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El zéjel o villancico
El zéjel nació en la España musulmana, desde donde se propagó a otros países del mundo islámico,
a la España cristiana, a Francia y a Italia. En Castilla recibió el nombre de villancico o villancete,
alusivo a su carácter popular, y sirvió de forma predilecta a la primitiva lírica tradicional. Consta de
un estribillo y una serie de estrofas en cada una de las cuales el último verso rima con el estribillo,
anunciando la repetición total o parcial de éste. El estribillo está formado por dos o tres versos; el tipo
más simple de estrofa tiene tres versos monorrimos (mudanzas) y el cuarto (vuelta) en rima con el
estribillo; pero hay muchas otras combinaciones, algunas muy complicadas. Aunque domina la
consonancia, en los ejemplos más populares no es raro encontrar versos asonantados.
Mientras se mantuvo la popularidad del zájel o villancico, sirvió con frecuencia al canto coral: un
solista entonaba las estrofas, y al terminar la vuelta de cada una, el coro, avisado por la rima, cantaba
el estribillo. Cuando en los siglos XVI y XVII el villancico, desplazado por la seguidilla, fue perdiendo
terreno en la canción popular, se conservó en la lírica de los poetas cultos; muchas letrillas de
Góngora, Lope de Vega o Quevedo responden pefectamente a su estructura.