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Sintoma Anna Aromi{ Folch principios de semana recibo un mail informandome de que ha expirado largamente el plazo de entrega de los textos para el volumen de Scilicet y reclamando con urgencia mi aportaci6n o el volumen sal- dr sin ella. Tengo que leer el mensaje varias veces, no puedo dar crédito... Busco en la correspondencia. Encuentro en efecto el mensaje invitandome a participar en el volumen preparatorio del Congreso de 2012. Y lo peor, encuentro mi res- puesta aceptando hacerlo “encantada”. ;Demasiado encantada, lo olvidé com- pletamente! zCémo es posible tamafio olvido? Se abre un agujero. Intento sin gran éxito evitar que lo colonice la angustia. Lo comento en casa y mi hija mayor trata de tranquilizarme: “No te preocupes mamé, le puede pasar a cualquiera”. Si, es cierto, pero depende de cémo se lo tome cada “cualquiera”. Yo noto que este olvido me mira con tanta insistencia como la lata de sardinas miraba a Lacan. En esto puede verse que el sintoma en el psicoanilisis no funciona como en la medicina, no es un dato objetivable sino un elemento que se subjetiva. Todos conocemos a alguien que se pasa la vida olvidando cosas y no hace ninguna hipétesis de que eso signifique nada, pero la posicién analizante con- lleva la creencia de que hasta los pequefios detalles pueden significar. Este fenémeno, que una vez encendido dificilmente se apaga, es la transferenci: La transferencia es el operador que permite que un fenédmeno cualquie- ra pase a ser un sintoma. En el psicoandlisis un sintoma es un “cualquiera” ele- vado a la categoria de un “eso me concierne”, es decir, implica una creencia. Para que el sintoma resulte operativo hay que creer en él. Esta es la base del inconsciente transferencial y de su pivote, el Sujeto supuesto al Saber. Cuando esto ocurre el sujeto siente que tiene algo valioso, su propio sufrimiento convertido en enigma a descifrar. De ahi el fendmeno aislado por Freud: en plena luna de miel analitica los sintomas pueden agravarse. Y es que el analizante puede gozar del desciframiento tanto como de sus sintomas. Tratandose de la redaccién de un texto, no se me podria escapar que detras de mi olvido hay el sintoma sobre todo cuando, en el tramo final del ana- lisis, el sintoma se ha ido formalizando justamente alrededor de la dificultad de escribir. Mas precisamente la dificultad de redactar y entregar los textos una vez comprometidos. Avatares de la separacién del objeto. Blarden simbdlico en ef sigia xx | 319 Y es que la relacién con la escritura viene de lejos. Lectora voraz, de nifia sofiaba en llegar a escribir como los autores de quienes lefa los libros de aven- turas. En el mundo de las letras encontraba un gran placer, pero también una dificultad cuando esas letras se volvian escolares y obligatorias. Cuando el placer tiene que pasar por el desfiladero del Otro aparece la inhibici6n, se sintomatiza. Y si el apetito por las letras es grande, mas grande atin es la voracidad superyoica que impide disfrutar con ellas. Es el nudo inhibicién, sintoma, angustia, en efecto. Y la angustia es importante porque todo sintoma necesita un quantum de ella para plantearse. El sintoma necesita un motor. Es a este motor al que se refiere Lacan cuando recomienda no aceptar en anilisis a sujetos que vengan “a conocerse mejor”. Cierta angustia es exigible porque indica una posicién ética, una cierta relacion con lo real. Por su parte, la angustia no suele faltar a la cita y, en el anAlisis que comienza, su localizacién en el sintoma permite al analista una cierta anticipa- cién sobre la relacién del analizante con el objeto y con el cuerpo. Alahora de entregar el objeto, la pulsién esta implicada. La pulsién, dice Lacan, es el eco en el cuerpo de un decir y, en el caso que nos ocupa, el decir se deja situar en la escena infantil con el Otro primordial de las primeras regula- ciones. El Otro de la educacién pulsional que exige: jentrégalo! Un largo anilisis ha permitido construir la légica del fantasma en este eje retener-forzar. Esta alternancia S,-S, forma el marco del fantasma que funcio- na como un paréntesis, como un contenedor para el goce. De esta manera el sufrimiento neurético del sintoma y el goce silencioso del fantasma pueden verse como dos movimientos inseparables formando parte de un mismo funcionamiento: retener el objeto haciendo existir al Otro del forzamiento. Hasta aqui un breve ejemplo, para ilustrar el tema del sintoma, sosteni- do en la transferencia de trabajo con la Escuela Una. El eje sintoma y fantasma precede y prepara la puesta en primer plano del resto de la operacién analiti- ca con el inconsciente real, cuando el sintoma reducido a su hueso de goce se presenta como sinthome. Para terminar, un apunte sobre la actualidad. En psicoanilisis sabemos que el sintoma no puede abordarse directa- mente, de frente, porque produce fijacién y rechazo. El goce del sintoma solo puede abordarse por un rodeo, pasando por su envoltorio formal. Pero hoy, para referirnos al siglo xxi, el sintoma ha perdido la aureola de prestigio tragi- co que un dia tuvo. La tragedia no atrae como antes el interés ni el respeto, como sabemos. Hoy el sufrimiento esta banalizado; de tan extendido, de tan exhibido, se ha producido una especie de anestesia... ;Qué predicamento puede tener ahora el sintoma? Qué dignidad el sufrimiento? La hegemonia del mercado conlleva la disolucién de la dimensién sinto- matica. Los mercados requieren consumidores despreocupados. La cultura en general y la tragedia en particular distraen del consumo, por esto se intenta 320| Scilicet banalizar todo, ablandar todo. Pero el sintoma es lo que resiste a este ablanda- miento generalizado. El sintoma resiste, consiste, por su nticleo de goce. Quizd por esto la histeria, desalojada del DSM, encuentra otros modos de presentacién, de las epidemias a los camuflajes, incluso revestida como Toc. Toc, toc: en cada momento la histeria encuentra el modo de llamar a la puerta. Por algo representa lo insumergible del sintoma para el psicoanilisis. Elorden simbélico en el siglo Xx1 | 321

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