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análisis

El consumo como
cultura:
el imperio total de la mercancía
José Antonio Zamora
análisis

La cultura del consumo: una nancieras internacionales, la organización


realidad en transformación internacional de la división del trabajo y el
La cultura del consumo ha ido evolucio- diferente papel atribuido al conocimiento y
nando de manera acorde con las trasforma- la comercialización en la producción de va-
ciones que sufría el sistema económico. lor y beneficio, etc.
Mientras en la fase que ha venido siendo Esto nos obliga a atender de modo especí-
descrita con el término “Fordismo” el con- fico al salto cualitativo que ha tenido lugar en
sumo de masas se convirtió en un fenómeno la cultura del consumo, entendida como una
social sin precedentes y fue un elemento cla- gran variedad de experiencias nuevas, nuevos
ve en la respuesta a la gran crisis de finales modos de nombrar y representarnos el uni-
de los años 20 del siglo pasado, la crisis de verso del consumo y nuevas formas de enten-
los años 70 propició cambios de gran cala- dernos a nosotros mismos. Quizás lo novedo-

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do en dicha cultura, cambios que tenían que
ver con la sobresaturación de los mercados,
con la mayor estratificación social y las ten-
dencias a la distinción que permitían abas-
so consista en que el consumo se ha converti-
do en un hecho global en el que están impli-
cadas prácticas sociales, identificaciones y en-
soñaciones y que, por tanto, abarca la totali-
tecer capacidades adquisitivas crecientemen- dad de nuestra vida, un hecho global que se
te diferenciadas, el mayor protagonismo de apodera de nuestros espacios y tiempos, rede-
las grandes corporaciones industriales y fi- finiendo nuestras identidades.

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El teórico de los medios de comunicación, carnos en el mundo a través de historias pree-


Norbert Bolz, distingue en su obra El mani- laboradas y vinculadas por la publicidad a las
fiesto consumista tres estadios en la cultura marcas. Sus mensajes se orientan más a las
del consumo. En el primero el cliente busca el personas que los han de recibir que a los pro-
producto. Lo que cuenta es la necesidad y su ductos que anuncian; cuentan historias que,
satisfacción. En el segundo el producto bus- con ayuda de ofertas de identificación conti-
ca al cliente, domina pues la sobreabundan- nuamente actualizadas, les permiten a los
cia y el estímulo del deseo. En el tercero el consumidores “narrarse” de nuevo a sí mis-
consumidor mismo se convierte en producto. mos. Las empresas saben que su éxito depen-
Lo que importa es el sentido y la identidad. de de su capacidad para crear una corporate
Cuando todavía un número importante de fa- religion, resultado de la unión de una visión
milias carecía de lavadora, frigorífico o tele- empresarial con una religión de marca, unión
visor, cada producto de la emergente indus- que da cobijo al cliente y busca fidelizarlo de
tria de bienes de consumo servía para satis- modo continuado. Esto ocurre sobre todo a
facer determinadas necesidades de modo di- través de los valores inmateriales y emociona-
recto. La publicidad se centraba en influir so- les de las marcas y no tanto por medio de las
bre las preferencias del consumidor. Con el características materiales de las mercancías.
rápido crecimiento de la industria de bienes
de consumo y la distribución masiva de mer-
cancías baratas, esta sencilla relación entre En el momento en que las necesidades
necesidades y bienes de consumo pronto to- fundamentales estaban cubiertas para
caría techo, por más que en muchos hogares
se haya llegado a contar con más de un coche
la mayoría de la población en las
por familia, varías cadenas de música o un te- sociedades capitalistas desarrolladas, el
levisor en cada sala de la casa, por nombrar mercado empezó a convertirse en un
algunos de los bienes de consumo más solici- lugar de seducción.
tados en esa etapa.
En el momento en que para la mayoría de
la población en las sociedades capitalistas
desarrolladas las necesidades fundamentales El consumo y sus escenarios
estaban cubiertas, el mercado empezó a con- En la segunda mitad del siglo XX hemos
vertirse en un lugar de seducción. Los consu- asistido a una gran transformación de los es-
midores no sólo debían ser abastecidos con cenarios de consumo que ha tenido enormes
bienes necesarios, sino seducidos para com- efectos sobre la propia naturaleza del consu-
prar productos prescindibles y superfluos por mo y del conjunto de la vida social. La fun-
medio de la publicidad que les presentaba sus ción de estos escenarios no es sólo facilitar la
“verdaderos” deseos. De esta manera ha sido compra de mercancías, sino estimular, cuan-
posible convertir productos superfluos en ob- do no forzar al consumo. A veces se habla de
jetos imprescindibles de la vida cotidiana. estos nuevos escenarios como “catedrales del
Sin embargo, en estos dos estadios del consumo”. Esta denominación apunta a su
consumo todavía tenemos que ver de modo naturaleza encantada, casi religiosa. En ellas
fundamental con bienes y servicios en senti- se brinda a los consumidores una nueva po-
do estricto, aunque estén dotados de un halo sibilidad de encanto en una sociedad desen-
mágico o simbólico. El mundo del consumo cantada como la moderna. A pesar de todo,
correspondiente al tercer estadio, que sería el
que caracteriza al hipercapitalismo actual, va
más allá de un modo muy significativo. El
mismo consumo se convierte en una vivencia
este nuevo encantamiento debe servir a los
objetivos de aumentar el beneficio, está pues
sometido a la lógica económica. Y como sa-
bemos dicha lógica exige una gestión racio-
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especial que transforma radicalmente la per- nalizada y rentable que somete a control a los
sona del consumidor. Los mercados más de- consumidores e intenta programar bajo la
sarrollados son aquellos que nos ayudan a ubi- máxima previsibilidad las ventas.

