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Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Curso propedéutico para ingreso a la Maestría en


Ciencias Políticas

Puebla, Pue. a 16 de noviembre de 2022

Ficha de lectura de los dos primeros capítulos de


“Vigilar y Castigar” por Michel Foucault

Alumno: José Carlos Pérez Sánchez


Profesor: Octavio Humberto Moreno Velador
Materia: Filosofía Política
Capítulo 1: Suplicio

Desde el siglo XVI lo que caracteriza una forma de penalidad es el suplicio mismo
que debe de cumplir los siguientes requisitos: 1) debe producir cierta cantidad de
sufrimiento, es decir, debe ser cuantificable; 2) dicha producción debe estar
sometida a reglas, así, dependiendo de la gravedad del delito, se impone
determinado castigo; y 3) el suplicio forma parte de un ritual en donde se marca al
delincuente que fue víctima del suplicio y, a la vez, se comprueba el triunfo de la
justicia sobre el delito.

Existen varias razones para ejercer el castigo, por ejemplo, la razón política. La ley
es percibida como una semejanza del monarca, de ahí el sentido político, pues al
romper la ley al delincuente se le aplica el suplicio por haberse atrevido a atentar
contra una extensión o semejanza del monarca. Se ejecuta el suplicio como
venganza del soberano restituyendo la soberanía lesionada por medio de la
función jurídico-política. La otra razón puede llegar a ser económica, en donde la
fuerza de trabajo no tiene valor y aún así se le obliga al reo a participar de los
sistemas de producción (siglos XVI y XVII) y por tanto el trabajo se efectúa como
castigo sobre el cuerpo que adquiere una dimensión de explotación como pena.

El suplicio en conclusión es parte de las practicas jurídicas no solo porque revela


el sentido de verdad, sino que es una demostración de poder.

“El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción


diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las
víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una
justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los
"excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder” (Pág. 34)

Por otra parte, dado que este es un estudio del poder también, se debe señalar
que el poder siempre está acompañado del saber, aquí es donde se abre la
relación entre el que castiga y quien es castigado. El saber es aquello que faculta
al juez para dirimir los asuntos y vicisitudes que rodean al sistema penitenciario.
Es entonces que quien tiene menos saber tiene por consecuente menos poder y
quien tiene menos poder tiene también más probabilidades de ser declarado
culpable.

A todo esto, resulta conclusivo que, a raíz de los cambios reformistas de los
sistemas penitenciarios desde épocas medievales hasta la época moderna,
simplemente se puede concluir que se ha mejorado no la perspectiva de
humanización sobre los reos, tratando de rehabilitarlos y hacerlos rectificar, sino
que lo que se ha mejorado es la perpetuación de la pena. Esto con motivo de la
privación de las libertades y demás lujos de la vida cotidiana, en la prisión lo que
se hacer es imponer, a base de un itinerario, por ejemplo, la coacción de las
libertades humanas y con ello el castigo más que recibirlo el cuerpo lo recibe el
alma del condenado prolongando su sufrimiento, el suplicio.

Capítulo 2: Castigo

Dado que el avance de la humanidad en cuanto a la forma de aplicar penas a los


criminales es necesario sustituir la venganza por el castigo. Esto a raíz de
vicisitudes negativas como el hecho de que la justicia estaba sumamente viciada,
en donde además del trafico de influencias y de la desigualdad de las penas por
distinción social, la situación judicial era más un tema de posición social que de
derecho común aplicado por la adecuada imposición del Estado legalmente
constituido.

Es así que se convirtió en imperativo una reforma que finalmente pudiera hacer
efectiva una mayor distribución del poder punitivo y de cierta manera lograr que el
aparato represivo no se volviese un instrumento de zozobra que quedara bajo el
criterio arbitrario de cada juez. De esta manera tanto los administradores de la
justicia sabían hasta que punto podría ser tolerables los castigos en cuestión
tipificándolos y los ciudadanos a su vez sabían a lo que se podían enfrentar por
cometer una acción que los ameritara. La codificación de estos asuntos fue la
solución a la notoria arbitrariedad de los tribunales anteriores.

Se pasa así a una nueva economía y tecnología del poder a la hora de castigar.
Es cuando el orden social tiene un peso más significativo pues ello influye de
sobremanera en el peso de la pena y la proporción que hay entre está y la calidad
del delito. Por lo tanto, surgen unas reglas que pudieran ser implícitas en la
ejecución de las mismas normativas legales, por ejemplo, el criterio de la pena
mínima emerge a la sazón de que dicha pena es suficiente como para sobrepasar
los beneficios obtenidos por un crimen. Otra regla es que si se tiene en cuenta que
dicho delito proporciona una ventaja la pena supone una desventaja todavía
mayor. Posteriormente se pasa a la regla de los efectos laterales en al cual
básicamente se postula que basta con hacer creer que el infractor ha sido
severamente castigado para arrojar una advertencia a los demás. Otra regla más
refiere a la certeza que debe ser creada a partir de que si bien el delito mismo
supone un beneficio, dicho beneficio viene acompañado inevitablemente de un
inconveniente muy grande que deriva en el posible castigo, dicho vinculo entre
beneficio e inconveniente es tan fuerte que nada puede romperlo. Y finalmente, la
regla que se resume en la famosa frase “culpable hasta se demuestre lo
contrario”, es decir, el delito debe ser debidamente probado con los suficientes
indicios y pruebas luego de un exhaustivo proceso donde se dirima el grado de
culpa o inocencia. Por tanto, se obliga a la creación de un código donde se haga
claramente una especificación de cada delito y castigo para poder tener una
sentencia netamente admisible. De esta manera se previene la aparición de
lagunas legales que favorezcan el florecimiento de la impunidad.

Finalmente se habla de una necesidad de que se corresponda la naturaleza del


delito con la naturaleza del castigo. Así se dará trabajo al holgazán a manera de
castigo, que por cierto se resalta que se logó identificar la falta de un oficio como
uno de los detonantes para la injerencia en el delito. Por lo tanto, la pedagogía se
presenta como parte importante para la reformación del reo. En síntesis, lo que se
alcanzó con el trabajo de los reformadores del sistema judicial occidental fue
recalificar a los individuos como sujetos de derecho. A través de la tecnología del
poder como la imposición de itinerarios precisamente como ya se dijo antes. Lo
que se busca castigar más que la realización misma del delito o el delito mismo es
la reincidencia del delito.
A manera de resumen, los dos primeros capítulos de esta obra son muestra de un
estudio no solo histórico sino sociológico y hasta político de los factores
involucrados en las transformaciones sociales vividas desde el siglo XVI hasta
comienzos del siglo XIX durante tiempos más modernos donde se sustituye la
economía de castigo y suplicio a una economía de derechos suspendidos y en
cómo las personas son disciplinadas en las sociedades occidentales, durante todo
este proceso. El castigo deja de apuntar a los cuerpos y empieza a apuntar a las
almas.

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