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LA RAZÓN
“La razón es por sí misma un asunto de fe. Es un acto de fe creer que nuestros
pensamientos tengan algo que ver con la realidad”.
G. K. Chesterton (1874-1936)
“El hombre tiene tal predilección por las deducciones abstractas que está
dispuesto a distorsionar la verdad intencionadamente, está dispuesto a negar la
evidencia de los sentidos en nombre de su lógica”.
Fedor Dostoievsky (1821-81)
“El que no razona es un burro; el que no razona está loco; el que no se atreve a
razonar es un esclavo”.
William Drummond (1855-1649)
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La razón
“La razón es la esclava de las pasiones”.
David Hume (1711-1776)
1. Introducción
Según Sherlock Holmes, el famoso detective inglés, “el crimen está muy extendido,
pero la lógica es inhabitual”. Holmes se preciaba de haber hecho de “la deducción y la
lógica” su “especialidad”. En el caso del robo de un valiosísimo caballo, un policía le
pregunta si hay algún detalle que le parezca significativo. “Sí”-contesta- “la curiosa
conducta del perro por la noche”. “El perro no ha hecho nada esta noche”, dice el
desafortunado policía. “Esa es la curiosa conducta”, le contesta Holmes. La solución
del caso se centrará en que el perro guardián no ladró, y por eso deduce Holmes que el
ladrón debe ser alguien a quien el perro conoce. Formalmente, el razonamiento de
Holmes quedaría así:
Las ventajas de este tipo de razonamiento son obvias. Nos permite inferir
consecuencias de lo que ya sabemos, sin necesidad de comprobarlas experimentalmente.
Otra de las grandes virtudes de la razón como fuente de conocimiento, es que nos da
certeza. Por tomar un ejemplo muy conocido, dado que todos los humanos son
mortales, como Sócrates es un hombre, necesariamente se sigue que Sócrates es mortal.
No hay “peros” que valgan, ni es una opinión personal o creencia cultural que hayamos
asumido. Dadas las premisas, se sigue una conclusión. No hay vueltas que darle. Tras
hacer reconocido la falibilidad de la percepción en el tema anterior, este grado de
certeza es un alivio. Por eso no es extraño que haya habido una corriente de filosofía,
llamada racionalismo, según la cual, la razón es la principal fuente de conocimiento.
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La razón
• El razonamiento deductivo
• El razonamiento inductivo
• Las falacias
A lo largo del tema, veremos una larga lista de falacias contra las que conviene
protegerse. Y tendremos que llegar a un juicio equilibrado sobre el valor y limitaciones
de la lógica.
Actividad 6.1.
2. El razonamiento deductivo
Como puedes ver, el argumento pasa de una afirmación general sobre todos los
perros, a una conclusión particular sobre Fido.
Los silogismos
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La razón
La verdad y la validez
Hay que distinguir la verdad de la validez, antes de ver más ejemplos de silogismos.
Aunque se usen estos dos términos indiferentemente, no significan lo mismo. La verdad
tiene que ver con lo que es el caso, la validez con si la conclusión se sigue de las
premisas; la verdad es una característica de las proposiciones (frases), la validez lo es de
los argumentos. Para no confundirte, procura no decir que un argumento es verdadero o
falso, sino si es válido o inválido.
Tanto las premisas como la conclusión son falsas, pero el argumento es válido por sí
mismo. Para entender esto, imagina un planeta –llamado Zog- donde todos los bumbos
son zumbos, y Colt es un bumbo. Concluirías de inmediato que Colt es un zumbo
necesariamente.
Hay que destacar que un argumento puede ser válido no sólo cuando las premisas y la
conclusión son falsas –como en el ejemplo anterior- sino también cuando las premisas
son falsas y la conclusión verdadera. Por ejemplo:
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La razón
Actividad 6.2
Inventa tus propios silogismos válidos con cada una de estas condiciones:
-dos premisas verdaderas y una conclusión verdadera.
-una premisa verdadera, una premisa falsa y una conclusión verdadera.
-una premisa verdadera, una premisa falsa y una conclusión falsa.
-dos premisas falsas y una conclusión verdadera.
-dos premisas falsas y una conclusión verdadera.
Como hemos dicho, la lógica pura sólo se refiere a la estructura de los argumentos.
No importa que las premisas sean falsas, o no tengan sentido. Lo que importa es que la
conclusión se extrae lógicamente de las premisas. Analiza el siguiente silogismo:
Aunque blim, blam o blom, son palabras sin sentido, podemos decir con total certeza
que si todos los blims son blams, y algunos blims son bloms, entonces algunos blams
son bloms. Esto implica que una vez hayamos determinado si la estructura de un
argumento es válida o inválida, podremos decir que todo argumento con la misma
estructura será también válido (o inválido). La estructura del argumento anterior es:
Todo X es Y.
Algunos X son Z.
Luego algunos Y son Z.
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La razón
También se pueden usar los diagramas de Venn para demostrar que un argumento es
inválido. Por ejemplo:
Como ves, la validez de un argumento no tiene que ver con la verdad o falsedad de
las premisas. Así que simplemente porque un argumento sea válido, no se sigue que la
conclusión sea verdadera. Para estar seguro de que la conclusión de un argumento es
verdadera, deberías poder contestar que sí a las siguientes preguntas:
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La razón
afirmarla explícitamente. A un argumento incompleto de este tipo se le llama
entimema.
Actividad 6.3
Completa con la premisa que falta en los siguientes entimemas:
1. Sofía ha sido becada por el CSIC, así que es muy inteligente.
2. Francisco es político, así que está mintiendo.
3. La petanca debería ser deporte olímpico, porque los jugadores se entrenan
y se preparan.
4. Puesto que comer carne es natural, no hay nada inmoral en ello.
3. El razonamiento inductivo
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La razón
encima de la mesa, pero a un perro eso le molesta. Así que el lenguaje puede ser
considerado como una sabiduría heredada común sobre cómo se organiza el mundo; y
nuestra tendencia a encontrar regularidades en la naturaleza, poniéndole etiquetas
después, es necesaria para sobrevivir.
Actividad 6.4
1. Si alguien te dice, “nunca deberías generalizar”, hay un sentido en el que se
contradice. ¿Por qué y qué conclusión extraes de ello?
2. Mi perro, Chipo, se entusiasma cuando cojo la cadena, y parece que sabe
que está a punto de salir de paseo. ¿Te parece que usa el razonamiento
inductivo para predecir el futuro? ¿Significa eso que es capaz de razonar?
Actividad 6.5
¿Qué porcentaje del metal que hay en el mundo crees que los científicos han
observado para ver si se expande con el calor? ¿Qué te sugiere esto sobre la
certeza de las leyes científicas?
Cuando comparamos inducción con deducción, decimos que la primera nos da más
información porque nos permite hacer generalizaciones sobre el mundo, pero la segunda
es más segura. Se puede resumir la diferencia entre ambas como sigue:
Deducción Inducción
Definición Razonamiento que pasa de lo Razonamiento que pasa de lo
general a lo particular. particular a lo general.
