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La Pasión en Andalucía: ¿Un Cristo Sin Jesús?
La Pasión en Andalucía: ¿Un Cristo Sin Jesús?
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Semana Santa en Andalucía.
Por eso, la muerte de Jesús genera una religión del compromiso. Identificarse con el Cristo
agonizante pasa por imitarle y seguirle en su vida. De la contemplación de su pasión tiene que surgir el
imperativo de luchar contra poderes políticos y religiosos que exigen muerte y sacrificio, unas veces en
nombre de la razón de Estado y otras del mismo Dios. Ya no hay justificaciones posibles para causas
políticas y religiosas que sacrifican a las personas en nombre de sus ideales. Dios está con la víctima, no
con los verdugos. Cuando se mata en nombre de Dios, y de la patria, no sólo se comete un homicidio
sino también un deicidio. Eso es lo que conmemoran los cristianos, una pasión que remite a individuos y
pueblos crucificados de hoy, y a legitimaciones políticas y religiosas que suscitan muerte.
El pueblo lo entiende, se identifica con el Dios crucificado, que se revela en la víctima inocente,
y que le habla de su propio dolor. El dios humano y sencillo es el que habla desde el nazareno, desde el
Cristo de pasión, y en su cruz ve reflejada la suya, la de tanta gente que sufre, muchas veces a causa de
la injusticia humana. Dios queda lejano y permanece abstracto, sin las mediaciones del Cristo y la madre,
amargura y esperanza al mismo tiempo, que acompaña en silencio al hijo asesinado. Nada suscita más
identificación y compromiso que un Dios encarnado en lo humano, de ahí el sentido popular de la
Semana Santa y la Navidad, las fiestas cristianas más populares a lo largo de la historia.
Sin embargo, Machado apunta a la trampa de la celebración andaluza. Una fe emotiva,
emocional, sensible, estética y frecuentemente intensa, que no va acompañada de compromiso ni se
siente interpelada. Es fácil emocionarse con el Cristo y la Amargura doliente que le acompaña en el
templo de la calle, y luego integrarse sin más en la sociedad, con sus injusticias, sus conveniencias
políticas y sus conformismos religiosos. Cuando la pasión no genera un compromiso en favor de los
oprimidos de toda índole, comenzando por los empobrecidos de la sociedad, y no suscita un talante
profético y mesiánico que cuestiona a los mismos representantes de la religión, pierde su significado
cristiano. Se convierte en una fiesta religiosa, repleta de simbolismos que aluden al Mesías cristiano
pero carente de consecuencias.
La sociedad tiene mucha capacidad de integración, incluso de las instancias que más se resisten
y cuestionan el des(orden) constituido. Fácilmente transforma la Navidad en fiesta de fin de año y la
Semana Santa en fiesta de la primavera. Se pierden las referencias religiosas, se transforman en
vacaciones y se elimina lo más genuino de la fiesta, el nacimiento y la muerte del Mesías de los pobres,
que constituye un peligro para las autoridades religiosas y políticas de todos los tiempos. Se domestica
la fiesta, se conserva su fachada cristiana y se eliminan sus consecuencias prácticas. Las distintas
autoridades se hacen presentes en procesiones y hermandades sin sentirse cuestionadas por aquello
que celebran y los cristianos, nazarenos y participantes, toman distancia de un compromiso que tendría
que llevarles a transformar la sociedad en lugar de integrarse en ella. Se castran los símbolos cristianos y
la rebeldía del profeta mesiánico se torna en conformismo, fatalismo e integración social. Es la
contradicción de Andalucía, que sabe también de cruces y pasión en su historia, cuando se queda en la
identificación sensiblero y no es capaz de sacar consecuencias políticas, sociales y religiosas a su
compromiso de fe. Es lo que nos recuerdan los versos siempre actuales de Machado.
(JUAN A. ESTRADA, Diario de Cádiz, 13 de abril de 2003).
Actividad 3:¿Qué peligro
denuncia el autor del
artículo?, ¿qué solución
propone?