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La crisis estructural de la economía cubana en los 90 y 2000:

Title una interpretación heterodoxa

García Fernández, Francisco; López Arévalo, Jorge; Sovilla,


Author(s) Bruno

Journal イベロアメリカ研究, 32(1)

Issue Date 2010-08-09

Type 紀要/Departmental Bulletin Paper

Text Version 出版者/Publisher

http://repository.cc.sophia.ac.jp/dspace/handle/123456789/312
URL 24

Rights
《ARTÍCULO》

La crisis estructural de la economía cubana en los 90 y


2000: una interpretación heterodoxa
Francisco GARCÍA FERNÁNDEZ1
Jorge LÓPEZ ARÉVALO2
Bruno SOVILLA3

1990 年代と 2000 年代におけるキューバ経済の構造的危機―異端の解釈―

フランシスコ・ガルシア=フェルナンデス
ホルヘ・ロペス=アレバロ
ブルノ・ソビジャ

本稿は、一連の制度的諸形態の分析を通じてレギュラシオン学派の観点から、キューバにお
ける経済危機の構造的特徴を明らかにしようとするものである。まず第 I 章では、フランスの
レギュラシオン学派により提唱された概念的・理論的の視点から、構造的危機の内容を議論す
る。第 II 章では、特定の制度的形態に基づき、レギュラシオン学派の危機に関する分析の方法
論をキューバの事例に当てはめる。そして結論として、1990 年代と 2000 年代に危機が発生し
たのは、本稿で分析する制度的諸形態、すなわち給与形態、生産・技術形態、金融形態、国際
体制への参入形態の機能が消耗した結果である。最後に、この危機から抜け出すためには、時
代遅れとなった制度的形態の再編を指向する経済政策の策定が必須であることを提案する。

INTRODUCCIÓN

Al inicio de la década de los 90, la economía cubana se sumergió en la crisis más


profunda de su historia contemporánea. Algunas de sus manifestaciones fueron, la pérdida
de más de un tercio del PIB, una inflación galopante que devaluó el peso cubano en un
300% y restó capacidad de compra a la moneda aún no recuperada, un déficit
presupuestario de más de un 30% del PIB y un sector externo con menos del 75% de su
comercio exterior comparado con la década anterior. Esto acompañado de una migración
muy importante de su población, cuyo clímax fue el segundo semestre de 1994, proceso
que ha continuado hasta la actualidad, vinculada en gran medida a las repercusiones no
superadas de la crisis mencionada.
Entre 1990 y 2000 Cuba creció a una tasa anual promedio del -1.4%, la más baja de
América Latina (CEPAL, 2000), a pesar de que a partir de 1995 y hasta el 2000, la
economía cubana experimenta tasas de crecimiento aceptables, que reflejaron el impacto

1
Profesor investigador en la Unidad Académica Multidisciplinaria de Comercio y Administración Victoria en la
Universidad Autónoma de Tamaulipas, México.
2
Profesor investigador en la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Chiapas, México. e-mail:
jalachis@hotmail.com.
3
Profesor investigador en la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Chiapas, México.

Iberoamericana, Vol. XXXII, No.1 (Primer Semestre, 2010)


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positivo de las medidas de política económica aplicadas desde 1993. Esas medidas
permitieron recuperar una parte de la capacidad de importación perdida, reactivar un
segmento del aparato productivo que había quedado paralizado desde principios de la
década de los 90 e incrementar la demanda de consumo a partir de la afluencia de remesas
familiares, de la extensión del trabajo por cuenta propia y de los efectos del turismo. Sin
embargo, para fines de 2000 la economía cubana comenzó a confrontar nuevamente serios
problemas para mantener aceptables tasas de crecimiento, debido a que el efecto positivo
de las medidas de política económica aplicadas a partir de 1993 comienzan a agotarse
(Pérez López, 2006; Mesa Lago, 2005b; Miranda, 2004; Ritter, 2003). Por otra parte, las
relaciones con Venezuela le permitieron a la economía cubana amortiguar los efectos del
incremento de los precios del petróleo a partir de 2004. Cuba, históricamente dependiente
de las importaciones para cubrir su balanza energética, pudo contar con una fuente de
financiamiento alternativo, compensando e incrementando sustancialmente los ingresos
externos debido a esas relaciones comerciales preferenciales. Otros efectos positivos de
ese intercambio han sido el crecimiento del sector energético, la reducción sustancial de
los apagones y el crecimiento de la exportación de servicios educativos, médicos y de
formación, entre otros. Conjuntamente con este proceso de cooperación y financiamiento,
en 2004 tuvo lugar un giro hacia la recentralización en la toma de decisiones y de
retroceso en comparación con las medidas de apertura limitada que tuvo lugar a partir de
1993-1994: la limitación del trabajo por cuenta propia, reconsideración de la inversión
extranjera, sobre todo la asociada a medianos y pequeños empresarios foráneos, el
incremento del control financiero, contable y operacional sobre las empresas estatales, así
como el retorno a una suerte de monopolio de comercio exterior, derogando una de las
medidas aplicadas en 1994 que permitió el acceso directo a las importaciones a un grupo
importante de empresas estatales autorizadas para realizar estas funciones.
A partir del cambio en la cúpula de poder en 2007, se implementaron un grupo de
medidas económicas que aparentemente representan un rescate del contenido de la
reforma económica de los 90 y probablemente su ampliación. Esas medidas, aún en etapa
de implementación, podrían tener un impacto positivo en el mediano y largo plazo en la
economía del país, sobre todo las que tienen que ver con la distribución y utilización de la
tierra, el pago por el trabajo y el retorno a la descentralización en la toma de decisiones
empresariales.
La crisis estructural como crisis de largo plazo no ha sido un tema ampliamente
estudiado en la ciencia económica. Este trabajo pretende esclarecer la esencia de la crisis
estructural de la economía cubana desde la perspectiva regulacionista a través del análisis
de un grupo de formas institucionales. En una primera parte se discute acerca del
contenido de la crisis estructural desde el punto de vista teórico conceptual. En la segunda,
se discuten algunas formas institucionales que proponen los regulacionistas para el
análisis de la crisis estructural, aplicadas al contexto cubano. Por último, se aportan
algunas conclusiones y recomendaciones.

