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ISBND·311·4b18b-7
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SWINDO
46186 46186

9
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780311 461868
 PABLO

Un hombre de gracia y firmeza

 PABLO
Un hombre de
gracia y li.rmeza

Charles K. Swindoll
Traducido por
Luis Magín Álvarez

EDITORIAL MUNDO HISPANO

 EDITORIAL MUNDO HISPANO
7000 Alabama Street, El Paso, Texas 79904, EE. UU. de A
www.EditorialMundoHispano.org

Pablo, un hombre de gracia y firmeza. © Copyright 2003, Editorial
Mundo Hispano, 7000 Alabama Street, El Paso, Texas 79904, Estados
Unidos de América. Traducido y publicado con permiso. Todos los
derechos reserve.dos. Prohibida su reproducción o transmisión total o
parcial, por cualquier medio, sin el permiso escrito de los publicadores.
Publicado originalmente en inglés por The W Publíshing Group, Nashville,
Tennessee, bajo el título Paul, A Man of Grace and Grit, por Charles R.
Swindoll, © copyright 2002.
Las citas bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia: Versión Reina-
Valera Actualizada© copyright 1999, Editorial Mundo Hispano. Usada
con permiso.
Editores: Juan Carlos Cevallos
y María Luisa Cevallos
Ediciones: 2003, 2005, 2007, 2009, 2010
Sexta edición: 2011
Clasificación Decimal Dewey: 209.21
Tema: Pablo-Biografia
Dedicatoria
Con eterna gratitud a los muchos que me guiaron durante mis
años formativos. Deseo dedicar este libro a cuatro de ellos que
hicieron contribuciones significativas en áreas de mayor nece-
sidad en mi vida.
A Richard Nieme, ya fallecido, quien me enseñó cómo vencer el
tartamudeo, para que pudiera hablar en público sin temor.
A Howie Hendricks, quien me enseñó cómo estudiar la Biblia y
a comunicar su mensaje, para que yo pudiera manejar correc-
tamente la Palabra de verdad.
A J. Dwigh t Pentecost, quien me enseñó cómo mantenerme
firme en tiempos de dificultad y a confiar en Dios en todo tran-
ce, para que pudiera ser un pastor con fortaleza de carácter
hasta el final.
A Ray Stedman, ya fallecido, quien me enseñó cómo ser autén-
tico y a disfrutar del pastorado, para que pudiera ser un pas-
tor que anime al rebaño.
Al echar una mirada retrospectiva y recordar las cosas que
estos mentores me enseñaron, pienso que lo que me llegó al
corazón fue más lo que eran que lo que dijeron. Cada uno de
ellos está en mi mente como un hombre de gracia y firmeza.

ISBN: 978-0-311-46186-8
EMH Núm. 46186

5 M 9 11

Impreso en Colombia
Printed in Colombia
 ,. .
Indice

Dedicatoria.......................................................................... 5
Introducción........................................................................9
l. Pennítame presentarle a Saulo de Tarso ......................... 15
2. La violenta conquista de una voluntad rebelde .............. 33
3. La fe memorable de un héroe olvidado ........................... .49
4. La necesidad de aislamiento, quietud y oscuridad.......... 65
5. Arranca la misión... gracias a unos poco conocidos ......... 83
6. Fuera de las sombras....................................................... 101
7. Contentamiento en la gracia suficiente de Dios............117
8. El placer de estar juntos en el ministerio...................... 135
9. Dejado libre para obedecer..............................................147
10. Las aristas filosas del auténtico rninisterio ................... 165
11. Una estrategia para enfrentar las
circunstancias extremas.................................................. 181
12. El día en que dos misioneros fueron noqueados ............ 195
13. Viajando como lo hacía Pablo .......................................... 211
14. Predicando como lo hacía Pablo...................................... 231
15. Liderando como lo hacía Pablo....................................... 249
16. Respondiendo como lo hacía Pablo................................. 267
17. Pensando como lo hacía Pablo ........................................ 281
18. Enfrentando a los críticos como lo hacía Pablo............. 295
19. Actuando con valentía como lo hacía Pablo.................... 311
20. Cómo manejar un naufragio ........................................... 325
21. Arrestado y confinado, pero aún efectivo .......................343
22. Solo y encadenado, pero aún invencible.........................359
Conclusión........................................................................ 377

Introducción
Pablo: Un hombre de gracia y firmeza

Vanas biografías, que son para mí un tesoro, están en los

estantes de mi biblioteca personal, y algunas de ellas fueron
escritas hace ya un siglo o más. Y aunque sus páginas se han
vuelto amarillentas con el paso del tiempo, su letra muy pe-
queña, sus párrafos largos y su prosa muy tediosa, esos libros,
como unos amigos fieles están allí, listos para venir en mi ayu-
da en el momento preciso que los necesito. Cada uno de ellos
ofrece una luz profunda de la vida de los grandes personajes
de quienes hablan, lo que inevitablemente reaviva mi pasión
por esa correcta manera de pensar y por la claridad de expre-
sión que es tan rara en gran parte de lo que se escribe hoy. Pa-
ra mí, estos libros son de un valor incalculable.
La obra biográfica de Josiah Gilbert Holland, titulada The
Life of Abraham Lincoln (La vida de Abraham Lincoln) es un
ejemplo clásico de lo que estoy diciendo. Publicada en 1866,
un año después del asesinato del decimosexto presidente de
los Estados Unidos, esta joya encuadernada en cuero ha sido
una fuente de mucho placer e inspiración para mí a través de
los años. En mi opinión, las 544 páginas de esta obra magis-
tral calificarían como la obra maestra del señor Holland.
10 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Sin embargo, fue en el prefacio de su libro sobre Lincoln,
donde encontré las palabras que me ayudaron a perseverar
en mi esfuerzo de terminar este sexto libro de la serie Gran-
des vidas de la Palabra de Dios.
Mientras luchaba con la colosal tarea de tratar en unos po-
cos capítulos un tema tan excelente y emocionante como la vida
y ministerio del apóstol Pablo, las palabras de Holland, re-
firiéndose a lo que "pretendía hacer" y lo que "no pretendía ha-
cer", me fortalecieron para la tarea. Al reconocer la imposibili-
dad de escribir un tratado exhaustivo acerca de cada detalle
de los hechos que rodearon la vida grandiosa y perseverante
de Abraham Lihcoln, Holland escribió: "He tratado de pintar
la personalidad del señor Lincoln y de hacer un esbozo de su vi-
da, apegándome bien a él".
Esto es, precisamente, lo que aspiro hacer en las páginas
que siguen.
Es principalmente la personalidad de Pablo la que deseo
pintar en este simple boceto, apegándome a él a través de los
dramáticos hechos que se revelan en las páginas de la Biblia.
Al igual que los otros libros anteriores de esta serie, dejare-
mos que la Palabra de Dios nos guíe en una búsqueda, para
captar la inmensidad y el significado de este hombre excep-
cional y de su epopeya. ¡Qué epopeya tan fascinante! No sé de
ningún otro personaje de la Biblia, aparte de Cristo mismo,
que haya tenido una influencia tan profunda en su mundo y
en el nuestro como Pablo, una persona cuya vida parece resu-
mirse mejor en el título que he elegido para este libro: Pablo:
Un hombre de gracia y firmeza.
Mi muy conocido diccionario define a la firmeza como "la
solidez de mente y de espíritu... valor inconmovible frente a las
dificultades y el peligro". ¡Me encanta esta definición! No hay
una mejor descripción de este hombre de Tarso, a quien Dios
utilizó para que jugara ese papel tan grande de transformar
al mundo para Cristo en su generación. Pablo, un hombre fir-
me, tenaz y ardientemente inflexible en su osadía, llevó a ca-
bo su divina misión con resuelta determinación. Este hombre
fue un ejemplo de firmeza, cómo ningún otro mencionado en
las Sagradas Escrituras.
Pero su mensaje y su estilo, como veremos, se distinguie-
ron por la gracia. Este hombre, que se consideraba a sí mismo
como el más pequeño de todos los santos y el más grande de
Introducción 11
todos los pecadores, entendió y comprendió lo que es la gracia,
mucho mejor que cualquiera de sus contemporáneos, y no es
difícil entender por qué: Pablo nunca dejó de estar agradecido
por lo que había recibido. El favor inmerecido de parte de Dios
y su gracia superabundante lo alcanzaron en su celo farisaico,
pulverizaron su orgullo, lo pusieron de rodillas, ablandaron su
corazón y transformaron al otrora agresor en un poderoso vo-
cero de Cristo. Un hombre con una firmeza tal necesitaba de
una gracia igualmente sorprendente. Por tanto, no es ningu-
na sorpresa que la gracia fuera la característica predominan-
te en el mensaje y ministerio de Pablo hasta el último momen-
to de su vida.
Dios quiera que esta firmeza y esta gracia comiencen a pe-
netrar nuestras vidas al tiempo que nos abrazamos a Pablo,
ya que al enfrentarnos a los cambiantes desafíos del futuro
necesitamos con urgencia una gran provisión de ambas.
Sin embargo, antes de que iniciemos este viaje, tengo que
expresar mi gratitud a quienes me estimularon para que es-
cribiera esta sexta biografía bíblica. En primer lugar, mi pro-
funda gratitud a mi editor y amigo de muchos años, Mark To-
bey. Aunque siempre está ocupado en cumplir con las exigen-
cias y plazos de entrega de sus propios escritos, aceptó el reto de
darme su ayuda cuando, a veces, me encontraba luchando para
retratar en carne y hueso a Pablo. Una persona tan formidable
y con una mente tan aguda, envuelta en una vida tan cauti~
vante, parecería mejor verla a cierta distancia, admirada como
un santo enmarcado en cristales de colores y mantenida a dis-
tancia. Pero Mark me ayudó, poco a poco, a despojar a Pablo de
su halo de santidad, aunque sin disminuir su importancia.
También estoy profundamente agradecido una vez más a
Julie Meredith por sus incansables y diligentes esfuerzos en
lograr los permisos para el material que he tomado prestado
para este libro, una tarea que ella asume siempre con una son-
risa.
Estoy igualmente agradecido a David Moberg, a Mark Swee-
ny, a Lee Gessner y a Ernie Owens de Editorial W, quienes han
seguido creyendo en esta serie de Grandes vidas de la Palabra
de Dios. Cada uno de ellos, a su manera, me han animado a
seguir escribiendo, a perseverar en estas biografías, y a no
cansarme de hacerlo bien. Su sensible y persistente estímulo
dio como resultado este nuevo libro.
12 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

Debo también mencionar, indiscutiblemente, a la maravillo-

sa congregación de Stonebriar Community Church, de Frisco,
Texas. No sólo tengo el privilegio de servirles como su pastor,
sino que también tuve el placer de presentarles estas sem-
blanzas de Pablo en una serie de mensajes que prediqué los
domingos por la mañana durante la mayor parte del año
2001. La reacción entusiasta de la iglesia y las frecuentes pa-
labras de reconocimiento que recibí, con la sugerencia de que
pusiera estos pensamientos en un libro, avivaron en mí el fue-
go de la determinación cuando mis energías difícilmente ha-
brían alimentado un mínimo de determinación.
Finalmente,· a Cynthia, mi esposa desde hace cuarenta y sie-
PABLO
te años, le expreso mis más intensos sentimientos de amor y
gratitud. Sus demostraciones de afecto y fidelidad hacia mí,
su firme búsqueda de la excelencia y su generosa dedicación
al objetivo de hacerme posible la comunicación de la verdad
de Dios y la aplicación de la misma, me motivaron a mante-
ner con pasión ese mismo objetivo. Otro de los muchos resul-
tados tangibles de su dedicación a mí es este libro que tiene
usted ahora en sus manos. Sin el aliento de Cynthia, no se ha-
bría dado la culminación de este proyecto.
Entremos ahora juntos en el imaginario túnel del tiempo, <7ln hombre de.:7.rac.ra__y/2rmeza
y remontémonos a otro lugar y a otro tiempo. Dejemos que nues-
tra atención se concentre en la vida de este hombre, y abracé-
monos a él. Quiera el Señor que, como resultado, nuestras vi-
das cambien y nunca más vuelvan a ser las mismas.
 Capítulo uno

PERMÍTAME PRESENTARLE A
SAULO DE TARSO ...

C ada vez que nos enfrascamos en el estudio serio de una

vida ext raordinaria, tenemos que prepararnos para recibir sor-
presas, y es interesante notar que cuanto más extraordinaria
es la vida, más increíbles son las s orpresas. De esto podemos
estar seguros: las circunstancias y los hechos que llevaron a esa
persona a la grandeza se produjeron en sus años de "incógnito"
en los cuales pocos la observaban y a nadie le impo1taba.
Esto es muy cierto del decimosexto y tal vez el más notable
presidente de los Estados Unidos de América: Abraham Lin-
coln. La mayoría podría pensar que el cargo de presidente de
los Estados Unidos es el clímax apropiado para una vida dis-
tinguida. Después de todo, cualquier persona que llegue a ser
presidente seguramente que nació teniéndolo todo, y logró la
notoriedad antes de comenzar su fácil deslizamiento al rol de
presidente. Pero no es así precisamente.
Abraham Lincoln nació en 1809 en una cabaña de troncos
en lo que se conocía antes como el Condado de Hardin, en Ken-
tucky. Su padre era un obrero analfabeto y errabundo, y su ma-
dre una mujer frágil y enfermiza. La familia se vio obligada a
15
16 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
abandonar su casa antes de que el chico tuviera apenas siete
años de edad, y su pobre madre murió cuando él tenía nueve.
Lincoln prácticamente no tuvo ninguna educación formal.
Primero intentó dedicarse a los negocios en 1831, pero fra-
casó miserablemente. Un año después fue candidato a la legis-
latura del estado, pero no tuvo éxito. Ese mismo año perdió su
empleo y solicitó ingreso a la escuela de leyes, pero fue recha-
zado burlonamente por sus pésimas calificaciones. Poco des-
pués de esa humillante prueba inició otra actividad utilizan-
do un dinero que consiguió prestado de un amigo de confian-
za. Pero antes de un año el negocio se evaporó y fracasó nue-
vamente. Abraham Lincoln se declaró en quiebra y pasó los
siguientes diecisiete años pagando la deuda.
En 1835 se enamoró perdidamente deAnn Rutledge, sólo pa-
ra quedar con el corazón destrozado, pues ella murió poco des-
pués de su compromiso. Un año después sufrió un colapso ner-
vioso total y pasó los siguient.es seis meses recuperándose en
cama.
En 1838 buscó ser presidente de la legislatura del estado,
pero fue derrotado.
Dos años más tarde, en 1840, se presentó a elecciones de
relativa poca importancia del estado y fue derrotado.
Tres años después fue candidato al Congreso, pero igual-
mente fracasó.
En 1846 fue nuevamente candidato al Congreso y ganó.
Pero sólo dos años después fue candidato a la reelección y su-
frió un tremendo revés.
En 1849 trató de ser contratado como funcionario de ca-
tastro de su estado, pero fue rechazado.
En 1854 fue candidato al senado de los Estados Unidos de
América, pero nuevamente fracasó.
En 1856 buscó ser postulado por la convención nacional de
su partido a la vicepresidencia de los Estados Unidos de Amé-
rica, y obtuvo menos de cien votos; sufriendo así, una vez más,
otra vergonzosa derrota.
En 1858 fue candidato al senado y perdió una vez más.
Finalmente, en 1860, Abraham Lincoln fue elegido presidente
de los Estados Unidos de América y poco después vivió la gue-
rra más desoladora que ha experimentado esa nación. Pero su
perseverancia lo premió con un éxito político sin precedentes,
y fue reelegido para un segundo mandato. Lamentablemente,
Pennítame presentarle a Saulo de Tarso ... 17
el 14 de abril de 1865, a sólo cinco días después de la rendición
de Lee, Abraham Lincoln fue asesinado. Murió antes de llegar
a cumplir los sesenta años de edad.
Cuando no sabernos nada de esto, meditamos en una pre-
sidencia como la suya y tenemos la tendencia a pensar lo si-
guiente: ¡Dios mío, qué circunstancias tan buenas debió haber
tenido! Pero cuando nos fijamos bien en lo que fue el oscuro
recorrido de su pasado, nos damos cuenta de que estuvo lleno
de fracasos, tragedias, sufrimientos y aflicciones. Quedamos
sorprendidos e incluso horrorizados.
La grandeza del acero se forja en la mina, y eso vale para
todos nosotros. No olvide esto, especialmente cuando se en-
cuentre tocando fondo y esté convencido de que no hay mane-
ra alguna de lograr algo de valor en esa situación.
No debemos olvidar esto al estudiar la vida del hombre a
quien llamaron Pablo. Así mismo tenemos que prepararnos
para otras sorpresas horrorosas.
UN RETRATO BRUTAL
La primera imagen que tenemos de Pablo (a quien conocemos
inicialmente como Saulo de Tarso) es brutal y sangrienta. Si
un pintor la dibujara al óleo, ninguno de nosotros quisiera
tener ese cuadro colgado en la sala de nuestra casa. Ese hom-
bre se parecía más a un terrorista que a un devoto seguidor
del judaísmo. Para horror nuestro, la sangre del primer már-
tir del cristianismo salpicó la ropa de Saulo mientras éste
daba su consentimiento como cómplice de un atroz crimen.
¿Quién fue ese mártir?
Era Esteban, un joven creyente de Jerusalén descrito en
Hechos 6 como "lleno de gracia y de poder" (v. 8), que hablaba
con una sabiduría dada por el Espíritu Santo (v. 10), y cuya
expresión era "como la cara de un ángel" (v. 15). Sin embargo,
lo mataron a pedradas; lo asesinaron a sangre fria.
El Sanedrín, llamado el Consejo (NVI) en el libro de Hechos,
despreciaba a Esteban por su firme posición en defensa de
Cristo. Se negaron a seguir escuchando su apasionada censura.
Presas de la ira, lo arrastraron por la calle hasta la puerta
norte que daba a los arrabales de la ciudad. Allí lo golpearon
con grandes y filosas piedras, hasta que cayó tendido y murió.
Saulo, que veía todo el episodio, formaba parte de la turba vocife-
18 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
rante y sostenía los vestidos de los asesinos de Esteban. Sin
duda alguna, sonreía irónicamente con deleite sádico.
En The Message (El mensaje), Eugene Peterson parafrasea
la escena:
Dando gritos y silbidos, la chusma ahoga sus palabras. Aho-
ra, totalmente desbocados como animales arrastran a Este-
ban fuera de la ciudad y hacen llover piedras sobre él. Los
cabecillas de la turba se quitan sus vestiduras y le piden a
un joven llamado Saulo que cuide de ellas.
Mientras caen las piedras, Esteban ora, diciendo: "Señor
Jesús, recibe mi espíritu". Luego se arrodilla y ora en voz
alta, para que todos lo oigan: "Señor, no les tomes en cuen-
ta este pecado" -esas fueron sus últimas palabras. Luego
muere. Y Saulo estaba allí, felicitando a los asesinos.
Hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida, como cosa
natural, una imagen mental cristianizada del apóstol Pablo.
Después de todo, fue él quien nos dio las dos epístolas a los
Corintios. También escribió Romanos, la Carta Magna de la
vida cristiana. Fue el autor de esa liberadora carta a los Gála-
tas, exhortándolos a ellos y también a nosotros a vivir en la
libertad que proporciona la gracia de Dios. Y también escribió
las llamadas "epístolas carcelarias" ...y las epístolas pastorales,
tan llenas de sabiduría y tan ricas de significado. Basado en
todo esto, usted podría pensar que Pablo amó siempre al Sal-
vador desde la cuna. ¡Qué va!
Pablo odiaba el nombre de Jesús. Tanto así, que se convir-
tió en un provocador violento y declarado que perseguía y ase-
sinaba cristianos por lealtad al Dios del cielo. Por más horro-
roso que parezca, jamás debemos olvidar el infierno de donde
venía. Cuanto mejor comprendamos la ceguera de su pasado,
mejor comprenderemos lo agradecido que él estaba por la gra-
cia recibida de Dios.
El primer retrato de la vida de Pablo que nos presentan
las Escrituras no es el de un pequeño bebé tiernamente arru-
llado en los brazos de su madre. Ni tampoco lo pintan como un
joven judío, corriendo y saltando con sus amigos del barrio por
las estrechas calles de Tarso. El primer retrato no es siquiera
el de un joven y brillante estudiante de leyes devotamente
sentado a los pies de Gamaliel. Tales imágenes sólo nos ha-
Permítame presentarle a Saulo de Tarso... 19
rían pensar equivocadamente que él disfrutó de un pasado
como de cuentos de hadas. Por el contrario, lo vemos por pri-
mera vez simplemente como "un joven que se llamaba Saulo",
cómplice del brutal asesinato de Esteban, y que "consentía en
su muerte" (Hech. 7:58; 8:1).
Ése es el Pablo que tenemos que observar para compren-
der las gloriosas verdades de las epístolas del Nuevo Testa-
mento que él escribió. No es extraño, entonces, que más tarde
llegara a ser conocido como "el Apóstol de la gracia". Tenemos
que reconocer, si nos trasladamos al lugar de su nacimiento y
de su niñez, que su ambiente no estuvo marcado por la ira y
la violencia. La vida para Pablo comenzó, en realidad, de ma-
nera muy pacífica.
UNA CIUDAD NO INSIGNIFICANTE
"A la verdad, yo soy judío, ciudadano de Tarso de Cilicia, una
ciudad no insignificante". Pablo lo declaró una vez con una ma-
gistral demostración de exagerada modestia. Un estudio dete-
nido de la antigua Tarso revela que la ciudad natal de Pablo no
era ningún pueblucho insignificante, sino una activa metrópoli
de muchas culturas y con comercio internacional. Su situación
estratégica explica su importancia, su fama y riqueza.
Para ubicar a Tarso, vaya al mapa que aparece en la pági-
na 385 y localice primero la gran masa de agua que está en el
centro; ése es el mar Mediterráneo. Luego, corra el dedo hasta
el extremo oriental del mar, llegando a Siria, y de aquí siga al
norte bordeando la costa. Doble ligeramente al oeste (¡es decir,
a la izquierda, ya que he puesto a prueba sus conocimientos de
geografía!) hasta encontrarse con Cilicia, una provincia del
extremo suroriental de lo que antes se conocía como Asia
Menor. Hoy es parte de la moderna 'I\J.rquía.
Allí encontraremos a Tarso, localizada en el centro de la
provincia de Cilicia, el lugar donde nació Saulo. Ubicada aproxi-
madamente a unos diecinueve kilómetros de distancia de las
resplandecientes playas del Mediterráneo, Tarso está abriga-
da por la imponente cordillera Tauros, una fila de montañas
escarpadas que van desde el litoral hasta el norte, proveyendo
un vasto escudo protector alrededor de la ciudad. Debido a
que la ciudad se encontraba cerca de un puerto marítimo,
Tarso se convirtió en una importante ruta comercial para las
20 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
caravanas que llevaban mercaderías del Oriente hasta Roma,
en el occidente. El viaje requería que se pasara a través de los
Portales de Cilicia, un impresionante trayecto de estrechos
pasajes cincelados a través de los montes Taurus que queda-
ban por encima de Tarso.
La flor y nata de toda esta diversidad cultural y comercial
colmó la vida de Saulo mientras éste crecía en la fascinante
ciudad de su nacimiento. Aunque había quedado huérfano de
madre a la edad de nueve años, por ser el hijo de un promi-
nente fabricante de tiendas, Saulo se convirtió en el benefi-
ciario de un legado religioso e intelectual igualmente rico.
John Pollock, autor de The Apostle: A Life of Paul (El Apóstol:
La vida de Pablo), describe hábilmente algunos aspectos de la
infancia y la educación de Saulo:
Los padres de Pablo eran fariseos, miembros del grupo más
fervoroso en cuanto a nacionalismo judío y el más estricto en
su obediencia a la ley de Moisés. Ellos se preocuparon por
proteger a su hijo de la contaminación, por lo que la amis-
tad con niños gentiles era desaprobada y las ideas griegas
despreciadas. Aunque Pablo conoció desde su niñez el idio-
ma griego, que era la lengua franca, y tenía también un
conocimiento adecuado del latín, su familia hablaba en casa
el arameo, que era la lengua de Judea, y que era una deri-
vación del hebreo.
Ellos miraban a Jerusalén como el Islam mira hacia la
Meca, y el privilegio que tenían de ser personas libres de
Tarso y ciudadanos romanos, no era nada comparado con el
sublime honor de ser israelitas, el pueblo de la promesa, el
único al que el Dios vivo había revelado su gloria y sus
planes ...
Al llegar a la edad de trece años, Pablo ya dominaba la
historia del pueblo judío, la poesía de los salmos y la majes-
tuosa literatura de los profetas. Su oído había sido entrena-
do para la precisión más absoluta, y una mente rápida como
la suya estaba en la capacidad de retener al instante y a la
perfección todo lo que oía, de la misma manera que una
moderna "mente fotográfica" retiene todo lo que contiene
una página escrita. Pablo estaba ya preparado para recibir
una instrucción superior.
Permítame presentarle a Saulo de Tarso... 21
Todo eso a la edad de trece años. Pollock, en el mismo libro
sigue diciendo:
Un fariseo estricto no involucraba a su hijo en la filosofía
moral pagana. Por eso, probablemente en el año en que mu-
rió Augusto, el 14 d. de J.C., el adolescente Pablo fue enviado
por mar a Palestina y remontó las colinas hasta Jerusalén.
Durante los siguientes cinco o seis años, se sentó a los pies de
Gamaliel, el nieto de Hillel, el maestro supremo que, pocos
años antes, había muerto a la edad de más de cien años. Con
el delicado y gentil Gamaliel, que contrastaba con los líderes
de la escuela rival de Shammai, Pablo aprendió a analizar
minuciosamente un texto hasta lograr una gran cantidad de
posibles significados, de acuerdo con la opinión reputada de
generaciones de rabinos... Pablo aprendió a debatir en el esti-
lo de preguntas y respuestas del mundo antiguo que se cono-
ció como "diatriba", y a interpretar, ya que un rabino era no
sólo parte predicador pero también parte abogado, que acu-
saba o defendía a quienes quebrantaban la sagrada ley. Pablo
sobrepasaba a sus contemporáneos. Poseía una mente pode-
rosa que podía conducirlo a tener un asiento en el Sanedrín
en el "Salón de las gemas refinadas", y convertirlo en un "prin-
cipal de los judíos".
Saulo (Pablo) vivía esperando el día en que se convertiría
en miembro del supremo tribunal judío, conocido entonces co-
mo el Sanedrín. Esos setenta y un hombres, juntos, goberna-
ban la vida y religión judías, sentados en bancos curvos en
una sala tribunalicia; precisamente, en el lugar donde oyeron
a Esteban dar su valerosa aunque a ciaga confesión de fe.
Saulo, convertido ya en un exitoso a bogado en el bullicioso
tribunal de Jerusalén, fue muy probablemente parte del audi-
torio que escuchó la defensa de Esteban. Sin embargo, no ima-
ginaba entonces, ni remotamente, de qué manera Dios iba a
utilizar los hechos que llevaron finalmente al joven discípulo
a la muerte, para cambiar dramáticamente su vida e impac-
tar la historia del cristianismo.
UNA CONFRONTACIÓN INFRUCTUOSA
Desde el día de Pentecostés, registrado en Hechos 2, Jerusa-
22 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
lén había estado envuelta en una actividad religiosa inusitada.
Cuando los apóstoles, ahora más osados, predicaban las bue-
nas nuevas de Cristo, eran más los que se convertían. Todo es-
taba cambiando, aun las tradiciones más arraigadas. Los ju-
díos que vivían en Jerusalén y también los peregrinos de otras
partes que estaban de visita, abrazaban literalmente por mi-
llares la fe cristiana. Los intolerantes líderes religiosos judíos
estaban enfurecidos por lo que estaban viendo. ¡Ya era más
que suficiente! Por eso, según Hechos 5:18, "echaron mano a
los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública".
Estos apóstoles, llenos del Espíritu Santo, tenían encoleri-
zada a la clase religiosa gobernante. Pero no veamos la esce-
na a través de un lente demasiado cristiano, sino veámosla me-
jor desde la perspectiva de la gente de Jerusalén. Era un mo-
mento exasperante para el Sanedrín. Sus intentos de silen-
ciar a los seguidores de Jesús crucificando a su Maestro ha-
bían fallado. Por tanto, encarcelar a estos fanáticos religiosos
parecía ser la mejor estrategia para evitar el futuro proseli-
tismo de los judíos. Pero eso tampoco funcionó. Y para colmo
de males para los funcionarios religiosos, sucedió algo mila-
groso:
Pero un ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cár-
cel y al conducirlos fuera dijo: "Id, y de pie en el templo,
hablad al pueblo todas las palabras de esta vida". Habiendo
oído esto, entraron en el templo al amanecer y enseñaban.
Hechos 5:19-21
¡Eso si que fue salirles el tiro por la culata! Los líderes reli-
giosos pensaban que habían resuelto el problema de esos rebel-
des cuando, de hecho, sólo los habían motivado para que vol-
vieran a su predicación con más valentía que antes. Fue pare-
cido a lo que sucedió después de la escena del Gólgota. Los
líderes judíos estaban seguros de que el crucificar a Jesús le
pondría fin a todo. Pero no podían estar más equivocados: el
cristianismo floreció después de la resurrección. Ahora, infla-
mados con el poder del Espíritu Santo, los apóstoles estaban
"incendiando" a Jerusalén con su predicación. Su celo era con-
tagioso y su mensaje convincente. Por eso, no pasó mucho
tiempo sin que los funcionarios religiosos se encontraran for-
mando parte de una minoría cada vez más reducida. Esto los
Permítame presentarle a Saulo de Tarso... 23
llevó a convocar a una reunión de emergencia para decidir
tomar nuevas acciones.
Habiendo oído esto, entraron en el templo al amanecer y
enseñaban. Mientras tanto, el sumo sacerdote y los que esta-
ban con él fueron y convocaron al Sanedrín con todos los
ancianos de los hijos de Israel. Luego enviaron a la cárcel
para que fuesen traídos. Cuando los oficiales llegaron y no
los hallaron en la cárcel, regresaron y dieron las noticias
diciendo: "Hallamos la cárcel cerrada con toda seguridad, y
a los guardias de pie a las puertas. Pero cuando abrimos, no
hallamos a nadie dentro".
Hechos 5:21-23
¿No fue eso maravilloso? El ángel del Señor había abierto
la-s cerraduras de la cárcel, liberado a los apóstoles, y echado
de nuevo el cerrojo. Cuando los funcionarios vinieron a la cár-
cel encontraron dormidos a los guardias, las puertas asegu-
radas y que los prisioneros ya no estaban.
Con toda seguridad, Saulo era uno de los que habían es-
cuchado el inquietante informe. En este grupo debieron estar
todos los miembros del Sanedrín, más los estudiantes avan-
zados de derecho, los consejeros e incluso tal vez los criados.
No queriendo perderse nada de lo que estaba sucediendo,
Saulo se empapó de todos los detalles a medida que se desa-
rrollaban los acontecimientos. Las cosas estaban saliéndose
fuera de control.
Era comprensible la frustración cada vez mayor de los fun-
cionarios religiosos. Leemos:
Como oyeron estas palabras, el capitán de la guardia del
templo y los principales sacerdotes quedaron perplejos en
cuanto a ellos y en qué vendría a parar esto.
Hechos 5:24
¿No le parece estupenda la manera como está expresado?
Dicho en otras palabras pudiera ser lo siguiente: "¿COMO ES
ESO DE QUE NO PUDIERON ENCONTRAR A ESOS HOM-
BRES?". Estos jueces prej uiciados se han vuelto locos tratando
de explicarse qué había sucedido. Y para colmo de males, otro
mensajero llega corriendo con un info rme aun más alarmante:
24 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Pero vino alguien y les dio esta noticia: "He aquí los hom-
bres que echasteis en la cárcel están de pie en el templo,
enseñando al pueblo". Entonces fue el capitán de la guardia
del templo con los oficiales; y los llevaron, pero sin violencia,
porque temían ser apedreados por el pueblo.
Hechos 5:25, 26
No deje de observar el significado de este nuevo detalle.
Estos hipócritas líderes temen ahora por sus vidas, al sentir
que la corriente de opinión se ha vuelto contra ellos. Son cada
vez más numerosas las personas que están diciendo en las
calles: "No toquen a estos hombres. Ellos están diciendo cosas
que necesitábamos oír... cosas que ustedes nunca nos las dije-
ron". La ciega confianza que el pueblo de Jerusalén había pues-
to en sus líderes se estaba debilitando cuando abrían sus ojos a
la verdad del evangelio. El Sanedrín procedió entonces con cau-
tela debido a que las masas estaban creyendo en el evangelio:
"Cuando los trajeron, los presentaron al Sanedrín" (v. 27).
Observe ahora lo siguiente:
Cuando los trajeron, los presentaron al Sanedrín, y el sumo
sacerdote les preguntó diciendo: "¿No os mandamos estric-
tamente que no enseñaseis en este nombre? ¡Y he aquí ha-
béis llenado a Jerusalén con vuestra doctrina y queréis echar
sobre nosotros la sangre de este hombre!".
Hechos 5:27, 28
En otras palabras: "Ustedes le están diciendo a la gente
que nosotros somos los responsables de que ese falso Mesías
fuera crucificado. Queremos que sepan que fueron los roma-
nos quienes lo hicieron. Nosotros simplemente seguimos ade-
lante con el plan. Pero ustedes nos están haciendo quedar mal".
Observe cómo respondieron los apóstoles, y particularmente
Pedro:
Pero respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: "Es nece-
sario obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de
nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis
colgándolo en un madero. A éste, lo ha enaltecido Dios con
su diestra como Príncipe y Salvador, para dar a israel arre-
pentimiento y perdón de pecados. Nosotros somos testigos
Permítame presentarle a Saulo de Tarso... 25
de estas cosas, y también el Espíritu Santo que Dios ha dado
a los que le obedecen".
Hechos 5:29-32
Saulo escuchó esas palabras. ¿Había alguna vez pensado
en eso antes? Mientras estaba a la sombra escuchando hablar
a Pedro, se le erizaron los vellos del cuerpo. Este joven y devo-
to fariseo, hebreo de hebreos, escuchaba indignado, mientras
el ignorante pescador llamado Pedro hablaba del ahora muer-
to Jesús que decía ser Dios. Esto era más de lo que podía sopor-
tar. Enardecido, Saulo comenzó a hacer planes, pensando: Si
sólo pudiera ponerle las manos encima, lo mataría como a to-
dos loi; demás. Ni remotamente imaginaba que ese "ignorante
pescador" sería su colaborador en la labor de establecer igle-
sias cristianas en todo el mundo conocido. Pero antes de que
Saulo preparara una agresión contra ese hombre y sus com-
pañeros, Dios intervino con otro sorprendente giro de aconteci-
mientos, mientras el mentor de Saulo se hallaba de pie.
UN ALIADO INESPERADO
Los que escuchaban se enfurecían y deseaban matarles. En-
tonces se levantó en el Sanedrín cierto fariseo llamado Gama-
liel, maestro de la ley, honrado por todo el pueblo, y mandó
que sacasen a los hombres por un momento.
Hechos 5:33, 34
Espere un momento. ¿Quién es Gamaliel? Saulo había sido
discípulo de este hombre mientras estudiaba en Jerusalén; él
testificó que había sido ''instruido a los pies de Gamaliel" (Hech.
22:3). Se había sentado a los pies de Gamaliel durante su pre-
paración formal en jurisprudencia judía. Miraba con ansiedad
y asombro a su maestro en acción. Es como el estudiante de
leyes que, después de haberse graduado, visita la sala de un tri-
bunal para observar a su admirado profesor ejerciendo de abo-
gado.
¡Qué momento tan especial para Saulo! Tal vez esperaba
palabras violentas de condena contra Pedro, pero sucedió todo
lo contrario.
26 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Entonces les dijo:
-Hombres de Israel, cuidaos vosotros de lo que vais a hacer
a estos hombres. Porque antes de estos días se levantó Teu-
das, diciendo que él era alguien. A éste se unieron como cua-
trocientos hombres. Pero él fue muerto, y todos los que le
seguían fueron dispersados y reducidos a la nada. Después
de éste, se levantó Judas el galileo en los días del censo, y
arrastró gente tras sí. Aquél también pereció, y todos los que
le seguían fueron dispersados. En el presente caso, os digo:
Apartaos de estos hombres y dejadles ir. Porque si este con-
sejo o esta obra es de los hombres, será destruida.
Hechos 5:35-38
William Barclay llama a Gamaliel "un aliado inesperado'',
En medio de ese ambiente de irritación e irracionalidad, este
sabio y experimentado maestro se pone de pie tranquilamente
y hace esta advertencia: "Tengan cuidado. No se apresuren a
hacer juicio". Eso es lo que expresan sus palabras cuando dice:
Apartaos de estos hombres y dejadles ir. Porque si este con-
sejo o esta obra es de los hombres, será destruida. Pero si es
de Dios, no podréis destruirles. ¡No sea que os encontréis
luchando contra Dios!
Hechos 5:39
El joven fariseo sacude la cabeza con incredulidag. "Se su-
ponía que este hombre era un vocero del judaísmo. El me en-
señó mucho de lo que sé sobre el judaísmo y la ley, y me pre-
paró para hacer precisamente lo que estoy haciendo. Maestro
Gamaliel, ¡usted ha perdido la cabezal".
Saulo, desde luego, no tenía manera de saber que sería
esta clase de tranquilo razonamiento lo que le evitaría vol-
verse loco cuando más tarde enarbolara la antorcha para Cris-
to. Le haría recordar que aquellos que luchaban contra él esta-
ban en realidad luchando contra Dios. Pero en ese momento
no sabía nada de eso. Estaba furioso, sumamente furioso. No
podía creer que el Sanedrín aceptara esa tranquila reflexión y
que considerara la posibilidad de aflojar la mano con esos in-
fieles. Pero eso fue exactamente lo que hicieron.
Permítame hacer una digresión aquí. Yo pienso que Pedro
siguió vivo en ese momento y en los años siguientes, gracias a
Permítame presentarle a Saulo de Tarso... 27
la sabia intervención de Gamaliel. Creo que ese "aliado ines-
perado" le salvó la vida, ya que Saulo y los demás habrían lapi-
dado a todos los acusados; pero el Señor intervino misericor-
diosamente utilizando las palabras de un sabio maestro para
preservar la vida de aquE:llos que ~ás t~rde ~e~drían un papel
estratégico en la formación de la 1gles1a cnst1ana. Recuerde
esto cuando sienta que su situación es irremediable. No impor-
ta lo que usted enfrente, Dios sigue estando en control, dirigien-
do de manera silenciosa y soberana todas las cosas dentro de
su plan perfecto. El Señor tiene a sus "Gama~iel" preparados
para intervenir, y ellos aparecerán en el preciso momento en
que sus palabras causen el mayor impacto.
Muy prudentemente, los líderes religiosos hicieron caso al
consejo de Gamaliel. La Biblia nos dice que "después de azotar-
les les prohibieron hablar en el nombre de Jesús, y los dejaron
libres" (v. 40).
¡Espere un minuto! Eso no es justo. ¿Qué derechos tenían
de azotar a esos hombres si estaban planeando dejarlos en li-
bertad? La intención del Sanedrín fue hacerles una severa ad-
vertencia: "Si les despellejamos la espalda, tal vez no lo olvi-
darán. Hablamos en serio. ¡Desistan!".
A propósito, ¿cómo respondería usted en una situación así?
¿Se habría escondido en el corredor de atrás si su gente fuera
puesta en fila y despellejada como consecuencia de una paliza?
¿Habría buscado la manera de escabullirse por la puerta cuan-
do nadie lo viera? La flagelación era una tortura terriblemente
dolorosa y humillante. ¿No habría usted tratado de escapar?
Es aquí donde aumenta nuestro respeto por estos hom-
bres. Observemos cómo responden:
Por lo tanto, ellos partieron de la presencia del Sanedrín,
regocijándose porque habían sido considerados dignos de
padecer afrenta por causa del Nombre. Y todos los días, en
el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y anun-
ciar la buena nueva de que Jesús es el Cristo.
Hechos 5:41, 42
¡Qué valor tan admirable! La sangre de sus heridas casi no
se había secado antes de que estuvieran de nuevo predicando
de Cristo. En tanto que nosotros los respetamos, Saulo los odia-
ba por eso. Esto fue lo que lo llevó a tomar una actitud aún más
28 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
agresiva contra ellos, lo cual reconoció en su defensa anteAgripa:
Y esto hice en Jerusalén. Habiendo recibido autorización de
los principales sacerdotes, yo encerré en cárceles a muchos
de los santos; y cuando les mataban, yo di mi voto contra
ellos. Muchas veces, castigándoles en todas las sinagogas,
procuraba obligarles a blasfemar; y enfurecido en extremo
contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
Hechos 26:10, 11
Lea esas palabras otra vez. No era una oratoria intelec-
tual suave y baladí. Pablo se había convertido en un fariseo
violento y decidido, en un hombre con un objetivo preciso. Más
tarde haría una confesión parecida a Timoteo, su hijo en la fe:
Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro
Señor, porque me tuvo por fiel al ponerme en el ministerio,
a pesar de que antes fui blasfemo, perseguidor e insolente. Sin
embargo, recibí misericordia porque, siendo ignorante, lo hice
en incredulidad.
1 Timoteo 1:12, 13 (itálicas del autor).
¿Qué le parecen estas palabras para una breve autobio-
grafía de Saulo?
Ése fue el mismo hombre que escribiría después acerca de
la gracia y la misericordia de Dios. Es el hombre al que un día
las penetrantes palabras lo abrumarían de emoción hasta de-
jarlo sin palabras, y que se convertirían para él en la fuerza
motivadora de su devoción y entrega a Cristo: "Contra Dios no
se puede luchar" predicaría después a sus oponentes. Pero has-
ta que la gracia de Cristo lo atrapó, se opuso violentamente a
todos y a todo lo referente al Camino. Y note que lo hacía en el
nombre de Dios. Por eso nada es más aterrador ni más per-
verso que un terrorista religioso. Lo que hacen, lo justifican en
el nombre de Dios.
Saulo no era la excepción. Este hombre, "en cuanto a la jus-
ticia de la ley, irreprensible" (Fil. 3:6) según su propio testimo-
nio, creía ciegamente que sus acciones sangrientas honraban a
Dios, al borrar de la faz de la tierra a esta secta. Por eso, de
acuerdo con las Escrituras, "Saulo asolaba a la iglesia. Entrando
de casa en casa, arrastraba tanto a hombres como a mujeres y
Permitame presentarle a Saulo de Tarso ... 29
los entregaba a la cárcel" (Hech. 8:3). Una vista nada recomenda-
ble a los impresionables. Es dificil imaginar un odio tan grande.
Es aquí donde debernos dejar a Saulo por ahora. Pero no
antes de hacer algunas observaciones más en cuanto a este
horrible período en la historia de este hombre.
UNA GRACIA NO PEQUEÑA
En la vida de toda persona admirable hay sorpresas que mu-
chas veces nos desconciertan. ¿Quién hubiera pensado que el
gran escritor del Nuevo Testamento, y quien probablemente
ha tenido más influencia en nuestro cr ecimiento cristiano,
haya provenido de un mundo de tal ceguera espiritual y de tal
irracionalidad física? Pero así fue. Por eso él decía ser "el
primero de los pecadores'' (cf. 1 Tiro. 1:15). Aunque uno pueda
sentirse tent ado a suavizar ese hecho, es así. Aceptemos lo
que él dice de sí mismo. Pablo no estaba tratando de parecer
modesto. En su corazón, él era el primero de los pecadores, y
es posible que así haya sido.
Cuando analizo estas primeras escenas que surgen de
nuestros primeros atisbos de Saulo de Tarso, creo que vale la
pena hacer estas observaciones.
En primer lugar, no importa cómo les parezcamos a los de-
más, todos tenemos un lado oscuro en la vida. Usted se queda-
ría pasmado si se enterara del pasado oscuro que hay en la vi-
da de esas personas que han tenido un gran influencia en su
vida. No parece cierto, ¿verdad? Todos somos pecadores por na-
cimiento, por naturaleza y por elección. En lo más profundo de
nuestro ser somos total y absolutamente depravados. Anda-
mos a tientas en la oscuridad por nuestra ceguera espiritual.
No importa la imagen que demos, todos tenemos un pasa-
do que no es ni agradable ni alentador. Es la vida que tuvimos
antes de volvernos al Salvador, sólo que no somos tan vulne-
rables y abiertos como Pablo para compartir con otros lo que
fue nuestra vida antes de que abrazáramos la cruz, ni tampo-
co tenemos que serlo.
Hay una antigua y maravillosa palabra en el himno "Gracia
admirable" (Himnario Bautista, Núm. 183) que me gusta mucho.
Es la palabra "pecador". "Oh gracia admirable; ¡dulce es! ¡Que a
mí, pecador, salvó!", dice el himno. Dejemos esa palabra allí, no
la quitemos. Nuestra vida antes de conocer a Cristo era la de un
30 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA Permita me presentarle a Saulo de Tarso... 31
infeliz pecador. Nunca olvidemos lo que era nuestra vida fuera tol que predicó y vivió el mensaje de la gracia, él también pue-
del á mbito de la gracia. Saulo lo sabía... y también nosotros. de cambiar su vida.
En segundo lugar, no importa_ lo que hayamos hecho, na- Lea otra vez las palabras del himno "Gracia admirable"
die está más allá de la esperanza. Esa es la gran esperanza del de John Newton, y hágalo despacio y en voz alta. ¡Y créalas! '
mensaje cristiano. La cantidad o la profundidad de pecado en
nuestro pasado no pueden sobrepasar la gracia de Dios. Si cree Oh gracia admirable, ¡dulce es!
que esto no es así, acuérdese del temerario fariseo de Tarso. ¡Que a mí, pecador, salvó!
Cuando el Señor lo salvó no lo puso a prueba, pero a los otros Perdido estaba yo, mas vine a sus pies;
discípulos sí. No. Dios le dio a Saulo un nuevo nombre, y al ha- Fui ciego, visión me dio.
cerlo lo hizo una nueva creación. Eso es lo que hace tan ad-
mirable la gracia de Dios. La gracia me enseñó a temer;
En tercer lugar, aunque nuestro pasado esté viciado, cual- Del miedo libre fui.
quiera puede encontrar un nuevo comienzo con Dios. Esto es lo ¡Cuán bella esa gracia fue en mi ser,
que yo he proclamado durante todo mi ministerio: Nunca es La hora en que creí!
demasiado tarde para comenzar a hacer lo bueno. Cuando Saulo
se puso de rodillas frente al Dios vivo, finalmente se enfrentó Peligro, lucha y tentación,
a la realidad de su pecado. En lo más profundo de este hom- Por fin los logré pasar;
bre, Cristo transformó su vida y él comenzó a hacer lo bueno. La gracia me libró de perdición,
Es que la gracia da esa clase de nuevo comienzo. Y me llevará al hogar.
No se quede, entonces, estancado donde estaba antes. No
pierda su tiempo ensimismado en lo que fue en el pasado. Después de años mil de estar allí,
Recuerde que la esperanza que tenemos en Cristo significa En luz como la del sol:
que hay un mañana más brillante. Nuestros pecados son bo- Podremos cantar por tiempo sin fin,
rrados. La vergüenza es eliminada. Ya no estamos encadena- Las glorias del Señor. Amén.
dos al profundo y negro pozo del pasado. La gracia nos da alas
para que nos remontemos más allá de él. El himno lo dice todo, ¿no le parece? Habla de nuestra
pe<:9~nosidad, de nuestra liberación del temor, de la gracia que
ALGUNOS PENSAMIENTOS FINALES rec1b1mos para llegar al hogar celestial. Lea de nuevo las pala-
bras. ¿Conoce el himno? Entonces cántelo para usted mismo. Si
¿Acaso está usted estancado por algo de su pasado? Tal vez lo escucha bien, escuchará a Pablo cantándolo con usted.
está inmovilizado por la vergüenza y el temor. Está lisiado por
el ayer, y lo más que puede hacer es andar cojeando todo el
día, esperando tener un final indoloro. Esa manera de pensar
es la del enemigo, Satanás.A él le encanta causarle problemas
de todo tipo, con la intención de que usted no disfrute del ma-
ravilloso privilegio de la gracia.
No le permita ese poder en su nueva vida. Alrededor de
usted hay personas que no tienen mayor derecho a la gracia
que usted y, sin embargo, el Señor las sacó misericordiosa-
mente del foso del pecado. Si él pudo convertir a un Saulo de
Tarso, enfrascado en u.na violencia asesina, en Pablo el após-
 Capítulo dos
LA VIOLENTA CONQUISTA DE
UNA VOLUNTAD REBELDE

Las conversiones famosas siempre llaman la atención públi-

ca. Tomemos, por ejemplo, el caso del joven Martín Lutero. Mien-
tras estudiaba teología, este hombre luchó intensamente con la
inquietante idea de que toda su sincera búsqueda intelectual
no había sido más que un inútil ejercicio académico. Aunque él
personalmente no estaba de acuerdo con muchas de las ense-
ñanzas de la religión católica romana, se había ganado una posi-
ción de respeto como una autoridad teológica, profesor y vocero
para la Iglesia. Pero no tenía paz, a pesar de todo eso y de su
devoto empeño de vivir una vi da pura.
Las noches eran para él un tormento. Noche tras noche se
revolvía en la estrecha y angosta cama de su pequeña habitación,
diciendo: "¡Ay, mi pecado, mi pecado, mi pecado!". Pero, misericor-
diosamente, el Señor condujo a Lutero al estudio de un pasaje de
la Biblia, en el libro de Romanos. En el danzante resplandor de
la lámpara colocada junto a su cama, leyó las palabras: "El justo
vivirá por la fe". Y las leyó una y otra vez, en voz alta... con pasión.
Estas palabras surgieron como flechas encendidas, tala-
drando profundamente su corazón, derritiendo las endurecidas
33
34 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
capas de culpa y temor que había en él. Martín Lutero había
vuelto a nacer. El resultado, como decimos, es cosa conocida.
Lutero, junto con otros reputados colegas, llevó adelante lo
que llegó a conocerse como la gran Reforma Protestante, una
primavera de libertad religiosa que se esparció por ~do el ~un-
do conocido. Increíblemente, hasta que eso se produJo, el brillan-
te teólogo había vivido en su desdicha como un experto en las
Sagradas Escrituras, pero en enemistad con el Dios que le ha-
blaba a través de ellas.
La historia de Jim Vaus es totalmente diferente. Éste tra-
bajaba secretamente para dos bandos. Como parte de la red
secreta anticriminal de los años cuarenta, Jim Vaus, junto con
su jefe Mickey Coh~n, fueron contratados por el D~partam.ento
de Policía de Los Angeles para ayudar a descubnr a los mte-
grantes de la red criminal cada vez mayor que existía a lo lar-
go y ancho de los Estados Unidos de América. Después de es-
tar varios años bajo la constante tensión de vivir una doble
vida Vaus se enfrentó a su miseria y vacuidad. Por razones
que ~uizás nunca sabremos, decidió asistir a una cruzada que
el joven evangelista Billy Graham y su equipo realizaban en
el centro de Los Ángeles. En medio de una multitud de más
de seis mil personas, Jim Vaus entendió el mensaje de gracia
y perdón que no había comprendido antes. Según un artículo
publicado en el periódico Los Angeles Ti,mes, el célebre gánster
se postró, mordiendo el polvo. Vaus cayó literamente de rodi-
llas bajo la sombra del joven Graham, llorando en el polvo an-
tes de rendir su vida a Cristo. Al igual que Lutero, había naci-
do gloriosamente de nuevo.
También está el caso de Chuck Colson, conocido por mu-
chos en el mundo político de la década de fines de los años se-
senta y comienzos de los setenta como el verdugo de Nixon.
Chuck Colson realizaba un trabajo sucio entre bastidores para
su jefe y amigo, Richard Nixon. Alguien dijo en un momento ~e
descuido: "Chuck es la clase de hombre que, de ser necesano,
atropellaría a su abuela para lograr su propósito''. Después de
un rápido avance en poder y prestigio político, y tambaleán-
dose por el dolor que le produjo un fracaso ma~rimonial, Col-
son llegó a una crisis en su vida donde, él también, estaba su-
friendo de miseria y vacuidad. Cuando el embrollo de Water-
gate se agudizó, Colson cayó en la más profunda postración, y
comenzó a buscar paz para su corazón.
La violenta conquista de una voluntad rebelde 35
Un artículo publicado por la revista Christianity Today
(julio 2001) sobre el famoso político, resume la versión de Col-
son en cuanto a su dramática conversión, la que describe en
su libro Born Again (Nací de nuevo. Editorial Unilit). Para
comprender correctamente su dramática historia, es necesa-
rio hacer una cita extensa de ese artículo.
A fines de 1972, aun el irreductible Chuck Colson comenzó
a doblegarse. Estaba cansado. Nixon lo llamaba por teléfono
todo el tiempo y a deshoras, para que viniera a la Oficina
Oval a hablar sobre esto o aquello. Cuando Nixon fue reele-
gido en noviembre de ese año, Colson renunció a su cargo de
Asesor Especial del Presidente, ansiando retirarse a la vida
privada. Pero la telaraña de Watergate sólo estrechó su do-
minio. En el libro Born Again (Nací de nuevo) él cuenta la
historia de su dramática conversión. Había estado visitando
la casa de un amigo y colega, 'lbm Phillips, quien se había
convertido en una campaña de Billy Graham. Phillips con-
frontó a Colson con el evangelio y le leyó una parte del libro
de C. S. Lewis, Mere Christianity (Cristianismo y nada más.
Editorial Caribe) que lo impactó: "El hombre soberbio mira
siempre con menosprecio las cosas y las personas; por su-
puesto, mientras hace eso, no puede apreciar lo que está por
encima de él". En esa noche de verano de agosto de 1973,
'Thm Phillips le preguntó a Chuck Colson si le gustarla acom-
pañarlo en una oración. Colson, sufriendo por dentro, pero
duro por fuera, aceptó hacerlo con cierta incomodidad. ("Claro
-me gustaría-, está bien"). Sintió el movimiento interior del
Espíritu Santo, pero no soltó las palabras de capitulación.
Más tarde, esa misma noche, "afuera, en la oscuridad (senta-
do en el automóvil), el férreo control que había mantenido de
mis emociones comenzó a aflojarse. Los ojos se me llenaron de
lágrimas... y de repente sabía que tenía que regresar a la casa
para orar con 'lbm". Sólo que 'Ibm ya se había acostado. Colson
había estacionado su vehículo a la orilla del camino, y espe-
raba que su amigo no pudiera escuchar sus sollozos.
Phillips puso en comunicación a Colson con Doug Coe,
organizador del "Desayuno nacional de oración" y un cre-
yente vinculado con diversos ministerios en Washington, D.C.
Coe trató de convencer a los cristianos del partido político de
Colson de la autenticidad de su conversión, pero no tuvo éxito.
36 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Entonces, como último recurso, contactó a Harold Hughes, el
muy conocido senador demócrata y un creyente sincero y sin
pelos en la lengua. Coe expresó lo siguiente en la "Cena de los
fundadores": "Telefoneé al senador Harold Hughes y le dije:
'Senador, tengo un amigo que tiene una necesidad tremenda
y que necesita un amigo. Quisiera saber si usted puede verse
con él y talvez ayudarlo con las cosas del Señor. Cuando
Hughes se enteró de que este amigo era Colson, dijo un mon-
tón de palabrotas y le colgó el teléfono a Coe' ".
Una hora después sonó el teléfono. Era el senador quien
llamaba. "Lo siento. Sé que no es lo que Jesús hubiera queri-
do que hiciera. Si me perdonas, me reuniré con él. Pero tiene
que ser después de las once de la noche, y tendrá que ser
fuera de la ciudad".
En esta etapa de su vida cristiana, Colson nunca había
orado antes en voz alta, y carecía de todo refinamiento en el
arte del testimonio cristiano. Por tanto, Hughes estaba com-
prensiblemente escéptico. Le pidió a Colson que le hablara
de su nueva fe, y con gestos vacilantes, el hombre que había
sido el verdugo de Nixon hizo su confesión. Después de
veinte minutos, dijo Coe, Hughes se levantó, atravesó la
habitación y abrazó a Colson diciéndole: "Ahora somos her-
manos para toda la vida".
Se había producido la gloriosa conversión de un célebre
pecador.
Esto sucede todo el tiempo. A ateos dogmáticos y a agnós-
ticos firmes. A jóvenes inteligentes y a científicos brillantes. A
entrenadores deportivos populares y a atletas excepcionales.
A músicos famosos y a artistas renombrados. A ex criminales
que ahora son pastores. Uno a uno, estos individuos excep-
cionales llegan al extremo de la cuerda y al verse enfrentados
con el poder del evangelio, creen, y sus vidas son transfor-
madas en cuestión de minutos.
Es curioso que cuando personas muy conocidas se con-
vierten a Cristo, la reacción del público es de sorpresa o de es-
cepticismo. ¿Es verdad que Jim Vaus vino a Cristo ese día en
Los Ángeles? ¿Fue realmente transformada la vida de Martín
Lutero? ¿Qué pasó en verdad con Colson? ¡Vamos, nadie con un
pasado tan accidentado, y que se involucró tanto en un encubri-
miento político puede cambiar tanto y tan rápido!
La uiolenta conquista de una voluntad rebelde 37
¿Sabe usted cuál es nuestro problema? Que confundimos
conversión con madurez. Quisiéramos que estos nuevos con-
vertidos reformaran su conducta enseguida, antes de dispen-
sarles nuestro sello de una genuina aprobación cristiana. ¡Qué
triste! Es que en algún punto de nuestra vida nos olvidamos de
los detalles de nuestro miserable pasado y de la acción de la
gracia divina en nosotros.
El difunt.o Alan Redpath, past.or durante muchos años y maes-
tro de Biblia en la histórica Iglesia Moody de Chicago, lo expre-
só muy bien al decir: "La conversión de un alma es el milagro de
un moment.o; la fabricación de un santo es la tarea de toda una
vida". Nunca debemos olvidar estas palabras. Ninguna persona
que viene a Crist.o, no importa lo inteligente, ni lo sincera ni lo
obediente que sea, entra en un mundo de madurez espiritual
instantánea. Madurar es un proceso que dura toda la vida, y
este proceso comienza en el momento de la salvación. La con-
versión a Cristo es la señal inicial del director de orquesta de
-una magnum opus que Dios compone de nuestras vidas.
. Pero si vamos a pensar en conversiones sorprendentes,
nmguna es tan notoria corno la de Saulo de Tarso. Pocas con-
versiones en la historia del cristianismo pueden compararse
con la que sucedió en ese camino hacia Damasco. Est.o es verv
dad, porque pocos opositores del cristianismo alcanzaron un
grado de notoriedad tan abominable como Saulo.
DE UN REBELDE VIOLENTO A UNA
VOLUNTAD CAUTIVA
Las descripciones del pasado violento de Pablo nos hacen sen-
fu mal. Pero, después de todo, él sigue siendo el hombre que,
aparte de Crist.o, sigue alimentando nuestras almas con ver-
dades transformadoras, como ningún otro maestro espiritual
de la historia. No nos gusta pensar en lo que era, sino que
preferimos estudiar y admirar imágenes de él como el apóstol
de la gracia. Pero no podemos ignorar lo que dice la Biblia.
Las Escrituras dan fe del abismal pasado pecaminoso de
Pablo antes de su conversión. De hecho, en muchos pasajes que
cuentan su historia, Pablo habla de lo que era. Observe de nue-
vo el testimonio reiterado de nuestro héroe, confesándose como
el principal de los pecadores.
 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
38
Yo perseguí este Camino hasta la muerte, tomando presos Y
entregando a las cárceles a hombres y también a mujeres.
Hechos 22:4
Como aun el sumo sacerdote me es testigo, y todos los an-
cianos de quienes también recibí cartas para los hermanos.
y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén a los que
estaban allí, para que fuesen castigados.
Hechos 22:5
Pues yo, a la verdad, había pensado que debía hacer muchas
cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; y esto hice en
Jerusalén. Habiendo recibido autorización de los principales
sacerdotes, yo encerré en cárceles a muchos de los santos; Y
cuando les mataban, yo di mi voto contra ellos.
Hechos 26:9, 10
Ya oísteis acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaís-
mo: que yo perseguía ferozmente a la iglesia de Dios y la
estaba asolando. Me destacaba en el judaísmo sobre muchos
de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más
celoso de las tradiciones de mis padres.
Gálatas 1:13, 14
Usted entiende la situación. Las historias de Martín Lutero,
Jim Vaus y Chuck Colson palidecen cuando se comparan con
el célebre y agresivo pasado de Saulo.
San Agustín llamó a la conversión de Pablo "la violenta .con-
quista de una voluntad rebelde". La describió como el cambio de
naturaleza de un lobo salvaje al espíritu de un cordero. Sólo
Dios pudo hacer eso en una alma envileci~a como la de Sa11!º:
¿Cómo sucedió? Pablo lo dice con sus pr~p1a~ pal~bras: "Rec1b1
misericordia" (1 T:im. 1:13). Un día, la m1sencordia se encontró
con el rebelde Saulo cuando este se apresuraba a Damasco.
LA CONVERSIÓN DE UN VIOLENTO
EN UN CAMINO
El capítulo 9 de Hechos comienza abruptamente. La sangre de
Pablo está que hierve mientras se dirige a Damasco con una
rabia asesina. Sale por el norte de Jerusalén con una furia como
la de Alejandro Magno cuando éste arrasa a Persia de un extre•
La violenta conquista de una voluntad rebelde 39
m.o a otro, y con la firme determinación de William Tecumseh
Shennan (uno de los generales del ejército Federal de la Guerra
civil de los Estados Unidos de América), en su cruel marcha a
través de Georgia. Pablo estaba a un paso de perder el control,
con una furia tan intensa que ya no hay vuelta atrás. Esa reso-
lución asesina y ese odio ciego hacia los seguidores de Cristo lo
conducen ferozmente a un destino distante: Damasco. De haber
sido usted un seguidor de Jesús viviendo cerca de Jerusalén, no
habría querido oír el toque de Pablo en su puerta.
A la larga, la gracia de Dios se apoderará y vencerá esa
voluntad rebelde. Pero, hasta ahora, la gracia no se ha hecho
presente. La escena se inicia cuando ...
Saulo, respirando aún amenazas y homicidio contra los dis-
cípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió
cartas para las sinagogas en Damasco, con el fin de llevar
preso a Jerusalén a cualquiera que hallase del Camino,
fuera hombre o mujer.
Hechos 9:1, 2
¿Por qué Damasco? Porque Pablo se había propuesto lle-
gar hasta el lugar más lejano, en su misión de apresar a los
seguidores del Camino. Con más de 160 kilómetros al norte de
Jerusalén, el viaje a Damasco no era una empresa de poca
monta. Pero, para Pablo, el viaje bien valía la pena.
Según Josefa, en una oportunidad fueron masacrados diez
mil judíos que vivían en Damasco, lo cual es una buena prue-
ba de que en ciertas épocas vivió en la ciudad un número
importante de judíos. Saulo tenía también las cifras del censo.
Sabía que muchos apóstatas judíos habían salido huyendo de
Jerusalén para buscar refugio en la lejana Damasco. Por eso
concibió un agresivo plan para tomar por asalto la ciudad,
capturar a los infieles y arrastrarlos a los tribunales. Pero,
afortunadamente, Dios tenía un plan diferente.
Sigamos leyendo:
Mientras iba de viaje, llegando cerca de Damasco, aconteció
de repente que le rodeó un resplandor de luz desde el cielo. Él
cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por
qué me persigues?".
Hechos 9:3, 4
40 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Uno casi puede oír el chirrido de los frenos. En ese momento,
la aventura criminal de Saulo se para de repente en s~co. . .
¡Qué increíble es el Señor! No hizo ?.ingúf a~unc10 antici-
pado. No escribió nada en el cielo que d1Jera: ¡Cuidado, Saulo,
que Dios te va a atrapar!". Dios se contuvo y e~t~vo calla_do
mientras Pablo seguía adelante con su plan cnmmal de in-
vadir Damasco. Él, sin duda, había discutido _el as~mt_o con ~us
acompañantes, pero Dios no lo atajó ... todavi~. D1_os mterv:ino
en el momento que tendría mayor impacto. Sm mngún aviso,
el curso de la vida de Saulo cambió dra~átic~mE;nte..
Eso sigue sucediendo, incluso hoy. Sm nmgun aviso ~r~-
vio nuestras vidas dan un giro repentino. Talvez s~a un t_rag:i-
co ~ccidente automovilístico, que pone fin a la ex1stenc1a de
nuestra pareja, y Dios entra de golpe en escena Y capta ~~es-
tra atención. O puede producirse con 18: muerte ~e un h1Jo, Y
en esa hora de gran aflicción nuestra vida y la vida_de ~ues-
tra familia es impactada para siempre._A vece_s, los guos l~~s-
perados de la vida ocurren con la hornble caida de ui:i, avi~n,
causando una catástrofe que barre la mitad de un ve_cmdano.
O con las palabras vacilantes del médico, que nos dicen: "No
me gusta nada su biopsia; parece ser cáncer". Al igua~ que una
ola diabólica, la adversidad se estrella contra las apacibles pla-
yas de nuestras vidas y n~s derri~a totalmente. Y, a~nque pa-
rezca mentira, la desgracia despierta nuestros sentidos, y de
repente recordamos que Dios tiene el control. . Jesús está vivo y haciendo milagros a través de ellos. Pero
Saulo tuvo el control de su propia vida por más de tremta
años, y su hoja de servicios dentro del judaísmo era insupera-
ble. Pero mientras buscaba engrandecer más su no~bre, el
rayo láser de la presencia de Dios lo paró en seco ~eJándolo
ciego. Al igual que aquel grupo de pastores que ~nos _antes
velaban fielmente sobre sus ovejas en otra noche h1stónca en
las afueras de Jerusalén, Saulo y sus acompañantes cayeron
a tierra, desconcertados.
Eso es lo que sigue ocurriendo hoy, cuando suce~e una
tragedia. Usted reci~e la noticia~ rnedian~ch~ por telef~no, Y
queda paralizado. Mientras el po!1c1a de transito le descnbe el
terrible accidente de los dos veh1culos, usted se queda conge-
lado sin poder creer lo que oye. O después de e~cuch~r la pala-
bra "cáncer", queda tan impresionado que ca~1 no ~1ene ener~
gías para salir del consultori~ médi~o. t.J_n ~nug~ m~o -~~ conto
que, después de oír ese terrible diagnostico, se d1ngio tam-
La violenta conquista de una voluntad rebelde 41
baleante al baño de hombres, vomitó y cayó de rodillas, mien-
tras sollozaba sin poder contenerse. Es que los golpes ines-
perados de la vida nos paralizan con un temor tal, que dificil-
mente podemos seguir adelante.
Por primera vez en su orgullosa y autónoma vida, Saulo se
da cuenta de que es un desesperado vulnerable. No sólo queda
postrado en tierra, sino que además está ciego. Sus otros sen-
tidos estaban alerta, y para su asombro escucha una voz del
cielo que le dice: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hech.
9:4). Saulo estaba convencido de que había estado persiguien-
do a unas personas: a seguidores sectarios de un falso Mesías.
Pero en vez de eso descubre que el verdadero objeto de su abo-
minable ferocidad era Cristo mismo.
Warren Wiersbe, en su The Bible Exposition Commentary
(Comentario Expositivo de la Biblia), proporciona una exce-
lente respuesta imaginaria que Saulo pudo haber dado a al-
gún valiente que se hubiera atrevido a preguntarle por qué ha-
cía lo que hacía:
Jesús de Nazaret está muerto. ¿Es que usted espera que yo
crea que un don nadie crucificado es el Mesías prometido?
Según nuestra Ley, cualquiera que es crucificado es un mal-
d,ito. ¿'Tomaría Dios a un falso profeta maldito para conver-
tirlo en el Mesías? ¡No! Sus seguidores están diciendo que
el poder que ellos tienen proviene de Satanás, no es de Dios.
Esta es una secta peligrosa, y me propongo eliminarla antes
de que ella destruya nuestra histórica fe judía.
Pero todos esos arrestos se esfumaron en el momento que
escuchó: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?".
. Para mí es interesante que el Señor supiera su nombre.
Pero no sólo eso: conocía también cuantos cabellos tenía en su
cabeza, todos los pensamientos crueles que albergaba en su
mente, y toda la motivación venenosa que lo había impulsado
a ir a Damasco. El Señor lo sabía todo, de cabo a rabo; de eso
no le quepa la menor duda.
Vivimos en una cultura que, por lo regular, confunde hu-
manidad con deidad. La línea divisoria es borrosa. Es la clase
de teología empalagosa que dice que Dios está sentado en el
borde del cielo pensando: ¿Qué se les irá a ocurrir ahora? ¡Qué
42 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
absurdo! Dios es omnisciente. Esto implica, claramente, que
Dios jamás tiene que aprender nada, a pesar de nuestras deci-
siones pecaminosas y de nuestros hechos inicuos. A él nada lo
toma por sorpresa. Desde el momento en que somos engendra-
dos hasta el momento en que morimos, estamos, sin exagerar,
dentro del marco de su atenta mirada y de su plan soberano.
Todo esto nos trae de nuevo a la dramática escena del ca-
mino a Damasco. "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?". Saulo,
que nunca había estado bajo una luz tan radiante y que jamás
había escuchado una voz tan grandiosa, responde humilde-
mente y con respeto: "¿Quién eres, Señor?". Alguno_s creen que
estas palabras indican el momento de su conversión. Pero ~l
utilizó la palabra griega kurios, que significa "señor" (~on m;·
núscula) o "maestro", que era un título de respeto. Eqmvaldna
a la palabra "señor" que usamos hoy: "¿Quién es usted, señor?".
Saulo no sólo estaba ciego, también estaba confundido. Esa voz
llena de autoridad era una voz que él nunca antes había oído.
La respuesta que escuchó fue como el impacto producido
por una descarga eléctrica: "Yo soy Jesús, a quien tú persi-
gues". Deben haberse producido varios segundos de silencio
ensordecedor mientras Saulo es presa del estupor. Una vez
que esto sucedió, dejó de creer que Jesús estaba muerto. Su
rebelde voluntad había sido aprisionada. El viaje cambió de
dirección, y su mente dio un giro que finalmente lo transfor-
maría totalmente.
Esta es la esencia del verdadero arrepentimiento: la mente
da un giro total. La palabra griega que se usa para arrepen-
thniento es metanoia, que se deriva del metanoeo, que literal-
mente significa "cambiar de mente". Eso fue lo que precisamen-
te le sucedió al otrora orgulloso fariseo en el camino a Damasco.
En la mente de Saulo cambiaron muchas cosas, y el cambio fue
total. Cambió su manera de pensar en cuanto a Dios, en cuanto
a Jesús en cuanto a la resUITección, y en cuanto a los que se-
guían a' Cristo. Debió estar sacudiendo la cabeza durante días.
Siempre había pensado que Cristo estaba muerto, pero ahora
estaba convencido de que vivía. Este Jesús, que sabía su nom-
bre, sabía también lo que él había estado haciendo. Este furi-
bundo rebelde había finalmente encontrado la horma de su
zapato y no tenía lugar ni manera de esconderse de él.
Recuerdo que cuando era niño me asustaba la oscuridad, y
la hora de irme a la cama me atemorizaba de manera especial.
LCJ. violenta conquista de una voluntad rebelde 43
.Agarraba el cobertor y con él me cubría la cabeza para escon-
derme del "coco", por miedo de que apareciera en mi cuarto y
comenzara a buscarme. ¡Qué miedo! Pero muy dentro de mí sa-
bía que no podía esconderme de su aterradora presencia. ¡Si él
estaba en la habitación, seguro que me encontraría!
_Dios no es, por supuesto, un "coco", pero lo mismo puede
decirse de él: no podemos escondernos ni escapar de su presen-
cia. El Salmo 139: 12 dice: "Lo mismo te son las tinieblas que la
Iuz11• No podemos escondernos del Dios que todo lo sabe, que
todo lo ve Y que todo lo llena. Saulo aprendió esa gran lección
de teología en el camino a Damasco. Su vida fue transformada
para siempre cua_ndo Jesús detuvo sus planes. Téngalo por
seguro: Saulo nació de nuevo en ese grandioso momento.
Pernútame ahora una pausa para aclarar algo importan-
te. Algunos creyentes tratan de imponer su rígido sistema lega-
lista de permisos y prohibiciones en cuanto al asunto de la
conversión, y quiero hacer una advertencia contra esa clase de
ejercicio. Es imposible encontrar siquiera un solo versículo en
la. Biblia que muestre que hay una y sólo una manera en que
un pecador pueda venir a Cristo. Si bien el mensaje del Evan-
gelio es el mismo, los métodos cambian. Es que estamos tan
condicionados por nuestro origen y formación denominacional
por el tradicionalismo religioso y por los estrechos prejuicios:
que no somos capaces de ver la gracia de Dios. ¡Tendemos a
exigir más que el mismo Dios! Tengamos cuidado de no de-
mandar tanto de alguien que sinceramente se vuelve al Señor.
Los perdidos se salvan mientras escuchan un himno acer-
ca de Cristo o mientras escuchan a un predicador o a un maes-
t~ de la Biblia e~_oniendo la Palabra de Dios desde un púl-
pito, o en la televisión o en la radio. Otros se salvan durante
un pequ.eño grupo de_ estudio bíblico. Y muchos vienen a él por
su propia cuenta, mientras están orando en la intimidad de
sus hogares. En cualquier momento del día o de la noche un
pecado~ puede clamar al Señor Jesús con fe y ser salvo. Así
que, deJemos de hacer al asunto tan complicado. Como suce-
dió con Saulo, la gracia del Señor es abundante.
No importa que no sepamos cuándo se convirtió Saulo lo
ci~rto es que él comprendió que el Jesús vivo, a quien él había
odiado y negado durante toda su vida, era ahora su Salvador
Y_Señor. Fue en el diálogo que vino después cuando supo tam-
bién que el Señor había estado siempre con él.
44 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
COCES CONTRA EL AGUIJÓN
Hechos 26 nos proporciona una fascinante reflexión en cuan-
to al deslumbrante encuentro de Saulo con Cristo. De pie
frente aAgripa, Pablo recuerda las palabras dichas por Jesús:
"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¡Dura cosa_ te_ es dar
coces contra el aguijón!'' (Hech. 26:14). Esta extrana imagen
me fascina. Permítame explicar su significado.
Aparentemente, "dar coces contra el aguijón" era un~ expre-
sión común tanto en la literatura griega como en la latina. Era
una imagen rural, surgida de la práctica que tenían los gran-
jeros de aguijonear a sus bueyes en el campo. Aun9ue esto no
nos resulte familiar hoy, todo el mundo lo entend1a en aquel
tiempo.
Los aguijones eran hechos siempre de delgados pedazos de
madera, romos por un extremo y afilados ~or el otro. Los gran-
jeros utilizaban la punta afilada para obhgar a moverse a los
bueyes testarudos. De vez en cuando, el animal pateaba el agui-
jón, y cuanto más lo pateaba más se hería la carne de la pata,
causándose más dolor.
La conversión de Saulo puede parecernos que fue un en-
cuentro repentino con Cristo. Pero si consideramos las pala-
bras del Señor en cuanto a eso de "dar coces", creo que él lo
estuvo haciendo durante años, aguijoneándolo y acicateándol~.
Permítame que mencione varios "aguijones" que el Señor uti-
lizó para lograr el arrepentimiento de Saulo. Me vienen tres a
la mente.
El aguijón de la vida y las palabras de Jesús
Creo que las palabras y obras de Jesús inquietaban al fanáti-
co fariseo. Es muy probable que Saulo hubiera escuchado a
Jesús cuando enseñaba y predicaba en lugares públicos. De eda-
des parecidas, eran contemporáneos en una ci~dad que Saulo
conocía bien y que Jesús visitaba con frecuencia.
Imaginemos a Saulo (el nombre Pablo significa "pequeño",
lo que indica que pudo haber tenido una estatura menor_ que
la promedio) de puntillas, estirándose por ver a Jesús, al tiem-
po que se preguntaba a regañadientes có~o podía e_se falso
profeta estar ganando popularidad. ¡'lbnterias... eso t_iene que
ser obra de Satanás!, debe haber pensado. A los fanseos les
La violenta conquista de una voluntad rebelde 45
encantaba pensar de esa manera. No obstante, el ministerio
de Jesús se clavó en la mente de Saulo, y cuanto más lo agui~
joneaba, más se resistía al llamamiento de Dios.
Una vez que uno se encuentra seriamente con Jesús, no
hay forma de escapar de él. Sus palabras y !'jUS obras se meten
en lo más profundo de nuestra conciencia. Esa es la razón por
la que yo siempre animo a las personas que arrecian sus
esfuerzos para resistirse al evangelio, a que estudien la vida
de Cristo, a que consideren con detenimiento sus cautivado-
ras palabras. La mayoría de quienes lo hacen con sinceridad,
no pueden renunciar a él sin al menos hacer una nueva eva-
luación de sus vidas.
El aguijón de la serena muerte de Esteban
Saulo probablemente nunca se recuperó totalmente de la ima-
gen mental de la muerte de Esteban, y es posible que se haya
quedado con una de las túnicas que sostuvo en sus manos,
ahora manchada con la sangre del mártir. Lo que inquietaba
a Saulo no era el hecho de la muerte de Esteban; lo que lo per-
turbaba era la manera como murió. Ningún grito, ningún des-
preciable pedido de misericordia, ninguna maldición, ninguna
negación de su fe al enfrentar la amenaza de ejecución. Por el
contrario, su rostro brillaba "como si fuera la cara de un ángel".
¡Y cómo oró! Lleno de compasión por sus verdugos, suplicó:
"¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!" (Hech. 7:10).
Me pregunto si en algún momento de sinceridad, mientras
Saulo se encontraba solo, o talvez mientras hacía ese fatigoso
y largo viaje a Damasco, revivió en su mente la manera sere-
na en -q ue murió Esteban. Si lo hizo, esto debió aguijonearlo.
El aguijón de la temeraria fe de los cristianos
Saulo seguramente no pudo dejar de notar la valentía de sus
prisioneros. Los creyentes que él había encarcelado de mane-
ra cruel e ilegal rara vez rechazaban la tortura. Aunque al-
gunos flaqueaban en su fe, la gran mayoría permanecía firme
y leal a su dueño, Cristo. Su firme valentía frente a una muer-
te segura debió de haber aguijoneado a Saulo, quien simple-
mente no podía sacarse esto de la mente.
46 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA La uiolenta conquista de una voluntad rebelde 47

DIOS SE IMPONE AL FINAL demasiado tarde. Arreg1e el asunto hoy mismo de rodillas.
Dele a ?ios el control abs_o luto de su vida. Póngale fin hoy a
Dios aguijoneó y acicateó el testarudo orgullo de ese buey fari- su cammo a Damasco. Al igual que Saulo, ríndase, y como él,
saico. Día tras día, éste daba coces contra estos aguijones, has- no lo lamentará.
ta que finalmente captó el mensaje. Ya no correría más ni se
escondería más. La lucha había terminado. Como siempre, Dios
había vencido.
C. S. Lewis comparó la obra de conquista hecha por Dios
sobre la rebelde voluntad de Saulo, con un jugador de ajedrez
en el cielo manipulando sistemática y pacientemente a su con-
trincante y arrinconándolo hasta que éste acepta, finalmente:
el "jaque mate".
AJ igual que Saulo, nosotros no podemos rivalizar con Dios.
El jaque mate es inevitable. No tenemos escapatoria. Dios hará
lo que haga falta para llevarnos a un punto de absoluta depen-
dencia de él. Inflexiblemente, pacientemente, y fielmente nos
aguijoneará hasta que final y voluntariamente nos doblegue-
mos ante él.
Usted probablemente no es un conocido asesino, lo sé. Pero,
más importante aún, Dios lo sabe. Su vida puede ser moral-
mente limpia. Seamos sinceros: usted puede ser la mejor per-
sona del vecindario. No hace declaraciones falsas de impuestos
ni le miente deliberadamente a su pareja. Es probable que
nunca haya cometido lo que uno llamaría un hecho escandalo-
so, ni tampoco dicho nada que haya herido seriamente a alguien
que ama. Está viviendo una vida que, para los demás, es ad-
mirable; pero aún así está a años luz de ser recto delante de
Dios. Si usted no rinde su vida, sólo por fe, y sólo a Cristo, es-
tará tan perdido como lo estaba Saulo en el camino a Damasco.
Si nunca antes ha hecho esta decisión, qué gran momento
sería éste si pone a un lado este libro, inclina su corazón de-
lante del Cristo vivo en este emotivo momento, y lo recibe co-
mo su Salvador.
O talvez ha sido creyente durante algún tiempo ya, pero
está aferrado al reino de su voluntad rebelde. Usted necesita
saber que Dios lo va a aguijonear, también. Tarde o tempra-
no tendrá que ponerle atención, no importa lo que haya que
hacer. Él lo va a llevar a un punto en su vida en que com-
prenderá que no tiene sentido continuar dando coces al agui-
jón.
No espere que le llegue la tormenta, ya que pudiera ser
 Capítulo tres

LA FE MEMORABLE DE
UN HÉROE OLVIDADO

Imaginemos que es el año 1940. Usted se ha mudado a las

afueras de Viena, Austria. Los nazis han ocupado la amada ciu-
dad que fue una vez su hogar, y ahora todo el país está bajo
ocupación nazi. Usted es un judío. La mayoría de sus familia-
res han desaparecido, arrestados secretamente al amparo de la
oscuridad por soldados armados. Usted ha hecho la dolorosa
decisión de reunir a su familia y huir de su cómodo hogar que
tenía cerca de la ciudad donde nació, para refugiarse en una
remota cabaña lejos en las montañas.
La noche anterior al planeado escape, usted es desperta-
do por una extraña presencia en su cuarto. Se frota los ojos,
se sienta con recelo en la cama y trata de concentrar sus pen-
samientos. ¿Estoy soñando? El temor lo embarga. Luego, des-
de la oscuridad, surge una voz irreconocible que le dice: "Le-
vántate y ve a una calle llamada Wickenburg1 justo al oeste del
campus de la Universidad de Viena. Allí vas a encontrar una
casa propiedad de Franz Kaiser. Cuando entres, hallarás a un
hombre de Braunau, Austria. Su nombre es Adolfo Hitler. Me

49
 50 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
le he aparecido, y ahora mismo él está orando. Está ciego y me
le he revelado. Ve y tócalo; volverá a recuperar la visión, y él
salvará a tu pueblo".
Usted está atónito, tratando desesperadamente de hallarle
sentido a lo que acaba de oír. Casi no puede creer en la orden
que ha recibido. Viena está llena de nazis malencarados, con ar-
mas cargadas. La orden que tienen es buscar y capturar a los
judíos. Quizás se trata de una farsa o de una broma de mal gus-
to. Pero no. La voz fue real y la orden clara.
Ahora, las preguntas: ¿Iría? ¿Creería que lo que escuchó
es verdad? ¿Puede imaginarse saliendo de su escondite y
arriesgando el pellejo, tratando de orientarse en una oscura
calle de Viena, y tocando a la puerta de un hombre que nunca
antes había visitado? No responda esto todavía.
ANANÍAS: UN HOMBRE REAL CON
UN ENCARGO SORPRENDENTE
Ahora, la realidad. Retroceda conmigo en el tiempo a un lugar
real en un punto real de la historia: Damasco, poco después de
la muerte de Esteban, durante un intenso período de perse-
cución de los cristianos. Situada a más de 160 kilómetros al
nordeste de Jerusalén, famosa por sus fragantes jardines y
prados frutales, es el objetivo de Pablo y de su fanática banda
de extremistas. Allí le habló el Señor a un discípulo del Ca-
mino y le ordenó que fuera a una casa que jamás había visi-
tado antes, propiedad de un hombre llamado Judas, a quien
nunca antes había conocido. El Señor le dijo que en esa casa
encontraría a un hombre, que estaba ciego y que oraba. Pero
no era cualquier hombre. Se encontraría nada menos que con
Saulo de Tarso, el terrible enemigo de los cristianos. Cuando
el mensajero tocara la puerta y hablara con él, el fariseo ciego
volvería a ver, se recuperaría de su condición y, finalmente, se
convertiría en el vaso escogido por Dios. ¿No le parece un en-
cargo sorprendente?
Pero ésa fue, precisamente, la orden que recibióAnanías del
Señor en una visión. Fue uno de esos encargos que se reciben
una sola vez en la vida. Observe cómo se desarrolla la escena:
Había cierto discípulo en Damasco llamado Ananías, y el
Señor le dijo en visión:
La. fe memorable de un héroe olvidado 51
-Ananías.
Él respondió:
-Heme aquí, Señor.
El Señor le dijo:
-Levántate, ve a la calle que se llama La Derecha y busca
en casa de Judas a uno llamado Saulo de Tarso; porque he
aquí él está orando, y en una visión ha visto a un hombre
Namado Ananías que entra y le pone las manos encima para
que recobre la vista.
Hechos 9:10-12
Ananías sabía quién era Saulo. Como un toro bravo embis-
tiendo por las calles, Saulo había estado persiguiendo cruel-
mente a los creyentes con una resolución digna de Hitler. La se-
guridad que Damasco ofrecía antes a Ananías y a otros segui-
dores del Camino había desaparecido desde hacía mucho tiem-
po como consecuencia del virulento ardor de la persecución. Aho-
ra, el confiado cristiano enfrentaba otro inquietante cambio en su
vida como resultado de una visión que había recibido del Señor.
Sin cierto grado de imaginación, algunos relatos de la Bi-
blia pueden resultar insípidos y demasiado inverosímiles. Por
eso, dejemos que la escena original se desarrolle con la ayuda
de cierta creatividad santa. Imagine que está sentado en el
cómodo santuario donde usted y su familia rinden culto a Dios
regularmente. De repente, el fuerte sonido producido por una
puerta que sale volando interrumpe la quietud de la reunión.
Unos hombres armados entran al salón lleva ndo armas auto-
máticas, y el malencarado líder que los dirige, grita: "¡Todo el
mundo de pie, ahora mismo! Formen una fila en la parte pos-
terior del edificio. Familia por familia, diríjanse de prisa al
estacionamiento para ser interrogados. Después de esto, serán
escoltados hasta camionetas que los esperan para transpor-
tarlos al centro de la ciudad donde tendrán que negar su fe en
Cristo o ser ejecutados". Trate de imaginar eso. La mayoría de
los cristianos que viven en el mundo occidental jamás espera-
ría que eso ocurriera en su vida. Pero eso sucedía regularmen-
te en Jerusalén, como también en numerosas aldeas de sus alre-
dedores. Y era Saulo quien dirigía los ataques, gritando órde-
nes y respirando amenazas de muerte.
Tenemos que resistir la tentación de leer un pasaje como
éste con un bostezo de indiferencia, viéndolo simplemente co-
52 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
mo una historia extraña. Por el contrario, nada de esta esce-
na resultaba rara.
La orden
Aunque la tradición dice que Ananías fue posiblemente uno
de los obispos de Damasco, poco se sabe de este hombre. El
hombre surge de pronto en la narración sobre Saulo en el libro
de Los Hechos. Aparte de su nombre, lo único que nos dice la
Biblia es que era un discípulo que vivía en Damasco. No apa-
rece como una gran figura r eligiosa ni lo precedía ninguna
gran reputación hasta este momento de su historia. N ada de
eso. Lo que sacó a esta persona común de cierto anonimato y
lo puso en las páginas inmortales de la Biblia fue una visión.
Pero no fue una visión ordinaria. Fue una visión con un sor-
prendente impacto en forma de una orden divina.
-Ananías.
Él respondió:
-Heme aquí, Señor.
El Señor le dijo:
-Levántate, ve a la calle que se llama La Derecha y busca
en casa de Judas a uno llamado Saulo de Tarso; porque he
aquí él está orando, y en una visión ha visto a un hombre
llamado Ananías que entra y le pone las manos encima para
que recobre la vista.
Hechos 9:10-12
En la mente de Ananías hubo un sonido parecido al de un
chirrido de frenos. ¡SAULO DE TARSO! Eso debió haberle
sonado como el nombre de HITLER a un judío que estuviera
viviendo en la Viena controlada por los nazis. "¿No estás ha-
blando en serio, verdad?". Pero tras haber oído la autenticidad
de la voz y sentir el poder de la presencia del Señor, Ananías
entendió que la extraña orden no era ninguna broma. No po-
día eludir la fuente del mensaje.
No creo que Dios habla hoy a sus hijos con visiones. Pudiera
hacerlo, pero no creo que lo haga. Sin embargo, antes de que se
completaran las Sagradas Escrituras, lo hacía indudablemente.
El autor del libro de Hebreos escribió: "Dios, habiendo habla-
do en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los
La fe memorable de un héroe oluidado 53
padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado
por el Hijo" (Heb. 1: 1, 2). Una de las muchas maneras como Dios
se revelaba en el Antiguo Testamento era a través de visiones.
Después se apareció a personas en visiones durante la era
del Nuevo Testamento, incluso después de la encarnación.
Esto fue lo que sucedió en el caso de Ananías. Pero, aun así,
el discípulo estaba tan confundido que intentó disuadir al
Señor.
El argumento
Para ganar tiempo, y tratando de tener claro el asunto en su
cabeza, Ananías responde respetuosamente: "Señor, he oído a
muchos hablar acerca de este hombre, y de cuántos males ha
hecho a tus santos en Jerusalén" (Hech. 9:13). (¡Como si el
Señor necesitara ser informado sobre qué clase de persona era
Saulo!).
Tenemos que entender la renuencia de Ananías. Era un
discípulo de Cristo, un seguidor renacido y dedicado, un cre-
yente genuino. Pero Saulo había asesinado cristianos. ¿Ve el
dilema? Ananías había escuchado la voz de Dios, pero el plan
era. peliagudo. Dios le había dicho que Pablo había quedado
ciego y que estaba orando en algún lugar de la ciudad. "En ese
caso, manténlo ciego", pudo haber sido lo primero que pensó
Ananías. Hasta este punto es claro que Ananías no tenía nin-
guna garantía de que Saulo sería transformado (v. 12). Así
que, desde el punto de vista de Ananías, el plan de Dios esta-
ba lleno de incertidumbre y era muy riesgoso.
Veamos cómo parafrasea la escena Eugene Peterson en
The Message (El mensaje):
Ananías protestó, diciendo: "¡Señor, no puedes estar hablan-
do en serio! ¡Todo el mundo habla de este hombre, de las co-
sas terribles que ha estado haciendo, y de su reino de terror
contra tu pueblo en Jerusalén! Y ahora se ha presentado
aquí con papeles del sumo sacerdote que lo autorizan para
hacer lo mismo con nosotros". Pero el Señor le dijo: "¡No dis-
cutas, y ve!".
54 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
La orden
¡Me encanta la respuesta de Dios: "ve"! A él jam~s se le traba
la lengua cuando se trata de revelar su voluntad. El sabía exac-
tamente lo que había que hacer. Sabía que, para darle una
comisión a Pablo, era necesaria la obediencia deAnanías. Tam-
bién sabía que esto exigía fe, una absoluta confianza en él. El
reto era llevar a Ananías del punto A al punto B. Dios no acep-
ta renuencias. La renuencia a obedecer la voluntad de Dios es
una respuesta meramente humana.
Comprendiendo la necesidad que tenía Ananías de más in-
formación, Dios le revela más detalles en cuanto a su plan. Ha-
blando de Saulo, le dice: "Este hombre me es un instrumento
escogido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los
hijos de Israel". No pasemos por alto la palabra "escogido".
Jesús había escogido a Saulo mucho antes de que Saulo esco-
giera a Jesús. "Vosotros no me elegisteis a mí", dijo el Maestro
a sus doce discípulos, "más bien, yo os elegí a vosotros" (Juan
15:16). Ananías tenía que saber que Dios había escogido a
Saulo como su "instrumento". Lo que a nosotros nos parece un
misterio, el plan soberano de Dios exigía la presencia de Ana-
nías en la ecuación divina. Para decirlo más claro, él escogió a
Ananías en la etapa inicial para transformar a un toro bravo
llamado Saulo de Tarso en un manso cordero llamado Pablo.
DE TORO BRAVO A MANSO CORDERO
Si usted todavía no lo ha hecho, póngase por unos momentos
en el pellejo de Ananías. Comprenda lo difícil que debió haber
sido para él entender cómo podía funcionar el plan de Dios.
¿Cómo podía Dios tomar a un hombre conocido por su trato
cruel, inmisericorde, criminal de cristianos inocentes, y con-
vertirlo en un embajador de Cristo? Talvez Ananías no había
escuchado la respuesta que le había dado el Señor:
Y le dijo el Señor: "Ve, porque este hombre me es un instru-
mento escogido para llevar mi nombre ante los gentiles, los
reyes y los hijos de Israel. Porque yo le mostraré cuánto le
es necesario padecer por mi nombre".
Hechos 9:15, 16
La fe memorable de un héroe olvidado 55
La respuesta de Dios a la pregunta de Ananías es clara: "Yo
le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre".
Padecer. A través de los siglos, el sufrimiento ha sido la
Mena donde Dios ha domado a los toros bravos. El crisol del
dolor y el padecimiento es la escuela de Dios donde los cris-
tianos aprenden humildad, compasión, fortaleza, paciencia y
gracia. Esto es cierto para usted y para mí... y pronto lo sería
también para Saulo.
Años más tarde, con sus cicatrices como prueba, y bajo la
pesada carga de sus responsabilidades en el ministerio, dio
testimonio de que el sufrimiento había sido su compañero. Si
alguien duda de que Dios utiliza la aflicción para humillar a
los orgullosos, basta un ojeada a estas palabras para borrarla:
¿Son ministros de Dios? (Hablo como delirando.) ¡Yo más! En
trabajos arduos, más; en cárceles, más; en azotes, sin medi-
da; en peligros de muerte, muchas veces. Cinco veces he
recibido de los judíos cuarenta azotes menos uno; tres veces
he sido flagelado con varas; una vez he sido apedreado; tres
veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado en
lo profundo del mar. Muchas veces he estado en viajes a pie,
en peligros de ríos, en peligros de asaltantes, en peligros de
los de mi nación, en peligros de los gentiles, en peligros en la
ciudad, en peligros en el desierto, en peligros en el mar, en
peligros entre falsos hermanos; en trabajo arduo y fatiga, en
muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en
frío y en desnudez. Y encima de todo, lo que se agolpa sobre
mí cada día: la preocupación por todas las iglesias.
2 Corintios 11:23-28
¡Si los seminarios y los institutos bíblicos utilizaran estos
versículos en sus programas de reclutamiento de candidatos
al ministerio, las inscripciones descenderían rápidamente!
Entre paréntesis, tuve el privilegio de ser el cuarto rector
del Seminario Teológico de Dallas, donde trabajé desde 1994
hasta el 2001. Aunque enfrenté muchos de los retos más difí-
ciles de mi carrera mientras ocupé ese cargo, los años que
pasé en el Seminario fueron de los más placenteros de mi
vida, mayormente debido a los estudiantes.
A este gran Seminario vienen hombres y mujeres de todos
los rincones del mundo, y la mayoría de ellos inician sus estu-
56 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
dios convencidos del llamamiento de Dios en sus vidas. Vi có-
mo cambia9an. Fui testigo de cómo inteligentes seminaristas
de Asia y Africa soportaban la humilladora y muchas veces
intolerable experiencia de cumplir con rigurosas exigencias
académicas, mientras luchaban para pensar, hablar y escribir
en inglés. Eso los cambió. También vi ponerse de rodillas a mu-
chos ingenieros brillantes, músicos capaces y talentosos atle-
tas universitarios, por las agotadoras y severas exigencias que
enfrentaron para dominar el hebreo y el griego bíblicos. Esto
también los cambió.
En el currículo de otros hubo adversidades fisicas y sufri-
miento emocional. Un joven en particular, cuando comenzaba
sus estudios de maestría y estaba alelado por el nacimiento de
su primer hijo, se quedó atónito sin poder creer lo que había
escuchado en cuanto al diagnóstico de su esposa: leucemia.
Dos años más tarde, después de un fallido transplante de mé-
dula ósea y tras meses de dolorosísimas radiaciones y una cos-
tosa quimioterapia que terminó por destruir su ya débil
humanidad, esa joven esposa y madre pasó a la eternidad. Se
había marchado para siempre de su lado. Un niñito que ape-
nas daba los primeros pasos y un marido con el corazón des-
trozado, quedaron para recoger los pedazos de sus vidas. Es
posible que ese joven haya entrado al Seminario como un toro
bravo (lleno de sueños, ambiciones y confianza en sus capaci-
dades), pero salió convertido en un manso cordero, convenci-
do más que nunca de la necesidad que tenía de la gracia divi-
na. El sufrimiento lo transformó. También a mí me ha cambia-
do. El sufrimiento cambia a todo el mundo.
No entiendo todas las razones por las que tenernos que
sufrir por el Nombre, pero estoy convencido de esto: es parte
del plan soberano de Dios para prepararnos, de modo que po-
damos ser sus instrumentos de gracia para un mundo cruel y
abatido. Ese fue, sin duda, el plan para Saulo. En su cuerpo es-
tarían las marcas permanentes de su sufrimiento: prisiones,
palizas terribles, apedreamientos, naufragios, casi ahogamien-
tos, emboscadas, robos, insomnio, hambre, soledad, enfermeda-
des, deshidratación, hipotermia extrema... y para rematar, la
responsabilidad estresante e ineludible del liderazgo de las
iglesias. Cada prueba atroz y dolorosa lo ponía de rodillas,
convirtiéndolo en un hombre más dócil en la gracia, consagra-
do humildemente a seguir la dirección de su Salvador.
La fe memorable de un héroe olvidado 57
Ananías necesitaba conocer esa parte del plan de Dios.
Esto no sólo daba autenticidad al mensaje, sino que también
lo fortalecía para que diera un paso memorable de fe heroica.
SEMBLANZA DE UN HÉROE OLVIDADO
Luca.s va al grano al decir lo que sucedió después: "...Ananías
:fue" (Hech. 9:17). En cierto momento, entre una confusión apren-
siva y una resolución tranquila, la renuencia de Ananías se
desvanece. Sale de su casa al fresco aire de la noche y se dirige
a la calle La Derecha, una de las pocas vías rectas en medio de
los sinuosos pasadizos de Damasco. Toca débilmente la puerta
de la casa: "Quizás no hay nadie", piensa. Toca de nuevo, más
vigorosamente, y Judas abre la enorme puerta de madera; ve al
extraño y hace un movimiento afirmativo con la cabeza. Ana-
nías entra a la casa y Judas le susurra: "Te estábamos esperan-
do". Ananías traga grueso. Parpadea varias veces, mientras
sus ojos se ajustan a la débil luz que lo rodea. Sigue con la vista
las sombras danzantes producidas por las lámparas titilantes
del pasillo, y se inclina para no chocar con el arco abovedado
sobre su cabeza. Al dirigir la vista a un extremo de la habita-
ción, fija su mirada en la endeble figura de un hombre, que es-
tá inclinado y de rodillas, orando. Era la primera vez que veía
a Saulo de Tarso. Se dirige a él con paso vacilante, le pone las
manos encima, y le dice: "¡He... he... hermano S ... S ... Saulo!"
(¡Así dice la ¼rsión Parafraseada de Charles Swindoll!).
¿No le encanta la manera cómo él empieza a hablar?
Saulo, hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el cami-
no por donde venías, me ha enviado para que recuperes la
vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Hechos 9:17
¡Qué momento de fe intrépida para Ananías! No sólo toca al
notorio asesino de los cristianos, sino que inmediatamente lo
acepta, llamándolo ~u hermano. ¡Eso es lo que yo llamo confiar
en el plan de Dios! Ese fue para Saulo el primer toque de gracia
de un hermano en la fe. En su libro The Spirit, the Church and
the World: The Message ofActs (El Espíritu Santo, la iglesia y el
mundo: El mensaje de Hechos), John Stott resume así esta deli-
cada escena:
58 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Entonces Ananías se dirige a la calle La Derecha, que sigue
siendo la calle principal de Damasco, y a la casa de Judas, a
la mismísima habitación donde estaba Saulo. Allí le coloca
las manos encima, quizás para identificarse con él, mientras
ora por la curación de su ceguera y porque la llenura del
Espíritu Santo lo capacite para el ministerio. Aún más, sos-
pecho que esto de colocarle las manos fue un gesto de amor
hacia un ciego, que no podía ver la sonrisa en el rostro de
Ananías pero que podía sentir la presión de sus manos. Al
mismo tiempo, Ananías se dirige a él como "hermano Saulo"
o "Saulo, mi hermano". Estas palabras siempre me conmue-
ven. Es posible que hayan sido las primeras palabra~ que
Pablo oyó de labios cristianos después de su conversión, Y
fueron palabras de fraternal acogida.
Ananías ha sido llamado uno de los héroes olvidados de la
fe, y en verdad lo es. Es incontable el número de éstos que sir-
ven a Cristo entre bastidores, alrededor del mundo. A la ma-
yoría jamás llegaremos a conocerlos, ni tampoco sabrelll:os sus
nombres. Están contentos de permanecer en el anorumato,
lejos de la atracción de las luces y de los apla~sos. No obs-
tante, son héroes, gigantes de la fe por sus acciones ab~ega-
das y calladas de obediencia a Dios. Son personas que s1~en
haciendo las cosas con fidelidad, administrando con fidelidad,
predicando con fidelidad, mos~rando mise~icordia a los enfer-
mos en los hospitales con fidelidad, aconseJando y dando espe-
ranza a los abatidos con fidelidad.
Son pocos los que disfrutan de fama, renom~re, posición e
influencia en la familia de Dios. La gran mayona son los Ana-
nías del mundo, los mandaderos, por así decirlo, haci~ndo pre-
cisamente lo que Dios les ha pedido que hagan en precisamente
el lugar donde él les ha ordenado que vayan. Son los q~e man~
tienen funcionando con buena salud al Cuerpo. Nadie sabra
jamás, sino hasta que llegue la e~ernidad, el inmenso servicio
que ellos dieron a la causa de Cnsto.
Cuando finalmente entendió la situación, Ananías debió
haberse estremecido de emoción al dar el mensaje que Dios le
había entregado: "Saulo, hermano, el Señor Jesús, que te apa-
reció en el camino por donde venías, me ha enviado para que
recuperes la vista y seas lleno del Espíritu Santo". ¡Qu_é mo-
mento tan grande! Ananías era el instrumento especial de
I,a. fe memorable de un héroe olvidado 59
Dios, para sanar y estimular al apóstol de la gracia al mundo.
y todo esto porque puso de lado sus temores y se lanzó con fe,
en obediencia total a la sorprendente orden de Dios.
Y ahora, con su imaginación aún activa, deje que su mente
11isualice lo que sucedió después.
"De inmediato le cayó de los ojos algo corno escamas, y
volvió a ver. Se levantó y fue bautizado" (v. 18). El cambio fue
instantáneo: recobró la vista. Cuando Dios realiza un milagro,
hay dos hechos incontestables: es inmediato y es permanente.
Una vez que Saulo recuperó la visión, fue probablemente
Ananías quien lo bautizó. Debió haber sido una escena digna
de ver, ¿no le parece? Pudo haber dicho, con el agua hasta la
cintura, en un río cercano: "Yo te bautizo, mi hermano, en el
nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Has sido se-
pultado con Cristo en el bautismo, y resucitado para que an-
des en novedad de vida". ¡Qué momento tan inolvidable el de
esos dos hombres, abrazados, llorando de alegría!
Pero la curación y el bautismo de Saulo eran sólo el co-
mienzo del plan de Dios. Lucas escribe: "Saulo estuvo por al-
gunos días con los discípulos que estaban en Damasco. Y en
seguida predicaba a Jesús en las sinagogas, diciendo: Este es
el Hijo de Dios". Saulo salió disparado como un caballo de ca-
rreras, proclamando a Cristo como Señor en las sinagogas, y
la respuesta fue electrizante:
Todos los que le oían estaban atónitos y decían: "¿No es este
el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nom-
bre? ¿Y no ha venido acá para eso mismo, para llevarles pre-
sos ante los principales sacerdotes?".
Hechos 9:21
La transformación es asombrosa. Saulo, sin duda alguna
con manchas de sangre de los cristianos que había torturado
aún en sus ropas, ahora se para con los brazos abiertos y
anuncia: "Estoy aquí para testificar a ustedes que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios". La gente que lo escucha está boquia-
bierta. Su respuesta fue de alelamient o por la transformación
repentina producida en la vida de este hombre.
Imaginemos la situación. Frente a usted y predicando a
Jesús está el mismísimo hombre responsable de condenar a
muerte a cristianos inocentes. A otros (tal vez a parientes y
60 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
amigos suyos) los había echado en prisión. El recinto está
lleno de miradas boquiabiertas. Las palabras que dice a con-
tinuación nos aseguran que Saulo no aflojó el paso.
Pero Saulo se fortalecía aun más y confundía a los judíos que
habitaban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.
Hechos 9:22
La cosa se pone aun mejor. Saulo no sólo predica a Cristo,
sino que lo hace con una habilidad extraordinaria. La palabra
traducida como "demostrando" proviene de un verbo griego
que significa "enlazar con varios hilos diferentes". Los sermo-
nes de Saulo estaban hábilmente hechos con una lógica pre-
cisa, señales todas de un predicador excepcional.
Palabra por palabra, oración por oración y punto por pun-
to, Saulo pasea a sus oyentes por los potentes pasajes es-
criturales del Antiguo Testamento, incluidos los escritos de los
profetas, y les presenta argumentos a toda prueba en cuanto
a creer en Cristo como su Mesías prometido. La mayoría de
ellos nunca había hecho esa conexión hasta que Saulo se los
explicó. ¡Qué comunicador tan convincente!
Antes de seguir adelante, hagamos una pausa para recor-
dar que ninguno de estos hechos extraordinarios se habría
dado, y en realidad ni siquiera escrito, de no haber sido por la
intrépida fe de Ananías. Es posible que usted no haya pensa-
do en eso hasta ahora. Saulo habría continuado ciego y tem-
bloroso si el discípulo de Damasco se hubiera negado a obede-
cer e ir a la calle La Derecha. Todo esto se puso en movimien-
to porque Dios utilizó la fe memorable de un héroe fiel y poco
conocido. La obediencia de Ananías cambió el destino de mi-
llones de personas.
ALGUNOS ELEMENTOS SORPRENDENTES DE LA
VOLUNTAD DE DIOS
Permítame engranar estas observaciones, señalando algunos
de los elementos inevitables en cuanto a la dirección que Dios
da. Mencionaré sólo cuatro de ellos.
Las sorpresas son siempre parte de la dirección. de Dios.
En el caso de Saulo, la sorpresa fue una luz que vino del cielo,
haciendo la transformación de una vida. Para Ananías, fue una
La fe memorable de un héroe olvidado 61
orden aparentemente ilógica y absurda de parte del Señor, a
través de una visión.
En Hebreos 11 hay una afirmación que resulta incom-
prensible la mayoría de las veces: "Por la fe Abraham, cuando
fue llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir
por herencia; y salió sin saber a dónde iba" (v. 8, itálicas del
autor). Lo único que Abraham sabía era que Dios quería que
se marchara. No tenía la menor idea del destino final. No sa-
bía nada en cuanto a las condiciones meteorológicas ni al ín-
dice de criminalidad que había en el lugar donde llegaría. No
tenía ninguna información sobre el vecindario don de viviría
ni de los problemas que tendría que enfrentar. No sabía nada.
Lo único que sabía era que Dios le había dicho que se fuera.
Los detalles vendrían después. Así que, simplemente obede-
ció, al igual que Ananías.
Si usted espera que Dios se lo revele todo con pelos y se-
ñales, nunca dará el primer paso en obediencia a su voluntad.
Tiene que estar preparado para confiar en su plan, sabiendo
que estará lleno de sorpresas. Las sorpresas son siempre parte
de la dirección de Dios.
Las promesas siempre estimulan nuestra necesidad de fe.
Ouando usted se encuentra con el elemento sorprendente de
la voluntad de Dios, su fe debe ponerse a máxima velocidad.
De lo contrario, correrá en la dirección opuesta. A veces, el plan
de Dios lo asustará o lo intimidarán sus demandas. Otras ve-
ces, lo decepcionará. Por ejemplo, si Dios le dice que no, o que
no debe hacer nada, usted querrá discutir. Tal vez decida pe-
lear, intentar negociar o enojarse. Pero si su fe se pone en
acción, ninguno de estos impulsos lo controlarán. La fe dice:
«Puedo hacerlo. Conffo en ti, Señor. No lo entiendo todo, pero
confío plenamente en ti. Vamos a hacerlo".
Permítame una observación que tal vez quiera considerar.
Es :muy posible que Dios tenga para usted un cambio de im-
portancia en un futuro cercano. Después de más de sesenta lar-
gos años en esta tierra, y después de pasar cuarenta de ellos
estudiando y aprendiendo más acerca de cómo Dios actúa, le
puedo decir que su voluntad para nuestras vidas está llena de
sorpresas. Él tiene más cambios en mente para nosotros, que lo
que podemos imaginar. Y no todos son geográficos.
Muchos consistirán en ajustes de actitudes. Algunos signi-
ficarán dejar nuestra vida de comodidad para tocar las vidas
62 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA La fe memorable de un héroe olvidado 63

de personas que jamás habíamos conocido antes. O podremos detalles. La obediencia a Dios profundiza las raíces de la fe, y
vernos involucrados en una jornada que nos lleve a otros lu- esa obediencia estimula el crecimiento en todas las áreas de la
gares o culturas, que exigirá un nivel de fe que no habíamos vida. Nos hemos ensanchado emocionalmente, a menudo fisi-
ejercido en el pasado. De manera que, tenga cuidado de no camente, pero más importante aun: espiritualmente.
sentirse muy a gusto como está ahora, ya sea física, emocio- El acatamiento de Ananías al sorprendente plan de Dios
nal, espiritual o geográficamente. Si el Señor quiere que usted le permitió ver el poder sobrenatural. Nadie más en toda la
haga un cambio, le aconsejo firmemente que coopere, no im- Biblia vio caer milagrosamente las escamas de los contritos
porta los riesgos. Si él lo dirige a cambiar, entonces cambie. ojos de aquel fariseo. Sólo Ananías. El resultado fue que sus
Las sorpresas que Dios nos da siempre estimulan nuestra ne- ojos presenciaron el maravilloso poder de Dios transformando
cesidad de fe. una vida. La obediencia siempre estimula el crecimiento.
Salir por fe siempre hace más claro el plan de Dios. Cuan-
do Ananías salió, recibió más información, y cuando Saulo se DE VUELTA A LA REALIDAD
sometió al ministerio de Ananías, supo más acerca del plan de
Dios para su vida. "Tú eres mi vaso escogido, y voy a utilizarte Comenzarnos este capítulo imaginando que estábamos en una
para que lleves mi nombre". Eso no lo sabía Saulo antes. Europa dominada por los nazis. Volvamos de nuevo a la reali-
(¡Porque nunca había leído el libro de Hechos!). No sabía nada dad. Hablemos de la vida hoy, no de Austria ni de Damasco.
de lo que estaba reservado para él, hasta que Ananías dio ese Hablemos del aquí y el ahora. Hablemos de usted. ¿Hay algo
primer paso de fe. Ambos hombres descubrieron que era Dios en su vida que lo ha mantenido ciego hasta ahora al poder de
mismo quien había escogido a Saulo como su instrumento, y Dios? Tal vez el temor a lo desconocido o la incertidumbre en
que su ministerio se distinguiría por un gran sufrimiento. Así cuanto al futuro le están impidiendo obedecer la clara direc-
es como Dios actúa. ción de Dios. No deje que este día termine sin decidir poner su
Cuando Cynthia y yo sentimos que Dios nos estaba diri- confianza en él, no importa lo sorprendente que pueda pare-
giendo a salir de California y ubicar en otro lugar nuestro mi- cerle su plan.
nisterio, casi no lo podíamos creer. Nuestros planes habían Sólo la eternidad revelará el impacto del memorable paso
sido quedarnos en el mismo sitio durante el resto de nuestras de fe que usted dé hoy. Siga adelante. Dé ese paso, porque el
vidas, sirviendo a Cristo en la Primera Iglesia Evangélica Libre mundo necesita más héroes.
de Fullerton y seguir dirigiendo el ministerio de Visión para
Vivir. No dispongo de espacio ni tiempo para contar las cosas
que Dios me ha mostrado desde que hicimos la decisión de
mudarnos. Al comienzo, fueron pocas las personas que pudie-
ron entender el plan de Dios para nosotros. El asunto sorpren-
dió a todos y, en realidad, algunos lo rechazaron firmemente.
Pero a medida que Dios sigue poniendo las pinceladas finales
en su grandiosa pintura, lo que vemos es absolutamente her-
moso. Hasta que dimos ese primer paso de obediencia, lo único
que sabíamos era: "Es hora de que nos vayamos". ¡Mientras
escribo estas palabras, pienso en lo maravilloso que ha sido
todo! Las sorpresas siempre hacen más claro el plan de Dios.
La obediencia siempre estimula el crecimiento. Dicho sea de
paso, los Swindoll hemos profundizado nuestra relación con el
Señor, por haber confiado en él sin conocer primero todos los
 Capítulo cuatro

LA NECESIDAD DE AISLAMIENTO,
QUIETUD Y OSCURIDAD

Richard Foster escribe unas profundas palabras en su exce-

lente libro Celebration of Discipline {Alabanza a la disciplina.
Editorial Betania):

La superficialidad es la maldición de nuestro tiempo. La

doctrina de la satisfacción inmediata es un problema espiri-
tual fundamental. La necesidad apremiante hoy no es un
mayor número de personas inteligentes ni superdotadas,
sino de personas de vida espiritual profunda.

