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b) Precisión de contenidos
El dolo típico se integra elementos descriptivos y normativos y ambos pueden a su vez
constituir elementos esenciales y accidentales.
c) Clases
Existen tres clases de dolo:
1. Dolo directo de 1°: el autor persigue la realización del delito
2. Dolo de 2°: no busca la realización del tipo, pero sabe y advierte como seguro
que su actuación dará lugar al delito.
3. Dolo eventual
Se debe distinguir del dolo eventual de la culpa consciente. La culpa supone que se
representa el delito como posible, por tanto, existe una estructura común entren dolo
eventual y culpa consciente, ya que ninguno de los dos desea el resultado y ambos
reconocen la posibilidad que produzca el resultado.
El dolo eventual lleva aparejada la penalidad, mientras que, la culpa consciente es una
imprudencia, sus penas serán más leves cuando sean punible o inimputable cuando la
imprudencia no sea punible.
Se han formulado las siguientes teorías:
1. Teoría del consentimiento o de la aprobación: el autor es consienta la posibilidad
del resultado, en el sentido que lo aprueba. Por tanto, habrá dolo eventual
cuando, el autor hubiera podido anticiparse a los acontecimiento y hubiera
sabido que su conducta producirá un resultado típico, en cambio, habrá culpa
consciente si el autor lleva a cabo pensando que no existe la posibilidad que se
produzca el delito.
2. Teoría de la probabilidad o de la representación: lo que importante es el grado de
probabilidad del resultado advertido por el autor. Hay dolo eventual cuando el
autor advirtió la probabilidad que se produzca el resultado y habrá culpa
consciente cuando la posibilidad reconocida por el autor es muy lejana.
Por esta misma razón la desconexión de personas en estado vegetal sin pronóstico no
representa un ilícito penal.
Además, la tecnología con la que se mantiene artificialmente con vida a estos pacientes,
podría ser mejor utilizada por los pacientes que sí tienen pronóstico en su enfermedad.
Tipos de eutanasia
A primera vista pareciera que se dan todos los requisitos constitutivos de un delito
contra la vida o en una omisión del deber de socorro.
La gran diferencia entre la eutanasia y los demás delitos contra la vida es que la víctima
acepta e incluso solicita se le de muerte, de tal manera que los tipos de homicidio
consentido o de omisión del deber de socorro están justificados por un estado de
necesidad.
De esta forma, el autor llega a la conclusión de que en los casos descritos la eutanasia
no es punible. A continuación, sus argumentos:
La acción eutanásica protege el ejercicio de los siguientes derechos constitucionales:
El autor no niega tal lesión al bien jurídico de la vida, pero explica que en la
ponderación de derechos fundamentales, los derechos descritos suman más que el
derecho a la vida, que por lo demás es una devaluada.
De esta forma la acción eutanásica está justificado por un estado de necesidad que
permite proteger el ejercicio legítimo de, al menos cuatro derechos constitucionalmente
consagrados.
Conclusión
En suma, si bien el tipo de homicidio consentido y la omisión del deber de socorro sí
constituyen una lesión, y no cualquier lesión, sino que la más grave contra el bien
jurídico de la vida. Sin embargo, en la ponderación entre el derecho a la vida y los
derechos: (i) Libre desarrollo de la personalidad; (ii) Derecho a la dignidad de la
persona; (iii) Libertad ideológica de los individuos; y, finalmente (iv) Derecho a no ser
sometido a tratos inhumanos o degradantes; es claro que no sólo son más derechos
protegidos por la acción eutanásica, sino que el derecho a la vida es a una vida
devaluada, por tanto, la acción eutanásica está justificada por un estado de necesidad
que protege el libre ejercicio de, a lo menos, cuatro derechos fundamentales.