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Uno de los principales objetivos de Hitler era el rearme alemán, en lo cual, recibió el apoyo de
las dos potencias occidentales europeas a pesar de que todavía esperaban convencerlo de que
se uniese a un pacto multilateral al estilo del de Locarno que garantizase las fronteras de los
vecinos de Alemania en Europa Oriental. La reacción alemana ante estos sucesos fue la
eliminación de una de las principales limitaciones del Tratado de Versalles y, el 16 de marzo de
1935, aumentó a 300.000 el número de tropas de su ejército. Es así como, Italia, Gran Bretaña y
Francia sostenían demostrar más firmeza, pero sus pretensiones siguieron siendo débiles ante
una Alemania que demostraba no tener frente. Asimismo, el “Anschluss” representó un enorme
éxito de política exterior para Hitler que tuvo importantes consecuencias. Ya que según Lozano
(2011) dice que, “demostró que Francia y Gran Bretaña no tenían verdadera voluntad de
enfrentarse a Hitler mientras que Mussolini estaba dispuesto a ceder su Estado tapón en el
Norte para acercarse más a Alemania” (pp. 124-125). Aquí vemos, la necesidad de formar
alianzas con Alemania de manera que gobernada, y hasta había roto la regla de las Naciones
Unidas. Por otro lado, la política exterior de la Italia fascista también terminó por romper el
equilibrio internacional:
En conclusión, reafirmo que la reacción de la Liga de las Naciones a través de las sanciones
principalmente dirigidas a la economía ante las agresiones alemana e italiana fueron endebles
y por supuesto, no respetadas, y en cuento a sus políticas expansionistas ambos estados
lograron recuperar los territorios arrebatados y expandir su liderazgo por el mundo.