Ejemplo Todos los metales se expanden El metal A se expande con el
con el calor. calor; el metal B y C también.
A es un metal. Luego todos los metales se
Luego A se expande con el calor. expanden con el calor.
Valor Más segura, pero da menos Da más información, pero es
información. menos segura que la deducción.
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La razón
Sherlock Holmes de que el ladrón era alguien a quien el perro conocía, depende de que
la premisa “los perros guardianes ladran a los desconocidos”, sea verdadera. ¡Y sólo
podemos saber eso por inducción! Los perros guardianes A, B, C, D, E…ladran a los
desconocidos. Así que todos los perros guardianes ladran a los desconocidos. La
conclusión de Holmes es pues tan segura como las premisas inductivas en las que se
basa.
Incluso una generalización bien fundada puede fallarnos. Puede que la silla en la que
me he sentado tantas veces, se rompa. Los europeos creían que todos los cisnes son
blancos, hasta que llegaron a Australia, y descubrieron que algunos son negros.
Regularidades establecidas como que “el agua hierve a 100º”, resultan ser falsas si
subimos a la cima de una montaña.
Actividad 6.6
1. Pon un ejemplo de una generalización precipitada que tú hayas hecho.
2. ¿Por qué crees que la gente tiene a hacer generalizaciones tan
rápidamente?
3. ¿Qué diferencia hay entre un prejuicio, una generalización y una ley
científica?
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La razón
1. Número de casos. Debemos basarnos en un número razonable de casos. Si sólo
has visto a un perro nadando, no basta para concluir que “todos los perros
nadan”.
2. Variedad de circunstancias. Debemos hacer observaciones en variedad de
circunstancias. Habría pues que observar perros de distintas razas y edades.
3. Excepciones. Deberíamos indagar si hay contraejemplos. Podríamos, por
ejemplo, preguntar si alguien tiene un perro que no sepa nadar. Eso evitaría la
confirmación de la preferencia.
4. Coherencia. Debemos exigir más pruebas para lo que resulta sorprendente que
para lo que nos parece habitual. Es más difícil convencerme de que todos los
perros pueden caminar sobre las patas traseras, que de que saben nadar.
5. Área de conocimiento. Tenemos que ser conscientes de en qué área de
conocimiento nos encontramos, puesto que tenemos que tener presente que las
generalizaciones tienden a ser más fiables en las ciencias naturales que en las
ciencias sociales. Por ejemplo: si calientas cristales de sulfato de cobre, siempre
pasan del color azul al blanco. Pero si hacemos experimentos sobre la conducta
de perros, los resultados son menos predecibles. Y en el caso de los humanos –el
más complejo de los animales- es mucho más difícil de predecir aún. Por eso
hay más generalizaciones fiables en química que en economía.
Aunque estos criterios nos pueden ayudar a distinguir entre buenas y malas
generalizaciones, no hay reglas precisas. ¿Cuántas veces debería un equipo de
científicos repetir un experimento para concluir que han descubierto una nueva ley de
la naturaleza? Podemos dar un consejo general, como “cuanto más complejo sea el
fenómeno, o más sorprendente sea el resultado, más experimentos conviene hacer”.
Pero no hay un número estipulado. Lo más que podemos decir, es que cuantas más
veces hayamos confirmado un resultado, más confiaremos en la generalización.
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La razón
4. El razonamiento informal
La falacia ad hominem
La falacia ad hominem (literalmente, “contra el hombre”) consiste en atacar o
apoyar lo que una persona dice por ser quién o cómo es, sin considerar las razones en
que se basa su argumento. Supongamos que mantienes una crítica al gobierno, y te
contestan que eres demasiado joven e idealista como para saber de lo que hablas; se está
cometiendo una falacia ad hominem. En lugar de analizar o criticar tus razones,
simplemente se te descalifica o critica a ti. De la misma forma, si pido un aumento
salarial para los profesores, y rechazáis lo que digo por el mero hecho de ser profesor,
también razonáis ad hominem. El hecho de que por ser profesor yo pueda tener un
interés particular en el salario de los docentes, hace que se dude de mis argumentos,
pero no es una razón para rechazarlos. Tienes que analizar si es cierto lo que digo o no.
Aunque la falacia ad hominem se suele usar para criticar a alguien, también puede
usarse para apoyarle. Si dices “Einstein estaba a favor de imponer un gobierno mundial,
así que tiene que ser muy buena idea”, de nuevo te fijas en la persona más que en lo que
dice. Lo mismo ocurre cuando argumentamos que la mayor parte de la gente defiende
algo para creer en ello. Que la mayor parte de la gente crea algo, no lo convierte en
verdad. De hecho, hubo épocas en las que se justificaba la esclavitud o se negaba el voto
a las mujeres.
Esto nos lleva al problema de si podemos defender un argumento sobre la base de que
confiamos en alguien. Lo ideal sería que siempre analizáramos las cosas por nosotros
mismos, pero en la realidad no tenemos tiempo ni conocimientos para hacerlo. Así que
será más razonable confiar en los argumentos de alguien siempre que sea una autoridad
en ese campo. Si dices, “eso es cierto porque lo dijo Einstein”, será más acertado si
estás discutiendo la teoría de la relatividad que si estás hablando de ética, política o
religión, áreas en las que Einstein no era ninguna autoridad. Sobre esto, vale la pena
tener en cuenta las palabras del psicólogo inglés Hans Eysenck (1916-97):
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La razón
El filósofo Leo Strauss propuso irónicamente una variante de la falacia ad hominem,
que denominó reductio ad hitlerum. Strauss planteaba que si una discusión se alarga lo
suficiente, siempre acaba alguien acusando de fascismo a la otra parte.
La falacia post hoc ergo propter hoc (literalmente, “después de esto, por tanto a causa
de esto”), consiste en asumir que porque una cosa –B- se da después de otra –A-,
entonces A es causa de B.
Incluso cuando un suceso es seguido regularmente de otro, no se sigue
necesariamente que el primero sea causa del segundo. Por ejemplo, la noche es seguida
regularmente por el día, sin que la causa del día sea la noche. La previsión del tiempo
es seguida regularmente por el tiempo del día siguiente, sin que la previsión sea la
causa del tiempo. La venta de anillos de boda es seguida regularmente de bodas, pero
los anillos no son la causa del matrimonio. En estos ejemplos, una cosa sigue a otra,
pero es causada por otros factores: la rotación de la Tierra, las condiciones atmosféricas,
o la decisión de casarse.
Actividad 6. 7
¿Cómo explicarías la conocida observación –basada en evidencias estadísticas- de
que el número de iglesias es directamente proporcional al de prostitutas?
Conviene no decir que se está cometiendo esta falacia cuando en realidad no es así.
Durante muchos años, las industrias tabacaleras reconocían que había una correlación
estadística entre el consumo de tabaco y el cáncer, pero negaban que hubiera una
relación causal entre ambos. Mantenían que quien dijera “fumar provoca cáncer” estaba
cometiendo una falacia post hoc ergo propter hoc. Era un hábil ardid, pero el hecho es
que además del correlato estadístico, hay otras pruebas de que fumar produce cáncer.