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I. LA CRISIS ESTRUCTURAL DESDE LA PERSPECTIVA REGULACIONISTA

Existe relativamente poca exploración de la crisis estructural y de sus determinantes


por las diferentes escuelas del pensamiento económico. Desde fines de los años 70, los
regulacionistas franceses, son los que principalmente desarrollaron un cuerpo teórico
riguroso acerca de la crisis estructural y de la regulación partiendo de las perspectivas del
marxismo no ortodoxo y del pensamiento estructuralista francés. Autores como G. de
Bernis, Aglietta (1976), Boyer (1986), entre otros, han trabajado en la justificación de las
crisis de largo plazo del capitalismo en oposición a los enfoques convencionales que
intentan explicar los desequilibrios del sistema económico desde una visión cortoplacista.
La perspectiva regulacionista explica desde el concepto de estructura económica los
cambios que en el capitalismo han tenido lugar después de la primera guerra mundial y
con posterioridad a la segunda; justificando así la capacidad de adaptación del sistema a
las crisis y a los shocks externos. Los regulacionistas innovaron al introducir en el debate
una serie de conceptos que permitieron reconocer la existencia de un conjunto de
contradicciones hasta ahora no reveladas en esa dimensión. El concepto de patrón o
régimen de acumulación es uno de ellos, heredado de la tradición marxista del análisis de
la dinámica inestable del capitalismo. Boyer (1986: 84) define el régimen de acumulación
como “el conjunto de regularidades que aseguran una progresión general y relativamente
coherente de la acumulación del capital, es decir, que permiten reabsorber o mostrar en el
tiempo las distorsiones o desequilibrios que nacen del proceso mismo”. En este concepto
es central el papel de las formas institucionales. Según los regulacionistas éstas son
relaciones sociales de producción que caracterizan al modo de producción dominante. Son
formas que determinan el modo de regulación de un sistema económico y que contribuyen
a reproducir las relaciones sociales de producción en su conjunto. Las fundamentales son:
relación de propiedad, relación salarial, creación monetaria, relación mercantil, relaciones
internacionales y las formas económicas del estado (Soria, 2008).
Boyer (2007) aporta una tipología de las crisis y fundamenta que la gravedad de la
crisis depende del número de formas institucionales que estén involucradas. Soria (2008)
integrando los tipos de crisis según los regulacionistas y siguiendo en particular la
propuesta de Boyer (2007), argumenta la existencia de crisis pequeñas o grandes. Las
“pequeñas” son aquellas que tienen lugar cuando las formas institucionales hacen posible
el retorno del comportamiento de los individuos, grupos y empresas a la lógica natural de
las relaciones sociales de producción. En cambio, las “grandes” son aquellas donde tiene
lugar una inadecuación entre los comportamientos que inducen el modo de regulación y
las formas institucionales existentes, por lo que para retomar el crecimiento es
indispensable su reestructuración (Lipietz, 1984, citado por Soria, 2008). Para los
regulacionistas, las crisis estructurales son crisis “grandes”, que exigen nuevas formas
institucionales y por consiguiente del modo de regulación, por lo que su ajuste se produce

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en periodos largos de tiempo. Esas crisis, debido a su naturaleza estructural, afectan la
relación capital-trabajo a nivel de empresa y a nivel social, el modo de competencia y las
relaciones que involucran al estado (Altamira, 2006). Según nuestra perspectiva, la
tipología de la crisis desarrollada por la escuela regulacionista sobrepasa los límites del
capitalismo, abarca cualquier sistema económico basado en la producción del excedente y
puede ser útil para estudiar procesos de crisis de larga duración en cualquier sistema
económico basado en la producción del excedente. Precisamente, aquellas crisis
“grandes” o crisis del modo de producción implican necesariamente una transformación
del modo de producción y apropiación del excedente (Boyer, 2007).
Para Boyer (1996: 97), “la relación salarial se define por la complementariedad de
las instituciones que encuadran el mercado de trabajo y su compatibilidad con el modo de
regulación vigente. En consecuencia la relación salarial varía en el tiempo y en el espacio,
manifestando configuraciones diversas del desempeño económico”. La relación salarial,
una de las formas institucionales señaladas, sufre ajustes importantes durante las crisis
estructurales, se transforma de una forma salarial correspondiente a un estadio específico,
en otra más acorde con las nuevas condiciones técnico-económicas y sociales que se
forman producto del proceso de reestructuración. En una crisis “grande” la correlación
entre el capital y el trabajo se modifica, cambia la distribución del excedente económico
en función de la correlación de fuerzas existentes. Según Soria (2008), la dominación de
la clase capitalista –o de clase en general– se transforma en explotación económica
mediante la relación salarial. Para los regulacionistas, esta relación a nivel global se
manifiesta en formas institucionales relacionadas con la formación de los salarios, las
formas de contratación colectiva y de protección social de los trabajadores. La relación
salarial se concreta en la empresa misma, donde el dueño, o el que ejerce como su
representante, ve constreñido su poder por esas formas institucionales.
En dependencia de la relación salarial que domine en un sistema económico, así
serán los límites a los que esté sujeto el propietario de los medios de producción al ejercer
de dueño temporal de la fuerza de trabajo. Esos límites serán los que construyan los
incentivos económicos y no económicos a lo que se enfrenta el trabajador en la empresa.
En condiciones de una relación salarial constreñida por formas institucionales que coarten
la protección social de los trabajadores, que debiliten la contratación colectiva y sus
beneficios y limitada a una formación salarial que se ajusta a un precio permanentemente
devaluado de la fuerza de trabajo que reproduce de forma muy restringida sus condiciones
laborales; entonces los incentivos laborales serán débiles con repercusiones negativas
sobre la productividad del trabajo. En cambio, la existencia de formas institucionales
progresistas que generan la formación de incentivos al incremento de la productividad,
son aquellas que impulsan contratos colectivos con una cobertura amplia de protección
social y de salarios que contribuyen a la reproducción ampliada de las condiciones de vida
del trabajador y su familia. En dependencia del predominio de una u otra tendencia, así

