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Le chica que tenía mucho respeto.

Había una vez, una niña llamada Rocío, ella tenía mucha tolerancia con todo el
mundo.
El día 8 de marzo, fue a una junta sobre el día de la mujer, ella llevó un cartel y
empezó a sonreír por la igualdad.
Cuando muchas personas la miraban ellos tambien sonreían, era muy extraño.
Todas que la rodeaban, decían que puede ser que tenga una risa contagiosa.
Una mañana, por las noticias salió que gracias a ella mucha gente puede ser
más feliz, a la gente que lo puede pasar mal día a día pueden ser felices
gracias a ella.
Rocío tenía tanta fe y esperanza en poder ser una gran psicóloga, para ayudar
a las personas que lo necesitan.
Ella reveló que tenía mucha tolerancia y respeto a todas las personas que la
rodeaban, era como un dón especial.
Rocío consiguió la carrera de poder ser psicóloga.
Mucha gente iba a su consulta a charlar y a poder luchar.
Un día, iba paseando a su mascota al lado de un colegio, ella vió a una niña,
que no queria acercarse a nadie, siempre la pasaba muy mal.

Rocío recomendó que podía pasar por su consulta por la tarde, la niña aceptó
A las 16:30 fue la niña hacía la consulta.
Rocío la aconsejó:
“Muchas veces, pensamos que para ayudar a alguien tenemos que entender
exactamente por lo que está pasando, tenemos que tener un consejo muy
específico y si no sabemos resolver el problema os frustramos, nos
angustiamos”
La niña respondió:
Es que no lo entiendo, no sé qué hacer.
Rocio intervinió y dijo:
“Es que eso no es lo que necesitas, solamente necesitas a alguien que te
abrace, va a ver gente a la que no le caigas bien, lo que dices no le va a gustar,
lo que piensas, lo que haces, como te expresas, pero no dejes que la opinión
de los demás y el miedo al rechazo te condicione porque al final del día es tu
vida”
Y paso algo extraño, la niña sonrió sin que Rocío haya sonreído.
Muchas veces, esto no pasa.

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