente de
la junta partidaria de la ciudad. Dice tener unos ochenta
dirigentes que “responden” a él distribuidos en otros barrios de la
ciudad y veinte o treinta en el EA. En otra época, tuvo un local
para su UB en casa de sus padres, que funcionaba en especial en
períodos electorales38, pero sus actividades políticas siempre
tuvieron como epicentro su propia casa: “para mí tener una
unidad básica no me significa nada ni para la gente ¿por qué?

38 El día de las elecciones, es en las unidades básicas donde se organiza lo que en Santiago
del Estero se llama “la movilidad”, es decir un conjunto de dispositivos de coordinación de
personas y de recursos del partido con el objeto de llevar a los vecinos del barrio a votar. En
espacios urbanos en los que el transporte público está mal organizado, la “movilidad” asegura
la participación electoral de los fieles y de los no fieles.
96 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

porque a la unidad básica no va nadie, vienen y me buscan a mí”,


dice. Ha obtenido algunos planes Jefes y Jefas de Hogar39 que
distribuyó entre vecinos del barrio y entre los dirigentes que
responden a él, pero hoy su casa/UB, en un contexto de
fragmentación y debilitamiento del peronismo provincial, se
encuentra desprovista de recursos (“estamos en un cierto impasse,
si podemos llamarlo así, políticamente”, dice José). Es sólo en el
“tiempo de la política”, para usar el término que emplean M.
Palmeira y B. Heredia (1995), cuando José ha podido movilizar
recientemente vecinos y dirigentes de otros barrios a partir de su
vínculo con los candidatos del momento (en las elecciones
provinciales de febrero de 2005 y en las legislativas nacionales de
octubre de ese mismo año). A pesar del “impasse” en las
actividades de la UB, José afirma mantener sus vínculos con
algunos vecinos que “están” con él: “Más allá de que hoy yo no
tenga unidad básica la gente me busca aquí, a veces pidiéndome
un favor, un trámite, una influencia en tal o cual organismo a ver
si le ayudo a solucionar sus diferentes problemas”, dice.

Unidad básica de la Rama Femenina


Casada y con cuatro hijos, ama de casa (su marido es jubilado
y fue empleado público), Ana es dirigente de la Rama Femenina
del peronismo santiagueño y secretaria general de una UB que

39 Según el reglamento de aplicación de los Planes Jefes y Jefas de Hogares (“derecho


familiar de inclusión social”), éstos debían distribuirse a nivel local, según criterios fijados por
un Consejo Consultivo: “El Programa tendrá descentralización operativa en cuanto a su
ejecución, la que se producirá a través de cada provincia y de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires y se aplicará por medio de los municipios. El control en la adjudicación y la efectivización
del mismo será ejercido por los Consejos Consultivos de cada localidad, integrados por
representantes de los trabajadores, los empresarios, las organizaciones sociales y
confesionales y por los niveles de gobierno que correspondan”
(www.trabajo.gov.ar/programas/sociales/jefes/consejos.htm). Sobre el plan Jefes y Jefas de
Hogar, cf. Golbert, 2004).
El Protector Ilustre y su régimen… 97

funciona en su casa40. Comenzó su militancia a los dieciocho


años, pero sólo desde 2001 tiene su propia UB, luego de haberse
independizado del “trabajo” en otra UB del barrio. En la
actualidad, luego del retiro forzado de la política de la principal
dirigente de “la rama”, “la Nina”, la UB de Ana se encuentra
debilitada y ella ha dejado momentáneamente de militar en el
partido. Sin embargo, conserva su capital político41 a través del
funcionamiento de un roperito en el que trabajan seis mujeres
que realizan las contraprestaciones de sus planes Jefes y Jefas de
Hogar, los cuales fueron obtenidos por Ana en tiempos de
gobierno juarista en la provincia.
En su apogeo, en la UB de Ana se realizaban las siguientes
actividades: organización de un roperito y un comedor,
realización de fiestas para el día del niño42 y para el día de la
madre, de colectas para sostener financieramente el espacio o para
distribuir recursos (dinero, ropa, remedios, etc.) entre los vecinos,
campañas sanitarias, jornadas de lucha contra la pediculosis,
“operativo de anteojos” (es decir, entrega masiva de anteojos
previo diagnóstico en una unidad móvil perteneciente al
Ministerio de Salud provincial). Al mismo tiempo, junto a sus

40 Las UBs de la Rama Femenina están íntegramente formadas por mujeres. Son dirigidas por
una secretaria general, quien mantiene una relación directa con una dirigente intermedia
(concejal, diputada provincial, etc.) que controla en general más de una UB. Para los miembros
del espacio, la “dirigente” es quien liga el territorio con “los que están arriba”, posición de poder
identificada, en el caso del peronismo y hasta 2004, con “la casa de gobierno”, donde estaba la
líder de “la rama”, Mercedes Aragonés.
41 Cf. (Rosato, 2003) para una especificación del significado del capital político de los
militantes territoriales, constituido por las “casas” con las que tienen relación. Como veremos,
esta relación se objetiva en el lenguaje en la noción de “referente”.
42 La fiesta del día del niño tiene un lugar muy importante en la simbología peronista. Para una
descripción de una fiesta organizada por las UBs peronistas de un barrio del Gran Buenos
Aires, cf. (Auyero, 2001). En entrevistas realizadas con dirigentes de la Rama Femenina del EA
apareció con recurrencia la centralidad de estas fiestas en las que los miembros del espacio
partidario se ocupan de conseguir los fondos necesarios para ofrecer la merienda y comprar
los regalos. Se trata de un momento en el que la tarea social se articula con la reproducción
del lugar de “referencia” de la UB para los vecinos.
98 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

colaboradoras Ana realizaba “caminatas” por el barrio, que tenían


como objetivo la identificación de las necesidades de los vecinos
(para mejorar la distribución de bienes de origen público que
realiza la UB), la confección de planillas de posibles beneficiarios
de programas sociales y de vivienda que luego eran utilizadas por
el Estado provincial, o la “caminata electoral”, en la que se lleva a
un candidato para que recorra el barrio, visite a los vecinos y se
haga conocer. Estas actividades transformaban a la casa de Ana en
una referencia para el barrio: “antes mi casa era un lugar para
golpear la puerta”, afirma.
No sólo la UB de Ana, como otras que hemos podido
observar, distribuye recursos que provienen de lo alto sino que
también produce algunos de ellos: en el roperito de la UB de Ana
se fabrica y recolecta ropa para distribuir “a la gente necesitada”;
en ciertas ocasiones hacían empanadas, compraban la leche y las
galletitas para la celebración del día del niño; durante el año en
que funcionó el comedor en el fondo de la casa de Ana, lo hizo
“sin que nadie me diera un centavo” y “comían 60 personas más
o menos”: “yo les compraba la mercadería. A veces ellas [las
beneficiarias de los planes Jefes y Jefas que trabajaban en el
comedor], por ahí las mujeres que veían hacían, hacíamos una
ventita de locro un domingo y con eso sacábamos algo”. Este
aporte de Ana y, en menor medida, de todos los miembros de la
UB, tiene tres finalidades: hacer “trabajo social”, generar recursos
para garantizar el funcionamiento del espacio y cumplir con la
contraparte (política y formal) que supone la obtención de un
plan social (“les consigo para las chicas Plan Jefas, que estaban
necesitadas y entonces medio que ya pobrecitas tenían más o
menos para manejarse”, dice Ana). El autofinanciamiento de las
UB se explica también por el hecho de que son sus principales
animadores quienes la crean como emprendedoras territoriales, de
modo que son ellas quienes deben garantizar con algunos
recursos propios la reproducción de su capital político (Ana
utilizaba también parte de su sueldo y del de su marido). En
El Protector Ilustre y su régimen… 99

todos los casos, la acción política se realiza como “acción social”:


lo social y lo político no puede ser claramente diferenciables si
uno analiza la politicidad en un barrio habitado por los sectores
populares. Así, cuando Ana recuerda que en la época en que “la
Nina” estaba al frente de la Rama Femenina se “trabajaba
muchísimo”, lo asocia con el hecho de conseguir cosas para los
vecinos tanto como con la capacidad de ganar elecciones:
“Nosotras siempre hemos trabajado concientemente, al menos
yo, no se si otras personas pero creo que todos hemos trabajado
así por eso se han ganado varias elecciones. Sino no se hubiesen
ganado, siempre se han visitado los domicilios, hacíamos
caminatas y veíamos que necesitaba alguien alimento, esas cosas,
se le llevaban bolsines, ropa”, afirma.
Y con esos mismos principios de percepción de la política es
que concibe una persona con quien, en el futuro, ahora que la
Rama Femenina se ha desarticulado, podría “trabajar”: “Y que la
persona que venga a trabajar sea responsable, que te dé los
medios y que sepa, que sepa gratificar a las personas que de una
manera u otra, yo no pido que me gratifique porque sea como sea
éste es mi trabajo. Pero generalmente la gente que más necesita se
te arrima en un trabajo político y esa es la que te exige una
respuesta, ya sea laboral, económica, ponele el calificativo que
quieras”.
La imbricación de la acción social con la acción política o,
mejor, el hecho de que, a diferencia de la distinción sociológica o
politológica entre lo social y lo político, Ana vea ambas actividades
como sinónimo, no sólo radica en el hecho de que la actividad
social se hace con fines políticos (y, tal vez, viceversa) sino en la
importancia que esa actividad social tiene para los dirigentes
barriales respecto de su posición en el seno de la organización de
pertenencia (en este caso, la Rama Femenina del PJ). Es en este
sentido que puede interpretarse la importancia de las pruebas de
la actividad realizada que las dirigentes de la Rama Femenina
debían producir para mostrar a sus “referentes”. Estas pruebas
100 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

están constituidas en especial por fotografías de todas las


actividades que se realizan en las UBs (fiestas, entrega de
alimentos y de ropa, etc.). “tengo fotografías de la ropa que
entregábamos”, dice Ana; “vos tenías que tener libro de actas,
álbum con las fotos, tenías que tener tu carpeta con todas las
actividades que vos tenías”, cuenta la “referente” de otra UB del
barrio.

Merendero del movimiento piquetero Barrios de


Pie
La llegada del coordinador regional de Barrios de Pie a casa de
Lucy en 2005, la sorprendió. El hombre dijo que había llegado
por “referencias”, pero nunca especificó quién se las había dado.
Lucy había sido dirigente barrial de la Rama Femenina y
secretaria general de la UB que funcionó en su casa hasta 1995,
cuando fue cesanteada de su empleo público provincial por haber
“trabajado políticamente” para la intervención federal que llegó a
la provincia en diciembre de 1993, luego del Santiagueñazo.
Desde entonces, Lucy se encuentra enemistada con José, el
dirigente peronista al que nos referimos más arriba, y con otras
dirigentes de la Rama Femenina del EA, porque según Lucy no la
ayudaron en el momento en que fue acusada de falta de “lealtad”
con el juarismo. Desde que fue despedida de su trabajo, Lucy se
dedicó a las tareas domésticas y el sostén del hogar quedó en
manos de su marido, jubilado de la policía, peluquero y
carpintero ocasional. La aceptación de la propuesta del
coordinador regional de Barrios de Pie de integrarse a esa
organización reactivó la vida política de la casa de Lucy. Volver a
“trabajar en política”, fue en sus orígenes un puro intercambio:
“¿qué tienes para ofrecerme? Si vos sos nacional, vos tenés algo
que nos hace falta, ustedes tienen planes y a nosotros nos hacen
falta, yo no voy a mover un dedo si no me das planes”. El
“coordinador” aceptó el pedido y se comprometió a entregar
veinte “planes”. Antes, quedaron en organizar una reunión en
El Protector Ilustre y su régimen… 101

casa de Lucy de la que también participó “una chica del


Ministerio de Desarrollo Social” en la que, como es habitual en
esos casos, la dirigente debía “mostrar” la cantidad de vecinos que
ella “movilizaba”43, es decir su capital político. Desconfiada de la
veracidad de la palabra del “coordinador”, Lucy dijo “no te voy a
llevar más de diez personas, porque no voy a comprometerme”, y
fue sólo con “mi gente que estaba conmigo desde siempre”.
Luego de esa demostración, el coordinador de Barrios de Pie
prometió volver con 40 planes del Programa de Empleo
Comunitario (PEC44), que su organización obtenía a nivel
nacional. Al cumplir su promesa, Lucy comenzó a organizar a “su
gente”: primero hizo una lista de los beneficiarios que se
quedarían con los primeros planes (en la que figuraba “su gente”,
familiares y conocidos de “su gente” y otros vecinos de casas
cercanas a la de Lucy)45, luego organizó las tareas que realizarían
como contraprestación y así nació el merendero y la huerta que
tienen en un descampado cercano a la casa de Lucy. En el
merendero se sirve chocolate y pan con dulce de batata para
cincuenta chicos del barrio, que también reciben apoyo escolar.
Hay alrededor de 25 personas trabajando entre el merendero (en
la preparación del chocolate, el amasado del pan y la ayuda a los
chicos en sus tareas escolares) y la huerta comunitaria.

43 Un procedimiento similar, reunir gente en casa del dirigente barrial para mostrar su poder de
movilización, nos fue relatado por Mirta, dirigente radical del EA, para que el actual intendente
apruebe la creación de un sub-comité radical en un barrio.
44 El PEC es un programa del Ministerio de Trabajo que continúa el Programa de Emergencia
Laboral (PEL), creado en 2002 para cubrir a aquellas personas que no reunían las condiciones
de acceso estipuladas por el Plan Jefes y Jefas de Hogar.
45 Por las características socio-políticas de la provincia y por el hecho de que la implantación
territorial del movimiento Barrios de Pie se haya dado allí a través de acuerdos con dirigentes
políticos peronistas como Lucy, los criterios de distribución de “los planes” no parecen seguir
una lógica diferente de las UBs, y la relación entre punteros y piqueteros no parece hecha de
“confrontación "cuerpo a cuerpo"” como describen Maristella Svampa y Sebastián Pereyra a
propósito de otros casos en su fundacional trabajo sobre los movimientos piqueteros (2003: p.
91)
102 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

A medida que la relación con el coordinador se fue


afirmando, Lucy consiguió más planes que distribuyó en otros
barrios donde otras antiguas dirigentes de la Rama Femenina que
ella conocía organizaron sus propios merenderos y huertas. En la
actualidad, Lucy “maneja” 170 planes PEC distribuidos en cinco
barrios de la ciudad de Santiago del Estero. Al mismo tiempo,
comenzó a conectarse con otras instancias de la organización,
participó en un congreso nacional de Barrios de Pie, se reunió
con el dirigente nacional del movimiento, participó de un
congreso de mujeres y de otras reuniones regionales. Esta
participación marcó para Lucy una diferencia con su experiencia
en la Rama Femenina, puesto que aquí, dice, “aprendió cosas” y
la “relacionaron” con otras dirigentes de otros lugares del país. En
cuanto a las tareas que realiza en el merendero y a las que
realizaba como dirigente peronista, según Lucy allí las diferencias
no son tan claras: “yo siempre hago trabajo social”, afirma. Ese
trabajo social incluye, como nos contaba Lucy, brindar el capital
político a los dirigentes que su agrupación apoye, y es por eso que
una de las tardes en que visitamos el merendero todos se
preparaban para asistir a un acto del intendente de la ciudad –
Julio Alegre, del Frente Cívico y Social– en el que se inauguraban
cinco cuadras de asfalto en un barrio vecino.

4. Redes partidarias e identidades políticas, o


viceversa
Si durante los años de la hegemonía juarista, el cuasi
monopolio de la distribución de las ayudas sociales de origen
público estaba en manos de las redes partidarias46, en especial de

46 Aunque la iglesia santiagueña, a través de la Pastoral Social, ya trabajaba con algunos


programas sociales desde los años de gobierno de la Alianza a nivel nacional, y por entonces
también el radicalismo provincial accedía a recursos públicos de asistencia en virtud de su
llegada al gobierno de Fernando De la Rúa.
El Protector Ilustre y su régimen… 103

las UB de la RF, a partir de 2005 nuevos actores territoriales


comenzaron a integrarse al “trabajo” social, lo que produjo una
diversificación de las organizaciones que intervienen en los
barrios populares y lo que reacomodó al mismo tiempo el balance
de poder entre grupos políticos a nivel barrial. La diversificación
de las organizaciones que intervienen en los barrios populares en
Santiago del Estero se debe a la influencia en el territorio de
procesos políticos nacionales y provinciales, o más bien al
procesamiento territorial de estos procesos. En cuanto al nivel
nacional, el acercamiento de ciertos grupos piqueteros con el
gobierno de Néstor Kirchner le posibilitó acceder a recursos y al
manejo de cierta cuota de planes sociales que les permitió
expandirse en provincias en las que su presencia era exigua, como
en Santiago. Esta es una de las razones de la presencia de la
agrupación piquetera Barrios de Pie en el EA. El proceso político
provincial tiene dos dimensiones a resaltar en este contexto. En
primer lugar, la fragmentación del peronismo provincial,
hegemonizado anteriormente por el juarismo, y la marginación
política de Mercedes Aragonés, dejó a muchos dirigentes barriales
huérfanos de referencias políticas47 y por tanto pasible de ser
captados por otras líneas del peronismo (Bases Peronistas), por el
nuevo armado político dominante en la provincia, el Frente
Cívico y Social o bien por grupos piqueteros de peso nacional.
En segundo lugar, la intervención federal que gobernó la
provincia durante casi todo 2004 produjo una cierta apertura
política a nivel provincial; la implementación de nuevos
programas sociales que fueron gestionados territorialmente por
organizaciones sociales y eclesiales y la desactivación de los
canales que nutrían de recursos a algunos dirigentes territoriales
peronistas son en este sentido factores de peso. Durante la

47 Utilizamos aquí la figura movilizada por Juan Carlos Torre en su trabajo sobre la crisis de la
representación de los electores nacionales pertenecientes al “hemisferio no peronista”, aquí
aplicada a dirigentes intermedios del peronismo. Cf. (Torre, 2003).
104 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

intervención federal, por ejemplo, una gran parte de la ayuda


social directa destinada a financiar comedores fue canalizada por
Cáritas, que la distribuía en las distintas parroquias de la
provincia. De modo que, en la actualidad, en los barrios
populares es posible encontrar una diversidad de organizaciones
que se asemeja más a la que puede verse en algunos barrios del
conurbano bonaerense (Grimson et al, 2003) que a la imagen
que habitualmente se tiene de las provincias del noroeste de
impronta caudillista.
La importancia de las redes políticas, que son también de
provisión de bienes materiales y simbólicos, se reveló capital en la
constitución de mayorías electorales provinciales. La existencia de
“redes flotantes” comandadas por mediadores que se articulan
(hacia arriba) con una u otra candidatura en cada elección de
acuerdo tanto a los intereses organizativos de la red como a las
afinidades de los participantes, permite colocar un signo de
interrogación respecto del futuro del armado político del
gobierno actual de la provincia, así como de una cuestión de más
largo plazo: el futuro de las organizaciones partidarias de la
provincia, que en los últimos tiempos han mostrado límites más
porosos que en el pasado. Al mismo tiempo, el rol de los
dirigentes intermedios se ve fragilizado por lo cambiante de las
articulaciones hacia abajo, es decir con las organizaciones
territoriales. En este sentido, y en general dentro de una misma
tradición política –en Santiago puede delimitarse con cierta
claridad un espacio peronista y otro no peronista–, las lealtades
de las redes políticas locales tienden a fluctuar, lo cual se
relaciona con la preocupación histórica del peronismo respecto
del problema de la “lealtad”. Abrir la “caja negra” de un orden
político en apariencia monolítico como el juarismo nos ha
permitido, sin embargo, comprender mejor su derrumbe, así
como la forma en que se produjo el –transitorio–
reordenamiento político en la provincia, en la que un peronismo
El Protector Ilustre y su régimen… 105

otrora imbatible permanece hoy fragmentado entre líneas internas


y armados electorales48.

48 En las elecciones para gobernador del 30 de noviembre de 2008, en las que Gerardo
Zamora fue reelecto con el 85,5% de los votos, la lista peronista más votada obtuvo el 2,49%
de los sufragios, en tanto que la mayoría de las líneas internas participó del armado político del
Frente Cívico y Social con listas propias para otros cargos legislativos y municipales.
106 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

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El Protector Ilustre y su régimen… 109

CAPÍTULO 3

Incentivos y restricciones de la política


democrática a la formación de regimenes no
democráticos a nivel sub-nacional. El caso del
juarismo en Santiago del Estero.

María Celeste Schnyder*

Introducción
Culminados los procesos de transición democrática, luego del
trabajoso cambio de régimen político, la preocupación por la
consolidación de la democracia conquistó a mediados de la
década del ochenta un lugar importante en la agenda política y
de investigación. El término, más que de un concepto definido,
se componía de expectativas que la democracia debía realizar, de
campos de problemas a resolver y trazaba tareas de
fortalecimiento institucional a cumplir en el presente o a
mediano plazo. El autoritarismo, como experiencia política
histórica, había quedado anudado a un pasado reciente que la
nueva política, inaugurada en las elecciones fundacionales de
1983, aspiraba clausurar pero que en algunos espacios y actores
seguía presente. La antinomia autoritarismo – democracia que
había organizado el paradigma tradicional como el pensamiento
político en los primeros años de la post-dictadura, siguió siendo
el eje ordenador de las tareas de la consolidación, entre ellas, la

*Lic. en sociología. Becaria de postgrado Conicet. Doctoranda en Ciencia Política. Facultad de


Ciencia Política y Relaciones Internacionales. UNR. celesteschnyder@gmail.com.
110 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

democratización de lo que se llamó enclaves autoritarios1.


Conceptos como el de residuo o enclave autoritario ofrecían un
marco explicativo para la persistencia de ciertas prácticas
particularistas, de arreglos institucionales heredados del régimen
militar y del comportamiento de determinados actores, así como
también, un camino para la acción política: la reforma
institucional. La persistencia de estos enclaves se plasmaba, entre
otras manifestaciones, en la existencia de regímenes políticos en
el nivel sub-nacional que, en el plano de sus instituciones, actores
y comportamientos, exhibían continuidades con el pasado
reciente. Esto se hacía visible en el retorno, ahora vía elecciones
constitucionales, de los viejos caudillos ligados a la política
facciosa y unanimista que había caracterizado al siglo XX o de los
represores de la última dictadura militar, los que se caracterizaron
por fuertes liderazgos personalistas y por un autoritarismo
partidario. ¿La democracia se afianzaría con un profundo trabajo
sobre la cultura política o por el funcionamiento de las
instituciones de la poliarquía?. De dicho debate emergió el diseño
institucional como una importante herramienta política para
avanzar en estos aspectos. Se esperaba que el establecimiento de
reglas de juego pudieran modificar las prácticas políticas
existentes dotándolas de un sentido democrático en el marco del
nuevo estado de derecho. Esto reforzó un concepto de la
democracia política centrada en sus instituciones y
procedimientos pero de la que se esperaba diera paso a una
reforma cultural2.
El devenir de los procesos políticos, económicos y sociales
ocurridos hacia fines de los ochenta, exhibió la profunda brecha
entre el ideal democrático y el funcionamiento real de la

1 Concepto desarrollado por Manuel Antonio Carretón en 1995 en “Hacia una nueva era
política. Estudio sobre las democratizaciones”. México. Fondo de Cultura Económica.
2 Al respecto consultar Lesgart Cecilia (2003) “Usos de transición a la democracia. Ensayo,
ciencia y política en la década del ’80”. Homo Sapiens Ediciones, Santa Fe, Argentina.
El Protector Ilustre y su régimen… 111

democracia tanto a nivel nacional pero también en cada uno de


los espacios provinciales. Con el recambio de un gobierno
constitucional por otro, quedó evidenciado que si bien se había
logrado la estabilización de las instituciones y procedimientos de
la democracia política, ésta no generaba por sí misma la
democratización de los actores y sus prácticas políticas. Los
regímenes políticos provinciales podían celebrar elecciones
regulares, limpias y competitivas y, al mismo tiempo, ignorar el
componente liberal introducido y legitimado en 1983 en torno al
respeto de las libertades individuales y la defensa de los derechos
humanos.
Parte de esa tensión o la incompletud de la experiencia
democrática se ha tratado de explicar a partir de la incorporación
en la agenda de investigación del estudio de las reglas informales
y las dificultades del sistema legal para penetrar en la totalidad del
territorio del estado nacional, lo que dio lugar a la clasificación
entre zonas azules, verdes y marrones3. Este enfoque aunque
permitió un acercamiento a la complejidad de las prácticas
políticas existentes, las analiza como anacronismos que con el
avance de la modernización política serían conducidos hacia la
práctica política ciudadana consagrada en la letra constitucional.
A más de dos décadas de funcionamiento del régimen
democrático, la persistencia o la emergencia de regímenes
políticos no democráticos invitan a superar la concepción, propia
del paradigma de la transición democrática, por la cual éstos son
expresión de formas limitadas, deficientes o desviadas que de
modo ineluctable arribarían a un destino plenamente
democrático.

3 Conceptos desarrollados por Guillermo O’Donnell (1997)


“Contrapuntos: ensayos escogidos sobre autoritarismo y
democratización”. Buenos Aires, Paidós.
112 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

En la medida que las explicaciones sigan ancladas al supuesto


que opone autoritarismo a la democracia, no es posible
comprender la especificidad de este tipo de regímenes políticos
no democráticos. Éstos no se encuadran dentro de las categorías
clásicas de autoritarismo, en tanto se convoca a elecciones, existe
más de un partido político y existe margen, aunque sea mínimo,
para la expresión del pluralismo. Pero tampoco pueden
encuadrarse como regímenes democráticos sólo por celebrar
elecciones periódicas, dado que se constata en ellos el
quebrantamiento de normas constitutivas de lo democrático,
como los derechos civiles y políticos.
Este trabajo busca explicar los actuales regímenes políticos no
democráticos a partir de ciertas características propias de la
democracia construida en Argentina. Se adopta un enfoque de
regímenes políticos híbridos (Levitsky y Way: 2004; Diamond,
1991) y se analiza el caso de Santiago del Estero durante los
múltiples mandatos de Carlos Juárez entre 1983-2003. La
hipótesis que guía el trabajo es que determinadas características
inherentes a nuestro sistema político, las transformaciones
ocurridas en los partidos políticos –en particular el PJ- y en el
Estado, han favorecido la articulación del juarismo, como
régimen político no democrático durante el periodo 1983-2003.

El régimen juarista: legitimidad electoral y quiebre


democrático
El juarismo podría abordarse, siguiendo a Levitsky y Way
(2004) como un caso de autoritarismo competitivo. Este tipo de
régimen político “ni practican la democracia ni recurren
regularmente a la represión abierta”. Las instituciones
democráticas formales constituyen el medio principal para
obtener y ejercer la autoridad política, ya que de este modo,
logran un halo de legitimidad democrática que satisface los
El Protector Ilustre y su régimen… 113

controles de los actores externos -nacionales e internacionales- y


en menor medida a los actores internos. Al mismo tiempo, las
elecciones se desarrollan bajo estrictos controles autoritarios con
el fin de consolidar su permanencia en el poder4.
Desde el punto de vista electoral la legitimidad del juarismo
era indiscutible. Como se puede observar en el cuadro Nº1, en
los años en que se candidateó a gobernador Carlos Juarez (1983,
1995, 1999) y posteriormente Nina de Juarez (2002) el
justicialismo se impuso por amplio margen sobre la segundas
fuerza por márgenes cercanos o superiores al 50% de los votos.
Entre la primera y la segunda fuerza hubo 18 puntos de
diferencia en 1983, en 1995 ascendió a 46, 7 puntos, en 1999
descendió a 25 puntos para alcanzar unos 55,3 puntos de
diferencia en los comicios de 2002. Si observamos el total de
votos en términos absolutos es notorio un marcado crecimiento
de su caudal electoral en cada uno de los comicios en los que
Juárez y su esposa se postularon como gobernador. Hacia el
2004, año de la intervención federal y partidaria, el partido
contaba con la afiliación del 30% del electorado5. Una lectura
superficial del desempeño electoral del PJ-juarista, y su correlato
de alta adhesión del voto popular, señalaría su legitimidad
electoral6.

4 Schedler Andreas (2004) “Elecciones sin democracia. El menú de la

manipulación electoral”. Revista Estudios Políticos Nº 24, pp 138


5 Datos obtenidos del Tribunal Electoral provincial. Porcentaje extraído del empadronamiento
realizado para las últimas elecciones internas del PJ en enero del año 2005. Del total de
522.101 electores habilitados para votar, 156.885 eran afiliados al PJ. Cabe destacar que
hasta la intervención partidaria producida en el año 2004 no existían datos oficiales acerca del
padrón de afiliados del PJ. Por ese motivo no existe información acerca del porcentaje de
afiliados al PJ en los años precedentes, el que sólo se puede estimar sobre la base de los
votos obtenidos por el PJ en las correspondientes elecciones.
6 La afirmación de la legitimidad electoral del juarismo no significa que se desconoce que en
las elecciones a las que se hizo referencia se llevaron a cabo bajo un sistema electoral que
favorecía al partido en el gobierno y que licuó la fuerza electoral de los partidos de oposición
mediante el diseño del sistema de circunscripciones electorales. A esto se añade las
114 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Cuadro Nº1. Evolución del voto por partido en


elecciones a gobernador. 1983-2005
1983 1987 1991 1995 1999 2002 2005
Votos % Votos % Votos % Votos % Votos % Votos % Votos %

P.J. 132.220 48,8 151.417 50,5 172.217 56,5 135.090 66,5 166.807 52,2 189.393 68,2 134.087 39,8

U.C.R. 83.762 30,9 130.316 43,5 128.133 42,0 40.190 19,8 35.733 12,9 156.385 46,4

FrePaSo 3.299 1,6

Nva.Alza. 84.245 26,4

Alianza 44.836 14,0

Fte.futuro 22.557 7,1

Mov.Viable 23.885 8,4 32.733 9,7

3 Band. 36.835 13,6 7.339 2,4

A.R.I. 21.173 7,6

Izq.Unida 1.416 ,5 1230 ,4 2.668 1,0

Otros 18.193 6,7 7.918 2,6 4.692 1,5 23.659 11,6 13.554 4,0

Total 271.010 100 299.885 100 305.042 100 203.112 100 319675 100 277.865 100 277.865 100
Fuente: Tribunal Electoral de Santiago del Estero.
1er. lugar 2do. 3ro.

Pero la contundencia de la distancia que separa al juarismo de


las segundas fuerzas, también llama la atención sobre cuales
fueron las condiciones para la articulación de una oposición con
posibilidades reales de competir en las elecciones. Esto sugiere
que existe un campo de juego desigual entre gobierno y oposición,
dado fundamentalmente por la ocupación del Estado provincial.
Desde el re-establecimiento democrático, el PJ, en particular su

restricciones materiales y económicas que enfrentaron los partidos de oposición para el


desarrollo de sus campañas políticas.
El Protector Ilustre y su régimen… 115

vertiente juarista, tuvo continuidad como partido gobernante


hasta el año 2003 en tanto que los partidos de oposición sólo
podían perder en cada una de las elecciones. Existe consenso en la
politología en que los criterios mínimos que diferencian un
régimen político democrático de uno autoritario, giran alrededor
del respeto de las libertades civiles y la defensa de los derechos
políticos. Esto es: 1) ejecutivo y legislativo elegidos a través de
elecciones abiertas, libres y justas; 2) virtualmente todos los
adultos tienen derecho a votar; 3) los derechos políticos y las
libertades civiles, incluida la libertad de prensa, la libertad de
asociación y la libertad de criticar al gobierno sin represalias, son
ampliamente protegidos; 4) las autoridades elegidas tienen
autoridad real para gobernar y no están sujetas al control tutelar
del ejército o a los líderes religiosos. Es cierto que estos criterios
son arbitrarios y el límite entre ambos es ambiguo, pero las
violaciones a las libertades individuales y derechos políticos nos
proporcionan un indicador claro de la naturaleza no democrática
de las relaciones gobierno y oposición.
Como se sabe, de acuerdo al régimen político imperante a
nivel nacional, al que adhiere la constitución provincial, las
categorías gobernador, vice gobernador así como las bancas de
diputados y senadores son elegidos mediante el mecanismo de
elecciones abiertas, libres y competitivas. Toda persona con la
mayoría de edad accede a ejercer su derecho al voto. Las
autoridades elegidas tienen autoridad real para gobernar. Pero se
registró en el periodo 1983-2003 serías violaciones de los
derechos políticos y las libertades civiles de los santiagueños.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(C.I.D.H), luego de sucesivas entrevistas mantenidas con
organizaciones de la sociedad civil santiagueña en los meses de
agosto y septiembre de 2003, ha señalado que “la falta de
independencia del poder judicial, la excesiva demora
injustificada, la denegación de justicia, la falta del debido
proceso, el abuso policial, la existencia de grupos armados al
116 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

margen de la ley, las limitaciones a la libertad de expresión, la


impunidad existente, la dificultad en el acceso a la justicia, el
nombramiento de jueces en procedimientos que plantean serias
dudas sobre su independencia han llevado a un profundo
deterioro del estado de derecho, afectando seriamente la vigencia
y protección de los Derechos Humanos de los habitantes de
Santiago del Estero”7.
De acuerdo al Informe Santiago del Estero elaborado por el
Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la
Nación8 se expone y documenta serias prácticas que atentan
contra las libertades básicas que definen el límite democrático en
tanto representan un reaseguro para la expresión de las minorías:
libertad de prensa, de asociación y de expresión sin represalias.
En relación a la libertad de prensa, allí se señala acciones del
juarismo, todas ellas debidamente documentadas, que limitan o
impiden el ejercicio de la profesión de periodista y el acceso de la
sociedad a la información:
- discriminación a periodistas y medios para acceder a
conferencias de prensa
- secuestro de material periodístico
- casos de agresión verbal y física a periodistas, amenazas a
cronistas de medios nacionales y provinciales, de violación de
domicilios de periodistas y la destrucción de sus bienes y
también la constante infiltración de policías en las
conferencias de prensa.
- uso muy segado de la publicidad oficial que favorece a los
medios afines al oficialismo.