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será la correlación entre el trabajo y el capital en la apropiación y distribución del
excedente.
La crisis estructural refleja también los desajustes en la relación técnico organizativo
del proceso de trabajo. Esta relación expresa los vínculos que se establecen bajo diversas
formas entre los propietarios de los medios de producción, los trabajadores y los medios
de producción mismos (Coriat, 1982; Boyer, 1986). Coriat (1982) denominó fordista a las
formas de organización del trabajo basadas en una relación peculiar entre el trabajador y
los medios de trabajo, donde el salario se indexa a los precios de los bienes de consumo
en la medida que aumenta la productividad.
Nuestra perspectiva comparte el criterio de que la eclosión de las crisis estructurales
está relacionada con la quiebra de un modelo o régimen de acumulación específico, la
cual se expresa a través de la disfuncionalidad de un conjunto de formas institucionales.
Algunas de las más importantes y aquí analizadas son: la relación salarial, las relaciones
técnico productivas, las formas económicas de intervención del estado y, por último, las
relaciones internacionales. La superación de la crisis estructural, a través de un proceso de
reestructuración, está asociada a la instauración de formas institucionales alternativas que
sustituyan el régimen de acumulación decadente.
En este trabajo abordaremos las formas institucionales propuestas por los
regulacionistas aplicadas al caso cubano: la relación técnico productiva, la relación
salarial, la relación monetaria-financiera y la relación internacional.

II. DIMENSIONES DE LA CRISIS ESTRUCTURAL DE LA ECONOMÍA CUBANA

En este apartado se analizan las principales dimensiones de la crisis estructural de la


economía cubana a través de diversas formas institucionales. Las dimensiones a considerar
están asociadas a la quiebra del régimen de acumulación establecido durante años y de las
formas institucionales que lleva asociada: las relaciones técnicas productivas, la relación
salarial, las relaciones monetarias-financieras y la relación internacional.

1. Crisis de inversión productiva y relación técnico productiva: ineficiencia del


modelo organizativo empresarial

La relación técnico productiva en cualquier sistema económico está condicionada


por las condiciones de acumulación. En Cuba, en particular, esas condiciones entraron en
un proceso de deterioro profundo desde principios de los años 90. La Formación Bruta de
Capital (FBC) ha sido uno de los indicadores más afectados por la crisis y será la
vulnerabilidad de mayor alcance en el mediano y largo plazo. Entre 1990 y 1995 la FBC
se redujo en un 75% (CEPAL, 2002), cayendo la participación de FBC a un 5.2% del PIB

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ese año (en 1989 este indicador fue del 26,3%). A partir de 1995, con la recuperación
económica, comienza a elevarse lentamente, pero aún en 2000, según el Anuario
Estadístico de Cuba de ese año, la FBC representaba el 11.7% del PIB, un dato mejor,
pero aún excesivamente reducido comparado con las necesidades del país y experiencias
internacionales exitosas (CEE, 2000). En 2002 y 2003, con el nuevo declive económico,
el nivel de FBC vuelve a descender –10.6 y 9.2% respectivamente (ONE, 2008a)–,
constituyendo el 39% del monto absoluto existente en el año 1990 (ONE, 2006). A partir
de 2004, con el repunte del crecimiento económico, se aprecia un incremento muy
moderado de la tasa de inversión hasta llegar a su nivel más elevado después de la crisis
en 2006, para volver a caer en 2007 (ONE, 2008a).
Sin embargo, el componente de Maquinarias y Equipos ha crecido fuertemente a
partir de 2006 y más moderadamente en 2007 (ONE, 2008a). En ese primer año el
incremento fue de 132% con relación al 2005 y un 16% en 2007 comparado con el año
anterior (ONE, 2008a). La fuerte expansión se explica por el nivel sumamente bajo de
partida –en 2005 este apartado representaba sólo un 1.58% del PIB mientras que en 1990
fue de un 10%–. En 2007 Maquinarias y Equipos representaron el 2.84% del PIB (ONE,
2008a).
A partir de 1990 el país sufre una descapitalización sin precedentes en el siglo XX.
Desde principios de 2000 probablemente existió la intención política de comenzar a
revertir esa situación, sobre todo, por el reconocimiento de la precariedad del parque
industrial nacional (ONE, 2006). A partir de 2004, se aprecia una débil recuperación
asociada a proyectos turísticos, energéticos, de modernización de las plantas de níquel y
programas sociales. Sin embargo, los efectos de la crisis mundial desde el segundo
semestre de 2008 y la caída del precio del níquel han paralizado la mayoría de esos
proyectos.
La crisis de inversión aún no superada en la economía cubana ha impactado la
acumulación y modernización de capacidades productivas acordes con el cambio
tecnológico acelerado que vive el mundo desde los años 90. La escasez de recursos
productivos, las limitaciones para acceder a tecnologías de punta y las limitaciones de
financiamiento han retrasado el desarrollo de capacidades tecnológicas importantes en la
mayor parte de las empresas cubanas. Aunque algunos sectores fueron priorizados por el
gobierno, como el sector energético, la exploración y extracción de petróleo y gas, la
biotecnología y los equipos médicos, la mayor parte de la economía nacional quedó
excluida de ese proceso. Debido a su naturaleza, la crisis de inversión afecta al conjunto
de formas institucionales mencionadas. En particular, a la forma de las relaciones técnico
productivas, la cual refleja la ineficiencia persistente del modelo organizativo empresarial.
Algunas de las medidas económicas implementadas a principios de los 90
pretendieron reorganizar el modelo empresarial con la introducción, por un lado, de
nuevos agentes económicos: la empresa mixta y los trabajadores por cuenta propia,

