Está en la página 1de 4

De la lectura La ética del abogado postulante en México de Iliana

Rodríguez Santibáñez, elabora un resumen que contenga los


siguientes temas:

1. Ética y derecho.

La ética del abogado es muy particular, ya que en comparación con otras


profesiones, cumple una función social avalada por el Estado buscando la justicia.
Es menester dejar claro que la ética no es derecho, pero sí que el derecho es
ética.

La moral, la ética y el derecho parten del deber, sin embargo los deberes que
devienen de éstas no se tienen que considerar como sinónimos, toda vez que la
moral refiere a la cultura y un grupo específico, mientras que la ética trata sobre el
individuo. Etimológicamente ethos alude al comportamiento de los individuos que
puede ser derivado de su propio carácter, mientras mos, moris alude a las
costumbres que regulan el comportamiento de los individuos como miembros de
un grupo social.

El Estado regula el ejercicio del abogado pudiendo sancionar ante la


inobservancia de la ley, pero la parte ética no puede ser sancionada desde el
punto de vista coercitivo del derecho.

Para Hannah Arendt los asuntos de la ciudad conciernen a la convivencia común,


mismos que son estrictamente políticos. Al respecto, se da una conexión entre
ética y política a través del juicio, que es una capacidad política y moral, ya que se
decide acerca de un curso de la acción que implica deliberar con sabiduría
práctica. En este sentido, la función ética del ejercicio de la abogacía se asocia por
el impacto social o función pública de sus servicios, de ahí que el juicio que se
emita sobre su comportamiento debe tener bases sólidas para la reflexión, por lo
que se habla del llamado Código de ética de los abogados.

2. Regulación de la profesión de licenciado en Derecho.

La profesión del abogado en México, entre otras profesiones, se regula a través de


la Ley Reglamentaria del artículo 5º constitucional, relativo al ejercicio de las
profesiones en el Distrito Federal.

El artículo 24 de esta Ley define lo que se entiende por ejercicio profesional,


mientras que el artículo 25 señala que para ejercer alguna profesión se requiere
estar en pleno goce y ejercicio de los derechos civiles, poseer título legalmente
expedido y debidamente registrado, así como obtener la patente de ejercicio de la
Dirección General de Profesiones. Aquellas personas que no cuenten con título
profesional legalmente establecido y actúen habitualmente como profesionistas,
salvo algunas excepciones, quedan sujetas a las sanciones que establece la ley.
En cuanto a los profesionistas como el abogado están obligados a poner todos sus
conocimientos y recursos técnicos al servicio de su cliente, así como al
desempeño del trabajo convenido, lo cual puede considerarse también como una
obligación ética. En caso contrario el cliente podría inconformarse y el asunto
podría, incluso, llegar a juicio, pudiendo ser sancionado el abogado con el no
derecho a cobrar honorarios e indemnizar al cliente por los daños y perjuicios que
sufriere.

Ahora bien, en la Ley en comento se observa el secreto profesional, el cual es


considerado como un deber ético en la profesión de abogado; el artículo 36
menciona que todo profesionista tiene la obligación de guardar estrictamente el
secreto profesional de los asuntos que se le confíen por sus clientes, salvo los
informes que obligatoriamente establezcan las leyes respectivas.

En suma, este ordenamiento y otros tocan las responsabilidades de los abogados


y sus posibles sanciones, pero no por la falta de ética. Los colegios, barras y
asociaciones de abogados, son quienes tienen la facultad de establecer sanciones
a sus asociados en casos de falta de ética.

3. La ética y la colegiación.

La Ley Reglamentaria del artículo 5º constitucional, relativo al ejercicio de las


profesiones en el Distrito Federal prevé la posibilidad que la profesión del
Licenciado en Derecho cree Colegios de profesionales, esto se regula en el
artículo 44. En México destacan los siguientes colegios profesionales: el Ilustre y
Nacional Colegio de Abogados de México (INCAM), la Barra Mexicana Colegio de
Abogados (BMA) y el Colegio Asociación Nacional de Abogados de Empresa,
Colegio de Abogados (ANADE).

Cada uno de estos colegios cuenta con un código de ética propio, el cual
solamente
se aplica a sus miembros o asociados y no a la generalidad de abogados, por lo
que no existe una certidumbre de la formación y el desempeño ético de aquellos
que no están adheridos a un colegio y, por ende, a un código de ética.

