Nº 584 / 3,95 e

Las fabulosas
mitford
Las aristócratas
más rebeldes
de los años treinta
resistir contra
BarBarroJa
La agonía de
los tercios en
Castelnuovo
La Luna en la
guerra fría
EE. UU. y la URSS,
tras el satélite

s s i e r
Los otros
Prisma Publicaciones

d o
Andorra 3,95 e
Canarias 4,10 e

(cont.) 4,50 e
Italia 6 e
Portugal

sChINdLer
aRRiESgaR La vida paRa SaLvaR otRaS En EL iii REich
entrevista la fascinante visión de mary beard de los romanos
sumario
78
chantilly
El paraíso del Grand Condé
artículos
48 Castelnuovo
En 1539, tres mil soldados de
los tercios españoles resistieron
heroicamente frente a cincuenta
mil efectivos del mítico Barba-
rroja. E. Garrido, periodista.
58 Asalto a la Luna
Hace cincuenta años, Estados
Unidos y la URSS, las dos super-
potencias de la guerra fría, con-
virtieron nuestro satélite en un
objetivo estratégico. P. Villarrubia
Mauso, periodista.
66 Henryk Sienkiewicz
La gran estrella polaca, autor
de Quo Vadis, abogó por la inde-
pendencia de su país, sometido
a Rusia. J. Elliot, periodista.
70 Las Mitford
Guapas, rebeldes, privilegia-
das... Desde ideologías opues-
tas, las seis hermanas Mitford
vivieron en primera línea un pe-
ríodo turbulento de la historia
de Europa. E. Millet, periodista.
78 El rival del Rey Sol
Primo de Luis XIV, el príncipe de
Condé convirtió Chantilly en
una corte rival de Versalles des-
de una mentalidad más abierta.
F. Martínez Hoyos, doctor en Historia.
84 Arte
ExprEsionismo abstracto
En el Nueva York de posguerra
brotó una vigorosa vanguardia.
A. Echeverría, periodista.
11 / 2016
25
los otros
schindler
El filántropo inmortalizado en
la película de Steven Spielberg
no fue un caso único. En me-
dio de la persecución del Ter-
cer Reich contra los judíos,
ciudadanos de varios países
pasaron a la acción para sal-
var vidas. S. Vich, historiador.
h i sto r i a y v i da 3
sumario 11 / 2016

SeccioneS
8 En breve
10 Lugares
12 Entrevista
marY BearD
La ganadora del Princesa de As-
turias de Ciencias Sociales nos
acerca a los antiguos romanos.
J. Armada, historiador y periodista.

12 entrevista
mary Beard 16 Primera plana
viejos conociDos
Las relaciones entre Francia y su
Foto: Musée du Louvre, Dist. RMN-Grand Palais / Hervé Lewandowski.

88 comunidad musulmana han pa-

sado por distintas fases desde la
época colonial. G. Toca, periodista.

20 Anécdotas
22 Correo
88 Agenda
92 Libros
- Seis años que cambiaron...
- En el café de los existencialistas
- La empresa gótica
- El cielo prometido
- La antigua Grecia

97 Cine

16
- España en dos trincheras...
- La bailarina
- Amor y amistad

98 Foto con historia

seDucir a la fuerza
primera plana
97
El presidente de EE. UU. Lyndon
Los musulmanes en Francia B. Johnson y su extrañamente in-
timidatorio lenguaje corporal.

Créditos fotográficos: Aci Agencia de Fotografía: pp. 70-71. AGE Fotostock: p. 77. Agencia EFE España: p. 44. Álbum Archivo Fotográfico: portada y pp. 29, 34-35,
35, 48, 52, 52-53, 55, 56, 60, 62. Contacto Agencia de Fotografía: pp. 16-17, 18-19. Cordon Press: p. 41. East News Poland: pp. 68, 69. Edu García: p. 7. Getty
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p. 40. Cortesía de Crítica: pp. 3, 12, 96. Cortesía de Museu del Disseny de Barcelona: pp. 4, 89. Cortesía de Avalon: pp. 4, 97. Wikimedia Commons / Jebulon (p. 4)
/ Mbzt (p. 18) / INS Pirat (p. 22) / Philafrenzy (p. 23) / Crisco 1492 (p. 23) / Ctruongngoc (p. 31) / Huddyhuddy (p. 32) / Szczebrzeszynski (p. 32) / Krokodyl (p. 41) / Kmarius
(p. 42) / Yelkrokoyade (p. 50) / Pline (p. 61) / Tango7174 (p. 82) / Matanya (p. 93) / Davepape (p. 98). Cortesía de Museo dei Fori Imperiali, Roma: p. 8. Cortesía de
Museu d’Arqueologia de Catalunya-Ullastret: p. 9. Cortesía de Grijalbo: p. 22. Cortesía de Fondazione Giorgio Perlasca: p. 37. Cortesía del United States Holocaust
Memorial Museum: p. 45. Cortesía de Universidad de Michigan y familia de Raoul Wallenberg: p. 46. Cortesía de Domaine de Chantilly: pp. 78-79, 81, 82, 83. Cortesía
de Royal Academy of Arts, London: pp. 84-87. Cortesía de Espacio Fundación Telefónica, Círculo de Bellas Artes de Madrid, Museo del Prado, MNAC, Colección Museo
Ruso de Málaga, Fundación Focus-Abengoa, Nieuwe Kerk de Ámsterdam: pp. 88-91. Historia: p. 91. Cortesía de Ariel, Stella Maris, Siruela, Destino, Duomo: pp. 92-95.
Cortesía de Crítica / Foto de Pietro Ficai Veltroni: p. 93. Cortesía de Minoria Absoluta, Vértigo Films: p. 97. Infografía y cartografía: Enric Sorribas / Geotec, p. 51.

4 h i sto r i a y v i da
 editorial

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oda guerra tiene su reverso. Frente al terror, la crueldad y la muerte surgen las
PRESIDENTA Laura Falcó Lara acciones altruistas, heroicas. No importa el carácter del acto, sino la capacidad
DIRECTOR gENERAL Albert Terradas Cumalat de reacción. En un contexto tan dramático y arriesgado como el del Tercer Reich,
DIRECTOR FACTORíA PRISMA J. M. Sanchón
DIR. DE RELACIONES ExTERNAS Javier Sáenz
numerosos hombres y mujeres se jugaron la vida por salvar a miles de judíos, de
DIR. DE EVENTOS y PATROCINIOS María Acedo los que no conocían más que el fatídico destino que les esperaba. Uno de los
RESPONSABLE DE DIgITAL Laura Pérez Llorca casos, el del industrial alemán Oskar Schindler, se convirtió en paradigma del papel desem-
DIRECTOR DE ARTE Xavier Menéndez
CONTROLLER Gonzalo María Suárez
peñado por estas figuras gracias a La lista de Schindler, la oscarizada película con la que
DISTRIBUCIÓN Pilar Barceló Steven Spielberg le rescató del olvido. En aquellos años de terrible persecución y exterminio,
MARkETINg Carmen Torres hubo quien fue capaz de ocultar a amigos o desconocidos, o de falsificar visados para pro-
Grupo Planeta piciar su huida. Gente anónima, movida por una generosidad sin límites, y otros, diplomá-
ticos en su mayor parte, que activaron sus redes de contactos sin temor a represalias.
historia y vida está editada y publicada por Prisma Publicaciones
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para sacar del infierno a tantas víctimas cuya única culpa era ser judíos.
CONSEJO DE REDACCIÓN Algunos estuvieron a punto de perecer, como Irena Sendler, la enfermera que liberó a muchos
Màrius Carol, José Manuel Cuenca, Juan Eslava,
Nazario González, M. Ángeles Pérez Samper, niños del gueto de Varsovia. Otros, apartados de sus carreras diplomáticas, como Aristides
Antonina Rodrigo, Josep Tomàs Cabot de Sousa Mendes, quien no sería rehabilitado hasta 1988. El español Ángel Sanz Briz fue
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apodado “el ángel de Budapest” por su labor de salvamento en Hungría. Mientras el ame-
DYRSL. Teléfono: 902 180 830 ricano Varian Fry, que logró sacar de Francia a 200 intelectuales judíos bloqueados por el
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conflicto, sería vigilado posteriormente por el FBI como sospechoso de subversión, y acabó
Depósito legal: sus días como profesor de latín en una escuela, olvidado por todos.
B.8784-1968. ISSN: 0018-2354 La memoria histórica les debe un tributo. Ben Kingsley, que in-
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terpretaba a Itzhak Stern, contable de la fábrica de Schindler en
(Impresia Ibérica) la película de Spielberg, hacía uso para ello de una expresión
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talmúdica: “Quien salva una vida, salva al mundo entero”.
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en breve

El Señor de
Sipán era así
un equipo reconstruye el rostro del líder mochica

poco antes del año 300 d. C., los mochicas levantaron una
pirámide de adobe en Huaca Rajada, cerca de la localidad pe-
ruana de Sipán. Un grupo de saqueadores dio con ella en 1987,
con la suerte de que, al ver cómo se desmadraban las disputas
por los objetos de oro aparecidos, uno de ellos optó por ir con el
soplo a la policía. El arqueólogo Walter Alva pudo entonces poner
al descubierto un sofisticado sepulcro real, todavía hoy la tumba
prehispánica intacta más rica jamás hallada.
En el centro del rico enterramiento residía el esqueleto de un
hombre de entre 35 y 45 años, de 1,63 m, más o menos, acom-
pañado por varios hombres y mujeres, un niño y algunos anima-
les. Todo ello se preserva en el Museo Tumbas Reales de Sipán,
donde se había aventurado un rostro para el personaje central.
Sin embargo, ahora tenemos una aproximación más fiel a la que
pudo ser la cara del Señor de Sipán, como se lo llama. Un proyec-
to de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, con la participación
de un equipo de antropología forense brasileño, ha reconstruido
su cráneo, dividido en 96 fragmentos, y ha reelaborado su imagen.
No solo eso: el trabajo ha permitido corregir su edad (tenía entre
45 y 55 años) y su altura (más bien 1,68 cm). Empar Revert

made Sello para

in roma ladrilloS
de la jefa
de taller
lo de las marcas no es Calvenzia
nada nuevo: miren, si no, Massima.
cómo etiquetaban los ro- Museo de
los Foros
manos los productos que Imperiales Sello en una ánfora de la región
fabricaban. Ánforas y platos de Roma. de Dreshcer, en Turingia (Alemania).
de cerámica, botellas, ladri- Museo de los Foros Imperiales de Roma.
llos… solían estar marcados
con sellos de sus artífices
en busca de un reconoci- Sello en
miento personal, pero tam- mármol
para objetos
bién, en el caso de Roma y de vidrio.
sus dominios, para disfru- El sello se
tar del tirón comercial y el encontró
en Salona
prestigio de una poderosa en 1884,
civilización. En el Museo de cerca de la
los Foros Imperiales de la Acrópolis.
Museo
capital italiana se dan cita Arqueológi-
hasta el 20 de noviembre co de Split
objetos “made in Roma” (Croacia).
que lo atestiguan. E. R.
Jarra hecha por un tal lykion. pompeya.

8 h i sto r i a y v i da
 11 / 2016

ullASTRET En 3D
el yacimiento, tal como era hace más de 2.200 años

F
ue la capital de los indigetes, la tribu

Daniel Sierra - Enfocat.cat.

ibera mencionada por autores clásicos
como Ptolomeo, Estrabón o Plinio el
Viejo. La ciudad, a la cabeza de un amplio
territorio en la actual Gerona, superó en
su auge, entre los siglos iv y iii a. C., los
seis mil habitantes. Su papel en el comer-
cio de la zona se sumaba al de Ampurias,
el vecino asentamiento griego.
Ahora, cuando conocemos una parte im-
portante de ella, podemos visitarla tal co-
mo debió de ser en sus mejores tiempos (y
el momento del que más información exis-
te): hacia 250 a. C. La sede en Ullastret del
Museu d’Arqueologia de Catalunya ha de-
dicado dos años a recrear en 3D la ciudad,
que podemos recorrer en una sala de pro- yecto no ha recurrido a las aplicaciones
arriba, recreación de ullastret. en el centro, la
yección inmersiva o experimentar a través proyección inmersiva. abajo, gafas htc vive. al uso en los campos de la arquitectura o
de la realidad virtual, pronto disponible la arqueología, sino que ha optado por un
en experiencia para gafas HTC Vive. motor de creación de videojuegos, Unreal
Todo ha sido posible gracias a los avances Engine 4. Con él, se ha reproducido desde
arqueológicos de los últimos veinte años la estructura geomorfológica y el paisaje
en Ullastret, y, en especial, de los últimos hasta las piezas de cerámica en el interior
cuatro. En 2012, prospecciones geofísicas de templos y hogares, pasando por la red
permitieron conocer la forma de la ciudad de calles, la muralla y el foso. La recreación
Daniel Sierra - Enfocat.cat.

y su entramado, y, entre ese año y 2014, en 3D de la ciudad ibérica de Ullastret se

una excavación en la muralla llevó a iden- ha desarrollado en el marco del programa
tificar la forma y dimensiones del gran Patrimoni en Acció, que es fruto del acuer-
foso que la rodeaba. Para recrear el con- do de colaboración entre el Departamen-
junto con el mayor realismo posible, el to de Cultura de la Generalitat de Cata-
equipo multidisciplinar al frente del pro- lunya y la Obra Social “la Caixa”.

h i sto r i a y v i da 9
lugares

contra
el paro
Se conStruyó entre 1929
y 1943, y fue la creativa solución que ideó
el marajá Umaid Singh ante la petición
de ayuda de los habitantes de su reino,
Jodhpur, que soportaban ya tres desespe-
rantes años de sequía. Con sus 347 habi-
taciones, el palacio Umaid Bhawan, en el
noroeste de la India, procuró trabajo y fu-
turo a miles de personas durante aquel
decenio largo. En un estilo que se dio en
llamar Indo-Déco, se levantó con blo-
ques de piedra arenisca que, por la falta
de agua, se cortaban de modo que enca-
jasen entre sí sin necesidad de mortero.
El joven marajá, que en 1929 tenía 26
años, había sido ayuda de campo del prín-
cipe de Gales (el futuro Eduardo VIII de In-
glaterra), y, desde su ascenso al poder
en Jodhpur, estaba resuelto a extender la
educación primaria en sus dominios, entre
otras medidas de corte social bastante
progresistas para su tiempo. Por desgra-
cia, moriría con solo 43 años. E. R.

10 h i sto r i a y v i da
umaid bhawan

h i sto r i a y v i da 11
entrevista

mary Beard:
“Los romanos no tienen
respuestas para nosotros”
Joaquín armada, historiador y periodista

E
s una auténtica “rock and roll star” de la divulgación histórica. Profesora de
Clásicas en la Universidad de Cambridge, Mary Beard ha logrado que sus
ensayos y series televisivas sobre Roma sean aventuras fascinantes. La histo-
riadora británica logra combinar el rigor con el entretenimiento y la diversión.
Y, lo más importante, nos obliga a cuestionar lo que creemos saber sobre el
mundo clásico. Sobre la mesa hay varios ejemplares de SPQR (Crítica, 2016), su origi-
nal historia de Roma, que lleva meses en las listas de libros más vendidos, y el rastro
casi invisible de los entrevistadores anteriores, un vaso de agua medio lleno, un folio
olvidado... Mary Beard lleva ya ocho horas atendiendo a la prensa, pero conserva in-
tacto su sentido del humor. “La esclavitud moderna”, bromea, refiriéndose a este viaje
fugaz a Madrid. Conversamos con ella unos días antes de que reciba en Oviedo el
Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, con la certeza de que seducirá a su
selecto auditorio con la misma habilidad con la que ha logrado atraer a millones de
lectores y espectadores. Como en sus documentales, Mary Beard no parará de mover
sus brazos y gesticular de forma apasionada durante toda la entrevista.

Voy a hacerle una pregunta que no le han
hecho nunca. ¿Por qué nos fascinan tan-
to los romanos?
[Ríe a carcajadas e ironiza]. ¡Bueno, esa
es difícil! Creo que hay muchas razones.
La gente que vive en España, Gran Breta-
ña, Francia, Italia... puede seguir viéndo-
los. Sus edificios nos rodean, sus objetos
están en nuestros museos, sus carreteras
están debajo de las nuestras. Práctica-
mente, estamos en contacto con ellos.
Pero, más allá de ese contacto físico, el
debate político, los problemas a los que
se enfrentaron los romanos, los conceptos
de libertad, ciudadanía, poder... siguen
siendo en parte nuestros problemas, y
hemos aprendido a hablar de estos con-
ceptos a través de ellos. Somos los here-
deros directos del debate político romano.
Por otro lado, y no sé muy bien a qué se
debe esto, para nosotros la cultura roma-
na se parece a la nuestra, pero de forma
excesiva. Con más lujuria, más sexo, más
pomposidad. Nos parece un reflejo agran-
dado de nosotros mismos.
Cree que debemos aprender de ellos, pe-
ro no admirarlos.
Bueno, puedes admirarlos, si quieres [ri-
sas]. ¡Depende de ti! Pero es bastante
difícil admirar una cultura que no conce-
de derechos políticos a las mujeres, o
admirar la conquista romana. No obstan-
te, la manera en la que examinaban sus
propios procedimientos, cómo intentaban
descifrar lo que era formar parte de una
comunidad cosmopolita, por ejemplo,
nos proporciona una perspectiva dife-
rente sobre nuestros propios problemas.
Ahora bien, es un error plantearnos:
“¿Qué hicieron los romanos para resolver
este problema?”. Los romanos no tienen
respuestas para nosotros.
Tras leer SPQR tengo la sensación de
que el éxito romano se debió a que tenían
el ejército más numeroso. Podían perder
una batalla, pero no una guerra.
Sí, es verdad.
Parece un poco simplificador.
Sí, es simplificador porque después hay
que preguntarse: ¿y por qué tenían el ejér-
cito más grande? Y esa es la parte intere-
sante. Grandes generales, como Julio César,
eran excelentes tácticos. Pero si los roma-
nos se hicieron invencibles era porque te-
nían un poder humano casi ilimitado. Y lo
consiguen por la expansión de la ciudada-
nía. Por lo tanto, la expansión de la ciuda-
danía es lo que alimenta su fuerza militar.
Usted resume la batalla de Cannas con
una frase: Aníbal rodeó a las tropas ro-
manas y las atacó por detrás. Creo que
un hombre nunca se habría atrevido a re-
sumir así la batalla.
Bueno, ¡a muchos hombres no les gusta
mi análisis! [Risas].

12 h i sto r i a y v i da

Creo que los historiadores varones tienen
más fascinación por el mundo militar.
Bueno, he leído mucho sobre las batallas
romanas. Y, básicamente, lo que hacían
para vencer era ir por detrás [risas].
“La historia de Roma se reescribe sin pa-
rar”, ha escrito en uno de sus libros.
También en la ficción. Astérix, La vida
de Bryan, Roma... nos muestran la vi-
sión de los romanos que tenían sus crea-
dores. ¿Cómo han evolucionado los rela-
tos de ficción sobre los romanos?
Creo que es una historia más larga de lo
que podemos suponer. Hay que remontar-
se al Renacimiento. El conflicto entre Ci-
cerón y Catilina ya está en las obras de
teatro de los siglos xvi y xvii. Y, por su-
puesto, tenemos el Julio César de Shakes-
peare. Ahí empezamos a ver a los romanos
presentados de una manera que podamos
ver algo de nosotros mismos. Y eso pasa
con las grandes historias políticas. En el
siglo xix, Los últimos días de Pompeya fue
un auténtico best seller. Era un libro muy
atractivo porque era un libro de desastres.
Pero incluía también el conflicto entre el
cristianismo y el paganismo. ¡Los únicos
que logran escapar de Pompeya son los
dos personajes cristianos!
Ha mencionado a Cicerón, a quien dedi-
có su tesis y que está muy presente en
SPQR. ¿Es el personaje que más le atrae
de la historia de Roma?
No, no me atrae. En cierto modo es bas-
tante terrible. Pero es la única persona de
la antigua Roma a quien podemos conocer
de una manera parecida a como podríamos
conocer a alguien en una biografía moder-
na. Tenemos tomos con sus cartas privadas,
discursos, ensayos, críticas, biografías de
él. Probablemente sea el único personaje
de la Antigüedad que puede verse de una
forma tan completa. San Agustín [ss. iv-
v d. C.] sería el siguiente.
Mary Beard
RESToS de la puerta de entrada a Barcino, la
Barcelona romana, en la actual plaza Nova.
Esto me recuerda la reflexión que hace a
propósito de la biografía de Adriano de
Anthony Birley: “Una biografía de cual-
quier emperador romano que se extien-
de más de cuatrocientas páginas está
obligada a ser, en gran medida, ficción”.
¡Más de cuarenta páginas, diría! [Risas].
En cierto modo fui un poco cruel, pero es
que reúne todo lo que odio de ese tipo de
biografías. No contamos con suficiente
material para poder escribir ese tipo de
libros. Tenemos historias muy interesan-
tes sobre Adriano, pero no sabemos lo
suficiente para escribir una biografía so-
bre él. En cambio, de Cicerón sí se podría
escribir una biografía. Yo no quiero ha-
cerlo, pero se podría.
Así que, por lo que usted expone, el
Adriano de Yourcenar es quizá tan real
como el Adriano de Birley...
Sí, es cierto. A mí no me gusta particular-
mente Marguerite Yourcenar, pero su no-
h i sto r i a y v i da 13
entrevista

La regla de oro de Beard

Desde hace décadas, Mary Beard es res­
ponsable de temas grecolatinos en el Times
Literary Suppplement. En el prólogo a La he­
rencia viva de los clásicos (Crítica, 2013), un
libro muy entretenido escrito a partir de una
treintena de sus críticas, Beard deja claro que
cree que las reseñas son el lugar ideal para
plantear el debate de las clásicas.
Cuando reseña el libro de otro historiador,
usted siempre intenta no escribir nada
que no pueda decir a la cara. Aun así, es
muy dura...
Creo que en las reseñas hay que ser fran­
ca, porque si no se convierten en admira­
ción mutua. Cuando era joven escribí una
reseña terrible sobre un libro muy esco­
lástico sobre rotulaciones romanas. El
autor dirigía el Instituto Romano de Fin­
landia, y fue muy amable conmigo cuan­
do visité Roma. Cuanto más amable era,
más pensaba que había escrito algo que
no podía decirle a la cara. Creo que en ese
momento decidí que no debía escribir na­
da que no pudiese decirle al autor. De los
demás espero que hagan lo mismo.

vela [Memorias de Adriano] te lleva al
mundo de Adriano de una manera tan
válida como la de Birley.
Usted viaja continuamente a la antigua
Roma, y nosotros con usted. Pero, si tu-
viéramos una máquina del tiempo, ¿qué
momento de la historia de Roma le gus-
taría presenciar?
Bueno, primero me tendría que asegurar
de que tengo billete de vuelta [risas].
¡Arreglado!
Bueno, sería horrible, pero ¡muy intere-
sante!, ver el asesinato de Julio César. Me
encantaría ver si Calígula era tan malo
como lo pintaban. Pero antes que ver un
momento histórico, preferiría, por ejemplo,
vivir un día en Pompeya. ¡Me gustaría ir a
un baño romano!, descubrir si eran tan
antihigiénicos como creo que eran...
Sí, no se podía ir con una herida abierta.
No. Por otra parte, me temo que los baños
de las mujeres estaban menos limpios. Así
que tendría que visitar el masculino dis-
frazada de hombre.
SPQR acaba en el año 212, muy lejos de
476, que durante décadas nos enseña-
ron como la fecha que ponía fin al impe-
rio romano de occidente.
Nadie sabe cuándo poner el final a la his-
toria de Roma. Todo el mundo sabe dónde
iniciarla, pero no dónde finalizarla. En
cierto modo, 1453 sería la fecha más apro-
piada, con el fin del Imperio bizantino. La
conversión de Constantino al cristianismo
sería otra. Cada autor elige el punto final
en función de su enfoque. Elegí 212 porque
el tema que guía mi libro es cómo, desde
el mito de Rómulo, se expande la ciuda-
danía romana. También quería provocar:
sé que es una fecha poco usual. Pero 212
es la fecha apropiada porque es el momen-
to en el que Caracalla, mil años después
del mito de Rómulo, hace que cada perso-
na libre del Imperio romano sea un ciuda-
dano. A partir de entonces las cosas cam-
bian de manera significativa. Una vez que
todo el mundo se convierte en ciudadano,
se empiezan a inventar nuevas formas de
discriminación entre privilegiados y no
privilegiados. En cierto modo, el año 212
marca el inicio de la Europa feudal.
¡Tan pronto!
Sí, es una Europa protofeudal, el inicio del
tipo de distinciones que se verán más tar-
de en la Europa medieval.
Una de las características de su obra es
su sentido del humor.
¡Gracias! [Risas].
¿Son muchas las diferencias entre el
sentido del humor de los romanos y el
nuestro?
[Duda unos segundos]. En muchos senti-
dos creo que sí. Pero nos podemos reír
todavía de los chistes romanos. Hay una
colección maravillosa de chistes romanos,
probablemente del siglo v, aunque muchos
deben de ser anteriores. No son enorme-
mente graciosos, pero aún tienen sentido.
¿Quieres que te cuente uno?
BAñoS PúBLiCoS de pompeya. a la derecha,
estatua de tácito ante el parlamento de viena.
¡Sí, claro!
Un hombre camina por la calle y se en-
cuentra a un amigo. “¡Es curioso, pensaba
que estabas muerto!”. “Bueno, puedes ver
que estoy vivo”. “Ya, pero la persona que
me dijo que estabas muerto es más de fiar
que tú” [risas].
En su libro deja claro que el sentido del
humor era una de las cualidades que de-
bía tener un buen emperador.
Sí, es una idea que se apoderó de todas
las monarquías europeas más tarde. La
idea de que el rey debe ser tolerante con
el humor, que debe involucrarse en char-
las animadas con sus súbditos. Una de
las características de los malos empera-
dores es que castigan el chiste. En el ca-
so de Calígula, y esto debe de ser un
mito, se le acusa de prohibir la risa tras
la muerte de su hermana. La risa es una
de las cosas por las cuales se define la
calidad de un emperador. Calígula hacía
chistes, pero siempre eran crueles. Por
ejemplo, si le preguntaban en una cena

14 h i sto r i a y v i da

por qué se reía, él contestaba: “Pensaba
que lo único que tendría que hacer es
chasquear los dedos y os decapitarían a
los dos a la vez”. Un humor sádico.
Usted desconfía del retrato malvado
que nos ha llegado de él. Deja claro que
tanto Calígula como otros emperadores
primero fueron destronados y, después,
demonizados.
Sí, es un problema. Si te encuentras ante
un emperador que ha sido asesinado y
que cuenta con una reputación muy ma-
la en fuentes posteriores, es imposible
saber si realmente fue asesinado por su
maldad o si, precisamente por ser asesi-
nado, su sucesor tenía que insistir en
retratarlo como malvado. El problema
con Calígula, como con otros emperado-
res “malos”, es que es absolutamente
inevitable que su reputación sea tan te-
rrible. ¡Puede que fueran malos!, pero
hay muy pocas fuentes contemporáneas
comparables a las historias terribles que
se contaron después. Aunque tal vez la
gente tenía miedo de escribir sobre él con
veracidad cuando estaba vivo...
Bueno, Tácito fue muy crítico con los em-
peradores muertos, pero no con sus con-
temporáneos.
¡Tácito es brillante! Si tuviera que elegir a
un único historiador romano, sería él. Su
estilo es brillante, lo que no quiere decir
que su historia sea precisa. Cuanto más
sabes sobre su carrera, más sospechas de
él. Su biografía de Agrícola (su suegro) es
una denuncia absoluta de Domiciano. Pe-
ro sabemos que su carrera prosperó duran-
te su reinado. La política imperial es muy
complicada. Cuando mis estudiantes em-
piezan a leer sobre Tácito y se sorprenden
de su relato les digo: “Quiero que la sema-
na que viene me contéis la carrera de Tá-
cito”. Porque le imaginan como alguien al
otro lado del poder imperial, hasta que
descubren que fue un político de éxito.
¿Cuál es su secreto para atraer a los es-
pectadores de sus series?
Mary Beard
Bueno, la materia de la que hablo es muy
interesante y creo que la cuento como es,
tal cual. Creo que soy una profesora muy
práctica. No podría haber hecho esto hace
treinta años. Pero si das clase en la univer-
sidad durante un cierto tiempo aprendes
qué emociona a los alumnos, y ese tipo de
cosas también emocionan a los especta-
dores. Y aprendes algunos de los trucos
para transmitir cosas que son difíciles.
Pero creo que lo que realmente valora la
gente es poder ver un programa de tele-
visión hecho por una vieja señora, normal
y corriente, que sabe de lo que habla.
Y que es valiente, porque ir en bicicleta
en Roma...
[Risas]. ¡Es lo más valiente que he hecho!
La mayoría de la gente cree que mi paseo
en bici fue muy fácil, pero me hicieron
girar la rotonda de la plaza de la Repúbli-
ca y, en fin, estaba llena de autobuses. Lo
único que podía hacer era dar vueltas y
más vueltas, porque no podía salir de la
rotonda [ríe a carcajadas]. Después fue
muy gracioso, pero...
Para terminar, me gustaría que me expli-
case por qué es importante aprender y
enseñar historia.
¡Es una gran pregunta! [Piensa unos se-
gundos antes de contestar]. No es solo por
la curiosidad y el placer de descubrir cosas
del pasado, que es muy interesante. La
historia es una conversación con nuestros
antepasados. Nos ayuda a vernos con otra
luz, nos muestra lo que hemos heredado.
En definitiva, nos hace mejores.
h i sto r i a y v i da 15
primera plana

Viejos conocidos
Los problemas de Francia con su comunidad musulmana se remontan a la
época colonial, en el siglo xix, y atraviesan distintas fases hasta hoy.
Gonzalo Toca Rey, periodista

