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Durante toda la semana hemos podido conocer mucho acerca de la

personalidad del rey Nabucodonosor, un conquistador de tierras, de


muchos placeres, un hombre sanguinario, cruel y soberbio.
Nabucodonosor un rey poderoso, humanamente, el número uno en
reconocimiento, se creía el último vaso de agua en el desierto, la última
chupada del mango, como él, ninguno. Sin embargo, fue divinamente
obligado a reconocer que el Altísimo Dios tiene el dominio sobre el reino
de los hombres, y pone en los reinos a quien él le place.
Te has sentido alguna vez así, el irremplazable, la única persona que lo
puede hacer bien. La última coca cola en el desierto, ¿que porque estás en
el puesto más importante en la compañía eres lo máximo? ¿No hay nadie
como tú?
Cuidado con la soberbia, porque cuan más alto estás, más duele la caída.

Un día, dice la biblia, Nabucodonosor alzó los ojos al cielo y le fue


devuelta la razón, él volvió en sí. Y en ese momento bendijo al Altísimo, y
alabó, y glorificó a Dios, proclamó la grandeza y señorío del único Dios
verdadero. Jehová Eterno. Como mencionó el miércoles ps. Asunción “La
razón volvió a él en adoración”
Y es que, este es el fin de nuestras confusiones, ansiedades y tierras
movedizas… reconocer que Jehová es Jehová, el Dios de toda
circunstancia, el dueño de nuestros días y nuestros caminos.
Es claro para mí, que hoy en día, cuando yo me salgo de su guía, de su
camino y tomo una posición de orgullo, soberbia o terquedad, me
enfrento al peor de los escenarios. Porque una posición así, me nubla la
razón, y en esa posición soy ciega, sorda, muda y testaruda.

Si no fuera por el sempiterno amor de nuestro buen Padre, qué sería de


mí, qué sería de ti, porque es Dios mismo quien nos da la ubicaina que
necesita nuestra alma y nos muestra que él es el dueño y Señor de nuestra
vida, y entonces permite arrepentirnos de toda nuestra maldad, y
entonces, cual hijo pródigo nos volvemos al único que nunca nos da la
espalda, sino que nos sale al encuentro para abrazarnos y mostrarnos
compasión.
Ayer vimos….
Han pasado un promedio de 20 años, desde que murió Nabucodonosor y
en este tiempo, para este capítulo está gobernando el rey Belsasar su
nieto. Ayer, el ministro Arturo mencionó que la característica común
entre ambos era, qué era: la soberbia y el orgullo.
El ver como una mano de hombre escribía en la pared, fue causa de horror
y espanto, y el rey comenzó la gritadera para hallar a quien pudiera
interpretarle aquella escritura.