Por lo anterior, Óscar Cruz Barney menciona que la necesidad de una colegiación
obligatoria y ética, toda vez que la profesión del abogado es fundamental para la
sociedad y la adecuada impartición de justicia, donde el abogado es el encargado
de enseñar a los demás lo que es justo y lo que no lo es. La colegiación obligatoria
es ejemplo de autorregulación en la sociedad civil, permitiendo que el abogado
ejerza sus funciones con independencia y libertad, con lo que es posible alcanzar
la justicia, esto en el marco de un ejercicio ético de la profesión.

Cruz Barney concluye que una misión importante de los colegios profesionales es
lograr la disciplina ética, por lo cual es indispensable la colegiación obligatoria y el
cumplimiento al código de ética.
Por su parte, Luis Alfonso Madrigal Pereyra refiere al compromiso de recuperar la
confianza de la sociedad mediante cuatro aspectos: abogados profesionales,
garantías para su actuación, ética profesional y participación colegiada. Contar
con un gremio de abogados profesionales, independientes, comprometidos y con
plena confianza de la sociedad, tendrá como resultado un Estado de Derecho
eficaz.

En conclusión, mientras no exista la colegiación obligatoria es difícil evitar las


malas prácticas o la falta de ética de los abogados postulantes.

4. La ética del abogado con su cliente y ante tribunales.

Eduardo Couture en su Decálogo del Abogado promueve parámetros de


comportamiento ético que están fuera de la norma y no tienen sanción ante su
inacción. Estos ideales son: estudia, piensa, trabaja, lucha, sé leal, tolera, ten
paciencia, ten fe, olvida y ama tu profesión; sin embargo, el decálogo carece de
universalidad y no todos sus preceptos son adoptados por la generalidad.

Ahora bien, en cuanto a los códigos de ética de los colegios de abogados,


específicamente el de la ANADE cuenta con un capítulo sobre Las Relaciones del
Abogado con su Cliente en donde destaca lo siguiente:

 El abogado debe otorgar una atención personal y de responsabilidad


directa con su cliente.
 El abogado tiene limites de ayuda a su cliente, ya que hacía lo no ético
nadie está obligado.
 El abogado nunca debe asegurar a su cliente el buen éxito del asunto, solo
debe opinar sobre el derecho que lo asiste.
 El abogado debe conducirse con responsabilidad, ya sea por su
negligencia, error inexcusable o dolo, allanándose o indemnizar por los
daños y perjuicios ocasionados al cliente. Esto implica que el cliente
también debe conducirse de forma ética.
 El abogado no puede renunciar al asunto una vez que lo ha aceptado,
solamente por causa justificada superviniente, empero, al renunciar no
debe dejar indefenso a su cliente.
 El abogado debe desempeñar un rol que preserve las formas que la
cortesía señala en cumplimiento de la ética, promoviendo así el respeto
entre las partes y lecciones de buen comportamiento.
 El abogado debe reconocer cuando por su propia impericia o error obtenga
un beneficio que le sea indebido debe rectificar.
 El abogado no debe considerar los honorarios como el fin principal, y la
retribución debe ser congruente con lo realizado.

En cuanto a la ética ante los tribunales, el abogado pone a prueba sus valores
ante el juzgador. Al respecto, la ANADE establece dentro de su código de ética un
capítulo relativo a las relaciones de los abogados con los tribunales y demás
autoridades.

En este sentido, Piero Calamandrei señala que los abogados deben confiar en sí
mismos, en sus adversarios y en los jueces a fin de elevar al derecho a un posible
estado de justicia por la simple creencia en la misma.

Entre abogados y jueces debe existir un respeto mutuo, pues uno depende de la
acción del otro y viven en comunión continua, de aquí que se tenga que trabajar
conjuntamente para lograr la meta común a ambos, es decir, la justicia.

La función del abogado es indagar la verdad y corresponde al juez decidir lo que


es justo, ya que las contrapartes se disputan el dominio de la veracidad. Juez y
abogado se deben encaminar a la conciencia del derecho y la justicia.

En suma, abogados y jueces complementan y comparten su quehacer en


búsqueda de la justicia, la ética en ambos concede valor a su quehacer y
significado permanente en la sociedad.

Fuentes de consulta.

Iliana Rodríguez Santibáñez, La ética del abogado postulante en México 2015


https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3970/8.pdf

También podría gustarte