7 Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos (2003) “Informe Santiago del Estero”,
pp: 38
8 El informe surge del trabajo de un intenso trabajo de relevamiento y documentación realizado
durante el año 2002, entre familiares de las víctimas y actores sociales e institucionales.
El Protector Ilustre y su régimen… 117

- acciones judiciales contra medios periodísticos y sus


asociaciones.
En relación a la libertad de expresión, en el mismo informe, se
afirma que “son numerosos los partes de inteligencia policial que
con sello, firma y número de expediente se preparan para la
jefatura sobre el accionar de los opositores políticos (...) La
recopilación de información sobre personas que realiza la agencia
policial no solo implica un control ilegal de la vida de los
ciudadanos, sino que es el recurso principal de la metodología del
“apriete” a los opositores tal como lo denuncia la Secretaría para
los Derechos Humanos del Obispado de Santiago del Estero”9
A esa situación se añade los numerosos casos de gatillos fácil,
de torturas por parte de la policía provincial, en las detenciones
ilegales a activistas sociales, en los allanamientos sin orden
judicial, y en las múltiples amenazas que reciben cotidianamente
periodistas, abogados y trabajadores públicos.
La libertad de asociación también se vio comprometida, el
Círculo Santiagueño de Docentes de Enseñanza Media y
Superior denunció la suspensión de la personería gremial
otorgada por el Ministerio de Trabajo “sin base legal ni sustento
alguno”10.
Estas constataciones fueron acreditadas sólo por la Secretaría
de DDHH de la Nación, la CIDH de la Organización de los
Estados Americanos, por estudios del Centro de Estudios Legales,
claramente dan cuenta de la ausencia de garantías para la
oposición partidaria y de organizaciones sociales e ilustra sobre el
quiebre democrático bajo el juarismo. ¿Cómo se conjuga la
legitimidad electoral con el quiebre democrático?

9 Op. Cit, pp 10

10 Op. Cit, pp 14
118 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Levitsky y Way (2004) señalan que en un régimen autoritario


competitivo las elecciones son el medio principal para obtener y
ejercer la autoridad política pero existe un campo de juego
desigual entre gobierno y oposición:
“Aunque se den con regularidad elecciones sin fraude, los
funcionarios abusan constantemente de los recursos del Estado,
no ofrecen a la oposición un cubrimiento adecuado de los
medios, persiguen a los candidatos de la oposición y a sus
seguidores y, en algunos casos, manipulan los resultados de las
elecciones. De igual modo, periodistas, políticos de la oposición y
otros críticos del gobierno pueden ser espiados, amenazados,
perseguidos o arrestados. También miembros de la oposición
pueden ser enviados a prisión, exilados o -con menor frecuencia-
incluso asaltados, acosados o asesinados” 11
En este tipo de régimen, las normas democráticas formales no
pueden ser eliminadas o reducidas a una teatralización donde el
poder se representa y se reproduce. En el caso argentino, nuestro
sistema político nacional se reorganizó en sintonía con el avance
de la democracia liberal en la post-guerra fría, centrada en la
defensa de los derechos humanos, las libertades individuales y la
democracia como régimen político. La presión internacional
sobre los estados nacionales para que adoptaran instituciones
democráticas formales dificulta que los gobiernos sub-nacionales
abandonen elecciones las que deben ser competitivas, es decir,
que la mayoría de los partidos y candidatos de la oposición
puedan participar. Si bien existen mecanismos a través de los
cuales se manipulan las reglas y tiempos electorales12 y se puede

11 Levitsky, Steven; Way, Lucan A. (2004) “Elecciones sin democracia. El surgimiento del
autoritarismo competitivo”. En Estudios Políticos No. 24. Instituto de Estudios Políticos.
Colombia. Enero-Junio. Pág.: 162
12 Para ampliar este tema consultar Oliveros V.- Scherlis G. “¿Elecciones concurrentes o
elecciones desdobladas. La manipulación de los calendarios electorales en la Argentina, 1983-
2003” en Cheresky Isidoro y Blanquer, Jean-Michel (2004) “Que Cambio En La Política
El Protector Ilustre y su régimen… 119

obtener un comportamiento cooperativo de los críticos


utilizando el soborno, la extorsión, la cooptación u otras formas
de persecución legal, las elecciones generan cierto grado de
incertidumbre. Esto es así, porque la persistencia de las
instituciones democráticas crea arenas -la arena electoral, la
legislativa, la judicial y los medios de comunicación- anidadas a
nivel nacional y sub-nacional, a través de las cuales las fuerzas de
la oposición pueden lograr, aunque sea mínimamente, desafíos
significativos.
Pero así como existen elementos que desalientan formas
autoritarias, también nos podemos preguntar si determinadas
características intrínsecas al sistema político coadyuvaron a crear
un contexto favorable para la emergencia y estabilidad del
juarismo como un régimen autoritario competitivo.

Federalismo, reforma del estado y territorialización


de los partidos.
Desde el re-establecimiento de la democracia puede
identificarse un conjunto de procesos que, en el marco de la
organización federal de nuestro sistema político, han modificado
el rol de los gobernadores en las agendas políticas provinciales, en
la asignación de recursos destinados a políticas sociales y en la
dinámica inter e intra-partidaria13. Concretamente, en la década
del noventa la reforma del estado nacional y la progresiva
territorialización de la estructura organizacional del PJ han
fortalecido el rol del ejecutivo provincial en el control de los
procesos políticos locales, tornándose indispensable la ocupación

Argentina?: Elecciones, Instituciones y Ciudadania En Perspectiva Comparada” . Homo


Sapiens.
13 Estos aspectos han sido trabajados en una perspectiva comparada en los casos de
Santiago del estero y Santa Fe, en el articulo de Cherny, Nicolás y Vommaro Gabriel (2004)
“Territorios liderazgos partidos: la politica argentina a nivel subnacional”. Op cit.
120 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

y el acceso a los recursos materiales y simbólicos del estado para


la reproducción de la actividad de los partidos políticos.
La organización federal de nuestro sistema político les asigna a
los gobernadores la atribución de diseñar su propia normativa
electoral y su sistema de representación de la mayoría y las
minorías. Este es un aspecto clave si se observa el progresivo
crecimiento de la base electoral del PJ y la sostenida pérdida de
votos de las segundas y terceras fuerzas, como se ilustra en el
cuadro Nº 1. Como se sabe, la Constitución Nacional en su
artículo 123 establece que las provincias se reservan para sí la
facultad de darse sus propias instituciones locales bajo el sistema
representativo y republicano y regirse por ellas. Esto significa que
los ejecutivos provinciales pueden establecer su propio código
electoral, el sistema de la representación legislativa y su calendario
electoral. Pero esta capacidad que de por sí tienen los
gobernadores, se vio acrecentada a partir de la reforma de la
constitución provincial de 1997. En dicha oportunidad además
de añadir la posibilidad de la re-elección del gobernador –tal
como sucedió en 1999-, el oficialismo introdujo importantes
modificaciones en el sistema electoral que serían determinantes
para alterar las relaciones de fuerza en la legislatura provincial. El
diseño de circunscripciones electorales que allí se establecía
aseguraba al oficialismo el control de los dos tercios de la
legislatura provincial. La reforma de la constitución de 1995 se
introdujo el sistema de circunscripciones electorales, por la cual,
de los 50 diputados, 22 eran elegidos por distrito único y 28 por
circunscripciones. En el caso del distrito único, se adjudican dos
tercios de la representación a la agrupación que obtiene más
votos y un tercio a las minorías, según el régimen proporcional.
En el caso de las circunscripciones, se establecía un número fijo
de 20 diputados para la mayoría y 8 para la primera minoría.
Esto garantizó al oficialismo un 70 % de la representación
parlamentaria y la sub-representación de las minorías, haciendo
desaparecer el control de la oposición que es uno de los fundamentos
del sistema democrático.
El Protector Ilustre y su régimen… 121

Sobre las atribuciones que la organización federal les asigna a


los gobernadores, el proceso de reforma del estado nacional
contribuyó al fortalecimiento de los gobernadores como actores
estratégicos de la política provincial. En la década pasada se
produjo el traspaso en términos administrativos de áreas de
competencia nacional a las provincias. Esto colocó a los
ejecutivos provinciales como interlocutor visible y destinatario de
múltiples demandas sociales. Los gobernadores pasaron a
administrar, con las dificultades asociadas al problema de los
recursos fiscales, ámbitos sensibles para la integración social: la
salud, la educación, la seguridad social, el empleo. En todos estos
aspectos, la mayoría de la población depende exclusivamente de
la atención del estado provincial en un contexto de
desmantelamiento de la estructura productiva llevado adelante
por la política económica del menemismo. En ese marco de
ampliación del campo de políticas será atribución de los
gobernadores regular el acceso al empleo y la distribución de los
recursos estatales destinados a políticas públicas, determinantes
de la calidad de vida de los habitantes de sus provincias. En
consecuencia, frente a la ampliación del campo de las políticas
públicas los gobernadores adquirieron mayor poder de decisión
en la agenda política local y mayor acceso a la administración de
los recursos estatales destinados a responder a la misma.
En paralelo a la descentralización del Estado se produjo un
creciente proceso de territorialización en el sistema de partidos
entendido como la desnacionalización de la competencia
partidaria que se impregna de contenidos y comportamientos
locales (Escolar y Calvo, 2005), significó el surgimiento en las
provincias de alianzas y lógicas políticas particulares y
diferenciadas de los procesos políticos nacionales.
122 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Este proceso ha sido paralelo a la transformación en la


organización del partido justicialista14. La disminución del
componente sindical en su estructura partidaria tuvo como
contrapartida el crecimiento de organizaciones arraigadas y
extendidas en el territorio (Levistky, 2005). En el caso
santiagueño, el componente sindicalismo industrial era mínimo
dada las características de la estructura económica de la provincia,
con lo cual sería una cuestión interesante de indagar si la
organización territorial del PJ-juarista data de los noventa o, si
por el contrario, fue un esquema de organización extrapolado de
otras experiencias organizativas. Pero aun desconociendo el
origen del esquema organizativo del PJ-juarista, puede afirmarse
que en la década del noventa se multiplicaron las unidades
básicas en los sectores populares, las que desempeñaron, como en
otras provincias, funciones ligadas al trabajo de asistencia social
en tiempos no electorales15, constituyendo la única representación
del Estado provincial y el único ámbito disponible de mínima
inclusión social en los barrios arrasados por la exclusión social.
Las unidades básicas regularon el acceso a los comedores
comunitarios, el acceso a medicamentos y atención de la salud a
través de las UPAs, a la adjudicación de viviendas sociales, a
planes sociales e incluso el empleo en la administración pública.
La afiliación al PJ-juarista devino en el requisito para acceder a
las políticas sociales del estado y en criterio de
inclusión/exclusión social: “la participación política, mas que el
ejercicio un derecho cívico que compromete a la posibilidad de
expresar la diferencia, se ve convertida en una forma de acceso

14 Esta cuestión puede ampliarse en Levitsky Steven (2005) “La transformación del
justicialismo.Del partido sindical al partido clientelista, 1983-1999”. Siglo XXI, Buenos Aires.
15 Ver en Auyero Javier (2001) “La política de los pobres. Las prácticas clientelistas del
peronismo”. Buenos Aires. Manantial.
El Protector Ilustre y su régimen… 123

hiperregulado a los recursos que garantizan la subsistencia


familiar”16.
La capacidad de estas organizaciones de definir a quien incluir
o excluir fue posible por los vínculos con dirigentes y referentes
políticos pertenecientes a las diferentes ramas que organizaban los
espacios de poder en el juarismo –la juventud peronista, la
generación intermedia, la rama política, la rama gremial y rama
Femenina- con acceso a contactos, bienes materiales y
financiación para mantener en actividad a las redes de la base.
Esto posibilitó el sostenimiento de una densa y nutrida
organización partidaria, que a diferencia de lo que ocurre con el
PJ bonaerense que carece de una burocracia que concentre a las
unidades básicas, se mantuvo articulada mientras Juarez controló
la presidencia del partido. De modo que la organización
territorial del PJ juarista no solo instaló y fortaleció la idea de un
gobernador que a través del estado provincial como único gestor
de los problemas sino que también a través de ellas pudo
controlar el devenir de las carreras políticas de sus cuadros
políticos. Pero toda esa organización partidaria sólo podía
sostenerse a expensas de usufructuar la estructura y recursos del
estado provincial.
La presencia sostenida del PJ-juarista durante 1983-2003
como experiencia dominante de organización de la participación
social y política en la provincia generó las contradicciones
inherentes a cualquier organización burocratizada: la
consolidación de una elite gobernante que tratará de auto-
perpetuarse para conservar los beneficios de la posición en el
estado, en detrimento de los intereses de los representados.
Los procesos de descentralización, las atribuciones que asigna
a los ejecutivos provinciales nuestro sistema federal y,

16 Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos (2003) “Informe Santiago del Estero”,
pp 12
124 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

particularmente en el caso santiagueño, la transformación de la


estructura organizacional del peronismo colocaron a la ocupación
y permanencia en el estado, si bien es un objetivo intrínseco a
cualquier partido político, en herramienta imprescindible para la
supervivencia política dada la alta dependencia de los partidos de
los recursos del estado. Por otra parte, les concedió a los
gobiernos provinciales mayor capacidad de control sobre la
apertura o cierre de las fronteras políticas provinciales para
enfrentar los procesos políticos nacionales.
Hemos visto que la descentralización del estado nacional y la
desnacionalización de la competencia partidaria le han conferido
a los ejecutivos provinciales mayor poder decisión y de
intervención en los procesos políticos locales. Estas
transformaciones han puesto en el centro de la escena a la
ocupación del estado como el capital político clave para ganar
una elección. No sólo por la disponibilidad de los recursos
estatales para el sostenimiento de las actividades partidarias
ordinarias y de las campañas políticas, sino también porque los
gobernadores son actores estratégicos en el diseño de las reglas
electorales y el sistema de representación de la legislatura, en la
construcción de alianzas políticas tanto a nivel nacional y sub-
nacional y en la organización de los tiempos electorales.
Todos estos procesos tuvieron como corolario la
concentración de poder materializada en la colonización del
estado provincial por parte del PJ-juarista y la extrapolación de la
lógica partidaria al funcionamiento del estado provincial. Resulta
problemático establecer criterios que establezcan límites claros
que diferencien cierto nivel de control que lógicamente ejerce un
partido gobernante sobre el Estado, de la confusión entre partido
gobernante y la estructura del estado. De acuerdo a Iazzetta
(2003), la colonización del aparato estatal refiere al control por
parte de partidos o ciertos intereses particulares de algunas
políticas públicas o áreas del aparato estatal despojándolo de su
carácter público. Por ello, “la colonización de áreas estatales
El Protector Ilustre y su régimen… 125

contradice las expectativas universalistas depositadas en la


función pública, desvirtuando la autonomía que resulta esperable
de sus aparatos administrativos”.
Ese proceso de colonización del aparato estatal por parte del
pj-juarista ocurrió en varias de sus dimensiones. En su dimensión
administrativa, el aparato burocrático funcionó bajo una marcada
regulación partidista. La militancia en el pj-juarista era el criterio
para acceder en las diferentes dependencias de la administración
pública, tal como se documenta en el Informe Santiago:
- “el acceso a los ascensos tanto para los suboficiales como para
los oficiales, esta muy mediado por padrinazgos y lealtades”
pp:11
- “la Asociación Sindical de Empleados Judiciales de Santiago
del Estero ha reclamado reiteradas veces las muchas
interferencias políticas en los ascensos del poder judicial, y la
imposibilidad de realizar una carrera administrativa sin
padrinazgos políticos” pp: 13
- “el caso del Consejo General de Educación es otra marca del
estilo hiperregulado y sesgado en la administración de los
asuntos públicos” pp: 14
- “en el sector de la salud profesionales médicos han
manifestado que para cubrir los cargos del hospital no se
llama a concurso, conforme lo establecido normativamente,
sino por el contrario, las vacantes son ocupadas mediante
contactos con el poder político” pp:14
De los testimonios que allí se compendian surge que existe
entre los empleados públicos una percepción muy fuerte acerca
de la legitimidad de la militancia política como criterio
126 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

excluyente para la obtención de un empleo público y que asocia


estabilidad laboral con un sistema de lealtades al pj-juarista17.
Como se puede advertir, la intromisión del partido en
competencias que son inherentes al estado, como la salud, la
educación, la seguridad y la justicia es evidente. Esto tendría
como resultado directo, que dichos ámbitos comenzaron a
funcionar bajo la lógica partidaria.
En su dimensión legal, la privatización de lo público también
compromete la imparcialidad de las instituciones estatales. Los
espacios en que esto se manifestó con mayor crudeza fueron en la
policía y el poder judicial de la provincia. La primera, a través de
la organización de un aparato de inteligencia interna, se dedicó a
la recopilación de información sobre los propios cuadros
dirigenciales y referentes del amplio arco opositor, que se nutría
desde el peronismo disidente, partidos de oposición,
organizaciones sociales, eclesiales y gremiales. Dicho control
ilegal de las actividades públicas y privadas de las personas, ha
sido identificado como “el recurso principal de la metodología
del “apriete” a los opositores”, de acuerdo a la Secretaría para los
Derechos Humanos del Obispado de Santiago del Estero. “La
institución policial aparece como un eficaz instrumento de
dominación política (…) se han registrado denuncias de
persecuciones, amenazas, intimidaciones públicas, despidos del
empleo estatal y hasta detenciones a las personas que participan en
algún movimiento u organización calificado de opositor.18
Pero la subordinación de la policía provincial a los intereses
partidarios del Pj-juarista fue el reverso de la subordinación del
poder judicial. Como señaló el CELS, el origen de la falta de

17 Para conocer testimonios que ejemplifiquen este punto consultar Op. Cit, pp 13 y en el
anexo Nº5.
18 Op. Cit, pp 40 y 41
El Protector Ilustre y su régimen… 127

legitimidad de la justicia reside en el sistema de designación de


los jueces sobre los cuales recae la sospecha de su simpatía o
adhesión al partido gobernante19. Tanto el Informe anual sobre la
situación de los Derechos Humanos en la Argentina del año
2002 como el Informe Santiago del Estero del año 2003,
coinciden en señalar que la justicia santiagueña se caracteriza por
la ausencia de independencia respecto del poder político, por la
baja eficacia en el cumplimiento en tiempo y forma del estudio y
resolución de los casos presentados, por la fuerte discrecionalidad
en la investigación y un bajo apego a las normas de debido
proceso y a las garantías reconocidas en la Constitución
Provincial y Nacional y los Tratados Internacionales que la
República Argentina ha suscripto.
La partidización de la justicia y de la policía provincial, tuvo
como consecuencia que el estado provincial dejara de ser el
garante de un orden jurídico legítimo.
La existencia del estado como síntesis simbólica del
pluralismo inherente a la sociedad fue anulada, dado que el
estado provincial pasó a expresar los intereses del pj-juarista. La
pertenencia al partido gobernante devino en criterio de
inclusión/exclusión de la relación con el estado. Por lo que la
expresión simbólica de aquellos actores con intereses y demandas
diferentes quedó relegada a la periferia política.

19 En el informe anual del Centro de Estudios Legales y Sociales del año 2002, en el capitulo
III “Son Justicia en las provincias” apartado “situación de la justicia en santiago del estero” se
exponen los mecanismos de ingeniería política por los cuales se ha introducido en la reforma
de la constitución provincial del año 1995 un consejo de la magistratura con seis integrantes
adictos al gobierno, lo que anula definitivamente la idea de transparencia en la designación de
jueces. Además allí se exponen hechos paradigmáticos que dan cuenta de la dependencia del
poder judicial respecto del Ejecutivo Provincial. Pp 144-151
128 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

A modo de cierre
El presente trabajo comenzó señalando la presencia al interior
del sistema político argentino de algunos regímenes políticos no
democráticos. El paradigma transicional los ha caracterizado
como expresión de experiencias políticas limitadas o desviadas
que serían removidas con el avance en las tareas de la
consolidación democrática. Sin embargo, su presencia y
continuidad a lo largo de las últimas décadas exige que estos tipos
de regimenes políticos sean analizados en su especificidad y a
partir de las características de la democracia post-dictadura. La
hipótesis que guió el trabajo es que determinadas características
inherentes a nuestro sistema político, las transformaciones
ocurridas en los partidos políticos –en particular el PJ- y en el
Estado, han favorecido la articulación del juarismo, como
régimen político no democrático durante el periodo 1983-2003.
Se adoptó un enfoque teórico que discute el supuesto que opone
el autoritarismo a la democracia y señala la coexistencia de leyes
democráticas con métodos autoritarios. El concepto de regimenes
políticos híbridos, en particular, el de autoritarismo competitivo
se utilizó como herramienta para iluminar la especificidad del
régimen juarista: legitimidad electoral con prácticas legales y
extralegales de restricción de las libertades civiles y derechos políticos
de la oposición. La inscripción en un régimen político
democrático a nivel nacional hace que las elecciones no puedan
ser impedidas, en tanto existen observadores externos nacionales
e internacionales interesados en que las mismas se desarrollen de
modo transparente. Asimismo, la posibilidad que tiene la
oposición de asistir a las corte de justicia nacional y a los medios
de comunicación nacionales, ha posibilitado la expresión de
denuncias contra el juarismo. La estabilización de las
instituciones democráticas ha actuado como un limitante a la
tendencia autoritaria de determinados regímenes provinciales.
Pero la misma política democrática también ha favorecido la
formación de regimenes políticos no democráticos. La
El Protector Ilustre y su régimen… 129

descentralización del estado nacional y la territorialización de la


competencia partidaria han re-significado las facultades que les
asigna la organización federalista de nuestro sistema político a los
gobernadores. La atribución de diseñar su propia normativa
electoral y su sistema de representación de la mayoría y las
minorías, adquiere nuevos potencialidades en un contexto en el
que el rol de los gobernadores se ve ampliado a partir de la
transferencia de importantes funciones, principalmente de la
educación, la salud y los programas sociales, de la
desnacionalización de la competencia partidaria. La constitución
de los gobiernos provinciales en los ejecutores de políticas
centrales para la integración de una sociedad, el fortalecimiento
del rol empleador de las administraciones provinciales, transfirió
a los gobernadores mayores recursos al interior de sus propios
partidos. Por otra parte, la organización de la competencia
partidaria a partir de la agenda provincial, claramente definida
por la ampliación del campo de políticas, los recursos disponibles
y las limitaciones fiscales, ha estimulado el armado de alianzas
entre actores provinciales y locales, principalmente entre
gobernador e intendentes, y ha conferido mayor poder de
negociación a los gobernadores para construir alianzas a nivel
nacional. Esto les concedió a los gobiernos provinciales mayor
capacidad de control sobre la apertura o cierre de las fronteras
políticas provinciales para enfrentar los procesos políticos
nacionales. Estos procesos ubicaron a la ocupación del aparato
del estado como requerimiento para la competencia inter-
partidaria. En ese sentido, los gobiernos provinciales han
impulsado reformas de sus constituciones que han incorporado
modificaciones del sistema electoral y de representación
parlamentaria, tendientes a favorecer la formación de las
mayorías automáticas y permanencia en el poder.
Estos procesos han dado lugar a la conformación de un marco
que ha estimulado la partidización del aparato del estado, visible
en la penetración de la lógica del pj-juarista en competencias
130 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

inherentes al estado, como la salud, la educación, la seguridad y


la justicia. Esa colonización no sólo ocurrió en la dimensión
administrativa sino que se expandió a la dimensión legal y
simbólica del estado provincial.
Para finalizar, podemos señalar que regímenes políticos no
democráticos, aquí estudiado como autoritarismo competitivo,
mas que una experiencia política histórica anudado al pasado
reciente, puede comprenderse como un efecto no deseado de las
tensiones que presenta la configuración de nuestro sistema
político nacional y las transformaciones en la estructura de
nuestro sistema de partidos.

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El Protector Ilustre y su régimen… 133

CAPÍTULO 4

Movilización popular y Régimen Político en


Santiago del Estero

Homero R. Saltalamacchia*- María Isabel Silveti**

Introducción
Este artículo se propone hacer una narración sobre lo que se
denominó, en la provincia de Santiago del Estero y en el resto de
la Argentina, “Marchas por la Verdad y la Justicia por el Doble
Crimen de la Dársena” (MDCD), cuya eclosión y
perdurabilidad, ayudadas por las características del contexto
nacional por entonces existente, dieron lugar a la destitución del
matrimonio Juárez con la intervención federal a la provincia y, en
consecuencia, a un cambio en el elenco político provincial.
Los sucesos que acompañaron e hicieron posible los
acontecimientos a cuyo análisis está dedicado este estudio son
comprensibles sólo como fruto de un enfoque sistémico. Sin
embargo, aceptando los necesarios límites de un artículo,
pondremos el acento en sólo tres de los aspectos que pueden abrir
una discusión mucho más amplia en trabajos posteriores. El
primero, refiere al contexto nacional y al modo en que repercutió
en el proceso narrado; el segundo, a los modos en que las

* Dr. en Ciencia Política. Docente-investigador de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.


hsaltalamacchia@yahoo.com
* *Mag. en Metodología de Investigación en Ciencias Sociales. Docente–investigadora de La
Universidad Nacional de Santiago Del Estero. marisasilveti@yahoo.com.ar
134 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

marchas fueron estructurándose y consolidándose (dando lugar a


esperanzas sobre un posible afianzamiento de organizaciones que
diesen cuerpo efectivo a la denominada “sociedad civil”); y el
tercero, al grado y tipo de resultados que dichas marchas
1
obtuvieron hasta el momento en que dejaron de existir .

Santiago del Estero

1 En este trabajo tomamos como fin del proceso de la protesta el día en que asume la
intervención federal aunque, es cierto que, más allá de esa fecha algunas marchas
continuaron, sin embargo, nunca alcanzaron la magnitud de las anteriores ni siquiera en
ocasión de los actos conmemorativos de la muerte de Patricia Villalba.
El Protector Ilustre y su régimen… 135

Santiago del Estero es la


primera ciudad fundada en lo
que hoy es territorio argentino.
Melancólica por el recuerdo de
antiguos esplendores. Famosa
por su música y musiqueros y la
bonhomía de su pueblo, es a la
vez, dirigida por una elite que
vive del control de los recursos
estatales y una de las provincias más pobres de la Argentina, tal
como se expresa en la mayoría de los indicadores del INDEC que
registran los valores más bajos respecto del promedio nacional.
Por ejemplo, en relación con la cuestión laboral: una de las tasas
de actividad más bajas (31% sobre el 43% del promedio
nacional) junto a una de las tasas más bajas de desempleo. La
sumatoria de desempleo y subempleo alcanza el 20% de la
Población Económicamente Activa (PEA), a la vez que la tasa de
inactividad y la de desempleo podrían ser mayores de no mediar
una constante emigración hacia otras provincias de personas en
edad activa. Además, entre los que trabajan, la mayoría lo hace en
2
el sector público y, el resto, en servicios, pequeñas manufacturas
y actividades agropecuarias. La pobreza y la indigencia
representan el 63% y el 29% respectivamente de la población
total. El 16% de los hogares habita en viviendas tipo rancho,
ubicándose en un porcentaje muy distante del 2,67% del
promedio nacional y, además, el 52,5% de los hogares tiene piso
de tierra. Registra una de las mayores de tasas de Necesidades
Básicas Insatisfechas (NBI), 26,2%, casi el doble del promedio
nacional (14,3%); situándose en cuarto lugar a nivel país después
de Formosa (28,0%), Chaco (27,6%) y Salta (27,5%). Por su

2 Magnitud confirmada por un estudio de la Cátedra Abierta “Santiago del Estero” (2003) de la
Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE): "más del 50% del empleo formal
provincial (50000 empleos) depende de la administración pública…” “..otro de los subsidios
gubernamentales”.
136 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

parte, los indicadores de educación no son más alentadores,


puesto que el 6,1% de analfabetos triplica la media nacional;
además, tiene una de las más bajas tasa de población con nivel
universitario completo (7,8%). Lo que contribuye a explicar, por
ejemplo, que el 77% de la PEA tenga el nivel secundario
incompleto, como también que el 20,7% de las madres no
lleguen a completar la escuela primaria, etc. Y, como suele
suceder, también puede sumarse a esos escuálidos indicadores un
último dato: el 14,8% de los niños muere en sus primeros años
de vida y un 70% de los santiagueños no tiene cobertura médica
(Censo 2001).
Por su parte, para caracterizar su sistema productivo baste con
marcar que, como indica López (1998)
… con una producción primaria sin industria ni
comercialización adecuada, “tomadora” de
precios de bienes dados por mercados que
exceden el ámbito provincial (con permanentes
tendencias a la baja) y un continuo deterioro
cualitativo y cuantitativo de la fuerza de
trabajo da como consecuencia la evidente
debilidad estructural y el subdesarrollo interno
que presenta…
De modo que, dada esa exigua producción interna, su
economía se sostiene en la coparticipación federal, que alcanza al
80% de sus ingresos totales (IERAL, 2004), lo que hace entendible
que el Producto Bruto Interno (PBI) se ubique en el último lugar
del país alejándose ocho veces del más alto, que corresponde a la
Capital Federal (1746 sobre 14767 dólares respectivamente).
Estructura que lejos de cambiar se hizo más patente en los años
en los que habrá de situarse el objeto de este trabajo.
En ese marco, las formas republicanas nunca fueron alteradas
por movimientos internos que expresasen con cierta autonomía
la protesta social.
El Protector Ilustre y su régimen… 137

El “régimen sociopolítico santiagueño” y el


juarismo
Tabla 1: Interventores de la provincia de Santiago del Estero (1898 a 2004)
1919 - 1920 Dr. Martín Rodríguez Galisteo (interventor federal)
1924 Dr. Rogelio Araya (interventor federal)
1928 Dr. Alfredo Espeche (interventor federal)
1930 Teniente Coronel Carlos Navarro Lobeira (gobierno de
facto)
1930 Dr. Dimas González Gowland (gobierno de facto)
1931 Dr. León Rougés (gobierno de facto)
1939 - 1940 Dr. Manuel Bonastre (interventor federal)
1943 Coronel Pascual Semberoiz (gobierno de facto)
1945 Dr. Lázaro Nieto Arana (gobierno de facto)
1945 Dr. Alberto Saa (gobierno de facto)
1948 Dr. Román Subiza (interventor federal) — Renunció
1948 Dr. Almerindo Di Bernardo (interventor federal)
1955 Dr. José Armando Caro (interventor federal)
1955 Contraalmirante G. Maleville (gobierno de facto)
1962 Abraham Abdulajad. Ganó las elecciones, no asumió e
intervinieron un día después
1962 Comodoro Agustín H. de la Vega (interventor federal) — Sólo 3
días
1962 Dr. Adolfo Scillingo (interventor federal. Gobierno títere del Dr.
José María Guido)
1962 Coronel Pedro Molinari (gobierno de facto)
1962 Contraalmirante Gabriel Maleville (gobierno de facto)
1963 Coronel Germán Quintana (gobierno de facto)
1966 Capitán de Navío José María Escalante (gobierno de facto)
1966 - 1967 Dr. Jorge Nallar (gobierno de facto)
1967 - 1970 Carlos Uriondo (gobierno de facto)
1970 - 1973 Dr. Carlos Jensen Viano (gobierno de facto)
1973 Dr. Carlos A. Juárez — Ganó las elecciones, intervinieron a
la provincia y no asumió
1973 Brigadier Pedro Ignacio Garro (interventor federal)
1973 Ernesto Fatigatti (interventor federal)
1973 Prof. Juan Giménez Domínguez (interventor federal)
138 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

1976 Coronel Daniel V. Correa Aldana (gobierno de facto)


1976 - 1982 General César Fermín Ochoa (gobierno de facto)
1982 - 1983 Dr. Carlos Jensen Viano (gobierno de facto)
1993 - 1995 Contador Juan Schiaretti (interventor federal)
2004 -2005 Dr. Pablo Lanusse (interventor federal)
Referencia: en negrita las intervenciones federales en gobiernos constitucionales.