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aunque la empresa estatal continuó siendo el agente fundamental del sistema económico;
y por otro, pretendiendo transformar el modelo de funcionamiento de las empresas
estatales con la aplicación selectiva y paulatina del Sistema de Perfeccionamiento
Empresarial –SPE– (Lage, 2006). Los últimos datos difundidos de resultados de la
aplicación del SPE son del tercer trimestre de 2006 (Lage, 2006; Lee, 2007). Hasta ese
momento, los resultados son precarios, si tomamos en cuenta el lapso de 10 años de
aplicación del SPE, el total del parque industrial y de trabajadores ocupados en esas
empresas (31.8% del total de las empresas y 25.5% de los trabajadores). Según los
indicadores señalados, las empresas que estaban aplicando el sistema presentaban
resultados superiores al resto en cuanto a las utilidades (52.5% de las utilidades), la
productividad (50% superior al resto) y la generación de divisas (59.8% de las ventas en
pesos convertibles cubanos). En cambio, las empresas en el SPE representaban sólo el
32.1% del total de las ventas de las empresas del país (Lee, 2007). A pesar de que uno de
los principios de funcionamiento del SPE es la autonomía de las empresas incorporadas
al sistema, en la práctica es una de sus grandes carencias, tanto para decidir sobre la
asignación de sus recursos y en general para la toma de decisiones.
Los modelos de organización basados tanto en la empresa estatal como en la
cooperativa han sido ineficientes. Por ello, es una urgencia de primer orden reformar el
modelo de funcionamiento de la empresa, donde la primera medida pasa por la concesión
de autonomía en la gestión y toma de decisiones, ya sean empresas estatales o
cooperativas. De hecho, desde 2007, y sobre todo en 2008, se introdujeron las primeras
medidas de una posible reestructuración de las relaciones agrarias. El gobierno canceló las
deudas con las cooperativas y los productores privados, subió los precios de los productos
que venden al estado –carne y leche–, y autorizó la apertura de un mercado en pesos
convertibles de insumos para los productores privados. En julio de 2008 el gobierno
presidido por R. Castro autorizó la entrega de tierras ociosas a personas jurídicas o
naturales que se propongan producir alimentos para el mercado interno (el 50% de las
tierras cultivables están ociosas o subutilizadas).
Una acción crucial en la reestructuración del modelo de organización de las
empresas cubanas tiene que ser la apertura de espacios a la pequeña empresa basada en la
propiedad privada individual, tanto en la agricultura como en otros sectores, en función de
la creación de empleo o de riqueza. Aunque a mediados de los 90 se autorizó el llamado
trabajo por cuenta propia en una amplia variedad de trabajos, la existencia de una serie de
regulaciones para apertura y funcionamiento obstaculizaron desde un inicio la
proliferación de este esquema de negocio. No ha habido una política decidida y
permanente de apoyo a los pequeños negocios familiares, pasando por etapas de represión,
desestimulo y relativo apoyo como ha ocurrido a partir de 2009 nuevamente. En la
agricultura, la producción de los campesinos particulares es fundamental para abastecer el
mercado interno de una serie de productos esenciales para la economía del país –tabaco,

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hortalizas, carne porcina, maíz, café, frijoles, frutas, cacao, miel de abeja, caña de azúcar,
arroz y leche–, sin embargo, las excesivas regulaciones han limitado las potencialidades
de ese sector. A pesar de las dificultades, los campesinos independientes y las
Cooperativas de Producción Agropecuaria (modalidad de cooperativas que existía antes
de las UBPC y que aún conviven en el campo cubano) con el 35% de las tierras
cultivables producen cerca del 60% de la producción nacional de alimentos.

CUADRO 1: INDICADORES MACROECONÓMICOS SELECCIONADOS INTERNOS DE


CUBA: 1989-2008

1989 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
[1]
Tasa Anual de PIB (%) 1.2 5.9 3.2 1.4 3.8 5.8 11.2 12.1 7.3 4.3

PIB Per cápita (pesos 1981) 1,585 1,478 n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d.

PIB Per cápita (pesos 1997) 1,976 2,752 2,818 2, 674 2,768 2,922 3,247 3,639 3,904 4,073

Formación bruta de Capital


/PIB (%)[2] 25.0 10.8 12.11 11.3 9,.9 10.6 12.7 14.2 13.6 13.9

Inversión extranjera
(mil mill. US$)[3] n.d. 2.2 2.5 2.5 n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d.
[1]
Para un PIB de 1989 calculado a precios constantes de 1981. A partir de 2002 el cálculo es en base a precios de
1997 (ONE, 2008a). Se asume la tasa de cambio oficial, 1 peso = 1 dólar.
[2]
Hasta el año 2000 se basa en un PIB a precios constantes de 1981. A partir de 2002, es información de ONE
(2008a, 2008b) en base a precios de 1997. El 2008 es en base a ONE (2009a).
[3]
Inversión desembolsada.
Fuentes: Mesa Lago (2001; 2005a; 2005b; 2008); ONE (2006a; 2006b; 2008ª; 2008b; 2009a).

2. Crisis estructural y relación salarial

Con la eclosión de la crisis a principios de los 90 tuvo lugar una completa


desvinculación entre el salario monetario, el gasto de trabajo y el fondo de consumo. La
devaluación continuada del peso cubano a partir de 1993 y la pérdida de capacidad de
compra del salario, tergiversaron sus funciones surgiendo otras formas de ingresos
monetarios para compensar esa pérdida de valor salarial. Esa situación desincentivó el
trabajo en el sector estatal, principal empleador de asalariados, apareciendo actividades
informales, la mayoría ilegales, como complemento o alternativa al empleo formal. Esto
unido a la reducción drástica del fondo de consumo.
En 1981 el 91.8% de la fuerza laboral estaba ocupada en empleos del sector estatal,
por lo que la determinación de la magnitud del salario ocurría de forma centralizada y
ajena al mercado (ONE, 2000)1. A través de una serie de categorías ocupacionales
(veintidós grupos) y de tarifas salariales establecidas por el Ministerio del Trabajo, se
determinaban los salarios para todas las profesiones y ocupaciones en el sistema estatal de
la economía. Ese sistema de determinación centralizada del salario permitió mantener
niveles de equidad muy elevados hasta fines de los años 80. Sin embargo, desde inicio de
la última década del siglo XX, a medida que la crisis se agudizó y se implementó la