La vida espiritual profunda es un tema muy admirado

pero rara vez experimentado. En realidad, se habla poco de él,
aunque todos lo consideramos de suma importancia. Elogia-
mos sus virtudes, pero no las adoptamos. Anhelamos esa agua
que calma la sed, pero pocas veces nos zambullimos en su
pozo. Nos encantan los beneficios que proporciona, pero nues-
tro frenético estilo de vida desplaza su importancia. A menos
65
66 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
que seamos forzados por el Señor mismo a aceptar los ingre-
dientes de la vida profunda, ya sea por un prolongado período
de enfermedad o por algún cataclismo, la profundidad del ca-
rácter seguirá siendo un sueño distante.
Una vida caracterizada por la profundidad sólo se puede
cultivar a través de prolongados periodos de tiempo invertidos
en el aislamiento, la quietud y la oscuridad. Estos son concep-
tos extraños para aquellos que viven sus vidas a la velocidad
de la luz. El simple hecho de que esté leyendo este libro demues-
tra que usted, junto con otros creyentes bien intencionados,
desea profundizar su relación con Cristo. Sin embargo, un obs-
táculo serio que nos impide hacerlo es nuestro estilo de vida.
Sencillamente, estamos demasiado ocupados.
No estoy hablando de un año sabático (un año de "descan-
so") cada seis o siete años. Ni siquiera estoy hablando de apar-
tarse de las actividades normales durante meses a la vez. Eso
no sólo no es práctico, sino además imposible para las perso-
nas que tienen que trabajar para ganarse la vida. Estoy pen-
sando en breves periodos de tiempo en los que deliberadamen-
te reducimos la marcha para encontrarnos, a solas, con nues-
tro Dios.
Deténgase y piense por un momento. ¿Cuándo fue la últi-
ma vez que sacó tiempo para estar absolutamente a solas con
Dios? Cuando hizo arreglos, dejó de lado algunas responsabi-
lidades y dijo no a cosas que habrían copado su agenda, ro-
bándole el tiempo que necesitaba para tener un tiempo de
quietud delante del Señor. ¿Puede recordarlo? Si usted es co-
mo la mayoría de los demás, le resultará difícil decir la últi-
ma vez que lo hizo. Es muy posible que usted jamás haya pen-
sando en sacar tiempo para reorganizar su mundo privado,
reconsiderar con profundidad sus prioridades y simplificar
su vida.
Tengo que hacerle una confesión sincera. Cynthia y yo hici-
mos nuestra propia evaluación hace poco y descubrimos que
desde hace varios años no hemos hecho lo que ahora le estoy
recomendando a usted. Ninguno pudo recordar la última vez
que nos fuimos un fin de semana, nosotros dos solos, a tener
un retiro espiritual (cuando yo no era el orador). La mayoría
del tiempo que hemos invertido viajando como pareja ha esta-
do relacionado con nuestras responsabilidades ministeriales.
Por esto, para que usted no piense que yo soy una especie de
La necesidad de aislamiento, quietud y oscuridad 67
santo superespiritual, déjeme asegurarle que el mensaje es tan-
to para usted como para mí.
UN VISTAZO A ALGUNOS RETIROS BÍBLICOS
Una exploración de la Biblia revela que las personas grande-
mente usadas por Dios se preparaban para esas empresas du-
rante períodos de aislamiento, quietud y oscuridad. 'Tomemos
como muestra sólo a unos pocos.
Moisés. Por haber crecido en el influyente ambiente de la
espléndida corte del faraón, Moisés se había colocado en una
posición conveniente para tener un futuro político fabuloso.
Sin embargo, después de matar a un ciudadano egipcio huyó
a las llanuras de Madián donde se casó con la hija de un sa-
cerdote del lugar, y pasó los siguientes cuarenta años cuidan-
do las ovejas de su suegro. No fue sino hasta que tenía ochen-
ta años que Dios finalmente sacó del anonimato al otrora prín-
cipe egipcio ahora convertido en pastor, para meterlo en los
anales de la grandeza. Sí, leyó bien: tenía ochenta años.
David. Ungido como rey de Israel siendo un adolescente, no
asumió el trono hasta que tuvo treinta años. Después de su
heroica victoria sobre Goliat, pasó los siguientes trece años de su
vida como un fugitivo, escondiéndose, en las cuevas de Engedi,
del rey Saúl, a quien los celos habían puesto casi loco. Algunos
de los más queridos salmos de David son el resultado de este
crisol de aislamiento, pero él vivió mayormente en el anonima-
i;()t sobreviviendo en el desierto de Judea, uno de los territorios
más duros e inhóspitos del mundo.
José. Echado en la cárcel por la mentirosa lengua de la ten-
tadora esposa de Potifar, cuyas desenfrenadas insinuaciones
él rechazaba una y otra vez; este hombre debió sentirse mal-
tratado y abandonado. Pasó dos años en las prisiones de Egipto,
preguntándose si volvería a ver de nuevo la luz del día. Pero,
a pesar de que su castigo era injusto, José aprendió mucho en
ese encierro.
Elías. Enfrentado al rey Acab, pronunció valientemente
su profecía de juicio: no habría lluvia ni rocío en el reino mien-
tras no hubiera arrepentimiento. Para prot eger a su fiel pro-
feta de la violenta reacción esperada, el Señor escondió a Elías
en un arroyo llamado Querit. Allí estuvo, al este del río Jordán,
con la única compañía de cuervos, que Dios utilizaba para lle-
68 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
var comida al fatigado profeta. Sin embargo, para consterna-
ción de Elías, el arroyo de agua fresca se secó, a semejanza de
su propia vitalidad espiritual y emocional. Pero Dios había di-
señado a la medida este retiro del arroyo como un lugar de re-
novación para el cansado profeta.
Juan el Bautista. Este profeta del Nuevo Testamento, que
se alimentaba con langostas, pasó la mayor parte de su vida
adulta predicándoles a las piedras del desierto. ¿Qué clase de
comisión fue esa? Ninguna distinción, ningún lugar de promi-
nencia en el ministerio, ningún mensaje impresionante que
apelara a las masas. Sólo años de aislamiento, de quietud y de
oscuridad, que terminaron cuando fue decapitado a petición
de una ridícula joven bailarina. Sin embargo, Dios lo llamó
para que estuviera en el desierto. Él tenía sus razones, y Juan
se sometió al plan.
Tengo la convicción de que esos prolongados períodos de
preparación vigorizaron la eficiencia de cada uno de esos sier-
vos escogidos. Ellos aprendieron el valor de la vida profunda,
de menospreciar la vida superficial, para poder ministrar con
la rebosadura de la vida interior. Esa es precisamente la ra-
zón por la que la superficialidad es la maldición de nuestro
tiempo. Nuestras vidas superficiales no ofrecen ninguna pro-
mesa de impacto duradero.
¿'J'or qué David no asumió el trono de Israel a la edad de dieci-
siete años? ¿Es que no estaba más calificado que el terco y
errático Saúl? En realidad, no lo estaba. El Señor sabía que
sólo un hombre fogueado por las lecciones de la vida y los
períodos prolongados de aislamiento y oscuridad podía ser el
próximo rey.
Dios pudo haberle permitido a Elías confrontar a Jezabel
cara a cara, pero todavía no estaba preparado. Pero después
Dios lo utilizó poderosamente, especialmente por el tiempo que
pasó en Querit. Allí se había convertido en un hombre más hu-
milde, más sabio y más dependiente de la provisión divina.
Nuestro problema es que tenemos una perspect iva ofus-
cada de las cosas. Nos consideramos personas lista8, inteli-
gentes, capaces de expresar bien nuestras ideas, responsables
y eficientes. Siendo así, ¿por qué vacilar? ¿Por qué tomarse un
descanso? Tenemos asuntos importantes que atender, reunio-
nes que realizar, números que manejar, programas que poner
en marcha, hijos que criar, etc. Es absolutamente impresionante
La necesidad de aislamiento, quietud y oscuridad 69
todo lo que podemos lograr explotando el pozo de nuestra
inventiva humana.
'Todo marcha a las mil maravillas ... hasta que el pozo se
seca. En ese momento nos volvemos porfiadamente estoicos y
seguimos funcionando vacíos hasta que finalmente nuestra
vida sufre una fractura en lo más profundo. Comenzamos en-
tonces a fallar, como un auto con problemas, hasta que final-
mente nos detenemos con un ruidoso chirrido de frenos. Es allí
cuando queda en evidencia la verdad: el ministerio fracasa el
matrimonio se viene abajo, los hijos se apartan del Seño~ y
nuestro carácter se debilita hasta fundirse. Todas esas dolo-
rosas experiencias demuestran que los peligros son reales. En
verdad, no somos tan listos como perniábamos. Esa fue la cru-
cial lección que a prendió el recién conve1tido Pablo en el silen-
cio y anonimato de su período sabático en el desierto.
EL RETIRO DE PABLO EN EL DESIERTO
En su libro sobre Winston Churchill, titulado Churchill: A
Biography (Churchill: Una biografia), Roy Jenkins cita a Lady
Lytton cuando ésta habla de la experiencia que tuvo al cono-
cer al gran líder británico: "Cuando uno conoce a Winston por
primera vez, ve todos sus defectos, y se pasa el resto de la vida
descubriendo sus virtudes".
Lo mismo puede decirse de Saulo de Tarso. Primero lo co-
nocemos como un toro bravo, arrogante, peleando y persiguien-
do a los seguidores de Cristo en el nombre de Dios. Pero en su
mai·cha hitleriana a Damasco, Dios lo detiene dejándolo ciego.
Por primera vez en su vida como adulto es derribado total-
mente. Por primera vez no puede valerse por sí mismo y tiene
que ser llevado de la mano a Damasco; y mientras está allí en
el hogar de Judas, se encuentra con Ananías, un mensajero
enviado por Dios.
En menos de una semana Dios convirtió a un Saulo cruel
y asesino de cristianos en un ferviente predicador. Es entonces
cuando comenzamos a ver las virtudes cristianas que hicieron
de este hombre alguien verdaderamente grande. Pero Dios h a-
bía apenas comenzado. Su continuo proceso de preparar a
Saulo incluía el aislamiento, la soledad, para que pensara pro-
fun~amente en las implicaciones de su nueva fe, para que co-
nociera a su Salvador mucho más íntimamente y para que
70 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
aceptara la responsabilidad de lo que significaba ser un men-
sajero de la gracia de Dios.
En Gálatas 1, Pablo habla de esta experiencia de la so-
ledad. Veamos el largo pasaje y utilicémoslo como un telón de
fondo de aquí en adelante.
¿Busco ahora convencer a los hombres, o a Dios? ¿Será que
busco agradar a los hombres? Si yo todavía tratara de agra-
dar a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Pero os hago saber, hermanos, que el evangelio que fue
anunciado por mí no es según hombre; porque yo no lo
recibí, ni me fue enseñado de parte de ningún hombre, sino
por revelación de Jesucristo. Ya oísteis acerca de mi conduc-
ta en otro tiempo en el judaísmo: que yo perseguía feroz-
mente a la iglesia de Dios y la estaba asolando. Me destaca-
ba en el judaísmo sobre muchos de mis contemporáneos en
mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de
mis padres. Pero cuando Dios -quien me apartó desde el
vientre de mi madre y me llamó por su gracia- tuvo a bien
revelar a su Hijo en mí para que yo lo anunciase entre los
gentiles, no consulté de inmediato con ningún hombre ni
subí a Jerusalén a los que fueron apóstoles antes que yo,
sino que partí para Arabia y volví de nuevo a Damasco.
Gálatas 1:10-17 (itálicas del autor)
Observe la frase "si yo todavía tratara de agradar a los
hombres" del versículo 10. Saulo de Tarso había tenido siempre
la fuerte inclinación natural de complacer a las personas. Una
gran parte de lo que lo motivaba era la aprobación del Sane-
drín. Sus miembros estaban impresionados por sus ardientes
esfuerzos para acabar con los infieles de la región. Saulo se des-
vivía por su aprobación; sus sonrisas y gestos de complacencia
alimentaban su orgullo. Pero la experiencia que tuvo en el ca-
mino de Damasco comenzó un proceso que cambiaría todo eso.
La escalera del éxito religioso es toda suya. ¡Que nadie se
cruce en su camino! Está subiendo por ella; lucha, es agresi-
vo, obstinado, decidido e impetuoso. Saulo marcha de frente,
apretando entre sus dedos su impresionante currículo. Si usted
hubiera sido un miembro del Sanedrín tratando de encontrar
a un líder de primera clase para que dirigiera el ataque con-
tra los cristianos, el nombre de Saulo le habría venido de in~
La necesidad de aislamiento, quietud y oscuridad 71
mediato a la mente. Él era el hombre. Saulo llegó a confesar: "Eso
es lo que yo estaba haciendo, día tras día, mes tras mes; perse-
guía a estos miembros de la secta de Jesús para eliminarlos".
Cuando Saulo hacía su furioso ascenso por la escalera reli-
giosa, Dios lo detuvo; lo puso de rodillas, lo convirtió en una
persona nueva, lo apartó; y (¡vaya sorpresa!) lo llamó a predicar
nada menos que el mismísimo evangelio que él había tratado de
silenciar. Saulo enfatiza el cambio que hubo entre lo que él había
estado haciendo y lo que Di.os había hecho.
Pero cuando Dios -quien me apartó desde el vientre de mi
madre y me llamó por su gracia- tuvo a bien revelar a su
Hijo en mí para que yo lo anunciase entre los gentiles, no
consulté de inmediato con ningún hombre ni subí a Jeru-
salén a los que fueron apóstoles antes que yo, sino que partí
para Arabia y volví de nuevo a Damasco.
Gálatas 1:15-17 (itálicas del autor)
Me resulta fascinante el hecho de que Pablo mencione
deli'beradamente dos cosas que él no hizo. En primer lugar, no
fue a consultar de inmediato con otras personas. No estuvo
buscando afanosamente en Damasco a otros para que mol-
dearan por consenso su teología.
En segundo lugar, no fue corriendo a Jerusalén para pre-
sentarse a los apóstoles, los hombres que habían andado con
Jesús y le habían servido. Pero Pablo tuvo sus razones para
enfatizar esto, como lo explica el comentarista Leon Morris en
su libro Galatians: Paul's Charter of Christian Freedom (Gála-
tas: La carta de Pablo de la libertad cristiana):
El haber decidido no tener ningún contacto con los primeros
creyentes y sus líderes no deja lugar a dudas de que Pablo
no obtuvo su comprensión del mensaje cristiano de quienes
lo precedieron en el cristianismo. Específicamente, no apren-
dió de ellos ni fue comisionado por quienes habían sido após-
toles antes que él. De esa manera no se podría decir que ha-
bía recibido enseñanzas humanas y que no había compren-
dido lo que los primeros maestros le comunicaron. Para
Pablo era de importancia fundamental el hecho de que hu-
biera sido comisionado directamente por Jesús.
Si Pablo no consultó a otros cristianos ni a sus líderes que
72 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
estaban en Jerusalén, ¿de dónde obtuvo su percepción en cuan-
to a la naturaleza del llamado de Dios, de la realidad del evan-
gelio y de la comisión directa que había recibido de Cristo? Yo
estoy convencido de que él recibió eso y mucho más durante
su período de aislamiento, quietud y oscuridad cuando "par-
tió" a un lugar que él llama Arabia.
Un lugar llamado Arabia
Aunque tenemos dificultad para identificar la ubicación precisa
del lugar de retiro de Saulo en Arabia, es muy probable que se
hayá ido a una gran extensión de desierto que va desde el sur
del Sinaí, cerca de Egipto, hasta la frontera de Siria en el norte.
Es posible que el lugar no haya estado muy lejos de Damasco.
Puesto que la parte más septentrional de Arabia está sólo a
160 kilómetros de Damasco, Saulo tal vez sólo cruzó la fron-
tera.
Sin embargo, no le quepa la menor duda de que era un de-
sierto pelado. En su mayor parte, no lo habitaba nadie, excep-
to algunos beduinos. Tal vez Pablo vivió entre esos habitantes
del desierto, que eran personas cuyo estilo de vida debió haber
sido un grato contraste con el frenético ritmo de su farisaico
estilo de vida anterior.
Pero eso es sólo el dónde de Arabia; mucho más impor-
tante es el porqué de Arabia.
El propósito de Arabia
Siempre que la Biblia calla en cuanto a un tema, a los erudi-
tos y a los teólogos les encanta rellenar los huecos con teorías.
Pablo no da detalles en cuanto a la razón que tuvo para su
éxodo a Arabia, y por eso abundan las teorías.
Los primitivos padres de la iglesia creyeron que Pablo fue
allí como misionero, para traer el evangelio a un grupo salva-
je de moradores del desierto. Esta es una opinión interesante,
pero el problema es que en las Sagradas Escrituras no veo
ninguna mención de salvajes.
Un erudito propone que Saulo huyó a Arabia para poner-
se a salvo de los líderes judíos que, tras haberse enterado de su
nueva fe, querían cortarla de raíz. Esta es también una idea
interesante, pero que Pablo jamás mencionó.
La, necesidad de aislamiento, quietud y oscuridad 73
Alguien ha sugerido que Pablo necesitó la misma cantidad
de tiempo (tres años) que pasaron los discípulos viajando con
el Señor Jesús y aprendiendo de él. ¡Esto suena mucho mejor!
Tiene sentido, ¿no le parece? Sin embargo, tenemos el mismo
problema: No encuentro nada de eso en la Biblia. La verdad
es que no sabemos nada. Lo único que Pablo revela es que
·'después de tres años, subí a Jerusalén para entrevistarme
con Pedro y permanecí con él quince días" (Gál. 1:18).
Durante tres años, Saulo vivió en algún lugar del desierto,
separado de su antigua manera de vivir, en aislamiento, quie-
tud y oscuridad.
Saque cuentas y encontrará que hay más de mil días que
no se encuentran en la vida de Saulo, más de mil días que pro-
bablemente pasó solo, completamente solo; pensando, orando,
luchando interiormente y escuchando al Señor. Si antes había
sido un apasionado de la popularidad, perdió todo deseo de
buscarla. con afán durante esos años que pasó en el desierto.
Si alguna vez estuvo prendado de su propia importancia espi-
ritual, ese orgullo se derritió ante el calor de la presencia de
Dios.
Estoy convencido de que fue allí, en ese árido lugar de
anonimato, donde Pablo desarrolló su teología. Allí se encon~
tró con Dios, de una manera íntima y profunda. En medio del
s~lencio y de la soledad, exploró los insondables misterios de
la soberanía de Dios, de la elección, de la depravación huma-
na, de la deidad de Cristo, del milagroso poder de la resurrec-
ción, de la Iglesia y de las cosas futuras. Fue un curso inten-
sivo de sana doctrina del cual surgiría toda una vida de predi-
cación, enseñanza y escritos. Pero, más que eso, fue lo que le
pennitió poner de lado sus delicados trofeos y cambiar su cu-
rrículo de credenciales religiosas por una vibrante relación
con el Cristo resucitado. Todas las cosas cambiaron.
Fue allí, sin duda, donde llegó a la conclusión de que
...las cosas que para mí eran ganancia, las he considerado
pérdida a causa de Cristo. Y aun más: Considero como pér-
dida todas las cosas, en comparación con lo incomparable
que es conocer a Cristo Jesús mí Señor. Por su causa lo he
perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo.
Filipenses 3 :7, 8
74 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Pablo había sido antes tan activo, ocupado, celoso y em-
prendedor. Estas mismas palabras describen a muchos cris-
tianos en las iglesias de hoy, y allí está el problema. No esta-
mos enfrascados en cosas malas o terribles; no somos, por su-
puesto, perseguidores ni destructores. Pero la verdad es que a
sem~janza de un coche, vamos kilómetros y kilómetros des pi-
diendo gases y ahogando el Espíritu dador de vida que hay en
nuestro interior.
Hace no mucho tiempo, Tom Hanks, el ga lardonado actor
de cine, protagonizó la película titulada "Náufrago". Fue uno
de esos filmes de pocas palabras pero de una enorme carga
emotiva. Allí él hace el papel de un ejecutivo de la empresa de
correos FedEx, cuya agitada actividad lo lleva a volar por todo
el mundo. Mientras va en un avión 747 de carga, se vuelve rea-
lidad el peor de sus temores. La nave se precipita en el oc~ano
Pacífico no lejos de una muy pequeña y deshabitada isla. El es
el único sobreviviente, y llega hasta la playa, herido y tem-
bloroso, pero, afortunadamente, vivo. En ese remoto pedazo
de tieITa vivirá durante cuatro años, completamente solo. Los
cambios que ocurren en él son lentos, pero definitivamente
amplios. Experimenta grandes conflictos internos, lucha inten-
samente tratando de encontrar palabras para expresarse, y
finalmente aprende a vivir con el mínimo necesario para la su-
pervivencia en una isla. Pero en los Estados Unidos de Amé-
rica hacen un funeral en su honor y la vida sigue su rápido cur-
so sin él.
La manera como escapa es asombrosa, pero lo bueno es
que es recogido por un barco y, finalmente, regresa sano y sal-
vo a un mundo en el que la vida no es familiar como lo era an-
tes, y en el que no cuadra en absoluto. Los cambios que ha
experimentado son tan radicales, tan completos, que se ha con-
vertido en una nueva persona, mucho más sencilla, mucho más
observadora, mucho menos exigente, todo como resultado de
las lecciones aprendidas en la soledad, la quietud y la oscuridad.
Eso fue lo que sucedió con Saulo. Sufrió un cambio. ¡Y qué
cambio!
EVOCACIÓN DE UNA VIDA APARTADA
Pensemos en la necesidad de cultivar la vida apartada, de dar
el lugar debido a las disciplinas del aislamiento, el silencio y la
La necesidad de aislamiento, quietud y oscuridad 75
oscu~~ad, que ~ueron para Saulo la clave de su impresionante
efectlVIdad. Vanos notables eruditos se refieren a este punto.
Charles C. Ryrie en su Biblia de estudio dice:
En Arabia, Pablo estuvo a solas con Dios, meditando bien en
las implicaciones del encuentro que había tenido con el Cristo
resucitado en el camino de Damasco.
James Montgomery Boice en el comentario a Gálatas del
The Expositor's Bible Com mentary (Comentario Expositivo de
la Biblia ) afirma:
La sustitución de su mundo y de su vida judía por una
teología cristiana, debía ser obra de más de un largo fin de
semana. ~ablo se marchó a Arabia para pensar y estudiar, no
para predicar.
P~r su parte John R. W. Stott en su obra The Message of
Galatzans: Only One Way (El mensaje de Gálatas: Un solo
camino) dice:
Pablo se fue a Arabia en busca de quietud y soledad, y pa-
rece que pasó allí tres años. En este período de aislamiento
mientras meditaba en las Escrituras del Antiguo Testa~
mento, en los hechos de la vida y de la muerte de Jesús que
~l ya conocía, y en su experiencia de conversión, el evange-
lio de la gracia de Dios le fue revelado a plenitud. Ahora
tenía a Jesús para él, efectivamente, durante tres años de
aislamiento en el desierto.
F. B. Meyer en su biografia de Pablo titulada Pablo: Siervo
de Jesucristo (Casa Bautista de Publicaciones) afirma:
Mes tras mes anduvo de acá para allá, ora participando de
la comida sencilla de alguna comunidad de esenios, o de la
suerte de una familia de beduinos; ora arrebatado en comu-
nión celestial, ora sumido en meditaciones profundas.
Pero más profunda que todo, fue la obra de Dios en su
alma. Grano a grano, se desgastaron su orgulloso egoísmo e
impetuosidad.
Ya no confiando en sí mismo, desde ahora estuvo com-
pletamente contento con ser el esclavo de Jesucristo.
76 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Pero no tomemos estas últimas palabras literalmente.
Dios no siempre exige el aislamiento geográfico para ense-
ñarnos las lecciones que se aprenden con el aislamiento. Por
tanto, no se sienta usted ahora obligado a reservar un boleto
aéreo para Arabia. Yo creo que podemos crecer en espirituali-
dad durante períodos prolongados que apartemos deliberada-
mente para estar quietos, ver la condición de nuestra alma,
hacer confesión y meditar. Yo, personalmente, anhelo más de
eso en mi vida. Esos períodos son fundamentales para nues-
tra profundización espiritual y supervivencia emocional.
En uno de mis viajes a Israel, nuestro guía turístico nos
condujo desde la antigua población oásica de Jericó hasta
Jerusalén, a través de una carretera zigzagueante. Esta vía
es peligrosa y estrecha, y la mayoría de nosotros tenía que
contener el aliento cuando el conductor maniobraba hábil-
mente el enorme vehículo con aire acondicionado, a través de
una serie interminable de virajes que nos daban hormigueo
en la espalda. Todo lo que había entre nosotros y una caída
de más de trescientos metros era un estrecho anden de grava.
En cierto punto de la carretera, el conductor se detuvo y nos
permitió salir del autobús. El guía dirigió entonces nuestra
atención a un magnífico monasterio construido literalmente
en la roca viva de una montaña que estaba al otro lado del
profundo valle que había debajo de nosotros. Desde donde
nos encontrábamos, el lugar parecía muy pequeño y la gente
que se movía por el mismo parecía tener menos de tres cen-
tímetros de estatura. Estando allí escuché a varias personas
de nuestro grupo preguntándose a sí mismas cómo podía
alguien mantener ese estilo de vida sin volverse loco. ¡En eso
se me ocurrió pensar que los monjes que vivían en ese asom-
broso lugar, probablemente nos estaban observando desde
aquella extensión rocosa y preguntándose lo mismo en cuan-
to a nosotros!
Saulo estuvo allí, no con otros en un breve tour, sino en lu-
gares remotos y ocultos... durante tres años. ¡Trate de imaginarse
eso! En ese lapso, mientras su ministerio público estaba dete-
nido temporalmente, Pablo obtuvo los inconmensurables
beneficios de lo que Raymond Edman, en su libro The Dis-
ciplines of Life (Las disciplinas de la vida) llama "la disciplina
de la espera".
La necesidad de aislamiento, quietud y oscuridad 77
Pablo llegó a conocer lo que es la paciencia ante el propósi-
to obstaculizado. Frenado en la puerta de Damasco, peni-
tente en la calle llamada La Derecha, y lleno del Espíritu
Santo, fue un vaso escogido para llevar el evangelio a gran-
des y pequeños... Luego vino la disciplina de la espera en el
desierto de Arabia, donde aprendió por revelación divina, no
por enseñanza de hombre, el glorioso evangelio de la gracia
de Dios. Desde Arabia pudo ir a Antioquía y realizar su pro-
grama misionero mundial; a Atenas y a su orgulloso Areó-
pago; a Acaya y a su inicua Corinto; al ruedo de Éfeso, y de
ser necesario, a Roma. La espera que instruye y prepara aho-
rra tiempo, nunca es una pérdida de tiempo. Con ella uno
puede marchar con confianza y un corazón encendido.
En ese tiempo de espera, él supo quién era el verdadero
Saulo, el Saulo que Dios habia llamado y escogido de una ma-
nera especial para un ministerio de gracia al mundo. Fue tam-
bién allí que vio el lado malvado de su persona, la monstruo-
sidad de su envilecimiento. Pero contra ese tétrico telón de
fondo brilló la grandeza de la misericordia y del amor de Dios.
Arabia se convirtió en un templo donde Saulo adoró al Señor de
una :manera que jamás había experimentado en su vida. El ais-
lamiento contribuyó a eso. Las escamas de su ceguera espiri-
tual cayeron de su corazón al tiempo que tenía un nuevo des-
tello del maravilloso misterio del plan de Dios. Mientras los
vientos del desierto ululaban a través de los rocosos desfila-
deros, Dios se reveló a sí mismo a su siervo. Y mientras las es-
trellas encendían el firmamento, como tachonando de plata los
cielos, Saulo quedó extasiado por la gloria de su Señor.
Ahora bien, haga una pausa y piense en esto por un mo-
mento. Es muy probable que su vida sea ahora más complica-
da que lo que era hace diez años o, en realidad, incluso, hace
cinco años. Con el paso del tiempo, usted se ha llenado de más
y más cosas, se ha involucrado en más actividades, ha acep-
tado más y más deudas, y ha aceptado más y más responsa-
bilidades. Por lo tanto, su pozo está seco, completamente seco.
¡Usted no es necesariamente infeliz, pero se halla vacío! No
disfruta de una vida espiritual profunda. Al igual que una en-
fermedad que es una amenaza para su vida física si no le hace
caso, el vivir una vida vacía finalmente le quitará su vitalidad
espiritual. Si esperamos crecer espiritualmente, tenemos que
78 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
encontrarle una solución a este ritmo enloquecedor. La tiranía
de lo urgente no puede continuar.
RECETA PARA CRECER ESPIRITUALMENTE
Creo que parte de la solución es buscar con afán los bene~cios
del aislamiento y del silencio que se encuentran en los tiem-
pos de oscuridad. Por primera vez en siete años, tomé _seis
semanas de vacaciones el pasado verano. Nada de predicar,
nada de escribir, nada de aconsejar, nada de dictar conferen-
cia... nada de nada. Me concentré en reducir la marcha y en
recargar mi alma con las cosas profundas del Señ?r. Oré, can-
té, estudié, caminé, pesqué, me mantuve tranquilo, y estuve
pensando en mi vida y evaluándola. Fue fabuloso.
Puede ser que usted no disponga de tanto tiempo para ha-
cerlo. Tal vez tenga apenas tres días, o quizás dos semanas, pero
si no está alerta llenará rápidamente esos días con cosas que
hacer, lugares que visitar y gente que v7r. Resista esa tentación
de dejar afuera al Señor. ¡Qué oportunidad tan perfecta de sa-
car tiempo para estar solos, usted, la familia y el Señorl Nada de
computadora. Nada de fax. Y el 1:eléfono celular, láncelo al mar.
Su correo telefónico se satura de mensajes. ¿Pero sabe una
cosa? La gente sobrevivirá. Créame esto: ellos no necesitan de
usted ni de mí para arreglárselas. No necesitan de usted tanto
como usted necesita de descanso. "Eso es algo muy radical",
dirá usted. ¿Radical? Tal vez. ¿Ilógico? De ninguna manera. El
cambio radical es esencial si queremos ser siervos más espi-
rituales y más útiles. Pero, permítame ser aun más específi-
co. Quisiera sugerirle tres estrategias que lo ayudarán a ha-
cer algunos de esos ajustes radicales, pero esenciales.
Primera: En vez de aumentar la velocidad, reduzca la mar-
cha y reflexione. No quiero que se le escape ninguna de estas
palabras. Durante años he meditado en ellas. En v~z de au-
mentar la velocidad, encontremos maneras de reducir la mar-
cha y reflexionar. El tomarse tiempo para descubrir lo que
realmente importa es fundamental si queremos poner fin a l_a
maldici6n de la superficialidad que ensombrece nuestras vi-
das. No espere que el médico le diga que le qu~dan seis s~ma-
nas de vida. Mucho antes de que algo tan trágico se convierta
en una realidad, usted debe estar profundizando sus raíces en
el terreno de las cosas que realmente importan.
La necesidad de aislamiento, quietud y oscuridad 79
Tan pronto como Saulo abandonó Damasco llegó a Arabia
y comenz6 a hacer un inventario de su vida. No era ninguna
lista de "qué hacer antes de que se ponga el sol" o de "seis pa-
sos rápidos para tener éxito", ni unos rol)os de pergaminos de
autoayuda amontonados bajo el brazo. El estaba solo. Cami-
naba a solas. Veía cómo la arena remolineaba sobre las pie-
dras. Meditaba profundamente en su pasado y traía a su pen-
samiento lo que había hecho. Pensaba en lo que había experi-
mentado en el camino de Damasco. Consideraba cada nuevo
amanecer como un regalo del Señor, la oportunidad perfecta
para cambiar sus prioridades y volver a pensar en sus motiva-
ciones. Eso toma tiempo, por supuesto ... mucho tiempo. Pero el
tiempo invertido en el aislamiento nos prepara para los cam-
bios inevitables que nos llegan de los desint egrados tiempos en
que vivimos.
Segunda: En vez de hablar más, permanezca callado y re-
fiexione. Palabras, palabras y más palabras. Las palabras es-
tán por todas partes. Nos resuenan desde la radio, la televi-
sión, la máquina contestadora. Otras se abalanzan sobre noso-
tros desde las vallas publicitarias y las ventanas de las compu-
tadoras, y desde las revistas y periódicos. En nuestra cultura
rara vez se tolera el silencio. ¡Incluso en los ascensores hay mú-
sica! ¿Es que usted tararea alguna canción en un ascensor?
¡Yo tampoco! ¿A quién le hace falta ese disparate? Sin embar-
go, hay música en esa cabina para ocupar el silencio.
Tan pronto como usted entra en su coche, enciende la ra-
dio. La mayoría de las veces ya está encendida cuando usted
enciende el motor. Si no es fulano quien habla, es zutano. Si
no es ninguno de los dos, es una publicidad estrepitosa con un
pésimo anuncio. O si no un programa de entrevistas, un co-
mentarista de noticias o un entusiasta de los deportes. ¡Con
qué desesperación necesitamos aplicarle el botón de "silencio"
a todo ese ruido! Hay quienes han tomado verdaderas decisio-
nes radicales para encontrar aislamiento y silencio.
Cynthia y yo tenemos un amigo que todos los años aparta
tiempo, por lo general una semana (y a veces más) para pasar-
lo en un monasterio. Este amigo nuestro es un excelente cris-
tiano que ha descubierto que un monasi:erio es uno de los últi-
n:ios lugares que quedan en la tierra donde se espera que uno ha-
ga silencio. Allí se dedica a pensar, a orar, a reflexionar, a comer
con frugalidad, a caminar despacio. Ese atareado abogado de
80 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Vancouver reconocE: que sin esos períodos perdería toda la pers-
pectiva de la vida. El ha confesado: "Cuando estoy solo y la tran-
quilidad del aislamiento es ensordecedora, es increíble cómo re-
descubro quién soy, y cómo las cosas se me hacen tan claras
como nunca antes". Eso fue lo que le sucedió a Saulo en Arabia.
Allí se encontró con Dios, quien lo ayudó a explicarse las cosas
de la vida.
Algunos de nosotros hablamos tanto, que no podemos si-
quiera recordar lo que hemos dicho. Formulamos respuestas a
preguntas que nadie nos hace, y decimos cosas que no son dig-
nas de que alguien les preste atención. Hablamos, hablamos
y hablamos.
Tercera: En vez de buscar con afán el poder, quédese tran-
quilo y descanse. Esto es particularmente aplicable a la vida
de las personas cuya profesión es el ministerio cristiano, espe-
cialmente los pastores. Yo he participado en actividades de ca-
pacitación de ministros el tiempo suficiente como para saber
que puede haber muchísima envidia entre las personas que se
dedican a lo mismo. La inseguridad sale a flote cuando abun-
da la competencia. La lucha por el poder es tan evidente que
se vuelve repugnante. Sin duda, esta misma clase de batalla
ridícula con el orgullo y el prestigio existe también en las de-
más profesiones.
¿Qué necesitaremos para renunciar a esta idea de que
debemos ser alguien? Todo el mundo está corriendo para tener
el primer lugar. Lamentablemente, tengo que decir que las
personas más solitarias y más frustradas que he conocido son
aquellas que han alcanzado los primeros lugares. Han llega-
do, pero la mayoría de ellas son unas hurañas, con vidas va-
cías, desesperadas por encontrarle significado a su existencia.
Es triste decirlo, pero los cristianos no son inmunes a esto. Des-
cubrimos a una persona adornada de cualidades y la empu-
jamos a la acción. Sin detenernos a pensar en su falta de pro-
fundidad, encontramos nuevas formas de mantenerla ocupa-
da. Su popularidad sobrepasa a su madurez, lo que significa
que la integridad es sustituida por la imagen. Por tanto, se
vienen abajo por su inexperiencia, superficialidad e incompe-
tencia. ¿Y nos sorprendemos de esto? Richard Foster, en su
libro Money, Sex, and Power: The Challenge of the Disciplíned
Life (Dinero, sexo y poder. Editorial Betania) se refirió a este
dilema:
La necesidad de aislamiento, quietud y oscuridad 81
Hoy nos hemos olvidado de la importancia de esta obra
silenciosa de Dios. Como resultado (y recuerde esto) empu-
jamos de inmediato a las personas a la notoriedad, dándoles
un poder increíble, y luego nos preguntamos por qué se han
corrompido. El poder nos destruirá a menos que estemos
preparados para ejercerlo. Este es hoy un asunto de no poca
monta en la iglesia. Gracias a nuestra garrafal ignorancia
de la importancia que tiene la preparación silenciosa, hemos
lanzado a innumerables obreros a un primer plano antes de
que estuvieran preparados.
Los atletas profesionales son ejemplos clásicos de esto. A
menudo son reclutados después de graduarse de la escuela
secundaria, y muchos más lo son en los campos de juegos de
las universidades, sin tener prácticamente ninguna experien-
cia en las cosas de la vida. Firman contratos por millones de
dólares al año, sin estar preparados para lo que estarán enfren-
tando. Pronto el mundo ve horrorizado cómo muchos de ellos
se vuelven a las drogas y a la adicciones para mitigar la de-
si¼usión y el dolor resultantes. Sencillamente, no tienen la ca-
pacidad de manejar el poder o la fama. El aplauso los deslum-
bra. No saben nada del valor de vivir una vida sencilla y de
profundidad espiritual. Las débiles capas de sus jóvenes y frá-
giles _almas se desgarran, y sus vidas quedan fracturadas por
la pnsa y la carrera desbocada por llegar a la cima.
Lo más probable es que a usted jamás le hayan ofrecido un
contrato de un millón de dólares. Por el contrario, tal vez es una
de esas personas que están buscando desesperadamente cómo
lograr salir de la rutina. El consejo que le doy es que deje de
tratar de llegar a la cima en su campo de actividad. Sea un
excelente don nadie. Haga lo mejor que puede con lo que Dios
le ha dado. Si su plan consiste en llevarlo a los niveles más altos
del éxito, él lo hará, en su momento, y de acuerdo con su plan
maestro. La parte que le corresponde a usted será salir del trá-
fico y fijar su mente en las prioridades del reino, en lo que real-
mente vale la pena. ¿Me explico? Magnífico.
APLICACIÓN PERSONAL
Mucho de lo que usted acaba de leer ha sido mi mensaje a nues-
tra iglesia, la Stonebriar Community Church. Eso es lo que me
ha movido, como pastor, a prometer a nuestra congregación que
82 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

nunca fingiré estar bien si mi vida espiritual se enfría. El lla-

mado al aislamiento y al silencio es un llamado tanto para mí
como para quienes leen este libro. Ya que todos estamos en un
mundo caído, todos enfrentamos la necesidad de marcar una
diferencia, y eso comienza siendo diferentes.
Que Dios comience con usted y conmigo. Que él ponga en
nosotros un hambre más grande de autenticidad, para que sea-
mos personas con más de lo que exhibimos exteriormente. Que Capítulo cinco
él produzca en nosotros el carácter de hombres y mujeres, como
los de Moisés y José, los de David y Elías, los de Rut y Ester; el ARRANCA LA MISIÓN ... GRACIAS A
de Juan, que bautizaba en el río Jordán y, por supuesto, el de
Saulo, quien creció espiritualmente en el desierto de Arabia. UNOS POCO CONOCIDOS
Yo estoy listo para crecer. ¿Me acompañará en esto?

Señor:
Tú eres tan paciente y misericordioso conmigo. Cuántas
veces nos dejas hacer lo que queremos, hasta que finalmente
llegamos al final de la cuerda y nos damos cuenta de que
tenemos que enfrentar el asunto. Gracias por tu compren•
sión. Gracias por la seducci6n de tu Espíritu, que sabe cómo
captar finalmente nuestra atención.
Oro por todos aquellos que se han lanzado a una bús-
queda frenética de la notoriedad, o que de alguna manera
sienten que son indispensables. ¡Te ruego que le pongas fin a
esa locura en nosotros! Recuérdanos, Padre, que sólo Uno es
verdaderamente indispensable, y ése eres Tú, que moras en
el silencio, la belleza y la pureza absolutos. ¡Cuán profundo
e insondable eres!
Danos, Padre, un santo aborrecimiento de la actividad
por la actividad misma. Constríñenos a revaluar el porqué
hacemos lo que hacemos. Que podamos ser tus vasos escogi-
dos, aptos y preparados para las tareas que tú tienes para
nosotros. Aleja de nosotros toda carnalidad, Señor, y danos
una santa disciplina que nos permita enfrentar las cosas que
llevan a la muerte de la autenticidad. Ya sea que estemos
solteros o casados, o que seamos jóvenes o adultos, danos
una insatisfacción por la energía de la carne y muéstranos el
valor que tiene la vida espiritual profunda a medida que nos
preparas para lo que hayas planeado para nuestro futuro.
Te lo pido en el nombre de Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
~a persona de espíritu independiente nunca es del agrado de
~10s. Esto e~ algo que puede resultarle asombroso a quienes
vi_yen y trabaJan en la cultura occidental. Después de todo, cada
ano se observa lo que llamamos el Día de la Independencia; en
él ~elebramos la independencia de ~uestra nación de algún otro
pais. Pero no estoy hablando de la mdependencia nacional sino
del esp_íritu de independencia que inunda nuestra cultura. Aun-
~ue fuim?s enseñados a valorar la independencia, un espíritu
mdepend1ente no agrada a Dios.
_ Esta verdad es contraria a la manera como fuimos ense-
nados a cultivar una actitud de independencia. Yo fui educado
para valerme por mí mismo, para cuidar de mí y de mi familia
para h~cer lo que creyera correcto y para no tener que depende;
de nadie. ¡Falso! Mucho de eso es un mal consejo. Usted jamás
hallará apoyo en la Biblia para esa clase de fi.losofia. De hecho
mucho de lo anterior no es sino una insolente declaración ;
exa~taci6n del humanismo que, llevado al extremo, puede tener
un 1mpacto devastador en la persona y sobre la sociedad.
83
84 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
EL TRÁGICO FIN DE UN
ESPÍRITU INDEPENDIENTE
No hay talvez un ejemplo más escalofriante de lo que es un
espíritu independiente llevado al extremo, que la trágica y cri-
minal vida de Timothy McVeigh, quien vivió la mayor parte de
su vida fuera de los límites de la dependencia de los demás.
Vivió como un paria, como un extremista, negándose a ponerse
bajo cualquier autoridad, mucho menos de la del gobierno de
los Estados Unidos de América, al cual despreciaba. Con toda
la libertad para hacer totalmente lo que le placía, McVeigh hizo
lo inconcebible. Asesinó a 168 estadounidenses inocentes, mu-
chos de ellos niños, cuando hizo explotar el edificio de oficinas
federales de la ciudad de Oklahoma. Después de una larga per-
secución y de muchos meses de subterfugioR legales, Timothy
McVeigh fue sentenciado a la pena capital con una inyección le-
tal, por su monstruoso delito. Pero durante todo el juicio man-
tuvo una compostura espectral y calmada, sin mostrar en nin-
gún momento una pizca de pena o arrepentimiento. Desafiante
y altivo, aceptó su destino como un mártir de su aberrante causa.
Cuando se le preguntó cómo podía enfrentar la muerte con
tan estoica determinación, McVeigh dijo no tener miedo. Y cuan-
do se le pregwitó por qué razón, manifestó que él controlaba su
destino, y citó luego el siguiente poema escrito hace más de un
siglo por William Ernest Henley:
Inuictus
De la negra noche que me cubre,
negra como el abismo inmensurable,
doy gracias a los dioses que quizás
hicieron a mi alma inconquistable.
En las siniestras garras de las circunstancias
jamás me he quejado ni llorado en voz alta.
Y bajo los azotes de la suerte
mi cabeza ha sangrado, pero no se ha humillado.
Más allá de este mundo de lágrimas y rabia
se asoma en forma vaga el horror de las som-
bras,
Arranca la misión ... gracias a unos poco conocidos 85
mas la amenaza de los años
me halla y me hallará todo libre de espanto.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
ni cuán cargado de castigo esté el rollo,
yo soy el dueño de mi destino
yo soy el capitán de mi alma.
Palabras escalofriantes, ¿no? Pero guardadas como un te-
soro por un homb~e que creyó que su alma era inconquista-
ble, y que, en realidad, estaba a cargo de su destino.
Afortunadamente, la mayoría de las personas no lleva-
rán a tan hostiles extremos su espíritu de independencia. La
mayoría no somos gente peligrosa, pero la sutil influencia de
esa manera de pensar contrarresta nuestra capacidad de de-
pender del Señor y de los demás.
"¡Nosotros podemos arreglárnoslas solos!". O como deci-
mos en Texas: ";Déjennoi:; solos! Los tejanos sabem;s como arre-
glárnoslas". Sépanlo o no, quienes dogmáticamente defienden
esa mentalida d son tan dependientes de Dios en cuanto a su
vida, como lo son quienes jamás lo dirían verbalmente.
LAS VIRTUDES DE UN
ESPÍRITU DEPENDIENTE
Inevita.blemente, ~uando nos mantenemos firmes y solos como
un novillo en medio de una tempestad de nieve, creyendo que
po~emos arreglárnoslas solos, olvidamos fácilmente que cada
latido de nuestro corazón que nos mantiene con vida es un
regalo de Dios; en realidad, no somos tan independientes, des-
pués de todo.
P~ro no sólo necesitamos al Señor, sino que también nos
necesitamos unos a otros, con desesperación. Y esa necesidad
de los demás se hace mayor cuando el barómetro de la vida
desciende ha~ta el punto más bajo del indicador de la presión,
cuando los vientos de la adversidad soplan con fuerza contra
nuestr~ alma. La verdad es que no podemos arreglárnoslas so-
los. J!wmos creados I?ª.r~ la dependencia, no pa ra la indepen-
d_encia. No podemos dmgir nuestros pasos en el camino correcto
sin la ayuda del Señor y la de los demás.
He escuchado a muchas personas decir, para justificar su
86 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
espíritu de independencia: "Bueno, la Biblia dice que Dios ayu-
da a los que se ayudan". Pero eso no aparece en ninguna parte
de la Biblia. De hecho, la Biblia enseña lo contrario. Dios quie-
re ayudar a los que finalmente llegan a un punto en sus vidas
en el que no pueden ayudarse a sí mismos. En realidad, él nos
lleva a esa situación en la que nos rendimos voluntariamente
y decimos: "Encárgate tú, Señor. Dame fortaleza. Lo que he
hecho no ha servido de nada. Enséñame cómo apoyarme en ti,
cómo confiar en ti y esperar. Te necesito, Señor, y necesito a
los que son tuyos".
¿Cuándo fue la última vez que le dijo eso al Señor? Usted
no es un Timothy McVeigh, pero es posible que esté pensando
secretamente que usted es el único capitán de su alma. Usted
es más como Pablo, de lo que piensa. Por eso, necesita apren-
der algunas lecciones de humildad, las mismas que él aprendió
al depender de otros cuando se vio rodeado de graves dificul-
tades.
Antes de seguir adelante, deseo hacer una observación.
Muy probablemente, a usted también le enseñaron, desde pe-
queño, a adoptar y alimentar un espíritu independiente, y a
través de los años se ha vuelto tercamente independiente,
convencido de que no necesita de nadie para lograr que las
cosas le salgan bien. Es posible que se haya casado dos, tres o
cuatro veces, tratando todavía de probar que puede lograrlo.
Pero la verdad es que usted ha sido un pésimo cónyuge. Ha
descuidado sus responsabilidades como esposo o esposa, y como
padre o madre. Se ha llevado a todo el mundo por delante
empeñado en hacer las cosas a su manera y sin la ayuda de
nadie. Es un orgulloso miembro activo de la "Sociedad de Indi-
vidualistas Porfiados" (SIP). Si algo de lo dicho anteriormente
se aplica a usted, entonces necesita seguir leyendo, ya que pron-
to descubrirá que el camino que está transitando no hará sino
llevarlo en realidad a un callejón sin salida.
Hace varios años seguí con interés la vida de cierto de-
portista, quien todavía cursaba estudios de secundaria en ese
tiempo. Sus padres se habían divorciado, y el muchacho vivía
con su padre. Este tenía un plan en su mente: que el joven se
convirtiera en un jugador de fútbol profesional, ya que exhibía
todas las características de la coordinación y grandeza del
deporte. De hecho, el primer regalo que había recibido de su
padre, siendo niño, era un balón de adulto, de tamaño natu-
Arranca la misión... gracias a unos poco conocidos 87
ral. ¡Qué le parece! Cuando ese joven deportista salió de la es-
cuela secundaria tuvo once entrenadores. ¡Once! Le ofrecieron
muchas becas de estudio y escogió la universidad que más le
gustó. Se convirtió muy pronto en una estrella, y en pocos
años pasó a formar parte de la Liga Nacional de Fútbol de los
Estados Unidos de América.
Todo lo que el joven comía era rigurosamente supervisado
por el padre. De hecho, el muchacho dijo en una ocasión que
jamás había probado una galleta de chocolate Oreo. (Ese chico
no sabe lo que se perdió. ¡Eso sí que era un sacrificio!). Mien-
tras tanto, se volvía cada vez más independiente ... y arro-
gante, añadiría yo.
No es de sorprenderse, entonces, que fracasara como ju-
gador profesional, y en menos de cinco años ya nadie se ocu-
paba de él. Hoy son pocas las personas que saben qué ha sido
de su vida.
La historia es la misma de siem pre. Ya se trate de un jo-
ven actor o de una joven actriz, o de un deportista o de un
artista; los encumbramos demasiado rápido, como decía ante-
rion:nente. Los colocamos muy de prisa en un pedestal, de mo-
do que cuando llegan a los veinte años de edad están deman-
dando a sus padres por todo el dinero que han producido.
¿Qué hay de malo en todo esto? Que fomentamos un es-
píritu de independencia sin tener nunca en cuenta el valor que
hay en un carácter forjado p_or el tiempo. Dios nunca encumbra
a la gente de esa manera. El se toma su tiempo, de modo que
cuando Dios planea utilizamos nos prueba bien, permitiendo
cierta cantidad de sufrimiento. Dios puede usar a las personas
fuertes, testarudas e independientes de este mundo, pero no a
largo plazo. Prefiere más al humilde, al quebrantado , al gol-
peado, incluso al aplastado. Dios trabaja mucho más efectiva-
mente en las vidas de aquellos que reconocen que necesitan
desesperadamente de Dios y de los demás. Saulo, más que na-
die en su tiempo, necesitaba aprender esa lección, y por eso
Dios se aseguró de que fuera así. Pero regresemos a su historia
que aparece en Hechos 9 y veamos cómo se desarrolla el drama.
LOS POCO CONOCIDOS DE DAMASCO
Cuando Saulo terminó su tiempo de aislamiento en Arabia, ya
et Señor había comenzado a obrar en esta voluntad indócil,
88 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
anulando los efectos de una existencia vivida independiente-
mente de Dios y de los demás.
A diferencia de su conversión, tal transformación no sería
instantánea. En vez de eso, Saulo aprendió la dependencia a
través de una serie de circunstancias en las que, sin la ayuda
de ciertas personas poco conocidas, no habría podido ser capaz
de seguir adelante.
Y habiendo comido, recuperó las fuerzas. Saulo estuvo por
algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. Y
enseguida predicaba a Jesús en las sinagogas, diciendo:
-Este es el Hijo de Dios.
Todos los que le oían estaban atónitos y decían:
-¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invoca-
ban este nombre? ¿Y no ha venido acá para eso mismo, para
llevarles presos ante los principales sacerdotes?
Pero Saulo se fortalecía aun más y confundía a los judíos
que habitaban en Damasco, demostrando que Jesús era el
Cristo.
Pasados muchos días, los judíos consultaron entre sí para
matarle; pero sus asechanzas fueron conocidas por Saulo. Y
guardaban aun las puertas de la ciudad de día y de noche
para matarle. Entonces sus discípulos tomaron a Saulo de
noche y le bajaron por el muro en una canasta.
Hechos 9:19-25
La escena se inicia con Saulo predicando en las sinagogas
de Damasco, en las que deja atónita a la gente con su extraor-
dinaria predicación. Usted se estará preguntando dónde apren-
dió él a predicar con tanta efectividad. Después de todo, Saulo
es como un seminarista recién graduado, que sabía lo suficiente
como para ser peligroso; era un nuevo creyente sin ninguna
experiencia. Estaba adornado de muchas cualidades y era in-
teligente, de eso no hay la menor duda. Pero lamentablemen-
te carecía de preparación para enfrentar los retos que tenía
por delante. El prepararse para una vida de tal significación
tomaría años de capacitación en circunstancias donde el sufri-
miento y las penalidades eran comunes. La Biblia enseña esto
una y otra vez de principio a fin. Y, repito, eso es algo contra-
rio al alma de muchos de nosotros.
El intelecto de Pablo estaba, sin duda alguna, enfocado en
Arranca la misión ... gracias a unos poco conocidos 89
una nueva teología, y al diseñarla estoy seguro de que esas
l)rUevas percepciones fueron un grato bálsamo para las perso-
nas que habían sido maltratadas verbalmente por el hiriente
látigo del legalismo. Es posible que Saulo tuviera muchas cua-
lidades y que fuera inteligente, pero no todos en Damasco a-
preciaban sus palabras. En ese momento su ministerio estaba
arrancando y su popularidad creciente era vista como una ame-
naza por los líderes judíos. Por eso, diseñaron un plan para
lograr que su ciudad se viera libre de la amenaza de la predi-
cación del evangelio.
Tanto a usted como a mí nos resulta dificil imaginar lo que
sería tener sobre la cabeza una amenaza de muerte. Pero eso
fue lo que Saulo experimentó desde el comienzo. Como decimos
a menudo: "El que la hace, la paga". El gran perseguidor se con-
virtió en el perseguido. A tal punto querían sus enemigos cap-
turarlo, que colocaron guardias en todas las puertas que había
en Damasco. El temor y la vergüenza de eso solo debió haber
humillado al brillante predicador. Sin embargo, todo era parte
del plan de Dios para doblegar a un espíritu independiente.
Hubo unas personas que vinieron en rescate de Saulo cuan-
do a éste se le volteó la tortilla. Son simplemente llamadas "sus
discípulos" (v. 25), y ellas figuran en la escala de los poco cono-
cidos de Biblia. En este caso, son los desconocidos. Usted no en-
contrará sus nombres en ninguna parte de las Sagr adas Es-
crituras. Incluso en las cartas que Pablo escribió a las iglesias
donde menciona estos incidentes, jamás identifica a sus sal-
vadores por nombre. Lo único que se nos dice es que "sus dis-
cípulos tomaron a Saulo de noche y le bajaron por el muro en
una canasta". ¡Qué operación de rescate tan especial!
Imaginemos al gran Saulo de Tarso cinco años antes di-
ciendo con humildad: "Por supuesto, me meteré en la canas-
ta". Esa clase de capitulación habría estado a años luz de él.
Pero eso era en aquel tiempo, y ahora la cosa es diferente. Su
necesidad obligó al una vez independiente Saulo a depender
de un grupo anónimo de fieles discípulos, para que lo salvaran
de una muerte segura, por medio de una canasta que colgaba
de una cuerda.
Pensemos simplemente en este hombre extraordinario,
encorvado dentro de un cesto de pescar (probablemente hecho
de cuerdas), balanceándose de un muro de piedras. ¡Qué for-
ma de comenzar un ministerio público!
90 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Permítame una pausa para hacerle una pregunta. ¿Ha te-
nido usted su propia "bajada" últimamente? Todas ellas son
diferentes. ¿Ha habido algún momento en su vida cuand~ tuvo
que depender de otros, de la mis_m~ manera? ¿Ha expenm~?-
tado una necesidad tal que su umca esperanza de salvac1on
ha sido el rescate hecho por unos fieles y preocupados ami-
gos? No hay nada mejor que una canasta salvadora para ense-
ñarnos un poco de humildad.
R. C. H. Lenski, en su libro The Interpretation ofSt. Paul's
First and Second Epistle to the Corinthians (Interpretación de
las Primera y Segunda Epístolas a los Corintios de San Pablo)
escribe:
La carrera de Pablo comenzó, al igual que la de Moisés, con
una huida y con un largo período de espera, espera y nada
más que espera. Esto es lo que hace tan significativa la hui-
da de Damasco, pues obligó a Pablo a iniciar una larga es-
pera en la cual aprendió a la perfección que él no era nada,
que su cualidad más grande era su absoluta debilidad, de-
bilidad que le permitió a Dios hacer lo que quería con él y
por medio de él.
Este relato da pie para escribir algo interesante, per~ tam-
bién nos habla de una vida difícil. En medio de su pnmera
oportunidad en el ministerio, una amenaza de muerte lo obli-
ga a escapar amparado por la oscuridad de la noche. Había_ lle-
gado con tanta suntuosidad y altivez. Pero luego queda ciego
y debilitado. Es buscado por un discípulo llamado Ananí!s y
traído ante un grupo de discípulos. Luego escapa a Arabia Y
después regresa a Damasco, sólo para ser salvado de_la muer-
te por un grupo de amigos anónimos. ¿A dónde debe 1r ahora?
La trama se pone cada vez más interesante cuando sube el
telón en Jerusalén.
MÁS ALIENTO DE ALGUIEN
POCO CONOClDO
El segundo acto del drama se inicia con "Cuando fue a Jeru-
salén..." (Hech. 9:26). ¡Jerusalén! Su Jerusalén. El se había
graduado en esa gran ciudad. Conocía a esa vieja ciudad como
la palma de su mano, todas sus callejuelas, todos sus estre-
Arranca la misión... gracias a unos poco conocidos 91
chos pasadizos, todas sus rutas de escape. Conocía práctica-
mente a todas las personas importantes. ¡Qué lugar para reini-
ciar su ministerio público! "Traigan los micrófonos. Enciendan
todas las luces. El fariseo convertido en evangelista ha llega-
do al gran Auditorio de Jerusalén. ¡Venga a escucharlo!". ¡Qué
va:! Nada de esto ocurrió.
En vez de eso, leemos lo siguiente: "intentaba juntarse con
los discípulos; y todos le tenían miedo, porque no creían que
fuera discípulo" (Hech. 9:26). Había sido rechazado de nuevo,
sólo que esta vez por aquellos con quienes más deseaba encon-
trarse. El temor se interponía entre ellos y el celoso e inteli-
gente predicador.
Esto era comprensible. ¿Quién no le tendría miedo? Había
asesinado a sus hermanos cristianos, algunos de los cuales pu-
dieron haber sido sus propios familiares. Pensaban que Saulo
era un espía, parte de una maniobra bien pensada para atra-
parlos y llevarlos a juicio. "¿Saulo? Ni pensarlo. ¡Ese no puede
ser uno de los nuestros!".
¿Ha sentido usted alguna vez el dolor agudo que produce
esa clase de rechazo? ¿Ha tenido alguna vez antecedentes tan
malos, que los demás no le han abierto las puertas (ni tam-
poco han querido aceptarlo de nuevo)? Esto es algo que sucede
todo el tiempo. La gente es rechazada por su pasado. El pesa-
do ba·gaje que arrastran tras de sí cuando entran a la vida
cristiana les impide disfrutar de lo que debería ser una acep-
tación inmediata. Este rechazo es, a veces, insoportable. Es
posible que usted diga: "Sí, yo sé lo que es eso, y estoy tra-
tando de olvidar esos recuerdos, para que lo sepa". No, no hay
que olvidar esos tiempos. Esos recuerdos dolorosos son parte
del misericordioso plan de Dios para quebrantar su férreo es-
píritu de independencia. Ellos se han convertido en una parte
esencial de la historia de su vida, de su testimonio de la gra-
cia de Dios.
Afortunadamente, en medio de esos tiempos, Dios provee
fielmente a personas menos conocidas que vienen en nuestra
ayuda, y nos dicen: "Oye, yo soy parte de tu equipo. Déjame
acompañarte en esto". Eso fue exactamente lo que le ocurrió a
Saulo en Jerusalén. Alguien vino en su ayu da, voluntaria-
mente. No tenía que hacerlo, pero quiso hacerlo. Su nombre:
Bernabé.
92 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Pero Bernabé Je recibió y le llevó a los apóstoles. Les contó
cómo había visto al Señor en el camino, y que había habla-
do con él, y cómo en Damasco había predicado con valen-
tía en el nombre de Jesús. Así entraba y salía con ellos en
Jerusalén.
Hechos 9:27, 28
Los discípulos tenían temor de Pablo. No podían creer que
él fuera un discípulo. ''Pero Bernabé...". ¿No era eso un gran
comienzo? De no se sabe dónde surge Bernabé para alentar a
Saulo y convertirse en su abogado personal. ¿Cómo sabía Ber-
nabé que Saulo necesitaba su ayuda'? No lo sabemos. Lo que
sí sabemos es que Dios es soberano y que tiene sus Bernabés en
todas las ciudades, en todas las iglesias, en todas las universi-
dades y en todos los seminarios, e incluso en el campo misio-
nero. Cada Bernabé está listo para acudir de inmediato en
ayuda de alguien que está necesitado de aliento. En realidad,
eso es lo que significa el nombre Bernabé: "hijo de consolación".
¡Qué nombre! (Le sugiero que piense en este nombre de Ber-
nabé para su próximo hijo. No le gustará al comienzo, pero des-
pués de un tiempo se dará cuenta del significado del mismo).
En todas partes que se menciona, vemos a Bernabé dando alien-
to a alguien: al más débil; al de no muy buenos antecedentes; al
debilucho que está al final de la fila esperando que lo metan en
el equipo; al que ha caído y está lleno de vergüenza y humilla-
ción. Las personas así necesitan a un Bernabé.
Por tanto, en vez de actuar con temor y prejuicios, Ber-
nabé da un paso al frente y "le recibió". Saulo estuvo dispues-
to a recibir su ayuda. Esa es una dependencia saludable. Pone
a Saulo bajo su protección y le dice: "Ven conmigo". El relato
bíblico dice que Bernabé "le llevó a los apóstoles. Les contó
cómo había visto al Señor en el camino, y que había hablado
con él, y cómo en Damasco había predicado con valentía en el
nombre de Jesús". ¡Eso es lo que yo llamo intervención divina
a través de un creyente poco conocido! Lo que Bernabé dijo
básicamente fue: "Yo he evaluado a esta persona, y sé que está
diciendo la verdad. Él vio al Cristo resucitado, al igual que
todos ustedes. Este hombre es de nuestro equipo. ¡Así que,
háganle sitio... y cálmense!".
La siguiente afirmación describe el resultado de la acción
de Bernahé en favor de Saulo: "Así entraba y salía con ellos en
Arranca la misión... gracias a unos poco conocidos 93
Jerusalén, predicando con valentía en el nombre del Señor".
Por primera vez en su ministerio, Pablo estaba hablando con
toda libertad acerca de Cristo en Jerusalén en compañía de
discípulos respetados, libre para ser él mismo, para la glor ia
de Dios. ¿Qué hizo la diferencia? ¡Bernabé! Usted puede ser
un Bernabé hoy. ¿Conoce a alguien que ha recibido un porta-
zo en la cara porque su pasado no es bueno? ¿A alguna per-
sona que no tiene quien la escuche, a quien nadie quiere creer,
a. pesar de que tiene una nueva vida? Lo exhorto, entonces, a
hacer lo que Bernabé hizo por Saulo. Busque a esas personas
que necesitan una segunda oportunidad, una gran dosis de
gracia para ayudarles a comenzar de nuevo en la vida cris-
tiana. Todos necesitamos un Bernabé de vez en cuando. Y
para Saulo habría otros más.
Algunos hermanos poco conocidos
A pesar de todo el éxito que Pablo había tenido en Jerusalén,
Dios no había terminado de prepararlo. Es que la testaruda y
feroz independencia toma mucho tiempo en desaparecer. Por
eso le esperaba otra lección humillante en cuanto a la necesi-
dad de que otros lo ayudaran a sobrevivir.
Hablaba y discutía con los helenistas, pero ellos procuraban
matarle. Luego, cuando los hermanos lo supieron, le acom-
pañaron hasta Cesarea y le enviaron a Tarso.
Hechos 9:29, 30
Espere un momento. ¿Quiénes eran "los hermanos"? Na-
die lo sabe con seguridad. Pensamos que eran probablemente
un grupo de creyentes que vivían en Jerusalén y que se ha-
bían encariñado con el flamante apóstol. Pero no importan
quiénes hayan sido. En realidad, tampoco Pablo es tan impor-
tante. Sólo Dios es importante. Su plan es edificar su iglesia,
no importa lo tenaz que sea la oposición ni lo astuto que sea
el enemigo. Cuando Dios toma a un hombre para prepararlo y
utilizarlo durante un tiempo, él le da unas personas poco co-
nocidas para que lo ayuden a bajar por un muro o para que lo
escuchen algunos discípulos prejuiciados o, como en este caso,
para que lo ayuden a escapar. Cuando la oposición comenzó a
surgir de nuevo, vinieron los hermanos que le dijeron: "¿Sabes
 94 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
algo, Saulo? Estás acabado. ¡Esos tipos te van a hacer papilla!
Así que vas a hacer un viaje, en verdad un crucero, a Tarso. Por
tanto, haz las maletas rápido, ya que sales esta noche".
Un grupo de desconocidos lo ayudó a escapar de Jerusa-
lén, la ciudad que una vez había sido suya. Ahora salía hu-
yendo por sus puertas para salvar su vida. ¡Cómo habían cam-
biado las cosas! Después de eso, abordó un barco que se diri-
gía nada menos que al lugar donde había nacido: Tarso. ¿Qué
se proponía Dios ahora?
LECCIÓN DE HUMILDAD EN CASA
¿Se imagina usted lo que es volver al lugar donde nació, con un
historial como el de Saulo? Ellos lo conocen bien; por lo menos,
saben lo que usted era antes, y por eso no le demuestran el
más mínimo interés. ¡Eso sí que es aprender humildad!
Siempre que regreso a Houston pienso seriamente en escon-
derme de la profesora de inglés que tuve en la secundaria. Cuan-
do estudiaba el último año, Lupe López y yo entramos un día
en mitad de su clase de literatura inglesa haciendo un ruido
espantoso con la motocicleta en que íbamos montados. Nuestra
querida profesora echó mano de sus píldoras para el corazón y
se puso un montón de ellas bajo la lengua. Bajamos en la moto-
cicleta por las escaleras, y fuimos a parar en la oficina mis~a
del director, quien nos expulsó de la escuela por varios días. (El
no sabía nada de bromas). Nunca me olvidaré de esa escena, y
pienso en ella cada vez que viajo a Houston. También hay
muchos otros recuerdos que podría mencionar. Pero nuestro
pasado nos inquieta por razones más serias que ésas, ¿no es
cierto? El pasado de Saulo probablemente fue así, también.
Tal vez había personas con las que tenía que arreglar cuen-
tas. Quizás necesitaba restaurar una relación rota con unos
amigos queridos . Sin duda a lguna, la autosuficiencia que lo
caracterizó en su juventud había dejado alguna::; marcas dolo-
rosas en personas menos nombradas que él. Desconozco todas
las razones que tuvo para volver a Tarso, pero lo que sí sé es
que Dios no se equivoca cuando nos lleva a un lugar específi-
co. Esto es especialmente cierto cuando se trata de lugares
que no habríamos elegido nosotros mismos. Todo forma parte
de su plan de enseñarnos lecciones de humildad, a medida
que aprendemos el valor de la dependencia.
Arranca la misión... gracias a unos poco conocidos 95
F. B. Meyer, en Pablo: siervo de Jesucristo escribe:
Así los discípulos llevaron al predicador acosado a Cesarea,
) le enviaron a Tarso; y no es improbable que volviera a de-
d carse allí a su trabajo de hacer tiendas, contento de espe-
rar la voluntad y el mandato del Señor. Pero los años pasa-
ron lentamente. Posiblemente cuatro o cinco se pasaron en
com,parativa oscuridad y negligencia.
Espere un momento. ¿No era éste el hombre comisionado
pnn,el Señor Jesús para alcanzar a los reyes y a los gobernan-
Les del mundo? ¿No es el que debía abrir la puerta del evan-
!!eliO a los gentiles? Ahora lo tenemos de regreso en Tarso y se
le pide que espere. ¿Qué pasa? Esto va contra todas las reglas
del éxito, ¿no?
A nadie le gusta esperar, ni siquiera que la luz roja del
semáforo cambie a verde, lo que nos parece una et ernidad. Si
usted es una persona inteligente y la necesidad es grande, el
esperar carece de todo sentido . Queremos avanzar ahora, an-
tes de que nos volvamos más viejos, o antes de que la gente
decida irse a otro lado a buscar la verdad. "¡Vamos, Señor... la
gente nos necesita ya!".
No, no nos necesitan. Notemos la oración que sigue en la
narración bíblica:
Entonces por toda Judea, Galilea y Samaria la iglesia tenía
paz. Iba edificándose y vivía en el temor del Señor, y con el
consuelo del Espíritu Santo se multiplicaba.
Hechos 9:31
Usted se preguntará: ¿Sin Saulo? Sí, sin Saulo. La iglesia
no sólo siguió adelante sino que también floreció sin su ayuda.
Eso es dificil de aceptar por la mayoría de las personas, espe-
cialmente por las que han sido llamadas y tienen muchos
dones, cuando inician su trabajo en el ministerio. Pero, tene-
mos que aceptar que así es. El secreto del éxito de la iglesia,
antes y ahora, no está en una persona excepcionalmente do-
tada como Saulo (o de alguien con tanta inteligencia y capaci-
dades excepcionales corno usted). El secreto de la bendición y
dol bienestar de cualquier iglesia es Dios todopoderoso, ¡y
punto! No es usted, y ciertamente tampoco yo, ni nadie más
96 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
del que tengamos la tentación de pensar que es indispensable
para la causa.
Es duro decirlo, pero es la verdad. Nos encanta poner a las
personas en pedestales. Si cantan maravillosamente cuando
tienen trece años de edad, queremos promoverlos de tal mane•
raque a los catorce ya ganen el premio Grammy. Si maneja
bien el balón o la pelota a los q1... ince, queremos que los bus.
cadores de talentos deportivos st.: fijen en él cuando tiene
dieciséis. Si se perfila como buen predicador o maestro de la
Biblia cuando está en el seminario, le ofrecemos un pastorado
lo más pronto posible. Malo. Malo. Malo. Esa no es la manera
como Dios actúa. Sólo en muy raras ocasiones él decide utilizar
de una manera poderosa a alguna persona joven, inmadura y
nueva en la fe. Ni siquiera para una posición de liderazgo en
una iglesia local debe pensarse en un nuevo convertido (1 Tim.
3:6).
Sin embargo, ¿no estaba desperdiciando Dios un gran ta.
lento al hacer esperar a Saulo? De ninguna manera. ¿No era
Tarso un destino extraño? No si él quería que Saulo estuviera
preparado para escribir su carta a los Romanos. No si Saulo
habría de tener un impacto perdurable en los creyentes des•
carriados de Corinto. No si Dios quería que Saulo fuera el men-
tor de Timoteo para toda una vida de ministerio estratégico en
Éfeso. Estos proyectos (y decenas de otros más) exigían una
profundidad de carácter, forjado a través de las lecciones que le
enseñaron dependencia, tanto de Dios como de los demás.
The Message (El mensaje), la paráfrasis de Eugene Peter•
son, expresa muy bien esta parte de la narración:
Las cosas se calmaron después de eso y la iglesia no tuvo pro-
blemas durante un tiempo. En toda la región -Judea, Sama-
ria, Galilea- la iglesia crecía. Estaban impregnados por una
profunda sensación de reverencia a Dios. El Espíritu Santo
estaba con ellos, fortaleciéndolos. Y prosperaban maravillo•
samente.
No necesitaban a Saulo. En Tarso tuvo el tiempo suficien-
te para aprender que era él quien necesitaba de ellos. Nada de
independencia. Tenía que descubrir el valor de la dependen-
cia. Algunos, desgraciadamente, jamás aprenden esto.
Arranca la misión... gracias a unos poco conocidos 97
LECCIONES PERMANENTES QUE
OFRECEN LOS POCO CONOCIDOS
Llegó el momento de hacer una pausa y de dar un salto de
veinte siglos hasta hoy. No quiero que desaprovechemos tres
lecciones perdurables, a partir de la historia de estos actores
0 co conocidos en la vida de Saulo.
En primer lugar, valoremos a los demás. Aprendamos a
apreciar y aceptar el valor de las otras personas. No tratemos
de hacer las cosas sin ayuda de nadie. En vez de ver a los de-
máer como obstáculos, reconozcamos su valor. Recuerde que
ciHos Juegan un papel estratégico en su supervivencia y en su
éxito. Dios rara vez nos pide que volemos sin compañía. Cuan•
do él nos lleva a remontar las alturas, hay seguridad en re-
montarnos junto con otros.
Parte de mi entrenamiento en la Infantería de Marina in-
cluía algunos consejos en cuanto a cómo sobrevivir en el com-
bate. Uno era el cavar siempre un hoyo grande, suficientemente
grande para dos personas, preferiblemente tres. Inevitable•
mente, la tensión de la batalla nos hace acobardar. Nos asus-
tamo8 y nos desmoralizamos. En ese momento necesitamos
que alguien esté cerca de nosotros para serenarnos y fortale-
cernos. Dios ha designado a su pueblo para que sea esa clase
de cadena. de apoyo para todos nosotros. Nadie es capaz de
soportar la presión por mucho tiempo. ¡La compañía de los
demás y la responsabilidad ante ellos son esenciales!
Es posible que usted se esté resistiendo a ser un miembro
activo de una iglesia o de un pequeño grupo de estudio y com-
pañerismo de la misma. Piensa que puede mantenerse aisla•
do, y hasta ahora el plan le ha funcionado. Pero no pasará mu-
cho tiempo sin que las ráfagas de la adversidad lo derriben, y
entonces necesitará que alguien lo levante. No deje que un
obstinado espíritu de independencia le robe el gozo de com•
parL:h· su vida, sus debilidades, sus fracasos y sus sueños con
los demás. Ni usted ni yo somos indispensables. Ni usted ni yo
somos irremplazables. Dios sí es ambas cosas. También lo es
su iglesia. Él está buscando vasos rotos, corazones heridos y
servidores humildes, incluso a los que tienen un pasado triste
ji con cicatrices, a quienes han a prendido a no esconderlo ni a
negarlo, a personas que ent ienden y aprecian el valor de los
demás.
98 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
En segundo lugar, sea humilde. En vez de apresurarnos
en busca de notoriedad, tenemos que aceptar nuestro papel en
las sombras. Esto se lo digo en serio. No se autopromueva. No
se esfuerce por ocupar el primer lugar. No hag3: insinuaciones
en ese sentido. Que lo hagan los demás. Y, meJor aun, que lo
haga Dios.
Si usted vale, créame, se sabrá. Y lo buscarán... en el mo-
mento decidido por Dios. Si usted es necesario para el plan,
Dios lo colocará en el lugar correcto y en el tiempo preciso. En
la obra de Dios lo importante no somos nosotros, sino lo suyo,
de comienzo a fin. Por tanto, no se adelante. Deje que ~ea ~¡
quien levante el telón y encienda las luces del escen8:,no. El
tomará a unAnanías o a un Bernabé, que se presentara Y que
lo encontrará en su situación más vulnerable, para venir en
su rescate. O tal vez Dios le escoja para que sea una de las
personas anónimas, poco cono_cidas, que imp~ctará la vida de
alguien. Su parte es, pura y simple: ser humilde.
Este sería un buen momento para que usted evite ir por la
vida tratando de vivir de acuerdo con su propia óptica de las
cosas pensando que si puede escalar uno o dos peldaños más
de la 'escalera llegará a donde quiere estar, para tener lo que
necesita para usted y para que su familia esté (¿cuál es la pa-
labra que nos gusta utilizar?) ... "cómoda". ¿S~be usted qué es
lo que su familia más necesita, más_que ~l dme~o extr~ en el
banco, más que una dirección de res1den_c1a ~ás 1mpre~1onan-
te, más que un televisor en cada h!3-b1tac1ónJ l-i(ecesita que
usted tenga una buena relación con Dios. Eso s1_g!11fica q~e us-
ted deberá andar humildemente con él. Su familia necesita de
su tierna sensibilidad, que reconozca que él es el Señor de su
hogar, no usted. Eso exige humild_ad. Créalo, herman~, créalo.
En tercer lugar, confíe en Dios. En vez de, co~s1der~rse
(aun secretamente) indispensable, recuérdese a s1 rmsmo siem-
pre que la obra de Dios se tiene que.hacer a la marie_ra de
Dios. Este principio lo escuché por pnmera vez de labios. de
Francis Schaeffer, cuando asistí a una de sus conferencias.
Llevaba puesto unos pantalones y u~ suéter de cuello t?_rtuga,
mientras daba este mismo mensaJe a un grupo de Jovenes
idealistas muchos de los cuales estábamos tratando de saber
qué hacer' con nuestras vidas. Se lo escuché decir, una y otra
vez:
Arranca la misión... gracias a unos poco conocidos 99
La obra de Dios se tiene que hacer a la manera de Dios. La
obra de Dios se tiene que hacer a la manera de Dios. La obra
de Dios se tiene que hacer conforme a la manera de Dios.
Si usted tiene mucha prisa, puede hacer que las cosas fun-
cionen a su manera. Es posible que obtenga grandes logros. Pue-
de que lo obtenido se vea como todo un éxito, pero no habrá
sido hecho a la manera de Dios. De modo que, deténgase y pien-
se en esto. Tal vez ha llegado el momento para que usted sea
descolgado desde un muro en una canasta, a fin de que apren-
da esto para su vida.
John Pollock dice lo siguiente en su espléndido libro The
Apostle (El Apóstol):
Lo irónico es que el gran Pablo, que al principio había llega-
do a Damasco con toda la pompa de un representante del
sumo sacerdote, hiciera su salida final en una canasta para
peces, ayudado por las mismas personas que había venido a
agredir.
Esto lo dice todo, ¿no le parece?
UNA REFLEXIÓN FINAL
Sólo para que todo quede claro. William Emest Hensley estuvo
t.otalmente equivocado. También Timothy McVeigh lo estuvo.
Nuestras vidas no están atrapadas "en las siniestras garras de
las circunstancias". Nuestras cabezas no tienen que "sangrar y
no humillarse". Ni usted ni yo somos los "dueños de nuestro
futuro" ni los ªcapitanes de nuestra alma". Estamos llamados a
ser total, continua y completamente dependientes de Dios si
queremos hacer la obra de Dios a la manera de Dios. Pablo tuvo
que aprenderlo. Mi pregunta es: ¿Usted lo está aprendiendo? Si
no lo está, hoy sería un día excelente para comenzar. Ahora es
el momento para que se humille bajo la mano poderosa de Dios.
Sl usted no lo hace, Dios finalmente lo hará. Y eso va resultar
doloroso. En el tiempo de él y a la manera de él, Dios someterá
su testaruda independencia.
A Dios no le agrada nunca la persona de espíritu indepen-
diente.
 Capítulo seis
FUERA DE LAS SOMBRAS