En cambio sí lo fueron por reiteradas intervenciones federales,


enviadas tanto por los gobiernos de facto (efecto de sendos golpes
de Estado militares) como por gobiernos constitucionales (tal
como se muestra en Tabla 1). La sumatoria de todas esas
intervenciones hace que Santiago sea, a su vez, la provincia del
país que fue intervenida en más ocasiones; lo que ha contribuido
a que el régimen electoral no rigiese ni tampoco lo hiciesen las
formas republicanas de gobierno en forma continuada.
Este rasgo, conformando hábitos peculiares, en gran parte se
mantuvo durante los mandatos de gobernadores electos pues, de
hecho, en la mayoría de los casos no se respetó realmente el
balance de poderes. Paradoja sólo aparente, pues por encima de
lo que las leyes y la Constitución dictaban, lo que impedía la
independencia y el control entre poderes era el permanente
monopolio hegemónico del caudillo de turno. Ello aún se
mantiene vigente aunque hayan cambiado algunas de las formas
3
de constitución de los liderazgos provinciales . Así, aun durante
la mayor parte de los gobiernos electos, el dominio del titular del
Ejecutivo hizo de “lo republicano” un mero andamiaje literario.
Ficción que en todo momento les permitió a los gobernadores
elegir a los miembros del Poder Judicial, disciplinar conatos que
pudiesen ocasionarse en el Poder Legislativo y asegurar la
completa subordinación de los empleados públicos en los

3 Salvo entre 1963 y 1966 en que gobernó la Unión Cívica Radical (UCR) que carecía de un
aparato instalado en las estructuras gubernamentales que le asegurase el mismo dominio
sobre las otras ramas del poder gubernamental que otros cuadillos sí tuvieron.
El Protector Ilustre y su régimen… 139

distintos escalones de la burocracia, ya sea por el modo de


contratación, la cooptación de sus gremialistas, etc.
Tabla 2: Gobernaciones del juarismo en Santiago del Estero

1948 - 1952 Dr. Carlos Arturo Juárez (electo)


1973 - 1976 Dr. Carlos Arturo Juárez (electo)
1983 - 1987 Dr. Carlos Arturo Juárez (electo)
1995 - 1999 Dr. Carlos Arturo Juárez (electo)
1999 - 2001 Dr. Carlos Arturo Juárez (electo) — Renunció
Dr. Carlos Ricardo Díaz. Diputado provincial. Elegido por la
2001 - 2002 Cámara de Diputados de la provincia para concluir el período
del Dr. Juárez
Dr. Carlos Ricardo Díaz (electo). Renunció a los 23 días de
2002
asumir el cargo
Dr. Darío Augusto Moreno. Diputado provincial. Asumió como
2002 sucesor natural por encontrarse la señora vicegobernadora
con licencia
Sra. Mercedes Marina Aragonés de Juárez lo reemplaza
2002 - 2004
hasta la llegada de la intervención federal

En ese contexto de patrimonialismo y sostenimiento de las


4
formas republicanas casi sin alteraciones formales , una de las
figuras más conocidas y representativas de un modo de ejercer el
caudillismo político fue Carlos Juárez. En 1949, siendo por
entonces muy joven, fue elegido gobernador y desde ese
momento fue una figura importante y de inevitable
consideración hasta hace muy pocos años. En general, como
dirigente de peso en el Partido Justicialista (PJ); cinco veces como
gobernador y, otras, alternando ese cargo con el de senador
nacional, mientras que, durante los gobiernos de facto, establecía
alianzas, en particular aunque no exclusivamente, por intermedio
de un grupo de origen demócrata cristiano (uno de cuyos más

4 Saltalamacchia vuelve sobre el tema en el último capítulo del libro.


140 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

prominentes representantes ejerció la gobernación durante las dos


últimas dictaduras). Esta importancia e influencia se mantuvo
durante largos períodos, incluso cuando no era gobernador (ver
Tabla 2). Se convirtió, así, en un emblema de tal fuerza que los
análisis tendieron a adjudicarle no sólo los rasgos que provenían
de sus peculiaridades en el ejercicio del poder sino de todas las
deficiencias que presentaba, en la práctica, el formalmente
respetado régimen republicano en la provincia. Con frecuencia,
estas descripciones se hacían sin recordar que esas capacidades y
las grandes líneas de la estructura global del sistema estuvieron
siempre aseguradas por: 1) los acuerdos entre los partidos y sus
miembros en pro de repartir el poder político y económico entre
los integrantes de la elite; 2) el clientelismo de clase media y de
clase baja, asegurado por el casi total monopolio estatal en la
provisión de empleo y planes sociales —mencionado al principio
de este artículo—, que siempre fue usufructuado política, social y
económicamente por los miembros de las elites patrimonialistas;
3) un estricto control de los medios de comunicación, que
contribuían a difundir e inculcar argumentos que sostuviesen la
legitimidad del régimen en la mayor parte de la población y que
se veía facilitado por: a) las alianzas que unían los intereses de los
diferentes sectores de la elite política y económica y, b) por las
inversiones que los gobiernos hacían para la publicidad de sus
actos y los acuerdos de hecho sobre otras muchas cuestiones; 4) el
control de la selección y el pago a los proveedores de servicios al
Estado; 5) la discrecional utilización de las tierras fiscales y los
montes naturales; apropiación o explotación que era permitida a
los que apoyaban al gobierno o a algunos de sus miembros; 6) la
arbitrariedad sin restricciones en la selección de cargos electivos,
del Poder Judicial y de la carrera burocrática; 7) el control
partidario sobre el bloque mayoritario de legisladores; y 8) un
sistema de cooptación, de delaciones, de represión policial y
persecuciones judiciales que impide e impedía, en los hechos, las
prácticas disidentes en la mayoría de los casos.
El Protector Ilustre y su régimen… 141

Ese régimen, de intercambio de favores y dependencias


mutuas de desigual jerarquía, hizo posible desde siempre el que
(aun perteneciendo a partidos diferentes y encarnando conflictos
por asegurar mejores ubicaciones en los distintos escalones del
gobierno provincial y/o municipal) compartiesen un mismo
5
modo de concebir la acción política . Esto no es poco
significativo. La existencia de dicho entramado socio-político-
económico-ideológico es indispensable para comprender, entre
muchos otros eventos, el proceso vivido en todo el periodo de las
6
MDCD .

El juarismo en su último período


Es en ese contexto que Juárez (quien dominó el panorama
político en la época en que se sitúan las MDCD), llegó a
7
exacerbar algunos de aquellos rasgos al menos en lo que respecta
a: 1) la voluntad para digitar el nombramiento de los miembros

5 Por el que sus integrantes suelen asegurar una rotación en la que pocos son despojados de
cargos (aunque pueda variar la importancia de los mismos) por más que en la pugna hayan
resultado perdedores.
6 De las que nunca participó un miembro de los partidos políticos con control de los Ejecutivos
provinciales y municipales.
7 Documentados, en 2003, en los trabajos de la comisión integrada por los secretarios de
Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde y de Justicia, Pablo Lanusse; como también, de la
Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación, presidida por
Marcela Bordenave de la Afirmación para una República Igualitaria (ARI). Ambas comisiones,
en forma independiente, se entrevistaron con representantes del Poder Ejecutivo, Legislativo y
Judicial; organizaciones de la sociedad civil, Comisión de Derechos Humanos del Obispado,
Colegio de Abogados, educadores, familiares de víctimas de casos irresueltos de atropello,
desapariciones, robos, torturas y muertes atribuibles a la policía o a personas ligadas al
gobierno, etc. A esos trabajos se agregó, en varios casos, el aporte e intercambio de opiniones
de miembros del Senado Nacional, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que visitaron Santiago. Con los
resultados de esas investigaciones se publicitaron una serie de documentos con fuerte
contenido de denuncia y crítica; siendo el más contundente el Informe Santiago del Estero
(2003) del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación.
142 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

8
del Poder Judicial ; 2) controlar los medios de comunicación, en
los que sólo se permitían ocasionalmente la aparición de algunas
voces críticas9; 3) el reparto clientelístico de las obras públicas y
las tierras fiscales10; 4) las reformas de la Constitución, que

8 En 1995, cuando asumió Juárez por cuarta vez, los funcionarios judiciales (jueces,
camaristas, vocales, fiscales y Superior Tribunal) se designaron en su totalidad, en razón de
que terminaba la intervención federal (1993-1995), lo que le permitió obrar a su voluntad. En
relación con la falta de independencia del Poder Judicial la diputada nacional Nilda Garré
expresaba: “Juárez se encargó siempre de burlar estos mecanismos y de ir instalando sus
adictos en el Poder Judicial […] pero sólo como ejemplo sobre el Poder Judicial quiero señalar
lo siguiente: el 11 de mayo de 1995, en el diario El Liberal se publicó una solicitada en la que
varios abogados adherían a la candidatura del doctor Juárez como gobernador; la mitad de los
firmantes hoy integran el Poder Judicial de la provincia como jueces o fiscales del Superior
Tribunal de Justicia o como integrantes de la Cámara de Trabajo y Minas, o de la Cámara
Criminal Correccional, o del Juzgado de Familia, o del Juzgado de Paz Letrado o como fiscales
en los fueros civiles y comerciales”. Véase en Reunión Nº 4 - 3a Sesión Ordinaria celebrada el
31/03/2004 en el debate sobre la intervención federal a Santiago del Estero.
9 Muchas de esas violaciones se comprobaron después fehacientemente. Como ejemplo se
cita la solicitud que le hiciera la Asociación Periodistas al secretario de Prensa del Gobierno de
Santiago del Estero, Señor Guillermo Abregú, en una carta del 5/12/03 en la que en uno de sus
pasajes le requieren: “solicitamos a usted tenga a bien remitirnos el detalle de la distribución de
los avisos oficiales en los distintos medios de la provincia. De igual manera, rogamos nos envíe
toda información que usted crea pertinente en materia de libertad de expresión en Santiago del
Estero”. El requerimiento surgió de las conclusiones de un trabajo realizado en la provincia
entre el 25 y 26/11/2003 para conocer in situ la situación de la libertad de expresión. “La
delegación de la entidad nacional se reunió con representantes de medios provinciales,
alternativos comunitarios, del gremio de los periodistas, de entidades sociales, de las
universidades y con el obispo, monseñor Maccarone. La delegación recibió denuncias de
restricciones al derecho constitucional a la libertad de expresión, concretadas mediante actos
intimidatorios, agresiones físicas y restricciones judiciales y administrativas a quienes
pretenden informar y opinar sobre hechos de interés público. Asimismo, representantes de
medios locales denunciaron una distribución inequitativa de la pauta publicitaria oficial, acción
que restringe el margen de trabajo de las publicaciones y programas que son objeto de la
discriminación”.
10 A modo de ejemplo ver el informe de la Food First Information and Action Network (2003) en
el que denuncian que: “entre agosto de 1999 y mayo de 2002 se han destruido grandes
extensiones de bosque con topadora y hubo robos, matanza de animales, campesinos heridos
por bandas armadas y desalojos de familias sin que las autoridades competentes
intervinieran”. Para terminar expresando: “En muchos casos la policía uniformada intimida a los
campesinos para que firmen acuerdos con los usurpadores, los cuales actúan impunemente
debido a la connivencia que existe en la provincia entre el Poder Judicial, el gobierno de la
provincia y la Policía". Citado en “Reunión No 4 - 3ª…” (Ob. cit.). La FIAN International
Secretariat, es una organización Internacional de Derechos Humanos, con estatus de
consultora de las Naciones Unidas, que trabaja por el derecho a la alimentación.
El Protector Ilustre y su régimen… 143

permitían manipular los tiempos políticos11; y 5) en los últimos


años, la manipulación (apoyada por el Poder Legislativo) del
calendario electoral, con el propósito de facilitar el triunfo de los
propios candidatos y 5) la represión directa o indirecta por parte
de organismos policiales y parapoliciales12.
En esa época, los partidos de la oposición pocas veces llegaron
a ofrecer resistencias sostenidas respecto de esas arbitrariedades
debido a reiterados compromisos con el partido gobernante en la
provincia13 (sobre todo a partir de 1995 y con mayor intensidad

11 Respecto de estas prácticas del último período juarista dice Garré: “Todos conocen la
siniestra reforma constitucional de la provincia de 1997, que terminó perfeccionando el sistema
de manipulación de magistrados”; a lo que agrega el diputado Mario R. Negri: “En democracia
la gente vota y eso es legitimidad, pero las sucesivas reformas constitucionales han generado
en Santiago del Estero un sistema electoral que ha ido maniatando el funcionamiento de los
poderes y restringiendo su independencia. Sin embargo, los resultados electorales no se
reflejan institucionalmente en el seno del Poder Legislativo, porque la última reforma
constitucional produjo un perverso sistema de reparto combinado de distrito único con
circunscripciones, agravado por la maléfica Ley de Lemas, que generó un claro sesgo
sistémico que ineludiblemente favorece al oficialismo. Con menos del 40% los partidarios de la
gobernadora obtienen el 70% de las bancas. Mecanismos de obstrucción en el Poder
Legislativo, presión entre sus miembros, quejas y denuncias que giran alrededor del Poder
Ejecutivo, la acción policial vista de una manera distinta, que ya vamos a señalar, la falta de
independencia en el Poder Judicial y un Consejo de la Magistratura que no incorpora el nudo
esencial del instituto, esto es la oposición, para adjudicarse el cargo, lo que llena de sospecha
la concentración de la decisión en el Poder”. En “Reunión No 4 - 3ª…” (Ob. cit.).
12 Hacia el final de las marchas los santiagueños quedamos atónitos al enterarnos de la
existencia de la D-2, una extraña, desconocida e irreconocida dependencia policial en la que
trabajaron aproximadamente 40 policías. Al allanarla se encontraron cerca de 40.000 legajos
con información de actividades personales, políticas, etc., de dirigentes, de partidos políticos
(incluido el juarismo), religiosos, campesinos, gremiales, profesionales, como también de
funcionarios, magistrados, etc. Los datos, en algunos casos, emanaban de trabajos de
inteligencia y también se apoyaban en soporte de material periodístico, escuchas telefónicas y
todo tipo de estrategia sucia para conocer información.
13 Tal como fuera consignado en Silveti M.I.; Godoy M.I.; Schnyder M.C. y otros (2004) la
ausencia de resistencia se traducía en que los Ejecutivos municipales opositores “en términos
políticos y electorales, perdían paulatinamente capacidad de confrontar con alguna eficacia con
el juarismo, de modo de poder disputarle posiciones de poder. La manifestación más grosera
de este proceso la denominamos ‘juarización de la oposición’, expresión que alude al
acercamiento de los principales actores opositores a los dirigentes justicialistas para resolver,
coyunturalmente, crisis financieras y políticas en sus lugares de gobierno municipal, pero
144 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

luego de 2001) gracias a los cuales compartían zonas de


influencia, en un reparto peculiarmente notable pues el PJ juarista
prácticamente se abstenía de competir seriamente por el control
de los gobiernos de los municipios de Santiago del Estero y de La
Banda, que eran ejercidos por los candidatos de la UCR o de
alguna de sus fracciones. Esta situación podría ser poco
comprensible si no se subentendiera la existencia de un “Estado
patrimonialista” en cuyo seno se originan, o al que acceden, los
miembros de la elite política provincial. Este rasgo nunca fue
tenido en cuenta por la literatura sobre el tema en Santiago del
Estero, la que lejos de investigar la vigencia y posible estructura
de una forma de organización social que fuese más amplia y
persistente, tendió a asociar el autoritarismo vigente con el estilo
de gobierno y el poderío de “los Juárez”, impresión que en sus
líneas generales fue retomada por los autores de este artículo al
afirmar que:
Si es posible hablar de “régimen juarista” es
porque, durante cincuenta años, hubo un
articulador político que supo combinar: a)
liderazgo popular (basado en recursos
carismáticos y el monopolio de las políticas
sociales); b) eficaz influencia reticular, ejercida
mediante delegados municipales y punteros
políticos; c) el cuasi monopolio del empleo (en
una situación en la que la administración
pública tenía poca competencia con la em presa
privada en la absorción de mano de obra) la
adjudicación de “planes sociales”, lo que
facilitó una amplia red de clientelismos; d) el
control directo del Parlamento, asentado en su
manejo del Partido Justicialista y de sus
alianzas con dirigentes de otros partidos; e) el
control del Poder Judicial mediante

también a un proceso más profundo, relacionado con la reproducción de prácticas y mecánicas


de relaciones del propio juarismo, prácticas contra las que algunas vez pretendieron erigirse”.
El Protector Ilustre y su régimen… 145

nombramiento directo, cooptación y/o


corrupción. Combinación que le permitió su
supervivencia (pese a los reiterados cambios
ocurridos en la política nacional); reforzó su
prestigio como líder y sostuvo la hegemonía de
su partido (afianzada, además, en una eficaz
amalgama de prebendas y miedo); creando, de
ese modo, una peculiar representación sobre
los derechos políticos, sociales y civiles en
grandes sectores de los diversos estamentos de
la sociedad santiagueña (Proyecto PAV - PAE
2004, código 22617) .
Aun cuando se repiten informaciones ya dadas, volcarla aquí
es importante, pues refleja que, por entonces, los propios autores
compartimos la esperanza (como muchos de los que hablaban
sobre este tema) de que la caída de “los Juárez”, impulsada por la
participación de la sociedad civil en el movimiento de protesta,
14
produciría cambios políticos de relevancia en la provincia , algo
que se sustentaba y difundía, por entonces, en los medios de
comunicación nacionales y en las discusiones de los sectores
progresistas locales. Visto en perspectiva, este punto de vista
suponía ignorar la fortaleza del patrimonialismo clientelístico, lo
que a su vez implicaba presumir que una pequeña pero
movilizada porción de la sociedad civil influiría positivamente en

14 Esperanza que dio origen al Proyecto PAV-PAE citado que recogía un sentimiento
generalizado, tanto entre muchos de los que participaron activamente de la organización de las
marchas como de los que acompañaban, percepción que, en ambos sentidos, encontramos en
varias entrevistas de los organizadores. Por un lado, en relación con el clima de esperanza una
importante dirigente gremial manifestaba: “Había un clima de esperanza […] muchos
pensábamos, y no sé hasta dónde esto es más o menos cierto, que la gente había madurado
porque nosotros cada diez años tuvimos problemas, en 1993 tuvimos uno, en 2003 tuvimos
otros. De distinta índole, pero bueno, los tuvimos. Pero había un clima de esperanza, estoy
totalmente segura. Totalmente segura”. Por otro lado, en relación con que el problema
santiagueño se centraba en Juárez, una joven militante del PC expresaba: “otros sectores […]
creían que yéndose Juárez, bueno... se solucionaba todo”.
146 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

15
el control vertical de los actos de gobierno . Esta opinión pudo
instalarse no sólo por las capacidades carismáticas del líder sino
por su ya aludida permanencia en la cumbre del poder político
durante casi cincuenta años. Más aún, en el último período, a
muchos les pareció que atravesaban uno de sus momentos
culminantes debido a la acrecentada concentración del poder
económico, a la efectividad de los servicios de inteligencia y
represión y a la gran influencia que había logrado la Rama
Femenina del partido (RF), dirigida por la Sra. Mercedes Marina
16
Aragonés de Juárez (Nina) . A esto contribuían las características
del régimen sociopolítico y económico santiagueño y a la
peculiaridad del ejercicio del poder aludida anteriormente. Sin
embargo, parecía escapar del imaginario colectivo que la edad del
caudillo había menguado sus capacidades de control, lo que
preocupaba a la elite política y económica que, embozadamente,
discutía y organizaba la sucesión. En ese contexto es que ocurrió
el crimen que diera origen a la protesta objeto de esta exposición.

Las marchas: sus etapas17

El comienzo de la protesta
Las marchas comenzaron en febrero de 2003 (al poco tiempo
de haberse descubierto los restos de dos mujeres que yacían

15 Aunque algunos ya comenzáramos a cuestionarnos que las prácticas políticas fuesen


producto sólo de los Juárez y pensáramos que éstas eran una de las expresiones políticas
peculiares del patrimonialismo provincial. Al respecto véase Silveti (2004 y 2007) donde se
sostiene que esos hábitos políticos también se advertían en espacios ajenos al gobierno
provincial y que, además, el sector que los resistía era pequeño y con escasa estructuración.
16 En referencia al modo en que se dividían y actuaban las ramas del partido juarista véase el
Capítulo 1 de Mariana Godoy.
17 Esta periodización fue utilizada por Silveti M.I. (2006).
El Protector Ilustre y su régimen… 147

descuartizados y apenas ocultos entre matorrales en un paraje


denominado La Dársena18), se repitieron regularmente durante
setenta semanas y terminaron con la llegada de la intervención
federal a la provincia.
Para comprender mejor la singularidad de estos
acontecimientos, la importancia de los eventos que le sucedieron
y la esperanza de que dichas marchas produjesen un emerger y
fortalecimiento de las antiguas y de nuevas organizaciones de la
sociedad civil dispuestas a ejercer un mayor control sobre el
aparato estatal, es sustancial hacer notar que, con uno u otro
cariz, ese tipo de asesinatos no era una novedad en la historia
santiagueña19; como tampoco lo era que esos hechos quedasen sin
la correspondiente atención judicial20.
Por ende, la primera reacción de la población no se diferenció
de lo que en otras ocasiones había sido lo usual.

18 Situado en un lugar no demasiado alejado de zonas pobladas de la ciudad de La Banda.

19 El diputado nacional José Alberto Roselli, expresó “se atentó contra Ángel Strappazzón, uno
de los referentes del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase), tiroteando su
casa. Muchos fueron perseguidos y asesinados: Osvaldo Britos, la víctima de Campo
Contreras, Juan Carlos Noriega, Claudio Alfredo Corvalán, Gustavo Norberto Cáceres, Mauro
Lohaiza, Nelsa Buschiazzo, Pedro Hugo Brandan, Miguel Ángel Rojas, Luís Herrera Corsi,
Dora Caro Toloza, el ganadero Seggiaro y muchos más”. En “Reunión Nº 4 - 3a…” (Ob. cit.).
20 Lo que no era injustificado ya que, como luego se comprobó, tal como sucediera en
ocasiones similares, también en esta oportunidad el Ministerio Público tomó el caso con la
inacción suficiente como para limitar la administración de la Justicia a tal punto que la
actuación del primer juez y de la policía permitió borrar rastros que hubiesen sido de sustancial
importancia para la investigación, como posibles pruebas sobre los responsables. Tal como lo
señalara la Federación de Entidades de Profesionales Universitarios de Santiago del Estero
(FEPUSE) el 2 de julio de 2003 “los crímenes de La Dársena y cientos de casos no resueltos
denunciados a lo largo del tiempo no son más que la consecuencia ineludible de la falta de
independencia del Poder Judicial de la provincia, que se ha manifestado cruelmente en las
tremendas omisiones y ocultamientos procesales que han permitido que durante más de cuatro
meses se hayan ocultado pruebas, y se han borrado los rastros de estas actuaciones de
manera tal que hoy puedan resolverse sobre la base de presunciones que oculten la verdad
real de lo sucedido”. En Informe Santiago del Estero - Anexo 1 (2003).
148 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

No es que no se hablara del tema, por el contrario, como en


ocasiones anteriores, la noticia se regó casi inmediatamente por la
vía de las abundantes redes sociales existentes, sobre todo en las
zonas urbanas. Pero, tal como sucediera en otras ocasiones, el
rumor más que augurar una reacción pareció que volvería a
informar y a “naturalizar”, ya que, según se decía, era un
crimen cometido por miembros de lo que coloquialmente se
denominan “hijos del poder”, razón suficiente para que nadie
pensase en reclamar justicia con probabilidades de éxito21.
Pero justamente fue eso lo que en esta ocasión no sucedió y
fue la ruptura de esa tradición una de las razones que torna
importante el tema de este artículo, ya que, a diferencia de casos
anteriores, los crímenes generaron una reacción que nadie
esperaba, ocurriendo con este hecho una forma de expresión del
rumor que, en este caso, se pareció mucho más a aquélla
descripta por Kapferer (1989) al decir:
el fenómeno del rumor, aparte de sociológico,
es también político, porque la noción de
fuente “oficial” es una noción política. Lo
oficial proviene de una autoridad establecida
legalmente, por lo tanto, el rumor tiene una
relación determinada con la autoridad: al
revelar secretos y sugerir hipótesis, obliga a
hablar a la autoridad. El rumor es una manera
espontánea de tomar la palabra, sin que medie
invitación alguna. A menudo es la expresión de
una disidencia, y los desmentidos oficiales no
convencen, como si ya no fuera posible
equiparar lo oficial con la credibilidad. En este

21 En estas circunstancias, el rumor es una modalidad de interacción que en este tipo de


sociedades cumple, entre otras, la función de reemplazar la información no provista por los
medios de comunicación. A la vez que, como sostiene Gorosito en el Prólogo (Fasano, 2006):
“a diferencia del chisme, estallido que puede evaporarse y caer en el olvido, el rumor [...]
sostiene al chisme en el aire [...] le da forma y estructura fija, le otorga consentimiento y
credibilidad, lo convierte, en fin, en verdad revelada e incuestionable”.
El Protector Ilustre y su régimen… 149

sentido, es una forma de poner en duda a las


autoridades, planteando “quién tiene derecho a
hablar de qué”. Como información paralela y a
veces opuesta a la información oficial, el
rumor constituye un poder alternativo.

Los derechos humanos como política nacional


Con poco margen para la incerteza, nada de lo ocurrido
22
hubiese sucedido igual si, desde su asunción , el gobierno
liderado por Néstor Kirchner no hubiese colocado a la defensa de
los derechos humanos como uno de los pilares fundamentales de
su actuación.
Esa dirección política asumida por el gobierno nacional, hasta
entonces inesperada y por ende muy impactante, fue un
condicionante de radical importancia desde dos puntos de vista.
Por una parte, porque permitió y obligó a que desde el
gobierno se brindase apoyo (más o menos subrepticio en ciertas
23
ocasiones y más abiertamente institucional en otras ) a las
acciones de protesta, ante los obstáculos y la evidente connivencia
con los criminales demostrada por los tres poderes y por los
24
medios de comunicación provinciales . Por la otra, porque al ser
“los derechos humanos” noticia vendedora (además de que se
ligaba a un caso de sexo, drogas y poder), las agencias
periodísticas de nivel nacional vieron incrementada su voluntad
por difundir noticias y producir análisis sobre los crímenes y las

22 Ocurrida a los tres meses de encontrados los cuerpos.

23 Que llegó a que varios ministros intervinieran en las investigaciones y que el propio titular
del Poder Ejecutivo recibiera en su momento a los familiares de las víctimas y a dirigentes
sociales organizadores de las marchas.
24 De hecho, para el gobierno nacional, que acababa de asumir, la persistencia de esas
marchas era una demostración de que la violación no era sólo un hecho del pasado y esto
permeabilizó las membranas con las que las provincias mantienen la autonomía de sus elites.
150 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

marchas que no eran divulgados por la prensa local. Esto revestía


especial importancia no sólo porque así se burlaba la censura
interior, sino porque la información incrementaba su impacto
debido a que esas agencias, por ser nacionales, siempre contaron
con un prestigio y credibilidad del que las locales no gozaban.
Dados esos apoyos fue posible que muchos santiagueños
íntimamente se dijesen: “quizá esta vez sea posible”; y, por ende,
facilitó que la protesta “por la verdad y contra la impunidad”
fuese un eje en torno del cual se aglutinaron organizaciones de
muy diversas trayectorias.

La primera etapa
Conocido el asesinato, la primera reacción fue la del padre de
Leila Bshier Nazar. Este hombre, viudo, junto a los familiares de
quien fuera su esposa, parado semanalmente en una esquina de la
plaza central denominada Libertad, denunció el asesinato y su
disposición a luchar por el esclarecimiento del mismo.
Al principio su discurso parecía un puro deseo inalcanzable y
esto contribuyó a que, en ese primer momento, su acción no
fuese acompañada por casi nadie; aunque, en este caso, el rumor
que acompañaba a esa acción incluyó una variante que no pasó
inadvertida: quien protestaba no era un santiagueño sino un
palestino que proclamaba que no sólo continuaría con las
denuncias en Santiago sino que, incluso, recurriría al auxilio de la
representación del gobierno palestino en la Argentina para
fortalecer sus posibilidades de esclarecer el hecho25. En el
imaginario ciudadano esto tendió a alentar esperanzas sobre la
posibilidad de que este caso no tuviese el mismo final que los
anteriores.

