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"Introducción a la lógica" de I.M.Copi.

III."Falacias no Formales: 'Clasificación de las falacias', y 'Falacias de


Atinencia'" (págs. 81 y ss)

Los libros de lógica casi nunca coinciden en el el tratamiento de este tema;


algunos le dan muy poca importancia (apenas una o dos páginas) y el
número total de falacias varía de uno a otro. Copi, en cambio, le otorga un
capítulo entero... y personalmente lamento que no le haya dedicado, incluso,
mayor cantidad de páginas. En realidad el interés de las falacias (sobre todo
de las no-formales) va más allá o más acá de la lógica. Desde el punto de
vista lógico no tienen ninguna dificultad, son razonamientos incorrectos y
punto. Pero en la vida cotidiana (incluyendo la política, los tribunales y la
economía) su uso es tan extendido como peligroso. Así que se justifica
dedicarles atención, aunque al analizarlas resulte tan evidente la "trampa"
que apenas uno puede explicarse como es tan fácil caer.

¿Qué es una falacia? un error en el razonamiento. Un error suficientemente


grave como para invalidarlo (es decir para convertirlo en un razonamiento
incorrecto). Para entendernos: "Una falacia es un tipo de argumentación
incorrecta" (Copi).

También se usa el término, en un sentido más general y ambiguo, para


designar cualquier creencia falsa; "como la "falacia" de creer que todos los
hombres son honestos" (Copi).

Pero en sentido lógico, el significado será el enunciado en primer lugar.

En realidad no todos los razonamientos incorrectos son "falacias"; podrían


serlo, sin duda, pero la palabra se reserva para aquellos razonamientos
incorrectos que son "psicológicamente persuasivos", que convencen, aunque
no resistan el análisis lógico.
Son razonamientos que no engañan, si se los estudiara con un poco de rigor,
pero que cumplen su función mentirosa perfectamente en la vida real porque
justamente los seres humanos no nos detenemos a pensar las cosas.
Aunque ello nos afecte duramente en sus consecuencias.

Las falacias se dividen en dos grandes familias: las formales y las no-
formales. Las primeras son razonamientos que se asemejan bastante a un
esquema correcto y tienen mayor interés para la lógica (los analizaremos
luego); las segundas (las no-formales) contienen burdos errores que un niño
de 5 años podría localizar... pero que pueden pasar tranquilamente por
correctos en la vida diaria. A continuación se verán 18 de esta clase de
falacias; pero su nº es, en principio, casi infinito. Tal como dijo De Morgan (y
recoge Copi): "No hay nada similar a una clasificación de las maneras en que
los hombres pueden llegar a un error, y cabe dudar de que pueda haber
alguna".

FALACIAS DE ATINENCIA:

Las falacias no-formales se subdividen en dos grupos (por razones de


comodidad), las de "atinencia" y las de "ambigüedad". Veremos ahora el
primer subgrupo.

Las "falacias de atinencia" son todas aquellas donde las premisas no tienen
"atinencia" (o pertinencia) lógica en relación con las conclusiones. Es decir
donde las premisas hablan de una cosa... y la conclusión de otra.

Algunas reciben nombres latinos porque ya han sido estudiadas desde la


antigüedad. El hecho de que sigan existiendo muestra que los progresos
tecnológicos no van acompañados de idénticos progresos cerebrales.

1. ARGUMENTUN AD BACULUM (Apelación a la fuerza).

La falacia es sencilla, como todas las de esta familia, se la comete cuando se


apela a la fuerza o a la amenaza para provocar la aceptación de una
conclusión:

"Carlos es estúpido, y espero que estés de acuerdo porqué si no te quedarás


sin cena".
La apelación a la fuerza puede ser mucho más sutil que en el caso anterior, e
incluso estar implícita (es decir en el contexto) pero en cualquier caso lo que
encuadra a esta falacia es que la aceptación de la conclusión no se hace por
su relación lógica sino por cuestiones estrictamente extra-lógicas.

El que negocia en una comisión y recuerda a sus oponentes que tiene x miles
de votantes que lo apoyan, o que si no hay acuerdo tendrán que afrontar una
huelga segura, o que seguirán los actos de terrorismo... son casos habituales
de esta clase de falacia.

En escala internacional es una falacia sumamente utilizada. Copi menciona,


como ejemplo, esta anécdota histórica citada por Harry Hopkins en su relato
de la reunión de los tres grandes (EEUU, Inglaterra y la Unión Soviética) en
Yalta, poco antes de terminar la 2da. Guerra Mundial:

"Se dice que Churchill informó a los demás que el Papa sugería seguir tal o
cual curso de acción. Se afirma que Stalin manifestó su desacuerdo
preguntando: '¿Y cuántas divisiones dice usted que tiene el Papa para el
combate?'".

En nuestro país tenemos un ejemplo (macabro) de esta clase de falacia


elevada a la categoría de principio político: cuando la ETA pide "diálogo" para
discutir sus ideas bajo amenaza de seguir con su campaña terrorista.

Como se ve... tendremos "ARGUMENTUN AD BACULUM" para siglos.

2. ARGUMENTUM AD HOMINEM (ofensivo)

El nombre significa "argumento dirigido contra el hombre". Se utiliza esta


falacia cuando en vez de refutar la verdad de lo que se afirma en una
conclusión (según las leyes de la lógica) se ataca a quien la hace. Por
ejemplo, "el proyecto de Fulano sobre la Seguridad Social está equivocado
porque Fulano es abogado de una gran empresa multinacional".

