Está en la página 1de 1

En un mundo donde las emociones estaban prohibidas, Rose se encontraba en una

situación difícil, nunca antes había dejado a su cuerpo y mente experimentar como se
sentía el amor, ya que desde que nació en este mundo le enseñaron a reprimir sus
emociones, como si de un objeto se tratara. Sin embargo, Rose, aun conociendo los
riesgos, no podía evitar la forma en que se sentía, creía que se había enamorado de la
persona equivocada, o, mejor dicho, simplemente creía que se había enamorado y ese
pensamiento la abrumaba, como si de un pecado sin perdón se trátase. Una noche,
mientras se dirigía en camino a su casa, lo vio parado en la esquina de la calle. Sin decirle
una sola palabra, el chico le entrego un objeto pequeño y rectangular y desapareció en la
noche. Rose, algo desconcertada, se dirigió a su casa a paso apresurado, mientras se
daba cuenta que ese objeto que tenía entre sus manos era un generador de emociones.
Con manos temblorosas, cerró la puerta de su casa y se quedó mirando al objeto,
pensando en si debería o no presionar el botón, que se veía tan tentador como la manzana
que tentó al pecado a Eva en el paraíso. Con un profundo suspiro, Rose cerro los ojos y lo
presiono, de repente, se sintió abrumada por una avalancha de sentimientos intensos,
confusión, miedo, incluso fascinación, todo se sentía demasiado real y palpable para ella,
ya no sentía ese nudo en el pecho que percibía cada vez que reprimía alguna emoción,
ese nudo ahora estaba desatado. Sabía que, si alguien se enteraba, estaría en serios
problemas. Pero por ese pequeño instante, mientras yacía parada en la sala de su casa,
perdida en un mar de emociones. Rose se sintió realmente viva. 

También podría gustarte