En general, podemos decir que un correlato entre dos cosas puede ser una indicación
preliminar de que hay una relación causal entre ambas. Por ejemplo, si observo que la
incidencia de ataques de corazón es más baja entre la gente que bebe un vaso de vino
tinto al día, puede valer la pena investigar más profundamente el asunto. La falacia se
comete cuando se pasa precipitadamente a la conclusión de que el vino tinto previene
las enfermedades del corazón.
Actividad 6.8
Falacia de afirmación de antecedente es sinómino de falacia post hoc ergo propter
hoc. ¿Recuerdas por qué hemos hablado esto anteriormente y quién la había
cometido?
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La razón
El razonamiento circular o el círculo vicioso
¿Cómo sabes que Jesús es hijo de Dios? Porque lo dijo y el hijo de Dios no miente.
¿Cómo sabes que Jesús no miente? Porque es el hijo de Dios.
El equívoco es una falacia en la que se usa una misma palabra en dos sentidos
diferentes a lo largo de un argumento.
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La razón
La falacia ad ignoratiam
Actividad 6.9
Observa atentamente el último ejemplo. En los marcos jurídicos modernos, un
acusado es inocente hasta que se demuestra su culpabilidad. ¿Es eso una falacia ad
ignorantiam? Si así es, ¿deberíamos abandonar la presunción de que se es inocente
hasta que se demuestre lo contrario?
La falacia tu quoque
La expresión “tu quoque” significa tú también, y da nombre a todos aquellos
argumentos en los que no se presentan razones para replicar a una acusación, sino que
se devuelve la ofensa al acusador. Un ejemplo:
La falsa analogía
Con la intención de convencer a la gente de algo, nos valemos de analogías –
comparaciones- en las que apoyar nuestros argumentos, lo que no es más que un recurso
retórico. Se produce una falsa analogía cuando asumimos que como dos cosas se
parecen en algún aspecto, también se parecen en otros. Veamos un ejemplo habitual y
sentimentaloide:
“Igual que la lluvia acaba erosionando las montañas más altas, también en la vida,
la persistencia y la paciencia pueden resolver cualquier problema”.
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La razón
Puede que sí, y puede que no. La cuestión es que hay poco parecido entre la acción
de la lluvia en las montañas, y la de la paciencia en nuestros problemas. El motivo es
que la lluvia tarda millones de años en erosionar las montañas, mientras que nosotros no
tenemos tanto tiempo para resolver nuestros problemas.
Actividad 6.10
La falacia ad baculum
Los términos “ad baculum” significan “al bastón”, y en el contexto de las falacias se
refieren a aquellos argumentos que apelan a la fuerza o poder de algo o alguien, como
razón conclusiva para establecer la verdad de la conclusión. Es frecuente usar este tipo
de argumento falaz cuando faltan o fracasan los argumentos racionales, y suelen
cometer la falacia ad baculum las personas que detentan poder, ya sea económico,
político, social, etc.
Actividad 6.11
¿Cometen tus profesores falacias “ad baculum”? ¿Cualquier forma de autoridad
se traduce en falacias de este tipo?
La falacia ad populum
Cuando en un argumento se omiten las razones pertinentes que pueden llevar a la
aceptación o rechazo de su conclusión y se invocan, por el contrario, “razones”, hechos
o circunstancias (imaginarios o reales) con la finalidad de excitar los sentimientos y
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La razón
emociones del auditorio, nos encontramos con un argumento falaz que se denomina “ad
populum”. Es un argumento dirigido a un grupo de personas –“al pueblo”- con la
intención de provocar en ellas sentimientos que les hagan adoptar el punto de vista del
hablante.
Recurren frecuentemente a este tipo de falacia los vendedores, los comentaristas y los
políticos que intentan inclinar a una multitud hacia alguna opinión (muchas veces
seguida de una acción). El demagogo populista –como bien podemos calificar a quien se
vale de falacias ad populum- no presenta datos, pruebas y argumentos racionales, sino
que sigue un camino más corto: el de apelar a los sentimientos del auditorio.
Actividad 6.12
¿Sabes qué pasó en Atenas tras la batalla de las Arginusas y el discurso que dio
Calíxeno al día siguiente?
¿Quieres una ciudad segura, donde puedas salir sin peligro por las
noches? ¿Quieres poner fin al constante aumento de los impuestos
urbanos? Vota a tal y cual.
La falacia ad verecundiam
La falacia ad verecundiam –significa apelación a la fama- se comete cuando se
recurre al sentimiento de respeto que se tiene a una persona conocida, para conseguir el
asentimiento a una conclusión. El esquema es sencillo:
A afirma p.
Por tanto, p.
Ocurre, sin embargo, que no todos los argumentos que se ajustan a este esquema son
falacias. Muchas veces, cuando hablamos sobre algo de lo que no tenemos una idea
clara y precisa, nos procuramos cierta ayuda citando a alguien que sí es un experto en la
materia. Actuar de esta forma, no nos da una garantía absoluta sobre la verdad de lo que
afirmamos, pues incluso los expertos se equivocan, aunque sí da cierto apoyo a nuestra
opinión. Proceder así no es argumentar falazmente. Sólo cuando la persona a quien se
atribuye la afirmación “p” no es ningún especialista o entendido en el tema, por
eminente que sea en otros temas, se incurre en este tipo de falacia.
El falso dilema
Esta falacia consiste en asumir que sólo hay dos alternativas, cuando de hecho hay
un abanico más amplio de opciones. Por ejemplo, supongamos que alguien pregunta:
¿Quieren cerrar escuelas y hospitales los que abogan por un mayor gasto militar?
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La razón
De forma implícita, al plantear así las cosas, se supone que sólo hay dos opciones: o
se gasta el dinero en gasto militar o se mantienen abiertas las escuelas y hospitales. Si
prefieres no tocar el gasto educativo y salud, no apoyarás el aumento en gasto militar.
Pero hay más opciones. Un aumento de los impuestos permitiría ambos gastos a la vez.
Una razón por la que el falso dilema es falaz, es que nos hace ver el mundo en
términos de blanco o negro. Este pensamiento binario puede haber sido útil para
nuestros antepasados en situaciones de urgencia, pero no lo es en el mundo actual, en el
que las cosas son más complejas, y siempre hay escalas de grises.
Actividad 6.13
Identifica los siguientes argumentos. Puede haber silogismos válidos o inválidos.
1. Desde que se introdujo una ley para el control de armas en Dodge City, la
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La razón
tasa de delincuencia ha aumentado. Esto demuestra que el control de
armas no reduce el crimen.
2. Ana dice que confía en mí, y debe ser verdad, porque ella no mentiría a
alguien en quien confía.
3. El fin justifica los medios. Después de todo, para hacer una tortilla, hay
que romper los huevos.
4. Como los ingleses siempre hablan del tiempo, si oyes a alguien que habla de
la previsión atmosférica, es que es inglés.