16 h i sto r i a y v i da

© Abbas / Magnum Photos / Contacto.
años, sino siglos. Sobre todo, desde el xix,
en que la expansión imperialista de Fran-
cia conllevó la migración a la metrópoli de
algunas minorías desde sus protectorados
coloniales en Egipto, África Occidental,
Túnez, Marruecos, Siria y Líbano.
Unos viajaban (forzados o libremente)
para trabajar en las fábricas, pero sin re-
cibir la nacionalidad. Eran tratados como
“trabajadores invitados”: tenían derecho
a permanecer hasta que se acabasen sus
contratos, las autoridades los concentra-
ban en pequeños enclaves geográficos y,
por lo general, no podían llevar consigo
a sus familias. Así, empezaron a vivir al
margen del resto de la sociedad.
Otros cruzaban el Mediterráneo para
alistarse en el ejército de la metrópoli,
algo que, con suerte, les conferiría la na-
cionalidad algún día. La Gran Mezquita
de París fue construida en 1926 como
homenaje a los 100.000 tirailleurs musul-
manes que murieron luchando codo con
codo con los franceses contra Alemania
en la Primera Guerra Mundial.
El auge económico
Pero aquello fue solo un tímido principio,
comparado con lo que ocurriría después,
porque el grueso de la llegada de los mu-
sulmanes no se produciría hasta mediados
del siglo xx, durante los procesos de des-
colonización. Los principales países de
origen, hasta hoy, de los inmigrantes islá-
micos en Francia se encuentran en el Ma-
greb, y destacan entre todos ellos Marrue-
cos, Túnez y Argelia, que representan más
del 40% de la población islámica en Fran-
cia. Los dos primeros accedieron a la inde-
pendencia en 1956; el tercero, en 1962.
La expansión industrial gala atrajo a cien-
un grupO de creyentes musulmanes comparte un
rezo por la lluvia en la localidad de Bobigny, 1976. tos de miles de inmigrantes de toda Euro-
pa y también del norte de África. Entre
D
1945 y 1974, es decir, hasta las crisis del
espués de los recientes atenta- petróleo, Francia registró unas tasas de
dos terroristas islámicos en crecimiento económico altísimas y nunca
suelo francés y del debate que vistas allí desde el siglo anterior. Necesita-
ha abierto el Frente Nacional ba toneladas de mano de obra extranjera.
(FN) sobre el rechazo a los re- Charles de Gaulle fue el jefe del gobierno
fugiados de la guerra civil siria, resulta provisional francés hasta 1946, y ya enton-
demasiado tentador asumir que los graves ces dio instrucciones para que ni siquiera
problemas de Francia con su comunidad los harkis (los argelinos que habían ayuda-
musulmana son un fenómeno nuevo. Sin do al ejército galo contra los nazis en la II
embargo, esa no es la realidad. Guerra Mundial) pudieran instalarse en
La llegada de inmigrantes de países con Francia, si no eran hombres en edad de
mayoría musulmana no comenzó hace trabajar y llegaban sin sus familias.
francia
DATOS
El islam En Francia
Es imposible saber con exactitud cuántos
musulmanes hay en el país vecino, puesto
que el Estado francés no recoge datos cen-
sales sobre religión. Numerosas agencias
hacen sus cálculos a partir de distintas fuen-
tes de información.
Población total dEl País:
62.814.233 (estimación de julio de 2016).
Población musulmana: 7-9%.
Fuente: The World Factbook, CIA
distribución En El País
La mitad de ellos han nacido en el país o
son ciudadanos naturalizados. Un tercio se
concentra en torno a París, mientras que
otro lo hace en Lille y Marsella.
Fuente: Brookings Institution
orígEnEs nacionalEs dE la Población
musulmana FrancEsa:
ArgeliA
38%
MArruecOs
24,5%
túnez
8,4%
OtrOs
3,4% ilegAles
turquíA
8,4%
7,5%
AsiÁticOs ÁfricA
2,4% subsAhAriAnA
cOnversiOnes 6,5%
0,9%
Fuente: Brookings Institution
Muchos trabajadores musulmanes acep-
taron esta situación durante años, porque
querían sencillamente huir de la pobreza
y la guerra, enviar remesas de dinero a sus
necesitadas familias y preparar la llegada,
a largo plazo, de sus mujeres e hijos. En
1962, los Acuerdos de Evian, firmados por
un De Gaulle que ya era presidente de la
República, permitieron que miles de arge-
linos musulmanes pudieran reclamar la
nacionalidad. La esperanza desató una
fortísima oleada migratoria.
Las autoridades temían las consecuencias
de este flujo de personas, así como que la
religión les impidiera integrarse (los judíos
argelinos, por ejemplo, recibieron un trato
mejor y accedieron antes a la nacionalidad).
h i sto r i a y v i da 17
primera plana
Los funcionarios galos empezaron a utilizar
con los musulmanes el nombre de “refu-
giados”, y no de “repatriados”, en los do-
cumentos oficiales, y, basándose en su
religión, a considerarlos una raza distinta
y homogénea. No querían tratarlos exac-
tamente como ciudadanos franceses –eran
ciudadanos de segunda–, aunque dijesen
lo contrario los Acuerdos de Evian.
A pesar de eso, y al amparo del tratado, el
número de familiares de inmigrantes –mu-
sulmanes o no– que llegaron a ciudades
como Marsella o París mediante la reagru-
pación familiar fue de 55.000 personas al
año en los sesenta y 81.000 en los setenta,
según cifras recopiladas por la Brookings
Institution. Esto significa que ni siquiera
las crisis del petróleo fueron capaces de
frenar la avalancha. Al igual que ahora, los
familiares de países pobres sabían que vivir
una crisis en Europa es un lujo en compa-
ración con la miseria del Tercer Mundo.
radicalización
Como las oleadas migratorias, la radicali-
zación de una minoría de la comunidad
islámica residente en el país tampoco es
un fenómeno reciente. Ni sus ideologías
fundamentalistas, ni tampoco su eventual
repulsa hacia Occidente o Francia. Las
interpretaciones islámicas más extremas
a las que algunos recurren para no inte-
grarse y para rechazar a Occidente y Fran-
cia existen desde hace décadas en el seno
de las comunidades musulmanas –el isla-
18 h i sto r i a y v i da
mismo político como lo conocemos hoy,
según el experto Gilles Kepel, no se im-
plantó socialmente hasta principios de los
setenta–, aunque es cierto que la aparición
en los últimos tiempos de Al Qaeda o el
Daesh en Oriente Medio y su expansión a
otras regiones han azuzado considerable-
mente ese fenómeno y han adquirido un
especial relieve en Francia a raíz de los
recientes ataques terroristas.
El profundo malestar de una minoría con
la sociedad francesa, así como la discrimi-
nación del colectivo en general y las des-
igualdades –tanto económicas como de
nivel formativo y de consideración social–
entre los franceses no inmigrantes y los
inmigrantes magrebíes y sus descendien-
tes, también ha estado presente desde las
primeras oleadas migratorias.
la siTuación en los años ochenTa eRa Tal que
miTTeRRand impulsó un plan de ayuda social
Según el investigador del CRNS Fabien
Jobard, se pueden establecer dos períodos
en los disturbios de las barriadas de ma-
yoría magrebí. Hasta mediados de los
setenta, los desórdenes en esos barrios se
debían mayoritariamente a la memoria de
las atrocidades de la guerra de la indepen-
dencia de Argelia, y eran provocados por
inmigrantes de primera generación.
Las crisis del petróleo y la pujante desin-
dustrialización abrieron las puertas para
© Stuart Franklin / Magnum Photos / Contacto.
viErnES en Font vert, en el norte de Marsella,
2012. a la izqda., la Gran Mezquita de parís.
el siguiente período, porque hicieron da-
ño a este segmento de la población y a sus
hijos, que dependían en gran medida de
los trabajos poco cualificados del sector
manufacturero. Fue entonces cuando la
frustración de los inmigrantes de segun-
da generación por el desempleo, la falta
de oportunidades y la sensación de que
las instituciones francesas no los repre-
sentaban empezaron a convertirse en los
motivos de las algaradas.
A principios de los años ochenta, la situa-
ción fue lo suficientemente grave como
para que François Mitterrand, presidente
de la República, impulsase un ambicioso
plan para financiar escuelas y otros ser-
vicios sociales llamado Politique de la
Ville. Se mantendría, con profundas va-

riaciones, en las décadas siguientes. El
FN, que logró un histórico 14% de los
votos en 1988, promovió la retirada de
este programa y contribuyó a acelerar una
tendencia –dar cada vez más prioridad a
las soluciones policiales frente a las socia-
les– que ya existía en los grandes partidos
políticos franceses, gracias al notable in-
cremento (y a la espectacular cobertura
mediática) de la delincuencia en las ba-
rriadas de mayoría magrebí.
grupos de ultraderecha
Es verdad que la existencia de una ultra-
derecha representada por el FN, articula-
da y obsesionada con afrancesar y hostigar
a los musulmanes si no renuncian a la
expresión pública de su religión y su cul-
tura, ha tardado décadas en fraguarse.
Pero eso no significa que sus precedentes
no se puedan rastrear hasta la propia gue-
rra que terminó otorgando a Argelia la
independencia. El conflicto fue un catali-
zador para la constelación de grupos ul-
traderechistas que formarían en 1972 el
FN, con Jean-Marie Le Pen como líder.
Los primeros brotes de violencia en los
ochenta que mencionábamos antes situa-
ron gradualmente la restricción de la in-
migración de musulmanes a Francia como
la gran misión del FN, que propuso que se
impidiera la llegada de habitantes del
norte de África, África Occidental y Orien-
te Medio. Los consideraban una fuente de
inadaptación –esto lo habría compartido
De Gaulle– y delincuencia. A finales de la
década, ello coincidió con un giro tradi-
cionalista que, entre otras cosas, llevó a
muchas mujeres islámicas a ponerse ve-
lo y a cubrir con él a sus hijas.
Ahora mismo, y desde que asumió el man-
do de la organización Marine Le Pen en
2011, el FN ha optado no solo por consi-
derar a los inmigrantes musulmanes po-
tenciales delincuentes, sino por asumir
que la expresión religiosa islámica en el
francia
espacio público es su forma de imponer
sus costumbres a las leyes del Estado, otra
manera de subvertir el orden.
Los líderes del FN se han manifestado en
contra de acoger a los refugiados sirios y,
antes que ellos, también a los tunecinos y
libios durante la Primavera Árabe. Asegu-
ran que la Unión Europea está intentando
bajar los salarios de los trabajadores fran-
ceses atrayendo inmigración y utilizando
como excusa a los refugiados.
Como se ve, aunque las coyunturas los
transformen o redefinan a lo largo del
tiempo, los problemas de Francia con sus
inmigrantes musulmanes no son nuevos
en absoluto. No son nuevas las oleadas
migratorias de estados de mayoría islámi-
ca, ni su discriminación en mayor o menor
medida, ni la falta de asimilación de algu-
nos de sus miembros ni la existencia de
una ultraderecha resuelta a silenciar la
vida pública de la comunidad musulmana
en general en suelo francés.
h i sto r i a y v i da 19
anécdotas

LA hIstORIA más INsóLItA

GLORIA DAGANZO, HIstoRIadoRa

eso es visión de futuro...

después de que un violento terremoto asolara Lisboa en
Hedonista hasta el final
1755, el marqués de Pombal (1699-1782), como buen minis- cuaNdo uN periodista preguntó al director de cine Billy
tro ilustrado, quiso reconstruir la capital lusa según los crite- Wilder (1906-2002) cómo le gustaría morir, respondió: “A los
rios urbanísticos del Siglo de las Luces. Así, en menos de un 104 años, completamente sano y asesinado por un marido que
año, Lisboa (abajo, la rua Augusta) se había convertido en me acabara de pillar in fraganti con su joven esposa”.
una ciudad de grandes avenidas y manzanas de casas geomé-
tricas. Las críticas, entonces, arreciaron contra el ilustrado
político, que respondió a sus detractores diciendo: “Las nue-
vas casas les parecen demasiado anchas, pero les aseguro
que algún día se demostrará que todavía son demasiado
LA CItA
estrechas –y añadió–, lo mismo que sus miras”. “La ambición jamás se detie-
ne, ni siquiera en La cima de
La grandeza”.
Napoleón Bonaparte (1769-1821)

¡no seáis
hipócritas!
eN uNa ocasióN, llevaron
ante Alejandro Magno (356-
323 a. C.) al capitán de un
barco pirata. El detenido se
explicó en presencia del ma-
cedonio diciendo: “Me llaman
pirata porque solo tengo un
barco. Si fuera dueño de una
escuadra, me llamarían nave-
gante, aunque mi conducta
fuera la misma”. Evidente-
mente, al oír esta respuesta,
Alejandro le dejó marchar.

Ozgur guvenc / shutterstock.com

Cosas de palmípedos
uN apreNdiz de compositor acudió a ver a Camille Saint-
Saëns (1835-1921) para que opinara sobre su nueva obra. El
músico francés, gran representante del Romanticismo, compro-
bó que aquella pieza no era otra cosa que una mala imitación de
El cisne, movimiento del propio Saint-Saëns de la suite El carna-
val de los animales. El joven le preguntó: “¿Cómo la titularía
usted, maestro?”. Saint-Saëns respondió: “La oca”.

20 h i sto r i a y v i da
cartas
Puedes escribirnos a redaccionhyv@historiayvida.com o a la siguiente dirección postal: Historia y Vida, av. Diagonal, 662-
664, 2.a planta. 08034 Barcelona (España). historia y vida se reserva el derecho a editar las cartas recibidas.

correo
Mao, el Genio
En la España de finales de los glen lo equiparaba, en catego­
sesenta y principios de los se­ ría filosófica, a Marx. Su direc­

del lector
tenta, la izquierda tendió a
idealizar a Mao. En la revista
Triunfo, por ejemplo, hubo
quien le presentó como un
aplicador genial del marxismo.
En el obituario que le dedicó,
el escritor Eduardo Haro Tec­
ción del país había sido, a su
juicio, inteligente. La Revolu­
ción Cultural [hyv 583], des­
de esta óptica, no había sido
una catástrofe, sino “una for­
ma magistral de dar la vuelta
a una amenaza”. luisa Benito

consultas
¿a qué se deBe el Mito del Hierro de las espina-
cas? Victoria Muñoz
Se trata de una teoría muy extendida, sobre todo por la popu­
laridad de los dibujos animados de Popeye. Este personaje
adquiere una fuerza enorme cada vez que se alimenta de espi­
nacas. El origen de la creencia se encuentra en las pruebas del
químico Erich von Wolf, que, al analizar esta verdura, conta­
minó la muestra con el hierro del recipiente. Miguel navarro

¡EscríbEnos
opinión y gana Esta
novEla!
historia
una Maestra del pastel y vida prem
iará la próxi-
ma carta del m
Por suerte, la historiografía ha recuperado del olvido a muchas es con Los here
deros de la tierra -
importantes pintoras, entre ellas, Artemisia Gentileschi (hyv , de ildefonso
Falcones, publ
icada por Grija
583). Quiero destacar a una en particular, Rosalba Carriera bo. en la carta, l-
de hasta diez lí-
[1675­1757, arriba, Autorretrato como Invierno, 1731], famosa neas, deben co
nstar el nombr
por sus retratos al pastel de personajes influyentes. Los extran­ completo, la di e
rección y un
jeros que pasaban por Venecia, una de las principales etapas teléfono de cont
acto.
de su Grand Tour, o viaje de formación, se hallaban entre sus
principales clientes. También contó con la admiración de Fe­
derico IV de Dinamarca y de Augusto II de Polonia. Berta Guzmán

22 h i sto r i a y v i da
 11 / 2016

¿cóMo es que roald daHl, el autor de liBros infantiles, ¿es

desciende la du- el MisMo que inVentó una VálVula para la Hi-
quesa de alBa de drocefalia? eva acevedo
cristóBal colón? Roald Dahl (1916­90) fue un novelista famoso por libros infan­
isidro Belmonte tiles como Charlie y la fábrica de chocolate (1964) o Matilda
Sus antepasados entron­ (1988; abajo, el musical inspirado en la obra). Cuando su hijo
caron con los duques de Theo sufrió hidrocefalia, en 1960, Dahl participó en la investi­
Veragua, descendientes gación para tratar la enfermedad. Surgió así la válvula de
del descubridor. Catalina Wade­Dahl­Till, pensada para drenar el exceso de líquido en el
Ventura Colón de Portu­ cerebro. El escritor coordinó al ingeniero hidráulico Stanley
gal y Ayala se casó con Wade y al neurocirujano Kenneth Till. Jorge lucena
el II duque de Berwick,
del que descienden los
actuales duques de Alba.
noah Martínez

¿quién introduJo el
priMer árBol de naVidad
en españa? Marta carretero
La princesa Sofía Sergeïevna
Troubetzkoy (1838­98), posible
hija del zar Nicolás I, tenía fama
de ser una de las mujeres más
elegantes de Europa. Tras enviu­
dar del duque de Morny, herma­
nastro de Napoleón III, contrajo
matrimonio con José Osorio,
marqués de Alcañices. Al insta­
larse en Madrid, donde la pareja
tendría un importante papel du­
rante la Restauración, adornó
con un árbol de Navidad su pa­
lacio, ya desaparecido, en cuyo
terreno se levanta hoy la sede del
Banco de España. david sanchis

carta del Mes

en la antiGua roMa (hyv 583), la corrupción no so­
lo era una realidad cotidiana. También se hallaba presen­
te en la mitología, como muestra el juicio de Paris [a la
izqda., por Rubens]. En teoría, el hijo del rey de Troya de­
bía escoger con imparcialidad a la más bella de las diosas.
Sin embargo, todas intentaron ganar su voluntad con un
soborno. Atenea le ofreció inteligencia, Hera el poder y
Afrodita a la mujer más bella del mundo. Por alguna ra­
zón, el príncipe se decantó por la última, y obtuvo, a cam­
bio, a Helena. Por desgracia, ella estaba casada, y su es­
poso, Menelao, no se tomó el asunto muy bien. La guerra
de Troya estaba a punto de empezar... rodolfo Marín

h i sto r i a y v i da 23
 Schindler, en su visita a Israel, con algunos
de los supervivientes a los que salvó, 1963.

DOSSIER
salvadores en el iii reich

Los otros Schindler

Por sergi vich sáez

26 ante el abismo
38 algunos hombres buenos

h i sto r i a y v i da 25
dossier

Ante el
Abismo
horrorizados por la persecución contra los
judíos en los dominios del tercer reich, hubo
ciudadanos que pasaron a la acción. Un
importante número de héroes iniciaron una
carrera contrarreloj para salvar el mayor
número posible de vidas humanas.
sergi Vich sáez, historiador

otto frAnk (con sombrero) y su hija

ana (a su dcha.) en la boda de los Gies.

26 h i sto r i a y v i da
tercer reich

h i sto r i a y v i da 27
dossier
e
n una lóbrega oficina del campo
de trabajo de Plaszów, Polonia, el
contable Itzhak Stern está teclean-
do la relación de empleados judíos
que su jefe, Oskar Schindler, pre-
tende salvar ante el inminente cierre de la
instalación. Al terminar, Stern levanta los
folios y le dice: “¡Mire!... Esta lista es el bien
absoluto. Esta lista es la vida. Más allá de
sus márgenes se abre el abismo”.
Esta era la escena culminante de La lista de
Schindler (Steven Spielberg, 1993), el filme
que hizo célebre la figura de Schindler,
industrial alemán de los Sudetes que dejó
atrás su disoluta vida para liberar a más de
un millar de judíos de un destino sin espe-
ranza en el complejo concentracionario de
Auschwitz-Birkenau. A lo largo de la pelí-
cula se mencionan otros empresarios que
también ayudaron a sus empleados judíos,
aunque sin llegar a las cifras de Schindler.
28 h i sto r i a y v i da
Fue el caso del vienés Julius Madritsch, que
pagó de su bolsillo una mejor alimentación
para sus trabajadores, logrando salvar a
casi un centenar, incluida la setentena que
logró añadir a la famosa lista.
La enormidad del Holocausto acongoja y
embota toda reflexión, pero lo cierto es
albert göring, hermano de hermann, utilizó
su apellido para proteger a algunos judíos
que fueron muchos los gentiles que inten-
taron salvar a cuantos israelitas pudieron.
La mayoría ayudaron a conocidos, como
el campesino ucraniano Pavel Gerasimchik,
que escondió y alimentó en su granero a
una familia vecina hasta la liberación. O
como los esposos Miep y Jan Gies, que
mantuvieron con vida a los Frank en el
ático de la fábrica del padre de Ana hasta
que fueron denunciados. O Albert Göring,
hermano menor del Reichsmarschall, que
utilizó su apellido para proteger, entre otros,
a su antiguo jefe y su familia. Sin embargo,
otros lo arriesgaron todo por meros desco-
nocidos. La relación de estos salvadores
resulta interminable. La institución israelí
Yad Vashem tiene censados a más de vein-
tiocho mil. Por eso, en este pequeño reco-
rrido tan solo podremos referir unos pocos.
Nuestra historia, como no cabía de otra
forma, comienza en Alemania.
segregación y exilio
El 30 de enero de 1933, Hitler fue nombra-
do canciller del Reich. Que tanto él como

fAcsÍmiles de la lista de schindler. yad vashem,
Jerusalén. a la dcha., albert Göring y su mujer, 1942.
muchos de sus seguidores fueran fervien-
tes antisemitas no era ninguna sorpresa.
Formaba parte de su doctrina y nunca lo
escondieron. En fecha tan temprana como
el 1 de abril, organizaron un boicot al co-
mercio judío en el que miembros de las
SA y SS se apostaron frente a las tiendas
para que nadie entrara a comprar. En los
meses siguientes, una serie de medidas
legales cercenarían las bases socioeconó-
micas de una comunidad en realidad muy
integrada en Alemania, que no llegaba al
1% de la población y que miraba asom-
brada, sin excesiva capacidad de reacción,
lo que se le venía encima.
Por entonces, el fin de los nazis no era la
aniquilación de los judíos, sino su margi-
nación y expulsión. Muchos pensaron que
se trataba de algo temporal, y se dispusie-
ron a resistir los envites a la espera de tiem-
pos mejores (en no pocos casos, se reen-
contraron con unas raíces casi olvidadas).
No sucedería lo mismo con los más avisa-
dos. Sin embargo, no bastaba con poder
salir de Alemania, sino que se debía contar
con la aceptación del país de destino y con
los correspondientes permisos de tránsito.
Eso era algo realmente difícil en un mundo
que apenas empezaba a salir de la penuria
provocada por la Gran Depresión.
Alarmadas por el flujo migratorio, las
naciones demandadas establecieron cupos
y restringieron visados, en especial porque
los judíos emigrados tan solo podían lle-
var consigo una escasa parte de sus bienes.
Tener conocidos que los avalaran en paí-
ses como Gran Bretaña o Estados Unidos
se convirtió en algo tremendamente va-
lioso, al tiempo que comenzaba un dra-
mático peregrinaje por los consulados en
busca de visados. Con todo, a finales de
año, unos treinta y siete mil judíos habían
logrado salir del Tercer Reich. La cantidad
se mantendría anualmente, con altibajos,
hasta el estallido de la guerra.
la expansión del reich
La anexión de Austria el marzo de 1938
sumó a la población 190.000 judíos. Se
les aplicaron las leyes vigentes en Alema-
nia, aderezadas con actos vejatorios, como
hacerles limpiar las calles con sus cepillos
de dientes. Suiza se convirtió en su prin-
cipal vía de exilio. Asustado, el gobierno
federal limitó la entrada, para disgusto
del capitán Paul Grüninger, jefe del pues-
to de policía suizo de St. Gallen.
Grüninger acordó con amigos austríacos
facilitar el paso a los refugiados. Su mé-
tercer reich
el hombre
de “la lista”
La poco conocida
vida de schindLer
Oskar schindler (abajo, en
1933) nació en 1908 en el seno de una
familia católica alemana que poseía un
negocio de maquinaria agrícola en la
ciudad morava de Zwittau. El joven, de
carácter aventurero, estudió ingeniería,
y sus conocimientos le servirían para
colaborar con el Abwehr, el servicio se-
creto militar alemán, lo que le valió la
detención por las autoridades checas.
Cuando su región fue anexionada al
Reich, Schindler se afilió al partido nazi.
Como tantos otros, vio la oportunidad
de hacer fortuna en la recién ocupada
Polonia. Una vez trasladado a Cracovia,
en un ambiente de corrupción generali-
zada, utilizó sus bazas para hacerse
con una fábrica de esmaltados propie-
dad de un judío en Zablocie.
sin embargO, este derrochador
y mujeriego empedernido acabaría
apiadándose de la suerte de los judíos,
en general, y protegiendo a sus trabaja-
dores, en especial. Al liquidarse el gue-
to y trasladar la mano de obra al campo
de trabajo de Plaszów, sobornó a su
comandante para mantener su fábrica
al margen. Cuando el campo fue eva-
cuado, logró seguir con la producción
en Brünnlitz (Sudetes), donde se afin-
có hasta la llegada de los soviéticos.
Tras la guerra, arruinado, emigró a Ar-
gentina, donde sus intentos de rehacer
su fortuna fracasaron. Sobrevivió a du-
ras penas hasta su muerte en 1974.
h i sto r i a y v i da 29
dossier

ho mAnli, hija de ho Feng shan, ante una foto de

su padre en una muestra en nueva york, 2000.

todo consistió en expedir visados con

fecha anterior a la real, a fin de certificar
su concesión antes de la entrada en vigor
de las nuevas normas. Unos tres mil seis-
cientos judíos se beneficiaron de esta
treta, antes de la detención de Grüninger
por falsedad documental. Nada le ocurrió,
por suerte, a Ho Feng Shan, cónsul gene-
ral de China en Viena, que emitió visados
para Shanghái saltándose la prohibición
expresa de su embajada en Berlín.
La magnitud del problema de los refugia-
dos judíos hizo que el presidente estado-
unidense Franklin D. Roosevelt patroci-
nara una conferencia internacional en la
localidad francesa de Évian-les-Bains
entre el 5 y el 15 de julio de 1938, que no
comportó avance alguno, salvo que la Re- da. Durante meses malvivieron en el pue- cieron su agosto con los visados. También
pública Dominicana se avino a aceptar blo fronterizo de Zbaszyn, hasta que lo- fue el momento de los “pasadores”, como
hasta 100.000 emigrantes a cambio de graron ser admitidos individualmente. Wilhelm Grouls, un comunista con escasos
divisas. Sin embargo, cuando en 1940 se Precisamente, el asesinato del consejero recursos que ayudaba a traspasar la fron-
cerró la admisión, poco más de quinientos de la embajada alemana en París por el tera holandesa a cambio de una módica
habían llegado. Dos años antes, el dirigen- joven judío Herschel Grynszpan como cantidad. Acabaría en Buchenwald. Pero,
te sionista Chaim Weizmann había seña- respuesta a la deportación de sus padres por muchos judíos que lograran marchar,
lado: “Ahora hay dos clases de países en a Polonia sería la excusa para desencade- la constante expansión geográfica alema-
el mundo: aquellos que desean expulsar nar la Noche de los Cristales Rotos. Fue el na no hizo sino aumentar su número en
a los judíos y aquellos que no desean ad- 9 de noviembre de 1938: 267 sinagogas el Reich. La instauración del Protectorado
mitirlos”. La razón le asistía: el vapor St. fueron incendiadas y 7.500 comercios de Bohemia y Moravia en marzo de 1939
Louis, con destino a La Habana y 900 re- judíos saqueados, hubo 74 asesinatos, y reportó 118.000 judíos más.
fugiados a bordo, tuvo que volver a Euro- más de veinte mil judíos fueron enviados El británico Nicholas Winton era por en-
pa porque nadie los quiso acoger. a campos de concentración. La mayoría tonces un despreocupado agente de bolsa
Casi al mismo tiempo que en Viena comen- serían liberados en los meses siguientes que decidió ir a Praga de vacaciones, y allí
zaba a funcionar la Oficina Central de tras firmar un documento por el que se se quedó. Se marcó como objetivo sacar
Emigración Judía, dirigida por Adolf Eich- comprometían a emigrar. Pero un núme- del país al mayor número posible de niños
mann, unos diecisiete mil judíos polacos ro indeterminado nunca regresó. judíos. Ante la negativa de muchos países
residentes en el Reich fueron deportados Las prisas por salir del Reich aumentaron. a aceptarlos, movió cielo y tierra hasta que
a su país de origen, que les negó la entra- No pocos funcionarios sin escrúpulos hi- el gobierno británico le concedió autori-