La falacia del argumento, a pesar de su gran poder persuasivo, está en que


no se discute el proyecto en si mismo sino la historia personal de quien lo ha
elaborado suponiendo, (lo que siendo posible no siempre es real), que una
persona que tiene ciertos clientes tambien comparte sus intereses y los
defenderá en cualquier circunstancia. Por otro lado la falacia permite hurtar al
debate las cuestiones y soluciones aportadas (las ventajas y desventajas del
proyecto), para arrojar una sombra de sospecha sobre él, convirtiendo en
innecesario su estudio detallado.

No es casual que sea esta clase de falacia una de las más usadas. Es barata
y permite eliminar situaciones molestas de un plumazo.

Dice Copy:

"La manera en que puede persuadir a veces este razonamiento falaz es a


través del proceso psicológico de la transferencia. Si puede provocarse una
actitud de desaprobación hacia una persona, ella puede desbordar el campo
estrictamente emocional y convertirse en desacuerdo con lo que esa persona
dice. Pero esta conexión es sólo psicológica, no lógica. Aun el más perverso
de los hombres puede a veces decir la verdad o razonar correctamente.

El ejemplo clásico de esta falacia se relaciona con el procedimiento judicial


británico. En Gran Bretataña la práctica de la profesión se divide entre los
procuradores, que preparan los casos para e juicio, y los abogados, que
arguyen y hacen los alegatos ante la Corte. De ordinario su cooperación es
admirable, pero a veces deja mucho que desear. En una ocasión, el abogado
ignoraba el caso completamente hasta el día en que debía ser presentado a
la Corte, y dependía del procurador para la investigación del caso del
demandado y la preparación del alegato. LLegó a la Corte justo un momento
antes de que comenzara el juicio y el procurador le alcanzó su resumen.
Sorprendido por su delgadez, ojeó en su interior para encontrar escrito lo
siguiente: "No hay defensa; ataque al abogado del demandante".

3. ARGUMENTUM ADM HOMINEM (circunstancial).

Es la misma falacia que la comentada en el punto 2 (por eso lleva su mismo


nombre) pero aplicada en casos sutilmente diferentes: "la relación entre las
creencias de una persona y las circunstancias que la rodean".

Sería el caso, por ejemplo,

"El ejemplo clásico de esta falacia es la réplica del cazador al que se le acusa
de barbarie por sacrificar animales inofensivos para su propia diversión. Su
réplica consiste en preguntar a su crítico: "¿Por qué se alimenta usted con la
carne de ganado inocente?" (Copi).
La falacia aquí (a pesar de parecer muy persuasiva -este es el gran poder de
las falacias-) consiste en que no es igual sacrificar animales por diversión que
por necesidad (alimentaria); y por otro lado se aprovecha de la circunstancia
que su oponente no se encuentra en la clase de los "vegetarianos", lo que
haría perder toda gracia a la réplica del cazador.

En general los argumentos que se montan con la falacia "ad hominem" se


caracterizan por no ofrecer pruebas satisfactorias de la verdad (o falsedad)
de una conclusión sino que sólo están dirigidas a lograr el aplauso de los que
escuchan merced a alguna circunstancia desfavorable en que se encuentra el
oponente.

Son falacias tan "persuasivas" que podríamos decir que constituyen gran
parte del discurso político habitual. Y a fuerza de repetirse terminan
pareciendo "lógicas"; pero éste es un caso muy claro donde "parecer" no es
igual a "ser".

4. ARGUMENTUM AD IGNORANTIAM (argumento por la ignorancia).

Esta falacia consiste en sostener que una proposición es verdadera


simplemente porque nunca se ha demostrado su falsedad; o que es falsa
porque nunca se ha demostrado su verdad.

La conclusión de que debe haber fantasmas porque nadie ha podido


demostrar nunca que no los hay, es un caso típico.

Un poco de reflexión nos permite descubrir que nuestra ignorancia (individual


o colectiva) para demostrar o refutar una proposición no basta, en absoluto,
para establecer su verdad o falsedad.

Se encuentran estas falacias en todos los campos, pero en el caso de los


fenómenos extrasensoriales, espiritistas y místicos abundan. Se deduce que,
por ejemplo, la "telepatía" existe en tanto nunca se ha podido demostrar que
no exista.

Muchas veces se mezcla esta falacia ("no se ha demostrado...") con falta de


conocimientos estadísticos elementales; entonces se determina que "además
de no haberse demostrado nunca que tal fenómeno psíquico no existe... sería
mucha coincidencia que tal cosa se hubiera dado por casualidad". Aquí se
combina la falacia "ad ignorantiam" con la ignorancia de las leyes estadísticas
que establecen la probabilidad de muchas más coincidencias de lo que el
sentido común supone. Cuando uno se enfrenta con una amalgama tan
estrecha entre falta de lógica y ausencia de conocimientos resulta muy difícil
aclarar la cuestión.

Por otra parte hay que aclarar que si bien este razonamiento ("no se ha
demostrado...") es falaz en la mayoría de las situaciones... existe una, en
especial, donde *no lo es*, me refiero a los tribunales, a la justicia.