5. Puesto que muchos grandes científicos han creído en Dios, debe haber algo
de cierto en la religión.
6. Nos hemos llevado muy bien cuando hemos salido. Congeniamos.
¡Casémonos!
7. O eres parte de la solución o eres parte del problema.
8. La familia media holandesa tiene 2,5 hijos. Los van der Hoogenband son
un matrimonio muy normal. Seguro que tiene 2,5 hijos.
9. Como nadie ha probado que estemos solos en el universo, podemos
concluir que existen otras formas de vida en el cosmos.
10. Muchas grandes artistas no fueron reconocidos en vida. Como mis obras
no han sido premiadas ni admiradas, debo ser un gran artista.
11. Hay dos candidatos para representar a los estudiantes (Brenda y Álvaro).
Como sé que no ha votado a Álvaro, ha votado a Brenda.
12. Como nadie triunfa sin mucho esfuerzo, el hecho de que te hayan ido mal
los exámenes demuestra que has estado holgazaneando.
13. La ciencia pretende descubrir leyes. La existencia de leyes implica que hay
alguien que las hace. Así pues, la ciencia acepta que Dios existe.
14. No ha habido ningún escándalo sobre ese senador. Así que seguro que es
una persona honesta.
15. De la misma forma que cuidamos mejor un coche de nuestra propiedad
que uno alquilado, el propietario de un esclavo cuidará mejor a su esclavo
que un empresario a sus trabajadores.
16. Ignorar la posibilidad de que América fuera descubierta por africanos,
simplemente porque no se han encontrado pruebas, es arrogante. Que no
tengamos pruebas de un hecho, no quiere decir que no haya ocurrido.
17. En la lucha contra el terrorismo, o estás con nosotros o contra nosotros.
18. Los ingleses no saben cocinar. Si es realmente inglés, es evidente que no
sabrá cocinar.
19. Los chinos son numerosos. Confucio es chino. Luego Confucio es
numeroso.
20. Profesor, la nota que me ha puesto es injusta. Tenga en cuenta que trabajo
todo el día en una oficina repleta de gente, y luego en casa con mis 12
hermanos. Comprenda que no tengo tiempo para estudiar.
21. En época de crisis bajan los salarios, y vemos con malos ojos tener que
pagar impuestos. Cuanto más servicios, más impuestos; por ello, estoy en
contra de la construcción de zonas de recreo. Todos, en realidad, lo
estamos.
22. La llamada conjetura de Goldbach, que dice todo número par es la suma
de dos números primos, no ha sido demostrada aún. Por tanto, no es una
conjetura científica.
23. Es de esperar que el director se oponga a celebrar un baile de disfraces a
final de curso, pues, como todo director de instituto, querrá que no se
deteriore el edificio.
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La razón
24. La construcción de la presa requiere mucha mano de obra, Sr. Presidente.
¿Acaso los cuatro mil parados de este valle no tienen depositadas sus
esperanzas en la persona a la que votan?
25. No tenemos la menor prueba de que ellos no quieran empezar la tercera
guerra mundial. Así que debemos armarnos al máximo para neutralizar su
primer ataque.
26. Es extraño que seas tú el que dé argumentos contra el plan. Hace unos años
eras tú el que con más tenacidad lo defendías.
27. El Alcalde afirma que impedir el aparcamiento en el centro de la ciudad no
perjudicará al comercio. ¿Es el Sr. Alcalde un experto en comercio?
Si nos preguntamos por qué razonamos mal, o cometemos las falacias que hemos
citado, veremos que hay cuatro razones principales: la ignorancia, la pereza, el orgullo y
el prejuicio. A veces no nos damos cuenta de que razonamos falazmente, otras, hemos
desarrollado hábitos fijos de pensamiento que nos da pereza revisar. Psicológicamente,
es más fácil mantener creencias simples en las que confiamos, que quedar atascados
comprobándolo todo. El orgullo también juega un papel: nos gusta pensar de nosotros
mismos que somos razonables, pero cuando se despierta una discusión, nos interesa más
ganar que descubrir la verdad. La lógica y el arte de razonar, puede conducir a la
retórica, el arte de la persuasión, de forma que nos valemos de cualquier argumento –
válido o no- para defender nuestra posición. En los peores casos, simplemente
arrancamos con nuestros prejuicios, y manufacturamos malos argumentos para
justificarlos.
5. La razón y la certeza
Hemos visto tres tipos de razonamiento: el deductivo, el inductivo y el informal. La
prueba de que no podemos fiarnos siempre de la razón es que se pueden cometer
falacias en cada uno de esos tipos de razonamiento. Además, como hemos visto, las
conclusiones de los razonamientos deductivos no son más ciertos que las premisas en
que se basan. En la práctica, la razón es un medio de salvaguardar la verdad siempre que
empieces con la verdad y razones de forma válida. Si cumples ambas condiciones, darás
con la verdad.
No obstante, el razonamiento lógico no puede ser puesto en cuestión como forma de
pensamiento. La causa de que así sea son las tres leyes del pensamiento.
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La razón
Probablemente, estas tres leyes te sorprenderán porque te parecen evidentes. Si algo
es un plátano, entonces tiene que ser un plátano. Y como es un plátano, entonces no
puede no ser un plátano. Por último, si pones a la izquierda todos los plátanos del
mundo, y todo lo que no es plátano a la derecha, no quedará nada en medio flotando en
la incertidumbre sobre si es o no un plátano.
¿Qué podríamos decir entonces a alguien que se preguntara por qué tengo que
razonar lógicamente? De entrada, la pregunta es autocontradictoria porque al preguntar
por las razones, ya se está dando valor a la lógica. Una proposición como “la lógica es
inútil” también es autocontradictoria, porque al hacerla, ya excluyes que la lógica sea
útil, y por tanto estás presuponiendo la utilidad del principio de no contradicción. El
hecho es que la lógica está presupuesta en todo acto de comunicación, y cualquier
proposición p que hagas –si significa algo- excluye la afirmación contraria no p.
¿Pero puede tener una pareja una relación de amor y odio? Y si es así, ¿no quiere eso
decir que se puede amar y odiar a alguien? Bueno, pues sí puede ser así en un sentido,
pero no en el sentido de que anule la lógica. Porque no puedes amar y odiar a la misma
persona de la misma forma al mismo tiempo. Lo que queremos decir cuando decimos
que se tiene una relación amor-odio con alguien, es que se ama a alguien de
determinada forma en determinado momento, pero eso puede cambiar en otros
momentos. Y eso, desde luego, no invalida la lógica.
La lógica está tan presente en nuestros pensamientos y actos, que si alguien la
ignorara y se contradijera continuamente, nos frustraría tanto que probablemente
dejaríamos de hablarle.
Actividad 6.14
¿Cuál es la diferencia entre ser irracional y estar loco? ¿Cómo de irracional tiene
que ser alguien para que le califiques de loco?
1. No podemos estar seguros de que las leyes de la lógica sean las del mundo, además
de las de nuestra forma de pensar. Chesterton (1874-1936) afirmó que “es un acto de fe
creer que nuestros pensamientos tienen algo que ver con la realidad en absoluto”, lo
que le llevó a la conclusión de que “la razón es por sí misma un asunto de fe”.
