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No lo podía creer, mama me saco de mi antigua escuela en los ángeles, para traerme a este rincón

alejado del mundo en la isla de creta.

Rea suspira con evidente fastidio.

Mam, es injusto y arbitrario de tu parte solo quitarme de mi antigua escuela y traerme aquí...

Malia alza la mano para interrumpir a su hija exasperada. Te dije millones de veces Rea, es lo mejor
para ti.

Rea sabía que por más que insistiera su madre no cambiaría de idea, iba a dejarla en ese lugar
alejado sin que ella pudiera hacer nada. Su padre Randolf Venizelos no la ayudaría esta vez. Su
madre estaba decidida. Estaban llegando al maldito internado donde la dejaría con suerte el resto
del año. Rea miro desesperanzada por la ventanilla de Audi que las esperaba en el aeropuerto
apenas llegar a Grecia. El edificio que se divisaba ya, más parecía un castillo medieval que un
internado.

El Audi tomo por un camino de gravilla adentrándose al lugar, que Rea veía como una cárcel.

Al llegar su madre bajo del auto. Rea no se movió, había una escalera de 16 escalones de mármol
seguramente de Carrara en la entrada del internado, todo se veía imponente, el jardín era una
maravilla, si Rea estuviera de ánimos para admirarlo,

Rea, baja del auto y saluda a Miss Dolfin, tu nueva directora.

Rea suspira se cuela las gafas oscuras y baja del auto colocándose al lado de su madre.

Bienvenida Srta Venizelos al colegio Spina, Soy la directora Margerite Dolfin, espero que su estancia
entre nosotros sea agradable.

No sé porque, pero me pareció una amenaza velada, más que una bienvenida. Me encogí de
hombros únicamente, no estaría aquí mucho tiempo. Si Peter lograba culminar lo acordado pronto
me iría de aquí.

Peter Lowgley era mi mejor amigo desde que tenía uso de razón, nos habíamos criado juntos, hijo
del socio de mi padre. Siempre estábamos metiéndonos en problemas, ahora nos habían separado y
Peter iría a rescatarme y nos iríamos pitando de ese demoniaco internado.

Mire a mi alrededor mientras mi madre hablaba con la estirada directora dolfin, verdaderamente
ese jardín era imponente, el edificio intimidante y no veía alma viva alguna en los alrededores.

Srta Venizelos, Samuel la acompañara a sus aposentos ahora.

Estaba distraída y no entendí lo que decía Miss Dolfin, pero vi que mágicamente había un hombre el
lado de ella, que no escuche llegar.

La mire sin entender.

Samuel, la acompañara a sus aposentos srta Venizelos, acompáñelo por favor.

Malia me encantaría me acompañaras a tomar el té, mientras ultimamos los detalles, se dirigió a mi
madre.
No pude oír lo que hablaban en lo que subían las escaleras, el tal Samuel me apuraba a que lo
siguiera.

Srta Venizelos, por aquí. Me indico señalando una entrada que no había notado antes pero que no
era por la que se fue mi madre y miss delfin.

No podía hacer más que seguirle.

Al entrar note que el interior era fresco y agradable, en esa maldita isla había un calor infernal.

Mi imaginación había trabajado a mil desde que viera el edificio, pero la realidad superaba mi
imaginación, el edificio por dentro era majestuoso, pero me sentía cansada, agotada del viaje así que
solo deseaba llegar a algún lugar donde pudiera recostarme.

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