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El modelo que siguen estos nuevos me- gar privado donde nadie puede ir contra las
dios de consumo es el universo Disney, que normas que establezcan sus dueños.
aprovechando el mundo de los parques te- Las tiendas, los supermercados, los nego-
máticos, sin embargo va decisivamente más cios de todo tipo se mezclan sin solución de
allá. La clave de este universo de éxito in- continuidad con los restaurantes, los cines, las
cuestionable es la creación de un escenario atracciones para niños, las discotecas y, en los
predecible, controlado y autosuficiente, al grandes centros, con hoteles, centros deporti-
mismo tiempo que se simula el asalto perma- vos, centros de tratamientos de salud y paisa-
nente de la sorpresa y el prodigio, vinculado jes artificiales más o menos exóticos. Los cen-
a la cuidada escenificación de un orden mo- tros comerciales son medios de comunicación,
ral libre todos los elementos sórdidos que de entretenimiento y de consumo concebidos
pueblan la vida cotidiana. El resultado es cla- de manera refinada como escenarios exube-
ramente identificable y exportable a todo ti- rantes en los que mantener y desplegar el dra-
po de producciones televisivas, deportivas, re-
creativas, etc. que terminan conformado un
universo generador de identificación masiva, El marketing y la publicidad han
en el que intervienen y se coordinan produc- desplegado una estrategisa gigantesca
ción, distribución, publicidad, marketing, que supone la utilización total del ser
ventas, gustos, estilo y moda.
Todos los nuevos centros comerciales si-
humano. Al ídolo hay que sacrificarle
guen el modelo Disney. Su arquitectura es todo, también el alma.
tea-tral y comercial al mismo tiempo. En
ellos el consumo se convierte en una viven-
cia, en una ocupación de tiempo libre. Se di- ma o la comedia, según se vea, del consumo.
luyen los límites entre el entretenimiento y la Pero si los productos han de entretenernos, es-
compra. En su interior se crea un universo en to es fundamental, no debe reconocérseles na-
el que los individuos experimentan con el de- da que revele su producción real. El sudor del
seo, con su aplazamiento o cumplimiento, esfuerzo, el trabajo nocturno o infantil, los ba-
con su estimulación o su acallamiento. La jos salarios, etc., todo esto debe desaparecer
elección de las mercancías se confunde con el oculto bajo la apariencia deslumbrante de las
esparcimiento, el propio acto de comprar mercancías. Nada resulta más adecuado para
pierde su marcado carácter comercial y se esta finalidad que la fusión entre consumo y
transforma en un acto divertido, en un acto entretenimiento.
festivo. Hoy los centros comerciales son cen- Como ha señalado P. Bruckner, el univer-
tros de diversión, lugares en los que se pasa so Disney reduce el mundo a tamaño de un
una buena parte del tiempo libre, y lugares juguete fabuloso y lo despoja de todo carác-
de encuentro, sobre todo para los jóvenes. La ter turbador o de amenaza. Frente a ese mun-
convivencia social se traslada de los lugares do idílico, el mundo exterior aparece como
públicos a un ámbito que es privado, en el impuro, anodino, sucio y contradictorio. No
que ya no cabe más libertad que la comer- aguanta la comparación de su doble liberado
cial. Los conflictos sociales, las confronta- de muerte, enfermedad o maldad. De esta
ciones ideológicas, los efectos sociales de la manera se entroniza al niño y su versión di-
desigualdad, todo aquello que recuerde al vertida del universo. Esta combinación de
mundo real, las incomodidades, la suciedad máxima evasión con la ausencia de obliga-

