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El consumo como
cultura:
el imperio total de la mercancía
José Antonio Zamora
análisis
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do en dicha cultura, cambios que tenían que
ver con la sobresaturación de los mercados,
con la mayor estratificación social y las ten-
dencias a la distinción que permitían abas-
so consista en que el consumo se ha converti-
do en un hecho global en el que están impli-
cadas prácticas sociales, identificaciones y en-
soñaciones y que, por tanto, abarca la totali-
tecer capacidades adquisitivas crecientemen- dad de nuestra vida, un hecho global que se
te diferenciadas, el mayor protagonismo de apodera de nuestros espacios y tiempos, rede-
las grandes corporaciones industriales y fi- finiendo nuestras identidades.
especial que transforma radicalmente la per- nalizada y rentable que somete a control a los
sona del consumidor. Los mercados más de- consumidores e intenta programar bajo la
sarrollados son aquellos que nos ayudan a ubi- máxima previsibilidad las ventas.
El modelo que siguen estos nuevos me- gar privado donde nadie puede ir contra las
dios de consumo es el universo Disney, que normas que establezcan sus dueños.
aprovechando el mundo de los parques te- Las tiendas, los supermercados, los nego-
máticos, sin embargo va decisivamente más cios de todo tipo se mezclan sin solución de
allá. La clave de este universo de éxito in- continuidad con los restaurantes, los cines, las
cuestionable es la creación de un escenario atracciones para niños, las discotecas y, en los
predecible, controlado y autosuficiente, al grandes centros, con hoteles, centros deporti-
mismo tiempo que se simula el asalto perma- vos, centros de tratamientos de salud y paisa-
nente de la sorpresa y el prodigio, vinculado jes artificiales más o menos exóticos. Los cen-
a la cuidada escenificación de un orden mo- tros comerciales son medios de comunicación,
ral libre todos los elementos sórdidos que de entretenimiento y de consumo concebidos
pueblan la vida cotidiana. El resultado es cla- de manera refinada como escenarios exube-
ramente identificable y exportable a todo ti- rantes en los que mantener y desplegar el dra-
po de producciones televisivas, deportivas, re-
creativas, etc. que terminan conformado un
universo generador de identificación masiva, El marketing y la publicidad han
en el que intervienen y se coordinan produc- desplegado una estrategisa gigantesca
ción, distribución, publicidad, marketing, que supone la utilización total del ser
ventas, gustos, estilo y moda.
Todos los nuevos centros comerciales si-
humano. Al ídolo hay que sacrificarle
guen el modelo Disney. Su arquitectura es todo, también el alma.
tea-tral y comercial al mismo tiempo. En
ellos el consumo se convierte en una viven-
cia, en una ocupación de tiempo libre. Se di- ma o la comedia, según se vea, del consumo.
luyen los límites entre el entretenimiento y la Pero si los productos han de entretenernos, es-
compra. En su interior se crea un universo en to es fundamental, no debe reconocérseles na-
el que los individuos experimentan con el de- da que revele su producción real. El sudor del
seo, con su aplazamiento o cumplimiento, esfuerzo, el trabajo nocturno o infantil, los ba-
con su estimulación o su acallamiento. La jos salarios, etc., todo esto debe desaparecer
elección de las mercancías se confunde con el oculto bajo la apariencia deslumbrante de las
esparcimiento, el propio acto de comprar mercancías. Nada resulta más adecuado para
pierde su marcado carácter comercial y se esta finalidad que la fusión entre consumo y
transforma en un acto divertido, en un acto entretenimiento.