25 En los hechos ese auxilio, si bien existió –en opinión de un entrevistado, que fue uno de los
más activos organizadores–, nunca fue notablemente importante. Pero eso no se lo sabía en el
momento.
El Protector Ilustre y su régimen… 151

En gran parte, fue esa doble novedad, los ya aludidos cambios


en la política nacional y la posibilidad de que la denuncia se
escurriera fuera de los límites provinciales, la que daba, a dicha
causa, un matiz diferente: el éxito parecía posible.
Al mismo tiempo, constituyéndose en un elemento más de ese
cambio de circunstancias, algunos sectores ligados a la Iglesia
Católica influyeron decisivamente para que también se
incorporase a la protesta la madre de la otra víctima26.
Según sus propios relatos, a diferencia del palestino Bshier, la
familia Villalba participaba del fatalismo santiagueño, por el que,
al principio, pocas esperanzas tenían en que alguna acción
pudiese llegar a producir justicia. Sin embargo, el lazo que Olga
Villalba y su familia mantenían con los miembros de la Pastoral
Social de la Parroquia La Sallette, a cuya feligresía pertenecían,
permitió que los miembros de dicha organización estableciesen
contacto con ella y que primero un sacerdote y luego uno de sus
integrantes laicos se transformasen en consejeros y guías,
logrando que ella y sus familiares abandonen esa primera
reacción de aislamiento para participar activamente en el pedido
de que la justicia interviniese eficazmente para aclarar quiénes
fueron los culpables y actuar en consecuencia.
Fue así como, en menos de un mes, la familia se incorporó a
la protesta convirtiendo el dolor en lucha. Ese proceso convirtió a
Olga Villalba en una verdadera e insobornable líder27 que alentó,

26 Cuyo asesinato aparentemente sólo se debió a que casual e involuntariamente había


escuchado algunas informaciones comprometedoras sobre quién, dónde o cómo había
ocurrido el asesinato de Leila.
27 Es cierto que era ama de casa, como todos la describen, pero también es cierto que tenía el
antecedente de que su padre trabajara en política, en las décadas de los años sesenta y
setenta, militando activamente en el peronismo opositor al juarismo. Olga lo caracteriza como
“honestamente y sin venderse a donde caliente el sol […] Así que mi padre ha sido así […] un
descamisado en serio. Y bueno, eso al menos yo creo que hemos heredado, el no venderse,
no ir donde calienta el sol. ¡Pelear por esto y por esto! Mi padre era así, yo lo he entendido así
[…] algo nos ha dejado”.
152 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

en quienes se le acercaban, la esperanza de que la acción conjunta


podía desmoronar la impunidad de los asesinos y la corrupción
que los encubría.
A partir de esa incorporación, las marchas no sólo ampliaron
sus adherentes sino que se consolidaron organizativamente;
principalmente guiadas por un antiguo dirigente gremial que
puso su experiencia y vocación justiciera al servicio de la acción
emprendida por los familiares de las víctimas. De este modo,
durante los meses de marzo y abril siguientes al del crimen, el
plantón de Bshier se convirtió en una sucesión de marchas en las
que, todos los viernes, sus integrantes (que al principio apenas
redondeaban unas treinta personas28, entre las que se contaban los
familiares de las víctimas, algunas integrantes de las Madres del
Dolor y miembros de agrupaciones de derechos humanos,
principalmente del Obispado) pedían justicia caminando
alrededor de la Plaza. Era una militancia que no terminaba allí,
pues durante la semana los familiares, Luis Alarcón, el dirigente
antes citado, y otros colaboradores se repartían el trabajo de
gestionar ante las autoridades policiales y judiciales que el caso
fuese tomado como correspondía. Sólo consiguieron someterse a
agotadoras e infructuosas esperas en los Tribunales o la
desvergonzada burla de los integrantes de los cuerpos policiales.
Esto no impidió que el crecimiento de la movilización siguiese
chocando contra la activa indiferencia de los medios de

28 Al respecto una reconocida dirigente gremial, insobornable opositora al juarismo, expresó:


“Las primeras marchas por el doble crimen, nosotros tenemos […] tenemos una imagen que
fue, no sé, debe haber sido la primera o la segunda marcha, que más que marcha era un
grupito de personas que caminaba alrededor de la Plaza Libertad, era un día de fines de
febrero […] Y en ese momento al levantar la vigilia en la que reclamábamos el cumplimiento de
varias reivindicaciones […] en la Plaza [...] levantamos los termos, sillones, etc., etc. vemos un
grupo de gente, por supuesto que sabíamos que había pasado esto del doble crimen, no
estábamos ausentes de esta problemática, pero tampoco participábamos de la marcha.
Entonces nos pusimos al costado, como para que la gente pasara, la gente de las MDCD
digamos, los familiares de las víctimas y ellos pasaron como mirándonos con resquemor,
porque, claro, ni ellos nos conocían, ni nosotros a ellos”.
El Protector Ilustre y su régimen… 153

comunicación locales, los miembros de los tres poderes y, salvo


excepciones, de toda la elite política.
Convencido de que en la provincia nada podrían lograr, el
señor Bshier arriesgó una nueva jugada que tenía como destino
llevar el caso ante autoridades nacionales. Acción audaz, pues
pese a ser un hombre más culto que la media de quienes
pertenecían a su mismo estrato económico, Bshier no contaba
con recursos suficientes para pagar viaje y estadía, tampoco tenía,
que hasta hoy se haya sabido, relaciones políticas o sociales que le
asegurasen el ser atendido. Sin embargo, tal como lo relata Silveti
(2006):
Una vez allí, casi sin dinero ni nombres clave a
los que recurrir, se puso en campaña para, muy
trabajosamente, lograr contactos que apoyasen
sus gestiones; hasta que, finalmente, a través
de un legislador santiagueño del Movimiento
Cívico y Social-Afirmación para una República
Igualitaria ( MOCISO - ARI ), se conectó con la
Comisión de Derechos Humanos de la Cámara
de Diputados de la Nación, consiguiendo que
sus miembros escuchasen el relato de lo
sucedido. Éxito que, poco más tarde, se
incrementó cuando obtuvo un improvisado
diálogo con periodistas [… ] a partir del que se
publicó una nota sobre tales acontecimientos .
Fue esta acción la que inició, al menos en forma más explícita
y conocida, la conexión entre los atropellos ocurridos en Santiago
del Estero contra los derechos de las personas con, por una parte,
un gobierno que, como ya se dijo, había alzado la bandera de los
derechos humanos y, por otra, con la prensa nacional. El inicio lo
marcó un artículo publicado en Página/12, en el que su autora
vinculó lo sucedido en Santiago con otras violaciones parecidas y
que, en su momento, tuvieron repercusión nacional (como la
ocurrida en la provincia de Catamarca durante los años noventa,
cuando una joven de nombre María Soledad fue víctima de
154 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

abusos provenientes de hijos de poderosos personajes de la elite


de esa provincia).
En el marco antes caracterizado, lanzada públicamente la
noticia, otros medios de comunicación (prensa, radio y
televisión) comenzaron a dar cobertura al hecho y produjeron
una transformación con la que terminó una primera etapa, en la
que la protesta estaba reducida sólo a un pequeño grupo. A partir
de entonces se incrementó la participación de personas que, por
su actividad, podían adherir a ellas sin temer la represalia
gubernamental.

Organizaciones no gubernamentales de oposición y


resistencia
Este cambio se vio acompañado por la incorporación y el
apoyo de organizaciones combativas preexistentes29 que no habían
estado presentes hasta ese momento, hecho que es digno de una
consideración por separado pues imprimió en la protesta una
tensión que solamente podrá comprenderse si se conocen algunos
antecedentes de esas organizaciones30.

29 Ante el interrogante sobre el modo en que se comunicaban entre ellos, la entrevistada,


citada en nota 28, manifestó “bueno, nosotros siempre estamos en contacto […] era un
contacto anterior, entonces teníamos los teléfonos, sabíamos a qué hora podíamos llamarnos,
más o menos cuál era la dinámica de trabajo de unos y otros, en qué lugares podíamos
reunirnos […] en 2000 tuvimos mucho trabajo, más o menos hasta mitad de año. Luego, un
poco por diversas razones, sobre todo de índole política ehhh! por la presión del gobierno de
Carlos Juárez, por la presión del poder económico provincial, no es que nos desactivaron sino
que, bueno, teníamos que ocuparnos de un juicio que teníamos sobre nuestras espaldas y,
bueno, entonces dejamos de reunirnos continuamente […] Y bueno, nos comunicamos con los
familiares de las víctimas, tanto con el Sr. Bshier, como el matrimonio Villalba y ellos estuvieron
totalmente de acuerdo de que comenzáramos a participar”.
30 Para mayor información sobre las mismas (además de lo consignado en este artículo), tal
como su origen y trayectoria, como también las razones por las que decidieron incorporarse a
las marchas y el momento en que lo hicieron se puede ver el anexo de Silveti M.I.; Godoy M.;
Schnyder M.C. y otros (2004).
El Protector Ilustre y su régimen… 155

Dándole la razón a Foucault (1975), no hay poder sin


resistencia. Así, pese a lo peligroso de las condiciones en que se
desempeñaron, durante muchos años hubo organizaciones que se
habían manifestado abiertamente en contra del gobierno de
Juárez. Pueden citarse, entre las más activas, las siguientes:
La Pastoral Social y las Comunidades Eclesiales de Base,
cuyo rasgo principal era el que se instalaban en barrios pobres e
intentaban nuclear y organizar a su población, llevando a cabo
acciones en las que, según los casos, predominaba la
preocupación por la capacitación para la acción ciudadana
(denominada por ellos “empoderamiento31” objetivo que no
había producido, hasta el momento de las MDCD, una acción
pública notable, más allá de las acciones en las comunidades), o
la preocupación por auxiliar a las comunidades atendiendo a sus
necesidades. Ambas organizaciones eran conducidas por algunos
miembros de la Iglesia Católica. A ellas se sumaba la Secretaría
Diocesana para los Derechos Humanos de la Diócesis32 que
colaboraba con la población sobre todo en el campo de actividad
que su nombre indica33.

31 Utilizando el anglicismo de moda, que para quien conoce el idioma remplaza sin ganancia a
“capacitación”.
32 Fue creada por el obispo Gerardo Sueldo en 1997 juntamente con una oficina de
asesoramiento jurídico para pobres e indigentes que se encontraran ante una situación de
conflicto y, más tarde, sostenida activamente por el obispo Juan Carlos Maccarone. En ambos
períodos se aportaron denuncias de desaparición de personas, asesinato, tortura y violencia
policial. Cabe mencionar que el Poder Judicial y la policía fueron las instituciones más
denunciadas.
33 También en Santiago del Estero (pero lejos de la ciudad y con una problemática que, si bien
no es menos dramática, sí es muy diferente) eran y son notables las organizaciones
campesinas (o con dirigentes puestos al servicio de la causa de esas poblaciones) como el
Mocase y la Mesa Provincial de la Tierra. Esta última fue posible desde 1999 gracias a la
convocatoria, en cada uno de sus mandatos, de los obispos monseñor Sueldo y Maccarone y
de la Pastoral Social para luchar contra el permanente asedio y violación de derechos que
sufren los campesinos como consecuencia de la expansión de la frontera agropecuaria. Se
encuentra integrada por diferentes organizaciones no gubernamentales: el Movimiento
Campesino de Santiago del Estero (Mocase); el Programa Social Agropecuario (PSA);
156 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

En el campo gremial la acción política contestataria siempre


fue de difícil concreción en Santiago del Estero debido a la
relación existente, durante muchos años, entre los dirigentes
gremiales y los miembros de las elites políticas y/o económicas.
Sin embargo, esa norma tuvo las siguientes excepciones: a)
Círculo Santiagueño de Docentes de Enseñanza Media y
Superior (CISADEMS); b) Círculo de Prensa de Santiago del
Estero; c) Central de Trabajadores Argentinos de Santiago del
Estero (CTA) y Asociación de Trabajadores del Estado (ATE); d)
la Asociación Sindical de Empleados Judiciales; y e) Asociación
34
Santiagueña de Ruralistas (ASDER). Cada una a su manera,
estas organizaciones siempre contaron con una dirigencia
dispuesta no sólo a luchar por los intereses gremiales sino,
incluso, contra los atropellos políticos autoritarios, poniendo en
juego su combatividad en distintos acontecimientos, al punto de
que se convirtieron en el símbolo, en el campo sindical, de la
oposición posible.
Las Madres del Dolor, reunidas para protestar
constantemente contra las violaciones sufridas por sus parientes
(principalmente a causa de la acción policial) fue una de las
primeras organizaciones en acompañar a los familiares. Hasta ese
momento, aunque limitadas en el número de sus adherentes
confesos, eran un símbolo que había corporizado la denuncia más
directa contra toda violación de los derechos civiles (como parte

Bienaventurados los Pobres (BePe); el Servicio de Educación Popular y Desarrollo (SEPYD); el


Instituto de Cultura Popular (INCUPO); La Mesa para el Desarrollo en Justicia y Paz (FUNDAPAZ);
La Mesa de Tierra Guasayán; Mesa de Tierra Figueroa, etc. Las organizaciones campesinas
apoyaron las marchas, aunque las distancias y falta de recursos impidió que sus presencias
trascendieran notablemente.
34 Respecto de su estructuración, un entrevistado perteneciente a esa organización, nos
informó que son ruralistas propietarios. Se trata de una organización de lucha, que tiene
relación con INCUPO, con la Mesa de Tierras y muchísima ligazón con el Movimiento campesino
de Santiago del Estero (MOCASE).
El Protector Ilustre y su régimen… 157

de los derechos humanos) de la población santiagueña junto con


la Asociación Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
En el campo de las organizaciones profesionales y
empresarias la defensa de derechos corporativos siempre estuvo
limitada por el poder del gobierno para conceder, quitar o
dificultar el desempeño laboral de los miembros de esta clase. Sin
embargo, esto no impidió que la Federación de Profesionales de
Santiago del Estero (FEPUSE) junto a la asistencia a sus miembros
y a su permanente vigilancia de los derechos corporativos fuese, al
mismo tiempo, constituyéndose en una organización con mucha
influencia en la opinión pública, sobre todo de clase media. Ese
papel también fue desempeñado por organizaciones como la
Cámara de Comercio e Industria, la Federación Vecinalista de
Santiago del Estero (FEVESE), la Cámara Hotelera
Por último, también existían movimientos y partidos
políticos como el Movimiento Socialista de los Trabajadores
(MST), Izquierda Unida, Partido Comunista (PC) y Memoria y
Participación, cuyas acciones antigubernamentales eran
constantes.
Además, por la misma época también se sumaron a la protesta
actores culturales locales y estudiantes secundarios y
universitarios.
Por lo que el fin de la primera etapa fue seguida por un
movimiento que cada semana cobraba mayor masividad, lo que
amplió significativamente los medios para su difusión. Cada
organización, a su modo, movilizó sus recursos y,
mancomunadamente, sumaron militantes dispuestos a trabajar y
a difundir noticias, a la vez que su experiencia, sus locales para
reuniones, máquinas de escribir, computadoras, internet,
contactos a nivel nacional, etc.
158 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

La segunda etapa
Como dijéramos, esta segunda etapa comenzó con una
masificación que despertaba esperanzas. Pero también con
condicionamientos antes inexistentes, pues el modo en que se
incorporaron las organizaciones recién aludidas y el objetivo que
ellas proponían como destino estratégico de las marchas siempre
dependió mucho de sus correspondientes historias; y, como relata
un organizador pionero, desde el principio de sus respectivas
incorporaciones lo hicieron explícito en sus propuestas de
consignas para las marchas. Esto debe ser tenido en cuenta, pues
en los hechos influyeron en la visión estratégica y en las
consecuencias de la protesta. Desde esta perspectiva es interesante
destacar lo que una dirigente gremial relata “nos empezamos a
reunir y es así como pusimos a disposición de esta causa a toda
nuestra gente, en el buen sentido de la palabra: afiliados,
asociados, amigos, familiares, etc. […] porque esto iba mas allá
de la protesta de cada uno de los sectores que participábamos y
hasta, aunque fuera doloroso, más allá de las dos muertes”.
A diferencia de la estructuración más o menos espontánea que
articulaba las marchas, estas organizaciones tenían, como ya se
dijo, una larga historia y se habían formado a partir de objetivos
que permiten diferenciarlas en dos grupos.
En el primero, la Pastoral Social y las Comunidades
Eclesiales de Base, se incluyen las organizaciones impulsadas por
sacerdotes, laicos religiosos y, en ciertos momentos, por la propia
cúpula de la Diócesis de Santiago del Estero de la Iglesia
Católica. Las referidas organizaciones se habían fortalecido
notablemente a partir del inicio de los años noventa, con el
período inaugurado por el obispo de Santiago del Estero Gerardo
Sueldo, quien se caracterizó por su fuerte vocación por la justicia
social y su valiente disposición a enfrentar al poder de Juárez.
Murió en un accidente cuyas causas aún son oscuras.
El Protector Ilustre y su régimen… 159

Como también dijimos, esas organizaciones se habían


dedicado exclusivamente a tareas asistenciales hacia los miembros
de la parroquia a la que cada una de ellas pertenecía y, en el
mejor de los casos, a crear líderes o personas capacitadas para
resolver algunos de los problemas de la condena a la pobreza o
indigencia. Pero algunas de ellas, sin abandonar esta actividad, se
fueron distinguiendo, dentro de ese grupo original, por el mayor
grado de politización incluido en su accionar; lo que los llevó a
enfrentar al gobierno.
En el segundo grupo se incluyen organizaciones gremiales,
profesionales, empresarias y movimientos y partidos políticos,
como también las Madres del Dolor.
Dada la historia de todas esas organizaciones, sus acciones y
ambiciones se condensaban en una sola frase “Juárez debe caer”.
Ya en 2000, este propósito había comenzado a dar como fruto un
intento de unificación de fuerzas mediante la creación de un
espacio de encuentro, de discusión y de organización de acciones
conjuntas. Se trataba del Foro de Entidades Intermedias que se
conformó a finales de 2001. Allí, según manifiesta una de sus
integrantes, “participaban casi las mismas instituciones o
asociaciones que después participaron de la marcha: FEPUSE,
Judiciales, Círculo de Prensa, Cámara Hotelera, CISADEMS,
MOCASE, ASDR. También, al comienzo, la Liga de Amas de Casa
y la Cámara de Comercio. Más tarde, las Madres del Dolor”. Ese
intento no prosperó en razón de que un grupo empresario les
35
inició un juicio por calumnias e injurias que, con apoyo del
poder político, ejerciendo distintas presiones, produjo fracturas
en el grupo y la consecuente suspensión de sus reuniones.
Pero al encontrase comprometidas con las marchas, pidiendo
justicia ante el doble crimen de la Dársena, no dudaron en

35 Ver nota 30.


160 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

pugnar para que dichas acciones relegaran el pedido directo de


justicia ante aquellos crímenes y se resignificaran incluyéndose en
una estrategia de oposición directa al caudillo. Pugna que, al
tener éxito, desvaneció alternativas que hubiesen podido jaquear
no sólo a la persona de Juárez sino al molde político institucional
en el que él actuaba.
Es conveniente destacar que, con esas incorporaciones, apoyos
y condicionamientos, a partir del cuarto mes, el alcance
organizativo y la capacidad de movilización había crecido
notablemente incluyendo importantes organizaciones nacionales,
cada una de ellas convocada por sus referentes provinciales, tales
como las Madres de Plaza de Mayo, dirigentes de otras
agrupaciones de lucha por los derechos humanos y/o de protesta
contra el “gatillo fácil”, de diversos movimientos piqueteros y de
algunas organizaciones políticas. A su vez, estas incorporaciones
contribuyeron a retroalimentar la participación de la ciudadanía
santiagueña, al menos de aquella parte de la población que podía
hacerlo por no depender de puestos o dádivas del gobierno36.
Como una manifestación de esa creciente convocatoria puede
recordarse la marcha del viernes 6 de junio, realizada con
pancartas y en la oscuridad, debido a que la compañía eléctrica,
como sucedió en muchas marchas, cortaba su flujo en esas horas
sin aclarar nunca porqué eso sucedía en la zona central de la
capital. Una dirigente gremial de activa participación en la
organización nos relata:
[...] se apagaban las luces. Para que uno no
pudiera enchufar aparatos eléctricos. O sea,
esa fue la actitud del entonces intendente
capitalino Zamora, durante toda su gestión.

36 Ejemplos del temor que impedía participar de la protesta por parte de quienes trabajaban en
puestos gubernamentales o gracias a la mediación de punteros políticos lo encontramos en
muchas entrevistas y conversaciones que sostuvimos los autores en diversas ocasiones y con
distintas personas.
El Protector Ilustre y su régimen… 161

Toda su gestión [… ] nosotros utilizábamos la


luz de la Catedral porque, como dije
anteriormente, teníamos todo el apoyo de
monseñor Maccarone, obispo de ese entonces,
y bueno, no, no había luces, así, ¡así! [...] No
había una respuesta lógica. Simplemente no
había luces. No había luces [...]
Ese día se reunieron más de 1000 personas y personalidades
de la envergadura de los padres de Sebastián Bordón, de María
Soledad, de Natalia Melmman, de Miguel Bru y Raúl Sabhag y el
hermano del fallecido obispo Sueldo37. Al tiempo en que muchas
otras Organizaciones de la Sociedad Civil de la provincia (OSCs)
enviaron adhesiones que se leyeron en el acto. Por último, dando
a las marchas un cariz mucho más impactante, el obispo
Maccarone (que desde su llegada al obispado había mostrado
gran sensibilidad social y valentía institucional) en la misa
correspondiente a la misma jornada oró públicamente por las
víctimas acompañado de la feligresía.
Este crecimiento y aquellas influencias dieron nuevo impulso
a quienes, provenientes de una larga trayectoria anti-juarista,
encontraron la posibilidad de nuevas expresiones de su oposición.
Lo que, por otra parte, ponía a los organizadores primordiales
ante una situación que siempre incomodó a todo dirigente de
“izquierda”: el arriesgarse a aparecer como demasiado tibios o
reformistas frente a quienes proponen objetivos más radicales.
Dada esa tradición, vigente entre los dirigentes y militantes
progresistas desde hace mucho tiempo, las demandas de las
organizaciones impactaron en el ánimo de aquellos iniciales
conductores de las acciones de protesta hasta tal punto que, a
partir de junio, sus consignas fueron cambiando. De ese modo, al
pedido de justicia se le fue sumando la exigencia de: 1) se

37 Adolfo Pérez Esquivel estuvo presente en una marcha realizada con posterioridad, como
también Marta Pelloni y Raúl Castels.
162 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

imputase a Musa Azar (jefe de la policía “brava”, causante de


innumerables atropellos y cuyo nombre aparecía ligado a
sospechas de participación importante al menos en el
encubrimiento de los asesinatos38); 2) se investigase a Carlos
“Pololo” Anahuate, diputado provincial, candidato a diputado
nacional en 200339 y reconocido dirigente juarista de la rama de
la juventud y al que también se lo consideraba presunto
implicado40; y 3) por último, algo más tarde, se pasó del pedido
de intervención al Poder Judicial provincial al pedido de la
intervención federal a la provincia.

38 Dos pronunciamientos dan cuenta de su larga y oscura historia en la provincia: “El gobierno
nacional finalmente terminó pronunciándose: la Secretaría de Derechos Humanos denunciará
en la Justicia Federal de Santiago a Musa Azar por torturas, encubrimiento, secuestro,
amenazas, allanamiento ilegal y desaparición de personas durante la dictadura militar” (véase
en Página/12 del 15/11/2003). Por otra parte Garré (Ob. cit.) se refirió del modo siguiente:
“Ocupa cargos públicos desde 1956, cuando un gobierno de facto y siniestro lo nombró por
primera vez. El 24 de noviembre de 1972, también casualmente durante otro gobierno militar,
el de la llamada `Revolución Argentina´, con Alejandro Lanusse como presidente de facto, llegó
al Departamento de Informaciones Policiales. El 31 de mayo de 1975, gobernando la provincia
el señor Carlos Juárez, Musa Azar fue nombrado jefe de la Superintendencia de Seguridad, y
ese año lo promovieron a comisario. Su carrera siguió imperturbable luego del golpe militar del
24 de marzo de 1976, y ese año se convirtió en el jefe del Departamento —D2— de
Inteligencia. Entonces ya era comisario general, triste aspiración de algunos canallas que se
infiltran en movimientos populares”.
39 Según el escrutinio de los votos no le correspondió asumir porque el PJ-Juarismo obtuvo
dos escaños y él se encontraba en tercer lugar.
40 Hacia el final de las marchas, durante 2003, fue destituido de su banca de diputado
provincial. Sin embargo, a pesar de los cargos que pesaban sobre él, “el bloque del Frente
para la Victoria-PJ de la Cámara Baja de la Nación, en junio de 2007, dio marcha atrás en la
impugnación de los pliegos del electo diputado nacional, en abril de 2003, por Santiago del
Estero. De este modo Carlos Alfredo Anahuate, quedó en condiciones de ocupar su banca en
reemplazo de Fernando Salim, que asumió como intendente de la ciudad santiagueña de
Frías”. "El dictamen fue firmado por todas las fuerzas políticas, como Propuesta Republicana
(PRO); el radicalismo y el ARI" y se basó "en el principio de inocencia garantizado por la
Constitución Nacional. "Si bien existe una sospecha importante sobre la inhabilidad moral de
Anahuate (figura del juarismo), que ya fue destituido por la Cámara de Diputados de Santiago
del Estero, esperamos con ansias una resolución de la justicia santiagueña", reconoció Vargas
Aignasse, y remarcó que, de producirse un fallo judicial en contra del legislador electo, se
aplicará de inmediato "la inhabilidad sobreviviente", es decir que se lo expulsará del cuerpo.
Véase Santiago al día (www.santiagoaldia.com.ar) del 14 de junio de 2007.
El Protector Ilustre y su régimen… 163

De ese modo, se estaba coronando un proceso de confluencias


(no despojadas de divergencias) que implicó que la reivindicación
de justicia y de intervención a un Poder Judicial manifiestamente
renuente a ejercer su mandato en forma adecuada, se convirtiese
en un ataque global a un gobierno que, si bien mostraba aparente
fortaleza, de hecho también estaba en la mira de miembros de la
elite económica y política que temían por la posibilidad de que la
ausencia de planificación de la salida de un líder carismático,
pero demasiado viejo para gobernar, produjese un debilitamiento
generalizado de las capacidades de control político, económico y
social reinante hasta ese momento41.
En medio de esos cambios, la adhesión siguió ampliándose
conducida no sólo por el propósito político sino también por la
convocatoria a la defensa de los derechos humanos. De este
modo se logró que se mantuvieran movilizados aquellos
organismos que aún continuaban con la primera de las
orientaciones de las marchas tanto en Santiago como en la esfera
nacional. Así, en la marcha del viernes 26 de junio se integraron
representantes de la Comisión de Derechos Humanos de la
Cámara de Diputados de la Nación (su presidenta, Bordenave —
ARI— y Tazziolli —Frente País Solidario, Frepaso—) quienes, en
declaraciones públicas, no descartaron la necesidad de intervenir
al Poder Judicial, debido a su evidente renuencia a producir una
investigación seria y por su clara dependencia del Poder
Ejecutivo. Al mismo tiempo, gravísimas denuncias permearon
todo el informe que, sobre la situación judicial y policial de
Santiago del Estero, entregaron los secretarios de Justicia y
Derechos Humanos de la Nación, Pablo Lanusse y Eduardo Luis
Duhalde ante la Comisión de Derechos Humanos de Diputados.
Este informe, luego de abundantísimas pruebas y argumentos,

41 Sobre este tema véase Saltalamacchia, 2008.


164 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

concluyó con una recomendación principal: la intervención del


Poder Judicial de esa provincia.
Estimulados por esas declaraciones, los organizadores
decidieron incrementar el área de influencia propagandística de
sus acciones cambiando el punto de partida de las marchas, que
desde entonces se trasladó a la ciudad de La Banda42, en cuya
periferia fueron encontrados los restos de las dos jóvenes
asesinadas y en la que vivía Patricia Villalba junto a su familia.
Esta decisión, por supuesto, aumentaba la visibilidad y
posibilidad de impactar sobre sectores más amplios de la
población, ya que el recorrido desde entonces fue mucho más
extenso, pasando cerca de barrios cuyos habitantes no habían
presenciado, previamente, la protesta. El día en que comenzó el
nuevo recorrido marcharon aproximadamente 3000 personas,
mientras que, a la misma hora, se replicaron marchas en ciudades
importantes de la provincia como Fernández y Añatuya, gracias a
la acción de organizadores locales que, como ocurriera con las
antes citadas, comenzaron a ver en esa movilización la expresión
de una lucha cercana a la que ellas llevaran adelante durante
mucho tiempo.
De ese modo, pese a que el antiguo control ejercido por la
dependencia económica de sus trabajos en la administración
pública o de planes sociales impedía que muchos expresasen
43
abiertamente sus apoyos , otros ciudadanos fueron sumándose

42 Separada de Santiago por el Río Dulce pero que, en los hechos, conforman una misma
unidad urbana.
43 Ese miedo puede ejemplificarse por intermedio de una anécdota narrada por uno de los
principales organizadores. Se refiere a un momento en que buscaron alguien que hiciese un
cartel para llevar en una de las marchas: “ese famoso cartel que después que lo metieron en
cana a Musa Azar nosotros pusimos ‘Y AHORA VAMOS POR JUÁREZ’. Ese cartel no
encontramos ni los perros para que nos dieran ’guita’ para eso, para colmo no encontramos
quién lo pintara, entonces fuimos a un chango que pintaba carteles y todo y vamos y le
decimos ‘mira, píntame este cartel’ -‘ustedes me quieren hacer fusilar’”. Lo mismo ocurrió con
los propios integrantes de las marchas “todos estos grupos, que comen los chicos crudos como
El Protector Ilustre y su régimen… 165

explícita o implícitamente; contribuyendo si no con la presencia


en las marchas, sí mediante recursos e informaciones respecto de
aspectos de las acciones gubernamentales que se desplegaban en
forma embozada tratando de parar el conflicto. Es cierto que
estos apoyos incluyeron a algunos políticos, pero no menos cierto
es que eso para nada conmovió la postura oficial de los partidos
políticos provinciales de mayor envergadura, que nunca se
sumaron ni avalaron estas acciones. Esto mostraba que la elite,
aun con sus contradicciones y los movimientos de algunos
tendiendo a utilizar a las marchas para ir preparando el terreno de
la sucesión de “los Juárez”, nunca vio con simpatía que se
efectuaran reclamos respecto del ejercicio efectivo de los derechos
civiles y políticos y menos que se cuestionara el desempeño del
Poder Judicial y la relación existente entre los poderes.
Alentados por aquellas incorporaciones e implícitos y
explícitos apoyos, por algunos meses, todo pareció indicar que se
estaba ante un paulatino pero creciente éxito de la protesta; y fue
con esa sensación que se llegó al 25 de julio, fecha en que la
ciudad cumplía sus 450 años de existencia.

Ciudad apropiada
A diferencia de otras provincias, las actividades culturales o las
conmemoraciones históricas no habían sido frecuentes en
Santiago. Pero en esta ocasión, con mayor o menor empeño,
ningún santiagueño podía dejar pasar ese día sin festejar, ya que
el aniversario recordaba a todos los habitantes de la nación que,
en la Argentina, Santiago poseía la alcurnia de “madre de
ciudades”. A lo que se agregaba que, en dicho festejo, la
gobernadora (esposa del caudillo) tendría una ocasión de mostrar
su liderazgo.

les digo yo, me vinieron a decir: ‘Pero esto es una aventura, ¿vos qué querés?, ¿que vengan
los matones de Juárez y nos maten a todos juntos en la marcha?”.
166 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Por eso fue que pese a su estilo tradicionalista y a su poca


afección a las fiestas o actos culturales, en esa fecha tanto Juárez
como Zamora, por entonces intendente de la capital, asumieron
que debían afirmar sus liderazgos, por lo cual comenzaron con
44
bastante anticipación la organización de un resonante festejo .
Dada esa doble posibilidad, durante la conmemoración, el
matrimonio Juárez se proponía multiplicar las demostraciones de
lealtad que siempre había alentado y quizá sumar otras, siempre
que lograse el reconocimiento de ser, en la capital de su
provincia, el magno representante de una herencia que
comenzara con el famoso fundador de la ciudad y siguiese con
muchos de sus héroes. Todo ello reunido con demostraciones de
la habilidad campestre y de la inspiración musical que hiciera, de
los santiagueños, folkloristas de fama e indiscutibles creadores de
una de sus máximas expresiones: la chacarera.
Evitar que en los medios de comunicación nacionales
apareciera un Santiago unido, en el festejo, con sus autoridades,
provinciales y municipales, sólo podía lograrlo un líder de mucho
prestigio institucional que, en ese mismo acto, se ubicara como
dirigente de una acción de la máxima potencia opositora. Por
eso, prestarse a desempeñar semejante papel opositor fue el
resultado de un acto de inmensa grandeza moral. Conociendo la
historia de atentados y asesinatos que segaron la vida de otros
pastores, el obispo Maccarone no podía ignorar que, al
producirlo, no sólo ponía en juego su vida, sino que implicaba a
la Iglesia en un tipo de lucha a la que la jerarquía eclesiástica

44 Un entrevistado no acuerda con parte de la argumentación al sostener que se trataba de


una conmemoración que estaba principalmente impulsada por la intendencia capitalina, sin
embargo, las restantes fuentes dan coherencia a nuestra tesis. Él sostiene que Juárez, tal
como lo expresamos, no era afecto a la conmemoración de actos culturales y que, en esa
ocasión, no modificaría esas prácticas.
El Protector Ilustre y su régimen… 167

45
argentina , íntimamente ligada a las elites tradicionales, no le
place jugar.
Dado lo importante que fue ese hecho simbólico y dado que
marca el momento culminante de este movimiento de protesta, la
narración del hecho será algo más detallada que la provista sobre
anteriores demostraciones, pues aún conmueve la emoción de
quienes presenciaron el acto.

