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Inferencia probatoria y
valoración conjunta de la prueba
Daniel González Lagier*
* Catedrático de Filosofía del Derecho. Universidad de Alicante.
Inferencia probatoria y valoración conjunta de la prueba. I. La valoración con
junta de la prueba y la inferencia probatoria; II. ¿Qué es una inferencia? Algunas
nociones de teoría de la argumentación; III. La estructura de la inferencia probato
ria y sus tipos; IV. El carácter prioritario pero probabilístico de la inferencia proba
toria empírica; V. Sistemas de valoración de la prueba: de la prueba legalmente
tasada a la libre valoración de la prueba; VI. Los criterios de racionalidad epistemo
lógica; VII. Utilidad y límites de los criterios de racionalidad epistemológica.
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356 Manual de razonamiento probatorio
de este razonamiento —el cual, además, tiene una estrecha similitud con la predic
ción y la explicación de eventos—.
Probablemente, las inferencias probatorias más famosas son las que el escritor
Arthur Conan Doyle pone en boca de su detective, Sherlock Holmes. Por ejem
plo, en Estudio en escarlata Holmes deja asombrado a su recién conocido Watson
al concluir, con el siguiente argumento, que este ha llegado de Afganistán:
He aquí a un caballero que responde al tipo de hombre de medicina, pero que tiene
un aire marcial. Es, por consiguiente, un médico militar con toda evidencia. Acaba
de llegar de países tropicales, porque su cara es de un fuerte color oscuro, color que
no es el natural de su cutis, porque sus muñecas son blancas. Ha pasado por su
frimientos y enfermedad, como lo pregona su cara macilenta. Ha sufrido una
herida en el brazo izquierdo. Lo mantiene rígido y de una manera forzada... ¿En qué
país tropical ha podido un médico del ejército inglés pasar por duros sufrimientos
y resultar herido en un brazo? Evidentemente, en el Afganistán.
—El gran factor, cuando se trata de resolver un problema de esta clase, es la capa
cidad para razonar hacia atrás. Esta es una cualidad muy útil y muy fácil, pero la
gente no se ejercita mucho en ella. En las tareas corrientes de la vida cotidiana
resulta de mayor utilidad el razonar hacia adelante, y por eso se la desatiende. Por
cada persona que sabe analizar, hay cincuenta que saben razonar por síntesis.
El razonamiento que realizan los jueces para dar por probados determinados
hechos es también un razonamiento que va desde unos hechos que se asumen
como conocidos hacia otros que son desconocidos o puestos en duda y que
deben ser descubiertos o “probados”.
1. Argumentos y opiniones
1
Para una profundización en la teoría de la argumentación jurídica, V. Atienza, Curso de argumentación
jurídica.
2
V. González Lagier, Quaestio Facti. Ensayos sobre prueba, causalidad y acción, cap. II.
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• “El hombre desea vivir en sociedad (premisa); por lo tanto, debe renun
ciar a una parte del bien privado en pro del bien público (conclusión)”
—Marqués de Sade—.
• “Debe haber sustancias simples (conclusión), puesto que las hay com
puestas (premisa); ya que una sustancia compuesta no es más que un
agregado de sustancias simples (premisa)” —Leibniz—.
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Algunos de ellos provienen de Copi, Introducción a la lógica.
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En estos últimos ejemplos no cabe distinguir entre aquello que se pretende sos
tener —la conclusión— y las razones que lo apoyan —las premisas—. En el caso
de la prueba, una mera descripción acerca de cómo supuestamente ocurrieron
los hechos del caso, no respaldada por razones —las pruebas—, no es —por sí
sola— un argumento.
Ahora bien, es cierto que no siempre es fácil la distinción entre meras opiniones
y argumentos porque, en las argumentaciones reales —fuera de los ejemplos de
los libros de texto—, los hablantes, con frecuencia, no explicitan todos los ele
mentos de sus argumentos, omitiendo alguna premisa o, incluso, la conclusión
—a estos argumentos podemos llamarlos argumentos incompletos o entimemas—.
No es que estos argumentos carezcan de esos elementos; es que el elemento que
falta está implícito. Tomemos, por ejemplo, el siguiente argumento:
2. Explicar y justificar
3. La justificación o
corrección de las inferencias
4
Cf. Atienza, Las razones del Derecho, pp. 4 y ss.