30 h i sto r i a y v i da

zación. Lograría sacar a 669. La última
expedición se vio atrapada por la declara-
ción de guerra, y se perdió el rastro de los
250 pequeños que la integraban.
las esperanzas se desvanecen
La rápida conquista de Polonia supuso un
cambio en la política antisemita nazi. El
país contaba con más de tres millones de
israelitas, un 10% de la población total,
magnitud que escapaba a toda previsión.
Para encarar la cuestión, Reinhard Hey-
drich, jefe de la RSHA (Oficina Central de
Seguridad del Reich), propuso la creación
de guetos en los que agruparlos. También
se creó una especie de “reserva hebrea” en
Nisko, al sudeste del país, al tiempo que los
Einsatzgruppen (Grupos Operativos) in-
cluían a muchos judíos en su programa de
aniquilación de la clase dirigente polaca.
judÍos retenidos en Zbaszyn, 3 de noviembre
de 1938. a la dcha., nicholas Winton en 2007.
Algunos habían logrado huir a unas re-
públicas bálticas que estaban a punto de
ser anexionadas por la Unión Soviética.
Paradójicamente, Moscú no había emiti-
do ninguna orden para retener a los judíos
polacos, pero el hecho es que estos no
sabían adónde ir. El cónsul honorario de
Holanda en Kaunas, Jan Zwartendijk, no
tenía potestad para emitir visados; no
obstante, entendió que debía hacerlo.
Tras una dura conversación con el emba-
jador en Riga, este le concedió el permi-
so, siempre que los beneficiarios fueran
a Curaçao y Guayana, y con fines turísti-
cos. No eran los destinos más apetecibles,
pero lo fundamental era poner tierra de
por medio. No obstante, faltaban los co-
rrespondientes permisos de tránsito. De
ellos se encargaría el cónsul japonés, que
ni siquiera conocía a Zwartendijk.
tercer reich
tras la conquista de
polonia, heydrich
propuso la creación
de guetos en los que
agrupar a los judíos
Mientras los solicitantes se agolpaban en
su despacho, Chiune Sugihara pidió au-
torización a Tokio. Hombre de profundas
convicciones, no pudo esperar una res-
puesta que se dilataba, y empezó a con-
cederlos por su cuenta y riesgo. La nega-
tiva oficial posterior no le detuvo. Emitió
unos tres mil quinientos, en su mayoría
familiares, que permitieron a unas diez
mil personas tomar el Transiberiano has-
ta Vladivostok y embarcar allí hacia Kobe
como paso hacia Curaçao y Guayana. La
acción le costó su destino. Al final, las co-
lonias holandesas serían sustituidas por
Shanghái como fin mayoritario.
cuestión de vida o muerte
La rendición polaca supuso también la
reorganización de las fronteras orientales
del Reich. Partes del país fueron directa-
mente anexionadas, y las restantes se
convirtieron en el denominado Gobierno
General, dirigido por el despiadado Hans
Frank desde Cracovia. Para tranquilizar
a sus colaboradores ante la masiva llega-
da de hebreos a sus dominios, Frank diría:
“Hemos de esperar un poco. No se pueden
matar todas las pulgas de una vez”. La
h i sto r i a y v i da 31
dossier

deportación masiva de judíos desde el

oeste de Polonia y otros territorios del
Reich había comenzado.
El 8 de febrero de 1940 se creó el primer
gran gueto cerrado en Lodz, al que segui-
rían otros, como el de Varsovia, que llegó
a contar con más de cuatrocientos cin-
cuenta mil residentes. Para los nazis, los
guetos no solo servían para agrupar ju-
díos, sino para la eliminación natural de
los más débiles, dadas sus duras condi-
ciones de vida. El hacinamiento y la falta
de salubridad para una población cuya
ingesta media diaria no sobrepasaba las
gueto de Lodz. a la izqda., visado firmado por
trescientas calorías hicieron de la muerte Jan Zwartendijk y, abajo, Jan Zabinski en 1967.
una omnipresente realidad, que se ceba-
ba en enfermos, ancianos y niños.
Ser enfermera de los servicios de desin- ción de ayuda a los judíos. Había salvado la solución final
fección del ayuntamiento de Varsovia a más de dos mil quinientos niños, la ma- La invasión de la URSS en 1941 supuso un
permitía a Irena Sendler entrar y salir del yoría de cuyos padres fallecerían. cambio trascendental en la solución del
gueto. Al ver con sus propios ojos lo dra- El método de Jan Zabinski fue distinto. “problema judío”. Detrás de los victoriosos
mático de la situación, convenció a algu- Director del zoológico de la capital polaca, ejércitos alemanes, los Einsatzgruppen se
nos padres de que le dejaran sacar a sus convenció a las autoridades de ocupación dispusieron a eliminar a todos los judíos
hijos del recinto para evitarles una muer- para convertir sus instalaciones en una sin distinción de sexo ni edad. Durante su
te segura. Recurrieron a todos los métodos granja de cerdos que se alimentarían de actuación, en la que colaboraron grupos
de extracción en que pudieron pensar: los desechos del vecino gueto, al que ten- locales e incluso la propia Wehrmacht,
desde los carros de fumigación hasta las dría acceso. Esta medida, tapadera per- acabaron con más de un millón de vidas.
alcantarillas. Una vez fuera, se daba a los fecta para introducir en el gueto alimentos La creación de campos específicos de ex-
pequeños una nueva identidad y eran y medicinas, le permitió sacar a unas tres- terminio, como los de Chelmno o Treblin-
acogidos por instituciones religiosas y cientas personas, a las que llegó a esconder ka, completó su espeluznante labor.
familias. Detenida por la Gestapo, Sendler en las propias jaulas de los animales –no El teniente Albert Battel era un abogado
se salvó de la ejecución gracias a un so- siempre vacías–, y a las que, sin embargo, destinado en Przemysl (Polonia) que tenía
borno pagado por Zegota, una organiza- esperaba una dura clandestinidad. asignado un grupo de trabajadores judíos

32 h i sto r i a y v i da

del gueto de la ciudad. Cuando corrió el
rumor de que serían “reasentados”, eufe-
mismo que escondía su liquidación, se
dispuso a evitarlo. Junto a sus hombres,
fusil en mano, cortó el puente que condu-
cía al gueto, impidiendo la entrada a las
SS. Después fue a buscar a sus judíos y los
instaló en los sótanos de la Comandancia
Militar, lo que significó la salvación de 240
cuando el gueto fue por fin liquidado.
Tampoco el comandante Karl Plagge se
quedó de brazos cruzados. Jefe de una
unidad militar de ingenieros con sede en
Vilna, fue pródigo en repartir permisos
familiares de trabajo entre los habitantes
del gueto. Al enterarse de que este iba a
ser cerrado a finales de 1943, transportó
a cuantos pudo a un subcampo controlado
por sus hombres, donde los mantuvo con
vida, aunque no pudo evitar que las SS se
llevaran a algunos estando él de permiso.
Ante la perspectiva de que los demás fue-
ran asesinados por la proximidad del Ejér-
cito Rojo, no solo les avisó, sino que faci-
litó su huida. Unos doscientos cincuenta
se salvaron. Quinientos fueron apresados
y fusilados en el bosque de Peneriai. Mien-
tras, la persecución se había extendido
por toda la Europa ocupada.
Cuando los alemanes ocuparon Grecia,
vivían en este país unos sesenta mil judíos,
en su mayoría sefarditas. Cerca de ocho-
tercer reich
cientos tenían documentación española,
sobre la base de un real decreto ley de
1924 que permitía concederla a los des-
cendientes de los expulsados en 1492, y
se habían mantenido a salvo gracias a los
desvelos de los representantes de España.
Cuando, el 15 de marzo de 1943, salió el
primer tren de deportados de Salónica,
Sebastián Romero de Radigales, jefe de la
legación en Atenas, solicitó la ayuda del
ministro de Asuntos Exteriores, el general
Francisco Gómez-Jordana. Sus negocia-
ciones con los alemanes, trufadas de in-
decisiones, fueron largas. En el ínterin, los
sefarditas hispanos fueron enviados al
campo de tránsito de Bergen-Belsen, aun-
h i sto r i a y v i da 33
dossier

mAriA von Maltzan. a la dcha., prisioneros de

Bergen-Belsen tras su liberación en 1945.

que no al de Auschwitz, donde sus congé-

neres estaban siendo asesinados.
Al final, llegaría el acuerdo: aquellos que
tuvieran documentos españoles serían
enviados a nuestro país, y de allí al Pro-
tectorado de Marruecos. Una primera
expedición, con 182 personas, llegó a la
estación gerundense de Portbou el 9 de
febrero de 1944, a la que siguió otra dos
días después. Mientras, Romero buscaba
una nueva ruta de salida para los que se
hallaban en Atenas. Intentó llevarlos a
Estambul, pero el gobierno turco se negó.
También acabaron en Bergen-Belsen, en
donde habrían de esperar al fin de la gue- dos, así como a ocho clandestinos, para sucesivos, sus esposas se presentaron allí
rra para su liberación. quienes, mediante sobornos, consiguió al grito de “¡Devolvednos a nuestros ma-
Cuando, en octubre de 1941, comenzaron documentación y cobijo. ridos!”. Pese a ser objeto de todo tipo de
las deportaciones de judíos del Reich, En el caso de la berlinesa Maria von Malt- amenazas, no desistieron, hasta que el
quedaban en Alemania 163.696 censados, zan, tras esconder a su novio judío en casa, ministro de Propaganda Joseph Goebbels,
sin siquiera derecho a tener un animal de decidió hacer más. Se integró en una or- temeroso de disturbios mayores, autori-
compañía. Un número indeterminado ganización que, bajo el paraguas de la zó la liberación de los hombres.

una organización en berlín “compraba” judíos salvamento en dinamarca

y los sacaba del país en el interior de muebles
había pasado a la clandestinidad. Su su-
pervivencia, al carecer de cartillas de ra-
cionamiento, iría ligada a la ayuda que les
pudieran proporcionar ciudadanos “arios”,
como Otto Weidt. Pacifista convencido,
Weidt tenía una fábrica que suministraba
a la Wehrmacht cepillos y escobas; de ahí
su consideración de “industria esencial”.
Dispuesto a ayudar, entre 1941 y 1943 dio
trabajo a unos treinta judíos discapacita-
Iglesia sueca de Berlín, se dedicaba a “com-
prar” judíos a funcionarios corruptos, sa-
cándolos del país en el interior de muebles
que eran exportados al país escandinavo.
El 27 de febrero de 1943, un numeroso
grupo de judíos que se habían salvado
por estar casados con mujeres arias fue-
ron concentrados en un edificio de la
berlinesa Rosenstrasse como paso previo
a la deportación. Ese mismo día y los
El caso danés merece un punto y aparte.
Ocupada casi sin disparar un solo tiro, Di-
namarca se convirtió para Hitler en un
potencial protectorado modelo. Se permi-
tió el funcionamiento de sus instituciones
y una vida más o menos normal, incluso
para los judíos. Sin embargo, la situación
se deterioró. Una serie de protestas ciuda-
danas acaecidas en agosto de 1943 movie-
ron a las autoridades de Berlín a ordenar
la detención y deportación de los cerca de
ocho mil judíos daneses. En contra de su
actuación previa en Polonia y Francia, el

34 h i sto r i a y v i da

plenipotenciario alemán en Copenhague,
Werner Best, facilitó otra solución.
En su interés por no romper el remanso de
paz danés o por cuidar su imagen de cara
a la posguerra, comunicó la orden al agre-
gado naval alemán Georg Duckwitz, con
el convencimiento de que este la filtraría,
como así fue. La resistencia organizó en-
tonces una amplia misión de salvamento,
que consistió en trasladar a los judíos da-
neses por mar hasta la vecina Suecia, con
el beneplácito de su gobierno y rey. La
acción, gracias a la inestimable ayuda de
los pescadores daneses, resultó un éxito.
Los 450 que sí fueron capturados se envia-
ron al campo “modelo” de Theresienstadt,
donde muchos lograron sobrevivir gracias
a los desvelos de la Cruz Roja danesa.
Por entonces, Henry Christen Thomsen
poseía una taberna en Snekkeersten, cer-
ca de Elsinore. Su negocio se convertiría
en el centro de una de las rutas clandesti-
nas de salvamento de los judíos daneses,
a los que llegó a transportar en su propia
barca, pero fue denunciado. En un prin-
cipio salió bien librado gracias a la volun-
taria desidia de la policía local, pero la
Gestapo no renunció. Tras ser detenido,
fue enviado al campo de Neuengamme,
donde moriría pocos meses después.
la francia de Vichy
Tras el armisticio firmado en Rethondes
el 22 de junio de 1940, Francia quedó di-
vidida en dos partes: la zona ocupada por
la Wehrmacht y la denominada Zona Libre,
con capitalidad en Vichy. Allí se instaló un
gobierno presidido por el mariscal Pétain
con teórica soberanía sobre toda Francia,
aunque solo efectiva en su zona.
Profundamente antisemita, el gobierno
de Vichy promulgó un restrictivo Estatu-
to Judío que limitaba su vida pública, y
ordenó el internamiento de los israelitas
tercer reich
aUxiLio
cLandestino
Zegota, un fenómeno
único en europa.
el cOnsejO de Ayuda a Ju-
díos, o “Zegota”, fue la mayor orga-
nización de asistencia a los judíos de
la Europa ocupada. Fundado en 1942
con el apoyo del gobierno polaco en
el exilio, supuso la ampliación de un
grupo preexistente. El Comité Provi-
sional para Ayudar a Judíos lo ha-
bían fundado en septiembre de
aquel año Zofia Kossak-Szczucka
(arriba) y Wanda Krahelska-Filipo-
wicz tras los primeros transportes
desde el gueto de Varsovia al cam-
po de exterminio de Treblinka.
la primera acción de Zego-
ta consistió en una llamada a la po-
blación católica a través del folleto
clandestino Protest para que ayuda-
ra a sus connacionales judíos, a la
vez que denunciaba a los colabora-
cionistas. En adelante amplió sus
actividades, estableciendo diversas
secciones que proporcionaban re-
fugio, ayuda económica y nuevas
identidades a los perseguidos. La
sección infantil estuvo dirigida por
la enfermera Irena Sendler.
miembrOs de distintos parti-
dos políticos acabaron integrándose
en Zegota, que mantuvo relaciones
con el clandestino Ejército Nacional
Polaco (AK). No se ha podido con-
cretar el número de personas que
se beneficiaron de sus actividades,
aunque diversas fuentes las cifran
en torno a las veinte mil.
h i sto r i a y v i da 35
dossier

extranjeros en los mismos campos de con-

centración que habían servido para los
refugiados republicanos españoles. Sus
condiciones de salubridad y alimentación
eran pésimas, tal como describió, en re-
ferencia a los niños internados en Rive-
saltes, el representante de la Cruz Roja
Friedel Bohny-Reiter: “Comer. Desde el
amanecer no tienen otra obsesión en la
cabeza, y no se les quitará hasta la noche,
impidiéndoles incluso dormir”.
Otros se agolpaban en los puertos france-
ses del Mediterráneo en busca de un pa-
saje que los llevara al norte de África o, si
era posible, a América. O bien junto a la
frontera española, a la espera de un pasa-
dor, casi nunca altruista, que los ayudara
a cruzar. Entre ellos se hallaban algunas
celebridades que distintas organizaciones

algunos se agolpaban
junto a la frontera
española, a la espera
de un pasador que los
ayudara a cruzar
se propusieron salvar. Varian Fry llegaría
a Marsella en agosto de 1940 con una lis-
ta de 200 personalidades y sus correspon-
dientes visados para Estados Unidos.
Cumplió el encargo, repatriando a refu-
giados de renombre, como el pintor Marc
Chagall o la ensayista Hannah Arendt,
pero pensó que podía hacer más. Agotados
los visados, sobornó y amenazó, compró
pasajes y falsificó documentos, auxiliando
a más de cuatro mil personas, aun a costa
de varias detenciones y su definitiva ex-
pulsión, mientras la embajada estadouni-
dense miraba hacia otro lado.
No miró hacia otro lado el cónsul general
de México en Francia, Gilberto Bosques,
quien, con la autorización del presidente
Cárdenas, emitió miles de visados. Lo mis-
mo que el español Eduardo Propper de
Callejón. Diplomático de la embajada en
París, se trasladó a Burdeos, donde ocupó
la vacía oficina consular. Desde allí, sin
autorización alguna, emitió visados a dies-
tro y siniestro. Reubicado en Vichy, conti-
nuó con tales prácticas, hasta que fue sus-
pendido y enviado a Marruecos. Nunca se
supo cuántos documentos emitió. Tampo-
lOs niñOs de izieu
en 1943, bajO el patrocinio del
subprefecto Pierre-Marcel Wiltzer y la
dirección de Sabine Zlatin, se estableció
una colonia de niños judíos (arriba) en
la aldea de Lélinaz, cerca de Izieu, en la
laxa zona de ocupación italiana de Fran-
cia. Algunos fueron llevados allí por sus
propios padres en peligro; otros, recogi-
dos de los campos de internamiento.
Contaban con la colaboración del vecin-
dario de los pueblos, y muchos fueron
co se supo cuántos firmó el cónsul de Por-
tugal en Burdeos, Aristides de Sousa Men-
des, ignorando la prohibición expresa del
gobierno de Salazar. Ni siquiera la orden
de regreso a su patria le detuvo. Las auto-
ridades lusas tuvieron que enviar a dos
agentes para obligarle a volver. Su acción
no solo le costó la carrera, sino también la
marginación para el resto de su vida.
No obstante, las detenciones de judíos
extranjeros por parte de las autoridades
repartidos en diversas casas y granjas. En
realidad, casi todo el mundo sabía de su
existencia y procuraba a los niños una vi-
da lo más normal posible. Sin embargo, la
ocupación alemana de la zona italiana y el
traslado de Wiltzer a otro departamento
propiciaron un dramático final.
El 6 de abril de 1944, la Gestapo, alertada
por una denuncia, se presentó en la casa
cuando los niños estaban desayunando y se
los llevó, junto a sus cuidadores, en camio-
francesas continuaron. No solo eso: em-
pezaron a ser entregados a los alemanes.
En un principio, estos excluyeron de la
deportación a los menores, lo que obliga-
ba a las autoridades francesas a hacerse
cargo de ellos. Con la excusa de mantener
la unidad familiar, el gobierno de Vichy
envió la siguiente nota a Berlín: “El presi-
dente Laval ha propuesto, con ocasión de
la deportación de familias judías de la
zona no ocupada, deportar también a los

36 h i sto r i a y v i da

nes custodiados por la Wehrmacht. So-
lo hubo dos excepciones: el joven Léon
Reifman, que fue alertado por su her-
mana, y el niño de 8 años René Wucher,
al que se hizo apear en Brégnier-Cordon
cuando se constató que no era judío.
lOs resTanTes fuerOn lleva-
dos al centro de internamiento de Dran-
cy, y de allí a Auschwitz-Birkenau. Tan
pronto llegaron, cuarenta y dos niños y
cinco adultos fueron gaseados, y otros
dos adultos fueron fusilados en Estonia.
Únicamente se salvó un educador.
niños menores de 16 años”. El 20 de julio
de 1942, Eichmann daría su aprobación.
De los más de diez mil niños salidos de
Francia apenas sobrevivirían cien.
La situación devino crítica al extenderse la
deportación a los judíos franceses y al ocu-
par los alemanes la Zona Libre el 11 de
noviembre de aquel año. No había donde
esconderse, y pocos lugares fueron respe-
tados. Ni siquiera la casa de colonias de
Izieu, donde medio centenar de niños vivían
felices gracias a los desvelos de un grupo
de adultos y la protección del subprefecto
Pierre-Marcel Wiltzer, fue respetada. El 6
de abril de 1944 los pequeños fueron de-
tenidos y enviados a Auschwitz.
Subsistió un oasis en la zona de Vivarais-
Lignon. De la mano de sus pastores, enca-
bezados por André Trocmé, los habitantes,
descendientes de hugonotes, de una do-
cena de pueblos de la región dieron cobi-
jo a más de cinco mil refugiados, de los
que unos tres mil quinientos eran judíos.
Lo hicieron sin preguntas y aun a costa de
su vida y sus bienes, creando una amplia
red de socorro y apoyo que procuró su
salvación a través de Suiza.
epílogo a un drama
A principios de 1944, Hungría, dotada de
una dura legislación antisemita que data-
ba de antes de la guerra, poseía una amplia
comunidad judía, con más de cuatrocien-
tos cincuenta mil miembros, la mitad de
los cuales vivía en Budapest. Sin embargo,
ante el temor de que el gobierno del almi-
rante Horthy cambiara de bando, las tropas
alemanas ocuparon el país, provocando un
endurecimiento de las medidas antisemitas.
Dos meses después, los campesinos judíos
comenzaron a ser deportados, al tiempo
que se creaban dos guetos en la capital. La
situación se deterioró tan deprisa que el
propio Horthy interrumpió temporalmen-
te los traslados. Algunos de los escasos
diplomáticos que aún quedaban en el país
le hicieron llegar una nota conjunta de
protesta por el maltrato a los israelitas,
auspiciada por el nuncio Angelo Rotta.
Uno de los firmantes fue Ángel Sanz Briz,
que con anterioridad había logrado la
protección de unos quinientos niños ju-
díos. Ahora la haría extensiva a varios
miles de personas gracias a una argucia:
la de multiplicar los 200 pasaportes para
sefarditas (casi no los había) que las au-
toridades húngaras le habían concedido
añadiéndoles un número de serie, y así
repetir su numeración. Además, alojó a
cuantas personas pudo en diversas casas,
a las que dotó de una bandera rojigualda
y un letrero que decía: “Anejo a la legación
española. Edificio extraterritorial”. Cuan-
do se vio obligado a volver a España, sería
su colaborador italiano Giorgio Perlasca
quien continuase su labor con abnegación.
Parecido camino, aunque con mayores
tercer reich
giorgio PerlAscA, colaborador italiano del
diplomático español Ángel sanz Briz, en 1940.
medios, realizó el sueco Raoul Wallenberg.
Como moderno Pimpinela Escarlata, lle-
gó a Budapest con 650 pasaportes y una
lista de personas a quienes proteger, pre-
sentándose como representante oficioso
del presidente Roosevelt y consiguiendo,
quizás su mayor mérito, la unidad de ac-
ción con los restantes diplomáticos. En su
labor, no solo amedrentaría al gobierno
húngaro, sino que llegó a entrevistarse,
con intención de sobornarlo, con el propio
Eichmann a fin de que interrumpiera las
sangrientas “marchas de la muerte” has-
ta la frontera alemana. Aunque no lo logró,
miles de personas le debieron la vida. Tras
la llegada del Ejército Rojo, fue detenido
por la NKVD y no volvió a saberse nada
de él. Se supone que murió en la prisión
moscovita de la Lubianka.
Lamentablemente, en este limitado re-
corrido no hemos podido hablar de Anna
Borkowska, Joop Westerweel, Andrée Geu-
len ni de tantos otros. Sus acciones fueron
igual de inestimables que las descritas a la
hora de salvar a sus semejantes.
PArA sAber más
ensaYO
dWOrk, debórah y Van pelT, robert jan.
Holocausto. Madrid: Algaba, 2004.
hilberg, raul. La destrucción de los ju-
díos europeos. Madrid: Akal, 2005.
laQueur, Walter (ed.). The Holocaust En-
cyclopedia. New Haven: Yale University
Press, 2001. En inglés.
Weber, louis (ed.). Crónica del Holocaus-
to. Madrid: Libsa, 2002.
h i sto r i a y v i da 37
nombres de Justos entre las Naciones en
el muro del museo Yad Vashem de Jerusalén.
algunos
hombres
buenos
Hombres y mujeres, que buscaron o falsificaron
visados, que ocultaron a amigos o a desconocidos
en sus casas o los extrajeron de los guetos, que
tomaron partido para evitar su entrada en el infierno.
Fueron todos un modelo de lucha desinteresada.
Sergi Vich Sáez, Historiador
dossier
Paul grüninger
uN policía suizo eN la FroNtera coN austria
a
fable y buen deportista, Paul
Grüninger (1891-1972) era
una persona conocida no solo
en su St. Gallen natal, sino en
toda Suiza, porque había for-
mado parte del SC Brühl, un equipo de
fútbol de la primera división helvética.
Tras dar por acabada esta faceta, Grünin-
40 H i sto r i a Y V i da
permitió tejer una amplia red de contactos
a ambos lados de la frontera, y en especial
en la localidad austríaca de Bregenz. Sin
embargo, la anexión de Austria por el Ter-
cer Reich en 1938 puso fin a esa etapa.
Grüninger no vio con buenos ojos las me-
ger ingresó en la policía (abajo a la izqda., didas restrictivas de su gobierno destinadas
en 1934), en la que alcanzó el grado de a impedir la llegada de refugiados, sobre
capitán y la jefatura del puesto fronterizo todo judíos, que intentaban alcanzar Sui-
de su ciudad, además de ser miembro ac- za huyendo de las políticas aplicadas por
tivo de la Asociación Suiza de Policía, una los nazis. La petición de ayuda por parte
especie de sindicato profesional. Fueron, de algunos amigos de Bregenz, donde los
quizá, los mejores momentos de su vida. refugiados se acumulaban con intención
Reconocido por todos, su buen carácter le de cruzar la frontera, le hizo decidirse.
Para saltarse las prohibiciones de su propio
gobierno, que limitó al máximo la expedi-
Encyclopedia of the Holocaust. Hebrew Edition, 1990. Yad Vashem, 4613/290.
ción de visados a partir de una determi-
nada fecha, se las ingenió para emitirlos
con fecha anterior y pasarlos a sus contac-
tos para que los distribuyeran, lo que per-
mitiría a sus poseedores cruzar la frontera
sin problemas. Unas tres mil seiscientas
personas consiguieron beneficiarse de ello.
Sin embargo, el sospechoso aumento de
visados y la indiscreción de algunos aler-
taron a la policía alemana, que estableció
un discreto seguimiento para descubrir
qué estaba sucediendo. Tardó varios meses
en lograr las evidencias, pero, cuando lo
hizo, informó a la seguridad helvética y
exigió la destitución de Grüninger.
expulsado con “deshonor”
El 3 de abril de 1939, cuando nuestro
protagonista se dirigía, como cada día,
a su puesto de trabajo, se lo encontró
rodeado por fuerzas ajenas a su comisa-
ría, que se aprestaron a detenerlo. Acu-
sado de reiterado incumplimiento de
órdenes y falsificación documental, fue
suspendido de empleo y sueldo. Se le
juzgó en 1941, se le declaró culpable y se
le expulsó con deshonor de la policía.
Mal visto, sin recursos ni trabajo, el otro-
ra reconocido deportista y policía vio
cómo se le cerraban las puertas una tras
otra. Olvidado por todos, incluso se le
negó su derecho a pensión. Malvivió des-
de entonces son suma estrechez, rozando
en algún momento la miseria.
No fue hasta los años noventa cuando la
prensa y la televisión suizas resucitaron
su caso, obligando al gobierno suizo a una
forzosa y póstuma rehabilitación. Hoy, el
campo de fútbol del SC Brühl se llama Es-
tadio Paul Grüninger. Demasiado tarde.
 tercer reich

Nicholas
Winton
el salVador britáNico
de Niños cHecos

a
finales de 1938, Nicholas
Winton (1909-2015) era un
despreocupado y exitoso
agente de cambio y bolsa lon-
dinense, hijo de padres judíos
cristianizados, que trabajaba en la City y
se preparaba para disfrutar sus vacaciones
navideñas esquiando en los Alpes suizos.
Una apremiante llamada de su amigo Mar-
tin Blake cambió no solo sus planes, sino
su vida de laborista comprometido.
Blake, miembro de una organización de
ayuda a los refugiados, se hallaba en una
Praga repleta de personas, especialmente
judíos, que habían huido del Reich y veían
con pavor la posibilidad de que Alemania
se hiciera con lo que quedaba de Checos-
lovaquia, como así fue. Desbordado por el

Los niños, le indicaron, debían tener menos

uN amigo Sabía de SuS
doteS orgaNizatiVaS y
quiSo aProVecharlaS,
aPelaNdo, coN éxito,
a Su coNcieNcia
ingente trabajo, sabía de las dotes organi-
zativas de Winton y se decidió a aprove-
charlas, para lo que no dudó en apelar a
su conciencia. Nuestro protagonista cam-
bió de inmediato el blanco de las nevadas
montañas por el gris de la capital checa.
en busca de fondos
Nada más llegar, Winton se dio perfecta
cuenta de que la situación era angustiosa,
y, con la ayuda de Trevor Chadwick, mon-
tó una organización paralela con el obje-
tivo de facilitar la salida de cuantos niños
pudiera, con la esperanza de reunirlos
después con sus familias. Pronto corrió la
voz, y centenares de padres acudieron a
su despacho. Aunque la decisión de sepa-
rarse de sus hijos resultaba estremecedo-
ra, era lo mejor que podían hacer.
winton en praga en 2007. arriba, junto con
uno de los pequeños en una foto sin datar.
Sin embargo, ningún gobierno quería ha-
cerse cargo de aquellos niños. Tan solo las
autoridades suecas aceptaron algunos.
Winton viajó entonces a Londres, deseoso
de que su patria les diese cobijo. Se encon-
tró en casa con mayor resistencia de la
prevista. Yendo de aquí para allá, llamó a
todas las puertas y movió todos sus con-
tactos, hasta que por fin las autoridades
británicas aceptaron hacerse cargo de los
pequeños. Pero con condiciones.
de 18 años y contar con una familia de
acogida, y debían depositarse 50 libras por
cabeza para costear un hipotético billete
de vuelta. Una cantidad astronómica para
Winton y sus colaboradores. El agente de
bolsa no se arredró. Publicó anuncios en
la prensa pidiendo donaciones, estableció
cuestaciones con la ayuda de las Iglesias
y diversas asociaciones judías y organizó
loterías. Lo que fuera para recaudar el di-
nero necesario. Y lo consiguió.
Winton organizó ocho transportes (uno
en avión), aunque no fue fácil contar con
el permiso de las autoridades alemanas y
las holandesas, por cuyo territorio pasaron
los convoyes ferroviarios con 669 niños.
El noveno, que tenía que salir, con 250
criaturas, de una Praga ya ocupada el 1 de
septiembre de 1939, día en que comenzó
la II Guerra Mundial, nunca partió. Se
perdió todo rastro de sus integrantes.
El trabajo de Winton caería en el olvido a
causa de la vorágine de la guerra, y también
de su poca afición a adjudicarse méritos.
Solo en 1988 volvería a la luz de la mano
de la prensa, recibiendo entonces los ho-
nores que tanto merecía.