Religiosidad y movilización
Las marchas se hacían regularmente todos los viernes, por lo
que, en el calendario de ese año, coincidía con la festividad de
Santiago Apóstol, patrono de la ciudad, razón por la que la
marcha Nº 17 tuvo una variante inesperada e impactante46.
Como venía sucediendo, la marcha comenzó el día 25 en la
ciudad de La Banda y se dirigió hacia el atrio de la Catedral en la
plaza central de la ciudad de Santiago.
Para hacerlo debía pasar sobre el Puente Nuevo que comunica
ambas ciudades atravesando el Río Dulce.
Fue así que, además de ser un lugar en el que la unión entre
márgenes podía convertirse en metáfora de gran contenido
significante, las entradas a dicho puente, en cada uno de los
márgenes, permitían la concentración de los que habrían de
participar, por estar rodeadas por sendos espacios de gran
amplitud que no sólo permitían la congregación de gran cantidad
de personas sino que proporcionaba todo un marco de amplia

45 Lo heroico de ese acto quedó luego demostrado, en septiembre de 2005, cuando personas
de poderosos recursos técnicos y absoluto dominio de los medios de comunicación le
tendieron una celada, desprestigiándolo sin que la jerarquía eclesiástica hiciera nada por
defenderlo, por lo que debió renunciar a su cargo e irse del país.
46 Aquí se recoge el testimonio de los participantes del grupo de investigación y de otros
participantes de las marchas.
168 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

visibilidad sobre lo que allí ocurriera. Por ende, un lugar ideal


para la realización de una puesta en escena de gran impacto.
Como era costumbre, la marcha se dirigió hacia la capital
encabezada por los familiares y otros dirigentes. Pero esta vez, al
llegar al puente, por primera vez un arco de 50 túnicas blancas
comenzó a divisarse desde lejos como un destino al que se dirigía
la columna. Dicho arco estaba conformado por el obispo
Maccarone y aquellos sacerdotes que de un modo u otro
desempeñan, en Santiago, comprometidas labores pastorales en
los barrios.
Cuando la manifestación entró lentamente en el puente que
marcaba una única dirección posible, la reunión parecía augurar
la formación de una doble imagen. La de una flecha justiciera
formada por una interminable cantidad de personas que al
acercarse al arco de túnicas pareció que se producía un contacto
sublime con los más auténticos representantes de esa religión que,
entre sus muchos discursos, incorpora el mensaje redentor y
justiciero que permitiera que su prédica llegase a encarnarse en las
almas y tradiciones populares y, en ese momento, los
manifestantes soltaron globos negros que se elevaron como
símbolo de luto por la sepultura del viejo Santiago, cuyo deceso
daría lugar a una “nueva” provincia.
Producido ese contacto, la imagen del arco y de la flecha se
convirtió en la de un manto blanco que, luego de rodear a la
cabeza de la columna se insertó en ella encabezando una marcha
que, dado que nuevamente el alumbrado eléctrico había sido
cortado por las autoridades municipales, fue realizada como una
marcha de antorchas que fueron iluminando la oscuridad del
atardecer con destellos de emoción que realzaba el significativo
silencio con que la columna se dirigió hacia la Catedral.
Al acercarse a ella, la oscuridad de la plaza únicamente era
rota por la amplia iluminación de la sede episcopal; que brillaba
en todo el esplendor de sus luces, incrementando el grado de
El Protector Ilustre y su régimen… 169

emotividad de las escenas que se fueron sucediendo y que


culminaron cuando el obispo Maccarone, separándose de la
columna, se dirigió al altar desde el que ofició la misa en
conmemoración del aniversario.
Llegado el momento del sermón, tanto los que pudieron
encontrar lugar en el interior del edificio sagrado como quienes
se quedaron afuera, por falta de espacio, escucharon las palabras
del obispo por medio de altoparlantes que obtenían la energía
desde el interior de la misma catedral. Todos pudieron, por dicha
razón, experimentar en sus propios cuerpos el impacto de las
palabras que le sirvieron al obispo de Santiago para renovar su
denuncia de la injusticia que había permitido que, desde los tres
poderes del Estado, se conformara una barrera absolutamente
preparada para impedir el esclarecimiento de los crímenes que
ocasionaron la protesta y de muchos otros atropellos semejantes.
Así transcurrió la, para muchos, inolvidable conmemoración
de los 450 años47, que impidió todas las actividades que el
gobierno preparara debido al temor de sus integrantes ante una
muchedumbre clara y decididamente organizada. Temor que,
por otra parte reflejaba, de hecho, aunque no se notara entonces,
que muy poco era el apoyo de los miembros de la elite hacia el
gobierno. Al punto que, previendo que sus presencias hiciesen
más clara su debilidad política, el matrimonio Juárez decidió
dejar Santiago; algo que contribuyó a que se produjese un hecho
hasta el momento inédito en Santiago del Estero: la sociedad civil
literalmente se apropió del espacio publico para convertirlo en el
lugar en el que se reclamaba justicia y funcionamiento de los

47 Una activa organizadora manifiesta: “fue la marcha más importante porque se vino mucha
gente caminando desde La Banda, nosotros los esperamos, digamos, cerca del entonces
peaje y vinimos caminando. Había un equipo de sonido muy importante, mucho más que el de
las otras veces. Incluso la iglesia había acomodado, digamos, la misa, en distinto horario como
para que no vaya a interrumpir la marcha. Y como de costumbre, al entonces intendente
Zamora, tuvimos que solicitarle que diera luz a esa hora”.
170 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

organismos destinados constitucionalmente a ejercer tanto las


investigaciones como el juicio para encontrar y castigar a los
culpables. Como afirma Silveti (2006):
De ese modo, la celebración de los 450 años pasó de ser una
fiesta usufructuada por los “dueños del poder político y
económico santiagueño” a convertirse en una celebración de la
sociedad civil; en la que se unificó el festejo del aniversario de la
“madre de las ciudades argentinas”, con una nueva exigencia de
que se ejerciese justicia por los crímenes.
La importancia del evento y el ya decidido cambio de guardia
propugnado por algunos de los miembros más encumbrados de
la elite fue tan inocultable que, al día siguiente, el diario
santiagueño El Liberal48 le dedicó media página al acto,
reconociendo que la magnitud de la concurrencia había llegado a
redondear un número aproximado de 15.000 personas49. La
noticia que, como era de esperar, se regó por todo el país debido
a la intensa cobertura realizada sobre el evento por los medios
masivos de comunicación.

48 Diario que pertenece a miembros de la elite económico-política y que a la luz de los


acontecimientos políticos su interés por el tema despierta preguntas tales como ¿cuál era la
utilidad de mostrar las marchas en función de los proyectos de reemplazo del juarismo? ¿Qué
lugares les cupo a sus dueños en la “nueva estructuración” del poder santiagueño?
Interrogantes que se sustentan en los relatos de los entrevistados. Al respecto una de ellas
decía: “Lógicamente, el rol de la prensa fue importante, porque en esa época la prensa en su
totalidad, con excepción de Canal 7 y radio Panorama, pero toda la otra prensa especialmente
El Liberal y Radio Exclusiva y el canal y la radio de la UCSE en esa época estaban contestes
con el motivo de la protesta. Entonces, los espacios en los medios de comunicación eran
fáciles de conseguir, digamos. No había ningún tipo de resquemor”.
49 Ciertamente, esa cifra indica no solamente la importancia del acto sino, al mismo tiempo,
que en su momento de mayor adhesión y demostración de participación, el número fue
limitado. Sobre todo si se recuerda que en el conglomerado Santiago del Estero/La Banda
habitan cerca de 400.000 personas (Censo 2001). No es ajeno a esto el que fuese la primera
vez que alguien se atrevía a enfrentar al gobierno. Pero también es importante reconocer la
influencia del miedo profundamente incorporado al que ya hicimos referencia.
El Protector Ilustre y su régimen… 171

Desde esa marcha hasta la llegada de la intervención federal,


momento en que ha de terminar esta segunda etapa, viajaron a
Santiago periodistas de diferentes canales de cable: de la unidad
satelital de Crónica TV (con ocho enviados), TN, y 26, además
de los canales de aire: América (del programa periodístico
“Punto.doc”),Telefé, 9, 13 y 7; las revistas TXT, Noticias y
Gente; los diarios La Nación, Clarín, Página/12, La Voz del
Interior (Córdoba) y la agencia de noticias TELAM, diversas radios
nacionales y, además, se efectuó la ya citada visita de una misión
de la Asociación Periodistas de la Argentina, dirigida por Nelson
Castro, cuyos integrantes, como vimos, produjeron un duro
informe sobre las restricciones a la libertad de prensa en la
provincia, incrementando el cerco de denuncias que iban
corroyendo vertiginosamente el prestigio de la gobernadora y de
su esposo50. Esta situación hizo que la gobernadora aceptase ser
entrevistada por Clarín pese a su histórica renuencia a participar
en actos públicos51.

50 Pese a lo cual estos aún contaban con defensores. Así, citamos un ejemplo de los muchos
que hubo: un día después de la misión a Santiago del Estero el periodista Nelson Castro
entrevistó telefónicamente al secretario de Prensa del Gobierno provincial, Guillermo Abregú.
El funcionario negó que en Santiago del Estero se viviera un clima de terror y descalificó todas
las acusaciones contra el gobierno diciendo que las más de 60 personas entrevistadas
pertenecen a "algunos grupos de gente, a algunos sectores que están ligados o vienen de una
militancia histórica conocida, de ciertos sectores que políticamente siempre han estado
opuestos al peronismo" o "ciertos sectores que tienen determinados intereses develados, que
tratan de socavar situaciones". Nuevamente se desacreditaba al mensajero desatendiendo al
mensaje. Además, Abregú pretendió desligar a los Juárez de su relación con Antonio Musa
Azar al argumentar que “recién ahora sale a la luz la información sobre los crímenes que se le
imputan al ex funcionario de inteligencia y que buena parte de lo que se dice se debe a que el
caso `se ha politizado´". Concluyó que "fueron votados por el pueblo para la gobernación y ello
prueba que no existe un estado de terror".
51 Lo que explica que a la entrevista llegase acompañada por su esposo y por el ministro de
Gobierno Carlos Pena.
172 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

La lucha por el signo estratégico de las marchas y su


resultado
Tal como lo hemos ido narrando, las marchas de protesta
comenzaron gracias a la opción de lucha asumida por los
familiares de las víctimas y a la decidida actuación de los
miembros de la Pastoral de la Parroquia La Sallette. Por ese
entonces, la capacidad de concretar acciones de mayor peso
estaba muy limitada porque sus recursos iniciales eran
escasísimos. Por otra parte la ayuda proveniente del gobierno
nacional era muy débil por varias razones. Entre ellas porque: 1)
esos cambios de valores en el gobierno federal eran muy recientes;
2) por esa época el presidente Néstor Kirchner (que pugnó
siempre por reivindicar las banderas de los derechos humanos)
estaba muy lejos de haber logrado el apoyo orgánico de los líderes
de su partido52 e incluso de los miembros de la burocracia estatal
de quienes dependía para la ejecución fiel de sus mandatos; 3) el
gobernador Juárez había apoyado su candidatura; 4) porque, tal
como entonces se presentaban, los asesinatos de dos muchachas
de bajos recursos eran apenas un desgraciado episodio que se
sumaba a los cientos de asesinatos ocurridos a lo largo y ancho
del país y a las dificultades para que colaborasen eficazmente los
miembros del Poder Judicial nacional y otros miembros de la
burocracia, en sus diferentes niveles; y 5) porque muchos de los
analistas políticos de los dos grandes periódicos de circulación
nacional pusieron el grito en el cielo ante la posibilidad de que se
reabrieran los juicios a los militares responsables de muertes,
robos y secuestros ilegales ocurridos durante el denominado
Proceso de Reorganización Nacional.

52 Que en su mayoría respondían a otros gobernadores de provincia y, en particular, al ex


presidente Duhalde, que sostenía una posición muy distinta respecto de cómo obrar frente a la
violación de los derechos de miles de argentinos.
El Protector Ilustre y su régimen… 173

Sin embargo, tal como puede intuirse por la lectura del relato
anterior, esos recursos fueron incrementándose gracias a las
contribuciones hechas por las organizaciones de la sociedad civil
antes descriptas. De allí que pueda decirse que, desde esta
perspectiva, fueron sus participantes y organizadores los que
hicieron de esas acciones un acontecimiento cuyo peso les
permitió: 1) incrementar la visibilidad de la protesta hasta en las
principales esferas del gobierno nacional; 2) obtener un cambio
de orientación, al menos parcial, de la prensa; y 3) obtener otros
recursos básicos a los que hace referencia Charles Tilly (2000) al
describir los elementos que hacen posible una acción social
colectiva. Estos fueron provistos por las organizaciones
preexistentes, lo que les dio gran poder en el modo en que se
desplegaron dichas acciones.
Así pues, este aspecto de la cuestión es de gran importancia
para el análisis, aunque por lo necesariamente limitado de este
artículo sólo podremos recordar algunos.
Al principio los cuadros con cierta formación en el trato con
autoridades y en la organización de acciones colectivas se
limitaban a: 1) la voluntad y capacidad de relación demostrada
por el señor Bshier; 2) la experiencia y vocación de servicio
invertida en el movimiento por el señor Alarcón, miembro de la
pastoral, que contaba con una antigua formación y militancia
sindical y que puso todos sus conocimientos y llegó a convertirse
en el eje organizativo de los sucesos narrados; y 3) la de algunos
sacerdotes. Entre sus acciones más destacadas, además de la
construcción estratégica, la articulación con otros sectores y la
gestión organizativa, puede contarse la transformación de la
señora Villalba de una trabajadora y ama de casa humilde en una
lúcida dirigente social que aún sigue luchando por la justicia y
entendiendo que esa justicia no sólo es la que se le debe a su hija
sino a quienes en Santiago del Estero han sido golpeados por la
misma vara.
174 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Faltaban, sin embargo, computadoras, papel, lugares de


reunión y muchos otros recursos que la pobreza de los
manifestantes no podía subsanar. Estos fueron los recursos que
proveyeron diferentes organizaciones, además de cuadros bien
formados en la actividad. El “nosotros” que desde entonces pudo
reunir a participantes y simpatizantes fue el resultado de esas
acciones, no su efecto. Tarea hasta tal punto exitosa que llegó a
encontrar hasta inesperables apoyos en miembros de la misma
Rama Femenina del partido gobernante.
Pero esas incorporaciones no sólo supusieron cooperación
53
sino también conflictos y en estas marchas no faltó ni uno ni
otro de esos ingredientes.
Como se dijo, los recursos aportados por estas organizaciones
y sus ramificaciones más o menos ocultas fueron importantes.
Pero las diferencias de historia antes aludidas hicieron que el eje
de la acción fuese motivo de discrepancias y de disputas. En su
mayoría, las organizaciones preexistentes pugnaron por convertir
el pedido de justicia en una exigencia de derrocamiento del
gobernador, que al poco tiempo se convirtió en el pedido de que
ese derrocamiento llegara por intermedio de una intervención
federal en la provincia. En cambio, los primeros dirigentes
defendieron, durante mucho tiempo, la naturaleza originaria de
las marchas, ya que, si bien sabían que en definitiva era el
régimen en su conjunto el que se rehusaba a que la Justicia
actuase en forma adecuada a la finalidad buscada, también creían
que era golpeando sobre el tema de la justicia frente al doble
crimen (y todos los otros atropellos que estos recordaban) el

53 Un entrevistado que participó activamente de la organización informó sobre esos apoyos


explicándolos de esta manera: “Y bueno porque veían que [...] no estaban de acuerdo con lo
que estaba pasando es evidente, lo que pasa es que había, ahora nos hemos olvidado pero
había tantas peleas entre ellos, porque hoy en día estaba un tipo acá, mañana no está más,
era el tendal nomás de resentidos y en política esos después cuando pasan la factura, la
pasan con todo”. Conflictos que son comunes a otras movilizaciones, tal como lo muestra Tilly
(2000).
El Protector Ilustre y su régimen… 175

mejor modo de sacudir al régimen. Sobre este tema, uno de esos


dirigentes de la primera época dijo:
Y [… ] nosotros cambiamos sobre la marcha
algunas cosas. Al principio queríamos,
hablamos de que queríamos la intervención del
Poder Judicial, yo estaba convencido de eso en
un primer momento. Estaba convencido como
una estrategia para empezar, es decir con un
Poder Judicial que lo intervenga la Nación, que
podamos empezar con profundidad [… ] de ahí
los podés meter en cana a todos juntos. En
eso, en general muy poca gente nos acompañó,
sobre todo los grupos, y hablaban de toda la
intervención en toda la provincia y después
dijimos, bueno si todo el mundo quiere la
intervención en la provincia, bueno vamos a
pedir la intervención en toda la provincia, pero
no sé si te acordás, nosotros todo el discurso,
en un primer momento era la intervención al
Poder Judicial.
Fue en esa pulseada en la que se jugó el futuro de las marchas;
en la pugna entre dos apuestas: el logro de justicia para con las
asesinadas y sus familiares o la destrucción inmediata del régimen
juarista, lo que aparejaba diversas estrategias y acciones. Las
razones son claras. Intervenir el Poder Judicial (primera opción)
daba la posibilidad de poner a la justicia provincial bajo el
control de la justicia federal, con relativa autonomía de los jueces
interventores respecto de las posibles presiones de los miembros
de las elites económica y política de Santiago y, aun, de los
54
intereses que se jugaban a nivel del gobierno nacional . En
cambio, la segunda opción, intervenir la provincia, podía

54 Por varios testimonios de quienes por entonces eran interlocutores de los dirigentes
nacionales que se hicieran cargo del tema, muy sutilmente pero firmemente eso es lo que se
les insinuó. La intervención y derrocamiento de Juárez era un hecho; pero que no implicaba
avanzar sobre miembros de la elite santiagueña.
176 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

permitir producir una posible rotación en la que el viejo caudillo


sería reemplazado por nuevos caudillos, sin que la estructura de
poder fuese necesariamente cuestionada ni alterada.
Dadas las presiones ejercidas, la primera opción fue descartada
optándose por centralizar el ataque en la figura del caudillo y sus
más inmediatos colaboradores y, más tarde, exigiendo la
intervención a la provincia.

Tercera etapa
Como venía sucediendo hacia el final de la etapa anterior, el
gobierno nacional manifestaba una ambivalencia cuyo origen
podía situarse en las luchas ocasionadas por diferencias en las
alianzas y diferencias en las posiciones políticas existentes en su
seno, porque desde el gobierno se esperaba que, en la provincia,
se generaran condiciones para que uno u otro tipo de
intervención no terminase en un rotundo fracaso. Algo que ya
había ocurrido con la intervención del gobierno federal en 1993
que terminó fortaleciendo a Carlos Juárez y de la cual la mayor
parte de los santiagueños tiene una opinión muy desfavorable y,
por otra parte, porque Santiago no era la única provincia en la
que sucedían prácticas similares por lo que podían extenderse
como “efecto dominó” las protestas y los pedidos de
intervención. De hecho, en San Luis varias asociaciones iniciaron
una protesta, también, con pedido de intervención por flagrantes
atropellos a la estructura republicana que, rápidamente, fue
sofocada.
Por un tiempo las divergencias en el nivel nacional, por un
lado, alargaron una toma de decisión, como también la
producción de una clara estrategia y, por otro, en el Congreso de
la Nación no había consenso en relación con intervenir la
provincia.
El Protector Ilustre y su régimen… 177

Pero esto tuvo su costo, pues esa postergación de decisiones


permitió recomponer estrategias en diferentes sectores del partido
55
gobernante y aun de la oposición política . Movimientos que,
aunque tendieron a disminuir la sensación de euforia vigente en
la segunda etapa, no impidieron que las marchas continuaran,
aun contando con la dificultad de enfrentar el tórrido verano
santiagueño, que poco incita a las caminatas. De modo que, por
motivos rituales o por denuncias, las marchas retomaron
nuevamente la vitalidad de la segunda etapa. Así fue que la que
coincidía con la celebración de Navidad colmara las expectativas
56
de los organizadores y, también, la convocada en pleno enero
por CISADEMS —por las posibles medidas restrictivas y la
privatización de la obra social provincial (IOSEP)—, más
adelante, se sumó a las marchas para revitalizarlas la celebración
del aniversario de los asesinatos (en las que participaron Eduardo
Luis Duhalde, Pablo Lanusse, Diana Conti y otras
personalidades) lográndose, en febrero, un acontecimiento
multitudinario. Mientras que, por su parte, periódicos, radios y
TV nacionales continuaron, durante febrero y marzo, refiriéndose
continuamente a Santiago y su drama.
Esas y otras acciones mostraban que la intervención estaba
cercana, lo que apresuró los cambios de posición política de

55 Por citar sólo una de esas “movidas” se puede recordar cómo desde el Canal 7 de Santiago
del Estero, hacia fines de 2003, comenzó una escalada en la que, con “avances” durante la
semana, anunciaba un programa en el que se divulgaría “la solución final” a la que llegara un
perito forense jujeño, muy poco conocido, Enrique Prueguer. Solución que, divulgada, mostró
su claro propósito de desvincular de toda sospecha a los “hijos del poder”.
56 Una entrevistada, que pertenecía a la dirigencia de CISADEMS, recordaba: “Seguramente por
la fecha, no por otra razón, retomó la cantidad y el empuje de las anteriores. Luego, por la
parsimonia quizás propia de las vacaciones, en enero un poco decaen las marchas y
aprovecha el poder político juntamente con el poder económico para llamar a una sesión en la
Cámara de Diputados. Me acuerdo que fue un 5 de enero. O sea, que entre el 25 de diciembre
y el 5 de enero, no tenemos ni quince días. Sin embargo, ellos habrían estado aparentemente
urdiendo alguna cuestión por cuanto el 5 de enero llamaron a sesión extraordinaria de la
Cámara de Diputados para aprobar una ley de […] un proyecto de ley de reordenamiento de
nuestra obra social provincial, el IOSEP”.
178 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

muchos miembros del partido gobernante generándose, de ese


modo, un efecto “castillo de naipes” que debilitó definitivamente
la posición del matrimonio Juárez, registrándose
simultáneamente el abandono de muchos dirigentes y una serie
57
importante de denuncias en el fuero federal que forzaron a que
el 5 de marzo Nina Aragonés designara ministro de Economía a
su marido para otorgarle los fueros que le evitaran tener que pasar
por la Justicia. Pero el debilitamiento del que hablamos, por el
contrario, no alcanzaba a los que se preparaban para el
“enroque”, que no sólo profundizaron sus coaliciones sino que,
incluso, lograron romper la alianza entre las dos familias que
habían sido víctimas y que originaran la protesta. Acerca de esta
ruptura se hablaba desde meses atrás y se materializó al cumplirse
la marcha Nº 50, cuando Bshier rompió con la marcha de los
viernes e inauguró su propia marcha, que por un breve tiempo
ocurrió los días miércoles.

57 En la cronología de los últimos meses antes de que se produjera la intervención federal


pueden destacarse los siguientes hechos: el 17 de marzo el fiscal federal pidió la detención del
doctor Carlos Juárez, del mayor Jorge D'Amico, del comisario retirado Musa Azar, de Tomás
Garbi, del ex coronel Correa Aldana y de Ramiro López, entre otros, por la causa de
desaparición forzada de personas. El 17 de febrero acusan de estafa y robo a la gobernadora
Nina Juárez: "Ayer, altas fuentes judiciales informaron que el juez federal de esa provincia
Ángel Toledo acusó a la gobernadora de presunta estafa al Estado nacional por el cobro
indebido de jubilaciones". El 20 de febrero, la gobernadora elude la citación de la justicia por la
causa de saqueo a la casa del señor diputado nacional José Figueroa. Ese mismo día un diario
dio cuenta de que Carlos Arturo Juárez sería imputado en la causa en la que se investiga la
desaparición del concejal de Clodomira, Emilio Abdala. El 21 de febrero, la gobernadora dice
"Sólo renunciaré si Kirchner me lo pide", y no se presentó ante la justicia tras la segunda
citación. La oposición elaboró dos pedidos de juicio político en su contra y un fiscal busca una
cuenta off shore. El 24 de febrero acusan a Nina Juárez por la muerte de un ex gobernador. La
abogada Raquel Llobet manifestó ese mismo día: "Tengo pruebas y testigos que demuestran
que al ex gobernador Iturre, opositor de los Juárez, lo asesinaron en Asunción. Antes de la
muerte se realizaron tareas de inteligencia para localizarlo, primero, y para matarlo, después,
por orden de la actual gobernadora, Nina Aragonés de Juárez". El 26 de febrero el juez federal
Ángel Jesús Toledo solicitó el desafuero de la gobernadora. El 8 de marzo allanaron en
Santiago del Estero el Departamento de Investigaciones y el 16 de marzo denunciaron a Nina
Aragonés de Juárez por realizar tareas de espionaje. Mientras Juárez fue acusado por un fiscal
federal de ser parte de una asociación ilícita que participó en la detención, tortura y
desaparición de personas y de ser el creador de la red de espionaje ya mencionada.
El Protector Ilustre y su régimen… 179

Producida la intervención federal, el 30 de marzo de 2004, se


concretó un acto en el que las OSC pudieron congregar una
multitud antes no igualada y en la que difundieron un
comunicado de veinte puntos, con un diagnóstico de cuáles
debían ser las primeras disposiciones de la intervención para
asegurar la democratización de Santiago. Ese manifiesto estaba
dirigido a los miembros del gobierno interventor y fue entregado
a Pablo Lanusse en la Casa de Gobierno por Olga Villalba
mientras una multitud esperaba en la Plaza Libertad. Luego
dicho manifiesto fue leído por altoparlantes desde la vereda de la
Catedral, ante el aplauso de todos a cada uno de los veinte
puntos.
Pero dicho protagonismo público se fue diluyendo
paulatinamente por varias razones. Por una parte porque muchos
de los participantes se aliaron a una de las principales fracciones
que disputaron el curso y el destino de las políticas ejecutadas por
la intervención. Por otra, porque el nuevo ambiente parecía que
hubiese creado condiciones para que las acciones legales siguieran
el curso que dictamina la ley, sin necesidad de ser apoyadas por
actos públicos de reclamo; además, porque el espejismo que
depositara en Juárez la factoría exclusiva del autoritarismo
gubernamental hizo que desapareciera aquello que hasta entonces
reuniera a las diferentes agrupaciones por encima de sus
diferencias ideológicas y, por último, también porque varios de
los que marchaban se integraron al gobierno de la intervención.
Por tales razones las marchas se discontinuaron y pese a
muchas promesas y pese a la disposición combativa de la madre
de Patricia Villalba, el doble crimen siguió siendo apenas un
expediente que rebotaba, peor que kafkianamente, en los diversos
pasillos y cajones de los tribunales santiagueños, mientras se
diluía la esperanza despertada por el movimiento.
180 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

El juicio oral
A modo de conclusión y buscando, por ahora, cerrar la
narrativa sobre la protesta santiagueña, que fuera noticia
cotidiana durante 2003 y parte de 2004 posicionándose en las
primeras planas de los periódicos y los noticieros nacionales y
locales, que finalmente trajera como consecuencia la caída de los
Juárez, hacemos un salto en el tiempo para ubicarnos en el juicio
oral y la sentencia judicial con la que se dio por concluido el
proceso. De este modo entrelazamos dos facetas de un mismo
asunto que se desarrollaron en forma simultánea y que, sin
embargo, muestran dos lógicas diferentes, por una parte, la de
acción colectiva y, por la otra, la jurídica. Las acciones de protesta
se nutren de los reclamos de los disidentes al poder de turno,
mientras que, el derecho es una producción social y por lo tanto
una imposición de aquellos que han triunfado en la lucha, como
expresa Foucault (1976): “Todo dispositivo legislativo ha
organizado espacios protegidos y aprovechables en los que la ley
puede ser violada, otros en los que puede ser ignorada y otros, en
fin, en los que las infracciones se sancionarán”.
En las páginas precedentes mostramos en detalle a la protesta
que, iniciada por los familiares y a los que más tarde se unieron
las OSCs, conformó un hecho social relevante en la vida política
santiagueña. En su momento, como sostienen Tilly (2000) y
Tarrow (1997), la razón de posibilidad estuvo dada por la
movilización de recursos, tanto materiales como simbólicos, los
repertorios, las redes actuantes (aglutinadas en torno a algunos
valores compartidos y desplegadas de modo latente socio-
espacialmente) y una estructura de oportunidades históricamente
contextualizada, etc.
En las páginas que siguen nos referiremos a lo que sucedió
lejos ya de aquellos viernes de protesta, cuando la intervención
había concluido y la provincia había retomado el curso electoral
con el triunfo de Zamora (representante de un frente cuyo
El Protector Ilustre y su régimen… 181

principal partido es la UCR, en alianza con pequeños partidos y


agrupaciones sociales a lo que se agregó un importante
componente del PJ), seis años después de iniciado el expediente
judicial tendiente al esclarecimiento de ambos crímenes, la causa
se elevó a juicio oral.
En el proceso judicial los actores fueron: 1) El expediente que,
como ya sabemos, condiciona el curso de un juicio desde la
perspectiva de que su contenido es el resultado del procedimiento
de la instrucción y, como también sabemos, la sustanciación de la
causa adoleció de serias irregularidades que se manifestaron desde
que el expediente, con seriedad muy dudosa, comenzara en el
momento en que los cadáveres fueron examinados por el juez de
turno, quien según noticias de muy diversas fuentes fue el
primero en permitir que fuese borrada la mayor parte de los
rastros relevantes para el descubrimiento de los criminales.
Irregularidades que plantearon, formal e informalmente, los
familiares a los órganos competentes durante el proceso, como
también durante las marchas. Sin embargo, llamativamente, en el
desarrollo del juicio no se puso en cuestión el accionar de la
58
justicia . Es de destacar que el expediente pasó por diversos
jueces con lo que, dadas las acusaciones de inacción judicial y
connivencia con el poder político, se pretendía mostrar a cada
destitución como un modo de respuesta positiva a las demandas
de las familias y a la presión de la protesta. Es así como
sucedieron cinco jueces hasta la intervención: Mario Castillo
Solá, Dardo Herrera, Arrulfo Hernández (que se desempeñaba
como subrogante), Galíndez de Saavedra (por un solo día) y

58 Un entrevistado que participó de las marchas y que siguió de cerca el juicio nos dice “No, no,
en ningún momento se ha cuestionado”… “No, no. Ha habido algunos intentos de los
abogados de la defensa de los policías, pero es lo natural de que vos estás defendiendo un
tipo que está en una situación muy difícil, tienes que tratar de patear el tablero y todo lo demás.
Pero, yo creo que acá, lo que yo más aprendí de todo esto es lo siguiente: es muy importante
cómo se hace la causa, la causa fue organizada de tal forma, para decir “hay que juzgar o hay
que condenar a estos tres o cuatro tipos”.
182 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

María del Carmen Bravo. A su vez, la intervención designó a


Mario Medina el sexto juez de la causa. 2) Jounes Bshier que al
59
renunciar a las acciones penales y civiles provocó que nada se
60
conociera sobre el crimen de Leila. 3) Los Villalba , únicos
querellantes, que tuvieron que recurrir a profesionales cordobeses
(por las extraordinarias desinteligencias de cinco años, por una
parte entre los profesionales santiagueños y, por la otra, entre
61
ellos y la familia de Patricia) . 4) La Cámara del Crimen,
integrada por Pérez Roberti, como presidente y Viaña de

59 Renunció a la querella, aunque, por un tiempo, continuaron con la acción civil los hermanos
de Leila, Amira y los menores, Ibraim y Samir, representados por una tía.
60 Respecto del juicio Olga presentaba una posición ambivalente, por una parte, lo deseaba
esperanzada “por eso yo sé, estoy segura. Que hay mucha gente que se va a presentar en el
momento del juicio, se va a presentar”, aun, ante el descreimiento de otros: “…Mirá, el juicio…
yo pedía juicio, insistía, insistía en juicio. A mí me decían muchos, no Olga, no pida el juicio no
tienes nada, no hay nada. Yo lo quiero como está, quiero juicio. Yo se que en el juicio van a
salir cosas… pero si no tienes nada… yo les aseguro que ahí va a salir… varios culpables…
está retardando, está dando muchas cosas y yo creo que sí vamos a llegar”. Y, por la otra, la
ganaba la desesperanza al creer que el dinero y otras dádivas como, también las presiones,
torcerían voluntades, así lo expresaba en 2007. “Pero yo pedirles algo, que digan algo, yo no
les digo nada, no les pregunto nada, ¿para qué? ¿Para salir renegando? Como les digo con
mentiras, porque siempre se han manejado con mentiras. Y por eso la bronca, y no tengo
confianza en la gente de Santiago del Estero o sea los que realmente… los abogados,
jueces… Hay gente que son buenas, pero desgraciadamente son manejados. Son manejables,
aquí los manejan, sea con dinero, sea con miedo. Sea con favores”.
61 “En el alegato del juicio oral, de mayo de 2008, la fiscal de Cámara Olga Gay de
Castellanos, sostiene que Musa Azar (por entonces subsecretario de Informaciones) fue el
autor intelectual del homicidio de Patricia Villalba, a la vez que los ex policías Héctor Albarracín
y Pablo Gómez fueron los encargados de su ejecución; mientras que José P. Llugdar
(carnicero de profesión) actuó como entregador de la víctima a los efectivos, en la madrugada
del 6 de febrero de 2003. Daniel Mattar, actuó como nexo entre el funcionario y sus
compañeros de armas al gestionar el encuentro, entre el subsecretario y Raúl Llugdar (tío de
José Patricio) para abordar el tema de los adicionales para los bailes de carnaval de ‘Árbol
Solo’ y la detención de su sobrino. Para los cinco, la fiscal pidió la pena de prisión perpetua,
pues todos habrían incurrido en homicidio triplemente calificado por alevosía, la participación
de dos o más personas y criminis causa”. ”Aún resta que se defina la situación de Marta Cejas,
Daniel Moukarzel, Ramón Palacio, Mario Corvalán, Luís Cejas, Carlos `Pololo´ Anahuate,
Javier Juárez y Diego Sonzogni”. (El liberal 30 de mayo de 2008).
El Protector Ilustre y su régimen… 183