2. La lógica depende del lenguaje al presuponer que podemos organizar el mundo con
categorías precisas. Pero en realidad eso no es posible. ¿Quién puede decir cuándo
empieza el día y cuándo termina la noche? Incluso el concepto de manzana es borroso
en los extremos; si modificásemos una manzana genéticamente, podríamos tener un
caso en el que fuera imposible decir si todavía es una manzana o ha dejado de serlo.
Bertrand Russell resumió este asunto de la siguiente forma:
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La razón
La ley del tercero excluido es verdadera cuando se usan términos
precisos, pero deja de serlo cuando se usan términos vagos, como lo
son todos, en realidad.
3. Si nos tomamos en serio la idea de que todo está en constante cambio, entonces nada
es igual a sí mismo dos momentos seguidos, y nada es verdadero ni lógico. Esto es
precisamente lo que quería decir Heráclito de Éfeso (540-470 a. J.C.) cuando afirmó
que “nunca nos bañamos dos veces en el mismo río”.
Estas dudas son muy abstractas, pero prueban que se puede dudar incluso de las
leyes básicas de la lógica. En la práctica, sin embargo, no se puede abandonar la lógica.
Tanto nuestro conocimiento como nuestros actos se vendrían abajo.
Actividad 6.15
1. ¿Hasta qué punto somos los humanos como el pavo inductivista de Russell?
2. El pavo inductivista estaba equivocado, pero ¿era su creencia razonable? ¿Qué
te sugiere esto sobre la relación entre razón y verdad?
La historia del pavo inductivista es un invento, pero ilustra que las generalizaciones
bien confirmadas pueden fallarnos. Por ejemplo, las leyes del movimiento de Newton
fueron confirmadas por infinitud de casos particulares durante más de 200 años. Y sin
embargo, resultaron ser falsas, o, como mínimo, sólo una aproximación a la verdad.
A pesar de que el valor de cara a la superviviencia del razonamiento inductivo es
obvio, nos preguntamos cómo podemos saber si el futuro será igual al pasado en algún
sentido. ¿Cómo podemos estar seguros de que las leyes de la física, como cualquier otra
regularidad cotidiana que doy por garantizada, no cambiarán de repente mañana?
Imagina, por ejemplo, que te despiertas por la mañana convertido en un insecto, como le
ocurre al personaje de Kafka (1883-1924) en la novela La metamorfosis. Como se trata
de un ejemplo literario, insistirás en que sabes que eso no puede pasar. Después de todo,
el mundo y la naturaleza se muestran lo suficientemente constantes como para que no te
conviertas en un insecto. Pero esto ha sido cierto hasta ahora; ¿Cómo sabes que la
naturaleza no cambiará repentinamente a partir de ahora mismo?
Actividad 6.16
Los defensores del razonamiento inductivo han cometido tradicionalmente una
falacia de petición de principio o de razonamiento circular. ¿Por qué?
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La razón
6. El pensamiento lateral
Acabamos de ver que aunque haya dudas filosóficas sobre el razonamiento deductivo
y el inductivo, sería difícil –si no imposible- sobrevivir sin valerse de ellos. Dicho esto,
conviene señalar que podemos caer en lo que se ha llamado “la trampa de la
consistencia”. Una vez tienes una opinión sobre algo, resulta difícil cambiar de opinión
sin perder. Leon Tolstoy observó:
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La razón
Actividad 6.17
1. ¿Qué te parece más fácil?: ¿Defender tus convicciones o cuestionar tus
convicciones?
2. “Un loco no es un hombre que ha perdido la razón. Un loco es un hombre
que lo ha perdido todo menos la razón” (G.K. Chesterton, 1874-1936).
¿Deberías ser siempre tan racional como fuera posible, o hay peligros en
ser demasiado racional?
Su posición es que, como no podemos confiar en que la lógica tradicional nos dé ideas
nuevas, necesitamos adoptar una forma más creativa de pensar que nos anime a buscar
activamente soluciones mejore a los problemas.
Actividad 6.18
4. Conecta las 9 cruces con cuatro trazos rectos solamente, sin levantar el
bolígrafo del papel:
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La razón
+ + +
+ + +
+ + +
Veamos un ejemplo. Los atajos son una especie de cálculo chapucero que usamos
profusamente y que, según algunos, habría que corregir desde la escuela. Sin embargo,
aunque no sean técnicamente correctos, suelen conducir a valoraciones y tomas de
decisiones que no resultan, en general, equivocadas ni tienen consecuencias negativas,
sino más bien lo contrario: permiten agilizar nuestro comportamiento en el mundo y
funcionar de modo eficaz en situaciones complicadas. Imaginemos que volvemos a casa
de madrugada, y alguien con aspecto “raro”, justamente delante de nosotros, se mete en
el ascenso. ¿Qué hacemos? ¿Nos metemos en el ascensor sin más? ¿Le hacemos un test
de personalidad de urgencia? ¿Nos ponemos a gritar? Estas decisiones, quizá no muy
complejas pero sí muy comprometedoras por no disponer de toda la información y tener
que ejecutarlas rápidamente, son las que tenemos que realizar de forma cotidiana. Un
análisis óptimo y concienzudo, sería incompatible con una toma de decisión efectiva. En
estos casos, los heurísticos juegan un papel trascendental. Veamos otro ejemplo. Si
viene un perro corriendo y ladrando detrás de nosotros, ¿debemos hacer un análisis
exhaustivo de todas las posibilidades “racionales” antes de tomar una decisión? Seguro
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La razón
que no. Lo que nuestro peculiar ordenador mental hará es considerar –de modo
inadecuado, pues finalmente, se trataba de un simpático animal que venía a nuestro
encuentro para jugar- que esa escena es representativa de la siguiente situación:
“¡Atención! ¡Perro mordedor a la vista! ¡Haz algo para defenderte o escapar!”.
Seguramente, han acudido al instante a nuestra memoria escenas o malas experiencias
pasadas con perros, y, basándonos en esa información parcial y selectiva, hemos
actuado. Hemos empleado un “atajo mental” con provecho, como en muchas ocasiones
que nos suceden a diario.
Conclusión
Al principio del tema, hemos visto que los filósofos racionalistas –como Descartes-
creen que la razón es una forma de conocimiento que nos da certeza. Pero hemos visto
que esta afirmación es dudosa, porque la razón es tan segura como las premisas en las
que se basa, y siempre cabe la posibilidad de que hayamos argumentado mal, al pasar de
las premisas a la conclusión. Hay dudas filosóficas sobre la deducción y la inducción,
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La razón
aunque en la práctica se hace difícil ver cómo nos las podríamos apañar sin estas dos
formas de razonamiento.