festivo. Hoy los centros comerciales son cen- Como ha señalado P. Bruckner, el univer-
tros de diversión, lugares en los que se pasa so Disney reduce el mundo a tamaño de un
una buena parte del tiempo libre, y lugares juguete fabuloso y lo despoja de todo carác-
de encuentro, sobre todo para los jóvenes. La ter turbador o de amenaza. Frente a ese mun-
convivencia social se traslada de los lugares do idílico, el mundo exterior aparece como
públicos a un ámbito que es privado, en el impuro, anodino, sucio y contradictorio. No
que ya no cabe más libertad que la comer- aguanta la comparación de su doble liberado
cial. Los conflictos sociales, las confronta- de muerte, enfermedad o maldad. De esta
ciones ideológicas, los efectos sociales de la manera se entroniza al niño y su versión di-
desigualdad, todo aquello que recuerde al vertida del universo. Esta combinación de
mundo real, las incomodidades, la suciedad máxima evasión con la ausencia de obliga-
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y los desechos humanos del orden social vi-
gente, debe quedar fuera. Un cuerpo de em-
pleados de limpieza, de asesoramiento y
acompañamiento, de seguridad se encarga de
ciones se convierte en el distintivo del nuevo
modo de vida. Como en el medio televisivo,
la mente y los afectos vagan de modo ininte-
rrumpido por un sinfín de objetos seducidos
ello. El centro comercial es una zona “paci- por su atractivo tan intenso como fugaz.
ficada”. Se imitan las plazas y los lugares pú- Cualquier nimiedad o detalle atrae, distrae,
blicos de la ciudad, pero en realidad es un lu- sirve de soporte a ese vagar sin rumbo, que se
despega tan rápidamente como vuelve a col- encarga de hacer posible esta relación. Asisti-
garse en el próximo instante de lo siguiente mos a un resurgimiento del animismo de las
que reclama y capta nuestra atención. Esta cosas. Tras siglos de secularización y crítica de
forma de relación con lo real es fundamental la religión, la publicidad vuelve a dotar a las
para el entretenimiento y el consumo. La te- cosas de “alma”.
levisión nos entretiene hasta tal punto que En torno al acto de consumir se han ele-
nos distrae de sí misma, de su contemplación. vado grandes universos que lo ponen en rela-
En el consumo ocurre algo parecido. La fu- ción con la vivencia y la experiencia de tras-
sión de consumo y entretenimiento convierte formación personal. La escenificación del
al propio consumo en invisible, en un acto consumo conduce a lo que los estadouniden-
desapercibido. Se consume como distracción, ses llama “Self-Fashioning”. Este concepto
como si no se consumiese. Y por eso es tan viene a expresar el hecho de que hoy las cues-
poderosa la cultura del consumo, por eso re- tiones existenciales se tratan de manera esté-
sulta tan difícil ganar distancia frente a ella. tica. La vida es un continuo experimento, el
material como el que se trabaja para diseñar
Identidades marca y crear algo artístico. En el consumismo la vi-
Como hemos visto, el consumo significa da se escenifica a sí misma e inventa su iden-
hoy mucho más que la compra de determina- tidad. En realidad no se trata de llevar a ca-
dos productos. Representa una relación espe- bo transformaciones reales, sino de degustar
cífica con nosotros mismos y con nuestro la escenificación de la transformación, de re-
mundo. Se ha convertido en nuestra religión, lacionarse con una alteridad ilusoria. Si no
en lo que funda nuestra identidad y en nuestra puedes cambiar realmente, te queda la posi-
moral. Transforma e incluso empieza a susti- bilidad de narrarte de otras maneras, probar
tuir la política, la esfera pública y las relacio- otro make-up de tu identidad. En este con-
nes sociales. No sólo combina cultura, publi- texto adquiere su verdadera significación el
cidad, deseos identitarios y atención personal, boom que han experimentado las operacio-
también amenaza con apoderarse de las resis- nes estéticas. La cosmética de la existencia se
tencias contra el sistema global. Las empresas ha convertido en el instrumento más socorri-
apuestan decididamente por estrategias de re- do para hacer de uno mismo una marca.
encantamiento. Las marcas se convierten en el Para comprender a qué nos referimos pue-
sustituto de los antiguos símbolos religiosos. de ser de ayuda ponerlo en relación con lo que
No cabe duda, hoy son una de las fuentes más ahora se denomina “Yo, S.A.”. Esta expresión
importantes de la identidad, y la publicidad se atiende a la creciente autocomercilización de
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Todos los nuevos centros comerciales siguen el modelo Disney. Su arquitectura es teatral y comercial al mismo
tiempo. En disney se diluyen los límitess entre el entretenimiento y la compra.