Avendaño y Piazza de Montoto como vocales, mientras que Gay


de Castellanos actuaba como fiscal62.
Por último, a fines de junio de 2008 terminó el juicio oral en
el que, con diferentes grados de responsabilidad, fueron
condenados con castigos menores a los solicitadas por la fiscal, los
siguientes procesados: Musa Azar a prisión perpetua como
instigador y cabeza visible de una “asociación ilícita” y junto con
él recibieron la misma pena a cadena perpetua los policías Jorge
Pablo Gómez, Francisco Daniel Mattar y Héctor Bautista
Albarracín, imputados como partícipes primarios en el doble
crimen de la Dársena mientras que, por su parte, el carnicero José
Patricio Lludgar fue condenado a 22 años de cárcel por
“homicidio simple”. Al mismo tiempo, absolvieron de culpa y
cargo a los otros once imputados: Musa Antonio Azar Cejas, hijo
de Musa Azar y su madre, Marta Noemí Cejas; Daniel Silvestre
Rivero (le imputaban el cargo de homicidio simple por el caso
Leila); Mario Leopoldo Corvalán; el ex diputado provincial
Carlos Alfredo Anahuate, Javier Humberto Juárez y Ramón
Alberto Palacios (todos estaban acusados de encubrimiento
agravado); Eduardo Antonio Abdala (asociación ilícita y
encubrimiento agravado); Daniel Eduardo Moukarzel
(coacciones reiteradas); Diego Pablo Sonzoni (adulteración de
instrumento público) y el primer investigador policial, Luis
Roberto Cejas, quien estuvo acusado por “abuso de autoridad y
encubrimiento agravado”.
En relación con la sentencia cabe mencionar que El Litoral
(edición impresa del 10/04/07) apuntó a la relación entre dos
63
juicios , el del ganadero Seggiaro y el de Patricia Villalba: “El ex

62 Que dispusieron que la prensa local y la nacional se ubicaran en una sala alejada 100
metros de donde se llevaba a cabo el juicio, desde la cual pudieran seguir en vivo las
alternativas del proceso, por medio de un circuito cerrado de televisión. La Nación, 22/10/07
63 A lo que hay que agregar que un familiar cercano de Patricia nos decía en relación con el
modo en que se vinculaba el expediente Villalba, con los inculpados de la causa Seggiaro:
184 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

jefe de Inteligencia santiagueño, comisario Antonio Musa Azar,


se encuentra detenido por el denominado doble crimen de La
Dársena, será sometido junto a otros tres policías a un juicio oral
por el asesinato del ganadero Oscar Edmundo Seggiaro…
Asimismo, confirmó los procesamientos de los policías Héctor
Albarracín, Pablo Gómez y Daniel Mattar, imputados por los
delitos de `robo seguido de muerte´ en perjuicio de Seggiaro. Las
detenciones de Musa Azar y altos jefes policiales surgieron tras la
vinculación del doble crimen de La Dársena con el homicidio del
ganadero Seggiaro, quien fue asesinado 40 días después del
hallazgo de los restos de Leila Nazar y Patricia Villalba”.
Finalmente, es de destacar que esos resultados son
sorprendentemente cercanos al modo en que los Villalba se los
representaban (según surge de una entrevista que les realizamos
en febrero de 2007), y muy lejanos a lo que se sostenía en la
época de las marchas.
Por lo expuesto valga mencionar lo que expresa Juan S.
Pegoraro en relación al poder de castigar:
[...] en el marco de la política penal también
podemos considerar lo que dice y lo que no
dice la norma, lo que señala y lo que oculta, lo
que hace y lo que no hace, lo que reprime y lo
que tolera, mostrando así una complejidad del
fenómeno social del castigo que jurídicamente
parecería simple, automática: al delito le
corresponde el castigo. Este esquema no es
real, nunca fue real en la historia de la
humanidad porque siempre ha estado incluido
en el marco del orden social y por lo tanto en
el seno de relaciones sociales complejas como

“…tanto ellos, los abogados de Córdoba, como el Superior Tribunal esperaban que se haga el
juicio del asesinato del ganadero Seggiaro, donde Musa y los policías están involucrados.
Porque ellos se han hecho cargo digamos... y bueno de ahí en más ver cómo avanza la causa.
El doctor nos ha dicho que se iban a basar en lo que hay en el expediente.”
El Protector Ilustre y su régimen… 185

son las relaciones sociales, valga la aparente


redundancia; quiero decir que el esquema
delito-castigo nunca fue autónomo y siempre
se dio en el marco de un orden social impuesto
[...]
Por otro lado, además, no menos asombroso es que la familia
de Patricia participó del juicio y escuchó la sentencia con escaso
acompañamiento ciudadano.
De modo que queda entonces, para concluir, preguntarse, por
una parte: ¿qué pasó con las OSCs? Buscar esa respuesta podría
acercarnos con cierta verosimilitud a confirmar algunos de los
supuestos que organizaron este artículo en relación con los
objetivos de las OSCs que participaron de la protesta. Señalamos
las consecuencias que produjo en la secuencia histórica del corto
plazo, sin embargo, sabemos también que habrá otras sólo
analizables en el futuro ¿Se aglutinaron coyunturalmente? ¿Se
logró construir algunas identidades comunes? ¿Seguirán, en su
conjunto o en parte, constituyéndose en una “comunidad de
intereses”? ¿Cómo se guardó en la memoria colectiva? ¿Desde qué
perspectiva analizar la efectividad de las acciones?
Por otra parte y poniendo la lente en el campo de los grupos
de poder, políticos y económicos, ¿cuáles fueron sus “estrategias
para el recambio político” que elaboraron durante la protesta? Al
respecto, si bien consignamos en el artículo que esta protesta sería
la primera expresión de descontento popular que comenzó y
terminaría sin el acicate ni apoyo de partidos o facciones de
64
partidos , queda mucho por investigar sobre esta afirmación.

64 Como lo fueran el Santiagueñazo y las marchas en defensa del triunfo electoral de Zavalía,
dirigente radical, en las elecciones a gobernador de 1991 que congregaba a cerca de 50.000
personas. Sobre las diferencias entre la protesta por el doble crimen y las otras dos, que en
algunos casos se tendió a macarlas como antecedentes, puede obtenerse algunos análisis en
Silveti (2006).
186 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

Pero, responder a éstos y otros interrogantes será tema de otros


artículos.

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188 Homero R. Saltalamacchia - María Isabel Silveti

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coyuntura y tendencias”. (Código 22617-71). Director General:
Homero Saltalamacchia. Directores: Nodo untref: Homero
Saltalamacchia. Nodo unse: María Isabel Silveti. Nodo UNCuyo:
Roberto Follari.
Universidad Católica de Santiago del Estero (ucse) (2003). Cátedra
Abierta “Santiago del Estero”. Documento de Trabajo Nº 3 (integra
los documentos de avance 1 y 2).
Entrevistas a dirigentes de las oscs que participaron de la organización
de las marchas.
Entrevista a Olga Villalba.
CAPÍTULO 5

Expulsión, redes y ciudadanía en la Argentina


y en Santiago del Estero

Homero R. Saltalamacchia

Introducción
La suerte de los denominados “regímenes democráticos” ha
dado lugar a una literatura tan extensa que sería imposible citarla
sin extenderme demasiado o cometer graves olvidos. Pero si hay
algo es común a la mayoría de sus representantes es que, si bien
pueden sostener variaciones en el enfoque, reducen el diagnóstico
a un espectro cuyo punto medio es la creencia en que concretar la
“democracia” requiere, exclusiva o casi exclusivamente, mejoras
en las instituciones y normas hasta ahora existentes. En
consecuencia, tienden a ignorar el juego de fuerzas y la capacidad
diferencial de influencias sobre el sistema político con el que
cuentan los diferentes actores sociales según el tipo y monto de
sus recursos de poder1.
Dadas esas dos peculiaridades, la literatura sobre democra-
tización produce resultados de una ingenuidad
extraordinariamente asombrosa para cualquier observador de la
vida política, al menos de la Argentina, y particularmente en
Santiago del Estero, provincia en la que me concentraré hacia el
final del artículo. En ese contexto, cuando algunos representantes
de esa línea de análisis hacen referencia a las influencias que se

1 Sobre los conceptos de “poder” y “recursos de poder”, tal como los utilizaré en este trabajo,
ver Saltalamacchia (2005; cap. 2)
190 Homero R. Saltalamacchia

erigen por sobre las garantías institucionales, sitúan tales acciones


en el insondable continente de las desviaciones a las normas o
incorporan correcciones, como las introducidas por Dahl, R.
(1992) al proponer el concepto de poliarquía en el que, si bien
reconoce que el ejercicio del poder corresponde a los ciudadanos
solo en tanto electores de una u otra dirigencia, termina
requiriendo, para certificar la existencia de tal régimen, una
porción relativamente reducida de mecanismos institucionales
que no aluden a condiciones ni económicas ni sociales.
Con el intento de describir una situación en la que existen
actores sociales que condicionan el funcionamiento institucional
(o que pueden llegar a lograrlo), en otros trabajos hice referencia
al crecimiento de la expulsión (que implica desarraigos y
habitantes que se socializan en medios en el que no existe
experiencia laboral, ni siquiera en las dos anteriores
generaciones). Tal es el caso de los expulsados de las
comunidades ciudadanas en gran parte del mundo, comunidades
con las que esos actores mantienen relaciones diferenciables entre
sí; pero que manifiestan una tendencia: de una u otra forma han
ido convirtiéndose en un tipo de identidad social que obliga a
entablar con ellos una peculiar relación signada por odios y
resentimientos.
Sectores que ya no pueden ser fácilmente encuadrados en los
antiguas denominaciones “marginales” o “excluidos”, pues a tal
punto se han ido diferenciando, que las ilusiones de integración a
las respectivas comunidades nacionales (esperanza común a las
teorías de la “marginalidad” o de la “exclusión”) parecen en
general muy lejanas y en muchos casos imposibles. Lo que
enfrenta a la sociedad “de los ciudadanos” con ambiguas y
profundas grietas hegemónicas que afectan al sistema político en
El Protector Ilustre y su régimen… 191

cada país o región en las que dichas identidades se han


producido2.
Lo peculiar de esta reflexión es que, a diferencia de los
primeros trabajos en que abordara el tema, me preguntaré sobre
cuáles son las posibles razones que han permitido que, pese a la
constante pauperización y expulsión de los circuitos productivos
y/o de la inexistente o extremadamente deficiente provisión de
servicios infraestructurales básicos, aun no se hayan consolidado,
entre los expulsados de la Argentina en general y en Santiago del
Estero en particular, organizaciones parecidas a las que pueden
encontrarse, por ejemplo, en Puerto Rico, Brasil, Colombia,
Ecuador y México. No se trata de que en la Argentina no exista
tráfico de drogas y grandes empresarios dedicados a ese negocio,
pero lo que establece la diferencia es que aun no existen fuertes
organizaciones de base territorial con los rasgos que adquirieron
en los mencionados países.
Con ese propósito, comenzaré sintetizando el contexto teórico
y los resultados obtenidos en una investigación etnográfica
llevada a cabo en Puerto Rico en el año 1991 y amplié
posteriormente recurriendo a la lectura de información
periodística de diversos países latinoamericanos y textos de
teóricos preocupados por el tema, particularmente en Brasil.
Casos, todos ellos, en que se constituyeron poblaciones con un
tipo de sociabilidad autonomizada de la moral y las leyes vigentes
y que recurre al narcotráfico como principal fuente de recursos
económicos y de poder bélico. Hecha esa descripción, la
confrontaré con los resultados del re-análisis de las entrevistas
hechas con motivo de tres investigaciones que encaré sobre
sectores con necesidades básicas insatisfechas en Argentina. Dos
de ellas tenían como objetivo analizar las reacciones y opiniones
de esa población sobre el denominado “Plan Jefas y Jefes de
192 Homero R. Saltalamacchia

hogar desocupados” y la otra es parte de una investigación, aun


en proceso, sobre sectores semejantes en la provincia de Santiago
del Estero. El objetivo de esa confrontación es que las
peculiaridades encontradas en el re-análisis de las entrevistas
suman argumentos que permiten esbozar nuevas investigaciones,
incluyendo aspectos de la cuestión que no son incorporados en
las habituales discusiones y propuestas sobre el tema,
normalmente reducidas a consideraciones y propuestas de tipo
represivo.

I. Marginalidad, Exclusión y Expulsión

Marginalidad
Como es sabido, sobre todo desde fines de la década del
cincuenta, el tema de la marginación de amplios sectores de la
sociedad llamó la atención de un gran número de investigadores
y ensayistas. Por ejemplo, ante la evidencia de ciudades que se
rodeaban de entornos de pobreza, los teóricos de la Escuela de
Chicago crearon el significante “marginalidad” haciendo alusión
a los cinturones de pobreza que rodeaban a las ciudades.
Posteriormente, dicho concepto fue cambiado, ya que fue
perceptible que esas poblaciones, que antes se concentraban en
los márgenes de las ciudades, también podían localizarse en
enclaves situados en el interior del espacio urbano.
En su versión original, la escuela de Chicago basó su
explicación en la desorganización social producida como un
efecto de la rápida y poco regulada urbanización, lo que impedía
que muchos residentes estuviesen integrados en las instituciones
sociales tales como Iglesias, escuelas y grupos barriales.
Posteriores elaboraciones enfatizaron en los rasgos económicos,
culturales e institucionales que esos marginales introducían en la
El Protector Ilustre y su régimen… 193

organización urbana o indagaron en las formas de relación


existentes entre ellos y de ellos con el resto de la ciudad3. Por lo
que, desde las primeras teorizaciones, dichas poblaciones fueron
vistas con cristales que, pese a ser diferentes, poseían algunos
rasgos en común. Casi todos los diagnósticos, hasta los de
aquellos que culpabilizaban a los marginales por su marginalidad,
coincidían en que dicho problema era solucionable por la triple
acción del trabajo social integrador, la expansión del empleo y el
control policial.
Desde entonces se generó una abundantísima literatura en la
que, ya desde los años sesenta en adelante, se incluyeron
referencias a nuevos problemas de integración. En esta literatura,
algunos autores investigaron las barreras que, provenientes del
sistema socio económico y/o cultural, hacían imposible a esos
sectores su incorporación al mercado laboral formal y ejercer sus
derechos civiles, políticos y sociales4; mientras que otros
caracterizaron la formación de una subcultura que, al producir
formas típicas de identificación, incrementaba las dificultades de
sus miembros para incluirse en la comunidad. De ese modo se
preparó el campo teórico para que, sobre todo en la teorización
europea, el concepto “marginalidad” fuese reemplazado por el de
“exclusión” (que indudablemente es sociológicamente más
preciso), referido a un fenómeno social cuya magnitud creció
vertiginosamente con posterioridad al denominado “Estado de
bienestar”5.
Si bien esta nueva literatura no agregó elementos
substancialmente diferentes a los ya presentados por los
investigadores anteriores, ese nuevo concepto renovó la atención

3 Una representante de gran valor en esta línea de investigaciones es Lomnitz L.A. ,1978.

4 Imposibilidad o dificultad que se conceptualizó (con cierto grado de benevolencia y


equivocación teórica), como “ciudadanía limitada”.
5 Como ejemplo de esa literatura, confrontar Rosanvallon, P. ,1995.
194 Homero R. Saltalamacchia

sobre las condiciones prevalecientes en el mercado del trabajo


urbano y rural, que mantenía a esas poblaciones en una
generalizada privación de gran parte de los derechos
“ciudadanos”. Razón por la cual el concepto “exclusión” pudo
describir mejor una situación fronteriza (en la que se mezclan
procesos tendientes a la desintegración y a la integración,
mediante políticas sociales focalizadas) pero sin comprender el
complejo mecanismo que truncaba cualquier esfuerzo destinado a
obtener una mayor integración y, por ende, impedir que se
generasen dispositivos productores de una organización
identitaria conformada en oposición a las normas predominantes
en la sociabilidad de los “incluidos”.

Expulsión
Hacia los finales de la década del sesenta el carácter no sólo
“excluyente” sino “expulsivo” de la dinámica socioeconómica fue
señalado por José Nun.
Lo importante de su investigación fue que, mientras los
teóricos de la “modernización” y similares sostenían la
posibilidad de incorporar a la población marginal mediante
diversas políticas sociales (cosa que aún siguen pensando muchos
de los teóricos de la exclusión), uno de los aportes del autor
argentino fue demostrar que el actual modo de producción (y,
podríamos agregar, de la organización de las sociabilidades y de la
economía mundial que lo hacen posible) crea, de manera
ampliada, una masa de personas que nunca podrá ser ocupada, a
la que denominó “masa marginal”. Inauguraba así, posiblemente
sin saberlo en toda su magnitud, la problematización de un
fenómeno social que hoy se presenta con una gravedad
muchísimo mayor.
Para el objeto de este capítulo basta con recordar que, en su
informe, Nun discutió el uso del concepto “superpoblación
relativa” propuesto por Marx. Concepto que, como se recordará,
El Protector Ilustre y su régimen… 195

refiere a una masa de obreros que fluctúan entre la ocupación y la


desocupación o entre la ocupación en cierto tipo de empresas y
otro tipo de empresas, según la evolución del ciclo económico
capitalista. Según el teórico argentino, dicha superpoblación
relativa es funcional a la regulación de la explotación capitalista,
pues permite mantener una porción de obreros que pueden ser
ocupados en los momentos de expansión del ciclo, a la vez que
ayudan a sobrecargar la demanda de trabajo disminuyendo su
precio relativo6. Por lo que ese concepto (junto a los restantes
aspectos de la teorización global sobre las formas de explotación
capitalista del trabajo) constituye el meollo de la explicación
sobre la pobreza absoluta (y/o relativa) y la desocupación cíclica
que es inherente al sistema capitalista; pero no explica la
exclusión definitiva del mundo del trabajo7. Por el contrario, y
éste fue el aporte de José Nun: las actuales formas de
organización del trabajo conducen a la creación de una creciente
masa de personas que, cualquiera sea el momento del ciclo
económico o el grado de sofisticación tecnológica de las
empresas, no posee ninguna posibilidad de integrarse en el
mercado laboral. Conjunto al que, para diferenciarlo, denominó
“masa marginal” (Nun, 1969).

6 Siguiendo esos descubrimientos, entre los que se postulan en el mercado de trabajo se


distinguirá: 1) una parte ocupada en las empresas de alta capacidad tecnológica; 2) otra parte
que, pese a no conseguir trabajo en aquellas empresas ingresa en empresas de menor
capacidad tecnológica y menos giro de capital, en general PYMES; 3) una tercera parte que
trata de ganarse la vida mediante actividades de bajos ingresos en el sector terciario; 4) un
sector de desocupados que puede aspirar a conseguir empleo en alguno de los otros sectores;
y el resto, constituyendo la “masa marginal” se encontrarán sin posibilidad alguna de lograr otra
cosa que “changas” o convertirse en aspirantes perpetuos al logro de ayudas sociales.
7 Más aún, Marx cree que con el triunfo del Comunismo a nivel mundial el efecto de reemplazo
de máquinas por hombres llevaría a un nuevo tipo de civilización, en la que desaparecería la
obligación de ejercer trabajos que destruyen la salud e imposibilitan el crecimiento de las
capacidades intelectuales de los humanos. Como afirmase en otro trabajo (Saltalamacchia,
1995) fue Sismondi quien, por la misma época, efectuó un augurio mucho menos optimista
sobre los efectos de la automatización; augurio que, al menos por ahora, resulta mucho más
cercano a la descripción de lo que actualmente ocurre.
196 Homero R. Saltalamacchia

Poco después, Fernando E. Cardoso le respondió, polémica


pero también complementariamente, con otro enfoque. En ese
trabajo, el teórico paulista propuso sacar a la investigación sobre
la “marginalidad” de la exclusiva referencia a la lógica del modo
de producción capitalista en su forma pura, demostrando a su vez
que, para comprender la marginalidad latinoamericana, era
necesario incluir otras particularidades del crecimiento de las
economías de los países de este subcontinente: peculiarmente el
modo siempre incompleto de sus transformaciones
socioeconómicas, que fueron desorganizando las estructuras
tradicionales (de trabajo y organización social) sin ser capaces de
absorber, en las nuevas estructuras, las capas de la población
afectadas por dicho proceso. Aporte muy útil para, más adelante
en este trabajo, representarnos la situación en Santiago del
Estero8; provincia en la que esta modalidad del fenómeno es
mucho más aguda que en provincias como Santa Fe, Buenos
Aires o Córdoba.
Si bien en su momento las discusiones fueron intensas, hoy,
combinando ambas perspectivas, se pueden englobar formas de
no inclusión o expulsión producidas por el impacto capitalista en
los modelos tradicionales de producción y dominio (que los
capitalistas nunca renunciaron a utilizar en su beneficio)
combinados con la expulsión de mano de obra que emerge de la
propia lógica de la acumulación capitalista, peculiarmente en esta
época. Combinaciones vigentes en la mayor parte de los países
capitalistas de América Latina. Por eso es que Alicia Ziccardi
(2006) puede recordarnos que:
Treinta años después, Nun (2001, p 255) publica un artículo
titulado “Nueva visita a la teoría de la masa marginal”
recordando que su preocupación no sólo había sido en relación al

8 Una inteligente elaboración crítica de la discusión sobre la marginalidad se puede encontrar


en Weffort y Quijano, s/f.
El Protector Ilustre y su régimen… 197

creciente desempleo, principalmente tecnológico, como lo


expresan hoy autores como Kumar, Rifkin, Beck u Offe, sino en
torno a la asimilación que autores, como Lange o Paul Sweezy,
habían hecho de las categorías de ejército industrial de reserva y
masa marginal, sin advertir la importante diferencia que existe
entre la génesis de una población excedente y los efectos que su
aparición provoca en el sistema que le da origen, es decir una
masa marginal que opera como excedentes de población no
funcionales.
Es así como la obra de José Nun bien puede considerarse
pionera en una investigación que luego retomaran autores como
Pierre Rosanvallon (1995), Robert Castell (1997 y 1999 a y b),
Claus Offe (1990 y 1995). Quienes, de uno u otro modo,
pusieron de manifiesto la contradicción entre, por una parte,
aquellas representaciones sociales que hacen del trabajo la
principal vía de inserción social y, por otra, el incremento del
desempleo estructural, que produce franjas crecientes de
población que no logran dicha inserción, produciéndose lo que
Robert Castel denomina “desafiliación social” (Castel, 1997: 16);
y a la que, coincidiendo con La Serna, creo mejor denominar
“expulsión social”, puesto que nunca ha sido decisión de los
expulsados dejar la pertenencia, esto es, desafiliarse. Expulsión
que contribuye a producir formas inéditas de barbarización de las
relaciones sociales.
La razón de ello es que, como todo ser viviente, “los
expulsados”, lejos de permitir su destrucción o caer en la
subordinación inerte9, formaron comunidades en las que se
produjo lo que denominé “prácticas de refugio”, a las que en su
momento hiciera referencia de este modo:

9 Alguna vez anunciada por Eugenio Tironi (1990).


198 Homero R. Saltalamacchia

En ese contexto de barbarización creciente de las relaciones


sociales, en varios estratos de la sociedad se ha ido creando un
tipo específico de prácticas sociales cuyo rasgo predominante es la
organización de la subsistencia en un medio social sumamente
hostil. Entre esas prácticas se incluyen estrategias de subsistencia
económica y también la creación de contextos que permitan los
procesos de reconocimiento e identificación indispensables para
una regularmente saludable vida psicosocial. Pero lo notable no
es la novedad de esas estrategias sino, por un lado, la
profundización de ciertas formas de sociabilidad (que cada sector
crea para asegurar la defensa común) y por otro, la tendencia al
aislamiento y la ruptura de los antiguos lazos que aseguraban el
sentido de pertenencia de cada uno de esos sectores a la
comunidad global. En adelante, a ese tipo específico de relaciones
las llamaré prácticas de refugio.
Uso la palabra “refugio” para enfatizar que todas esas prácticas
son una respuesta defensiva en una organización social cruzada
por la marginación y la violencia. Aunque, como en los casos de
las depresiones individuales, las adicciones o de la práctica de
ciertas religiones fundamentalistas, puedan predominar algunas
conductas pasivas, el refugio es una respuesta activa frente a un
medio agresivo; es un síntoma de que los lazos de la solidaridad
social se han destruido y, por lo tanto, como en una situación
semibélica, los refugiados complementan su refugio con diversas
formas de “contraataque”; esto es, de conductas violentas contra
los que están cerca o contra aquellos de quienes pueden obtener
beneficios inmediatos. Tal la cuestión, por ejemplo, de la
delincuencia popular o la vinculada a los grandes negocios de la
droga o la venta de armas (Saltalamacchia 1993).
Enfocadas las cosas desde esta perspectiva, lo que Nun mostró
desde la visión de la economía política es una de las bases, pero
no agota la total descripción del fenómeno y sus consecuencias;
entre otras razones porque esas consecuencias aún no se habían
manifestado. Pero de todos modos conviene agregar que, al
El Protector Ilustre y su régimen… 199

socioeconómico hay que incorporarle los aspectos psico-sociales y


culturales. Esto lo han hecho otros autores, pero ahora se agrega
una singularidad.
En la mayor parte de la literatura sobre el tema lo
predominante es pensar la pobreza o la indigencia como una
deuda moral, una violación del derecho a gozar de un universal
umbral de justicia y solidaridad. Sin embargo, creo que, si bien el
fenómeno debe engendrar indignación ética, el “problema” de la
expulsión no pertenece solamente a los que han sido afectados
por ella. Por el contrario, es algo que nos concierne directamente
a todos los incluidos, algo que afecta nuestra calidad de vida en
todos los sentidos.

Los que atravesaron el puente


Alertado por las insistentes demandas ciudadanas en pro de
incrementar la rigurosidad de la legislación represiva y el poder
de fuego de la policía y del ejército, a principios de los años 9010,
en su discurso inaugural, el recién electo Gobernador Roselló
garantizó a los puertorriqueños su disposición a aplicar “¡Mano
dura contra el Crimen!”. Como consecuencia de ese estímulo,
hice una investigación etnográfica sobre los hábitos de vida de los
habitantes un barrio semejante a los muchos que, en Puerto Rico,
alojan poblaciones expulsadas y/o excluidas de toda inserción

10 Con solicitudes idénticas a la que se escuchan en la Argentina, por ejemplo, mediante una
opinión que corporizó Bloomberg en la Argentina, expresando una comprensible aunque miope
reacción frente a consecuencias del desorden económico mundial, del que sólo ven sus
consecuencias más inmediatas: la acción de aquellos que por ser excluidos no se reconocen, y
no hay razones claras para pedir que se reconozcan, como miembros de la comunidad,
aceptando sus reglas. Esa es la reacción que encontré en varios grupos de discusión de
ciudadanos de clase media que hablaban de los problemas de sus municipios. Pero para quien
no está al tanto de esa insatisfacción cotidiana puede palpar su tono recorriendo la prensa y/o
entrando en el sitio www.fundacionaxel.org.ar/
200 Homero R. Saltalamacchia

laboral11. Mi pregunta era: ¿Aquellos a quienes está destinada esa


política represiva, sentirán el mismo miedo que ellas nos
producirían a mí o al legislador?
Contrariamente a lo que esperaba la respuesta fue
tajantemente negativa.
Pero esto fue sólo el comienzo de descubrimientos para el que
estaba mucho menos preparado y entre los cuales, los que aquí
interesan son: la reacción frente a ese incremento represivo no
era la inhibición. Por cierto, no porque amasen habitar cárceles.
Pero lo que los diferenciaba netamente de mí y de todos los
“incluidos” era que, para ellos, las cárceles no eran el lugar del
“ostracismo” sino parte de un hábitat en el que siempre habrán
de convivir en algún momento con otros como ellos;
que está socializados dentro de una serie de normas hacia las
que guardan más respecto y lealtad que a aquellas que son
promulgadas por el Poder legislativo de los “incluidos”; en todo
caso esas leyes son un escollo a ser superado.
Para la “integración” de poco servirá cualquier forma de
trabajo social.
Más aún, lo que para mi resultaba asombroso era que, hasta
tal punto la cárcel es parte de su hábitat que, en casi todos los
casos, es el lugar en el que están alojados, y se relacionaban entre
sí, los miembros de la dirección visible12 de las organizaciones
nucleadas en lo que ellos denominaron “La Ñeta”, una especie de
federación de organizaciones de narcotraficantes, de base

11 Los detalles de esa investigación fueron expuestos en dos artículos (Saltalamacchia, 1993 y
Saltalamacchia, 2000) y ahora sólo es pertinente sintetizar las principales conclusiones.
12 Aclaro lo de “visible” pues supongo la existencia de niveles superiores que habitualmente se
encuentran entremezclados o en intercambio encubierto con instituciones y personas que
desarrollan sus actividades en el circuito de la economía y de todo otro tipo de actividades
legales.
El Protector Ilustre y su régimen… 201

principalmente territorial en tanto dominan la vida en “los


caseríos”.
Por lo que, dado el poder de disciplinamiento de las leyes de
dicha organización, lo que me encontré fue algo inesperado y
sorprendente: la existencia de un proto–estado dentro del estado.
Con sus propias leyes, sistemas de gobierno y representaciones
sobre ellos, sus semejantes, sus necesidades y sus formas posibles
de satisfacción, su futuro, la muerte: esto es, sobre sus vidas y sus
relaciones con el entorno. Representaciones y leyes que
conforman y fortalecen la pertenencia a una sociabilidad que
dista de ser anómica13 (Saltalamacchia, 1993).

Nuevas comunidades, nuevas guerras


En otro trabajo, en el que retomé mis reflexiones sobre lo
visto afirmé que:
Forzado por la contigüidad geográfica antes aludida y
garantizado por la necesidad que tienen esos sectores de
encontrar alguna forma de subsistencia material y simbólica, en
esos asentamientos se produce un efecto de homogeneización que
es la base sobre la que se constituyen nuevas identidades
socioculturales y, también, distintas interrelaciones de ellas con el
resto de la sociedad (Saltalamacchia, 2000).
A lo que agregaba que, aún antes de que la convivencia
prolongada llevara a los residentes de esos asentamientos a
adquirir una identidad propia, ésta fue consagrada por múltiples
estereotipos que, desde afuera, casi extinguieron las
oportunidades de relación de los habitantes de esos enclaves con

13 Si bien creo que el concepto debe ser rigurosamente revisado, lo utilizaré, pues han sido
muchos quienes, al percibir que los excluidos no acatan las normas de las sociabilidad de los
incluidos piensan que no comparten norma alguna (cosa que, en todo caso, sólo ocurre como
en cualquier sociabilidad sociedad cuando con sus sicóticos) pero que no es lo que explica la
alta organicidad y capacidad de resistencia de estas sociabilidades.
202 Homero R. Saltalamacchia

los restantes miembros de la sociedad. Producción de una


identidad que comenzó así y que luego se fortaleció mediante la
conformación de representaciones sociales propias.
Por lo que se puede concluir que, si la expulsión permanece
sobre los mismos sectores durante tiempos prolongados, ella
tiende a crear actores que, reflejando la barbarie capitalista
“realmente existente”, construyen sociabilidades ajenas al orden
institucional legal.
Se socializan así sectores cuyas identidades se forjan en
ámbitos que facilitan la emergencia de “habitus” (Bourdieu,
1979) o “esquemas” (García, 2000) en los que aparecen nuevas
formas de pertenencia, cuyo rasgo común radica en instituirse en
forma alienada respecto a las reglas de juego que sostienen
aquellos que, de uno u otro modo, permanecen incluidos en el
juego institucional predominante y que han sido socializados en
sus normas. Son justamente esas formaciones las que tornan
prácticamente imposible el éxito de las denominadas políticas
sociales como vía de inclusión.
Sobre todo si, poniéndonos al tanto de los aportes de la
neurofisiología percibimos cómo, las experiencias vividas desde la
propia gestación, conforman capacidades e incapacidades
neuronales y habilidades lingüísticas y culturales que es muy
difícil cambiar en el corto plazo; sobre todo cuando las
condiciones globales no cambian14. Descubrimientos que
fundamentan, en otro nivel, lo que se venía percibiendo en el
curso de las investigaciones y teorizaciones de la sociología, la
psicología social, la antropología, la lingüística y la teorías sobre
sistemas complejos, durante la segunda mitad del siglo XX15.