Lo que se extrae de este tema, es que la razón –como otras formas de conocimiento-
es un arma de doble filo. Necesitamos razonar para tener creencias consistentes sobre el
mundo, pero podemos quedar atrapados en la “prisión de la lógica”, lo que puede
sofocar nuestra creatividad. Además, no siempre la razón es apropiada, y si alguien es
demasiado racional, se convierte en un autómata frío y sin sentimientos. En la vida
privada, por ejemplo, la mejor forma de zanjar una discusión con un ser querido, puede
ser mostrándole empatía y comprensión, en lugar de hacerle ver que es inconsistente.
Además, hay situaciones en las que tomamos decisiones efectivas y rápidas, sin que
tengan verdadero fundamento racional. La razón no se desconecta completamente de la
emoción. Habrá que ver si ésta puede -y cómo- contribuir al conocimiento del mundo.
Puntos clave
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La razón
TEXTOS
Texto nº 1
Skinner dejó solas a un grupo de palomas en su jaula durante doce horas, pero
dispuso las cosas de manera que una tolva automática arrojara a los hambrientos
animales unos pocos granos de maíz a intervalos regulares. Cuando Skinner volvió a la
mañana siguiente, encontró que los animales se comportaban de una manera muy
extraña. Algunas palomas saltaban sobre una pata; otras hacían piruetas con una sola ala
en el aire; otras estiraban el cuello hacia lo alto. ¿Qué había sucedido? Los animales, en
el curso de sus exploraciones, estaban por casualidad haciendo ese movimiento concreto
cuando la tolva arrojó un grano. La paloma, no versada en la falacia post hoc ergo
propter hoc, imaginó que el movimiento que precedió al maíz lo había realmente
provocado, e inmediatamente empezó a repetir el mismo movimiento una y otra vez.
Texto nº 2
Los historiadores, los detectives y los fontaneros –de hecho, todos los seres
humanos- utilizan los mismos métodos básicos de inducción, de deducción y de
evaluación de los datos que los físicos o los bioquímicos. La ciencia moderna intenta
hacerlo de una forma mucho más cuidadosa o sistemática, usando controles y pruebas
estadísticas, repitiendo experimentos, etc. (…).
Llegados a este punto de la discusión, el escéptico radical o el relativista pedirá que
se diferencie la ciencia de otros tipos de discursos sobre la realidad (las religiones o los
mitos, por ejemplo, o las pseudociencias, como la astrología) y, sobre todo, que se
especifiquen los criterios utilizados para llevar a cabo esa distinción. Nuestra respuesta
ha de ser matizada. Ante todo, hay que tener en cuenta la existencia de unos principios
epistemológicos generales, aunque básicamente negativos, que se remontan al siglo
XVII: desconfiar de los argumentos apriorísticos, de la revelación, de los textos
sagrados, y de los argumentos de autoridad. Además, la experiencia acumulada durante
tres siglos de práctica científica nos ha proporcionado toda una serie de principios
metodológicos más o menos generales (repetir las experiencias, utilizar controles,
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La razón
probar los fármacos con experimentos de doble ciego, etc.) que se pueden justificar con
argumentos racionales. Sin embargo, no pretendemos que esos principios se puedan
codificar definitivamente ni que su lista sea exhaustiva. Dicho de otro modo, no existe
ninguna codificación completa de la racionalidad científica y dudamos seriamente que
pueda llegar a haberla. Al fin y al cabo, el futuro es en sí mismo impredecible; la
racionalidad siempre implica una adaptación a una situación nueva. No obstante, y ahí
radican las diferencias entre nosotros y los escépticos radicales, creemos que las teorías
científicas bien desarrolladas se fundan por lo general en buenos argumentos, aunque es
difícil apreciar su racionalidad sin analizarlos caso por caso.
Para ilustrar estas ideas, consideremos un ejemplo intermedio entre el conocimiento
científico y el conocimiento ordinario: las investigaciones policiales. Hay casos en que
ni el escéptico más recalcitrante pondrá en duda que, en la práctica, se ha encontrado
realmente al culpable. Uno puede, en definitiva, tener el arma del crimen, las huellas
digitales, muestras de ADN, documentos, el móvil, etc. Sin embargo, el desarrollo de
las pesquisas puede ser bastante complejo. El investigador tiene que tomar decisiones
(sobre las pistas que hay que seguir, sobre las pruebas que hay que buscar, etc.) y
extraer conclusiones provisionales de la información –siempre incompleta- de que
dispone. Casi toda investigación infiere lo no observado (quién cometió el crimen) a
partir de lo observado. Y aquí, como en la ciencia, hay inferencias más racionales que
otras. La investigación puede haber sido una chapuza o “las pruebas” pueden haber sido
amañadas por la policía. Pero no existe ningún medio que permita decidir a priori,
independientemente de las circunstancias, lo que distingue una buena de una mala
investigación. Nadie puede dar una garantía absoluta de que una investigación haya
dado un buen resultado. Es más, nadie puede escribir un tratado definitivo sobre La
lógica de la investigación policial. No obstante, nadie duda de que en las mejores
investigaciones, el resultado obtenido se corresponde con la realidad. Por otra parte, la
historia nos ha permitido elaborar algunas reglas para llevar a cabo una investigación.
Así, por ejemplo, ya nadie cree en las ordalías y desconfiamos de las confesiones que se
hayan obtenido mediante torturas. Es fundamental comparar testimonios, realizar
careos, buscar pruebas tangibles, etc. Aun cuando no exista una metodología fundada en
razonamientos incuestionables, las reglas que acabamos de mencionar, entre muchas
otras, no son arbitrarias, sino racionales y basadas en un análisis detallado de la
experiencia anterior. A nuestro modo de ver, lo que denominamos “método científico”
no es sustancialmente diferente de estos procedimientos.
Texto nº 3
Primera parte
El buen sentido es lo que mejor repartido está entre todo el mundo, pues cada cual
piensa que posee tan buena provisión de él, que aun los más descontentadizos respecto a
cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tienen. En lo cual no es verosímil
que todos se engañen, sino que más bien esto demuestra que la facultad de juzgar y
distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o
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La razón
razón, es naturalmente igual en todos los hombres; y, por lo tanto, que la diversidad de
nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que otros, sino tan sólo
de que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las
mismas cosas. No basta, en efecto, tener el ingenio bueno; lo principal es aplicarlo bien.
Las almas más grandes son capaces de los mayores vicios, como de las mayores
virtudes; y los que andan muy despacio pueden llegar mucho más lejos, si van siempre
por el camino recto, que los que corren, pero se apartan de él.
Por mi parte, nunca he presumido de poseer un ingenio más perfecto que los
ingenios comunes; hasta he deseado muchas veces tener el pensamiento tan rápido, o la
imaginación tan clara y distinta, o la memoria tan amplia y presente como algunos
otros. Y no sé de otras cualidades sino ésas, que contribuyan a la perfección del ingenio;
pues en lo que toca a la razón o al sentido, siendo, como es, la única cosa que nos hace
hombres y nos distingue de los animales, quiero creer que está entera en cada uno de
nosotros y seguir en esto la común opinión de los filósofos, que dicen que el más o el
menos es sólo de los accidentes, mas no de las formas o naturalezas de los individuos de
una misma especie.
