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De "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen: "He sido un ser egoísta toda mi vida, en la práctica,

aunque no en principio. De niña me enseñaron lo que era correcto, pero no me enseñaron a


corregir mi temperamento. Yo se le dieron buenos principios, pero se le dejó seguirlos con orgullo
y presunción".

De "To Kill a Mockingbird" de Harper Lee: "Quería que vieras lo que es el verdadero coraje, en
lugar de hacerte la idea de que el coraje es un hombre con un arma en la mano. Es cuando sabes
que estás vencido antes de comenzar". pero empiezas de todos modos y lo terminas pase lo que
pase".

De "El guardián entre el centeno" de JD Salinger: "Me sentí tan solo, de repente. Casi deseé estar
muerto. No sé por qué, pero sentí que algo dentro de mí acababa de morir".

Del "Diario de una joven" de Ana Frank: "No puedo quitarme de encima la sensación de que algo
terrible va a pasar".

Mujercitas" de Louisa May Alcott: "Se había quedado dormida llorando, y ahora se despertó para
encontrar el sol brillando y su madre sentada junto a su cama. Sintió un deseo repentino de ser
consolada y perdonada, de recostar su cabeza en ese pecho amoroso y contarle todos sus
problemas. Medio sollozo, medio llanto, se incorporó de un salto y se arrojó a los brazos de su
madre, quien la abrazó y susurró con ternura: "Querida, querida, ¿qué pasa?".

De "Don Quijote" de Miguel de Cervantes: "Derramó lágrimas al pensar en sus desgracias, y al


momento siguiente se reía de la extraña figura que hacía".

De "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez: "No podía llorar, pero sentía un dolor
denso, opaco y eterno que ya se estaba convirtiendo en una parte de su cuerpo".

De "El amor en los tiempos del cólera" de Gabriel García Márquez: "Se dejó llevar por su
convicción de que los seres humanos no nacen de una vez por todas el día que sus madres los
paren, sino que la vida los obliga a una y otra vez para dar a luz a sí mismos".

De "La muerte de Artemio Cruz" de Carlos Fuentes: "Sintió las lágrimas brotar de sus ojos, lágrimas
de un hombre vivo, lágrimas de un hombre moribundo, lágrimas de un hombre que nunca había
vivido realmente".
De "El perfume: la historia de un asesino" de Patrick Süskind: "Lloró lágrimas de rabia y
desesperación cuando se dio cuenta de que nunca podría oler como otras personas".

De "La casa de los espíritus" de Isabel Allende: "Sintió un deseo abrumador de llorar, pero no
brotó ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".

De "La casa de los espíritus" de Isabel Allende: "Sintió un deseo abrumador de llorar, pero no
brotó ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".

De "La Fiesta del Chivo" de Mario Vargas Llosa: "Aura sintió unas repentinas ganas de llorar, pero
no brotó ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".

De "La mano de Fátima" de Ildefonso Falcones: "Sintió unas repentinas ganas de llorar, pero no
brotó ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".

De "La historia de un nuevo nombre" de Elena Ferrante: "Sintió unas repentinas ganas de llorar,
pero no brotó ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".

De "El Regreso" de Héctor Abad Faciolince: "Sintió unas repentinas ganas de llorar, pero no brotó
ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".

De "Como agua para chocolate" de Laura Esquivel: "Tita sintió unas repentinas ganas de llorar,
pero no brotó ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".

De "El Libro de Emma Reyes" de Emma Reyes: "Lágrimas, lágrimas, lágrimas. Son el río de mi vida".

De "Ropa, Ropa, Ropa. Música, Música, Música. Chicos, Chicos, Chicos". por Viv Albertine: "Las
lágrimas rodaban por su rostro. No había llorado durante años, pero ahora no podía parar".

De "La casa de los espíritus" de Isabel Allende: "Sintió un deseo abrumador de llorar, pero no
brotó ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".
De "La casa de las bellas durmientes" de Yasunari Kawabata: "Sintió una repentina necesidad de
llorar, pero no brotó ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".

De "El retrato de una dama" de Henry James: "Sintió una repentina necesidad de llorar, pero no
brotó ninguna lágrima. Estaba más allá de las lágrimas".

De "La muerte de Artemio Cruz" de Carlos Fuentes: "Sintió las lágrimas brotar de sus ojos, lágrimas
de un hombre vivo, lágrimas de un hombre moribundo, lágrimas de un hombre que nunca había
vivido realmente".

CARCAJADAS

De "La casa de los espíritus" de Isabel Allende: "Él sonrió, y las arrugas alrededor de sus ojos se
profundizaron, dándole una mirada de gran bondad".

De "Como agua para chocolate" de Laura Esquivel: "Ella sonrió, sus ojos brillaban de felicidad".