5
Aunque pueden ser relevantes para evaluar al decisor.
6
V. Wróblewski, “Legal syllogism and Rationality of Judicial Decision”, en Rechtstheorie.
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Por ejemplo:
a. Deducción
7
V. Peirce, “Sobre la clasificación natural de los argumentos”, en Escritos Lógicos; y Bonorino, “Sobre la
abducción”, en Doxa. Cuadernos de Filosofía del Derecho.
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con la realidad—. Lo único que quiere decir es que si las premisas fueran verdade
ras, dada la estructura del argumento, la conclusión sería necesariamente verdadera.
De manera que la lógica deductiva —el estudio de las inferencias deductivas— nos
ofrece esquemas de razonamiento que nos conducen a conclusiones fiables, siem
pre que estemos seguros de las premisas de las que hemos partido.
Ejemplo:
b. Inducción
Los argumentos inductivos son apropiados cuando conocemos una serie de casos
y resultados y queremos extraer la regla que correlaciona unos con otros. En los ar
gumentos inductivos extraemos una premisa de carácter general a partir del
examen de una serie limitada de supuestos particulares, de manera que la con
clusión siempre va más allá de las premisas. Es una generalización a partir de
ejemplos. En una inducción siempre hay un “salto” de las premisas a la conclu
sión, por lo que la verdad de unas no nos garantiza la verdad de la otra. La con
clusión de una inducción bien construida podrá ser más o menos probable, pero
nunca será infaliblemente verdadera. En una buena inducción, si las premisas
son verdaderas, la conclusión será probablemente verdadera. Las inducciones no
tienen una validez todo o nada, a diferencia de las deducciones; en el caso de los
argumentos no deductivos, en general, hay que hablar de grado de confirmación
de la conclusión o de “solidez” de la inferencia.
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Ejemplo:
c. Abducción
Ejemplo:
Hemos visto que uno de los criterios de corrección de los argumentos es su jus
tificación interna, esto es, que el paso de las premisas a la conclusión sea correcto
de acuerdo con las reglas de inferencia. Conocer las reglas de inferencia es, pues,
fundamental para una argumentación correcta.
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En el caso de los argumentos deductivos —en los que, como hemos visto, si las
premisas se toman como verdaderas, la conclusión debe tomarse como necesa
riamente verdadera—, las reglas de inferencia —las “leyes de la lógica”— son
relativas a la forma o estructura de los argumentos. Pensemos en el siguiente
argumento:
z es un caso de y.
Las reglas de inferencia lógica nos dicen, por tanto, cómo debe ser el argumento
—con independencia de su contenido, esto es, del significado de las premisas—
para que tenga una justificación interna completa. Un argumento que cumple
con las reglas de inferencia lógica es un argumento lógicamente válido —y, por
tanto, deductivo—.
q No p Si p, entonces r q
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Si p, entonces q.
No p.
no q.
Si p, entonces q.
q.
p.
Por ejemplo:
Ha llovido.
Los argumentos que infringen alguna regla de inferencia son falacias —si se infrin
gen reglas lógicas, son falacias formales o falacias lógicas; si se infringen reglas de
inferencia de carácter material, son falacias materiales—. Las falacias son argumen
tos incorrectos. Pueden resultar persuasivos, pero, si se examinan con detenimiento,
puede verse que al ser contrarios a alguna —o algunas— reglas de inferencia,
realmente no sirven para justificar la conclusión. Aceptar la conclusión de una
falacia es irracional.
Dos falacias que son muy frecuentes, y que debe evitar todo aquel que argumen
ta, son la petición de principio y la falacia del non sequitur. La petición de principio
consiste en introducir la conclusión a la que se quiere llegar —de forma más o
menos subrepticia— entre las premisas, convirtiendo al argumento en viciosamen
te circular.
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Por ejemplo:
Dios existe.
El agua es indispensable en nuestra vida; por tanto, sin agua no podríamos vivir.
Los indígenas de esta comunidad tienen reglas consuetudinarias bien arraigadas, respal
dadas por sanciones sociales, que les han permitido mantener un vínculo comunitario
fuerte. Por tanto, ninguno de ellos pudo haber cometido el delito que se investiga.