Vs. 13 al 16 “Entonces Daniel fue traído delante del rey. Y dijo el rey a
Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá que mi
padre trajo de Judea?
Vs. 14 Yo he oído de ti que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que
en ti se halló luz, entendimiento y mayor sabiduría.
¿Cómo somos conocidos por otros? ¿Cómo nos describirían?
Yo jalada.
El rey explicándole a Daniel:
Vs. 15 Y ahora fueron traídos delante de mí sabios y astrólogos para que
leyesen esta escritura y me diesen su interpretación; pero no han podido
mostrarme la interpretación del asunto.
Vs. 16 Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver
dificultades. Si ahora puedes leer esta escritura y darme su
interpretación, serás vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu
cuello, y serás el tercer señor en el reino.
Vs. 17 Entonces Daniel respondió y dijo delante de el rey: Tus dones sean
para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la
interpretación.
Aquí, el rey ofrece dones y Daniel los rechaza. A Daniel le importó marcar
una distancia entre el beneficio material y su deber para con Dios. De
gracia has recibido, de gracia también da tú a los demás.
Ahora, la respuesta de Daniel a Belsasar es lo que nos interesa.
Lo primero que Daniel hace es recordarle la historia del rey
Nabucodonosor… desde el vs. 18 y 19.
Imagínese todos están escuchando en silencio todo lo que había pasado
más de 20 años antes. Seguramente a todos se les quitó la borrachera en
wan, y hubo el silencio más sepulcral.
Y entonces Daniel menciona el motivo por el cual Nabucodonosor fue
castigado.
Vs. 20 MAS CUANDO SU CORAZÓN SE ENSOBERBECIÓ Y SU ESPÍRITU SE
ENDURECIÓ EN SU ORGULLO, fue depuesto del trono de su reino y
despojado de su gloria.
¿No nos recuerda a la caída de satanás?, quiso poner su trono al ladito de
su Señor.
Dios no va a compartir con nadie su gloria. En cuanto mi corazón se
enorgullece y se auto declara independiente, entonces en mí será
colocada una sentencia de parte de Dios por rebeldía.
A veces somos como el rey Nabu, el conocía a Dios de teoría no más, sabía
que era El Señor, El Eterno gobernante, lo puedes ver en los capítulos
2:47, 3:29 y el capítulo 4., y cuando nos sucede algo, o entramos a una
crisis nos olvidamos de que nuestro Jehová Dios es Dios nuestro. Y como
Nabucodonosor nos creemos que podemos resolver las circunstancias sin
su guía, por nosotros mismos, somos lo máximo y recurrimos a todos
menos al dueño de nuestra vida.

Cuando Daniel termina la historia, le dice al rey Belsasar.


VS. 22 “Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo
todo esto. (NO ERA UNA PREGUNTA, ERA UNA AFIRMACIÓN)
Conociendo a Dios lo ignoró, lo ofendió. Le dio la espalda. Se llenó de
soberbia porque, claro para qué quería a Dios si lo tenía todo, se sentía
seguro en su palacio, no le faltaba nada, y vivía para él mismo.
Nosotros no tenemos excusa para no honrar a Dios, toda la evidencia
natural y sobrenatural nos habla de su señorío, pero, de muchas formas
no queremos hacerle caso e ignoramos su voz. Esa es la cruel verdad.
Jehová Dios nos habla a nosotros a través de la historia para aprender de
los ejemplos buenos y malos que encontramos en la Palabra.
Nos habla por ejemplos actuales o del pasado, todo lo que ha pasado en
Perú, no se puede repetir. En el 2021 elijamos bien a nuestras
autoridades. Oremos por nuestro presidente, aunque no estemos de
acuerdo con lo que hace o dice, el mandamiento es orar por los que están
en eminencia. Dios siempre nos está mostrando que él es quien tiene
dominio sobre el reino de los hombres.
Hay un dicho que dice que los inteligentes aprenden de sus errores, pero
los sabios de los ajenos. como decía Álvaro: la disciplina de Dios es para
restauración.
Las noticias están llenas de ejemplos malos, que obviamente no debemos
cometer. ¿son malas? ¿sí?, pero si son malas porque te inquietas por
hacerlas igual?
¿una infidelidad? ¿todos conocemos a algún matrimonio que ha pasado
por esta pena?, ¿conoces el por qué?, aprenderás de dónde estuvo el
error para no errar igual?
Hijo aprende de tus padres, oye los consejos
Siiiiii, porque de esa manera pondrás el parche antes que la herida se
infecte. Tendrás muchos problemas, pero dios ha puesto palabra de
socorro y aliento para tiempos de necesidad.

V. 23 si no que lo has ofendido delante de tus grandes, además adoraste


a otros dioses, toda clase de dioses, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al
dios en cuya mano está tu vida y que es dueño de tus caminos, nunca
honraste.
A mí Dios me hizo pensar en esta palabra “Nunca”, quiere decir que hubo
muchas oportunidades que el rey Belsasar tuvo para reconocer a Dios en
las cosas que le pasaban, pero NUNCA quiso honrarlo por ellas.
Era un rebelde sin causa, a diferencia de su abuelo Nabucodonosor que
aprendió, a la mala, pero aprendió. Belsasar no quiso.
Me recordó la palabra de Juan 3:19
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y ellos no quisieron
venir a la luz, porque amaron las tinieblas porque sus obras eran malas.