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reforma económica del Periodo Especial, la inequidad de ingresos aumentó,
produciéndose una situación de desigualdad y de estratificación social no conocida en las
décadas de los 70 y 80 (Galbraith et al., 2008; Espina, 2008; Ferriol, 2004).
El valor salarial medio actual aún no llega a la cuarta parte del valor del salario de
1989 (Vidal, 2007). Este problema impacta directamente la calidad de vida de la
población y se refleja en bajos o nulos incentivos al incremento de la productividad y a la
calidad del trabajo aportado en sectores con impacto social. Aunque existen
complementos al salario en algunos sectores –primas en pesos convertibles, retribuciones
en especie (“la jaba”)– como formas de compensar el deterioro salarial, estos no
compensan la pérdida de capacidad de compra del salario.
Desde mediados de los 90, las remesas del extranjero a familiares o amigos
residentes en Cuba han sido una fuente muy importante de ingresos en divisas para el país,
actuando como complemento a los salarios nominales y contribuyendo a atenuar el
empobrecimiento de una parte importante de la población cubana, así como a financiar la
balanza de pagos, debido a los recurrentes déficit comerciales (García Fernández, 2004).
A pesar de que en los últimos años, tanto el gobierno, como académicos de fuera de Cuba,
insisten en la reducción significativa de estos flujos desde fines de 2004 producto de las
medidas aplicadas por la administración Bush para limitarlas, la realidad cubana se
encarga de demostrar que la afluencia en gran escala de esos recursos continúa (Mesa
Lago, 2005a; Pérez López y Díaz Briquets, 2005). El nivel de precios de las tiendas en
pesos convertibles acumula incrementos desde años anteriores y un crecimiento de los
salarios muy por debajo de la expansión de los precios, refleja el papel determinante que
desempeñan en la actualidad las remesas familiares como fuente de financiamiento del
consumo familiar.
Una de las manifestaciones más controversiales de la realidad cubana es la no
correspondencia existente entre la calificación personal, el ingreso personal y el nivel de
vida de las personas. Precisamente esta situación es una de las causas que provoca la
emigración de una parte del capital humano que se ha formado en las universidades
cubanas o en centros en el extranjero después de 1959. A pesar del reconocimiento estatal
al papel del conocimiento como principal recurso productivo de la economía actual y de
rol significativo que deben tener los sectores basados en la ciencia en la solución de los
problemas de la economía cubana, la remuneración al trabajador de la ciencia dista
considerablemente de los niveles de ingresos que reciben investigadores similares en
América Latina. Incluso, como es conocido, a partir de la crisis de inicios de los 90,
ocupaciones sin ninguna o baja calificación, obtienen remuneraciones muy superiores a
los profesionales de la ciencia. Esta contradicción exige una solución obligada en el corto
plazo, que ponga en correspondencia el aporte laboral del individuo a la economía del
país, con sus remuneraciones laborales y condiciones de vida.

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3. Concentración de mercados y diversificación de productos: forma de inserción
internacional

La economía cubana históricamente ha mostrado una balanza comercial deficitaria.


Antes de la crisis de 1990 el déficit comercial era cubierto por el financiamiento que
recibía el país en sus relaciones con la antigua URSS. El grueso de los bienes exportables
cubanos ha pertenecido a la gama de bajas economías de escala y a producciones de una
baja elasticidad-renta. Entre 1995 y 2000, el PIB creció a un ritmo medio anual del 4.3%,
en cambio, las exportaciones decrecieron a un promedio anual del 2.1% (Marquetti, 2004).
Esta divergencia entre crecimiento del PIB y exportaciones evidenció una pérdida de
importancia de las ventas externas en el comportamiento de la economía del país y el
aumento de la responsabilidad de la demanda interna en el incremento del PIB.
El comportamiento de las exportaciones de bienes desde el inicio de la crisis de los
90 provocó una reducción del peso de éstas en el PIB, desde un 26% en 1990, a un 7% en
2001 (Marquetti, 2004). El incremento de los precios de las materias primas, sobre todo
del níquel y el aumento de las ventas externas de nuevos productos, de la industria
biotecnológica y farmacéutica en particular, no mejoraron significativamente la
contribución de las exportaciones al PIB. En 2007 y 2008 representaron 6.2% y 5.8% del
PIB, lo que indica el poco peso que las exportaciones desempeñan en el crecimiento
económico (ONE, 2009).

CUADRO 2: INDICADORES DEL SECTOR EXTERNO DE CUBA: 1989-2008


(Millones de pesos). Precios corrientes
1989 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

Export. de bienes 5,400 1,676.80 1,661.50 1,421.60 1,671.60 2,118.00 2,159.4 2,924.5 3,685.6 3,679.5

Import. de bienes 8,140 4,876.70 4,838.30 4,140.70 4,612.50 5,562,00 7,604.3 9,497.9 10,079 14,249.20

Balanza de bienes -2,740 -3,199.90 -3,176.80 -2,719.10 -2,947 -3,063 -5,444.9 -6,573.3 -6,393.5 -10,569.6

Balanza de 125
servicios [1] 2,223.0 2,212.80 n.d. 2,550 2,940 5,201.32 6,456 7,900 n.d.
[1]
Los datos de 2005 y 2006 se refieren a exportaciones de servicios. Calculado a partir de ONE (2006a; 2006b) y CEPAL (2006a). El
dato de 2007 es de CEPAL (2009).
Fuentes: Mesa Lago (2005b); ONE (2001; 2006a; 2006b; 2008b; 2009b), CEPAL (2009).