En el caso del Derecho se entiende que *una persona es inocente hasta tanto
no se demuestre su culpabilidad*; en consecuencia la defensa puede
sostener *correctamente* que si no se ha demostrado la culpabilidad del
acusado, debe dictarse un veredicto de inocencia. Pero -como dice Copi-
"dado que esta posición se basa en el particular principio legal mencionado,
es totalmente compatible con el hecho de que el 'argumentum ad ignorantiam'
constituye una falacia en todos los otros contextos'.

También existen circunstancias que se asemejan a la excepción que se da en


la justicia. Son circunstancias donde se atribuye a otra persona una
calificación especial, generalmente peyorativa. Como decir "si la policía no ha
descubierto ninguna prueba de que Fulano es terrorista; se puede concluir
que Fulano no lo es". Aquí es correcto el razonamiento, pero observad que,
en este casos la "ausencia de pruebas" es una prueba positiva, ya que se
entiende que si fuera terrorista *alguna clase de rastro* tendría que haberse
encontrado. Es decir que la ausencia de pruebas genera un conocimiento
positivo: "si lo hubiera hecho, alguna prueba habría". Naturalmente que aquí
partimos del supuesto que la investigación policial se ha hecho correctamente
y utilizando todos los medios posibles durante todo el tiempo necesario. Cosa
que no siempre sucede.

En los casos donde la ausencia de información es fundamental *no sacar


conclusiones pertinentes* (lo cual, a la inversa, sería correcto en el caso de la
falacia "ad ignorantiam) podría ser malicioso. Fijaos en este ejemplo (que
lamentablemente es histórico): "Si el señor X no tiene ninguna prueba de que
no es comunista... entonces sí lo es".

Curiosamente este es el razonamiento (al que podríamos llamar un uso


perverso de la falacia "ad ignorantiam") preferido de los juicios contra las
brujas, y también de los juicios estalinistas (donde un inocente cuanto más lo
parecía... resulta más culpable). En ambos casos se entendía que la
"ausencia de pruebas condenatorias" era una muestra evidente que la
persona las ocultaba cuidadosamente, de su inteligencia para suprimir
cualquier rastro inculpador... o sea que se consideraba ampliamente
demostrado que esa situación (la carencia de pruebas incriminatorias) era
una evidencia más de ¡culpabilidad!

Como se ve las falacias no son un juego inocente (aunque también pueden


serlo); pueden servir para juzgar y condenar y para dar visos de racionalidad
a lo que en el fondo es la fuerza bruta actuando sin trabas y permitiéndose,
simultáneamente, la mascarada de ser "justa".

Las "trampas" del lenguaje y el pensamiento son múltiples. Cuando


pensamos, en verdad paseamos por un campo sembrado de minas. En la
vida cotidiana y para cuestiones inmediatas el lenguaje es un instrumento
sencillo y eficaz ("dame eso...", "quiero aquello...", "vete...", "no quiero...",
"gira en la primera calle a la izquierda..."), pero a poco de andar ese
instrumento tan útil y transparente se va convirtiendo en algo opaco y con
vida propia. Nos indica que estamos arriba cuando aún no hemos llegado, y
señala al norte aunque una incoherencia apenas sospechada podría darnos
indicios del engaño.

5. ARGUMENTUM AD MISERICORDIAM (llamado a la piedad)

Como su nombre lo indica esta falacia se comete cuando en vez de


argumentar lógicamente se apela a la misericordia, a la piedad, a la
benevolencia del otro.

¿Dónde se encuentran, habitualmente, estas falacias?

En los tribunales de justicia (y también, en la calle, en política, en los


adolescentes que piden permiso a los padre para salir, en los alumnos que
rinden examen…)

Los abogados son hábiles en marear la perdiz utilizando cuestiones que si


bien no tienen relación con los hechos que se juzgan llaman a las emociones
de los encargados de decidir.

Un ejemplo de lo anterior lo trae Copi al transcribir la defensa de un


integrante de un sindicato acusado de conspiración criminal:

"Apelo a vosotros no en defensa de Thomas Kidd, sino en defensa de la larga


sucesión -la larguísima sucesión que se remonta hacia atrás a través de las
épocas y que se proyecta hacia adelante en los años del futuro- de los
hombres despojados y oprimidos de la tierra. Apelo a vosotros por los
hombres que se levantan antes de que amanezca y vuelven a su hogar a la
noche, cuando ya la luz ha desaparecido del cielo, y dan sus vidas, sus
fuerzas y su trabajo para que otros se enriquezcan y se engrandezcan. Apelo
a vosotros en nombre de esas mujeres que ofrendan sus vidas a dios
moderno del dinero y apelo a vosotros en nombre de sus hijos, los que viven
y los que aún no han nacido". (pág. 88)

Con esa carga sobre los hombros ¡menuda tarea la del tribunal!

Obsérvese que no se habla para nada de la acusación y de los hechos que la


fundamentan. De lo que se trata es de levantar una tempestad de emociones
que dobleguen la mano del juez o del jurado.

Este ejemplo sería hasta gracioso si no tuviera in mente otros muchos más
crueles. Pensad en tantos juicios "populares" donde se interroga a la multitud
presente sobre los delitos del acusado (delitos reales o supuestos). ¿Quién
puede oponer un razonamiento lógico pero, por su propia naturaleza, largo y
complejo frente a un fiscal que menciona los sufrimientos del pueblo
intentando liberarse?