Segunda parte
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La razón
Texto nº 4
El hombre es una caña, la más débil de la naturaleza; pero es una caña pensante. No
hace falta que el universo entero se arme para aplastarla: un vapor, una gota de agua
basta para matarla. Pero aunque el universo lo aplaste, el hombre sería todavía más
noble que lo que lo mata, puesto que sabe que muere y el poder que el universo tiene
sobre él; pero el universo no lo sabe.
Toda nuestra dignidad consiste, por tanto, en el pensamiento. Es eso lo que nos debe
importar, y no el espacio o el tiempo, que nunca podremos llenar. Afanémonos, por
tanto, en pensar bien: éste es el principio de la moral.
Pascal, Pensamientos
Texto nº 5
Se admite que hay tres cosas por las que los hombres se hacen buenos y virtuosos,
y esas tres cosas son la naturaleza, el hábito y la razón. Los otros animales viven
primordialmente por acción de la naturaleza, si bien algunos, en un grado muy pequeño,
son también llevados por los hábitos; el hombre, en cambio, vive también por acción de
la razón, ya que es el único entre los animales que posee razón; de manera que en él
estas tres cosas deben guardar armonía recíproca entre sí; los hombres, en efecto, obran
con frecuencia de manera contraria a los hábitos que han adquirido y a su naturaleza, a
causa de su razón, si están convencidos de que algún otro camino de acción les es
preferible.
Texto nº 6
A una periodista que había escrito un artículo durísimo contra una científica
feminista, le hice la siguiente pregunta: ¿Por qué necesitas poner en ridículo a los otros
para demostrar que tienes razón? Su respuesta fue: ¡es que es un debate!
Ese es el problema. Cada vez es más frecuente que periodistas, políticos y
académicos, traten el discurso público como un debate, no en el sentido de construir
argumentos, sino en el de tener una disputa, una pelea.
Cuando la gente discute en su vida privada, no busca comprender lo que el otro dice.
Busca puntos débiles que pueda distorsionar para hacer quedar mal al otro. Todos lo
hacemos cuando nos enfadamos, pero ¿es el mejor modelo para un intercambio
intelectual en público? A esta fusión de lo público y lo privado es a lo que llamo la
cultura de la crítica.
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La razón
En las disputas hay vencedores y vencidos. Si quieres ganar, la tentación de negar los
hechos en que otro basa sus puntos de vista es fuerte. Y la de presentar solamente los
que demuestran la tuya, también.
En los peores casos, aparece la tentación de mentir. Aceptamos esta forma de
argumentar porque creemos que podemos identificar cuándo miente una persona. Pero
no es así. Paul Elkmann, un psicólogo de la universidad de San Francisco, ha
demostrado que incluso cuando estamos muy seguros de que alguien está mintiendo o
no, nos equivocamos.
Si el debate público es una pelea, cada tema tendrá dos posiciones, ni más ni menos.
Y es crucial que se presente el otro bando, aunque haya que explorar las fronteras de la
ciencia o la periferia de la locura.
La cultura de la crítica se basa en la creencia de que la oposición conduce a la
verdad; de que la verdad emerge cuando dos bandos discuten. Y como se supone que a
la gente le entretiene ver peleas, se exponen los puntos de vista más extremos, para dar
un buen espectáculo.
Pero es un mito que la contraposición conduzca a la verdad cuando la verdad no
reside en uno de dos bandos, sino que es un poliedro de muchos lados. Es más probable
encontrar la verdad en un punto medio complejo que en unos extremos simplistas, a
pesar de que el espectáculo del choque entre extremos tenga más audiencia o más
lectores.
A causa de que la cultura de la crítica anima a atacar y a menudo a malinterpretar a
los otros, éstos pierden el tiempo defendiéndose e intentando corregir las
tergiversaciones. Grandes especialistas han tenido que dedicar años a demostrar que el
Holocausto fue real, porque unos pocos fanáticos lo niegan en un foro público. Los que
les ofrecen el foro saben que lo que esa gente dice es, simplemente, falso, pero justifican
la diseminación de mentiras como “dar voz al otro bando”. La determinación de
encontrar otras opiniones puede llevar a la extensión de la mentira en lugar de la verdad.
La cultura de la crítica ha fomentado la práctica periodística de confrontar a gente
prominente con las críticas calificadas como “otros puntos de vista”. Mientras tanto, el
presentador ha sembrado la sospecha en la mente del lector o del espectador. La teoría
es que cuando se les incita, la gente se expresa elocuentemente. Quizás funcione con
algunos. Pero otros no dicen lo que piensan, porque por su sentido de la ecuanimidad, se
sienten heridos y empiezan a balbucear. En esos casos, el enfrentamiento no es el
camino a la verdad.
Cuando la gente importante sabe que lo que diga será escrutado en busca de puntos
débiles y probablemente tergiversado, se vuelven precavidos. Como una persona muy
conocida dijo, las figuras públicas que en su momento dieron largas conferencias de
prensa, se limitan ahora a leer breves declaraciones.
La contraposición limita también la información cuando sólo aquellos que son
adeptos a la pelea verbal participan en el discurso público, mientras que los que no lo
soportan, o no les gusta, declinan participar. Pero el proceso de criba se hace necesario
en las universidades, donde muchos estudiantes brillantes se decepcionan porque lo que
esperaban fuera una comunidad de búsqueda intelectual, resulta ser un juego ritual de
ataque y contraataque.
En muchas clases universitarias, el “pensamiento crítico” significa leer el trabajo de
alguien desmontándolo pieza por pieza. Una forma de pensamiento crítico es integrar
ideas de distintas áreas y examinar el contexto en que nacieron. La contraposición no
conduce a la verdad cuando sólo nos preguntamos ¿qué hay de malo en este
argumento? Pero nunca ¿qué hay de aprovechable en ello para construir una nueva
teoría?
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La razón
El aspecto más peligroso de entender el intercambio intelectual como una lucha es
que contribuye a crear una atmósfera de animosidad que se extiende como la gripe.
Demonizar al que no comparte los mismos puntos de vista, es terrible en una sociedad
en la que la gente expresa su rabia disparando.
No estoy sugiriendo que los periodistas dejen de plantear preguntas comprometidas.
Es responsabilidad de los medios presentar los enfrentamientos que haya, y de los
intelectuales de todas partes explorar las debilidades de los argumentos de los otros.
Pero cuando el enfrentamiento se convierte en la vía de la búsqueda, cuando el deseo
de provocación extrema los puntos de vista y anula la complejidad, cuando nuestro
deseo de encontrar debilidades nos ciega ante la solidez, cuando la animosidad del
ambiente excluye el respeto y envenena la relación con los otros, la cultura de la crítica
nos perjudica. Si pudiéramos superarla, nos acercaríamos más a la verdad.