En el caso del níquel, al contrario de lo que ocurre con la relación exportaciones de


bienes/PIB, su participación en las exportaciones totales de bienes se incrementó
sustancialmente desde principios de los 90 (Tabla 3). En 1990 representaban el 6.5%, en
2000 el 34% y en 2007 llegó hasta el 58% por el efecto del incremento de los precios
mundiales2 (ONE, 2001; ONE, 2006a). Sin embargo, la caída espectacular de los precios
desde mediados de 2008, ha reducido nuevamente su participación en el total exportado a
un 40.5% (ONE, 2009b). Desde 1995 tiene lugar un incremento sostenido de la
producción después que en 1994 cayera al nivel más bajo (27 mil ton.). Entre 1995 y 2004
la producción se incrementó en un 72% (ONE, 2001; ONE, 2006a).

24
Con relación al azúcar, Cuba ha disminuido significativamente sus exportaciones a
los mercados internacionales, así como el peso del azúcar en el total de sus exportaciones,
lo cual ha sido resultado de una reducción sin precedentes en la producción nacional,
desde 8 millones de toneladas en 1989, a 1.15 millones en 2008 (un 83% menos). En 2007,
las exportaciones de azúcar representaban 5.4% de las exportaciones totales de bienes
–algo más de 235 millones de dólares– (ONE, 2008a), en tanto en 1989, eran el 82%
(García Fernández, 1997).

CUADRO 3: INDICADORES DE PRODUCCIONES FÍSICAS EN NÍQUEL Y AZÚCAR


(Miles de toneladas métricas).

1989 2000 2001 2005 2006 2007 2008 %2008/1989


[1]
Níquel 47 71.4 76.5 75.92[2] 74.03[3] 76.03[3] 70.43[3] 49.8
Participación en las
6.5 34 27 51 50.4 58.1 n.d.
exportaciones totales (%)

Azúcar 8,121 3,900 3,530 1,300 1,200 1,150 1,410 -82.6


Participación en las
82 27 32 13.3 8.02 5.4 n.d.
exportaciones totales (%)
[1]
Este dato se refiere a níquel más cobalto.
[2]
Esta cifra es del año 2004. El Anuario Estadístico del 2005 (ONEa, 2006) no publica las cifras de producción de
níquel de ese año.
[3]
Estas son cifras no oficiales, ofrecida por la Ministra de la Industria Básica (Israel y Frank, 2007).
Fuentes: CEPAL (2006b), ONE (2006a), ONE (2006b); Israel y Frank (2007).

Nova (2004) considera que la crisis de la producción azucarera en Cuba se debe a la


reducción drástica de la disponibilidad de recursos para cubrir las necesidades básicas de la
industria a la falta de estímulos a los productores, particularmente al productor agrícola, y a
la no prioridad del sector en la década de los 90. García Molina (2004) atribuye la reducción
de la producción azucarera entre 1989 y 2002 (2.3% anual) al azote de los huracanes y Mesa
Lago (2005a) considera, además, que los altos costos, la baja rentabilidad y competitividad,
el atraso tecnológico así como los bajos incentivos, forzaron la reestructuración de la
industria azucarera que comprendió el cierre del 46% de los centrales y a la reorientación de
una parte importante de las tierras dedicadas a ese cultivo.
Las exportaciones de Nuevos Productos –de la industria biotecnológica y farmacéutica,
en la categoría de Productos Químicos–, se han incrementando de manera absoluta y
relativa con relación al total exportado. En 2005 representaban un 4.2%, contra apenas un
2% en 2004 (ONE, 2006a). A partir de 2002 y hasta 2005 (la exportación cayó en 2003 y
2004) las exportaciones crecieron en un 40% (ONE, 2006a). En 2006 se trasformaron en el
segundo rubro de bienes exportables (12% del total), por detrás del níquel y desplazando a
un tercer lugar al azúcar (CEPAL, 2006a). En 2008 estas exportaciones alcanzaron los 297
millones de pesos, un 8% de las exportaciones totales (ONE, 2009b).

25
Con relación a las exportaciones de servicios, el gobierno cubano ha declarado que el
crecimiento del PIB en 2005 y 2006 (11.2 y 12.1% respectivamente) se debió a la expansión
sin precedentes que tuvieron los servicios en estos años3. CEPAL (2006a) presenta datos
oficiales de exportaciones de bienes y servicios en su conjunto de 2005 y 2006, los cuales
aclara, han sido proporcionados por el gobierno y que son producto de la nueva metodología
creada en Cuba para contabilizar servicios que en la isla son gratuitos. En 2006, las
exportaciones de bienes y servicios se incrementaron con relación a 2004 en un 46%. Del
volumen total exportado –bienes y servicios–, las exportaciones de bienes representan
aproximadamente un 27%, lo que da una idea del monto que se está considerando en el
apartado de servicios (más del 70%), cuya valoración como se ha mencionado, es el
resultado de la nueva metodología implementada. Dentro de los servicios que se han
contabilizado en el volumen de exportación, la parte fundamental corresponde a los
servicios médicos, deportivos y educativos que se ofrecen a Venezuela a cambio de los
97,000 barriles diarios de petróleo y derivados (el 65% de la demanda total)4.
Para una economía abierta como la cubana la forma institucional de inserción
externa es fundamental para garantizar el crecimiento y por tanto la generación de riqueza
y calidad de vida para sus ciudadanos. La crisis de la forma internacional se demuestra en
la ausencia de un modelo definido de inserción externa que sustituya al que existió hasta
principios de los años 90. La forma internacional dominante ha dependido de coyunturas
económicas, de movimientos de precios internacionales, de facilidades de acceso a
mercados, de compromisos políticos, pero también de indefinición de políticas
económicas instrumentadas para promover la inserción externa. En los últimos años, con
el desplazamiento del azúcar del comercio exterior, el incremento de la participación del
níquel y otros productos básicos, pero sobre todo el incremento de la exportación de
servicios educativos, médicos y deportivos, podría estar creándose un perfil de
especialización nuevo que combina los servicios con la exportación de algunos productos
básicos, como el níquel. Este nuevo perfil, como vía de reestructuración de la forma
internacional, podría impulsarse en la medida en que se fortalezcan los nuevos procesos
de integración de América Latina –por ejemplo, ALBA– y la especialización cubana se
adapte a las necesidades del resto de países de la región.