En realidad aunque un acusado sea condenado por delitos reales (y graves)


la misma pena queda invalidada (ética y jurídicamente hablando) por la
manera en que se ha arribado a ella. Es un caso donde los *medios* que se
utilizan son esenciales para el fin que se desea. Una sociedad que no puede
permitirse un juicio justo (y por lo tanto lento, mesurado y a cubierto de las
emociones personales) está demostrando, implícitamente que, como el
abogado del ejemplo anterior, tiene serias dudas sobre lo que defiende. Y por
ello apela a la benevolencia o al sentimiento de venganza, y no a la razón.

La falacia del Argumentum ad misericordiam es habitual; y no hay persona


que no la haya utilizado (consciente o, muchísimas veces,
inconscientemente) para defender o atacar alguna causa. Los políticos la
usan para sus fines y la gente normal tambien se sirve de ella en multitud de
circunstancias. De lo que se trata es de obtener un resultado, no de
establecer una verdad, y en este sentido todas las falacias que comentamos
son muy prácticas; lo que no quita que sean totalmente falsas (en su
pretensión de establecer la relación lógica entre dos o más proposiciones).
Dice Copi:

"El argumentum ad misericordiam es usado a veces de manera ridícula, como


el caso del joven que fue juzgado por un crimen particularmente brutal, el
asesinato de su padre y de su madre con un hacha. Puesto frente a pruebas
abrumadoras, solicitó piedad sobre la base de que era huérfano".

Otras variantes del mismo argumento pretende excluir la responsabilidad


personal describiendo las condiciones sociales o psicológicas donde
transcurrió parte de la vida de un delincuente, por ejemplo. Recuerdo un
reportaje por televisión en el que un joven preso acusaba a la sociedad por
estar en esa situación. Fué ésta y no él la culpable por haberlo criado en
extrema pobreza; librado así a todos los males que son comunes en la
miseria.

Aquí se produce una extraña (pero no inhabitual) inversión del conflicto. Es el


acusado el que acusa... y deja en la penumbra, por ejemplo, por qué tantos
miles de personas en parecidas circunstancias no hicieron lo mismo que él.

A veces... tratarse como un "robot", como un puro mecanismo carente de


libertad de elección puede ser un buen argumento de defensa; incluso puede
ser tan convincente que hasta puede atraer a gente bien intencionada pero
que apenas discierne las consecuencias de sus pensamientos.

Piénsese, por ejemplo, que igualmente un psicópata podría acusar a su


"naturaleza" el haberse convertido en asesino en serie; o que alguien que
explota a sus semejantes puede alegar que su familia lo crió de tal manera
que no le dejó ninguna opción más humanitaria. Por este camino se destruye
el derecho, y con él la convivencia. Y lo que es peor, la defensa de los débiles
y de las víctimas que, siguiendo el mismo razonamiento, deberían agradecer
que sobre ellos se ejerza cualquier desafuero. Al fin de cuentas es la
naturaleza "en acción", y ya se sabe, que lo natural (aunque mate) no es
malo... y si lo es, no hay responsabilidad individual, sólo colectiva.

La liquidación de la responsabilidad individual es el camino más seguro para


establecer la dictadura de los más fuertes, los más audaces y tambien los
más asesinos.

El Argumentum ad misericordiam no tiene consecuencias tan funestas. Todos


podemos usarlo con tranquilidad (como hasta ahora); pero no deberíamos
perder de vista que no establece ninguna conexión entre hechos (o mejor
dicho entre las proposiciones que hablan de hechos), sino que convence
porque una persona emocionada pierde de vista, en gran parte, las relaciones
subyacentes a cualquier situación. No es cuestión de no emocionarse (ni de
dejar de emocionar a los demás), sino, simplemente, de no confundir un
afecto con una relación de causalidad.

6. ARGUMENTUM AD POPULUM (apelación al pueblo)

Como su nombre lo indica es un llamado emocional "al pueblo", a la galería, a


los que escuchan, con el "fin de ganar su asentimiento para una conclusión
que no está sustentada en pruebas" (Copi). Pero éste llamamiento es
también común a la falacia anterior (recuérdese: "ad misericordiam") por lo
que suele limitársela a aquellas argumentaciones que directamente provocan
el entusiasmo y cualquier otra clase de respuesta emocional de la multitud.
Son la clase de proclamas típicas de los líderes demagógicos donde se
elogian las virtudes del pueblo, los orígenes del país (al que suele llamarse
"nación" que es una palabra que viste más), y la prosecución de ciertos
ideales que siempre se cuidan mucho de definir operativamente.

La argumentación está trufada de palabras-llave, de ésas que su sola


mención ya despiertan emociones positivas o negativas, tales como:
"innovaciones arbitrarias", "desarrollo", "progreso" "prejuicios", "reacción",
"fascismo", "sabotaje", etc. La falacia, o sucesión de ellas siempre se
complementa con supuestos ejemplos que tienden a dar una apariencia de
fundamentación del discurso. (frases del enemigo separadas del contexto,
datos inexactos o exagerados, estadísticas que nadie puede -en ese
momento- discutir)

Un campo donde el argumentum ad populum resulta cotidiano es en el de la


publicidad. En vez de argumentar se cuenta (o se muestra) que hay gente
bonita, rica, sana y joven que usa lo mismo insinuando, sin explicitarlo, que
existe una conexión entre el disfrute del bien publicitado y el bienestar que se
observa. El 99,99% de los anuncios comerciales no estan cargados de
razones sino de apelaciones. Y el 99% de estas apelaciones podrían entrar
perfectamente en esta categoría de falacias (o en la siguiente).