14 Ver Kandel Eric R., 2007.

15 En los artículos antes citados indicaba que: “Sería sencillo criticar el concepto de
marginalidad mostrando los innumerables lazos y semejanzas que unen a esas poblaciones
con la sociedad global: pasean por los centros comerciales (no siempre los mismos que utilizan
El Protector Ilustre y su régimen… 203

Así, estos enclaves urbanos de la pobreza han adquirido un


carácter casi mítico en el mapa urbano. Aunque estén rodeados
de urbanizaciones de clase media o alta, tienen fronteras
simbólicas (en muchos de ellos reafirmadas por paredes y rejas)
que todos respetan. A esos enclaves “se entra” o de ellos “se sale”
como se entra o se sale de un país extranjero; y como también
ocurre con los habitantes de un país extranjero, los moradores de
tales enclaves son identificables por sus ropas y sus costumbres.
En síntesis, se formaron sociabilidades que están muy bien
institucionalizadas y, por ende, son capaces de regular sus
interacciones —internas y con el resto de la sociedad– mediante
códigos de conducta bastante estrictos16 y con gran capacidad
para neutralizar el efecto de la justicia de los incluidos.
Creaciones que no deberían sorprender, pues se trata de
formas de sociabilidad que llevan muchos años de existencia y
difícilmente las sociabilidades sobreviven sin crear
procedimientos típicos de regulación hacia su interior y hacia su
exterior; lo que produce ideales del yo y mandatos super yoicos
que organizan la conducta de sus miembros y refuerzan su
negativa a cualquier proposición de abandono de esa vida, aun

otras clases o sectores sociales ni haciendo las mismas cosas, pero nadie podrá decir que
nunca han ido a un centro comercial); usan marcas conocidas en sus ropas y sus zapatillas;
prefieren géneros musicales que, con algunas diferencias, también prefieren los jóvenes de
otros sectores; hablan el mismo idioma (aun cuando lo mezclan de palabras típicas) que el
resto de la sociedad; desean manejar automóviles desde muy corta edad y sueñan con ellos; y
podría enumerarse infinidad de rasgos que crean la certeza de que ninguno de ellos es un
Zulú, ni habitante del Tíbet o un marciano. Sin embargo, eso no evita que ellos nos distingan
cuando entramos en sus territorios o que nosotros los distingamos cuando ellos entran en los
nuestros.”
16 Esto último ha sido también convicción generalizada entre quienes radican la principal
explicación de la delincuencia en los valores aprendidos en el medio social en que crece el
delincuente (Gibbons y Krohn, 1991).
204 Homero R. Saltalamacchia

cuando los riesgos de dicha negativa son plenamente conocidos


por los participantes17.
En ese contexto, la enajenación se reproduce en forma
ampliada y provoca un estado de violencia social que deteriora la
calidad de vida de todos. Ya que esos nuevos habitus ponen a
dichas sociabilidades en situación de violencia permanente con el
resto de la sociedad. Violencia que, en casi todos los casos, toma
las formas de asesinatos, robos, hurtos, secuestros extorsivos, etc.
Que en algunos países o regiones conforman grupos
relativamente aislados. Pero que, en muchos otros, con
modalidades distintas pero confluyentes (sobre la base de esa
distinción que asegura confianzas y compromisos con legalidades
no escritas pero no por eso menos exigentes) se convirtieron en
un campo atractivo para la manufactura y/o venta de drogas18;
pues esta requiere de agentes bien dispuestos y espacios
protegidos dentro de la selva urbana. Creadas esas condiciones,
los empresarios de la droga se erigieron en los nuevos
intelectuales (en el sentido gramsciano de “organizadores y
dirigentes”) capaces de reunir y organizar las interacciones
sociales dentro de esos territorios espacial y culturalmente
diferenciados19. Incorporación que tiñó con nuevos rasgos a esas
nuevas sociabilidades; desde entonces marcadas por la violencia
(con otros grupos y con la policía) y por la imposición de una
legalidad mucho más estructurada que la existente con

17 En ese sentido, uno de los psicólogos consultados, que trabaja en centros de detención para
adolescentes, cuenta que son muchos los jóvenes que se niegan a declarar que cambiaran sus
vidas al salir, pese a que esa declaración les acarrearía una inmediata disminución del tiempo
de encierro.
18 Negocio en el que se mezclan la economía ilegal y la legal de modos difíciles de conocer
para quienes no participamos y a los que, entre otros, se refiere Pegoraro, J. S., 2003.
19 En las conversaciones o literatura sobre el tema con algunos de los integrantes de esas
sociabilidades es frecuente la referencia a momentos de aprendizaje de técnicas:
interpretación de mapas urbanos o elaboración de códigos secretos, por ejemplo, que
demuestran que la sofisticación no es sólo la de los armamentos.
El Protector Ilustre y su régimen… 205

anterioridad y con centros encargados de asegurar su


cumplimiento mediante el uso de la violencia20.
Todo lo cual permitió que desde ese momento esos “enclaves”
fuesen interna y externamente resignificados. Internamente,
permitiendo que sus habitantes pasasen de ser la manifestación
“de una falta” (la pobreza, la exclusión, etc.) a la manifestación
“de una positividad”: poder de organización y de fuego desde la
que se engendran antagonismos severos, no por la vía de la
rebelión revolucionaria sino de la agresión y de la capacidad de
corrupción de funcionarios, dejando anchas estelas de miedo que
alteran la paz y las leyes de los incluidos. Externamente, haciendo
desaparecer el propio concepto de “exclusión” para convertirlo en
el de “criminalidad”; que aparece como una forma de acusación o
sospecha, poco oculta, hacia aquellos que pertenecen a la
sociedad de los “expulsados”. Resignificaciones que conducen a
los incluidos a ignorar las causas sociales del problema y a creer
que “la solución” puede llegar mediante la represión y el “ojo por
ojo y diente por diente” que solo contribuye a incrementar el
problema evidenciando, también de este modo, los resultados
perversos del actual desorden mundial21.
Eso es lo que experimenté en Puerto Rico como una novedad
para mí. Aunque luego me di cuenta de que ese fenómeno no era
exclusivo de los borinqueños. Por el contrario, son ampliamente
superadas por el “Comando Vermello”22 (que opera en las favelas

20 Son también frecuentes los testimonios de jóvenes que se debaten en el dilema de sumarse
a la violencia hacia otros, participando de una escalada que ellos saben los llevará a una vida
de ilegalidad creciente, o ser víctimas de esa violencia por parte de aquellos que los inducen a
incorporarse a la nueva forma de vivir. Varios son también los testimonios sobre jóvenes que
han sido asesinados por no participar en las reglas de los grupos que dominan en sus barrios.
21 Tan poco controlables como esos delitos de cuello blanco (Sutherland E., 1992) que
dieran origen a la gran crisis financiera y económica mundial, cuyos efectos comenzaran al
principio del 2006 y el comienzo del año 2009.
22 Precedida por la autodenominada Falange Vermelha.
206 Homero R. Saltalamacchia

de Río de Janeiro desde fines de los años sesenta) y por el “Primer


comando de la Capital” (que desde fines de los noventa opera en
las favelas de São Paulo, junto a organizaciones semejantes
aunque algo menos poderosas23). Organizaciones, todas ellas, que
muestran que, producto de la marginalidad y la exclusión, ha
nacido un nuevo estadio en la constitución como sujetos de
amplias capas de expulsados24. Estadio desde la que es muy difícil
retornar. Es comprendiendo las condiciones que dieron origen a
este fenómeno que se hace imperioso reconsiderar el exclusivo
encuadre jurídico de las actuaciones de tales organizaciones25.
Para tener sólo una idea aproximada de la influencia que
ambas organizaciones han llegado a tener en las poblaciones
expulsadas del Brasil, podemos decir que primero el Comando
Vermelho y luego otras organizaciones, que fueron ganando
fuerza durante un proceso de luchas por la hegemonía territorial,
tienen intenso arraigo en varias favelas.
Por lo que, si se desconoce la íntima relación que existe entre
todos los enclaves26 de población expulsada y esas organizaciones,
la magnitud del problema de la expulsión aparecerá intensamente
disminuida y por ende, aparece peligrosamente menguado el
grado en que debe preocuparnos a todos. Despreocupación y

23 Como es sabido, en São Paulo, el PCC ha entablado una guerra de proporciones antes
desconocidas contra las fuerzas de seguridad del Estado. Para una primera síntesis sobre el
tema ver: http://fredalvarez.blogspot.com/2006/05/primercomando-de-la-capital.html aunque,
en verdad, los principales periódicos del Estado, entre ellos la Fholla de São Paulo permiten un
seguimiento más detallado de las acciones a las que hago referencia. Mientras que en
Wikipédia puede encontrarse una detallada descripción de dichas organizaciones, incluyendo
sus respectivos estatutos, también publicados en la Fholla de São Paulo.
24 Sobre este fenómeno en Brasil ver Caldeira, T. P.,1997; Misse, M.,s/d; Misse, M., agosto
1998; Misse M. , 1997.
25 Entre las aproximadamente 2018 que existen en ciudad de São Paulo, y en las que habitan
cerca de 1.160.516 de personas.
26 Que en países como México y Colombia ya no son solo urbanos.
El Protector Ilustre y su régimen… 207

simplificación que facilita la reacción espontánea de vastos


sectores de la población de los “incluidos” que claman por un
incremento en las fuerzas policiales. Pidiendo así una solución
solo logrará avasallar los derechos políticos y civiles de todos los
habitantes sin que la expulsión y sus consecuencias sean
eliminadas.

De desposeídos a poseedores:
Como dijese en otro artículo, polemizando contra otras
opiniones:
Es cierto que el enclaustramiento en tales asociaciones
primarias incapacita a los sectores marginales para formar núcleos
más amplios. También es cierto que tal debilitamiento no hace
esperable la emergencia, en esa población, de nuevos
movimientos sociales; sino, por el contrario, su desaparición allí
donde aún existan. Pero hay más consecuencias y no de menor
importancia. Junto a la centralización del poder estatal y
empresarial, el repliegue de los sectores más castigados hacia lo
que luego llamaré “prácticas de refugio” —tales como las sectas
fundamentalistas o la participación en diversas prácticas
delictivas– acentúa la tendencia hacia una creciente barbarización
de las prácticas sociales.
Si mis temores fuesen ciertos, podría afirmarse que, desde
ángulos inesperados y al compás de los grandes negocios de la
droga y las armas y de los bríos fundamentalistas, se produce la
emergencia de actores que se incorporan a la vida social de
manera perversa, augurándonos épocas de sufrimientos aún
mayores a los actuales.
Si muchos estudiosos de la acción política no son capaces de
concebir la posibilidad de esa alternativa es porque, prisioneros
de una concepción demasiado racionalista del actor social, no
perciben la eventualidad de que existan actores sociales que lo
208 Homero R. Saltalamacchia

sean sin saberlo y sin proponérselo; actores que, más allá de que
no se piensen a sí mismos como tales, son capaces de provocar
efectos de gran envergadura. Secuelas entre las que podemos
recordar: a) el incremento notable del miedo y la inseguridad
colectiva (robos, asesinatos, drogadicciones, etc.); b) el
crecimiento de los núcleos habitacionales “cerrados”, que
contribuyen a segmentar la vida social (barrios cerrados, rejas en
las casas, policías privados, etc.); c) las auto restricciones en el
acceso a lugares y ocasiones de sociabilidad, debido al encierro
preventivo de gran parte de la población; d) el encarecimiento de
los lugares en los que la población podría gozar de
entretenimientos que permitan un buen uso del tiempo libre; e)
la promoción capilar del uso y tráfico de drogas; etc.
Sin duda, sería iluso quien se propusiese encontrar en dichas
agrupaciones conductas revolucionarias”, capacidades que alguna
vez se les atribuyó. Pero, dado el grado de institucionalización de
esas conductas, tampoco debería relegársela a meras conductas
“desviantes”. Lejos de ello, éstas son manifestaciones estructurales
que tienden a convertirse en un problema tan crucial como el de
la destrucción salvaje del medio ambiente. Problemas para el que,
si bien es imperioso encontrar modos en que las políticas tiendan
a menguar la rigurosidad del problema, ellas no deben
desconocer su radical insuficiencia si “los incluidos” no tomamos
en cuenta nuestras propias responsabilidades en la procura de
sistemas de organización socio-económico-políticas que, al
menos, tienda a impedir que la expulsión siga incrementándose.
Desde esa perspectiva, la Argentina muestra algunos rasgos
interesantes. Pues, si bien es el país latinoamericano que más ha
decaído (al menos respecto a otros países y a su propio pasado)
tanto desde una perspectiva socio económica como de un punto
de vista jurídico y político, hasta ahora no ha sufrido el
crecimiento del tipo de organizaciones a las que he hecho alusión
en este apartado.
El Protector Ilustre y su régimen… 209

Los que aún no pasaron el puente

La argentina
En esta parte del trabajo aprovecharé las entrevistas generadas
durante tres investigaciones. Dos de ellas, que serán comentadas
en este apartado, fueron evaluaciones sobre distintas facetas del
Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados (desde ahora PJD), en
municipios con alto de necesidades básicas insatisfechas (NBI),
pertenecientes a varias provincias. Ello me permitirá reconocer, al
menos en parte ¿cuáles son las condiciones que potencialmente
aproximan o alejan, a los civil y económicamente expulsados, de
la creación o incorporación a estas formas de organización de la
exclusión antes mencionadas?
Esa es la pregunta que me guiará, por lo que, debe quedar
bien claro que mi intento no es referirme ni a las virtudes ni a los
defectos de aquel Plan. Simplemente, dada la magnitud de
personas con NBI a las que fue dirigido (y de la magnitud del
trabajo hecho para esa ocasión) y dado que ellas me permitieron
profundizar en aspectos importantes de las representaciones de
los “beneficiarios”, puedo valerme del re análisis de esas
entrevistas para abordar el tema antes enunciado. Diferencia de
propósito, respecto a los que originaran dichos trabajos, que me
llevan a insistir en que las alusiones que haré al PJD sólo serán
hechas con el propósito de contextualizar la situación de
entrevista.
Por ello, luego de hacer algunas distinciones conceptuales y
proporcionar alguna información sobre el PJD, sólo re-analizaré
los testimonios aludidos con el doble propósito de examinar las
peculiaridades que impidieran el deslizamiento señalado y
aprovecharlos para encontrar algunas hipótesis que orienten
acciones tendientes a responder a la pregunta ¿Qué es lo que aún
las mantiene en la condición de “marginales” o “excluidos” y no
en la de “expulsados” que recurren a lo que denominase
210 Homero R. Saltalamacchia

“prácticas de refugio” como las descriptas en apartados


anteriores?

La Crisis y las organizaciones sociales


Desde mediados de los años ’40, el acceso a gran parte de las
prestaciones sociales estaba asociado, en la Argentina, con la
inserción formal en el mercado de trabajo; prestaciones que
generalmente eran financiados con el aporte de empleados y
empleadores. No es que no existieran políticas y programas de
asistencia y promoción social destinados a aquellos que no
participaban del mercado de trabajo, pero, en relación al sistema
antes citado, su proporción era residual.
Luego, junto con la lucha llevada a cabo por los intereses
combinados de agentes internos y externos, que confluyeron en
acciones tendientes a reestructurar la sociedad argentina (su
modelo de acumulación y las relaciones de poder hasta ese
momento vigentes entre los diferentes clases y estratos sociales)27,
los encargados de paliar las consecuencias negativas de los planes
“de ajuste y estabilización” produjeron alteraciones en las
políticas sociales (para las que siempre contaron con “el apoyo” y
“las recomendaciones” de los organismos Multinacionales de
Crédito). En lo que ahora interesa, lo común en las nuevas
recetas fue separar el empleo de las políticas sociales; reservando a
estas últimas la misión de hacer menos explosivos los efectos
expulsivos de la reconversión de la economía y la pauperización
de crecientes sectores de la población que ella implicaba.
Tendencia que llegó a su ápice a partir de mediados de los años
´8028.

27 Sobre los comienzos de este proceso ver, entre otros: Peralta Ramos, M., 1973; Braun, O.
1975; Portantiero, J. C. 1977; O'Donnell, G. 1982.
28 Sobre la época ver Barbeito, A. y Lo Vuolo, R. ,1992.
El Protector Ilustre y su régimen… 211

Ya por entonces, en los comienzos de lo que sería “el


pensamiento único”, la hegemonía neoliberal destruyó lo que
quedaba de las políticas sociales universalistas ligadas al empleo29;
instaurando políticas sociales focalizadas que acompañaron la
privatización descontrolada de las empresas estatales y una
apertura indiscriminada del mercado interno que destruyó el
sistema productivo argentino y dejó sin servicios a amplísimas
regiones del país30. Ese fue el tipo de Planes impulsados antes de
la crisis del 2001 para satisfacer las necesidades de los NBI.
Planes que propusieron limitar el gasto público focalizando a
las políticas sociales en “los grupos más vulnerables”, al tiempo
que proponían la transferencia al mercado, a las provincias y a
algunos sectores de la sociedad (ONGs y asociaciones
filantrópicas) las funciones de integración y cobertura de la
seguridad social de la población. Tipificación de la situación que
marchaba en la misma dirección de lo que, en el Informe de la
CEPAL de 1998, se dio en llamar Nuevo Pacto Fiscal para la
Equidad (1998), que propuso “segmentar el mercado entre lo
que se considera ‘bienes públicos’ dirigidos a los pobres sin
capacidad de demanda y los ‘bienes privados’ para los sectores
que pueden acceder a ellos”31.

29 Draibe, S.; 1994.


30 Sobre la pobreza en Argentina ver: Minujin, A., 1992; Minujin, A., (ed.) (1993); Minujin, A. y
G. Kessler, 1994.
31 Al compás de esos diagnósticos, y de las políticas a las que ellos dieron lugar, se produjo
un notable incremento de los programas sociales ejecutados por Unidades Ejecutoras que: 1)
no se fusionaban con los Ministerios respectivos, sino que, por el contrario, mantenían
autonomía de estos y relación directa con los organismos financiadores (que eran los que
daban los créditos y permitían el crecimiento de la deuda externa) y 2) se caracterizaron por
ser intervenciones que: a) respondían normalmente a recetas descontextualizadas (válidas
para cualquier zona de cualquier país) y b) suponían que podían lograr sus fines en períodos
de uno a tres años, lo que es un absurdo dada la conocida complejidad y lentitud de las
transformaciones sociales. Según esa superficial forma de encarar las pretendidas ayudas,
dichas políticas resultaron, a lo sumo, ser un buen negocio para los técnicos, profesionales y
burócratas que participaron de ellos y otro excelente negocio para los organismos
internacionales de crédito que los financiaban; ya que, por medio de ellos, incrementaron
212 Homero R. Saltalamacchia

Producida la crisis del 2001-2002, los atisbos de


ingobernabilidad volvieron a presentarse en la Argentina con
mucho mayor rigor que otras veces. Debido a ello, hubo un
interregno de grandes movilizaciones, de diferentes sectores
sociales, que produjeron la dimisión del Presidente De la Rúa y la
asunción de cinco presidentes en el término de una semana.
Inestabilidad socio política que el Presidente Duhalde encaró
mediante una serie de acciones, una de las cuales fue el decreto de
emergencia en materia social, económica, administrativa,
financiera y cambiaria y ocupacional.
Según informaciones de la Base de Datos de Programas
Sociales Nacionales del SIEMPRO, en 1998 ya existían 60
programas sociales focalizados, dependientes de varios
organismos del gobierno nacional (Secretaría de Desarrollo
Social, Ministerio de Educación, Salud, Infraestructura,
Economía y Producción, Trabajo), cuya ejecución demandó un
gasto de 2.800 millones de pesos y que eran financiados por los
organismos internacionales de crédito produciendo un
incremento en la deuda que sería uno de los detonantes de la
crisis antes aludida.
Fue luego de esa crisis que entonces se promulgó el Plan
denominado Jefes/as de Hogar Desocupados32. A partir de ese
momento, todos los jefes/as de hogares desocupados gozaron del
derecho de acceder a un ingreso mínimo que pretendió una
cobertura universal, pese a que, posteriormente, ella se limitó a
aquellos que, en su momento, lograron inscribirse en dicho plan,
aproximadamente en los primeros dos años.

notablemente la deuda del país y su consecuente dependencia político económica; el resultado


argentino de esas políticas es demasiado conocido como para que sea necesario recordarlo
aquí.
32 Legislación que fue modificada poco tiempo después para ampliar aun más la cobertura
inicial.
El Protector Ilustre y su régimen… 213

Siguiendo la caracterización hecha por los


consultores del Banco Mundial Galasso E. y
Ravallion M. (2003) sobre el PJD:
Se trata de la principal respuesta de red de protección social
frente a la severa crisis política y económica que impactó a la
Argentina a fines del 2001. Durante la crisis, los índices de
desempleo y pobreza alcanzaron niveles récord (Banco Mundial,
2003). El programa “Jefas y Jefes” está dirigido a proporcionar
un apoyo directo al ingreso de las familias con dependientes que
habían perdido su principal fuente de sustento debido a la crisis.
Para asegurar que el programa llegara a los más necesitados, se
establecieron el requisito de dar una contraprestación laboral.
Con el apoyo de un préstamo del Banco Mundial (y fondos de
contrapartida equivalentes del Gobierno) el programa se
expandió rápidamente hasta cubrir alrededor de dos millones de
hogares para fines de 2002.37. Esa cifra de dos millones se
mantuvo durante el año 2003 y, con pocas variaciones, en el año
2004.
Según lo legislado, los beneficiarios recibían ciento cincuenta
pesos mensuales33, para lograr los cuales debían poseer los
siguientes rasgos: 1) ser jefe/a de hogar en situación de desempleo
(lo que se acreditaba mediante simple declaración jurada); 2)
exceptuando a los mayores de 60 años, dichos Jefes/as debían
tener a cargo hijos menores de 18 años, hijos discapacitados
(cualquiera fuese su edad) o que la beneficiaria, o la conyugue del
jefe de familia, estuviese embarazada; 3) para el caso de los Jefes
con hijos menores, ellos debían acreditar la condición de
escolaridad regular de ellos y el cumplimiento de los controles
sanitarios obligatorios, como vacunación, etc.; 4) los mayores de

33 Monto que, sobre todo luego de la devaluación era una suma muy inferior a la de la “canasta
básica”.
214 Homero R. Saltalamacchia

60 años debían acreditar su condición de desocupados y la no


percepción de beneficios previsionales de ningún tipo.
Todos estaban obligados a realizar una contraprestación
(entre cuatro y seis horas), sea de tipo laboral o concurriendo a
cursos formales o informales de capacitación34 .

Las actitudes de los beneficiarios del PJD


En líneas generales, todos los entrevistados coincidieron en
que el PJD fue indispensable dado el estado de convulsión y de
necesidad extrema en el que vivía buena parte de la población35.
En el caso de los beneficiarios, la mayor parte de ellos coincidió
en que el PJD fue: 1) una alternativa a la indigencia, mientras no
aparecieran fuentes de trabajo genuinas; 2) un ingreso seguro,
mediante el cual podían planificar gastos básicos de
manutención, que eran complementados con changas; 3) haber
establecido un umbral mínimo de ingresos, que les permitía no
ceder ante ofertas salariales inferiores a ese piso. Ventajas, por
otra parte, que seguían siendo necesarias en el año 2004, año en

34 Lo peculiar del PJD es que en el decreto de su creación se instituyó un organismo


encargado del control en el uso de las asignaciones denominado “Consejo Nacional de
Administración, Ejecución y Control” (CONAEyC); en el que participaron instituciones del más
diverso tipo y extracción social. Entre ellos: la Sociedad Rural Argentina (SRA), la Unión
Industrial Argentina (UIA), la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimentarios
(COPAL), la Asociación de Bancos Públicos y Privados de la República Argentina (ABAPPRA),
la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos (CEPH), la Asociación de Bancos de
la Argentina (ABA). Y junto a ellos, la Confederación General del Trabajo (CGT), la Central de
Trabajadores Argentinos (CTA), la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el Consejo
Evangélico, Caritas, la Federación Argentina de Municipios (FAM), el Foro del Sector Social y
la Corriente Clasista y Combativa (CCC). Mientras que el gobierno era representado por
miembros de los Ministerios de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, de Economía y de
Desarrollo Social. Pese a que la capacidad de control de Este organismo fue ínfima, lo
importante es que constituyó un primer intento de reunir diversos actores incluyendo
organizaciones piqueteras, en un diálogo que no fue totalmente infructuoso desde la
perspectiva de la integración.
35 En el trabajo se entrevistaron otros actores además de los beneficiarios, entre ellos,
empresarios, miembros de OSC, etc.
El Protector Ilustre y su régimen… 215

el que se realizaron ambas investigaciones, pues el proceso de la


paulatina recomposición de la estructura productiva recién
comenzó el año siguiente.
Sin embargo, pese a que todos los entrevistados coincidieron
en dichas manifestaciones positivas36, ello no impidió que
hicieran conocer una multiplicidad de violaciones a lo estipulado
por el plan; sobre todo en el aspecto de reclutamiento y a la
utilización del trabajo de las contraprestaciones por parte de
algunos funcionarios, como así también en el modo en que se
encaró el Componente Formación y, sobre todo, al modo en que
se utilizaba el trabajo de selección y al lugar al que debían
concurrir a efectuar la contraprestación en dicho componente.
En todos los casos, la discrecionalidad de gran parte de los
funcionarios directamente encargados de la relación con los
beneficiarios fue muchas veces cuestionada. Lo que es importante
destacar pues proporciona bases a la desconfianza en las
instituciones gubernamentales y constituye el telón de fondo
desde el que se produjeron los testimonios analizados.
Siguiendo el propósito enunciado, en el nuevo análisis de las
entrevistas lo que procuré fue captar indicadores o indicios37
sobre manifestaciones de integración o desintegración respecto a
la sociedad en general. Los siguientes títulos refieren a los temas
respecto a los cuales efectué el perfil principal encontrado en las
respuestas. Lo expuesto en cada uno de esos títulos es la síntesis
de las opiniones más frecuentes y que, vale el hacerlo notar, se
mantuvieron con pocas variaciones en los distintos municipios de
las cinco provincias en las que se trabajo, lo que implica una

36 Es interesante destacar que esa opinión era compartida incluso por los empresarios
entrevistados.
37 Sobre la definición de ambos conceptos tal como los utilizo normalmente ver Saltalamacchia
(2005).
216 Homero R. Saltalamacchia

“saturación” fáctica de la muestra que hacen más interesantes las


conclusiones:

1) Situación respecto a la inclusión en los servicios


básicos.
Además de ser desocupados, la totalidad de los entrevistados,
con pocas diferencias: 1) tenían un difícil acceso a los servicios de
salud, 2) la mayoría no contaba con servicios sanitarios ni agua
corriente, 3) lograban conexión con los servicios eléctricos en
forma clandestina y, contando, según las zonas, 4) sufrían, con
mayores o menos dificultades, para acceder al transporte público
y 5) sólo sobrevivían gracias a una combinación de los ingresos
provenientes del PJD con “changas” en las zonas aledañas; ya que
salvo cuando habitaban en municipios pequeños, el pago del
transporte hacia otras zonas les era inaccesible.
En líneas generales, dada la gravedad de la situación, el PJD
había cumplido un papel fundamental en evitar la desintegración
social completa, pero su aplicación presentaba al menos dos
problemas que fueron insistentemente señalados por los
entrevistados y que impiden pensar que sólo dicho Plan fue
suficiente para evitar la ruptura de los lazos sociales. Estos
problemas fueron: 1) las arbitrariedades cometidas por quienes
estaban a cargo de las adjudicaciones del PJD y el control del
cumplimiento de las contraprestaciones; 2) la desconfianza que
esto generaba en relación con las instituciones estatales. Desde esa
perspectiva, la relación con el Plan era contradictoria y su ayuda
se expresó, por una parte, en la contribución económica, por otra
en la oportunidad que abrió a organizadores sociales, que
aprovecharon la necesidad de gestionar las contraprestaciones
para incorporar prácticas sociales que, siguiendo una tradición no
extinguida en la Argentina (de colaborar con los pobres haciendo
de ello una militancia) produjeron acciones de importancia
El Protector Ilustre y su régimen… 217

respecto al apoyo cultural, afectivo y psicológico de esas


poblaciones38.

2) Sus representaciones sobre el mercado de trabajo


y el modo en que pensaban los planes sociales.
En esa poca, la opinión unánime respecto al mercado de
trabajo se dividía en dos grandes grupos de temas:
Respecto a las posibilidades de trabajar:
las condiciones invalidantes producidas por la edad (la
experiencia de todos era que la edad máxima estaba entre los
35 y 40 años),
la obsolescencia de sus pericias laborales ocasionadas por los
cambios tecnológicos ocurridos desde que fueron expulsados
del mercado de trabajo hasta el momento actual,
el incremento de explotaciones en la que la maquinaria
reemplaza mano de obra,
el sexo y las cargas familiares.
Dadas las anteriores condiciones, ninguno consideraba
posible abandonar el PJD. Convicción que sostenían aun en el

38 Cuando el PJD llegó a cumplirse en alguna medida en ciertos municipios, entre los
beneficios que dichos líderes obtuvieron se pueden citar sobre todo testimonios de mujeres
adultas. En el caso de las mujeres, en muchos de ellas, las contraprestaciones significaron: a)
la oportunidad de salir del hogar y obtener nuevas experiencias, b) aprender algún oficio y
ejercitarlo (aunque fuese para mejorar el propio hogar y ayudar a sus hijos con sus tareas
escolares), conocer a otras personas fuera del barrio y, c) en aquellas que participaron del
componente Formación dirigido al logro de la continuidad de los estudios en la esfera de la
educación formal, la adquisición de conocimientos que, si bien no les aseguraba el ingreso al
mercado de trabajo, incrementaba su autovalorización, les permitía conocer nuevos temas
útiles para sus vidas e incrementaba su capacidad de colaborar con la educación de sus hijos.
En el caso de algunos jóvenes, el haber completado sus estudios de EGB o aprender el uso de
computadoras, o habilidades semejantes que le permitirían obtener trabajo en caso de que se
abrieran oportunidades también fue un logro positivamente valorado.
218 Homero R. Saltalamacchia

hipotético caso de encontrar un trabajo formal, sobre todo


porque desconfiaban de su duración, ya que las leyes laborales
permitían despidos etc.; razones que los conducían a pensar que
si ello ocurriese se quedarían sin trabajo y sin PJD. Este quizá
constituye el aspecto menos resuelto en el intento de evitar que
dicha población se acerque a la posibilidad de cruzar el puente,
sobre todo entre los más jóvenes, que nunca experimentaron
inserción alguna en el mercado laboral y no han adquirido ni la
disciplina ni los hábitos requeridos para incorporarse en
actividades productivas o comerciales. De hecho la mayoría no
únicamente tenía desconfianza sobre la situación sino que aún
consideraba inútiles los esfuerzos por completar su educación
formal, pues muchos estaban convencidos de que tampoco una
mejor educación formal les facilitaría trabajo.

3) participación en redes informales,


organizaciones piqueteras y otras OSC.
Referirse a estas redes sin recordar, aun cuando sea
brevemente, las singularidades de la historia argentina al respecto,
puede llevar a confusiones.
La militancia social a la que ya hiciese y haré referencia no es
nueva en la Argentina. Apareció con las asociaciones de ayuda
mutua organizadas por los inmigrantes y por lo sindicatos, fuertes
desde comienzos del siglo XX. Luego, la Reforma Universitaria se
propuso “la extensión”, que implicaba algún servicio a la
comunidad. Más tarde, desde los años sesenta, se produjo la
movilización de amplios sectores juveniles de las clases medias
urbanas. En esa movilización (que suponía en muchos casos
tareas de asistencia social y organización comunitaria) fueron
pioneros los partidos u organizaciones juveniles “de izquierda”.
Cuando el dictador Onganía intervino a las Universidades los
militantes estudiantiles volcaron su trabajo hacia los sectores
sociales urbanos más desposeídos, logrando un arraigo
El Protector Ilustre y su régimen… 219

importante en amplias zonas urbanas, aunque en muchas


regiones fracasaron en el intento de integrarse en las luchas
sindicales. Posteriormente se sumó la militancia de
organizaciones católicas (impulsada por las iniciativas de Juan
XXIII y los denominados “curas del tercer mundo”39), que
unieron fuerzas con las anteriores haciendo una experiencia de
organización y de aprendizaje de lo que es el mundo de los
pobres, de los excluidos y de los expulsados que, si bien luego fue
en gran parte aplastada por la masacre impuesta por los
dictadores del denominado Proceso de Reorganización Nacional,
dejó huellas profundas, que muchos retomaron, en forma velada,
durante la misma dictadura y otros al regresar a la patria, luego
de 1983.
Así pues, a diferencia de otros países, se dan dos rasgos que es
importante tener en cuenta para basar en ellos políticas que
continúen impidiendo que la expulsión sea total e incrementar
las posibilidades de inclusión, al menos en el sector de la
“economía social”, mientras no se logre alterar las relaciones de
fuerzas que rigen la economía política mundial.
Uno de esos rasgos es la mayor homogeneidad social relativa
de argentina, que solo reconoce distorsiones importantes en
épocas relativamente recientes sin que, por ahora se haya
obturado totalmente la “permeabilidad” social; rasgo que hace
posible contactos entre los organizadores emergentes de las clases
medias y de los sectores populares. El otro es la existencia de una
prolongada tradición de militancia social que ha favorecido la
creación de redes de diverso tipo y origen, en cuyo centro no sólo
es posible encontrar militantes políticos o religiosos sino,
también, maestros o dirigentes vecinales con vocación de servicio.