H i sto r i a Y V i da 41
dossier
irena Sendler
uNa eNFermera polaca eN el gueto de VarsoVia
a
finales de 1940, cuando se
creó el gueto de la capital de
Polonia, las autoridades ale-
manas de ocupación temie-
ron que los casos de fiebre
tifoidea y otras enfermedades contagiosas
que se daban en él se extendieran más allá.
Por ello, permitieron que el servicio de
desinfección municipal entrara periódica-
mente en el lugar para mantener acotada
la posibilidad de epidemia.
Entre quienes entraban y salían del gueto
con este objetivo se hallaba Irena Sendler
(1910-2008). Esta enfermera polaca, do-
lorida por las extremas condiciones de
vida del recinto, se dedicó a introducir de
tapadillo los alimentos y medicinas que
conseguía obtener en la zona aria de la
ciudad, y, en solidaridad con los interna-
dos, solía colocarse el brazalete obligatorio
con la estrella de David cuando se hallaba
dentro, a pesar de no ser judía.
No contenta con esto, logró organizar un
sistema para sacar del gueto al máximo
número posible de niños de acuerdo con
sus padres, aprovechando las facilidades
42 H i sto r i a Y V i da
la geStaPo la detuVo
y fue torturada
rePetidameNte, Pero
NuNca reVeló dóNde
Se hallabaN loS NiñoS
que le reportaba su trabajo. Los métodos
empleados fueron distintos: a los más pe-
queños se les sedaba para introducirlos en
cajas con respiraderos que transportaban
los carros de desinfección; a otros los sa-
caba ella misma cubiertos por su propia
capa, mientras que los más mayores huían
por las alcantarillas.
Tras la destrucción del gueto en 1943, y
con la ayuda de la organización Zegota,
de cuya sección infantil se haría cargo,
salvó a unos dos mil quinientos niños (arri-
ba, un grupo de ellos en 1941). Sus nom-
bres y antecedentes familiares los anotaba
cuidadosamente en unas listas que enterró
en botes de vidrio bajo el manzano de un
jardín vecino, con vistas a una reunificación
sendler en una fotografía de 1942 (arriba) y
en una tomada en 2005 (abajo).
familiar que en pocos casos se completó.
Fuera del gueto, los pequeños, dotados de
documentos nuevos como cristianos, eran
entregados a familias de acogida o a ins-
tituciones religiosas. En especial, al orfa-
nato Familia de María, en Varsovia.
La Gestapo detuvo a Sendler el 20 de oc-
tubre de 1943. Fue repetidamente tortu-
rada en la prisión de Pawiak, en donde le
rompieron los pies y las piernas, dejándo-
le una cojera de por vida. No reveló quié-
nes eran sus cómplices ni dónde se hallaban
los niños. Condenada a muerte, logró huir
el día de su ejecución gracias al soborno,
por parte de Zegota, de algunos guardias.
Desde entonces pasó a una activa clandes-
tinidad hasta el fin de la guerra.

aristides de Sousa mendes
el cóNsul portugués que salVó 10.000 Vidas
C
uando cayó Francia, Aristides de
Sousa Mendes (1885-1954) era
cónsul de Portugal en Burdeos.
Su trabajo más habitual hasta
entonces había consistido en tra-
mitar visados de tránsito hacia su país
para refugiados de todas las nacionalida-
des que huían de la guerra. Desde territo-
rio luso, estos pretendían llegar a las Amé-
ricas, fuese en barco o en el más exclusivo
Clipper de la Pan American.
Sin embargo, a medida que los días pasa-
ban, las peticiones no solo aumentaban,
sino que se multiplicaban, especialmente
por parte de familias de origen judío. Has-
ta entonces, el gobierno de António de
Oliveira Salazar no había puesto trabas a
su concesión, dada su categoría de tránsi-
to. Pero el miedo a que los solicitantes sin
medios se quedaran en Portugal y viviesen
a expensas de las autoridades –la mayor
parte de los países habían restringido su
entrada–, le hizo dirigir una orden a los
medios consulares lusos de todo el mundo.
El gobierno prohibía la expedición de vi-
sados para “los extranjeros de nacionalidad
indefinida o impugnada, los apátridas o
judíos expulsados de sus países de origen”.
Papeles a centenares
Esta disposición creó un problema de con-
ciencia al devoto católico Sousa Mendes,
en contacto diario con las penurias de los
refugiados. Por ello, no solo decidió no
acatarla, sino que, en colaboración con el
rabino Jaím Kruguer, expidió visados a
centenares. Señaló que los emitiría gratis
a quien no pudiera pagar sus costas, y abrió
para ello una oficina anexa al consulado.
Entre el 15 y el 22 de junio de 1940 emitió
1.575 visados, casi todos familiares.
Una vez al corriente, el Ministerio de Ex-
teriores luso le reconvino en repetidas
ocasiones. Como Sousa Mendes no hizo
el menor caso, sus superiores optaron por
cesarlo y enviar a dos agentes para que lo
tercer reich
custodiaran hasta Portugal. El diplomáti-
co no pudo hacer frente a esta medida
drástica, pero tampoco desistió.
Al pasar por Bayona en su viaje de regreso
y ver las largas colas de refugiados que se
habían formado frente al consulado por-
tugués, se le ocurrió una idea. Se las inge-
nió para imprimir un documento, que
repartió con profusión, a pesar de las que-
jas de su colega allí establecido. Decía así:
“El gobierno de Portugal solicita amable-
mente al gobierno de España permitir al
portador de este documento cruzar Espa-
ña libremente. El portador es un refugiado
del conflicto en Europa y está de camino
a Portugal”. Se encargó incluso de acom-
pañar con su coche hasta la frontera espa-
ñola a un numeroso grupo que portaba el
documento firmado por él. En total, unas
diez mil personas acabaron beneficiándo-
se de la actividad de Sousa Mendes.
Sin embargo, tanta desobediencia no se
le perdonó. Fue juzgado y apartado de la
carrera diplomática. Sin medios para aten-
der a su esposa y trece hijos, malvivió el
resto de su vida. No fue rehabilitado hasta
1988. Arriba, Lissy Jarvik, salvada gracias
a él, habla ante su fotografía en una mues-
tra en Los Ángeles en enero de este año.
H i sto r i a Y V i da 43
dossier
ángel Sanz briz
el español eN misióN de salVameNto eN HuNgría
a
mediados de 1944, Ángel Sanz
Briz (1910-80), abogado y di-
plomático zaragozano, ocupa-
ba el puesto de encargado de
negocios y jefe de la legación
española en Budapest en sustitución de
Miguel Ángel Muguiro, al que habían
trasladado. Siguiendo a este, Sanz Briz
mantuvo una silenciosa y comedida labor
de ayuda a los judíos húngaros. A algunos
les dio empleo en la legación, mientras
que a otros les ofreció la protección di-
plomática española. Fue el caso de unos
quinientos niños evacuados de zonas
rurales, las primeras en sufrir el programa
de “reasentamiento” de las autoridades,
a los que proveyó de documentos para su
evacuación a Tánger. No pudo llevarla a
cabo, al no conseguir el visado de tránsi-
to alemán, pero sí mantuvo su protección
durante lo que quedó de guerra.
44 H i sto r i a Y V i da
La invasión alemana de Hungría, la toma
de poder por parte del ultranacionalista y
antisemita Partido de la Cruz Flechada y
la llegada de Adolf Eichmann con la misión
de acabar con la judería húngara llevaron
a Sanz Briz a implicarse cada vez más.
un hombre con recursos
Con la colaboración del italiano Giorgio
Perlasca, y aprovechando el deseo del re-
conocimiento diplomático por Madrid del
nuevo gobierno húngaro, Sanz Briz se las
apañó para que las autoridades magiares
se avinieran a permitir la expedición de
200 pasaportes para los judíos sefarditas
del país –en realidad, solo había 50–. Echa-
ba mano de un caduco decreto de la dic-
tadura de Miguel Primo de Rivera que
permitía la concesión de nacionalidad a
los descendientes de los judíos que fueron
expulsados por los Reyes Católicos.
Para incrementar los pasaportes, el espa-
ñol añadió a los 200 una serie, empezando
por la A1, que le permitió tener siempre
alguno disponible. No obstante, según él,
lo más trascendente fue el reconocimien-
to de las autoridades locales de que Espa-
ña protegiera a sus sefarditas, condición
otorgada liberalmente por Sanz Briz y
Perlasca ante el silencio del Ministerio.
A la concesión de estos documentos siguió
el alquiler de ocho casas en la capital hún-
gara, a las que dotó de la bandera españo-
la y un letrero que decía: “Anejo a la lega-
ción española. Edificio extraterritorial”.
En estas casas, el diplomático alojaba a los
perseguidos. Más aún, se atrevió a detraer
personas de las marchas a la frontera ale-
mana organizadas por Eichmann.
Documentalmente se pueden precisar en
4.295 los individuos protegidos por Sanz
Briz, aunque es seguro que su número fue
sustancialmente mayor. Cuando fue lla-
mado a España, la infraestructura creada
por él quedó en manos de Perlasca, que la
mantuvo con igual firmeza y similar ba-
lance hasta la llegada del Ejército Rojo.

United States Holocaust Memorial Museum, cortesía de Annette Fry.
Varian fry
uN persisteNte americaNo eN marsella
e
l periodista estadounidense Va-
rian Fry (1907-67) llegó a Mar-
sella en agosto de 1940 (arriba,
en esta ciudad) con una misión:
sacar de Francia a 200 intelec-
tuales judíos que habían quedado bloquea-
dos por la guerra. Figuraban entre ellos el
pintor Marc Chagall, la compositora Alma
Mahler, el novelista Lion Feuchtwanger o
la intelectual Hannah Arendt. Las organi-
zaciones norteamericanas que lo habían
contratado le habían provisto de la lista
de personas a salvar y de los visados y me-
dios económicos necesarios. Pero, tras
finalizar su cometido, la gravedad de la
situación le haría dar un paso más.
tercer reich
Cuando corrió la voz de lo que estaba ha-
ciendo, cientos de personas de distinta
nacionalidad y condición se dirigieron a
él para pedirle auxilio. Sus recursos, por
entonces casi agotados, no eran suficientes.
Se dirigió al consulado norteamericano
en demanda de ayuda, pero esta no fue
atendida. Fry no se conformó.
Por lo legal y lo ilegal
El periodista empleó el dinero que le que-
daba en montar una organización que
denominó Centro Americano de Socorro.
Su fin consistiría en canalizar las ayudas
particulares que solicitaba para poder
atender a los refugiados judíos que llama-
ban a su puerta. Agotados los visados, los
falsificó. Acabados los medios legales
para sacar a los refugiados de Francia,
buscó otros, a menudo ilícitos. Poco valía
SuS oPeracioNeS
llamaroN la ateNcióN
de la Policía, haSta
que fue deteNido y,
deSPuéS, exPulSado
el destino, si estaba fuera del rango de las
autoridades de Vichy y de los alemanes.
Nada importaba que los pasajeros con-
taran con billete o se les colocara como
polizones tras un oportuno soborno. Lo
importante era sacarlos de allí.
En cierto momento, las operaciones de
Fry llamaron la atención de la policía ga-
la. Detenido en diciembre de 1940, tuvo
que recurrir a viejas amistades, dado que
ni el consulado ni la embajada hicieron
nada por él. Fue liberado con la condición
de que cejara en sus actividades, pero in-
cumplió su promesa. Llegó una segunda
detención en agosto de 1941 y, como co-
rolario, su expulsión a España, desde
donde regresó a su país.
Una vez allí, su trabajo, que había signifi-
cado una esperanza para más de cuatro
mil personas, de las que un millar lograron
salir de Francia, no le reportó consideración
alguna. Al contrario. El FBI le vigiló como
sospechoso de subversión, y sufrió un fuer-
te rechazo social. Olvidado por todos,
acabó su vida como profesor de latín en
una escuela privada masculina.
H i sto r i a Y V i da 45
46 H i sto r i a Y V i da
dossier

Cortesía de la familia de Raoul Wallenberg a través de la Universidad de Michigan, EE. UU.


chiune Sugihara
uN JapoNés que desaFió a su propio régimeN
h
ijo de un prestigioso médico,
Chiune “Sempo” Sugihara
(1900-86) fue un estudiante
brillante que no quiso seguir
la senda paterna. Prefirió la
carrera diplomática, en la que se convirtió
en todo un experto en asuntos rusos. Así
pues, tras diversos destinos, fue enviado
como vicecónsul a Kaunas, la capital de la
aún independiente Lituania, en 1939, con
la secreta misión de informar de los mo-
vimientos del Ejército Rojo.
Por aquellas fechas, Kaunas se había con-
vertido en un hervidero de refugiados,
especialmente judíos polacos, que huían
de la expansión alemana y habían recala-
do en la capital por necesidad. Estaban allí
a la espera de un destino mejor, a pesar
del fuerte sentimiento antisemita que pro-
fesaba la población lituana.
El trabajo de Sugihara transcurrió con
tranquilidad hasta el 17 de julio de 1940,
cuando, ocupado ya el país por el Ejército
raoul Wallenberg
el sueco que emuló a la pimpiNela escarlata
e
l inquieto y joven arquitecto Raoul
Wallenberg (1912-47) era miem-
bro de una rica familia de ban-
queros suecos. Impresionado por
el filme La pimpinela escarlata,
que relataba el rescate de aristócratas de
manos de los revolucionarios franceses,
quiso emular al protagonista, por lo que
maquinó de modo que tanto la norteame-
ricana Junta de Refugiados de Guerra
como el gobierno sueco le comisionaran
para salvar a determinados judíos húnga-
ros de las manos de las SS. Wallenberg fue
nombrado secretario de la embajada sue-
ca. Llegó a Budapest el 9 de julio de 1944
con una lista de personas que proteger,
650 pasaportes y el dinero suficiente. Sin
embargo, la magnitud del drama le hizo
replantearse el alcance de su misión.
Rojo, cientos de judíos polacos y también
lituanos se agolparon en la legación en
busca de un visado de tránsito. Con él de-
seaban abandonar el país y dirigirse a las
colonias holandesas, aprovechando la
laxitud de las autoridades soviéticas du-
rante los primeros días de ocupación.
tomar la delantera
El vicecónsul japonés pidió instrucciones
a sus superiores, pero la respuesta se de-
moraba. Sugihara decidió emitir los visa-
dos con la ayuda de su esposa, sin impor-
tarle que los postulantes no reunieran las
mínimas condiciones exigidas por su ad-
ministración. Ambos se pasaron las noches
rellenando formularios a mano. Ni siquie-
ra la posterior negativa del Ministerio de
Exteriores nipón les hizo desistir.
Unas diez mil personas se beneficiaron de
su medida, hasta que, en septiembre de
1940, Sugihara fue relevado de su cargo.
Volvió a Japón, no sin antes haber “olvi-
Poco después creaba la Sección de Ayuda
Humanitaria de la legación, a la que dotó
de un aparato administrativo, formado
en su mayoría por personal judío. La sec-
ción se consagró a la confección de los
Schutzpässe, certificados de protección de
la Cruz Roja que, a simple vista, parecían
pasaportes, aunque no lo eran. También
daría curso a simples cartas de protección
firmadas por el cónsul Per Anger, un co-
laborador. Ambos documentos tuvieron
gran efectividad, al ser reconocidos por
el gobierno húngaro, al que Wallenberg
se había presentado como delegado ofi-
cioso del presidente Roosevelt.
una red admirable
Hasta 32 edificios francos, dos hospitales
y un comedor conformaban el entramado
tercer reich
dado”, en manos de un amigo, el sello
oficial y numerosos formularios con mem-
brete para que siguiera utilizándolos.
A lo largo de la guerra, Sugihara siguió
trabajando para el servicio diplomático.
Fue capturado por los soviéticos en Buca-
rest, su último destino. Cuando fue libe-
rado, en 1947, el ministerio nipón le exigió
su renuncia por su indisciplina en Kaunas
siete años antes, aunque las fuentes ofi-
ciales siempre lo hayan negado.
organizado por el sueco, que supuso la
salvación para más de treinta mil personas.
Para ello no dudó en sobornar y amenazar,
y llegó incluso a un acuerdo con el gobier-
no ultranacionalista y antisemita de Ferenc
Szálasi. No obstante, quizá lo más trascen-
dental fue lograr la cooperación de otros
representantes diplomáticos radicados en
la capital húngara, como el de España y el
Vaticano, en aras de extender la protección
al mayor número posible de personas.
El 17 de enero de 1945, tras la llegada del
Ejército Rojo, Wallenberg se dirigió con
su chófer hasta la ciudad de Debrecen
para entrevistarse con el general Rodion
Malinovski, a quien quería solicitar que le
permitiera completar su labor. Detenido,
desapareció en el sistema policial soviéti-
co, aunque se le suele situar en las prisio-
nes moscovitas de Lubianka y Lefortovo.
Se supone que murió el 17 de julio de
1947. Es un tema nunca aclarado, en par-
te por la escasa predisposición a investi-
gar de suecos y norteamericanos.
H i sto r i a Y V i da 47
barbarroja, el almirante otomano que tomó
Castelnuovo, por reis haydar Nigari, c 1545.

48 h i sto r i a y v i da
El día quE
los tErcios
pErdiEron
castElnuovo
año 1539. tras una defensa histórica por apenas tres
mil soldados de un tercio español, los otomanos, con
cincuenta mil efectivos capitaneados por el mítico
Barbarroja, tomaron la fortaleza de Castelnuovo.
Eduardo Garrido, periodista

a
partir de la caída de Cons­
tantinopla en 1453, el Im­
perio turco, bajo el mando
del sultán Mehmet II, ini­
ciará su expansión hacia
Europa. En 1480, las tropas otomanas
desembarcan en el sur de Italia y toman,
con gran conmoción para la cristiandad,
la estratégica ciudad de Otranto, cuyo
canal, puerta de entrada al Adriático,
separa Italia de Albania tan solo por 75
kilómetros. Un año más tarde, el duque
de Calabria, con ayuda de su primo el rey
Fernando el Católico y del rey de Portu­
gal, recupera la ciudad.
En 1500, Fernando envía una flota, bajo
las órdenes de Gonzalo Fernández de Cór­
doba, el Gran Capitán, a encontrarse con
la armada veneciana, para, juntas, levan­
tar el asedio de Corfú y recuperar la isla
de Cefalonia de manos del ejército otoma­
50 h i sto r i a y v i da
no. Francia y la Corona española siguen
enfrentadas en tierra italiana, pero, tras
las sucesivas victorias del Gran Capitán
en Ceriñola y Garellano (1503), los fran­
ceses son expulsados de Nápoles, que se
vincula definitivamente a España.
Ya con Carlos V al frente de la Corona his­
pana, los otomanos conquistan Belgrado
en 1521, y cinco años después se hacen
con el reino de Hungría. Sucede tras la
batalla de Mohács, donde pierde la vida
el joven rey de Hungría, Luis II, casado con
María de Austria, hermana de Carlos.
El Imperio otomano, cuyo poder engloba
el Mediterráneo desde el Éufrates hasta el
Danubio, supone un riesgo creciente. El
poderío turco, representado por el sultán
Solimán, llamado el Magnífico, junto a
Barbarroja, pirata y señor de Argel, nom­
brado almirante por el sultán, no da tregua
en su avance. No obstante, en 1535, el
dErrota magiar en Mohács, 1526. Miniatura
otomana. Museo Nacional de hungría, Budapest.
carlos v Es consciEntE
dEl riEsGo quE
suponEn los turcos
para las posEsionEs
dE los austrias
mismo año en que Barbarroja ataca y sa­
quea Menorca, la armada española toma
la fortaleza de La Goleta y recupera Túnez.
la santa liga
La victoria conseguida en esta última
plaza no cambió sustancialmente la si­
tuación en el Mediterráneo. A pesar de
que Carlos V es muy consciente de la
amenaza que se cierne sobre las posesio­
nes de los Austrias en España, Italia y el
Imperio, la guerra con Francia desatada
 tercios

la riña empieza en casa

el fragMeNtado oCCideNte CristiaNo y sus esCollos CoNtra estaMBul
FRANCO Viena
SACRO IMPERIO Posesiones de Carlos V
CONDADO AUSTRIA
Budapest
ROMANO GERMÁNICO Batalla
HUNGRÍA Sitio
Aquilea Mohács
Milán
Venecia (1526)
Génova
R

FRANCIA N Belgrado Mar Negro

EI

O
M D
ar E
Florencia VE
A NE BALCANES Sínope
dr BOSNIA
ESTADOS iá CI
A
PONTIFICIOS ti
co Castelnuovo I M Constantinopla/
Córcega (1539) P
Roma E R Estambul
Ceriñola I O
Nápoles (1503)
Garellano NÁPOLES Brindisi O T O M A N O
Cerdeña (1503) Tarento Otranto
Gallipoli
Corfú Preveza Mar Anatolia
Crotona (1500) (1538) Egeo
Mesina Cefalonia Atenas
La Goleta (1500) Lepanto
Bugía (1535) Sicilia (1571)
Túnez Rodas
Chipre
Mar Mediterráneo Creta
Malta 0 300 km

En El siglo xvi, otomanos y eu-
ropeos no solo se disputaban las aguas
del Mediterráneo. El Imperio otomano se
había quedado con los dominios del Im-
perio bizantino, al que había hecho caer
en 1453. El riesgo de que la Sublime
Puerta avanzara por el continente podría
haber movilizado a todos los soberanos
europeos en aras de su defensa, pero, en
realidad, no siempre sería así. En Europa
proliferaban las divisiones. No solo se en-
frentaban frontalmente los intereses de
los estados protestantes y los católicos;
también entre estos últimos menudea-
ban las divergencias políticas y económicas,
hasta el punto de superponerse frecuente-
mente a las religiosas.
Francia, por EjEmplo, estaba en
alerta máxima ante la pinza que formaba a su
alrededor la dinastía de los Habsburgo, que
regía en Austria, España y los Países Bajos.
De hecho, para estorbar a los españoles, que
veían seriamente amenazado su litoral desde
las posesiones que los otomanos ostentaban
en lo que hoy es Argelia, Francia no había du-
dado en ocasiones en ofrecer a los turcos ba-
ses en su costa desde las que operar.
En cuanto a los múltiples estados
italianos, solían mantener una mayor ri-
validad entre sí que con potencias exter-
nas, incluida la otomana.
con todo, el papado logró reunir
“ligas santas” en momentos en que las
inclinaciones de distintos países parecie-
ron confluir con las de Roma: para luchar
contra Francia en 1495 y 1511 o contra la
República de Venecia en 1508. Treinta
años después, el papa Paulo III congrega
los esfuerzos de Venecia y el emperador
Carlos V, esta vez, contra los otomanos.

en 1536 supone el abandono de las cam­
pañas mediterráneas. No se pudieron
retomar hasta que, dos años después, se
firmó con los galos la Tregua de Niza.
Europa se halla en una tesitura compro­
metida. Por una parte, es imprescindible
detener el poder turco en el Mediterráneo
y frenar el acoso continuo de corsarios
berberiscos sobre las costas del Levante
español. A su vez, Venecia, también a cau­
sa de la piratería, ve peligrar sus rutas
comerciales con Oriente Medio, vitales
para su subsistencia. Y, por último, los Es­
tados Pontificios están seriamente preo­
cupados ante un eventual desembarco
otomano en sus costas que sitúe a los tur­
cos a las puertas de Roma.
El 8 de febrero de 1538, en Roma, el papa
Paulo III, Venecia y el emperador Carlos V
firman una alianza que será conocida co­
mo la Santa Liga, cuyo objetivo es detener
el avance turco hacia el centro y el sur de
Europa. Uno de los puntos especificados
en el acuerdo disponía que las tierras to­
madas al turco en las costas dálmatas y
griegas serían cedidas a Venecia. Por su
parte, Francisco I de Francia, a pesar de
los esfuerzos diplomáticos de la Santa Se­
de, no solo no se sumó a la Liga, sino que
llegó a un acuerdo con Solimán el Magní­
fico en virtud del cual las tropas otomanas
podían recalar en sus costas y puertos.
En la coalición alcanzada, el papado debía
contribuir con 36 galeras, y España y Ve­
necia con 82 cada una. Al frente de la flota
de la Santa Liga, con cargo de capitán ge­

h i sto r i a y v i da 51

andrEa doria, almirante italiano al servicio
de Carlos v. Museo Navale di pegli, génova.
de que Barbarroja navegaba por esas
aguas. Al mismo tiempo, la escuadra de
galeras al mando de Doria se dirigió a la
isla de Corfú, donde les estaba esperando
el general veneciano Vincenzo Capelo,
con 55 galeras, el galeón San Marcos y 10
naves de provisiones, y su sobrino y pa­
triarca de Aquilea, Marino Grimani, con
27 galeras del papado y de Malta.
Antes de que llegara el resto de la flota
española, Grimani, por su cuenta, levó
anclas y decidió atacar Preveza. Por la no­
che envió a su infantería al asalto de la
plaza. Después de tres intentos infructuo­
sos, ordenó a las tropas replegarse a sus
naves, momento que aprovecharon los
turcos para atacar e infligir numerosas
bajas. No en vano, a la entrada del golfo
de Artá, en el puerto de Preveza, los turcos
habían construido una poderosa fortifica­
ción con abundante artillería.
Andrea Doria y Barbarroja se encontraron
en la bahía griega de Preveza, al sur de
Corfú, el 28 de septiembre. El primer en­
frentamiento entre las fuerzas de la recién
creada coalición y la armada turca se sal­

neral, estará el conocido almirante genovés

Andrea Doria. A pesar de haber servido al barbarroja supo
rey de Francia durante décadas, e incluso aprovEchar las
de haberse enfrentado a los españoles del
Gran Capitán, Doria se enemistó con Fran­ dEsavEnEncias EntrE
cisco I y aceptó la oferta que Carlos V le los distintos mandos barbarroja derrota a la santa liga en preveza,
hizo para entrar a su servicio.
A partir de ese momento, los movimientos dE la liGa cristiana 1538. Cuadro de ohannes umed Behzad, 1866.

de tropas se suceden. El propio emperador

dispuso el envío de dos mil soldados pa­
ra apoyar a su hermano Fernando, rey de
Hungría, en el control de su territorio y
frenar el avance turco. Por otra parte, la
flota de la Santa Liga debía reunirse en
el puerto de Mesina. Por tal motivo, cua­
tro compañías del Tercio de Lombardía
partieron hacia la ciudad siciliana, y
otros contingentes militares repartidos
por Italia harían lo mismo. Uno de ellos
era el Tercio de Florencia, cuyo maestre
de campo era el burgalés Francisco Sar­
miento de Mendoza.
derrota en preveza
En septiembre zarpó toda la flota españo­
la. Una parte, por orden de Andrea Doria,
puso rumbo al puerto de la ciudad de Cro­
tona, donde debía resguardarse a la espe­
ra de órdenes, ya que se tenía información
dó con la derrota de la Santa Liga. A pesar
de la superioridad numérica en galeras y
hombres por parte de la fuerza cristiana,
Barbarroja, con casi veinte años de expe­
riencia navegando como pirata por el Me­
diterráneo, supo aprovechar las desave­
nencias entre los distintos mandos de la
Liga, al tiempo que contó con una meteo­
rología favorable. Tal como narra el perio­
dista Fernando Martínez Laínez en su obra
La guerra del Turco: “Doria no arriesgó
porque no quería poner en peligro sus pro­
pios barcos, que formaban parte de la flo­
ta de la Liga, y por eso dudó en lanzarse al
combate, aunque no escatimó lo mismo
con los barcos de Venecia, enemiga tradi­
cional de Génova”, su tierra natal.
Tras el desastre en Preveza, donde se per­
dieron trece embarcaciones y los turcos
hicieron tres mil prisioneros, las galeras de
Doria, las del papa y las venecianas tarda­
ron tres jornadas en reunirse. Finalmente
lo consiguieron en aguas de Corfú, donde
permanecieron quince días reparando las
naves y reorganizando estrategias.
En los encuentros que tuvieron los almi­
rantes y oficiales para evaluar la tragedia
vivida por la coalición, las diferencias
entre Capelo y Doria se pusieron una vez
más de manifiesto. Capelo recriminaba
al genovés no haberse enfrentado con
más decisión a Barbarroja en Preveza por
salvaguardar su flota para futuras cam­
pañas, a mayor beneficio del emperador
Carlos. Doria le recordó que se tuvo que
retirar al ser los venecianos quienes ha­
bían abandonado la formación, y le re­
prochó, asimismo, el no haber permitido
que soldados españoles de infantería
fuesen en las naves venecianas.