El hecho de serlo no impide su eficacia. Quizá sea el ejemplo más claro que
uno puede encontrar para que se entienda que razonar a posta
incorrectamente puede ser una buena arma de supervivencia.
Si alguien tiene la romántica idea que la humanidad usa su cerebro... que se
siente unas horas a ver televisión; o que contemple con ojos realistas una
campaña electoral.

Nota: Yo pido que, por respeto a la dignidad humana (en la medida que
puede haber muchos tontos pero es humillante que nos lo digan a la cara) se
supriman de una vez y para siempre todas las campañas electorales. Los
partidos tienen muchas oportunidades, a lo largo del período entre
elecciones, para hacer conocer a sus votantes lo que piensan y lo que
desean sobre cualquier cuestión; en consecuencia una campaña electoral no
aporta más información y sí una clase de circo que molesta a cualquier
persona sensible (además de obligar a los candidatos a realizar actos
peligrosos cuando no francamente indecorosos o extravagantes). Reconozco
que soy consciente que me pedido no tiene ninguna posibilidad de
fructificar... pero dejo aqui constancia, quizá como un aporte a una sociedad
futura algo más racional.

7. ARGUMENTUM AD VERECUNDIAM (apelación a la autoridad)

Aquí se persuade, se logra la conformidad, apelando "al sentimiento de


respeto que siente la gente por las personas famosas" (Copi).

Este argumento no siempre es falaz,

"pues la referencia a una reconocida autoridad en el campo especial de su


competencia puede dar mayor peso a una opinión y constituir un factor de
importancia. Si varios legos discuten acerca de algún problema de la ciencia
física y uno de ellos apela al testimonio de Einstein sobre la cuestión, este
testimonio es sumamente importante. Aunque no demuestra lo que se
sostiene, tiende indudablemente a confirmarlo. Sin embargo, esto es muy
relativo, pues si en vez de legos son expertos los que discuten acerca de un
problema que está dentro del campo de su especialidad, sólo deben apelar a
los hechos y a la razón, y toda apelación a la autoridad de otro experto
carecería completamente de valor como prueba". (Copi)

Resumiendo, si se apela a una autoridad en el transcurso de una discusión o


para fundamentar una opinión la apelación será sólo válida si ésta tiene
relación con el tema que se discute y aporta una información importante. Pero
si se apela a una autoridad en un campo que está fuera de su competencia y
se la usa para sustituir la necesidad de mostrar otras razones, se cae en la
falacia que estudiamos.

Como dice Copi, "Si en una discusión sobre religión uno de los antagonistas
apela a las opiniones de Darwin, una gran autoridad en biología, esa
apelación es falaz".

De la misma forma que la falacia anterior es muy burda (aunque también muy
efectiva), la que ahora discutimos es más sutil. Obliga a pensar si la autoridad
mentada tiene relación con lo que se argumenta. Y esto no siempre es fácil
porque dependerá, entre otras cosas, de la ideología de quien la usa y de
quien escucha.

Pongamos un ejemplo.

Resulta más sencillo discriminar es en casos como la publicidad, donde se


insta a usar tal o cual producto porque una estrella de cine lo usa, o porque
alguien agradable (y en cierta forma envidiable) lo compra.

En cualquier caso si "se afirma que una proposición es literalmente verdadera


sobre la base de su aserción por una "autoridad" cuya competencia se
relaciona con un campo diferente, tenemos una falacia de argumentum ad
verecundiam" (Copi).

Si nosotros discurrimos sobre cualquier cuestión que nos interesa y nos


encontramos con un argumento de la forma "ad verecundiam", lo primero que
deberíamos establecer, entonces, es si la autoridad mencionada tiene
relación con el campo analizado (pertinencia); si esta relación es actual y no
histórica (vigencia), y si, además, existen otra clase de hechos o conexiones
que avalan lo que tal autoridad sostiene (coherencia). En cualquier caso no
deberíamos quedarnos solamente con la opinión autorizada. Los expertos, ya
se sabe, se equivocan como cualquier hijo de vecino.

8. FALACIA DE ACCIDENTE

Sucede cuando se aplica una regla general incorrectamente a un caso


particular. La aplicación es incorrecta porque las circunstancias "accidentales"
del caso hacen inaplicable la regla general.
Lo que puede ser verdad "en general" puede "no serlo universalmente y sin
reservas, porque las circunstancias modifican los casos" (Copi).

Un ejemplo, en broma, de esta falacia podría ser la siguiente:

"Lo que compramos ayer, lo comemos hoy; ayer compramos carne cruda, por
lo tanto hoy comemos carne cruda" (Copi)

Es evidente que aquí falta algo y la deducción es totalmente incorrecta. Sin


embargo hay casos más sofisticados; como no podría dejar de ser en estas
falacias informales. Repitamos una vez más que el estudio de ellas tiene su
importancia porque son habituales y tienen un fuerte contenido persuasivo a
pesar de su forma lógica incorrecta.

En derecho y en ética es donde suelen encontrarse. Se aplican


mecánicamente reglas generales sin considerar las circunstancias del caso.

9. FALACIA DEL ACCIDENTE INVERSO (generalización apresurada).

Tal como su nombre lo indica es la opuesta a la anterior. A partir de la


observación de unos pocos casos individuales se establece apresuradamente
una regla general. Este error es típico, por ejemplo, de los turistas; ven ciertas
cosas desacostumbradas y rápidamente generalizan esa situación al modo
de ser del pueblo que visitan.