De "El corazón de la alcachofa" de Elena Poniatowska: "Ella sonrió, sus ojos brillaban divertidos".

De "La historia de un nombre nuevo" de Elena Ferrante: "Sonrió, sus ojos brillaban con una alegría
genuina y contagiosa".

De "El libro de Emma Reyes" de Emma Reyes: "Ella sonrió, sus ojos brillaban de risa".

De "El Regreso" de Héctor Abad Faciolince: "Se reía, con los ojos arrugados de alegría".

De "Ropa, Ropa, Ropa. Música, Música, Música. Chicos, Chicos, Chicos". por Viv Albertine: "Ella se
rió, sus ojos brillaban con picardía"

De "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez: "Sonrió, sus ojos se iluminaron con
diversión".
De "La muerte de Artemio Cruz" de Carlos Fuentes: "Sonrió, sus ojos brillaban con ironía".

De "La fiesta del chivo" de Mario Vargas Llosa: "Se reía, con los ojos chispeantes de picardía".

De "La mano de Fátima" de Ildefonso Falcones: "Sonrió, sus ojos se arrugaron de placer".

De "Los cuadernos de don Rigoberto" de Mario Vargas Llosa: "Sonrió, sus ojos brillaban de
alegría".

De "El tiempo del héroe" de Mario Vargas Llosa: "Reía, sus ojos brillaban de alegría".

De "El retrato de una dama" de Henry James: "Ella sonrió, sus ojos brillaban divertidos".

GRATITUD

De "El Alquimista" de Paulo Coelho: "Estaba lleno de una sensación de gratitud, como si le
hubieran dado un gran regalo".

De "The Giving Tree" de Shel Silverstein: "Y el árbol estaba feliz, pero no realmente porque estaba
regalando sus manzanas, estaba feliz porque el niño estaba feliz. Y eso era todo lo que quería".

De "El poder del ahora" de Eckhart Tolle: "En el momento en que te vuelves consciente del ego en
ti, estrictamente hablando ya no es el ego, sino solo un viejo patrón mental condicionado. El ego
implica inconsciencia. La conciencia es el poder que está oculto en el momento presente".

De "El arte de la felicidad" del Dalai Lama: "Cuanto más nos preocupamos por la felicidad de los
demás, mayor es nuestra propia sensación de bienestar".

Del "Diario de una joven" de Ana Frank: "No pienso en toda la miseria, sino en la belleza que aún
permanece".
De "The Road" de Cormac McCarthy: "Caminó en la luz gris y se paró y vio por un breve momento
la verdad absoluta del mundo. El círculo frío e implacable de la tierra intestada. La oscuridad
implacable. Los perros ciegos del sol en su correr. El aplastante vacío negro del universo. Y en
algún lugar dos animales perseguidos temblando como zorros terrestres en su cubierta. Tiempo
prestado y mundo prestado y ojos prestados con los que llorarlo ".

De "El gran Gatsby" de F. Scott Fitzgerald: "Él sabía que cuando besara a esta chica y uniera para
siempre sus indecibles visiones con su perecedero aliento, su mente nunca volvería a retozar
como la mente de Dios. Así que esperó, escuchando por un momento más al diapasón que había
sido golpeado sobre una estrella. Luego la besó. Al tocar sus labios ella floreció para él como una
flor y la encarnación fue completa ".

De "El guardián entre el centeno" de JD Salinger: "Me sentí tan condenadamente feliz de repente,
la forma en que la vieja Phoebe seguía dando vueltas y vueltas en el carrusel. Era una especie de
tarde loca, terriblemente fría, y no sol ni nada, y sentías que desaparecías cada vez que cruzabas
una calle".

De "The Sun Also Rises" de Ernest Hemingway: "Él sonrió y miró hacia otro lado y supe que estaba
feliz. Yo estaba muy feliz y sabía que estaba feliz. Pero no quería pensar en eso. Solo quería estar
allí, estar cerca de él, sentir su calor y su fuerza, y saber que estaba cerca de él".

De "To Kill a Mockingbird" de Harper Lee: "Atticus tenía razón. Una vez dijo que nunca conoces
realmente a un hombre hasta que te pones en sus zapatos y caminas con ellos. Solo pararte en el
porche de Radley fue suficiente".

De "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen: "Es una verdad universalmente reconocida que un
hombre soltero en posesión de una buena fortuna debe estar necesitado de una esposa".

De "Las uvas de la ira" de John Steinbeck: "La gente llegó a los pueblos y no tenían a dónde ir, y
llegaron sin entender las grandes compañías que esperaban para tomarlos. Y no pudieron
tomarlos, porque no tenían donde ponerlos".

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