En este capítulo quiero impartir una dosis nueva de espe-

ranza. Estas palabras pueden ser de ayuda hoy para algunos
,1ue las leen, especialmente si se encuentran en una situación
de espera. Usted estuvo una vez metido de lleno en la acción,
haciendo un trabajo importantísimo en la vanguardia. Pero ya
no es así. Todo eso ha cambiado. Ahora, por alguna razón, usted
ha sido puesto a un lado. Es clificil mantener el huen ánimo cuan-
do uno ha sido desechado. Cuando eso sucede, nuestra mente
comienza a hacernos j ugarretas.
Aunque usted ha recibido una buena educación, tiene expe-
riencia y se desempeña bien en su campo particular de activi-
dad, se encuentra esperando. Se está preguntando si este pe-
ríodo de espera pudiera ser permanente, y tal vez está comen-
zando a preocuparse. Concedamos, sin embargo, que es posi-
ble que su respuesta no sea tan grave. Pero no puede ver nin-
guna luz al final del túnel, y eso no parece justo. Después de
todo, usted se ha preparado bien, se ha esforzado en obedecer,
e incluso ha hecho todos los sacrificios necesarios. Por tanto,
e1 desánimo está a la puerta, listo para abalanzarse sobre cual-
quier pensamiento o esperanza, mientras usted se pregunta
por qué razón Dios ha decidido ignorarlo.
101
102 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Quiero darle algún estímulo en las páginas que siguen, pe-
ro tengo que comenzar con un comentario descarnado: es posi-
ble que pase mucho tiempo antes de que Dios lo ponga en un_a
posición donde pueda hacer una contribución significativa. El
puede decidir no revelar sus planes durante semanas o talvez
meses. ¿Está preparado para aceptar esto? Pudiera ser años.
He descubierto que uno de los métodos favoritos que tiene Dios
para prepararnos para algo grande, es enviarnos a las sombras
para esperar.
Pero eso no significa que usted está condenado a la oscuri-
dad definitiva. Tome ánimo de las palabras del autor británi-
co James Stalker, quien escribió en su libro sobre la vida de
Pablo lo siguiente: "La espera es un instrumento común de dis-
ciplina providencial para aquellos que han sido dispuestos pa-
ra un trabajo excepcional". Haga una pausa y deje que esto
penetre profundamente en su mente. Lea de nuevo las pala-
bras, pero ahora más lentamente.
La espera es uno de los métodos preferidos de Dios para
preparar a personas especiales para proyectos significativos.
La Biblia es muy clara en ese principio, desde la primera has-
ta la última página.
EL PRINCIPIO BÍBLICO DE LA ESPERA
La obra excepcional dada al hombre guía del éxodo era liberar
a los hijos de Israel de las cadenas de Egipto e introducirlos a
la libertad de Canaán. ¡Que proyecto tan significativo! Moisés
tuvo el privilegio de llevar eso a cabo. Sin embargo, cuando
vemos a este "amigo de Dios" haciendo milagros asombrosos
en el desierto y demostrando habilidades de liderazgo impre-
sionantes, es fácil olvidar que esperó cuarenta años para con-
vertirse en líder de los hebreos. ¡Imagine lo que fue eso!
Cuatro décadas que transcurrieron lentamente mientras el
anciano Moisés cuidaba ovejas en las llanuras de Madián,
esperando a la sombra del Sinaí. Moisés. no se topó con la
zarza ardiente hasta que llegó a los ochenta. Sí, como lo oye:
o-ch-e-n-t-a años.
La obra excepcional dada a David fue que liderara a la na-
ción de Israel durante cuarenta años, en realidad, durante
cuarenta de los mejores años de su vida. David recibió ese sin-
gular encargo por decreto divino. Sin embargo, olvidamos que
Fuera de las sombras 103
esperó trece años antes de convertirse efectivamente en el rey,
viviendo como un fugitivo, perseguido y acosado por Saúl.
La comisión excepcional de Elías fue enfrentarse al diabó-
Jioo imperio de Acab y J ezabel. Hizo eso en la fortaleza del po-
der de Dios, pero no sin pasar antes un largo tiempo en la sala
,d~ espera de Dios en el arroyo llamado Querit. No fue algo fá-
!lil, especialmente cuando ese arroyo se secó, por lo que tuvo
g,uu trasladarse a la oscura Sarepta. Durante esos años no hu-
bu para él titulares de prensa, ningún logro importante en su
ministerio, y ninguna alma ganada para el reino de Dios. No
hubo nada. Elías simplemente esperó.
La obra excepcional de José fue ser el Primer Ministro de
Egipto y de mantener viva a esa nación durante los largos a-
ños de la mortal sequía. Fue llamado a cumplir ese papel en
un momento crítico de la historia de Egipto y del pueblo judío.
PeJ"o :mucho antes de que llegara a esas galáct icas alturas de
prominencia pasó muchísimo tiempo en las sombras, tras ha-
ber sido vendido como esclavo por sus hermanos, comprado co-
mo una cosa por un rico funcionario egipcio, obligado a apren-
der 1:1na cultura completamente diferente y un idioma extran-
jero, y de haber servido corno un muchacho mandadero en la
casa de Potifar. Mientras estuvo allí, la esposa de su amo in-
tentó obligarlo a tener una relación adúltera con ella, pero el
joven José tuvo la inteligencia de escapar corriendo. Acusado
falsamente de violación, José fue echado en un calabozo donde
pasó dos o más años ¿haciendo qué cosa? Esperando.
Ester salió de las sombras y se enfrentó con valentía a su
esposo el rey con la verdad de una conspiración secreta. Dios la
utilizó, literalmente, para salvar a los judíos del exterminio.
Sin embargo, es fácil olvidar que los otros años de su vida los ha-
bía pasado en las sombras, esperando. Debieron ser días (meses)
en los que se preguntaba cuál sería el propósito de su vida.
Aquí encontramos un principio que puede despertar un
rayo de nueva esperanza, si usted lo recuerda siempre: Una
obra excepcional está precedida por una larga espera. Son muy
pocas las personas que hacen una obra excepcional, aunque la
mayoría de ellas preferiría hacer precisamente eso. Tan pron-
to como pasamos al frente para recibir nuestro diploma, esta-
mos listos para lanzarnos al éxito. Nuestro brillante currícu-
lo nos hace parecer como una combinación de Juana de Arco,
Winston Churchill, la Madre Teresa de Calcuta, Bill Gates,
104 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Michael J. Fox y Billy Graham, todo reunido en una magnífi-
ca obra de arte. ¡Ay, Dios mío, con sólo veintitrés años de edad!
Pero ya nos sentimos preparados para dirigir el Gran Aviva-
miento. ¡Atención, mundo, que aquí estamos nosotros!
Pero hay un pequeño problema: esa no es la manera como
Dios trabaja. Él prepara a sus siervos la mayoría de las veces
a través de largos períodos de espera, ideados para afilar des-
trezas y dominar voluntades, para formar el carácter y para
darle profundidad. Y mientras él trabaja, nosotros esperamos.
Veamos algunos pasajes bíblicos en cuanto al valor de la
espera. Tómese el tiempo suficiente para leer cada uno, des-
pacio, y preferiblemente en voz alta.
Espera en Jehovah. Esfuérzate, y aliéntese tu corazón. ¡Sí,
espera en Jehovah!
Salmo 27:14
Espera en Jehovah y guarda su camino. Él te exaltará...
Salmo 37:34
Oh alma mía, reposa sólo en Dios, porque de él es mi espe-
ranza.
Salmo 62:5
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la som-
bra del Todopoderoso.
Salmo 91:1
Si Jehovah no me ayudara, pronto mi alma moraría en el silen-
cio. Cuando yo decía: "Mi pie resbala", tu misericordia, oh
Jehovah, me sustentaba. En la multitud de mis pensamientos
dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma.
Salmo 94:17-19
Pero los que esperan en Jehovah renovarán sus fuerzas; le-
vantarán las alas como águilas. Correrán y no se cansarán;
caminarán y no se fatigarán.
lsaías 40:31
.. .los que esperan en mí no serán avergonzados.
Isaías 49:23
...espera siempre en tu Dios.
Oseas 12:6
Fuera de las sombras 105
La Biblia está llena de versículos corno estos. La concor-
dancia que consulté para encontrar estos versículos tiene nu-
merosas columnas en las que aparecen todos los versículos de
]a Biblia que contienen la palabra "esperar" o "descansar". Es-
perar. Descansar. Esperar. Descansar. Pocas veces aparece la
palabra "apresurarse" en las Escrituras.
Esto me recuerda una inspirada composición poética de
Ruth Harms Calkin que encontré en cuanto al tema.
¿Podrías apresurarte un poco?
Señor, sé que son incontables las veces
que debo esperar con paciencia por ti.
La espera desarrolla paciencia.
Ella fortalece mi fe
y hace mayor mi dependencia de ti.
Sé que eres un Dios Soberano,
no un muchacho para hacer mandados
que acude cuando chasqueo mis dedos.
Sé que tu tiempo está hermosamente empacado
en tu sabiduría incomparable.
Pero, Señor,
¡tú has mandado la oración
para obtener respuestas!
Aun David el Salmista clamó
con confiada osadía:
"Es ya tiempo, Señor, de que tú actúes".
Dios, en esta silenciosa mañana sin sol,
cuando por todos lados me rodean problemas,
yo también clamo osadamente.
Tú eres mi Padre, y yo soy tu hija.
Siendo así, Señor, ¿podrías apresurarte un poco?
La palabra "apresurarse" aparece más en nuestro vocabu-
lario que en el plan de Dios. El esperar es contrario a la natu-
raleza humana. Nos gusta apresuramos, y por eso queremos
que Dios se apresure, también. Pero él no tiene prisa. Ni siquie-
ra con alguien con tantos dones como Saulo. Como él llegaría
106 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
a saber después, Dios nos prepara durante esos tiE:~mpos cuan-
do todo el mundo parece no necesitar de nosotros. El, de mane-
ra paciente, deliberada y con firmeza, nos moldea en las som-
bras, para que podamos prepararnos para los años futuros
cuando él decida utilizarnos frente a todo el mundo. Este es,
precisamente, el punto donde encontram?s a nuestro pers?•
naje, Saulo. El capítulo 11 de Hechos comienza con é~ t?davia
oculto en las sombras, mientras Dios, fielmente, contmua pre-
parándolo para algo grande.
ENCONTRANDO A SAULO EN LAS SOMBRAS
Es posible que en la mente de Saulo comenzaran a surgir du-
das mientras esperaba en Dios durante sus años en que estu-
vo inactivo en Tarso, donde había estado viviendo por un pe-
ríodo de cinco, o tal vez seis o más años. Si mi cálculo es co-
rrecto, debía tener alrededor de 45 años de edad antes de que
Dios finalmente lo llamara de nuevo a la escena, para usarlo
poderosamente durante los siguientes veinte años.
John Pollock, en su libro The Apostle (El Apóstol), escribe:
Los mejores años de la vida de Pablo se le estaban escabu-
llendo entre las montañas Taurus y el mar. Esto le era muy
difícil de soportar porque quería con todo el corazón que
todos los hombres del mundo pudieran escuchar y creer el
mensaje de Jesucristo, pero durante los últimos años de la
década de sus treinta y los primeros de los cuarenta, cuan-
do un hombre se aproxima a la plenitud de la vida, Pablo no
aparece por ninguna parte.
¿Cuándo fue la última vez que alguien lo animó a usted a
esperar? ¿A no ser ambicioso? Recuerde lo que aprendimos en
el capítulo anterior. Si usted tiene muchos dones, eso se sabrá
a su tiempo. La autopromoción no es necesaria ni deseable.
Eso es especialmente cierto en la obra de Dios. Pocas cosas me
resultan a mí tan aborrecibles como la arrogante ambición de
los jóvenes a quienes Dios ha llamado al ministerio. Dios exal-
tará a quien él desee en el tiempo señalado por él. Por tanto,
no se apresure. Tenga paciencia. · targado caserío lo que encontramos aquí. El fuego del aviva-
De vez en cuando, yo animo a las personas a memorizar
un versículo particular de la Biblia. Al mencionar esto, me viene
Fuera de las sombras 107
uno a la mente, el cual creo que todos nosotros haríamos bien
en alojar en nuestras cabezas. Es Romanos 8:25: "Pero si es-
peramos lo que no vemos, con perseverancia lo aguardamos".
Hagámoslo nuestro versículo del año. Escn'balo en una tarje-
ta y póngalo debajo del vidrio de su escritorio, o péguelo en su
espejo del baño. Pero, mejor aun, aplíquelo a su situación. Este
versículo le dará esperanza durante el tiempo que pase en las
sombras.
Cuando el Apóstol escribió su carta a los creyentes de
Roma, ya había aprendido el valor de esperar por las cosas
que no podía ver. Pienso que él aprendió esa lección durante
]os años que pasó en las sombras, en Tarso, esperando que el
Señor actuara.
Por tanto, sea lo que sea que esté esperando, pero que no
puede ver, mi consejo es que "aguarde con perseverancia". Co-
mo escribe el salmista: "Estad quietos" (Sal. 46:10). O como
me dicen mis nietos a veces: "Cálmate, abuelito; estate tran-
quilo". Entonces, ¡estemos todos tranquilos! Yo no encuentro
esto en la Biblia, pero talvez está escondido en alguna parte
del te:itto griego.
Nuestra cultura dice exactamente lo contrario: "¡Si sabes
lo que quieres, proclámalo! ¡Empéñate en lograrlo! ¡Te lo me-
reces·!". Como si fuera un gas inodoro, inhalamos ese mensaje
que lo penetra todo, y que dice: "la fama lo es todo". ¡Digo todo!
No tiene que preocuparse por la profundidad del carácter ni
por la motivación de sus acciones. Preocúpese principalmente
por su imagen. Asegurarse de lucir bien en la televisión es
más importante que la sustancia, ese es el mensaje de hoy.
Después de todo, la imagen vende. ¡Tonterías! Ni la fama ni la
imagen le importan a Dios. A él le interesan la sustancia y el
carácter. Saulo aprendió la verdad de esto en Tarso. Mientras
esperaba, Dios comenzó a actuar poderosamente en una ciu-
dad llamada Antioquía, al sudeste de Tarso.
UN AVIVAMIENTO NO PEQUEÑO,
EN MARCHA
El capítulo 11 de Hechos comienza con un ¡pum! No es un ale-
miento se ha extendido por toda la región, y Ant ioquía es el cen-
tro neurálgico. La notoriedad ha cambiado de Saulo a Pedro
 108 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
(Hech. 10). Pedro había recibido una visión de Dios confirman-
do el plan de Dios de ofrecer el evangelio al mundo gentil. En
esa visión, un lienzo es bajado y en él hay toda clase de comi-
da para que él coma. Pero, por no ser comida kosher (comida
considerada limpia para la religión judía), se niega a partici-
par de ella. Pedro lucha con su comprensión de lo que la ley
prohibía claramente. ¿Cómo podía Dios hacerlo lícito? El Señor
insistió en que abriera los ojos para que viera el derramamien-
to de su gracia a los gentiles. ¡Qué crisis tan grande fue esto
para el orguBoso pescador judío! Finalmente, Pedro capta el
mensaje. ¿Cuál fue el resultado? Muchos creyeron, entre ellos
un gentil llamado Comelio. Hasta la gente de Chipre y de Cirene
respondieron al evangelio. El avivamiento continuó extendién-
dose por todas las islas del Mediterráneo oriental. Cuando es-
ta arrolladora demostración de gracia llega a Antioquía, fue al-
go electrizante. Para todos, era abundantemente evidente la
obra del Espíritu de Dios.
Entre tanto, los que habían sido esparcidos a causa de la
tribulación que sobrevino en tiempos de Esteban fueron has-
ta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin comunicar la palabra a
nadie, excepto sólo a los judíos. Pero entre ellos había unos
hombres de Chipre y de Cirene, quienes entraron en Antio-
quía y hablaron a los griegos anunciándoles las buenas nue-
vas de que Jesús es el Señor. La mano del Señor estaba con
ellos, y un gran número que creyó se convirtió al Señor.
Hechos 11:19-21
Debió haber sido tremendo ver en ese tiempo cómo el Es-
píritu de Dios utilizaba a los diferentes evangelistas para pre•
dicar con fogoso arrojo el mensaje de Cristo a los gentiles. Has-
ta los griegos que había en Antioquía estaban siendo salvados
por la predicación de ciertos hombres que habían venido de
Chipre y de Cirene. La noticia de lo que estaba ocurriendo llegó
a los creyentes de Jerusalén, según las Escrituras, y "enviaron
a Bernabé para que fuese hasta Antioquía" (Hech. 11:22).
¿Por qué enviar a Bernabé a Antioquía? Porque él era de
Chjpre (Hech. 4:36). Bernabé podía ministrar productivamen-
te allí ya que en Antioquía había gente de Chipre. Conocía esa
cultura; conocía la lengua; comprendía su modo de pensar.
Recordemos, también, que Bernab('> sabía dar ánimo a las per-
Fuera de las sombras 109
sonas. Él sabía lo que era la gracia y la dispensaba. Por tanto,
ln iglesia de Jerusalén tuvo una rápida actuación enviando y
despachando a Bernabé hacia Antioquía. Lo que éste experi-
mentó al llegar fue más que lo que él había imaginado. Me
habría encantado ver la expresión de su cara al ver lo que es-
taba sucediendo en Antioquía. ¡Eso sí que era emoción! Ber-
nabé encajó perfectamente en aquello.
Cuando él llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó y exhortó
a todos a que con corazón firme permaneciesen en el Señor;
porque Bernabé era hombre bueno y estaba lleno del Espí-
ritu Santo y de fe. Y mucha gente fue agregada al Señor.
Hechos 11:23, 24
La gente estaba viniendo a Cristo por montones. Para Ber-
nabé, ser parte de todo aquello debió haber sido algo grandioso.
A propósito, quiero señalar que esas personas fueron "agrega-
das al Señor", no sólo a la iglesia. El avivamiento no consiste en
aumentar la lista de miembros de una iglesia, sino en añadir
nombres al libro de la vida. Es verdad que una iglesia local cre-
ta y toma forma en Antioquía y que, de hecho, se convierte en
una de las iglesias más importantes del primer siglo. Pero ob-
servemos que "mucha gente fue agregada al Señor". Esa es la ca-
racterística de un verdadero avivamiento: vidas transformadas.
El erudito A. T. Robertson dice en su obra Imágenes ver-
bales del Nuevo Testamento. Editorial CLIE:
Esas personas fueron agregadas al Señor Jesús antes de
haber sido agregadas a la iglesia. Si fuera siempre así, qué
gran diferencia haría eso en nuestras iglesias.
El avivamiento no se refiere tanto a lo que sucede en una
iglesia, sino a lo que sucede cuando la gente se arrepiente de
sus pecados y se vuelve por fe a Jesucristo solamente. Los in-
crédulos que había en Antioquía y en las poblaciones vecinas
estaban haciendo eso en cantidades cada vez mayores.
A propósito, yo he estado en lugares donde tal movimien-
to del Espíritu de Dios era evidente, y puedo dar testimonio
de que es absolutamente fantástico verlo y ser parte del mis-
mo. Uno no puede detenerlo, porque no es uno quien lo ha ini-
ciado. Uno no puede explicarlo, porque no es uno quien lo ha
 110 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
producido. Tampoco puede uno reproducirlo, porque no es uno
quien lo ha creado. Lo que usted ve es la mano del Señor mo-
viéndose por medio de su Espíritu en y a través de su pueblo.
Los perdidos se salvan, y los salvos son avivados. Eso es, sen-
cillamente, lo que significa "avivamiento": la renovación de la
vida espiritual de quienes están espiritualmente muertos y espi-
ritualmente apagados. Todo eso estaba sucediendo en Antio-
quía. Sabiendo lo que ya sabernos de Saulo, esta experiencia
debió haber tenido su marca en toda ella, ¿verdad? Pues no.
Es posible que él no estuviera enterado de nada en cuanto al
avivamiento de Antioquía.
UNA AUSENCIA NOTORIA
No olvidemos que el hombre está viviendo a muchos kilóme-
tros de distancia, y lo más probable es que estuviera acurru-
cado en una cueva cerca de Tarso, bien lejos de la fiesta que
estaba teniendo lugar en Antioquía. En ese tiempo es proba-
ble que sus parientes más cercanos lo hubieran echado de su
casa. Los líderes de la sinagoga lo habían azotado con frecuen-
cia y lo habían excomulgado del judaísmo. Probablemente en-
contró refugio en las casas de algunos gentiles , aprendiendo
así a apreciar y a disfrutar de sus comidas y estilo de vida.
Desde muchos puntos de vista, Saulo estuvo viviendo como un
extraño en su propia ciudad durante años. Se encuentra en las
sombras. Está creciendo y aprendiendo, mientras Dios lo pre-
para para un ministerio excepcional en el futuro.
Pero hay algo importante que no debe pasar desaperci-
bido. Mientras estuvo en Tarso, Saulo perdió toda confianza
en la carne. En realidad, lo más probable es que fu.e durante
ese tiempo que pasó en las sombras que recibió del Señor el
aguijón en la carne, del cual escribe en su segunda carta a los
Corintios. Debido a la extraordinaria naturaleza de las ver-
dades --de las revelaciones divinas que recibió del Señor
Jesús- necesitaba un sufrimiento que lo mantuviera humil-
de. De una de estas misteriosas revelaciones él arroja luz, en
2 Corintios 12. Permítame citarle ese pasaje, de manera que
usted capte la vehemencia del sentir de Pablo:
Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años -si
en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
Fuera de las sombras 111
sabe- fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé respecto a
este hombre -si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé;
Dios lo sabe- que fue arrebatado al paraíso, donde escuchó
cosas inefables que al hombre no le es permitido expresar.
2 Corintios 12:2-4
Pablo sigue diciendo:
Y para que no me enaltezca sobremanera por la grandeza de
las revelaciones,
. me ha sido dado un aguijón en la carne, un
roensaJero de Satanás, que me abofetee para que no me
enaltezca.
2 Corintios 12:7
Detengámonos por un momento. Si regresamos catorce
años atrás, desde el tiempo en que Pablo escribió la segunda
carta a los creyentes de Corinto, eso lo coloca en el tiempo
cuando se encontraba esperando en Tarso. Es muy posible que,
durante una de las numerosas flagelaciones que recibió mien-
tras estaba en Tarso, o en la angustiosa batalla por sobrevivir
cuando era apedreado, haya caído en un estado de semicons-
ciencia, algo parecido a un trance. Mientras est.aba en ese es-
tado mental, es posible que el Señor lo hubiera transportado al
paraíso, donde le reveló verdades inefables y profundas.
Lo que quiero decir es que, incluso en todo eso, Pablo se
negó a ufanarse de sus facultades. Por el contrario, confesó:
...de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades,
para que habite en mí el poder de Cristo... porque cuando
soy débil, entonces soy fuerte.
2 Corintios 12:9, 10
Eso es verdadera humildad. ¡Qué perspectiva tan increí-
ble! En lo que único que había aprendido a gloriarse era en
sus debilidades. Recordemos que eso lo aprendió en las som-
bras, pero nadie lo sabía. Su transformación nunca fue una
noticia de primera plana.
El tiempo de espera ordenado por Dios para usted nunca
tendrá mucha importancia en la mente de las demás perso-
nas. Todo lo que talvez sepan es que usted desapareció del ma-
pa. Ya no está más en la escena. Esto puede comenzar con una
112 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
bancarrota o con una horrible experiencia personal tal como un
trágico accidente o una enfermedad fatal. Es posible que tenga
que soportar el dolor de la difamación causado por alguien que
no dijo la verdad. Toda esa devastación es capaz de destrozar-
lo. Entonces el Señor utiliza esa frustración para llevarlo a su
propio Tarso, también conocido como el cuarto de espera de Dios.
Allí él comienza a trabajar en lo más profundo del alma hasta
que, al igual que Saulo, logre una nueva perspectiva y pueda
confesar con toda sinceridad: "Cuando soy débil, él es fuerte".
Cuando eso suceda, como sucedió con Pablo, usted estará pre-
parado para salir de las sombras. Saulo estaba ya preparado.
No era ninguna sorpresa, entonces, que Dios actuara.
UN MINISTERIO SURGIDO DE LAS SOMBRAS
Volvamos a la narración del capítulo 11 de Hechos. Bernabé
tiene una situación muy difícil en Antioquía. Los muros de la
ciudad han comenzado a bullir con nuevos convertidos, y se da
cuenta de que necesita ayuda. Bernabé no tiene los dones
requeridos ni las energías necesarias para manejar tan enor-
me crecimiento, pero se acuerda de alguien que sí los tiene. Se
acuerda que Saulo está en Tarso, por lo que, muy pronto, "par-
tió Bernabé a Tarso para buscar a Saulo" (11:25).
¿Quiere saber lo que veo con admiración? Que Saulo no le
mandó a Bernabé su currículo, ni tampoco un mensaje dicién-
dole: "Si necesitas una mano, yo tengo los dones". No. Siguió
en Tarso, satisfecho con seguir en las sombras el tiempo que
fuera necesario. Recuerde que fue en Tarso donde Saulo apren-
dió a no gloriarse de sus fortalezas, sino en sus debilidades.
Por tanto, Bernabé se dio a la tarea de buscar al hombre.
La dirección de Saulo no estaba en la agenda de direcciones
de Bernabé. Pero el versículo dice después que "le encontró".
¿Dónde estaba Saulo? No sabemos. Bernabé tampoco lo
sabía. Pero llegó por accidente a una casa y tocó la puerta:
-¿Sí!
-¿Eres tú, Saulo?
- ¡Bernabé! Pasa. Siéntate en esta piedra que está junto
a mí. Hay un poco de humedad aquí, pero es lo mejor que
puedo ofrecerte.
-Saulo, no vas a creer lo que voy a decirte. ¿Te acuerdas
de Antioquía?
Fuera de las sombras 113
-Por supuesto que sí.
-¿Tienes una idea de lo que está pasando a11í?
-No, no he sabido nada.
~Bueno, entonces déjame que te lo cuente.
Entonces Bernabé, emocionado, le cuenta a Saulo la his-
toria del avivamiento en Antioquía. Y la Biblia dice que Ber-
nabé "le llevó a Antioquía" (v. 25).
Saulo aceptó entusiasmado acompañar a Bernabé a An-
tioquía. Pero no hay nada de autopromoción en eso. Había ne-
cesitado cinco o talvez seis años duros para verse libre de esa
actitud. Las cosas que una vez consideró importantes ahora no
significaban nada para él. No iba aAntioquía para demostrar
algo m para buscar notoriedad. Iba por la motivación correc-
ta, por lo que había aprendido mientras estuvo en las sombras.
En ese viaje con Bemabé a Antioquía, el Señor sacó a Saulo
de las sombras de la oscuridad para ponerlo de nuevo en la
acción. Es como si el Señor hubiera dicho: "Llegó el momento".
"Y sucedió que se reunieron todo un año con la iglesia y ense-
ñaron a mucha gente. Y los discípulos fueron llamados cristia-
nos por primera vez enAntioquía" (v. 26).
Las enseñanzas de Saulo marcaron una notable diferencia,
porque Saulo era diferente. Se había vuelto humilde bajo la som-
bra del Todopoderoso. Alejado de la actividad y del bullicio, ha-
bía recibido revelaciones diferentes sobre el plan de Dios y nue-
vas percepciones en cuanto a su iglesia y a la importancia de
la gracia. De su profunda debilidad sacó el poder para minis-
trar con mayor fortaleza. ¿Por qué razón? No se apresure a res-
ponderme: porque supo esperar. Con paciencia y de buena ga-
na confió en Dios mientras estaba en las sombras.
CUATRO PRINCIPIOS PARA CONFIAR EN DIOS
MIENTRAS SE ESTÁ EN LAS SOMBRAS
Tal como dije al comienzo de este capítulo, quiero impartir una
dosis nueva de esperanza. Para ayudar a lograr esto, permí-
tame ofrecerle cuatro principios que encuentro entre líneas a
partir de los hechos que hemos estudiado. Es posible que sig-
nifiquen más para usted después de ahora, cuando Dios lo lle-
ve a esperar en las sombras.
En primer lugar, cuando Dios nos prepara para un minis-
terio efectivo, incorpora lo que nosotros preferiríamos omitir:
114 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
un período de espera. Al escribir esto, me viene a la mente que
jamás he conocido a un joven que sea paciente. (Para ser sin-
cero, también he conocido a muchos viejos que tampoco lo
son). Todos tenemos prisa. Tener paciencia en una sociedad
que está apurada es muy difícil. Sin embargo, es una cualidad
esencial que se cultiva sólo en largos períodos de espera.
En segundo lugar, cuando Dios nos hace esperar, escondién-
donos en su sombra, nos muestra que no somos indispensa-
bles. Esto nos hace humildes. Una de las principales razones
por las que Dios nos quita de donde estamos y nos hace espe-
rar en su sombra es para recordarnos que no somos la estre-
lla principal. No somos indispensables. Esa comprensión pro-
duce verdadera humildad. Yo estoy convencido de que Saulo
jamás cuestionó a Dios por tener su mano sobre Pedro y
Bernabé y no sobre él. En un tiempo cuando la mayoría de las
personas con diversos dones habrían estado ofreciendo sus
servicios en el centro de operaciones del avivamiento, Saulo
permaneció gustosamente entre bastidores, esperando que le
llegara su momento, corrijo, el momento de Dios.
En tercer lugar, mientras Dios nos mantiene ocultos, él re-
vela nuevas dimensiones de sí mismo y nuevas percepciones en
cuanto al ministerio. Esto nos hace crecer en espiritualidad.
Tengo que repetir algo que ya he escrito: Lo que necesitamos
hoy no es gente más inteligente ni más ocupada. La necesidad
mayor que tenemos es de gente de mayor profundidad espiri-
tual. Las personas con profundidad espiritual siempre ten-
drán un ministerio. Siempre. Dios nos da esta profundidad es-
piritual a través del tiempo que invertimos esperando en él.
En cuarto lugar, cuando Dio.~ finalmente decide utilizar-
nos, eso se produce en el momento menos esperado, cuando nos
sentimos menos calificados. Esto nos hace efectivos. El plan
perfecto para un ministerio efectivo y duradero comienza con
el elemento sorpresa. "¿Yo? ¿Están seguros de que no quieran
a esa otra persona? Ella tiene gra ndes atributos y dones que
son evidentes. Mejor es que hablen con ella". Esa es la idea.
Es reconfortante en estos tiempos, donde hay gente tan com-
petente, encontrar a unos cuantos que todavía se muestren
sorprendidos por la manera como Dios los está utilizando a
ellos.
F. B. Meyer escribió estas apropiadas palabras en su pro-
funda biografía de Pablo:
Fuera de las sombras 115
Al fin un día, mientras esperaba, oyó una voz que decía en
la puerta, "¿vive aquí Saulo?". Y en un momento el rostro
familiar de su compañero de colegio le mira con una alegre
sonrisa de reconocimiento. Le condujo a Antioquía. Y su-
cedió que por espacio de un año entero, se reunieron con la
iglesia, y enseñaron a mucha gente.
No temas confiar completamente en Dios. Al bajar el largo
corredor, hallarás que te ha precedido, cerrando con llave
muchas puertas por las que habrías deseado entrar; pero
siéntete seguro que más allá de éstas hay una que ha deja-
do abierta. Ábrela y entra, y te hallarás donde el río de la
oportunidad cambia su curso que es más ancho y más pro-
fundo que cualquier cosa que hayas osado imaginar en tus
sueños halagadores. Embárcate en él, pues te conducirá a
alta mar.
Me encantan esas palabras. Como siempre, F. B. Meyer da
en el clavo.
Trágicamente, son más las veces que abrimos las puertas
utilizando a menudo la ganzúa del esfuerzo propio. Tratamos
de romper las cerraduras. Estamos resueltos a que ese sea el
plan que Dios tiene para mí. "Esto es lo que yo tenía en mente.
Ya he esperado bastante". Manipulamos las cosas y forzamos
nuestra entrada en el escenario. ¿Eso le ha s ucedido a usted,
no es verdad? Dios no lo deja ciego (como a Saulo), pero puede
con toda seguridad amargarle la existencia. Usted no tendrá
ninguna sensación de satisfacción. Habrá también una ausen-
cia de paz interior. A la larga, la presión lo alcanzará y usted
terminará lamentando el día en que forzó esa puerta que esta-
ba cerrada.
Pero aquí está la nueva esperanza, dicho en tres palabras:
Dios es poderoso.
Sé que usted está cansado de esperar. Sé que eso es duro.
Pero la espera es un curso obligado en el currículo divino. No
sea un desertor de la "Escuela de la obediencia de Dios". Siga
en ella. Permanezca allí. Ya le llegará su momento.
 Capítulo siete
CONTENTAMIENTO EN
LA GRACIA SUFICIENTE DE DIOS

Cualquier estudio de la vida del apóstol Pablo exige una

mirada seria al tema del sufrimiento. El sufrimiento no es un
tema agradable de explorar, especialmente en nuestra cultura
occidental. Talvez usted ha escuchado, como cuando yo era más
joven, que "el sufrimiento viene del diablo, y puesto que Dios
quiere que sus siervos estén bien y libres de sufrimientos, la
sanidad y la felicidad son del Señor". Eso suena maravilloso,
poro el problema es que no es cierto ni tampoco bíblico. El dia-
blo no es siempre el responsable del dolor y el sufrimiento en
nuestras vidas. Es posible que le sorprenda saber que hay veces
cuando el dolor viene de parte del soberano plan de Dios para
preparamos como siervos útiles. Él sabe qué es lo mejor para
nosotros a la luz de lo que él está haciendo en nosotros.

COMPRENSIÓN DEL SUFRIMIENTO

DESDE LA PERSPECTIVA DIVINA
En este punto, nuestra teología se vuelve un tanto borrosa es-
pecialmente en los Estados Unidos de América, debido a nues-
117
 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
tro apego a la comodidad, y no soy el primero en observar esto.
Al muy conocido pastor y teólogo Helmut Thielicke, después
de una larga visita a los E stados Unidos de América, se le pre-
guntó cuál creía él que era el mayor defecto de los cristianos
estadounidenses. Su respuesta fue: "Tienen una perspectiva
incorrecta del sufrimiento". ¿No le parecen acertadas sus pala-
bras?
Cuando leía los comentarios de John R. W. Stott sobre el
tema del sufrimiento, producto de su reflexión de Romanos
8:22, 23, tuve que sonreír. Veamos primero qué dicen los ver-
sículos antes de considerar la observación de Stott:
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una
sufre dolores de parto hasta ahora. Y no sólo la creación,
sino también nosotros, que tenemos las primicias del Es-
píritu, gemimos dentro de nosotros mismos, aguardando la
adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo.
Romanos 8:22, 23
Al analizar las palabras de Pablo a los Romanos, John
Stott, en su libro Romans: God~,; News for the World (Roma-
nos: Las buenas nuevas de Dios para el mundo), escribe:
No es sólo nuestro frágil cuerpo (soma) el que nos hace ge-
mir; es también nuestra naturaleza caída (sarx), la cual nos
impide comportarnos como debemos, y que juntos impedi-
rían que ese gemido se produjera, de no ser por la presencia
en nosotros del Espíritu Santo (7:17, 20). Anhelamos, por
consiguiente, que nuestro sarx sea destruido y que nuestro
soma sea transformado. Nuestros gemidos expresan tanto el
sufrimiento presente como el anhelo futuro. Sin embargo,
algunos cristianos sonríen demasiado (parece que en su teo-
logía no hay lugar para el sufrimiento) y gimen muy poco.
Stott ha llegado a cansarse de la perpetua sonrisa cristia~
na y, para ser franco, también yo. Si usted gime y permite que
su rostro refleje cierto desasosiego interior, la gente le arruga
la frente con actitud condenatoria, como queriendo decir que
usted no está andando en el Espíritu. Pero no me malentien-
da. No veo nada malo en que los cristianos rían. Yo escribí
todo un libro afirmando que el pueblo de Dios necesita reír
Contentamiento en la gracia suficiente de Dios 119
más. La risa es evidencia de autenticidad en nuestras vidas.
Y¡:¡ simplemente creo que no hay ninguna necesidad de tener
pegada con cola en nuestro rostro la sonrisa permanente del
gato Cheshire (el de "Alicia en el país de las maravillas"), por
temor a dar la impresión de que no estamos viviendo una vida
cristiana victoriosa. Si un hermano en la fe le dice a usted que
está pasando por un tiempo particularmente dificil, yo le acon-
1:l~io .que no insista en que él sonría. (A mis hermanos de la
ígl~ll les digo que no me pidan que escuche uno de mis pro-
p)os casetes sobre la alegría, cuando noten que me siento de-
caído). No presione a la gente a cantar con usted alguna músi-
1::_11 que usted piensa que debieran estar cantando. A veces no
tenemos el deseo de cantar ni de sonreír. La verdad es que hay
,reté cuando es una hipocresía andar con una sonrisa pegada
tin el rostro.
Quienes me conocen bien saben que a mí no me dura mu-
cho tiempo el desánimo; son muy raras las veces en que caigo
en pe1iodos prolongados de depresión. No soy melancólico, por
naturaleza. Pero, sinceramente, tengo días terribles (me vie-
"l)e a la mente el 11 de septiembre de 2001). Hay días cuando
siento tan pesado el corazón, que me aterra predicar, o escri-
l)i_'r, o hacer cualquier cosa que tenga relación con el trabajo del
ministerio. Esos son los días en que no sonrío. Sin embargo,
no importa cómo me sienta, mi responsabilidad es decir la
verdad, aunque sea difícil decirla y, aún más difícil, recibirla.
Por tanto, no he escrito estas palabras necesariamente para
confortarlo a usted. Eso, al final, le corresponde a Dios.
Lo que yo deseo es ayudar a equiparlo para lo que la vida
inevitablemente le arrojará en su camino. E ntiendo que puede
esbl1· llevando una carga o un sufrimiento como el que jamás
yohe conocido. Tal vez esté viviendo bajo presiones, o tiene una
enfermedad que está acabando con su vida, o un sufrimiento
emocional, que no soy capaz de imaginar ni remotamente. En
mia _casi cuarenta años de ministerio pastoral, muchas veces
he visto en los rostros de hijos de Dios evidencias de turbación
interior. Es en esos momentos cuando no sé qué decir para dar-
les ánimo, que me siento tan agradecido por la Biblia, ya que
en. la Palabra de Dios no sólo descubrimos la voluntad del
Señor para nuestras vidas, sino también palabras de verdade-
t'?•consuelo en esas ocasiones cuando se pierde el control emo-
cional de la vida.
120 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Todo esto nos regresa de nuevo a Saulo de Tarso. Casi no
hubo un día en su vida cristiana en que él no se enfrentara a
presiones y sufrimientos terribles, casi todos ellos relaciona-
dos con los rigores de la vida y las dificultades del ministerio.
Pero, gracias a Dios, Saulo no se guardó para sí mismo esas
experiencias, sino que desnudó su alma y dejó que la verdad
desconocida fluyera.
UNA VENTANA ABIERTA
AL ALMA DE UN APÓSTOL
La segunda carta del apóstol Pablo a los cristianos de Corinto
es el más autobiográfico de todos sus escritos. Aunque lama-
yoría de sus cartas rebosan de convicción y sentimiento, nin-
guna otra muestra la profundidad de emoción que se halla en-
tretejida a lo largo de esta carta. Una mirada rápida a unos
cuantos pasajes revela un alma transparente y vulnerable.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos
consuela en todas nuestras tribulaciones. De esta manera,
con la consolación con que nosotros mismos somos consola-
dos por Dios, también nosotros podemos consolar a los que
están en cualquier tribulación.
2 Corintios 1:3, 4
¿Sabe usted lo que esto significa? Que el sufrimiento per-
sonal nos capacita para consolar personalmente a los demás.
Si a usted se le ha muerto un hijo, Dios la utilizará en la vida
de otra madre que está sobrellevando la pérdida de su hijo. Si
usted ha pasado por el oscuro túnel del divorcio, nadie enten-
derá mejor que usted al amigo que le cuenta que su esposa
acaba de abandonarlo. Usted será capaz de consolar con el mis-
mo consuelo con el cual ha sido consolado por Dios. Si usted
recibió un informe radiológico preocupante, que le reveló la
presencia de un tumor sospechoso en su cuerpo, entenderá de
una manera especial las emociones y temores que su hermana
experimentará cuando ella reciba el mismo diagnóstico. Así es
como Dios obra. Yo nunca he tenido cáncer. Por tanto, no
podría ofrecer el consuelo tan grande que puede dar otra per-
sona que ha tenido la misma enfermedad.
Contentamiento en la gracia suficiente de Dios 121
Un poco más adelante, Saulo se vuelve aun más personal.
Dice lo siguiente: "Porque no queremos que ignoréis, herma-
aos1en cuanto a la tribulación que nos sobrevino en Asia; pues
fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuer-
z.w~hasta perder aun la esperanza de vivir" (1: 8). ¿Cómo es
1_.«t cosa? Saulo, el hombre que Dios había utilizado tan pode-
rosamente, había perdido la esperanza de vivir. ¿Sabía usted
que hubo veces (posiblemente varias) cuando Pablo sufrió de-
presiones tan agudas que no quiso seguir viviendo? Muchas
veces no estuvo seguro de poder seguir.
Pero Dios no permitió que se volviera loco. Dice Pablo:
''Pero ya teníamos en nosotros mismos la sentencia de muer-
Ctt para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios
que levanta a los muertos (v. 9). "Cuando ya había perdido la
esperanza de vivir", dice el Apóstol, "aprendí a confiar, y Dios
memostró su extraordinario poder, el mismo poder que utilizó
pa~ resucitar a su Hijo, J esús, de la tumba". ¡Qué pers-
pectiva tan estupenda de su propio sufrimiento!
La nota triste continúa...
Estamos atribulados en todo, pero no angustiados; perple-
jos, pero no deseperados; perseguidos, pero no desampara-
dos; abatidos, pero no destruidos. Siempre llevamos en el
cuerp0 la muerte de Jesús por todas partes, para que tam-
bién en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús. Por-
que nosotros que vivimos, siempre estamos expuestos a muer-
te por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestra carne mortal.
2 Corintios 4:8-11
Dejemos a un lado el aspecto victorioso y veamos lo que
enfrentó: Estamos atribulados, perseguidos, perplejos y abati-
dos. Esa fue su vida, en pocas palabras. Ese fue su de8tino.
Peto aún no ha terminado.
Más bien, en todo nos presentamos como ministros de Dios:
en mucha perseverancia, en tribulaciones, en necesidades,
en angustias, en azotes, en cárceles, en tumultos, en duras
labores, en desvelos, en ayunos...
2 Corintios 6:4, 5
122 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
Y como si eso no fuera suficiente...
¿Son ministros de Dios? (Hablo como delirando). ¡Yo más!
En trabajos arduos, más; en cárceles, más; en azotes, sin
medida; en peligros de muerte, muchas veces. Cinco veces
he recibido de los judíos cuarenta azotes menos uno; tres
veces he sido flagelado con varas; una vez he sido apedrea-
do; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he
estado en lo profundo del mar. Muchas veces he estado en
viajes a pie, en peligros de ríos, en peligros de asaltantes, en
peligros de los de mi nación, en peligros de los gentiles, en
peligros en la ciudad, en peligros en el desierto, en peligros
en el mar, en peligros entre falsos hermanos; en trabajo
arduo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en
muchos ayunos, en frío y en desnudez.
2 Corintios 11:23-27
¿Puede usted oír los gemidos? Si no puede, es porque leyó
demasiado rápido. El hombre nos está diciendo que él desa-
rrolló su teología del dolor en el horrible crisol del sufrimiento.
Sabía por experiencia propia lo que significaba ser incompren-
dido, maltratado, abandonado, olvidado, tratado injustamente,
calumniado, un náufrago; lo que significaba ser atacado fisica-
mente, pasar hambre, estar preso, y ser dejado por muerto.
Es admirable que, a pesar de todos estos sufrimientos,
Pablo decidió no vanagloriarse de su extraordinaria firmeza ni
de su capacidad de enfrentar grandes dificultades con inaltera•
ble valentía ni de su resistencia física y estabilidad emocional.
No menciona nada de eso. Por el contrario, dice: "Si es preciso
gloriarse, yo me gloriaré de mi debilidad" (2 Cor. 11:30). ¿Glo-
riarse de la debilidad? ¡No puedes estar hablando en serio!
Repito: un testimonio así no está en boga en el mundo occi-
dental, especialmente entre los cristianos. Si usted diera un
informe así en un lugar público, lo más probable es que recibi-
ría algunas cartas anónimas exhortándolo (en amor, por supues-
to) a andar en el Espíritu, no en la carne. ¡Indudablemente,
un cristiano que hubiera sufrido tal grado de adversidad no
podía estar andando con el Señor! , intelectualmente, hay ciertas cosas que él sabe que no puede
Eso no es verdad. Definitivamente, no de Saulo. El había
aprendido a gloriarse en el sufrimiento, sin que en su alma que-
dara una pizca de acusación o de amargura contra el Señor.
Contentamiento en la gracia suficiente de Dios 123
Cómo pudo lograrlo? ¿Por qué no tomó la revancha por todos
~s abusos de que fue víctima, por la deserción de sus amigos,
por la persecución que sufrió de los líderes de la sinagoga?
Cli€Q que la respuesta a todo esto está en el significado y en las
circunstancias que estuvieron alrededor de una visión extra-
ordinaria, que el humilde Apóstol describe en esta misma car-
ta a los Corintios, capítulo 12. Veamos con detenimiento esa
rnaravillosa escena.
EL HOMBRE QUE VIO MUCHAS COSAS
poi· diversas razones, Pablo está en el proceso de defender con
~r.dót su autoridad como apóstol. Esos creyentes eran un gru -
~ de veleidosos, más interesados en aparentar y vanagloriar-
se de la relación con apóstoles respetables, que en su respon-
iabilidad de cuidar de los pobres y de vivir vidas santas. Como
p¡3:rte de su defensa, hace una descripción de las revelaciones
sobrenaturales que recibió del trono celestial, que él llama
paraíso.
Ya vimos estas palabras anteriormente. Estudiémoslas
ahora más cuidadosamente.
Me es preciso gloriarme, aunque no es provechoso. Sin em-
bargo, recurriré a las visiones y revelaciones del Señor. Co-
nozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años -si en
el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
se.be--- fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé respecto a
este hombre -si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé;
Dios lo sabe- que fue arrebatado al paraíso, donde escuchó
cosas inefables que al hombre no Je es permitido expresar.
2 Corintios 12:1-4
Aunque velado en el misterio en su mayor parte, este pa-
·saje es uno de los más maravillosos de toda la Biblia. Pablo
est;~ consciente de que no puede explicarlo todo, pero no ocul-
t!:t la: verdad. En vez de tratar de explicar lo inexplicable, sim-
plemente admite: "No lo sé". Aunque estaba muy bien dotado
describir, por lo que no lo intenta. Simplemente dice la verdad
ti.e lo que sucedió. Me encanta esa clase de franqueza.
Pennítame simplificar todo lo sucedido haciendo cuatro ob-
124 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
servaciones acerca de esta confesión particularmente vulne-
rable del Apóstol. Dios quiera que sean de ayuda para enten-
der uno de los pasajes más misteriosos de la Biblia.
l. Pablo está escribiendo de sí mismo. Se llama a sí mismo
"un hombre" y "este hombre" en los versículos 2 y 3, res-
pectivamente. Sólo alguien que hubiera tenido esas expe-
riencias podía conocer tales detalles acerca del aconteci-
miento. También describe el tiempo en que ocurrió. Men-
ciona un lugar. Él, personalmente, había tenido la expe-
riencia, por lo que podía comunicar la información. Eso
revela que debió estar hablando de sí mismo.
2. Está seguro de su ubicación, pero no de su situación. Siga-
mos la profundidad de pensamiento de este hombre des-
hecho lleno de cicatrices. Llama al lugar "el tercer cielo".
En el versículo 4, Pablo se vuelve más específico cuando
se refiere al lugar como "paraíso", sugiriendo la presencia
misma de Dios. Sin embargo, no está seguro de su situa-
ción: "Si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé". Su abso-
luta conciencia de la presencia de Dios en ese maravilloso
lugar debió haber eclipsado cualquier percepción de la
esfera física. De alguna manera fue transportado más
allá de las limitaciones conscientes de espacio, materia y
tiempo, y llevado directamente a la presencia de Dios.
3. La experiencia le vino de repente. Dice un par de veces que
fue "arrebatado", una palabra que denota un rapto súbito,
no un ascenso gradual. Pablo no dejó la tierra lentamente
para viajar serenamente a través del espacio sideral. No
fue una experiencia fantasmal de traslado de Pablo a las
puertas del cielo, del tipo de relato navideño de Charles
Dickens. Pablo se encontró de repente en la morada de
Dios, en el tercer cielo: el paraíso.
4. Lo que oyó y presenció no pudo expresarlo con simples pa-
labras. Aunque luchó por poner su experiencia en pala-
bras, sólo él fue dueño de ella. Pero no sólo fue su dueño;
el mensaje que recibió lo fortaleció para el futuro servicio
en medio de los períodos más recios de sufrimiento. Esta
experiencia sobrenatural era parte del singular plan divi-
no de preparación de Saulo. Yo jamás he tenido una expe-
riencia que se asemeje, ni con mucho, a lo que él describe.
Saulo fue llevado directamente de la tierra a la presencia
Contentamiento en la gracia suficiente de Dios 125
del Señor Jesús, y al estar de pie delante de su Maestro,
cara a cara con el Cristo vivo, recibió verdades grandiosas
y maravillosas, demasiado profundas para ser expresadas
por el ser humano.
Piense en todo esto por un momento, y ahora responda esta
pr-egunta: ¿Cuál sería la respuesta humana más natural a esta
experiencia extática tan singular? En una palabra: orgullo. Un
enorme orgullo. Un engreimiento espiritual de la peor dimen-
sión. ¿Había recibido algún otro apóstol este mensaje? No. ¿Qué
otra persona del primer siglo había hablado directamente con
el Señor resucitado en su trono celestial? Nadie. Imagine lo
qae s-ignifica llevar sobre los hombros esa clase de carga privi-
•legi;;tda. Dios entiende el peligro de tal orgullo espiritual. Pero,
por su gracia, resolvió el problema del orgullo para Saulo en
la forma de una dolorosa mortificación que él llamó un "agui-
jón en la carne". Leamos sus propias palabras:
Y para que no me enaltezca sobremanera por la grandeza de
las revelaciones, me ha sido dado un aguijón en la carne.
2 Corintios 12:7
EL AGUIJÓN PERSISTENTE
Saulo aceptó esa mortificación enviada por Dios con la misma
humildad con que había recibido la visión del Señor, y lo
expr~aa así: "Y para que no me exalte desmedidamente por la
grandeza de las revelaciones, me ha sido dado un aguijón en
la carne, un mensajero de Sata,nás, que me abofetee para que
no me enaltezca demasiado". El no sólo comprendía la natu-
r rueza del aguijón, sino también su razón: para que tuviera un
espíritu humilde.
La palabra traducida como "aguijón" proviene del término
g-rjegoskolops, que significa "estaca puntiaguda afilada". Pablo
e$oribió. concretamente: "Me fue dada una estaca en la carne".
Después de la gloria vino el padecimiento. Inmediatamen-
tt' después del privilegio sobrenatural, vino el dolor punzante.
Tras la exaltada revelación celestial, vino el humillante y an-
gugUoso sufrimiento terrenal. Fue una aflicción extrema que
ID acompañó por el resto de su vida.
Ahora bien, ¿en qué consistió ese aguijón? Hay muchas
126 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
opiniones. Algunos dicen que era una serie de tentaciones es-
pirituales. Otros creen que eran tentaciones carnales. Hay tam-
bién quienes piensan que se trataba de una oposición y per-
secución despiadadas. O de una deformidad física. O de epilep-
sia. O de migrañas. O de una enfermedad crónica de la vista. O
de una joroba en la espalda. O de ataques recurrentes de palu-
dismo, con el terrible dolor de cabeza que lo acompaña. La ver-
dad es que no sabemos qué era.
Usted lee a un erudito bíblico, y éste identificará al agui-
jón como definitivamente una cosa. Otro teólogo puede que di-
ga: "De ninguna manera puede ser eso u aquello; tiene que ser
esto". Usted lee después a otra autoridad confiable en Nuevo
Testamento, y éste le dirá: "Ni aquello ni eso; creo que signifi-
ca esto". De modo que cuando usted ha oído tantas opiniones
y teorías, se siente tentado a desecharlas todas. Nadie lo sabe
con certeza. ¿Sabe lo que eso significa? Que no importa. El
hombre que lo sufrió lo llama "un mensajero de Satanás". El
enemigo esperaba utilizarlo para hacer que el Apóstol apos-
tatara o para que renunciara a su llamamiento. Pero Dios lo
utilizó para mantener de rodillas al dotado siervo.
Los marineros de alta mar comprenden la importancia de
asegurarse a algo firme y resistente cuando se encuentran en
medio de corrientes de vientos furiosos. En una tormenta, uno
aprende a aferrarse a lo que ofrece seguridad. Saulo aprendió
a aferrarse a lo que él sabía que era verdad en cuanto a él y
al Señor que lo tenía bajo su control.
Aquí veo una tensión interesante. Mientras que Satanás
atacaba la firmeza del Apóstol, el propósito del Señor era vol-
verlo humilde, impedirle que se exaltara. En los corazones de
los quebrantados, de los destrozados, de los heridos, de losan-
gustiados del alma no reside el orgullo.
Hace muchos años leí estas palabras: "El sufrimiento plan-
ta la bandera de la realidad en la fortaleza de un corazón re-
belde". Las madres y los padres que hacen vigilia en la sala de
enfermos de leucemia de un hospital para niños no luchan con
el problema del orgullo porque son humillados hasta el punto
de la desesperación.
Ahora bien, es necesario señalar que no estoy calificado
para dar los detalles precisos de cómo afectó a Saulo su agui-
jón. Sin embargo, lo que él sí dice es que le rogó al Señor en
tres ocasiones distintas que se lo quitara (12:8). ¿Sabe algo?
Contentamiento en la gracia suficiente de Dios 127
Nosotros habríamos hecho lo mismo. Usted y yo hemos orado
y rogado una Y ot_ra vez por liberación. "Padre, quita el agui-
jón, por favor. Senor, te ruego que lo quites. Quita de mí este
~Ltfi,imiento". Eso mismo hizo Saulo.
"fo veo un_a transpare°:cia admirable en esas palabras. El
mundo necesita más seguidores de Cristo que acept en el su-
frimiento Y las dificultades, en vez de negarlas. ¡Qué útil es
para nosotros que veamos todo esto como el plan de Dios para
mantenernos humildes! Esto es algo que no puede enseñarse
en Seminarios o Instit1_1tos bíblicos. Estas lecciones se apren-
den con las duras rea_hdades de la vida. Si lo hiciéramos ¡en
qué personas de oración tan magníficas nos convertiríamos!
¡Con qué frecuencia buscaríamos al Señor! ¡Cuán absoluta-
mente nos apoyaríamos en él! ¡Y qué profundidad espiritual
alcanzaríamos!
Eso fue, precisamente, lo que le ocurrió a Pablo cuando oró
al Señor una Y otra vez. Dios le dio una respuesta que él nun-
ca habría esperado.
UNA GRACIA SIEMPRE PRESENTE
¿Cuál fue ~a respuest~? Dio_s le dijo: "No". Pero le ofreció algo
mucho meJor que la hberac1ón: gracia suficiente. "Bástate mi
gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad". Esto
ru~ lo que le ~io a este hombre de gracia y firmeza, su admi-
rable perspectiva en cuanto a la debilidad humana. Fue la res-
puesta a la petición que hizo tres veces al Señor de que le qui-
tara el aguijón. Pienso que pudiéramos llamar a esto la teo-
logía del aguijón en la carne. Saulo no la desarrolló utilizando
p_ala~ras, bri11:=-t1:tes y frases ingeniosas, sino que vivió la expe-
nen~'.ª· El ~ecib1ó ese m~nsaje del S~ñor: "No"; fue la "respuesta
final de Dios a su oración por la liberación del sufrimient o.
,Este es e~ momento adecuado para corregir un concepto
erroneo. No siempre es la vo~untad de Dios curar. No siempre
es la voluntad del Padre qmtar la P,rcsión. Nuestra felicidad
11~ es el objetivo principal de Dios. El no tiene un plan mara-
villoso (léase "cóm?do") para la vida de todas las personas, no
desde la perspectiva humana. Muchas veces su plan no es
na¡l,a maravilloso. Corno en el caso de Pablo, su respuesta no
es por lo que oramos ni lo que esperábamos. Pero el recordar
,;ine él nos está formando más y más a la imagen de su Hijo,
128 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
nos ayuda a comprender que su respuesta está basada en su
plan a largo alcance, no en nuestra liberación inmediata.
Afortunadamente en medio de ese sufrimiento él nos su-
surra bondadosamente: "Mi gracia suple toda tu necesidad".
Como en el caso de Pablo, su gracia suple más de lo que nece-
sitamos para soportar cualquier cosa que ~menace con 8:rrui-
namos. Permítame ampliar estt. pensamiento. La gracia de
Dios suple más allá de nuestras fur>rzas. Su gracia suple más
que el consejo de cualquier .c?nsejero capacitado ~ de cual-
quier amigo (aunque Dios utih<;e a ambos). Su grac~a es.~~~-
ciente para sostenernos, cualqwera que sea nuestro agu1Jon .
Su gracia lo es todo, eso es justo lo que se necesita. .
¿Quiere saber por qu é? "Porque el poder se perfecc10na en
la debilidad". ¡Qué declaración tan asombrosa del Señor! No-
sotros siempre habíamos creído que el poder se perfeccionaba
en el éxito. La gente va por la vida pensando que es el éxito lo
que nos hace fuertes. Pero no es así. ¡Mil veces, no! Esas cosas
nos vuelven orgullosos, autosuficientes y rebeldes. Los agui-
jones dolorosos nos vuelven débiles, pero la buena noticia es
ésta: cuando somos débiles, Dios derrama su fortaleza en no-
sotros; lo que nos da una perspectiva completamente nueva
en cuanto al dolor y al sufrimiento, a las dificultades y ~ las
presiones. Estas presiones y tensiones nos ponen de rodillas,
y es en ese punto que nuestro Dios viene en nuestra ayuda.
¿Entonces, qué? Dejemos de buscar a ~lguien º. a algo a
quién echarle la culpa. Pongamos fin a la busqueda mce~~nte
de enemigos imaginarios, a quienes podamos acusar, d1c1én-
doles: "¡Ajá ! Esos son los responsables de que mi desgracia sea
tan grande!". No lo haga, hermano. No hay que buscar la cau-
sa del sufrimiento· lo que hay que hacer es concentrarse en la
respuesta que deb~mos darle. ¡Le ruego que entienda esto! De
lo que se trata es de aceptar el plan de Dios, no importa cuáles
sean las circunstancias. De lo que se trata es de encontrar
contentamiento en la gracia de Dios, a pesar de todo.
Esto suena demasiado idealista, ¿no es verdad? Prefe-
rimos ser escépticos antes que sumisos.
Como el viejo creyente que oró así una vez: . .
"Señor, ¿cuándo dejarás de poner pruebas y espmas en rn1
camino?".
El Señor le respondió: "Hijo mío, así es como yo pruebo a
mis amigos".
Contenta.miento en la gracia suficiente de Dios 129
A lo cual la sufrida alma replicó: "Señor, esa es talvez la
razón por las que tienes tan pocos".
· Es necesario que recalque un hecho fundamental: el pro-
pósito de Dios no es asegurarse de que usted sea feliz. No im-
porta' lo duro que le resulte creer esto, ya es tiempo de que lo
eren. La vida no consiste en tener comodidades, felicidad, éxi-
t11 y vemos libres de sufrimientos. Se trata de que usted 11egue
a ser el hombre o la mujer que Dios le ha llamado a ser. La-
mentablemente, raras veces escucharemos ese mensaje pro-
clamado hoy, lo que me da pie para que vuelva a repetirlo: ¡El
importante no es usted! ¡El importante es Dios!
No hace mucho, después de predicar un sermón en mi igle-
sia en cuanto a los sufrimientos de Pablo, se me acercó un ca-
ball01·0 hasta el púlpito y me dijo:
"Sabes, Chuck, he estado siguiendo muy cuidadosamente
c,stfl serie sobre Pablo. Pero, aunque él es el principal perso-
naj~, no se trata realmente de Pablo, ¿verdad? La historia es
toda realmente acerca de Dios".
Ent.onces le di un fuerte abrazo y le susurré en el oído: "¡Exac-
t-0mentel ¡Y ahora, acéptalo!".
Él había captado el mensaje del aguijón, al igual que Pablo.
No sólo había hecho la conexión sino que t ambién lo vivió en
~u actitud.
¿Por qué puedo asegurarlo? Por la respuesta de Pablo:
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debi-
lidades, para que habite en mí el poder de Cristo. Por esto
me complazco en las debilidades, afrentas, necesidades, per-
secuciones y angustias por la causa de Cristo; porque cuan-
do soy débil, entonces soy fuerte.
2 Corintios 12:9, 10
¡Así es! Lo captó, y enfrentó la adversidad por el resto de
su vida.
Eugene Petterson en su paráfrasis de la Biblia, The
Message (El Mensaje), en este mismo pasaje dice:
Dejé de concentrarme en mi deficiencia y comencé a agrade-
cer el don. Se trataba de la fortaleza de Cristo actuando en
mi debilidad. Ahora tomo las limitaciones sin alterarme, y
con buen ánimo, y estas limitaciones me bajan los humos...
130 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
¡Simplemente dejo que Cristo tome el control! Y así, cuando
más débil me vuelvo, más fuerte me hago.
Cuando usted y yo nos gloriamos de nuestras fortalezas,
somos nosotros quienes recibimos el crédito y andamos con la
cabeza llena de humo. Pero cuando nos gloriamos en lo que
Dios está haciendo en medio de nuestro quebrantamiento Y de
nuestra incapacidad e insuficiencia, Cristo pasa al frente. Su
fortaleza viene en nuestro rescate.
Entienda esto. Las cosas que nos aterran y de las que hui-
mos en nuestra vida, son precisam_ente las que le prod~cían
contentamiento a Pablo. Observe la hsta: Tengo contentamiento
cuando sufro una pérdida. Tengo contentamiento cuando soy
débil. Tengo contentamiento cuando me insultan. Tengo con-
tentamiento cuando me calumnian. Tengo contentamiento cuan-
do estoy en angustias. Tengo c?ntentamiento cu~ndo sufro
persecuciones. Tengo contentamiento cuando las d~ficultades
y la presiones me rodean con una fuerza tal que casi no puedo
moverme. ¿Por qué ese contentamiento? "Porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte". Ese conocimiento puso _de rodillas
al Apóstol, quien había sido inflamad? por la 8:1'c!iente r~ve-
lación divina. ¡Qué manera tan I?aravtllosa de vivir una yi~a,
con contentamiento en todo, sabiendo que la fortaleza d1vma
llega cuando la debilidad humana es evidente_.
Eso fue lo que le dio al hombre de la gracia su verdadera
firmeza. Y lo mismo sucederá con nosotros.
RECORDAR, COMPRENDER Y ABANDONAR
Al acercamos al final de este capítulo, permítame mencionar
algo que hay que recordar, algo que hay q~e ~o~pr~nder Y
algo que hay que abandonar. Son tres pnnc1p1os impere-
cederos que le ayudarán a aceptar las verdades que ha estado
leyendo y a colocarlas permanentemente ~n_su corazón.
En primer lugar, recuerde que el sufrimiento no es nueuo.
En el libro de Job, el más antiguo de la Biblia, leemos: "Pero
el hombre nace para el sufrimiento, así como las chispas vue-
lan hacia arriba" (Job 5:7). Ahora bien, hay algo que debemos
enseñar a nuestros hijos y nietos, comenzando hoy mismo. El
mensaje que ellos siempre oyen es q~e Dios no tieD;e ~ID:ºfeli-
cidad y éxito para ellos si confian sus vtdas a él. ¡La Biblia Jamás
Contentamiento en la gracia suficiente de Dios 131
promete eso! Aunque parezca mentira, Job dijo lo siguiente
mientras se rascaba las llagas de su cuerpo atormentado por
el dolor: "'Recibimos el bien de parte de Dios,¡;:¡ no recibiremos
también el mal?" (Job 2:10). Dijo estas palabras en respuesta
al consejo de su esposa: "'¡Maldice a Dios y muérete!" (2:9). Ella
también estaba destrozada por la _muerte de_ sus hijos y por 1~
desgracia de ver a su esposo sufrir tan ternblemente. (Yo fui
muy severo con la esposa de Job, cuando era un joven pastor.
Ahora soy muy considerado con ella. Ella se estaba lamentan-
do, no culpando. Pero necesitaba la perspectiva divina en cuan-
to a su sufrimiento). Fue cuando su esposo se dio cuenta de lo
profunda que era su aflicción, que le respondió como lo hizo.
Job quería que ella entendiera que Dios no es un mandadero
celestial, entregando sólo cosas agradables y placenteras en
nuestra puerta. Dios no existe para hacernos felices. Nosotros
existimos para darle gloria a él.
Vivimos en tiempos de superficialidad y escepticismo. Si
vienen tiempos difíciles, usted encontrará multitud de libros
y artículos hablando de cómo un Dios amoroso puede ser tan
malo e injusto. Es fácil sentirse desconcertado en cuanto a
nuestra comprensión de Dios, pero él no ha cambiado. Suma-
pera de actuar no ha variado. Así como lo hizo con Job y con
Pablo, él continúa permitiendo el sufrimiento para conver-
tirnos en siervos útiles y humildes.
Philip Yancey, en una de sus primeras obras, ¿Dónde está
Di.Q.'l cuando se sufre? Editorial CLIE, dice:
Un estante de todos los libros religiosos sobre este tema
estará claramente dividido en dos grupos. Los primeros, es-
critos por Bunyan, Donne, Lutero, Calvino, Agustín y otros,
soa casi desconcertantes por su buena disposición personal
de aceptar el dolor y el sufrimiento, como hombres útiles de
Dios. Una sensación de lealtad y fe en la sabiduría de Dios
caracteriza a cada uno de ellos. Dios sabe lo que está hacien-
do en este mundo, y estos autores no cuestionan sus accio-
nes. Ellos simplemente tratan de "justificar" la manera de
actuar de Dios para con el hombre.
En agudo contraste con esas obras, están los libros más
modernos sobre el sufrimiento, comenzando con algunos de
los escritos de los filósofos agnósticos del siglo XIX y conti-
nuando con los de muchos cristianos hoy. Estos autores
 132 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
creen que la cuantía del mal y el sufrimiento de este mundo
no se compagina con el concepto tradicional de un Dios
bueno y amoroso. Por consiguiente, muchos de ellos cam-
bian su concepción acerca de Dios, ya sea redefiniendo su
amor o poniendo en duda su poder de controlar el mal. Si
usted hace una lectura comparativa de estas dos categorías
de libros, encontrará que la diferencia es muy marcada. ¿Es
que nos hemos olvidado de que Lutero y Calvino y los otros,
vivieron en un mundo donde no había éter ni penicilina, y
de que Bunyan y Donne escribieron sus grandes obras
estando en una prisión?
¡Que echen a uno de nosotros en una prisión, y lo primero
que se nos ocurre es hablar con nuestro abogado! Pero, pon..
gan en la cárcel a uno de esos hombres, y el mundo terminará
teniendo libros como "El progreso del peregrino" o alguna otra
magnífica obra literaria que pondrá en perspectiva nuestra
sufrimiento, que perdurará por los siglos. Resista la tentación
de redefinir a Dios sólo porque los tiempos son difíciles. Pien-
se con mayor profundidad espiritual. Aférr~se a él con más fuer-
za. Rechace poner en duda sus motivos. El está haciendo algo
grande con usted. El sufrimiento no es nada nuevo.
En segundo lugar, comprenda que el sufrimiento tiene un
papel beneficioso. Esta comprensión evitará que usted esté siem-
pre buscando a alguien a quien echarle la culpa. Permítame
que sea franco. Es posible que a usted lo esté consumiendo un
sentimiento negativo hacia alguien que siente que merece la
culpa por la mayor parte de sus sufrimientos. Cuando lo ve,
cierra los ojos para no verlo. Piensa en él cuando se despierta
en la mañana; se deprime cuando recuerda lo injustas que
fueron sus acciones; su deseo secreto es tomarse la revancha.
Usted tiene el alma llena de amargura, y una rabia sorda ali-
menta el fuego de su odio hacia esa persona.
Sé lo que es odiar. Una vez odié tanto a un hombre que eso
comenzó a consumirme, hasta que caí en la cuenta de que era
yo quien estaba perdiendo... y ¡qué sorpresa! era el otro quien
estaba ganando. Por eso, le puedo decir, por experiencia, que
esa no es manera de vivir.
Comprenda que, por más injusta que sea una situación, el
sufrimiento que usted experimenta puede finalmente resultar-
le de beneficio. Dios está actuando. Sólo él conoce desde el co-
Contentamiento en la gracia suficiente de Dios 133
nuenzo lo que será el final, y le conoce también a usted y sus ne-
cesidades mucho mejor que usted mismo. No pregunte: "¿Por
qué me está sucediendo esto a mí?". En vez de eso, hágase la
pregunta: "¿Cómo debo responder?". De lo contrario, se desapro-
vechará el beneficioso papel que juega el sufrimiento en la vida.
En tercer lugar, abandone la idea de que el contentamiento
exige confort. El contentamiento es posible, no importa lo terri-
ble que puedan ser sus circunstancias. Varios años después,
mientras se encontraba bajo arresto domiciliario, Pablo escri-
bió="He aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé vivir en
1P pobreza, y sé vivir en la abundancia. En todo lugar y en to-
d_ae, las circunstancias, he aprendido el secreto de hacer frente
tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia co•
ot~ a la necesidad. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!"
(Fil, 4:11~13). De nuevo, lo mismo. ¿Se dio cuenta? El secreto
dA contentamiento de Pablo era el saber qu e el poder de
Cristo se perfeccionaba en su debilidad. Pablo lo tenía, en ver-
dad ... ¡qué concepto tan liberador llegó a ser ese secreto!
He vivido lo suficiente para saber que las mejores entre-
g~ de Dios nos llegan por la puerta trasera. Sus regalos los
recibimos mejor cuando más los necesitamos, y ellos siempre
llegan calladamente, envueltos en misericordia, y con estas tier-
11as palabras: "Bástate mi gracia".
Este profundo mensaje fue captado en un poema escrito
p-0r un soldado anónimo del ejército confederado de los Esta-
do~ Unidos de América, quien finalmente aprendió la lección
del aguijón.
Pedí a Dios ser fuerte para hacer grandes cosas,
y él me hizo débil para que, con humildad,
aprendiera a obedecer.
Pedí a Dios que me diera salud para hacer
grandes cosas,
y él me dio enfermedad para que hiciera cosas
mejores.
Pedí a Dios riquezas para ser feliz, y él me dio
pobreza para que fuera sabio.
Pedí a Dios poder para que los hombres me elo-
giaran,
y él me dio debilidad para que pudiera sentir
la necesidad de Dios.
134 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

Pedí a Dios todas las cosas para disfrutar de la

vida,
y él me dio vida para que pudiera soportar
todas las cosas.
No recibí nada de lo que pedí, pero sí todo lo
que necesité...
Y casi contra mi voluntad, las oraciones que no
hice fueron escuchadas. Capítulo ocho
Entre todos los hombres nadie es tan bendeci-
do como yo.
EL PLACER DE ESTAR JUNTOS EN
El tema del sufrimiento es delicado. No es fácil tratarlo, EL MINISTERIO
porque entiendo que estoy escri~i~ndo a perso~as que han co-
nocido una profundidad de sufnm1ento que yo Jamás he expe-
rimentado. De ninguna manera deseo dar la impresión de que
soy un modelo de cómo manejar el sufrimiento. Pa~a ser hone~-
to con usted, más son mis fracasos ante la adversidad que nus
éxitos. Es mucho más fácil escribir un capítulo sobre el tema,
que ser ejemplo de esas cosas que se ven tan bien en ~orma
escrita. Junto con los ocasionales momentos de autoconrmsera-
ción en que a veces caigo, a veces me acongojo y mi espíritu tam-
balea. Por tanto, si esa es su experiencia hoy, lo entiendo per-
fectamente.
A ex:tinto Leonard Bernstein, compositor afamado direc-
y
Lor de la mundialmente famosa Orquesta Filarmónica de Nue-
Mi deseo tanto para usted como para mí es que clamemos va York, se le preguntó cuál creía él que era el instrumento
por gracia y ~ultivemos la firmeza en medio de nuestro sufri- más dificil de interpretar en la orquesta, a lo que respondió:
miento, al igual que Job y al igual que Pablo; y qu~ ~l hacer- ~¡El segundo violín!".
lo le digamos adiós a la rabiosa búsqueda de la feh ctdad, tan Cuando uno examina la vida de cualquier gran personaje,
común en nuestra cultura. La felicidad es un subproducto del descubre pronto todo un segmento de "segundos violines", de
contentamiento. Una vez que Pablo descubrió eso, lo vivió. Yo personas dt apoyo con méritos propios, pero que se sienten
todavía no lo he experimentado totalmente, y lo más probable satisfechas de hacer su parte sentadas en la segunda silla.
es que usted tampoco. Por eso, seguimos adelante j~tos, cre- La mayoría de las personas que conozco pudieran nom-
ciendo y aprendiendo; recordándonos a nosotros m1sm?s que brar líderes que han tenido una influencia significativa en sus
el Señor debe crecer y nosotros menguar. Recuerde: ¡el impor- vidas, En realidad, tanto usted como yo pudiéramos nombrar
tante no es usted, el importante es Dios! vario , quienes en una coyuntura decisiva, tuvieron que ver
La próxima vez que usted escuche tocar a la puerta tra- con nuestras vidas, alimentaron nuestras almas y dieron res-
sera, antes de abrirla, repítase estas palabras para sí mismo: i,,ue.~t~ a una necesidad particular. Curiosamente, si les dijé-
"Su gracia es suficiente". l'ámos a esas personas que hemos sido impactados por sus vi-
!"l~s, probablemente reaccionarían con sorpresa. Pero no sólo
~so, sino que nos dirían que hubo otros que marcaron sus vi-
das de manera parecida. Es divertido cómo conceptuamos a
135
136 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
esos personajes prominentes. Muchas veces creemos que esas
ITTandes almas son unos solitarios que entran en la escena,
hacen una tremenda contribución, y que luego desaparecen.
Eso es lo que yo pensaba de mi viejo am~go y mentor, Ray
Stedman. Para mí, él era como uno de esos tipos de novela del
viejo Oeste; es decir, el pistolero malencarado que en!~ª en un
pueblo, todo cubierto de polvo, con un revólver de canon largo
de seis balas sujetado con correas a un lado de su cuerpo; que
después de limpiar al pueblo de indeseables, sin ayuda de na-
die, salta de nuevo sobre su caballo y se va galopando en di-
rección del horizonte.
Así es como yo veía a Ray... hasta que lo conocí mejor.
Mientras yo hacía una pasantía en la iglesia que él pastorea-
ba en Palo Alto, California, descubrí que él no era en absoluto
un llanero solitario. Por el contrario, estaba rodeado de nume-
rosas personas, "segundos violines", por así dec~rlo; sin los cu~-
les ese querido hombre de Dios no habría podido hacer la mi-
tad del impacto que hizo sobre mi vida o las de muchos otros.
Aprendí una valiosa lección. La familia de Di~s está llena de
intérpretes del "segundo violín", hombres y muJere_s que con~-
delidad y diligencia sirven corno apoyos a estos heroes de pn-
mera fila.
CIERTOS "SEGUNDOS VIOLINES"
SOBRESALIENTES
Esto no es nada nuevo. Moisés tuvo un ''segundo violín" en su
vida: su hermano, Aarón. Juntos lideraron la salida de los he-
breos de Egipto y luego la dura peregrinación hacia Cana~n.
David tuvo a Jonatán, un amigo que fue para él más unido
que un hermano. También tuvo a sus valientes 3: q~ienes él nom-
bra uno por uno, más de veinte, que fielmente s1rv1ero~ a su rey
entre bastidores, actuando a veces con mucha valentia (y oca-
sionalmente de manera heroica), jugando con la muerte.
Luego e~tá Elías, a quien todos admiramos por su heroí~·
mo contra el diabólico dúo formado por Acab y Jezabel. Sm
emba_rgo, nos olvidamos fácilmente de su "segundo violín", Elí-
seo. Este se convirtió en un invalorable ayudante del poderoso
profeta, especialmente durante la profunda depresión de éste,
cuando tocó fondo, queriendo morirse.
El placer de estar juntos en el ministerio 137
Jesús fijó la pauta al enviar a sus discípulos a evangelizar
de dos en dos (Mar. 6:7). Su estrategia nunca fue enviar sin
compañía a los apóstoles para hacer el trabajo de evangel iza-
1t ión. Salieron acompañados, y el resultado fue que hicieron
p_n' mejor trabajo.
La historia de la iglesia contiene numerosos ejemplos de
grandes hombres que lograron grandes cosas para el Señor,
estando flanqueados por "segundos violines" menos conocidos.
Por ejemplo, la mayoría de nosotros sabemos quién fue
Martín Lutero. Pero, ¿quién escuchó jamás hablar de Felipe
Melanchton? Un detenido estudio de la última parte de la vi-
tia de Martín Lutero revela que Melanchton era, en realidad,
:ol viento debajo de las alas de esa águila que se remontó hasta
las alturas en la era de la Reforma Protestante. Melanchton
era quien apaciguaba a Lutero en sus momentos más incon-
trolables. En cierta ocasión Lutero escribió lo siguiente: "Yo
nunca predico mejor que cuando estoy enojado". Melanchton
le. salió al paso diciéndole: "Vamos, vamos, Martín. Hay una
mejor manera de hacerlo. El pueblo de Dios oirá tus palabras
cuando se las presentes de una manera más amorosa". Esa era
la tonada de Melanchton al interpretar el "segundo violín".
El siglo XIX fue testigo del poder de un dúo, en el minis-
te:r:io de Dwight L. Moody e Ira Sankey. Moody, ese vigoroso y
t<1sco zapatero remendón convertido en evangelista, necesita-
ba la tranquilizadora y culta voz de Ira Sankey. Juntos,
hicieron un mejor trabajo para traer el evangelio de
Jesucristo a muchas de las más grandes ciudades de los
Estados Unidos de América y Europa. Al utilizar a ambos
hombres, Dios sacudió literalmente a dos continentes para
Cristo.
Todos hemos vivido el tiempo suficiente para apreciar la
wsión de la Asociación Evangelística Billy Graham. Pero us-
ted no va y ve sólo a Billy Graham. También experimenta el
contagioso entusiasmo de Cliff Barrows y las reconfortantes
canciones de George Beverly Shea, quien aún, con más de 90
a::ñ"m~ de edad, sigue cantando. Lo han hecho juntos. Por más
dé cincuenta años, este equipo ha honrado a Cristo a través
d~ todo el planeta. Cualquiera de ellos le dirá: "No podría ha-
bario hecho solo".
Ese es el quid del asunto: no tenemos que hacerlo. No es-
~os hechos para ser unos solitarios. En la vida real, y espe-
138 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
cialmente en el ministerio cristiano, no hay lugar para los
Rambo ni los Agente 007 ni las superestrellas espirituales.
Eso no sólo es peligroso; simplemente no es la voluntad de
Dios. Cuando él llama a un hombre o a una mujer para algo
grande, él le pone al lado a otra persona que sirve y ayuda a
esta visible figura.
Lea lentamente esta excelente paráfrasis de Eclesiastés,
capítulo 4, de la Biblia al Día. Examine las imágenes, y al
considerar el significado de estas profundas palabras medite
en la sabiduría que contienen:
Dos hombres pueden más que duplicar el trabajo de uno,
porque el resultado puede ser mucho mejor. Si uno cae, el otro
lo levanta; pero si el hombre solitario cae, grave es su proble-
ma.
Además, en una noche fria, dos bajo una frazada mutua-
mente se dan calor; pero, ¿cómo se calentará el solitario? Y
uno solo puede ser atacado y vencido, pero dos, espalda con-
tra espalda, pueden resistir y triunfar; y tres son aún me-
jores, pues una cuerda triplemente trenzada no es fácil de
romper.
Eclesiastés 4:9-12
Espero convencerlo, en las páginas que siguen, de que Dios
nunca tuvo el propósito de que nadie navegara solo, sin ningu-
na ayuda, por las aguas inexploradas de la vida o del ministe-
rio cristiano. Todos necesitamos ayuda, y cuanto mayor es la
tarea, más ayuda necesitamos. A quienes no son capaces de
permanecer cerca de los demás, les suceden cosas malas.
Medite en las palabras de un artículo titulado "La era de
la indiferencia", que escribió para la revista Psychology Today
(Psicología hoy), en el año 1980 el psicólogo Philip Zimbrado,
de la Universidad de Stanford (Estados Unidos de América):
No conozco un asesino más poderoso que el aislamiento. No
hay una influencia tan destructiva de la salud ffsica y men-
tal como el aislamiento de las demás personas. Se ha demos•
trado que el aislamiento es el agente principal del origen de
la depresión, la paranoia, los asesinatos, la esquizofrenia,
las violaciones, los suicidios y de una gran variedad de en-
fermedades.
/j}} placer de estar juntos en el ministerio 139
No ha~ que ser un experto para comprender los peligros
e hacer siempre las cosas uno solo. Regresemos ahora a la
acción en el libro de los Hechos, donde dejamos a Bernabé di-
rigiéndose a buscar a Saulo. El gran alentador se había dado
cuent~ de sus propias limitaciones para dar respuesta a las
necesidades cada vez mayores que había en Antioquía. Des-
pués de todo, él era un fiel "segundo violín", ¡y lo que se nece-
sitaba era un virtuoso!
UNA INMENSA TAREA POR DELANTE
Pongamos en perspectiva la escena enAntioquía. Aparte de la
necesidad que había de enseñar a todos los que se habían con-
vertido, ¿a qué se debía que la tarea de Bemabé fuera tan
amedrentadora? Había dos problemas: uno, religioso y otro,
cultural.
Ji)l desafío de la ignorancia religiosa
Ya que los vientos del avivamiento habían soplado desde Je-
rusalén, en el sur, hasta Fenicia, en el norte, un número cada
~ez niay?r de los nuevos creyentes eran gentiles, sin práctica-
mente nmgún contacto con la rica herencia religiosa del ju-
?aísm?. En resumen,. no sabían nada de Dios y no estaban
mstru1dos en las Escnturas. Bernabé, que era nativo de Chi-
pre; te~ía algunas ventajas ya que conocía la lengua griega y
entend1a su cultura. Con todo, el desafio era inmenso. Eso era
sólo parte del problema.
Ur~a cultura de disolución moral
No sólo estaban los gentiles llegando a las filas del cristianis-
m(l d~~de una extracción completamente no judía, sino que
t~mbien estaban corrompidos por la decadencia moral que ba-
bia en la Antioquía del primer siglo.
!~nicia no era la tierra santa, y Antioquía no era Jerusalén.
Femc~a tenía una religión pagana, y Antioquía, su centro, era
ima ~udad enorme ~e cerca de medio millón o más personas,
cono~1das po~ s~ ?fic1ón a ~8:s carreras de cuadrigas, las apues-
t~s, la p_rostituc1on, la pohtica gubernamental corrupta y una
d1soluc10n moral desenfrenada. Es posible que hayan sido esos
140 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
placeres tentadores los que originalmente atrajeron a muchos
de los nuevos convertidos a la ciudad. La adoración a Dafue es-
taba allí. Su templo quedaba a ocho kilómetros afuera de la ciu-
dad y era la sede de una cantidad de sacerdotisas prostitutas.
La frase, "la moralidad de Dafne" tuvo su origen en la letrina
descaradamente inmoral que era Antioquía.
Increíblemente, la Biblia dice que, a pesar de todo esto, "la
mano del Señor estaba con ellos, y un gran número que creyó
se convirtió al Señor" (11:21). Trate de imaginárselo como si
fuera una gran metrópolis, conocida por su relajación moral,
que es impactada por el derramamiento del Espíritu de Dios.
El avivamiento llega a todos sus vecindarios y, en poco tiem-
po, los casinos y los fumaderos de droga comienzan a vaciarse,
mientras que las librerías de pornografía y las salas de ma-
sajes comienzan a perder su clientela. Las iglesias de la ciu-
dad, que en cierto momento se preguntaron si debían o no ce-
rrar sus puertas, ahora rebosan de nuevos convertidos, lama-
yoría de los cuales eran apostadores, prostitutas, delincuen-
tes, drogadictos y pornógrafos. Todos necesitan enseñanza en
profundidad de las Escrituras, enseñanza moral, orientación
personal y dirección.
Esa fue la escena que encontró Bernabé en Antioquía.
¡Eso sí que era exigente! Era como beber agua de una man-
guera para incendios. La ciudad estaba repleta de creyentes
nuevos, lo que constituía una situación crítica que podía ge-
nerar problemas. Aparte de Antioquía, no había iglesias en
otros lugares. Tampoco había pastores veteranos que ayuda-
ran a llevar la carga, ningún conocimiento de la verdad de
Dios y muy poca comprensión acerca de Cristo. Las emociones
de Bernabé oscilaban, sin duda, entre el gozo más grande y la
frustración nerviosa. Este desafío aumentó a medida que con-
tinuaba el avivamiento. Lucas escribe: "Y mucha gente fue
agregada al Señor". Cuanto más ministraba Bernabé el evan-
gelio, mayor se volvía la multitud. Finalmente confesó: "Esto
está más allá de mi capacidad... ¡además, estoy exhausto!".
Necesitaba desesperadamente un socio en el trabajo.
Tengo un amigo cuyo hijo de ocho años de edad quería ju-
gar fútbol. Su padre jamás había jugado un minuto de fútbol.
Se presentaron para el primer día de prácticas, y el joven pa-
pá descubrió, para su consternación, que nadie se había ofre-
cido como entrenador. ¡Adivinó: mi amigo tuvo que aceptar el
Efplacer de estar juntos en el ministerio 141
pa,pell Enfrentado a un entusiasta equipo de muchachos de
scho años impacientes por patear la pelota, aunque era un no-
18ooJ el papá se metió de corazón en el juego.
No tenía la mejor idea de cómo organizar el ataque y mu-
ch.<1 menos la estrat egia de defensa. Ni siquiera conocía las
reglas del juego. Me dijo: "Me cansé de buscar formas de ani-
mJff con gritos a los muchachos. Así que, después de unas tres
0 cuatro horas con estos chicos, comprendí que necesitaban
m.á.1:l que un 'corran y gánenles'. Yo no sé qué es lo que se es-
peraba que uno hiciera, aparte de 'salgan y gánenles ... no se
rindan, ustedes pueden hacerlo"'. Pero, para alegría suya, uno
de los otros papás se dio cuenta de sus vanos esfuerzos como
entrenador y se ofreció a ayudar. No sólo había este hombre
entrenado en el pasado, sino que también había jugado du-
rante varios años. Mi amigo confesó: "De repente, nos conver-
timos en muy buenos amigos". Alegrement e se dedicó al papel
de entrenador asistente y animador oficial. Bernabé hizo lo
mismo en Antioquía.
EL TREMENDO PODER DE UN DÚO
Bernabé sabía dónde ubicar a su hombre número uno: en Tarso.
¡\llí encontraría a su amigo Saulo humillado, listo y en disposi-
ción de servir. Bernabé sabía que él solo no tenía todas las
habilidades o dones requeridos para llevar adelante un mi-
nisterio tan grande y diversificado en Antioquía. Juntos, por la
waaill de Dios, los dos podían unirse y lograr cosas increíbles.
Sus diferencias serían un beneficio para ellos, no un per-
juicio. Bernabé se había criado en Chipre, un medio rural in-
sular; Saulo era de Tarso, un centro intelectual, y había sido
educado en Jerusalén y en las disciplinas de la lógica. Ber-
Ml;>é era un animador; Saulo, un inteligente predicador y un
erudito en las Escrituras. Bernabé rebosaba de amor y gran
compasión; Saulo tenía una firmeza admirable y una deter-
minación firme. Bernabé se conectaba misericordiosamente
.con los menospreciados y maltratados; Saulo sentía una atrac-
ción natural por los intelectualmente curiosos.
. Con Bernabé a su lado, Saulo proveería la argamasa teo-
lógicá necesaria para fortalecer en su fe a estos nuevos creyentes.
JW1tos demostrarían ser una fuerza poderosa en el estableci-
miento de la iglesia de Antioquía. De hecho, creo que eso expli-
142 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
ca las palabras de Lucas al final del versículo 25, donde escribe:
"Y los discípulos fueron llamados cristianos por primera vez en
Antioquía". La teo1ogía, la organización y la estructura que es-
tos dos pastores establecieron en su lugar apropiado fueron la
base del primer ministerio sólido en Antioquía.
Al echar una mirada retrospectiva a los últimos años de la
vida de Saulo, no es dificil entender el porqué el apóstol fue
una excelente elección para este importantísimo rol de lide-
razgo. Había terminado con éxito todo el curso de estudios del
aula divina para un ministerio efectivo. Dios se había revela-
do a sí mismo, y también su verdad, a Saulo. Su carácter ha-
bía sido fraguado en las sombras. Sin tener necesidad de pro-
bar nada, estaba listo para salir y dispuesto a consumirse pa-
ra la gloria de Dios.
Hagámoslo aun más práctico. Saulo no tenía una pizca de
ambicioso. Aunque se hubiera enterado del avivamiento que
ocurría en Antioqufa, no se habría precipitado hacia allá para
darse a conocer. No se rebajaba promocionándose a sí mismo.
Bernabé tuvo que reclutarlo. Yo estoy convencido de que Saulo
fue aAntioquía con un sincero espíritu de renuencia. A mí me
resulta maravillosamente atrayente esa clase de rara humil-
dad.
¿Recuerda lo que hizo David, después que mató a Goliat?
Dios ya había designado al joven pastor corno el próximo rey
de Israel. Se había ganado de buena ley los galones reales en
aquel valiente enfrentamiento con el gigante filisteo. La ma-
yoría de los jóvenes vencedores habrían encontrado la tienda
más cercana, para ir a probarse las coronas. Pero David no. Él
regresó de inmediato a las colinas de Judea para cuidar de las
ovejas de su padre. Era un verdadero pastor con un corazón
de siervo.
Saulo tuvo una vigilia semejante en Tarso. Esperó pacien-
temente en las sombras hasta que Bernabé le dio un toque en
el hombro. Sólo entonces se involucró en ese rol tan notorio e
importante de liderazgo.
Para mí, nada es más atrayente en un líder competente y
adornado de cualidades que la humildad sincera. Las cuali-
dades de Pablo se formaron en el crisol de la soledad, donde
había sido pulido y transformado por el Cristo vivo.
Ya he mencionado antes al evangelista Dwight L. Moody.
Aunque no recibió ninguna educación formal, este dotado evan-
El•placer de estar juntos en el ministerio 143
gelista estaba predicando en Birmingharn, Inglaterra, allá por
1875. En esa campaña, grandemente exitosa, colaboró el in-
sigae pastor congregacional y muy respetado teólogo, el doc-
tor R. W. Dale.
Después de observar y escuchar a Moody predicar, y de ver
lo~ increíbles resultados del ministerio de ese hombre sencillo el
doctor Dale escribió en su revista denominacional: '
Le dije al señor Moody que el trabajo había sido simple-
mente obra de Dios en su mayor parte, ya que no podía ver
ninguna relación verdadera entre él y lo que había hecho.
Moody se rió divertidamente, y dijo: u1,o habría lamentado
mucho de no haber sido así".
Ninguna actitud defensiva, ningún sentimiento de haber
sido utilizado, ninguna aprensión embarazosa. Moody estaba
nUí8 sorprendido que nadie de que Dios hubiera decidido uti-
liz'a.rlo de una manera tan poderosa.
Ese era Saulo. No es de extrañar que Bernabé quisiera
que liderara el programa en Antioquía. ¡Qué dúo tan bueno
formaban! Durante casi un año estos dos hombres trabajaron
C"Ode a codo, y Dios fue grandemente glorificado.
Me encanta la concisa definición de Warren Wiersbe acer-
.ea del ministerio que se encuentra en su libro On Being a
Servant of God (Llegando a ser un siervo de Dios):
El ministerio se verifica cuando los recursos divinos suplen
las necesidades humanas a través de canales amorosos,
para la gloria de Dios.
Saulo y Bernabé podían representarlo a las mil maravi-
ll~s. ¿P?r qué experimentaban Saulo y Bernabé tal placer sir-
viendo Juntos? P orque entre ellos no había ninguna rivalidad.
Ninguna batalla de egos. Ninguno amenazaba las habilidades
.~ ,otro. No tenían segundas intenciones. Ninguna diferencia
sm. resolver. Su solo objetivo era magnificar a Cristo. No im-
portaba si las multitudes se multiplicaban por miles o si se
reducían a sólo unos pocos. Lo único que importaba era que
Cristo fuera proclamado y adorado.
144 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
PERMANENTES PARA
EL MINISTERIO COMPARTIDO
En todo ministerio hay, por lo menos, tres principios funda-
mentales permanentes que producen una atmósfera de gozosa
cooperación. Ellos son: planes, personas y puntos. Cada uno de
ellos merece nuestra atención, antes de que pongamos punto
final a este capítulo.
Primero: Lo que Dios emprende, él lo lleva a cabo. Esto
tiene que ver con el principio de los planes. Desde que comen-
zamos nuestra iglesia, le he dicho una y otra vez a la congre-
gación de Stonebriar Community Church que el plan de Dios
para nuestro ministerio juntos va más allá de lo que ellos o yo
somos capaces de imaginar. Lo mismo vale para su iglesia u
organización de ministerio en el cual usted esté involucrado.
La obra de Dios sobrevivirá a todos nosotros. Sus planes, siem-
pre llenos de sorpresas, son tan profundos como amplios.
La obra de Dios no tiene nada que ver con los planes per-
sonales del pastor. No consiste en un plan de cinco pasos dise-
ñados por la directiva de la iglesia para alcanzar a la comu-
nidad, ni en las preferencias personales de un diácono efusi-
vo. Consiste en lo que Dios quiere lograr a través de cada uno
de nosotros, trabajando juntos. El secreto está en esta última
palabra, juntos.
No hay nada malo en tener una declaración de misión cla-
ramente precisada, que dé dirección y propósito a la visión de
un ministerio. En realidad, eso es perfectamente correcto siem-
pre que sea el Señor quien dé la dirección. El plan de Dios se
revela de maneras que confunden a la sabiduría humana y que
a veces desafian el sentido común. Pero es su plan. Los planes
son fundamentales cuando son sus planes, no los nuestros.
Segundo: A quien Dios escoge, él lo utiliza. Esto tiene que
ver con el principio de las personas. Y me apresuro a añadir
que la gente que Dios escoge nunca es perfecta. Aquí estamos
incluidos usted y yo. De hecho, demostramos ser más útiles al
Señor cuando aceptamos esa realidad y confiamos en él con
todas nuestras imperfecciones.
Esto no significa que somos libres para operar en la carne.
Ni tampoco para confiar en planes carnales ni en componen-
El placer de estar juntos en el ministerio 145
,Q!IS egoístas para lograr nuestros objetivos. La Biblia nos exhor-
ta una y otra vez a andar en pureza y santidad. Pero tenemos
,q~e entender que aunque Dios nos escoge para usarnos, nues-
tras imperfecciones no desaparecen.
Esto me ofrece la oportunidad de darle un consejo prácti-
_eo: Si usted fija sus esperanzas y su atención en una persona,
terminará defraudado. Todo el mundo tiene pies de barro. Así
como en esto estuvieron incluidos Bernabé y Saulo, también
lo-están personas como nosotros. Resista la tentación de colo-
c.ál"· a las personas en un pedestal. Todos necesitamos héroes.
·Y~ tengo mis héroes, pero no puedo nombrar a uno solo que
sea perfecto ni mucho menos. Los admiro y los aprecio, pero
no los adoro. Al igual que Saulo y Bernabé, mantengámonos
enfocados en Cristo. Esa clase de enfoque sólo en Cristo, debe
esperarla usted, con toda justicia, de los líderes de su iglesia.
Tercero: A donde Dios elige, él envía. Esto tiene que ver
eon el principio de los puntos. Yo quisiera que él enviara a to-
dos sus grandes hombres a mi iglesia, y también quisiera que
nunca los dejara marchar. Pero este es un deseo basado en mi
limitada perspectiva humana. Nunca he hecho esta oración,
¡:,ero he sido tentado a hacerla: "Señor, envíanos sólo a los gran-
des y manténlos aquí para siempre. Jamás los envíes a otra
parte". (¡Como no soy perfect o, soy capaz de decir unas cuan-
ÜIS oraciones egoístas!).
· Sin embargo, el plan de Dios entraña el sacar de entre
nosotros a algunas personas con muchos dones, para enviar-
ln~ a otras partes. De eso nos ocuparemos en el próximo capí-
tulo. Sus caminos no son nuestros caminos. Sus puntos no son
In~ lugares a los que nosotros elegiríamos ir por decisión nues-
tra. Pero nada de eso importa. Lo que importa es esto: Dios
enuia a las personas que él elige, a los puntos que él elige.
Cuanto más pronto tengamos en cuenta y aceptemos esa ver-
dad, mayor será nuestro contentamiento.
No obstante, permítame recordarle que el ir adonde él nos
envíe pondrá a prueba nuestra fe. Y eso implica aventura y
riesgo.
John Eldredge, en su reciente libro Salvaje de corazón,
Editorial Caribe, escribe:
La vida no es un problema que hay que resolver; es una
aventura que hay que vivir. Esa es su naturaleza y la ha
146 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA,

sido desde el comienzo, cuando Dios armó el escenario de

este drama tan arriesgado y llamó bueno a todo este loco
proyecto. Él hizo al mundo de tal manera, que éste sólo fun-
ciona cuando aceptamos el riesgo como el tema de nuestra
vida, lo que equivale a decir, sólo cuando vivimos por fe. El
hombre no será feliz hasta que ponga aventura en su traba-
jo, en su amor y en su vida espiritual.

Compartir con otros el ministerio es siempre una aventu- Capítulo nueve

ra. Habrá que aceptar el cambio. Habrá que mantener la flexi-
bilidad. Habrá que caminar con Dios a través de los hechos DEJADO LIBRE PARA OBEDECER
sorprendentes que él ha designado. Bernabé necesitó ayuda,
porque el trabajo era demasiado para un hombre adornado de
dones, pero con limitaciones. Saulo suplió esa deficiencia. Y
juntos transformaron a Antioquía para Cristo.