4. Doble circulación monetaria e inflación acumulada: crisis de la moneda

La crisis de principios de los 90 tuvo uno de sus efectos en el auge del mercado
negro hacia donde se reorientaba una creciente demanda, resultado de un desequilibrio
macroeconómico de gran impacto: el exceso de liquidez monetaria acumulada. En 1993 la
liquidez se calculaba en 11,042.3 millones de pesos, creciendo en comparación con 1989
en un 165.2% (Banco Nacional de Cuba, 1995: 15).

26
Investigaciones realizadas a fines de la década anterior constataron la existencia, en
la etapa 1981-1986, de presiones inflacionarias generadas por un creciente exceso de
liquidez, fenómeno a su vez semejante al período 1965-1967 (Martínez Fagundo, 1989).
Desproporciones estructurales, la errática evolución de la eficiencia y, sobre todo, la no
correspondencia entre el crecimiento de la productividad del trabajo y el salario medio,
son los determinantes más profundos que provocaron los fenómenos de fines de los 80. El
efecto acumulado de estos factores tuvo un gran peso en el exceso de liquidez de los 90,
alterando sustancialmente el estado de las finanzas internas del país.
A partir de 1995, las medidas de ajuste monetario-financiero –eliminación de los
subsidios a empresas, elevación de precios, establecimiento de nuevos y elevados
impuestos sobre ingresos, propiedades, ventas, etc.– tuvieron efectos positivos en el corto
plazo sobre el nivel de liquidez. No obstante, desde el año 2000 se aprecia una reversión
de la tendencia a la reducción de la liquidez monetaria, pasando en 2002 a representar un
45.2% del PIB. Aunque en 2004 se aprecia una reducción (35.4%), los niveles de liquidez
siguen estando elevados comparados con 1995 y 1996.

CUADRO 4: INDICADORES DE ESTABILIDAD MONETARIA Y FISCAL (EN PORCIENTO)

1989 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Liquidez
21.6 39.9 41.8 44.5 41.7 43.0 42.7 38.6 37.2 40.3
Monetaria/PIB1
Tasa de Inflación2 n.d. -3.0 -1.4 7.0 -3.8 3.0 3.7 5.7 2.8 -0.1
Resultado Fiscal/PIB -7.2 -2.5 -2.7 -3.1 -3.3 -3.5 -4.2 -3.2 -3.2 -6.1
[1]
M2: M1 más depósitos a plazo
[2]
Se refiere al Índice de Precios al Consumidor en los mercados en pesos cubanos.
Fuentes: Mesa Lago (2001; 2005b; 2009); ONE (2006a; 2009), CEPAL (2002; 2003; 2004; 2005; 2006a; 2006b; 2008).

Hay que considerar el peso que han tenido en el incremento de la liquidez monetaria
dos factores. Primero, el incremento de los salarios, que se produce desde principios de
2000 en un amplio grupo de categorías laborales y que es resultado del intento oficial de
recuperar una parte de la capacidad de compra perdida desde 1993 como resultado de las
devaluaciones del peso. Y segundo, el incremento que se produce por la afluencia de las
remesas familiares. La presión que ejercen estos dos procesos, sin un correspondiente
incremento en la productividad ni en la producción de bienes y servicios, ha derivado en
el aumento de los precios en todos los mercados que venden productos de consumo
duradero y no duradero; es decir, mercados en pesos convertibles y en pesos ordinarios.
La relativa estabilidad macroeconómica alcanzada desde fines de los 90, permitió
entre 2003 y 2004, emprender la desdolarización de la economía cubana; se sustituyó el
dólar por el peso convertible, por lo que no cesó la doble circulación monetaria, pues
continuaron circulando dos signos monetarios cubanos, el peso cubano y el peso
convertible. El proceso de sustitución del dólar norteamericano por el peso convertible

27
cubano, estuvo acompañado de la imposición de un gravamen del 10% al cambio del
dólar por el peso convertible seguido por la reevaluación de éste frente al dólar y otras
divisas occidentales en un 8%. En el curso de pocos meses, el dólar perdió un 18% de su
valor con relación al peso convertible, manteniéndose hasta la actualidad (primer semestre
de 2008). Con la sustitución del dólar, el gobierno logró un mayor control sobre la oferta
monetaria, pues el obligado cambio del dólar por el peso convertible permite una
estimación de la masa monetaria en circulación.
La prolongación en el tiempo de la doble circulación monetaria genera
consecuencias negativas que atentan contra la estabilidad alcanzada en el corto plazo,
pero sobre todo en el mediano y largo plazo. Vidal ha sintetizado esas consecuencias:

“La dualidad monetaria complica la contabilidad y la política económica tanto a


nivel nacional como empresarial, distorsiona la medición financiera y por tanto todas las
decisiones que de ella se derivan, esconde subsidios e impuestos que están
incorrectamente asignados, impide relaciones y encadenamientos entre las empresas,
debilita el mercado interno, desfavorece la expansión de las exportaciones, la sustitución
de importaciones y limita la inversión extranjera, entre otros efectos contraproducentes”
(Vidal, 2008: 27).

La doble circulación monetaria tiene efectos negativos sobre las condiciones de vida
de la población. Si bien por un lado, reconoce el valor de las remesas familiares, aunque
devaluadas, por la tasa de cambio oficial que reevalúa el peso convertible con relación al
dólar, por otro lado, la circulación del peso convertible y la tasa de cambio con relación al
peso cubano, reconoce la marginación de una parte de la población del consumo de
determinados bienes reconocidos como básicos.