Texto nº 7
Texto nº 8
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La razón
La neuroanatomía es una nueva área que estudia las bases neuronales de los procesos
cognitivos y emocionales involucrados en la toma de decisiones económicas. En el
llamado “juego del ultimátum”, dos jugadores se reparten una cantidad de dinero. Sólo
el primer jugador puede hacer una oferta sobre cómo repartir el dinero entre los dos. El
otro jugador sólo puede aceptar o rechazar la oferta. Si la acepta, se reparten el dinero
como propone el primero, pero, si la rechaza, ninguno de los dos recibe nada. Por
ejemplo: el sujeto A recibe 100 euros y tiene que ofrecer al B una suma entre 0 y 100 €.
La teoría económica sostiene que el jugador A consigue más dinero quedándose con 99
y dando 1 al jugador B. Además, sugiere que si al jugador B se le ofrece 1 euro tendría
que aceptarlo, ya que es mejor tener 1 euro que nada.
Pero eso no es lo que hacemos los humanos en la realidad. En los experimentos se
observó que la mayoría de las personas en la posición A, ofrece habitualmente casi la
mitad (alrededor de 40 ó 50 euros). También se observó que la mayoría de las personas
en la posición B, rechaza una oferta menor de 30 euros porque se sienten insultados, ya
que la consideran injusta. Pero lo que resulta interesante es que esto no pasa cuando
juegan con un ordenador: aceptan cualquier cantidad que éste les ofrezca, ya que no se
sienten “despreciados” por la máquina.
Texto nº 9
Imagine el lector que participa en un concurso de televisión. Ha sido más listo que
los demás competidores y espera ansioso la pregunta del millón de dólares. Aquí está:
Ay, nunca ha sido muy bueno en geografía. Van pasando los segundos. Salvo los
viejos adictos al Trivial Pursuit, pocos saben la respuesta con seguridad. No hay un
método para deducir de manera lógica la respuesta correcta; el concursante tiene que
partir de lo que sabe y conjeturar. Quizá recuerde que Detroit es una ciudad industrial,
la cuna de Motown y de la industria automovilística norteamericana. Pero Milwaukee
también es una ciudad industrial, famosa por sus fábricas de cerveza, y acaso recuerde a
Ella Fitzgerald cantando desde allí (My cousin in Milwaukee). ¿A qué conclusión puede
llegar a partir de todo esto?
Daniel Goldstein y yo, preguntamos a una clase de universitarios americanos, y éstos
se mostraron divididos: en torno al 40% votaron por Milwaukee, el resto por Detroit. A
continuación, hicimos la prueba en una clase equivalente de estudiantes alemanes. Casi
todos dieron la respuesta correcta: Detroit. Cabría concluir que los alemanes eran más
inteligentes, o que sabían más sobre geografía americana. Sin embargo, sucedía lo
contrario. Sabían muy poco de Detroit, y muchos ni siquiera habían oído hablar de
Milwaukee. Los alemanes tuvieron que basarse en su intuición y no en buenas razones.
¿Cuál es el secreto de esta asombrosa intuición?
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La razón
La respuesta es sorprendentemente simple. Los alemanes utilizaban la regla general
conocida como heurística del reconocimiento:
Los estudiantes norteamericanos no podían usar esa regla general porque ellos
habían oído hablar de ambas ciudades. Sabían demasiado. Innumerables hechos
confundían su criterio y les impedían hallar la respuesta correcta. Un grado beneficioso
de ignorancia puede ser muy valioso, aunque el reconocimiento del nombre no es, por
supuesto, un método infalible. Por ejemplo, es probable que los turistas japoneses
deduzcan erróneamente que Heidelberg es más grande que Bielefeld, al no haber oído
hablar de la segunda. De todos modos, esta regla permite obtener la respuesta correcta
en la mayoría de los casos y resulta más útil que tener una gran cantidad de
conocimientos.
La heurística del reconocimiento no sólo puede ayudar a ganar un millón de dólares.
Las personas suelen contar con ella, por ejemplo, cuando compran productos cuya
marca reconocen. A su vez, las empresas explotan la heurística de los consumidores, o
reglas generales, invirtiendo en anuncios poco informativos cuya única finalidad es
incrementar el reconocimiento de la marca. En el mundo natural, el intento de elegir lo
que se conoce tiene que ver con la supervivencia. Recordemos el famoso menú del
doctor Seuss de huevos verdes y jamón; ¿no preferiríamos la variedad menos tóxica? Al
confiar simplemente en alimentos conocidos, obtenemos calorías necesarias sin perder
el tiempo ni tentar al destino queriendo aprender de primera mano si los huevos y el
jamón son incomestibles o incluso tóxicos.
Texto nº 10
En los interminables debates sobre las virtudes de las terapias alternativas, empecé a
sentirme como pez fuera del agua. Yo era un médico y un investigador clínico, no un
experto en relaciones públicas. Pero me resultaba cada vez más difícil permanecer
impasible ante esas argumentaciones irracionales o chapuceras y esos sofismas, que más
de una vez me hicieron pensar en aquel inspirado comentario de Voltaire, de que
“aquellos que pueden hacerte creer cosas absurdas, pueden hacerte cometer
atrocidades”.
La medicina alternativa había comenzado su gran ascenso en medio de un clima
general de irracionalidad. A lo largo de las dos últimas décadas, hemos presenciado el
surgimiento de una cultura que se muestra extrañamente indiferente ante el concepto de
verdad. Ahora no hay una única verdad, sino muchas, todas ellas intercambiables, todas
con el mismo peso y todas merecedoras de igual consideración. En este País de las
Maravillas plagado de hechos relativos, verdades paralelas y espectáculos de
prestidigitación intelectual, que un razonamiento esté basado en una lógica errónea no
lo descalifica ni lo devalúa de forma automática. Al contrario: las falacias lógicas se
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La razón
admiten –es más, a menudo hasta se aplauden- como manifestaciones de esa diversidad
que tanta falta nos hace.
Este ambiente cultural es un hábitat idóneo para que prosperen los partidarios de la
medicina alternativa, ya que suelen basarse en razonamientos vagos y en
simplificaciones exageradas. Ahí tenemos, por ejemplo, esa extendida idea de que, si
millones de personas utilizan una terapia, será porque funciona –un ejemplo clásico de
lo que los expertos en lógica denominan argumento ad populum o sofisma populista-.
Que una creencia tenga un seguimiento masivo no quiere decir que no pueda estar
equivocada. Un comportamiento, un hábito o una tradición ampliamente difundidos,
pueden ser perfectamente erróneos. La popularidad no es un indicador fiable de la
eficacia. La historia de la medicina está llena de ejemplos que demuestran lo peligrosa
que puede ser esta falacia. Las sangrías, las purgas, o las curas con mercurio fueron, en
algún momento, terapias ampliamente extendidas y que se suponían eficaces; pero ahora
sabemos que mataron a muchos más enfermos de los que curaron. Si nos guiásemos por
la lógica de los partidarios de la medicina alternativa y permitiéramos que la medicina
degenerase en un concurso de popularidad, automáticamente pondríamos en peligro
todos los grandes avances de los últimos ciento cincuenta años.
La razón
Las ciencias humanas ¿Existe una lógica La emoción ¿Pueden tener las
subyacente a la conducta emociones alguna lógica
humana? que las justifique?
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