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y los desechos humanos del orden social vi-
gente, debe quedar fuera. Un cuerpo de em-
pleados de limpieza, de asesoramiento y
acompañamiento, de seguridad se encarga de
ciones se convierte en el distintivo del nuevo
modo de vida. Como en el medio televisivo,
la mente y los afectos vagan de modo ininte-
rrumpido por un sinfín de objetos seducidos
ello. El centro comercial es una zona “paci- por su atractivo tan intenso como fugaz.
ficada”. Se imitan las plazas y los lugares pú- Cualquier nimiedad o detalle atrae, distrae,
blicos de la ciudad, pero en realidad es un lu- sirve de soporte a ese vagar sin rumbo, que se

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despega tan rápidamente como vuelve a col- encarga de hacer posible esta relación. Asisti-
garse en el próximo instante de lo siguiente mos a un resurgimiento del animismo de las
que reclama y capta nuestra atención. Esta cosas. Tras siglos de secularización y crítica de
forma de relación con lo real es fundamental la religión, la publicidad vuelve a dotar a las
para el entretenimiento y el consumo. La te- cosas de “alma”.
levisión nos entretiene hasta tal punto que En torno al acto de consumir se han ele-
nos distrae de sí misma, de su contemplación. vado grandes universos que lo ponen en rela-
En el consumo ocurre algo parecido. La fu- ción con la vivencia y la experiencia de tras-
sión de consumo y entretenimiento convierte formación personal. La escenificación del
al propio consumo en invisible, en un acto consumo conduce a lo que los estadouniden-
desapercibido. Se consume como distracción, ses llama “Self-Fashioning”. Este concepto
como si no se consumiese. Y por eso es tan viene a expresar el hecho de que hoy las cues-
poderosa la cultura del consumo, por eso re- tiones existenciales se tratan de manera esté-
sulta tan difícil ganar distancia frente a ella. tica. La vida es un continuo experimento, el
material como el que se trabaja para diseñar
Identidades marca y crear algo artístico. En el consumismo la vi-
Como hemos visto, el consumo significa da se escenifica a sí misma e inventa su iden-
hoy mucho más que la compra de determina- tidad. En realidad no se trata de llevar a ca-
dos productos. Representa una relación espe- bo transformaciones reales, sino de degustar
cífica con nosotros mismos y con nuestro la escenificación de la transformación, de re-
mundo. Se ha convertido en nuestra religión, lacionarse con una alteridad ilusoria. Si no
en lo que funda nuestra identidad y en nuestra puedes cambiar realmente, te queda la posi-
moral. Transforma e incluso empieza a susti- bilidad de narrarte de otras maneras, probar
tuir la política, la esfera pública y las relacio- otro make-up de tu identidad. En este con-
nes sociales. No sólo combina cultura, publi- texto adquiere su verdadera significación el
cidad, deseos identitarios y atención personal, boom que han experimentado las operacio-
también amenaza con apoderarse de las resis- nes estéticas. La cosmética de la existencia se
tencias contra el sistema global. Las empresas ha convertido en el instrumento más socorri-
apuestan decididamente por estrategias de re- do para hacer de uno mismo una marca.
encantamiento. Las marcas se convierten en el Para comprender a qué nos referimos pue-
sustituto de los antiguos símbolos religiosos. de ser de ayuda ponerlo en relación con lo que
No cabe duda, hoy son una de las fuentes más ahora se denomina “Yo, S.A.”. Esta expresión
importantes de la identidad, y la publicidad se atiende a la creciente autocomercilización de

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Todos los nuevos centros comerciales siguen el modelo Disney. Su arquitectura es teatral y comercial al mismo
tiempo. En disney se diluyen los límitess entre el entretenimiento y la compra.