UNAS REFLEXIONES FINALES

Hace diez años, usted no habría podido predecir cómo estaría

hoy. Es muy probable que tampoco hubiera podido haberlo
hecho hace cinco años. Tal vez pensaba que estaría viviendo Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía,
en cierta parte, pero ahora está viviendo en otra. O, pensó que unos profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger,
su negocio estaba seguro y a salvo. Es posible que hoy ni si- Lucio de Cirene, Manaén, que había sido criado con el te-
quiera tenga ese negocio, porque muchas son las cosas que trarca Herodes, y Saulo. Mientras ellos ministraban al Se-
han cambiado. ñor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: "Apartadme a Ber-
En vez de sentirse satisfecho y animado, es posible que nabé y a Saulo para la obra a la que los he llamadon. En-
hoy usted tenga el corazón dolorido. O que tal vez esté espe- t;onces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos
rando la jubilación, con toda la expectación e incertidumbre y los despidieron.
que la caracterizan. Este es el mensaje que tengo para usted, Por lo tanto, siendo enviados por el Espíritu Santo, ellos des-
dicho en pocas palabras: No trate de enfrentar las cosas solo. cendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.
La vida cristiana es un esfuerzo de equipo. Dios lo ha planea- Hechos 13:1-4
do así. Así que, cooperemos.
Para mí, la palabra que mejor caracteriza la esencia de la obe-
diencia es cambio. Es posible que la sola mención de esa palabra
1~ cause escalofríos. Conozco a muy pocas personas que les gusta
el cambio. El cambio amenaza nuestra comodidad, interrumpe
nuestra rutina, desafia nuestras prioridades e introduce an-
siedad. Sin embargo, estoy convencido de que una vida de obe-
diencia nos resulta imposible si no estamos dispuestos a cam-
biar. Eso es mucho más fácil de decirlo que ponerlo en práctica.
$ea como sea, estoy convencido de que esto es cierto.
147
148 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Existe la fuerte posibilidad de que, al abrir este capítulo y
comenzar la lectura de estas palabras, usted (o alguna persona
muy cercana a usted) esté enfrentando el reto del cambio. Pue-
de que tenga que ver con su trabajo, debido a un cambio en su
estado laboral. Tal vez esté ocupándose de los detalles para
mudarse a otra parte del país. O quizás, después de esperar y
trabajar duro por tantos años, el ritmo pausado de la vida de
jubilado lo ha tomado por sorpresa. Yo pudiera llenar dos pá-
ginas más mencionando las posibilidades, porque el cambio es
inevitable.
En nuestro estudio de la vida de Pablo, hemos visto de cer-
ca cómo este extraordinario hombre de gracia y firmeza mane-
jó muchas crisis de cambio. Eso lo marcó de una manera que
lo preparó singularmente para la tarea que Dios había pla-
neado para él.
Pablo no sabía que todavía le esperaban más grandes cam-
bios. Nadie lo habría so8pechado, pero la iglesia de Antioquía
estaba a punto de perder las dos quintas partes de su personal.
Cambios, cambios y más cambios.
CAMBIO... LA TAREA INCONCLUSA
EN LA VIDA
Un diccionario da una definición maravillosamente extraña
de la palabra "cambio": "Hacer diferente en algún detalle". Pa-
reciera ser una oración inconclusa. Usted quisiera que la frase
continuara, ¿verdad? Pero se detiene en la palabra "detalle".
La definición incluye, además, "transformar, sufrir una modi-
ficación, volverse diferente". Talvez eso explica el porqué el
cambio es tan desafiante: no es fácil "volverse diferente".
Aunque el cambio es bueno, rara vez es fácil o agradable.
Nos atrae más seguir el camino cómodo. Preferimos la ruta
más transitada. Pero el cambio nos conduce por senderos des-
conocidos donde abundan callejones estrechos y giros sorpre-
sivos. Todo nuestro ser lucha por seguir en las derroteros ya
trillados.
Hace varios años, un amigo mío pasó por una prueba es-
peluznante. En un verano muy reseco, un fuego se extendió
por toda la región donde vivía, devorando miles de hectáreas
de bosque y destruyendo innumerables casas de la región. Su
casa estaba en la parte baja por donde el fuego comenzó. No
Dejado libre para obedecer 149
tu-Vó mucho tiempo para preparar su huida, pero sí más que
los -demás que estaban en la parte alta. Desde la distancia
po.dfa ver las llamas y el humo, y sabía que disponía de muy
poco tiempo antes de que su casa fuera tragada por el fuego.
?.or eso, hizo rápidamente una lista de las cosas que más que-
na salvar, pero el caso es que no tuvo tiempo suficiente para
agarrar ninguna de ellas. Cuando terminó toda la prueba, se
pu.so a mirar el montón humeante de lo que una vez había si-
do su casa. Lo único que se salvó fue la lista que empuñaba
fuertemente en su mano. El impacto que ese hecho destructi-
vo tuvo sobre su familia marcó a cada uno tan profundamente,
que jamás volvieron a ser los mismos.
Lo perdieron todo, menos, por supuesto, la inútil lista de
cosas que consideraban indispensables. El fuego, aunque in-
creiblemente devastador, se convirtió en un catalizador que pro-
d-ajo en ellos el cambio, convirtiéndolos en un familia más agra-
decida. En una palabra, el cambio los hizo diferentes.
Sin duda alguna, el himnólogo Eddie Espinosa, en su com-
posición titulada Change My Heart Oh God (Cambia mi co-
razón, oh Dios) comprendió los invalorables beneficios del cam-
bio cuando escribió las siguientes palabras:
Cambia mi corazón, hazlo fiel a ti.
Cambia mi corazón, quiero estar en ti.
Tú el alfarero, yo el barro soy.
Hazme de nuevo, te lo pido hoy.
Cambia mi corazón, hazlo fiel a ti.
Cambia mi corazón, quiero estar en ti.
En nuestra iglesia nos encanta cantar este himno de ado-
ración, y cada vez que lo hacemos se queda en mi mente por
el resto del día. Aunque el cantar esas palabras es una delicia,
el hacerlas una realidad en nuestras vidas es harina de otro
costal. El permitir que alguien nos moldee y nos convierta en
algo diferente nos resulta incómodo y, a veces, absolutamente
doloroso. Si fuéramos como la arcilla, moldeable, flexible y fá-
cil de rehacer, los cambios serían mucho más fáciles. Pero so-
mo1;1 más como la dura cerámica, frágil e inflexible.
Esa tierna canción está basada en una conocida metáfora
bíblica: Dios es descrit:o como el Alfarero y nosotros, como el barro.
¼a con detenimiento los siguientes pasajes de la Biblia y uti-
 150 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
lice la imagen para comprender claramente esta verdad fun-
damental. \ razón y sólo tú, Señor, puedes hacer que eso suceda y que dure".
¡Cómo trastornáis las cosas! ¿Acaso el alfarero será conside-
rado como el barro? ¿Acaso lo que ha sido hecho dirá de
quien lo hizo: "Él no me hizo"? ¿Dirá lo que ha sido formado
del que lo formó: "Él no tiene entendimiento"?
Isaías 29:16
¡Ay del que contiende con su Hacedor, siendo nada más que
un pedazo de tiesto entre los tiestos de tierra! ¿Dirá el barro
al que le da forma: "¿Qué haces?".
Isaías 45:9
¿O no tiene autoridad el alfarero sobre el barro para hacer
de la misma masa un vaso para uso honroso y otro para uso
común?
Romanos 9:21
Cuando nuestra voluntad es como el barro, entendemos
que ese cambio es inevitable si lo ponemos en las manos del
Alfarero. Es por eso que David, hace muchos siglos, escribió
las palabras para su propio coro de adoración, una poesía
fraguada en el yunque del cambio.
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por
tu abundante compasión, borra mis rebeliones. Lávame más
y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo
reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante
de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo
ante tus ojos. Seas tú reconocido justo en tu palabra y tenido
por puro en tu juicio... Crea en mí, oh Dios, un corazón puro
y renueva un espíritu firme dentro de mí.
Salmo 51:1-4, 10
En ese Salmo 51, David le ruega al Señor que cambie sus
feos hábitos que lo tenían dominado desde hacía largo tiempo.
La hipocresía, los pensamientos homicidas, el adulterio, las
excusas de sus actos y una voluntad desobediente que lo ha-
bían alejado del Señor. Al comprender la gravedad de su pe-
Dejado libre para obedecer 151
caminosa condición, él reconoció: "Necesito un cambio de co-
Fot tanto, abrió su corazón e invitó a su Señor a que se lo cam-
biara y rehiciera.
La cirugía del corazón es la especialidad de Dios. Aunque
el proceso es doloroso, los resultados son magníficos.
Al "9'olver a la escena que dejamos en el libro de Hechos,
vemos que Saulo y Bernabé están muy felices, ministrando
juntA)s en medio de uno de los avivamientos más extraordina-
rios de la historia de la iglesia primitiva. La iglesia está cre-
ciendo, las vidas están siendo transformadas, y toda una cul-
ttinl ha quedado bajo la influencia del Espíritu de Dios. La es-
éena es maravillosamente emocionante, y cada día es mayor
el entusiasmo. La adoración, la armonía, las conversiones, el
crecimiento, todo es tan contagioso. Pero, de repente, Dios to-
mó cartas en el asunto y todo cambió. Aquí está otra vez la
palabra: todo cambió. Es muy probable que algunos de los cre-
yentes de Antioquía pudieron haber rechazado aun el pensa-
miento de cambios, por lo menos al comienzo. Pero no Saulo.
Yo·no creo que él luchó con ese pensamiento ni siquiera por un
momento. El y el cambio habían llegado a conocerse muy bien
durante los años anteriores de su vida.
Necesitamos hacer una pausa ahora para recordar que la
vicl.a extraordinariamente pura de Pablo estuvo directamente
relacionada con su disposición a aceptar los cambios. Estoy
convencido de que la razón principal por la que este hombre
vivió tan irreprochablemente delante de Dios, tuvo que ver
·con e~ constante régimen de cambio que él aprendió a aceptar.
Rebobine la cinta en su cabeza. Cuando Saulo se dirigía a
Damasco en persecución de los cristianos, una luz vino del
cielo y fue convertido a Cristo. Fue una transformación radi-
cal. Luego fue llevado a vivir en y servir a toda una nueva
comunidad de personas. Los mismos cristianos que él había
perseguido una vez, se convirtieron en sus colegas de minis-
terio. Otro cambio dramático.
Luego vino lo de Arabia. Cambio de ambiente. Cambio de
ritmo. Cambio de estilo de vida. Aunque no sabemos todo lo
,qµ,e Dios logró con Saulo durante ese largo tiempo sabático en
ia!l desierto, lo que sí sabemos es esto: Que Saulo cambió. Desde
allí se fue a Damasco, luego a Jerusalén y luego (¡imagine!) a
:l:lu hogar en Tarso, donde permaneció en las sombras durante
152 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
años. El hombre cambió, cambió y volvió a cambiar. Sin duda
alguna, rechazado por su familia y excomulgado del judaísmo,
vivió separado de todo lo que una vez le había sido muy queri-
do. Un judío convertido, viviendo en su ciudad natal, un hom-
bre a quien nadie quería... sin amigos, sin hogar, sin dirección.
Por muchos años vivió como un ermitaño, por así decirlo, so-
metido de buena gana a las firmes pero misericordiosas manos
del Alfarero.
Por fin, un día escucha un toque familiar a la puerta. Para
delicia suya, es Bernabé quien ha venido para enrolarlo en el
servicio. Bernabé necesitaba un hombre guía para la gran em-
presa de Antioquía. Otra serie completa de cambios. Imagine
el impacto que esto causó en el organismo de Saulo, ir de la os-
curidad de Tarso, donde pocos querían tener trato con él, a la
notoriedad de Antioquía, donde multitudes estaban pendien-
tes de cada una de sus palabras. Luego él y Bernabé se unie-
ron en un ministerio de enseñanza que duró todo un año. ¡Quiéa
sabe cuántos fueron reclutados y equipados con la verdad, gra-
cias a su mutuo ministerio!
Pero en medio de ese ministerio maravilloso, fructífero y
creciente sucedió algo totalmente inesperado. Dios decidió cam-
biar las cosas otra vez. Tenía planes de arrancar a estos dos
hombres y enviarlos a otro lugar. ¡Qué cambio! Hagamos un
acercamiento para ver mejor el asunto.
EL EQUIPO PERFECTO Y LA IGLESIA VIVA
¡El patrón de crecimiento de la iglesia de Antioquía habría
puesto a girar de cabeza a cualquier reconocido encuestador!
iEse sí que es un modelo de robustez y eficiencia! Lea una vez
más el relato y trate de imaginarse a sí mismo en medio de
todo lo que estaba aconteciendo.
Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, unos
profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Níger, Lucio
de Cirene, Manaén, que había sido criado con el tetrarca
Herodes, y Saulo. Mientras ellos ministraban al Señor y
ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bemabé y a
Saulo para la obra a la que los he llamado. Entonces, ha-
biendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los des-
pidieron.
Dejado libre para obedecer 153
Por lo tanto, siendo enviados por el Espíritu Santo, ellos des-
cendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.
Hechos 13:1-4
Para comenzar, la iglesia de Antioquía era la iglesia ideal.
N.ósólo tenía un increíble crecimiento espiritual, sino que su
personal era el equipo perfecto del primer siglo. ¿Cómo le apa-
reee la alineación formada por Bernabé, Simón, Lucio, Ma-
ouén y Saulo? Los creyentes de Antioquía estaban bajo la in-
fluencia de cinco excelentes profetas, predicadores y maes-
tf9$, Cada uno había sido llamado, dotado, consagrado y apar-
,tido para la obra del Señor. Eso es exactamente lo que lacre-
,ciente nueva iglesia necesitaba: los líderes correctos para po-
ner fundamentos fuertes. ¡Qué maravilloso era todo eso! La
congregación estaba encantada porque recibían enseñanza só-
lida, aliento increíble y tenía servicios de adoración estupen-
dos. Recuerde eso. No era un centro de entretenimiento reli-
~ ~$0 que oscurecía la verdad de Dios. La iglesia florecía con
cl alimento de la carne sólida de la Palabra. La dieta era sana
y-nutritiva. La enseñanza era rica y profunda.
Aunque fueron escritas hace más de un siglo, las palabras
de Charles Spurgeon, en su famoso libro Discursos a mis es-
tudiantes (Casa Bautista de Publicaciones, Núm. 42006), tie-
nen un matiz de relevancia para nuestra época. Léalas despa-
cio y con detenimiento:
Toda clase de sermones deben tender a la ilustración de los
oyen.tes, y las doctrinas enseñadas deben ser sólidas, impor-
tantes y abundantes. No subimos al púlpito sólo con el obje-
to de hablar, sino que tenemos que comunicar instrucciones
de la mayor importancia, y por lo mismo no podemos em-
plear el tiempo diciendo cosas fútiles por bonitas que sean.
La variedad de nuestros asuntos casi no tiene límite, y por
tanto, no podemos tener disculpa si nuestros discursos son
insípidos y triviales. Si hablamos como embajadores de
Dios, n.o tenemos nunca que quejarnos de falta de asuntos,
parque nuestro mensaje abunda en los pensamientos más
preciosos. Todo el Evangelio se debe presentar desde el púl-
pito; toda la fe, una vez entregada a los santos debe ser pro-
clamada por nosotros. La verdad tal como se encuentra en
Jesucristo, debe ser declarada instructivamente, para que el
154 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
pueblo no escuche simplemente, sino conozca la armonía de
la misma ... Nada puede sustituirse en vez de la enseñanza.
Para ser honesto, entre los factores más importantes que
hay que considerar en cuanto a cuál iglesia asistir uno y su fa.
mi1ia, está en primer lugar el compromiso de esa congregación
de ofrecer siempre buena enseñanza. No es suficiente ir a una
iglesia simplemente porque tenemos amigos que van allí, o
porque disfrutamos de un estilo particular de música. ¡Nece.
sitamos de buena comida para sobrevivir! Si usted es como yo,
su alma anhela una dieta regular de buena comida para ali.
mentar, fortalecer y robustecer su vida.
Todo gran restaurante tiene un plato especial que atrae a
mucha gente noche tras noche, semana tras semana, y año
tras año. ¡Excelente comida! La mayoría de nosotros sacrifi.
caría ambiente, atmósfera, ubicación e incluso la calidad de
servicio, para saborear la mejor comida de la ciudad. Ahora
bien, es posible que algunas personas en otras partes prefie-
ran velas y música romántica en vez de una buena comida.
Pero puedo decirle que a los tejanos nos gusta la carne grue-
sa, de buenos cortes, bien cocinada y puesta en la mesa bien
sazonada. Permítame que le haga ahora una pregunta: ¿Qué
hace la diferencia, no importa donde usted viva, entre un gran
restaurante y uno mediocre? El chef. Aunque rara vez conoce-
mos a estos capaces individuos, cuanto mejor es el chef, mejor
es la comida. Y cuanto mejor es la comida, más popular es el
lugar. Antioquía servía la mejor comida espiritual en Fenicia,
y era preparada casi a la perfección por un grupo de cinco
grandes chefs.
Saulo encajaba en ese grupo como el chef jefe encaja en un
gran restaurante. Era una iglesia excelente donde podía ejer-
cer sus dones y enseñar y predicar lo mejor que tenía. A mí me
habría encantado ser parte de esa congregación. Debió haber
sido estupendo ver a Saulo de Tarso abrir los antiguos rollos
del Antiguo Testamento y oírlo enseñar la Palabra de Dios. No
puedo sino imaginar cómo crecían esos bebés en Cristo, sabo-
reando y engullendo cada rico bocado de verdad divina. ¡De
repente me siento envidioso!
Creo que habría reaccionado como Pedro en medio de fa
transfiguración (como aparece en Mat. 17:4): "Señor, levante-
mos una enramada sagrada y quedémonos aquí. Hagámosla
Dejado libre para obedecer 155
permanente". El problema con esa clase de reacción es que en
la obra de Dios no hay un campamento permanente en todo el
planeta tierra. Al final llega el momento de levantarlo.
DEJADO LIBRE PARA OBEDECER
Mientras ellos ministraban al Señor, ayunando, cantando,
enseñando, testificando y orando, el Espíritu Santo dijo: "Muy
~jen, amarren los vagones a los caballos, muchachos ... ¡y al
oeste!" (Versión parafraseada revisada de Swindoll). "Necesito
'll Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado".
¿Puede usted imaginar cómo reaccionarian algunos hoy?
"¡Debes estar bromeando! ¿Vas a tomar dos de los cinco chefs
p~ra enviarlos a otro restaurante? ;Nos vamos a morir de ham-
bJl'et ¿Te vas a llevar dos de los mejores maestros de adultos
que tenemos en la iglesia, para llevarlos a algún campo mi•
s:im\~o distante? Eso es las dos quintas partes de todo nues-
tro liderazgo. ;No podemos permitir que estos hombres se nos
Y,~~h.I "".
Pero nada de eso ocurrió en Antioquía. Tan pronto como
e~tas personas entendieron que era el Espíritu de Dios quien
ljjs estaba enviando, los dejaron libres. Y el cambio sucedió
(¡no pase por alto esto!) "mientras ellos ministraban". No ocu-
r:,nó·en un periodo de calma, cuando el ceder personal no era
un problema, ni durante un período de transición de lideraz-
,go. Dios levantó a esos hombres de ese ambiente de emoción,
mientras la iglesia estaba en su cenit, yendo a toda marcha.
La iente venía por montones; quienes tenían grandes necesi•
dades encontraban respuesta; las almas estaban siendo sal•
vadas; las vidas, transformadas; las familias, sanadas. ¡El lu-
gar era excitante! Sin embargo, el Espíritu dijo: "Es tiempo de
hacer un cambio". ¿Quién lo hubiera pensado? Pero Dios abun-
d-U en sorpresas, ya que él ve todo el panorama mientras que
nosotros nos concentramos principalmente en el aquí y ahora.
!5ra la manera de Dios de decirles a Bemabé y Saulo que
ha~1a llegado el momento de salir. A propósito, fue el Señor
~u1cn ~1abló. En aquellos días, el Señor se revelaba por medio
ge vanas maneras. Hoy, creo que nos habla a través de su Pa-
labra,, a través del suave impulso del Espíritu, y a través del
testimonio colectivo de su pueblo. En aquel momento pudo
haber sido una visión nocturna, o durante el tiempo que los dis•
156 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
cípulos estaban orando, meditando en las Escrituras, o mien-
tras ayunaban. Dos de los líderes sintieron la dirección del
Señor en una nueva dirección, y otros identificaron la voz. El
Señor dijo, en realidad: "Tengo trabajo para dos de ustedes en
otro lado. No para todos ustedes, sólo para dos ... y mi plan es
el mejor. Dejen libres a Bernabé y a Saulo. Ellos son los dos a
quienes estoy llamando para que vayan a otra parte".
No hubo ninguna orientación preliminar. El cambio de
dirección vino sin aviso. No se les envió ningún memorando
antes de alguna reunión para que oraran por el asunto. El Es-
píritu habló y la iglesia escuchó. Y para que Bernabé y Saulo
obedecieran, necesitaban que se los dejara libres. La iglesia h1
hizo... y fueron liberados. ¿No es eso admirable?
Necesito detenerme aquí para hacer un par de observa-
ciones en cuanto a la naturaleza del ministerio. Muchas veces
es dificil para nosotros comprender la manera como Dios de-
cide dirigir su ministerio. Encontrar dirección en el mundo cor-
porativo secular es un tanto fácil, ya que hay políticas especüi-
cas, acciones a seguir, a quienes rendir cuentas y mercados de-
finidos que guían las decisiones de la empresa.
Los asuntos del ministerio rara vez son tan claros y pre-
cisos. Le servimos a una Deidad que no podemos ver, y escu-
chamos una voz que, literalmente, no podemos escuchar. Mu-
chas veces sentimos como si se nos pidiera que sigamos un
plan que no entendemos. Necesito decir en este punto que, en
el proceso de descubrir la dirección de Dios, estamos sujetos a
enormes cambios. Son cambios que tenemos que aceptar en el
poder del Espíritu, si queremos obedecer la dirección de nues~
tro Señor. Aunque tenemos una responsabilidad con la iglesia
a la que servimos, la responsabilidad final de todo siervo de
Dios es con el Señor. Sin esa devoción sincera al Señor, corre-
mos el riesgo de convertirnos en complacedores de las perso-
nas. Los líderes cristianos que se convierten en una suerte de
peones de ajedrez, concentrándose en agradar a la gente, son
unos cobardes dignos de lástima.
Sinceramente, hubo ocasiones, cuando era más joven, que
pequé en ese sentido, y siento pesar cuando lo recuerdo. Nada
bueno puede salir de un ministerio dedicado a complacer a las
personas.
En vez de ser guerreros del Rey, es fácil que nos convirta-
mos en miedosos inseguros, confiando en opiniones humanas
JJAJádd libre para obedecer 157
!l. _anhelando la aprobación de los hombres. Con la gracia de
D:Í~, eso jamás volverá a sucederme. Es mucho lo que he apren-
did(l de estos estudios biográficos que he estado escribiendo.
~fi responsabilidad es dar lo que el pueblo de Dios necesita, no
laque quiere. Cuando lo hago, esa verdad me golpea con la mis-
ma. autoridad que lo hace con las personas a quienes les predi-
~(I, Que Dios libre a todo pastor sincero, a todos los directivos
da una. iglesia que buscan la verdad, y a todo líder de iglesia
de la esclavitud de complacer a la gente.
Como ocurrió en Antioquía, Dios muchas veces ve un mi-
nisterio cuyas operaciones se están realizando sin problemas,
y dice: "Esa persona tiene que salir, y esta otra debe pennane-
"CeJ~ La estoy llamando para que vaya a servirme en otra par-
lé,¡. Muchas veces nos aferramos mucho a algunas personas,
por lo que Dios tiene que arrancárnoslas de las manos y dar-
no.s la gracia que nos permita dejarlas ir, a fin de que sus sier-
vos. escogidos puedan obedecer. El egoísmo quiere conservar,
no soltar.
Dispongámonos, entonces, a dejar marchar de buena gana
3 esos hombres y mujeres capacitados. Véalo de esta manera:
AJ dejarlos ir les permitimos que obedezcan. Si usted es lla-
n)a.dó por Dios para ir a un lugar o actividad que no esperaba,
go tíene que tenerle miedo al cambio. El cambio es aventura,
Y: la aventura ensancha nuestra fe. Todo esto significa creci-
miento, y el crecimiento se produce dentro de nosotros cuando
enfrentamos riesgos. Hay que marchar de frente. La fe y los
riesgos van de la mano. Es posible que este sea un concepto
completamente nuevo para usted.
Hace poco leí el libro Salvaje de corazón, Editorial Caribe,
de John Eldredge, que mencioné en el capítulo anterior. Este
es llll libro para hombres y acerca de los hombres, pero mu-
cb,p:s de los conceptos se aplican a ambos sexos. Permítame
q~·e haga una larga cita de cierta parte de este cautivante li-
b110. Imagine la escena que pinta el autor, e imagine que usted
witá en su lugar.
Hay un río que se desliza por el sur del estado de Oregon,
que va desde las Cascadas hasta la costa del Pacífico, y que
también se deslizó en mí durante mi niñez, formando un
cauce en los cañones de mi memoria. Cuando yo era mucha-
cho pasaba muchos días del verano en el Rogue, pescando,
158 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
nadando y recogiendo moras... Me encantaba el nombre que
los cazadores franceses· le habían dado: Río Bribón. Eso le
daba una traviesa bendición a mis aventuras allí; yo era un
bribón en el Bribón. Esos días preciosos de la niñez son al-
gunos de mis recuerdos más queridos, y por eso en el vera-
no del año pasado llevé a mi esposa Stasi y a los niños allá,
para compartir con ellos un río y una estación de mi propia
vida...
Hay una roca que sobresale en ese río, en un punto que
queda entre la Posada Morrison y el Bar Foster. El cañón se
estrecha allí, el Rogue se vuelve más profundo y se detiene un
momento en su loca carrera hacia el mar. En ambos lados se
levantan elevadas paredes rocosas, y en el norte -en la única
parte donde pueden llegar los canoeros- está Jumping Rock
(Roca de los clavados). El lanzarse desde los acantilados es
uno de los deportes favoritos de mis hijos, especialmente
cuando el tiempo es seco y caluroso y el clavado se hace des-
de una altura suficiente para quitarnos la respiración y pa-
ra sumergirnos en el agua más cálida de la superficie y des-
pués más en el fondo donde es oscura y fria, tan fría que hay
que salir a la superficie y al sol, dando boqueadas. Jumping
Rock está situada por encima del río, y tiene la altura de una
casa de dos pisos y algo más, tan alta que uno puede contar
lentamente hasta cinco antes de caer en el agua. (En una pis-
cina, saltando desde lo más alto, sólo es posible contar hasta
dos). Hay una facultad en el cerebro humano que hace que
todo acantilado parezca tener el doble de su altura cuando se
mira de arriba hacia abajo; entonces, todo en uno lo lleva a
decir: No se te ocurra saltar.
Pero usted no hace caso, y se lanza a la mitad del cañón,
y esa caída libre hace sentir como si tuviera todo el tiempo
para recitar el Discurso de Gettysburg, mientras que todos
sus sentidos están en alerta máxima mientras se sumerge
en las frías aguas de abajo.
... Después de ese primer salto, usted siente que debe
hacerlo otra vez, en parte porque no puede creer que lo haya
hecho, y en parte porque el temor ha dado paso a la emoción
de la libertad experimentada. Dejamos, entonces, que el sol
vuelva a calentarnos y después ... se pierde el miedo.
Yo quiero vivir toda mi vida de esa manera. Quiero
amar con mucha mayor entrega y no seguir esperando que
Dejado libre para obedecer 159
los demás me amen a mí primero. Quiero lanzarme a un tra-
bajo creativo digno de Dios.
m dejar_ en libertad a l?~ demás y el obedecer exigen esa
ic]ase_ d~ vahente consagrac1on a la voluntad de Dios. Aprenda
s recibir de buena gana los desafíos. Renuncie a esperar el te-
ner todas las ~e~puestas. No todo será tan perfecto y preciso
MJtl~ usted qmsiera. Una mentalidad cautelosa como ésa exi-
~e muy poca fe y no involucra para nada el elemento de la aven-
tura. Hay una palabra para calificar a los que no se arriesgan
para nada en la vida ... ¡aburridos!
, Ahora bie~, volva~os ~e nuevo a Antioquía. Ponga aten-
é16n a la reacción de la 1glesia. La Escritura dice: "Entonces ha-
b~e~do ~funado y orado, le~ impusieron las manos y los 'des-
pidieron (Hech. 13:3). ¡Que nobleza! ¡Qué reconfortante! No
hubo pr~gun~as: No hubo ningún espíritu de sospecha. Nadie
se ~ferro egmstamente a esos dos hombres como si les perte-
n~c1er~n. Hablaron con el Señor, se aseguraron de que su
dire~c10n era clara, y lueg~ tomaron una acción rápida. Deja-
roa 1r a esos hombres de D10s al trabajo que el Espíritu les es-
~a~a ll~ando a hacer. Y estos hombres, una vez que fueron
d,0Jados libres, ¡se lanzaron! Se sumergieron en el nuevo llama-
do, así como E ldredge y sus hijos se lanzaron desde Jumping
Rock.
. A propósíto, yo he dejado la mayor parte de los otros mi-
n:5ter10s en los que estaba involucrado, cuando no había nin-
gun problema. De hecho, del último me fui cuando todo mar-
eh~~a bien. Inevitablemente, la gente vino a preguntarme qué
h¡:fb¡a pasado. Para ~llos, era seguro que debía haber un pro-
bie~a, d? lo contrano no me estaría marchando. Aquello era
CUJ!J cómico. Algunos me dijeron, en voz baja: "Oye, Chuck.
¿(en$] fue realmente el problema?".
.. Yo sonreía, Y les decía: "Ninguno, en absoluto. El Señor me
ni llamado a Dallas, para ser parte del equipo de liderazgo
del Seminario de Dallas" .
Algunos, simplemente, no podían creer que Dios guiaba de
~~a manera. Las cosas estaban yendo demasiado bien. La igle-
ma estaba salu~able y seguía creciendo. Las vidas de las per-
soh~s estaban siendo transformadas. Había unidad en el per-
iPn~ Yentre todos los hermanos de la iglesia, algo que otras
!81~JSl,,;1S locales anhelaban experimentar. Finalmente, todos
160 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
ahora ven de qué manera estaba Dios guiando... y el tiempo
en que lo hizo era el correcto.
Es gracioso ver cómo es la naturaleza humana, ¿no le pa-
rece? Ya que todos estamos mal informados, llegamos a falsas
conclusiones y luchamos contra la realidad. Pero eso no suce.
dió enAntioquía. Nadie puso en duda la dirección de Dios. Nin-
gún líder de voz retumbante se ¡, ·1so de pie e intentó frustrar
la decisión tomada por la junta. Ndda de eso. El Espírit u ha-
bló y el pueblo de Dios respondió sin egoísmos. En el ver-
s ículo 4 leemos: "Por lo tanto, siendo enviados por el Espíritu
Santo, ellos descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre"
(13:4).
¡Eso sí que fue un cambio! Bernabé y Saulo se lanzaron a
una aventura totalmente nueva en una tierra extraña, y en
frente de ellos iba el Señor, mientras que tenían todo el res-
paldo de la iglesia de Antioquía. Pero no se trataba de un cru-
cero de placer. La vida se les hizo muy peligrosa. Los rigores
fueron tales que el joven Juan Marcos (alguien de quien ha-
blaremos en detalle más adelante) tuvo que abandonar el
equipo y volverse a casa.
Mientras estuvo en histra, Saulo fue apedreado y dejado
por muerto. ¡Imagine. dejaron Antioquía p01· esto!
El servir en el centro de la voluntad de Dios puede ser pe-
ligroso. Pero ya sea en tiempos de relativa tranquilidad o de
las peores dificultades, el principio fundamental es el mismG:
la obediencia exige cambio.
LIBERANDO Y OBEDECIENDO,
COMO ARCILLA EN SUS MANOS
El mantener moldeable y flexible la arcilla de su voluntad exi-
ge una constante a tención de su parte. Una vez que usted se
endurece y se hace rígido a la dirección de Dios, se vuelve me-
nos utilizable por parte de él. Quiero tomar, entonces, las ver-
dades con las que hemos luchado aquí y convertirlas en un bál-
samo suavizante que pueda aplicar con regularidad cuando
haya un cambio en el horizonte. El ingrediente en el bálsamo
que usted necesita aplicar contiene un poquito de lo negativo
y un poquito de lo positivo.
Primer ingrediente negativo: No se cierre a ninguna posi·
bilidad. Manténgase abierto a todo lo que Dios pueda tener
De.;adó libre para obedecer 161
para usted, dejando de lado todas las limitaciones. Sí, todas.
Ninguna de esas personas de Antioquía habría esperado que
Oios tomara a Bernabé y Saulo y los pusiera a trabajar jun-
tos, (Yo habría escogido a Lucio y Manaén, porque a ellos na-
die los iba a echar de menos). Pero es tan característico del
Señor seleccionar precisamente a las personas que usted y yo
quisiéramos conservar con nosotros para siempre. Elimine to-
das las fronteras, y dígale al Señor que está dispuesto a coo-
perar. Pero no olvide que usted puede ser el próximo Bernabé
0 Saulo que el Señor decide cambiar de lugar. Recuerde que
estamos hablando de cambios, de cambios para poder obede-
cer.
Segundo ingrediente negativo: No permita que las muchas
actividades emboten su sensibilidad. Recuerde que Dios habló
mientras ellos ministraban al Señor. Usted puede estar tan
ocupado en las actividades de la iglesia que no es capaz de en-
tender lo que el Señor le está diciendo. Los hombres de Antio-
quí:;l no permitieron que eso sucediera. Howard Hendricks, uno
de mis mentores y mi amigo por mucho tiempo, ha dicho: "La
m~yor amenaza para su ministerio puede ser su propio minis-
ooriol'. Creo que tiene razón (¡él generalmente la tiene!). Por
tanto. asegúrese de apartar un tiempo cada día para estar con
é.l Señor. mantener una mente abierta, meditar en su Palabra,
permanecer consagrado a la oración y dedicar tiempo suficien-
te para descansar. Sólo así podrá usted oír y discernir el su-
surro apacible de Dios en medio de la estridente actividad de
la iglesia. Cuando usted comience a sentir que él le está hablan-
do, sea sensible y mantenga una actitud abierta y lista para obe-
dett;r.
Primer ingrediente positivo: Deje a Dios ser Dios. Él es se-
lectivo cuando escoge a l,as personas. Escogió dos y dejó tres;
esa era su prerrogativa. El pudo haber escogido a todos los cin-
co o solamente a uno. El llamado es suyo. Nuestro Dios sobe-
rano hace su voluntad, y cuando ésta es clara nuestra res-
puesta debe ser obedecer. Corno solía decir un viejo predica-
dor. "¡Saluden y a la carga!". Y si usted no es escogido para ir,
-en vez de sentirse mal, ¡regocíjese! Dios tiene su plan y sus ra-
zones para escoger a quienes él escoge. Otros han sido llama-
dos para salir, usted ha sido llamado para quedarse. Deje a
Dios ser Dios, y nunca lo lamentará. Y no acepte nada más a
partir de ese momento.
 162 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA, Dejado libre para obedecer 163
Cuando mi esposa Cynthia y yo estábamos construyendo necesita una cosa: que usted diga: Sí. Ah, casi lo olvidaba. Tam-
nuestra nueva casa en Frisco, le dije a un amigo: "¿Sabes una l:,jén debe estar dispuesto a arriesgarse.
cosa? Este va a ser nuestro último lugar hasta que nos mu- ¿Recuerda la historia del río Rogue y la imagen de Jum-
ramos". ¡De repente me di cuenta de que sería una tumba! Por p!pg Rock? Muy bien. Cierre ahora los ojos e imagínese que está
eso, ya no digo más eso.
El Señor nunca dijo que Frisco, Texas, sería el último lu-
ªe puntillas en la orilla, haciendo un gran esfuerzo para ver
P1 borde del agua abajo... ¡una gran altura!
gar en el que me utilizaría. Él es el Alfarero, y yo la arcilla. Él ¿Está allí? Muy bien, respire profundamente... sonría... y
me está moldeando. Si fuera por mí, le habría dicho: "Ay, no ahora. .. ¡láncese!
me hagas eso. No me hagas p~recer a un jarrón. Yo quiero pa- jMagnífico!
recerme al David de Miguel Angel, y estar pastoreando aqu( Que comience la aventura...
en Frisco, proclamando en alta voz".
¡Qué tonto! ¡Tranquilo! Dejemos que él haga su trabajo.
Segundo ingrediente positivo: Esté listo para decir sí. No
espere que todos los detalles estén arreglados antes de acep-
tar dejar en libertad y obedecer. Por supuesto, habrá dificul-
tades y algunos trechos cuesta arriba en el camino. ¿Y eso qué
importa? Esté listo para decir sí y para confiar que él se ocu-
pará del resto.
En este punto tengo que añadir algo: No se sienta ~ulpa-
ble si el Señor no lo incluye en su lista de misioneros alAfrica.
Si él no lo está dirigiendo hacia allá, es porque no lo necesita
en África. Pero si él lo envía a otra parte, vaya allá. Y si él le
dice que se quede donde está, quédese tranquilo, y dé el máxi-
mo a lo que ha estado haciendo durante todos estos años. No
se complique la vida, la gracia de Dios es abundante. Disfrú•
tela.
Sé que eso suena absurdo en nuestra cultura detallista,
exacta, pragmática, superseria y grave. Pero eso exige gracia
y firmeza, la madera de hombres como Bemabé y Saulo.

UN CHEQUEO ÍNTIMO DE CORAZÓN

Sólo usted y el Señor conocen la condición de su corazón. ¿Es

arcilla flexible lista para ser moldeada por el Escultor Per-
fecto? ¿O se ha convertido en porcelana dura y quebradiza por
haber vivido sin fe durante años? Usted sabe exactamente
qué es lo que él le está pidiendo que haga. Puede ser algo que
está más allá de la lógica y muy lejos de las comodidades. Es
posible, incluso, que algunos amigos le estén diciendo que lo
que usted cree que Dios le está diciendo es incorrecto, comple-
tamente incorrecto. Sin embargo, su dirección es clara. Sólo se
 Capítulo diez
LAS ARISTAS FILOSAS DEL
AUTÉNTICO MINISTERIO

E1 ministerio auténtico no es para medrosos ni para far-

sante$. No hay la promesa de una vida de holgura ni de fama,
ni tampoco de los privilegios del mundo empresarial, donde
h1,s cuentas de gastos no tienen límite y el trato es muy con-
siderado. La mayoría de los ministros del evangelio pasan
treinta, cuarenta o cincuenta años en el ministerio, y lo que
reciben al final, como reconocimiento de toda una vida de lo-
gr,os, es poco más que un agasajo con torta y refrescos. No hay
toque de trompetas, ni una banda que toque, ni ninguna cele-
br..aclón glamorosa que estimule a estos fatigados siervos a es-
forzarse más. A decir verdad, el ministerio del evangelio es
tD'Vl :mezcla de sueños y realidades, de gozo y de sufrimientos,
d~ comienzos nuevos y de transiciones dolorosas, de amorosas
amistades y también de conflictos con líderes, de vacaciones
ocasionales y de agotamiento fisico y emocional; y es tener
up~ vida de limitaciones económicas. Para algunos que sirven
en, muchas partes del mundo es un trabajo verdaderamente
IDlrQ, que incluye persecuciones, cárceles, fuertes maltratos,
torturas e incluso la muerte. Dicho crudamente, el ministerio
165
166 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
auténtico tiene aristas filosas, que pueden robarnos los sue.
ños y hacer que se nos caigan las alas del corazón.
Dios tiene una manera de despertarnos cada cierto tiem.
po a la realidad, en la peregrinación que hacemos hacia el lo-
gro de nuestros sueños.
A partir de este momento, eso será cierto para nuestro
principal personaje, Saulo, llamado ahora Pablo, y para suco-
lega y amigo, Bernabé. El joven Juan Marcos también se les
había unido en este primer viaje. Él también tenía sueños y es-
peranzas. Sin embargo, se amilanarla pronto por todas las pre-
siones, dejando que Pablo y Bernabé siguieran su cruzada de
evangelización sin él. Pero de esto hablaremos más adelante.
Todo comenzó, entonces, mientras toda la ya familiar esce-
na del avivamiento de Antioquía se desvanecía en la distancia,
eclipsada por el sonido producido por la espumosa blanca ma-
rejada que se estrellaba contra el crujiente y quejumbroso cas-
co de la embarcación mediterránea en que estaban viajando.
EL FOCO VERDADERO
DE UN MINISTERIO AUTÉNTICO
El primer viaje misionero de Pablo ya se ha iniciado. Armados
con el llamamiento de Dios, los dos hombres se embarcan, sin
pérdida de tiempo, en su visión de proclamar la Palabra de Dios
a todos los que estén dispuestos a escucharlos. Irónicamente,
es su firme y fuerte compromiso con el evangelio lo que los
lleva a muchos peligros, fatigas y asechanzas. Pero, como vere-
mos, una de las características de un ministerio auténtico es
una inquebrantable entrega a la proclamación de la Verdad.
Por eso estoy escribiendo lo que fue la vida de Pablo a partir
de lo que nos revelan las Escrituras, en vez de apoyarme en
los numerosos mitos y leyendas que rodean su impresionante
vida.
Estoy convencido de que hay dos beneficios perdurables
de enfocar el ministerio en la Palabra de Dios: Sabemos que
estamos obteniendo verdades confiables, y nuestra fe se forta·
lece. Los mitos, las leyendas y las fantasías no ofrecen ningu-
no de los dos. Dios ha prometido bendecir su Palabra. Un minis-
terio comprometido con la comunicación de la verdad de las
Escrituras tiene la seguridad de la bendición de Dios.
Siempre que usted quiera hacer un estudio verdaderamente
¡;a~~ aristas filosas del auténtico ministerio 167
¡¡arlo de cualquier personaje mencionado en la Biblia, es a ella
6 donde tiene que acudir. Usted va a la Palabra de Dios para
i,e!'lel' iluminación, enseñanza y estímulo.
Por eso regularmente dedico tiempo, en la igles ia donde
S'~'.O, para dar testimonio de una de mis convicciones más
(Uettes en el ministerio. Siempre les digo que estoy apasiona-
damente comprometido con la predicación expositiva de la
Bil>Ua. De hecho, fue ese firme compromiso lo que nos llevó a
'iniciar esa iglesia en el otoño de 1998. Quienes comenzaron
l.loíl nosotros entonces, como también quienes ahora forman
parite de la congregación del nuevo ministerio, tienen un ham-
t,re profunda por la enseñanza de la Palabra de Dios. Curio-
samente, eso es algo raro hoy en día.
Estamos viviendo en una cultura que repudia la noción de
]n. verdad absoluta... de cualquier absoluto, en realidad. Los
resultados trágicos los vemos a nuestro alrededor. Pero no hay
ttempn. para suavizar ex profeso la verdad, para hacer el cris-
tianismo más aceptable a los incrédulos. ¡Qué forma de pen-
sar tan extraña! Ese pensamiento jamás habría cruzado por
ltt mente de Pablo, y tampoco debe cruzar por la nuestra.
El pastor Steven Lawson, al dar una serie de conferencias
en el Seminario Teológico de Dallas, habló apasionadamente
d.e la necesidad que tienen las iglesias de reafirmar su com-
promiso de proclamar la Palabra de Dios. Sus palabras fueron
después recogidas en la revista teológica de nuestro Semina-
rio, y merecen ser repetidas:
Mucha de la predicación evangélica se ha vuelto extraña-
mente uni:iotente y, lamentablemente, son muy pocos los que
se han dado cuenta de ello. AJ igual que Sansón, de quien se
apartó el Espíritu Santo sin que él lo supiera, muchos pas-
tores parecen tener poca conciencia de que el poder de Dios
ha desaparecido de sus otrora dinámicos púlpitos. En vez de
predicar con renovado fervor, están concentrados en utilizar
sus energías en estrategias secundarias, tales como el más
reciente programa de crecimiento de iglesias, estilos alter-
nativos de adoración y planes de mercadeo corporativos de
construcción de iglesias. Aunque algunos de estos afiadidos
pueden tener un lugar en la iglesia, la necesidad apremian-
te de hoy es que el poder divino esté de nuevo en los púlpi-
tos.
168 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
El corazón de esta crisis es la pérdida de la confianza en
el poder de Dios de usar su Palabra. Aunque muchos sostie-
nen la inerrancia de la Biblia, algunos pastores no parecen
convencidos de su suficiencia cuando la predican para lograr
los resultados deseados por Dios. Razonan diciendo que la pre-
dicación bíblica es anticuada, arcaica e irrelevante. En algu-
nas iglesias, el teatro, los diálogos, las películas y otros me-
dios parecidos están tomando el lugar de la exposición bíblica
sólida. Estas cosas no son necesariamente malas en sí mis-
mas, pero la explicación expositiva jamás debe ocupar una
posición inferior a esos medios secundarios de comunicación.
Sería bueno que los pastores examinaran de nuevo el
ministerio de los hombres de Dios que aparecen en la Biblia,
y que prestaran atención a su ejemplo como proclamadores
de la Palabra de Dios.
La convicción de Lawson es loable. Esa convicción debiera
caracterizar a cualquier ministerio que quiera ser auténtico.
Pablo emprendió su primer viaje misionero con un objeti-
vo claro y pleno de convicción: proclamar la Palabra de Dios.
Estoy convencido de que fue ese decidido compromiso con la
verdad de Dios lo que lo puso cara a cara con las aristas filo-
sas que acompañan a una convicción tan firme. No se trataba
de un crucero de placer en una temporada de vacaciones. Pablo
puso su rostro firme como un pedernal y jamás miró hacia
atrás. Su mensaje estaba lleno de gracia, pero él fue un mode-
lo de determinación que era verdadera firmeza. Era su llama-
do; era su destino.
Cuando yo hice mi solicitud para ingresar en el Seminario
de Dallas en la primavera de 1959, acababa de salir de la
Infantería de Marina, con muchos kilogramos menos, y lucien-
do un corte militar. Cynthia y yo esperábamos en la oficina del
secretario de admisiones para tener nuestra entrevista con el
doctor Donald K. Campbell, quien muchos años más tarde se
convertiría en el tercer rector del Seminario. Recuerdo que el
doctor Campbell me miró por sobre sus lentes y me hizo 1a
siguiente pregunta en cuanto a la dedicación de la vida al mi-
nisterio del evangelio, que me parece ahora un gran asunto en
el cual pensar: "Joven, ¿se sentiría usted feliz haciendo algu·
na otra cosa en su vida?".
Me puse a pensar en el asunto, ya que nunca antes me
t.;as aristas filosas del auténtico ministerio 169
habían hecho esa pregunta. Finalmente, le dije con toda sin-
ceridad: "No, señor, no me sentiría feliz haciendo otra cosa
que no fuera ésta. Estoy firmemente comprometido a servir a
Cristo por el resto de mi vida".
Un año después me dijo que jamás me habrían aceptado,
sí hubiera dado alguna otra respuesta.
El doctor Campbell sabía que el ministerio auténtico exige
una dedicación total. ¿Por qué razón? Porque en un ministe-
rJCI basado en la Palabra de Dios, en el que la verdad es procla-
mada y el complacer a las personas no es nuestro objetivo, hay
aristas filosas, generalmente desconocidas por el público. La
mayoría cree que los pastores y los líderes de las iglesias tra-
bajan los domingos y descansan el resto de la semana, ya sea
jugando golf o perdiendo el tiempo en cosas no esenciales o con
unos pocos amigos. Los que hemos estado en la obra de Dios
durante años, simplemente nos ponemos a mirar el techo cuan-
do escuchamos esa opinión. Las personas dicen cosas como és-
to.: "Bueno, todo lo que usted tiene que hacer es estar de pie y
hablar. ¿No es así, en realidad?". Pocos tienen conciencia de la
magnitud de la presión y de la gran responsabilidad que están
asociadas con la fiel presentación de la Palabra de Dios, y del
manejo posterior de las consecuencias.
Aclaremos algo antes de seguir adelante: Una vez que us-
t:ed hace el compromiso de servir a Cristo, en respuesta al cla-
to llamamiento de él a su vida, el enemigo lo pone directamente
~n su mira. ¡Y él tiene una puntería excelente! Es temporada
libre para cazar a todos los nuevos reclutas llamados a las filas
ti.e l ministerio del evangelio.
Satanás desprecia todo lo que nosotros amamos, y trabaja
febril y diabólicamente contra todo lo que nosotros tratamos
ae lograr en el poder del Espíritu. Por eso, permítame repe-
tirle las sabias palabras de mi amigo y antiguo colega, Don
Campbell: "Si usted se siente feliz haciendo a lguna otra cosa,
dedíquese a eso, por fauor".
Si no lo hace, las aristas filosas del ministerio le harán pa-
gar un alto precio, de tal manera que usted terminará desilu-
sionado y acabado.
Sin duda alguna, Pablo y Bernabé resolvieron ante el Se-
Jior:."Esto es lo que queremos hacer. Queremos ir donde tú
no8 has llamado a ir... querem os hacer el trabajo que tú nos
has. llamado a hacer". Ellos ignoraban por completo los de-
170 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
talles de su futuro. Esto siempre es así. Los siervos de Dios
nunca saben lo que les espera. (Si lo supiéramos, probable-
mente jamás iríamos). Así que, hicieron las maletas, se des-
pidieron de unos pocos, y se dirigieron a la costa, al primer
punto de destino en lo que 11egaría a ser un viaje de expe-
riencias angustiosas.
John Pollock en su libro The Apostle (El Apóstol) resume
así esta escena:
Los tres misioneros salieron de Seleucia en los primeros
días de la temporada de navegación, a comienzos de marzo
del año 47, para cubrir la corta ruta a Chipre, una elección
evidentemente preparatoria, por el hecho de que Bernabé
era chipriota y la isla tenía una numerosa población judía,
lo suficientemente grande como para producir un peligrosa
rebelión cincuenta años después. Allí había también una
gran población de esclavos paganos utilizados en la extrac-
ción del cobre, que había enriquecido a Chipre. Los após-
toles llegaron a Salamina, la ciudad comercial de la mitad
oriental (cerca de la moderna Famagusta), donde uanuncia-
ban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos".
LA ARISTA FILOSA DE
LAS EXIGENCIAS FÍSICAS
Un breve recorrido geográfico le ayudará a ubicar el primer
viaje misionero de Pablo. En su popular libro The Moody Atlas
of Bible Lands (Atlas Moody de las Tierras Bíblicas), Barry
Beitzel nos ayuda a poner en perspectiva la magnitud de los
rigurosos viajes de Pablo. Lea sus palabras cuidadosamente y
se quedará tan atónito como yo de las grandes exigencias físi-
cas que enfrentaron Pablo y Bernabé; él dice:
Las distancias cubiertas por el apóstol Pablo son insólitas.
De hecho, el Nuevo Testamento registra el equivalente a
unos 21.400 kilómetros, en línea recta, el recorrido hecho
por el gran Apóstol. Y si uno toma en cuenta todos los
desvíos que necesariamente tuvo que tomar a veces, la dis-
tancia total viajada pudiera exceder a esa cifra por un gran
margen. Además, parece que el Nuevo Testamento no docu-
menta todos los viajes de Pablo. Por ejemplo, parece que
Las aristas filosas del auténtico ministerio 171
hizo una visita a Corinto (2 Cor. 12:14; 13:1), que no
aparece registrada; se refiere a naufragios (2 Cor. 11:25), de
los cuales no tenemos ningún registro; y tuvo el deseo de
viajar a España (Rom. 15:24, 28), aunque todavía se discute
si logró o no llevar a cabo esa misión. Considerando los medios
de transporte de que se disponía en el mundo de Roma, la
distancia promedio que se viajaba en un día, las primitivas
vías de comunicación, los terrenos escarpados y a veces mon-
t.añosos a los cuales tuvo que aventurarse, el gasto total de
energía fisica del Apóstol no tiene comparación para noso-
tros. Muchos de esos kilómetros llevaron a Pablo a través de
lugares peligrosos, controlados en gran parte por bandidos
que aguardaban impacientes a sus víctimas (cf. 2 Cor. 11:26).
Por consiguiente, el compromiso de Pablo con el Señor im-
plicó una vitalidad espiritual que estuvo inseparablemente
unida a un nivel superlativo de resistencia física y de osada
valentía.
Lo que Beitzel llama compromiso, vitalidad y resistencia,
e!:I lo que yo llamo firmeza. Pablo tuvo abundancia de ella.
Uno de los aspectos angustiosos del ministerio es el enorme
gasto de energías que hay que hacer por períodos prolonga-
dos. Una vez que Pablo y Bernabé llegaron a Chipre, no en-
cendieron simplemente un fuego a la orilla de la playa y se pu-
sieron a esperar que se supiera que habían llegado. La narra-
ción histórica dice que atravesaron "toda la isla", proclaman-
do el evangelio y enseñando la Palabra de Dios.
No deje que los detalles le impidan ver todo el panorama.
En ese tiempo no había tranvías, ni trenes, ni se podían con-
seguir vuelos fletados para viajar por la isla. Tuvieron que
viajar a pie durante días, muchas veces de noche. Después de
explorar toda la isla, se detuvieron en Pafos. Aunque sin duda
alguna agotados por todo el viaje, fue después de la larga y
fatigosa caminata que se encontraron con un funcionario del
gobierno y con su gran amigo, un mago llamado Elimas. Este
último se opuso abiertamente a la enseñanza de los apóstoles.
Ahora bien, observe lo siguiente: Después de haber pasado
quién sabe cuánto tiempo viajando por la escarpada superfi-
cie de la isla de Chipre, de haber pasado noches durmiendo en
el, frío y duro suelo, usted pensaría que Pablo tendría poco
interés o le quedarían pocas energías para ocuparse de un
172 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
mago pagano y de su ridículo maletín de trucos. Por el con-
trario, se abalanzó contra ese reto como gallina sobre cuca-
rachas. Es que el llamamiento de Pablo lo impelía a la acción.
Lucas escribe:
Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu
Santo, fijó los ojos en él y dijo: "¡Oh tú, lleno de todo engaño
y de toda malicia, hijo del diablo, enemigo de toda justicia!
¿No cesarás de pervertir los caminos rectos del Señor? Y
ahora, ¡he aquí la mano del Señor está contra ti! Quedarás
ciego por un tiempo sin ver el sol. De repente cayeron sobre
él niebla y tinieblas, y andando a tientas, buscaba quien le
condujese de la mano. Entonces, al ver lo que había sucedi-
do, el procónsul creyó, maravillado de la doctrina del Señor".
Hechos 13:9-12
¿Qué le parece esa firmeza? A pesar de su debilitado esta-
do fisico, Pablo enfrentó resueltamente la oposición, defendien-
do con vigor la verdad y conduciendo a un pecador al Señor.
Eso me encanta. Un novato falto de compromiso habría escri-
to rápidamente su currículo, lo habría despachado por el me-
dio más rápido posible a la junta de misiones, y se habría re-
gresado a casa en el barco siguiente. Pero no Pablo. Él no re-
trocedía, ni siquiera por un momento. Como notaremos de aquí
en adelante, las dificultades avivaban su pasión. Ese hombre
no conocía la palabra "renuncia".
Los retos físicos no hicieron sino arreciar a medida que
continuaban el viaje de Pafos a Perge de Panfilia (13:13). Fue
allí, en esa dura región, donde varios eruditos bíblicos creea
que Pablo se enfermó de malaria o de alguna otra terrible
enfermedad de la costa. O, talvez, fue otra enfermedad la que
contrajo a partir de allí. Su mala visión, con la cual luchó por
el resto de su ministerio, pudo haber tenido su origen en al-
gún virus que pescó en Panfilia.
Lucas también nos dice que fue aquí, en este medio inhós-
pito, que Juan Marcos abandonó el viaje. Sin duda alguna, él
había sido de gran ayuda para ellos, ayudándolos de maneras
prácticas, llevando talvez el equipaje de esos dos intrépidos
misioneros. Con esa repentina partida, la ayuda desapareció,
y en cuestión de días el equipo de tres se redujo a dos. Ya esta-
ban sintiendo la presión, especialmente desde que surgió una ,,
J:,a.s aristas filosas del auténtico ministerio 173
enfermedad ... y ahora había una persona menos para ayudar
a llevar la carga.
Panfilia es conocida por su terreno escarpado y severo. De
wodo que, al ser abandonados por el joven Juan Marcos los
• • • ,i
dos m1s10neros tuvieron que cruzar ese peligroso ambiente
rural con sus pertenencias en las espaldas. Estaban cansados,
hambrientos, enfermos y consumidos espiritual y emocional-
mente. Los músculos les dolían y tenían los pies ampollados.
El ascenso de 1.066 metros y el recorrido por esa sierra cos-
llera los llevó a Perge, y después a más de 160 kilómetros al
norte, más allá de las montañas, hasta la colonia romana de
Antioquía de Pisidia. Siguieron adelante, solos, con valiente
determinación, rechazando el rendirse al agotamiento. ¡Qué
excelentes ejemplos de recordar, para nosotros, los que esta-
mos en el ministerio! Pero sus dificultades se hicieron mayo-
res a medida que seguían su viaje al norte.
LA ARISTA FILOSA DE
LA POPULARIDAD ESCURRIDIZA
IJ! largo y arduo viaje finalmente los llevó hasta Listra ( 14:8).
Los hombres, sin duda, tenían la esperanza de encontrar allí
un poco de descanso y alivio, después de haber sido persegui-
d()s en las ciudades que habían vfaitado hasta ese momento.
Sin embargo, todo el tiempo siguieron predicando y enseñan-
~odas Escrituras. De repente, algo sorprendente sucedió. Deje-
m()~ que la Biblia describa la escena:
:En Listra se hallaba sentado cierto hombre imposibilitado
de los pies, cojo desde el vientre de su madre, que jamás
había caminado. Este oyó hablar a Pablo, quien fijó la vista
en él y vio que tenía fe para ser sanado. Y dijo a gran voz:
"¡Levántate derecho sobre tus píes!". Y él saltó y caminaba.
Hechos 14:8-10
¿Qué le parece esto como ilustración dramática de un ser-
món? La reacción de la multitud supersticiosa era fácil de pre-
decir.
Entonces, cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, alzó
su ~oz diciendo en lengua lacónica: "¡Los dioses han descen-
dida a nosotros en forma de hombres!". A Bernabé le llama-
174 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
han Zeus y a Pablo, Hennes, porque era el que llevaba la
palabra. Entonces el sacerdote del templo de Zeus, que
quedaba a la entrada de la ciudad, llevó toros y guirnaldas
delante de las puertas de la ciudad, y juntamente con el
pueblo quería ofrecerles sacrificios.
Hechos 14:11-13
¿Me permite una digresión? ¡Qué momento tan tentador
para un predicador! Cuando la gente está tan impactada y
conmovida por su mensaje, puede cometer el error de tratarlo
como si fuera un Dios. ¡Qué fácil es que esto se le suba a la cabe-
za y comience a esperar una adoración tal! Pero no a Pablo y
Bernabé. Por el contrario, ellos no tenían la intención de ceder
a la peligrosa seducción de la popularidad. Observe su res-
puesta, algo realmente hermoso:
Cuando los apóstoles Bernabé y Pablo oyeron esto, rasgaron
sus ropas y se lanzaron a la multitud dando voces y dicien-
do: "Hombres, ¿por qué hacéis estas cosas? Nosotros tam-
bién somos hombres de la misma naturaleza que vosotros, y
os anunciamos las buenas nuevas para que os convirtáis de
estas vanidades al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar
y todo lo que hay en ellos".
Hechos 14:14, 15
En vez de aceptar, aunque fuera por un momento, la adu-
lación de la multitud, Pablo predicó un breve sermón, que seña-
laba a las personas el único Dios verdadero (14:15-17). Pero casi
no los oyeron, por lo que intentaron ofrecer sacrificios de ado-
ración a los dos hombres. ¡Qué breve fue su popularidad! El
extremo opuesto fue sólo cosa de minutos. Lucas escribe:
Entonces de Antioquía y de Iconio vinieron unos judíos, y ha-
biendo persuadido a la multitud, apedrearon a Pablo y le arras-
traron fuera de la ciudad, suponiendo que estaba muerto.
Hechos 14:19
¡Bienvenido al ministerio! En un momento usted está reci-
biendo reconocimientos, y en el siguiente esquivando tomates
o, peor aún, piedras. Yo sé lo que es eso; lo he vivido. Confie en
esto que le dice este viejo y encanecido pastor: Una vez que se
ias aristas filosas del auténtico ministerio 175
acaba la luna de miel, comienzan a caer las piedras. La popu-
laridad en el ministerio es un precipicio peligroso que tiene
aristas filosas que pueden cortar en dos a un ministerio.
Sorprendentemente, aunque yacía en un charco de su
propia sangre, Pablo se levanta y regresa a la ciudad de la
cual había sido arrastrado y dejado por muerto. Este era un
misionero resuelto, ¿no? Verdadera firmeza.
Permítame hacer una pausa aquí, para hacerle un par de
preguntas: ¿Puede usted imaginar tanto odio, al punto de que
la gente lo apedree y golpe tanto. hasta dejarlo inconsciente y
dejado por muerto? Aquí está otra: Si a usted lo apedrean en un
fügo.r, ¿pasaría la noche en ese mismo lugar? ¡Ni hablar! Lo que
uat;ed hace es alejarse de allí lo más pronto posible. Sea sincero.
Si usred está actuando estrictamente desde una perspectiva
horizontal, lo que quiere es estar a 1.500 kilómetros de distan-
cia de ese lugar cuando amanezca el día siguiente.
Eso es así, por supuesto, a menos que usted haya sido lla-
ma<lo y esté totalmente comprometido con la perspectiva ver-
tikal, Si es así, usted lo demuestra. No renuncia. Ni tampoco
t.()ma la revancha ni se pone a lamentarse. Usted se va a dor-
mir, n.oche tras noche, confiando en el mismo Dios que lo lla-
mó a servirlo allí, convencido de que él es soberano y que tiene
él control absoluto de todo.
Eso fue exactamente lo que hizo Pablo. De_ hecho, entró a
ll1 misma ciudad y pasó la noche allí (14:20). El mismo se in-
corporó del suelo polvoriento, puso a un lado las piedras más
grandes, se limpió la sangre de la cara y las manos, recuperó
la compostura, y regresó otra vez al púlpito. No pudieron ahu-
yentarlo. ¡Aplausos a un ministerio auténtico!
Usted pensaría que él debió tener un poco de precaución y
sentido común. Después de todo, Listra era un lugar peligroso
e. impredecible. ¡Pablo había sido lapidado y dejado por muer-
to! No querían verlo más, pero Dios lo había llamado a minis-
trar allí.
Oiga esto: El ministerio que permanece es el ministerio que
persevera tenazmente durante períodos de gran persecución.
No es el vacilante. No es el que necesita del a plauso de la
genta Es el que rechaza ser venerado como un dios. El minis-
leri0 auténtico entrega la verdad de Dios, no importa cuán
filosas sean las aristas o peligrosas las amenazas. El ministe-
11fo. de Pablo y Bernabé tenía esa clase de determinación.
176 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
LAS CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS
DE UN MINISTERIO AUTÉNTICO
Quiero compartir con usted las primeras dos de cuatro obser-
vaciones por las que el ministerio de Pablo fue auténtico. Le
daré dos ahora, y el resto en el próximo capítulo.
Primera: El ministerio de Pablo estuvo saturado con la
Palabra de Dios. En los capítulos 13 y 14 aparecen mencionadas
15 veces las frases "la palabra de Dios", "la palabra del Señor",
"la doctrina del Señor", "la palabra de verdad", "la Ley y los Pro-
fetas", "las buenas nuevas", "la palabra de su gracia" y "elevan-
gelio" (13:5, 7, 12, 15a, 15b, 32, 44, 46, 48, 49; 14:3, 7, 15, 21, 25).
En ese primer viaje, Pablo llevó apenas lo suficiente para
sobrevivir y para cubrir su desnudez, pero también un cora-
zón rebosante de esperanza y la confianza de que Dios lo ayu-
daría a mantenerse fiel. Eso fue lo que lo mantuvo cuerdo. Eso
fue lo que lo fortaleció contra las fauces estranguladoras de los
maltratos en el ministerio.
¿Pudiera ser que usted se ha vuelto un poco flojo, en los
últimos meses, en su compromiso de dedicar tiempo a la Bi-
blia? Puede que eso le esté sucediendo, como me sucede a mí
de vez en cuando. Entonces, hágale caso a esta cordial adver-
tencia: Si usted se está preparando para ir a estudiar a la uni-
versidad o al seminario, o para tomar nuevas responsabilida-
des ministeriales, o para iniciar una nueva fase en su carrera,
no lo haga sin primero establecer un tiempo regular para es-
tar a solas con el Señor, preparándose para el nuevo reto, in-
virtiendo tiempo en su Palabra. De esto dependerá su futuro
espiritual. Sin ese compromiso de tener saturada su vida con
la Palabra de Dios, usted se lanza a un futuro desconocido a
su propio riesgo. Por eso, lo exhorto a pasar tiempo suficiente
con el Señor para que sea fortalecido interiormente. Esto pue-
de comenzar con apenas 15 minutos diar-ios.
Algunos de ustedes estarán pensando: ¡Yo no tengo 15 mi-
nutos diarios! Entonces, trate de recortar su tiempo de receso
para almorzar, de manera que pueda tener tiempo para inver-
tirlo en la lectura de un salmo, o para asimilar una de las epís-
tolas del Nuevo Testamento.
Si Pablo pudo saturar su vida con la Palabra de Dios, us-
ted y yo podemos hacerlo también. Usted está tocando a algu-
[~ aristas filosas del auténtico ministerio 177
nas personas en su área de influencia, que probablemente na-
dfl"roás podrá tocar. Sea conocido por su compromiso bíblico,
pQt su orientación bíblica, por su consejo bíblico. Sea aprecia-
do por su posición bíblica en cuanto a los valores morales.
Tódo comienza con la inversión de tiempo en la Biblia. Hága-
Jb. Satúrese con la Palabra de Dios. Esto le será de gran ayu-
da en el camino de tener un ministerio auténtico.
Segunda: El mensaje de Pablo enfatizó el evangelio para
f,bs perdidos y la gracia para los salvados. Este es un modelo
maravilloso para ser adoptado por cualquier ministro o minis-
terio. Después de haber estudiado la vida de Pablo, particu-
larmente en estos últimos años, encuentro dos temas principa-
l~~ entretejidos en el tapiz de su ministerio.
Primero: Les presentó el evangelio a los perdidos.
Por lo tanto, hermanos, sea conocido de vosotros que por
medio de él se os anuncia el perdón de pecados. Y de todo lo
que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él
es justificado todo aquel que cree.
Hechos 13:38, 39
Imagine el impacto que tendrían nuestras iglesias en las
comunidades si cada creyente se comprometiera a compartir
el evangelio una vez a la semana con alguien que exprese una
necesidad.
Hace poco tuve el maravilloso privilegio de compartir el
evangelio con un empresario. No fue una presentación muy
sofisticada, pero se presentó la oportunidad y yo hice lo mejor
que pude para lograr que el mensaje fuera claro. Simplemente
tomé una servilleta de papel, y en ella dibujé una serie de is-
l!s rodeadas por una extensión de agua. Le dije que las elec-
<Henes que él había hecho en su vida eran como puentes que
lo habían conducido a ciertas islas del mar. Lamentablemen-
te, le dije, el puente que había escogido lo había conducido a
una isla llena de escombros. Lo que él anhelaba era encontrar
e.l puente que salvara el golfo de separación y que lo condujera
0) a !ierra firme de paz, perdón y esperanza. Finalmente le
di.Je: Usted ha elegido los puentes equivocados hasta ahora y
e}lo.s le han conducido a islas equivocadas: a cierta religión, a
Q1erta enseñanza falsa, a un montón de buenas obras, a una
á:rea de autoayuda. Pero no ha tenido el puente que conduce
178 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
al lugar donde todos nosotros tenemos que estar. Ese puente
que usted no ha tenido es Cristo.
Con las palabras más sencillas le expliqué cómo podía él
tener una perfecta relación personal con el Salvador. En ese
momento no creyó. Es posible que lo haya hecho en las horas
siguientes. Eso sólo lo sabe Dios. Nuestra responsabilidad es
invertir el evangelio en las vidas de los perdidos y dejar los re-
sultados a Dios. Eso es lo que hacía Pablo. Eso hizo que su mi-
nisterio fuera auténtico.
Segundo: Su mensaje tenía grandes dosis de gracia para
los salvados. Así como los perdidos no entienden lo que es el
evangelio, los salvados rara vez entienden lo que es la gracia.
(Lea esta oración otra vez, por favor). Pocas cosas son tan ago-
tadoras y tan poco placenteras como el intento de los creyen-
tes de complacer a las personas que los rodean, tratando de
cumplir con demandas legalistas inalcanzables. ¡Qué trampa
tan terrible, y miles caen en ella! ¿Cuándo vamos a aprender?
¡La gracia nos ha hecho libres! Ese mensaje estuvo siempre
presente en los sermones y en el testimonio personal de Pablo.
Entonces una vez despedida la congregación, muchos de los
judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a
Bernabé, quienes les hablaban y les persuadían a perseve-
rar fieles en la gracia de Dios.
Hechos 13:43
¿No es eso admirable? "Pablo, Bernabé: Sigan hablándo-
nos de la gracia. Sigan predicando acerca de la gracia".
Y el mensaje de la gracia seguía fluyendo ...
Ellos continuaron mucho tiempo hablando con valentía, con-
fiados en el Señor, quien daba testimonio a la palabra de su
gracia concediendo que se hiciesen señales y prodigios por
medio de las manos de ellos.
Hechos 14:3
Y todavía un poco más ...
De allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomen-
dados a la gracia de Dioa para la obra que habían acabado.
Hechos 14:26
Si usted y yo, de manera consistente y amorosa damos el
~ - aristas filosas del auténtico ministerio 179
evangelio a los perdidos, y la gracia a los liberados de la culpa y
angustiados, jamás nos faltarán personas que anhelan ser libres.
Los perdidos necesitan saber cómo pueden ir de la isla de
tos escombros, llena de desgracia y culpa, a la isla de la paz y
el perdón, rebosante de gracia y misericordia. Construimos
esos puentes cuando amorosa y pacientemente comunicamos
el evangelio. Usted no tiene que ser graduado de un Semi-
nario para hacerlo. Tampoco tiene que tener un rico vocabu-
Jiirio religioso. Comparta con esas personas lo que Cristo ha
hecho por usted, de manera franca, auténtica y sincera. ¡Quién
sabe lo que puede suceder! Es posible que no pase mucho tiem-
po antes de que usted tenga el gozo de conducir a un pecador
perdido, de la oscuridad de la mazmorra de la muerte a través
del puente que conduce a la esperanza liberadora de una nue-
va yida en Cristo. Y una vez que haya llegado, ¡déjelo en liber-
t'(!dJ Déjelo en libertad para que disfrute de la grandiosa liber-
tad que da la gracia. No lo asfixie con un montón de reglas y
regulaciones que lo ponen en libertad condicional y que lo
mantienen en ese depósito de almacenamiento "hasta que
haya enderezado su vida". Hacernos santos es la obra del
Espíritu. La parte que le corresponde a usted es ser fiel para
d~r el evangelio a los perdidos y gracia a los salvados. Después
de esto, deje los re¡mltados en las manos del Señor.
Es bueno pensar en grande, y es excelente hacer planes
<1p1;1 una actitud positiva. Pero no olvide las lecciones de Pablo
y Bernabé. El terreno del ministerio auténtico es pedregoso y
algunas de esas piedras tienen aristas filosas. Y hablando de
esto, permítame concluir este capítulo mencionándole...
LA ARISTA FILOSA DE LOS
RESULTADOS DECEPCIONANTES
Una oración del diario de James Gilmore, misionero pionero en
Mongolia, ha permanecido conmigo desde el día que la leí por pri-
mera vez. Después de trabajar duro y por muchos años por la
ea.usa de Cristo en ese sufrido país, escribió; "En la forma visible
·de convertidos, no he visto ningún resultado. No he vist,o, hasta
d()Jlde yo sepa, a ninguna persona que haya querido ser cristiana".
Pernútame que añada algo más de dramatismo a esa de-
cl_ar~ción, mencionándole una anotación que Gilmore hizo en su
dfurio en los primeros días de su ministerio. Expresaba sus sueños
180 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

y cargas por el pueblo de Mongolia. Escritos por su propia mano

en el diario están estos sueños: "Diviso varias cabañas. ¿Cuándo
podré hablarles a estas personas? Ay, Señor, que tu Espíritu me
diga cómo debo introducirme entre ellos, y cómo prepararme
para enseñar la vida y el amor de Jesucristo".
Esa era su esperanza. Anhelaba alcanzar a los perdidos de
Mongolia con el evangelio de Jesucristo. ¡Qué diferente de lo
que escribió muchos años después: "No he visto, hasta donde Capítulo once
yo sepa, a ninguna persona que haya querido ser cristiana"!
¿Qué había sucedido en todo ese tiempo? Había encontra-
do la arista filosa de un ministerio auténtico. Cuando yo escri- UNA ESTRATEGIA
bo acerca de tener éxito en la obra del Señor, no estoy prome-
tiendo el éxito como lo definimos en términos humanos. No PARA ENFRENTAR LAS
estoy diciendo que si usted es fiel en proclamar la Palabra de CIRCUNSTANCIAS EXTREMAS
Dios su iglesia va estar de bote en bote. Algunos de los siervos
más fieles de Dios se han entregado de cuerpo y alma a la pro-
clamación del mensaje en algunos lugares, y la iglesia no está
creciendo. Una gran tentación para quienes se encuentran en
esa dificil situación es buscar alguna otra cosa que ofrezca la
promesa de resultados más visibles. No lo haga. Siga donde es-
tá. Dios está obrando. Algunos han sido llamados a ministrar
en muy buenos lugares, entre cuyos privilegiados me cuento.
Pero otros son llamados a Listra y a Derbe, o a las regiones
más remotas de Mongolia, donde muy pocos, o nadie, expresan
interés por el Salvador. Mi respeto por esas personas, y por la Estoy convencido de que hay, al menos, tres principios fun-
legión de otros como ellos, no tiene límites. damentales para tener una vida realizada: un c:laro sentido de
¿Está usted preparándose para una vida en el ministerio? identidad personal, un sólido sentido de misión y un profundo
¿La idea de pararse frente a una multitud de personas para sentido de propósito.
darles la Palabra de Dios con pasión y convicción apela a su A través de los años, he observado que las personas que
sentido de aventura? Entonces necesito preguntarle una vez saben quiénes son, que tienen un claro sentido de su misión, y
más: ¿Hay algo más en este mundo que le produciría mayor ®ª entienden el plan y el propósito de Dios para sus vidas, son
gozo? Si lo hay, dedíquese más bien a eso. No vacile en lo más personas que experimentan una realización genuina. Esto no
mínimo. significa que no enfrentan obstáculos extremos, sino que han
Pero si usted sabe que el Señor lo ha llamado a su obra, y aprendido a enfrentar esos retos de maneras que convierten a
usted no se sentiría r ealizado haciendo otra cosa, entonces de- IOFJ obstáculos en oportunidades. En vez de dar tumbos sobre
díquese a ella y no mire jamás atrás. .ellos; siguen adelante en medio de ellos.
Pero debo añadir que si usted está seguro de su llama- 'Eso puede describirlo a usted. Si es así, está siguiendo ha-
miento, debe estar preparado para esas aristas filosas. Juan cia la meta, venciendo obstáculos, porque está enfocado en lo
Marcos no lo estaba, y por eso renunció. Cu~ndo esas duras que es, en lo que está llamado a hacer, y en cómo sus circunstan-
aristas le robaron sus sueños, se desanimó. El no fue el pri- cias particulares encajan dentro del propósito superior de Dios.
mero, y ciertamente no será el último a quien le sucederá eso.
181
182 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Henry Ford dijo: "Los obstáculos son esas cosas espan-
tosas que uno ve cuando quita sus ojos de la meta". Esa máxi-
ma la tengo enmarcada y ocupa un lugar prominente en mi ofi.
cina de la iglesia.
Es, en realidad, el cuadro de un esquiador descendiendo
por una pendiente suicida, que tiene inmensos cerros de nie-
ve. El esquiador parece estar navegando esa aterradora baja-
da casi sin ningún esfuerzo. En el fondo de la foto están im-
presas las palabras: "Los obstáculos son esas cosas espanto-
sas que uno ve cuando quita sus ojos de la meta".
Por mucho tiempo he anhelado esquiar con esa clase de
estilo elegante. Pero, la verdad sea dicha, son raras las veces
que me he aventurado a hacerlo en la pista para aprendices
de esquí, y por una buena razón: Hace algunos años intenté
esquiar en una pista de tamaño mediano cuando me encon-
traba en Keystone, Colorado. Pensé que lo estaba haciendo
bien, hasta que llegué a menos de la mitad de esa pista por la
que descendía por la colina. Para horror mío, me encontré in-
clinándome abruptamente hacia la izquierda, sobre un esquí
y sin ningún control; y con el otro esquí donde no debía haber
estado (casi sobre mi cabeza). En esa época asistía a una es-
cuela donde se daban clases a jóvenes esquiadores. Mientras
volaba por los aires, y mi esquí y los palos eran sacudidos vio-
lentamente por el viento, escuché decir a la maestra, en voz
alta, mientras trataba de proteger a los niños de este misil
humano que viajaba colina abajo a unos 50 kilómetros por ho-
ra: "Eso no es lo que quiero que ustedes hagan". Swindoll en
esquís, sin los ojos puestos en la meta. Recuerdo que terminé
no lejos de una manada de búfalos que estaban pastando y
mirando en mi direcci6n. Aterricé en un mogote, cubierto de
nieve y sin esquís. Un espectáculo nada bonito.
EL PODER DE UNA ACTITUD ADMIRABLE
En su libro titulado Man's Search for Meaning (La búsqueda
humana del significado de las cosas), Viktor Frankl escribió
estas maravillosas palabras:
Nosotros, que tuvimos la experiencia de vivir en los campos
de concentración, podemos recordar a los hombres que ve-
nían a las barracas para confortar a los demás, desprendién-
(Jna estrategia para enfrentar las circunstancias extremas 183
(lose de sus últimos pedazos de pan. Puede que hayan sido
allllléricamente pocos, pero ofrecen una prueba suficiente de
que a un hombre se le puede quitar todo, menos una cosa: La
última de sus libertades es elegir su actitud en cualquier cir-
cunstancia que se encuentre, elegir su propio modo de obrar.
No podría estar más de acuerdo. Siempre estamos hacien-
do elecciones en la vida. Cuando nos despertamos en la ma•
~o-11. elegimos la actitud que finalmente guiará nuestros pen•
samientos y acciones durante el día. Estoy convencido de que
nuestras mejores actitudes surgen de una clara comprensión
de nuestra propia identidad, de un claro sentido de nuestra
misión divina, y de un profundo sentido del propósito de Dios
para nuestras vidas. Esa clase de actitud, que honra a Dios,
nos anima a seguir adelante, a concentrarnos en la meta, y a
responder de las maneras más admirables a las circunstan-
,ch}.s difíciles de la vida.
Fue esa clase de actitud admirable la que Pablo y Bernabé
mantuvieron siempre a través de todo su viaje núsionero. Los
dos, siervos enviados por Antioquía se enfrentaron a, y se im•
pusieron sobre, incontables situaciones dificiles con la determi-
riaaión inflexible de permanecer concentrados en la meta.
Todos nosotros necesitamos una estrategia confiable para
enfrentar las circunstancias difíciles. La situación que ahora
~ asoma en forma vaga frente a usted puede ser arreglada, o
pl.l~.d.e parecer imposible de superar con sus propias fuerzas.
,Pü,ede ser el resultado de sus propias acciones, o talvez sea
u¡,;t:ed una víctima inocente, atrapada en la resaca de las con-
secuencias de las acciones de otra persona. Cualquiera que
~ea el caso, podernos ser fácilmente intimidados, e incluso lle-
narnos de temor, y a la postre quedar paralizados al enfrentar
ta1es.obstáculos. La única manera de ir más allá de esa clase
de. punto muerto paralizante es aprender a aceptar y a confiar
el\ el plan de Dios. Usted tiene que abandonar los controles y
esperar que él actúe.
RESPUESTAS MADURAS
A REACCIONES AMBIVALENTES
1,mr¡u~ las respuestas fueron ambivalentes, las de Pablo fu.e-
rt)t]¡ maduras. Esta es la tercera de las cuatro observaciones
 184 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
que quiero hacer en cuanto al ministerio auténtico de Pablo.
En el capítulo anterior vimos las dos primeras, y en este que-
remos estudiar con detenimiento las otras dos.
En las páginas que siguen, quiero ofrecer varios ejemplos
de la respuesta madura de Pablo a las circunstancias dificiles
que enfrentó a lo largo de su ministerio. Creo que usted estará
de acuerdo con que esa experimentada madurez y esa deter-
minada firmeza caracterizaron su respuesta a cada situación.
Dejamos a Pablo y a Bernabé cerca de la culminación de su
cruzada misionera en la isla de Chipre. jEra tanto lo que depen-
día del éxito de este primer avance misionero! Contra todo lo
esperado, avanzaron con ímpetu y :firmeza, sin mirar jamás
atrás. ¿Qué mantuvo firme su determinación? Ya lo vimos an-
tes: su claro sentido de identidad personal, la firme compresión
de la misión que se habían fijado, y el propósito determinado de
construir un puente de gracia para las tenebrosas tierras de los
corazones del mundo gentil. Esa visión se asomaba tan bri-
llante y tan amplia, como el cielo sin nubes del Mediterráneo.
Pero nubes tormentosas llegarían pronto en raudales, a medi-
da que los vientos fríos se dirigieran al norte, hacia las incier-
tas tierras de los gentiles. El biógrafo John Pollock, en su libro
The Apostle (El Apóstol), describe hábilmente la escena:
Para Pablo, Chipre no podía ser más que un preludio; el men-
saje cristiano ya se conocía allí desde la llegada de los refu-
giados que habían sido perseguidos por él mismo hacía 15
años, mientras que su determinación era ir ªdonde Cristo no
era nombrado". Tenía la confianza de que el Señor le revelaría
una estrategia. Tenía la fuerte conciencia, como lo demues-
tran sus acciones, de que toda la operación estaba en las
manos del Señor Jesús, que no era un espectador pasivo sino
el comandante invisible, listo para echar mano de las oportu-
nidades, para recuperarse de los reveses y para desplegar sus
fuerzas reunidas bajo su bandera. Bemabé posiblemente
tenía dudas de que la Palabra sería recibida por los paganos;
Antioquía pudo haber sido un caso especial. Pero Pablo no tenía
esas dudas. Ambos aguardaban una señal.
La señal no tardaría en llegar, después de que Pablo y
Bernabé, juntamente con el joven Juan Marcos circundaron el
último trecho de la costa de Chipre. Antes de levar anclas
C]Jll1 estrategia para enfrentar las circunstancias extremas 185
para dirigirse a todos los puntos en dirección norte, el misio-
nero enviado por Antioquía tuvo una cita divina con un falso
mago, que se les cruzó en el camino, maldiciendo y agitando
su-varilla mágica opositora.
l:,rt respuesta a un falso profeta
Cuando Pablo tenía que ser firme, daba un paso al frente para
enfrentar la situación. Ese es el primer principio para respon-
der correctamente a las circunstancias extremas. Ya vimos
brevemente esto en el capítulo anterior. Enfoquemos e] asun-
to más de cerca. El doctor Lucas recuerda sucintamente el
acontecimiento de esta manera:
Habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a un
mago, falso profetajudío, llamado Barjesús. Él estaba con el
procónsul Sergio Paulo, un hombre prudente. Éste, mandan-
do llamar a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de
Dios. Pero el mago Elimas (pues así se traduce su nombre)
les resistía, intentando apartar al procónsul de la fe.
Hechos 13:6-8
La palabra Bar significa "'hijo". El hombre tenía el descaro
de ostentar el apodo de "hijo de Jesús". Evidentemente, era un
farsante, un completo charlatán o, como dice Lucas, "un falso
prnfet.a". Acompaña ba a un funcionario romano llamado Sergio
Paulo, aJ que Luca s describe como "procónsul, un hombre pru -
dente". Este había solicitado oficialmente una reunión con Pablo
y Bemabé con el propósito de escuchar la Palabra de Dios.
Aquí vemos a un gentil que vivía en Chipre, que oye ha-
blar del ministerio de estos dos misioneros llegados de Antio-
Aluin, y los manda llamar. ¿Podía ser esta la señal que ellos ha-
·bfoa estado buscando?
El hombre les dice: "Quiero escuchar el mensaje directa-
mente". Pero su compañero, Elimas, el falso profeta y mago,
llP C!)mpartía su celo por la verdad, y por eso se opone a Pablo
Y a Bernabé e intenta impedir su avance.
No sé lo que hizo. Quizás ridiculizó lo que ellos estaban
diciendo, como lo haría un bufón de la corte para entretener a
11D rey. Es posible que los haya remedado o interrumpido sus
enseñanzas con argumentos absurdos y objeciones irritantes.
186 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Pollock, anteriormente mencionado, propone un motivo más
insidioso. Escribe lo siguiente:
Los hombres estaban conversando animadamente, apoyán-
dose mutuamente con sus argumentos, cuando abrupta-
mente y desafiando el protocolo Elimas los interrumpe. Lan-
za un venenoso ataque contra ellos y su mensaje, "intentan-
do apartar al procónsul de la fe" con todo el vigor de un hom-
bre que ve que su influencia está a punto de quedar neutra-
lizada.
Quizás fue esto lo que sucedió. Obviamente, el necio temi6
que perdería su empleo si estos exaltados convencían a su bene-
factor de que se convirtiera. Por eso, estaba resuelto a detener
todo avance de parte de ellos.
Este no era el momento para que Pablo fuera tolerante o
pasivo. Vivimos en una cultura que prácticamente ha endiosa-
do a la tolerancia. Hace poco una señora me dijo, con una son-
risa de oreja a oreja: "Yo amo a todo el mundo, incluso al dia-
blo". A esto es lo que yo llamo "tolerancia en decadencia". No
se equivoque: nosotros no podemos amar al diablo, ni tampoco
podemos amar todo lo que todo el mundo ama. Cristo nos or-
dena amar a las personas, aun a nuestros enemigos, pero esto
no significa que debemos evitar salir en defensa de la verdad.
Pablo no retrocedió ni un milímetro. Puedo ver cómo se le eri-
zan los vellos del cuerpo mientras muestra sus dientes espi-
rituales y gruñe:
¡Oh tú, lleno de todo engaño y de toda malicia, hijo del dia-
blo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de pervertir los
caminos rectos del Señor? Y ahora, ¡he aquí la mano del
Señor está contra ti! Quedarás ciego por un tiempo sin ver
el sol. De repente cayeron sobre él niebla y tinieblas, y an-
dando a tientas, buscaba quien le condujese de la mano.
Hechos 13:10, 11
¿Puede usted imaginar el impacto que le produjo a este
confundido mago el darse cuenta de que se había metido con
quien no debía? Sólo que ahora no se trataba de un acto de
prestidigitación. Había quedado ciego. El lugar se le oscureció.
¡Se le apagaron las luces!
lf:na estrategia paro enfrentar las circunstancias extremas 187
Honestamente, por más dogmático que haya sido a veces,
yo jamás he reaccionado frente a alguien de esa manera. De-
biera haberlo hecho en algunas ocasiones, pero no lo hice. Yo
tengo la tendencia a errar en el aspecto de la diplomacia. He
confrontado a personas, pero jamás he llamado a alguien "hijo
del diablo". No obstante, Pablo lo hizo y tenía toda la razón.
E~o·fue una exhibición de firmeza. Cortó de raíz a la oposición.
La·oportunidad era, simplemente, demasiado crítica para ser
ignorada. Sabía que los riesgos eran grandes, y también lo
sa.bfa el diablo. Esta no era sino una batalla por el alma de
Sergio Paulo. Aquí no podía haber ninguna diplomacia.
Cuando tuvo que ser firme, enfrentó la situación, y el resul-
tado fue magnífico. Asombrado por la clara manifestación del
poder -de Dios y por la enérgica reacción de Pablo, el fun-
cionario pagano creyó, y casi podemos ver abierta de par en
pa1· la puerta a los gentiles.
Usted también puede enfrentar oportunidades semejantes
para desafiar a los enemigos de la verdad. Los desafíos se pre-
sentan de formas diferentes, y algunos son más insidiosos que
otros. Mi consejo, cuando la oposición contra la verdad sea tan
severa, es que enfrente la situación, basado en el ejemplo de
Pablo. Deje luego los resultados a Dios. Salga al frente y hable
claro en el nombre del Señor. Tenga la seguridad de que él lo
protegerá. No se precipite. Pídale sabiduría en la elección de
las palabras, antes de decir nada, y luego hable valiente-
mente. Es posible que los resultados no sean tan dramáticos
eomo lo que sucedió en Chipre, pero el Señor honrará su fe.
'Las pocas veces que he tenido que usar tal firmeza para en-
frentarme al error, el Señor me ha dado un sentimiento de
arrojo invencible.
Pablo manejó esa particular oposición externa con confian-
.za serena. Sin embargo, pronto se presentaría otra prueba, y
e~a amena.za vendría de adentro.
La respuesta de Pablo a la deserción
Cuando alguúm desertó, Pablo siguió adelante. Este es el prin-
#pio número dos. Pablo, Bernabé y Juan Marcos habían sali-
UQ de Chipre y se dirigían a la costa meridional de Turquía, a
µn lugar conocido como Panfilia, cuyo escarpado litoral ascen-
día abruptamente hacia las imponentes alturas de una cade-
188 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
na montañosa; Pollock la describe como "más empinada y pe-
ligrosa que la de Taurus cercana a Tarso, y más terrible que
cualquier elevación conocida por el chipriota Bernabé o por el
israelita Juan Marcos".
Esa sola vista debió haber iniciado la marejada de dudas
que al final inundaría el alma del joven Juan Marcos. Como
vimos en el capítulo anterior, fue en esta región que el apóstol
Pablo se enfermó gravemente de paludismo o de alguna otra
seria enfermedad costera. Esto pudo haber sido la gota que
derramó el vaso, para el inexperto viajero. Sin dar ninguna
explicación, Lucas escribe: "Juan se separó de ellos y se volvió
a Jerusalén".
El relato clama por más información. Usted desearía que
Lucas hubiera añadido: "porque añoraba a su familia" o "debi-
do al peliagudo viaje que le esperaba" los abandonó. Nada de
eso nos es ofrecido, por lo que tenemos que depender de nues-
tra imaginación.
Honestamente, si tengo que escoger algo, yo diría que al
tipo se le aflojaron las rodillas. Eso, unido a un poco de nos-
talgia, fue suficiente para que se perdiera en el horizonte. Su.
deslealtad incomodó a Pablo, como veremos en el capítulo si-
guiente. El hombre había desertado.
Pero siguieron adelante, después de Perge. Sin pensarlo
dos veces, continuaron el viaje. Pablo y Bernabé no se amila-
naron por la deserción de Juan Marcos.
En este punto, tengo que hacer una observación impor-
tante: En el ministerio, siempre se producirán deserciones. En
toda iglesia habrá personas que, por la razón que sea, se pon-
drán a hacer otras cosas. Aquí están también incluidos los que
tienen funciones de liderazgo. Se marchan, pero la iglesia
sigue adelante. No importa cuáles sean las circunstancias de
su salida, el viaje continúa. Para Pablo y Bernabé no había ni
tiempo ni necesidad para una despedida larga, por lo que
siguieron adelante, con la mirada puesta en el objetivo.
Es dificil seguir adelante cuando uno se siente abandona-
do. Es fácil ceder al desánimo y dejar que eso nos desmora-
lice. Pablo y Bernabé no podían darse ese lujo. Controlaron
sus emociones, porque tenían un trabajo que hacer. Por eso,
siguieron adelante con una determinación aun mayor.
Una demostración de madurez es la capacidad de perse-
verar, no importa quien abandone la escena. La alternativa no
Wiil estrategia para enfrentar las circunstancias extremas 189
¡¡ una opción. Cuando alguien dice adiós, llegó el momento de
s~guir adelante. Eso fue exactamente lo que hicieron Pablo y
Bernabé.
Siguieron adelante, remontando las empinadas y escabro-
1:liiS wontañas, hacia la hermosa ciudad deAntioquía de Pisidia,
a donde esperaban llegar antes del sábado de reposo. Si se hu-
bietan detenido siquiera un día más por la partida de Juan
Marcos, habrían perdido la excelente oport unidad que el Señor
les había preparado en ese lugar.
b(i respuesta de Pablo a oportunidades insospechadas de
predicación
Cuando Pablo fue invitado a hablar, habló. Habían llegado a
Pisidia de Antioquía, sin duda fatigados y adoloridos por la
peligrosa marcha a través de las montañas. Sin embargo, no
desperdiciaron tiempo para dirigirse a la sinagoga y llegar lo
suficientemente temprano, a fin de encontrar un buen asien-
to donde escuchar la lectura de la Palabra de Dios. Llegaron
al lugar el sábado.
Pasando de Perge, ellos llegaron a Antioquía de Pisidia. Y en
el día sábado, habiendo entrado en la sinagoga, se sentaron.
Después de la lectura de la Ley y de los Profetas, los princi-
pales de la sinagoga mandaron a decirles:
-Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para
el pueblo, hablad. Entonces Pablo se levantó, y haciendo
una señal con la mano, dijo:
-Hombres de Israel y los que teméis a Dios, oíd.
Hechos 13:14-16
Ellos le dijeron a Pablo: "¿Te gustaría predicar?". ¡Esa era
la,señal que él esperaba! (Puedo leer la mente de Pablo: ¡Pensé
que nunca me lo pedirían!). Sin vacilar, entregó el mensaje.
Comenzó en Génesis, y predicó desde aquí hasta el ministerio
de Cristo, ¡totalmente de memoria! Sin notas. Todo lo hizo
improvisadamente.
Veamos cuál fue el bosquejo de este sermón, por medio de
Hechos 13. Si lo hacemos, podremos ver la peregrinación bí-
1bliea a la cual él condujo a sus compañeros de adoración.
 190 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Génesis y Éxodo ....................................... Hechos
Números ................................................... Hechos
Josué ......................................................... Hechos
Jueces ....................................................... Hechos
Samuel, 1 y 2 Reyes, y Crónicas ............. Hechos
Con esto, él llegó hasta el final del Antiguo Testamento.
(En la Biblia hebrea, Crónicas es el último libro del Antiguo
Testamento}. De allí salta al primer siglo, el versículo 23, tra-
yendo a sus oyentes a los días de Cristo.
Cuando llegó al final de su sermón expositivo, ya había
delineado el evangelio a través de los rollos de las escrituras
del Antiguo Testamento. ¡Eso es lo que yo llamo aprovechar
una oportunidad!
En cuanto a la Ley, aprendieron acerca del pecado y de las
normas de santidad. Y en cuanto a Cristo, oyeron hablar de la
gracia, del perdón y de la libertad que significa vivir bajo su
poder. Fue un magnífico sermón para el día de reposo.
Como ,predicador que soy, debo decirle que estoy impre-
sionado. El no sabía que iba a predicar ese día. Pero estaba
preparado. A los estudiantes del Seminario de Dallas les deci-
mos que "necesitan estar preparados para predicar, orar y mo-
rir en cualquier momento". Pablo estaba preparado para ha-
cer las tres cosas. ¡Y qué bien predicó el hombre!
La respuesta fue abrumadora. Lucas nos dice que el sába-
do siguiente toda la ciudad vino para escuchar el mensaje que
predicaría. Hoy sigue ocurriendo lo mismo: La gente tiene ham-
bre de la Palabra de Dios. Si hay corazones hambrientos y us-
ted sirve una buena comida, no será ningún problema el tener
gente que venga a buscar la comida espiritual. Encontrar per-
sonas que anhelan comer la nutritiva carne de la verdad de Dios
no es un reto muy dificil.
Por consiguiente, mi consejo es sencillo: Si tiene la opor•
tunidad de compartir las buenas nuevas, hágalo. Pero tenga
cuidado de no explicar hasta el más mínimo detalle. Si usted
va en un avión y se le presenta la oportunidad, no se sienta
constreñido a predicar todo el Antiguo Testamento antes de
llegar al corazón del evangelio. Dígale a esa alma hambrienta
cómo encontrar un pedazo de pan. Y al conducir a esta perso-
na a Cristo, háblele de su propia peregrinación. Si lo hace con
prudencia y de manera interesante, esa persona estará pen•
UfUl.. estrategia para enfrentar las circunstancias extremas 191
13:17 diente de cada una de sus palabras. Así lo hicieron con Pablo,
13:18 y la respuesta fue abrumadoramente positiva.
13:19 Eso fue hasta que los prejuiciados y belicosos líderes ju-
13:20 díos se enteraron del éxito tenido por Pablo. En ese momento,
13:21, 22 Já re$istencia sustituyó a la aceptación.
f..íl respuesta de Pablo al rechazo abierto
Cuando Pablo fue rechazado, no se dio por vencido. Como
suele decir mi buen amigo y mentor, Howie Hendricks: "Donde
·hay Jui, hay insectos". Cuanto mayor era la luz de Pablo, más
numerosos eran los insectos. Y en esa situación, los insectos te-
rúan aguijones llenos de veneno.
Y cuando los judíos vieron las multitudes, se llenaron de
celos, y blasfemando contradecían lo que Pablo decía. En-
tonces Pablo y Bernabé, hablando con valentía, dijeron: "Era
necesario que se os hablase a vosotros primero la palabra de
Dios; pero ya que la habéis desechado y no os juzgáis dignos
de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles".
Hechos 13:45, 46
¡Qué firmeza! Pablo no retrocedió ni un milímetro en su
respuesta al rechazo abierto. ¿Cuál fue el resultado? Como era
de esperar, los gentiles que formaban parte de la multitud se
regocijaron por las buenas nuevas que él tenía para ellos. ¡Qué
emocionante! Lo que había comenzado como una brasa ape-
nas humeante de curiosidad religiosa, se había convertido en
llamas de fe.
¿Qué hizo la diferencia? Que Pablo no se dio por vencido
cuando los judíos le dijeron : "¡Cállate!". Hagamos un alto por
\J.tl momento y aprendamos una lección importantísima de
llSU;l situación del primer siglo. Un buen ministerio siempre
tendrá sus detractores. Usted sabe muchas veces quiénes son.
$r;ill.- esas personas perversas y negativas que están buscando
cualquier razón aceptable para atajar la obra de Dios. Están
en todas partes, incluso en la iglesia. Pero esos obstáculos no
tienen por qué alterar su curso. ¿Se acuerda de las palabras
de la escena del esquí sobre la nieve? "Los obstáculos son esas
@.sas espantosas que uno ve cuando quita sus ojos de la meta".
$i usted sabe quién es usted, y si está convencido de su misión
192 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
así como está firme en su propósito, ¿cuál es el problema? Man.
tenga su enfoque. Responda con la misma firmeza de Pablo. No
se deje atemorizar. Nada de lloriquear. Nada de defenderse
con violencia. Nada de cambiar el mensaje. Nada de vacila-
ciones. Nada de justificaciones. Cuando los judíos rechazaron
el mensaje, Pablo y Bernabé se volvieron a los gentiles. "Y colo-
rín colorado, este cuento se ha av:i.bado".
¿Por qué razón pudieron perseverar Pablo y Bernabé? Por-
que ninguno de ellos estaba apegado a las cosas terrenales. ¡Qué
disciplina! Si usted quiere quedar atrapado en la red del desen-
gaño, déjese enredar por las cosas materiales. No sólo le faltará
valentía, sino que también se hundirá como una piedra que es
lanzada a un estanque. ¿Por qué razón? Porque la opinión de
los demás comenzará a ser todo para usted. Si usted permite
que la respuesta de las personas sea el peso de la balanza, el
aplauso de ellas se volverá vital para que usted se mantenga a
flote, mientras que sus ataques lo arrastrarán directamente al
fondo. Esa fórmula para el fracaso se puede encontrar en todos
los ministerios dedicados a complacer a la gente. Usted estará
condenado al desengaño si no está enfocado en lo eterno.
Lee Iacocca, poco tiempo det,pués de que dejó el negocio de
los automóviles, dijo: "Aquí me hallo, en el ocaso de la vida,
preguntándome todavía en qué consiste la existencia. Lo que
puedo decirle es esto: La fama y la fortuna no son deseablesi,.
Talvez usted sea una de esas personas que vive la vida bus-
cando fama y fortuna, y dependiendo del aplauso de los demás.
Malo, malo.
Para comenzar, la fortuna tiene raíces poco profundas; los
vientos de la adversidad pueden fácilmente llevárselo todo.
Salomón escribió: "¿Has de hacer volar tus ojos tras las rique-
zas, siendo éstas nada? Porque ciertamente se harán alas
como de águilas y volarán al cielo" (Prov. 3:5). Y la fama es tan
voluble como la última reacción de la multitud. Aprendamos
una doble lección de este perspicaz personaje, que fue más
sabio que la mayoría de nosotros: Si usted es alabado y aplau-
dido, no haga caso; y si es rechazado y maltratado, no se dé
por vencido. No fue la persuasión humana lo que lo llamó al
trabajo que está haciendo ahora. Por eso, no permita que la res-
puesta o la crítica humana lo haga cambiar de propósito. Siga
adelante.
Esto nos lleva a la última respuesta ...
Uttlt. estrategia para enfrentar las circunstancias extremas 193
u,...respuesta de Pablo a una misión realizada
Cuando Pablo volvió a los lugares donde había estado antes,
,fü hizo con una conciencia tranquila. El final de Hechos 14
registra el viaje de regreso que hicieron Pablo y Bernabé a su
!fa.se de Antioquía. (Sería bueno que le dé otra mirada al Ma-
p)j.1, de la página 385). Al hacerlo, visitaron muchas de las ciu-
idades donde habían predicado antes el evangelio. Volvieron a
Llstt:a, donde Pablo había sido apedreado, y luego a Iconio.
Retroceilieron luego a Pisidia y Panfilia, y descendieron otra vez
8 Perge y Atalia. Agotados, pero contentos, surcaron las aguas
de azul intenso del Mediterráneo nororiental con destino a
Antioquia, con el registro en el cuaderno de la bitácora de su
primera aventura misionera.
Al volver sobre sus pasos, se detuvieron para animar y for-
talecer a los discípulos que habían hecho. P lantaron iglesias y
designaron ancianos. No hay ninguna mención de largos in-
tentos de saldar cuentas con los que habían sido injustos con
'ellos. No hubo explosiones de cólera ni sentimientos de pesar.
Su_ enfoque siguió siendo el mismo: seguir adelante con un
auténtico ministerio, para la gloria de Dios.
Esto me lleva al final de las cuatro observaciones en cuan-
to a lo que le dio autenticidad al ministerio de Pablo: En todo
1o que Pablo hacía, la gloria era para Dios. Recuerde todo lo
que quiera, pero no olvide esto. Lucas escribe:
Después de llegar y reunir la iglesia, se pusieron a contar-
les cuántas cosas había hecho Dios con ellos, y cómo él había
abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Hechos 14:27
¿No es eso admirable? Nada de una gran conferencia de
prensa elogiando una campaña exitosa. Nada de entrevistas
interesadas en alguna estación de radio cristiana para llamar
Ja atención en cuanto a sus penalidades y éxitos. Nada de eso.
Contaron todo lo que Dios había hecho a través de ellos. Me
encanta eso.
Pablo jamás olvidó que todo consistía en lo que Dios había
h~cho>no en lo que él había logrado. El trabajo lo podemos rea-
liz.a,r nosotros, pero la gloria pertenece a Dios. Podemos acep-
194 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA,

tar la responsabilidad, pero el crédito es sólo de] Señor. No po-

demos quedarnos con una gloria que no nos corresponde. Todo
le pertenece a él. Esa actitud nunca deja de poner todo en su
correcta perspectiva.