los individuos en el mercado de trabajo flexi- los anhelos y búsquedas de trascendencia ju-
bilizado, desregulado e inestable, es decir, a la ramentándola con eslóganes sin soporte real o
necesidad de tratarse a sí mismos como em- con los reflejos fugaces de realidades que no
presa que comercializa como producto al mis- pueden cumplir lo que prometen.
mo individuo. Mientras que la venta de la El culto de la mercancía oculta que la
nueva cultura del consumo en el hipercapita-
lismo constituye una explotación sin medida
Si el poder económico es capaz de también de los consumidores, que no se de-
tiene tampoco ante sus dimensiones espiri-
convertir al ser humano en una tuales. El marketing y la publicidad han des-
mercancía, de determinar sus plegado una estrategia gigantesca que supo-
dimensiones sociales, identitarias, ne la utilización total del ser humano. Al ído-
espirituales… se trata de un poder con lo hay que sacrificarle todo, también el alma.
pretensiones absolutas, un poder Por eso este culto consumista representa una
totalitario. forma de ampliación extraordinaria de poder.
Si el poder económico es capaz de convertir
el ser humano en todas sus dimensiones en
una mercancía, de determinar sus dimensio-
fuerza de trabajo en condiciones de competiti- nes sociales, identitarias y, finalmente, espiri-
vidad extrema impone una administración ri- tuales desde la lógica de la mercancía, se tra-
gurosa de las propias capacidades, méritos y ta de un poder con pretensiones absolutas, un
títulos, convertir al “yo” en una marca signi- poder totalitario. Si tomamos el ejemplo de
fica llevar a cabo un marketing de sí mismo, las zapatillas o las prendas de deporte de las
de la propia personalidad como capital. Qui- grandes marcas, su valor simbólico, que ha
zás se trata de la última consecuencia de una de traducirse en última instancia en valor di-
situación en la que los individuos compiten co- nerario, se eleva sobre la explotación de los
mo si fueran miniempresas. Todos necesitan pobres del sur globalizado. La “mistifica-
aprovechar económicamente las cualidades de ción” invisibiliza las miserables condiciones
la personalidad y construir una identidad co- de trabajo. La orla mística que las marcas y
mercial o, para decirlo de otra manera, aplicar su publicidad construyen en torno a simples
al propio yo las estrategias que se aplican en mercancías oscurece la injusticia que va pe-
relación con las marcas. gada a estos productos.
La plusvalía espiritual de esos productos
¿Qué es lo que oculta la cultura del de consumo de los países ricos sólo aumenta
consumo? todavía más los índices de explotación. Mien-
Pero la cultura del consumo no deja por tras que el capitalismo se enfrenta con deci-
ello de tener una cara oculta. Se trata de esa sión a los mercados saturados de los países ri-
realidad que no debe aparecer, sobre la que la cos y centra sus esfuerzos en el sostenimien-
mirada socializada en el espectáculo de las to de los índices de consumo convirtiendo su
mercancías y la publicidad nunca se detiene: la cultura en referente exclusivo de la vida de
coacción al crecimiento que impone violenta- los individuos, se abandona a la indigencia y
mente el sistema económico capitalista, de- la muerte a millones de seres humanos. Fren-
satendiendo todo conocimiento y asunción te a esto es preciso seguir defendiendo que la
responsable de los límites, la desigualdad san- sobresaturación no es el problema prioritario,
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grante que deja fuera de un festín no univer-
salizable a la mayoría empobrecida del plane-
ta, el carácter inconsciente del proceso econó-
mico sustraído a la capacidad de decisión de
sino la desigual distribución de los bienes. La
cultura del consumo en el hipercapistalismo
actual revela el verdadero carácter de un sis-
tema volcado sobre el problema de la sobre-
los sujetos que lo sufren, el vaciamiento de las saturación que acepta como inevitable la ex-
identidades convertidas en mero producto del clusión e incluso la muerte de las mayorías
mercado y la publicidad, la domesticación de empobrecidas. ©