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los individuos en el mercado de trabajo flexi- los anhelos y búsquedas de trascendencia ju-
bilizado, desregulado e inestable, es decir, a la ramentándola con eslóganes sin soporte real o
necesidad de tratarse a sí mismos como em- con los reflejos fugaces de realidades que no
presa que comercializa como producto al mis- pueden cumplir lo que prometen.
mo individuo. Mientras que la venta de la El culto de la mercancía oculta que la
nueva cultura del consumo en el hipercapita-
lismo constituye una explotación sin medida
Si el poder económico es capaz de también de los consumidores, que no se de-
tiene tampoco ante sus dimensiones espiri-
convertir al ser humano en una tuales. El marketing y la publicidad han des-
mercancía, de determinar sus plegado una estrategia gigantesca que supo-
dimensiones sociales, identitarias, ne la utilización total del ser humano. Al ído-
espirituales… se trata de un poder con lo hay que sacrificarle todo, también el alma.
pretensiones absolutas, un poder Por eso este culto consumista representa una
totalitario. forma de ampliación extraordinaria de poder.
Si el poder económico es capaz de convertir
el ser humano en todas sus dimensiones en
una mercancía, de determinar sus dimensio-
fuerza de trabajo en condiciones de competiti- nes sociales, identitarias y, finalmente, espiri-
vidad extrema impone una administración ri- tuales desde la lógica de la mercancía, se tra-
gurosa de las propias capacidades, méritos y ta de un poder con pretensiones absolutas, un
títulos, convertir al “yo” en una marca signi- poder totalitario. Si tomamos el ejemplo de
fica llevar a cabo un marketing de sí mismo, las zapatillas o las prendas de deporte de las
de la propia personalidad como capital. Qui- grandes marcas, su valor simbólico, que ha
zás se trata de la última consecuencia de una de traducirse en última instancia en valor di-
situación en la que los individuos compiten co- nerario, se eleva sobre la explotación de los
mo si fueran miniempresas. Todos necesitan pobres del sur globalizado. La “mistifica-
aprovechar económicamente las cualidades de ción” invisibiliza las miserables condiciones
la personalidad y construir una identidad co- de trabajo. La orla mística que las marcas y
mercial o, para decirlo de otra manera, aplicar su publicidad construyen en torno a simples
al propio yo las estrategias que se aplican en mercancías oscurece la injusticia que va pe-
relación con las marcas. gada a estos productos.
La plusvalía espiritual de esos productos
¿Qué es lo que oculta la cultura del de consumo de los países ricos sólo aumenta
consumo? todavía más los índices de explotación. Mien-
Pero la cultura del consumo no deja por tras que el capitalismo se enfrenta con deci-
ello de tener una cara oculta. Se trata de esa sión a los mercados saturados de los países ri-
realidad que no debe aparecer, sobre la que la cos y centra sus esfuerzos en el sostenimien-
mirada socializada en el espectáculo de las to de los índices de consumo convirtiendo su
mercancías y la publicidad nunca se detiene: la cultura en referente exclusivo de la vida de
coacción al crecimiento que impone violenta- los individuos, se abandona a la indigencia y
mente el sistema económico capitalista, de- la muerte a millones de seres humanos. Fren-
satendiendo todo conocimiento y asunción te a esto es preciso seguir defendiendo que la
responsable de los límites, la desigualdad san- sobresaturación no es el problema prioritario,

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grante que deja fuera de un festín no univer-
salizable a la mayoría empobrecida del plane-
ta, el carácter inconsciente del proceso econó-
mico sustraído a la capacidad de decisión de
sino la desigual distribución de los bienes. La
cultura del consumo en el hipercapistalismo
actual revela el verdadero carácter de un sis-
tema volcado sobre el problema de la sobre-
los sujetos que lo sufren, el vaciamiento de las saturación que acepta como inevitable la ex-
identidades convertidas en mero producto del clusión e incluso la muerte de las mayorías
mercado y la publicidad, la domesticación de empobrecidas. ©

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