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HEBREOS 6

Para seguir adelante hacia la madurez, los lectores deben sacudirse de la pereza que les ha
invadido y esforzarse en el aprendizaje y la aplicación de doctrinas profundas (vv. 1, 2). Para hacer
esto tienen que dejar las doctrinas básicas acerca de Jesús, no porque éstas no sean importantes,
sino porque son el fundamento y ahora se debe edificar sobre él.

ARREPENTIMIENTO Y FE

En los vv. 1, 2, el autor enumera seis doctrinas fundamentales. Esta lista nos proporciona
evidencia de la manera en que el evangelio fue concebido en la comunidad del autor de Hebreos.
Las seis doctrinas se dividen de manera natural en tres pares. El primer par abarca el
arrepentimiento y la fe. Este par expresa la experiencia inicial de la vida cristiana. Esta empieza
con arrepentimiento de obras muertas. Para llegar a ser cristiano uno tiene que reconocer que sus
actos anteriores son producto del pecado y de la rebelión contra Dios. Por tanto, no son actos de
vida, sino efecto y causa de la muerte. Al reconocer esto la persona debe cambiar por completo su
actitud hacia su vida, hacia sí mismo y hacia Dios. Este cambio o vuelta radical se llama
arrepentimiento. La fe en Dios es el aspecto positivo de la misma experiencia. En la conversión, la
confianza que se dirigía antes hacia los esfuerzos propios, ahora se vuelve hacia Dios. La fe y el
arrepentimiento constantemente se encuentran juntos en el NT. La misma vuelta que pone el
pecado y la muerte atrás de uno, le orienta hacia Dios. La orientación básica de la vida del cristiano
es hacia la voluntad de Dios y hacia su poder y su gloria.

EL BAUTISMO

Es esencial que cada cristiano entienda el significado del bautismo cristiano, y en qué difiere de
prácticas como la aspersión y otras ceremonias de iniciación. El bautismo es el símbolo visible del
cambio de corazón que se llama arrepentimiento. Simboliza la resurrección desde la muerte en el
pecado. Como testimonio de arrepentimiento y fe, es una parte esencial del fundamento cristiano.

LA IMPOSICIÓN DE MANOS

acompañaba al bautismo y simbolizaba la bendición de Dios sobre el creyente y la venida del


Espíritu Santo a su vida. Se debe distinguir de la imposición de manos que se practica hoy en la
ordenación. El autor se refiere a una imposición de manos en el comienzo de la vida cristiana.
Aparentemente, la iglesia que recibió esta carta la practicaba con todos los nuevos creyentes,
aunque Los Hechos nos indica que otros grupos de cristianos no la usaban siempre. En Los Hechos,
encontramos algunos casos en que nuevos creyentes recibieron la imposición de manos (Hech.
8:17; 9:17; 19:6a) y otros en que no se menciona (Hech. 2:41; 8:35–38; 10:44–48). (Rom. 6:3; 1
Cor. 12:13; Ef. 4:5).

El último par de enseñanzas básicas cristianas tiene que ver con la esperanza para el futuro. Habrá
una resurrección de todos los muertos para comparecer ante el Juez. Aquel juicio es eterno,
porque su veredicto determinará el destino eterno. Ya que los resultados de nuestro
comportamiento actual son eternos, el arrepentimiento y la fe tienen infinita importancia, y el
bautismo es símbolo del cambio más importante de la vida. El autor expresa su confianza en que
sus lectores han tenido una experiencia genuina de la gracia y que están en el camino hacia la
madurez (v. 3). A la vez, les vuelve a recordar que el progreso hacia la meta depende de Dios. El
hombre tiene que confiar y perseverar, pero sus planes son siempre subordinados a la voluntad de
Dios. La experiencia cristiana nos muestra que esta dependencia total no disminuye la
responsabilidad del cristiano; más bien la agudiza. Este versículo no expresa una apatía fatalista,
sino un anhelo ferviente de que Dios no haya perdido la paciencia y siga otorgando su gracia

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