52 h i sto r i a y v i da

toma de castelnuovo
En Los Tercios en el Mediterráneo, el inves­
tigador Hugo Á. Cañete escribe: “Tras la
mala jornada de Preveza quedaba claro
que las fuerzas coaligadas tenían que ha­
cer algún gesto antes de que llegase el
castElnuovo tEnía una Gran importancia como
EnclavE EstratéGico En El control dEl adriático
invierno y terminara la campaña”. En la
elección de la toma de Castelnuovo tuvie­
ron que ver, probablemente, dos circuns­
tancias. En primer lugar, la necesidad de
buscar un sitio adecuado donde la infan­
tería pudiera pasar el invierno, y, en se­
gundo lugar, la importancia de la plaza,
como enclave absolutamente estratégico,
a la hora de controlar el Adriático.
Con soldados españoles repartidos en las
galeras venecianas, la flota de la Santa
Liga partió rumbo a Castelnuovo. La ciu­
dad, en manos turcas desde que fuera
tomada por el sultán Mehmet II, era de
población mayoritariamente musulmana,
y disponía de una guarnición de unos
trescientos cincuenta hombres. Ante la
superioridad de las tropas que llegaron y
los duros bombardeos a los que se vieron
sometidas la fortaleza y su población, el
28 de octubre, los turcos se rindieron
y entregaron Castelnuovo a la Liga.
La negativa de España a ceder la plaza a
Venecia, en contra de lo estipulado, pro­
tercios
vocó un enfrentamiento entre los aliados
que terminó con el abandono de la Liga
por parte de los venecianos. Andrea Do­
ria nombró gobernador de Castelnuovo
a Francisco Sarmiento de Mendoza, quien
quedó al frente de la guarnición como
maestre de campo de catorce compañías
de los Tercios de Florencia, de Málaga,
de Lombardía y de Nápoles. Estas unida­
des dieron lugar al que fue conocido con
posterioridad como el Tercio de Sarmien­
to, o Tercio de Castelnuovo.
El abandono de Venecia y la consiguiente
disolución de la Santa Liga supusieron una
merma importante de la flota española
frente a la armada turca. Por su parte, las
naves venecianas y las del papado regre­
saron a sus respectivas bases. A excepción
de las fuerzas que debían permanecer en
la fortaleza, Doria llevó sus naves hacia
h i sto r i a y v i da 53
Brindisi, Otranto, Gallipoli y Tarento, don­
de, tras hacer efectivos los pagos corres­
pondientes, licenció a las tropas italianas.
La guarnición de Castelnuovo quedó así a
su suerte. Los hombres del tercio viejo al
mando de Sarmiento sabían que, en caso
de ser atacados, debían defender la plaza
sin posibilidad de recibir ayuda.
Evidentemente, las noticias de la pérdida
de Castelnuovo llegaron hasta Barbarroja,
quien de inmediato zarpó desde Preveza
con ciento cuarenta embarcaciones. Al día
54 h i sto r i a y v i da
siguiente de su llegada frente a las costas
de Castelnuovo, se desató una fuerte tem­
pestad que ocasionó muy severos daños
a la flota turca, dejando un balance de
casi cuarenta naves hundidas, con el ma­
logro de todas sus tripulaciones.
A pesar de que los resultados de la coalición
cristiana no habían dado los frutos espe­
rados, las novedades que llegaban desde
el centro del Mediterráneo no tranquiliza­
ban en absoluto a Solimán. Conocedor de
la importancia estratégica de la ciudad, dio
instrucciones para recuperar Castelnuovo
a toda costa. Además de ser crucial para el
dominio del Adriático, el otomano temía
que la plaza pudiera convertirse en un pun­
to débil de su imperio, desde el que Carlos
tuviera la tentación de emprender una
campaña terrestre contra sus posesiones.
asedio por mar y tierra
Así las cosas, durante la parada invernal,
el sultán ordenó a Barbarroja recomponer
y rearmar la flota para tenerla lista en la

primavera de 1539. Quería garantizar que
su almirante recuperara la hegemonía na­
val en el Mediterráneo y, con la llegada del
buen tiempo, marchar sobre Castelnuovo.
Con la armada turca preparada, Barba­
rroja debía bloquear la plaza por mar.
Para ello contaba con una imponente
flota formada por doscientas naves, entre
galeras, galeotas, fustas y bergantines,
que embarcarían alrededor de diez mil
infantes, más 4.000 jenízaros, unidades
de élite del ejército otomano. Asimismo,
basílica de san Marcos, venecia. la república
adriática mantuvo una relación difícil con españa.
para completar el cerco por tierra, el go­
bernador turco de Bosnia, el persa Ula­
men, deseoso de expulsar de una vez por
todas a aquellos españoles que durante
todo el invierno habían acosado distintas
zonas en su provincia, aportó un total de
35.000 soldados. Es decir, los turcos mo­
vilizaron cerca de cincuenta mil efectivos
para desalojar a menos de tres mil defen­
sores. El inmenso despliegue de recursos
para recuperar Castelnuovo indica el
interés real del sultanato por dicha posi­
tercios
soliMÁn i el Magnífico, emperador otomano,
en un lienzo anónimo italiano del siglo xvii.
ción, sabedor del peligro que supondría
su consolidación para los Balcanes.
Venecia, tras los últimos acontecimientos,
duda entre el enfrentamiento o la alianza
con el turco. Sus rutas comerciales, im­
prescindible motor económico para su
supervivencia, ya estaban suficientemen­
te amenazadas. Además, Carlos V, en un
intento de remediar la torpeza cometida,
ofrece a la Serenísima la plaza conquista­
da en Castelnuovo. Pero los venecianos
han tomado ya su decisión: rechazan la
oferta española e inician conversaciones
de paz con Solimán el Magnífico.
Ya en primavera, los tercios, desde el inte­
rior de la fortaleza, observan a las fuerzas
otomanas, cuya superioridad es absolu­
tamente clara, desembarcar y empezar a
tomar posiciones. Desde esos primeros
movimientos queda patente la veteranía
de las unidades españolas, cuyas sorpresi­
vas acciones de hostigamiento infligieron
las primeras bajas de hombres y material
a los turcos. Una vez reunido y perfecta­
mente ubicado todo el ejército turco, en
derredor de la fortaleza, empezaron los
trabajos propios para iniciar el asedio. Ca­
si una semana estuvieron cavando trinche­
ras; al mismo tiempo, construyeron tres
h i sto r i a y v i da 55

terCios CoNtra jeNízaros
los dos cuerpos de élite de los ejércitos hispano y turco
El impErio Español y el oto-
mano tenían depositada parte de sus
esperanzas militares en los tercios y los
jenízaros, respectivamente. Entre 1534 y
1536, Carlos V reorganiza las compañías
de infantería repartidas en Italia (Milán,
Nápoles y Sicilia) y constituye los ter-
cios, una de las mejores unidades béli-
cas de todos los tiempos. Por su parte,
los jenízaros (del turco yeniçeri, “nuevas
tropas”, abajo) eran un cuerpo de infan-
tería creado por Murad I en 1330 para la
custodia del sultán. Todos eran jóvenes
cristianos y prisioneros de las tierras
conquistadas, cuyo duro entrenamiento
solo superaban los más fuertes.
los soldados de los tercios eran
voluntarios, y se sabía que nunca se ren-
plataformas en las que emplazar los 44
cañones de sitio que habían traído para
castigar la posición. En las numerosas sa­
lidas que hicieron los españoles con el fin
de sabotear al máximo dichas tareas ma­
taron en torno a mil turcos.
Iban pasando los días, y los ánimos estaban
cada vez más alterados por ambas partes.
Los jenízaros, hombres especialmente en­
trenados para la guerra, deseosos de en­
frentarse con los españoles, no cesaban en
su vocerío, haciendo llegar todo tipo de
insultos y provocaciones al interior de las
murallas. En palabras de Cañete: “Acep­
tando finalmente la lucha y furiosos por
la afrenta salieron en tromba por la puer­
ta de la plaza 800 españoles, la mitad ar­
56 h i sto r i a y v i da
dían en el campo de batalla. Cada unidad,
con un maestre de campo al frente, estaba
formada por doce compañías, diez de pi-
queros y dos de arcabuceros, con un total
de tres mil efectivos. La vida en el tercio
era dura, aunque se procuraba que los
hombres recibieran suficiente comida, así
como su soldada, que no siempre llegaba
a tiempo, lo que provocó varios motines.
a FinalEs del siglo xvi, los jenízaros
eran un ejército de élite al que muchas fa-
milias ofrecían sus hijos con el objetivo de
medrar socialmente. Su poder fue tal que
en el xix intentaron deponer a Mahmud II.
El sultán, tras masacrar a sus miembros
en 1826, suprimió el cuerpo. Un siglo an-
tes, Felipe V disolvió los tercios por obso-
lescencia tras su reforma de 1704.
cabuceros; y fue tal la escabechina que
mataron a mil jenízaros e hirieron a otros
tantos, obligando a los demás a retirarse
y meterse literalmente en el mar, por no
poder retroceder hasta su campamento”.
defensa hasta el final
Transcurrían los meses, y Francisco Sar­
miento y sus hombres, en el interior de la
fortaleza, iban agotando las provisiones.
Llegó un momento en que se tuvo que ra­
cionar la comida a cien gramos de arroz y
nueve granos de haba por soldado y día.
Tras innumerables intentos fallidos de to­
mar la fortaleza con la infantería, repelida
con eficacia por los tercios, Barbarroja
prohíbe las escaramuzas cuerpo a cuerpo
y decide hacer uso de la artillería. Pero
antes, como establecen las normas de com­
bate, da la opción de rendirse con honra.
Dicha oferta brinda la posibilidad de aban­
donar la plaza a todos los españoles, dán­
doles dos pagas a cada uno y proporcio­
nándoles embarcaciones con total garantía
para abandonar la zona dignamente.
Poco antes, Sarmiento había recibido una
misiva en la que se le comunicaba que la
flota española en la zona, al disponer tan
solo de 46 naves, no podía hacer nada fren­
te a los turcos. Teniendo en cuenta la situa­
ción en la que se encontraban los suyos,
absolutamente aislados y sin posibilidad
de recibir ayuda, la propuesta era más que
tentadora. Tras una breve deliberación con
sus capitanes, Sarmiento responde al men­
saje: los tercios no se rinden e invitan a los
turcos, con una frase que pasaría a la his­
toria, a que vengan cuando quieran.
Barbarroja recibe la respuesta estupefacto.
Atónito, insiste, e incluso trata de encon­
como EstablEcEn las
normas dE combatE,
barbarroja da a los
EspañolEs la opción
dE rEndirsE con honra
trarse con Sarmiento en algún lugar de la
muralla si con ello puede hacer cambiar
de opinión al capitán español. El alférez
Garci Méndez, que hacía de correo, trans­
mitió la misma respuesta al almirante
turco. No obstante, este volvió a insistir, y,
tras comunicarlo a los demás oficiales y
soldados españoles, todos estuvieron de
acuerdo en resistir hasta el final.
Sin más opciones, Barbarroja ordena el
uso masivo de la artillería pesada de ase­
dio, con el objetivo de reducir la fortaleza
a escombros con sus defensores dentro.
Durante nueve días los cañonazos no ce­
saron. Buena parte de la muralla fue de­
rruida, y los turcos lanzaron el primer
asalto, que acabó con numerosas bajas
para ambos bandos. A pesar de su inferio­
ridad numérica, los españoles no renun­
ciaban a realizar salidas nocturnas, en las
que, con un grupo no muy numeroso de
hombres, eran capaces de liquidar a cien­
tos de enemigos en pocas horas. A pesar

rEstos dE la fortalEza de herceg Novi, la
antigua Castelnuovo, en Montenegro.
de todo, Sarmiento era muy consciente
de la situación: tenían numerosos heridos
y ya habían perdido mil hombres.
Barbarroja, furibundo por el estrago que
estaban sufriendo sus tropas, mandó traer
veinte cañones más desde las naves. Du­
rante cinco jornadas, de manera ininte­
rrumpida, intensificó los ataques con la
artillería. A continuación, una multitud
de turcos se abalanzó de nuevo a través
de las ruinosas murallas, y, tras un com­
bate tremendamente endiablado a espa­
da, daga, flechas y arcabuz, los atacantes
tuvieron que replegarse de nuevo.
Entre las ruinas de la fortaleza apenas
quedan 800 españoles, en su mayoría he­
ridos. Tras haber hecho frente a cinco
grandes asaltos, el 7 de agosto entran en
tromba miles de turcos y arrasan definiti­
vamente la plaza. En este último combate,
Sarmiento y la mayoría de oficiales mue­
ren, y los turcos se hacen con 300 prisio­
neros. Parte de ellos fueron a galeras y el
resto llevados a Constantinopla para ser
vendidos como esclavos. En total, el sitio
duró veintidós días, y el número de bajas
del bando turco (con algunas diferencias
según las fuentes) fue de entre 16.000 y
20.000 aproximadamente.
Tras Castelnuovo, los turcos recuperaron
el poder naval en el Mediterráneo, y en
los años posteriores obtuvieron destaca­
das victorias, como Argel (1541), Trípo­
li y Bugía (1555), y también alguna de­
rrota, como Orán (1563) y Malta (1565).
Después del fracaso de la armada turca
en Malta, se vivieron cuatro años de cier­
ta tranquilidad en el Mediterráneo occi­
dental. Solimán muere en la campaña de
Hungría al año siguiente. Su sucesor,
Selim II, desembarcó en Chipre en 1570,
y tres años después se hizo con el poder
de la isla. Algo antes, en 1571, ante la
creciente amenaza de más ataques turcos,
se conformó una nueva Santa Liga. Feli­
pe II puso al frente a su hermanastro, don
tercios
Juan de Austria, quien en octubre se en­
contró con la armada del sultán otomano
frente a las aguas de Patrás, donde tendría
lugar la famosa batalla de Lepanto. A
pesar de la superioridad turca en núme­
ro de naves, los cristianos vencieron y
acabaron, en cierto sentido, con el mito
de la superioridad de la flota turca.
para sabEr MÁs
EnsaYo
cañEtE, Hugo Á. Los Tercios en el Medite-
rráneo. Los sitios de Castelnuovo y Malta.
Málaga: Platea, 2015.
garcÍa cÁrcEl, ricardo (coord.). La Espa-
ña de los Austrias. Historia de España, si-
glos xvi y xvii. Madrid: Cátedra, 2003.
martÍnEZ laÍnEZ, Fernando y sÁncHEZ dE
toca, josé maría. Tercios de España. La
infantería legendaria. Madrid: EDAF, 2006.
artÍculos
vv. aa. “Carlos V. El emperador y su mun-
do”. historia y vida. Extra núm. 96 (2000).
h i sto r i a y v i da 57
58 h i sto r i a y v i da
 guerra fría

AsAlto A
lA lunA
hace 50 años, en 1966, nuestro satélite se convirtió
en un objetivo estratégico para las dos potencias del
planeta inmersas en la guerra fría, EE. UU. y la Urss.
Pablo Villarrubia Mauso, pEriodista y doctor En ciEncias dE la información

h i sto r i a y v i da 59

E
l 3 de febrero de 1966, una
esfera metálica de medio me-
tro de diámetro y unos cien
kilos de peso, amortiguada por
airbags, descendió sobre la
superficie lunar entre algunos
cráteres del océano de las Tormentas. En
menos de cinco minutos, la esfera desple-
gó cuatro “pétalos” metálicos, orientó su
cámara y empezó a transmitir las primeras
fotografías de un ingenio humano desde
otro cuerpo celeste, en este caso, nuestra
Luna. La euforia se apoderó de los cientí-
ficos soviéticos que lo habían ideado como
una etapa más en el proyecto de enviar a
un hombre a nuestro satélite.
Aquellas fotografías, en blanco y negro,
de un árido terreno y de un cielo oscurí-
simo fueron captadas por las antenas del
radio observatorio de Jodrell Bank, en
Inglaterra, y, rápidamente, saltaron a las
páginas de los principales diarios del mun-
do. En Occidente se pensó que la URSS
mandaría un vuelo tripulado a la Luna
antes que los americanos.
¿Quién estaba tras el éxito de uno de los
primeros pasos de la conquista de la Luna?
Los hombres de la oficina de proyectos –y
contratista– NPO Lavochkin (OKB-301),
especializada en el sector aeroespacial. Fue
60 h i sto r i a y v i da
uno de los padres de la cosmonáutica so-
viética, Sergei Korolev, quien solicitó que
fuera esta empresa la que desarrollara
sondas automáticas para llegar a la Luna,
mientras que él y su equipo se dedicarían
a llevar a cabo el proyecto lunar tripulado
en un breve espacio de tiempo.
Las sondas robotizadas abrirían el camino.
Por un lado, debían realizar fotos de alta
resolución de la superficie lunar para ele-
gir el punto de descenso más seguro para
el decreto firMado en la urss Para iMPulsar
la exPloración lunar fue PreVio al de kennedy
un grupo de cosmonautas. Por otro, hacer
pruebas de alunizaje para averiguar las
condiciones del suelo de nuestro satélite.
La NPO Lavochkin recibió el nombre de
su creador, Semion Lavochkin, un impor-
tante ingeniero que diseñó distintos avio-
nes militares para las fuerzas aéreas rusas,
entre ellos, varios Tupolev y el primer
avión supersónico soviético.
Asumió el mando de la oficina Georgi Ba-
bakin, el hombre que había creado varios
misiles tierra-aire para el Ejército Rojo.
Nombrado jefe de diseño de la Luna-9 y
de las sondas subsiguientes –y persona de
confianza de Korolev–, Babakin confesó
que su sueño se había cumplido, pero la-
mentó que su amigo y jefe no hubiese po-
dido compartir aquel momento histórico
para el pueblo y la ciencia soviéticos: Ko-
rolev murió unos días antes, el 14 de ene-
ro. Según algunas fuentes, por una inter-
vención quirúrgica desastrosa, aunque su
salud era delicada desde hacía tiempo.
los preliminares
El éxito de la Luna-9 en 1966 no habría
sido posible sin un decreto firmado el 10
de diciembre de 1959 por el presidente
del Consejo de Ministros de la URSS, Ni-
kita Jruschov, sobre el desarrollo de la
investigación espacial y, en particular, de
la exploración de la Luna. Era el primer
gran paso –previo al famoso decreto fir-
mado por Kennedy– para dar impulso a
los vuelos espaciales tripulados y a las
sondas lunares y planetarias.
Poco antes, el 14 de septiembre de 1959,
la nave automática Luna-2 se había con-
vertido en el primer artefacto humano en
hacer impacto en la Luna. Fue en el Mare
Imbrium, junto con varias placas hexa-
gonales de metal grabadas con la hoz y
el martillo. Tres días después, Jruschov
regalaba réplicas de estas placas al pre-
sidente de Estados Unidos Dwight Eisen-
hower con un gran resultado propagan-
dístico. El 7 de octubre del mismo año,
la Luna-3 fotografiaba, por primera vez
en la historia, la cara oculta de la Luna,
otro revés para la supuesta superioridad
tecnológica estadounidense.
Después de la muerte de Korolev, Babakin
alcanzó el mismo rango jerárquico que su
malogrado compañero y desarrolló nuevas
naves, como la Luna-9. El primer gran
desafío, el de diseñar un cohete capaz de
llevar una carga de más de una tonelada
y media a la Luna –con una cápsula de
unos cien kilos–, lo habían superado con
el gran cohete Molniya-M.
Este cohete, de 40 metros de altura, par-
tió del cosmódromo de Baikonur, en
Kazajistán, el 31 de enero de 1966. Tres
días después, la nave se posaba en la Lu-
na. Era todo un logro, teniendo en cuen-
 guerra fría

ta que, para la tecnología de la época,

era casi como alunizar “a ciegas”, puesto
que solo contaban para ello con un radar
de altitud. La nave funcionó entre los días
3 y 6 de febrero, en que las baterías quí-
micas dejaron de funcionar.
Como operación de propaganda cientí-
fico-política, los sabios soviéticos dieron
una conferencia de prensa el 10 de enero,
presidida por el jefe de la Academia So-
viética de Ciencias, Mstislav Keldysh, con
los principales resultados de la misión:
se descubrió que no existía ningún cam-
po magnético significativo alrededor de
la Luna; se obtuvo la primera foto pano-
rámica desde la superficie de nuestro
satélite natural; y se estimó que el suelo
lunar era suficientemente resistente para
soportar el peso de una nave sin hundir-
se. Se había desbaratado la creencia –ge-
neralizada entre muchos astrónomos– de
que la Luna estaba cubierta por una capa
de polvo fino como el talco y de varios
metros de profundidad.

la nsA y la luna-9
Las imágenes de la Luna-9 fueron codi-
ficadas en el mismo formato para la trans-
misión de fotos vía fax (por radio o por
teléfono) que los periódicos usaban en
aquella época. Algunos opinan que los
soviéticos adoptaron este sistema “abier-
to” intencionadamente, para que los paí-
ses capitalistas pudieran interceptar y
decodificar con rapidez las imágenes lu-
nares para hacerles publicidad gratuita
y espontánea del éxito de la ciencia rusa.
Otros creen que la interceptación fue ca-
sual, puesto que los soviéticos acusaron
a los británicos de “piratería”.
En efecto, las primeras fotos no fueron
divulgadas por el Pravda, sino por el ro-
tativo británico Daily Express. La buro-
cracia del partido único comunista impi-
dió que los pueblos de la URSS fueran los
primeros en ver las históricas imágenes
de la Luna antes que el mundo occidental,
pues los lentos mecanismos de la censu-
ra ralentizaron su publicación.
A finales de los años ochenta, la Agencia
Nacional de Seguridad estadounidense
(NSA) desclasificó algunos documentos
sobre la misión Luna-9. Los servicios de
inteligencia norteamericanos supieron
lA sondA lunAr soviética luna-9, 1966. En lA pág. opuEstA, el ingeniero y diseñador de naves
espaciales sergei Korolev junto a yuri Gagarin (a la izqda.), el primer cosmonatura de la Urss, en 1961. ver que la sonda lunar ocultaba un plan
secreto de aterrizaje tripulado en la Luna

h i sto r i a y v i da 61
sUmidos En la oscUridad
El secretismo soviético para con sus ciudadanos en la conquista lunar
A cAusA de lA fuerte censura en la
URSS de los años sesenta, las informaciones
sobre las naves lunares que llegaban a la
prensa eran muy confusas. A veces se anun-
ciaba el lanzamiento de un cohete, pero sin
especificar el nombre de la nave ni su desti-
e, incluso, el interés soviético de construir
una base lunar permanente.
Junto con los radioastrónomos británicos,
los americanos captaron las transmisiones
del despegue de la Luna-9 desde Baikonur.
Los hombres de la NSA solicitaron la ayu-
da de un joven ingeniero electrónico, John
O’Hara, de la división de telemetría del
organismo estatal, para decodificar las
señales de radio emitidas desde la Luna.
Fue él quien descubrió, en un solo día, que
las imágenes estaban cifradas como en las
fotografías tipo fax de las agencias de no-
ticias, y cambió la proporción de su aspec-
to, originalmente deformado.
Para ello, O’Hara decidió eludir el cauce
burocrático habitual y obtener un equipo
62 h i sto r i a y v i da
no. ¿Cuál era el motivo? Ocultar, en caso de
fracaso de la misión, que se buscaba alcan-
zar la Luna o un planeta del Sistema Solar.
respecto A lA lunA-9, las prime-
ras noticias de las agencias internacionales
especial directamente de la compañía
tecnológica Honeywell. El 5 de febrero
de 1966, las fotos reposaban sobre el es-
critorio del presidente Lyndon Johnson,
que las miró tan asombrado como irrita-
do. Estas imágenes y el informe adjunto
sirvieron para que la Casa Blanca adelan-
tara el programa Apolo, destinado a llevar
astronautas norteamericanos a la Luna.
Dados los resultados, O’Hara evitó una
sanción administrativa gracias a su supe-
rior, Charley Travis, jefe del departamen-
to de electrónica de la NSA.
la luna de la luna
Los soviéticos aprovecharon el éxito de
la Luna-9 para dar otro golpe de efecto
no dejaban claros sus objetivos. El científico
Rômulo Argentière consideraba que la mi-
sión podía incluir un vehículo de desplaza-
miento lunar e incluso de retorno de la sonda
hacia la Tierra. Sir Bernard Lovell, director
del observatorio de Jodrell Bank, creyó que
la Luna-9 se desplazaba por el suelo lunar
por una oscilación de ondas de radio, dato
que más tarde sería descartado. En la ima-
gen, moscovitas leyendo las últimas noticias
sobre el lanzamiento de la Luna-2 en 1959.
en detrimento de los estadounidenses y
el sistema capitalista. El 31 de marzo se
elevaba, desde el cosmódromo de Baiko-
nur, el cohete Molniya. Su cápsula con-
tenía un orbitador lunar de 250 kilos de
peso. Los rusos intentarían ser los prime-
ros en poner un artefacto humano en la
órbita de otro cuerpo celeste.
Treinta días antes, los científicos sovié-
ticos habían lanzado una nave parecida
que no logró salir de la órbita terrestre.
El fracaso quedó camuflado bajo el nom-
bre de Kosmos 111. Pero la Luna-10 con-
siguió entrar con éxito en la órbita lunar.
Fue el día 3 de abril. De inmediato, los
controladores de tierra pusieron en mar-
cha los equipos de a bordo, que permitían
 guerra fría

recoger datos tanto del entorno espacial

como de nuestro satélite.
Los primeros resultados –anunciados a
bombo y platillo por la agencia de noti-
cias TASS el 10 de abril– revelaban que
la Luna poseía un campo magnético equi-
valente a solo una milésima parte del de
la Tierra. Sin embargo, lo más esperado
por todos eran imágenes de la superficie
lunar, imágenes que nunca llegaron. Días
más tarde se supo que la nave no llevaba
cámaras de vídeo a bordo.
La siguiente nave, la Luna-11, se lanzó el
24 de agosto, pero los rusos únicamente
obtuvieron imágenes de la Luna desde su
órbita a partir del 25 de octubre, con la
Luna-12. Sería a través de un sistema de
televisión, con 1.100 líneas de resolución.
La Luna-11 estuvo activa casi tres meses.
Similar a la Luna-9, la Luna-13 realizó
un alunizaje suave el 24 de diciembre en
la región de Oceanus Procellarum, entre
los cráteres Krafft y Seleuco. El airbag
funcionó perfectamente, e, igual que hi-
ciera su predecesora, transmitió panorá-
micas del suelo lunar (algunas estereos-
cópicas), convirtiéndose en la segunda
nave soviética en alunizar con éxito. La
Luna-13 portaba una especie de brazo

los soViéticos habían

lanzado la luna-10
Para coincidir con el
cierre del 23 congreso
del Partido coMunista El prEsIdEntE estadounidense JfK ante la maqueta de un módulo de desembarco lunar. houston, 1962.

mecánico para probar las propiedades
físicas y mecánicas del suelo lunar. Dejó
de funcionar cuatro días después.
suena la Internacional
Las autoridades soviéticas se habían apre-
surado en abril a enviar al espacio la Lu-
na-10 para coincidir con el cierre del 23
Congreso del Partido Comunista, que
había empezado en Moscú pocos días
antes, el 29 de marzo, presidido por Leo-
nid Brezhnev. Era una reunión grandiosa
e histórica en la que se anunciarían deci-
siones políticas importantes. Para cele-
brarlo, los científicos debían retransmitir,
en vivo y directo, desde la órbita lunar, el
himno de la Internacional Comunista.
El primer secretario del Partido Comu-
nista de la República Socialista Soviética
de Uzbekistán, Sharaf Rashidov, fue el
encargado de hacer el anuncio durante
el congreso. Los más de cinco mil atóni-
tos delegados allí presentes oyeron la
melodía cósmica en profundo silencio y,
al concluir, aplaudieron efusivamente.
Millones de telespectadores y radioyen-
tes en toda la URSS vieron y escucharon
aquel momento histórico.
En realidad, un día antes del cierre del 23
Congreso Comunista, en la noche del 3 de
abril, cuando los técnicos estaban a punto
de retirarse a sus casas, ocurrió algo ines-
perado: al probar la captación de señales
de radio de la melodía desde la nave en
órbita lunar, percibieron que fallaba. Los
ingenieros entraron en pánico, pues, aun-
que Stalin ya hubiera muerto, el fantasma
de la represión de los burócratas del par-
tido seguía latente en el seno de la sociedad
soviética. La imagen de las cárceles del
KGB y de los gulags estaba muy viva en la
mente de los ciudadanos. Los ingenieros
encontraron una solución revelada solo
treinta años después, en 1996, en la bio-
grafía de Georgi Babakin: ¡se emitió una
grabación perfecta de La Internacional
desde la misma Moscú como si fuese des-
de la órbita lunar! El engaño surtió efecto,
y todos quedaron satisfechos.
El 30 de mayo, la Luna-10 había cumpli-
do su misión, tras agotar sus baterías.

h i sto r i a y v i da 63

tErrEno nEUtral, por favor
Un acuerdo para dirigir la exploración de la luna a usos pacíficos
el miedo A que la Luna se convir-
tiera en un símbolo de los éxitos del co-
munismo y en un potencial territorio ruso
llevó al presidente estadounidense Lyn-
don Johnson a presentar una propuesta
a la URSS y a otros países el 7 de mayo
de 1966: que ninguna nación decretase
su soberanía sobre nuestro satélite ni lo
emplease como base para actividades
militares, entre ellas, hacer estallar bom-
bas atómicas. Johnson pretendía conse-
guir un tratado de seguridad para que los
astronautas norteamericanos pudieran
explorar científicamente la Luna y, even-
llegan los americanos
Las provocaciones de los soviéticos y los
preocupantes informes de la NSA alerta-
ron al gobierno norteamericano de que
debía reaccionar para poner en marcha
su propio proyecto lunar. Solo el 25 de
mayo de 1961 –más de un mes después
del vuelo de Yuri Gagarin alrededor de
la Tierra– el presidente estadounidense,
John F. Kennedy, proclamó que su nación
debería llegar a la Luna antes de finales
de la década de los años sesenta.
Mientras se desarrollaban las futuras mi-
siones tripuladas, las de las Apolo, la NA-
SA tendría que fotografiar, con gran reso-
lución, los sitios de posible alunizaje. Era
necesario garantizar un descenso sin pe-
ligros, sin que las naves cayesen dentro de
un cráter o cañón o se precipitasen por la
pendiente de una montaña.
64 h i sto r i a y v i da
tualmente, otros cuerpos del Sistema
Solar. El asunto era tan primordial que el
embajador de EE. UU. en la ONU, Arthur
Goldberg (abajo), se reunió con represen-
tantes de 28 naciones sobre el uso del
espacio, de la Luna y de los planetas. Lo
que Goldberg ponía sobre la mesa, ade-
más del uso pacífico de estos cuerpos ce-
lestes, era un impulso a la cooperación
internacional para realizar investigacio-
nes científicas, la ayuda mutua entre as-
tronautas y cosmonautas y la prohibición
de emplear la Luna como almacén de ar-
mas de destrucción masiva.
Así surgió el proyecto Lunar Orbiter, des-
tinado a tomar fotografías de gran calidad.
La Orbiter-1 pesaba 385 kilos. Según el
coronel de las fuerzas aéreas estadouni-
denses Mark Erickson, la NASA pidió ayu-
da al Departamento de Defensa para utili-
zar un conjunto de cámaras ya empleadas
en satélites espía controlados por el Ejér-
cito cuya tecnología era altamente secreta.
Con ellas podían ver detalles a un metro
de distancia en la superficie lunar.
La Lunar Orbiter-1 fue lanzada desde cabo
Cañaveral el 10 de agosto de 1966 con un
cohete Atlas-Agena. La nave entró en ór-
bita lunar 92 horas después, con el punto
más cercano a 45 km de la superficie del
satélite y el más lejano, a 1.850 km. La
Orbiter-1 fue la primera nave que pudo
cambiar de órbita lunar gracias a un siste-
ma de pequeños cohetes. Tras realizar 228
fotos, la NASA la orientó de tal manera
que pudo estrellarse contra la cara oculta
del cuerpo celeste el 29 de octubre.
España tuvo el privilegio de recibir, en la
antena de la estación de Robledo de Cha-
vela, la primera imagen de la Tierra vista
desde la Luna. Fue el 23 de agosto. Tam-
bién se captaron la mayoría de las demás
fotos lunares, que sirvieron para seleccio-
nar 13 posibles puntos de alunizaje para
las naves tripuladas Apolo.
El 6 de noviembre partía una nave geme-
la, la Lunar Orbiter-2. Realizó 422 fotos
del satélite, algunas espectaculares, como
la del cráter Copérnico. Finalizó su misión,
estrellándose también en la superficie, el
11 de octubre del siguiente año.
Ellos toman la delantera
El Jet Propulsion Laboratory de Pasadena
(JPL) seguía con su proyecto lunar en pa-
ralelo a la Orbiter, y encargó la construcción
de la primera sonda de alunizaje nortea-
mericana a la Hughes Aircraft. A la cabeza
del JPL estaba el neozelandés naturaliza-
do estadounidense William Pickering. A
Más de un Mes desPués
del Vuelo de gagarin,
jfk ProclaMó que su
País debía llegar a la
luna en esa década
partir de 1944, Pickering desarrolló, para
este laboratorio, sistemas de misiles des-
tinados al ejército de EE. UU.
A Pickering, que había sido nombrado di-
rector del JPL en 1954, se le encargó poner
en órbita, en solo 83 días, el primer satéli-
te artificial de Estados Unidos, el Explorer-1,
el 31 de enero de 1958. Ahora tenía ante
sí un reto más difícil y comprometido. Él y
su equipo habían elegido un cohete lanza-
dor potente, el Atlas-Centauro, pero el
problema estribaba en el modo de alunizar.
Al final, escogieron un sistema de propul-
sión regulable que permitiría a la nave
Surveyor-1 posarse suavemente sobre tres
patas a modo de trípode. Cualquier fallo
entre el sistema de propulsión y el sistema
de guiado –a través de un radar de altura–,
por mínimo que fuera, terminaría por es-
trellar la sonda contra la Luna.
 guerra fría

