Está en la página 1de 3

Artículo para Blog

¿Quién vigila a las cámaras de seguridad?

Reportlinker.com difundió el ‘Informe de investigación de mercado de cámaras de vigilancia por


tipo, resolución, aplicación y región – Perspectiva global hasta 2026 –. El tamaño del mercado
mundial de cámaras de vigilancia se estimó en 7,254.56 mdd en 2020 y se espera que alcance
7,908.54 mdd en 2021, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 9.35% de 2020
a 2026 para alcanzar 12,405.06 mdd en 2026.

FIRMA DIRECTIVO CORPORATIVO ULTRA

Todos sabemos que las primeras cámaras de seguridad se empezaron a utilizar para tratar de
proteger de la delincuencia a los turistas que visitaban a los grandes atractivos turísticos durante la
temporada de verano, sobre todo en el Viejo continente y en la Unión Americana. La idea era
coadyuvar en la detección de asaltantes, carteristas, comerciantes ilegales y hasta pequeños
defraudadores.

Quien ha visitado ciudades europeas como turista seguramente ha sido testigo, a veces de primera
mano, de algún personaje, por lo regular muy bien vestido, que abre la cajuela de su elegante auto
para tratar de vender trajes caros de marca por un precio ridículamente bajo… Sin embargo, si uno
cae en el garlito podemos ser víctimas desde un simple robo hasta fraudes mayores.

También, dichas cámaras pretendían disuadir comportamientos que alteran el orden social, desde
simples borrachos de banquetas hasta terribles actos terroristas, como los que sufrió el Reino
Unido en las últimas dos décadas del siglo pasado, sobre todo por parte del Ejército Republicano
Irlandés (ERI). Las cámaras de vigilancia se pusieron en edificios y avenidas estratégicos a lo largo y
ancho de ese país.

Las cámaras como parte del paisaje urbano

Los actos terroristas justificaron la presencia pública de las cámaras de videovigilancia en las calles,
en el espacio público. De pronto, empezaron a formar parte del paisaje urbano. Así, el Reino
Unido, sobre todo Londres, se volvió un referente de la sociedad videovigilada -al más puro estilo
del Big Brother- en las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado.

Con el paso de los años, las cámaras de vigilancia se han vuelto un lugar común en el espacio
público y privado, sobre todo después de los atentados terroristas en Nueva York en septiembre
de 2001 (19/11), que marcó un parteaguas en todo el mundo, cuyos efectos todavía hoy, después
de más de dos décadas, siguen siendo visibles.

No obstante, la otra cara de la moneda es que las videocámaras también han permitido la
vigilancia desde el gobierno en distintas esferas de la vida social, incluso más allá del terreno que
las justificaría, como el combate al crimen y el terrorismo.

Un vínculo indisoluble
De esta manera, la presencia de las videocámaras va ligada, de manera indisoluble, a la idea de
contar con entornos seguros, sobre todo si hablamos de inversión, comercio y consumo. No puede
hablarse de ciudades seguras sin las cámaras de videovigilancia.

De hecho, en los desarrollos inmobiliarios recientes de la mayor parte de las grandes ciudades de
todo mundo incluyen a las cámaras de vigilancia como parte del diseño de conjuntos
arquitectónicos; de esta manera, prácticamente cualquier proyecto de inversión urbana demanda
la presencia de una red de videocámaras de vigilancia.

Ya no hablemos de eventos masivos, como la realización de un mundial de futbol, o bien,


olimpiadas o grandes eventos deportivos, como una final de la Champions, o bien, cualquier
evento que implique la presencia de grandes masas deberá ir acompañada de cámaras de
videovigilancia, como también sucede en el terreno de los espectáculos.

México, entre los mercados de mayor crecimiento

América Latina se ha convertido en una de las regiones de mayor crecimiento para la industria de
cámaras de videovigilancia a escala global. A decir de Dahua Technology México, hoy en día existe
una evolución en el uso de sistemas análogos y cerrados, lo que está llevando a su eventual
desaparición porque en la actualidad se busca estar conectado con IoT (Internet de las cosas). La
empresa estima que este mercado ronda los 500 mdd en el país, reitero, solo en México.

En América Latina, Brasil, Argentina Colombia y México encabezan los mercados con mayor
crecimiento. Sin embargo, es importante mencionar que el incremento de la videovigilancia en
México -y en general en América Latina- no ha ido de la mano de la efectividad para hacer frente a
la inseguridad, hecho que contrasta con innumerables investigaciones al respecto en otros países,
donde se han logrado establecer, por ejemplo, los límites y alcances de las cámaras de vigilancia
en la prevención, reducción y reconstrucción de hechos criminales.

Además, las cámaras de vigilancia tienen otros efectos todavía no demasiado estudiados. Por un
lado, tienden a desdibujar los límites entre lo público y lo privado, colocando en muchas ocasiones
los datos personales que se administran en un espacio de indeterminación jurídica.

¿Qué pasa con la información videograbada?

Quienes reclaman un mayor número de cámaras de vigilancia pasan por alto los efectos que éstas
producen en el derecho a la privacidad. Ante el imperativo de garantizar la seguridad a como dé
lugar las instituciones de seguridad han incrementado el número de cámaras, pero sin preguntarse
¿qué pasa con toda esa información videograbada? ¿quién la consume? Y, sobre todo, ¿quién
puede utilizarla para bien o para mal?

En México las cámaras de videovigilancia se han puesto en el centro de la discusión de la gestión


de riesgos, pues aparecen como la mejor respuesta a los cada vez mayores problemas de
seguridad que evidenció la pandemia de Covid-19.

De hecho, es la medida simbólica más efectiva contra el problema que representa el crimen y la
delincuencia, pero por otro lado también debilita la capacidad que tienen los individuos de
construir espacios de autonomía frente a las políticas de estratificación y dominación.
Una ley débil

En este contexto, ha habido la necesidad de regular el tema de la videovigilancia por parte del
Poder Legislativo, pero en el caso de países como México, la ley es todavía débil, por lo cual
muchos estamos indefensos ante las cámaras que ahora están instaladas por doquier, desde el
centro comercial hasta la escuela de nuestros hijos pasando por parques, jardines y todo tipo de
espacios públicos y privados.

La pobre regulación se centra todavía en los aspectos relativos a la privacidad y la protección de


datos, pero dejan de lado los efectos sociales de la vigilancia, que como ya vimos, no son pocos. La
poca normatividad sobre la videovigilancia deja en claro el desinterés por atender sus posibles
efectos en la sociedad, pero también debería estar en la discusión pública.

También podría gustarte