Los dioses que nos levantamos en nuestra rebeldía, cualquiera sea, nunca
nos van a reprender, ni nos van a obstruir. Son dioses que no sirven de
nada,
Nos cuesta venir a la luz porque sabemos que Dios nos que dirá verdades
incomodas que no quieren escuchar y menos hacer.
Belsasar se volvió a esos dioses, endureció su corazón, cambió a Dios por
sí mismo y el Dios verdadero le dijo: El juicio comenzó para ti: MENE,
MENE, TEKEL, UPARSIN.

Hagamos todo lo contrario que Belsasar, si hemos ofendido a Dios Padre,


de alguna forma, cualquiera sea, reconcíliate con Dios hoy,

Yo me reconcilio con Dios de vez en vez, no soy perfecta, es más estoy


llena de pequeñas fallas, que al sumarlas afectan mi vida.
Reconciliarse es volver a ser amiga de la otra persona, así de simple.

Al verme en esta situación, en esta condición, lo único que me ha


funcionado, aunque me demore en llegar a ese punto, es predicarme a mí
misma la Palabra de Dios. Porque muchos mensajes son el extremos o
condenatorios o absolutivos, pero la Palabra es gracia y verdad juntas.
Esta que les voy a compartir ha sido especialmente eficaz para mí.
Salmo 73:26
Y sé que muchas personas tienen sus frases, o sus salmos, o sus promesas
favoritas y muchas son desde el punto de partida que me hacen sentir que
yo estoy bien, o que no estoy tan mal…
Pero cuando Leí este salmo, me identificaba tanto con la partida, el inicio,
donde estoy mal, donde me siento mal, donde estoy como el cangrejo…

Mi carne y mi corazón desfallecen; puedo expresar mi condición.


¿Cómo estoy?
Autocomplaciente con mi carne, con mis propios intereses
¿O tal vez estoy enferma físicamente, o peor del alma?
¿Mi desánimo ha ganado la batalla una y otra vez?
¿Necesitas el gozo de Su salvación porque no lo tienes, lo perdiste?
¿Tal vez deseas estar en su presencia y no lo estás?, no lo mantienes? ¿Lo
abandonaste?
Ya no eres el hombre, la mujer de oración de antes. ¿Todo te da lo
mismo?
Te sientes solo, ¿que nadie te entiende?
Pero el peor de los estados es el de Belsasar, darse a la bartola cuando
afuera estaba todo el peligro. Nosotros tenemos un enemigo que anda
dando vueltas como león rugiente…, el diablo quiere nuestra alma para
eternamente condenarla.
¿Puede mi carne y mi corazón desfallecer a tal punto?

Pero Santo es el Señor del Universo que no nos dejará caídos, porque dice
su Palabra que, si 7 veces cae el justo, 7 veces será levantado, o sea
siempre, como dijo la ministra Pati el martes, Dios siempre extenderá su
misericordia a quien quiera, y como quiera, y cuando quiera. Todos
tenemos acceso a esa bondad.
Sigue el verso diciendo:
“Mi carne y mi corazón desfallecen; más la roca de mi corazón y mi
porción es DIOS para SIEMPRE.
Gracias Señor, gracias que es para siempre, una porción de por vida, una
porción que necesito para vivir el día, día tras día.
No seamos como el rey Belsasar, tomándonos a nosotros mismos que
somos vasos santos, para celebrar lo malo e idolatrar dioses falsos.
Yo te invito a que hagas tuyo esta Palabra y cuando sientas que
desfalleces, que no tienes fuerzas físicas, ni ánimo en el corazón,
recuerdes y confieses que Dios es tu porción para siempre, cada día del
universo.
El estará con nosotros y no seremos movidos, porque es nuestro refugio,
nuestra torre fuerte, nuestro libertador.

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