La Surveyor-1 se lanzó desde cabo Caña-

veral el 20 de mayo de 1966 en vuelo di-
recto hacia la Luna. El 2 de junio, sus re-
trocohetes se apagaron a tan solo 3,5 m
del suelo lunar, y la nave cayó libremente,
posándose sobre el océano de las Tormen-
tas, cerca del cráter Flamsteed.
Según Luis Ruiz de Gopegui, exdirector de
los programas de la NASA en España, la
Surveyor-1 superaba, con creces, la tecno-
logía de la soviética Luna-9: “La cámara de
vídeo de la Surveyor transmitió, en poco
tiempo, más de once mil imágenes de la
superficie lunar hasta el 14 de junio de
1966, cuando el Sol se puso en el horizon-
te y la sonda entró en hibernación para
ahorrar baterías. Incluso las primeras fotos
en color con un sistema de tres filtros pro-
cesadas en la Tierra mostraban que nuestro
satélite tenía muchos matices de gris”,
recuerda el científico para historia y vida.
Después de más de siete meses, el 7 de
enero de 1967, la sonda concluía su misión,
muy larga en comparación con los ínfimos
tres días de la Luna-9. En septiembre, la
NASA enviaría al espacio la Surveyor-2,
pero un retrocohete escapó al control de
los técnicos, y la nave en forma de araña
se estrelló contra la Luna sin emitir datos.
El año 1966 terminó con un perceptible
declive de la URSS en la carrera hacia la
Luna y la ascensión, imparable, de Estados
Unidos en este sentido, que culminaría, en
1969, con la llegada del hombre a la su-
perficie de nuestro satélite natural.

pArA sAbEr más

ensAYo
ArtolA, ricardo. La carrera espacial: del
Sputnik al Apollo 11. Madrid: Alianza, 2009.
cHertoK, Boris. Rockets and People. Vo-
lume III: Hot Days of the Cold War. Wash-
ington, D. C.: NASA, 2009. En inglés. E-book
descargable en www.nasa.gov/connect/
ebooks/rockets_people_vol3_detail.html
HArVeY, Brian. Soviet and Russian Lunar
Exploration. Chichester: Springer-Praxis,
2007. En inglés.
Huntress, jr., WesleY t. y mAroV, mikail
Ya. Soviet Robots in the Solar System:
Mission Technologies and Discoveries.
Chichester: Springer-Praxis, 2011. En inglés.
mArtos, Alberto. Breve historia de la Ca-
rrera Espacial. Madrid: Nowtilus, 2009.
internet
Historia de la NASA. En inglés.
dEspEguE dEl cohEtE con la primera sonda del programa estadounidense surveyor en mayo de 1966. www.nasa.gov/topics/history/index.html

h i sto r i a y v i da 65
 Polonia
como
utoPía
Nacionalista, conservador, solidario y también
muy viajero y mujeriego, el autor de Quo vadis
fue la gran estrella literaria de Polonia cuando
este país no existía como tal.
Julián Elliot, Periodista

a
la caída de Napoleón, el Con-
greso de Viena confirmó la
partición de Polonia entre
Austria, Prusia y, principal-
mente, Rusia. Fue en el es-
tado satélite dominado por los zares
donde nació, en 1846, el escritor desti-
nado a ser el más brillante de las letras
polacas durante el cambio de siglo. Re-
cordado sobre todo por su novela histó-
rica Quo vadis, Henryk Sienkiewicz llegó
al mundo en una familia noble venida a
menos. Este hecho y la opresión a que
estaba sometido su país marcaron su tra-
yectoria vital desde muy pronto.
Tras los años iniciales, a veces atribulados
por dificultades económicas, Sienkiewicz
comenzó a prosperar gracias al periodis-
mo, al que se dedicó desde la mayoría de
edad, alternándolo con estudios de Filo-
logía e Historia en la Universidad de Var-
sovia. No mucho después, en 1872, pu-
blicó una primera obra de ficción. Se
trató de una novela corta que, como sería
habitual en él, salió por entregas en la
prensa antes de hacerlo en formato libro.
amores, viajes y el éxito
Sus horas, desde entonces, se repartie-
ron entre la literatura y las columnas
periodísticas, el ambiente cultural de
Varsovia y dos pasiones que relacionó
de un modo íntimo: los viajes y los ro-
mances. Se instaló brevemente en París
El noVEliSta polaco henryk sienkiewicz,
autor de Quo vadis, a finales del siglo xix.

66 h i sto r i a y v i da
SIENKIEWICZ

h i sto r i a y v i da 67

hElEna Modjeska en 1875. arriba, edición de
Quo vadis en el museo del autor en su villa natal.
68 h i sto r i a y v i da
y Bruselas, por ejemplo, con una novia
efímera. Y persiguiendo un idilio con la
actriz trágica Helena Modjeska, la gran
diva polaca de la época, se afincó duran-
te dos años en Estados Unidos.
Allí no se estuvo quieto. Establecido en
Nueva York y luego en California, creó obras
de teatro y redactó crónicas sobre el salva-
je Oeste para revistas, mientras promocio-
naba la independencia de su país. A la vez,
“muy sensible a los encantos femeninos”,
como recuerda un nieto suyo, flirteó con
la Modjeska hasta que el marido, “con mu-
cho tacto, le invitó a salir de su casa”.
De regreso en Europa, vivió un tiempo
en Londres y todo un año en París antes
de volver a la capital polaca. En ella, sen-
tó la cabeza al casarse con la que sería su
primera esposa y la madre de sus dos
hijos. La tuberculosis, sin embargo, trun-
có esta felicidad. Maria murió apenas
cuatro años después de la boda.
Pese a su dolor, a esas alturas Sienkiewicz
logró estabilizar su economía definitiva-
mente. Fue gracias a la dirección de medios
editoriales y, sobre todo, a grandes éxitos
como la trilogía épica que inició en 1883
con A sangre y fuego. Cada vez más volca-
do en la ficción en detrimento del perio-
En quo vadis, El autor
ofrEcía una mEtáfora
dE la rEsistEncia
polaca frEntE a un
régimEn odioso
dismo, su obra alcanzó el cenit, siempre
comprometida con un nacionalismo hu-
manitario que el escritor también desple-
gaba en una dinámica agenda social. Lo
muestra la trilogía que mencionábamos,
una recreación de las sucesivas invasiones
de Polonia en el siglo xvii por cosacos,
suecos y otomanos. O, de manera indirec-
ta, la otra creación mayor de Sienkiewicz,
Quo vadis. Publicada a partir de 1895,
relata las desventuras de los primeros cris-
tianos en la Roma de Nerón, metáfora de
la resistencia de una minoría moralmente
superior bajo un régimen odioso.
Primer nobel polaco
El autor, entretanto, continuó con sus ro-
mances. Se casó en segundas nupcias con
otra Maria, aunque solo durante un par de
semanas, y luego con otra Maria más, su

UN Positivista geNeroso
sienkiewicz legó a la sociedad de su momento mucho más que sus
diecisiete volúmenes de obras completas.
A LA LIBERtAd pOR LA pAZ
Nacido en un hogar aristocrático de capa
caída, Henryk Sienkiewicz fue criado entre
ideales patrióticos y conservadores a veces
deslucidos por las estrecheces económicas.
Este entorno influyó en que abrazara desde
joven el movimiento positivista polaco. Se
trata de la corriente que, en la segunda mi­
tad del siglo xix, buscaba la independencia
sobrina y último amor notorio. Para enton-
ces, era el escritor más exitoso de Polonia
y uno de los más leídos de Europa. Vendía
millones de ejemplares, debía viajar de
incógnito, se nombraban calles en su ho-
nor... Pero el reconocimiento más impor-
tante fue el Premio Nobel de 1905, el pri-
mero otorgado a un ciudadano polaco en
solitario (aunque su pasaporte lo identifi-
cara como ruso), seis años antes del de
Marie Curie en Química. Fiel a su ideario,
Sienkiewicz dedicó el galardón a su patria.
“Dicen que Polonia está muerta, exhausta,
esclavizada”, afirmó en la ceremonia, “pe-
de Rusia no por las armas, sino con inicia­
tivas racionales y solidarias para ir fortale­
ciendo la identidad y las infraestructuras
nacionales. Esta filosofía también explica la
generosa labor filantrópica desarrollada por
el escritor una vez que prosperó.
EL FILáNtROpO INCESANtE
Destinando buena parte de sus ingresos
ro esta es la prueba de su vida y su triunfo”,
manifestó, alzando la medalla.
La Primera Guerra Mundial, sin embargo,
le impidió expirar en la tierra amada. La
muerte lo sorprendió refugiado en Suiza
hace un siglo exacto, en noviembre de
1916. Henryk Sienkiewicz nunca llegó a
vivir en una Polonia libre. No obstante,
poco después de su funeral, en el que
hubo delegaciones de honor de los dos
bandos en conflicto, por fin cristalizó la
independencia, y los restos del novelista
fueron trasladados solemnemente al pan-
teón nacional en Varsovia.
SIENKIEWICZ
a la utopía de construir en Polonia un estado
del bienestar que favoreciera la independen­
cia, el autor llegó a levantar un sanatorio pa­
ra la tuberculosis, que fue, además, un
homenaje a su primera esposa, fallecida de
esta enfermedad. Por otra parte, fundó una
escuela primaria en una mansión (arriba)
que le había regalado el pueblo polaco, finan­
ció a diversos escritores sin recursos y par­
ticipó en campañas contra el hambre. Esta
actividad solidaria no cesó cuando buscó re­
fugio por la Primera Guerra Mundial. En Sui­
za no tardó en montar una red de ayuda para
sus compatriotas, acompañado, entre otros,
del pianista Ignacy Jan Paderewski.
Para SabEr máS
BIOGRAFÍA
GIERGIELEWICZ, Mieczyslaw. Henryk Sien-
kiewicz. A Biography. Nueva York: Hippo-
crene, 1991. En inglés.
NOVELA
SIENKIEWICZ,Henryk. A sangre y fuego.
Madrid: Ciudadela, 2007.
— Quo vadis. Madrid: Valdemar, 2000.
CINE
Quo vadis (EE. UU., 1951). Dir.: Mervyn Le-
Roy. Ints.: Robert Taylor, Deborah Kerr, Leo
Genn, Peter Ustinov.
h i sto r i a y v i da 69
la vorágine
Guapas, rebeldes y privilegiadas, las hermanas Mitford, hijas de un excéntrico
lord inglés, vivieron uno de los períodos más convulsos de la historia.
Eva MillEt, periodista

70 h i sto r i a y v i da
 LAS MITFORD

loS mitford. de izqda. a dcha., Unity, tom, el único varón, deborah, diana, Jessica, Nancy y pamela, 1935.

mitford
h i sto r i a y v i da 71

S
i lord Radlett, el personaje más
célebre de Nancy Mitford, hubie­
ra votado en el referéndum sobre
la permanencia de Reino Unido
en la Unión Europea, habría op­
tado por el Brexit. Lord Radlett –o tío
Matthew– es uno de los protagonistas de
A la caza del amor, la novela más autobio­
gráfica de la mayor de las Mitford. Coléri­
co y belicoso, amante del campo y nacio­
nalista hasta la médula, conserva en su
casa “la pala de zapador con la que, en 1915,
había matado a golpes a ocho alemanes”,
y considera que más allá de las islas britá­
nicas nada merece la pena.
Siete décadas después de su publicación,
A la caza del amor y la siguiente novela,
Amor en clima frío, siguen siendo long se-
llers. La autora se basó en su familia para
escribirlas: en sus padres, David Freeman
Mitford y Sydney Bowles –lord y lady Re­
desdale–, y en sus cinco hermanas: Diana,
Pamela, Unity, Jessica y Deborah Mitford,
auténticas celebridades en su época. Tan
amadas como criticadas, las Mitford repre­
sentaron diferentes formas de ver el mun­
do en un período en el que mundo se po­
larizó como nunca. Mientras que Diana y
72 h i sto r i a y v i da
Unity abrazaron el fascismo, Jessica optó
por el comunismo y la lucha por los dere­
chos civiles. Deborah, la más pequeña, se
convirtió en duquesa, y Pamela, en la per­
fecta ama de casa inglesa. Nancy, la más
intelectual, plasmó esas vidas excéntricas,
privilegiadas y polémicas con una gracia
que ha convertido su obra en un clásico.
Como escribe Mary S. Lovell en The Mitford
Girls, las hermanas “vivieron unas vidas
las Mitford tEnían contacto con pErsonajEs
clavEs dE la política, cultura y alta sociEdad
plenas y extraordinarias, muy indepen­
dientes de las otras”, y destacables por sus
conexiones con personajes claves de la
política, la cultura y la alta sociedad del
siglo pasado. De Winston Churchill a Adolf
Hitler, pasando por Joseph Goebbels, Be­
nito Mussolini, el general De Gaulle, los
duques de Windsor, John Fitzgerald Ken­
nedy, el Aga Khan, George Bernard Shaw,
Lytton Strachey, Evelyn Waugh, Cecil Bea­
ton y Katharine Graham. El contacto, en
muchos casos, fue estrecho: Churchill era
primo hermano de su padre, y su sobrino,
lord redeSdale (izqda.) con su esposa y su
hija Unity en un concierto. Londres, 1938.
Esmond, fue el primer marido de Jessica.
Se dijo que Unity fue la amante de Hitler,
mientras que la segunda boda de Diana se
celebró en casa de los Goebbels. Dora Ca­
rrington, compañera de Lytton Strachey,
se suicidó con una pistola que, inocente­
mente, le prestó Diana. La corresponden­
cia entre Nancy y Evelyn Waugh ha sido
recopilada en un grueso libro, mientras
que Cecil Beaton fotografió a casi todas
las Mitford, aunque su gran amistad fue
con Deborah. A la duquesa de Devonshire
–que llamaba al primer ministro británi­
co Harold McMillan “tío Harold”– tam­
bién la retrató el pintor Lucien Freud, de
quien fue íntima amiga, como también
de John Fitzgerald Kennedy.
los barones de redesdale
Cuando David Mitford y Sydney Bowles se
casaron, el 6 de febrero de 1904, él tenía
veintiséis años y ella, veinticuatro. Más que
por su pedigrí –David era un miembro me­
 LAS MITFORD

nor de la aristocracia–, el matrimonio lla­

maba la atención por su porte. Poseían unos
ojos de un impactante tono azul, que he­
La croNista de La faMiLia
redó casi toda su prole. David era el segun­
Si Se Sigue recordando a las herma- dista en 1929. Se casó con Peter Rodd,
do hijo del primer barón de Redesdale y nas Mitford es debido al talento de Nancy, aristócrata con fama de farsante y aburri-
vivía a la sombra de su hermano mayor, que publicó A la caza del amor en 1945. “El do. Cuando se separaron, en 1944, estaba
Clement. Cuando este falleció en combate libro ha de ser un éxito, porque estoy vi- enamorada de Gaston Palewski, jefe de ga-
en 1915, se convirtió en el heredero. En ese viendo de mis ahorros”, le confesó a su binete del general Charles de Gaulle. Le de-
entonces ya tenía cinco hijos: Nancy (1904), hermana Diana cuando estaba enfrascada dicó su famosa novela, en la que aparece
Pamela (1907), Thomas (1909), Diana en su escritura. Nancy (abajo, en 1956) ya como el personaje de Fabrice.
(1910) y Unity (1914), concebida esta en había publicado cuatro novelas, pero aque-
Swastika, Canadá, donde sus padres fueron lla le surgía sin dificultades: “Mis dedos AbiertAmente frAncófilA,
a la búsqueda de oro. Este dato, así como ansían el lápiz”, le contó a Evelyn Waugh. Nancy se instaló en París en 1946. Vivió en
el segundo nombre de Unity, Valkyrie, Francia hasta su muerte. Allí escribió Amor
A lA cAzA del Amor se ha con- en clima frío (1949), La bendición (1951),
adquiere un tono profético.
vertido en un clásico que sigue provocando No se lo digas a Alfred (1960) y biogra-
Ante la desesperación de su padre, las dos carcajadas. Desde niña, Nancy destacó por fías de madame de Pompadour, Voltaire,
siguientes criaturas fueron también muje­ su agudeza y su tendencia a bromear, una Luis XIV y Federico el Grande. Otro de sus
res. Jessica (“Decca”), nacida en 1917, y tendencia que, cabe decir, en ocasiones libros es Noblesse oblige (1956), una co-
Deborah (“Debo”), en 1920. En sintonía bordeaba la crueldad. Formó parte de la lección de ensayos para detectar a un ver-
con la Inglaterra posvictoriana, las Mitford Bright Young People y debutó como perio- dadero aristócrata. Puro Mitford.
se educaron con un mínimo contacto con
sus progenitores, a los que veían, como
mucho, una hora al día. Las niñeras se en­
cargaban de una crianza que incluía un
largo paseo diario –lloviera o tronase– en
compañía de sus múltiples mascotas.
En comparación con algunas de sus amis­
tades, lord Redesdale no era un hombre
rico, pero la familia vivía de forma des­
ahogada, rodeada de servicio y con resi­
dencias en Londres y el campo. A desta­
car, la casa conocida como Swinbrook,
en los Cotswolds. David no creía en la
educación de las mujeres, y no hizo pro­
visión alguna para que sus hijas fueran
a la escuela. Mientras Tom era enviado
a Eton con ocho años, las hermanas re­
cibieron básicamente lecciones en casa
con una ristra de institutrices.
Esta falta de educación formal afectó es­
pecialmente a Nancy y a Jessica, las más
inquietas intelectualmente. “En algún
lugar arreciaría la lucha por una educación
igualitaria para las mujeres [...] pero a
Swinbrook nunca llegó ni el mas leve eco
de la polémica”, escribió Jessica en Nobles
y rebeldes, sus memorias. “Nancy se moría
por aprender más de lo que tenía a su dis­
posición en casa”, reitera Mary S. Lovell.
Sin embargo, los Mitford consideraban
que el colegio era “innecesario y dema­
siado caro”. A lord Redesdale le preocu­
paba, sobre todo, que sus hijas pudieran
conocer a un tipo de chicas “inadecuado”
y que las obligaran a jugar a hockey y de­
sarrollaran las pantorrillas.

h i sto r i a y v i da 73
diana mitford el día de su boda con Bryan
Guinness, de la dinastía cervecera. Londres, 1929.
Su esposa tenía otros prejuicios, en su caso,
contra la medicina. Salvo casos de extrema
urgencia (como una apendicitis), los doc­
tores estaban vetados. Tampoco quiso va­
cunarlas. En lo que se refiere a la dieta, los
Mitford seguían las leyes kosher. “Mi madre
tenía la teoría de que los judíos nunca con­
traían cáncer”, aclararía Jessica, que reco­
noció que “incluso para la Inglaterra de
aquellos lejanos tiempos de mediados de
los años veinte, la nuestra no fue lo que se
dice una educación convencional”.
Pero el excéntrico número uno en la fami­
lia fue lord Redesdale, cuyos divertimentos
(como organizar “cacerías” de niños a
modo de juego) fueron debidamente re­
flejados por Nancy en sus novelas. También
sus filias (la primera, como es de esperar,
la caza) y sus fobias. Como el personaje
de “tío Matthew”, lord Redesdale era bá­
sicamente un misántropo: “Según mi pa­
dre, los forasteros no incluían solo a ale­
manes, franchutes, yanquis, negros y el
resto de extranjeros, sino también a los
hijos de los demás [...]; de hecho, a la in­
gente población sobre la faz de la Tierra,
con la excepción de algunos parientes,
aunque no de todos”, escribió Jessica.
74 h i sto r i a y v i da
las mitford vuelan
Pese a la cerrazón paterna, las Mitford
empezaron a casarse, prácticamente la
única opción para salir de casa en aquel
entonces. Diana, que llegó a ser conside­
rada la mujer más bella de la época, fue la
primera. A los 18 años contrajo matrimo­
nio con Bryan Guinness, de la dinastía
cervecera. Tanta riqueza disgustaba a lady
Redesdale, para quien la sobriedad era
una virtud necesaria: ella la practicaba
diana, la favorita dE la prEnsa, protagonizó El
priMEr Escándalo al abandonar a su Esposo
con detalles como dejar de utilizar servi­
lletas en las comidas, porque calculó que
lavarlas salía demasiado caro.
El matrimonio Guinness fue uno de los
puntales de la Bright Young People: jóvenes
aristócratas y bohemios que se divertían
en el Londres de finales de los prósperos
años veinte. Este grupo fue reflejado por
Evelyn Waugh en la sátira Cuerpos viles,
donde describió el sinfín de fiestas que
conformaban su principal actividad. Du­
rante aquel tiempo de relativa calma para
los Mitford, la familia aparecía únicamen­
te en los ecos de sociedad. En especial,
Diana, la favorita de la prensa. La tranqui­
lidad duraría poco. En 1932, la joven pro­
tagonizó el primer escándalo de los Mit­
ford: abandonó a su esposo tras haberse
enamorado locamente de Oswald Mosley,
el fundador del BUF (British Union of Fas­
cists), primer partido fascista británico.
En la década de los treinta, muchos in­
gleses se debatían entre el fascismo y el
comunismo, una cuestión que llegó a
dividir familias. Y fueron muchos los
miembros de la clase alta (como Mosley,
que era un aristócrata) que se sintieron
seducidos por Hitler y su ideología. En el
caso de los Mitford, la fascinación por la
Alemania nazi de algunos de sus inte­
grantes se inició cuando Tom decidió
estudiar Derecho en Berlín.
Diana siguió la estela de Tom. Converti­
da en una paria social por su affaire con
Mosley, encontraría en el régimen de

Hitler un ideario afín, así como una pro­
bable fuente de financiación para el BUF.
En su primer viaje a Baviera, en 1933, la
acompañó su hermana Unity. Ambas asis­
tieron al congreso del partido nazi en
Núremberg, que les provocó una honda
impresión. “Sin duda, este viaje ha cam­
biado la vida de Unity”, escribió Diana en
su diario. No se equivocaba. La joven, de
veinte años, quedó deslumbrada por aque­
lla experiencia y se marcó un objetivo:
conocer a Adolf Hitler.
En cierto modo, Unity fue una de las pri­
meras groupies de la historia. Su estrategia
para aproximarse al Führer es un ejemplo
de enamoramiento platónico y de perse­
verancia ciega. Se limitó a esperar duran­
te semanas en la Osteria Bavaria, el res­
taurante al que Hitler acudía de vez en
cuando en Múnich. Unity había logrado
estudiar alemán en la ciudad, idioma que
iba a necesitar el día en que conociera al
canciller. Altísima (medía 1,80 m), rubia
y de ojos azules, su presencia no pasaba
inadvertida: “Hitler se acostumbró a ver a
aquella chica de aspecto nórdico, a menu­
do sola, sentada en el mismo sitio cada vez
que iba a la Osteria, mirándolo”, relata
Mary S. Lovell. Empezaron los saludos
discretos con la cabeza, hasta que, el 9 de
febrero de 1935, Hitler mandó a un miem­
bro de su séquito para que la llevara hasta
su mesa y así poder saludarla. “Ha sido el
día más maravilloso y feliz de mi vida”,
escribió Unity a sus padres.
Hasta el día de la declaración de guerra
entre Reino Unido y Alemania, Unity Mit­
ford vivió por y para Adolf Hitler. La in­
tensidad de su relación es todavía una
incógnita, pero se sabe que llegaron a
intercambiar motes (ella le llamaba “Lo­
bo” y él, “Niña”) y que se vieron en 140
ocasiones. Aquella familiaridad con Hit­
ler hizo posible que Unity le presentara a
sus padres, a Tom, a Pamela (que lo com­
paró a “un granjero viejo con traje”) y,
por supuesto, a Diana. Con ella también
entabló una estrecha relación, hasta el
punto de que, en 1936, el Führer fue in­
vitado de honor en la boda de los Mosley
en casa de Joseph y Magda Goebbels. Les
regaló una fotografía suya, firmada.
la otra cara de la familia
Y mientras parte de su familia vivía un
romance con el líder mundial del fascismo,
LAS MITFORD
unity (a la izqda. de la 2.ª fila) en 1938 con eva
Braun y la mujer de Karl Brandt, médico de hitler.
en Inglaterra, otra hermana Mitford, Jes­
sica, emprendía la aventura de su vida,
impulsada por la ideología opuesta y, como
sus hermanas, por el amor.
En febrero de 1937, Decca se fugó a la Gue­
rra Civil española junto a Esmond Romilly,
sobrino de Churchill. Llevaba tiempo ena­
morada de él, su primo segundo, pero no
había podido conocerle hasta unos días
antes, en casa de una tía común. Apodado
“el sobrino rojo”, Esmond estaba vetado
por los Redesdale. Al poco de ser presen­
tados, Jessica –que de niña había abierto
una cuenta corriente para fugarse– le pi­
dió que la llevara con él.
Un par de semanas después, la pareja lle­
gó a Bilbao, donde Esmond trabajó como
corresponsal de guerra y ella como su se­
cretaria (aunque no sabía mecanografía).
Decca definió aquella vida en una ciudad
al borde la hambruna y cercana al frente
“como salida de un sueño”. El sueño, sin
embargo, se rompió cuando Anthony Eden,
ministro de Exteriores, envió al consulado
británico un telegrama urgiendo “el regre­
so de Jessica Mitford”. Los angustiadísimos
Redesdale habían echado mano de todos
sus contactos para que su hija volviera a
h i sto r i a y v i da 75
casa. Incluso Churchill intervino, pero
hizo falta un chantaje para convencerla de
salir de España: el gobierno británico te­
nía previsto destinar un destructor para el
rescate de refugiados, pero solo lo envia­
ría si Decca embarcaba en él.
En mayo, Esmond y Decca se casaron ci­
vilmente en Bayona, en una ceremonia
discreta pero publicitada por la prensa
británica, que había encontrado un filón
en las hermanas Mitford. El siguiente
bombazo informativo llegó en septiembre
de 1939, cuando, al conocer la declaración
de guerra de Inglaterra a Alemania, Uni­
ty trató de suicidarse. Ya había advertido
que si sus dos amados países se enfrenta­
ban, ella no podría soportarlo. Se pegó un
tiro en la sien en el Jardín Inglés de Mú­
nich, y, aunque no perdió la vida, le que­
daron graves secuelas. Hitler se hizo car­
go de los gastos hospitalarios y ordenó su
traslado a Suiza, donde la recogieron su
madre y su hermana Deborah.
los mitford en guerra
En 1940 el mundo había estallado, como
también las relaciones entre los Mitford.
76 h i sto r i a y v i da
Por su ideología fascista y su cercanía a
Hitler, los Mosley fueron privados de liber­
tad hasta el fin de la guerra. Nancy, anti­
fascista militante, fue una de las muchas
personas que informaron sobre Diana:
“Dije que la consideraba una persona ex­
tremadamente peligrosa. No es una actitud
muy fraternal, pero, en estos tiempos, creo
que es mi deber”, escribió. Entretanto, el
matrimonio de David y Sydney hacía aguas.
Si bien él había comprendido que el fas­
cismo no era una alternativa posible, su
esposa seguía viendo a Hitler como un
personaje encantador, que se había por­
tado como un caballero con Unity. “Creo
que se odian”, sentenció Nancy.
Los estragos de la guerra, sin embargo,
no habían hecho más que empezar. En
1941, el avión de la Fuerza Aérea Cana­
diense que pilotaba Esmond Romilly fue
derribado en el mar del Norte. Tenía 23
años. Tras la muerte de su primera hija a
causa del sarampión, Esmond y Jessica se
habían instalado en Estados Unidos a
principios de 1939. La noticia del falleci­
miento de su marido le fue comunicada
a Jessica por Winston Churchill en la Ca­
nancy inforMó sobrE
diana, a quiEn juzgaba
pEligrosa: “En Estos
tiEMpos, crEo quE Es
Mi dEbEr”, Escribió
sa Blanca, donde el primer ministro era
huésped del presidente Roosevelt.
La contienda acabó asimismo con la vida
de Thomas Mitford, que murió en marzo
de 1945 en Birmania, en el frente asiático.
También falleció el hermano mayor del
marido de Deborah, Andrew Cavendish,
hijo de los duques de Devonshire y con
quien se había casado en 1941. Como
relata Deborah en sus memorias, la gue­
rra fue un doloroso reguero de pérdidas
que hoy puede resultar incomprensible:
“Una vez, durante una entrevista con una
joven periodista, le hablé de las muertes
de mi único hermano, del único hermano
de Andrew, mi cuñado, y de cuatro de mis
mejores amigos”. Como respuesta, escri­
bió Deborah en su memorias: “La joven
 LAS MITFORD

me dijo: ‘Entonces, ¿le afectó a usted la

guerra de algún modo?’”.

la duquesa inesperada
La pequeña de las Mitford despertó el
interés informativo al convertirse en du­
quesa de Devonshire en 1950. Con el im­
portante título, su marido heredó Chats­
worth, una de las casas señoriales más
magníficas del país. Gracias a la gestión
de Deborah, la vasta vivienda, abierta al
público, se convirtió en un negocio auto­
suficiente. Emparentada con la familia
Kennedy por vía de su esposo, la vida de
Deborah fue intensa y glamurosa, aunque
exenta de los escándalos que protagoni­
zaron sus hermanas más famosas.
Fallecida en 2014, Deborah fue la última
superviviente de las Mitford. Unity murió
en 1948 a causa de una meningitis provo­
cada por la bala que tenía incrustada en
la cabeza. Nancy falleció en París en 1973
víctima de un cáncer, mientras que Pame­
la, la más discreta, lo hizo en 1994. Diana
murió con 93 años en París, donde se ins­
taló con su esposo al final de la guerra.
Nunca renegó del fascismo ni de Hitler:
aunque reconoció que el dictador había
hecho “cosas terribles”, siempre sostuvo
que sentía “muchísimo aprecio” por él. No
volvió a dirigirse la palabra con su herma­
na Decca, que murió en 1996 convertida
en ciudadana estadounidense y en una
reconocida escritora y activista. Su legado
lo gestiona su única hija, Constancia Ro­
milly, a quien su padre, el idealista Es­
mond, nunca llegó a conocer.