Por ello, recurre a introducir la conclusión entre las premisas o a usar premisas
que conducen a conclusiones distintas.
III. La estructura de la
inferencia probatoria y sus tipos
Enlace
Pruebas Hipótesis
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V. González Lagier, op. cit.
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Ejemplo 1:
El acusado fue detenido en las cercanías de la vivienda donde se cometió el robo, poco
después del momento de este, llevando los objetos sustraídos en dicha vivienda y portando
una palanca metálica. (Elementos de juicio)
Ejemplo 2:
En otras ocasiones, el enlace está constituido por normas o reglas dirigidas al juez
que lo obligan a aceptar como probados ciertos hechos cuando se dan ciertos
hechos previos. Se trata de enunciados normativos cuya forma es Si p, entonces
debe darse por probado q. A diferencia de las generalizaciones empíricas, se trata de
normas y no de enunciados verdaderos o falsos. Aunque a veces se les llama
presunciones legales, en realidad pueden proceder de otras fuentes normativas
—ley, jurisprudencia, costumbre, etcétera—. Dado su carácter normativo, son de
obligada consideración por el juez. Podemos llamar a estos enunciados reglas
de presunción o presunciones normativas. Explicitar el papel de las presunciones
normativas en el razonamiento probatorio (si es mejor considerar que cumplen
una función en el momento de valoración de la prueba o en un momento poste
rior, el de la decisión sobre los hechos probados) depende en última instancia de
cómo se entienda el término “prueba” en contextos jurídicos. Parecen coexistir
dos maneras de entenderlo (y para ambas hay buenas razones). Para la primera,
que llamaré “prueba en sentido amplio”, la prueba engloba todo tipo de ope
raciones que tienden a establecer la premisa fáctica del silogismo judicial, esto
es, la fijación de los hechos que el juez debe aceptar en su razonamiento para es
tablecer la consecuencia jurídica prevista en la norma. Esta es la perspectiva que
se asume en este capítulo. Desde esta perspectiva, todas las inferencias que tienen
que ver con la determinación de la premisa fáctica del silogismo judicial son in
ferencias probatorias, de manera que puede decirse que las presunciones norma
tivas cumplen el papel de indicarle autoritativamente al juez qué valoración debe
hacer de ciertos hechos (estableciendo los efectos probatorios de la acreditación
de esos hechos). Por ejemplo, cuando Taruffo define la “prueba legal” como “la
374 Manual de razonamiento probatorio
Ejemplo 1:
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Como se verá en el siguiente capítulo, puede haber buenas razones para sostener que las presunciones
que no admiten prueba en contrario —esto es, las presunciones iuris et de iure— no deben ser conside
radas genuinas presunciones.
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Ejemplo 2:
3. Inferencias probatorias
"conceptuales" o "interpretativas"
Por último, en el ámbito del razonamiento sobre hechos nos podemos encontrar
con inferencias que, a partir de ciertos elementos de juicio, califican o interpretan un
hecho bruto como un caso de uno u otro tipo de hecho. En estos casos, la función
de enlace la realiza una definición, teoría o regla conceptual. Estas definiciones
establecen que los hechos del tipo de los descritos en las premisas de la inferen
cia cuentan como —esto es, son subsumibles en— una cierta categoría de hechos
—una acción, una intención, una relación causal, etcétera—. Lo que está en
juego en este razonamiento no es tanto si ocurrió o no un determinado hecho,
sino su interpretación, es decir, su clasificación dentro de una u otra categoría
genérica de hechos. Por ello, podría cuestionarse que se considere un tipo de
argumento “probatorio”, pero, al fin y al cabo, decimos cosas como “Ha quedado
probado que el sujeto actuó intencionalmente” o “No ha quedado probado que
su omisión causara realmente algún daño”, donde que los hechos se califiquen de
“intencional”, “omisión” o “causa” depende de este tipo de inferencias. Veamos
algún ejemplo.
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Bibliografía
Cohen, J. L., Introduzione alla filosofia dell´induzione e della probabilità, Ed. Giuffrè,
Milán, 1998.
Ferrajoli, L., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Ed. Trotta, Barcelona,
1997.
González Lagier, D., Quaestio Facti. Ensayos sobre prueba, causalidad y acción,
Ed. Fontamara, México, 2013.