LOS EXCELENTES BENEFICIOS DE

UNA VIDA SOMETIDA A EVALUACIÓN
Capítulo doce
Recapitulemos lo que hemos examinado en estos últimos dos
capítulos: BL DÍA EN QUE DOS MISIONEROS
• Necesitamos examinarnos a nosotros mismos para ver
si estamos siendo saturados con la Palabra de Dios como
FUERON NOQUEADOS
resultado de invertir tiempo personal con él.
• Debemos asegurarnos de que nuestro énfasis sigue sien-
do la presentación del evangelio a los perdidos y gracia
a los salvados.
• Debemos examinar nuestra respuesta a las reacciones
ambivalentes, asegurándonos de que sean reacciones
maduras que honren al Señor y que mantengan el en-
foque en su obra.
• Debemos ser sabios para examinar la motivación que
tenemos al hacer el trabajo, convencidos de que a cada
paso, en todo logro y en todo ministerio, la gloria le per-
Pero Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando
la palabra del Señor y anunciando el evangelio con muchos
tenece a Dios. otros. Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: "Volva-
Platón escribió en su Apología: "La vida no evaluada, no mos ya a visitar a los hermanos en todas las ciudades en las
es digna de ser vivida". Basado en este comentario de Platón, cuales hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo
yo daría este consejo: El ministerio no evaluado, no es digno están". Bernabé quería llevar consigo a Juan, llamado
de continuar. Marcos; pero a Pablo le parecía bien no llevar consigo a quien
El reto que le tengo es que viva una vida evaluada cuida- se había apartado de ellos desde Panfilia y que no había ido
dosamente, en una época donde no se hace evaluación. Esto con ellos a la obra. Surgió tal desacuerdo entre ellos que se
dará como resultado que mantenga un ministerio cuidadosa- separaron el uno del otro. Bemabé tomó a Marcos y navegó
mente evaluado en un tiempo cuando prácticamente todo es a Chipre; y Pablo escogió a Silas y salió encomendado por los
aceptado. Pase lo que pase, mantenga sus ojos en la meta. Por hermanos a la gracia del Señor. Luego recorría Siria y Cilicia,
dificil que sea, no se dé por vencido. Aunque los obstáculos son fortaleciendo a las iglesias.
grandes, la recompensa es eterna. Hechos 15:35-41

Algunas cosas suenan tan fuera de lugar, que son difíciles

da creer. Hace varios años me enteré de que una joven corres-
p!JIIB.8] de noticias fue asignada para pasar algún tiempo con
195
196 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
la extinta monja de la Iglesia Católica Romana, la Madre Te-
resa. Su tarea era escribir un breve relato de la obra de su vida.
En cierto momento de la entrevista, la entusiasta reportera le
preguntó a esa santa mujer si había tenido algunos otros sue-
ños en su vida. ¿Había algo más que ella había soñado hacer?
Sin dudarlo un momento, ella contest;ó: "Bueno, siempre quise
ser azafata de una línea aérea".
Cuando supe esto, me pareció algo fuera de lugar. Imagine
a la Madre Teresa en uniforme, sirviendo refrescos, café y ban-
dejas de comida en un avión. Eso, simplemente, no cuadra.
Uno de mis relatos favoritos es la historia real que conté
por primera vez en mi libro titulado Laugh Again (~onríe _otra
vez). Es lo que sucedió entre una abuela y su preciosa meta.
La chiquilla estaba empeñada en averiguar la edad de su abue-
la, pero la abuela no se la decía. De hecho, jamás se la había
dicho a nadie. La abuela le dijo:
"No voy a decirte mi edad. Sólo tu abuelito la sabe, y tú no
tienes por qué saberla, querida. Eso no importa". . . nosotros. Pablo y Bernabé no eran la excepción. Estoy con-
Una noche, mientras preparaba la cena, a la mtehgente
abuela le vino a la mente que no había escuchado a la niñita
jugar en su habitación. Se preguntó qué estaría t1~amando, ya
que estaba demasiado tranquila. La abuela se quitó el delan-
tal y subió las escaleras que conducían a su propio dormitorio.
Cuando entró, vio a la pequeña sentada en la cabecera ~e la
cama hurgando en su bolso y revisando las cosas que tema en
el regazo. En su febril manita tenía la licencia de conducir de
su abuela.
-Abuela, tienes 73 años- dijo abruptamente, guiñando
uno de sus ojos.
-Sí, los tengo. ¿Cómo lo sabes? -preguntó la mujer, un
poco turbada.
-Aquí está la fecha de tu nacimiento, y lo que hice fue
restar ese año del actual, y me dio 73.
Mientras seguía examinando la licencia, frunció el entre-
cejo y añadió:
-¡Y veo que también sacaste una "F" en sexo!1.
Ahora bien, uno no esperaría que un preciosa nietecita sa-
liera con algo así. Simplemente, una cosa así parece fuera de
lugar.
Muchas veces, nuestros conceptos no cuadran con la rea-
lidad. De pronto, nos encontramos con situaciones tan incon·
¡¡~ d(a en que dos misioneros fueron noqueados 197
cebibles que nos vemos obligados a reconsiderar todo lo que
antes pensábamos o creíamos que era verdad. Puede tratarse
de los sueños de una monja humilde y servicial, conocida por
f!U sacrificado ministerio en pro de los débiles y moribundos
da las calles de Calcuta. O tal vez de las palabras sorprenden-
les salidas de la boca de una niña de siete años, al leer la licen-
eitJ de conducir de su abuela.
O tal vez sea ver a dos veteranos misioneros teniendo una
á!¡lpera discusión, y pensando cómo pudo haber sucedido tal cosa.
¿Ur~os misioneros en un ring de boxeo? No puede ser. Los misio-
neros no se pelean. En realidad, lo único que hacen es orar, vi-
,¡ir vid'as sacrificadas y hablar del Señor. ¿No es verdad?
Si usted es un misionero o ha pasado algún tiempo con los
que lo son, probablemente esté sonriendo. Usted sabe que los
misioneros son tan humanos como cualquier otra persona.
\Tiv.en con las mismas tendencias humanas hacia la tozudez,
el egoísmo, la impaciencia y la irritabilidad, como el resto de
vencido, de hecho, que si Pablo y Bernabé no se hubieran con-
tl'olado, literalmente se habrían ido a las manos y caído a
ffQlpes el uno contra el otro. Está claro que no eran unos irra-
cionales y carnales dispuestos a acabar el uno con el otro. Son
los mismos hombres que nos maravillaron con su admirable
respuesta a situaciones extremadamente difíciles, sólo que
unas cuantas páginas atrás.
No obstante, lo que sucede poco antes de que Pablo inicie
su segundo viaje misionero es aun más admirable que eso.
Algunos lo considerarían insólito. Imagine a dos autoridades
como elfos, misioneros maduros, llenos de dones, piadosos, sin-
cerol? y llenos de cicatrices de las batallas, enfrentados en una
acalorada discusión. ¿Verdad que eso no cuadra con nuestra
descripción de lo que es un héroe espiritual?
LA CRUDA VERDAD DE LA VIDA REAL
Una de las características que encuentro más atrayentes en
ouahto a la Biblia es su crudo realismo. Cuando Dios pinta los
retratos de sus siervos en las Escrituras, él no retoca ninguna
mancha o defecto.
Moisés fue un homicida. David tiene adulterio e hipocresía
e-n ·su expediente. Jonás fue un profeta terco y orgulloso, que
198 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
casi perdió la gran oportunidad de su vida por su repugnante
intolerancia. Jacob tuvo una conducta mentirosa. Abraham min-
tió, más de una vez. Pedro metía la pata cuando estaba bajo
presión. Incluso Juan el Bautista luchó con la duda. Y Tomás,
también.
Por eso, no debe escandalizamos que Pablo y Bernabé tu-
vieran un conflicto. Cuando el telón cae al final del capítulo 15,
los dos hombres se han separado. Tomemos, entonces, un asien-
to de primera fila frente al cuadrilátero, para ver esta pelea
de dos pesos medio.
MULTIPLICACIÓN POR
MEDIO DE LA DIVISIÓN
El enérgico equipo ministerial formado por Pablo y Bernabé
casi no tiene rival en las Escrituras. Pero, yendo al grano, y
para darle idea de la importancia de su desacuerdo, esta dis-
puta causó un desacuerdo tal en su relación, que los dos hom-
bres se separaron definitivamente. Sus caminos jamás vol-
vieron a cruzarse.
Pablo y Bernabé habían terminado su primer viaje, y sin
duda alguna estaban todavía embargados por la emoción de
todo lo vivido. Juntos habían fundado numerosas iglesias y,
por consiguiente, se habían hecho famosos en toda Asia y más
allá, por sus impresionantes dotes y conocimientos de cóma
hacer el ministerio. Durante un prolongado período de des-
canso y recuperación en Antioquía, fueron convocados a Jeru-
salén para que ayudaran a dar solución a un debate sobre la
circuncisión. Hechos 15 registra las cuestiones y acontecimien-
tos que giraron en torno al Concilio de Jerusalén, la reunióa
de los líderes cristianos de origen judío para tratar de resol-
ver el asunto, de una vez por todas, y la decisión oficial en cuan•
to a lo que debía ser el mensaje a los gentiles.
Casi todo el capítulo está dedicado a discutir en detalle es-
te debate teológico tan emotivo. Finalmente, después de una
diligente consideración de las Escrituras y del sereno consejo
de Pedro, Santiago, Silas y Pablo, hubo un veredicto final: A
los gentiles no se los obligaría a circuncidarse. La gracia vol-
vió a abundar.
Lamentablemente, la siguiente discusión que aparece en
el mismo capítulo, no terminó tan cordialmente. A medida que
El día en que dos misioneros fueron noqueados 199
}t)e el relato de Lucas, deje que su mente imagine la escena:
Pero Pablo y Bernabé se quedaron enAntioquía, enseñando
la palabra del Señor y anunciando el evangelio con muchos
otros. Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: "Vol-
vamos ya a visitar a los hermanos en todas las ciudades en
las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, para ver
cómo están". Bernabé quería llevar consigo a Juan, llamado
Marcos; pero a Pablo le parecía bien no llevar consigo a quien
se había apartado de ellos desde Panfilia y que no había ido
con ellos a la obra. Surgió tal desacuerdo entre ellos que se
separaron el uno del otro.
Hechos 15:35-39a
De~pués del ~oncilio de J~rusalén, Pablo y Bernabé per-
manecieron un tiempo en Anttoquía. Mientras estuvieron en
éste ~an centro misionero, enseñaron y predicaron la palabra
<Jel Senor (15:35). ¿Qué clase de hombres eran estos? Hombres
de carácter sincero y de verdadera santidad, la clase de per-
sonas _con las que u~ted quisiera pasar una velada, no impor-
ta el tiempo que tuviera que esperar para lograrlo. ¿Quién ha-
bría esperado que un desacuerdo tal fracturaría la vieja arnis-
tac1 de Pablo y Bernabé?
'!odo comenzó con una idea visionaria. Pablo sugirió que
~o]vieran ~ l?s lugares que habían visitado en su primer viaje.
l!lra una visita pastoral lo que tenía en mente· es decir dos
ei
pastores iban a realizar una gira para visitar rebaño. '
Bernabé respondió: "Magnífico, hagámosla, y llevemos a
Juan Marcc,J con nosotros en esta segunda oportunidad".
"No, Juan Marcos no irá".
"Oh, sí, sí irá", replicó Bernabé.
"¡No, no irá, de ninguna manera! Protestó Pablo.
Y así siguió la discusión. Cuanto más discutían, más aca-
lorndo se volvía el debate verbal. Ninguno de los dos cedía terre-
o.o. Fina~~ente, la r~solución fue separarse. Tenían diferencias
irreconciliables. (¡Si me hubieran dado diez dólares cada vez
que escuché esa excusa, ya sería rico!).
~a idea de hacer el viaje no era el problema, ya que ambos
q~enan hacerlo. Lo que vino después de la idea fue lo que dio
origen. 8: la desavenencia. En la discusión que surgió, los osa-
dus mls10neros se mostraron tal como eran, con todos sus de-
 200 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
fectos. Esa discusión que tuvieron me produce, de alguna ma-
nera, cierto alivio.
G. Campbell Morgan escribe acerca de este enfrentamien-
to, en su libro The Acts ofthe Apostles (Los Hechos de los Após-
toles):
Cada vez que leo esto, me siento muy confortado. Me siento
agradecido por la revelación de la humanidad de estos hom-
bres. Si yo nunca hubiera leído que Pablo y Bernabé tuvie-
ron una discusión, me habría atemorizado. Estos hombres
no eran ángeles; eran sólo hombres.
El venerable expositor tiene razón. Eran buenos hombres,
hombres de Dios. Pero es esencial recordar que no eran per-
fectos. Para Pablo, debió ser una bofetada el pensar que Bemabé
tomara en cuenta a un desertor comprobado. Y Bernabé debió
sentirse muy decepcionado de que Pablo (¡nada menos!) no tu.
viera la gracia suficiente para perdonar a Juan Marcos y per-
mitirle viajar con ellos. Las pa1abras del doctor Bob Cook son
especialmente adecuadas aquí: "Dios se reserva el derecho de
utilizar a las personas que no piensan como yo".
Habremos avanzado mucho en la vida cuando entenda-
mos que hay otros a quienes Dios decide utilizar, aunque no
compartan nuestras convicciones.
UNA NUEVA PERSPECTIVA EN CUANTO A LOS
DESACUERDOS FUERTES
Hago una pausa aquí para compartir tres importantes ele-
mentos que se aplican a los desacuerdos fuertes. Talvez usted
no tendrá jamás otro desacuerdo fuerte (¡si es así, usted tiene
que ser santificado!), pero si lo tiene, estos principios pueden
ayudarlo a conducirse bien en la batalla, de modo que nadie
resulte mortalmente herido.
Primero: En todo desacuerdo hay un problema, pero varios
puntos de vista. Tomemos como ejemplo la discusión entre es-
tos dos buenos amigos. Hay un problema en juego y claramen-
te definido, y alrededor del mismo hay conceptos firmes. Por
otra parte, los puntos de vista son más subjetivos porque in-
volucran a personalidades. Usted lo ve de una manera y su e&·
po,--(o esposo) lo ve de otra. Usted ve la situación desde una
Et día en que dos misioneros fueron noqueados 201
perspectiva y su hijo o hija la ve completamente diferente. Los
~untos de vista son subjetivos y la forma en que vemos la si-
tuación tiene mucho que ver con la manera como hemos sido
formados. Es aquí donde las personalidades diferentes juegan
un papel.
El tener en mente estos factores ayudará a regular la ten-
sión y a evitar que se produzca el colapso total. Pennítame dar-
te una definición sencilla: Un desacuerdo es un con/Ucto que inuo•
.ltu:ra un problema que es visto desde puntos de vista opuestos.
"Este es el prob1ema, y así es como yo lo veo", dice Pablo.
"Estoy de acuerdo con que ese es el problema, pero así es
,como yo lo veo", dice Bernabé.
Esto nos lleva a la siguiente observación.
Segundo: Cuando hay un desacuerdo, cada lado tiene par-
te de la razón. Ambas partes tienen puntos de vista valederos.
Por supuesto, toda discusión tiene sus debilidades, pero am-
bas partes tienen sus fortalezas. Ningún lado es lo que yo lla-
maría, utilizando el lenguaje del baloncesto, una "clavada", ¡a
menos, por supuesto, que sea usted quien haga la clavada! Lo
que quiero decir es que en la mayoría de los desacuerdos legí-
timos cada lado tiene puntos de vista que son válidos.
Tercero: En los desacuerdos acalorados, alguien, por lo ge-
·rwl"cl, sale herido. Cuanto más grande sea el calor, mayores
gerán las heridas. No importa el nivel de madurez que usted
~e:~ alcanzado en su andar con Cristo, no es inmune a las he-
ridas. Las palabras ásperas son como granadas fragmentarias
qu~ se incrustan en el cerebro. Esto es especialmente cierto
cuando se producen ofensas. Alguien lo ofende llamándolo de
cierta manera o cuestionando su carácter. El resultado es que
se inflige una herida que tarda mucho en curarse. A veces, lamen-
tablemente, jamás se cura.
Un amigo mío, que se está acercando a los ochenta, sigue
recordando la vez que su suegro lo menospreció delante de to-
o.a la familia, después de una comida de Acción de Gracias. Por
un ridículo desacuerdo que tuvieron, el patriarca le dijo con
una risotada de desprecio: "Bueno, de todos modos, yo nunca te
consideré una gran cosa".
Aunque las palabras lo golpearon hace décadas, la herida
sigue abierta y sangrante, como si el asunto hubiera sucedido
) er. Las palabras y el tono del ataque verbal de ese suegro
1
me.ron una puñalada en el alma de mi amigo. Le he dado es-
202 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
tas tres observaciones, no porque sean originales o muy pro-
fundas, sino porque creo que vale la pena recordarlas. Esto es
especialmente cierto cuando observamos más detenidamente
este enfrentamiento verbal entre misioneros.
UNA MIRADA NEUTRAL A
UNA ESCENA PENOSA
Para lo que voy a tratar en las siguientes páginas, le voy a pedir
a usted que se siente en un tribunal y que, en cierto sentido,
haga el papel de juez. Quiero que seamos lo más neutrales posi-
ble, ya que ambos respetamos a Pablo y Bernabé, no sólo por la
clase de hombres que son, sino además por sus importantes
logros. Algunos de nosotros somos más como Bemabé que como
Pablo. Otros de nosotros piensan más como Pablo que como
Bernabé. Pasemos, entonces, a considerar el asunto en cuestión:
Permítame que lo presente en la forma de una pregunta:
¿Se le debe dar una segunda oportunidad a alguien que aban-
donó una responsabilidad seria? Dicho de otra manera: ¿Se
debe permitir a una persona que dejó a otros en la estacada, ir
otra vez en una misión semejante? Ésta es la cuestión básica.
Bernabé dice: "Sí, por supuesto".
Pablo responde: "No, claro que no».
Obviamente, las posiciones estaban tomadas. Los hombres
tenían puntos de vista opuestos. Bernabé estaba interesado en
desarrollar el carácter de Juan Marcos. A él le preocupaba la
persona. Lucas dice: "Bernabé quería llevar consigo a Juan,
llamado Marcos" (Hech. 15:37). La palabra ''quería" aparece en
el griego en tiempo imperfecto, significando "desear algo enér-
gicamente". Bernabé no sólo lo deseaba; el texto sugiere que
hasta es posible que lo haya exigido.
"Quiero que el joven nos acompañe. Tiene todo el derecho
de hacer el viaje con nosotros. Sí, falló; reconozco que aban-
donó la responsabilidad; nadie lo niega. Pero, Pablo, nadie es
perfecto. Entonces era joven y le faltaba experiencia. Recuer-
da que, no obstante eso, la misión se cumplió. Nos abandonó,
pero a pesar de eso lo lograrnos. Su deserción, ~stoy de acuer-
do, hizo la cosa más difícil, pero lo logramos. El no sólo nece-
sita nuestro estímulo, sino que también puede beneficiarse de
nuestro respaldo. ¿Para qué son los mentores, si no para dar
estímulo y apoyo a los débiles?".
81 'día en que dos misioneros fueron noqueados 203
Si usted ha sido bendecido por el ministerio de algún men-
tol', aprecia la disposición que tuvo de darle una mano en el mo-
mento crítico. Estuvo con usted. Bernabé dijo: "Esta es nuestra
oportunidad". No olvide que eran primos (Col. 4:10). Los lazos
de sangre mandan. Bemabé estaba decidido y resuelto a in-
tib,iir a Juan Marcos en la misión.
La reacción de Pablo fue muy diferente, pero no menos vi-
g~n:•-OSa. Lucas utiliza aquí de nuevo el tiempo imperfecto para
d.~Jiir que Pablo ''siguió insistiendo'' en que no debían ~levarlo
en el viaje. ¿No puede casi oír las palabras de Pablo? "El es un
desertor. La fidelidad es lo primero ante los ojos de Dios, y
también a los míos".
Recuerde que a Bernabé le preocupaba la persona, mien-
~rss que Pablo estaba protegiendo la misión. Bernabé miraba
~1 futuro , mientras que Pablo no olvidaba el pasado.
Para Pablo, el asunto se reducía a una falta de confianza.
EUos necesitarían firmeza y estabilidad, a alguien con antece-
(;l.entes a toda prueba con quién contar cuando la vida se vol-
viera incierta. Pablo sabía lo difícil que había sido el recorri-
do del primer viaje, e imaginaba las nuevas dificultades que en-
contrarían en la ardua jornada siguiente. La oposición habría
tenido tiempo para reagruparse, y los obstáculos serían aun
mayores. ¡En ese próximo viaje no había lugar para cobardes
u desertores!
Si iban a apoyarse en alguien y a confiar en esa persona
(fara cuando fuera necesario, Pablo necesitaba a alguien que
pudiera perseverar hasta el final. A sus ojos, Juan Marcos no
era definitivamente ese hombre.
Pero, ¿no era Pablo el predicador de la gracia? Él mismo
había sido un perseguidor. Por eso, seguramente, apreciaría
que a la gente se le diera una segunda oportunidad.
¿Verda d que el problema era difícil? No había una solución
fácil y rápida. ¡Cuidado! Es posible que usted se esté sintien-
do demasiado generoso en este punto. ¿Qué estás pensando,
Pablo? ¡Dale una oportunidad al chico!
Antes de que se vuelva demasiado magnánimo, pemútame
croe le haga unas cuantas preguntas: ¿Le prestaría dinero a
una persona que no le pagó la primera cantidad que tomó pres-
tada de usted? ¿Le prestarla su automóvil otra vez a un chico
del grupo de jóvenes que lo destrozó la primera vez que se lo
entregó? ¿Le dejaría usar su cabaña que tiene en las montañas
 204 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA,
a Wl sobrino que dejó el lugar hecho un desastre la última vez
que se la prestó? Es curioso cómo cambia la perspectiva, ¿ver-
dad? Ahora puede sentir la tensión. Esa fue la razón por la que
surgió "un conflicto tan serio" (Nueva Versión Internacional)
entre esos dos hombres.
Pablo podía haber citado a Proverbios 25:19: "Diente que-
brado y pie que resbala es la confianza en el traicionero, en el
día de la angustia". Muy a propósito, ¿no le parece? Dice, lite-
ralmente: "Poner la confianza en un hombre poco estable ea
como masticar con un diente roto o tratar de correr con un pie
torcido". ¿Le ha sucedido eso alguna vez? Eso no deja avanzar
mucho. Bernabé, por otra parte, pudo haber citado un salmo
de David: "Bendice, oh ~lma mía, a Jehovah. Bendiga todo mi
ser su santo nombre. El es quien perdona todas tus iniqui-
dades, el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo
tu vida, el que te corona de favores y de misericordia" (Sal.
103:1, 3, 4). (¿No es verdad que algunos versículos de la Biblia
le resultan útiles a usted cuando necesita reforzar sus argu-
mentos? ¡Sé que está sonriendo!).
Cuando mi esposa y yo tenemos una discusión (¡cada diez
años, más o menos!), me gusta señalarle algunos versículos de
la Biblia que la ayuden a ver mi punto de vista. Entonces ten-
go que acostumbrarme a dormir en el patio por un tiempo, has-
ta que ella finalmente me permite entrar de nuevo a la casa.
No hay ninguna duda de que Dios ofrece una segunda opor-
tunidad. Pero él también nos exige responsabilidad. Es un
Dios de gracia, pero también representa a la justicia.
Para estos dos tenaces individuos, no hubo ninguna posi-
bilidad de acomodo. Sus convicciones se mantuvieron rígidas.
Por tanto, sus diferencias no pudieron eliminarse.
Esto fue, en realidad, un choque de puntos de vista desa-
gradable y descomedido. "Un conflicto tan serio". La palabra que
Lucas utiliza es paroxusmos, que significa "afilar", como, por ejem-
plo, un cuchillo. Pienso que se podía cortar la tensión con un cu-
chillo. Estamos habla ndo de una pelea intensa. Hablaron y se
miraron fijamente) sin que ninguno pestañeara. El problema
llevó a la separación, al rompimiento definitivo del equipo per-
fecto de Antioquía. Ust ed nunca más vuelve a leer algo acerca
del compañerismo de Pablo con su viejo amigo Bernabé.
John Pollock, en su libro The Apostle (El Apóstol), escribe
estas sabias palabras:
El. día en que dos misioneros fueron noqueados 205
Pebió haberse producido algo muy serio en la situación, que
hizo que el amable y reposado Bernabé utilizara palabras
"9i,olentas, y Pablo tuvo mucho que aprender antes de que
pudiera escribir: "El amor tiene paciencia y es bondadoso...
No busca lo suyo propio".
Estas palabras son muy acertadas. A mí no me gusta esta
escena de la Biblia más que lo que le gusta a usted. Pero allí
es~. con toda su cruda y desnuda emoción. Me gustaría sacar-
ltt, pero no puedo. No puedo hacerlo, como tampoco puedo bo-
rJ·ar los altercados que usted ha tenido y el dolor que se ha cau-
&ado a usted mismo y el que ha causado a sus seres queridos.
Talvez usted todavía sigue alimentando rencores amargos.
Conozco a cristianos que se niegan a hablarse debido a sus
diferencias. ¡Qué cristianos! Imagino que habrán decidido es-
perar que el cielo los libere de esos pecaminosos problemas
emocionales. ¡Por favor! ¿Es esa la manera de vivir? ¿Puede us-
ted imaginar el resentimiento y la amargura que eso esparce
sobre hijos y nietos? ¡Ya es hora de que todos crezcamos en la
gracia!
El eminente erudito del Nuevo 'Thstamento,A. T. Robertson,
en su libro Imágenes verbales del Nuevo Testamento. Editorial
OLlE, escribe acertadamente:
Nadie puede culpar, con justicia, a Bernabé, por darle a su
primo Juan Marcos una segunda oportunidad; ni tampoco a
Pablo, por temer el arriesgarse de nuevo con él. Nuestra ca-
beza puede estar a favor de Pablo, pero nuestro corazón está
con Bernabé.
Creo que ya no hay más nada que decir.
Necesitamos una solución. Esta historia ansía que se co-
nozca el propósito.
MULTIPLICACIÓN POR DIVISIÓN
l;i~ historia termina de una manera excepcional. Lucas dice que
Bernabé tomó a Marcos y navegó a Chipre; y Pablo escogió a
Silas y salió encomendado por los hermanos a la gracia del
Señor. Luego recorría Siria y Cilicia, fortaleciendo a las iglesias.
Hechos 15:39-41
 206 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Observe algo extremadamente importante aquí. Dios mul-
. tiplicó por división. Sólo él puede hacer esto. Verifique el Mapa
1 (p. 385); Bernabé y Marcos zarpan hacia el sudoeste y Pablo
y Silas se dirigen al norte, a pie. Dos equipos, armados con el
evangelio, siguen adelante. El último de ellos fue encomenda-
do a la gracia de Dios, por su pueblo. A mí esto me parece su-
mamente alentador. Sólo Dios puede tomar algo que parecía
tan concluyente, tan parecido a un callejón sin salida, y trans-
formarlo en una fuerza poderosa para Dios. Esa es una lección
que todos necesitamos aprender. Pero no nos quedemos aquí...
LECCIONES PERMANENTES COMO
RESULTADO DE AÑOS DE EXPERIENCIA
Seamos muy francos en esto. Yo he tenido mis discusiones fuer-
tes y usted también. He tenido algunas en las que no se logró
la reconciliación. Pero, gracias a Dios, la mayoría han termina-
do en una amistad renovada. A través de los años he aprendido
algunas estrategias que h an demostrado ser efectivas para en-
frentar desacuerdos difíciles. Quiero dárselas, antes de que ter-
minemos este capítulo. La próxima vez que usted se enfrasque
en una discusión acalorada, sería bueno que recordara estas
cuatro lecciones que a mí me tomaron tantos años aprender.
l. Cuando surja un desacuerdo, haga lo más qu.e pueda
por ver el punto de vista de la otra persona. Esto comienza con
escuchar. Incluya en la fórmula tres cualidades que no se lo-
gran fácilmente: honestidad, objetividad y humildad. Este es
todo lo que se necesita para manejar los conflictos a la mane-
ra de Dios. Pero nada de eso viene de manera natural. Vienen.
a plenitud como productos de una vida llena del Espíritu Santo.
Leamos las palabras de Pablo:
No considerando cada cual solamente los intereses propios,
sino considerando cada uno también los intereses de los de-
más.
Filipenses 2:4
¡Eso es justo lo que se necesita!
No es fácil ponerse en los zapatos de otra persona. Pero esa
es una gran y esencial ruta que conduce a la reconciliación.
2. Si los argumentos de ambas partes son válidos, busque
¡tf, día en que dos misioneros fueron noqueados 207
UJUf; negociación inteligente. Para quienes han sido criados co-
rno yo> aun el pensamiento de negociación les pone los pelos de
pmtttt. Si. usted tiene determinació?-, no se rin~e. Permanece
fione. no importa lo que pase. Aprecio a los que tienen determi-
nación, verdadera firmeza. ¿Pero a uno que nunca da su brazo
:l torcer, que se niega a negociar en la búsqueda de una solu-
ción? Muy dificilmente. Más admiro a alguien que busca de
buena gana y con benignidad una solución satisfactoria al desa-
cuerdo, sin sacrificar de ninguna manera los principios bíblicos.
¿Por qué nuestros amigos de Antioquía no hicieron justa-
mente esto? Pablo o Bernabé pudieron haber hecho una nego-
ciación razonable. El ceder no habría sido una herejía. No ha-
bf~ ningún asunto doctrinal inmutable en juego. Pablo pudo
haber dicho: "Le diremos que está en un tiempo temporal de
prueba. Si no demuestra fortaleza y estabilidad durante los
primeros meses, lo enviaremos de vuelta a casa".
O Bernabé pudo haber dicho: "Definitivamente necesita-
nlos-obreros fieles en nuestro equipo. Dérnosle a Marcos una
responsabilidad pequeña aquí en Antioquía para ver si cum-
PlE.? con sus responsabilidades. Mientras tanto, nosotros segui-
L-étho¡.¡ adelante con nuestro viaje. Si da la talla, lo mandare-
ntM a buscar y él podrá unirse a nosotros más tarde".
También pudieron haber acordado un plan de contingen-
cia: "Tomemos a Juan Marcos y a otros también. Si Marcos
deserta de nuevo, recurriremos a los otros". Esos habrían sido
acomodos correctos.
La diplomacia resuelve los desacuerdos en la mesa de ne-
gociaciones, no en el campo de batalla. Mi padre solía decir:
"Ten cuidado. Tienes dos puños y una sola boca".
Nuestra tendencia es utilizar primero los puños. Pero la
gente serena e inteligente no actúa así: utiliza la boca. Corno
siampre, papá tenía razón. Los acomodos correctos alivian mu-
ob.6 el dolor innecesario.
Las palabras de David Augsburger, en su libro Caring
Enough to Confront (Me importas lo suficiente como para con-
frontarte) merecen ser repetidas:
El conflicto es natural, y todos debemos estar dispuestos a
ceder un poco en un intento por resolver las cosas. La dis-
posición a dar un poco llevará a una solución práctica satis-
factoria para todos.
 208 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
El acomodo es un regalo a las relaciones humanas. Nos move-
mos hacia adelante gracias al bien pensado y cuidadoso con-
senso y acomodo en la mayoría de las decisiones en conflicto.
Pero eso exige al menos un sacrificio parcial de puntos de
vista y objetivos muy arraigados que pueden costamos a to-
dos nosotros la pérdida de lo mejor, para poder alcanzar el be-
neficio del acuerdo.
3. Si el conflicto persiste, haga lo más que pueda para ha-
llarle una solución. Tirar el teléfono en medio de una conver-
sación o abandonar molesto una reunión no resuelve nada.
Tampoco beneficia a ninguna de las partes la política de mani-
pulación consistente en el silencio prolongado. Ni tampoco el
divorcio, ni el dejar un empleo hecho una furia. Esa no es la
manera de manejar los desacuerdos. Hay que resolverlos. Na
tire la toalla. Será uno de los trabajos más dificiles que tendrá
que hacer, pero será también el más provechoso.
4. Si el conflicto no puede ser resuelto, acuerde amable-
mente estar en desacuerdo sin ser ofensivo. Pienso que Pablo y
Bernabé hicieron eso. Pablo jamás habla mal de Bernabé cuan~
do escribe después a las iglesias que ambos habían plantado.
En todas sus cartas usted no encontrará nada negativo en cuan-
to a su antiguo compañero. Tampoco hay evidencias de que Ber-
nabé se estuviera lamiendo las heridas.
¿Puedo añadir tres palabras más de consejo? ¡Olvide el
asunto! ¡Es gracioso, pero por haberme criado y educado en
Texas, no supe que el Sur había perdido la Guerra civil hasta
que llegué al octavo grado de la escuela! Pensaba que al Sur
se le había acabado el tiempo, las municiones y los recursos.
Finalmente, una maestra de Historia de los Estados Unidos
de América, confiable, me dijo cómo fue la cosa. Después que
escuché la verdad, me olvidé del asunto.
Me maravilla ver a tantas personas que todavía rumian
su amargura por injusticias pasadas. Pueden estar sangran~
do todavía de una herida sufrida allá por 1977. O quitándose
todavía las costras de un matrimonio que terminó en 1982.
Cualquiera que sea la cosa que las domina, jamás han olvi-
dado el asunto. Como ya sabemos, Pablo y Bernabé no volvie-
ron a trabajar juntos, pero todo salió bien al final. Ellos olvidaron
el asunto.
A decir verdad, no todas las separaciones conducen a un
El d{(l, en que dos misioneros fueron noqueados 209
fin malo. Algunos de los más grandes seminarios cristianos
nacieron de un conflicto severo, y algunas iglesias importan-
~·s,comenzaron como el resultado de una desagradable divi-
sión. Nunca es demasiado temprano para comenzar a andar en
i;u, nuevo derrotero.
Felipe Melanchton, esa persuasiva fuerza moderadora en
Ju vida de Martín Lutero, lo dijo mejor que nadie en unas po-
o..is palabras: "En lo esencial, unidad. En lo no esencial, liber-
rr,r.d, En todas las cosas, caridad".
UNA REFLEXIÓN FINAL
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Jesús Io-
g1"<1·pronunciar esas penetrantes palabras, con unos labios san-
grantes, agrietados e hinchados por el sol del mediodía. Y col-
gádn en esa cruel cruz romana, intercedió en favor de sus ene-
migos. ¡Qué ejemplo tan grandioso del perdón!
Él pagó la totalidad del castigo por los pecados del mundo,
el justo por los injustos. Como resultado de su muerte expia-
toria1se produjo la reconciliación entre Dios y el hombre. Jesús
ea nuestro ejemplo de cómo resolver correctamente las dispu-
t,a·s. En última instancia, es asunto de perdonar.
"Padre, perdónalos ...".
¡Qué manera tan excelente de vivir!
Antes de pasar al capítulo siguiente, talvez usted tenga
algunas reflexiones sinceras que hacer. Lo invito a examinar
de nuevo su pasado herido no sanado. Puede que tenga que
remontarse muchos años atrás, para pensar en el rostro de un
padre, de una madre, de un hijo, de un amigo, de un colega de
trabajo, de un jefe, de un entrenador depor tivo, de un pastor
o de un hermano o hermana. Usted fue herido por alguno de
ellos. y el dolor ha estado allí durante todos estos años. Ni si-
quiera puede oír sus nombres o ver sus fotografias, sin que la ira
y,e] recelo inunden su alma como un río que rebasa su cauce.
Amigo: es tiempo de seguir adelante, de buscar una solu-
ción, de obtener ayuda de alguien si tiene que hacerlo. Pero no
4e11ista. Haga cualquier cosa que tenga que hacer para ser libre.
Lo invito a que, ahora mismo, venga solo a la cruz de Cristo.
Levante sus ojos a él y voluntariamente dígaselo todo. Véalo
álli, colgado, sangrante y moribundo, y acepte su perdón, para
U{ltéd y para su enemigo. Al perdonarlo, usted no está condo-
210 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

nando su pecado, sino simplemente dejando el asunto a Dios.

Eso le corresponde exclusivamente a él , no a usted. Eso sella-
ma gracia. Y usted puede darla a los demás porque usted tam-
poco es merecedor de ella.
¿Cree que debe hacer algo ahora? Comience, entonces, ya,
antes de que sea demasiado tarde y pierda el rumbo de su vida.
1Nota del Editor. En ciertos documentos, como la licencia de conducir, Capítulo trece
existe un casillero para marcar el sexo de la persona dueña de este
documento. Se debe marcar "M" (masculino) o "F" (femenino); "F" tam- VIAJANDO COMO LO HACÍA PABLO
bién es la calificación más baja que se puede asignar a un alumno en
la escuela.

E1 muy amado pastor y prolífico autor británico F. B. Meyer

escribió estas palabras en su libro Christ In Isaiah (Cristo en
fanías):

Si estando en una región desconocida me informan que debo

atravesar un valle donde el sol no se ve, o transitar por un
trecho de camino pedregoso, para llegar donde está mi mo-
rada, cuando llego al lugar que han indicado, cada momen-
to de sombras o de sacudida del carruaje me dice que estoy
en el camino correcto.

Estas palabras son un resumen apropiado de la vida y via-

jes de Pablo. Las penalidades que ha enfrentado hasta ahora,
'y las que pronto sopor tar á con una intensidad cada vez mayor,
tudas evidencian el hecho de que el misil se encuentra en el
camino correcto.
Creo firmemente que la Palabra de Dios ha sido preserva-
da, no sólo como una colección de documentos históricos y
estudios geográficos, sino también como un recurso confiable
nl cual acudir para obtener la ayuda necesaria que necesita-
mos a fin de vivir de una manera que honre a Cristo.
211
 212 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
En las páginas de la Biblia, Dios nos ha dado modelos de
personas, creárnoslo o no, que son exactamente como usted y
como yo, quienes, a pesar de las dificultades, vivieron vidas
agradables a él. Lo hicieron por fe, en obediencia, con valentía,
y superando conflictos. Son personas como Moisés y Samuel,
como Ester y Rut, como Isaías y Juan y, corno estamos des-
cubriendo, como Pablo.
Pablo fue el hombre que viajó mucho. En las páginas que
siguen, veremos fotos instantáneas de obediencia, a partir de
su segundo viaje misionero.
Tome su c¡3.mara, asegúrese de tener suficientes rollos de
película, prepárese para ensanchar su horizonte mental, no ol-
vide sus binocl!lares, para ver más de cerca lo que sucederá, y
suba a bordo. Esta será otra emocionante e inquietante aven-
tura, acompañando a ese plantador de iglesias del primer si-
glo mientras atraviesa las tierras de la Biblia y proclama las
buenas nuevas de Cristo.
UNA NUEVA VISIÓN Y UN NUEVO EQUIPO
El viaje comienza, como recordará, en Antioquía. Pablo, tal vez
un poco perturbado por su separación de su amigo y colabo-
rador, ha pasado allí un tiempo recuperándose. Con Bernabé
dirigiéndose ya a Chipre, llevando a Juan Marcos a su lado, la
iglesia de Jerusalén designó a Silas, un discípulo experimen-
tado y ciudadano romano, como acompañante de Pablo en su
segundo viaje misionero. Encantado por la elección que hicie-
ron, Pablo invita a Silas a reunírsele lo más pronto posible. De
modo que, pertrechado con el mandato del Concilio de Jeru-
salén en cuanto a la salvación de los gentiles, y con unos pocos
efectos personales, Pablo comienza solo su viaje por la muy
trajinada carretera que iba de Antioquía a su ciudad natal,
Tarso (véase el mapa 2, Primero y Segundo Viaje Misionero de
Pablo, p. 386).
Pablo viaja por un territorio que le era familiar, detenién-
dose para fortalecer a las iglesias que encontraba en el cami-
no. Como una fuerza magnética, la imponente cadena mon-
tañosa Taurus, que indudablemente podía divisarse a la dis-
tancia, lo llevaba poco a poco hacia el lugar donde había naci-
do. Tal vez sintiéndose solo, sin la compañía de su buen ami-
go, echaba de menos a toda la rica variedad cultural de Tarso.
Viajando como lo hacía Pablo 213
io se nos dice si se detuvo allí o no. En algún momento se qui-
fa'l de encima cualquier nostalgia que le hubiera quedado en
fU.8.0,t<:i a Tarso, y siguió su viaje en dirección norte. Había al-
mas que alcanzar y vidas que tocar. Mientras que el cálido sol
a~ primavera brillaba con intensidad, los brillantes picos cu-
~jertos de nieve de las montañas Tauros daban paso a los fres-
gt)s arroyos de montaña que se hundían hacia abajo, para unir-
ije'A otros ríos que se dirigían en dirección oeste, para desem-
tiQ~ en el Mediterráneo. Siguió andando por la familiar ca-
rretera romana, que atravesaba pertinazmente el escarpado te-
rreno que, finalmente, lo llevaría a Derbe, el probable lugar de
encuentro con Silas, su nuevo compañero de misión.
Juntos, daban e interpretaban la decisión del Concilio de
Jerusalén a las ciudades circunvecinas, asegurándose de que
fos nuevos creyentes recibieran la enseñanza y el cuidado pas-
fo,:al necesarios. Se dirigieron después en dirección noroeste,
a Listra, donde Pablo, sin duda alguna, presentó a su nuevo
compane1·0 a otra floreciente comunidad de nuevos creyentes.
Entl'e éstos estaba Timoteo, un discípulo fervoroso, a quien
Polloek llama "un personaje complejo. Hombre de aspecto ju-
ven-u , de estómago delicado, que se veía muy joven y que no
un
el'a cristiano musculoso".
Ese era Timoteo, de quien dos epístolas del Nuevo Testa-
mento llevan su nombre. Hijo de una mujer judía, cristiana, y
de padre griego, indudablemente un intelectual pagano; Timo-
t·!lo había sido educado en la fe por su madre y su abuela ma-
terna. Al comienzo del capítulo 16, Lucas escribe.
Llegó a Derbe y Listra, y he aquí había allí cierto discípulo
llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de
padre griego. El era de buen testimonio entre los hermanos
en Listra y en lconio.
Hechos 16:1, 2
Impresionado por su espíritu dócil y por su amor por la
verdad de Dios, Pablo invita a Timoteo a unírsele a su equipo .
Algo acerca de Tirnoteo debió haber atraído al experimen-
tado plantador de iglesias. A menudo, es así como el Señor for-
tíl~ sus equipos. Usted conoce a algunas personas, pero no se
p,oauce ninguna química . Con otras, en cambio, hay una afini-
dad instantánea. La mayoría de las veces, los espíritus afines
214 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
armonizan con mucha rapidez. Pablo vio cualidades excelentes
en Timoteo, que eclipsaban su aspecto juvenil. Esto fue sufi-
ciente; lo reclutó de inmediato.
Timoteo comenzó una agitada pasantía misionera, llena
de aventura y de emocionantes experiencias en la línea del
frente. Su curva de aprendizaje pronto se estiraría corno mm-
ca antes. ¡Qué oportunidad tan excelente el poder viajar con
Pablo! Lucas escribe:
Cuando pasaban por las ciudades, les entregaban las deci-
siones tomadas por los apóstoles y los ancianos que estaban
en Jerusalén, para que las observaran. Asílas iglesias eran
fortalecidas en la fe, y su número aumentaba cada día.
Hechos 16:4, 5
¡Los frágiles brazos de Timoteo debieron sentirse adolori-
dos por los pellizcos que él mismo se daba, preguntándose si
todo aquello no era más que un sueño! Pero, para asombro su-
yo, Dios lo había escogido, con todo su candoroso fervor, para
unirse a dos veteranos profesionales en un riguroso esfuerzo
de establecimiento de iglesias, que se extendería a dos mun-
dos, guiados por el Espíritu Santo. Uno de sus mayores descu-
brimientos sería para él una sorpresa: Que por más que uno
lo intente, no todas las puertas se abren para el evangelio.
SIN DECIR EL PORQUÉ,
DIOS A VECES DICE NO
Atravesaron la región de Frigia y de Galacia, porque les fue
prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia.
Cuando llegaron a la frontera de Misia, procuraban entrar
en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. En-
tonces, después de pasar junto a Misia, descendieron a Troas.
Hechos 16:6-8
Dirigiéndose al norte, se encaminaron hacia Frigia y Ga-
lacia. Habían orado para que las puertas se abrieran, y espe-
raban que hubiera corazones preparados en esa región, pero
la Escritura dice que "les fue prohibido por el Espíritu Santo
hablar la palabra en Asia".
Viajando como lo hacía Pablo 215
Es posible que usted haya tenido una experiencia seme-
j(l.a ta. A pesar de sus mejores intentos por lanzarse por fe y ha-
~~r avances para el Señor, las puertas se cierran, y a veces con
un portazo. Aunque no se da ninguna razón para ello, el Es-
píritu les impidió que entraran a Asia.
Impávidos, siguieron su marcha hacia Bitinia. De nuevo,
,-y sin ninguna explicación, allí también se les cerraron las
puertas. Finalmente se dirigieron al oeste y llegaron a Troas,
ttr)a ciudad costera situada en las playas más orientales del
-mar Egeo. Curiosamente, Lucas no ofrece ninguna informa-
élt>n en cuanto a cómo reaccionaron los tres hombres a la serie
de callejones sin salida. Eso debe haber parecido extraño.
Pero sí sabernos que continuaron su viaje, a pesar de esos
callejones, dirigidos por el Espíritu de Dios.
Muchas veces, la respuesta de Dios es un sencillo "No". No
queremos oírlo, pero es cierto. "No. No. No. No". Cuatro puer-
t,a¡::; se les cierran con un portazo: Frigia, Galacia, Misia y Biti-
nia. Sin embargo, en vez de darse media vuelta y regresar a
Antioquía, continuaron, guiados por el Espíritu y atraídos por
Joi. sonidos y los olores del mar. Una vez que llegaron a Troas,
hi ciudad de la parte más occidental, sucedió algo extraordi-
nario.
P~blo tuvo una visión. El relato no dice si también la tuvo
Silas. Aparentemente, sólo Pablo tuvo la visión. Antes de que
ll!Ml Escrituras fueran completadas, Dios comunicaba su volun-
t®r a veces, por medio de visiones y a menudo a través de sue-
ñso.s. Los sueños ocurrían de noche, mientras que las visiones
sucedían en cualquier momento del día. En este caso, la visión
~1-no a Pablo de noche, en la forma de "un hombre de Macedo-
ni&" (Hech. 16:9).
Ahora sería un buen momento para hacer una pausa y
mital' el mapa 2, que se encuentra en la página 386, al final
de este libro.
Un buen hábito, que nos sirve de disciplina cuando hace~
mos nuestro estudio bíblico personal. es ubicar en un mapa
los lugares importantes mencionados en la Biblia. Yo siempre
Jé¡; estoy diciendo esto a los miembros de la iglesia en donde
servimos. Los mapas nos ayudan a convertir nombres que es-
tán en una hoja, en lugares reales de la tierra.
Al otro lado de las azules aguas del mar Egeo, usted verá
a Macedonia. Mientras Pablo se encuentra en '!'roas {¿ya ubicó
216 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
a Troas?), tiene la visión de un hombre que le implora: "¡Pasa
a Macedonia y ayúdanos!" , motamente sabían que su primer convertido sería una desta-
En la cabeza de Pablo se enciende una luz: ¡Eso explica el
porqué se cerraron todas esas puertas en Asia! Ahora sé lo
razón por la que no pudimos entrar a Frigia, a Misia o a Bi-
tinia con el mensaje de las buenas nuevas. La retrospección le
hizo clarísima la razón por la que Dios lo había traído a Troas:
porque habría una evangelización mucho más amplia.
Pablo había pensado hacer un viaje a lugares donde ya
había estado, pero el plan de Dios abarcaba un continente en-
teramente nuevo abierto a la invitación de Cristo, donde na-
die había estado antes, es decir, nadie equipado con el gran.-
dioso mensaje de esperanza en Cristo. ¡Eso es lo que yo llamo
ensanchar las fronteras! ¡Permítame recordarle que ese fue
otro cambio!
El visionario apóstol no perdió tiempo para obedecer la or-
den divina. Los lugares nuevos no lo asustaban. En realidad1
lo desconocido lo estimulaba. No hubo necesidad de luchar con
los detalles. Ni esperar hasta que sintiera paz. Tampoco excusas
como: "¡Ay, Señor, yo me mareo cuando tengo que viajar por mar
tan lejos! No estoy seguro de poder aguantar un viaje así". Ni:
"Ay, Señor, eso queda muy lejos de casa. No estoy seguro de con-
tar con fondos suficientes". No bien había dicho Dios: "Vayan",
y ellos salieron inmediatamente.
Para un observador minucioso es claro que fue en esta co-
yuntura que el doctor Lucas, el autor de Hechos, se unió a Pablo,
Silas y Timoteo. Es muy posible que Lucas haya abandonado
su profesión de médico para pasar a engrosar filas con estos
misioneros en movimiento. Cuatro de ellos, dice Lucas, salie-
ron "para Macedonia, teniendo por seguro que Dios nos había
llamado para anunciarles el evangelio" (Hech. 16:10, itálicas
del autor).
PUERTAS QUE SE CIERRAN
Y CORAZONES QUE SE ABREN
Vea de nuevo el mapa, pues le será de ayuda. Trace con un de-
do la ruta del viaje. Desde Troas navegaron por el mar Egeo,
pasando frente a Samotracia, hasta la ciudad portuaria de Neá·
polis, ubicada en la activa arteria vial europea conocida como
la Vía Ignacia. Su destino sería Filipos, una de las principales
Viajando como lo hacía Pablo 217
ciudades de la región, situada en el centro de Macedonia. Ni re-
~da mujer de negocios, mientras rendía culto a Dios en un
curioso lugar.
Ljdia: Un encuentro en el río
Filipos, llamada así en honor de Felipe de Macedonia, cuyo
hijo fue Alejandro el Grande, se había convertido en un puesto
~e avanzada militar después que Octavio Augusto acabó total-
mente con la criminal banda de desleales responsables del ase-
sinato de Julio César. La ciudad, donde bullían soldados roma-
oos, tenía la reputación de ser considerada una Roma en minia-
tµra. Filipos tenía su propio gobierno y era autónoma en mu-
cijos sentidos. Comprensiblemente, la antigua metrópolis no
·era un punto focal del judaísmo. Debido a eso, cuando Pablo
bu.seó el lugar acostumbrado para predicar, no lo encontró. No
había ninguna sinagoga, firme evidencia de que, dentro de los
límites de la ciudad, no había siquiera diez varones judíos1 •
De haber judíos o prosélitos en la ciudad, ellos se reuni-
rfsn regularmente junto al río, utilizando la abundancia de
tigua para la purificación ritual. Por ello, Pablo y sus compa-
ñeros se dirigieron a las riberas del río Gangites, donde se reu-
nieron con un pequeño grupo de mujeres que se estaban pre-
parando para el servicio de adoración.
Y el día sábado salimos fuera de la puerta de la ciudad, jun-
to al río, donde pensábamos que habría un lugar de oración.
Nos sentamos allí y hablábamos a las mujeres que se habían
reunido. Entonces escuchaba cierta mujer llamada Lidia, cu•
yo corazón abrió el Señor para que estuviese atenta a lo
que Pablo decía. Era vendedora de púrpura de la ciudad de
Tia,tira, y temerosa de Dios. Como ella y su familia fueron
bautizadas, nos rogó diciendo: "Ya que habéis juzgado que
soy fiel al Señor, entrad en mi casa y quedaos". Y nos obligó
a hacerlo.
Hechos 16:13-15 (itálicas del autor)
EJ mini avivamiento casero debió haber sido una expe-
riencia conmovedora. Talvez aún aturdidos por las puertas
OOTI'-ad:ui que encontraron en Asia, el equipo de misioneros oh-
218 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
servaba maravillado cómo el Señor había abierto el corazóa
de una mujer destacada, preparando así el terreno para que
surgiera una iglesia en Filipos. Todo eso era parte de la direc-
ción de Dios y de la obediencia de Pablo. Su falta de compren-
sión inicial fue remediada por su obediencia. La recompensa
le esperaba en Filipos.
Nadie podría haber pronosticado que la fundación de
uno de los ministerios más estratégicos del primer siglo hu.
hiera surgido de la conversión, en un río, de una mujer de cla-
se media.
Pero, no se ponga muy cómodo. Dios tenía reservadas
unas cuantas sorpresas más para los misioneros macedónicos.
Una joven endemoniada y un milagro tumultuoso
Los cuatro hombres continuaron su campaña en Filipos,
disfrutando de la cálida hospitalidad y del estímulo derrama-
do en abundancia sobre ellos por Lidia y su familia. Cada d11
se reunían en el río para la oración fervorosa y la adoración
dinámica. En una de sus idas al río se encontraron con una
joven esclava endemoniada, que desde ese momento se em-
peñó en burlarse de ellos, lo cual estuvo haciendo du_rante mu-
chos días. Día tras día, Pablo se las arreglaba para ignorar su
vergonzosa perorata, hasta que finalmente no pudo aguantar
más. Lucas describe la escena con su acostumbrada economía
de palabras.
Aconteció que, mientras íbamos al lugar de oración, nos salió
al encuentro una joven esclava que tenía espíritu de adivi-
nación, la cual producía gran ganancia a sus amos, adivinan-
do. Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, gritaba diciendo:
-¡Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os
anuncian el camino de salvación!
Hacía esto por muchos días. Y Pablo, ya fastidiado, se dio
vuelta y dijo al espíritu:
-¡Te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella!
Y salió en el mismo momento.
Hechos 16:16-18
A mí me habría encantado ser testigo de esa confronta·
ción. Pablo, soportando con paciencia los repetidos y enojosos
Viajando como lo hacía Pablo 219
comentarios de esta insólita espectadora, finalmente se harta.
Utl.d"ía se vuelve hacia ella y la enfrenta con estas dramáticas
palabras: "¡Te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de
efüa!''. Dicho esto, la joven queda libre del demonio. La multi-
1,µ d ve at6nita como la otrora chica endemoniada está ahora
se,tefie y callada. ¡Gracias sean dadas a Dios, que siempre nos
dp la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!
Pero no todos estaban tan dispuestos a alabar el hecho
milagroso realizado por Pablo. Furiosos por su súbita pérdida
económica, los codiciosos amos de la joven esclava soliviantan
fo multitud. Agarraron de inmediato a Pablo y Silas; éstos fue-
¡'oti luego golpeados con garrotes por las autoridades y luego
ecl'¡ados en una mazmorra romana con los pies asegurados en
ce¡)CIS,
Un motnento. Antes estaban cosechando el premio a la obe-
4ícmcia. pero en cuestión de minutos están sangrando y ence-
1'!.'~dos en una cárcel. Se preguntarían: Pensábamos que estába-
mos haciendo lo que Dios quería. ¡Sí! Pero ahora nos apalean
l!(>fl garrotes y nos echan en la cárcel. Eso era parte del plan.
La zozobra, las dificultades, la persecución y las penalida-
Qfy!S no son indicadores esenciales de estar fuera de la voluntad
de Dios. Por el contrario, son ocasiones en las que estas cosas
significan que usted está, en realidad, en el corazón de su plan.
El recordar esto nos sirve de ayuda; es otra lección que hemos
aprendido de nuestros viajes con Pablo.
Pero la trama en Filipos se vuelve aún mejor.
Un carcelero de Filipos y una conuersión tras un temblor
'de tierra
Detengamos aquí e imaginemos la escena. Superficialmente,
es sombría. Pablo y Silas están atrapados en una celda húme-
da y oscura, con heridas abiertas en sus cuerpos que no han si-
.do. lavadas. Sus pies están encadenados a una barra de ma-
deta1que los obliga a estar de pie en una posición sumamente
incómoda. Los traumáticos acontecimientos los han dejado ado-
loridos y conmocionados. Todo eso, de alguna manera borra
J~s cálidoR recuerdos de júbilo en el hogar de Lidia sólo pocos
díaij atrás. Sin embargo, estos dos hombres se negaron a per-
milfr que las circunstancias determinaran sus actitudes. Ob-
servemos los extraordinarios acontecimientos que siguieron.
220 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Como a la medianoche, Pablo y Silas estaban orando y can-
tando himnos a Dios, y los presos les escuchaban. Entonces, de
repente sobrevino un fuerte terremoto, de manera que los ci-
mientos de la cárcel fueron sacudidos. Al instante, todas las
puertas se abrieron (no se olvide de esta frase), y las cadenas
de todos se soltaron. Cuando el carcelero despertó y vio abier-
tas las puertas de la cárcel, sacó su espada y estaba a punto de
matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado.
Hechos 16:25-27 (paréntesis del autor)
Una escena impresionante, ¿no? Cuando los hombres co-
menzaron a adorar a su Señor, el agudo dolor producto de los
golpes comenzó a disminuir. Los presos que los rodeaban esta-
ban desconcertados por la extraña reacción de sus compa-
ñeros de celda-.ante tal cruel tortura. Con sus pies en los ce-
pos, comenzaron a cantar. Quizás se pusieron a cantar este
conocido cántico hebreo:
Pacientemente esperé a J ehovah, y él se inclinó a mí y oyó
mi clamor. Y me hizo subir del pozo de la desesperación, del
Iodo cenagoso. Puso mis pies sobre una roca y afirmó mis
pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a
nuestro Dios. Muchos verán esto y temerán, y confiarán en
Jehovah.
Salmo 40:1-3
Antes de que el carcelero tuviera tiempo de quitarse ]a
vida, sabiendo que le esperaba una muerte inmediata si los
prisioneros escapaban, Lucas nos dice que Pablo "gritó a gran
voz, diciendo: ¡No te hagas ningún mal, pues todos estamos
aquí!". El conmocionado carcelero pidió entonces una lámpara
para mirar. Quería ver lo ocurrido con sus propios ojos. ¡Debió
haber visto todo borroso, mientras pestañeaba asombrado,
luchando por concentrar sus ojos en los misioneros, que ahora
estaban sonriendo! Sin vacilar un instante, cayó de rodillas e
imploró que le dijeran cómo ser salvo.
Sacándolos afuera, les dijo:
--Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
Ellos dijeron:
-Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa.
Viajando como lo hacía Pablo 221
y le hablaron de la palabra del Señor a él, y a todos los que
estaban en su casa. En aquella hora de la noche, los tomó
consigo y les lavó las heridas de los azotes. Y él fue bautiza-
do en seguida, con todos los suyos. Les hizo entrar en su
casa, les puso la mesa y se regocijó de que con toda su casa
había creído en Dios.
Hechos 16:30-34 (itálicas del autor)
¿Puede usted imagina r la fe confiada y contagiosa de esos
hombres? ¿Habría hecho usted todo lo que ellos hicieron, con
StIB espaldas cubiertas de costras? De haber estado yo allí
t úando las puertas de la cárcel se abrieron de par en par, me
h~bría echado a correr como un caballo desbocado. "¡Yo me
voy de aquí! ¡Que el carcelero se arregle como pueda!''. Pero
Pabfo no actuaba así. El viajaba bajo el control del Espíritu
Santo, de comienzo a fin, y no dejaba ninguna oportunidad de
predicar a la casualidad. Pero mejor aún, su obediencia no e~-
wba condicionada a su comodidad ni a un paquete salarial. El
'J'lO investigó cuáles serían sus beneficios laborales antes de
lanzarse a la carrera misionera. Su meta era sencilla y clara:
,predicar a Cristo donde no hubiera sido nombrado. Si eso sig-
nificaba estar encadenado a una cárcel romana y ahogándose
en su propia sangre, que así fuera. Cuando, estando en Troas,
lo. dijo que sí a aquella visión, fue un sí incondicional.
Un hombre de Macedonia había dicho: "Ven a ayudarnos".
Dios tenía en mente a una vendedora de púrpura, a una joven
esclava explota da, y a un severo y brutal carcelero romano. Si
usted viaja como Dios quiere que viaje, como lo hacía Pablo,
será sensible a las puertas que se abren y estará en paz con
;aqu(¡Jl1a~ que se cierran.
Después, Pablo apeló a Roma. Después de descubrir que
habia torturado a ciudadanos romanos, el magistrado gober-
0..'lr\t¡e se estremeció de miedo. Al darse cuenta de que había
act'u.ado ilegalmente contra estos dos hombres, el funcionario
le:s rogó a Pablo y a Silas que se marcharan de Filipos para
.e~t,l\lr más agitación entre la población. El equipo misionero
no le dio importancia a lo ocurrido, y siguió a delante, esperan-
do el siguiente episodio del poder y de la presencia de Dios.
lQ.ne hombres tan admirables eran esos!
222 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FI1Th1EZA
UNA BREVE SÍNTESIS DE LOS
SINGULARES VIAJES DE PABLO
Enseñando en Tesalónica
El inimitable fundador de iglesias avanzó con Ímpetu Y fu~
meza, flanqueado por la fiel compañía de sus c~laborador ei:;.
La próxima parada: Tesalónica. Pabl?, en ar~o~•:=t con su t~t~-
dus operandi volvió a su lugar prefer_1do p:1ra m1c1ar su ~ctrv1.
dad: la sinagoga. Muchos creyeron, mclmdo un gran num.e-110
de griegos y mujeres influyentes. Eso fue suficiente para des-
pertar los celos de los líderes judíos, hasta el pu.nto de q~e Pablo
y su equipo se vieron obligados a escapar baJo la cubierta do
la noche (Hech. 17:10).
Abofeteados en Berea
Partieron de allí y llegaron a Berea, y de nuevo predicaron en
la sinagoga local. Más corteses que los de Tesalónica, la a"vidt!'4
de los bereanos hizo que éstos estuvieran "escudriñando cada
día las Escrituras para verificar si estas cosas eran así" (R et":h.
17:11).
No puedo dejar pasar estar oportunidad para decir que
ellos son un magnífico ejemplo de imitar. No importa cuán ea;.
paz o carismático o bien entrenado y experimentado sea a;u
maestro de Biblia o pastor, hay que formarse el saludable ha-
bito de comprobar con las Escrituras lo que está diciendo.
Los arquitectos y los que trabajan en la construcción uti,
lizan medidas precisas para asegurarse de tener resultados
precisos. No hacen su trabajo dependien~o dE: c_ómo se sien-
ten. Ellos hacen cuidadosamente su trabaJo m1d1endo m etros
y centímetros. Ni siquiera los constructores veteranos se fia~
de suposiciones y corazonadas. Siguen las normas estable01•
das. Las Escrituras son la herramienta de medida para tJ.se,;
gurarnos de que la enseñanza recibida es fidedigna y v-erda•
dera. Compare todo el tiempo.
A medida que usted crece en su vida espiritual, los trian•
gulos tienen que ser congruentes entre lo que dice la gent~ ·,;:
lo que está escrito en la Biblia. Si usted no puede apoyarlo eon
las Escrituras algo está faltando en la enseñanza. En ese
caso no le ere~ a su maestro. Si éste contradice la enserumz:a
'
Viajando como lo hacía Pablo 223
diyjn8., está construyendo sobre la arena. Aférrese a las Es-
crituras. Ellas siguen siendo la autoridad final en cuanto a la
fe y a la vida.
Volvamos ahora a Berea. El resultado de su incansable mi-
niste..¡o fue la fundación de otra iglesia en esa ciudad. Pero no
fodOfue color de rosa. Lucas, que nos mantiene con los pies en
lá realidad, añade de inmediato:
Pero cuando supieron los judíos de Tesalónica que la pala-
bra de Dios era anunciada por Pablo también en Berea, fue-
roa allá para incitar y perturbar las multitudes.
Hechos 17:13
No dé por sentado que los críticos de un lugar no lo se-
guj,rán a otro. Si están decididos, le seguirán los_pasos. Si no
l~,$ cayó bien, probablemente ta1:1poco les c~erá b1~n allá. ¡Los
crlticos abundan! Eso es especialmente cierto s1 usted está
·síendo usado poderosamente y la gente está aceptando la ver-
aaa. En consecuencia, su esperanza es silenciar el mensaje de
cualquier manera posible. Berea es un buen ejemplo.
Finalmente, los creyentes de Berea consideraron que ya
h1i1JJian tenido suficiente, y animaron a Pablo a dirigirse a las
cg,S~ $-del mar Egeo. Silas y Timoteo permanecerían en Berea
opn Lucas, para tranquilizar a la inquieta comunidad.
Sal~> en Atenas
1:,i¡. siguiente escena se inicia con Pablo en Atenas; está solo.
•Aten.as era el centro intelectual del mundo, la ciudad de la aca-
demia, la cuna de la democracia. Para colmo de males, la bulli-
u101:m. metrópolis estaba llena de ídolos. Un poeta ateniense es-
e.óbió que en la ciudad había más ídolos que personas. Casi no
podemos imaginar un lugar como ése. (Bangkok, en Tailandia,
pudiei-a hoy aproximarse a lo que era la Atenas de entonces). Se
sentía la presencia demoníaca opresora mientras el piadoso Após-
4rl vagaba por las calles. Sus intentos por hacer mella en las ti-
n1-ebl~s habían sido inútiles. (De esta visita de Pablo a Atenas
11eguiren10s hablando en el capítulo siguiente).
Dt!$0¡fi,n_do en Corinto
Bablo salió de Atenas y viajó una corta distancia hasta Co-
224 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
rinto, donde Lucas escribe: "Pablo se quedó allí por un año y
seis meses" (Hech. 18:11). Al volverse a reunir con Si las y Timo-
teo (y Lucas, por supuesto), Pablo disfrutó de una fructífera
permanencia en Corinto; allí conoció a Priscíla y Aquilas, quie-
nes se convertirían en estrechos aliados en el trabajo, junto con
Crispo, un joven y talentoso líder de una sinagoga que rindió
su corazón al Mesías (Hech. 18:8). El trabajo era desafiante, en
Corinto jamás tuvieron un momento de monotonía, pero grati-
ficador, por tener Pablo la oportunidad de presentar al único y
sólo Dios, que es Santo, a la sofisticada y abundante población
de esta carnal ciudad.
Animado en Éfeso
El segundo viaje misionero _tuvo un final glorioso, después de
una breve permanencia en Efeso. ¡Qué lugar tan fructífero pa-
ra ministrar! Después de predicar allí y dejar encargados del
trabajo a Aquilas y Priscila, Pablo se embarcó para Cesa rea,
donde se reunió con la iglesia de Jerusalén, y después viajó a
Antioquía. Regresó al lugar de donde había salido. Después de
recorrer miles de kilómetros y de muchos meses, Pablo re-
gresó a su base de operaciones para dar un informe de los
extraordinarios prodigios, gracias al favor de Dios.
UNA CRÍTICA A NUESTRA REALIDAD
Al acercamos al final de este capítulo, hagamos una reflexión
crítica. Pensemos en lo severas que debieron ser las condi-
ciones para estos misioneros. Viajar entonces era sumamente
duro. Hoy nos deslizamos en un automóvil con aire acondicio-
nado, mullidos asientos de cuero, reproductor de discos com-
pactos, ventanas herméticas, y arrancamos a toda velocidad.
Si nos cansamos de la carretera, nos detenemos y nos hospe-
damos en un cómodo lugar para pasar la noche. Tenemos una
alternativa, con todas esas excelentes comodidades.
Pero esos curtidos guerreros de la cruz tenían que viajar a
pie, y si eran transportados, lo hacían en carretones con ruedas
de madera, o a lomo de animales sudorosos, por muchos kilóme-
tros, soportando condiciones climáticas extremas.
La comida era poca. No había los cuidados médicos de hoy.
De no haber sido por Lucas, Pablo se hubiera desmayado atl
Viajando como lo hacia Pablo 225
Jll camino. Esa debió ser una de las grandes razones por la que
.t;.ócas decidió unirse al equipo en Troas: para ser su médico
piát13on.al Por otra parte, no olvidemos el ambiente de hostili-
~~il que había. Vivían y ministraban en medio del peligro casi
wdoel tiempo. Aun así, Pablo y sus compañeros siguieron ade-
Jante.
Los cristianos occidentales se han vuelto muy amigos de la
comodidad. Vivimos pendientes de nosotros mismos, de nues-
tri,~ derechos y de nuestras conveniencias. Tenemos poca tole-
-rancia por cualquier cosa que estorbe nuestro bienestar. La
Mea de sacrificarnos rara vez se cruza por nuestra mente. Si so-
mos llamados a considerar la posibilidad de pagar un alto pre-
cl(), nos asustamos, nos ponemos a tartamudear y amablemente
nos disculpamos de no poder aceptar. O decimos que ayudare-
mos en el sostenimiento de los que son llamados a salir.
Trate de imaginar cómo era la vida, estando en los zapa-
t,Qs de Pablo... ¡sin aire acondicionado! ¿Habría sido usted su
compañero de misión? ¿Habría emprendido el camino con él
desde Antioquía para ir a lugares desconocidos? ¿Habría aban-
donado usted una exitosa práctica profesional en Troas? Yo me
he hecho estas mismas preguntas. Ellas nos obligan a ver lo que
b~y bajo la superficie de nuestro confortable mundo.
Aunque todavía no era un hombre viejo, Pablo ya tenía las
cicatrices de Filipos, las magulladuras de Listra, los recuer-
dos de la turba en Tesalónica y las heridas de Berea. Pero, a pe-
131¡,r- de eso, seguía adelante. A mí me parece que esa clase de
firmeza espiritual no sólo es inspiradora, sino también suma-
meo:re acusadora.
Increíblemente, cuando llega a los sesenta años de edad, ha-
'i;é"planes para un tercer viaje misionero. ¡La verdad es que este
homh1·e sí que es un apasionado! Y antes de que uno salga del
asamlwo, el hombre ya se ha puesto en marcha, movido por la
.g11acia de Dios.
Volvió de nuevo a Siria y Galacia y se estableció en Éfeso,
do.nde disciplinó a muchos nuevos creyentes y donde disfrutó de
1m largo y fructífero ministerio. Por más de dos años trabajó
(!J1tre los efesios, enseñando la verdad de Dios, realizando mila-
gt1ls1 combatiendo al adversario y conduciendo a muchos gen-
tiles a Cristo.
. Pablo escribió Primera a los Corintios mientras estuvo en
Ereso, Después de salir de allí, regresó a Macedonia donde es-
226 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
cribió Segunda a los Corintios. Mientras estuvo en Corinto to-
mó de nuevo su pluma y escribió lo que tenemos hoy como la
epístola del Nuevo Testamento a los Romanos. Más adelante,
la situación se vuelve más emocionante.
Las extensiones recorridas por Pablo solo en este tercer viaje
son pasmosas. Observe de nuevo el mapa llamado 'lercer Viaje de.
Pablo, que está en la página 387 al final de este libro. Tome unos
breves momentos para seguir las pisadas de Pablo en su última
campaña misionera. Él hace un recorri~o total. Sígalo con el d~
do. ¡Imagine todos esos kilómetros! De Efeso se dirigió hacia aba-
jo, a Mileto, luego a Cos, a Rodas, a Pátara, a Tiro, a 'lblemaida, a
Cesarea y, de nuevo, a Jerusalén.
Cuando llega a Jerusalén, ya ha terminado su tercer viaje.
Se salvaron almas, se fundaron iglesias, se transformaron vi-
das. Aunque había sido arrestado, golpeado, perseguido, encar-
celado y calumniado, Pablo había culminado el recorrido, y da
un entusiasta informe de todo lo que Dios había hecho (Hech.
20:17-25) a todos los que se habían reunido para recibirlo.
Como era de esperarse, los del Sanedrín pusieron el grito en
el cielo, y causaron tal conmoción en oposición a los informes de
Pablo, que hubo que llamar a las autoridades romanas para
controlar la revuelta. Pablo es llevado ante Félix, Festo y el rey
Agripa, todos ellos funcionarios del gobierno romano. En una
triunfante demostración de fe y valentía, exclama ante Agripa:
¡Quisiera Dios que, por poco o por mucho, no solamente tú
sino también todos los que hoy me escuchan fueseis hechos
como yo, salvo estas cadenas!
Hechos 26:29
Agripa casi se convirtió.
No obstante, Pablo sigue encadenado, y después es envia-
do como prisionero a bordo de un buque mercante que se diri-
gía a Roma. Para colmo, el barco naufraga (¡eso está en Hechos
20!), pero milagrosamente Dios le salva la vida y lo lleva des-
pués sin contratiempos a Roma. Allí, aunque está bajo arresto
domiciliario y encadenado a un guardia romano, escribe las
epístolas de Filemón, Colosenses, Efesios y Filipenses, que son
llamadas las "epístolas carcelarias". Están en la Biblia, porque
Pablo se negó a tirar la toalla: obedientemente, siguió ade-
lante.
Viajando como lo hacía Pablo 227
PRINCIPIOS PARA VIAJAR BIEN
COMO LO HIZO PABLO
Ya sea que usted esté viajando como misionero, o se encuentre
en medio de su actividad profesional, Dios quiere que usted
viaje así como lo hizo Pablo. Yo encuentro cuatro principios
permanentes que lo ayudarán a maximizar su efectividad pa-
ra Cristo, adondequiera que vaya. Para que podamos recor-
darlos con facilidad, comencemos cada uno con las palabras
''Cuando viaje ...".
1. Cuando viaje, no lo haga solo. Hágase acompañar de, por
lo·menos, otra persona, idealmente su cónyuge. Si no es su
cónyuge, entonces que sea un miembro de su familia. Y si no es
miembro de su familia, que sea una persona muy allegada. En
tpd:o caso, hágase acompañar por algujen. Haga memoria.
Recuerde a los que viajaron con Pablo. El viajó con Bemabé,
Juan Marcos, Silas, Timoteo, Lucas, Aquilas y Priscila. Y no
s~ olvide de Sópater,Aristarco, Segundo, Gayo, Timoteo, Tíquico
y Trófimo. ¡Uy, casi me olvidaba de Erasto! Usted no gasta
mucho tiempo pensando en estos nombres, pero fueron indis-
pensables para el hombre de gracia y firmeza. Si le es posible,
e:v~ le viajar sin compañía, ya que si se siente solo su acom-
pañante podrá levantarle el ánimo, y si se mete en problemas,
tendrá ese compañero que lo ayudará a salir adelante. Dos es
mej~u· que uno, y tres es mejor que dos.
2. Cuando viaje, no pierda el contacto con los suyos. Re-
pórtese siempre. El corazón de Pablo estaba siempre muy cer-
ca de los suyos. Aunque se encontraba lejos, se mantenía en
contacto. Cuando regresaba, daba informes. Cuando estaba
don sus hombres, voluntariamente les daba cuenta de su minis-
~rio. Cuando escribía sus cartas, era vulnerable las más de
f~ veces. Es muy probable que llevara unas memorias. Tal
vez usted quisiera también llevar unas. Esta es una de las gran-
4._és herencias que les puede dejar a sus hijos. Cuando nues-
lirtls hijos nos lleven a enterrar, sería maravilloso que todos
tuviéramos en nuestra biblioteca varias memorias manuscri-
fñ~.de las cosas que el Señor nos enseñó en la vida. Unas me-
morfas, no un diario. No es lo que hemos hecho, minuto a minu-
to, día: tras día. Eso es un diario. Las memorias son pensa-
mientos escritos que nos ha dado el Señor. ¡Qué valiosos son
pttr.a los que siguen nuestras pisadas! Son las lecciones que
228 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
hemos aprendido en nuestra peregrinación con el Padre. Las
cartas de Pablo, en cierta manera, son como anotaciones inspi-
radas de memorias. Aunque Pablo estaba fuera durante lar.
gos períodos, él se reportaba siempre.
3. Cuando viaje, no crea todo lo que oiga. Alguien dije:
"Una autoridad es cualquiera que esté a 100 kilómetros de dis-
tancia de su casa". Ya que soy medianamente conocido, cuan-
do viajo, la gente se me acerca pensando que les voy a causar
una gran impresión. Si me conocieron mejor, no pensarían
eso. Cuando usted viaje, de vez en cuando se va a encontrar
con personas que casi querrán adorarlo. (Eso le sucedió a
Pablo). Pero no lo permita. En el otro extremo estarán quienes
lo rechazarán y tratarán mal. Pero no se deje influenciar ne-
gativamente por los pesimistas. Hasta habrá unos pocos que
conspirarán contra usted. Pero mantenga sus ojos en la meta.
Concéntrese en el Señor, y nada de eso lo desanimará.
Algunas de las mejores personas que han pasado por este
mundo fueron maltratadas, incomprendidas y calumniadas.
Eso es parte de lo que Dios utiliza para preparar a sus sier-
vos. Eso no se lo deseo a nadie, pero yo no soy el director. Ese
trabajo le corresponde al Señor.
Una vez más me viene a la mente la vida de Abraham
Lincoln. ¡Él sí que se las vio feas!
Lincoln fue difamado, ultrajado y odiado más intensamen-
te que cualquier otro candidato a la presidencia de los Esta-
dos Unidos. En su libro Lincoln on Leadership (Lincoln y el
liderazgo), el autor Donald Phillips escribe:
La prensa de su tiempo lo tildó de todo lo que quiso; lo llamó,
incluso, mandril; un abogaducho de tercera categoría que
una vez dividió al servicio ferroviario y que ahora divide a la
Unión Norteamericana; un sujeto ordinario, vulgar y despre-
ciable; dictador; simio; bufón, y otras cosas más. El periódi-
co Illinois State Register lo llamó "el político más desver-
gonzado y deshonesto que jamás ha deshonrado el cargo de
presidente de los Estados Unidos". Imagine la calumnia. Iró-
nicamente, los estadounidenses le construimos un gran mo-
numento recordatorio a ese hombre extraordinario, aunque
sus contemporáneos lo despreciaron abiertamente.
Pablo se destaca hoy como un hombre de Dios y como 1.1P
Viajando como lo hacía Pablo 229
rnodelo a imitar por todos nosotros. Su mensaje daba esperan-
~ª a todos los que lo escucha9an. ¿Por qué razón? Por la gra-
cia, por la admirable gracia. El también fue despreciado en su
tiempo, pero nada de eso lo apartó de su objetivo. ¿Por qué? Por
;su firmeza, su absoluta firmeza.
4. Cuando viaje, no se distancie de las personas. Es muy fá-
oil, por la actividad y ajetreo del viaje, volverse impersonal, in-
1,0&áble, decir sólo superficialidades y frases gastadas, perder el
contacto con la realidad. Resista esa clase de superficialidad.
Manténgase accesible. Manténgase real. La gente necesita que
,tsted sea real, auténtico. No perfecto, pero sí auténtico.
Pablo dijo que "necesitaba" a Timoteo. Eso es ser auténti-
co, Cuando estuvo en la pri~ión, cantó con Silas. No le pidió a
$Has que cantara para él. El cantó con Silas. Cuando uno de
sus amigos estaba siendo maltratado, qui~o salir en su defen-
sa frente a la turba del teatro público en Efeso, pero sus ami-
gos lo contuvieron. Eso es ser auténtico. C~ando derramó su
corazón ante los ancianos de la iglesia de Efeso, ellos se pu-
•swron a llorar y lo besaban una y otra vez. Así actúa un homw
bre accesible.
EL FIN DE TODOS LOS VIAJES
·Através de la historia, los viajeros, con frecuencia, han escrito
lll?ros sobre sus viajes. Uno de mis favoritos es Travels with
éharlie (Viajes con Carlitos), de John Steinbeck, un relato sen-
cillo de sus viajes con su perro, en su camioneta. Es un magní-
Íi(lo relato. Otro de mis favoritos es Blue Highways (Caminos
melancólicos), de William Least Heat Moon. Es la estupenda
historia de un hombre que, luego de perder su empleo, llenó
ne combustible el tanque de su furgoneta y se dedicó a reco-
rrer los caminos vecinales de los Estados Unidos de América.
llela:ta las lecciones que le enseñaron personas ordinarias de
Jugares desconocidos, que realizaron viajes solas.
No importa cuál sea la historia ni tampoco cómo haya sido
'él viaje, un viajero queda cambiado para siempre. La vida está
llena de viajes. Algunos son aburridas excursiones que hacemos
ge mala gana, sólo por simple obligación; otros son aventuras
emocionantes en las que nos embarcamos con los ojos de la fe.
Pern los cambios vienen... cambios en usted.
A través de todo este capítulo hemos estado en el camino
230 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

una y otra y otra vez. Hemos viajado con Pablo por un exten-
so territorio. Pero, al igual que Pablo, también hemos hecho
un viaje por nuestro interior. Nos hemos hecho un poco de au-
toexamen a lo largo del camino. Eso ocurre siempre durante
cualquier viaje importante.
Phil Cousineau escribe en su excelente libro The Art of
Pilgrimage (El arte de la peregrinación):
Capítulo catorce
Ya sea que se embarque en una agotadora peregrinación de
mil kilómetros a pie a través de Europa... o que inicie un
viaje largamente postergado a sus raíces ancestrales, o que
PREDICANDO COMO
dé ese primer paso en su larga peregrinación espiritual... su LO HACÍA PABLO
viaje está a punto de cambiarlo.

Cousineau tiene razón. Ningún viaje cambia tanto la vida

como nuestro viaje espiritual de regreso a la cruz. ¿Ha estado
alü, en alguno de todos sus viajes? Si no es así, ¿está dispuest;O
a dar ese primer paso? Es un viaje que usted jamás lamentará.
puedo asegurárselo. Uno que nunca olvidará.
¡Ánimo! Todo comienza con ese primer paso.

1Nota del Editor. Para que una sinagoga funcionara era necesario
por lo menos la presencia de 10 varones adultos.
E1 grito de batalla que prevaleció en los años sesenta en las
ciudades estadounidenses, y que permaneció hasta bien entra-
dos los setenta fue: ¡cuestionen la autoridad! La mayoría de los
adultos pueden recordar esas vociferantes décadas en las que,
1no importa cuál fuera su papel o título, si usted tenía autoridad
sobre alguien, se enfurecían y la rechazaban. Esto ocurría con
llls profesores en las aulas de clase, con los padres en el hogar
y con los jefes en la oficina. El colmo ocurrió cuando se tuvo la
misma actitud frente al predicador en el púlpito. El estribillo
era: "Oye, yo tengo mis derechos. ¿Quién te crees que eres, pa-
ra pararte allí y hablar me de esa manera, sin permitirme a mí
decir lo que pienso?". La cosa se volvió sumamente amenaza-
dm,a al comienzo de los setenta.
Como ministro comprometido con la Palabra de Dios, he
observado con tristeza esta erosión de la autoridad que se está
produciendo en nuestras filas. Aunque el cristianismo ha so-
brevivido ciertamente los años sesenta y setenta, algunas igle-
sia·s evidencian todavía esa mentalidad de "cuestionamiento
a la autoridad". Son comunes las críticas que se hacen en con-
231
232 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
tra de los predicadores y de la predicación. Esas son, con fre-
cuencia las mismas iglesias que prefieren un estilo de cultos
para en'tretener, en vez de levantarse y predicar las eternas
verdades de la Palabra de Dios.
Hace poco leí unas palabras que me hicieron arrugar la
frente. "La predicación es un arte moribundo". Siendo q_ue la
predicación es uno de mis dones, ¿significa que estoy moribun-
do? "La predicación es un arte moribundo, una forma º?,so~~-
ta de comunicación el eco de un pasado que quedó atrás , dl]o
' ,
esta supuesta autoridad. En muchos círculos contemporaneos,
los predicadores son vistos como dinosaurios sueltos. Para
ellos los sermones son considerados pésimos intentos de impo-
ners~ sobre personas que no creen en el mensaje que prego-
nan y ponen en tela de juicio la importancia del papel que
ello; desempeñan. En resumen, la predicación está pasada de
moda.
A veces, los predicadores tienen la culpa de esa falta de
estima. El problema no es nuevo. Si no, pregúnteselo a Rafael,
el pintor italiano del siglo XVI. Cuando él estaba trabajando
con esmero en sus frescos del Vaticano, dos arrogantes carde-
nales se le acercaron y, como de costumbre, hicieron un ade-
mán despectivo y comenzaron a criticar su trabajo. Mientras
observaban pintar al artista, uno de ellos dijo en tono lasti-
moso: "La cara del apóstol Pablo está demasiado roja".
Sin casi mirar a sus mezquinos patrocinadores, Rafael
replicó: "Es que está ruborizado al ver en manos de quiénes ha
caído la iglesia".
Pienso que todavía seguiría sonrojado. Algunos de los. vo-
ceros de Dios, hasta el día de hoy, son unos arrogantes. Y si no
arrogantes, algunos han dejado su rol de predicadores _Y se
han convertido en presentadores de programas de entrevistas
o en cómicos de micrófono. Por creer que la gente no vendrá,a
menos que les den lo que quieren, están ahora haciendo eso.
Son numerosos los lugares donde las iglesias se han vuel-
to centros de entretenimiento, tratando de alejar la atención
de sus atareados feligreses de la seducción y del clamor de Is
sociedad. Pero la estrategia muchas veces termina en una
ausencia de especificidad y de falta de precisión en nuestros
mensajes no vaya a ser que nuestros clientes se ofendan Yse
vayan a ~tra parte. El resultado, en la mayoría de los casos,
es que las personas sólo están consumiendo "comida chatarra
Predicando como lo hacía Pablo 233
espiritual". Eso no es algo que yo descubrí. Lo encontré en la
paráfrasis que hace Eugene Peterson de 2 Timoteo 4. Lea con
detenimiento y reconcentradamente sus palabras en The
Message (El Mensaje), y al hacerlo, vea si eso le suena a lo que
está sucediendo hoy:
Esto no puedo enfatizártelo tanto como quisiera. Dios te es-
tá observando muy bien. Cristo mismo es el Juez, y quien
tienE:_ la última palabra sobre todos, ya estén vivos o muer-
tos. El está a punto de aparecer de repente para hacer juicio;
así que proclama el mensaje con severidad; y sigue vigi-
lante. Desafia, pon sobre aviso y exhorta a tu iglesia. No te
rindas jamás. Y di las cosas con sencillez.
Vas a encontrar que vendrá el día en los que las personas no
apetecerán la enseñanza sólida, sino que se llenarán de comi-
da chatarra espiritual, de cuestiones engañosas que hala-
garán su gusto. Le volverán la espalda a la verdad e irán
tras espejismos. Pero tú, mantén tus ojos en lo que estás ha-
ciendo; acepta los momentos malos junto con los buenos;
mantén vivo el Mensaje; haz un trabajo cabal como siervo de
Dios.
Me encanta la expresión "comida chatarra espirit ual", Es
lo que les decimos a nuestros hijos: "No se llenen de chatarra,
.Y~ que v~mos a cenar dentro ~e una hora". Muchísimas igle-
s1a!i del siglo XXI no ofrecen smo sermoncitos, y los sermonci-
J,og crean cristianitos. Ese tiempo de dieta pobre sólo lleva a la
desnutrición espiritual, o peor aún, a la inanición. Debo decir,
además, que las sectas hacen su agosto cuando se encuentran
Ql)n unas ovejas muertas de hambre,
La c~nversión de Martín Lutero a Cristo, sólo por la fe, fue
1~ que dio impulso a la Reforma Protestante. La dramática
conversión de Lutero se inició como una cruzada personal pa-
rn volver a dar a las Sagradas Escrituras la autoridad final en
la vida de todo creyente. Este énfasis, naturalmente, se refle-
J~, en el culto cristiano. Como era de esperarse, la proclama-
o~i.'iQ de la Palabra se convertiría en el corazón de la experien-
cma de adoración colectiva por parte de la iglesia. La Reforma
(ll&YÓ al púlpito sobre el altar. Lutero enseñó que a través de
In Palabra de Dios los elementos adquieren significado sacra-
•nu:nl:a,t. Además, la predicación de la Palabra es esencial para
234 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA,
tener una vida de libertad y gracia espiritual. La predicación
sólida se convirtió en el catalizador de la verdadera adoración.
Las vigorosas convicciones de Lutero en cuanto a la pre-
eminencia de las Escrituras en la vida de la iglesia, se trans-
mutó en nueve virtudes que él describió como "buena predi-
cación".
Yo no soy bueno dando fórmulas simplistas o métodos a
seguir paso a paso, para lo que tiene que ver con cosas que, aiJ.
final, sólo dependen de la obra del Espíritu de Dios. Sin em-
bargo, vale la pena mencionar las nueve virtudes de Lutero,
"El predicador":
l. Debe, por supuesto, enseñar de manera sistemática.
2. Debe tener agudeza mental.
3. Debe ser elocuente (persuasivo, claro y expresivo).
4. Debe tener buena voz.
5. Debe tener buena memoria.
6. Debe saber cómo comenzar y cómo terminar.
7. Debe estar seguro de su doctrina.
8. Debe arriesgar e involucrar cuerpo y sangre, y honor y
bienes, en la Palabra (debe ser un apasionado).
9. Debe estar dispuesto a ser ridiculizado y despreciado.
La novena virtud de Lutero representa, por lo menos para
él, la prueba verdadera. El predicador debe estar dispuesto a
arriesgarse al ridículo, a la pérdida de sus bienes, e incluso su
vida en caso de ser necesario, si quiere ser un digno vocero de
Cristo. Eso a mí no me suena como alguien que sólo sirve "co-
mida chatarra espiritual". Esa clase de predicación acrisolada
no sólo da vida, sino que la nutre.
No le quepa la menor duda de que esa fue la clase de pre-
dicación que caracterizó al apóstol Pablo. Aunque tenía una
forma sencilla, su predicación se abrió camino por entre las com-
plejidades de su propia sociedad pluralista al exaltar la supre-
macía de Cristo. Los que tenemos el ministerio cristiano como
vocación de vida, debiéramos ser lo suficientemente sabios ro·
mo para aprender de él. Y si usted no está llamado a hacer ID
obra de Dios prnfesionalmente, sería prudente que usara el
ejemplo de Pablo como la clase de modelo que debiera buscar
en la persona que está al frente de su congregación.
Predicando como lo hacía Pablo 235
UN MODELO SENCILLO PARA
NUESTROS COMPLEJOS TIEMPOS
Una rápida indagación de los primeros capítulos de Hechos,
qi.ie-recogen el comienzo del ministerio de Pablo, pone de mani-
f'festo su pasión por la comunicación del mensaje de Cristo, sin
titubeos ni disimulos. Pablo hablaba osadamente. Pablo predi-
e,ttba la Palabra. Pablo enseñaba con convicción. Pablo se conec-
taba. con las necesidades de sus oyentes.
Sin embargo, no es sino hasta el capítulo 17 que tenemos
un sermón completo, un sermón digno de una detenida mira-
da: desde su preparación hasta su predicación.
l;a, preparación
Como vimos hacia el final del capítulo anterior, cuando el após-
1,Ql Pablo llegó a Atenas se encontraba solo, y mientras aguar-
da,J;,á la llegada de sus colegas misioneros, quizás para pasar el
tiempo se puso a caminar por las atestadas calles de esa legen-
paria ciudad. Esperando absorber toda la variedad cultural de
hl sofisticada cultura griega, se sintió consternado. Lo que vio
fue la cultura griega en su peor expresión. Esto lo inquietó pro-
fundamente. Según Lucas, "su espíritu se enardecía dentro de
él al ver que la ciudad estaba entregada a la idolatría".
. Paroxuneto es la palabra griega que Lucas utiliza para des-
m bir la conmoción interior de Pablo. Significa "afilar, irritar,
estimular". Pablo se revolvía por dentro. La preponderancia
a~los ídolos y el resultante beneficio comercial que genera-
b¡µí. carcomía el alma de este predicador de pensamientos sin
desviaciones.
Es probable que usted haya estado en presencia de un
fdóll') en. algún viaje que realizó al extranjero. Yo he estado en
lugares donde no sólo había ídolos, sino también adoradores
de ídolos, gente sincera trayendo cosas de gran valor para
ofrecerlas a dioses de piedra y de madera. Los he visto lloran-
~ e implorando, y a veces cortándose y mutilándose a sí mis-
mos, todo corno una ofrenda a esos dioses sin vida, invariable-
mente buscando su aceptación. La tragedia es ésa: los dioses
terrenales jamás están satisfechos. Los adoradores de ídolos,
~~nos de superstición y ciegos por el temor y la ignorancia, vi-
-veo: la vida preguntándose si han satisfecho todas las deman-
 236 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA,
das y si han ganado el favor de los mejores dioses. Eso es tan
desgarrador, que uno se revuelve por dentro. Así se sentía
Pablo enAtenas.
La ciudad era una chatarrería de ídolos. Lo que rodeaba
al extranjero en esas activas calles era un verdadero bosque
de piedras, madera y metales preciosos, todos transformados
en altares; aquello era un conjunto interminable de santua-
rios de dioses extraños, con formas de imágenes anónimas.
Un monótono altar tras otro.
Atenas era, al mismo tiempo, una ciudad de esculturas y
arquitectura incomparables. Se ufanaba de tener un estadio
de sesenta mil asientos. Las galerías de arte eran excepcional-
mente numerosas. Bellas salas de concierto y respetadas aca-
demias estaban ordenadamente alineadas en sus calles empe-
dradas. Por diversas razones, Atenas era el centro cultural del
mundo griego.
Plinio escribió: "En los días de Nerón, Atenas tenía más de
veinticinco mil estatuas públicas, y otras treinta mil sólo en el
Partenón". "Era más fácil encontrar a un dios que a un hom-
bre en Atenas", añadiría Petronio.
La ciudad era la ambición de todo filósofo. Las familias ri-
cas enviaban a sus hijos a Atenas a aprender filosofia y a te-
ner un mejor conocimiento de los entretenidos mitos que gira-
ban en torno a sus fantásticos y antojadizos dioses y diosas.
Atenas, cuna de Sócrates y Platón, era también la ciudad adop-
tiva de Aristóteles y Epicuro. Pablo lo vio todo. Debió tener
momentos de asombro que lo dejaron boquiabierto. Su espí-
ritu se inquietaba cada vez más, con cada minuto que pasaba.
Pablo se sentía tan en casa en Atenas, como se sentiría un bus-
to de Lutero en el Vaticano. Entre las arrugadas líneas de los
rostros de los brillantes y reflexivos intelectuales de esa ciu-
dad, él podía leer mensajes de confusión y desesperanza. A me-
dida que la agitación cedía, un sermón comenzó a formarse en
su interior.
La última palabra en todo este grave ambiente filosófico lo
tenía el Areópago, en la colina de Marte, cuyo mármol ha per-
durado hasta hoy. En ese eminente lugar se reunían eruditos
filósofos, maestros e historiadores, todos ellos tan inseguros e
indecisos en su pensamiento, que no tenían espacio en sumen-
te para nada que fuera absoluto. Para ellos, la verdad era rela-
tiva. El dogmatismo equivalía al suicidio intelectual. Aunque
Predicando como lo hacía Pablo 237
e:I alma de Pablo percibía todo el mal que tenía a su alrededor,
sti espíritu sentía dolor por la ceguera y el vacío espiritual de
IJ:JS atenienses.
John Stott, en su libro The Spirit the Church and the World
(:E!! Espíritu de la iglesia y el mundo) nos propor ciona un co-
rrecto análisis de la evaluación que hace el Apóstol de la ce-
guera espiritual de Atenas:
La reacción de Pablo ante la idolatría de la ciudad no fue sólo
negativa, sino también positiva y constructiva. No se puso a
lamentar ni a llorar de impotencia ni a condenar a los ate-
nienses. No, sino que compartió con ellos las buenas nuevas
de Jesús. Procuró a través de la predicación del evangelio
prevalecer sobre ellos, para hacerlos volver de sus ídolos al
Dios viviente, de manera que pudieran darle a él y a su Hijo
1'a gloria debida a su nombre. La agitación de su espíritu con
una indignación justa abrió su boca en testimonio.
No sólo la observación minuciosa jugó un papel vital en la
preparación de Pablo para predicar, sino que también se en-
frascó en un ejercicio de preguntas bien pensadas, interactuando
de esa manera, de persona a persona, con la gente de Atenas.
[]a gente
Pablo no era un simple turista en Atenas; era un estudiante
inteligente y aplicado de la cultura. Por ser una persona socia-
ble, decidió realizar una serie de reuniones comunitarias, uti-
lizando dos conocidas plataformas públicas: la sinagoga y la
plaza pública. Lucas escribe: "Discutía en la sinagoga con los
judíos y los piadosos, y todos los días en la plaza mayor, con los
qúe concurrían allí" (Hech. 17:17).
Continuaba dialogando vigorosamente con los ciudada-
nos, y al mismo tiempo recogía información que pronto se con-
vertiría en la madera de su predicación. A este agudo pensa-
cl~r no se le escapaba ningún detalle.
Pablo adoptó probablemente el método socrático de pre-
guntas y respuestas, poniendo gran atención a las personas
«111 las que hablaba. Hacía preguntas a los peatones, escucha-
ba atentamente sus respuestas, y luego les seguía haciendo
preguntas. En esto, Pablo involucró a todos, desde peatones
hasta filósofos fogueados.
238 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Primero fue a la sinagoga para hablar con los judíos, y
luego a la plaza mayor para interactuar con los gentiles. La
ágora era el lugar central de la vida pública de Atenas y, por
esa razón, el lugar de encuentro de la conversación filosófica,
de la inactividad, del ocio, de la conversación general y de las
operaciones comerciales. Pablo no era exigente en cuanto a su
auditorio. A los buenos predicadores no les importa quiénes
los están escuchando. Su objetivo era que la gente lo escucha-
ra, para luego ayudarlos a interactuar con la verdad. Pablo
siguió haciendo esto durante varios días, sin dejarse inmutar
por el esnobismo de los intelectuales ni por el abierto rechazo.
Usted no puede hacer callar a un predicador que ha sido
llamado y capacitado por Dios. De hecho, lo desafio a que lo ha-
ga. Pablo había entendido la naturaleza crucial de ese encarg0
en Atenas, de modo que jamás le pasó por la mente desapre-
vechar esa oportunidad preparada por Dios. Sabía que ne-
cesitaba estar listo en todo momento para defender y procla-
mar el evangelio. No pasó mucho tiempo sin que en su audi-
torio hubiera algunos sofisticados pensadores. ''Algunos de los
filósofos epicúreos y estoicos disputaban con él" (17:18).
¿Quiénes eran estos? Usted probablemente está familia-
rizado con la palabra castellana "estoicismo", que se originó de
la enseñanza de los antiguos filósofos estoicos. Estos enseña-
ban que la persona debía procurar aceptar, valiente y desde-
ñosamente, las leyes del universo, no importa lo duras que
fueran. Debían trabajar para que hubiera un estado mundial
basado en la razón. Creían que el alma sobrevivía al cuerpo,
pero sólo en un especie de estado etéreo, incorpóreo y libre,
Emocionalmente, eran pasivos y desconectados de las cosas.
Los epicúreos, por el contrario, enseñaban que la felicidad
y el placer eran el sumo bien, y que debían buscarse con pa-
sión desenfrenada. "Comamos, bebamos y gocemos, porque ma-
ñana moriremos" es el clásico concepto epicúreo. Simplemente
morimos como animales, sin el temor de un juicio o de las con-
secuencias. u¡Entonces, goza de la vida!".
Los estoicos y los epicúreos se acariciaban presuntuosa-
mente la barba, mientras escuchaban a ese extraño orador de
Tarso hablar de una deidad extranjera. Pablo los animaba a ha-
cer preguntas, las respondía, y luego hacía las suyas.
Pablo estaba en su elemento.
Pocas cosas son más peligrosas que un predicador en su
predicando como lo hacía Pablo 239
elemento, peligrosas en el sentido de la cultura del mundo.
Ninguna cantidad de burlas o de insultos impedirá a este hom-
bre de gracia y firmeza, escogido por Dios, cumplir con el lla-
ma.miento que recibió de proclamar el evangelio. Mientras ar-
gumenta con razonamientos lógicos tratando de convencer a
los ciudadanos, se acercó un número cada vez mayor de filóso-
fo:~ que dijeron, burlándose: "¿Qué querrá decir este palabre-
ro?" (17:18).
Notemos el apodo insultante. Hoy diríamos "pícaro", un re-
coge-semillas, como esos nerviosos pajaritos que se ponen a
comer en las afueras de los restaurantes. Para ellos, Pablo no
er¡a. más que un carroñero de pensamientos profundos, que
por faltarle material propio se alimentaba de los desechos ver-
b¡'ll.es de los demás.
Todo ese discurso acerca de Jesús y de la resurrección les
parecía extraño a los paganos filósofos. Después de todo, nin-
guno de sus dioses se jactaba de tener tales poderes. Por tan-
to, interesados en saber más acerca de estas extrañas ideas
nuevas, le concedieron una audiencia formal. Lo invitaron a ha-
pfo11en un nivel superior, literalmente. Fueron con él a la coli-
na llamada Marte.
Su momento había llegado.
i11 plataforma
Pablo no necesitaba un púlpito para predicar. A él le importa-
ba poco la plataforma. Lo único que deseaba era tener un pú-
blico. No obstante, seguramente en ese momento se dio cuen-
ta de que su lugar de predicación en Atenas no era un sitio
insignificante.
En el prominente Areópago, este venerable grupo de in-
telectuales significaba el sueño más grande de un predicador.
Era.como ser invitado a predicar en la sala de sesiones del Con-
greso, o dar un discurso en favor de Cristo ante la Corte Supre-
n'la de un importante país. En esos lugares, las mentes más sa-
gaces y los j ueces más respetados de la nación escucharían
todas las palabras que usted diría. Eso era el Areópago. Repre-
sen taba una de las oportunidades más excelentes que Pablo
jamás tendría.
Hace unos años, tuve una oportunidad semejante. El ge-
neral de cuatro estrellas, Charles Krulak, entonces comandante
240 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA,
de la Infantería de Guerra de los Estados Unidos de América,
me invitó a hablar en la Catedral Nacional. En el auditorio es.
taría no sólo un grupo de oficiales recientemente graduados de
Quantico, Virginia, sino además numerosos oficiales de alto ran-
go de la Marina de Guerra. Era un importante encuentro de ofi-
ciales de las Fuerzas Armadas. Frente a mí estaban sentados
generales de dos y tres estrellas, y también el mismo coman-
dan te, todos de uniforme y con el pecho lleno de medallas. Co-
mo ex infante de marina, yo me sentía emocionado y honrado
de estar en presencia de estos sobresalientes oficiales.
El general Krulak ama a Cristo. Antes de que yo me pu-
siera de pie para hablar a ese impresionante grupo de perso-
nas, se reunió conmigo en la habitación de atrás, me abrazó y
oró, diciendo: "Pongo a este hombre en tus manos, Señor Jesús.
Te mego que tu Espíritu obre a través de tu Palabra mientras
le hablas a él y él nos habla a nosotros. Danos no sólo cora-
zones para escuchar, sino también voluntades para obedecer".
¡Descubrí que es dificil abrazar a un comandante mientras
uno está cuadrado militarmente! Después de una conmovedora
interpretación del conocido himno Gracia Admirable (Him-
nario Bautista, Núm. 183), tocado en una gaita por la banda de
cornetas y tambores, me levanté a predicar. El tema de mimen-
saje era "La integridad". Dios me había dado una fabulosa
plataforma desde la cual tenía el privilegio de predicar su Pa-
labra. Eso fue lo que ocurrió con Pablo en la colina de Marte.
¡Qué momento tan grandioso debe haber sido ése!
Todavía hoy se puede visitar ese sitio. El mármol se ha
vuelto resbaladizo por el uso excesivo de los zapatos de los
turistas. Y los escalones que conducen hasta la colina son muy
peligrosos porque no sólo son resbaladizos, sino que también
se ha formado una fuerte pendiente, de manera que uno tiene
que arrastrarse a gatas. Pablo no tuvo que arrastrarse apo-
logéticamente hacia esa plataforma. Ascendió a ella, con una
combinación de humilde confianza y valerosa determinación,
para dar el gran sermón de su vida.
La proclamación
Mirándolos directamente a los ojos, Pablo comenzó diciendo:
"Hombres de Atenas...", y se lanzó a hablar. iQué tremendo
mensaje proclamó! A usted no le tomaría tres minutos leer todo
Predicando como lo hacía Pablo 241
el sermón, tal como Lucas lo registra. Comienza hablándoles de
dónde estaban, como todo buen predicador, y los conduce hasta
donde necesitaban ir. Todos estaban fascinados por sus pala-
bras, sin que sus mentes divagaran en ningún momento.
La razón por la que Pablo pudo hablar como lo hizo, se de-
bió a que sintió lo que sintió. Y sintió lo que sintió, porque vio
fo que vio. Los grandes sermones son el resultado de yer lo que
otros no ven y de sentir lo que la mayoría no siente. El habló a
hombres inteligentes, cuyos nombres habrían estado precedi-
dos por muchos títulos, de haber sido la costumbre de aquellos
tiempos. Y lo hizo sin notas; sin consultar Biblias de Estudio
que le sirvieran de ayuda; sin ayudas escritas. Simplemente
enfrentó la situación, diciendo: "Hombres de Atenas: Observo
que sois de lo más religiosos en todas las cosas ...".
¡Qué comienzo tan comedido! Nada de insultar, nada de dar
puñetazos, nada de regañar a nadie con una cara arrugada. Sim-
plemente les dice lo que había visto en los últimos días mien-
tras se encontraba visitando su hermosa ciudad. Les dice que
había hablado con una muestra representativa de ciudadanos
atenienses y que había observado que eran personas "de lo más
religiosas". Pero hay una gran diferencia. Ellos, sin duda, reci-
bieron las primeras palabras de Pablo como un cumplido.
Doy aquí un consejo gratis a los predicadores novatos: Pon-
io,rn mucha atención a las primeras palabras de su sermón. El
mensaje de Pablo no se iba a centrar en el significado del uni-
verso ni en la historia política del mundo antiguo: su tema era
la religión, pura y simple. Ellos lo captaron en las primeras pa-
labras que salieron de su boca. Esto lo ayudará a usted a recor-
dar que unas palabras bien pensadas le ayudarán a romper la
mentalidad de desinterés de su auditorio.
Pablo siguió, diciendo:
Pues, mientras pasaba y miraba vuestros monumentos sa-
grados, hallé también un altar en el cual estaba esta ins-
cripción: AL DIOS NO CONOCIDO. A aquel, pues, que
vosotros honráis sin conocerle, a éste yo os anuncio.
Hechos 17:23
Es muy probable que todos los hombres que estaban es-
cuchando a Pablo hubieran visto ese altar. No ignoraban que
había ese Dios no conocido, y eso pudo haber sido una fuente
242 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
de ansiedad para algunos, que se estarían preguntando si
habrían pasado por alto a uno de los dioses. En realidad, ellos
no querían ignorar a ningún Dios. Por eso que habían dedi-
cado un altar a un Dios no conocido, por si acaso. (¡Y llama-
ban palabrero a Pablo!). Sabían precisamente a cuál altar se
refería Pablo, de modo que podían ver en sus mentes esa ima-
gen que ahora brillaba resplandeciente.
Pablo comenzó con lo familiar, para poder explicar des-
pués lo no familiar. Una excelente técnica. Él sabía su plan,
pero su auditorio no. En una brillante demostración de tran-
sición creadora, exclama: "Lo que ustedes adoran sin saberlo,
es lo que yo les proclamo". Si me lo permiten, lo que les dijo
fue: "¿ Quieren que les diga una cosa, hombres de Atenas? ¿Co-
nocen a ese dios desconocido que está allí en la esquina de
Zeus y Pericles? Yo sé el nombre de ese Dios. El tiempo ha
puesto negro a ese altar en el curso de los años, pero yo estoy
aquí para presentarles a ese Dios hoy".
El evangelista Billy Graham prepara sus campañas de la
misma manera que lo hizo Pablo en Atenas. Estudia la ciudad
y, sin duda, se reúne con el alcalde, y cuando le resulta posible,
con el gobernador del estado. También se pone en contacto con
los medios informativos, las personalidades del deporte, y se
reúne personalmente con los equipos que gozan de populari-
dad en la ciudad. Comienza, pues, creando una base de familia-
ridad, preparando el terreno para llevar después a su audito-
rio al terreno no familiar que la mayoría jamás ha visitado
antes. De esa manera, los conduce en el sermón. Es un plan in-
teligente que ha funcionado por más de cincuenta años. La bue-
na predicación comienza con lo familiar, y luego construye
puentes hacia donde las personas necesitan estar.
Pablo habló de ese Dios no conocido, e inmediatamente
construyó un puente para hacerlo conocido.
Este es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay
en él. Y como es Señor del cielo y de la tierra, él no habita
en templos hechos de manos, ni es servido por manos hu-
manas como si necesitase algo, porque él es quien da a todos
vida y aliento y todas las cosas.
Hechos 17:2{ 25
¿Quién es este dios no conocido? Bueno, él es el Zeos, el
Predicando como lo hacía Pablo 243
Creador del cielo y de la tierra. El verdadero Dios. El único y
s..o.lo Dios.
No deje de ver el artículo definido: :$1 es el Dios
que hizo el mundo y las cosas que hay en él. El es Kurios:
"¡Señor!". Así es como su auditorio llamaba al César. Pablo
exclamó: "No sólo quiero que conozcan el Dios, sino que tam-
bién quiero decir;les que él es Dueño y Señor de la tierra. No
ie equivoquen: El no habita en templos hechos por el hom-
bte1'. ¿Cómo es eso de que hay un Dios que no habita en tem-
pli>R hechos por manos humanas? debieron haberse pregunta-
dt>. Pablo había captado su atención.
Pablo está describiendo al Dios del cielo, el Dios con quien
usted y yo estamos familiarizados y de quien, por supuesto,
esos cerebros jamás habían oído hablar. El auditorio de Pablo
er~ inteligente y religioso ... pero estaban más perdidos que una
aguja en un pajar. Por tanto, sigue construyendo su puente, di-
ciéndoles:
Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. De
uno solo ha hecho toda la raza de lo~ hombres, para que
habiten sobre toda la faz de la tierra. El ha determinado de
antemano el orden de los tiempos y los límites de su ha-
bitación...
Hechos 17 :25b, 26
Dios no es ,sólo omnipotente. ,Él es soberano. Él establece
las fronteras. ~l fija los límites. El es el inconmensurable que
lo mide todo. ¡El es Señor, el verdadero Kurios! Pablo se está
acercando a su clímax:
Para que busquen a Dios, si de alguna manera, aun a tien-
tas, palpasen y le hallasen. Aunque, a la verdad, él no está
lejos de ninguno de nosotros; porque en él vivimos, nos mo-
vemos y somos. Como también han dicho algunos de vues-
tros poetas: "Porque también somos linaje de él".
Hechos 17:27, 28
Un silencio ensordecedor se apoderó de la multitud. Esa
era predicación de la buena. Pablo sabe precisamente a dónde
qui;re que vayan. Ellos sólo saben dónde han estado y dónde
esta él ahora. El hombre estaba describiendo a una deidad
que ellos jamás habían conocido.
244 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Recuerde que Pablo había tenido poco tiempo para prepa.
raro escribir su sermón. Comenzó a prepararlo durante el tiem.
po en que estuvo en la calle, y lo terminó en su cabeza durante
su enérgica subida p_or los escalones de mármol de la colina de
Marte. ¿Notó algo? El cita a uno de sus poetas, que dijo: "Por.
que somos linaje de él". "Pero déjenme decirles algo'', dice el
Apóstol, por implicación, "no de Zeus, sino de Dios". Por si acaso
alguien hubiera estado comenzando a cabecear de sueño, Pablo
recoge unas pocas semillas propias citando un poema conocí.
do escrito en cuanto a Zeus. El filósofo estoico, Arato de Soli
(siglo 111 a. de J.C.) había escrito:
¡Zeus llena las calles, las plazas,
Zeus llena los mares, los santuarios, las playas y los ríos!
¡En todo necesitamos a Zeus!
También somos linaje de él.
Fueron estas últimas palabras las que utilizó Pablo. El Dios
a quien Pablo proclamaba no era Zeus. Toda la sabiduría de
ellos sólo los había conducido a un callejón sin salida. Este no
era un dios de pacotilla cuya imagen aparecía para la venta
en los mercados o en las vitrinas de las tiendas. Pablo les esta-
ba presentando al Dios que había creado el universo y que
demandaba una respuesta de su presencia en todas partes.
Habiendo ya tranquilizado y pescado a su auditorio, Pablo re-
coge ahora cautelosamente la presa con una habilidad magis-
tral.
La propuesta
Por eso, aunque antes Dios pasó por alto los tiempos de la
ignorancia. en este tiempo manda a todos los hombres, en
todos los lugares, que se arrepientan; por cuanto ha estable-
cido un día en el que ha de juzgar al mundo con justicia por
medio del Hombre a quien ha designado, dando fe de ello a
todos, al resucitarle de entre los muertos.
Hechos 17:30, 31
¡Arrepentirse! No había estoico ni epicúreo en ese montón
de personas que no estuviera ya retorciéndose en su toga.
"¿Arrepentirse? No puedes estar hablando en serio. ¿Me estás
predicando como lo hacía Pablo 245
diciendo que cambie mi manera de pensar, que renuncie a to-
du mi preparación y posición como juez de Atenas?". Si en al-
gún momento habían pensado que el hombre estaba despista-
do, lo que habían oído les había quitado toda duda. Pablo les
estaba diciendo descaradamente que el Dios del cielo espera-
ba u.na respuesta sincera de aquellos a quienes él había crea-
do-1:1morosamente. Luego vino el ataque final. Les dijo que ese
Hombre había sido resucitado de los muertos. El único y sólo
Dios les había demostrado quién era él al resucitar a Jesús de
entre los muertos.
Dicho esto, todos estaban meneando la cabeza y dando
bufidos. No podían creer lo que oían. "¿Resurrección? ¡Qué dis-
parate!". Entonces le señalaron la puerta al pícaro recoge•se-
millas. ¡Suficiente!
Pablo introdujo el asunto de la resurrección antes de que
pudieral) desconectarse. (Los predicadores duchos saben lo que
es eso.) El había estado hablando con la gente en las calles acer-
e¡:¡. del Salvador Jesús, desde el momento en que llegó a la ciu-
dad, Talvez la noticia de las enseñanzas de Pablo habían cruza-
do el mar Egeo y llegado a Atenas. Seguramente que pensaban
que el cadáver de este Jesús se había podrido en la tumba, pero
Pablo les estaba diciendo otra cosa: que Jesús, en realidad, esta-
ba vivo. Ellos no iban a hacerle caso a esa tontería.
Observe lo rápido que se desenchufaron.
Cuando le oyeron mencionar la resurrección de los muertos,
unos se burlaban, pero otros decían: "Te oiremos acerca de
esto en otra ocasión".
Hechos 17:32
Sin embargo, un grupo muy pequeño creyó.
La misma reacción la encontramos hoy. Todo sermón efec-
tivo produce cierta medida de burla y rech azo, una respuesta
negativa inmediata. Algunos se interesan lo suficiente como
para volver y escuchar por segunda vez. Pero un pequeño gru-
p.p de otros, cree. Entre estos a quienes Pablo persuadió esta-
~ban Dionisio y Dámaris ( 17 :34).
LA PREGUNTA
Usted, también, está dentro de alguna de estas tres catego-
246 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
rías. ¿En cuál? Usted puede elegir: rechazar la verdad, intere-
sarse por la verdad o creer la verdad. En otras palabras, pue-
de responder con fe a la Palabra de Dios.
Pablo no se puso a esperar una respuesta de manos al-
zadas. Después de haber dado su mensaje, se bajó de la pla-
taforma de mármol y "salió de en medio de ellos".
No se cantó ningún himno de invitación ni se hizo un lla-
mamiento emocional, presionando para obtener una respues-
ta. No hubo ruegos ni amenazas ni manipulación. Tampoco
disculpas por haber hablado improvisadamente. Nada de eso.
Pablo terminó su sermón y se marchó. Fue un modelo exce-
lente: Dios lo firmó, el Espíritu Santo lo selló y un siervo lo pre-
dicó. Así de sencillo. Pero ahora, hagámoslo aun más práctico.
UN PLAN DE CUATRO PARTES PARA
UNA PREDICACIÓN PODEROSA
Usted, que lee este capítulo, es posible que sea un pastor, como
yo. Quizás sea maestro de la Escuela Dominical o líder de un
grupo pequeño de estudio bíblico. Es posible que sea un pastor
de jóvenes o un líder laico. Pudiera ser que esté involucrado en
labores de aconsejamiento en una actividad de campamentos,
de evangelización, o de un trabajo misionero consistente y
localizado. Si usted tiene la responsabilidad de comunicar la
verdad bíblica, considérese, entonces, un predicador (al menos
por las próximas dos páginas), un comunicador de la Palabra
de Dios. Si usted está incluido en la descripción anterior, los
cuatro principios que siguen a continuación son especialmente
para usted. Léalos cuidadosamente, con atención y deteni-
miento, ya que se aplican a cualquier ministerio.
Primero: Manténgase siempre en el tema, Cristo. Para
Pablo, siempre era Cristo. Aunque hablaba del altar al Dios
no conocido en Atenas, todo lo que decía apuntaba a Cristo. La
predicación que no exalta a Cristo es predicación hueca. Pablo
escribió a los creyentes de Corinto: "Porque me propuse no sa-
ber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a él crucificado"
(1 Cor. 2:2). Para Pablo, el vivir era Cristo, y el morir, ganan-
cia. Cristo es la respuesta a nuestras necesidades más profun-
das. La buena predicación tiene un tema, y ese tema es Cristo.
Cuando Cristo es predicado, las vidas son transformadas. Tén-
galo por seguro. ¡Jamás lo olvide!
Predicando como lo hacía Pablo 247
Segundo: Diga siempre la verdad sin temor. No se deje
impresionar demasiado por la gente que viene a su clase o por
los que asisten a su iglesia. No importa que contribuyan econó-
micamente con mucho o con poco. No importa su sexo. No im-
porta si se interesan mucho o poco en lo que les dice. No impor-
t~ cómo respondan. Olvídese de cómo se visten. No haga caso
de su pedigrí académico. No importa si son famosos o no. La
tarea de usted es hablar la verdad sin temor. Una de sus res-
ponsabilidades fundamentales es no amilanarse cuando pre-
dica la verdad. Muchas veces, los ·muy brillantes entre noso-
\;l'OB jamás han tenido un propósito claro en su ministerio. Lo
que ellos necesitan (y lo que agradecerán) es un testimonio
valiente, bien preparado, y que sepan hacia dónde ir.
Tercero: Comience hablando siempre de aquello con lo cual
eB~a familiarizado su auditorio. Pablo se apoderó de esos hom-
bres con sus primeras palabras. Usted también puede hacer-
lo, si invierte tiempo para pensar cómo hacerlo. Conozca su
auditorio lo suficientemente bien para que pueda construir un
puente que los conduzca a Cristo. Recuerde: Hay que comen-
:za1· con lo familiar, para poder familiarizarlos después con lo
no familiar.
Cuarto: Deje siempre los resultados a Dios. Una vez que
ellos han escuchado el mensaje, su parte finaliza. La tarea
suya es comunicar la verdad y la de Dios es atraer a las per-
sonas a él. Usted lo que hace es preparar al paciente; él hace
1~ cirugía. Ellos no necesitan que los manipulen. De esto ya
lmy en abundancia. Usted no tiene que perseguirlos hasta su
coche ni arrinconarlos. Dios los alcanzará, de la misma forma
que lo hizo en Atenas. Cuando usted termine de predicar su
mensaje, salude amablemente a los que todavía no se deciden
y déjelos quietos. Ore, sea solícito, muestre verdadero interés'.
Confíe los resultados a Dios. No lleve usted la cuenta. Eso le
corresponde a él. Dios puede manejar el resto. Confíe en él. La
tarea de usted es inquietarlos espiritualmente y decirles la
verdad, con misericordia y sabiduría. Deje los resultados al
Señor.
_ !Pablo pudo hablar como lo hizo, porque sintió lo que sin-
tió. Y sintió lo que sintió, porque vio lo que vio. Eso sirve para
hacer un buen sermón. Los buenos predicadore!:-i ven lo que la
may01ia no ve. Generalmente, es lo invisible; es eso que resul-
ta difícil comprender. Es el angustioso vacío del alma humana
248 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