Las dificultades para generalizar ya son estudiadas en el razonamiento


científico; pero a nadie se le escapa que generalizar sobre la base de una
experiencia individual es muy arriesgado. En este caso se cae fácilmente en
la falacia de la generalización apresurada.

10. LA CAUSA FALSA

También se le da nombres latinos como "non causa pro causa" o "post hoc
ergo propter hoc". En todos los casos se indica el error de tomar como causa
algo que no lo es, aunque se aparezca relacionado. Este error del
razonamiento será analizado con mayor detalle (por su importancia científica)
más adelante, aquí baste con decir que si un día nos sorprende el amanecer
bailando... no se puede deducir de ello que el baile produzca la salida del sol.
Sin embargo en otras circunstancias (como una eclipse) la mentalidad
primitiva sacó conclusiones parecidas.

También sucede el mismo error cuando se asocia el final de una enfermedad


con cierto tratamiento terapéutico, sobre todo si media bastante tiempo por
medio. Si pasan semanas y el enfermo se cura (dependiendo de la gravedad
de la cuestión, por supuesto) es posible que se atribuya a los medicamentos
un valor exagerado.

11. PETITITO PRINCIPII (petición de principio)

Sucede cuando "alguien toma como premisa de su razonamiento la misma


conclusión que pretende probar" (Copi)

Si alguien afirma "Nuestro equipo es el mejor; tiene los mejores jugadores y el


mejor entrenador. Ganará la liga, sin duda, porque es el mejor de todos". Está
razonando como la mayoría de los forofos de los grandes equipos. Pero su
razonamiento se apoya en sí mismo, es circular.

Es muy común esta clase de razonamientos. Se afirma algo, se dan algunos


datos y luego se saca la conclusión que ya estaba al principio. En el fondo
esta clase de razonamientos tiene la estructura: "Yo digo eso, y si lo digo...
tengo razón". Son razonamientos muy poco fundados; pero si quien lo dice
tiene una pistola 45 apuntando a la cabeza de su interlocutor (literal o
metafóricamente), nadie en su sano juicio dejará de tomarlo en cuenta.

12. LA PREGUNTA COMPLEJA

La mayor parte de las preguntas se pueden responder con un "sí" o un "no" (o


un gesto equivalente). Sin embargo existen algunas, ciertamente perversas,
que impiden una respuesta tan sencilla. Por ejemplo:

-"¿Ha dejado Ud. de pegarle a su mujer?"

Aquí, como es obvio no se puede responder, en la mayoría de los casos (de


la gente que no pega a su consorte) con un "sí". Ya que esta pregunta
supone otra anterior no formulada: "¿Ha pegado usted alguna vez a su
mujer?".
Una pregunta compleja, de esta clase, es una pregunta tramposa que no
puede contestarse sencillamente.

Que nadie piense que esta falacia es poco habitual. Podemos verla en las
películas (que reflejan, por supuesto, la vida real) cuando el detective
pregunta "¿Dónde ocultó las pruebas?", etc. a alguien que es totalmente
inocente.

Continuamente se hacen esta clase de preguntas. Quizá porque sea fácil


hacerlas y además porque meten al interlocutor en un sinfin de problemas:
"¿Por qué no me quieres?", pregunta una parte a la otra con toda
tranquilidad... y corre por cuenta del otro el explicarse.

Esta falacia tiene sus sofisticaciones, como plantear dos cosas


simultáneamente y exigir una sóla respuesta: "¿quieres portarte bien e irte a
la cama?" pregunta la madre a su hijo quizá con cierta perversidad maternal
porque intuye que su hijito no le planteará, como en la cámara de diputados,
una "moción de privilegio" para dividir la cuestión y luego responder: "Sí,
¡deseo portarme bien! y no irme a la cama."

La falacia de la pregunta compleja aparece cuando alguien plantea una


pregunta compleja y tanto responda el otro con un "sí" o con un "no", el
primero sacará conclusiones desfavorables. Copi da un ejemplo de claridad
meridiana:

"Investigador: - ¿Aumentaron sus ventas como resultado de su engañosa


publicidad? Testigo: -No. Investigador: - ¡Ajá! De modo que usted admite que
su publicidad era engañosa ¿Sabe usted que su conducta no ética puede
crearle dificultades?"

13. IGNORATIO ELENCHI (Conclusión inatinente).

Esta falacia se comete cuando un razonamiento es usado para probar una


conclusión que no tiene nada que ver con lo que se estableció previamente.

Un ejemplo típico sería argumentar, en el congreso, a favor de una ley


específica sobre la vivienda argumentando que "todo el mundo tiene derecho
a una vivienda decente". Algo que puede estar fuera de duda pero que no
tiene relación directa con lo que se establece en la ley.
Es muy común, habitual como las moscas. Un dictador dice que todo el
mundo tiene derecho a comer caliente; y en consecuencia suprime una
revista opositora. Un activista opina que la globalización está hundiendo
nuestra civilización por lo que se opone al establecimiento de nuevos horarios
comerciales. Un padre juzga que la escuela no cumple con su labor y por lo
tanto el no está obligado a darle más de su tiempo a sus hijos. En fin, la lista
podría ser tan larga como quisiéramos. Por lo cual deberíamos tomarlo con
cierto humor, como aquel juez que "felicitó a un joven abogado por su
excelente discurso y expresó la esperanza de que algún día encontrara un
caso al cual aplicarlo realmente" (Copi).