Para Saber máS

memoriAS
mitford, Jessica. Nobles y rebeldes. Bar-
celona: Libros del Asteroide, 2014.
noVelA
mitford, nancy. A la caza del amor. Bar-
celona: Libros del Asteroide, 2005.
— Amor en clima frío. Barcelona: Libros del
Asteroide, 2006.
enSAYo
le floc’HmoAn, Annick. Las hermanas
Mitford. Barcelona: Circe, 2003.
loVell, mary S. The Mitford Girls: The
Biography of an Extraordinary Family.
Nueva York: Little, Brown, 2001. En inglés.
moSleY, charlotte. The Mitfords: Letters
between Six Sisters. Londres: Harper Pe-
deborah como duquesa de devonshire en 1951. a la izqda., Jessica con su marido, esmond romilly, en 1940. rennial, 2008. En inglés.

h i sto r i a y v i da 77
 El rival
dEl
rEy Sol
El Grand Condé, primo de Luis Xiv, fue
muchísimo más que el prototipo del
aristócrata guerrero. además de alcanzar
victorias memorables, patrocinó las
letras, las artes y el lujo en general. hasta
el punto de competir desde Chantilly con
la corte del rey en versalles.
Francisco Martínez Hoyos, doCtor En historia

l
uis II de Borbón era príncipe de sangre. Eso significaba que era
descendiente de san Luis IX, y podía aspirar al trono si llegaba
a extinguirse la rama principal de la familia reinante. Tras una
educación muy cuidada con los jesuitas, siguió la carrera militar,
y en 1643, con apenas veintiún años, obtuvo una aplastante
victoria contra los españoles en Rocroy. A este triunfo le sucederían otros
muchos durante la última etapa de la guerra de los Treinta Años (1618- condé, por Juste d’Egmont, s. xvii. © rMn-Grand
48), una especie de Primera Guerra Mundial avant la lettre que devastó Palais (domaine de Chantilly) / rené-Gabriel ojéda.
Europa. Aunque tampoco faltó algún fracaso, como el intento fallido de

78 h i sto r i a y v i da
GRAND CONDÉ

h i sto r i a y v i da 79
tomar Lérida. Su buena estrella como ge-
neral le convirtió en el “brazo armado” de
la monarquía francesa, una potencia que
caminaba hacia la hegemonía continental.
Enemistado con el cardenal Mazarino, en-
tonces favorito de la regente, Ana de Aus-
tria, se unió a la revuelta nobiliaria de la
Fronda. Las tropas de Luis XIV, dirigidas
por otro gran comandante, Turenne, le
derrotaron en diversas ocasiones, por lo
que se vio forzado a refugiarse en París y
más tarde a exiliarse en Flandes, donde se
unió a los españoles. Él fue uno de los ar-
tífices de la última gran victoria de los ter-
cios, la que alcanzaron en Valenciennes,
en 1656, contra los compatriotas de Condé.
80 h i sto r i a y v i da
El gran escaparate
Tres años después, la Paz de los Pirineos
pone fin a las hostilidades. El Rey Sol le
indulta y le permite regresar a Francia,
donde se establece en sus dominios de
Chantilly, convertidos a partir de entonces
en su principal residencia. Embellecerlos
iba a ser una de sus prioridades, por lo
que no dudó en contar con los mejores.
En arquitectura hizo llamar a Hardouin-
Mansart, el arquitecto que se haría famo-
so, entre muchas otras obras, por la pari-
sina plaza Vendôme y por la versallesca
galería de los Espejos. Por otra parte,
decidido a crear unos jardines que rivali-
zaran con los de Luis XIV, Condé obtuvo
los servicios del artífice de los de Vaux-le-
Vicomte y Versalles, André Le Nôtre.
Surgió así el escenario magnífico de mu-
chas fiestas fastuosas. Una de ellas, en
1669, se celebró en honor de Juan II Casi-
miro de Polonia, monarca que se había
exiliado en Francia tras verse incapaz de
mantener su trono. Enrique de Borbón, el
hijo de Condé, estaba emparentado con
este soberano. Su esposa, Ana Enriqueta,
era sobrina de la reina polaca María Luisa.
Sin duda, la recepción más recordada fue
la que se dio en honor de Luis XIV en 1671,
tanto por un lujo desbordante como por
la tragedia final. Ante la llegada inespera-
da de unos invitados, fue imposible impe-

Evgeny Shmulev / Shutterstock.com
a tener en cuenta
un príncipe brillante
Hasta el próximo 2 de enero, el Do-
minio de Chantilly recuerda al que
fuera su más magnífico príncipe en
una muestra rica en obras de arte.
Las reproducidas en este artículo
pertenecen a esa exposición, que al-
berga la sala Jeu de Paume.
www.domainedechantilly.com/
en/event/le-grand-conde
dir que faltaran platos en algunas mesas.
El cocinero en jefe, Vatel, se quitó la vida,
convencido de que había perdido la honra
por aquel fallo, que, a fin de cuentas, no
era culpa suya, sino de un retraso de los
proveedores de alimentos.
Este tipo de grandes eventos sociales, como
en la actualidad, fascinaban a un público
hechizado por la riqueza, el poder y el gla-
mur. Por eso, la prensa de la época dio
cuenta y razón de los pasos del Rey Sol por
los dominios de su primo. Un artículo de
la Gazette de France se titulaba, precisa-
mente, “La fiesta de Chantilly”, y maqui-
llaba con descaro los hechos. Su versión
edulcorada puede corregirse gracias a la
rEcEPción del Grand Condé por Luis Xiv en versalles en 1674, lienzo de Jean-Léon Gérôme, 1878.
© rMn-Grand Palais (musée d’orsay) / hervé Lewandowski. a la izqda., el castillo de Chantilly.
en cHantilly nació
un núcleo artístico
donde se respiraba
Más libertad que en
la corte de luis xiv
correspondencia de madame de Sévigné,
donde la escritora indica que los fuegos de
artificio nocturnos no fueron tan magnífi-
cos como pretendía el periódico. La nubo-
sidad impidió que el público los disfrutara
en toda su espectacularidad. Por otra par-
te, hay que señalar que la Gazette no dijo
ni una palabra sobre la muerte de Vatel.
Protector de escritores
La corte de Luis II también se convirtió en
un espléndido centro literario, en el que
destacaron plumas de primer nivel como
el dramaturgo Racine, el fabulista La Fon-
taine o el poeta Boileau. Nació así un
núcleo artístico donde se respiraba más
GRAND CONDÉ
tolerancia y libertad que en la corte de
Luis XIV. En palabras de la historiadora
Katia Béguin, el príncipe Luis constituyó
un auténtico “anti-Versalles”.
Otro artista beneficiado por el mecenazgo
de Condé fue el dramaturgo Molière. Con-
dé le apoyó resueltamente cuando una de
sus obras más célebres, Tartufo, suscitó una
aguda controversia. Para los miembros del
llamado “partido de los devotos”, aquella
sátira de la hipocresía religiosa resultaba
difícilmente tolerable. Prohibida en París,
la pieza se representaba, sin embargo, en
Chantilly. Por eso, cuando se permita su
impresión en 1669, Molière dedicará al
príncipe unas palabras de gratitud. Y apro-
vechará para relatar una anécdota signifi-
cativa: en cierta ocasión, se había repre-
sentado en Versalles una obra titulada
Scaramouche. Luis XIV, al terminar la fun-
ción, preguntó a Condé por qué los que se
escandalizaban con Tartufo no decían
nada de esta pieza. El príncipe le respondió
que el motivo estaba claro: Scaramouche
tocaba el tema de la religión, algo que im-
h i sto r i a y v i da 81
 © RMN-Grand Palais (domaine de Chantilly) / Harry Bréjat.
(Muy) LoCo Por Los Libros
Condé, ávido coleccionista de volúmenes, fue el responsable
de una impresionante biblioteca de predilección científica.
el príncipe de condé se ganó bibliográfico, a falta de un inventario tras
ante sus contemporáneos fama de aman- la muerte de Luis II, pero lo cierto es que
te de las letras. Tras heredar una gran estaba considerada ya en su momento
biblioteca de su padre, puso todo su cui- una de las mejores de Europa. Según una
dado en acrecentarla (abajo, parte de descripción publicada en 1680, contenía
ella). Contaba, en ese sentido, con toda una gran cantidad de manuscritos raros,
una red de personas encargadas de las tanto en griego como en latín. Los auto-
adquisiciones, ya fuera en librerías o res clásicos, como en cualquier gran bi-
cuando una biblioteca privada se ponía en blioteca de la época, estaban muy bien
venta. Había que contar, además, con los representados. Tampoco podían faltar
escritores que le enviaban sus libros en múltiples títulos de teología, historia y li-
agradecimiento por sus favores. teratura. Pero el rasgo distintivo de este
coleccionismo bibliográfico lo aportaban
no podemos conocer con las numerosas obras de temática científi- rEtrato dE molièrE, actor y dramaturgo
exactitud el contenido del enorme fondo ca, más de una quinta parte del total. acogido en Chantilly, por Pierre Mignard, s. xvii.

portaba poco a los críticos. Estos, por el

contrario, se ofendían con la obra de Mo-
lière porque en ella veían un retrato de sí
mismos, algo que no podían soportar.
Por otra parte, no hay que olvidar que se-
rá en Chantilly donde Molière escriba Las
preciosas ridículas, uno de sus principales
títulos. Cuando murió, en 1673, su protec-
tor lo sintió mucho. Se cuenta que un poe-
ta, que le fastidiaba con su insistencia en
hacerle escuchar sus malos versos, le pre-
sentó un epitafio del fallecido dramaturgo.
Condé no se anduvo con delicadezas al
responder: “Preferiría, francamente, que
hubiera sido Molière el que me enseñara
el vuestro”. Sin duda, en ese momento
había perdido la paciencia, porque, por lo
general, era un hombre encantador. Según
uno de sus biógrafos, sabía cómo hablar a
cualquier interlocutor del tema que más
le pudiera interesar: a los generales, de
guerra; a los políticos, de diplomacia; a
los viajeros, de las nuevas exploraciones.

arte y ciencia
Un gran príncipe debía proteger las bellas
letras sin olvidarse de las bellas artes. Co-
mo coleccionista de pintura, Luis II se in-
clinó por la de procedencia flamenca,
como demuestra su afición por los cuadros
de Antonio Moro y David Teniers, con lo
que se anticipó en mucho a la moda que
triunfaría en el siglo xviii. Por otra parte,
a diferencia de Luis XIV, se interesó por los

82 h i sto r i a y v i da

otra obra de Pierre Mignard, uno de los artistas favorecidos por el Grand Condé: El rey Cefeo y la reina Casiopea agradecen a Perseo por haber liberado a su hija
andrómeda, lienzo también llamado La liberación de andrómeda, 1679. © rMn-Grand Palais (musée du Louvre) / Franck raux.
su curiosidad parecía
inFinita. los sabios de
cualquier caMpo de
conociMiento tenían
asegurada su siMpatía
artistas franceses de su tiempo. Intentó
realizar un encargo al gran Nicolás Pous-
sin, pero este, enfermo, declinó cortés-
mente. Tuvo más suerte con Pierre Mig-
nard, que se había visto desplazado de
Versalles por su rival, Charles Le Brun.
Lector inquieto, a Condé le atrae la hete-
rodoxia, tal vez porque ama la audacia
tanto en el campo de batalla como en el
del pensamiento. Por eso, en 1673, ofrece
su protección al filósofo Baruch Spinoza.
Quiere acogerlo en sus dominios. Ampara,
por otro lado, a Pierre Michon, más cono-
cido como el abad Bourdelot. A la pluma
de este personaje librepensador se debe
un Catecismo del ateo, pero también un
Tratado de la existencia de Dios.
Bourdelot también era médico. Y, sobre
todo, el promotor de una academia en la
que se discutían todo tipo de cuestiones
científicas. Su patrón, el príncipe, se halla-
ba muy bien informado sobre las cuestiones
más candentes. Un libro de la época, por
ejemplo, hablaba del secreto para desali-
nizar el agua de mar. Por otra parte, corrían
rumores sobre una muchacha de la Gas-
cuña que derramaba lágrimas de piedra.
La Academia Bourdelot estaba, además,
en relación con importantes científicos
extranjeros. Recibió, en la década de 1670,
al anatomista danés Nicolás Steno, descu-
bridor de la glándula parótida. Por su par-
te, Joseph-Guichard Du Verney organizó
uno de los grandes espectáculos del mo-
mento: la disección de un cerebro.
Literatura, arte, ciencia... La curiosidad de
Condé parecía infinita. Cualquier sabio de
no importaba qué campo del conocimien-
to tenía asegurada su simpatía. Solo con
GRAND CONDÉ
una condición: contar tras de sí con una
obra de mérito. Cuando murió, en 1686,
había conseguido de sobras lavar su imagen
de antiguo traidor al rey. Un predicador de
la época, Bossuet, muy ligado a su círculo,
pronunció una magnífica oración fúnebre,
famosa como modelo de retórica, donde
le presentó como un modelo de virtudes.
Naturalmente, su retrato se basaba en
una visión selectiva del pasado.
Para SabEr máS
clásico
bourbon-condé, louis Joseph de. Essai
sur la vie du Grand-Condé. París: Léopold
Collin, 1806. En francés.
bioGraFía
paladilHe, dominique. Le Grand Condé.
París: Pygmalion, 2008. En francés.
catáloGo
mathieu (dir.). Le Grand Con-
deldicQue,
dé. Le rival du Roi-Soleil? Gante: Snoeck,
2016. En francés.
h i sto r i a y v i da 83
arte
Paisajes
interiores
hasta el 2 de enero del año que se avecina, la royal academy of arts
de Londres reúne en una muestra a lo más granado del expresionismo
abstracto estadounidense, reflejo de una era de angustia.
ana echeverría , Periodista
A
dentrarse en el Expresionismo
Abstracto es hacer un viaje de
París a Nueva York. El mismo
viaje que emprendió en 1939
el Guernica de Pablo Picasso,
tras exhibirse en la Exposición Internacio-
nal de París y completar una gira por Eu-
ropa, con la vana esperanza de obtener
ayudas para el bando republicano de la
Guerra Civil española. Tras el final de la
contienda, y coincidiendo con el principio
de la Segunda Guerra Mundial, Picasso
decidió cederlo en custodia al MoMA, ya
que Estados Unidos parecía el lugar más
seguro para albergarlo. Jackson Pollock,
un joven pintor regionalista nacido en
Wyoming, fue uno de los visitantes que
peregrinaron ante aquel lienzo descomu-
nal. La impresión le duró toda la vida.
Según la pintora Lee Krasner, que se con-
vertiría en su esposa, “no cabe ninguna
duda de que admiraba a Picasso y al mis-
mo tiempo competía con él, quería supe-
rarle”. No es que pretendiera imitar al
malagueño. Más bien aspiraba, hallando
84 h i sto r i a y v i da
Woman ii, Willem de Kooning, 1952.
MoMa, Nueva york. donación
de Blanchette hooker rockefeller, 1995.
© 2016 The Willem de Kooning Foundation / Artists
Rights Society (ARS), New York and DACS, London 2016.
Digital image © 2016. The Museum of Modern Art,
New York / Scala, Florence.
su propio camino, a ser tan original y vi-
sionario como él, tarea nada fácil. En una
ocasión, la frustración le llevó a arrojar al
suelo un libro sobre Picasso, al grito de
“¡Maldita sea, a este tío no se le escapó
nada!”. Arshile Gorky y Willem de Kooning
se contaban también entre los fervientes
admiradores del español.
París envió a otros muchos embajadores
artísticos que dejaron su huella en Nueva
York. Por ejemplo, Hans Hofmann, un ca-
rismático profesor de Arte alemán, que
podía presumir de haber compartido café
en Montparnasse con Matisse, Braque, el
matrimonio Delaunay y el propio Picasso.
O John Graham, pintor y crítico de origen
ruso, enamorado del Cubismo y del Su-
rrealismo. Un goteo constante de exiliados
acabó de europeizar la Costa Este, entre
ellos, André Breton, Max Ernst, Yves Tan-
guy, André Masson, Piet Mondrian y el
chileno Roberto Matta, perteneciente
también, en esa época, al círculo parisino.
Lo curioso es que, lejos de limitarse a co-
lonizar Estados Unidos con los ismos pro-
 Ph-950, Clyfford still, 1950. Clyfford still Museum, denver. © City and County of Denver / DACS 2016. Foto cortesía del Clyfford Still Museum, Denver, CO.

h i sto r i a y v i da 85
abstracción
arte
eL aLCohóLiCo y La MiLLoNaria
La heredera Peggy Guggen­
heim fue la principal impulsora de la ca­
rrera de Jackson Pollock, pero su rela­
ción profesional estuvo lejos de ser
idílica. Las primeras palabras de Gug­
genheim ante una pintura de su futuro
protegido fueron: “Bastante fea, ¿no?”.
Solo tras las recomendaciones de Piet
pios de la vanguardia europea, la presen-
cia de este enjambre de talentos sirvió
para inspirar algo completamente nuevo.
Toda una generación de jóvenes artistas
autóctonos renuncia al Realismo social y
al Regionalismo, corrientes que dominan
la escena artística norteamericana desde
el crac del 29. Dejan de lado lo exterior,
las granjas, los campesinos y los obreros,
para zambullirse en la introspección, en
sus emociones, en su subconsciente. A su
manera, siguen pintando paisajes, pero
esta vez se trata de paisajes interiores. Y,
a través de esta renuncia a lo folclórico y
lo pintoresco, consiguen crear el primer
movimiento artístico de fama internacio-
nal genuinamente estadounidense.
86 h i sto r i a y v i da
Mondrian, de Roberto Matta y de su propio
secretario se decidiría la estadounidense a
exponer su obra, un mecenazgo que sería,
en palabras de la propia Peggy, su “más no­
table logro individual” como galerista.
PoLLock arrasó entre la crítica, y
fue escogido para decorar el vestíbulo de la
Ni expresionistas
ni abstractos
A diferencia de los vanguardistas euro-
peos, tan adictos a los manifiestos, los
expresionistas abstractos no fueron real-
mente un grupo, ni compartieron postu-
lados definidos. Hoy en día, los comisarios
de exposiciones ni siquiera parecen po-
nerse de acuerdo a la hora de incluir o
excluir a un determinado artista. Nadie
discute la presencia de Jackson Pollock,
Mark Rothko o Willem de Kooning entre
los consagrados, pero no sucede lo mismo
con Joan Mitchell, Lee Krasner o Janet
Sobel, todas ellas mujeres, o con Norman
Lewis, el único afroamericano, artistas
que entran y salen de las listas oficiales.
casa neoyorquina de Guggenheim con un
lienzo gigantesco, que tituló Mural (bajo es­
tas líneas). Mural se convirtió en la quin­
taesencia del action painting, una técnica en
la que el pintor empleaba la fuerza de todo
su cuerpo para traducir su emoción en vio­
lentos brochazos. Según el mito, lo pintó en
una sola noche, tras seis meses de bloqueo
creativo ante la tela en blanco. Un reciente
estudio lo ha desmentido –distintas capas
de pintura tuvieron tiempo de secarse antes
El caso es que ni siquiera los más célebres
encajan al cien por cien con el nombre
que se les dio. Los plácidos y alegres rec-
tángulos de Hofmann tienen poco de
expresionistas. Y en los cuadros de Gorky
o De Kooning se distinguen claramente
figuras biomorfas, a veces incluso huma-
nas, que trascienden los límites de la abs-
tracción. Un segundo intento de definir-
los fue darles el nombre de escuela de
Nueva York, una denominación no menos
problemática, teniendo en cuenta que
Sam Francis residió principalmente entre
California y París, que Clyfford Still tra-
bajó en Washington y California y que la
procedencia de todos estos artistas, en
definitiva, era diversa. De Kooning pro-

de que se aplicara la siguiente–, pero la
leyenda no acaba aquí. Según Guggen­
heim, el mismo día en que el pintor en­
tregó su encargo, procedió a vaciarle el
minibar y acabó orinando en la lujosa
chimenea de su mecenas.
Mural, Jackson Pollock, 1943.
the University of iowa Museum of art,
donación de Peggy Guggenheim.
© The Pollock­Krasner Foundation ARS,
NY and DACS, London 2016.
testaría contra todas estas etiquetas: “Es
desastroso ponernos nombre”.
Electrocardiograma
de la ansiedad
Si algo tienen en común todos ellos, y por
eso resulta tan difícil encasillarlos, es su
radical individualidad. Casi todos cargan
con el peso de infancias difíciles, orígenes
míseros o traumas, como el que contribu-
yó al suicidio de Gorky, superviviente del
genocidio armenio. Un anhelo compartido
de autenticidad les lleva a abrazar el psi-
coanálisis o a adoptar prácticas heredadas
del Surrealismo, como la pintura automá-
tica. Su experiencia vital está marcada por
acontecimientos externos que no pueden
N.º 15, una de las obras de Mark rothko expuestas en la muestra. 1957. Colección privada, Nueva york.
controlar: dos guerras mundiales, una
profunda crisis económica, aterradoras
noticias relacionadas con el Holocausto,
la bomba atómica y la guerra fría. Su pro-
funda inquietud por el presente y el futu-
ro se expresa en sus trazos angustiados,
en sus superficies de colores estridentes,
que nada tienen que ver con la pulcra abs-
tracción geométrica informalista o con el
Cubismo más descriptivo. Según el sema-
nario Newsweek, gran parte de la pintura
expresionista abstracta “parece el historial
cardiográfico de la edad de la ansiedad”.
Los trazos nerviosos de De Kooning o los
cubos de pintura que Pollock arroja sobre
telas extendidas en el suelo dan fe de esta
desazón. Pintan desde una necesidad in-
terior, y el gesto, a menudo, es más impor-
tante que el resultado. Según Franz Kline,
“si se pinta de verdad sinceramente, la
obra lo reflejará”, ya se trate de marañas
lineales donde la vista no encuentra repo-
so o de inmensas superficies de color, co-
mo las de Rothko, que exponía sus pintu-
ras más grandes en salas pequeñas para
que el espectador se sintiera engullido por
la obra, completamente inmerso en ella.
abstracción
© 1998 Kate Rothko Prizel & Christopher Rothko ARS, NY and DACS, London.
Pese a lo que pueda parecer, los expresio-
nistas abstractos no se conformaron con
volcar sus neurosis personales sobre la
tela. Se consideraban creadores de mitos,
inventores de lenguajes. Solo que, en pa-
labras de Kline, “en vez de crear un signo
legible, creas un signo ilegible”. De ahí
que les sedujera tanto el arte primitivo, el
Simbolismo o la imponente sensualidad
de las tauromaquias de Picasso, con sus
referencias a la mitología griega.
Fueron, a su manera, los últimos románti-
cos, la última explosión emocional de las
Vanguardias. Entrada la década de los se-
senta, el Pop Art echó un jarro de agua fría
sobre las torturadas aspiraciones de sus
predecesores. Llegó la era del consumo, de
la oda a lo frívolo y lo impersonal. En febre-
ro de 2016, un Pollock y un De Kooning se
subastaron por 500 millones de dólares.
PArA sAbEr más
catálogo
VV. aa.abstract expressionism. Londres:
Royal Academy of Arts, 2016. En inglés.
h i sto r i a y v i da 87
agenda
eXPosiciones del mes
ana echeverría, Periodista
el susPense de hitchcock
“Los directores de cine
viven con sus películas mientras
las están rodando. Son sus hi-
jos”. Alfred Hitchcock tenía un
férreo sentido de la paternidad
artística, que le llevaba a con-
cretar cada detalle de una pelí-
cula antes de filmarla, sin dejar
margen alguno a la improvisa-
ción durante el rodaje. El guio-
nista Dan Aulier aseguraba, con
sorna, que Hitchcock le daba
toda la “libertad para hacer una
HitcHock, más allá del suspense. espacio Fundación teleFónica
Fuencarral, 3. madrid. tel.: 91 580 87 00. FecHas: Hasta el 5 de Feb. 2017
88 h i sto r i a y v i da
película de Hitchcock”. Su visión
de la maternidad era mucho
más negativa: sus filmes están
repletos de madres horribles y
posesivas, desde la que incordia
a Cary Grant en Con la muerte
en los talones (1959) hasta la
que trastorna a Anthony Per-
kins en Psicosis (1960). La
muestra explora su relación con
sus colaboradores, su obsesión
por las rubias y sus magistrales
giros de guion.
alFred HitcHcock en el rodaje de los pájaros (1963). Universal
Pictures. Álbum. arriba, hitchcock y leo, mascota de mGm. Álbum.

El artE dE Clara
PEEtErs
Museo del Prado. P.º del
Prado, s/n. Madrid
tel.: 91 330 28 00
Fechas: del 25 de octubre de
2016 al 19 de febrero de 2017
Aceitunas, frutas, quesos,
dulces, pescados, frutos
secos... No hay delicia culi­
naria que la pintora Clara
Peeters (Amberes, 1594­La
Haya, 1657) no reprodujera
con minuciosa precisión en
alguno de los treinta y tantos
bodegones suyos que se con­
servan. La flamenca tiene el
honor de ser la primera
mujer a la que el Prado dedi­
ca una muestra monográfica
en sus casi doscientos años
de historia. Además de des­
cubrir a una virtuosa de la
naturaleza muerta barroca,
los visitantes disfrutarán bus­
cando autorretratos ocultos
de la artista, que solía pintar
su rostro en el reflejo de
copas y jarras.
CaPa En Color
Círculo de Bellas artes.
Alcalá, 42. Madrid
tel.: 91 360 54 00
Fechas: del 20 de octubre de
2016 al 15 de enero de 2017
Como fotoperiodista de gue­
rra, Robert Capa (Budapest,
1913­Vietnam 1954) fue
legendario. Sus imágenes de
la Guerra Civil española y de
la Segunda Guerra Mundial
marcaron para siempre nues­
tra manera de recordar estas
contiendas, en dramático
blanco y negro. En realidad,
Capa ya fotografiaba solda­
dos en color en 1941, pero las
revistas raramente disponían
de tiempo para este revelado,
más lento y caro. Además, los
editores preferían la solemni­
dad del gris para los temas
militares. Capa, astuto, deci­
dió reservar el color para ins­
tantáneas de ocio, moda y
11 / 2016
tan mal como asegura la
reciente película de Stephen
Frears porque existen nueve
grabaciones de gramófono
que lo atestiguan. Pero, gra­
cias a este mismo invento,
podemos regalarnos los oídos
con las arias y canciones
napolitanas que registró el
inimitable Enrico Caruso
(1873­1921). Del fonoautó­
grafo al MP3, pasando por el
magnetófono, el casete o el
Museu del Disseny de Barcelona. Fotografía: Guillem Fernández-Huerta.
discman, la exposición repa­
arriba, socarrats. Paterna, s. xv, en “de obra. cerámica...”. abajo a la sa la historia de la reproduc­
izqda., anuncio de casetes de 1969 en la muestra “1, 2, 3... ¡Grabando!”. ción musical y los cambios
sociales que produjo cada
uno de estos inventos.
dE oBra. CEráMiCa
aPliCada a la ar-
quitECtura
Museu del disseny
de Barcelona. Plaça de les
Glòries Catalanes, 37. Barcelona
tel.: 93 256 68 00
Fechas: hasta el 29
de enero de 2017
La cerámica lleva más de
doce mil años formando
arriba a la dcHa., la americana Judith stanton, Zermatt, suiza, 1950. Por parte de nuestros edificios,
robert capa. © Centro de Robert Capa / Internacional de Fotografía / Magnum Photos.
ya sea en forma de ladrillo,
de baldosa decorativa o de
escultura. Entre las 300 pie­
zas de esta muestra, se cuen­
tan relieves babilonios y
romanos y azulejos de los
siglos xv y xvii, así como
recreaciones contemporá­
neas de artistas como Miró,
Picasso, Chillida o Barceló.
la Máquina
dE PEnsar
CCCB. Montalegre, 5.
Barcelona
tel.: 93 306 41 00
arriba, Bodegón con frutas y flores, de clara Peeters, c 1612-13. Oxford, The Fechas: hasta el 11 de diciembre
Ashmolean Museum. Legado por Daisy Linda Ward, 1939.
Este año se cumplen siete
centurias de la muerte de
deporte, inaugurando la lar­ tel.: 91 580 87 00 Ramon Llull, un filósofo
ga tradición del papel cuché. Fechas: del 20 de octubre de extraordinario que, en plena
2016 al 22 de enero de 2017 Edad Media, trató de poner
1, 2, 3… ¡GraBando! Sabemos que la soprano esta­ de acuerdo a judíos, cristia­
Espacio Fundación telefóni- dounidense Florence Foster nos y musulmanes. Para ello
ca. Fuencarral, 3. Madrid Jenkins (1868­1944) cantaba ideó la ars combinatoria, un
h i sto r i a y v i da 89
agenda
cómo vivir de la Pintura siendo muJer
en eL sigLo xix se anima-
ba a las señoritas a pintar, pe-
ro únicamente como entrete-
nimiento de salón. Se trataba
de agradar a las visitas y, de
paso, pescar un buen marido,
no de ganarse la vida. La bar-
celonesa Lluïsa Vidal (1876-
1918) fue una excepción a la
regla. Vivió la eclosión del Mo-
dernismo en Sitges y fue la
única mujer que expuso en Els
Quatre Gats. Más insólito aún:
viajó a París para completar su
formación, como sus colegas
masculinos. Sus ilustraciones
para revistas como Feminal, las
clases que impartía en su pro-
pia academia y su fama como
retratista le garantizaron la in-
dependencia económica. Los
críticos de arte, para halagarla,
lluïsa Vidal. mnac. palau nacional, parc de montjuïc, s/n.
barcelona. tel.: 93 622 03 60. FecHas: Hasta el 15 de enero de 2017
90 h i sto r i a y v i da
tildaban sus cuadros de “viri-
les” por la osadía de su trazo,
ignorando el compromiso de la
pintora con el feminismo.
arriba, las guerreras,
carbón sobre papel, 1909.
colección particular.
abajo, la violonchelista
descansando, 1909. museu
vil·la casals. sant salvador
del vendrell.
sistema simbólico compuesto
de letras, figuras, reglas y
definiciones, que aspiraba
a ser un método lógico­alge­
braico para alcanzar la ver­
dad. No puede decirse que
sus aspiraciones ecuménicas
tuvieran éxito, pero sus más
de doscientos cincuenta
libros influyeron en pensado­
res (Gottfried Leibniz, Italo
Calvino...) y artistas (Arnold
Schönberg, Salvador Dalí,
Jorge Oteiza y Antoni
Tàpies, entre otros).
VElázquEz. Muri-
llo. sEVilla
Fundación Focus-abengoa.
Pl. Venerables, 8. Sevilla
tel.: 95 456 26 96
Fechas: del 7 de noviembre de
2016 al 28 de febrero de 2017
Diego Velázquez (1599­
1660) y Bartolomé Esteban
Murillo (1617­82) nacieron
en Sevilla con una genera­
ción de diferencia. Ambos
pintaron sus primeras obras
en una ciudad culta y cosmo­
polita, todavía enriquecida
por la plata de las Indias. La
muestra sevillana explora
este nexo común a partir de
los modelos iconográficos de
ambos artistas, de su lengua­
je naturalista y de su peculiar
manera de representar la
devoción y la vida cotidiana.
En total, diecinueve obras
cedidas por museos de
Europa y Estados Unidos.
luis Gordillo. Con-
FEsión GEnEral
Centro andaluz de arte Con-
temporáneo. Av. Américo Ves-
pucio, 2. Sevilla
tel.: 95 503 70 70
Fechas: hasta el 28
de febrero de 2017
“Yo siempre he sido escéptico
de mi obra, pero en los últi­
mos años he visto que tenía
sentido”. Es una frase de Luis
Gordillo (Sevilla, 1934), que