que el predicador, de alguna manera, ve, entiende y que luego

describe de manera efectiva. Pablo fue movido en su espíritu,
y al ser movido fue dirigido a decir lo que dijo. Y cuando lo
dijo, fue capaz de establecer una conexión. Así de sencillo.
Si su corazón está bien con Dios, es asombroso lo que us-
ted será capaz de ver. Y cuando lo vea claramente, será admi-
rable como Dios podrá darle las palabras que deba decir. Us-
ted se maravillará por la forma como Dios lo utilizará, así co- Capítulo quince
mo lo hizo con Pablo en aquella antigua metrópoli hace tantos
años. Cuando le llegó el momento, él estaba preparado.
Cuando a usted le llegue el momento, levántese y hable.
LIDERANDO COMO LO HACÍA PABLO
Dios le dará el valor para hablar a los demás de su Hijo. No
hay mayor honor que éste sobre la tierra.

En nuestra casa lo llamamos el "martes negro". El 11 de sep-

tiembre de 2001 (9-11, en inglés), fue la gran llamada de alerta
ul 9-1-1, el número de teléfono de emergencias utilizado en los
Estados Unidos de América. El mundo vio horrorizado el esca-
lofriante video de dos aviones de la línea American Airlines
cuando se estrellaban a toda velocidad contra el World Trade
Center, en el sur de Manhattan. En menos de dos horas, ambas
torres implosionaron, derrumbándose y convirtiéndose en mon-
tai1as de metal destrozado y acero fundido. Miles perecieron.
También murieron centenares más cuando otro avión se estre-
Ui.l contra el Pentágono, y otro cayó en tierra en la parte suroeste
~e Pennsylvania, no lejos de Pittsburg.
Nunca más habrá otra mañana como esa, con el favor de
Bíus. Lo ocurrido nos dejó estupefactos. No estábamos prepa-
rntfoa para eso, ya que no lo esperábamos. La nación quedó des-
concertada, paralizada emocionalmente, en shock. Los Esta-
dos Unidos de América necesitaban liderazgo. Si alguna vez
lh1bo la necesidad de que nuestros líderes nacionales se le-
vantaran para enfrentar una situación y dar una demostración
d!! dirección, esa fue la ocasión. La necesidad del momento era
249
250 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
dar palabras claras y tranquilizadoras que comunicaran con-
fianza en cuanto a responsabilidad, visión y coraje. No era un
momento para sentarse con la mirada perdida, inmovilizados
por la confusión y el temor. Ese salvaje acto de agresión exigía
palabras y acciones que dieran confianza y tranquilidad a una
nación confiada y desprevenida. También necesitábamos espe-
ranza. Quedarnos callados y neutrales en un momento de cri-
sis no eran opciones. La retórica política, los gritos de rabia y
las reacciones de pánico habrían dejado seriamente impedida
a la nación. De las débiles cuerdas del liderazgo valiente col-
gaba un gran peso de esperanza y decisión.
Gracias a Dios, el Presidente estuvo a la altura de la oca-
sión. El discurso que pronunció la noche del jueves después
del ataque, fue uno de los más sensibles que jamás he escu-
chado. Cynthia y yo aplaudirnos con alegría su respuesta va-
liente, humana y serena a la caótica situación que enfrentá-
bamos. El Presidente habló de firmeza, determinación, fe, espe-
ranza, simpatía y justicia. Cuando terminó de hablar, miré a
Cynthia y le dije: "¡Quienquiera que lo haya ayudado a escri-
bir ese discurso, merece un buen aumento de sueldo!". Haya
sido él o no quien redactó ese discurso, o si hubo otros que lo
ayudaron, una cosa era cierta: El valor, el aliento y la esperan-
za que dio a su nación, surgieron de lo más profundo de su al-
ma. De los escombros y de las ruinas de un pueblo fracturado
había surgido un líder fuerte, y toda una nación agradecida lo
estaba respaldando. ¡Eso es liderazgo!
Me gustaron mucho las palabras que aparecieron en una
edición especial de la revista Newsweek (septiembre 24, 2001),
que revelan mucho más quién es el hombre a quien todos lla•
roamos Señor Presidente. Lo que se decía en ese momento era
que las personas que habían sido llamadas a esa reunión con-
vocada por el presidente de los EE. UU. de A., estaban pre-
paradas para recibir una decepción. Pero lo que recibieron fue
una total sorpresa. El Presidente había encontrado su medio
de expresión. Era, claramente, una voz de liderazgo. Dice un
extracto del artículo:
Todos recibieron más de lo que esperaban. La reunión no
duró unos pocos minutos, sino media hora. El Presidente es-
taba sereno y con domino de la situación. En cuanto a la ayu-
da que pidió al Congreso, éste se la aprobó el día siguiente.
Liderando como lo hacía Pablo 251
Los residentes de Virginia recibieron promesas de ayuda,
también, y las palabras de ajuste de cuentas que todos an-
siaban: "Cuando decida actuar", dijo, "no voy a lanzar un
misil de dos millones de dólares contra una tienda vacía de
diez dólares para darle a un camello. ¡La acción tendrá que
ser decisiva!".
Esa es verdadera firmeza. Y el líder que me gusta. El repor-
tero de Newsweek añadió este comentario:
Es posible que Winston Churchill no hubiera utilizado esas
palabras, pero le habría encantado el sentimiento y admira-
do la madurez del hombre que las dijo.
La mayoría de las personas de mi generación identifica-
rían a Winston Churchill como uno de los más grandes líderes
mundiales. Recordamos las cualidades que él emuló en su vida,
y de las cuales también escribió ese gran héroe de guerra bri-
tánico: optimismo, bondad, magnanimidad, gratitud, indepen-
dencia, justicia, autocrítica, lealtad, serenidad bajo el estrés, y
la singular capacidad de enfrentar y comunicar resueltamente
las malas noticias. Toda época disfruta de unos pocos persona-
jes excepcionales que, en tiempos de crisis, están a la altura de
la ocasión y lideran con integridad y valentía. Nuestro Pablo no
fue la excepción. Él fue, en mi opinión, clase aparte.
Honestamente, de todos los líderes que he estudiado, Pa-
blo es quien más me ha impresionado. El nunca lideró a una
nación en tiempos de guerra ni desafió valientemente a un
loco que quería controlar al mundo. Sin embargo, fue cons-
tantemente abofeteado por las poderosas fuerzas de Satanás
y su dominio después que puso en movimiento una empresa
cristiana que impactaría por siglos al mundo entero.
Como delicada filigrana, los hilos de excelentes cualidades
de- liderazgo se entretejen en la vida ministerial de Pablo. Por
supuesto que un estudio completo de estas sobresalientes cua-
lidades requiere más espacio del que dispongo en este libro.
Es por ello que estoy limitando mi discu sión a las cualidades
implícitas en una carta que escribió a los tesalonicenses mien-
tta.e realizaba su segundo viaje misionero. Durante su prolon-
gada· permanencia en Corinto, ciertas dificultades que había
eb..Tesalónica lo urgieron a escribir una carta pastoral para ani-
252 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
mar a ese rebaño y también para defender su propia autoridad
apostólica. La carta está llena de gracia y firmeza. Nos concen-
traremos en ocho cualidades esenciales del liderazgo que en-
cuentro en los doce primeros versículos de 1 Tesalonicenses, capí-
tulo 2. Las primeras cuatro son negativas; las últimas cuatro
positivas.
EL ESTILO DE LIDERAZGO
DEL APÓSTOL PABLO
Porque vosotros mismo sabéis, hermanos, en cuanto a nues-
tra visita a vosotros, que no fue en vano. Al contrario, a
pesar de que habíamos padecido antes y habíamos sido mal-
tratados en Filipos, como sabéis, tuvimos valentía en nues-
tro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de
grande conflicto. Pues nuestra exhortación no procedía de
error ni de motivos impuros, ni fue con engaño. Más bien,
según fuimos aprobados por Dios para ser encomendados
con el evangelio, así hablamos; no como quienes buscan
agradar a los hombres, sino a Dios quien examina nuestros
corazones. Porque, como sabéis, nunca usamos palabras lison-
jeras ni tampoco palabras como pretexto para la avaricia;
Dios es testigo. Tampoco buscamos gloria de parte de los hom-
bres, ni de vosotros, ni de otros; aunque podríamos haberos
sido carga como apóstoles de Cristo.
1 Tesalonicenses 2:1-6
Antes de referirme a esas ocho cualidades, permítame ha-
cer una observación general y luego un par de percepciones.
Observo que los cristianos t esalonicenses tenían un buen co-
nocimiento de Pablo y de su ministerio. Él no era una celebri-
dad remota; no era un ejecutivo distante, vestido siempre con
trajes de rayas finas, que se comunicaba con las otras oficinas
exclusivamente por medio de memorandos. Por el contrario,
se movía entre ellos y trabaja a su lado. Es muy probable que
los domingos por la tarde visitara a los creyentes para comer
con ellos y conocer sus familias. Pablo los conocía íntimamente
y les permitía que tuvieran un trato muy personal con él.
Varías veces, en los primeros versículos, Pablo dice algu-
nas cosas que dan a entender que ellos tenían un conocimiento
personal de él y de su trabajo.
Liderando como lo hacía Pablo 253
Porque vosotros mismo sabéis, hermanos ... (v. 1)
A pesar de que habíamos padecido antes y habíamos sido
maltratados en Filipos, como sabéis... (v. 2)
Porque, como sabéis, nunca usamos palabras lisonjeras... (v. 5)
Porque os acordáis ... (v. 9)
' Vosotros sois testigos ... (v. 10)
Y la lista continúa. Ellos sabían de todos sus sufrimientos
entendían sus palabras y confiaban en sus motivaciones. Par~
tiBOS personas, él no era un extraño.
Una Y otra vez lo sugiere: "Cuando piensan en lo que ha
~ido mi ministerio con ustedes, se acuerdan, saben fueron tes-
íigos, estuvieron allí, lo vieron en acción". Ellos cdnocían ínti-
mamente al fundador de su rebaño; él era verdaderamente un
pastor entre ellos. Ahora, mis percepciones:
En primer lugar, Pablo no les estaba dando modelos de li-
derazgo. No les escribió un texto teórico sobre liderazgo cris-
tiano. Les escribió una carta personal, apelando al íntimo co-
nocimiento que sus lectores tenían de él y de su ministerio
e~~re eJlos._Cuando les escribió, les recordó importantes prin-
Ct,1)1Q$ del liderazgo que recordarían al verlos actuando en él
Son cualidades que todos podemos desarrollar y que vale I~
p,el;la invertir tiempo en cultivarlas.
En segundo luga-¡;, el estilo de liderazgo de Pablo no era dis-
tan:tf! !1,i reservado. El vivía entre ellos. Ellos sabían su direc-
éién. El hablaba con ellos. Pablo no les predicaba un sermón y
después se escapaba convenientemente por la puerta de atrás
d~~ante la b~ndición final. Se mantenía accesible y real. S~
Ytdt:i. era un hbro abierto. La mayoría estará de acuerdo con
Q~EI líder~s ~sí son estimulantes. Ellos no tienen nada que
probar, nmgun secreto que ocultar, ninguna pretensión o aire
de grandeza, y jamás se sienten urgidos a recordarnos sus
méritos para el c~rgo. Así era Pablo. Él era creíble.
John Sttot, en su libro The Message of 1 and 2 Thessa-
lonians (El mensaje de 1 y 2 de Tesalonicenses), escribe:
El ministerio de Pablo en Tesalónica había sido público.
Había sido ejercido a la vista de todos, delante de Dios y de
los hombres, porque él no tenía nada que ocultar. ¡Felices los
líderes cristianos hoy, que detestan la hipocresía y aman la
integridad, que no tienen nada que esconder ni de lo cual
254 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
avergonzarse, que son bien conocidos por quiénes son y por
lo que son, y que son capaces de apelar sin temor a Dios y al
público como sus testigos! Hoy necesitamos más trans-
parencia y naturalidad de esa clase.
El líder que vive su vida a la vista de todos no tiene nada
que ocultar o temer. Pero si siempre está haciendo una cosa
tras otra y todo lo hace a escondidas, sin dejarse ver de nadie,
el público tiene razones para sospechar que no es sincere.
Cuídese de seguir a un líder que sea inaccesible e invulnerable.
En la carta de Pablo a la iglesia de los tesalonicenses, da
una mirada retrospectiva a su ministerio allí y escribe: ''Voso-
tros mismo sabéis, hermanos, en cuanto a nuestra visita a vo-
sotros, que no fue en vano". ¡Qué alentador debió ser para ellos
escuchar eso! Son muchos los pastores que al recordar sus ante-
riores ministerios se lamentan, diciendo: "Ese fue un ministe-
rio frustrante, una decepción muy grande". P9-blo pensaba todo
lo contrario en cuanto a los tesalonicenses. El tenía recuerdos
agradables de un servicio efectivo y de un amoroso compañeris-
mo.
Sin embargo, re,cuerde, por favor, que su ministerio no fue
un lecho de rosas. El literalmente entró renqueando a Tesaló-
nica, con el cuerpo magullado y debilitado por los golpes y por
el encarcelamiento sufridos en Filipos. Gracias a Dios que yo
nunca he tenido que sufrir una persecución tan brutal. Pero
Pablo sí. No obstante, le tengo una buena noticia: eso no frenó
su determinación. Él escribe: "A pesar de que habíamos pade-
cido antes y habíamos sido maltratados en Filipos, como sa-
béis, tuvimos valentía en nuestro Dios para anunciaros elevan-
gelio de Dios en medio de grande conflicto (2:2).
Uno de los secretos del éxito de este hombre puede expre-
sarse con tres palabras: Siguió sin desmayar. Continuó la mar-
cha, sin importarle que los vientos estuvieran favorablemente
soplando tras sus espaldas o golpeándolo fuertemente de frente.
A él no le importaban la oposición ni las dificultades. La única
prioridad que le importaba era que Cristo fuera proclamado.
Toda senda que abría conducía a otros a la cruz.
Ya que Pablo aparece en la Biblia como el más excelente
ejemplo de liderazgo espiritual, haríamos bien en considera!'
con detenimiento varias de las cualidades que lo convirtieron
en el líder que fue.
Liderando como lo hacía Pablo 255
LIDERANDO COMO LO HACÍA PABLO
Encuentro ocho principios para liderar como lo hacía Pablo.
Cuatro son negativos, y cuatro son positivos. Veamos primero
Jos negativos. Los llamo negativos por el uso de "no" o "nunca"
pPT parte de Pablo. En otras palabras, los siguientes principios
muestran lo que los líderes espirituales no deben ser.
L,,s negativos
Primero: Los líderes espirituales no son engañadores. Pablo
escribe: "Pues nuestra exhortación no procedía de error ni de
motivos impuros, ni fue con engaño" (2:3). Observe bien la pala-
bro error. La palabra original griega significa "errante", y se
utilizaba a menudo para describir lo que parecía ser un mo-
vimiento a la deriva de planetas por el espacio. La palabra fue
utilizada a la larga para referirse a las personas que vivían
pajo una falsa realidad. Pablo le recuerda al rebaño de Tesa-
lllnie'8 que no había ninguna manipulación en la forma como
los lideraba, y utilizó la frase "motivos impuros" para reforzar
~¡ punto. Nada impropio ni secreto caracterizó a su ministerio.
Ns.da de manipulación religiosa. Nada de un lenguaje ambiguo
pata atrapar a los ingenuos. Pablo jugaba limpio. Las palabras
~no... fue con engaño" significan simplement e "nada turbio en
ci11\1tkJ a métodos o motivación". Pablo no ocultaba el costo del
discipulado. Les dijo que era una peregrinación dura. Ni tam-
poco les hizo una fraudulenta promesa de bendiciones y bene-
ficios. Nada de una teología egoísta de pedir y recibir lo que a
Ul, O se le antoje, como si él hubiera prometido duplicar nuestro
dinero cada vez que uno da como respuesta a una campaña de
r~caudación de fondos. Esa es una necedad. Pablo lo sabía, y lo
ffiJo. Hay personas que consagran sus vidas a servir en minis-
terios humildes y desconocidos, y nunca reciben en esta tierra
ningún beneficio importante por su inversión. La mayoría de
1nsveces la recompensa tangible vendrá después.
Pablo repudiaba los procedimientos deshonestos. Delibera-
~ame~te se mantenía alejado de la vil senda de la manipula-
¡ón, FJI actuaba a un nivel superior. Nada de palabrería sin
.QS~e: Nada de mentiras. Nada de artimañas. Honestidad era su
<SegUndo nombre. La integridad distinguía todas sus acciones.
256 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
El general Dwi.ght Eisenhower, presidente de los EE. UU.
de A., escribió:
Para tener seguidores, hay que ganarse su confianza. Por
esto, la cualidad principal de un líder es su integridad incues-
tionable. Si nuestros asociados descubren que la persona es
una impostora, si descubren qt·e le falta verdadera inte-
gridad, esa persona se vendrá abajo. Sus enseñanzas y sus
acciones deben corresponderse mutuamente.
Segundo: Los buenos líderes no son complacientes. Una señal
segura de inseguridad personal es querer caerle bien a todo el
mundo; la paz a cualquier precio; el permanecer neutral para
que nadie se ofenda. Pablo había aprendido a resistir esa
trampa porque hablaba "no como quienes buscan agradar a
los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones". ¡Si
todos los ministros y los ministerios decidieran mantener esa
norma! Pablo comprendía los peligros que había en decir a las
personas lo que ellas querían oír, en vez de decirles lo que
necesitaban oír. Para él, lo que estaba en juego era algo eter-
no. Su motivación en el ministerio no era nada complicada:
agradar a Dios, no a la gente.
Hace varios años, cuando pastoreaba otra iglesia, me vi en
una posición muy difícil. Se había presentado un asunto pe-
noso, y la directiva se encontraba en un impase. Se votó, en-
tonces, para resolver la cuestión democráticamente. De los sie-
te directivos que votamos, tres lo hicieron de una manera y los
otros tres de manera contraria, de manera que el voto de de-
sempate le correspondía al pastor, a su servidor. Era la clásica
situación sin salida. Entonces suspendimos la reunión du-
rante veinticuatro horas para orar, pero principalmente para
que yo tuviera tiempo de hallarle una solución al problema.
Me fui a casa y le dije a Cynthia: "Hoy voy a estar a solas
por cierto tiempo. Pasaré la noche pensando y orando por el
dilema en un lugar que no sea la casa. Necesito un cambio de
escenario".
Un buen amigo mío, visitador médico a quien yo estimaba
mucho, estaba pernoctando en un hotel que quedaba a una
hora de viaje, de modo que hice planes para pasar un tiempo
de oración con él, con la esperanza de que pudiera beneficiar-
me de su sabio consejo. Mientras me dirigía a su hotel, de-
Liderando como lo hacia Pablo 257
repente pensé en un pasaje de las Escrituras, y casi me salí de
]a carretera cuando me puse a leerlo en la Biblia que puse
sabre el volante. Me detuve a un lado de la vía y leí en voz alta
laSo palabras de Pablo a los gálatas: "¿Busco ahora convencer
a: los hombres, o a Dios? ¿Será que busco agradar a los hom-
bres? Si yo todavía tratara de agradar a los hombres, no sería
siervo de Cristo" (Gál. 1:10).
¡Bumm! Como un misil teledirigido, la verdad de ese pa-
~je detonó en lo más profundo de mi corazón y acabó con to-
dn51 Jas objeciones, para hacer lo que yo sabía que era correc-
to, Para mí, eso fue una crisis: me había llegado el momento
dl;l-Ser fiel a mis convicciones: o le servía a Cristo o servía a los
hombres. Usted no puede ser un siervo fiel de Cristo si pasa
Ja vida complaciendo a la gente. De modo que di un giro en
"U" y regresé a casa.
Cuando volví después de haber estado menos de una hora
eQ la carretera, Cynthia, toda sorprendida, me recibió en la puer-
j;a de la casa, y le dije: "Ya sé exactamente lo que tengo que
ha~et".
Luego, con cierta vergüenza, confesé: "Yo sabía lo que me
e-staba diciendo el corazón; lo que pasaba es que no quería
11aerle mal a esos tres hombres".
Algunos temían que la iglesia se dividiera por ese asunto
tp.n delicado, pero yo no dejé que eso me intimidara. De ma-
1,1.era que veinticuatro horas después voté de acuerdo con mi
conciencia y el Señor honró esa decísión. La iglesia no sólo no
se dividió, sino que además la asistencia aumentó conside-
rablemente durante los siguientes dieciocho meses.
Pero tengo que hacerle una advertencia: No tome esto co-
11'!.P ~na opo1t:1;1idad p?ra justificar su estilo áspero. Casi pue-
d(1 01r a un diacono dandose palmadas en una rodilla y pen-
S~ndo: ¡Porfin! Ahora tengo una razón bíblica para herir a
cuantas personas me venga en gana. La Biblia me enseña que
1,i, tengo por qué agradar a la gente. ¡Det éngase! No actúe así.
El:i'll es una reacción que no ayudará a nadie.
Observe también la palabra "lisonjeras" en el versículo 5.
Usted pudiera preguntar: "¿Cómo puedo agradar a Dios y
honrar al mismo tiempo a las personas sin recurrir a las li-
sonjas?". Me alegra que lo haya pregu~tado. Pablo dice que
del,emos poner nuestro enfoque en el Señor, "guíen examina
nuestros corazones" (1 Tes. 2:4). Hay que escucharlo a él muy
258 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
bien. Si usted no sabe qué decidir, admítalo. Pero si está se-
guro de lo que cree, diga lo que piensa. Es posible que algunos
se levanten y abandonen la reunión. (Rara vez he predicado
un sermón sin que alguien se vaya del lugar). A veces puedo
ver la ira reflejada en el rostro de algunas personas. Tampoco
son infrecuentes las actitudes de desaprobación y discon-
formidad. La verdad es que cuando yo no veo ninguna oposi-
ción a la verdad, me siento un poco sorprendido. Si usted es
muy categórico en algo, es seguro que habrá algunos que na
les gustaría oírlo y se marcharán encolerizados. ¿Quiere saber
cuál es mi respuesta? ¡Adiós! A mi edad, uno se vuelve un poco
desdeñoso.
Los líderes que se concentran en agradar a Dios, se ganan
el respeto de las personas.
Tercero: Los líderes espirituales no son codiciosos. Me gus-
ta la paráfrasis del versículo 5, que hace Eugene Peterson en.
The Message (El Mensaje): "Nosotros jamás utilizamos las pa-
labras como una cortina de humo para aprovechamos de uste-
des".
Los líderes temerosos de Dios rechazan las cortinas de hu-
mo en sus palabras. Lamentablemente, algunos líderes que se
llaman a sí mismos "cristianos", utilizan sus dones para ma-
nipular y engañar al pueblo de Dios. La codicia es un cruel
amo. Y no siempre se refiere al dinero. Usted puede codiciar
pasiones o el poder. Puede ser un codicioso de sus propios pla-
nes. La codicia puede ser una motivación oculta que lo lleve a
disponer los hechos de manera que éstos le permitan lograr
sus objetivos. La codicia es el resultado de la falta de conten-
tamiento. Las acciones generadas por la codicia generalmente
son contraproducentes, causando mayor dolor y sufrimiento a
todas las personas involucradas.
Hace poco leí algo acerca de una pareja que estaba tenien-
do una doble celebración. Ambos estaban celebrando 60 años
de edad y 40 años de matrimonio. La noche en que lo celebra-
ban tranquilamente, se les apareció un hada y les dijo: "Por
haber sido una pareja muy amorosa durante todos estos cua-
renta años quiero conceder un deseo a cada uno". El hada diri-
gió la varit~ mágica primero hacia la mujer. Habiendo sido ésta
una esposa fiel y amorosa, pidió nn crucero con todos los gastos
pagados en una romántica isla del Caribe, para ella y su ama-
do. Entonces, en un santiamén, los boletos aparecieron en su
Liderando como lo hacía Pablo 259
mano. La mujer, felicísima, se puso a gritar de alegría. Luego el
hada dirigió la vara hacia el marido para concederle lo que
pidiera. E1 hombre la tomó de un brazo, la llevó aparte y le su-
surró: "Con toda sinceridad, me encantaría tener una esposa
treinta años más joven que yo". El hada meneó rápidamente la
nariz, hizo un movimiento con la varita, ¡y puf! ¡El marido se
vio de pronto convertido en un hombre de noventa años!
La codicia es contraproducente. Cuando la gente sigue a
líderes codiciosos, resulta herida. Los ministerios sufren. Y lo
peor de todo: Cristo es deshonrado.
Por último, los líderes espirituales no buscan su propia glo-
ria. Los apóstoles eran una especie rara. Para calificar al títu-
lo, tenían que haber visto al Cristo resucitado. Realizaban mila-
gros y fundaban iglesias. Poseían discernimiento y sabiduría
sobrenaturales. Sirvieron como los vasos escogidos de Dios en
momentos cruciales durante el primer siglo de la historia de
1~ iglesia. Pablo formaba parte de sus filas.
Cuando él escribió a los tesalonicenses, ya había demos-
t:rfldo ser un digno apóstol, y exclamó con limpia conciencia:
"Tampoco buscamos gloria de parte de los hombres, ni de vo-
sotros, ni de otros; aunque podríamos haberos sido carga como
apóstoles de Cristo" (1 Tes. 2:6). Yo admiro esa capacidad de
restricción de autoridad. Una de las características de la ver-
dadera humildad es la restricción en el uso del poder; la ca-
pacidad de controlarnos es lo que pone de manifiesto el ver-
dadero liderazgo. No es el dar órdenes y dominar a todo el mun-
do. No es aprovecharse de los demás injw,tamente. Pablo dijo
que ellos podían haber hecho eso, pero no lo lúcieron.
Hans Finzel escribe en su excelente libro Empowered Lea-
rlers {Líderes investidos de poder):
No hay nada en el liderazgo que diga que tenemos que hacer
pensar a la gente que somos poderosos e importantes. Por el
<X>ntrario, el liderazgo basado en el servicio halla gran forta-
leza sirviendo a las necesidades de seguidores... El lideraz-
go verticalista está fuera de lugar en la iglesia.
Las palabras de Hans son todo lo contrario a las tenden-
aas actuales en cuanto al liderazgo en la iglesia. El Apóstol
dice: "Jamás hemos buscado la gloria de los hombres". Estas
!lOil palabras tremendas. Los buenos líderes no buscan su pro-
 260 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
pia gloria. Lo que los apasiona es dar respuesta a las necesi-
dades de los demás.
Ya hemos hablado suficientemente de lo negativo. Los
cuatro últimos principios para liderar como lo hizo Pablo tie.
nen un tono positivo. El contraste se produce en el versículo 7
con "antes bien", dos pequeñas pero poderosas palabras. (Cada
vez que vea estas palabras en la Biblia, prepárese para un
gran contraste). El engaño, las lisonjas, la codicia y el orgullo
no caracterizaron el ministerio de Pablo, pero sí la ternura, el
afecto, la autenticidad y el estímulo. Los últimos cuatro prin-
cipios muestran lo que debe ser el buen liderazgo.
Los positivos
Primero: Los buenos líderes son sensibles a las necesidades de
lós demás. Pablo comparaba su ministerio al de una madre,
quien tiernamente se ocupa de las necesidades de sus hijos. A
mí me encanta esta imagen. Yo veía a mi esposa cuidando ~
nuestros hijos cuando eran pequeños, sin preocuparse en lo
más mínimo por sus propias necesidades. Para mí ha sido
motivo de mucha alegría ver a mis hijas cuidar así a nuestros
nietos, también. Es precioso contemplar esto.
El ver a mi esposa y a mis hijas acunar tan tiernamente e.
sus pequeñines junto a sus pechos, y proveer con tanto amor
lo necesario para sus necesidades, me ayuda a entender lo que
Pablo quiere decir con la palabra "tiernos". Su ministerio se
caracterizó por un tierno cuidado de su rebaño. Pablo dice: ''Yo
fui entre ustedes como una madre que amamanta a su hijo''.
Si el Señor lo ha puesto a usted en una responsabilidad de
liderazgo, lo animo a que cultive un espíritu de ternura que
es, después de todo, un fruto del Espíritu (Gál. 5:22). Su ter-
nura obrará maravillas en las vidas de las personas que están
bajo su cuidado.
Después de la tragedia del 11 de septiembre, el mundo vio
maravillado cómo grandes líderes pasaron tiempo escuchando
compasivamente los desgarradores relatos de los rescatistasy
de los apesadumbrados habitantes de la ciudad de Nueva
York. El alcalde Rudolph Giuliani impresionó al mundo al estar
día tras día frente a la gente de esa gran ciudad informando de
los avances que se hacían en la llamada "zona cero". Hablaba
emotiva y compasivamente, y a veces con lágrimas, de tal ma-
Liderando como lo hacía Pablo 261
"'Tlerá que casi no podía pronunciar el horripilan te número de
muertos. Sin embargo, de alguna manera se las arreglaba para
hacerlo cada mañana. El contener las lágrimas parecía tan
,inútil como tratar de recuperar las víctimas de esa montaña de
dile:z pisos de escombros del World Trade Center. Los estadou-
nidenses necesitaban ver llorar a lideres compasivos.
Los cristianos también necesitan ver eso. Los líderes es-
pirituales tienen que ser igualmente reales, tiernos, compren-
, ivoA y ernpáticos. Usted y yo respetamos a los líderes espiri-
tuales que nunca dejan de mostrar su lado humano. Contra-
riamente a la opinión popular, Pablo, el líder temerario, apa-
sionado y resuelto, también fue conocido por su gracia y su
ternura.
Segundo: Los buenos líderes sienten cariño por las perso-
*~·~- Pablo escribe: "Tanto es nuestro cariño para vosotros
.qua, nos parecía bien entregaros no sólo el evangelio de Dios ...
(l Tes. 2:8). Eso es admirable ¿no? Pablo no evitaba el com-
p~J:Tti.r sus emociones con su rebaño. Ese hombre fuerte, un
apóstól de Cristo, al pensar en los tesalonicenses, les dice:
l{OH1 qué cariño siento por ustedes. Qué amados son ustedes
para mí". Son palabras cariñosas, llenas de intimidad.
Para: hacerlo sencillo y fácil de recordar, quiero decirle que
el cariño por las personas se puede demostrar de dos maneras:
Con pequeños pero frecuentes actos de bondad y con palabras
escritas de aprecio. Es hora de que las personas que usted lide-
i'a reciban de parte suya una nota de aprecio y estímulo.
Debeli acostumbrarse a recibir de usted expresiones de cari-
ño, entre las cuales debe haber pequeños pero frecuentes
act::os de bondad. Nadie es tan importante que no pueda ser
cariñoso. Ese aspecto del liderazgo exige valentía y un es-
piJritn confiado en la gracia de Dios.
Encontré unos versos que resumen muy bien este punto:
La vida no es sino espuma,
hay dos cosas de valor:
cariño por los demás,
y arrojo en el corazón.
A mí me entristecen los líderes importantes que siempre
hlat.a.n mal a la gente. No entiendo cómo personas así llegan a
tener posiciones importantes de influencia. He aquí un conse-

262 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
jo gratis: si a usted no le gusta la gente, háganos a todos un
favor: no entre en el liderazgo. Busque otra cosa a la cual de-
dicarse. Será mejor para todos. Diga que no cuando le ofrez.
can una oportunidad de liderar. . .
Ni el mundo ni el ministerio cristiano necesitan más Jefes.
Ambos necesitan más lideres, a almas que tengan corazones
de siervos, como Pablo, con sensibilidad y cariño p~r los de-
más. El amor y el cariño, cuando se dispensan apropiadamen-
te cierran la brecha que existe cuando las palabras solas no
so~ capaces de confortar. Si las personas saben que usted las
ama y las valora, le darán todo su respaldo. Pablo _les decía ~
los cristianos de Tesalónica que los amaba. Ellos Jamás olVI-
daron eso.
1ercero: Los buenos líderes demuestran autenticidad. Pa-
blo siguió diciendo: "Nos parecía bien entregaros no sólo el
evangelio de Dios sino también nuestras propias vidas". Les
recordaba a los creyentes de Tesalónica que él se había entre-
gado a ellos. Puedo oír ya su pregunta: "~huck, ¿estás d~c~en-
do que el evangelio no es lo importante? . Yo no ~stoy d1C1en-
do eso. Lo que estoy diciendo es que el evangelio solo no es
suficiente. La simple comunicación de la verdad no lo co~-
vierte a usted en un líder. Una computadora o un comentario
bíblico puede hacer eso; igualmente, un tratado evangelísti~o
0 una cinta con un mensaje grabado. Pablo fue un paso mas
allá y dijo: "Los amo tanto, que cuando llegó el momento de
servirles les di toda mi vida". ¡Qué reconfortante!
1 tiempo pasado en el desierto de la falta de confianza en sí nús-
Pero la cosa se pone cada vez mejor.
Pablo siguió diciendo: "Porque os acordáis, hermanos, de
nuestro arduo trabajo y fatiga; que trabajando día y noche pa-
ra no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el e~an·
gelio de Dios". ¡Epa, esto es Ma~e~onia, no los ~stados {!nidos
de América! Los tiempos eran difíciles. Tesalómca no tema una
economía fuerte y vibrante como la de_ ~ori!1to. ~lí la ge~te
era extremadamente pobre. Pablo escribió: Sabiendo lo d1ñ-
cil que eso era para ustedes, corrí con mis gastos. Me gané la
vida,trabajando". . .
El no se está jactando; les está recordando su sohc~tud Y
entrega sacrificial a ellos y al ministerio. Tenía un trab~JO que
hacer, y lo hizo. Sencillamente, no espera nada a cambio. .
Un líder que no sea auténtico, nunca penetrará las resis-
tentes capas de autopreservación tan comunes en nuestra cu!-
Liderando como lo hacía Pablo 263
tura. El ser auténtico disipa esas barreras y deja entrar la luz.
Cuarto: Los buenos líderes dan estímulo entusiasta. De
nuevo, Pablo escribe: "Vosotros sois testigos, y Dios también,
de cuán santa, justa e irreprensiblemente actuamos entre vo-
sotros los creyentes. En esto, sabéis que fuimos para cada uno
dP vosotros como el padre para sus propios _hijos: Os exhor-
tábamos, os animábamos" (1 Tes. 2:10, 11). El comenzó como
una madre que cuidaba tiernamente a sus niños, y ahora ve-
mos a un padre animando y exhortando a sus hijos.
¿Se ha sentado usted alguna vez en las graderías de un
estadio, frente al padre del capitán del equipo de fútbol de la
escuela secundaria? Él es su propia unidad de animación.
¿Por q~~ razón? ¡Porque él e~ papá~ El muchach? es_tá en fle-
ria act1V1dad en el campo de Juego. ¡Vamos, papa, callese! , le
dicen los demás de la gradas, pero él está allí, gritando a todo
volumen, disfrutando de cada minuto del partido.
Talvez usted ha anhelado recibir más estímulo de parte de
1,0 padre. Aceptemos el hecho de que el estímulo hace mucho
bien en la preparación de un hijo para la vida. Nadie debe
recibir más estímulo de nosotros que nuestros hijos.
Muy convincente, ¿no lo cree?
Lo que es cierto en cuanto a los hijos, también vale para el
pueblo de Dios. El buen liderazgo equilibra la tierna crianza de
wui madre con el amoroso estímulo de un padre. El estímulo es
como un oasis en el desierto. Proporciona la necesaria restau-
ración a personas fatigadas, cuyas almas están resecas por el
mas. Existe también el desierto del fracaso, cuando hemos tra-
tado por todos los medios de trinnfar, y el desierto de la falta de
progreso, cuando queríamos tanto que algo sucediera. Y tam-
bién está el desierto del rechazo de la familia, del maltrato, y de
mil otros paisajes de la vida, áridos y estériles.
En esas experiencias del desierto, usted anhela un oasis
donde pueda tomarse un vaso de agua fría. Aunque no se lo
haya da do su padre, al fin lo recibe en las palabras de estí-
mulo de un líder quien, al decírselas, sumerge bien el cucha-
i:óo en el agua fría para refrescarle el espíritu y el alma.
Pablo comprendía la importancia que tenía el estímulo
entusiasta. Eso motivaba a la gente a vivir una vida mejor. En
realidad, ese es el propósito de todas estas características del
liderazgo. Pablo escribe: "Y os insistíamos en que anduvieseis
264 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
como es digno de Dios, que os llama a su propio reino y gloria"
(1 Tes. 2: 12). Así es. ¡Lideramos de esta manera, para que los
demás puedan viuir de esa manera!
Ahora, una pregunta: ¿Dónde aprendió Pablo a liderar así?
Él había comenzado como Saulo de Tarso, el otrora arrogante
y orgulloso fariseo. ¿Lo recuerda? Era un cruel salvaje que aco-
saba entonces a los cristianos.
¿Qué había sucedido para que es~ cru~ado. que odia~a a
los cristianos se transformara en un dmám1co eJemplo de lide-
razgo cristiano? El encuentro que tuvo con su Maestro. Pas6
de ser uno que mandaba, a uno que se había sometido a ~tro.
Otra vez, le invito a reflexionar en las palabras de Hans Fntzel
que dicen:
Los líderes que son siervos deben estar dispuestos a vivir
sometidos totalmente, en muchos aspectos: sometidos a la
autoridad, sometidos a Dios Padre, sometidos a nuestro cón-
yuge, sometidos a los principios de una vida inteli~ente Y
sometidos a nuestras obligaciones. Aunque la creencia gene-
ral es que todo el mundo tiene que someterse a sus líderes,
la verdad real es que los líderes, para ser efectivos, deben
aprender a someterse.
¿Qué le sucedió al orgulloso y autosuficiente Pablo? Lo
mismo que le sucedió a José, a Moisés, a Josué, a Sam~el, a l~s
magos de oriente, a Juan, a María, a Marta, a Corneho ~ a Li-
dia. Tuvo un encuentro con el Maestro. Pasó a estar baJo una
nueva gerencia. ¡Conoció al Maestro! Y desJ?ués de conocerl~,
rindió eI control de su vida a él. Ese es el pnmer paso para li-
derar como lo hacía Pablo.
La siguiente poesía de un autor desconocido nos ayuda a
entender algo de lo que pasa cuando se produce este encuentro.
Mi encuentro con el Maestro cara a cara
Andaba por la vida, por el camino fácil,
Tras comodidad y placeres, donde e1la me llevaba.
Hasta que un día, en un lugar tranquilo,
conocí a mi Maestro, cara a cara.
Mis metas antes eran: riquezas, nombre y
fama,
Liderando como lo hacía Pablo 265
todo para mi cuerpo, nada para mi alma.
Decidido yo estaba a ganar la loca carrera de
esta vida,
cuando conocí a mi Maestro, cara a cara.
Construí mis castillos, los erigí muy altos,
sus torres penetraban el firmamento azul;
juramento había hecho de mandar con férrea
voluntad,
cuando conocí a mi Maestro, cara a cara.
Lo conocí, y me sonrojé al ver
sus ojos de tristeza clavados sobre mí;
ese día, vacilaron mis pies; de rodillas caí,
mis castillos se fueron, para no volver más.
Ya desaparecidos, nada más pude ver,
sino el rostro de mi Maestro fiel.
Mi pensamiento ahora está en las almas
perdidas,
mi vida la perdí, mas otra yo encontré,
desde ese día, que en un lugar tranquilo,
conocí a mi Maestro cara a cara.
En algún punto, entre el camino de Damasco y la visita de
Ananías, la vida de Pablo fue transformada para siempre. Des-
de ese momento comenzó a obedecer las órdenes de Cristo, su
Bey, avanzando de rodillas.
NUESTRA REALIDAD PERSONAL
La cuestión nos pone a pensar, ¿no le parece? ¿Qué hará falta
p:,1rij que nos convenzamos de que los postreros serán pri-
i:neros y los primeros, postreros? Para algunos, eso les tomará
~da la vida; para otros, apenas unos pocos semestres en el
Seminario.
Cada mayo, al concluir el semestre en el Seminario de
Da.Ha1;11 tenemos la satisfacción de escuchar a los mejores pre-
dicadores de la institución, que son propuestos y selecciona-
dos por los profesores de ministerio pastoral. U na vez, un
joven talentoso basó su predicación en Juan 13, ese vital pa-
-5aje en el que Jesús lava los pies de sus discípulos. Después
ti.e una impresionante exposición de este sencillo texto, el jo-
'Ven predicador, del último año de clases, se inclinó frente al
266 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.

micrófono miró los rostros de todos los que estaban en la ca.

pilla, y pr~guntó a sus compañeros estudiantes: "¿Quieren te-
ner un gran ministerio... o sólo quieren ser grandes?".
La abarrotada capilla quedó en silencio. Nadie parpadeó.
Yo jamás olvidaré esa pregunta. Ninguno de nosotros la olvi-
dará. Y espero que él tampoco.
Con una sola pregunta, el joven captó el asunto crucial: la
grandeza. No como el mundo la define, sino la grandeza de acuer- Capítulo dieciséis
do con el estándar de Dios Todopoderoso. Los grandes líderes
son siervos primero. Como Pablo ... y como su Maestro Jesu-
cristo.
RESPONDIENDO COMO
Esto es para usted y para mí. Si usted nunca se ha some- LO HACÍA PABLO
tido totalmente al Maestro, este es su momento. Si todavía es
arrogante, probablemente no quedará ciego ni ~e h~llará enca-
denado en una prisión romana. Esa fue la expenenc1a de Pablo.
Pero ahora que tengo su atención, le propongo que dé una bue-
na mirada a su interior.
Usted sabe lo testarudo y orgulloso que es. También lo
sabe la gente a la que lidera. Sabe lo desganado que es para
estimular, y lo reacio para dar reconocimiento. Ellos también
lo saben. Saben si es codicioso. Usted sabe si es interesado.
Con toda franqueza, ya es tiempo de dejar todo eso. Volvamos,
entonces, a la pregunta crucial: ¿Quiere tener un gran minis-
si usted llega a conocer a Charlie y a Lucy Wedemeyer, jamás
lo·s olvidará. Charlie era una primera figura del fútbol ameri-
terio... o sólo quiere ser grande? cano del estado de Hawai. Era tan buen deportista, que proba-
Su manera de responder determinará su manera de li- blemente hubiera podido convertirse en profesional. Lamen-
derar. tablemente, todo eso cambió cuando contrajo la enfermedad de
Lou Gehrig. La enfermedad le ha destruido el sistema nervioso
central, al punto de que hoy sólo puede mover los párpados.
Asu lado está, día y noche, su querida esposa, Lucy; amán-
dolo a él y derritiéndolo a usted con su contagiosa sonrisa,
mientras interpreta las vibraciones de los párpados de suma-
rido. Son unas personas extraordinarias.
Pero no admiramos a los Wederneyer simplemente por la
enfermedad que está consumiendo a Charlie; eso es algo que
,nos entristece; sentimos mucha tristeza por él. Los admira-
mos por la forma como han respondido a la enfermedad que
les ha robado tanto de sus vidas. En algún momento de su pa-
sado, ellos dieron esta respuesta crucial: "Esto no va a des-
truirnos. Por el contrario, va a convertimos en las personas
~ue- Dios quiere que seamos".
267
268 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
La mayoría de los cristianos han oído hablar de Jo~ Ea-
reckson Tada. De niña, le encantaba montar caballos, bailar y
disfrutar de la vida con sus otros compañeros de la escuela
secundaria. Pero todo eso cambió cuando tuvo un accidente en
1967 al lanzarse en un clavado en un río, partiéndose en dos
la columna vertebral. Desde entonces, Joni ha estado parali-
zada. Ahora pasa sus días en una silla de ruedas como cua-
dri plégica, ¡pero qué actitud tan impresionante! J~n_i y su es-
poso Ken viven vidas mutuame~te e1_1trelazadas., V1aJaI1;do por
todo el mundo en pro de su mimsteno con los discapacitados,
conocido como Joni and Friends (Joni y sus amigos).
Cada vez que ella cuenta su historia, el público la escucha
con un silencio reverente. Pero no es simplemente la parálisis
lo que nos hace admirar a Joni; esa parte de su his~º:ͪ nos
entristece. La admiramos por su respuesta a la paráhs1s. Ella
dio esa respuesta crucial. Eso es lo que a ella le da grandeza.
La mayoría de la gente no conoce a Lisa Beamer. Lisa vive
en Cranbury, Nueva J ersey. En la mañana del 11 de septiem-
bre del 2001 ella recibió una espeluznante llamada de su es-
poso Todd r:velándole secretamente que el avión en que via-
jaba había sido secuestrado.
Todd era uno de los cuatro hombres que se unieron en una
heroica y resuelta lucha contra los terroristas del vuelo No. 93
a 10.500 metros de altura, que terminó cuando el avión y to-
dos sus pasajeros se precipitaron contra una zona rural d_e
Pennsylvania. No hubo sobrevivientes. Por lo que se ha podi-
do descifrar de las llamadas hechas desde el teléfono celular,
esos hombres impidieron que el avión se estrellara contra: un
edificio más del gobierno, salvando así a miles de vidas por su
heroísmo. Lisa quedó aturdida por la noticia. En ese momen-
to tenía varios meses de embarazo. Su esposo se había marcha-
do; su vida se había apagado por un ataque cruel y atroz con-
tra personas inocentes.
Cuando le preguntaron a Lisa Beamer cómo se sentía por
el valiente acto de su esposo, ella respondió: "Hizo que valiera
la pena seguir viviendo". Ella dio esa respuesta. Admiramos a
Lisa Beamer no simplemente porque perdió a su esposo; eso
nos entristede- sentimos tristeza por ella y por sus hijos. La
admiramos po~ su admirable respuesta a su enorme pérdida.
Es la respuesta a la adversidad lo que se convierte en 1a,_
madera de la grandeza. Todo se reduce a esa respuesta.
Respondiendo como lo hacía Pablo 269
Por muchos años he estado diciendo que la vida es diez
por ciento de lo que nos sucede, y noventa por ciento de cómo
respondemos a ello. El diez por ciento de la vida de Charlie
Wedemeyer es la enfermedad de Lou Gehrig. El noventa por
ciento es cómo él y su esposa están respondiendo a ella. El diez
por ciento de la vida de J oni Eareckson Tada es la parálisis.
El noventa por ciento de su vida es su actitud de respuesta a
ella, día tras día. El diez por ciento de la vida de Lisa Beamer
ea la pérdida de Todd, su amado esposo y padre de sus hijos.
El noventa por ciento restante fluye de su hermosa respuesta
ll ese horrible día. Esa es verdadera grandeza.
Es esa misma grandeza la que observamos en el carácter y
ministerio de Pablo, ese admirable hombre de gracia y firmeza.
UN RETRATO DE GRANDEZA
Si lil.OS ponemos a estudiar un retrato de Pablo pintado por un
artista realista, lo primero que notaríamos serían sus cicatri-
.cces y sus heridas. Dependiendo de cuándo fue finalizado el
retrato, algunas heridas estarían rojas e hinchadas, y unas po-
cas sangrando todavía. Pablo escribe acerca de esas heridas
nt final de su carta a los Gálatas. En un momento de llaneza,
toma. la pluma y les dice: "Mirad con cuán grandes letras os
·escribo con mi propia mano" (Gál. 6:11). Quienes leyeron el ma-
nuscrito, la carta original de la propia mano de Pablo, habrían
not'ado un cambio en los rasgos de la escritura hacia el final
de la carta. Podrían haber visto la diferencia con sus propios
ojps. Debió haber sido muy emocionante leer esa parte de su
carla original a los Gálatas.
Los rasgos exagerados tal vez se debieron a la extrema-
damente pobre vista de Pablo, o a una tremenda migraña que
puilo haberle empañado la visión. O tal vez su brazo tenía el
daño permanente del algún nervio. Cualquiera que haya sido
fa razón, escribió con letras más grandes. Estaba resuelto a
dejar que sus emociones sangraran en la página. Yo prefiero
escribir a mano los libros y los artículos que preparo para ser
publicados. Algunas veces, en la emoción de la escrit ura, afin-
~ ,,t anto el bolígrafo que atravieso la hoja. Es posible que Pablo
lµ;~íera eso mismo cuando escribía a mano. "De aquí en ade-
lante nadie me cause dificultades, pues llevo en mi cuerpo las
marcas de Jesús" (Gál. 6:17).
270 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Comprendo la sincera petición de Pablo. Estor co:xwencido
de que a estas alturas se había vuelto un poco d1s~licente en
su ministerio. Ya estaba harto de la gente problemática. Lo que
en realidad les está diciendo es: "Déjenme en paz. Aléjense.
Estoy escribiendo esta carta teniendo en mi cuerpo las mar-
cas de alguien que ha sufrido mucho po_r ustedes. H~ pa~ado
por el derecho de instruirlos. L~evo e_n m1 ~uerpo las c1catnces,
las heridas, las marcas, las eV1denc1as fis1cas de las torturas,
las marcas de Cristo.
En el primer siglo, a los esclavos se les ponía en el cuerpo~
con un hierro caliente, el nombre de sus dueños. Eran marca-
dos como ganado. Por su parte, los soldados romanos acostum-
braban, las más de las veces, tatuarse los brazos co:1- los nom-
bre de las unidades militares en las cuales serv1an. De la
misma manera los devotos de los dioses falsos se tatuaban en
su carne los n;mbres o símbolos de sus dioses. Pero las cica-
trices de Pablo eran diferentes. Sus marcas significaban sus
sufrimientos por Cristo. Por eso había sido apedreado. Por eso
había recibido puñetazos en la cara. Por eso había sido azota-
do con varas. Cada una de esas cicatrices era un recorda~orio
permanente de que él pertenecía a su Maestro, Jesús. El, y
nadie más, era su Kurios.
El autor Jay Sidlow Baxter, en su libro Mark These Men
(Marca esos hombres) escribe:
¿En qué consistían las verdaderas marcas de Pablo, de las
que habla? No puede haber ninguna duda en cuanto a la
respuesta. Eran las cicatrices y, talvez, las llagas no curadas
que había recibido durante su costoso y heroico servicio por
causa de Cristo y del evangelio.
Cada vez que estoy frente a prisioneros de guerra, me paro
un poco más derecho, y quiero estrechar sus manos con un
poco más de firmeza. Ellos llevan en sus cuerpos las marcas
de la libertad, y por eso merecen mi mayor respeto.
Así era Pablo. Debilitado por los injustos azotes de sus
enemigos, tenía destrozado el cuerpo, pero no su espíritu. En
realidad rara vez habla de sus cicatrices. En las pocas oca-
siones q~e lo hace, jamás es para llamar la atención sobre sí
mismo1 sino sobre el Salvador. Eso se llama grandeza. No
hablaba de las acciones hechas en su contra, ni siquiera de los
Respondiendo como lo hacía Pablo 271
logros que había alcanzado. Su grandeza se revela en su res-
puesta a esas aflicciones.
LA PRESIÓN DEL MINISTERIO
Pocas personas han experimentado un grado de sufrimiento
tan grande como el de Pablo. La presión que él sufrió fue casi
insoportable. De esto escribe en su segunda epístola a los cris-
tianos de Corinto. Pablo cuenta en esa carta lo que constituye
una letanía de las penalidades que soportó en su experiencia
del ministerio y en sus viajes misioneros:
Porque no queremos que ignoréis, hermanos, en cuanto a la
tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abruma-
dos sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, hasta per-
der aun la esperanza de vivir. Pero ya teníamos en nosotros
mismos la sentencia de muerte...
2 Corintios 1:8, 9
La palabra traducida aquí como "tribulación" es el térmi-
no griego para "presión". Presión de la oposición. Presión del re-
chazo. Presión de la tensión física y emocional. Pablo escribe
que estaba "abrumado sobremanera", hasta el punto de haber
perdido incluso la esperanza de vivir. Toda esa intensa pre-
sión pesaba tanto sobre él, que sintió que había llegado al fin.
Talvez a usted le ha sucedido lo mismo. En muy contadas oca-
siones, yo lo he experimentado. Para Pablo, la presión era co-
mo una sentencia de muerte. De haber transcurrido más tiem-
po, finalmente habría acabado con él.
Si vamos a estudiar la vida de Pablo y a aprender algunas
lecciones de ella y de su ministerio, una gran lección que tene-
mos que aprender es cómo responder a la presión. Yo utilizo pre-
sión y aflicción de manera paralela. La manera cómo él res-
pondió a la aflicción es la manera como yo quiero responder. Ra-
ra vez alguno de nosotros enfrenta la adversidad con tal firmeza
Ydeterminación. Vemos la aflicción como una contrariedad desa-
gradable, como una circunstancia injusta contra nosotros por
culpa de personas problemáticas o de situaciones abrumadoras.
Pablo respon día de manera diferente. El secreto de su
aguante estaba en su "perspectiva divina" de las cosas. Exami-
nemos esta idea.
 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
272
Él tenía puesta su confianza solamente en Dios
Pablo dejaba que la aflicción fortaleciera su confianza en Dios.
Dice lo siguiente:
Pero ya teníamos en nosotros mismos la sentencia de muerte,
para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios que
levanta a los muertos, quien nos libró y nos libra de tan te~
rrible muerte. Y en él hemos puesto nuestra esperanza de que
aún nos librará.
2 Corintios 1:9, 10
Él nos ha librado. Él nos está librando. Él nos librará. ¿En-
tiende? Él se concentró en la capacidad que tiene Dios de ma-
nejar todas las circunstancias, de principio a fin. Eso lo liberaba
para apoyarse solamente en Dios y para servirse de su poder.
Pienso que el Apóstol llegó a un punto en el que com-
prendió que él no era capaz de cambiar nada. Que no era sufi-
cientemente competente para solucionar el problema ni lo sufi-
cientemente inteligente para resolver el misterio. Se le acabó
la confianza, al punto de que perdió la esperanza de vivir. Fue
en esa crítica coyuntura, que encontró fuerza sobrenatural al
dirigir sus ojos a Dios. El dijo: "Señor, ya no puedo más. No
soy capaz. No soy competente. No tengo confianza en nada mío
para encontrarle alivio a esta presión. Confio en ti, y en nadie
más que en ti". Eso es lo que yo llamo "perspectiva divina". Fir-
meza bajo la presión.
A mi mente viene de pronto un relato del Antiguo Testa-
mento. Hay un episodio parecido en la vida de David, que apa-
rece registrado en 1 Samuel 30, cuando la presión pudo haber-
lo aniquilado. David todavía no era rey. Sin embargo, está en.
medio del desierto luchando contra los enemigos de Israel.
Las Escrituras nos transportan hasta la escena:
Cuando David y sus hombres llegaron a Siclag al tercer día,
los amalequitas habían hecho una incursión en el Néguev y
en Siclag. Habían atacado Siclag y la habían incendiado.
También se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos
los que estaban en ella, desde el menor hasta el mayor. Pero
no mataron a nadie, sino que los tomaron cautivos y si-
guieron su camino.
1 Samuel 30:1, 2
Respondiendo como lo hacía Pablo 273
David Y sus hombres vivían en Siclag. Habían salido del
]iug~r :para da~ una batalla. Al regresar, después de remontar
las últimas colmas, no podían creer lo que estaban viendo: ante
ellos esta~an los restos humeantes de las que habían sido sus
ca~as. Sen~ como volver a casa después de un largo día de tra-
baJO, Y al girar con su coche en la última esquina ver camiones
de bomberos por toda la comunidad, y a los bomberos rodeando
todas las_ casa~, incluida la suya. Luego usted ve que del techo
de su_ res1denc1a ~stán saliendo oleadas de humo negro. Su casa
y vanas otras vecmas están siendo devoradas por el fuego. Para
horro: suyo, cuando se aclara el humo no hay nada sino un
montan de escombros carbonizados.
, Esa fue la escena que contemplaron David y sus hombres,
solo que la cos.:3- er8: peor. De la aldea no quedaba nada, y todas
las casas hab1an s1do destruidas por el fuego. Pero, además,
p~ra su horror, el lu!5ar estaba totalmente desolado. Se ha-
b~an llev~do a las rnuJeres y a los niños. Pensaban que habían
s1do ases.m~do~, y que nunca más volverían a verlos.
La Bibha sigue diciendo:
David ~ sus ~ombres llegaron a la ciudad, y he aquí que
esta~a u1;cend1ada y que sus mujeres, sus hijos y sus hijas
hab1an sido llevados cautivos. Entonces David y la gente
que estaba con él alzaron su voz y lloraron hasta que les fal-
taro~ las fuerzas para llorar. También habían sido tomadas
ca~t1v,as las dos mujeres de David, Ajinoam, de Jezreel, y
Ab1gail, que fuera mujer de Nabal, de Carmel. David estaba
muy angustiado, porque el pueblo hablaba de apedrearlo.
Todo el pueblo..estaba con ánimo amargado, cada uno por
causa de sus h1Jos y de sus hijas.
1 Samuel 30:3-6a
¡Bienvenido el liderazg~! Esto.y seguro de que algunos de
los que estaban en esas colmas miraron a David y le dijeron
con un ademán desp~ctivo: "Tú fuiste quien nos llevó a es~
batalla_. De no haber ido, habríamos podido quedarnos aquí y
defend1do a nuestras familias. Salimos porque tú nos presio-
naste a hacerlo_. ~ eres responsable por lo que sucedió aquí".
Aparte de la perdida ?esus esposas y sus hijos, David estaba
en~r~ntad~ a un motin. A eso es lo que yo llamo presión al
max1mo mvel.
274 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Notemos las siguientes ocho palabras, que representan la
respuesta del hombre: "Pero David se fortaleció en J ehovah su
Dios".
¿Ha estado usted en una situación parecida? Nada de lo
que lo rodea le comunica fortaleza. ~i si9uiera sus. más ínti-
mos amigos parecen confiables. Su situación es tétnca. Su fu-
turo está amenazado. Está solo. No sabe qué pensar. En ese
momento de crisis, lo único que puede es dirigir su mirada a
Dios. Así fue como David respondió.
Y eso fue exactamente lo que hizo Pablo. Cuando todo el
mundo parecía estar en contra suya, dirigió su mirada al cielo
y Dios vino en su ayuda. Aprendió que se podía confiar en
Dios. Más tarde, él exclama: "Tenemos este tesoro en vasos de
barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de
nosotros" (2 Cor. 4:7).
Nosotros no tenemos el poder que nos hace falta para en-
frentar los peores golpes de la vida. Si no contamos con ayuda,
nos derrumbamos. La clase de poder que necesitamos sólo vie-
ne de Dios, a pesar de nuestras circunstancias. Para referirse
a lo que había sido su vida en el ministerio, Pablo utilizó pala-
bras como atribulado, perplejo, perseguido y abatido (2 Cor.
4:8, 9). Así fue la vida de Pablo como embajador de Cristo. La
mayoría de las veces fue como un cordero listo para ser lleva-
do al matadero. ¿Algún interesado en ese trabajo?
Repito, no son sus aflicciones lo que admiramo~, sino la
manera como las manejó. Esa es la grandeza que adnnramos.
Estamos atribulados en todo, pero no angustiados; perple-
jos, pero no desesperados; perseguidos, pero no desampara-
dos; abatidos, pero no destruidos. Siempre llevamos en el
cuerpo la muerte de Jesús por todas partes, para que tam-
bién en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús.
Porque nosotros que vivimos, siempre estamos expuestos a
muerte por causa de Jesús, para que también la vida de
Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
2 Corintios 4:8-11
En mis treinta y pico de años que he estudiado la vida de
Pablo, he d~scubierto que él jamás culpó a Dios po_r sus su-
frimientos. El nunca levantó, frustrad9, su puño al cielo. A mí
eso me parece totalmente increíble. El lo recibió todo como
Respondiendo como lo hacía Pablo 275
parte de su compromiso con Cristo, y confió en que Dios se
encargaría de esos momentos, cuando llegara al punto de rup-
tura. Pabl~ confiaba plenamente en su Señor. ¡Qué respuesta
tan maraVIllosa! Pero había otra dimensión en la perspectiva
de Pablo.
Se mantuvo enfocado en lo invisible
Pablo veía todo lo que le sucedía, a través de los ojos de la fe.
Esa extraordinaria cualidad le permite contarse entre los gi-
gantes de la fe, como Moisés, quien, según Hebreos 11 "aban-
donó Egipto, sin temer la ira del rey, porque se mantu~o como
quien ve al Invisible" (11:27). Al igual que Moisés, Pablo so-
portó los tiempos dificiles, ma nteniendo su enfoque en lo eter-
no. Utilizó sus pruebas como recordatorio de que debía enfo-
carse en las cosas que no veía. Cuando su corazón está bien
con Dios, es posible hacer eso.
Hace poco, Cynthia y yo viajamos a Houston para una ac-
tividad de Visión para Vivir. Mientras estuvimos allí disfru-
tamos de una breve visita al hogar de unos buenos a~igos. El
estar en la ciudad donde me crié, me hizo recordar la casa en
que ella y yo estuvimos hace muchos años. La casa tenía una
enorme chimenea de piedra, lo suficientemente grande como
para caber en ella. Yo disfruto grandemente de esas raras
oportunidades que tengo de sentarme junto a un fuego chis-
peante, para leer o escuchar música clásica. ¡Definitivamente
soy un tipo que adora las chimeneas! •
Pues bien, en el enorme pedazo de madera que formaba la
campana de esa fabulosa chimenea, estaban estas palabras:
"SI TIENES EL CO!lAZÓN FRÍO, MI FUEGO NO
PODRA CALENTARLO"
Cynthia y yo jamás olvidaremos esas palabras que están
sobre esa gran chimenea. No hay ningún fuego en el mundo
ijUe pue~a calentar a un _ corazón frío. Un corazón frío se que-
Ita 1parahzado ante las dificultades y se niega a ver más allá
llel presente. El corazón de Pablo ardía con el fuego de la fe
P~rmitiéndole ver lo invisible. Eso fue lo que evitó que per~
diera el juicio por las presiones.
Nada de lo que tocaba a Pablo externamente lo enfriaba
276 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
internamente. Por el contrario, eso alimentaba su llama inte-
rior. Cuanto más larga se hacía la persecución, más caliente
era su fuego por Dios. Pablo estaba enfocado en aquel que lle-
va a cabo sus propósitos eternos en la esfera invisible, cuando
todo lo que estaba a su alrededor se venía abajo. La adversi-
dad fortalece nuestra fe, consumiendo la escoria del temor y
de la incredulidad, al hacer desaparecer las dudas.
Por cierto, mantener el enfoque en lo invisible es una cua-
lidad que se aprende. Hace algunos años, escuché a mi amigo
James Dobson contar una conmovedora historia acerca de una
preciosa y corpulenta señora afroamericana, muy agradable y
valiente. Cada día, sin falta, venía al hospital para estar con su
hijo de cinco años, que estaba muriendo de cáncer pulmonar.
Una mañana, antes de que ella llegara, la enfermera es-
cuchó la voz del niño que venía desde su habitación. "Escucho
las campanas. Puedo escuchar las campanas. Están sonando".
Las mismas palabras fueron escuchadas una y otra vez por
las enfermeras y el personal del piso donde estaba la habi-
tación del niñito.
Cuando la madre llegó más tarde esa misma mañana, le
preguntó a una de las enfermeras cómo estaba el niño. Ésta
dio un suspiro y contestó, con un encogimiento de hombros:
"Bueno, ha estado teniendo alucinaciones durante toda la
mañana; probablemente se deba a las medicinas. Lo que dice
no tiene sentido. Dice que está oyendo campanas". El rostro
de esa hermosa madre brilló de satisfacción. Hizo un ademán
con su dedo frente al rostro de la enfermera, y le dijo: "Es-
cúcheme. Mi niño no está teniendo alucinaciones, y no está
delirando por las medicinas. Hace varias semanas que le dije
que cuando el dolor del pecho fuera tan fuerte que no pudiera
respirar, eso significaba que iba a dejarnos; que se iría al cielo.
Y que cuando el dolor se volviera realmente insoportable,
dirigiera su mirada hacia arriba, a su nuevo hogar en el cielo,
y que oyera sonar las campanas porque estarían sonando
para él". Dicho esto, se volteó y se fue caminando por el pasi-
llo. Llegó a la habitación, colocó al niño en sus grandes y sua-
ves brazos, y lo estuvo acunando hasta que los sonidos del
tañido de las campanas eran apenas unos callado ecos, y él se
había marchado.
El concentrarnos en lo invisible nos ayuda a soportar lo
que, en otras circunstancias, sería insoportable. Eso era lo
Respondiendo como lo hacía Pablo 277
q_ue hacía Pablo, y lo que lo mantenía fortalecido en tiempos
de tribulación. Y en todo eso aprendió la lección más grande
de todas: se descubrió a sí mismo.
EL PODER DE LA DEBILIDAD
P.alilo siguió adelante en medio de una serie inconcebible de
grandes aflicciones, que él menciona más tarde en la misma
carta (2 Cor. 11:22-28).
¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son
descendientes de Abraham? Yo también. ¿Son ministros de
Dios? (Hablo como delirando). ¡Yo más! En trabajos arduos,
más; en cárceles, más; en azotes, sin medida; en peligros de
muerte, muchas veces. Cinco veces he recibido de los judíos
cuarenta azotes menos uno; tres veces he sido flagelado con
varas; una vez he sido apedreado; tres veces he padecido nau-
fragio; una noche y un día he estado en lo profundo del mar.
Muchas veces he estado en viajes a pie, en peligros de ríos,
ea peligros de asaltantes, en peligros de los de mi nación, en
peligros de los gentiles, en peligros en la ciudad, en peligros
en el desierto, en peligros en el mar, en peligros entre falsos
hermanos; en trabajo arduo y fatiga, en muchos desvelos, en
hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez. Y
encima de todo, lo que se agolpa sobre mí cada día: la preo-
c1:1paci6n por todas las iglesias.
Y, encima de todo eso, el Señor le dio un aguijón en la carne.
El Señor escuchó sus desesperadas oraciones de que le quitara
e~e,, aguijón, cualquiera que haya sido, de la manera más insos-
pechada. El Señor simplemente le respondió: "Bástate mi gracia,
porque mi poder se perfecciona en tu debilidad".
¿Sorprendido? ''¿Me está usted diciendo que tengo que ser
s:iperfuerte y soportar todas las pruebas, confiando en mis pro-
:Jl:10i1 recursos?". No es así, en absoluto. En realidad, la única ma-
nero como usted podrá estar en condiciones de recibir la forta-
!~Zfl del Señor, será cuando admita su debilidad, cuando reco-
no~ca que no tiene la capacidad ni las fuerzas; cuando, al igual
~u:e Pablo, esté dispuesto a gloriarse sólo en su debilidad y en el
pg,d~r de Dios.
Nosotros preferiríamos admirar a Pablo por su fortaleza
278 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
en las pruebas. Quisiéramos aplaudir su fiera determinación
contra la brutal persecución que sufrió. Pero si este hombre
estuviera vivo hoy, no aceptaría nuestras felicitaciones. Él nos
diría: "No, no, no. Ustedes están equivocados. Yo no soy fuerte.
El fuerte es aquel que derrama su poder en mí. Mi fortaleza
proviene de mi debilidad". Esa no es falsa modestia. Pablo nos
diría: "La fortaleza viene de aceptar la debilidad y de gloriarse
en ella". Es una clase de respuesta que proporciona fortaleza
divina, y que le permite lanzarse a la acción.
J. Oswald Sanders, escribe en su libro Paul, the Leader
(Pablo, el líder):
Somos parte de una generación que adora el poder: militar,
intelectual, económico, científico. El concepto de poder está
en la base de nuestra vida diaria. Todo nuestro mundo se
divide en bloques de poder. Los hombres, en todas partes,
están buscando el poder en las diferentes esferas, muchas
veces por motivaciones dudosas.
El distinguido pastor escocés James Stewart, dijo algo que
también es desafiante:
Es siempre sobre la debilidad y humillación humanas, no
sobre la fortaleza y la confianza, que Dios elige construir su
reino; y que él puede utilizamos, no sólo a pesar de nuestra
insuficiencia, impotencia y descalificadora debilidad, sino
precisamente a causa de ellas.
Este es un descubrimiento emocionante que podemos ha•
cer. Eso cambia nuestra actitud mental hacia nuestras circuns•
tancias.
Hagamos una pausa lo suficientemente larga para exami•
nar este principio con toda seriedad. Sus humillaciones, sus
luchas, sus batallas, sus sentimientos de incompetencía, su
impotencia, incluso sus llamadas debilidades "descalificado-
ras", son precisamente las cosas que lo hacen a usted efectivo.
Yo iría aun más allá para decir que ellas son la madera de la
grandeza. Una vez que usted está convencido de su propia
debilidad y ya no trata de ocultarla, abraza el poder de Cristo.
Pablo ejemplificó maravillosamente esa cualidad, una vez que
captó el principio. Su orgullo lo abandonó, y en su lugar surgió
Respondiendo como lo hacía Pablo 279
una humildad genuina que ninguna dosis de penalidades
pudo borrar.
UNA REFLEXIÓN A SUS RESPUESTAS
Eso e_n cuanto a P~bl?. ¿Y qué de usted, en el siglo XXI? ¿Son
exceswos sus sufr1m1entos y sus cargas? ¿Siente también
como si estuviera en estos días bajo una presión ta'i, que está
al borde de la desesperación? Entonces, le tengo una noticia
sor?re1:d.ente: Usted está exactamente donde Dios quiere que
este. B:1~1eron falta todos estos años para llevarlo a este grado
de deb1hdad, a este grado de impotencia. ¡Pero ahora leuante
sus ojos a lo alto! '
¿S~ está usted sintiendo aplastado y confundido, incom•
prendido y que ya no aguanta más? Resista la tentación de
arremangarse y poner en operación un plan de recuperación
autoimpuesto. ¡Esta es su oportunidad! En vez de defenderse
ríndase. Acepte su debilidad. Dígale al Padre celestial que us~
te'd va a confiar en la fortaleza de su poder. Si Pablo pudo ha•
cerlo, usted también puede. Y yo también.
En este momento estoy enfrentando unas situaciones difí-
ciles. Usted también, sin duda. Para ser sincero, soy demasia-
do débil para manejar cualquiera de ellas. Usted también.
Estoy al borde de las lágrimas. Me desanimo con frecuencia.
Casi no transcurre una semana sin que caiga en una leve sen•
sación de desánimo. ¿Le suena familiar? ¡Admítalo! Hay no•
ches en que no puedo dormir bien. Hay veces que lloro de de-
cepción por el fracaso en la vida de una persona ... o en la mía.
¿Usted también? Usted y yo necesitamos enfrentar el hecho
de que jamás podremos manejar solos estas presiones. La
fortaleza de Dios será nuestra cuando reconozcamos esto no
antes. '
Florence White Willet escribió estas hermosas palabras,
tn:,:e me ayudan a mantener mi vida en una perspectiva ade•
cuada:
Doy gracias al Señor por las cosas amargas,
que han sido para mí "amigas de la gracia";
que me han llevado, de las sendas holgadas,
a buscar a mi Dios, de todo corazón.
280 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.

Doy gracias a mi Dios por los amigos,

imposibilitados de llenar el ahogo profundo que había en mi
corazón;
ellos me han conducido a los pies del Señor,
para encontrar en él, alimento de amor.