III.3. "Falacias de Ambigüedad" (págs. 104 y ss)


Aquí veremos otra clase de falacias. Aparecen en razonamientos con
palabras ambiguas (varios significados); según la intención del hablante
cambian de significado en el curso del mismo razonamiento y por tanto lo
convierten en erróneo.

1. EL EQUÍVOCO.
Si alguien nos dice:
Algunos perros tienen orejas peludas. Mi perro tiene orejas peludas. Por lo
tanto, mi perro es algún perro.
Todos sentimos que algo no funciona bien en el razonamiento expuesto. Sin
embargo no todos pueden encontrar rápidamente que es lo que falla.
Las palabras suelen tener más de un significado: "pico", puede ser una
herramienta, la cima de una montaña, o la boca típica de un ave.
Normalmente estos significados diferentes no traen confusión porque el
mismo contexto discrimina el significado adecuado, pero ¿qué pasa cuando
se provoca adrede la confusión usándo la palabra de manera equívoca?
El ejemplo expuesto más arriba es absurdo, pero hay otros más sutiles, como
cuando se dice que: "El fin de una cosa es su perfección" y que "La muerte es
el fin de la vida", ergo "la muerte es la perfección de la vida".
Estas falacias suelen confundir más cuando se usan términos relativos, como
la palabra "alto", que está implicando una comparación con otra cosa. "Un
hombre alto es el que es más alto que la mayoría de los hombres; un edificio
alto es el que es más alto que la mayoría de los edificios"(Copi); pero ¿qué
pasa cuando se afirma? "Un elefante es un animal; por lo tanto, un elefante
pequeño es una animal pequeño"
No es lo mismo decir que "Un elefante es un animal; por lo tanto un elefante
gris es un animal gris". En el segundo caso el razonamiento es válido, en el
primero no lo es. Y la diferencia está en que "pequeño" es un término relativo
y, en cambio, "gris" no lo es.
2. LA ANFIBOLOGÍA
También aquí la confusión se produce por la ambigüedad de las palabras
pero ello sucede por la construcción de la frase que o está descuidadamente
construida o está deliberadamente hecha para tener varios significados
posibles.
El caso más típico es el de los horóscopos astrológicos, cuyos dictámentes
abarcan una inmensidad de posibilidades que en sí mismo pueden ser
contradictorias. El horóscopo más famoso es el que hizo el oráculo de Delfos
(Grecia) al rey Creso, de Lidia, que planeaba una guerra contra Persia. El rey
recibió la siguiente respuesta a su consulta: "Si Creso emprende la guerra
contra Persia, destruirá un reino poderoso". Feliz con tan optimista predicción
Creso emprendió la guerra... y la perdió. Sin embargo la predicción se había
hecho realidad; una gran reino se había destruido ¡el propio de Creso!
Los diarios también traen enunciados anfibológicos pero normalmente no por
habilidad en construirlos sino por prisa y poca predisposición a la gramática.
Un ejemplo podría ser el que menciona Copi: "Un granjero se saltó la tapa de
los sesos después de despedirse afectuosamente de su familia con un
revólver".

3. EL ÉNFASIS
Si afirmamos "No debemos hablar mal de nuestros amigos", no decimos nada
incorrecto; pero si acentuamos la palabra "amigos", ahora creamos otro
significado (muy diferente al que podría clasificarse como moral). Lo que
ahora afirmamos que es permisible hablar mal de las personas... a condición
que no sean nuestros amigos. La falacia del énfasis es mucho más sutil de lo
que parece, y en esta somera revisión de las principales no desarrollaremos
todas sus peculiaridades, pero es de un uso muy habitual por políticos,
jurístas, negociadores de toda clase, e incluso... por los terroristas (y sus
amigos). Basta con que se remarque dentro de un principio general una
palabra o un fragmento de él, para que se altere sustancialmente lo que el
principio establece.
No basta decir la verdad, también hay que decirla entera y sin énfasis
traidores.
Para alegrarnos un poco (porque esta falacia puede ser tétrica) veamos un
ejemplo de Copi:
"Casi a punto de partir cierto barco, hubo una disputa entre el capitán y su
primer oficial. La disensión se agravaba por la tendencia a beber del primer
oficial, pues el capitán era un fanático de la abstinencia y raramente perdía
oportunidad de regañarlo por su defecto. Inútil decir que sus sermones sólo
conseguían que el primer oficial bebiera aún más. Después de repetidas
advertencias, un día que el primer oficial había bebido más que de
costumbre, el capitán registró el hecho en el diario de bitácora y escribió:
"Hoy, el primer oficial estaba borracho". Cuando le tocó al primer oficial
hacer los registros en el libro, se horrorizó al ver esta constancia oficial de su
mala conducta. El propietario del barco iba a leer el diario y su reacción,
probablemente, sería despedir al primer oficial, con malas referencias,
además. Suplicó al capitán que eliminara la constancia, pero el capitán se
negó. El primer oficial no sabía qué hacer, hasta que finalmente dio con la
manera de vengarse. Al final de los registros regulares que había hecho en
el diario ese día, agregó: "Hoy el capitán estaba sobrio".