CONCLUSIONES

La crisis de los años 90 y 2000 es expresión de la crisis de sus estructuras


técnico-económicas y del agotamiento de la funcionalidad de sus formas institucionales;
la forma salarial, la técnico-productiva, la monetaria y la de inserción internacional, las
cuales se han analizado en este trabajo.
Para fines de la primera década del siglo XXI, la economía cubana aún refleja
evidencias notorias de un proceso de crisis estructural no superado. Su superación implica
necesariamente la reestructuración de las formas funcionales analizadas durante el trabajo.
Implicaciones de política económica para superar la crisis estructural de la economía
cubana:
· Formación de una nueva relación salarial, lo que necesariamente significa la
implementación de una reforma salarial que modifique de raíz la concepción del pago

28
por el trabajo que existe en Cuba. El salario tiene que ser el principal estímulo
económico del trabajador y debe permitir satisfacer, como mínimo, las necesidades
básicas para la reproducción de sus condiciones de trabajo. Sin embargo, ese mínimo
sería insuficiente como incentivo para el desarrollo laboral y de las capacidades
individuales. Además, el salario debe desempeñar un papel decisivo en la
diferenciación de los grupos sociales y profesionales, lo que en la actualidad no ocurre.
Existe una propuesta del gobierno para una reforma salarial pero su implementación
aún no se ha producido (septiembre 2009).
· Reestructurar radicalmente la relación técnico productivo. Esto necesariamente obliga
a revertir definitivamente la tendencia a la descapitalización de las empresas, proceso
que ha trascurrido permanentemente por casi dos décadas y a transitar hacia una
organización del trabajo nueva que funcione atendiendo a incentivos individuales y
colectivos y donde la empresa tenga suficiente independencia para decidir
autónomamente el destino de sus recursos, algo que aún no ocurre, ni siquiera en las
empresas que se encuentran en el SPE. La industria y la agricultura cubana necesitan
una capitalización urgente. La reducida tasa de acumulación mantenida ha obligado a
funcionar en base a una reproducción simple o restringida, incluso, aprovechando
capacidades productivas previas que con tiempo se han vuelto obsoletas física y
moralmente.
· Reestructurar la forma de inserción internacional de la economía cubana. La
globalización y el cambio tecnológico acelerado y el carácter abierto de la economía
cubana, son los aspectos determinantes que imponen la obligación de superar la
quiebra de su modelo de inserción externa, a través de la diversificación de las
exportaciones de bienes y servicios, haciendo énfasis en los nuevos productos. Los
productos biotecnológicos y farmacéuticos pueden ser parte de la estrategia de
diversificación, pero no los únicos. Deben complementarse con la exportación de
productos básicos –tabaco, mariscos, azúcar y otros– que históricamente han sido parte
del perfil de especialización de la economía cubana y donde aún conserva, a pesar de
la dura competencia, niveles aceptables de competitividad. Naturalmente parte de la
reestructuración de la forma internacional pasa por reconocer el papel de la
exportación de servicios de alto valor agregado –educativos, de salud, etc.– como parte
de ese nuevo modelo. Una nueva estrategia de inserción externa que integre una gama
diversificada de bienes y servicios –el turismo incluido– con énfasis en los servicios
basados en el conocimiento puede ser altamente positiva si se logran diversificar los
mercados donde se ofrecen, aspecto que en la actualidad no ha ocurrido.
· Un cambio fundamental en la relación del dinero pasa necesariamente por la
eliminación de la doble circulación monetaria. Desde 1993 hasta 2003-2004 circuló el
dólar estadounidense en la economía cubana, momento en que fue sustituido por el

29
peso convertible continuando la doble circulación. La dolarización –parcial– tuvo
efectos positivos en la economía cubana, sin embargo, conjuntamente con la ausencia
de un mercado cambiario los efectos negativos en la actualidad son mayores en
términos de costos económicos para las empresas y también para la mayoría de la
población que no transitar hacia una moneda única (peso cubano). El tránsito gradual a
una sola moneda –peso cubano– conjuntamente con el establecimiento de un mercado
cambiario deberá fortalecer la capacidad productiva y la competitividad de todas las
empresas a partir de que los resultados se evalúen por su eficiencia. En
correspondencia con ello será el acceso a las divisas, contribuyendo definitivamente a
la reestructuración de la forma monetaria.
· Por último, para los regulacionistas las formas de propiedad son inmutables bajo un
sistema de relaciones de producción dado. En Cuba, la capacidad de reestructurar las
formas institucionales –técnico productivo en primer lugar– dependen también de los
cambios que ocurran en las formas de propiedad. La propiedad estatal ha sido la forma
fundamental y casi exclusiva de propiedad sobre todos los medios de producción y el
agente económico principal ha sido la gran empresa estatal. La propiedad cooperativa
ha existido como forma complementaria de propiedad en el sector agropecuario, sin
embargo su difusión siempre ha sido muy limitada. A pesar de las discusiones
académicas que en los centros de investigación y docencia cubanos se han producido
durante más de 30 años –y donde los autores de este trabajado participaron
activamente– acerca de la necesidad de avanzar hacia otras formas de propiedad
basada en el trabajo colectivo o individual pero ajenas a la relación dueño-asalariado
(carácter explotador), los gobernantes cubanos se han opuesto radicalmente a este tipo
de cambios. El resultado es la ausencia casi absoluta de incentivos económicos y no
económicos para el incremento de la productividad debido al no ejercicio de la
propiedad por parte de sus dueños formales; los trabajadores.

1
En algunas publicaciones, haciendo referencia a varios Anuarios de la Oficina Nacional de Estadísticas aparece que
a fines de los 80 la población empleada en el sector estatal llegó a un 95% del total de la PEA (Espina, 2008).
2
El año 2005 es el último en el que aparecen las cifras de exportación en volumen físico de níquel en los anuarios
anuales. Véase: ONE, 2006; ONE, 2007 y ONE, 2009.
3
La Balanza de Pagos que aparece en el Anuario Estadístico de Cuba 2005 (ONE, 2006), solo refleja datos hasta el
2001.
4
No existen cifras oficiales acerca de cuanto representan esos servicios en el volumen de exportaciones cubanas. A
partir de la CEPAL (2006a) hemos estimado el monto de las exportaciones de servicios (Cuadro 2), lo que ha
permitido compensar el dinamismo de las importaciones de bienes y el déficit en la balanza comercial.

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