Doy gracias, asimismo, por todas esas cosas,

que nadie en este mundo pudo satisfacer,
pues sólo en Dios he podido encontrar
mi rica, mi plena provisión.
Ahora que usted y yo estamos comenzando a captar lo que
Pablo ejemplificó tan bien, la fortaleza en la debilidad, le su-
giero que ambos lo aceptemos verdaderamente. Usted y yo ya
hemos batallado bastante en la vida. ¿No cree que ya es hora
de ponerle fin a ese hábito? Vengamos ambos delante del Se-
ñor f dig~mosle: "Señor, si tú no vienes en mi ayuda, estoy
perdido. 81 no abres esa puerta, no se va a abrir. Mi situación
está en tus manos. Estoy cansado de batallar, de avanzar a
empujones, de confiar en mí mismo. Me rindo".
Cuando lo hagamos, le escucharemos decir: "Bástate mi
gracia. Mi poder se perfecciona en tu debilidad".
¿Está listo para enfrentar la próxima batalla con una nue-
va estrategia? Muy bien, comience por rendirse. En vez de vol-
ver a su método de siempre: de hacer un mes de flexiones men-
tales; de decirse a sí mismo que debe aparentar fortaleza y
tener una actitud valiente; de ponerse los guantes y entrar al
cuadrilátero contoneándose; de confiar en sus propias fuerzas
para ganar, tener éxito e impresionar, deténgase y ríndase.
Caiga de rodillas y clame a Dios. Reconozca sus insuficiencias
y declare su incapacidad de seguir adelante por sí mismo.
Si está finalmente listo para hacerse a un lado y dejar que
él haga su voluntad, dígaselo y luego hágalo. Dios honrará ese
reconocimiento suyo de debilidad, exhibiendo su fortaleza a
través de usted. Pero si no lo hace, él tampoco lo hará.
La respuesta es suya.
·N dolorosa . Transcurrieron varias semanas antes de que co-
Capítulo diecisiete
PENSANDO COMO LO HACÍA PABLO
Recientemente, a un buen amigo le sucedió algo que ilustra
I _valor de pe_nsa~ con claridad. El doctor Ron Allen, colega
rmo en el Semmano de Dallas y un estrecho amigo desde hace
muchos años, es un brillante erudito. No sólo domina las
lenguas bíblicas de hebreo y griego, sino que también es un
estupendo expositor de la Biblia, historiador, coleccionista de
antigüedades y un respe~ado colaborador en el área de ado-
ración y música sagrada. El es un verdadero hombre del Rena-
c~miento , como dirían algunos. Pero, además de todo eso, cul-
tiva hermosas rosas en su pequeña granja de Oregon y es un
entusiasta ciclista. '
No hace mucho, se encontró en la vía con un bache perdió
e~control de la bicicleta que montaba y fue a dar contr~ el pa-
v!mento. Afortunadamente, siempre se pone un casco, y eso,
s111 duda alguna , le salvó la vida. Recibió un golpe duro en la
t-abe:za y se fracturó varias costillas. Su recuperación fue lenta
menzara a notar cierta dificultad en la coordinación entre su
rila11.o Y la vista. También experimentaba una especie de con-
vulsiones breves que parecían agudizarse. Finalmente decidió
281
282 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
hacerse un chequeo médico. Un destacado neurólogo le descu-
brió una enonne hematoma en la superficie del cerebro. Us-
ted podrá imaginar su impresión cuando escuchó las palabras
"cirugía del cerebro".
La operación salió muy bien. Poco después de su cirugía
visité a Ron en la unidad de cuidados intensivos, quien, a tra-
vés de capas de gasa blanca que tenía ceñidas alrededor de J,a
cabeza, se las arregló para abrir uno de sus ojos y dar una
mirada por toda la habitación, para verme de pie cerca de la
puerta. Cuando me vio, inmediatamente sonrió y dijo: "Yic-tol
tic-to[, tic-tol, tic-toli, ec-tol. Yic-telu, tic-tol-nah, tic-talu, tic.~
tol-nah, nic-tol".
No podía creer lo que estaba oyendo. Él no estaba hablan-
?º en lenguas, sino que mi amigo ¡había conjugado el tiem,po
imperfecto de un verbo hebreo! Después que terminó me reí en
voz alta (¡ustedes saben cómo soy yo!), y él me dijo: "Sólo quería
estar seguro de que todavía estoy pensando con claridad".
Divertido, ¿no? Y para demostrar que estaba pensando con
claridad, no se rió ni lloró ni demostró ninguna otra emoción.
No me habló de la experiencia que había tenido semanas an-
tes. Hizo algo evidente, algo real y estrictamente intelectual.
Eso lo ayudó a él (y a mí) a saber que estaba pensando de una
manera clara. Luego me nombró a todos sus nietos y sus fe-
chas de nacimiento, uno después de otro. Bev, su esposa, esta-
ba cerca de mí, meneando la cabeza. Ese inteligente erudito
sabe que ni las emociones ni las experiencias, por muy va-
liosas que sean para todos nosotros, son pruebas confiables de
que se está pensando con claridad.
El autor Don Miller dice en su excelente libro The Au•
thority of the Bible (La autoridad de la Biblia):
La experiencia, por sí sola, es demasiado subjetiva, dema-
siado cambiante, demasiado íntima, demasiado fugaz, dema-
siado atada a factores psicológicos, para ser una guía con-
fiable de fe. Confiar en nuestra experiencia es poner nues-
tra fe a merced de nuestro hígado, o de nuestras glándulas
endócrinas, o de la calidad del sueño que tuvimos cierta
noche, o del estado de nuestra digestión, o de los problemas
en nuestro trabajo. La experiencia debe estar sometida
siempre a la autoridad de la obra salvadora de Dios en Jesu-
cristo, tal como lo declara la Biblia.
Pensando como lo hacía Pablo 283
¡Qué palabras tan importantes en el mundo tan desordena-
do qu~ te~emos! Si usted. confia solamente en sus emociones y
ex:penenc1as, estará cammando sobre arenas movedizas. Eso
merece tanta confianza como juzgar una situación por la mane-
ra como durmió la noche anterior. Es absurdo.
La Biblia exhorta a todos los creyentes a estar listos para
"presentar defensa" en cuanto a nuestra fe (1 Ped. 3:15, RVR-
1960). La palabra griega traducida como "defensa" es apología.
Nuestra _p~labra "apología" se deriva de ese t.érmino griego. En
nuestro _idioma, una apología es una defensa, pero en el griego
tiene la idea de presentar una evidencia. El punto es claro: tene-
mos que estar preparados para aportar evidencia convincente
de lo que creemos. Y eso requiere pensar en forma clara.
Entre paréntesis, ¿es usted capaz de hacer eso? Si un ami-
go está I_uchando para conseguir la verdad, o si un compañero
d~ trabaJ? ret8; las creencias que usted tiene, ¿podría darle sufi-
ciente evidencrn para presentar una defensa convincente? Esto
merece una consideración seria. Es parte de ser un testigo se-
(el.10 en un mundo que ha perdido su centro de gravedad.
PENSANDO CON CLARIDAD
EN TIEMPOS DE EXTRAVÍO
Necesitamos más cristianos que piensen con claridad como el
doctor Ron Allen o, mucho más importante aún, co~o Pablo.
L:is pal~bras claras proceden de mentes claras, especialmente
en un tiempo cuando la sociedad insiste en torcer alterar dis-
torsionar y comprometer la verdad. Pablo no tole;aba el ;azo-
namiento relativo, ni en sí mismo ni en los demás.
No_ transcurrió mucho tiempo desde su último viaje misio-
.n_el·o s_m que Pablo enfrentara su propia y singular serie de
s1tuac10nes desafiantes, que exigían una firme claridad de pen-
samiento.
VOLVIENDO SOBRE NUESTROS PASOS
Cuando llegamos a la mitad de Hechos 21 han terminado los
tres viajes misioneros de Pablo. Ha vuelto a Jerusalén. Esa
bulliciosa ciudad le resultaba ahora tan familiar como Tarso
de donde él era. La visita había comenzado con un espíritu d~
mucho gozo. Pablo saludaba a los hermanos que le daban la
284 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA,
bienvenida, y juntos glorificaban a Dios por "todas las cosas
que Dios había hecho entre los gentiles por medio de su mi-
nisterio" (Hech. 21:19).
Lamentablemente, la celebración terminó muy pronto. Lu-
cas escribe:
Cuando iban a terminar los siete días, los judíos de Asia, al
verle en el templo, comenzaron a alborotar a todo el pueblo
y le echaron mano.
Hechos 21:27
La fiesta había terminado. Los enemigos que tenía Pablo
en Asia lo habían seguido hasta Jerusalén. Después de verlo
en el templo, decidieron que ya habían soportado bastante su
amenazadora presencia. Entonces concibieron un plan crimi-
nal para librarse de él de una vez por todas.
Recuerde que estas no eran unas personas descontentas
que simplemente no estaban de acuerdo con él intelectualmente,
o que quisieran confrontarlo en algunos de los puntos más dG-
licados de su teología. Querían asesinarlo. Por tanto, incita-
ron a la multitud, gritando:
"¡Hombres de Israel! ¡Ayudad! ¡Este es el hombre que por
todas partes anda enseñando a todos contra nuestro pueblo,
la ley y este lugar! Y además de esto, ha metido griegos den-
tro del templo y ha profanado este lugar santo". Porque
antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo, un efesio,
y suponían que Pablo lo había metido en el templo.
Hechos 21:28, 29
Una vez más, le hicieron críticas sin tener sustento. Por no
pensar con claridad, estaban creando en la multitud una reac-
ción emotiva dificil de controlar, esperando lograr su apoyo para
una lapidación. Pero el comandante de la cohorte romana fue
informado rápidamente de que utoda Jerusalén estaba alboro-
tada" (Hech. 21:31). ¡Qué exageración! Eso es todo lo que el ofi-
cial romano necesitaba oír. A Roma no le gustaban las revueltas.
Ya para ese momento la turba estaba fuera de control. .La
golpiza que le dieron a Pablo fue tan severa que casi perdió el
conocimiento. Esa debió haber sido una experiencia aterradora.
Afortunadamente, a los oídos de la cohorte romana res·
Pensando como lo hacía Pablo 285
ponsable de mantener el orden en Jerusalén le llegó la noticia
del tumulto. Su comandante no necesitaba que a Roma llega-
l'Íll otro informe negativo, por lo que actuó con rapidez. Y eso
1
f1.urbueno para Pablo. El oficial ordenó a sus soldados y centu-
riones que se subieran a sus caballos y que se dirigieran al cen-
tro de la ciudad.
Los centuriones eran oficiales veteranos de la guardia ro-
mana responsables de cien hombres armados. En pocos minu-
tos·varios centenares de hombres armados montados encaba-
llos llegaron al lugar y pudieron ver cuando Pablo era golpea-
do por la multitud.
Hay algo en cuanto a una numerosa fuerza policial uni-
formada montada a caballo, que dispersa a una multitud. La
golpiza cesó de inmediato: Pablo estaba aturdido, aporreado y
sangrando. El oficial romano, al cumplir simplemente con su
trabajo, ha:bía salvado la vida del apóstol. Lucas escribe que
~te comandante "mandó llevarlo a la fortaleza" (Hech. 21:34).
L'1 fortaleza Antonia sería el lugar más seguro para Pablo.
E:n ese momento sucedió algo sorprendente.
Y sucedió que cuando llegó a las gradas, Pablo tuvo que ser
llevado en peso por los soldados a causa de la violencia de la
multitud; porque la muchedumbre del pueblo venía detrás
gritando: "¡Mátale!".
Cuando ya iba a ser metido en la fortaleza, Pablo dijo al tri-
buno:
-¿Se me permite decir algo?
Y él dijo:
-¿Sabes griego? Entonces, ¿no eres tú aquel egipcio que
provocó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto
a cuatro mil hombres de los asesinos?
Entonces dijo Pablo:
-A la verdad, yo soy judío, ciudadano de Tarso de Cilicia, una
ciudad no insignificante. Y te ruego, permíteme hablar al pueblo.
Hechos 21:35-39
¿No le parece que eso es pensar con claridad? Pablo com-
prendi6 que esa era su oportunidad, no sólo de hablarle a la mul-
titud, sino también de establecer una relación con el tribuno
romano. ¡Pensar con más claridad es imposible! El tribuno se
sorprendió de que Pablo no fuera el siniestro agitador de Egipto.
286 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
El antiguo historiador judío, Flavio Josefo, nos cuenta
que tres años antes había aparecido en Jerusalén un egipcio
que alegaba ser un profeta y quien se las ingenió para rechi-
tar a varios miles de hombres que lo ayudaran a deshacerse
de la dominación romana. En esa ocasión, los romanos se
salvaron de milagro de un golpe de estado al sofocar el alza-
miento.
Pablo negó cualquier relación con ese incidente. También.
le habló al oficial en griego, informándole que era oriundo de
Tarso y que, en realidad, era un ciudadano respetable. Lo qae
él quería más que nada era tener la oportunidad de proclamar
a Cristo a la horda sibilante.
A mí me parece absolutamente maravillosa esa claridad
de pensamiento. ¡Eso sí que es tener firmeza bajo presión! La
mayoría de nosotros habríamos buscado un lugar seguro para
escondernos, y llamado a nuestro abogado. Pero Pablo no. Él
dice: "Me gustaría realmente hablarle a esta gente". "Permiso
concedido", le responde el desconcertado oficial romano.
Cuando Pablo se da vuelta para hablar, un silencio se apo-
dera de la multitud sorprendida. Les habla en arameo, la len-
gua franca entre los judíos de Palestina. Había terminado de
hablar en griego, y ahora habla en arameo fluido. ¡Qué escena
tan maravillosa! El hombre hizo una transición perfecta de
una lengua a otra. La muchedumbre, un poco más apacigua-
da, lo escucha ansiosa.
UNA OPORTUNIDAD DORADA
-Hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.
Cuando oyeron que Pablo les hablaba en lengua hebrea,
guardaron aun mayor silencio. Entonces dijo:
-Soy un hombre judío, nacido en Tarso de Cilicia pero cria-
do en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la
estricta observancia de la ley de nuestros padres, siendo celo-
so de Dios como lo sois todos vosotros hoy. Yo perseguí este
Camino hasta la muerte, tomando presos y entregando a las
cárceles a hombres y también a mujeres.
Hechos 22:1-4
La gente está pensando: Hasta ahora, todo está bien. El ti-
po es uno de los nuestros. Todos ellos compartían la misma teolo·
Pensando como lo hacía Pablo 287
gin. todos eran judíos y todos odiaban a los cristianos. Nada de
lo que él ha dicho hasta ahora es motivo de alarma para ellos.
Y yo dije: "Señor, ellos saben bien que yo andaba encarce-
Jt;ndo y azotando a los que creían en ti en todas las sina-
gogas; y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Este-
ban, yo también estaba presente, aprobaba su muerte y
guardaba la ropa de los que le mataban". Pero él me dijo:
"Anda, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles".
Hechos 22:19-21
¿Dijo gentiles? El tipo pronunció la palabra. ¡Bum! Eso era
todo lo que la volátil muchedumbre necesitaba oír. ¡Qué
explosión! Ya habían oído suficiente. "El interés ahora de ese
hombre son los gentiles. Pero nosotros no hablamos con gen-
tiles. Nosotros no tenemos ninguna relación con gentiles. N ues-
trijs hijos no van a las escuelas donde van gentiles. Nos nega-
m~ a vivir entre gentiles". Los gentiles eran una jauría de
perros salvajes. Eso fue suficiente para que se armara el caos.
El comandante romano int ervino y rescató a Pablo, orde-
nando que fuera metido en la fortaleza para ser azotado. Es-
tá~a resuelto a enseñarle una lección a ese predicador.
Pablo fue puesto sobre un poste de madera, con las muñe-
~s y los tobillos atados con tiras de cuero. En sólo unos mo-
mentos sentiría el punzante chasquido de las tiras de huesos
afilados cayendo sobre su espalda ya llena de cicatrices. Sin
embargo, aunque estaba a punto de ser flagelado, su aguda
mente en ningún momento se acobardó. Tratando lo mejor que
podía de voltear su cabeza para hablar en dirección de su tor-
turador, Pablo preguntó tranquilamente: "¿ Os es lícito azotar a
un ciudadano romano que no ha sido condenado?".
Eso es pensar con claridad bajo presión, ¿no lo cree?
Imagine el estupor en el rostro del lictor. El no sospechaba
en lo más mínimo que el hombre fuera un ciudadano romano.
Esh:i le fue comunicado en el acto al comandante, quien de in-
mediato dio orden de detener la tortura. Bajo la ley romana,
los ciudadanos de esa nacionalidad no podían ser torturados
•[in un juicio. Estaban, por tanto, al borde de cometer un atro-
pello, que se castigaba con la muerte. Lisias, el comandante
el§gió: "Quítenlo del potro de tormento; no lo azoten; quítenl~
es.as cadenas". Aquello debió haber sido una experiencia irri-
288 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
tante para el alto oficial: ''Yo logré esta ciudadanía con una gran
suma''. Sin parpadear, Pablo respondió con una insospechada
declaración: "Pero yo la tengo por nacimiento". Caso cerrado.
El asunto iría a la corte suprema de los judíos. El pensar
con claridad valió la pena.
UN ESCAPE INTELIGENTE
Otra escena de un tribunal no autorizado aparece al comien.
zo de Hechos 23, con una reunión de emergencia del Sanedrín.
Lisias, después de conducir reverentemente a Pablo al augu.8 •
to recinto, se puso a esperar en la puerta. Con gran habilidad
creadora, J ohn Pollock hace un resumen de la escena:
Pablo estaba parado exactamente en el mismo punto donde
se había parado antes Esteban, y entre los setenta y unjue•
ces había algunos sobrevivientes del tiempo del juicio a Este-
ban. El presidente eraAnanías ben Nedebaeus, sumo sacer•
dote desde el año 4 7, uno de los hombres más rapaces que,
como ningún otro, había deshonrado el cargo. Pablo no lo
conocía de vista, y el daño que había recibido por la violen•
cía del populacho le dificultaba la visión. Sin embargo, eso
no había reducido la fuerza de personalidad que podía ejer•
cer con su mirada. Atrapó al Sanedrín con la intensa mira-
da que había dominado al chipriota Elimas hacía tiempo, y
por eso tomó la iniciativa, dando inició él mismo al proceso.
"Hermanos", comenzó diciendo, "toda mi vida he vivido, y lo
sigo haciendo hasta el día de hoy, con una conciencia perfec-
tamente limpia". "Yo...".
En ese momento, el presidente vociferó una orden, y uno de
los ordenanzas le dio una hiriente bofetada.
El anciano Pablo se enfureció por esa conducta totalmente
ilegal, y olvidándose de su propia enseñanza de que "cuan•
do somos insultados, bendecimos; cuando somos persegui-
dos, lo soportamos" (1 Cor. 4:12), le grita a la borrosa figura
del presidente:
"¡Dios te ha de golpear a ti, pared blanqueada! Tú estás sen-
tado para juzgarme conforme a la ley; y quebrantando la ley,
¿mandas que me golpeen?".
Los ordenanzas se horrorizaron. "¡Estás insultando al sumo
sacerdote de Dios!".
pensandn como lo hacía Pablo 289
Pablo se sintió avergonzado.
"Hermanos", dijo humildemente, "no sabía que fuera el su-
mo sacerdote; pues la Escritura dice: No maldecirás al go-
bernante de tu pueblo".
Al darse cuenta de su error, Pablo trató de rectificar. Sin
embargo, no se había olvidado del peligro que corría en esos
momentos. Una vez más, su forma de pensar clara prevaleció
eopt'e el temor. Rápidamente ideó un inteligente plan de es-
u¡ipe.
Sabiendo que la sala estaba llena de fariseos y saduceos,
fjusC'Ó dividir para conquistar. Lucas escribe:
Sabiendo que una parte del Sanedrín eran saduceos y la
otra parte fariseos, gritó en el Sanedrín: "Hermanos, yo soy
fariseo, hijo de fariseos. Es por la esperanza y la resurrec-
ción de los muertos que soy juzgado".
Hechos 23:6
En el lugar se armó una confusión al hacer que fariseos y
saduceos se enfrentaran entre sí. Los saduceos eran raciona-
1.iistas y no creían en ángeles ni en cosas sobrenaturales, y mu-
cli.ó menos en la resurrección. Los fariseos creían en todo lo
anterior. La estrategia de Pablo funcionó perfectamente.
A todas estas, a Lisias, el tribuno romano, que estaba fuera
dt• la puerta, sin duda que le debe haber dado un fuerte males-
tar estomacal al oír que se ha formado otro alboroto en el recin-
t/Q del tribunal. A este hombre nada le estaba saliendo bien. Su
úñ.ica solución era mantener a Pablo tras las rejas hasta que se
le ocurriera un plan viable y segurn. Una vez más, Pablo va a
parru· violentamente en el piso de una húmeda prisión romana.
Pero no estaría solo por mucho tiempo.
UNA DIVINA PROMESA DE PROTECCIÓN
Sentado allí solo en esa instalación militar, sin poder ver debido
n los golpes, Pablo pudo haberse preguntado si todo lo que esta•
~ haciendo valía la pena. Inclinó su adolorida cabeza para orar,
:¡ de repente "se le presentó el Señor y le dijo: 'Sé valiente, Pablo,
'JJlie.!J así como has testificado de mí en Jerusalén, así es nece-
,1,1.cio que testifiques también en Roma'". Hechos 23:llb
290 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
¿Sabe lo que es esto? Es una promesa. El Señor le dio se-
guridad a Pablo de su protección constante. Además, Roma se-
ría su destino. ¡Qué consuelo debió haber sido eso para el hom-
bre que, una vez más, llevaba las marcas de un trato crue~
mente doloroso.
El escapar con vida de algunas situaciones parece casi
imposible, hasta que el Señor interviene. En ese punto, com-
prendemos que él tiene un plan mejor que el que nos?tros pu-
diéramos haber imaginado. Muchas veces, en med10 de un
gran sufrimiento, o inmediatamente después de haber sido
víctimas del maltrato, el Señ9r aparece en su Palabra, dando
paz a través de su Espíritu. El nos susurra: "Yo lo tengo todo
bajo control. Estás justamente donde tienes que estar. Así
como me has servido fielmente aquí, vas a ser mi testigo allá"'.
Maravilloso, ¿no le parece? Más o menos cuando Pablo pudo
haber estado pensando que no iba a salir con vida de Jeru-
salén el Señor le promete un boleto seguro a Roma.
Pienso que después de esto, Pablo durmió como un bebé.
La seguridad que da Dios es una gran medicina contra el in-
somnio.
UN ALIADO INESPERADO
Sin embargo, al mismo tiempo que Pablo soñaba con Roma,
una maquinación homicida se estaba tramando contra él. Su.s
enemigos judíos planeaban una emboscada, y habían jurado
que no comerían ni beberían hasta que mataran al Apóstol.
Pero, una vez más, el Señor tenía su plan.
Cuando llegó el día, los judíos tramaron un complot y se
juraron bajo maldición, diciendo que no comerían ni be-
berían hasta que hubieran dado muerte a Pablo. Eran más
de cuarenta los que habían hecho esta conjuración. Ellos fue-
ron a los principales sacerdotes y a los ancianos, y les dije-
ron:
-Nosotros hemos jurado bajo maldición, que no gustaremos
nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo. Ahora, pues,
vosotros con el Sanedrín solicitad al tribuno que le saque
mañana a vosotros, como si tuvierais que investigar su caso
con más exactitud. Pero nosotros estaremos preparados
para matarle antes que él llegue.
Pensando como lo hacía Pablo 291
Pero el hijo de la hermana de Pablo oyó hablar de la embos-
cada. Él fue, entró en la fortaleza y se lo informó a Pablo.
Pablo llamó a uno de los centuriones y le dijo:
-Lleva a este joven al tribuno, porque tiene algo que comu-
nicarle.
Hechos 23: 12-17
¡No un asesino, sino cuarenta! Cuarenta terroristas deci-
didos, que actuaban al abrigo del secreto. Todos ellos habían
jurado: "No comeremos ni beberemos nada hasta que haya-
mos dado muerto a Pablo". El plan era pérfido, y fue echado a
andar por quienes querían verlo muerto. Pero no contaban
con que Pablo tendría un aliado inesperado. Su sobrino lo ha-
bfa escuchado todo por casualidad, y se fue del lugar rápida-
mente para poner sobre aviso a su tío.
Asombrosamente, el sobrino de Pablo tiene un papel prin-
cipal en su supervivencia. Él no es mencionado por nombre, y
oo volvemos a saber más de él. Entonces, ¿cómo se enteró de
Jn emboscada? Sólo Dios sabe.
Mientras tanto, el comandante romano se estaba sintien-
ao más tranquilo, satisfecho de su prudente manejo de la si-
tuación. Pero sus reflexiones fueron inter rumpidas por una
tímida llamada a la puerta. La noticia no podía ser buena.
Uno de sus centuriones le informa que el joven que lo acom-
paña tiene una información importante en cuanto a un com-
p]ot para asesinar a Pablo. Pero el comandante romano no
estaba dispuesto a permitir que una agresiva banda de faná-
ticos frustrara su plan de enviar a Pablo a Roma sin contra-
tiempos. Por tanto, no vaciló en impedir el plan.
Luego el tribuno despidió al joven encargándole:
-No digas a nadie que me has informado de esto. Entonces
el tribuno llamó a dos de los centuriones y dijo:
-Para la tercera hora de la noche, preparad 200 soldados,
más 70 de caballería y 200 lanceros para que vayan a Cesarea.
A la vez, ordenó que proveyeran cabalgaduras para que
Pablo montara, y le llevasen a salvo al procurador Félix.
Hechos 23:22-24
292 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA,
Hagamos números:
200 soldados de infantería
200 lanceros
70 soldados de caballería
2 centuriones
4 72 guardaespaldas
Soldados uniformados, armados y entrenados. Cuatrocien-
tos setenta y dos contra cuarenta conspiradores de baja cala-
ña. ¡Bonita ventaja] ¡Eso sí que era una desproporción! Al hom-
bre no lo iban a superar. Se aseguró de que nadie le hiciera
daño a Pablo. ¿Recuerda la promesa de Dios? "Deberás dar tes-
timonio en Roma". Eso era precisamente parte de ese plan di~
vino. Fue como si Dios hubiera dicho: "Yo sé lo que estoy ha-
ciendo. Te voy a escoltar hasta la Cesarea marítima con abso-
luta protección. Tú estás en mis manos". Una impresionante
escolta oficial, eso seria magnífico.
¡Qué historia tan reconfortante! A pesar de las circuns-
tancias en su contra, Pablo nunca estuvo fu.era de la mano
protectora de Dios. Ni tampoco lo está usted.
¿Se siente usted solo, maltratado, incomprendido, olvidado?
Recuerde, entonces, este relato verdaderq. Dios está actuando.
Él está a1lí, trabajando entre bastidores. El hará que todo salga
bien al fmal. Dios tiene un plan. Justamente cuando usted está
convencido de que la tierra está a punto de abrirsele debajo de
sus pies, el Señor interviene y lo levanta y lo pone en un lugar
seguro. En el caso de Pablo, utilizó a un aliado inesperado y
prácticamente desconocido, un sobrino sin nombre que surge de
las sombras precisamente en el momento oportuno. El tiempo
de Dios está perfectamente sincronizado con su voluntad. Re-
cuerde eso.
Al amanecer, Pablo se encontraba en camino para ver ru.
procurador, bien rodeado por cuatrocientos setenta y dos guar-
daespaldas. La próxima parada seria la Cesarea marítima.
El Señor estaba a cargo de la vida de este hombre. Pero
usted no lo sabría si mirara a su alrededor buscando evidencias
visibles. Desde el momento en que el Señor lo visita en una
visión, hasta el último juicio a q'l!e es sometido, usted n? ve a
Pablo angustiado o intranquilo. El da todas las evidencias de
Pensando como lo hacía Pablo 293
estar perfectamente sosegado. Es que las promesas de Dios
sQn verdaderas. Pablo fijó su mente en lo que Dios había
dicho, creyendo firmemente que eso era verdad. Esa es la mejor
demostración de lo que es pensar con claridad.
PENSANDO CON CLARIDAD EN CUANTO A LA
PROMESA DE DIOS DE PROTEGERNOS
¡,l-:1.a sentido alguna vez que la tierra se le abre debajo de los
pies? ¿Sabe lo que es ser lanzado de un lado para otro en un pe-
queño bote, en un mar agitado? ¿Ha tenido usted que salir co-
rriendo para buscar protección, o para esquivar las balas, opa-
ra huir del avance de unas tropas? Increíblemente, la respues-
ta de algunas personas alrededor del mundo seria: "¡Sí!" a las
'tres preguntas. La mayoría de nosotros sólo imaginamos esce-
•nas de esa clase.
Sin embargo, todo el mundo, tarde o temprano enfrentará
Ja realidad de sentir como si su vida girara sin control. Talvez
e:10 es lo que está ocurriendo con usted hoy. Si no se le pone
freno, el temor seguirá su curso y lo paralizará hasta el punto
de la desesperación. Si usted no está alerta, se pasará la vida
retorciéndose las manos nerviosamente y obsesionado por las
circunstancias que lo atenazan. Eso hará que usted se con-
centre en lo que pudiera suceder, en vez de hacerlo en lo que
Dios ha prometido hacer. ,
Con Pablo no sucedía eso. El sabía lo que era la soberanía
divina. Fue esa clara comprensión lo que le permitió pensar
ron claridad y mantenerse calmado en las crisis. Esa clase de
calma producto del pensar con claridad está arraigada en las
promesas de la Palabra de Dios. Tomemos, por ejemplo, la
promesa del Salmo 46:
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio
en las tribulaciones. Por eso no temeremos aunque la tierra
tiemble, aunque los montes se derrumben en el corazón del
mar, aunque sus aguas rujan y echen espuma, y se estre-
mezcan los montes por su braveza.
Salmo 46:1-3
¿Le parece que sus cosas están un poco fuera de control en
estos días? Todos nos sentimos así hacia fines del año 2001.
294 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

Todo comenzó el 11 de septiembre. Varios días después salí a

buscar el correo y Cynthia dijo: "No abras nada todavía. ¿Alguna
carta te parece sospechosa?". El pánico por el ántrax, asocia-
do con el ataque terrorista perpetrado contra los Esta~os Uni-
dos de América, nos convirtió a todos en unos paranoicos du-
rante un tiempo.
¿Quiere que le diga algo? Cynthia y yo buscamos el Salmo
46. Decidimos creer en la promesa de Dios, y ahora estamos Capítulo dieciocho
durmiendo como unos bebés. Nada que alguien o que algo pue-
da lanzarnos podrá borrar esa promesa (o cualquier pro~esa)
de Dios. Nada. Nuestro hogar final no es el planeta Tierra. ENFRENTANDO A LOS CRÍTICOS
Nuestro futuro es seguro. Mientras tanto, Dios tiene el con-
trol. Todo el control.
COMO LO HACÍA PABLO
Al igual que Pablo, necesitamos aprender a pensar con cla-
ridad, aunque los fundamentos de la tierra se deslicen debajo
de nuestros pies. Eso exige un corazón dispuesto a confiar en la
Palabra del Señor, a someterse a su plan, y luego a descansar
tranquilamente de manera deliberada y consciente.
La traducción literal de Salmo 46:1 es más o menos así;
"Dios es nuestro refugio y fortaleza; con abundante disposi-
ción de ayuda en las situaciones difíciles".
¿Está usted enfrentando una situación dificil? No tema.
Usted está donde Dios quiere que esté. A más de eso, el Señor C orazón tierno y cuero duro, eso es lo que se necesita. No es
se encargará de que usted llegue precisamente al lugar donde un equilibrio fácil de mantener, especialmente si usted está
él quiere que usted esté. metido en el ministerio y su cara está en el blanco mental de los
Si Dios fue capaz de movilizar a cuatrocientos setenta y demás, a merced de sus dardos. Con toda honestidad, el cuero
dos guardaespaldas terrenales para llevar a Pablo de Jeru- duro es más dificil de cultivar que el corazón tierno. Para aque-
salén a Cesarea con toda seguridad y protección, él no tendrá llos de nosotros que concentramos la mayor parte de nuestra
ninguna dificultad en llevarlo a usted de aquí a cualquier par- atención en los asuntos espirituales, un corazón tierno es casi
un supuesto. Pero desan-ollar un cuero duro puede tomar años.
te, con toda seguridad y protección. Después de todo, ¿cuántos
ángeles hay? Cynthia y yo no tenemos placas ni lemas de adorno en la
Y, a propósito, si usted piensa con claridad en cuanto a todo casa, pero sí unas palabras pegadas a la pared de mi estudio
esto, se dará cuenta de que sólo necesitará uno de ellos. que leo casi todo los días. William Henry Ward escribió estas
cuatro líneas:

Cada logro tiene un precio.

Cada meta, un oponente.
Cada victoria, un problema.
Cada triunfo, un sacrificio.

295
296 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
El leer regularmente esas palabras me ayuda a mantener
una actitud realista y a ser tenaz. Entre mis hábitos de lectu-
ra está la búsqueda de percepciones, t.écnicas y relatos que des-
criban la manera cómo mantienen las personas ese delicado
equilibrio entre un corazón tierno y un cuero duro. Abraham
Lincoln fue uno que parece haber dominado el arte de enfren-
tar las acusaciones. ¿Cómo manejó él todos los comentarios ne-
gativos? Él dijo:
Si me pusiera a leer, y mucho menos a responder, todos los
ataques que me hacen, mejor sería que me retirara de esto
y me dedicara a hacer otra cosa. Hago lo mejor que sé hacer,
lo mejor que puedo, y tengo la intención de seguir haciéndo-
lo hasta el final. Si al final todo me sale bien, lo que hayan
dicho contra mí no significará nada. Y si al final resulto equi-
vocado, aunque 10.000 ángeles se pusieran a jurar que yo
tenía la razón, eso no cambiaría nada.
Al igual que Lincoln, yo he hecho lo mejor que he podido,
para no dejar que las críticas me afecten. Normalmente lo lo-
gro ... pero a veces no.
También le he sacado provecho a las percepciones de Charles
Haddon Spurgeon. Él dijo lo siguiente:
Consigue un amigo que te señale tus errores, o mejor aún,
recibe con agrado a un enemigo que te estará observando
agudamente y que te herirá salvajemente. ¡Qué bendición
será ese irritante crítico para un hombre sabio, y qué intole-
rable molestia para un hombre necio!
Bueno, esto tampoco ha funcionado siempre para mí.
Para ser franco, las acusaciones vienen a veces de perso-
nas que no son sino unos amargados, cuyas palabras no vale
la pena considerar. Con frecuencia, la gente crítica sin cono-
cer todos los hechos. Pero una vez que tienen más información
se vuelven, usualmente, más considerados, aunque no siem-
pre. Allí es cuando tener un cuero duro es una bendición.
Las personas que están en el ministerio son como pararra-
yos. Todo pastor, todo líder cristiano, todo músico cristiano,
todo autor cristiano que conozco, puede contar su propia his-
toria personal de las veces que fueron víctimas de ataques
Enfrentando a los críticos como lo hacía Pablo 297
verbales. Yo he descubierto que cuanto más fructífero es un
ministerio, mayor es el número de críticos. Por eso, si uno no
tiene un cuero duro, naufragará emocionalmente.
Pablo, el hombre que estamos est udiando, comprendió esa
realidad. En una ocasión dijo claramente: "Se me ha abierto
una puerta grande y eficaz, y hay JilUChos adversarios" (1 Cor.
16:9). Para mí, eso es alentador. El experimentó ambos lados
e inspiró este axioma: El ministerio efectivo y la oposición uan
ffe la mano. La oposición cada vez mayor de los demás acom-
1paña al trabajo importante que se hace para Dios.
Volvemos, entonces, a aquella línea: "Cada meta tiene un
oponente".
Un amigo mío me recordó recientemente lo siguiente:
"Nuestro Señor fue clavado en una cruz; por eso, puedes estar
seguro de que a ti van a clavarte en una pared". Ese es un
buen consejo para los que estamos en el ministerio.
CUATRO FALTAS ESPIRITUALES
DE LA CRÍTICA NEGATIVA
Por muchos años, he apreciado el discernimiento y las habili-
dades de escritor de mi viejo amigo, David Roper. Él y yo fui-
mos compañeros de estudios en el seminario allá por el tiem-
po cuando todavía se estaba enfriando la corteza terrestre.
Dave y yo fuimos a la misma iglesia, en California, para servir
ª !,lado de Ray Stedman. Yo estuve allí sólo durante el verano
Üe 1961, pero David se quedó como parte del personal, y per-
maneció muchos años a llí antes de que renunciara para ir a
servir en otra iglesia en el estado de Idaho. Uno de los exce-
lentes libros que él ha escrito se titula A Burden Shared (Una
carga compartida). En él, Dave expone cuatro verdades acer-
ca de la crítica, muy ciertas. Yo las llamaría las "cuatro faltas
espirituales de la crítica negativa".
Primera: La crítica llega siempre cuando menos la necesi-
tamos. Yo he descubierto que eso es muy cierto, ¿s usted? Nun-
ca.parece llegar cuando estamos bien arriba, sino bien abajo.
Después de que usted ha fallado y se siente mal, llega un her-
mano o hermana de la iglesia con una sonrisa forzada para dar-
lrt otra patada, con "amor cristiano", por supuesto.
Segunda: La crítica parece llegar cuando menos la mere-
cemos. Muchas veces, después de un error sincero o de un co-
298 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
mentario inocente, dicho sin malicia, algún querido hermano
(con el don de la crítica) nos descarga una ráfaga de palabras
hirientes. Eso nunca falla.
Tercera: La crítica llega de las personas menos calificadas
para hacerla. Entonces, ¿quiénes están calificados para hacer
una crítica constructiva? Las personas que nos conocen mejor,
las que nos aman más. No los extraños. No las personas que
no tienen ninguna relación con usted.
Permítame que le dé un consejo gratis en este punto. Si
usted no conoce realmente a la persona que piensa criticar, o
no ha evaluado totalmente los hechos, deje pasar la oportuni-
dad de hacerlo. Déjelo así. El amar a alguien comienza con co-
nocerlo. Fue por eso que Salomón escribió: "Fieles son las he-
ridas de un amigo". En el hebreo, el versículo es aún más espe-
cífico: "Fieles son las heridas que causa el que ama" (Prov.
27:6).
Para esas relativamente pocas personas que me aman de
verdad y que me comprenden, y que han estado trabajando a
mi lado el tiempo suficiente para conocerme bien, sus pala-
bras son invariablemente dignas de oírse. Puede que me hie-
ran, pero son confiables. Personas como ésas no critican injus-
tificadamente. Pero otras que con frecuencia me critican, ni
siquiera saben cuál es mi segundo nombre.
Cuarta: La crítica llega con frecuenc:ia en la forma menos
útil para nosotros. A veces las palabras de crítica hieren con ira,
resentimiento y cólera egoísta. Rara vez la crítica se hace con
amor y misericordia. La mayoría de las veces, las palabras se
largan de manera anónima, como cartas-bombas sin firma, que
lucen inofensivas, pero que al detonar causan un daño increíble.
Hemos vuelto a donde comenzamos: Si usted tiene planes
de sobrevivir y de continuar siendo efectivo en el ministerio
por mucho tiempo, desarrolle un cuero duro. Como decía an~
tes, tenemos un maravilloso ejemplo en la persona de Pablo.
Él se enfrentó a muchísimos críticos quejumbrosos, con sinw
guiar gracia y típica firmeza.
UNA LARGA LISTA DE
CRÍTICOS IMPLACABLES
Los críticos de Pablo le siguieron cada pisada desde Antioqu!a
hasta las costas de Macedonia, y después hasta Jerusalén. El
Enfrentando a los críticos como lo hacía Pablo 299
rara vez conoció un momento de paz convencional. Aun al exa-
minar sus últimos años, un tiempo cuando para la mayoría de
los demás en el ministerio las cosas parecen calmarse, las difi-
cultades de Pablo con sus críticos se hicieron mayores. Ellos
fueron absolutamente implacables.
Usted pensaría a estas alturas que habría, por lo menos,
unas cuantas multitudes lisonjeras proclamando los enormes
éxitos de esta autoridad misionera. No fue así. Por el contrario,
encontramos a Pablo teniendo que engrosar su piel. Pero, admi-
rablemente, su corazón se ha vuelto más tierno con la edad. Na-
da de amargura. Nada de un cansado nerviosismo en su actitud
hacia el ministerio, que se encuentra en las filas de los líderes
cristianos de hoy. Nada de eso. Aquí tenemos a un hombre que
mantuvo un corazón tierno, al mismo tiempo que un cuero duro.
Pablo es ahora más compasivo y benévolo. Sin embargo, rebosa
d~ firmeza, determinado a soportar con paciencia hasta el fin.
Ha terminado su tercer viaje misionero. Había ido a donde
ningún grupo de turistas habría querido jamás hacerlo, e hizo
lo que ningún neófito entendería jamás. Fue golpeado, maltra-
tado, calumniado y tergiversado.
El apóstol Pablo, mientras se encontraba en el proceso de
escribir cartas a las iglesias, había instalado y formado a hom-
hl'es más jóvenes que seguirían sus pasos. Regresa del campo
ije batalla a Jerusalén, gastado y fatigado. Pero no lo esperaba
1,m desfile triunfal. No recibió ningún aplauso. Ninguna iglesia
lf' abrió las puertas para decirle: "Bien venido, héroe. Has sido
nuestro modelo mientras estuviste ausente". Por el contrario,
!o!' ve obligado a enfrentarse a un grupo de acerbos detractores,
que lo habían seguido como perros rabiosos durante todo el
trayecto desde Asia. Esos detractores judíos ni siquiera vivían
en Jerusalén, pero se empeñaron por amargarle la vida.
Después de escapar de milagro de nna emboscada, Pablo se
halla en la ruta a Roma, para ver al César. El viaje a la Cesarea
marítima sería el primer trecho de un viaje que cumpliría con
el plan urgente que le tenía el Señor de que testificara también
en,Roma (Hech. 23:11). ¿Quién estaba en Roma? Pues, el gober-
nante del mundo, nada menos que Nerón, el emperador de
Roma, gobernaba arrogantemente el imperio. Pero antes de ver-
!l'.l con el César, Pablo se encontraría con el trío de los persona-
Jes políticos más corruptos del estado: Félix, Festo y Agripa, un
grupo heterogéneo de gobernantes, pomposos externamente,
300 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA,
pero débiles de carácter y prejuiciados contra cualquiera que
fuera judío.
Félix es, por otra parte, un personaje oscuro de la historia.
De no haber sido por el encuentro que tuvo con el embajador
de la gracia de Dios al mundo, habría pasado a la eternidad
como un semidesconocido.
De lo que usted talvez _no se ha percatado, es de que él es el
sucesor de Poncio Pilato. Este era el procurador (o gobernador)
de Judea durante los juicios a Jesús. Félix había sucedido a Pila-
to, pero su gobierno no había sido mejor. La defensa de Pablo
ante él sería una espiral de juicios amañados, llenos de acusa-
ciones sin base e injustas. Pero fue admirable la serenidad con
que Pablo manejó cada arbitrariedad y cada acusación falsa. Ni
siquiera una sola vez se acobardó ante las feroces amenazas
físicas y los ataques verbales.
UNA ESTRATEGIA ÚTIL PARA
MANEJAR LA CRÍTICA IMPLACABLE
Al observar a Pablo en esas situaciones, encuentro no menos
de siete maneras de cómo él manejaba las acusaciones. No son
tan complicadas. En realidad, le serán a usted de utilidad cuan-
do alguien en el futuro lo convierta en su blanco de ataques.
Estas cosas que observamos son una prueba indiscutible de que
Pablo, aunque internamente era muy sensible, había desa-
rrollado ese cuero duro al que me he referido antes.
Comencemos en Hechos 24. Pablo se encuentra en Cesarea,
para viajar después a Roma. Por una interesante serie de acon-
tecimientos, se halla ante Félix, el gobernador de Judea.
Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananias con
algunos de los ancianos y un orador, un cierto Tértulo. Ellos
comparecieron delante del procurador contra Pablo. Y al ser
llamado éste, Tértulo comenzó a acusarle diciendo: "Puesto
que gozamos de mucha paz, gracias a ti, y se están realizan-
do reformas en beneficio de esta nación debido a tu pruden-
cia, oh excelentísimo Félix, siempre y en todo lugar lo acepta-
mos con toda gratitud. Pero para no molestarte más larga-
mente, te ruego que nos escuches brevemente, conforme a tu
equidad".
Hechos 24: 1-4
Enfrentando a los críticos como lo hacía Pablo 301
¡A esa clase de zalamería exagerada la llamamos en Texas
"hablar paja"! Tértulo, el ampuloso charlatán contratado por
los conspiradores, se contonea hasta la plataforma, vestido con
una toga descomunal, hablando paja por toda la sala del tri-
bunal. Eso me recuerda a un tipo, al que pudiéramos llamar
"Eduardito el rápido", un tipo de abogado tramposo que traba-
ja entre bastidores, haciendo trabajos sucios para los pillos. ¡Qué
escena para Pablo!
Félix se sintió halagado por las fervorosas palabras intro-
ductorias de lisonja de Tértulo, mientras el insulso tono de su
voz flotaba sobre su cabeza y se desvanecía en el estrépito del
Mediterráneo. Pollock arg9-menta que Félix y Tértulo eran lo-
bos de la misma camada. El dice lo siguiente:
Tértulo sabía muy bien que desde el nombramiento de Félix
en el año 52, en Judea se había derramado mucha sangre
debido a las insurrecciones que él había provocado, y por el
incremento en el número de asesinatos políticos después de
que dispuso el asesinato del ex sumo sacerdote Jonatán en
el mismo templo. La codicia de Félix era célebre. Había naci-
do como esclavo y ascendido al poder de la mano de su her-
mano, el liberto Palas, uno de los favoritos de Claudia. Su ca-
rácter fue muy bien resumido por Tácito: "Ejerció el poder
de un rey con la mente de un esclavo".
¡El tipo era un pillo!, corrupto hasta la médula. Pollock si-
gue diciendo:
Tértulo infló los cachetes y se arremangó la toga a la usan-
za inmemorial de los abogados que defienden casos sin base
sólida.
, Tértulo se pasea con paso lento y decidido hasta el estra-
~o, Y echa entonces una cortina de humo verbal. Todo aquello
era una farsa, y Pablo lo sabía muy bien. Confiado y tranqui-
lo, espera pacientemente su turno. Le permite a Tér t ulo el
tiempo suficiente para que vilmente haga todas esas falsas y
exageradas acusaciones, que luego él pronto refutaría con argu-
mentos sólidos. Uno puede oír la exageración de esas acusa-
ciones fraudulentas .
302 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y es
promotor de sediciones entre los judíos de todo el mundo y
cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó también pro-
fanar el templo, pero le prendimos. Al examinarle, tú mismo
podrás saber todas estas cosas de las que le acusamos.
Hechos 24:5-8
RecordE;'mos que Lisias, el tribuno romano, nunca usó la
violencia. El protegió adecuadamente a Pablo contra el plan
homicida ideado por los líderes judíos. Después de que Tértulo
terminó su ampuloso discurso, Pablo se adelanta tranquila-
mente a presentar su defensa. Sus palabras son breves, pre-
cisas y pausadas. Es en el ambiente de este tribunal donde yo
encuentro los siete principios que mencioné anteriormente, en.
cuanto a cómo responder a las acusaciones. Tal vez usted en-
cuentre, al igual que yo, que resultan útiles cuando los dardos
vuelan en nuestra dirección.
l. Mantuvo el control de sus emociones en medio de las acu-
saciones. Lo opuesto es típicamente el primer error que la mayo-
ría de nosotros comete. Pero no Pablo. Como usted notará, sus pri-
meras palabras son cautivadoramente agradables: "Con mucha
gusto presento mi defensa ante usted" (24:lüb, Dios Habla Hoy).
¿Con mucho gusto? A esas alturas, el hombre debía estar
hirviendo de indignación. Aunque había sido calificado de
"plaga" y llamado "cabecilla de una secta", Pablo agradece la
oportunidad de dar una respuesta basada en los hechos. Se ve
qe inmediato a las claras la razón de su justificada serenidad:
El no dejó que sus emociones lo controlaran, especialmente en
la sala de un tribunal.
Cuando descendemos al mismo nivel de las emociones
sobrecargadas de los acusadores, damos rienda suelta a nues-
tra ira, y la claridad de pensamiento da paso a las reacciones
irracionales y a las palabras impulsivas. Pablo no cayó en eso.
2. Se limitó a los hechos. Él dijo, en esencia: "Ustedes pue-
den comprobar lo que les estoy diciendo. Hace doce días subí a
orar. Pueden preguntarlo a quienes estaban allí". De manera
pausada y lógica, Pablo hace un repaso de los hechos a que se
refieren sus acusadores. Luego dice: "Ni en el templo, ni en las
sinagogas, ni en la ciudad misma me vieron discutiendo con.
alguien o causando disturbios. Nadie puede probarles a uste~
des las acusaciones que me hacen".
Enfrentando a los críticos como lo hacía Pablo 303
El Apóstol no parpadeó en ningún momento. Simplemente
mostró los hechos, uno por uno. Esa estrategia no sólo lo man-
tuvo centrado, sino que también realzó su credibilidad ante
los ojos del gobernador Félix.
3. Dijo la verdad con una conciencia tranquila. Esto mere-
ce un poco más de atención. Con perfecta seguridad, dice:
Sin embargo, te confieso esto: que sirvo al Dios de mis pa-
dres conforme al Camino que ellos llaman secta, creyendo
todo lo que está escrito en la Ley y en los Profetas. Tengo
esperanza en Dios, la cual ellos mismos también abrigan, de
que ha de haber resurrección de los justos y de los injustos.
Y por esto yo me esfuerzo siempre por tener una conciencia
sin remordimiento delante de Dios y los hombres.
Hechos 24:14-16
jQué brillante! Pablo sustentó su defensa con palabras
cuidadosamente escogidas, que hicieron que sus oyentes se
identificaran con su posición, no que se sintieran alienadas de
ella. De esa manera, comenzó a crecer la confianza de los de-
más en lo que él decía. Es que la credibilidad tiene su origen
en la integridad.
Permítame un espacio aquí en favor de quienes están sien-
dó acusados y necesitan de una buena defensa para convencer
a un ~rítico. A mi mente vienen tres palabras: No diga menti-
ras. S1 ya ha faltado a la verdad, retroceda y corríjalo. Admita
su error. Pasar por encima de la verdad o deRconocer una fal-
t~, debilitará su situación. Si recuerda que la verdad nos hace
libres, eso le dará la valentía que necesita para hacerlo. Diga
lu verdad siempre.
Cynthia y yo hemos utilizado ese principio en la crianza
de nuestros cuatro hijos. Hemos empleado la misma conducta
en las iglesias donde hemos servido, como también a lo largo
ele- nue~tra re~ación matrimonial. He buscado la verdad, y
lu~go solo he dicho la verdad cada vez que he tenido que acon-
seJar o mediar en conflictos interpersonales. Decir la verdad
?ignifica decirla con honestidad, sin subterfugios, sin encalle-
Jonar al oponente, sin disfrazar los hechos. Si usted conoce la
v~rdad, dígala. Sí, todas las veces. Eso fue exactamente lo que
hizo Pablo cuando contestó a sus acusadores. Les dijo la ver-
dad con conciencia limpia. Eso liberó a su mente para hacer
304 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
su defensa de la manera más convincente. Ya para ese mo-
mento, sus acusadores empiezan a retorcerse de vergüenza.
4. Identificó a sus verdaderos detractores.
Pasados muchos años, vine para presentar donativos y ofren-
das a mi nación. Mientras hacía esto, unos judíos de Asia me
hallaron purificado en el templo (no en tumulto ni con albo-
roto). Ellos deberían comparecer delante de ti y traer acusa-
ciones, si es que tienen algo contra mí.
Hechos 24:17-19
Eso es lo que yo llamo poner el dedo en la llaga.
Y con toda la razón. En efecto, "¿Dónde están mis acusa-
dores?". Los únicos que estaban presentes eran personas que
sólo tenían información de segunda mano: Tértulo, el sumo sa-
cerdote y un grupo de espectadores que estaban haciendo el
falso papel de testigos oculares. Pablo denunció la ausencia de
sus verdaderos detractores, por lo que el juicio en su contra
estaba basado en rumores.
Pocas situaciones crean más problemas que pelear con una
sombra, cuando los detractores no están presentes. El espar-
cir el veneno de la ira contra alguien, entre personas absoluta-
mente ajenas al asunto, es una estrategia insidiosa y cobarde.
Pablo ataca de frente esa rastrera táctica, diciendo: "Sé que
mis acusadores son los judíos de Asia". El involucrar a otras
personas en la situación, para que den opiniones improvisa-
das y no confiables, sólo complica las cosas. La credibilidad se
destruye y la verdad se disipa como la neblina de la mañana.
Pablo habló clara y directamente, señalando la verdadera fuente
de los ataques.
Yo no sé dónde se encuentra usted en esta historia. Ob-
viamente, se trata de un escenario del primer siglo, muy dife-
rente a su situación presente. No obstante, si usted se encuen-
tra en el proceso de lanzar piedras de acusaciones, láncelas sólo
a aquellos con las cuales tiene la disputa. Y cuando lo res-
ponsabilicen de ello, tenga la integridad de decir: "Sí, yo lancé
esa piedra". Si no puede hacerlo, tome las piedras, póngalas en
su bolsillo y váyase a su casa. Así todo el mundo estará mejor.
Muy raras veces he sido herido por la verdadera fuente.
Mis heridas más profundas me las han causado fuentes de
segunda o de tercera mano. Pablo sabía lo fútil que era reac-
Enfrentando a los críticos como lo hacía Pablo 305
cionar contra objetivos imprecisos. Él se concentró en la ver-
dadera fuente al descargar su arsenal de hechos.
5. No se rindió. Me encanta esto de Pablo. Eso es suficiente
para convencerme de que era un hombre de firmeza. Como un
perro guardián con los dientes clavados en la pierna de un la-
drón. ¡El hombre no se rendía! A mí me resulta alentadora esa
tenacidad, especialmente haciendo frente a mis implacables
detractores. Pablo entrecerró los ojos y gritó: "O que digan és-
tos mismos qué delito hallaron cuando comparecí ante el Sa-
nedrín" (Hech. 24:20).
Él quería que dijeran cuál era su delit o; que lo expusieran
claramente para que todos pudieran oírlo. El silencio de ellos
en este punto era elocuente. Pablo sabía que sus acusaciones
sin base se vendrían abajo como las ramas muertas de un
árbol cuando caen a tierra. Él nunca se sintió tentado a aban-
donar la escena, desesperado. Jamás amenazó con batirse en
retirada por la injusticia de todo aquello. Se mantuvo tran-
quilo y valeroso. Incluso después de numerosas golpizas, otra
sarta de acusaciones no lo perturbó. Se mantuvo firm e en la
verdad.
Pablo logró levantarse y continuar, confiando en que Dios
lo llevaría a donde él no pudiera ir por sus propias fuerzas.
Usted me dirá: "Yo estoy caminando lo mejor que puedo, pero
el camino se está volviendo empinado". Gracias al ejemplo de
Pablo, mi consejo es que resista, que no se rinda. El Señor
honrará esa determinación.
Mientras Pablo se mantenía firme, de la frente de Félix
brotaban gotitas de sudor. Al ponerse de pie le temblaban las
piernas. Sabiéndose perdido, ordenó que se levantara la sesión.
Comprendió que seguir adelante significaría una aparatosa
caída de esas ramas muertas, gracias a la sagaz exposición de
la serie de hechos por parte de Pablo. A los gobernantes no les
gusta quedar mal. Y puesto que él sabía más que lo que de-
mostraba saber, rehuyó la verdad y levantó la sesión.
Algún tiempo después, Félix y su esposa judía, juntos,
escucharon más de las convicciones de Pablo acerca de Jesu-
cristo. Una vez más, la verdad hizo su efecto, y Félix palideció
otra vez. Asustado por las palabras condenatorias de Pablo
acerca de "la justicia, del dominio propio y del juicio venidero",
paralizó el proceso. Lucas registra la respuesta con palabras
dramáticas: "Por ahora, vete; pero cuando tenga oportunidad
306 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
te llamaré" (24:25b). Después de esa sesión, él hablaba fre-
cuentemente con Pablo, pero de esas ~onversa~i?nes º? ~abe-
mos nada. Después de dos años, los 01dos de Fehx se hicieron
sordos a la verdad. Cayó en el anonimato, dejando a Pablo so-
lo en la fría celda de una prisión. ,. . dice es lo que las hace tan admirables. Pablo pudo haberles re-
El sucesor de Félix fue el perverso Festo. Fehx era un eJem-
plo perfecto de lo que puede s~r una ~ºl_Ilª?~eja humana Y su su-
cesor, Festo, compartía la misma distmc1?º· Ya nos hemos re-
ferido al peligro de seguir a líderes complac1ent~s. A1:111que Lucas
no nos dice nada de la reacción de Pablo, su silencio en cuant.o
al asunto me lleva a creer que él manejó este hecho con la mis-
ma actitud admirable.
Esto me lleva a mi siguiente observación en cuanto a la
manera como Pablo manejaba las acusaciones. Esta pudiera
ser la más sorprendente de todas. Retroceda su pensamientQ
hasta las palabras "dos años". _ en Jerusalén. Para Festo, esa era una salida fácil, pero para
6. No se impacientó ni se amargó. Durante dos anos le
estuvo diciendo la verdad a Félix y nada sucedió a su favor.
Nada. Pablo esperaba que su situación mejorara. Transcurre
un año, y no pasa nada. No hay ninguna res~uest~. Llega_otro
frío invierno y luego otra primavera, y todo sigue 1gu~l. Fmal-
mente transcurren dos años y Félix deja el cargo, olvidándose
de Pablo, que todavía sigue preso. Li:cas no ~ce.nada que nos
lleve a creer que Pablo hubiera sufndo algun ruvel de _depre~
síón, amargura o sentimientos de pesar. Lucas no escnbe na-
da de esto, porque no hubo nada. . .
Festo se posesionó del cargo, y lo pnmero que hizo _fue via-
jar a Jerusalén para reunirse con la m~sma banda misera.ble
de líderes judíos que respiraban acusaciones y amenazas con~
tra Pablo. El plan de esos majaderos era traer de nuevo :1
Pablo a Jerusalén para emboscarlo y darle muerte en el caIDJ-
no. Aunque persistentes, eran lentos para aprender. Festo con-
vino tener una audiencia en Cesarea, con la promesa de rea-
brir el proceso contra Pablo. A tal fin, ordenó una reunión d!l
tribunal en menos de dos semanas, en el cual Pablo estana
presente (25:6). . ..
El escenario era demasiado familiar para el fogueado Após-
tol. Rodeado de un grupo de líderes judíos prejuici~dos, aun-
que aparentemente piadosos, que le lanzaban acusaciones, Pa~
blo se levanta de nuevo para dar una tranquila respuesta. Pero
esta vez condensa todo el discurso a diecinueve palabras: "En
Enfrentando a los críticos como lo hacía Pablo 307
nada he pecado, ni contra la ley de los judíos, ni contra el
pueblo, ni contra el César" (Hech. 25:8).
En las palabras de Pablo no hay ni una pizca de ansiedad
ni de impaciencia ni de amargura. En realidad, lo que él no
cordado que había sido nombrado apóstol por Dios. Pudo ha-
ber presentado buenos argumentos en cuanto a su prepara-
ción académica. Pudo haberse quejado de su injusta prisión o
haber presionado para que el Sanedrín reconociera su impe-
cable reputación. O que si esto, que si aquello; o que si patatín
o que si patatán. Pero no lo hizo. Lo que le dijo al nuevo gober-
nador, fue: "Lo que dicen de mí es falso. Yo no he ofendido la
ley de los judíos, ni al pueblo, ni al César".
Al igual que su antecesor, Festo capituló ante la presión
de los judíos y le ofreció a Pablo la oportunidad de defenderse
Pablo era un mal arreglo, por supuesto.
Pablo sabía que un viaje a J erusalén significaba un pro-
blema. Sus acusadores se relamían con el pensamiento de una
emboscada. Pero la objeción de Pablo tomó por sorpresa a Festo:
Ante el tribunal del César estoy, donde me corresponde ser
juzgado. A los judíos no he hecho ninguna injusticia, como tú
muy bien lo sabes. Si estoy haciendo alguna injusticia o si
he hecho alguna cosa digna de muerte, no rehúso morir; pe-
. ro si no hay nada de cierto en las cosas de las que éstos me
acusan, nadie puede entregarme a ellos. Yo apelo al César.
Hechos 25:10, 11
Pablo recordaba_ la promesa que le había hecho el Señor
años atrás (23:11). E l sabía que en el plan de Dios estaba que
él visitara Roma, y por saber que su Padre celestial cumple su
palabra, Pablo descansó en la fidelidad de Dios. Eso me lleva
al último de los siete principios.
7. Confió en la promesa de Dios. Por debajo de todo lo visi-
ble, fue por eso que lo logró. Pablo se aferró a la esperanza de
lo que el Señor le había dicho. Eso le permitió superar muchas
noches de oscuridad. AFesto no le tomó mucho tiempo poner-
~e a deliberar con sus asesores y tomar una decisión: "Al
César irás". Pablo lo supo todo el tiempo.
Ningún gobernador mequetrefe pudo ser más listo que el
308 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Todopoderoso. Aunque a veces los molinos de Dios muelen
despacio, su plan prevaleció. Pablo emprendería pronto ~u
viaje a la capital del mundo. Pero antes de que eso se convir-
tiera en una realidad, Pablo tenía que hacer una defensa más,
esta vez ante Herodes Agripa. Eso lo veremos en profundidad
en el capítulo siguiente.
¿Y QUÉ DE USTED?
Es posible que, con el tiempo, usted tenga que enfrentar una
situación algo parecida a la que soportó Pablo. No tendrá la
severidad oficial de un tribunal romano, ni habrá un complot
contra su vida, pero tendrá que enfrentarse a sus detractores.
Algún día, se encontrará con esos qu~ no buscarán s~ b~en,
sino su caída. Es posible que ahora mismo usted esté smtien-
do esa presión. Cualquiera que sea el caso, estos siete princi-
pios para el manejo de la crítica negativa le serán de ayuda
para enfrentar esos días igualmente duros. ¡Quién sabe! Ellos
pueden demostrar ser lo suficientemente útiles para asegurar-
le su boleto seguro al otro lado.
Repasémoslos brevemente, sólo que esta vez los haré mu-
cho más personales.
Cuando enfrente la crítica negativa...
• Mantenga el control de sus emociones en medio de las
acusaciones.
• Limítese a los hechos.
• Diga la verdad con una conciencia tranquila.
• Identifique a sus verdaderos detractores.
• No se rinda.
• No se impaciente ni se amargue.
• Confíe en la promesa de Dios.
Esta es una lista que vale la pena copiar, ¿no le parece?
Usted puede aplicar cada uno de estos principios cuando en-
frente a sus propios detractores. En realidad, lo animo a que
lo haga. Yo también lo haré.
UNA ILUSTRACIÓN PERSONAL
Mucho antes de que mi madre falleciera, ella y una amiga
vecina hicieron un libro con las promesas de Dios que apare·
Enfrentando a los críticos como lo hacía Pablo 309
cen en la Biblia. Cada una de ellas hizo su propio libro. Mi
madre utilizaba ese pequeño libro como un manual para sus
oraciones. Después que murió, mi hermano, mi hermana y yo
vimos esa tierna recopilación como parte de su legado a no•
sotros. El libro estaba lleno de promesas de la Biblia escritas
a roano.
Ella debió haber escrito cientos de promesas sacadas direc-
tamente de la Biblia, promesa tras promesa, y mi nombre esta-
ba conectado con una de ellas: "Para Charles reclamo esta pro-
mesa", escribió en una de sus páginas. Para Orville y para Lu-
ci ella reclamó gran cantidad de otras promesas y las anotó en
su libro. También incluyó algunas para papá y otras para ella.
Mi madre se aferraba a las promesas de la Palabra de Dios, no
importa la situación que enfrentara. Ellas la mantenían por
encima de los conflictos.
Amigo: vaya a la Biblia. Busque en ella las promesas que
Dios le ofrece en su Palabra. Le recomiendo que empiece con los
Salmos. Vea las promesas que hay allí. Son innumerables. Fa•
miliarícese con ellas. Viva en ellas. Camine con ellas. Y en casos
especiales, memorícelas. Deje que ellas sean su guía y su con•
suelo. Al igual que Pablo, usted será capaz de soportar las tor-
mentas más violentas de la crítica si confía firmemente en las
promesas de Dios. Ese es el mensaje de este capítulo. Y espero
que se convierta en el mensaje de su vida.
No sé cuál es su situación ni lo que está enfrentando hoy.
Es muy posible que esté viviendo bajo la presión de la crítica
negativa. Sé que eso es cierto, si está en el ministerio. Alguien
puede estar empeñado en "probar" cosas acerca de usted, que
usted sabe que son absolutamente falsas. Mi consejo es que
debe aprender de Pablo. Déjele el caso a su Señor. Lleve a él
sus batallas en oración. Con conciencia limpia y comprometi-
do con la verdad, preséntele su caso a él. Es lo primero que
debe hacer. El Juez de toda verdad le enviará el segundo paso
que deberá dar. No se rinda. No se detenga. No se diga a sí
mismo que usted es la clase de persona que otros dicen que es.
Si lo que se dice de usted no es verdad, no lo crea. Confíe en
que el Señor le dará la fortaleza y el valor para defender la ver-
dad . Su gracia lo ha protegido hasta aquí, y será su gracia la
que le dará la victoria.
Confíe en esto que le digo. Pero mejor aún: confíe en él.
310 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

Señor, cuán agradecido estoy por tu Libro, por tu Pala-

bra que uiue y permanece para siempre. Gracias por la
manera cómo la verdad cobra vida cuando la vemos
escrita en las páginas de la Biblia. Gracias por el po-
der de tu Palabra que transforma las vidas, que sana
los corazones destrozados y que fortalece los corazones
amedrentados. Que podamos, con cada día que pasa,
comenzar a sentirnos cada vez más cómodos con tu Capítulo diecinueve
Palabra, de modo que la vida de los demás llegue a ser
la nuestra, y la verdad que otros ofrezcan se convierta ACTUANDO CON VALENTÍA COMO
en un principio por el cual podamos vivir. Gracias por
haber venido en nuestro rescate una y otra vez, por tu LO HACÍA PABLO
gracia. Y para aquellos que son más temerosos, te rue-
go que les permitas conocer tu paz y tu alivio de la an-
siedad al buscar ellos las promesas de la Biblia y en-
contrar en ellas la esperanza para seguir adelante.
Te lo pido en el todopoderoso nombre de Jesucristo, Amén.

Nos resulta de ayuda tener a una persona real cuando esta-

mos buscando héroes. Los mitos distantes no funcionan, no
importa lo dinámicos que hayan sido en alguna leyenda. Nece-
sitamos modelos de carne y hueso que nos sirvan de ejemplo
para modelar nuestras vidas. Pablo es uno de mis héroes rea-
les, aunque en realidad hay otros que también son modelos.
El diccionario define a un "héroe" como "persona admirada
por sus logros y sus nobles cualidades, alguien que demuestra
gran coraje". Mi definición no es tan sofisticada. Para mí, un
héroe es alguien que demuestra mucha valentía cuando otros
huyen. Un héroe es alguien que nada contra la corriente, cuan-
do la mayoría de las personas se dejan llevar por la corriente.
Es alguien que habla sin pelos en la lengua para defonder la
verdad, mientras otros se hacen los desentendidos, viendo en
silencio los toros desde lejos.
La historia cuenta las vidas de esos excepcionales indivi-
duos, y algunos de los mejores ejemplos se encuentran en la
Biblia.

311
312 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
ACTUANDO CON MUCHA VALENTÍA
CONTRA GIGANTES
Regresemos, por ejemplo, al valle de Ela donde el joven David,
que todavía era un adolescente, se enfrentó al gigante Goliat,
quien, yendo orgullosamente de un lado para otro, se burlaba
de los ejércitos de Israel. El rey Saúl y todo su ejército esta-
ban paralizados de miedo por la estatura de Golíat. Por si
fuera poco, su voz resonante aumentaba su temor.
Pero David no tuvo miedo. Una vez que llegó al lugar, no
podía creer por qué todos estaban tan atemorizados. El pre-
guntó: "¿Quién es este filisteo incircunciso para que desafíe a
los escuadrones del Dios viviente?". Sus hermanos se burlaron
cruelmente de él por actuar como un tipo rudo, a pesar de que
todavía olía como las ovejas de su padre; Pero sus burlas y sar-
casmos no perturbaron al muchacho. El entendía que Goliat
representaba algo más que una amenaza física a unos cuantos
soldados miedosos. El gigante de Gat había tenido la audacia
de retar al Dios de Israel, y de desafiar su poder. ¡Qué atrevi-
miento! David veía el desafío como una causa digna por la cual
dar la vida.
Increíblemente, una piedra lisa lanzada con una honda dio
en el blanco, derribando al mamut humano y silenciando así la
amenaza filistea. David olvidó la dificultad, y apuntó directa-
mente a la cabeza.
Esa es la clase de héroes que admiro.
Ester también me viene a la mente. Ella se enfrentó al
reto del exterminio de toda su nación. Mardoqueo le había
dicho: "Has llegado al reino para un tiempo como éste", y ella
le creyó. Las conmovedoras palabras de Mardoqueo la impul-
saron a la acción y la hicieron decir: "¡Hay que hacer algo, y
yo debo hacerlo!". Valientemente abogó por el caso ante el rey.
El resultado fue que el perverso Amán quedó al descubierto,
su complot fracasó, y el pueblo judío fue librado de un holo-
causto. Ester actuó con mucha valentía frente a las circuns-
tancias adversas.
Daniel desafió el edicto del rey de inclinarse y adorarlo
como un dios. Su negativa dio como resultado que pasara una
noche en el foso de los leones. Pero, en honor a su valentía.
intervino la protección divina. Gracias a su fe inquebrantable,
fue más como si los leones hubieran pasado la noche en el foso
Actuando con ualentía como lo hacía Pablo 313
de Daniel. El profeta actuó con mucha valentía cuando otros
tuvieron miedo.
En mi estudio de las Sagradas Escrituras he observado
, '
un patron en cuanto a los héroes, esos hombres y mujeres que
actúan con mucha valentía y que se niegan a acobardarse.
Primero: Hay algo que no anda bien en el ambiente. Existe
cierta clase de amenaza externa que debe ser desafiada.
Segundo: Hay un principio en juego. Cuanto más deteni-
damente examina uno la situación, más claro está el princi-
pio. Un valor o creencia fundamental está en juego.
Tercero: Hay un elemento de riesgo involucrado en la toma
de medidas heroicas. Además del peligro fisico, el riesgo de ser
~comprendido, tergiversado, calumniado o maltratado, es real.
S:in embargo, el no hacer nada empeora la situación. El hacer
algo heroico y arriesgado generalmente significa el tener que
actuar solo.
William Wi]berforce se levantó solo contra la iniquidad de
la escla~t~d,_ y desafió a cada uno de los miembros del parla-
mento bntamco a aferrarse a su convicción. Para él, la libertad
de los esclavos era un principio que valía la pena defender.
Patrick Henry dijo estas inmortales palabras: "Dadme la
libertad o dadme la muerte". Esa firme determinación ayudó
a dar un viraje a la lucha de los Estados Unidos de América
por la independencia.
Martín Luther King, h. dominó el escenario de los dere-
chos civiles en Estados Unidos de América, en un tiempo en
que muchos se cruzaron de brazos y no se involucraron. Para
la mayoría, era mucho más fácil desentenderse del problema
de la discriminación racial, dejando que otros se ocuparan de
eso. Pero Martín Luther King, h. se convirtió en un héroe
nacional de los Estados Unidos de América por actuar con
mucha valentía contra prejuicios profundamente arraigados.
Cerca de fines del año 2001, centenares de bomberos de
Nueva York y de la ciudad de Washington, personal médico de
emergencias y oficiales de policía, ingresaron a las filas de los
verdaderos héroes. Mientras otros, comprensiblement e, huían
del desastre, ellos corrían a enfrentarlo. Deliberada y abne-
gadamente ~e hicieron presentes, enfrentando peligros, para
salvar las vidas de las personas que habían quedado atra-
padas en los escombros del World Trade Center. Hubo otros
que realizaron actos de heroísmo en el Pentágono. Sin pensar
314 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
en su propia seguridad, muchos perdieron sus vidas en esas ac-
ciones de rescate. Todos los que lo hicieron, desafiaron las cir-
cunstancias adversas y pagaron el precio supremo. Una na-
ción agradecida lloró sus muertes.
Un par más de observaciones en cuanto a los héroes me
vienen a la mente:
Primera: Los héroes no parecen héroes en el tiempo qu.e
actúan. Los homenajes por las acciones heroicas son típica-
mente dejados para después. En su tiempo, todas esas per-
sonas que he mencionado fueron criticadas por otras que no
estuvieron de acuerdo con lo que ellos hacían. ¿Por qué bus.
carse problemas? ¿Por qué arriesgar tanto por tan pocos?
Algunos que actuaron con valentía no fueron reconocidos en
su tiempo por lo que defendían ni por lo que lograron. Sólo el
tiempo reveló la verdadera importancia de sus hechos.
Segunda: El heroísmo no es genético. A nosotros nos en-
cantaría creer que nuestros hijos heredarán de nosotros nues•
tros genes de heroísmo. Pero no es así. Nadie engendra a un
héroe. Los héroes se forman con los años. Muchas veces, los
que vencen más dificultades son los que se convierten en los
héroes de su tiempo.
Por cierto, yo necesito tener héroes en mi vida. ¿No pasa
igual con usted? Casi no pasa un día sin que yo piense en uno
de ellos, y a todos les estoy muy agradecido. Algunos viven, pero
la mayoría están muertos. Pero eso no importa. El recuerdo de
la determinación de otros de enfrentarse solos a las dificultades
me motiva a alcanzar mayores niveles de osadía en mi vida.
Pero el apóstol Pablo fue más valiente que la mayoría. Su
última defensa, que aparece en Hechos 26, ilustra su heroica
capacidad de enfrentarse solo y con decisión a las presiones
más extremas. Lejanos estaban los días de su juventud, cuan•
do perseguía a los cristianos que vivían en Jerusalén y en
otras partes vecinas. El Señor lo había atrapado y convertido
en un resplandeciente heraldo de)a gracia. Pablo nunca ol-
vidó su profundo agradecimiento. El tenía una deuda de grati•
tud que cancelar.
FIRMEZA ANTE REYES Y REINAS
Al concluir el capítulo anterior, dejamos a Pablo esperando
encerrado bajo llave en una celda romana, en la ciudad por-
Actuando con valentía como lo hacía Pablo 315
tuaria de Cesarea. Timoteo y Silas se habían marchado para
continuar la obra de fortalecer a las iglesias y de ganar a más
almas gentiles para el Salvador. Lucas se quedó con Pablo pa•
ra ocuparse de su condición física y para poner por escrito los
impresionantes acontecimientos.
Festo, el gobernante romano de la región, convino de mala
gana en permitirle a Pablo su defensa ante Nerón en Roma.
Mientras Pablo esperaba, Festo estaba inquieto por su propia
situación. Después de su actuación judicial en el caso, no sabía
como justificar la molestia al emperador de Roma. Después de
todo, ninguna de las acusaciones se podían probar. Necesitaba
evidencias que merecieran el tiempo de Nerón. Él esperaba
que su vecino, el rey Agripa, tuviera algunas ideas originales.
Por consiguiente, lo invitó a estudiar el caso por sí mismo.
POMPA VACÍA Y CIRCUNSTANCIAS
EXCEPCIONALES
La escena comienza en Hechos 25:13 con la entrada deAgripa.
Festo había conseguido su ayuda en la preparación de la cau-
sa de Pablo, para la presentación a Nerón. Lucas relata lo que
vio, con precisa atención a los detalles.
Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice fueron a
Cesarea para saludar a Festo. Como pasaban allí muchos
días, Festo presentó al rey el caso de Pablo, diciendo: "Hay
cierto hombre que ha sido dejado preso por Félix, con respec•
to a quien se me presentaron los principales sacerdotes y los
ancianos de los judíos cuando subí a Jerusalén, pidiendo sen-
tencia contra él".
Hechos 25:13-15
Más adelante dice ...
Pero como Pablo apeló a quedar bajo custodia para la
decisión de Augusto, mandé que le guardasen hasta que yo
lo enviara al César. Entonces Agripa dijo a Festo:
-Yo también quisiera oír al hombre.
Y él dijo:
-Mañana le oirás. Así que al día siguiente vinieron Agripa
y Berenice con mucha pompa, y después que entraron en la
316 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
sala de audiencias con los tribunos y los principales de la
ciudad, fue traído Pablo por mandato de Festo.
Hechos 25:21-23
Es bueno que usted conozca un poco los antecedentes del
carácter superficial de señores de la realeza. Volvamos algu.
nos años atrás. El rey Herodes I, que gobernó con violencia y
perversidad, logró notoriedad bíblica en parte por ser el rey
que trató de matar a Pedro. No mucho después de que Pedto
se libró de él, Herodes tuvo una muerte miserable. Le sobre-
vivieron varios hijos, todos cortados por el mismo patrón. Pero
sólo tres tienen alguna importancia para este relato.
Uno de sus hijos fue Herodes Agripa II, y éste es el Agripa
de nuestra historia. Aunque sólo tenía treinta y dos años edad,
disfrutaba de cierto respeto entre el pueblo judío. Herodes I tu-
vo además dos hijas: Drusila y Berenice. Félix se casó con Dru-
sila, a quien apartó de su esposo en la fogosidad de una relación
inmoral. La hermana de Drusila, Berenice, era también her-
mana de Agripa, y ella y Agripa estaban envueltos en una rela-
ción incestuosa. Toda esa familia era una maraña de corrup-
ción ética y crasa inmoralidad.
Curiosamente, estos son los jueces que han venido a juz-
gar a Pablo. La corte era un circo, donde la moral brillaba por
su ausencia. Lucas debió haber sacudido la cabeza sin poder
creer aquello que veía, mientras tomaba nota de cada sórdido
detalle, entre ellos el de la pomposa y arreglada entrada pro-
cesional de Agripa al auditorio abierto. El espumoso Medite-
rráneo, cuyas olas producían un ruido sordo al estrellarse sobre
la extensa costa, que brillaba refulgentemente con la luz del
sol, era un apropiado telón de fondo para el gigantesco ego de
Agripa, a quien le encantaba conducirse como una celebridad.
El escenario había sido preparado para la defensa final
de Pablo. Luego de unas breves pero respetuosas palabras al
distinguido grupo, Pablo se pone de pie. Maniatado, avanza
cojeando, arrastrando penosamente sus cadenas. Se pone de
pie delante de los gobernantes y levantando sus manos les
dice:
Me tengo por dichoso que haya de exponer hoy mi defensa
delante de ti, oh rey Agripa, acerca de todas las cosas de las
que soy acusado por los judíos; mayormente por ser tú cono-
Actuando con ualentía como lo hacía Pablo 317
cedor de todas las costumbres y cuestiones de los judíos. Por
lo tanto, te ruego que me escuches con paciencia.
Hechos 26:2, 3
¡Qué palabras introductorias tan gentiles y conciliadoras!
Ninguna palabra intolerante y agresiva de condenación sale
dP los labios de Pablo. Ese no era su estilo. Con toda cortesía,
les dice que considera como un maravilloso privilegio la prue-
ba severa que está sufriendo.
Sin ir más lejos, aquí podemos aprender una lección de
nuestro héroe Pablo. Si Dios nos concede la especial oportu-
nidad de hablar a gente importante y a altos funcionarios del
gobierno, es mejor mostrar cortesía y gentileza. Independien-
temente del estilo de vida que tengan, hablémosles con respeto.
No importa cuál sea su política o su mundo privado, seamos
ejemplos de cortesía. Demostremos clase.
Actuar con agresividad será considerado una ofensa, con
toda seguridad, y la puerta de la oportunidad se cerrará con
un portazo. Pablo no vociferó ante quienes lo oían, aunque te-
nían estilos de vida totalmente diferentes, que él reprobaba.
A pesar de sus cadenas y de sus diferencias, se dirigió a ellos
con amabilidad y respeto.
No es de sorprenderse, entonces, que su auditorio estu-
viera pendiente de cada una de sus palabras. Pablo miró a su
alrededor y quizás vio algunos rostros conocidos. Tal vez di-
visó a uno o dos antiguos compañeros de clases de la escuela
:t.ló Gamaliel. Los judíos que estaban en el auditorio estaban
bien familiarizados con sus antecedentes, y por eso apeló a la
honestidad de su auditorio, recordándoles que ellos habían
!lido testigos de su carrera como un celoso fariseo y firme
seguidor de la Ley. Pablo no les habló con rodeos. Él no había
hecho nada en secreto; no tenía nada que esconder.
Luego se lanzó de lleno al punto. Les dice que la doctrina de
la resurrección no debía ser motivo de sorpresa para sus acu-
sadores judíos. Si sus jueces iban a ser honestos con el jurado,
ellos debían también estar de acuerdo con la "promesa (de resu-
rrección) que esperan alcanzar nuestras doce tribus sirviendo
constantemente día y noche" (26:7). Mientras los importantes
políticos, muy atentos, se acarician absortos las barbas, Pablo
hace una pausa, y luego les dice franca y directamente que era
por esa esperanza que él estaba siendo acusado falsamente.
 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
318
Esa fue una excelente estocada verbal. Estaban fascinados.
La resurrección seguía siendo el tema fundamental, el prin-
cipal punto de discusión sobre la mesa. El aceptar al Mesías
obligaba a la persona a creer que el crucificado había sido le-
vantado de entre los muertos. "¿Por qué era eso tan dificil de
creer?", se preguntó Pablo en voz alta.
A fin de cuentas, Gamaliel, un erudito a quien ellos res-
petaban, tenía ese tema como una de las principales materias
de estudio en su escuela de teología. Con toda valentía, Pablo
insiste en el punto. Agripa casi no movió un músculo.
Pues yo, a la verdad, había pensado que debía hacer muchas
cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; y esto hice en
Jerusalén. Habiendo recibido autorización de los principales
sacerdotes, yo encerré en cárceles a muchos de los santos; y
cuando les mataban, yo di mi voto contra ellos. Muchas
veces, castigándoles en las sinagogas, procuraba obligarles
a blasfemar; y enfurecido en extremo contra ellos, los per-
seguía hasta en las ciudades extranjeras.
Hechos 26:9-11
Pablo no escondió nada de Agripa ni de escépticos que esta-
ban junto a él. Fue un modelo de tranquila valentía y de vul-
nerable autenticidad. Pablo resistió la tentación de endulzar su
pasado. Pintó el cuadro con todo el realismo, para que todos lo
vieran como era. Eso es lo que se llama firmeza.
El tono de su voz cambió, sin duda, al dar testimonio de su
conversión en el camino de Damasco. Había ahora tanto silen-
cio en el auditorio, que podría haberse escuchado el estornudo
de un ratón. La perfecta descripción que hacía Pablo de cómo
fue conquistado por el Cristo vivo, tenía a todo el mundo con
la boca abierta. N adíe parpadeaba.
En esto estaba ocupado cuando iba a Damasco con autori-
zación y comisión de los principales sacerdotes. En el cami-
no a mediodía, oh rey, vi que desde el cielo una luz, más res-
plandeciente que el sol, alumbró alrededor de mí y de los
que viajaban conmigo. Habiendo caído todos nosotros a tie-
rra, oí una voz que me decía en lengua hebrea: "Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues? ¡Dura cosa te es dar coces
contra el aguijón!".
Hechos 26:12-14
Actuando con valentía como lo hacía Pablo 319
Un nerviosismo que se podía palpar cayó sobre la mu-
chedumbre, a medida que Pablo seguía su plan de acción.
Bntonces yo dije: "¿Quién eres, Señor?". Y el Señor dijo: "Yo
Sl1Y Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate y ponte
sobre tus pies, porque te he aparecido para esto: para cons-
tituirte en ministro y testigo de las cosas que has visto de mí
y de aquellas en que apareceré a ti".
Hechos 26:15, 16
Ya para ese momento, algunos habían comenzado a in-
quietarse por la extraña índole de las palabras de Pablo. Ha-
blaba de visiones y de voces que lo relacionaban con la lumi-
nosidad de una luz brillante. Su petulante opinión era que las
palabras de Pablo habían pasado de enigmáticas a fantásticas.
Aunque se dio cuenta del murmullo de inquietud Pablo
no titubeó en ningún momento, sino que siguió adela~te con
otra estocada verbal:
Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, me he mantenido
firme hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a
grandes, sin decir nada ajeno a las cosas que los profetas y
Moisés dijeron que habían de suceder: que el Cristo había de
padecer, y que por ser el primero de la resurrección de los
muertos, había de anunciar luz al pueblo y a los gentiles.
Hechos 26:22, 23
_ "¡Detente!", gritó Festo pura ponerle fin a aquello. Interrum-
piendo a Pablo, lo acusó de estar loco. iLas muchas letras te
~elven lo_co! (v. 24), vociferó, en un inútil intento por interrum-
.Pir su fluJO de palabras. Pero, con controlada determinación
Pab_lo ign?ró a su nervioso anfitrión y dirigió su atención sól~
hacia Agnpa, que estaba todavía mirando aquello con asombro
Y pensando. Pablo sintió que tenía una excelente oportunidad
de acercar a ese gobernante real al Salvador y nada lo iba a
apartar de ese intento. '
El testimonio de Pablo reflejaba una vida transformada
fogueada por años de servicio fiel y abnegado. Podemos esta;
seguros de que él hizo su defensa de la manera más cordial y
con la mayor sensibilidad imaginable. Pero se mantuvo firme.
Haciendo caso omiso de la brusca interrupción, Pablo si-
320 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
guió hablando sin que le escapara un solo pensamiento. Res-
pondiéndole a Festo, pero mirando a Agripa, responde:
No estoy loco, oh excelentísimo Festo, sino que hablo pala-
bras de verdad y de cordura. Pues el rey, delante de quien
también hablo confiadamente, entiende de estas cosas. Por-
que estoy convencido de que nao , de esto le es oculto, pues
esto no ha ocurrido en algún rincón. ¿Crees, oh rey Agripa,
a los profetas? ¡Yo sé que crees!
Hechos 26:25-27
¡Un clásico giro verbal de ataque!
Olvidando momentáneamente la diferencia en rango y es-
tatus, Pablo habla ahora cara a cara con Agripa. Lo compro-
mete por el conocimiento que tiene éste de las Escrituras.
Luego escucha su respuesta, una respuesta que se escucha en
todas partes: "¡Por poco me persuades a ser cristiano!" (26:28).
¡Qué palabras! El entusiasmo del apóstol era ya incontenible.
Por eso exclama con sincero abandono:
¡Quisiera Dios que, por poco o por mucho, no solamente tú
sino también todos los que hoy me escuchan fueseis hechos
como yo, salvo estas cadenas!
Hechos 26:29
Ese pudo haber sido el momento supremo de toda la vida
de Pablo. Las cadenas que tenía en las muñecas sonaron cuan-
do el prisionero levantó sus brazos para decir esas últimas
palabras. ¡Qué momento tan memorable! ¡Sus palabras ha-
bían acercado tanto al orgulloso Agripa al trono de la gracia,
que casi se arrodilló ante el Rey de reyes!
Volviendo rápidamente a sus cabales, Agripa se sonroja y
torpemente se pone de pie, sugiriendo a sus azorados hués-
pedes hacer lo mismo. Todos se dirigen al corredor cubierto de
mármol, fuera del alcance del oído de Pablo, para discutir el
asunto. Estaban impresionados por lo que habían escuchado.
Indudablemente, para ellos el prisionero era inocente. Pero ha-
bía apelado a Roma. Si no lo hubiera hecho, Pablo pudiera ha-
ber salido de Cesarea libre y con un expediente limpio.
No le quepa la menor duda de que Pablo, aunque seguía
preso, consideró toda la reunión como una gran victoria. Esos
Actuando con valentía como lo hacía Pablo 321
gobernantes habían escuchado el evangelio. La ironía es ob-
via. El único verdaderamente libre era Pablo, que regresó a su
celda en cadenas. Los demás abandonaron el I ugar sin estor-
bos, pero encadenados por su ignorancia e incredulidad. Aque-
llo fue una escena lastimosa y gozosa.
Después de recuperarse un poco de la impresión recibida,
Agripa se arregló la toga e intentó tener un aspecto solemne
mientras salía del recinto, y la gente se dispersó diciéndose
unas pocas palabras de despedida. Aparentemente, nada ha-
bía cambiado. Lo que sí estaba claro era que Pablo viajaría a
Roma.
Tan modestamente como había llegado, el encorvado pri-
sionero sale tambaleándose por la puerta y desaparece, pero
en lo más profundo de su ser está muy feliz, sabiendo que ni
siquiera la brisa del mar podría llevarse las palabras de la
cabeza de Agripa. Ellas lo inquietarían esa noche, y probable-
mente por el resto de su vida.
Por poco o por mucho, no solamente tú sino también todos
los que hoy me escuchan fueseis hechos como yo, salvo estas
cadenas... salvo estas cadenas... salvo estas cadenas.
ALGUNAS REFLEXIONES FINALES
PARA LOS HÉROES DE HOY
De esta historia surgen, por lo menos, dos verdades:
Primera: Si usted actúa con valentía, estará tan concen-
trado en el objetivo que se sentirá invencible. Pero no deje que
esa percepción se le escape demasiado rápido. Talvez usted
nunca ha experimentado esa clase de intrépido abandono, por-
que no se ha arriesgado a estar en una situación de reto. La
mayoría de las personas no toman riesgos. Es más conveniente
que otro sea quien hable. Es más fácil dejar que sea otro quien
trepe a las alturas y que enfrente el peligro de caerse.
Sin embargo, si ese día llega y usted decide actuar con va-
lentía en defensa de la verdad, su concentración en ese asunto
importantísimo le dará una sensación de invencibilidad. Las difi-
cultades serán nada. No lo inmutarán las personas que estén
sentadas o paradas delante de usted. No lo intimidarán ni cre-
denciales ni títulos. Sus convicciones lo impulsarán con una for-
taleza que no es suya Al igual que Pablo, se habrá convertido en
la voz de Dios para ese momento.
322 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA.
Segunda: Si usted actúa con valentía, tendrá tal uehemen..
cia que no se dará cuenta del gran impacto final de sus pala.
bras. Lo único que importa es defender el principio que está
en juego. El auditorio de Pablo simplemente se levantó y se
fue. Exteriormente parecía como si la audiencia hubiera sido
un desperdicio de tiempo. Sin embargo, ¿cómo saberlo? ¿Quién
puede saber lo que Agripa soñó esa noche y las noches poste.
riores al discurso de Pablo? A mí no me sorprendería que el
acomodadizo Festo haya seguido retorciéndose después del con.
vincente testimonio de Pablo.
Sólo Dios sabe cuál fue el verdadero impacto de la heroica
posición de Pablo ese día, junto al mar. Al fin y al cabo, sólo
Dios sabe cuál será el suyo también.
ACTUANDO CON FIRMEZA
FRENTE A LOS PODEROSOS
Hace poco leí un conmovedor discurso pronunciado por la extin•
ta Madre Teresa en el cuadragésimo cuarto "Desayuno nacional
de Oración", un evento que tuvo lugar cuando Bill Clinton era
presidente de los Estados Unidos de América. En el curso de s1:1
discurso, hecho sin jactancias, la humanitaria monja de Cal-
cuta habló con sencillez y valentía acerca de la iniquidad del
aborto y del daño que sigue causando esa horrenda falla mo-
ral en nuestra ya desintegrada sociedad. Mientras ella leía un
manuscrito cuidadosamente preparado, nadie en el recinto
movía un músculo. En realidad, muchos de los bien vestidos
dignatarios sonreían nerviosamente, aparentando calma y sere-
nidad en su refinado exterior, pero teniendo una agitación
interior muy grande.
La escena tenía un extraño parecido con la osada com-
parecencia de Pablo ante Agripa. Las punzantes y conmove-
doras palabras de la Madre Teresa fueron muy valientes.
Lamento no poder citar aquí sino unas pocas de ellas. Tenga
la bondad de leerlas con mucho cuidado y lentamente, hacien~
do lo que más que pueda para transportarse a ese venerable
encuentro de la elite política de Washington.
Yo siento que el gran destructor de la paz hoy en día es el
aborto, porque Jesús dijo: "Si ustedes reciben a un niño, me
reciben a mí". Por tanto, el aborto es el rechazo a recibir a
Actuando con valentía como lo hacía Pablo 323
Jesús, es el no querer recibir a Jesús.
El aborto es, en realidad, una guerra contra el niño, y yo
odio que un niño inocente sea muerto, asesinado por su
propia madre. Si aceptamos que una madre puede matar a
su propio hijo, ¿cómo podemos decir a los demás que no se
maten unos a otros? ¿Cómo convencer a una mujer de que
no se practique un aborto? Como siempre, tenemos que con•
vencerla con amor.
. ..Cualquier país que acepta el aborto, no está enseñando a
que sus ciudadanos se amen unos a otros, sino a que utili-
cen la violencia para lograr lo que quieren. Es por esto que
el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto.
Al igual que Pablo, la endeble figura de esa mujer habló y
abandonó el recinto tan silenciosamente como había entrado.
Así como los antiguos funcionarios políticos habían estado vien-
do a Pablo, la nobleza de Washington se quedó silenciosa, con
sus conciencias golpeándoles el pecho.
Se habían encontrado con una valerosa mensajera que te-
nía un mensaje ordenado para ese preciso momento.
Tengo el convencimiento de que muchas personas, de en-
contrarse en las mismas situaciones que enfrentaron algunos
de los héroes que he mencionado en las páginas anteriores de
este libro, actuarían con el mismo heroísmo. Yo creo que usted
tiene el potencial en usted mismo para levantarse en contra
de los enemigos de la verdad, que desafían el poder del Dios
todopoderoso, o para hablar valientemente en contra de las
injusticias y discriminación patentes. Creo que muchos de los
que leen este libro habrían estado dispuestos a ser parte de
Jo·s valientes socorristas del World Trade Center y del Pentá•
gono, e incluso de aquellos que murieron al frustrar otro desas-
tre aéreo en el vuelo del avión que cayó en Pensylvania.
El desafío se presenta en esos momentos de intimidad y de
franqueza, cuando nos encontramos con la oposición a la ver-
dad ... en los pasillos de la universidad, en la junta directiva
de la empresa, en la reunión de la Asociación de padres y
maestros, en la oficina del director de deportes o estando sen-
tados en un avión. En esos momentos, ¿se levantará usted
valientemente y dirá la verdad si un principio está en juego?
¿Defenderá lo que cree, con gentileza, pero con firmeza?
No es muy probable que usted alguna vez sea llamado a
324 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA

estar de pie ante reyes y reinas, o invitado a dirigirse a la elite

política o a oficiales de alto rango militar. Pero tendrá otras
oportunidades de levantarse y hablar. Si usted se propone en
su corazón ser valiente, Dios le presentará esas oportunida-
des cuando menos las espera. De eso puede estar seguro.
Cuando él lo haga, ¿estará usted preparado?

Capítulo veinte
CÓMO MANEJAR UN NAUFRAGIO

Yo nunca he visto una calcomanía en un coche que diga: "Pre-

feriría estar en un naufragio". He visto muchas de esas calco-
manías a lo largo de la costa de California que dicen: "Prefe-
riría estar navegando en un velero", pero nunca "Preferiría es-
tarme hundiendo".
La aventura de surcar los mares abiertos tiene una emoción
estimulante que puede convertirse casi en una adicción. Pero
no hay nada divertido en lanzarse a las aguas frías del mar pro-
fundo, ciertamente nunca si nos encontramos atrapados en una
violenta tormenta.
El haber experimentado un naufragio no está en mi cu-
rrículo, felizmente, aunque he acumulado muchas horas en el
mar. Disfruto del océano por ser un pescador entusiasta, y un
marinero cuando hace buen tiempo (especialmente si la em-
barcación es de otra persona). Afortunadamente, he disfruta-
do de todo esto estando encima del agua, no debajo de ella.
Lo más cercano que he estado de un naufragio fue lo que
me sucedió estando a bordo de un buque de transporte de tro-
pas, junto con 3.500 otros infantes de marina, yendo de San
Diego a Japón. Aunque el barco parecía tener el tamaño de
325
326 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
una gigantesco complejo de oficinas mientras estaba en el di-
que, después de estar en el mar durante cuatro o cinco días la
inmensidad del océano puso a la embarcación en su verdadera
perspectiva. De repente, se veía diminuta.
Estando más o menos en el quinto día de nuestro viaje de
diecisiete, nos vimos en el centro de una violenta tormenta del
Pacífico, con olas que tenían casi quince metros de altura en su
cresta. Deténgase lo suficiente, y tenga en cuenta que eso sig-
nifica cinco pisos de altura. En realidad, a nadie se le permitió
quedarse sobre cubierta en lo peor de la tormenta, la cual duró
casi tres días. Algunos días después de que las aguas se calma-
ron, el capitán reconoció que en cierto momento comenzó a du-
dar de que saldríamos con vida.
Años más tarde tuve la misma experiencia mientras me en-
contraba pescando a varias millas de 1a costa de Miami. Después
de unas cuantas horas de estar pescando agradablemente en el
mar abierto, se inició una peligrosa borrasca, el cielo se oscure-
ció mucho y el mar comenzó a encresparse por el viento. La tor-
menta se hacía mayor con cada minuto que pasaba, hasta el
punto en que el agua comenzó a estrellarse contra las barandi-
llas. La situación se volvió muy riesgosa rápidamente, y me
preparé para lo peor. Usted se preguntará de qué manera lo hice.
Bueno, para comenzar, pedí perdón por todos los pecados
que había cometido en mi vida. En realidad, creo que añadí
unos pocos que no había cometido, para asegurarme de que no
había omitido ninguno. Después repetí todos los versículos de
la Biblia que había aprendido desde que era niño, a medida que
mi inquieta mente me los traía a la memoria. También recuer-
do haber contado los salvavidas y verificado el tamaño del más
grande que pude encontrar, ¡y me mantuve siempre cerca de él!
Finalmente, llegué tambaleándome a la cabina, donde el
capitán se hallaba muy atareado. Muy nervioso, le pregunté:
"¿Las embarcaciones como éstas se hunden?".
"Por supuesto. Todo el fondo del mar está lleno de embar-
caciones como la nuestra, que no se salvaron", dijo sin sonreír.
Luego le pregunté: "¿Cuánto tiempo nos tomaría llegar
ne.dando a Miami?''. Eso le produjo una sonrisa burlona, y res-
pondió: "¿Está bromeando? Nos despedazarían los tiburones
en menos de una hora, si vamos a parar a estas aguas".
Entonces traté de sonreír y de actuar como si eso fuera
divertido.
Cómo manejar un naufragio 327
Honestamente, la tormenta no era cosa de broma. Ningu-
na tormenta en mar abierto lo es. Aunque llegamos sanos y
salvos a la playa, fue una azarosa experiencia para todos los
que estábamos a bordo. Era corno si nuestra vida dependiera
de alambres muy finos que podían romperse en cualquier mo-
mento. Seré sincero con usted: fue la verdad de la palabra de
Dios lo que me mantuvo cuerdo y en relativa calma durante
esa terrible prueba. Me puse a orar deliberadamente. Recordé
conscientemente varias promesas pertinentes, y me apoyé fir-
memente en ellas.
Pablo experimentó lo mismo. Lucas registra dramática-
mente en Hechos 27 la experiencia de naufragio que tuvieron,
y especialmente la reacción de Pablo a la misma. A estas al-
turas, usted pensarla que él ya se había ganado el derecho a
descansar; que sus últimos años de ministerio sería un trave-
sía sin problemas, ¿verdad? Pues no.
MANTENIÉNDOSE A FLOTE
CON UNA FE ADMIRABLE
Lo más probable es que usted esté leyendo este capítulo libre
de los severos elementos de un mar embravecido. Por lo tanto,
el desafio es ponernos en la escena, como esperaba Lucas que
lo hiciéramos cuando escribió esto. Aparte del espectacular re-
cuerdo de los detalles por parte del narrador, durante ese peli-
groso viaje, no podemos sino depender de nuestra imaginación
para comprender lo que Pablo soportó en su azaroso viaje por
mar a Roma. Lo más admirable es el valor y la fe con los cua-
les él afrontó esos inquietantes días en el Mediterráneo.
No olvide que Lucas es un médico, no un veterano mari-
nero. Su relato no es, por tanto, la bitácora de un barco, y por
eso se ve corno un diario. Lo que había comenzado muy tran-
quilamente como un crucero por el Mediterráneo, se convirtió
en una de las pruebas más amedrentadoras de la vida de
Pablo. Por haber soportado la misma aventura, que los puso
al borde de la muerte, Lucas nos da su relato como testigo ocu-
la,r de lo sucedido.
Recordemos que únicamente Pablo tenía guar dada en su
corazón la promesa de Dios de que llegaría a Roma vivo. Los
restantes 275 pasajeros no sabían nada de eso, por lo que el pá-
nico es comprensible. De un viaje por mar abierto no se puede
328 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
pronosticar nada, ya que las circunstancias pueden cambiar en
cuestión de minutos.
Permítame una pausa aquí, para decir que muchas veces
tendemos a concentramos en las circunstancias, especialmente
cuando hay tormentas. Pero Dios hace hincapié en el objetivo.
En esos momentos, cuando los vientos contrarios de la vida so-
plan con fuerza, nos inclinamos a escuchar solamente el rechi-
nar del casco y sentir nada más que la torcedura de la cubier-
ta. Dios desea que cultivemos un vida interior de confianza que
nos asegure una respuesta más confiada y deliberada. Al viajar
con Pablo a través del "Gran Mar", veremos con ojos humanos co-
mo surge esa fe triunfante.
UN DESTINO PRECISO PROMETIDO
El viaje comenzó con todas las expectativas de un inolvidable
viaje por el océano, como escribe Lucas: "Habíamos de nave-
gar a Italia". Pablo, que había sido puesto bajo el cuidado y la
custodia de un centurión romano llamado Julio, se hizo acom-
pañar por Lucas, por supuesto, y otro compañero de Mace-
donia, llamado Aristarco. Juntos se embarcaron para el pri-
mer trecho de un largo viaje a Roma.
Sería bueno, ahora, que pusiera el dedo en esta página y
fuera al final del libro para ver el mapa titulado: "Viaje a Ro-
ma". Allí podrá trazar la ruta del viaje de Pablo, partiendo de
Cesarea, luego la isla de Creta, después Mira (donde cambia-
ron de barco), luego Rodas, la parte sur de Creta, la recóndita
isla de Malta, y luego hacia el norte, a través del estrecho de
Sicilia, y por último el puerto cerca de Roma. Pablo sólo sabía
que su destino era Roma; no sabía nada de la ruta sinuosa y
peligrosa que lo llevaría hasta allá.
Lucas describe los dos barcos que tomaría Pablo: uno era
una nave grande que había zarpado de Adramitio, una pobla-
ción portuaria en la parte occidental de lo que ahora es Tur-
quía, al sudeste de Troas. Era un barco mercante que nave-
gaba a lo largo de la costa sur y que llegaba, finalmente, a Ce-
sarea. Viajaron en esa embarcación siguiendo la línea costera
hasta Mira, donde desembarcaron. Luego tomaron un nave de
carga que iba a Roma.
Por haber estado en esas tres extensiones de agua: el
Adriático, el Egeo y el Mediterráneo, he llegado a una senciUa
Cómo manejar un naufragio 329
conclusión. Las aguas de azul intenso de esos grandes mares
Lucen mucho más tentadoras en los mapas y en los folletos de
viajes, que en la cubierta de una embarcación batida por el
viento, en medio de una tormenta.
Los barcos en los cuales viajó Pablo no eran, por supuesto,
como los que yo he disfrutado en mis viajes. Esas antiguas em-
barcaciones eran más como lanchones, cuya proa y popa eran
casi igualmente cuadradas. Eso, junto con el hecho de que te-
nían un solo mástil en el que iba una enorme vela, hacían difí-
cil el manejo de esas gigantes embarcaciones de madera
incluso en un día claro. No hacía falta mucho viento para qu~
la madera erosionada por el agua de esos barcos antiguos cru-
jiera y gimiera, e incluso, si los mares se ponían muy agita-
dos, que la unión de los tablones se rompiera.
Nada del tosco diseño de esos barcos los hacía apropiados
para la navegación marítima, de acuerdo con las normas de
hoy. Pero nada de eso pareció preocupar a Pablo, cuando él y
sus compañeros se embarcaron en Mira de Licia para navegar
a Italia.
Es muy probable que zarparan a fines de agosto, pero (como
veremos más adelante) el naufragio originó una demora de tres
meses en Malta, obligando a que el trecho final del viaje se hi-
ciera en lo más recio del invierno. Ese no era un tiempo agrada-
ble para viajar por el mar y defenderse de los fríos vientos y de
las fuertes corrientes del Mediterráneo. A mí me han dicho que
hay unas extensiones de agua más peligrosas que la ruta que
queda en la parte marítima al sur de Grecia. Fue allí donde la
tormenta atacó con más fuerza.
En muchos aspectos, la tormenta a la que Pablo y sus acom-
pañantes enfrentaron fue lo que los meteorólogos modernos lla-
man una tormenta perfecta o total. En la historia reciente una
tormenta igual tuvo lugar en las aguas del Atlántico No~. En
1991, masas de aire inestables provenientes de los cuatro pun-
tos cardinales convergieron sobre las costas de Massachussets,
creando una combinación de vientos huracanados y enormes
olas tan amenazadoras, que todos los habitantes de la costa
este tuvieron que luchar por protegerse. En esa ocasión, fueron
numerosas las embarcaciones pesqueras que tuvieron que reti-
rarse a aguas más seguras. El escritor Sebastien Junger, cuen-
ta en su libro The Perfect Storm (La tormenta perfecta) la his-
toria de esa extraña confluencia de mar y atmósfera, y la del
330 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
desafortunado barco Andrea Gail, cuyo capitán y tripulación
desaparecieron sin dejar rastro. El dramático relato que hace
,Junger de esa anómala convergencia de elementos en un mis-
mo sistema de tormenta, se asemeja de manera extraña e in-
quietante a lo que Lucas des.cribe en Hechos 27. .
Todo el capítulo está dedicado al relato dramático que ha-
ce Lucas de la tormenta perfecta en que se vio Pablo.
Navegando muchos días despacio, y habiendo llegado a du-
ras penas frente a Gnido, porque el viento nos impedía, na-
vegamos a sotavento de Creta frente a Salmón. Y costeán-
dola con dificultad, llegamos a un lugar llamado Buenos Puer-
tos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea.
Puesto que había transcurrido mucho tiempo y se hacía peli-
grosa la navegación, porque también el Ayuno ya había
pasado, Pablo les amonestaba diciendo: "Hombres, veo que la
navegación ha de realizarse con daño y mucha pérdida, no
sólo de la carga y de la nave, sino también de nuestras vidas".
Pero el centurión fue persuadido más por el piloto y el ca-
pitán del barco, y no por lo que Pablo decía. Ya que el puer-
to era incómodo para pasar el invierno, la mayoría acordó
zarpar de allí, por si de alguna manera pudiesen arribar a
Fenice, un puerto de Creta que mira al suroeste y al nor-
oeste, para invernar allí.
Como sopló una brisa del sur y les pareció que ya habían lo-
grado lo que deseaban, izaron velas e iban costeando a Creta
muy de cerca.
Hechos 27 :7-13
Cuando el centurión decidió aceptar la opinión de la mayoría,
en vez de escuchar el consejo de Pablo, cometió un grave error
de juicio. Al abandonar las aguas más tranquilas de las costas
de Creta, el centurión expuso al peligro de alta mar a todos sus
hombres y a todos los que iban a bordo. El viaje pasó de dificil
a peligroso casi de la noche a la mañana. La velocidad de los
vientos y la de las ondas oceánicas aumentaron. Todos los que
iban a bordo sabían que les esperaban problemas serios. Lucas
cuenta más adelante el desesperado punto crítico:
Pero no mucho después dio contra la nave un viento hura-
canado que se llama Euraquilón. Como la nave era arre-
Cómo manejar un naufragio 331
hatada y no podía poner proa al viento, nos abandonamos a
él y éramos llevados a la deriva.
Hechos 27:14, 15
El ''Euraquilón" es el equivalente a uno de nuestros vientos del
nordeste; la combinación de vientos fuertes y de mar agitado que
rugen a lo largo de la costa este, de sur a norte, descargando de
golpe mucha lluvia, nieve y hielo en su paso. Esas condiciones de
ventisca pueden crear graves peügros. Sólo que lo que Pablo expe-
riment:ó no fue en tierra, sino en el mar.
La tormenta se hizo tan intensamente violenta que, según
Lucas, "comenzaron a aligerar la carga", hasta que finalmente
se vieron obligados a echar por la borda los aparejos de la em-
barcación, haciéndose imposible el control de la nave.
Para colmo de males, un grueso pabellón de negras nubes
impedía ver totalmente las constelaciones, que normalmente
eran una guía confiable para la navegación. La esperanza se
les debilitaba. El problema ahora era cómo sobrevivir, parti-
cularmente a medida que la batalla contra los vientos seguía
firme cada día. ·
Finalmente, la agotada tripulación tuvo un rayo de espe-
ranza. Lucas escribe:
Cuando llegó la decimocuarta noche, y siendo nosotros lle-
vados a la deriva a través del mar Adriático, a la medi-
anoche los marineros sospecharon que se acercaban a algu-
na tierra.
Hechos 27:27
Eso llevó a una serie de sondeos que alertaron a los hom-
bres del peligro de que la nave encallara. Por tanto, "echaron
las cuatro anclas de la popa y ansiaban el amanecer" (27:29b).
Más que nada, lo que necesitaban era una brújula, un ins-
trumento confiable que, a pesar de los vientos ululantes y de
las inmensas olas, pudiera permitir abrirse camino a través
de los furiosos vientos y dirigirlos a un lugar seguro. Por no dis-
poner de esto, esperaban que la luz del día les revelara su ubi-
cación exacta. La espera debió ser desesperante.
La mayoría fue embargada por una sensación de pánico.
Aun los veteranos marineros estaban sombríos y callados,
anhelando ver la luz del día. Por ahora, su única esperanza
332 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
eran esas cuatro anclas lanzadas por la popa, que trajo corno
resultado una lucha crítica entre la embarcación y las olas
que se levantaban.
Al examinar la información de Lucas en cuanto al peli-
groso viaje de Pablo a Roma, querernos ver no sólo lo que está
escrito, sino también lo que está entre líneas. Es allí donde en-
contramos más de la verdadera historia. Es allí donde vernos al
Dios fiel, que cumple sus promesas, y al humilde siervo, que se
aferra a las anclas de su palabra eterna.
Es en esta historia, oculta dentro del relato escrito, donde
aprendemos lecciones para nuestras vidas. Y es en este relato
no escrito de donde sacamos las fuerzas para enfrentar con
decisión nuestras tormentas petfectas, y para dominar nues-
tros sentimientos de pánico. Las tormentas que soportamos
pueden durar días, semanas, meses, e incluso años. Las tor-
mentas perfectas de la vida son impredecibles la mayoría de
las veces, y golpean sin que aparentemente sepamos cuándo
van a terminar. Muchas veces, parecen estar violentamente
fuera de control.
Les diré que yo he estado en tormentas corno esa, mucho
peores que cualquier tormenta que haya tenido en el mar. A
veces, me preguntaba si iba a sobrevivir. Recuerdo que durante
una tormenta particular en mi vida, no podía dormir y desperté
a Cynthia para susurrarle: "No estoy seguro de que salgamos
bien de ésta". Yo sé lo que es eso. Y sé que usted también lo
sabe. Es posible que esté teniendo ahora una tormenta, y eso
hace que le resulte más interesante esta espeluznante historia.
Sea cual sea su situación, ella no es el resultado de un ac-
cidente, ni usted está solo. Dios no está ausente ni es indi-
ferente. Usted está precisamegte donde él planeó que estu-
viera en este mismo momento. El pudo haber calmado su tem-
pestad en cualquier punto de la misma, pero no lo ha hecho.
La situación que usted enfrenta puede parecerle imposible de
resolver. Al igual que los marineros y los pasajeros del desa-
fortunado viaje de Pablo, usted talvez se está retorciendo ner-
viosamente las manos, esperando ver la luz del día. Repito:
eso no es accidental.
Permítame pasar del picante rocío de las aguas que des-
cargan su fuerza contra la cubierta de la embarcación men-
cionada en Hechos 27, a la tormenta del mundo real que usted
talvez está enfrentado ahora. Le surgen preguntas, al mismo
C6mo manejar un naufragio 333
tiempo que el temor se le agiganta por dentro. Tiene pensa-
mientos de pánico que lo inquietan. ¿Cómo ha podido mante-
ner el equilibrio? ¿Qué hace, por ejemplo, si está en un hospi-
tal, las luces de su habitación están ya apagadas, y está tra-
tando de creer la noticia que le han dado? Está allí, solo. La
familia se ha ido a dormir. Todo está en calma, menos sus pen-
samientos. ¿Cómo va a enfrentar el golpe brutal de mañana?
Ah.ora mismo sólo están usted y Dios ... y extrañas e inespera-
das olas de dudas que están dando con fuerza contra su alma.
¿Cómo es posible seguir adelante? Pero, más importante aún:
¿cómo sustituir el pánico total por una confianza sencilla?
¿Qué hace usted si su cónyuge lo abandona y se queda so-
lo, viviendo durante meses, e incluso años, con la resaca de las
consecuencias que usted mismo originó? ¿Qué hace si la vida
se le vuelve tan tétrica?
Talvez en su trabajo se han comenzado a formar nubes
muchas violentas y amenazantes. Los otrora cielos claros dei
éxito que lo acompañaron durante largo tiempo ahora lucen
siniestramente oscuros. Usted siente que lo peor está por
venir. Las posibilidades de que eso ocurra son numerosas.
Entonces, ¿qué hacer? Le diré lo que tiene que hacer: Al igual
que el barco destinado a la destrucción en el que iba Pablo, eche
el ancla. En realidad, eche las cuatro anclas. Es seguro que
éstas anclas lo mantendrán firme.
ANCLAS SEGURAS PARA EL ALMA
GOLPEADA POR LA TORMENTA
Le ofrezco estas cuatro anclas que lo ayudarán a tener estabili-
dad en medío de su "tormenta perfecta". Si usted está disfrutan.
do ahora de cielos claros, eso es excelente, pero puedo asegu-
rar!~ que las va a necesitar algún día. Inevitablemente, se for-
maran muchas nubes de tormenta, y usted se hallará andan-
do a tientas en medio de la oscuridad, tratando de encontrar
tierra seca. Necesitará estas anclas cuando reciba la noticia
de que alguien a quien usted ama ha muerto, o cuando su hijo
adolescente no vuelva a casa una noche, o cuando su hija se
marche con alguien... o cuando la fiebre del bebé no ceda, o
cuando el daño parezca irreparable. Usted va a necesitar estas
cuatro anclas para no caer en la desesperación.
334 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
En primer lugar, usted va a necesitar el ancla de la estabi-
lidad.
Como no aparecían ni el sol ni las estrellas por muchos días
y nos sobrevenía una tempestad no pequeña, íbamos per-
diendo ya toda esperanza de salvarnos.
Entonces, como hacía mucho que no comíamos, Pablo se
puso de pie en medio de ellos y dijo: "Oh hombres, debíais
haberme escuchado y no haber partido de Creta, para evitar
este daño y pérdida. Pero ahora os insto a tener buen ánimo,
pues no se perderá la vida de ninguno de vosotros, sino sola-
mente la nave. Porque esta noche estuvo conmigo un ángel
del Dios de quien soy y a quien sirvo, y me dijo: 'No temas,
Pablo. Es necesario que comparezcas ante el César, y he
aquí Dios te ha concedido todos los que navegan contigo'.
Por tanto, oh hombres, tened buen ánimo, porque yo confío
en Dios que será así como me ha dicho. Pero es necesario
que demos en alguna isla".
Hechos 27:20-26
El ancla de la estabilidad nos mantiene firmes cuando el
plan de navegación falla. Es fácil perder la orientación en una
tormenta. Usted no puede encontrar el rumbo a través de las
circunstancias que enfrenta. Su vida ha transcurrido bastante
bien hasta que, de pronto, el mar se pone turbulento. Surgen
problemas de los que no se tenía noción, que no estaban pre-
vistos. Usando las palabras de Lucas, se abandona "toda espe-
ranza de salvación".
Hay momentos muy peligrosos en los que llegamos al pun-
to de abandonar todas las esperanzas. Pero en ese momento
difícil y lacerante, Dios dice: "No tengas miedo, porque yo ten-
go un plan".
En mis primeros años de pastorado, para consternación
mía, no fui capaz de dar consuelo a un esposo angustiado, re-
cién salido del hospital, cuya esposa e hijos lo habían abando--
nado. Me reuní con él. Oré por él. Traté de consolarlo. Final-
mente, tras abandonar toda esperanza, se suicidó. Eso me des-
trozó el corazón, pero la tormenta era demasiado grande. Al
igual que el infortunado Andrea Gail, el hombre desapareció
en un mar de desesperanza.
Antes de que los compañeros de navegación de Pablo lle-
Cómo manejar un naufragio 335
garan a ese extremo, él les dio esperanza al exhortarlos di-
ciéndoles: "No se desanimen; el barco se va a hundir, pero lo
vamos a lograr". A eso es lo que yo llamo echar el ancla de la
estabilidad.
A las personas que enfrentan adversidades muy fuertes,
les resulta dificil concentrarse en otra cosa que no sean las
olas gigantes y los vientos de la tormenta. Pero Pablo anuncia
firmemente: "Tengan buen ánimo ... el Señor nos ha dicho que
ninguno va a perecer".
Encontramos estabilidad en las tormentas, por lo que Dios
ha dicho. Nuestra tendencia es acudir a otra fuente en busca
de fortaleza, en vez de ir a la palabra de Dios. ¡No lo haga! La
única ancla de estabilidad que lo mantendrá firme, no impor-
ta. lo fuerte que puedan ser los vientos, es la palabra escrita
de Dios.
Todo esto me recuerda la afirmación hecha por uno de los
antiguos profetas de Israel, que apoya la confianza en Dios y
su Palabra. Las siguientes palabras fluyen de la experimen-
tada mano de lsaías:
Pero ahora, así ha dicho Jehovah, el que te creó, oh Jacob;
el que te formó, oh Israel: "No temas, porque yo te he redi-
mido. Te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando
pases por las aguas, yo estaré contigo; y cuando pases por
los ríos, no te inundarán".
Isaías 43:1, 2
¡Qué palabras tan alentadoras! "No temas, te he llamado
por tu nombre". ¡Qué concepto tan grandioso!
Isaías no estaba escribiendo de aguas literales ni de ríos
verdaderos. Su figura del lenguaje enfatizaba las atenazantes
circunstancias que amenazaban la estabilidad de la fe de uno.
Cuando las aguas llegan a alturas peligrosas; cuando las difi-
cultades alcanzan dimensiones máximas; cuando su embar-
cación parece desintegrarse tabla a tabla y comienza a hun-
dirse por las inevitables tormentas de la vida, Dios es fiel. Él
ha prometido: "Yo estaré contigo".
Hace menos de cinco años que acudí a esa promesa. Puse
el índice en los versículos, y dije: "Señor, quiero que sepas que
te estoy reclamando esto para mi situación, ahora mismo. Es
la única manera como puedo lograrlo. Tú sabes lo que estoy
336 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
haciendo. Lo único que veo son olas, y el agua está subiendo.
No sé qué está pasando, pero sé que contigo a bordo mi barco
no se va a hundir. ¡Lo voy a lograr!".
Cynthia y yo estábamos tratando de reubicar de Cali-
fornia a Texas el ministerio de Visión para Vivir, que era no
sólo un formidable reto logístico, sino además una enorme res-
ponsabilidad financiera. Las circunstancias estaban en contra
de nosotros. Había varias personas que cuestionaban nuestra
necesidad de hacer una mudanza tan drástica. La mayoría de
nuestro fiel personal nos había dicho que no se mudarían si
seguíamos con nuestros planes. El costo estimado original era
tan grande que la cabeza nos daba vueltas. Nuestra junta de
directores, si bien nos apoyaban y estaban convencidos de que
la reubicación tenía sentido, estaban naturalmente preocupa-
dos, sabiendo lo costoso y disociador que pueden ser los pro-
yectos de reubicación a gran escala. Mi esposa y yo podíamos
sentir los vientos fuertes de la presión.
Fue entonces cuando estuve a solas con el Señor, cuando
encontré y reclamé esta afirmación de la pluma de Isaías, y
cuando me anclé a su promesa.
Le voy a ahorrar cinco páginas más de lectura; ya estamos
reubicados. Y hemos asegurado y contratado al 90 por ciento
del nuevo personal que, al igual que el anterior, es maravi-
lloso; son hombres y mujeres de Dios, humildes y serviciales.
Nos estaremos mudando a las nuevas instalaciones más o me-
nos en los días que este libro sea publicado, y todo el proyecto
nos costó menos de la cuarta parte de la cantidad estimada
originalmente. ¡Lo logramos! El ancla de la estabilidad nos
mantuvo firmes.
DIOS ES FIEL
En segundo lugar, usted va a necesitar el ancla de la uni-
dad.
Cuando llegó la decimocuarta noche, y siendo nosotros lle-
vados a la deriva a través del mar Adriático, a la mediano-
che los marineros sospecharon que se acercaban a alguna
tierra. Echaron la sonda y hallaron veinte brazas. Pasando
un poco más adelante, volvieron a echar la sonda y halla-
ron quince brazas. Temiendo dar en escollos, echaron las
Cómo manejar un naufragio 337
cuatro anclas de la popa y ansiaban el amanecer.
Como los marineros procuraban huir de la nave, y echaron el
esquife al mar simulando que iban a largar las anclas de la
proa, Pablo dijo al centurión y a los soldados: uSi éstos no
quedan en la nave, vosotros no podréis salvaros.
Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y
dejaron que se perdiera".
Hechos 27:27-32
La escena revela el temor de pérdidas de vidas. La ima-
ginación ve cosas infundadas. Pablo sabía que el permanecer
juntos era el secreto para su supervivencia. Había la fuerte ten-
tación de abandonar la embarcación y de dejar que cada quien
se las arreglara como mejor pudiera. Pero esa no es la manera
de sobrevivir. A medida que la profundidad del agua se hacía
menor, el temor a encallar se intensificó. Pero Pablo les advir-
tió que si se les permitía a los hombres escapar, eso significa-
ría una muerte segura.
La aplicación espiritual es evidente. Cuando nos encontra-
m.os en graves aprietos, nuestra tendencia es abandonar y sa-
lir huyendo. Es más fácil por el momento abandonar al cón-
yuge, que enfrentar la situación y tratar de lograr la restau-
ración de la relación matrimonial. La naturaleza humana quie-
re retirarse a un lugar donde cada uno de nosotros pueda es-
tar totalmente solo, echar llave a la puerta, y cerrar las per-
sianas. Pero separados nos hundimos más en la depresión.
Desdichadamente, algunos acuden al alcohol, a las drogas o,
pero aún, al suicidio.
Si lo antes dicho lo describe a usted de alguna manera, ne-
cesita entonces la ayuda de su familia, de sus amigos y, espe-
cialmente, del pueblo de Dios. Es más fácil bajar el esquife y
saltar a él, solo. Pero quiero advertirle que no escape. Más
bien, lo animo a que se quede con los demás a bordo de la em-
barcación. No salte solo. Entrelace su brazo con el de otro.
Mantenga el contacto con quienes más le aman, con esas per-
sonas que estarán siempre con usted, no importa lo que suce-
da. Usted necesita de la presencia del pueblo de Dios a su al-
rededor cuando se le abra el piso de su vida. A pesar de lo que
usted piense, es dudoso que pueda lograr salir solo del pro-
blema. En nuestro caso, tuvimos a unos cuantos amigos del
ministerio orando por nosotros, y a toda una junta de direc-
338 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
tores animándonos. La reubicación era una experiencia de-
safiante, pero no solitaria. Usted y yo estamos hechos por Dios
para hacer las cosas junto con los demás. El ancla de la unidad
es la que nos enlaza.
En tercer lugar, usted va a necesitar el ancla de la reno-
vación.
Cuando comenzó a amanecer, Pablo animaba a todos a co-
mer algo, diciendo:
"Este es el decimocuarto día que veláis y seguís en ayunas
sin comer nada. Por tanto, os ruego que comáis algo, pues
esto es para vuestra salud; porque no perecerá ni un cabello
de la cabeza de ninguno de vosotros".
Habiendo dicho esto, tomó pan, dio gracias a Dios en pre-
sencia de todos y partiéndolo comenzó a comer. Y cuando to-
dos recobraron mejor ánimo, comieron ellos también.
Hechos 27:33-36
¿Imagina usted lo que es luchar contra una tempestad du-
rante dos semanas y prácticamente no comer nada? Eso fue lo
que los hombres de] barco de Pablo experimentaron. Pero aun
más sorprendente, esa es la manera como la mayoría de las
personas responde a las tormentas de la vida. Nos quedamos
con nuestros tanques vacíos por dar la batalla nosotros mis-
mos, y terminamos debilitados fisicamente, agotados emocio-
nalmente, e incapaces de conciliar el sueño. El ancla de la re-
novación nos protege contra esa suerte de disminución anató-
mica. Pablo, por el contrario, animó a los hombres a comer y
a renovarse. Pero él oró primero. ¡Todos oraron!
¿Puede imaginar la escena? La tempestad rugía alrededor
de ellos, mientras que casi trescientos hombres tenían incli-
nadas sus cabezas en oración, mientras Pablo daba gracias por
la poca comida; luego todos participaron juntos de la comida.
Su alimentación personal es crucial durante esos tiempos
de tormenta. En momentos de pánico, usted comerá menos.
Tampoco dedicará suficientes horas al sueño. No pasará mu-
cho tiempo sin que deje de orar por completo, y usted se en-
contrará vacío espiritualmente. El dolor emoci,ma1 cada vez
mayor, combinado con la renovación cada vez menor, puede
ser fatal para su fe.
La renovación espiritual se logra principalmente por me-
C6mo manejar un naufragio 339
dio de la oración. Pocas disciplinas tienen mayor importancia
que ésta, cuando todo luce sombrío. Simplemente, dígaselo al
Señor. Luche tratando de busca:r la razón de la tempestad.
Busque con afán la dirección de Dios, y no se rinda hasta que
se sienta satisfecho de haber entendido la respuesta del Se-
ñor. Eso fue lo que Pablo modeló en la cubierta de esa tosca
nave.
Estoy convencido de que, para algunos de los hombres que
estaban a bordo, esa era la primera vez en sus vidas que ha-
bían orado. ¡Definitivamente, era la primera vez que habían
orado al Dios todopoderoso! Es posible que hubiera sido la
única vez en toda su vida que habían escuchado orar por la co-
mida. En medio de un viento ululante y de una tempestad de
lluvia y viento, hicieron una pausa y vieron a un hombre reve-
rente y humilde ofrecer una oración de gratitud a Jehovah Dios,
el Creador de los cielos y de la tierra, el Capitán de los vientos y
de las olas. Eso los aniinó. Fue algo sencillo, pero el impacto fue
profundo.
Finalmente, según Lucas, la nave encalló. Y aunque los sol-
dados quisieron matar a los prisioneros en el acto (en Roma,
la pérdida de un prisionero significaba la pérdida de la cabeza
de ellos), el centurión hizo un sobrio razonamiento. Convenció
a sus hombres de que les perdonaran la vida a los prisioneros,
una magnífica idea, ya que eso incluía también a Pablo, y per-
mitió que todos abandonaran el barco y llegaran a nado hasta
la playa. Vieron realmente cuando su embarcación dio con el
banco de arena y encalló.
Eso me lleva a la cuarta ancla. En medio de u.na tormenta
perfecta, usted va a necesitar el ancla de la realidad.
Pero al dar en un banco de arena entre dos corrientes, hi-
cieron encallar la nave. Al enclavarse la proa, quedó inmó-
vil, mientras la popa se abría por la violencia de las olas.
Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para
que ninguno se escapara nadando; pero el centurión, que-
riendo librar a Pablo, frustró su intento. Mandó a los que
podían nadar que fueran los primeros en echarse para salir
a tierra; y a los demás, unos en tablas, y otros en objetos de
la nave. Así sucedió que todos llegaron salvos a tierra.
Hechos 27:41-44
340 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA Cómo manejar un naufragio 341