4. LA COMPOSICIÓN.

Son dos clases de razonamientos inválidos que están estrechamente


relacionados. El primero consisten en trasladar las propiedades de las partes
a un todo (Las partes de esta máquina son livianas, luego la máquina es
liviana); el segundo es paralelo, pero se generalizan las propiedades de un
miembro (o miembros) a una colección o grupo (dado que éste y aquel
autobús gasta más gasolina que un coche, entonces todos los autobuses
gastan más gasolina que los coches).

Dicho así no pareciera que estos razonamientos engañen a muchos (una


máquina pesada puede estar compuesta de muchas partes livianas; y no
necesariamente los autobuses gastan más que los coches -en todo caso
habrá que ver que autobuses y que coches-)pero, como todas las ya
estudiadas, estas falacias se deslizan como peces en el agua en la vida
cotidiana. Un crítico afirma, por ejemplo, que dado que *cada escena* de la
obra de teatro es un modelo de perfección artística... la obra como un todo
es, naturalmente, de una perfección incomparable.

La totalidad no es el resultado de un simple agregado de partes (excepto en


totalidades muy simples como "un montón de arena"). Una máquina, una
obra de arte, una casa o un libro no puede ser analizado sólo a partir de sus
elementos componentes. Esta clase de falacia asume (supuesto erróneo)
que *el todo es igual a la suma de sus partes*, y además incluye otro
supuesto que acentúa el error: el afirmar que "las partes son parecidas, por
lo que conociendo unas pocas se conoce a todas". Estos supuestos son
verdaderos en algunos casos; pero en pocos. Razonar de esta manera es la
manera más segura de concluir proposiciones falsas partiendo de algunas
verdaderas (en un sentido limitado).

5. LA DIVISIÓN.

Es el caso inverso de la falacia de composición. Idéntica confusión pero de


dirección opuesta. Se parte del todo y se argumenta que lo que es cierto
para el todo debe serlo igualmente para las partes. Dado que ésta empresa
es muy importante, el Sr. Pérez (que es miembro de ella), es en
consecuencia muy importante.

De la misma manera, dado que una máquina es muy costosa, éste elemento
que debemos reponer de ella debe ser, también, muy costoso. Aunque ello
se cumpla en algunos casos la falacia consiste en entender que *siempre*
funcionará así; dejando de lado el caso real que en una empresa no todos
son presidentes y que en una máquina no todas las piezas son claves y por
lo tanto muy caras.

Fijaos que no se afirma que el razonamiento sea *siempre* equivocado, sino


que resulta así en algunos casos. Es decir que no se puede resolver (su
verdad o falsedad) por pura lógica sino que hay que ir e investigar en la
realidad.

"Los perros son carnívoros. Los pekineses son perros. Por lo tanto los
pekineses son carnívoros".

Es un razonamiento perfectamente válido, pero observad este razonamiento


(aparentemente similar):

"Los perros son comunes. Los pekineses son perros. Por lo tanto los
pekineses son comunes" (Copi)

El segundo incurre en la falacia de división.

¿Se entiende?

La clave está en que "carnívoro" es una cualidad que incluye a todos los
perros (no se conocen perros vegetarianos), en cambio "comunes" es un
término relativo, que indica sólo la frecuencia de estos animales en relación
con otros de compañía. Es evidente que los perros son más comunes que los
pitones (como animales de compañía); pero esto no quiere decir que los
pekineses sean, entre los perros (y por lo menos en España), una de las
razas más habituales.

Veamos un ejemplo humorístico que menciona Copi (con su siempre


estimable sentido del humor) y que aclarará, pienso, la distinción anterior:

"Los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Por lo tanto, Sócrates es


mortal". (correcto)
"Los indios americanos están desapareciendo. Este hombre es un indio
americano Por lo tanto, este hombre está desapareciendo" (obviamente
incorrecto, a menos que ese hombre sea un fantasma).

Y con este último chiste cerramos este tema. No se trata que el lector sepa
clasificar siempre adecuadamente que clase de falacia es la que está
escuchando. Este tipo de tarea (propia de especialistas) la consideramos
inútil, además es muy posible que nos haga perder el hilo de lo que estamos
oyendo. Lo importante es que, luego de conocerlas y comprenderlas una a
una, sepa que no es *oro todo lo que reluce*, y se acostumbre a analizar lo
que escucha o lee buscando si existe alguna trampa verbal o lógica en lo
expuesto. Que sepa que las emociones no sirven para descubrir la verdad de
un razonamiento (tienen su propio y legítimo campo), y que puede ser
*manipulado* con mayor o menor buena fe para hacerle "comulgar con
ruedas de molino".

Pensar en cosa seria (aunque nunca conviene dejar de lado un poco de


humor); es fácil atrancarse, atosigarse, entretenerse en detalles
secundarios, ser llevado de las narices, embaucado y esclavizado. Los
farsantes, los políticos venales, los periodistas analfabetos (pero con gracia)
y los ejecutivos inmorales son una pequeña parte del zoológico de
depredadores que existen en nuestra sociedad. No se trata de crear falsas
alarmas, sino de tratar con respeto eso que por usarlo cotidianamente
parece cosa de niños: la palabra. Con la palabra podemos comunicarnos,
hacernos amigos, ayudarnos, tender puentes mentales entre tierras y
habitantes muy diferentes... pero todo ello tiene su contrapartida. La palabra
no es inocente, y los pensamientos necesitan de una buena estructura lógica
para que no se conviertan en un arma más.

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