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ENSAYO EL OLVIDO QUE SEREMOS

En mi opinión cuando hablamos de lo que trata este libro podemos decir que; cuenta la
historia de un niño, que amaba al señor, su padre, sobre todas las cosas. Al escuchar de un
momento a otro lo que la hermanita dijo: Su papá se va a ir para el Infierno. El no entendió las
bien las cosas, pero si despacio, se había estado imaginándome todo el día en el Cielo sin su
papá se asomaba desde una ventana del Paraíso y lo veía a él allá abajo, pidiendo auxilio
mientras se quemaba en las llamas del Infierno, y esa noche, cuando ella empezó a entonar las
oraciones detrás del biombo de los unicornios, le dijo: No voy a volver a rezar.
En realidad, a él no me gusta el Cielo le dijo; sin mi papá no quiero estar allá. Cuenta que
gustaba su olor, y también el recuerdo de su olor, sobre la cama, cuando se iba de viaje, y o les
rogaba a las muchachas y a su mamá que no cambiaran las sábanas ni la funda de la almohada.
Dado que no podía hacer porquerías como hurgarse la nariz o comer tierra; no podía
pegarle a su hermana menor; no podía salir sin avisar que iba a salir, ni cruzar la calle sin mirar
a los dos lados; tenía que ser más respetuoso con Emma y Teresa o con cualquiera de las otras
empleadas que tuvimos en aquellos años: Mariela, Rosa, Margarita que con cualquier visita o
pariente; tenía que bañarme todos los días, lavarse las manos antes y los dientes después de
comer, y mantener las uñas limpia.
Después de todo era de una índole mansa, esas cosas elementales las aprendió muy
rápido. Recuerda que cogía la billetera de su papá y contaba la plata que tenía. Muchas veces su
papá le daba plata sin que se la pidiera, y entonces no tenía ningún reparo en recibirla.

Sin embargo, cuando llegaban las cuentas de servicios, o cuando su mamá le decía que
era necesario pagarle al albañil que arreglaba las goteras del techo, o al electricista que hubo
arreglado un cortocircuito, su papá se ponía de mal genio y se encerraba en la biblioteca a leer y
a oír música clásica a todo volumen, para calmarse. Entonces su papá contrató a don Feliciano y
a doña Rosa, los papás de Teresa, la muchacha, que se estaban muriendo de hambre en un
pueblo del nordeste.
Como es sabido cuando se acababan los juegos de niño solitario (fantaseaba en el suelo,
con castillos y soldados), lo más entretenido que se le ocurría hacer a la hermanita Josefa, fuera
de rezar, era salir al patio de la casa a mirar los colibríes que chupaban las flores, o dar paseos
por el barrio en el cochecito donde sentaba a su hermana, que se dormía en el acto, y donde le
llevaba a él, de pie sobre las varillas de atrás, si se cansaba de caminar, mientras la monja
empujaba el coche por las aceras.
Es más cuando podía, al menos una vez a la semana, su papá le llevaba a la Universidad,
al entrar pasaban al lado del anfiteatro, donde se dictaban las clases de anatomía, y le rogaba
que le mostrara los cadáveres. Al mismo instante que le preguntaba a su madre una y otra vez
por qué se había casado con su papá, y ella me explicaba, sonriendo, que se había casado con un
mexicano, Iván Restrepo, por poder, y que su papá lo había representado a él en la iglesia.
En resumen, por eso, cuando entro al colegio, ya sabía distinguir todas las letras del
abecedario, no con su nombre sino con su sonido, y cuando la profesora de primero, Ly da Ruth
Espinosa, les enseñó a leer y escribir, aprendía en un segundo, entendía de inmediato el
mecanismo, como por encanto, como si hubiera nacido sabiendo leer.
Por otro lado, sus hermanas eran todas grandes bailarinas, en cuanto a él también tenía
buen oído, como ellas, al menos para cantar, pero cuando ellas me invitaban a bailar, ponía el
acento del baile donde no era, con una arritmia total, o con el mismo ritmo de las risas de ellas
cuando me veían mover los pies.
Cabe señalar que me doy cuenta de lo limitado que es su talento para escribir casi nunca
consiguió que las palabras sonaras tan nítidas como están las ideas en el pensamiento; lo que
hacía le parece un balbuceo pobre y torpe al lado de lo que hubieran podido decir sus hermanas,
recuerda la confianza que su papá tenía en él.
Por otra parte, no todo fue burla entre sus compañeros; recuerda que una vez, ya casi al
final de la adolescencia, un amigo lee confesó; que siempre le ha dado envidia de un papá así.
La verdad es que sin haber leído un cuento ni mucho menos un libro de él sabía su
secreto, a todo el mundo le decía que era escritor, aunque le daba rabia de que diera por hecho
lo que era sólo un sueño. podría decir. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera
sido alguien mucho menos feliz.
Después de todo el señor Manevich hizo un gesto con la cabeza, le dio la mano a su papá
y cerraron la puerta.
En resumen un día por tirar piedras en la puerta de los judíos su papa le agarro duro del
brazo y le llevo a la puerta de su casa a pedirle perdón, esa fue la única vez que le quedó una
marca en el cuerpo, un rasguño en el brazo, por un castigo de su papá, y es una señal que me
merezco dijo, y que todavía se avergüenza, por todo lo que supo después sobre los judíos
gracias a él, y también porque el acto idiota y brutal no lo había cometido por decisión propia,
ni por pensar nada bueno o malo sobre los judíos, sino por puro espíritu gregario, y quizá sea
por eso que desde que creció les rehúye a los grupos, a los partidos, a las asociaciones y
manifestaciones de masas, a todas las gavillas que puedan llevarle a pensar no como individuo
sino como masa y a tomar decisiones, no por una reflexión y evaluación personal, sino por esa
debilidad que proviene de las ganas de pertenecer a una manada o a una banda.
Es por ello que recuerda que cada vez que le tocaba ir al colegio hacia que el bus le
dejara, con la excusa de subir a despediré de su padre ya cuando bajaba, el bus se había ido, ya
no tenía que presentarse en La Presentación.
Llegando a este punto durante su primer año truncado de escuela dejó casi siempre el bus,
y por su culpa, al año siguiente no lo dejó ni una vez.
Para finalizar a los 28 años, cuando mataron a su papá, todavía recibía de vez en cuando
aportes de él, o de su mamá, y eso que ya llevaba cinco años viviendo con su primera esposa, y
tenía una hija que ya daba sus primeros pasos.

“La admiración es ese ingrediente que alimenta el amor.”

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