El ancla de la realidad dice: "¡Salta ya, involúcrate directa-
mente, no seas pasivo, métete en la acción!". La única manera
como ellos iban a salir de la tempestad vivos, era que todos te-
nían que lanzarse al agua y llegar a la playa. La realidad in-
cluía un barco que comenzo a hacerse pedazos. No habían sido
llamados helicópteros de salvamento para que los salvaran
del mar. La realidad los obligó a tomar acción. Y eso fue pre-
cisamente lo que hicieron.
Hagamos una buena pausa para sacar cuentas. ¿Cuántos
comenzaron el viaje? Respuesta: 276. ¿A cuántos se les prome-
tió que llegarían bien? Respuesta: 276. ¿Cuántos llegaron sa-
nos y salvos a la playa? Respuesta: 276. Como dije: ¡Dios es
fiel!
Todos los que se encuentran en una tormenta necesitan
meterse de lleno en el proceso. A nadie se le ha prometido una
mágica cláusula de escape en determinadas circunstancias.
La pasividad es enemiga de la fe. Cruzarnos de brazos y espe-
rar que pase la tormenta no es una opción aceptable.
Para usted, esto puede significar mucho trabajo duro de
su parte. (Para nosotros lo fue, sin duda, en el proyecto de reubi-
cación). Puede, también, exigirle que se humille delante de Dios
y de los demás. Pudiera significar una sesión de orientación con
una persona capacitada y amorosa, que le ayude a reordenar su
vida. Talvez le pida que reconozca muchos errores que ha come-
tido en su vida, y que busque la reconciliación, al mismo tiem-
po que hace restitución. Cualquiera que sea el caso, necesitará
involucrarse. La realidad demanda ese tipo de respuesta madu-
ra. Es parte de echar el ancla de la realidad, y de confiar en que
Dios le traerá a la playa.
Todos los que experimentaron la salvación de ese barco
encallado en el banco de arena tuvieron la misma cosa en co-
mún, una vez que llegaron a la isla: todos estaban calados de
frío hasta los huesos.
lanzan a navegar sin pasar primero suficiente tiempo revisan-
do las cartas náuticas, estudiando las condiciones atmosféri-
cas y familiarizándose con las partes peligrosas de la travesía.
Tampoco abandonan el puerto sin las anclas. Eso es muy
cierto. Nadie quiere naufragar, pero la realidad es que eso su-
cede, no sólo en alta mar sino también en la vida.
El secreto para sobrevivir es que lo que usted hace anti-
cipadamente en aguas más tranquilas. Si usted está libre de
tormentas mientras lee este libro, lo animo a que le saque pro-
vecho a este período de calma. Invierta tiempo en la palabra
de Dios. Estudie las cartas que él le ha dado para el viaje de
la vida. Profundice su andar con él a través de la oración y de
la adoración personal.
Luego, cuando los vientos inevitables de la adversidad co-
miencen a soplar, y ciertamente lo harán, usted estará prepa-
rado para responder en fe, no con temor. No espere. Revise esas
anclas mientras la navegación está sin problemas. Se alegra-
rá de haberlo hecho.
Y mientras lo hace, seleccione una promesa específica da-
da por Dios, a la cual pueda aferrarse, ponga el índice sobre ella
y dígale al Señor que usted se está anclando a ella. Yo estoy
muy contento de haberlo hecho.

EN AGUAS MÁS TRANQUILAS

La mejor estrategia para sobrevivir en una tempestad es la
preparación. Ningún pescador veterano y ningún capitán res-
ponsable se lanza a alta mar sin un buen conocimiento de los
equipos con que cuenta la nave, y sin asegurarse de que todos
están en buenas condiciones de funcionamiento. Rara vez se
 Capítulo veintiuno
ARRESTADO y CONFINADOI
PERO AÚN EFECTIVO

Quiero comenzar este capítulo pidiéndole que responda

esta serie de preguntas. No necesita lápiz ni papel. Puede ha-
cerlo mentalmente. Esta pequeña prueba está dividida en dos
partes.
Esta es la primera serie de preguntas.
l. Nombre las cinco personas más adineradas del mundo
en la actualidad.
2. Nombre los cinco últimos ganadores del "Premio Heis-
man". ¿Muy dificil? De acuerdo. ¿Qué tal los diez gana-
dores de medallas de oro en los recientes "Juegos Olím-
picos"?
3. Nombre las ganadoras del concurso "Miss Universo" de
los últimos cinco años.
4. Nombre a diez personas que hayan ganado el Premio
Nobel. De acuerdo, muy dificil, ¡entonces sólo cinco! Es-
tá bien entonces ¿qué tal si nombra sólo a tres?
5. Nombre los últimos seis ganadores del Osear como
"mejor actor" y "mejor actriz".

343
344 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
6. Nombre los equipos ganadores del "Campeonato Mundial
de Fútbol" en los últimos 20 años.
Bueno, es probable que no haya podido nombrar ni siquiera
tres en todas las categorías, para no decir nada del resto de to-
das esas personas. ¿Por qué razón? Porque a pesar de su fama
del momento, y de los grandes logros que merecieron un gene-
roso reconocimiento, los premios pierden el brillo, y los recuer-
dos de quienes los ganaron se esfuman con rapidez.
Veamos, ahora, la segunda parte de la prueba.
l. Nombre dos maestros que han hecho un impacto signi-
ficativo en su vida.
2. Nombre tres amigos que estuvieron a su lado durante
momentos dificiles.
3. Nombre a uno o dos mentores que creyeron en usted y
que lo consideraron una persona valiosa.
4. Nombre a seis personas con las cuales disfruta pasan-
do una velada, sólo porque son divertidas y porque las
admira mucho.
5. Nombre tres o cuatro héroes, vivos o muertos, cuyas
vidas le hayan inspirado y estimulado.
Bien, ¿cómo le fue esta vez? Estoy seguro de que sacó una
nota excelente. La verdad es que, de haber tenido más tiempo,
habría podido mencionar a más personas en cada pregunta.
¿Por qué razón? Porque las personas que nos impactan no son
las que tienen los títulos más impresionantes ni más dinero.
No son siquiera aquellos que han recibido más reconocimien-
tos ni aquellos cuyos rostros aparecen en las portadas de las
revistas. Esas personas tienen poca influencia en nuestras vi-
das. Esa es la razón por la que hemos olvidado sus nombres.
Las que realmente impactan nuestra vida son esas otras perso-
nas tan importantes que se nos han acercado para ayudamos.
Esas se han convertido en amigos queridos y, en algunos casos,
en héroes.
Curiosamente, el aspecto exterior de nuestros verdaderos
héroes no tiene importancia para nosotros. Tampoco nos im-
porta su cociente de inteligencia ni qué tan bien se desempe-
ñaron en sus estudios. Nada de eso interesa. Lo que más nos
importa son las extraordinarias cualidades que los han hecho
efectivos.
Permítame unas preguntas más, ahora un tanto más per-
Arrestado y confinado, pero aún efectivo 345
sonales. Cuando usted abandone este escenario terrenal, ¿cómo
lo recordarán las personas? ¿Qué cualidad de su carácter per-
manecerá en sus mentes, que las impulse a decir que su vida
fue efectiva? ¿Por qué razón quenian detenerse para ver su nom-
bre esculpido en el granito?
Ahora que nos estamos acercando al final de nuestro estu-
dio de ese gran hombre de gracia y firmeza del siglo I ¿qué
tualidad de carácter lo hizo a él más efectivo? Muy probable-
mente, la respuesta puede encontrarse en las cartas que escri-
bió a las iglesias de Filipos y Golosas. Dejemos brevemente el
relato del doctor Lucas en Hechos, y veamos las palabras de
exhortación del propio Pablo en un momento cuando sus cir-
cunstancias eran menos que ideales.
UN CONTENTAMIENTO APRENDIDO
En la breve carta que escribió a los filipenses, Pablo menciona
tres veces sus circunstancias, todas relacionadas con su confi-
namiento como prisionero de Roma.
Después de un saludo inusualmente afectuoso a los creyen-
tes de Filipos, Pablo escribe:
"Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han su-
cedido [circunstancias] han redundado más bien para el ade-
lanto del evangelio" (Fil. 1:12, NVI). Más adelante reitera: "No
digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar
satisfecho en cualquier situación [circunstancia] en que me
encuentre" (Fil. 4:11, NVI). Finalmente, concluye: "He aprendi-
do a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a que-
dar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a tener
escasez" (Fil. 4:12b, NVI, itálicas del autor). Tres veces enfati-
za de qué manera sus circunstancias no determinaron su gra-
do de contentamiento.
Pablo no ofrece condiciones ni restricciones ni límites para
justificar su contentamiento. A pesar de la situación de su vi-
da, vivía por encima de sus circunstancias. Yo estoy convenci-
do de que eso fue lo que le permitió a Dios usar a ese hombre
de una manera tan efectiva. Esa fue la razón por la que hizo
su impacto histórico. Ni siquiera una sola vez en todos los re-
latos que hemos visto en estos pocos capítulos sobre Pablo, ha
mostrado él una mentalidad de víctima, digna de compasión.
Por el contrario, estando "necesita.do" o "saciado" o teniendo "ham-
346 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
bre" o teniendo "de sobra", Pablo tiene siempre contentamien-
to. Aunque sus circunstancias fueron a menudo extremada-
mente difíciles, la actitud de contentamiento de este hombre
estuvo prácticamente a prueba de balas todo el tiempo.
Es posible que usted se sienta tentado a atribuir todo eso
a su temperamento ya que, después de todo, la cultura de hoy
le da mucha importancia a la clasificación de los temperamen-
tos. Pero el contentamiento no es genético. Pablo simplemente
escribe: "he aprendido" a tener contentamiento. El contenta-
miento es el resultado de una actitud que se aprende y que ha
sido cultivada deliberadamente a través de los años. La ac-
titud gobierna al contentamiento. Cuando Pablo llega a Roma,
maltratado y vapuleado por las batallas de sus viajes misio-
neros, incluido el más reciente de la experiencia del naufra-
gio, su determinación se ha vuelto inexpugnable.
Gracias al poder de Cristo, Pablo había aprendido a en-
frentar un amplio espectro de situaciones de tensión, ~in dejar
que las circunstancias lo afectaran negativamente. El había
aprendido cómo mantener una actitud excelente. Se elevó por
encima de sus circunstancias. Había aprendido a vivir más allá
de ellas.
Permítame dar una mirada rápida y furtiva a dónde él se
encontraba en ese momento. Pablo no escribió esas conmove-
doras palabras mientras estaba tomando un té frío en una
tranquila playa del mar Egeo. Tampoco estaba disfrutando del
cálido sol de los Alpes italianos. No se puso a escribir mientras
disfrutaba de un merecido tiempo a solas en una encantadora
villa desde la cual se divisaba el Mediterráneo. Con sus arru-
gadas manos y haciendo un esfuerzo contra las frías cadenas de
hierro, Pablo escribió acerca de oportunidades inauditas y de
logros deleitosos. Pronto veremos qué fue lo que produjo ésta
diferencia suprema.
A PESAR DE ESTAS CADENAS
Hechos 28:14 encuentra a Pablo recién salido del barco y to-
davía oliendo a agua del mar, por haber pasado días en alta
mar y meses en la isla de Malta. Durante el tiempo que pasó en
la isla, Dios utilizó poderosamente a Pablo para sanar al padre
de su gentil anfitrión. Lucas dice después: ''Y de esta manera
llegamos a Roma" (28:14). ¡Por fin!
Arrestado y confinado, pero aún efectivo 347
En ese mismo capítulo final de Hechos, Lucas nos informa
que Pablo
. ..permaneció dos años enteros en una casa que alquilaba. A
todos los que venían a él, les recibía allí, predicando el reino
de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, con toda
libertad y sin impedimento.
Hechos 28:30, 31
A pesar de sus cadenas, Pablo proclamaba fiel y fervoro-
samente a Cristo. ¡Gracia y firmeza de nuevo a plena vista!
Es muy probable que usted jamás haya estado confinado
en algún lugar durante dos años. Tampoco yo. Sin embargo,
para todos nosotros es común el tener períodos prolongados de
frustración. Como dice un viejo dicho: "Una de cal y otra de
arena". Es cuando esos días se convierten en meses e incluso
en años, esperando que nuestra situación cambie, que nues-
tra paciencia se agota. Aparentemente, Pablo seguía inmu-
table, aunque estuvo arrastrando unas cadenas por dos años
en su casa de Roma. Y esa parte norte de la ciudad donde es-
taba bajo arresto domiciliario, no era el centro de la ciudad.
John Pollock, en su libro The Apostle (El Apóstol), pinta vívi-
damente el lienzo:
Pablo fue puesto bajo custodia en una casa alquilada, paga-
da por su propio bolsillo. No estaba en los barrios bajos, con
ese laberinto de estrechas calles y de frágiles viviendas de
las que de tiempo en tiempo salían las turbas para hacer
tumultos. Debió haber tenido una casa de buen tamaño, o
pequeña, con un espacioso jardín, justo dentro de los muros
cercanos al campo de la Guardia Pretoriana en la Colina Celes-
tial, en la parte norte de Roma.
Los retumbos en el tráfico, en horas de la noche, de la
estrecha calle de adoquines, cuando se permitía que los pro-
ductos del campo fueran traídos en carretas a los mercados;
el parloteo de los peatones abriéndose paso a codazos en el
día; el distante rugido de las excitadas multitudes en el
Circo Maximus durante las carreras de carrozas o de los com-
bates de los gladiadores; el hedor de una gran ciudad en el
invierno, cuando Pablo llegó; y el riesgo de la malaria en el
verano, no contribuían a la tranquilidad ni al lujo. Y la ley
348 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
exigía la presencia continua de un soldado, al que debía
estar encadenado. Pero no estaba en una prisión; de modo
que podía tener amigos a su lado e invitar a todos los que
quisiera.
El mismo autor sigue adelante, y describe el impacto que
habría tenido sobre un huésped no prevenido, una visita a la
casa de Pablo:
Nadie podía salir de esa casa alquilada tal y como había
entrado, aunque fuera sólo para "contender ardientemente".
La casa tenía una atmósfera de felicidad con la música y los
cánticos que Pablo menciona en las dos principales cartas
que escribió desde allí. Su carácter no se había avinagrado
ni endurecido por las dificultades. Ajuzgar por lo que él con-
sideraba importante, Pablo era amable, tierno y perdonador,
así como Cristo lo había perdonado a él. Andaba en amor, el
elemento que cementaba todas sus cualidades. Seguía sien-
do el gran estimulador, recibiendo de buena gana a los dé-
biles en la fe, pero negándose a hablar de cosas secundarias.
Los romanos sabían que él vivía como les había enseñado,
cuando les escribió tres años antes: "Así que, los que somos
más fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débi-
les, y no agradarnos a nosotros mismos ... No debáis a nadie
nada, salvo el amaros unos a otros".
... En esa casa de Roma, la gente áspera se suavizaba; la ira,
la furia y los lamentos desaparecían. Pablo tenía más que
nunca sentido de su pequeñez, de su indignidad, de ser "me-
nos que el menor de todos los santos", de la maravilla que
significaba que le hubiera sido confiado el encargo de "anun-
ciar las inescrutables riquezas de Cristo". Pablo parecía de-
leitarse viendo el contraste que había entre la majestad del
mensaje y la insignificancia del mensajero: un afable hom-·
brecito ahora, pero con qué resolución y fortaleza.
Lo que Pollock denomina "resolución y fortaleza" al des-
cribir el carácter de nuestro héroe misionero, yo lo llamo "gra-
cia y firmeza".
Pocas personas del primer siglo tuvieron una comprensión
tan profunda de la gracia de Dios como el apóstol Pablo. Redi-
mido de una vida de crueldad y de violencia, como un rígido fari-
Arrestado y confinado, pero aún efectivo 349
seo legalista, este hombre llegó a un momento de crisis, se arre-
pintió, e investido del poder de Cristo se convirtió en un alma
tierna, misericordiosa, positiva y buena. Comprensiva. Perdo-
nadora. Accesible. Había llegado al punto de no sólo ofrecer espe-
ranza a los gentiles, sino también de vivir entre ellos, aunque
él mismo era de la sangre judía más pura. N adíe que yo conoz-
co soportó la vida de penalidades que él tuvo como buen sol-
dado de Jesucristo. Pero lo que lo hace a él más admirable es
esto: jamás demostró la más mínima queja por estar encade-
nado a un fornido soldado romano, ni por la molestia que le
causaba el estar confinado a ese restringido espacio. El hom-
bre, simplemente, no se quejaba. Por la gracia de Dios, vivía por
encima de todo eso. Repito: había aprendido el secreto del con-
tentamiento.
¡Qué actitud mental tan envidiable! Es posible que usted,
mientras lee este capít ulo, se encuentre en una situación mu-
cho menos que ideal. La vida no sólo se le ha vuelto difícil y
frustrante, sino que también se le hace más infeliz con cada
día que pasa. A decir verdad, su vida en este momento puede
ser para usted casi insoportable.
La gran tentación es permitir que eso lo amargue, que lo
convierta en alguien que vive bajo una nube oscura, donde la
infelicidad y el desaliento caracterizan su perspectiva de la vi-
da. La vida le es dura. Vive en una situación que le parece un
arresto domiciliario. Se siente encadenado a su pasado, inca-
paz de liberarse de las circunstancias que lo tienen limitado .
Tal vez ha vivido así tanto tiempo que el pensar negativamente
se ha convertido en usted un hábito. Si un hombre llamado
Pablo pudo vivir por encima de sus increíblemente difíciles cir-
cunstancias, usted también puede hacerlo. Cristo debe conver-
tirse en su foco central. Sólo él puede investirle de poder y en-
señarle a vivir por encima del rigor de la adversidad. Talvez
sus circunstancias externas no cambien, pero muy adentro
usted sí cambiará. Cuando le dé a Cristo el primer lugar en sus
pensamientos, los cambios se producirán. Y esos cambios se-
rán evidentes para su pareja, sus hijos, sus amigos y sus cole-
gas de trabajo. En vez de verse a sí mismo como una víctima,
comenzará a darse cuenta de que posee una fortaleza que no
proviene de usted mismo. ¿Cuál será el resultado? Usted será
de influencia para los demás, por la manera como responde a
las circunstancias que una vez lo derrotaban. Para la gente
350 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
que está cerca de usted, su contentamiento a pesar de sus cir-
cunstancias será nada menos que heroico.
Regresemos ahora a Pablo. Está bajo arresto domiciliario
en una casa alquilada; pero él se niega a concentrarse en ese
hecho. Está lejos de su tierra y su futuro es incierto; pero no
deja que eso lo preocupe. Está encadenado a un guarda roma-
no todos los días; eso para él no es un problema. El conten-
tamiento ha reemplazado a la frustración, porque él ha hecho
de Cristo el objeto de su vida. Se ha enseñado a sí mismo a
vivir por encima de sus circunstancias. ¿Los beneficios?
En primer lugar, el evangelio avanza más rápidamente, no
se detiene. En su carta a los cristianos de Filipos, Pablo confiesa
entusiasmado: "Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que
me han sucedido han redundado más bien para el adelanto del
evangelio" (Fil. 1:12). Gracias a la actitud de Pablo en relación
con su dificil situación, su testimonio se regó como pólvora en-
tre los soldados de Roma. Como árboles derribados en un bos-
que espeso, los corazones de los orgullosos soldados romanos,
una tras otro, se iban rindiendo en obediencia al poder de Cristo.
Véalo de esta manera: Pablo jamás consideró su confina-
miento como una barrera para el evangelio, sino más bien como
un catalizador para lograr un mayor impacto. Ese es el benefi-
cio de un contentamiento aprendido. Si usted vive por encima
de sus circunstancias, no tendrá ningún problema en difundir
el mensaje del evangelio. Todos los que lo rodeen querrán saber
cuál es el secreto de vivir con tan gozoso abandono. Cristo vino
de tal manera a la vida de Pablo, que exclamó: "¡Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece!". El contentamiento de Pablo pro-
venía de Cristo, y la gracia del Señor fluía de él a través de los
cuarteles de Roma.
En segundo lugar, cuando usted uive por encima de las cir-
cunstancias, el filo del mensaje del evangelio se uuelve más cor-
tante, no se embota. Pablo exclamó que sus cadenas habían si-
do la razón por la que toda la guardia del palacio había escu•
chado el mensaje del evangelio. Esta no es una estadística in-
significante. Según el testimonio de Pablo, el mensaje del amor
de Cristo había impregnado las filas de la guardia imperial, la
cual, según afirman algunos eruditos, tenía no menos de nue-
ve mil hombres. Aunque parezca mentira, el avivamiento co-
menzó con un soldado romano encadenado a un hombre, pero
no a un hombre cualquiera. Esa unión forzada se convirtió en
Arrestado y confinado, pero aún efectivo 351
una primavera de gracia para toda la guardia pretoriana.
Un disciplinado soldado tras otro entregaba las armas de
su corazón y se rendía a su nuevo Comandante. ¡Qué emocio-
nante debió haber sido presenciar eso personalmente! El filo
del e, angelio se hizo más cortante, no se embotó, porque Pablo
1
vio sus circunstancias como una oportunidad para lanzar el
mensaje, en vez de caer en la desesperación.
Hay un tercer beneficio cuando se vive por encima de las
circunstancias: La valentía de los demás se fortalece, no se de-
bilita. Los increíbles convertidos de Pablo no se avergonzaban
de la nueva fe encontrada en Cristo. Yo tengo la impresión de
que ellos no fueron renuentes en demostrarlo. Por el contra•
rio, se volvían cada vez más valientes en su testimonio. ¡Qué
emocionante me resulta esto!
Como los soldados responsables de vigilar a Pablo se ren-
dían finalmente al Señor Jesús, él se convirtió en su guía. Al
ser testigos de la admirable fe de Pablo, ellos se volvieron unos
valientes para "hablar la palabra sin temor" (Fil. 1:14). Descu-
brieron el secreto interior del contentamiento: "Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece" (Fil. 4:13). ¡Cuántas veces debíeron
haberle oído decir eso! Tan a menudo, que ellos comenzaron a
repetirlo.
El secreto del contentamiento de Pablo no surgió de un
manual de cómo vivir la vida cristiana ni de un taller en cuan-
to al pensamiento positivo. Él no tuvo acceso a un montón de
libros (rollos) de autoayuda que le prometían reforzar su debi-
litada autoconfianza. El secreto de Pablo no se encontraba en
un programa, sino en una Persona. Cristo fue quien hizo la di-
ferencia. Él le enseñó a su siervo a soportar todas las situa-
ciones, todas las circunstancias, todos los desafíos difíciles, no
importa cuán adversos fueran, por medio de su poder. Pablo
entregó todos sus derechos a su Maestro, y éste, a su vez, le dio
a Pablo toda la fortaleza que él necesitaba.
Pablo escribió acerca de su secreto en cuanto al conten-
tamiento en las cartas que dirigió a sus amigos de Filipos y
Calosas. En esas cartas yo encuentro por lo menos cuatro acti-
tudes de un contentamiento aprendido. Ya que estas actitudes
funcionaron para él en una situación mucho más confinante
que en la que nos encontramos nosotros, estoy convencido de
que ellas funcionará n también para nosotros hoy.
352 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
CUATRO ACTITUDES DE UN
CONTENTAMIENTO APRENDIDO
No hagáis nada por rivalidad ni por vanagloria, sino esti-
mad humildemente a los demás como superiores a vosotros
mismos; no considerando cada cual solamente los intereses
propios, sino considerando cada uno también los intereses
de los demás.
Filipenses 2:3, 4
Primera: Pablo recomienda una actitud de desinteresada
humildad.
Es muy admirable el hecho de que Pablo jamás le dijera a
su guardia romano: "Necesito que me hagas un favor. La próxi-
ma vez que estés casualmente cerca de uno de los ayudantes
del Emperador, presi6nalo para que me saque de esta casucha.
Para empezar, yo no debiera estar aquí. He estado aquí durante
un año, siete meses, cuatro días, cinco horas y nueve minutos,
y eso ya es bastante tiempo". La actitud de desinteresada hu-
mildad de Pablo evit6 que llevara un registro meticuloso de las
injusticias que le hicieron en Roma, o en cualquier otro lugar,
en realidad. No pedía favores. No guardaba rencor. No espera
nada para él. Estaba allí por decisión divina, y él se sometió gus-
tosamente a su situación.
Los tiempos de promoción propia que vivimos claman por
almas heroicas, que vivan libres de vana presunción, y que ten-
gan una humildad de mente que les permita considerar a los de-
más como más importante que ellas mismas.
Pablo señala el ejemplo supremo y nos exhorta a todos a
tener la misma actitud "que hubo en Cristo Jesús", quien volun-
tariamente "se despojó a sí mismo" y fue "obediente hasta la
muerte".
Cristo fue el ejemplo que moldeó el gran principio del des-
pojamiento propio que impregnó la admirable vida de Pablo.
Si queremos saber cómo tener contentamiento, el desarrollar
una actitud de desinteresada humildad es la forma perfecta de
comenzar.
Comience con su familia o con uno de sus vecinos. Sea ejem-
plo después de ello con sus empleados o con sus clientes. No creerá
el impacto que esa clase de actitud tendrá sobre las personas
que están dentro de su esfera de influencia.
Arrestado y confinado, pero aún efectivo 353
Usted no tendrá qu e agitar banderas ni repartir tratados
de evangelización. Sólo demuestre una actitud de desinteresa-
da humildad, y se sorpr enderá de los resultados.
Segunda: Pablo exhorta a los creyentes a tener una actitud
de gozosa aceptación.
Pablo no se anduvo con sutilezas al decir cómo deben los
creyentes relacionarse entre sí:
Hacedlo todo sin murmuraciones y contiendas, para que
seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en
medio de una generación torcida y perversa, en la cual vo-
sotros resplandecéis como luminares en el mundo.
Filipenses 2:14, 15
Pablo sabía que lo que estaba en juego era muy grande, ya
que el mundo secular sometía a escrutinio a los novatos segui-
dores de Cristo del primer siglo. El que los cristianos se que-
jaran y discutieran por cosas circunstanciales, ponía en ries-
go la credibilidad del evangelio. Por consiguiente, él buscaba
afanosamente que hubiera un actitud de goz9sa aceptación li-
bre de disputas y de altercados mezquinos. El imploraba que
hubiera un gozo verdadero.
Nada es más contagioso que eso. Pablo dijo: "¡No se quejen;
tengan gozo!". Eso es lo que hace falta. El gozo atrae. La mur-
muración repele. Un excelente sentido del humor es un atracti-
vo maravilloso. La gente nota cuando el negro espectro de nues-
tra "generación torcida y perversa" no nos ha hastiado.
Mi consejero, Ray Stedman, soüa decir: "Vivimos en un mun-
do de pillos y depravados. ¡Qué oportunidad tan grande tene-
mos de ser alegremente diferentes!". Me encanta esa clase de
actitud. ¡La aceptación gozosa le ilumina el rostro a este lúgu-
bre planeta!
Hay una tercera actitud que Pablo manda a los cristianos
obedecer: la actitud de la fuerte determinación. Él confiesa:
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado. Pero
una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendién-
dome a lo que está por delante, prosigo a la meta hacia el
premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:13, 14
354 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
En una época cuando muchas personas en su lugar estarían
recordando el pasado con pesadumbre, preguntándose cómo ha-
bría sido su vida de haber estado en una profesión diferente,
Pablo rechaza el pasado y mira con confianza el futuro. Su fuer-
te determinación lo mantuvo enfocado en su meta suprema:
agradar a Cristo todo el tiempo, hasta alcanzar la meta,. aun
con sus cadenas. Es la imagen de un corredor yendo hacia la
cinta que está al final de la carrera, esforzándose siempre hacia
adelante con fuerte determinación. Pablo dijo: "Yo no voy a mi-
rar hacia atrás. Yo me estoy esforzando para ganar el premio".
Verdadera firmeza a la vista de todos.
Ninguna oxidada cadena romana iba a impedir q~e Pablo
alcanzara la meta de obtener el premio de Cristo. El siguió
adelante resuelto a mantener su enfoque en su misión.
Le e~taba leyendo a Cynthia un artículo de la revista
Sports lllustrated, la historia de un "cazatalentos" del balon-
cesto, de noventa años de edad, que todavía trabaja para un
equipo. Sí, lo dije bien: ¡el hombre tiene noventa años! ':fodavía
viaja en avión, examina los pro~pectos y regresa con un mforme
confiable. ¡Eso a mí encanta! El dijo que al cumplir los sesen-
ta no tuvo el más mínimo pensamiento de jubilarse! Eso es
una determinación fuerte.
En alguna parte leí lo siguiente: "Nos maravillamos de la
perfección anatómica de una pintura de Leonardo da Vinci.
Pero olvidamos que en una ocasión dibujó mil manos". Leo-
nardo poseía esa misma fuerte determinación que Pablo mode-
ló en Roma. Thomas Edison inventó la moderna bombilla eléc-
trica después de mil intentos fallidos. Según su propio testi-
monio, fue principalmente su fuerte determinación lo que le
dio la luz incandescente al mundo, no el genio creador de un
inventor.
Pero no estamos hablando de deportistas universitarios ni
de inventores persistentes y brillantes. Estamos hablando de
ser siervos persistentes de Cristo. No hay un camino fácil a la
madurez espiritual. Eso no ocurre de la noche a la mañana.
Recuerde que ese es un viaje abrumador, a veces. Por eso, no
se moleste en publicar un panfleto sobre todos los obstáculos
que ha enfrentado. No se h aga famoso por sus quej_as. El
Apóstol dice: "Olviden el pasado; busquen llegar a la cmta al
final de la carrera. Sigan corriendo". Desarrollemos y man-
tengamos una actitud de fuerte determinación.
Arrestado y confinado, pero aún efectivo 355
La cuarta actitud proviene de la carta de Pablo a los
creyentes de Golosas. Yo la llamaría la actitud de la genuina
acción de gracias.
Perseverad siempre en la oración, vigilando en ella con
acción de gracias. A la vez, orad también por nosotros, a fin
de que el Señor nos abra una puerta para la palabra, para
comunkar el misterio de Cristo, por lo cual estoy aún preso.
Orad para que yo lo presente con claridad, como me es pre-
ciso hablar.
Colosenses 4:2-4
Aquí tenemos a un sexagenario que ha estado predicando
durante años, pidiendo que oren por él para que pueda presen-
tar con claridad el mensaje. En Pablo no había ninguna simu-
lación. Ningún nivel de éxito ni el número de años en el minis-
terio le daban una falsa sensación de haber llegado al máximo.
Sabía que todavía no había llegado. Estaba convencido de que
su predicación podía mejorar. Por eso, con un corazón genuina-
mente agradecido les pide a sus hermanos creyentes que oren
por él. ¿Puede ver el poder de esa clase de actitud? Eso es algo
muy estimulante.
No es de extrañarse que ese hombre haya hecho tan per-
durable impacto para Cristo. Su secreto aparece en cada una
de sus cartas. ¿Me permite que lo repita una vez más? Había
aprendido a tener contentamiento en todas las cosas. Pero no
podemos dejar que la tinta de estas verdades se seque simple-
mente en el papel. Debemos hacer uso del mismo secreto para
nosotros, si queremos tener el mismo impacto duradero. Aquí
conviene hacer una reflexión personal.
UNA REFLEXIÓN MUY PERSONAL
Quitemos ahora el reflector del hombre alojado en Roma, para
dirigirlo a usted y a su vida, dondequiera que usted se encuen-
tre ahora mismo. ¿Está usted impactando las vidas de las per-
sonas que viven a su alrededor por la manera como responde
a sus propias circunstancias? ¿Son los demás inspirados por
su fe o descorazonados por sus temores? ¿Son las actitudes de:
desinterés, humildad, gozosa aceptación, fuerte determina-
ción y genuina acción de gracias evidentes en la manera como
356 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
usted responde a las circunstancias? Quizás es tiempo de que
haga algunos cambios. Veamos si puedo ser de ayuda.
Comience por negarse a dejar que su situación determine
su actitud. Cuando su actitud eclipsa a su situación, comien-
za en realidad la transformación. Como vimos en Pablo, el po-
der de transformar las actitudes recalcitrantes de temor, amar-
gura, ira y derrota, viene de Cristo. El Señor Dios nuestro está
listo para derramar su poder en usted. Sólo él tiene el poder
de liberarlo de esos implacables enemigos y de hacer que us-
ted se remonte a las alturas.
El autor David Aikman le hizo al mundo un gran favor a
finales del siglo pasado. Hizo una extensa investigación y es-
cribió el libro que tituló Six lndiuiduals Who Changed the
'Iwentieth Century (Seis individuos que cambiaron al siglo XX).
Como corresponsal extranjero, David Aikman tiene una pers-
pectiva única en cuanto a los acontecimientos mundiales. Él
escribió lo siguiente:
Lo que más me ha impactado como reportero la mayor parte
de mi vida adulta, es la capacidad de los seres humanos
individuales de levantarse una y otra vez sobre sus tiempos
y sus circunstancias para cambiar, aunque sea sólo un po-
quito, la dirección de la corriente de opinión de la huma-
nidad.
Después de considerar a todo un siglo lleno de grandes vi-
das de individuos excepcionales que vivieron en el siglo XX,
llegó a la conclusión de que fue su actitud lo que los distin-
guió. ¿Se dio cuenta de esto? En cada caso, mencionó la deter-
minación de cada uno de ellos de "levantarse por encima de
sus circunstancias". Cuando leía el libro, sus palabras me im-
pactaron. Eso es precisamente lo que me atrajo a mis mento-
res, especialmente los cuatro a quienes he dedicado este libro.
Mi respeto por ellos no hizo sino aumentar cuando me
enteré de las circunstancias que cada uno soportó sin desa-
nimarse, hacia la consecución de sus metas. Una aflicción tras
otra, un revés tras otro, un fracaso tras otro, no impidieron
que estos grandes hombres dejaran atrás el pasado para ir de-
trás del galardón.
Al fin y al cabo, eso fue lo que me impulsó a emprender el
estudio de la vida y ministerio del apóstol Pablo. Él modeló
Arrestado y confinado, pero aún efectivo 357
esa extraordinaria cualidad que le permitió aprender a tener
contentamiento en todas las cosas. Eso liberó para que llegara
a ser el hombre de Dios, un hombre de b>Tacia y firmeza, que
literalmente cambió el curso de la historia de la iglesia.
Lo mismo puede suceder con usted. Cuando le dé a Cristo
el control tot al de su vida, su amor y su misericordia hora-
darán su alma herida, que le permitirá dejar salir todo ese to-
rrente de amargura, ira y resentimiento que la ha emponzo-
ñado durante años. El sentimiento de culpa y la autoconmise-
ración desaparecerán y darán paso a la humildad y al gozo.
Como sucedió con Pablo, todo comenzará al pie de la cruz. Allí
comienza la verdadera transformación. Si usted viene a Cristo
con fe, él lo liberará de las cosas que lo han mantenido cauti-
vo durante toda su vida. Al igual que Pablo, usted también se-
rá liberado para que llegue a ser un canal de gracia y poder.
Usted comenzó leyendo este capítulo respondiendo una im-
portante pregun ta. Le pedí que nombrara tres o cuatro héroes
cuyas vidas le han inspir ado y estimulado. Yo sospecharía que
nombró a personas que se negaron a rendirse a sus circuns-
tancias. Sus logros fueron probablemente significativos, sí, pe-
ro fue su actitud lo que los llevó a ser diferentes al resto, ¿de
acuerdo? Ellos se remontaron en su espíritu.
¿Quisiera usted terminar la lectura de este capítulo con es-
te gran pensamiento? Aprópiese de lo que ha leído acerca de
Pablo, y usted pudiera muy bien llegar a ser la persona que al-
guien llamará su héroe en los años futuros.
 Capítulo veintidós
SOLO Y ENCADENADO, PERO
AÚN INVENCIBLE

E1 nervioso mazo de Nerón sonó con fuerza y Pablo quedó

libre. Aunque no sabemos nada a partir del registro bíblico en
cuanto a los detalles de su defensa ante el Emperador, Pablo
estuvo de nuevo libre e inmediatamente reanudó su misión de
predicar. Algunos creen que fue durante este período que hizo
su ansiado viaje a España. Talvez fue así, pero nadie lo sabe a
ciencia cierta. Lo que sí es cierto es que se reunió con Tito en
Creta, y que disfrutó de la amable compañía de Filemón y de
su muy agradable amigo Onésimo,. Pero más importante aún,
volvió a reunirse con Timoteo en Efeso. Palabras muy tiernas
y cálidos abrazos debieron haber acompañado su reencuentro.
Pablo aprovechó esa oportunidad para verter más de su sabi-
duría y conocimientos en el alma del joven con el que conge-
niaba tan bien, y que lo sucedería en el trabajo.
Pero su libertad duró pocos años. Más pronto de lo que pu-
diéramos esperar, Pablo posiblemente fue arrestado en Troas
y arrastrado de nuevo a Roma en cadenas, yendo a parar de
nuevo en el frío piso de una mazmorra romana.
359
360 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
Los que viajan a Roma hoy por lo general dejan de ver uno
de los sitios más importantes. Y no lo hacen porque no apa-
rece en ningún folleto de turismo. No hay obras de arte origi-
nales colgando en la galería de ese desagradable lugar. Tam-
poco estatuas cinceladas atraen a una sofisticada multitud. En
realidad, nada acerca de la vieja mazmorra es hermoso. El lu-
gar es una cueva oscura y sucia, inadecuada para que cual-
quier ser humano la habite. Pero no sólo es repelente. Los pe-
netrantes olores a sudor y a sangre seca comunes a tales cá-
maras de tortura causan disgusto a los visitantes no preveni-
dos. Si las piedras, ennegrecidas por los años, pudieran hablar,
qué historias espantosas contarían. Los pocos turistas que des-
cienden a ese deprimente espacio lo hacen acuclillados a tra-
vés de estrechos pasadizos, mientras piensan lo que debió ser
pasar aun unos pocos días en la desagradablemente húmeda
y lóbrega cámara de horrores llamada la Prisión Mamertina.
En esa solitaria mazmorra el prisionero llamado Pablo pa-
só sus últimas horas, durante las cuales escribió algunas de
las palabras más tiernas jamás escritas a un joven novato apren-
diz de pastor, justo al comenzar a desempeñar lo mejor posi-
ble su ministerio. Pablo escribió su Segunda Carta a Timoteo
mientras se encontraba solo en las sombras de esa húmeda e
inmunda celda.
Hans Finzel describe magistralmente en su excelente libro
Empowered Leaders (Líderes investidos de poder) el lugar don-
de Pablo pasó sus últimos días:
Cualquiera que visita a Roma sabe de inmediato que la igle-
sia de San Pedro es la principal atracción de la ciudad. Como
imanes, el Vaticano, la Basílica de San Pedro y los hermosos
museos que la rodean, atraen a millones a esta antigua ciu-
dad cada año. Visité la Plaza del Vaticano; hice un recorrido
por la Catedral de San Pedro, y pasé medio día en el Museo
Vaticano. Me impresionaron especialmente las obras de Mi-
guel Ángel en la Capilla Sixtina. Sin embargo, lo que más me
inspiró de mi visita a Roma fue lo que sucedió cuando dejé
esos grandes edificios y esa rica historia. Por más impresio-
nantes que fueran, había algo más especial que ver.
En una poco conocida calle lateral a pocos kilómetros del Va-
ticano, hay una pequeña construcción en la que se piensa
que estuvo la celda donde pasó Pablo sus últimos días. Si
Solo y encadenado, pero aún invencible 361
esa fue o no realmente la celda de su prisión es, por su-
puesto, debatible. Descendimos a esta estrecha cueva ubica-
da bajo tierra y pasamos media hora en la oscura celda. Era
fría, muy húmeda y con olor a moho. En el techo hay un pe-
queño enrejado que deja filtrar un poco de luz del sol. Los
historiadores creen que Pablo probablemente murió alrede-
dor del año 67, bajo el gobierno de Nerón.
Me senté en el frío piso de piedras e imaginé lo que debió
haber sido eso para Pablo en sus últimos días. Si este no era
el cuarto preciso, debió haber sido parecido. Qué manera de
pasar las últimas semanas de la vida. Mientras estábamos
en la celda y hablábamos, absorbiendo la historia que las
piedras pudieran contar si hablaran, notamos que sólo unos
pocos visitantes descendieron a la celda con nosotros. Esto
era un total contraste con los miles que hacían fila para en-
trar al Museo del Vaticano a no mucha distancia. Las calles
arriba estaban llenas de turistas que acudían en masa a la
Catedral de San Pedro, pero sólo ocasionalmente alguno se
detenía el tiempo suficiente para dar una mirada a través
del enrejado hacia el interior de la celda. Entonces me dije a
mí mismo: "Aquí es donde el hombre que escribió la mayor
parte del Nuevo Testamento pasó sus últimos días. Aquí
murió el misionero y el plantador de iglesias más grande del
primer siglo. ¿No debiera haber más gente que quisiera sen-
tir lo que fue esto para él?n. Obviamente, la respuesta es ne-
gativa. La mayoría de las personas que visitan a Roma hoy
no tienen a la celda de Pablo como uno de los principales
lugares para visitar. Pero para mí ella es el sitio número uno
de Roma.
La mayoría de los turistas que llegan a Roma ni siquiera
saben cómo buscar el sitio tradicional de esa famosa prisión.
La pequeña fila de curiosos que la visita está formada más por
observadores accidentales que por aquellos que se acercan
expresamente al lugar.
Fue allí, no obstante, en una tosca mazmorra de paredes
de piedra, que Pablo pasó sus últimos días. Después de haber
sido puesto en libertad por un anterior decreto de Nerón, Pa-
blo se vio libre de su arresto domiciliario por un breve perío-
do de tiempo, antes de ser traído a este provisional depósito
final. Poco tiempo después, en los grises confines del cuartel
362 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
romano se podía oír cómo era afilada el hacha que con un rápi-
do movimiento, sólo pocas horas después del decreto del Em-
perador, descendería con fuerza y cumpliría su siniestro obje-
tivo.
PALABRAS DE UN VETERANO
A UN JOVEN APRENDIZ
Cada vez que leo la segunda carta de Pablo a Timoteo, me re-
cuerdo a mí mismo que está compuesta por lenguaje de la cár-
cel. Esa es la razón por la que las palabras tienen tanta emo-
ción y ternura. Encorvado y lleno de cicatrices, pero extraña-
mente gozoso, Pablo está solo y encadenado. Por más que al-
guien se empeñe en lograrlo, jamás encontrará ni una pizca de
autocompasión, acusaciones o amargura en las palabras del fa-
tigado Apóstol.
El tiempo es precioso y él lo sabe. La inminencia de su eje-
cución sólo le permite escribir una carta sincera y directa me-
diante la cual él pasa gentilmente la batuta del ministerio a
Timoteo. Sin embargo, su ternura se siente.
Me impresiona también el hecho de que Pablo no muestra
evidencias de que esté viviendo algo que no acepta. Hace no me-
nos de cinco referencias específicas a sus sufrimientos en la pri-
sión, no negando en ningún momento la realidad de su situa-
ción ni disminuyendo su significado.
Charles Erdman, en su libro The Pastoral Epistles (Las Epís-
tolas Pastorales), escribe:
Posiblemente ninguna otra carta del Nuevo Testamento ha-
ce un llamado tan tierno y conmovedor. Cada párrafo está
impregnado de emoción, y cada frase palpita con los impul-
sos de un corazón humano. Pablo, el intrépido héroe misio-
nero, el fundador de la iglesia en Asia Menor y en Europa,
es ahora un anciano prisionero en Roma, sufriendo, abando-
nado, despreciado, condenado, y pronto será llevado a una
cruel muerte.
Ya que es posible que usted no tenga nunca la ocasión de
visitar esa mazmorra en Roma, no le queda sino imaginar la
debilitada humanidad del hombre, que luce más viejo de lo
que realmente es, herido por las torturas del pasado, con cica-
Solo y encadenado, pero aún invencible 363
trices por las palizas, los apedreamientos y los naufragios,
sentado en la oscuridad. Tiene los cabellos y la barba blancos
como la nieve, y está agazapado bajo el enrejado, que le per-
mite tener unos pocos rayos de luz polvorientos de la calle que
queda más arriba.
Allí escribe él con su mano debilitada una conmovedora
carta a su amigo más querido, a su hijo en la fe. Él pondría des-
pués temblorosamente en manos ,de Lucas esa epístola, quien
se aseguraría de que llegara a Efeso. Pablo se la dirige con
mucho afecto: "A Timoteo, amado hijo".
El carácter definitivo del mensaje de Pablo es palpable.
Días después, Timoteo hace esfuerzos por no llorar mientras
lee las palabras escritas por la propia mano de su mentor: "Yo
ya estoy a punto de ser ofrecido en sacrificio, Y. el tiempo de mi
partida ha llegado" (2 Tim. 4:6).
Charles Ryrie tiene razón cuando en su Biblia de estudio
resume las afectuosas y emocionadas palabras del hombre más
importante en la vida de Timoteo, de la siguiente manera:
Pablo sabía que esta vez no seria liberado, y eso era cierto.
No habría otro viaje más a través del Mediterráneo. No ha-
bría otra visita a una iglesia que hubiera sido fundada ni
tampoco a un lugar donde jamás hubiera sido escuchado el
evangelio. No por Pablo. Su vida está siendo derramada en li-
bación, y el tiempo de su partida ha llegado.
Sólo aquellos que han experimentado el monótono trans-
currir del tiempo, esperando en el pabellón de los condenados
a muerte, saben de primera mano lo que significa aguardar cier-
ta muerte por ejecución. No es de extrañar que Pablo escribie-
ra una ardiente súplica, diciéndole a su querido compañero de
ministerio: "Procura venir pronto a verme". Nadie quiere morir
solo, incluso aquellos que están más seguros de ir al cielo, ni
siquiera el gran apóstol Pablo.
No sabemos si Timoteo pudo llegar antes del invierno o si,
después de llegar, encontró una tumba fresca bajo la nieve. Sa-
bemos que Pablo estuvo práct icamente solo durante esas últi-
mas horas; sólo el doctor Lucas estaba cerca de él. Nadie más.
El otrora fiel Demas había abandonado a Pablo, atraído por
las lealtades inferiores a "el mundo presenten. Los detalles de
esto quedan sujetos a la imaginación de los predicadores. Tito
364 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
y Marcos estaban ocupados también. La única petición que le
hace al joven Timoteo es que llamara a Juan Marcos y tam-
bién que le trajera unas pocas posesiones personales, tales co-
mo el manto que había dejado en Troas posiblemente tras el
forcejeo que se produjera cuando fue arrestado.
Más que una cubierta para el frío, ese manto tan gastado
tenía las evidencias de sus arduos esfuerzos por Cristo. Oliendo
al agua salobre del Mediterráneo, y manchado con su propia
sangre en Listra, el manto simbolizaba su apasionado com-
promiso con su llamamiento y su valiente determinación: gra-
cia y firmeza. Ese fiel manto sería pronto cambiado por un glo-
rioso manto celestial. También le hizo una petición más: "No
olvides los libros, especialmente los pergaminos". P_ablo anhe-
laba tener sus rollos personales de las Escrituras. El no podía
permitir que la verdad no se proclamara. El viejo caballero fue
un estudiante hasta el fin.
Los comentarios de Pablo en el capítulo final de Segunda
a Timoteo crean el entramado de toda la carta. Rara vez uno
lee la conclusión de una carta antes de su comienzo. Pero aquí
no se trata de un enfoque equivocado, sino que es la mejor
forma de comprender las últimas palabras de este hombre.
Solo y encadenado, pero aún invenciJ;>le, Pablo se mantu-
vo firme hasta el último día de su vida. El escribe con el sen-
timiento más profundo, desde su tierno saludo hasta su carac-
terística gentil despedida.
UNA VISIÓN PANORÁMICA DE LA
EMOTIVA EPÍSTOLA DE PABLO
En las páginas siguientes, me gustaría que diéramos una rá-
pida visión panorámica a las palabras finales de Pablo a Timo-
teo. Al estudiar Segunda a Timoteo, será útil tener en mente
que Pablo no escribió sus cartas en capítulos. Las palabras
fluían continuamente a medida que el Espíritu de Dios movía
la curtida mano del veterano Apóstol, para comunicar la ver-
dad divinamente inspirada.
Capítulo uno: Campanada para una vida valerosa
Como dijimos antes, Timoteo y Pablo eran almas afines. Pablo
amaba a Tímoteo como a un hijo, por lo que confesó tiernamente:
Solo y encadenado, pero aún invencible 365
Doy gracias a Dios, a quien rindo culto con limpia concien-
cia como lo hicieron mis antepasados, de que sin cesar me
acuerdo de ti en mis oraciones de noche y de día. Me he acor-
dado de tus lágrimas y deseo verte para ser lleno de gozo.
2 Timoteo 1:3, 4
Vivimos, lamentablemente, en una cultura muy temerosa
de las emociones abiertas y sinceras. Rara vez vemos esas ma-
nifestaciones de expansión. Eso no está bien. Es mucho lo que
se pierde en un contexto de formalidades y de clichés religio-
sos superficiales. Nada de eso hay en esta amorosa carta.
Pablo le recordó a Timoteo el que su querida madre y abue-
la, lo habían criado en la disciplina y amonestación del Señor.
Estas piadosas mujeres se habían asegurado de que las ver-
dades de la Escritura echaran raíces firmes en el suelo del al-
ma de Timoteo mucho antes de que Pablo lo reclutara para el
trabajo. Sabedor de que su compañero por tanto tiempo lucha-
ba con las inseguridades naturales, le recuerda también los do-
nes que Dios le había dado y le dice que los avive. El apoca-
miento no le haría ningún bien. El temor es humano, no divino.
La investidura sobrenatural de Dios consistía en poder, amor
y dominio propio (2 Tim. 1:7). De esas cualidades está hecha la
grandeza. Ellas ayudarían a Timoteo a perseverar hasta el fin.
Todo esto y mucho más, sin duda, lo había escuchado Tímo-
teo antes en sus viajes con Pablo a Asia y más allá. Pero al leer
las palabras, eso debió haber hecho que el joven asintiera con
su cabeza con nostálgica comprensión. Las exhortaciones de Pa-
blo eran una nueva y urgente campanada, ya que procedían de
un hombre tembloroso por la enfermedad y a las puertas de la
muerte.
La invitación de su mentor era que compartiera su su-
frimiento y que fuera valiente en el ministerio (2 Tim. 1:8-12).
Timoteo debía, de alguna manera misteriosa, ser partícipe de
los sufrimientos de Pablo, así como Pablo lo era de los sufri-
mientos de Cristo. No debía avergonzarse del evangelio ni ser
negligente con la verdad. Lo que estaba en juego era demasia-
do importante, y por eso exigía una solemne defensa de esos
principios que Pablo había depositado fielmente en la cuenta
espiritual de Timoteo. Las palabras de Pablo no eran una sim-
ple colección de afirmaciones concisas, sino un tesoro que le es~
taba siendo confiado que debía ser defendido y retenido a todo
366 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
costo (2 'I'im. 1:13, 14).Aestas alturas, Timot.eo estaba pendien-
te de cada palabra.
Pero Pablo apenas esta comenzando.
Capítulo dos: Lista de verificación de un servicio fiel
Al continuar, Pablo habla de siete exhortaciones para un ser-
vicio fiel.
1. Ser fuerte en la gracia (2 Tiro. 2:1). Pablo escribe: "Forta-
lécete en la gracia que es en Cristo Jesús". Pablo modeló una
fortaleza interna que se nutria cada día del profundo pozo de
la gracia de Dios. Esa misma provisión de gracia fortalecería
a Timoteo para los rigores del ministerio.
2. Ser fiel para confiar la verdad. Las profundas verdades
que Pablo transfería rutinariamente a la cuenta de su joven
a.prendiz no eran para ser gastadas frívolamente. Eran recur-
sos que debían invertirse prudentemente. Pablo le da la res-
ponsabilidad a Timoteo de tomar lo que había oído y aprendi-
do de los labios de su mentor, y confiarlo en su totalidad a hom-
bres que fueran "idóneos paTa enseñar también a otros" (2 Tim.
2:2).
Yo frecuentemente me refiero a esto como la transmisión
de la verdad. Pablo la había recibido de otro, como el entregar
una posta en u.na carrera de relevos. Pablo tomó la posta y la
entregó a Timoteo, y éste tenía ahora la responsabilidad de ha-
cer lo mismo, darla a hombres fieles.
El relevo continuaría, a menos que alguien dejara caer la
posta. Este proceso ha sido llamado por algunos "el minist.erio
de la multiplicación'', la verdad transferida de una persona fiel
a otra. No debe haber una acumulación de la revelación divina.
"Timoteo, :µo debes guardar esas ricas experiencias del minis-
t.erio y esas lec;;(jfoneS- tan duramente aprendidas, bajo tu chale-
co. Toda 1:1.S~ ritQ tesoro de verdad debe ser confiado a otros". Lo
1
que Pablo et1L,á diciendo, en realidad, es: "Timot.eo, cuando lle-
gues al f;iml d~ la carrera, asegúrate de pasarle la posta a la
siguiente pe~-q,óa en línea". La carrera debe continuar.
3. Ser ualfente. como un soldado. Los soldados vacilantes no
sirven pa:ra Q$da. especialmente en el ardor de la batalla. Pablo
sabía que la tmil!a,man~ra como Timoteo podría sobrevivir, era
aceptando~stosamen~ los sufrimientos "como buen soldado".
Un soldado ind1gn:o de confianza se ausenta sin permiso, a la
Solo y encadenado, pero aún inuencible 367
primera señal de tensión. En el ministerio abundan los solda-
dos miedosos que desean la gloria pero desdeñan el sacrificio.
Pablo exhortó a Timoteo a no formar parte de las filas de és-
tos. El joven pastor necesitaría una determinación valerosa
que no sólo aceptara el sufrimiento como el manto para el ser-
vicio, sino que lo aceptara gustosamente. Eso es lo que hacen
los buenos soldados.
4. Ser disciplinado como un atleta (2 Tim. 2:5). La carrera
que estaba por delante requeriría una extraordinaria disci-
plina y una fuerte determinación. Sería demasiado fácil darse
una vuelta y abandonar la competencia por el pr imer obstácu-
lo que pareciera imposible saltar. Tal como Pablo le había es-
crit~ a Ti~oteo en su primera carta: "Ejercítate para la pie-
dad (1 Tim. 4:7b).
5. Ser esforzado como un agricultor (2 Tim. 2:6). El minis-
terio no es un trabajo para una alma perezosa que se pone a
refunfuñar a la primera vista del amanecer. Pablo no ofreció
ninguna perspectiva color de rosa de los rigores del llamamien-
to. La tarea requiere trabajo duro, muchas horas de trabajo y
a veces, un gran sacrificio. Todo eso forma parte de una buen;
cosecha. Timoteo necesitaba saber eso en los primeros años de
s~ ministerio. Habría que dedicar muchas horas al arado, y la
siembra de la semilla no sería fácil.
6. Ser diligente como un obrero (2 Tim. 2:15). La tarea exi-
gía a alguien dispuesto a pagar el precio de comunicar con fide-
li_dad. Eso requ'=:ría un estudio regular, disciplinado y sistemá-
tico de las Escnturas. Nada se podía dar por sentado. En el
programa de posgrado sobre Liderazgo Cristiano de Pablo no
ha?ía lugar para los comunicadores descuidados ni para los men-
saJ eros no preparados. Sólo los estudiantes diligent.es podía ins-
cribirse. Manténte diligente, Timoteo.
7. Ser amable como un siervo (2 Tim. 2:24, 25). La consa-
gración a las cosas del Espíritu produce amabilidad, aun en las
almas más severas. No hay ninguna justificación para los esti-
los de liderazgos severos en los ministerios cristianos. El lide-
rar con amabilidad siempre da mayores dividendos que hacer
que la gente nos obedezca por la fuerza. Al ganado se le arrea,
pero a las ovejas se les guía. Pablo escribió, en realidad: "¡Timo-
teo, sé_ amable con esas ovejas! Sé que son testarudas, pero si-
guen siendo del Señor". Timoteo tendría sus críticos, al igual que
Pablo. Pero no había ninguna necesidad de zurrar a los creyen-
368 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
tes con la verdad, no importa lo hostiles que fueran. Pablo reco-
mendaba una estrategia amable, humilde y servicia] para tra-
tar con la oposición.
¡Qué lista de verificación para un ministerio fiel! Eso lo logrará.
• Ser fuerte en la gracia.
• Ser fiel para confiar.
• Ser valiente como un soldado.
• Ser disciplinado como un atleta.
• Ser esforzado como un agricultor.
• Ser diligente como un obrero.
• Ser amable como un siervo.
Pablo sabía que el ministerio no sería todo diversión. A
Timoteo le aguardaban peligros reales en el camino. El adver-
sario pronto atacaría. El joven necesitaba un plan de batalla
para lograr la victoria. Su veterano mentor le dio uno que po-
dría estudiar por el resto de su vida.
Capítulo tres: Lista de advertencia para tiempos difíciles
Pablo le quitó entonces a Timoteo los lentes de color de rosa y
le abrió los ojos a la realidad. Fue posiblemente aquí que Pablo
hizo una pausa y miró hacia arriba, al enrejado de esa depri-
mente prisión. Cerró sus ojos e imaginó lo que serían la vida
y el ministerio para Timoteo. Por conocer bien la condición hu-
mana, y por comprender la profundidad de la depravación del
hombre, de las cuales había escrito en su carta a los Romanos,
le dice a Timoteo: "Se presentarán tiempos difíciles".
Dicho esto, le dijo claramente a Timoteo lo que tendría que
enfrentar no contando con Pablo a su lado. Léalo despacio. Es
sorprendente; aunque fue escrito en el primer siglo, parece
como si fuera hoy:
También debes saber esto: que en los últimos días se presen-
tarán tiempos dificiles. Porque habrá hombres amantes de sí
mismos y del dinero. Serán vanagloriosos, soberbios, blasfe-
mos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto
natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles,
aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envaneci-
dos y amantes de los placeres más que de Dios. Tendrán
apariencia de piedad, pero negarán su eficacia. A éstos evita.
2 Timoteo 3:1-5
Solo y encadenado, pero aún invencible 369
Un escenario nada bonito. Uno de mis mentores solía lla-
mar ''tiempos salvajes" a esos días descritos por Pablo. ¡Los últi-
mos días han llegado! Los anuncios de Pablo son ya una reali-
dad. El anciano apóstol le está advirtiendo a Timoteo que ha-
brá una erosión de las normas, un alejamiento de la verdad.
De hecho, para muchos, la vida cristiana será un gigante
acuerdo con el mundo. La hipocresía, el engaño y una relaja-
ción de la doctrina se convertirán en la norma.
Pablo elogió a Timoteo por el hecho de que, a pesar de la
apost asía reinante, había permanecido fiel a lo que había apren-
dido (2 Tiro. 3:10, 11). Sin embargo, los días se volverían más
difíciles porque "los malos hombres y los enga ñadores irán de
mal en peor, engañando y siendo engañados" (2 Tim. 3:13).
Cuando usted escribe desde una prisión, tiende a ver la vi-
da en toda su crudeza. Las palabras pierden su diplomacia al
decir Pablo claramente que las personas responsables de tal
religión desaforada no se quedarían viendo los toros desde la
barrera. No sólo surgirían, sino que también invadirían la igle-
sia. Serían lo suficientemente temerarios para entrar en los
hogares, para robar y violar todas las cosas consideradas valio-
sas. Timoteo debía permanecer alerta.
Sólo guardando sus pasos y continuando con las cosas que
había aprendido de Pablo, podría TI.moteo sobrevivir a tan in-
sidiosos ataques desde afuera. Pero no debía dar la batalla sin
un plan. Debía entrar en el campo de batalla armado con una
estrategia defensiva fuerte y bien definida.
Pablo le dio esta responsabilidad: "Persiste tú en lo que
has aprendido y te has persuadido, sabiendo de quienes lo has
aprendido" (2 Tiro. 3:14). Hay una gran protección en el hacer
uso de la sabiduría de los demás. Timoteo se había criado con
las Escrituras. Ese hecho, combinado con una enseñanza con-
fiable, lo protegían del error.
Hagamos ahora una pausa lo suficientemente larga para
un autoanálisis. Si usted es como la mayoría de los seres hu-
manos, todo lo quiere saber ya, con urgencia. Afloje el paso pa-
ra hacerle una pregunta: ¿Puede recordar la enseñanza que
recibió de una madre piadosa, de un padre prudente, de un
mentor, de un maestro, de un entrenador deport ivo, de un ami-
go, de un pastor o del pastor de jóvenes? Yo puedo recordar,
como si fuera ayer, algunas cosas que me fueron transmitidas,
especialmente por mi padre, que no hablaba tanto como ma-
370 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
má. Sin embargo, conversábamos, y a veces de maneras que yo
no lo olvidaría.
Cierto día caluroso de mediados de octubre, el de mi cum-
pleaños, estaba acostado en mi cama, mientras mi padre tra-
bajaba afanosamente eliminando las malezas del huerto de la
casa. Al darse cuenta de que yo estaba malgastando la tarde,
me llamó y me dijo: "Charles, tienes que venir acá para que
me ayudes a terminar esto".
"No, hoy no. Hoy es mi cumpleaños, cumplo trece". Eso fue
lo último que recuerdo haber dicho hasta cerca del anochecer de
ese día. Mi padre entró volando a la casa como un rayo y co-
menzó a azotarme mientras me llevaba hasta la puerta, lue-
go hasta el patio, y finalmente hasta el arriate de flores. ¡Sí,
le dio una zurra a este muchacho de trece años! Entonces me
puse a trabajar en el huerto hasta quedar convencido de que
había arrancado todas las malezas que existían. Recuerdo que
esa fue la última zurra que me dio.
Hacia el final del día, justo antes de que se metiera el sol,
papá me dijo: "Entra a la casa y aséate. Vamos a salir a cenar
para celebrar tu cumpleaños".
Durante la cena me dijo algo acerca de la obediencia, que
recuerdo hasta hoy día; me dijo: "Respeta siempre a los que es-
tán por encima de ti en autoridad, y hazlo de inmediato y sin
preguntar".
Yo aprendí y quedé convencido de algo que me ha ayudado
siempre en la vida. Cuando alguien que tiene autoridad sobre
usted le desea hacer un bien, haga exactamente lo que le diga
que haga. Y ni siquiera pregunte por qué. Pablo quería que Ti-
moteo se aferrara a la verdad que había aprendido de Pablo.
Éste sabía de lo que estaba hablando. Sabía que esa clase de de-
terminación le haría muy bien. ¡Tenía que tener convicciones!
El doctor John Walvoord, quien por muchos años fue rec-
tor del Seminario de Dallas, desde 1952 a 1986, dijo una vez
en un servicio de graduación: "Me temo que podamos estar gra-
duando a estudiantes con demasiadas creencias, pero no con
suficientes convicciones". Un comentario profundo. Pablo men•
cionó ambas cosas a Timoteo: "Persiste en lo que has aprendi-
do (creencias), y persiste en lo que te has persuadido (convic-
ciones)". Ambas van juntas.
Son muchas las cosas que uno cree. A algunas, usted las
cree más que a otras. Pero las convicciones son verdades por las
Solo y encadenado, pero aún invencible 371
cuales moriría. Representan lo que no es negociable. Se con-
vierten en los pilares sobre los cuales usted basa su existencia.
Este es un buen momento para que piense en sus convic-
ciones. Usted aprende creencias de una historia como la de Pa-
blo, pero esas verdades no se vuelven convicciones hasta que
las ha hecho suyas. ¿Cuáles ha hecho suyas? Esas convicciones
profundamente arraigadas tienen su origen en la inspirada Pa-
labra de Dios (2 Tim. 3:16, 17), razón más que suficiente para
que crea firmemente en las Escrituras.
Ninguna persona que estuviera en el lugar de Pablo, con~
denada a morir, pasando sus últimas horas en un oscuro cala-
bozo, concentrada en las cosas que honran a Cristo, se toma-
ría la molestia de transmitir unos principios que no fueran
dignos de confianza. Eso explica el porqué Pablo no se ahorró
críticas. Se quitó los guantes y escribió claramente de los asun-
tos que más importaban. Dio su atención a asuntos de vida o
muerte. Y a medida que el tiempo se le acortaba, él se volvía
cada vez más apasionado.
Pablo llegó al clímax de su exhortación a Timoteo, con esta
importante aseveración:
'Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la
enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la
instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra.
2 Timoteo 3:16, 17
Pablo se estaba acercando al punto.
Capítulo cuatro: Un requerimiento urgente a un ministerio de
proclamación
Pablo escribió con sentido de urgencia:
Te requiero delante de Dios y de Cristo Jesús, quien ha de
juzgar a los vivos y a los muertos, tanto por su manifesta-
ción como por su reino: Predica la palabra; manténte dispuesto
a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende y exhorta con
t.oda paciencia y enseñanza.
2 Timoteo 4:1, 2
372 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
En otras palabras, permanece firme con el plan de predi-
cación que Dios ha prometido bendecir y utilizar. ¡Predica las
riquezas de la Biblia! ¡Sé un hombre de la palabra?
No intente ser tan creativo y encantador que la gente no
pueda captar la verdad. No hay ninguna necesidad de recurrir
a sustitutos tontos y sin sentido para entretener, pero que
rara vez traen convicción de pecado a los perdidos y edifica-
ción a los salvados. Predique la verdad. ¿Quiere ver algo aquí?
Esta exhortación no está dirigida al oyente, sino al predica-
dor. Quien tiene que hacer esto es quien proclama el mensaje.
Él tiene que estar preparado a tiempo y fuera de tiempo. Estar
preparado implica estarlo tanto m ental como espiritualmente.
En esencia, lo que Pablo dice es lo siguiente: "No seas pe-
rezoso, Timoteo. Haz tu tarea. No te pares y comiences a dar
una excusa que no tuviste tiempo suficiente para preparar.
Eso no es aceptable". Y hágalo fielmente, cuando sea convenien-
te y cuando no lo sea.
Si yo no estoy preparado para predicar el domingo por la
mañana, esa es mi culpa. Mi responsabilidad es estar listo pa-
ra proclamar la palabra de Dios "a tiempo y fuera de tiempo";
cuando haga frío o haga calor; con dolor de cabeza o sintiéndo-
me excelente; temprano o tarde; contento o deprimido; desani-
mado o eufórico. Mi trabajo es proclamar. Pero no sólo eso: debe
hacer la proclamación con fidelidad y urgencia. La palabra de
Dios es la que reprende, corrige y exhorta. No se debe disminuir
el mensaje para complacer a un público moderno. Pablo previ-
no también a Timoteo en contra de ese resbaladero. Tan cierto
como que dos y dos son cuatro, la gente a la larga no soportará
"la sana doctrina", sino que "teniendo comezón de oír, amonto-
narán para sí maestros conforme a sus propias pasiones, y a la
vez que apartarán sus oídos a la verdad, se volverán a las fábu-
las". ¡Qué descripción tan apropiada de nuestra cultura! Hasta
el fin, Pablo tuvo siempre la razón.
Es triste decirlo, pero es alarmante el número de iglesias
que hoy están predicando a los creyentes lo que ellos quieren
oír, en vez de lo que necesitan oír. Están siendo alimentados
con leche tibia, no con carne sólida. Un evangelio diluido pue-
de atraer a multitudes (por un tiempo), pero no tiene impacto
eterno. Yo no he podido encontrar ningún pasaje en las Escri-
turas en el que Dios exprese su más mínima preocupación por
los grandes números. Satisfacer la comezón de los oídos curio-
Solo y encadenado, pero aún invencible 373
sos de nuestros auditorios posmodernos se ha convertido en
una pérdida de tiempo.
No soy el único que piensa así. Considere estas profundas
palabras del doctor Walter Kaiser, en su libro Reuiue Us Again
(Reavívanos de nuevo):
Muchas veces la Biblia no es más que un libro de dichos epi-
gramáticos o una _palanca que nos da un punto de concen-
tración en el cual basar nuestros editoriales, pero, ¿de dónde
sacamos la atrevida idea de que Dios bendecirá nuestros jui-
cios u opiniones? ¿Quién quiere oír otro punto de vista como
una excusa para no tener un estudio bíblico o un mensaje de
la Palabra de Dios? ¿Quién dijo que Dios bendeciría nuestras
historias, nuestros programas para la iglesia, o nuestras di-
vagaciones en cuanto a los aspectos generales de un texto?
Esta es, con toda seguridad, una de las principales razones
por las que el hambre por la Palabra sigue estando presente
en inmensas proporciones en los EE. UU. de A. Es también,
con toda seguridad, la razón por la que el hambre por la
enseñanza y por la proclamación de la Palabra de Dios sigue
aumentando año tras año. La gente no puede vivir sólo de las
ideas, no importa cuán elocuentemente sean presentadas o
defendidas, sino únicamente por la lectura paciente y la expli-
cación de toda la Biblia, línea por línea, párrafo por párrafo,
capítulo por capítulo y libro por libro. ¿Dónde pueden encon-
trarse esos intérpretes y dónde están sus maestros?
Pablo sabía lo que estaba en juego. Quería que Timoteo estu-
viera preparado para la batalla. "Los días serán cada vez peores.
Pero tú, Timoteo, sé sobrio en todo; soporta las aflicciones; haz
obra de evangelista; cumple tu ministerio" (ver 2 Tiro. 4:5).
Dicho esto, pudo haber oído cuando era quitado el picaporte
de la puerta, mientras un batallón de soldados pasaban por en-
cima de los curvados tablones de madera hasta la oscura y es-
trecha habitación de Pablo. El rítmico ruido sordo de las pisa-
das lo acercaba a su brutal fin. Puede muy bien haber sido en
ese momento que escribió: "Porque yo ya estoy a punto de ser
ofrecido en sacrificio, y el tiempo de mi partida ha llegado"
(2 Tim. 4:6). Talvez escuchó las botas de los soldados sobre los
adoquines de la calle, mientras ponía el toque final a su amo-
rosa carta a su hijo en la fe, añadiendo:
 \

374 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA Solo y encadenado, pero aún invencible 375

He peleado la buena batalla; he acabado la carrera; he cuello y la espalda expuestos. Los lictores lo azotaron con va-
guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de ras por última vez. Pablo gemía de dolor y sangraba por la na-
justicia, la cual me dará el Señor, el Juez justo, en aquel día. riz y la boca. Luego, sin el más mínimo titubeo, el verdugo
Y no sólo a mí, sino también a todos los que han amado su frunció el entrecejo, blandió la hoja del hacha, que brillaba re-
venida. fulgentemente con el sol de la mañana por sobre su cabeza, y
2 Timoteo 4:7, 8 luego, con un movimiento rápido, la descargó sobre su objeti-
vo produciéndose un ruido sordo.
EL FIN TERRENAL DE PABLO La cabeza de Pablo rodó hacia abajo, dando vueltas, hasta
el polvo.
Su fin terrenal fue rápido... abrupto. Solo y sin temor, Pablo En ese brutal momento, silenciosa e invisiblemente, el al-
miró directamente a los ojos del pelotón de ejecución. Varios ma del gran Apóstol, el hombre de gracia y firmeza, quedó in-
tenían varas, con los cuales lo golpearían; uno tenía la afilada mediatamente libre. Su espíritu se remontó a los cielos. Estaba
hacha con la cual separaría la cabeza del Apóstol de sus hom- ausente del cuerpo, por fin, en la presencia del Señor.
bros. Hubo pocas palabras. Lo condujeron a través de la pesa-
da puerta y lo llevaron más allá de la muralla de piedra que
rodeaba a Roma, más allá de la pirámide de Cestio, que toda-
vía existe hoy, y luego a la Vía Ostia en dirección al mar. El
gentío que viajaba a Roma sabía, por las varas y el hacha, que
pronto se produciría una ejecución. Ya habían visto eso antes.
Siguieron de largo con indiferencia. Sucedió ayer; sucedería
también mañana.
El prisionero maniatado, caminando rígidamente, hara-
piento y lleno de suciedad por las condiciones del calabozo, no
se sentía avergonzado ni humillado. El pelotón de soldados
malencarados, con el ceño fruncido y mirando de frente, no no-
taron la débil sonrisa que había en el rostro de su prisionero;
estaba en la ruta al triunfo, al día supremo de su galardón.
Para él, el vivir era Cristo, y el morir, ganancia. Ningún hacha
que le cortara el cuello iba a despojarlo de su triunfante des-
tino. De hecho, ¡lo iniciaría!
Llevaron a Pablo hasta el tercer pilar de la Vía Ostia, a un
pequeño bosque de pinos en un claro umbroso, a un claro de
las tumbas conocido como 1re Fontane (Las tres fuentes). En
ese lugar existe hoy una abadía en honor a Pablo. Se cree que
Pablo fue puesto esa noche en una pequeña celda, cerca del lu-
gar de su ejecución. Al despuntar el alba de la mañana siguien-
te, los soldados lo condujeron a un pilar, parecido a un tocón de
árbol. El verdugo, completamente desnudo y con el hacha en
la mano, estaba listo.
Los hombres desnudaron a Pablo, lo ataron, y luego lo pu-
sieron de rodillas y en posición erguida junto al pillar, con el
 Conclusión

Durante cuarenta años ha sido mi gozo y privilegio involu-

crarme de lleno en el estudio profundo de las Sagradas Es-
crituras. Y por casi el mismo tiempo he tenido el desafio y la
responsabilidad de dar a conocer los resultados de mi estudio.
Como predicador expositivo, he vuelto una y otra vez a los es-
critos de Pablo, como aparecen en el Nuevo Testamento. Como
escritor, muchas veces he aludido a este hombre y a sus ense-
ñanzas. Mucho de lo que Pablo escribió ha moldeado mi pen-
samiento, como también mi ministerio, ciertamente más que
cualquier otro escritor de la Biblia.
Las palabras de F. F. Bruce, en su libro Paul: The Apostle of
the Heart Set Fire (Pablo: apóstol del corazón ardiente), expre-
san mis sentimientos de una manera perfecta:

Por más de medio siglo he sido estudiante y profesor de

literatura antigua, y a ningún otro escritor de la antigüedad
le he dedicado más tiempo y atención que a Pablo. Igual-
mente, no puedo pensar en ningún otro escritor, antiguo o
moderno, cuyo estudio sea tan ricamente gratificante como
el suyo. Esto se debe a muchos aspectos de su multifacético

377
 378 PABLO: UN HOMBRE DE GRACIA Y FIRMEZA
carácter: a la atrayente calidez de su personalidad, a su
estatura intelectual, a la gozosa liberación efectuada por su
evangelio de la gracia redentora, al dinamismo con el cual él
propagó ese evangelio a través del mundo, dedicándose con
su sola persona a cumplir con la comisión que le había sido
confiada en el camino de Damasco... y a que trabajó más
abundantemente que todos sus colegas apóstoles...
A pesar de los muchos años de respeto por este hombre y
sus escritos, a pesar de su familiaridad con él y a mis fre-
cuentes referencias a él, nunca había hecho un análisis cui-
dadoso de la vida y ministerio de Pablo hasta ahora. Atrapado
por esa conciencia, me lancé a una indagación para explotar
la mina de oro que había desaprovechado durante las pasadas
cuatro décadas. Los resultados fueron no sólo enriquecedores
en lo personal, sino que también me permitieron preparar
una serie de mensajes bíblicos que prediqué a la congregación
de la iglesia Stonebriar Community Church, de Frisco, Texas,
donde tengo el honor de servir como pastor fundador.
Todavía puedo recordar cómo terminé esa serie de men-
sajes derramando lágrimas en el púlpito, profundamente con-
movido por la magnificencia de la vida y de las enseñanzas de
Pablo; por la naturaleza sacrificada de su ministerio; por la en-
trega total a su llamamiento; la horrible forma de su muerte
más allá de las sombras de las toscas murallas de Roma. En
ese tiempo yo estaba dedicado a otro proyecto relacionado con
esta serie de libros, por lo que decidí volver a la mesa de tra-
bajo y preparar el manuscrito para la publicación. Cualquier
historia tan conmovedora como esta, cualquier vida tan signi-
ficativa como esta, lo sentí entonces y sigo creyendo todavía,
merece la máxima divulgación.
Porque usted ha viajado conmigo a través de estos vein-
tidós capítulos, ha comprendido lo que me llevó a escribir este
sexto libro de mi serie de biografías. Lo que yo temía iba a ser
una tarea dificil no lo ha sido en absoluto. Como ocurre con
cualquier gran personaje, el desarrollo de la historia ha sido
fluida ... la de Pablo especialmente.
Fue él quien formó muchas de las doctrinas todavía acep-
tadas por el remanente de creyentes que forman hoy la Iglesia
verdadera. Fue él quien llevó por primera vez la verdad donde
nunca había sido oída. Fue él quien valerosamente siguió ade-
Conclusión 379
lante, a pesar de sus enfermedades, del frecuente rechazo, a
pesar de la angustia emocional, y los daños ñsicos. Fue él quien
se negó a dejar que los obstáculos de cualquier tamaño o nú-
mero se interpusieran en su camino. Fue él quien nos ayudó
a comprender el papel y las responsabilidades de la Iglesia,
quien predicó y modeló la gracia, quien confrontó al enemigo
sin temor y quien predicó a los gentiles sin prejuicios. Fue él
quien formó la vida de hombres más jóvenes, pasándoles la
antorcha de la verdad y animándolos al mismo tiempo a se-
guir adelante, a pesar de todo. Y fue él de quien sus enseñan-
zas todavía sobreviven después de veinte largos siglos. No es
de extrañar que una vida así siga siendo admirada, que sus
enseñanzas sigan siendo buscadas y que su determinación
siga siendo legendaria. Nos recuerda cómo se debe vivir la
vida, y de como la muerte, a pesar de su causa, puede tener
dignidad y propósito.
Desde su oscuro nacimiento en Tarso de Cilicia, a través
de su extraordinaria conversión en el camino de Damasco y a
lo largo de todos sus viajes desde Antioquía de Siria a la mis-
ma presencia de Nerón entronizado en Roma, incluido su bru-
tal martirio junto a la Via Ostia, el hombre deja su marca en
todos los que se toman el tiempo de hacer un pausa para re-
flexionar en él.
Una vida como la de Pablo se traduce en un modelo que
cualquiera quisiera emular. Todos los que examinan su carác-
ter cristocéntrico resultan enriquecidos. Ahora le decimos adiós
a este valioso soldado de la cruz, impresionados para siempre
por su singular mezcla de inteligencia y arrojo, compromiso y
compasión, amor y lógica, gracia y firmeza.
,

Otros libros de la serie:

9randes uidas de la !Palabra de :lJios

CHAtlLl;!i ll
SWlNOOl, I

DAVID, un hombre
de pasión y destino.
No. 46181 ELÍAS, un hombre de
320 pp. heroísmo y humildad.
ESTER, una mujer de
No. 46185
fortaleza y dignidad.
204 pp.
No. 46182
224 pp.

JOB, un hombre de
resistencia heróic:a.
No.46187
JOSÉ, un hombre de
448 pp. integridad y perdón.
MOISÉS, un hombre
No. 46183
de dedicación total.
220 pp.
No. 46184
400 pp.
 Proyecto 911 de Josh McDowell
9randes vidas de fa ?a/abra de 7Jios
-46300-l..a. generación desconectada.
P1m1. padres r líderes juveniles. Incluye un análisis de la
sltu11c16n del joven y la actitud de los padres. Marca una
~rie de pasos para lograr una rcconeidón entre ambas
t,,<t:nen;c¡o_ucii, presentando áreas concretas de posibles
Cúnflictoi. y maneras en que se pueden resolver.

46301-Auxilio para los amigos.

G11ia dti líder. Orientaciones para ser
usadas en ocho reuniones grupales.
PABLO, un hombre de
gracia y firmeza. JESÚS, la vida más 46302-Auxilio para los amigos.
No. 46186 grande de todas. C11atkmu de lrabaju inlMadit'O para
320 pp. No. 46195 indi11idllo1y 1,111po1. Capacita a los
336 pp. jóvenes para ayudar a sus amigos
que están en problemas. Analiza ¡,1ob!cn1,ui cortcre•
r
tos en los que se pueden encontrar, cómo pueden
ser ayudados.

Cada problema es tratado en estos libritos, tipo novela:

'~yuda para los amigos que sufren.. ."

CffARJ:.!:5 11.
SWINt>O I L

HISTORIAS FASCINANTES 46303- ... porque fueron abusados s=almente.

DE VIDAS OLVIDADAS.
El autor examina las vidas de doce
personajes y eventos bíblicos poco
recordados, incluyendo a Abraham,
r
Samuel Abigaíl, entre otros.
No. 46188
272pp.
BUENOS DÍAS CON BUENOS
AMIGOS. 365 devocionales basados en
la serie "Grandes vidas de la Palabra de
Dios". Cada una provee una referencia
bíblica y un pernsamiento devocional
No. 46189
384 pp.
46304- ...porque quieren conocer la voluntad de Dios.
46305- . ..porque quieren suicidarse.
46306- . ..porque quieren encontrar el verdadero amor.
46307- ... porque sus padres se están divorciando.
46308--- ... porque les cuesta llevarse bien con otros.
46309- ... por un embarazo inesperado.
46310- ... porque se murió alguien a quien amaban.
 Comentario del contexto
cultural de la Biblia
Esto comentarios explican el trasfondo cultural
histórico de cada pasaje de la Biblia, libro por libro,
capítulo por capítulo, versículo por versículo. ,., i........~.. H
,IIL~M< 11:2_6
En lenguaje claro y nada técnico proveen el impor-
tante contexto cultural que se necesita para tener un
estudio bíbh ·o responsable y enriquecedor, 111.rnl,,i ~., •• • o;..r,
•(Nbnl¡n 1111"'1111 1

03059-Comentario del contexto

cultural de la Biblia.
A111ig110 Teilamenlo.
John H. Walton, Victor H. Matthews
y Mark \V, Chavalas.
Pasta dura. 960 pp.

03060---Comentario del contexto

cultural de la Biblia.
Nuero Te!lamento. Craig S. Keener.
Pasta dura. 832 pp.

DES IE RTO
DE
ARABIA

46042-La vidn. sobrenatural en Cristo. Bill Bright.

El autor fue el fundador de Camp11s Cmratkfar Chrirl
(Cruzada estudiantil para Cristo), uno de los ministerios
más grandes del mundo. Presenta cinco pasos esenciales
para gozar de los beneficios celestiales en este mundo.
~· ._____........,~_......,
.. ,,.
En lenguaje sencillo e inspirador. 320 pp.
MAPA UNO: VIAJES INICIALES DE PABLO
• ciudad
" pmo do montaña
- Pahla (5aulo) viaja a llama,ro peni¡¡uitnda a las tti,Jinnos (Hodim 9:1, 21
46148-El país de Pinocho. ..... Pahla pasa un liempo en Arahia (Gálata, 1:17)

Cómo dedr la verdad en mtdío de 11na mi/tira de mm/ira.
Dcvlin Donaldson y Steve Wamberg.
Este libro nos ayuda a entender cómo nos alejamos de
la verdad, por qué conviene la integridad y su impacto
en cada área de nuestra vida. Incluye un cuaderno de
trabajo personal con "14 tácticas para restaurar la inte•
grídad a la vida". 192 pp.
"'" l'llhlo n,grma a Jeru,alin y., reóbida por lo, cllsópulos (Hema, 9:26,281
"-" Pahla huyo da la, helonislul IHodios 9:29, 30)
--- 8omabé viaja a Tan.o y rogre,a a An~oquia coo Pablo (Hemos 1l:2SI
Pablo y Bemab,I 1a11 enviados a Jennalón con ayuda pan, los UIIY'nfeS quo
- pasabm, hombro (He<hos 11:29, 301
- Pablo y Bornabé "'11'"""' a Anliaquia, jumo con Juan Marcos (Hechas 12:2SI
385
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ASIA Provincia Romcrno o nombre de lll1jJ región BilPÍ.0 •1•Tt4~~MH"'-tl1vwOfC,,1c•