39 Ver Boff Leonardo ,1984.


220 Homero R. Saltalamacchia

Todos ellos contribuyen a crear redes de personas e


instituciones a las que hicieron referencia muchos entrevistados.
Organizaciones y redes que, para abreviar (dadas sus diversas
conformaciones y propósitos) distinguiré en tres grandes tipos: a)
aquellas que pueden ser incluidas en la denominación de
“piqueteros”, b) las que no lo son40 y c) las redes vecinales más
informales, basadas fundamentalmente en relaciones de amistad,
que incentiva y/o conduce alguno de sus miembros sin llegar a
convertirse en organizaciones instituidas; aunque, ciertamente, en
muchos lugares estos vecinos son o se van convirtiendo en
“punteros políticos” que, con el propósito de obtener beneficios
para su comunidad, influyen en la decisión de voto de los
integrantes de sus redes.

Las organizaciones sociales

Las organizaciones “piqueteras”


Si bien difieren entre ellas, lo común es que exigen una
participación de los beneficiarios no sólo en contraprestaciones
(obligatoria dentro del PJD) sino también en otras actividades,
tales como asambleas, reuniones de “concientización” y
participación en acciones de presión y negociación con y sobre el
gobierno. Estas organizaciones se caracterizan porque: 1) en las
contraprestaciones tienden a controlar ellas mismas la disciplina
de sus asociados 2) cuando así lo entienden, poseen mayor
capacidad de emprender acciones grupales tendientes a lograr
mejoras en rubros tales como: alimentación (con huertas
comunitarias y comedores); complemento de ingresos (mediante
pequeñas producciones); vivienda e infraestructura

40 Esta distinción no es parte de los testimonios de los entrevistados. Es incorporada con el


propósito de aclarar el contexto de las opiniones de las ONGs entrevistadas.
El Protector Ilustre y su régimen… 221

(construyendo o mejorando núcleos habitacionales, generalmente


formando cooperativas o utilizando recursos de otros planes o del
mismo PJD).
La actitud de estas organizaciones respecto del Programa y de
las posibles transformaciones varía según el modo en que
interpretan sus relaciones con “el gobierno” o “el sistema”.
Algunas de ellas ponen el acento en la necesidad de mantener y
desarrollar, entre sus adherentes, una “cultura del trabajo”
tendiente a evitar que la desocupación produzca un cambio en la
identidad de sus asociados en tanto “trabajadores”. En estas
organizaciones se notó una mayor disposición a entablar
negociaciones con representantes gubernamentales tendientes a
aprovechar los denominados “componentes” del Plan. Por
ejemplo, utilizando el “Componente Formación” algunos de esos
movimientos entablaron relaciones con otras OSC o
universidades, para la formación profesional de sus adherentes;
como también utilizando el Componente Materiales para realizar
mejoras en el barrio. Así como también, estaban más dispuestas a
observar experiencias sobre microemprendimientos y/o recibir
información y capacitación respecto a proyectos de ese tipo.
Respecto a la continuidad del PJD los entrevistados estaban
dispuestos a mejorarlo o sustituirlo; aunque con la condición de
evitar que se reproduzcan las irregularidades experimentadas en el
reclutamiento, impedir el clientelismo político y, sobre todo, no
arriesgar la participación de sus miembros en los beneficios
actuales del Programa sin tener seguridades sobre el tipo y modo
en que se harán los cambios del PJD. Lo particularmente
interesante de estas organizaciones fueron las iniciativas
emprendidas en pro de aprovechar las contraprestaciones como
base para la institución de cooperativas de trabajo y otras
iniciativas propias de la denominada economía social41.

41Ver sobre este tema: Coraggio, 2000, 2004a y 2004b.


222 Homero R. Saltalamacchia

Iniciativas a las que se sumó, como indicio de disposición a la


integración, la afirmación de la responsabilidad que deberían
compartir con el gobierno en el monitoreo y evaluación de los
programas, reconociendo que es el gobierno el que debe
organizar y dar confiabilidad a tales acciones.
Entre los testimoniantes de otras organizaciones piqueteras, lo
que en cambio predominaba era la actitud de “defensa de los
intereses de los desocupados en tanto tales”. Esto las acercaba a
posiciones tendientes a aceptar la exclusión y/o expulsión como
inevitable y la tendencia a encargar al estado la tarea de mantener
a dicha población. Posición que se reflejaba en: 1) la lucha por
mantener a sus beneficiarios “dentro del Plan”, 2) la desconfianza
respecto a los propósitos del gobierno en todo lo relativo a
incorporar cambios en la estructura del mismo tendientes a
incrementar las posibilidades de incorporación al trabajo, sea en
la esfera de la economía social sea en el mercado formal, una vez
producido el “despegue”. Así pues, en estas últimas, era menos
clara la posibilidad de que convertirse en instituciones que
articulen acciones tendientes a la formulación de políticas
integradoras. Por ejemplo, negándose a participar en la
negociación de los cambios del PJD, posición en las que dichas
agrupaciones, si bien organizan a sus afiliados de modo tal que
por ahora impiden la conversión en comunidades del tipo de las
brasileñas o puertorriqueñas, las sitúa en una frontera que podría
derivar en una profundización de la transición hacia el “otro lado
del puente”. Lo que es posible al contribuir a que la situación de
“no ocupado” se convierta en algo no sólo endémico sino
positivamente aceptado, impidiendo prácticas tendientes a luchar
por la apertura de fuentes de trabajo. Posición que se puso de
manifiesto cuando, frente a la pregunta sobre la posible
desaparición del PJD, la respuesta fue: “sería un caos total”,
amenazando con pasar a acciones directas.
El Protector Ilustre y su régimen… 223

Las otras organizaciones institucionalizadas


Siendo una categoría residual, es normal que entre estas
organizaciones, existan grandes diferencias. Hay organizaciones
asistenciales de origen barrial, organizaciones de origen religioso y
organizaciones de origen profesional.
Lo que las diferencia de las anteriores es que tienen objetivos
menos extensos: sea el bienestar de los habitantes de un barrio
determinado sea ayudar en la lucha contra la desnutrición o por
mejorar la formación profesional o la atención de aspectos
sanitarios, etc.
Respecto al PJD, los representantes de OSC entrevistados
coincidieron en que el PJD fue necesario, aunque ahora es
necesario corregir las irregularidades y reglas informales que se
han ido consolidando. En tales organizaciones, de un modo u
otro, predominaba la tendencia a revalorizar la “cultura del
trabajo”; y aun en aquellos casos en que su acción se limitaba a la
provisión de servicios tales como “salud”, contribuyen a crear
redes que sostienen a aquellos con quienes se relacionan dentro
de alguna forma de disposición a la incorporación a la
comunidad nacional.
Por otra parte, mostrando la reserva moral de los beneficiarios
con los que se relacionaban, todas las OSC que tenían
beneficiarios trabajando para ellas (y cuyos miembros fueron
entrevistados) indicaron que estos cumplían muy bien con sus
tareas y en algunos casos los entrevistados indicaron que, en los
servicios municipales, hasta son mejores que aquellos trabajadores
que son contratados o de planta permanente.
Y los OSC que no participaron directamente de todos modos
apoyaron. Tal es el caso de una de ellas cuyo dirigente dijo:
“Nosotros no hemos hecho un aporte directo porque nos hubiese
gustado canalizar los proyectos a través de la Fundación
Independencia y que vayan a Desarrollo Local, porque creo que
224 Homero R. Saltalamacchia

hubiésemos reducido los tiempos. No lo hemos podido hacer porque se


han canalizado a través de los C. Consultivos y las Municipalidades,
pero sí hemos tenido la oportunidad de poder guiar a emprendedores
que a veces no sabían cómo llenar el formulario”.
En general, las opiniones recogidas entre los entrevistados
pertenecientes a este tipo de asociaciones no diferían de las
expuestas por los Beneficiarios. En términos generales, opinaron
que es necesario que el PJD se fuese convirtiendo en un
programa de transición hacia el empleo en coordinación con
políticas económicas tendientes a: 1) Reconocer las necesidades
de la oferta de empleo local para que el Componente Formación
dirija sus acciones de modo más adecuado a las posibilidades de
empleo realmente existentes. 2) Incorporar políticas tendientes a
nuevas inversiones productivas en la región. 3) Despolitizar el
programa, evitando el clientelismo. 4) Controlar la venta de
influencias. Para asegurar esos cambios uno de los representantes
de una de las OSC afirmó que el gobierno les debería dar más
participación autónoma a las OSC.

Las redes informales


Es de aclarar, por otra parte, que varios de los entrevistados
no pertenecientes a ninguna de las organizaciones anteriores
hicieron referencia a redes de ayuda mutua entre vecinos y/o
familiares que les permitían: cuidar los hijos, tener horas libres
para las changas y enterarse de alguna oportunidad laboral, etc.
Redes que no es posible agrupar en la clasificación anterior, pero
que llegaban a constituirse en apoyos de gran importancia para
mantener la integración.

SANTIAGO DEL ESTERO: patrimonialismo e inclusión


El Protector Ilustre y su régimen… 225

Gráfica 1

Tal como se ha mostrado en otros artículos de este libro,


Santiago del Estero es una de las provincias argentinas más pobre
y con una de las tasas de actividad más bajas del país. Un trabajo
de investigación realizado por la Lic. Milagros López Belsué del
Centro de Estudios Nueva Mayoría (CENM) consigna que la
provincia de Santiago del Estero que en el año 2005 presentó un
PBI per cápita que es el menor de todos los PBI de las provincias
restantes (ver gráfica 1). PBI que, por la escuálida capacidad
industrial existente en la provincia (cuya única expresión
importante es la industria textil que se incorpora en la cadena
productiva del algodón) está principalmente cubierto por la
producción de materias primas.
226 Homero R. Saltalamacchia

Tabla 1Santiago del Estero y La Banda. Población de 14 años o más


por sexo y condición de actividad. Año 2001

Población
Localidad Condición de Actividad
de 14 años o
más
Activos

Ocupados Desocupados Inactivos


TOTAL
Santiago del
Estero - La 101.487
Banda 228.180 88.129 38.564

Santiago del 71.517


162.113 64.062 26.534
Estero
La 29.474
64.829 23.562 11.793
Banda
El 496
1.238 505 237
Zanjón
Total 270.177
534.629 186.446 78.006
Provincial

Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

En consonancia con esa estructura productiva, en el Censo del


2001, Santiago aparece como una de las provincias que
presentaba mayores tasas de desocupación y no ocupación, por
una parte, y mayores tasas de población con necesidades básicas
insatisfechas (NBI), por la otra.
Datos que se confirman en la zona metropolitana de Santiago
del Estero capital y La Banda en la que, como puede observarse
en la Tabla 2, de los 228.180 habitantes de la zona, 140051 “no
buscan trabajo” (inactivos) o lo buscan y no lo encuentran
(desocupados). Lo que significa que en esa situación se
encontraba el 61 % de los habitantes de esa zona.
El Protector Ilustre y su régimen… 227

Situación de pobreza extendida que es ratificada si estudiamos


cuál es la cantidad de hogares y personas con necesidades básicas
insatisfechas. Eso es lo que muestra la Tabla 3 en la que, como se
puede observar, las cifras del total de Hogares de Santiago del
Estero (Capital) y La Banda que están en esa situación,
encontramos que, en esa zona, el 36,3 % sufre necesidades
básicas insatisfechas (NBI). Porcentaje que se agrava cuando
observamos la columna correspondiente a la población, pues en
este caso el porcentaje se eleva al 45,5 % del total de la población
de ambos Municipios.
Todo lo que, dada la implicación existente entre pobreza
extrema y la concurrencia a establecimientos de educación
formal, también en la provincia en general y en la zona
metropolitana en particular, es una de las provincias que posee
menor tasa de población con estudios primarios, secundarios y,
particularmente, universitarios42.
Estructura socioeconómica que hace comprensible que, como
puede verse en la tabla 4, alrededor del 80 % del ingreso
provincial sea explicado por los ingresos que el Estado nacional
provee en concepto de coparticipación federal al gobierno
provincial y, por su intermedio, a los gobiernos municipales.
En ese contexto, y dado que el campo genera empleo escaso,
el Estado se convirtió en la principal fuente de empleo y de
ingresos. Más de 50 mil trabajadores abrevan en el empleo
público, en tanto que unas 60 mil familias sobreviven con
subsidios sociales nacionales y provinciales.

Tabla 3: SANTIAGO Y LA BANDA HOGARES Y POBLACIÓN CON NECESIDADES BÁSICAS


INSATISFECHAS (NBI)

42 Para más datos sobre este tema ver el capítulo cuarto cuya autoría pertenece a
Saltalamacchia y Silveti en este mismo libro.
228 Homero R. Saltalamacchia

Hogares Población
Departamento
(1) (1)
Con % Con %
Total Total
NBI (2) (3) NBI (2) (4)
14
Total 83 687 36,3 370 827 79 689 45,5
242
Banda 28.344 23,7 128.169 36.987 28,9
6.729
Capital 55.353 13,6 242.658 42.711 17,6
7.513
(1) Se incluyen los hogares y la población censados en la calle.

(2) Las Necesidades Básicas Insatisfechas fueron definidas según la metodología utilizada en "La pobreza en
la Argentina" (Serie Estudios INDEC. N° 1, Buenos Aires, 1984).

Los hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) son los hogares que presentan al menos uno de los
siguientes indicadores de privación:

1- Hacinamiento: hogares que tuvieran más de tres personas por cuarto.

2- Vivienda: hogares en una vivienda de tipo inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u otro tipo,
lo que excluye casa, departamento y rancho).

3- Condiciones sanitarias: hogares que no tuvieran ningún tipo de retrete.


4- Asistencia escolar: hogares que tuvieran algún niño en edad escolar (6 a 12 años) que no asistiera a la
escuela.
5- Capacidad de subsistencia: hogares que tuvieran cuatro o más personas por miembro ocupado y, además,
cuyo jefe no haya completado tercer grado de escolaridad primaria.
(3) Porcentaje de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas sobre el total de hogares de cada
departamento.
(4) Porcentaje de población en hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas sobre el total de población de
cada departamento.

Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

Por lo que, de todos aquellos de sus habitantes que están


incorporados en actividades laborales, la mayoría está empleada u
obtiene sus ingresos del sector público, mientras que un
porcentaje relativamente pequeño se distribuye en actividades de
empresas dedicadas a la construcción y servicios (muchas de ellas
proveedoras del estado o beneficiarias de la concesión de obras
públicas), pequeñas manufacturas y actividades agropecuarias.
El Protector Ilustre y su régimen… 229

Sintetizando es posible afirmar que, a todo lo largo y ancho


de la estratificación social santiagueña, la mayor parte de los
sectores sociales están, de un modo u otro, vinculados a las
actividades del estado.
Situación que hace difícil comprender acabadamente el
sistema socio económico político vigente observando solo el
sistema jurídico o utilizando
conceptos normalmente
aplicados al tratamiento de las
democracias republicanas. Ya
que esa dependencia ha
producido un entramado social
cuya principal estructura es de
tipo radicular, con una
Tabla 4: Fuente: IERAL de Fundación
Mediterránea en base a datos de la Dirección
Nacional de Coordinación Fiscal con las
Provincias – año 2002

instancia superior que


corresponde a:
aquellos que, por haber
triunfado en las elecciones,
ocupan los poderes provinciales
y municipales y quienes, por
una u otra vía, han logrado
acumular un capital económico (en general proveedores del
estado o adjudicatarios de obras públicas) y que colaboran con los
dirigentes políticos, estableciendo relaciones de intercambio de
favores con los miembros de los tres poderes.
Desde esa cúspide, de composición no siempre idéntica (pues
está sometida a la lucha de poderes que se produce en su interior
230 Homero R. Saltalamacchia

y con quienes quieren acceder a ella43) se desprende un conjunto


de redes que, si bien no intercambian un sólo tipo de bien, tienen
en común que se van diversificando según los recursos de poder
que cada uno de sus componentes alcanzó (entre los que se
cuentan las propias alianzas entre miembros de diferentes redes),
hasta incorporar a aquellos cuyo único recurso principal es el
voto. En efecto, al llegar a este punto, que es el que en este
trabajo interesa se produce el intercambio del voto por otros
bienes. Intercambio que contribuye tanto a la legitimación del
Régimen como al triunfo de algunos miembros de la elite sobre
otros. Intermediación necesaria dado que la legitimidad de origen
del gobierno (y la condición de pertenencia de la Provincia a la
República) radica en el funcionamiento del sistema electoral.
Razón por las que, la conquista de electores, es una de las formas
en que se efectúa la disputa de poder en los estratos superiores del
sistema44.
Se trata, por ende, de un peculiar régimen patrimonialista45,
cuya legitimidad de origen se establece mediante elección de
cargos dentro de una estructura que guarda las formas
republicano/ democráticas y una legitimidad de ejercicio
fundamentalmente basada en una muy ramificada red de

43 Esta es una peculiaridad de Santiago del Estero, donde desde hace tiempo no existe, como
en otras provincias argentinas, una familia que haya concentrado el poder político.
44 El formato que tiene estos estratos debería ser, como todo lo dicho antes, estudiado mucho
más profundamente. Baste decir que, en este caso, el criterio principal que tomaría en cuenta
para distinguir estratos es: la similar posesión de recursos en la lucha por el poder; recursos
que si bien se expresan muchas veces en dinero (como equivalente universal), pueden
basarse en otros rasgos que, por una u otra razón, se conviertan en efectivos durante esas
luchas.
45 En la estructura de este artículo es imposible profundizar en la caracterización de esta
peculiar forma de patrimonialismo, baste decir que por ahora hemos de contentarnos con
afirmar que el calificativo corresponde a la forma en que los bienes públicos cotidianamente se
convierten en capital puesto al servicio del usufructo y de la sustentación fácticamente legítima
de los sectores dominantes, mediante la ya citada red de intercambio de favores.
El Protector Ilustre y su régimen… 231

intercambio de favores que, de una u otra manera, abarca a casi


toda la sociedad.
En ese contexto, primero durante los trabajos
correspondientes a la investigación: “Política y ciudadanía en
Santiago del Estero: acción colectiva, dinámica de los partidos
políticas y elecciones entre el 2003 y el 2005” y, luego, durante la
primera etapa del proyecto “Santiago del Estero: estructura,
coyuntura y tendencias”, hemos venido realizando entrevistas y
observaciones en las que habrá de apoyarse el tratamiento del
tema que encaré en las secciones anteriores, pero ahora fijando la
atención en las ciudades de Santiago del Estero y La Banda, que
conforman la zona metropolitana de la provincia de Santiago del
Estero.
También en esta provincia en general, y en la zona
metropolitana en particular, la militancia social ha sido un
fenómeno extendido. En la zona urbana, esa militancia está
conformada, principal aunque no únicamente, por integrantes de
comunidades de base o agrupaciones de servicio ligadas a
parroquias que, lideradas por curas que han heredado el espíritu y
valores de los denominados “Curas del Tercer mundo”, hacen del
servicio a los pobres, y de los intentos de que se auto-organicen
para solventar sus necesidades, un propósito y una vía regia de la
actividad pastoral. Acción integradora (aun cuando generen
conflictos en su interior) a las que se agrega, por una parte: 1) el
trabajo de algunas organizaciones vecinales laicas que se
mantienen independientes de la ayuda estatal y cuyas acciones se
basan en el trabajo tesonero de ciertos dirigentes, en forma
similar a muchas de las aludidas en la sección anterior y por otra,
la acción de comités del partido radical, fundamentalmente) y,
sobre todo, de unidades básicas correspondientes a las diversas
ramas del Partido Justicialista.
Organizaciones ligadas a partidos políticos que, dada la ya
comentada importancia que estos dan al triunfo electoral como
forma de legitimación, son muy abundantes. Al punto de que se
232 Homero R. Saltalamacchia

podría decir que pocas son las cuadras en las que no exista algún
“puntero” político, cuya tarea casi cotidiana es la de mantener
vínculos con los habitantes de los barrios.
Por lo que, en una provincia con pobreza endémica y un
férreo control político, se han gestado formas de organización y
redes asistenciales que, en un medio cultural dominado por la
aceptación fatalista del destino, producen efectos de inclusión
social que, si bien no son exclusivos de esta provincia, en ella
cumplen un rol manifiestamente importante. Roles asentados
sobre peculiares representaciones respecto a los derechos
políticos, sociales y civiles respecto a los cuales es necesario
investigar más46, pero que, según los testimonios obtenidos y las
observaciones hasta ahora realizadas, por el momento han
impedido que la pobreza sea vivida como expulsión y que ello
lleve a alguna forma de articulación organizativa del tipo de las
aludidas al comienzo del trabajo.
Tampoco en este caso eso indica que no existan acciones fuera
de la ley. Como en toda zona de pobreza endémica existen
peculiares formas de estar y permanecer en una difícil frontera
entre lo legal y lo ilegal.
Por ejemplo, en los barrios más pobres siempre se encuentran
pandillas o grupos que alternan el ocio con el consumo de drogas
y el robo que permite financiar sus existencias. Actividad, esta
última, hasta tal punto incorporadas en buena parte de esa
población que uno de los dirigentes vecinales entrevistados decía
que son las madres las que llevan a sus hijos a los supermercados
u otro tipo de comercios en los que hacen que sus hijos roben; ya
que, si son descubiertos, el ser menores de edad permite que el
castigo no sea tan grande al tiempo que poco es lo que aprenden
en sus hogares respecto a otro tipo de actividades ligadas al

46 A esa investigación está destinada la segunda de las investigaciones citadas al principio de


este apartado.
El Protector Ilustre y su régimen… 233

trabajo o a la educación. Roles educativo-asistenciales que esos


dirigentes sociales tratan de cubrir contando con escaso apoyo de
las familias de los niños a los cuales atienden.
Pese a ello, según los testimonios recogidos, los grupos de
adolescentes, que ya salen de la esfera de influencia de los
dirigentes sociales pues casi ninguno se anima a trabajar con ellos,
tienden a respetar a aquellos que forman parte de esas
organizaciones sociales (religiosa o no) que se dedican a
mantener, en los barrios de sus residencias, comedores infantiles,
ollas populares, “roperitos47”, unidades de atención primaria a la
salud, actividades de ayuda a vecinos con alguna necesidad
urgente, etc.., lo que es un indicador de integración que no se da
cuando los expulsados forman comunidades propias48.

Hipótesis a manera de conclusión


En la Argentina en general y en Santiago del Estero en
particular, el impacto de las políticas neoliberales no sólo se
produjo efectos desastrosos sobre la economía y las instituciones
del estado. También engendró cambio en las normas morales que
rigen las relaciones entre los habitantes. Relaciones que desde
entonces se convirtieron en más individualistas y principalmente
guiadas por el afán lucro. Sin embargo, el re-examen de

47 Lugares donde las mujeres de cada barrio van a coser ropa que luego será distribuida entre
los vecinos como parte de las actividades de reclutamiento político de cada puntero (en este
caso en general mujeres) y a cambio de lo cual esperan recibir en algún momento ayuda en
forma de algún empleo público en el que podrán contar sin mucho esfuerzo con un ingreso
seguro mensualmente.
48 Al respecto son esclarecedoras las películas brasileñas. 1) “Ciudad de Dios” es una película
brasileña del año 2002 , adaptada de una novela del mismo nombre de Paulo Lins, publicada
en 1997 en la que se narra la historia de un grupo de niños luego adolescentes que transcurre
en la favela de ese nombre..2) “Tropa de elite” que transcurre en Río de Janeiro en 1997.
Nascimento, capitán del BOPE, la Tropa de Elite de Río de Janeiro, es asignado para
comandar uno de los equipos que tienen como misión apaciguar la favela sita en el Morro do
Turano con motivo de la visita del papa Juan Pablo II de aquel año.
234 Homero R. Saltalamacchia

entrevistas hechas para las cuatro investigaciones antes


mencionadas me permitió observar que la destrucción de los
lazos organizativos y solidarios no llegó a generalizarse al punto
de hacerlos desaparecer.
Muy por el contrario, muchos pervivieron semiocultos en la
acción de organizadores laicos y religiosos (a los que hicieron
alusión varios de los entrevistados y con los cuales el autor
conversara en muchas ocasiones); y sobre la base de estos y de
otros dirigentes, se formaron o potenciaron redes organizativas
que impidieron que la población analizada comenzase a cruzar el
puente que el desorden capitalista mundial les propone como
efecto de su expulsión de la sociedad. Organizaciones cuyo efecto
inclusivo se suma al generado por otro tipo de organizaciones que
son manifestaciones de regímenes socio-económicos y políticos
en que los partidos políticos utilizan el intercambio de favores
como forma de sumar capital electoral. Organizaciones que en
otros contextos y bajo formas diferentes pueden convivir las
comunidades expulsadas y organizadas en prácticas de refugio,
pero que por ahora en la Argentina no lo han necesitado, lo que
para los partidos políticos resulta ventajoso pues en los otros
casos esos favores hay que negociarlos con clientes que tienen
poder propio, lo que encarece el intercambio.
Esto no implica que dicha expulsión no haya cobrado
víctimas. Muy por el contrario, como ocurre en la mayor parte de
las grandes ciudades, existe una zona que va del gris al negro en la
que se incluyen personas, sobre todo jóvenes, que han “cruzado el
puente”, convirtiéndose en los ejecutores de la violencia social
que aterroriza a la población de muchos barrios y es ejecutora de
acciones delictivas que poseen distinto grado de organización y
crueldad.
Tal como ha sucedido en otros países, en amplios sectores de
personas (algunos de ellos de la clase alta o media-alta y otros de
clase media-media y media-baja) esto ha generado miedo y, con
él, una reacción que va desde el pedido de leyes represivas más
El Protector Ilustre y su régimen… 235

rigurosas hasta una demonización indiscriminada de los sectores


“pobres”.
Tal como puede observarse en la documentación de las
organizaciones y en las declaraciones de las personas que
comparten dicha postura, es nula la compresión de las raíces
socioeconómicas de tal situación, desconocida en la Argentina
anterior a la aplicación creciente de las políticas neoliberales.
Sin embargo, lo que hipotéticamente he concluido del
reexamen de las entrevistas mencionadas es que, si el “paso del
puente” no arrastró a sectores mucho más grandes de la
población (haciendo de la violencia un problema social más grave
y casi irresoluble cuando la expulsión da lugar a la formación de
comunidades como las descriptas en la primeras secciones del
trabajo) ello se debe a dos factores bien diferentes pero que
poseen algo en común.
En unos casos, encontramos una moral de militantes que no
llegó a ser destruida ni por la encarnizada represión de la
dictadura militar (que destruyó la vida y expulsó de la Argentina
a decenas de miles de militantes sociales) ni por la deconstrucción
neoliberal de la economía, del Estado, de los lazos sociales y de la
moral social (entre cuyos gestores principales se contaron
personajes como Menem, Cavallo, los economistas neoliberales y
un estamento de políticos, técnicos y profesionales que no sólo se
acoplaron al “pensamiento único”49 y a sus ventajas inmediatas

49 Que a la par de ser una doctrina económica, que hoy es bien conocida por sus desastrosas
secuelas, también produjo subjetividades organizadas en torno a un ideal del yo en las que
toda conducta fue y es guiada por el “primero Yo” o “Sálvese quien pueda”, alejado de todo
espíritu solidario. Afirmación no está basada en una investigación sistemática sino en la
asombrada percepción de quien, viniendo desde el exterior y con una regularmente
desarrollada costumbre de observar conductas, se veía permanentemente en presencia de
acciones y opiniones orientadas por esa ética, a tal punto “naturalizada” que ni los propios
agentes eran capaces de darse cuenta de que esa no era la única forma de relacionarse con el
mundo ni de ser argentinos.
236 Homero R. Saltalamacchia

sino que lo encarnaron y siguen encarnando activamente en la


corrupción de guante blanco50).
En otros casos, en regímenes en los que predominan formas
de organización solo formalmente republicanas, pero que se
sustentan en una mezcla de tradicional y nueva forma de
dominación como la patrimonialista antes reseñada.
La diferencia entre ambas formas es evidente. Pero ambas
tienen en común el que solo pueden ser detectadas, y solo se
puede pensar sobre ellas, si se abandona el reduccionismo
institucionalista.
Esa es una de las condiciones que permiten valorar como, ese
masivo impulso hacia una ruptura con las firmes tradiciones
asociacionistas e integradoras que por muchos años caracterizaron
a las sociabilidades argentinas51 (y cuyo recuerdo aún pervive en
muchísimas prácticas sociales) fue insuficiente para destruir
completamente el espíritu asociativo y la vocación solidaria de
gran cantidad de dirigentes sociales y de amplias capas de la
población. Asociacionismo que nunca pudo ser aceptado por
quienes hacen de la dualidad estructural el soporte efectivo de su
dominación bajo formas republicano democráticas y cuya
destrucción fue efecto buscado tanto mediante dictaduras
militares como por la vigencia de políticas neoliberales, para cuya
vigencia fue muy efectivo que las anteriores formas organizativas
fuesen debilitadas al máximo.
Poder sin contrapesos que, como lo vemos en la depresión
que estallara desde el 2008 en los países más poderosos del
mundo occidental, lleva al latrocinio financiero en sus formas
más burdas, al punto de desequilibrar las condiciones mismas de
la gobernabilidad aun en esos países y a generar nuevas formas de

50 Tema al que hemos hecho alusión en el capítulo quinto

51 Mucho menos dualizadas que otras de América Latina.


El Protector Ilustre y su régimen… 237

expulsión, sobre todo en las ahora denominadas “economías


emergentes”.
Tal como fue mostrado, bajo diferentes formas de
organización: 1) las OSC de heterogéneo origen a las que antes
hiciera alusión; 2) las organizaciones piqueteras (a las que,
demasiado frecuentemente, se las sitúa como enemigas del orden
social debido a la necesidad de recurrir a los cortes de rutas como
único recurso de poder que les resta en sus situaciones de
expulsados o excluidos52) e incluso 3) redes usufrutuadas por
“punteros políticos” que, si bien subvierten y/o corrompen las
reglas de juego constitucionales, forman una trama que impide la
formación de sociabilidades para estatales cuyas fuerzas de
choque se encuentran en las comunidades de expulsados y que
son efecto de la dominación antes aludida.
Por ello es que las muchas veces denostadas o despreciadas
organizaciones sociales “de base” cumplen un papel que no puede
ser dejado de lado en ningún razonamiento ni construcción
sociopolítica. Esta es la argumentación con la que deseaba
coronar este trabajo en el que traté de mostrar algunas de las
razones por las que es indispensable incorporar al razonamiento
sobre lo político la convicción de que las instituciones no
mejorarán por medio de su puro perfeccionamiento formal si no

52 No es el propósito de este artículo tratar específicamente sobre este último tipo de


organizaciones. Pero el análisis de las entrevistas a beneficiarios incluidos en dichas
organizaciones muestra que, aun aquellas organizaciones piqueteras que con cierto grado de
apoyo social se han manifestado (afirmación mediante la que pretendo dejar fuera a varios
pequeños grupos de izquierda que actúan en forma violenta y poco contribuyen a la resolución
de los conflictos que dicen apoyar) más virulentamente en contra del orden social vigente han
producido un triple efecto: 1) impedir que las poblaciones de las villas miseria fuesen presa de
las organizaciones de narcotraficantes que, como viésemos, si lograron éxito en otros países,
en poblaciones semejantes, 2) que muchas de ellas luchasen por mantener vigente la cultura
del trabajo, que impide que la expulsión que genera el sistema afecte en forma definitivamente
irreversible la moral de sus afiliados y 3) que organizándose social y/o políticamente han
contribuido a mantener a sus afiliados dentro del juego del sistema político.
238 Homero R. Saltalamacchia

se produce, al mismo tiempo, una red de organizaciones que sea


capaz de contraponerse y balancear, por una parte, el poder de las
grandes corporaciones empresariales que hoy dominan a cada
uno de nuestros países y por otra, la tendencia a que, desde la
expulsión, se generen formas de asociación que contribuyan aún
más a la barbarización de las relaciones sociales que conforman
nuestra cotidianeidad.

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