© Marc Chagall, VEGAP, Málaga, 2016 - Chagall ®.
Foto: Alfred Eisenstaedt / The LIFE Picture.
arriba a la izqda., Promenade, m. chagall, 1917. a la dcHa., inmaculada
concepción, velázquez, c 1618. abajo, marilyn monroe, hollywood, 1953.
a sus ochenta y dos años
sigue pintando con la misma
vitalidad y la misma pasión
por experimentar que le lle­
varon a adentrarse en el
Informalismo y el Pop Art en
los inicios de su carrera. Una
carrera que ha cumplido ya
seis decenios y que esta anto­
Fundación Focus-Abengoa. Sevilla.
lógica trata de condensar,
exponiendo unas doscientas
obras de todas las etapas.
ChaGall y sus
ContEMPoránEos
rusos
Colección Museo ruso de
Málaga. Edificio de Tabacalera.
Av. de Sor Teresa Prat, 15
Málaga
tel.: 95 192 61 50
Fechas: hasta el 5
de febrero de 2017
El estilo característico de
Marc Chagall (1887­1985)
tiene mucho que ver con sus
raíces como miembro de la
comunidad judía bielorrusa.
Por eso, esta exposición con­
textualiza su trabajo compa­
rándolo con el de otros
artistas judíos de origen ruso,
como Vera Pestel, Robert Falk
o Nathan Altman. En el caso
de Chagall, sus años de
juventud en París aportaron
la influencia del Fauvismo
y del Cubismo. Tras la
Revolución Rusa, estuvo en
estrecho contacto con el
Suprematismo de Malévich,
con quien nunca se llevó
bien. Pero ninguna vanguar­
dia le hizo abandonar jamás
sus ensoñaciones figurativas.
90 yEars
Ms MonroE
nieuwe Kerk. Gravenstraat, 17.
Ámsterdam (Países Bajos)
tel.: +31 20 626 81 68
Fechas: hasta el 5
de febrero de 2017
De no haber fallecido en
1962, en circunstancias aún
controvertidas, Marilyn
Monroe habría cumplido 90
años esta primavera. Pero la
muerte prematura de la rubia
preferida por todos los caba­
lleros contribuyó a su inmor­
talidad como mito. Sus
herederos tuvieron la pru­
dencia de guardar un gran
número de objetos persona­
les, que no empezaron a
subastarse hasta 37 años des­
pués de su desaparición. Un
total de 250 componen este
homenaje a la actriz, donde
no falta el mítico vestido
blanco de La tentación vive
arriba, diseñado en 1955
por William Travilla.
11 / 2016
qué hay
en tV...
La historia de Estados Unidos es
mucho más compleja que los tópi-
cos que persisten. Política, crimen,
comercio... USA en toda su salsa.
El precio
de la Historia
nuevos episodios,
martes 1 a las 22.50 h
En Las Vegas, tres generaciones
de los Harrison, abuelo, padre e
hijo, dirigen una casa de empeños
en la que han de tasar objetos.
¿Qué hacer con una primera edi-
ción de El maravilloso mago de
Oz? ¿Valdrán la pena unos pós-
teres firmados por Johnny Cash?
Elecciones USA
Especial, domingo 6
y lunes 7 a las 22.20 h
Estreno de los documentales La
lucha de Lyndon B. Johnson y Có-
mo perder la presidencia, este últi-
mo acerca de los entresijos de las
campañas. Se emitirán, además,
programas sobre distintos aspec-
tos de la historia política estadou-
nidense: la Casa Blanca, los asesi-
natos de presidentes o la candida-
tura de Donald Trump.
D. B. Cooper
Especial, jueves 24 y jueves
1 de diciembre a las 22.00 h
¿Dio el golpe perfecto o fue un lo-
co suicida? En 1971, un hombre
conocido como D. B. Cooper se-
cuestró un avión, lo hizo aterrizar
para recibir un rescate de doscien-
tos mil dólares y emprendió de
nuevo el vuelo, saltando después
en paracaídas. La investigación
nunca logró establecer su identi-
dad ni si consiguió sobrevivir.
h i sto r i a y v i da 91
libros
ensayo
de la UrSS a rUSia
Una detallada crónica del tiempo de Gorbachov
L
a académica francesa Hélène Carrère
d’Encausse (1929) escribió en 1985
un libro que tuvo una enorme reper-
cusión. En L’Empire Eclaté (El imperio
desintegrado) se atrevía a profetizar la
caída de la Unión Soviética cuando todavía
era percibida como una sólida superpo-
tencia planetaria. Y, efectivamente, la
URSS se disolvió en diciembre de 1991,
aunque lo que pasó no tuvo nada que ver
con las causas que se invocaban en aquel
libro. Luego continuó sus incursiones en
el país de sus antepasados con Rusia vic-
toriosa, que tampoco fue un acierto, si se
compara con el caos instalado durante la
era de Boris Yeltsin. Tras varias biografías
sobre los grandes protagonistas de la vida
de la URSS, su última obra, Seis años que
cambiaron el mundo. 1985-1991, es por fin
el trabajo de una historiadora, una des-
cripción precisa de lo que sucedió en rea-
lidad en ese tiempo fascinante.
Del período que va desde el nombramien-
to de Gorbachov como secretario general
92 h i sto r i a y v i da
hasta su dimisión forzada porque la URSS
había dejado de existir, Carrère hace una
recopilación científica y realista de un
tránsito político totalmente inesperado y
casi siempre incontrolado. Gorbachov, el
gran protagonista de la peripecia histórica,
aparece descrito como el iniciador de aquel
proceso que se llamó perestroika y que “se
trataba en principio de responder al de-
sastre económico, pero condujo con total
naturalidad a un cuestionamiento del
conjunto del sistema”. Puede que tuviera
razón Boris Yeltsin, su gran rival político,
al empeñarse en catalogar a la Unión So-
viética como un simple paréntesis de 70
años en la larga historia de Rusia. La obra
de Carrère describe precisamente cómo la
URSS volvió a ser la vieja Rusia, aunque
ahora amputada de Bielorrusia y –el peor
trauma, cuyos efectos estamos apenas
empezando a vislumbrar– de Ucrania.
Pero del gigante militar, que hacía y des-
hacía en los cinco continentes hasta que
encalló en las rudas montañas de Afga-
El krEmlin (ciudadela) de Moscú, sede del
gobierno ruso. vista desde el río Moscova.
Seis años que
cambiaron...
Hélène Carrère
d’enCauSSe
Trad. de ana herrera
Barcelona: ariel, 2016
351 pp. 23,90 €
nistán, casi nadie se acuerda. Y, para en-
tender plenamente por qué aquellos seis
años cambiaron el mundo, habría que
tener una referencia más sólida de las seis
décadas que los precedieron, los funda-
mentos de lo que Carrère define apenas
de pasada como el “monstruo creado por
Lenin y desarrollado por Stalin”. Más aún,
el gran reproche que se puede hacer a
este libro y a prácticamente todos los que
han descrito estos años puede ser preci-
samente la ausencia de crónicas más di-
rectas sobre la vida y los sentimientos de
la propia sociedad soviética, que veía
impasible cómo se desmoronaba el país
que creyeron eterno e invencible. Más allá
de las referencias al amargo “¡así no se
puede vivir!” que “los soviéticos repetían
desde el fondo de su corazón” (la doble
traducción del ruso al francés y del francés
al castellano lo ha convertido incorrecta-
mente en “¡ya no se puede vivir así!”),
todo sucede en los laberintos del interior
del Kremlin o en la “Casa Blanca”, sede
del Parlamento ruso. Se echa en falta esa
referencia sentimental a la percepción de
los millones de soviéticos que no sabían
aún cómo ser otra vez rusos. Y, de hecho,
aún están tratando de saberlo, un cuarto
de siglo después. Enrique Serbeto

noVeLa
pensar en provocativo
Un retrato coral de los existencialistas
¿Un libro sobre filósofos y, además, entre-
tenido? Eso es lo que ha conseguido la
escritoria británica Sarah Bakewell en esta
biografía colectiva. Por ella pasan algunas
de las mejores cabezas del siglo xx, aunque
no necesariamente simpáticas desde un
punto de vista humano. Martin Heidegger
resulta repulsivo por su egoísmo y sus sim-
patías nazis. Sartre tampoco sale bien pa-
rado: dogmático, soberbio..., pero con una
bondad personal que lo redime de algún
modo. Además, aunque cometió muchos
errores políticos, “por cada compromiso
desaconsejable y perjudicial había uno que
valía la pena, como su campaña contra los
abusos del gobierno en Argelia”.
En la Francia que siguió a la Segunda Gue-
rra Mundial, el existencialismo era mucho
más que una moda en los círculos restrin-
gidos de los intelectuales. Al contrario:
cuando Sartre hablaba, el público abarro-
taba los recintos. En esos momentos, las
ideas más provocativas estaban a la orden
del día. Bakewell capta magistralmente la
atmósfera efervescente en la que se desa-
rrolló una corriente filosófica que no per-
dió nunca su aroma inequívocamente
parisino. A la que odiaban, paradójicamen-
te, los conservadores y los marxistas. Los
primeros creían ver una apología del li-
en el café de los
existencialistas
SaraH Bakewell
Trad. de ana herrera Ferrer
Barcelona: ariel, 2016
327 pp. 22,90 €
bertinaje; los segundos, un sabotaje a la
idea de revolución. Porque, si el hombre
es libre, tal vez no esté garantizado que el
futuro tenga que ser socialista sí o sí.
En su momento, la ortodoxia académica
dictaba que las ideas de un autor debían
estudiarse al margen de su biografía.
Bakewell apuesta por lo contrario, y traza
un relato en el que lo intelectual y lo per-
sonal guardan íntima relación. Camus no
se puede entender si prescindimos del
muchacho argelino que creció en la pobre-
za. Sus colegas del mundo literario, proce-
dentes de medios burgueses, le mirarían
siempre con aires de superioridad. Por otra
parte, resulta instructivo comprobar cómo
las disputas entre pensadores adquirían
una dimensión emocional que podía acabar
con amistades y llegar a la violencia física.
Ahí está el puñetazo que Koestler propinó
a Camus. Francisco Martínez Hoyos
jEan-paul sartrE (con gafas) y simone de
beauvoir de visita en israel, marzo de 1967.
11 / 2016
LA ENTREVISTA
sarah Bakewell
¿sartre o Camus?
Preferiría no escoger.
Camus, en política,
ofrece una visión mo­
ral mucho más clara.
Por ejemplo, cuando
dice que no está bien
ejecutar a gente. En
cuanto a Sartre, unas veces estaba contra
la URSS, otras la justificaba. A lo largo del
tiempo cambió de opinión muchas veces
y refinó sus ideas. Me parece admirable su
manera de buscar nuevas formas de en­
contrar sentido a las cosas. Por otro lado,
en filosofía sus ideas son más interesantes,
porque no creía que la vida fuera absurda.
¿es relevante la vida de un autor para
entender su obra?
Existía en el mundo académico la idea de
que solo importaba el texto. Pero, si yo soy
el que piensa, importa lo que hago en el
mundo y cómo lo experimento. La vida
y las ideas están entrelazadas.
¿Por qué se negó Martin Heidegger
a abjurar del nazismo?
Heidegger no quería verse obligado a dar
las mismas excusas triviales que otras
personas. Mucha gente ha pensado que
seguía simpatizando con aquellas ideas, y
hay mucha evidencia de que eso es cierto.
¿se vio postergada simone de Beau-
voir por ser mujer?
Es verdad que su trabajo fue tomado me­
nos en serio que el de Sartre durante mu­
cho tiempo. Ella, en lugar de escribir libros
sobre “el ser y la nada”, trató sobre la ex­
periencia de ser mujer, algo que entonces
era visto como secundario. Sin embargo,
en tiempos recientes, ella se convirtió en la
más importante de la pareja. Incluso se lle­
gó a decir que Sartre le robó algunas ideas,
algo que me parece exagerado.
¿Hay que leer hoy a los existencialistas?
A ellos se les asociaba con la rebelión jo­
ven, una actitud que hoy se ha comercia­
lizado y no necesita del existencialismo.
Pero, en otros aspectos, se trata de una fi­
losofía que es ahora más interesante. Des­
tacaría su reflexión sobre libertad, hoy que
se discute si somos libres o estamos con­
dicionados por nuestros genes. Desde una
óptica existencialista, aunque ciertos fac­
tores nos influyen, hay siempre algo fun­
damentalmente libre en el ser humano.
h i sto r i a y v i da 93
libros
ensayo
plegariaS de piedra
Por qué, cómo y quiénes hicieron las catedrales
E
l medievalista Jean Gimpel calculó
que “entre los años 1050 y 1350 se
talló más piedra en Francia que en
cualquier época de la historia de Egipto”.
Por su parte, el arqueólogo Richard K.
Morris “estima que, de los casi 19.000 edi-
ficios eclesiásticos existentes hoy en día
en Inglaterra y en Gales, casi la mitad da-
tan del período medieval”. La empresa
gótica trata de esta revolución de espíritu
y piedra. Con un primer exponente en la
iglesia abacial de Saint-Denis –aquella
vecina de París donde reposan los reyes
de Francia–, “la época de la construcción
de catedrales más importante de Europa”,
que va, según define el ensayo, de 1134 a
1550, rediseñó mucho más que la línea
del horizonte en las ciudades medievales.
Robert A. Scott, profesor de Sociología
dEtallE dE una gárgola en la fachada de
la catedral gótica de carcasona, Francia.
la empresa
gótica
roBert a. SCott
Trad. de carol hoFFmann
Barcelona: STella mariS,
2016. 352 pp. 21,50 €
94 h i sto r i a y v i da
en Princeton y Stanford durante largos
años, explica este fenómeno desde todos
los ángulos imaginables. Dividiendo su
estudio en cinco partes de varios capítu-
los, la primera (“Una gran empresa”)
describe las facetas materiales de estos
templos admirables, desde sus medidas
y proporciones hasta el salario de los
obreros. El segundo bloque (“Historia”)
analiza el marco socioeconómico en que
surgieron. Es el turno del sistema feudal,
el auge creciente de la monarquía, los
burgos y las órdenes monásticas, y tam-
bién de la reurbanización de la economía
tras siglos netamente rurales.
para meditar en comunidad
El tercer apartado desmenuza los secretos
geométricos, lumínicos y estéticos de “El
estilo gótico”, como se titula, mientras que
el cuarto (“La experiencia religiosa”) exa-
mina la relación entre la idea medieval de
la sacralidad y su expresión formal en
estos edificios sublimes. Aquí se incluyen
desde aspectos teológicos y simbólicos
hasta el uso de la imaginación, la memo-
ria y los recorridos procesionales como
herramientas de meditación colectiva, al
igual que el poder motivador de las reli-
quias y los milagros. El trabajo concluye
con una sección sociológica no menos
interesante. “La comunidad gótica” rese-
ña tanto la fragilidad de la vida en esa
época como la manipulación política y
religiosa de la espiritualidad y la interac-
ción de las catedrales con la población,
tres acicates para su levantamiento.
Basado en medievalistas de primera línea
como los citados, Georges Duby o Jacques
LeGoff, ilustrado paso a paso con ejemplos,
material gráfico y una prosa accesible,
este es un apasionante viaje interdisci-
plinario al corazón y la mente de la Edad
Media europea a través de sus monumen-
tos arquetípicos. Eugenio Serrano

el cielo
prometido
GreGorio luri
Barcelona: ariel, 2016
509 pp. 21,90 €
El agEntE estalinista ramón Mecader en el
hospital tras el asesinato de trotski. México, 1940.
ensayo
el fin y los medios
Una obra qUe bUcea en la violencia Política
A principios de 2015, las revistas del cora-
zón españolas repetían una noticia bomba:
Sara Montiel había tenido, supuestamen-
te, una relación íntima con Ramón Mer-
cader, el agente de Stalin que asesinó a
León Trotski en 1940. ¿Fue este romance
real o un invento de la prensa rosa? En
Ramón Mercader, el hombre del piolet (Ara,
2015), Eduard Puigventós niega el roman-
ce. El suyo es un trabajo exhaustivo, fruto
de una tesis doctoral que lo llevó por ar-
chivos españoles, holandeses, rusos, mexi-
canos, estadounidenses y cubanos. Llega
así a conclusiones que se oponen a muchas
ideas establecidas. Afirma, por ejemplo,
que Mercader no fue reclutado por los
soviéticos para matar a Trotski: él se pre-
sentó voluntario más tarde.
Por su parte, en El cielo prometido. Una
mujer al servicio de Stalin, Gregorio Luri
se centra en Caridad del Río, la madre de
Ramón, en un ensayo que sintetiza más
de dos décadas de investigaciones sobre
su familia. Nos hallamos ante un libro an-
ticonvencional en el que se unen el ritmo
de una novela de espías, el rigor histórico
y las peripecias del autor durante sus pes-
quisas. Una tarea nada fácil que implicó,
aparte de bucear en los archivos, entrevis-
tas a muchos comunistas y excomunistas.
De los que hablaban mucho había que
desconfiar; seguramente mentían. Otros
se negaban a hablar por diferentes razones.
una “iglesia” roja
Pero Caridad no es el único centro de in-
terés de este libro. Inevitablemente, la
biografía de Ramón ocupa un espacio
considerable, a la vez que un análisis ex-
haustivo del comunismo de la época, rea-
lizado sin demasiada simpatía. Para Luri,
el Partido Comunista de España formaba
una especie de secta totalitaria. Mientras
tanto, en medio de la acción se intercalan
digresiones sobre historia de las mentali-
dades. Se nota que el autor es doctor en
Filosofía por su forma de desentrañar las
claves de un pensamiento, el comunismo,
que se convirtió para sus partidarios en
una religión política. Buscaban el paraíso
en la tierra y, por ello, estaban dispuestos
a dejar de pensar por su cuenta: “Cuando
uno se afiliaba, más que recibir un carnet,
tiraba lejos la llave de sí mismo”.
Caridad fue una mujer de fuerte persona-
lidad, aunque no demasiado seductora,
por su carácter dominante y falto de es-
crúpulos. Aparece como una especie de
lady Macbeth, es decir, como intrigante
capaz de manejar desde la sombra los hi-
los del poder. Siempre con una convicción
sin fisuras en la justicia de su causa, com-
partida por su hijo. Ambos estaban seguros
de que el fin justificaba los medios, fueran
estos los que fueran. Según se decía en-
tonces, no se podía hacer una tortilla sin
romper huevos. Francisco Martínez Hoyos
11 / 2016
TAmbIéN EN
LIbRERíAS
Una chica
con pistola
amy Stewart
madrid: SirUela, 2016
332 pp. 22,95 €
género: novela
En 1914, un accidente de circulación cambió
la vida de Constance Kopp, cuando un au­
tomóvil embistió la calesa en la que viajaba
junto a sus hermanas. La disputa por los
daños y perjuicios se convirtió en un infier­
no, en el que las Kopp recibieron amenazas
e incluso disparos. Pero Constance se con­
virtió en ayudante del sheriff. La escritora
estadounidense Amy Stewart se valió de
una noticia sobre el caso para recrear con
endiablada tensión de novela policíaca la
que pudo ser la pugna de las Kopp.
Gula
m. pilar queralt
del Hierro
Barcelona: deSTino, 2016
170 pp. 18 €. género: enSaYo
En 1966, Fernando Díaz­Pla­
ja tuvo un éxito arrollador con El español y
los siete pecados capitales. En homenaje a
esta obra, la editorial Destino publica una
colección de monografías. Tras las corres­
pondientes a la lujuria y la avaricia, Queralt
del Hierro recorre la historia contemporánea
de España de la mano de los placeres de la
mesa. Lo mismo encontramos a Isabel II en
Lhardy que a los intelectuales del café Gi­
jón. Todo con gran diversión y rigor.
el anillo
de Polidoro
andrea maGGi
Barcelona: dUomo, 2016
324 pp. 18,90 €
género: novela
Tras su debut en Muerte en la Acrópolis
(Duomo, 2015), Apolófanes, el astuto mer­
cader, y Filoxena, la filósofa, se enfrentan
a un nuevo y peligroso enigma. Una joven,
que resulta ser la sobrina de Filoxena, im­
plora ayuda, amenazada quizá por razones
políticas. Pero resolver el caso no será fácil
en una ciudad, Esparta, donde la seguridad
se ha evaporado. Solo cabe adentrarse por
oscuros lugares. Por suerte, Apolófanes
cuenta con un salvoconducto que se lo faci­
litará: un anillo. Misterio y acción a raudales.
h i sto r i a y v i da 95
libros
ensayo
USTed eSTá aqUí
Un plano al día para abordar la Grecia antigua
P
eter Rhodes, o P. J. Rhodes, como
suele firmar sus libros, fue durante
cuatro décadas el catedrático de
Historia Griega en la Universidad de Dur-
ham, el claustro más antiguo y prestigioso
de Inglaterra tras Oxford y Cambridge.
Profesor emérito desde 2005, sus obras
sobre las instituciones políticas y el impe-
rio de Atenas figuran entre las referencias
canónicas en estas materias. Sobra decir,
con semejantes antecedentes, que resulta
un auténtico lujo contar con un especia-
lista de esta talla como guía en una histo-
ria general de la andadura helena desde
cerca del año 800 hasta 146 a. C. O, lo que
es lo mismo, desde el período arcaico has-
ta la dominación romana.
Este arco cronológico forma, en realidad,
el núcleo duro de La antigua Grecia. Una
historia esencial. Porque el compendio de
Rhodes excede estos límites, al prestar
atención, aunque sea muy brevemente, a
las civilizaciones de la Edad del Bronce
96 h i sto r i a y v i da
(cicládica, minoica, micénica) en el pró-
logo. De igual modo, en el epílogo repasa
sucintamente qué ocurrió tras Roma, des-
de el Imperio bizantino a la guerra greco-
turca de 1919. Para no extraviar al lector
entre tantos siglos densos en acontecimien-
tos –en especial, en un mundo tan atomi-
zado como el heleno, con su reguero de
ciudades-estado–, el autor ancla el estudio
en el “territorio central de Grecia”. También
examina “las colonias [...] de otros luga-
res”, pero su eje es la Hélade continental,
el Egeo y la franja oeste de Asia Menor.
sintético, pero exuberante
Lo que sorprende en este trabajo de poco
más de doscientas cincuenta páginas es
que, con ese escaso espacio disponible,
Rhodes no solo se las arregla para trazar
una crónica bastante detallada y muy bien
fundamentada del periplo griego, con to-
dos los hitos, personajes y conceptos que
se deben saber. Aunque se vea forzado a
El rapto dE hipodamia, escena mitológica
griega. cerámica clásica, siglo v a. c.
la antigua
Grecia
p. J. rHodeS
Trad. de Yolanda FonTal
Barcelona: críTica, 2016
266 pp. 21,90 €
privilegiar algunas polis y épocas sobre
otras por su mayor significación –sucede
con Atenas y el período clásico, grandes
protagonistas–, el profesor también en-
cuentra lugar para valiosos añadidos. Por
ejemplo, salpica el texto con cifras escla-
recedoras, compara y corrige la informa-
ción suministrada por Heródoto y Esquilo
sobre la invasión persa de Jerjes y desa-
rrolla, con algunos jugosos pormenores,
las divisiones sociales espartanas, el fun-
cionamiento de la democracia ateniense,
cómo transcurría la vida familiar, laboral
y cultural durante el apogeo clásico... To-
do ello en términos divulgativos y con
útiles recomendaciones bibliográficas, que
incluyen títulos muy actuales, para ampliar
conocimientos. Y, no menos importante,
dentro de un volumen robusto, sólidamen-
te fabricado, físicamente apto para ser
consultado una y otra vez como un plano
básico desde el que introducirse en la fas-
cinante Antigüedad griega. Julián Elliot

DoCUMenTaL
la guerra civil en color
¿Colorear o no colorear las películas? La
controversia que se inició en los ochenta,
cuando se remasterizaron en color decenas
de clásicos de Hollywood en blanco y negro,
adquirió una nueva dimensión cuando se
hizo después con imágenes documentales.
amor y amistad
dir.: WhiT STillman. inTS.: KaTe BecKinSale,
chloË SevignY. género: comedia románTica
Elegante adaptación de Lady Susan,
un relato de Jane Austen que fue pu-
blicado de forma póstuma. La película
narra los esfuerzos de una viuda de la
alta sociedad británica por conseguir
un “buen partido” para su hija.
El éxito de II Guerra Mundial en color (2001)
avivó el debate. ¿Se puede justificar la ma-
nipulación digital de las imágenes desde
un punto de vista didáctico, como modo
de acercarlas al espectador haciéndolas
más “realistas”? Siguiendo el ejemplo de
DRaMa BIoGRÁFICo
nueva danza
Loïe Fuller fue una bailarina estadou-
nidense que triunfó en el París de la
Belle Époque con su célebre “danza
serpentina”, un vistoso estilo de baile
que deslumbró a los artistas más van-
guardistas del momento. La bailarina
narra la vida de Fuller (interpretada
por la cantante francesa Soko) desde
sus orígenes en Estados Unidos, donde
aprendió a bailar de forma autodidac-
ta, hasta su encuentro con la también
norteamericana Isadora Duncan, que
se convertirá en su mayor rival. C. J.
cine
españa en dos trincheras,
la guerra civil en color
dirS.: FranceSc eScriBano, lUiS carriZo
esa serie, se estrena el 28 de octubre en
cines España en dos trincheras, la guerra
civil en color, un documental producido por
Minoria Absoluta en el que se podrán ver
imágenes de la contienda como nunca an-
tes: coloreadas y digitalizadas en 4K. Tras
su paso en salas, se emitirá en noviembre
en el canal DMAX una versión más larga,
en tres episodios, bajo el título España di-
vidida, la guerra civil en color. Carlos Joric
la bailarina
dir.: STéphanie di giUSTo
inTS.: SoKo, gaSpard Ulliel, mélanie ThierrY
h i sto r i a y v i da 97
foto con historia

la ficha
Fecha 17 de diciembre de 1963.
lugar Washington.
imagen El presidente de Esta-
dos Unidos Lyndon B. Johnson
con el senador Richard Russell.

seducir a la fuerza
E
l presidente demócrata Johnson
no tuvo suerte con su memoria
histórica. Quedó a la sombra de
JFK, el mito al que sucedió tras
su asesinato en Dallas en 1963.
En ciertos sentidos, fue un líder más audaz.
Hizo posible la ley de Derechos Civiles,
concebida para equiparar a la población
negra con la blanca, y desarrolló un pro-
grama social, la “Great Society” (Gran
Sociedad). Su legado, sin embargo, quedó
enturbiado por la inmersión del país en la
desastrosa guerra de Vietnam. Con la pers-
pectiva del tiempo, muchos especularían
sobre si se hubiera evitado el conflicto
bélico con Kennedy en la Casa Blanca.
La política de Johnson fue continuista.
Algunas de las figuras más relevantes de
su administración, como Robert McNama-
ra, secretario de Defensa, venían de la
etapa precedente. Los hombres de Kenne-
dy, sin embargo, tendieron a despreciarle.
Le veían como un tejano rústico, opuesto
al glamuroso mandatario desaparecido.
El hermano menor de JFK, Bobby, le odia-
ba. Nunca congenió con un hombre que
veía en él a un “niñato” rico y que incluso
le trataba con cierta condescendencia.
Johnson había sido una figura dominante
en el Senado. Su poder de seducción le
permitía convencer a amigos y enemigos
acerca de cualquier tema, con una mezcla
de adulación y amenazas. Todo con un
lenguaje corporal que podía llegar a ser
muy invasivo para su interlocutor, como
podemos comprobar en la imagen de este
mes, de los inicios de su mandato, junto
al senador demócrata Richard Russell. Se
decía que, con esta táctica, podía reducir
al llanto al oponente más altivo. La fórmu-
la, el denominado “tratamiento Johnson”,
se reveló siempre muy eficaz.

98 h i sto r i a y v i da