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En el año 2008 cerca de 50% de la población consideró que su vida se había visto
afectada por la inseguridad (ICESI, 2009). En el periodo comprendido entre 2001 y
2010, entre 50 y 80% de la población reportó haber cambiado algún hábito como
medida preventiva —no salir de noche, impedir que sus hijos menores salieran,
dejar de visitar a familiares, etcétera— (ICESI, varios años).
Bibliografía
Bergman, Marcelo y Gabriel Kessler (2008). "Vulnerabilidad al delito y sentimiento
de inseguridad en Buenos Aires: Determinantes y consecuencias", Desarrollo
económico.
La inseguridad cada vez está más grave, hemos tenido diversos sucesos de gran
magnitud en la Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tamaulipas,
Puebla, Veracruz, entre otros Estados de la República Mexicana.
Dicho lo anterior, tenemos que preguntarnos ¿Qué está pasando con los valores
en nuestro país?
Considero importante mencionar que independientemente de los factores antes
mencionados por los cuales se ha incrementado la inseguridad en México, cabe
destacar que la base de nuestra sociedad es la familia y es ahí donde debemos de
reforzar todos los valores que en algún tiempo nos enseñaron y que ahora se han
ido perdiendo poco a poco.
Estos valores tienen que ser inculcados a todos los seres humanos desde que
nacen y los adultos tenemos que ponérselos como ejemplo con nuestra forma de
pensar, de sentir y de actuar, no debemos olvidar que el valor es la calidad del
alma que nos mueve y rescatar el principal valor que significa el ser padre y
madre.
Nunca hay que perder la confianza, ni la fe, ¡por favor hagamos algo al respecto!
No podemos seguir viviendo en esta inseguridad, no le dejemos todo al gobierno,
tenemos que actuar y después exigir que las autoridades hagan su trabajo para
protegernos de todos aquellos individuos que han decidido ir por el mal camino de
la delincuencia.
Explicación: Este segundo artículo también nos brinda algunos datos sobre los
homicidios en México, datos proporcionados por el Secretario Ejecutivo del
Sistema Nacional de Seguridad Pública. En este artículo culpa de la inseguridad a
las siguientes causas: fallas en el sistema educativo, la mala política de seguridad,
los malos elementos policiacos, la desigualdad económica, corrupción, entre otros.
Estas situaciones nos hacen pensar ¿qué está pasando con los valores de nuestro
país? Debemos hacer algo al respecto, ya que no podemos seguir viviendo con
esta inseguridad, ya que la mayoría de las veces pensamos que es culpa del
gobierno, y que ellos deben solucionarlo, también debemos actuar por nosotros
mismos y luchar por vivir en paz.
Inseguridad y certidumbre
Julián Marías
Esto, por una parte; por otra, está expuesta a terminar en cualquier
momento. Siempre se ha dicho que el niño puede morir unos días después y que
no hay nadie tan viejo que no pueda vivir un día más. Pero dentro de esto, la vida
humana tiene una inseguridad radical, en el sentido que puede dejar de existir en
cualquier momento.
Y hay otro más, a lo cual aludía otro día en ese curso, pero que me parece
importante, quizá de los más importantes, es que independiente de las acciones
individuales humanas, incluso de las acciones colectivas, de las acciones que
ejecutan una gran sociedad, una gran comunidad, o una nación, o varias, que
tienen sus proyectos, que hacen una guerra, la revolución, hacen una
transformación social del tipo que sea, hay algo que aumenta la inseguridad, y es
que el resultado siempre es profundamente distinto del conjunto de las acciones
individuales. Recuerdo la imagen de los hilos de un tapiz, que forman la trama,
pero hay el tapiz mismo, que es el resultado que va más allá de las voluntades, de
las voluntades individuales, incluso colectivas, las voluntades que representan con
mayor o menor autenticidad la voluntad de un país, de una sociedad, de una
clase, de lo que sea.
Como ven ustedes, por tanto, el grado de inseguridad de la vida humana
es extremo. La expresión "inseguridad radical" es absolutamente evidente, y hay
que contar con ella. Por tanto, es engañoso todo intento de fingir una seguridad
que no tiene. En general, los intentos, que han sido muchos y lo siguen siendo, de
dar seguridad a la vida humana consisten en su simplificación, consiste en su
reducción a formas de realidad que no son la humana, que no son personales.
Entonces tenemos que resignarnos a que la vida humana sea inseguridad,
radical inseguridad, y tenemos que vivir, a pesar de todo. Y yo aspiro a que
vivamos sin renunciar a lo que somos. Es decir, somos inseguridad, hay que
aceptarla. Porque si no, si no aceptamos lo que somos, a cambio de una imagen,
de una pretensión, de una ilusión -en el sentido negativo de la palabra- de
seguridad, entonces perdemos nuestra realidad. Lo cual me parecería lamentable.
Entonces, ¿qué hacemos con la certidumbre? Porque el hombre necesita
certidumbres; evidentemente, el hombre necesita saber, el hombre necesita
entender, necesita alcanzar certidumbre respecto de algunas cosas. Ya veremos
cuales, y en qué medida y qué consecuencias tiene eso.
El hombre necesita no tener una total inseguridad; que sea radical es una
cosa, que afecte a su raíz misma es inevitable. Que la inseguridad sea total, es
otra cosa. El hombre piensa, el hombre necesita pensar, el hombre necesita
razonar, porque necesita saber a qué atenerse. Porque en esa inseguridad que lo
rodea, y que lo constituye, insisto yo, tiene que proyectar, tiene que elegir, tiene
que hacer algo en cada momento, y para eso necesita saber a qué atenerse. Por
consiguiente, necesita certidumbres. Las tiene, en medio de la inseguridad tiene
certidumbres, tiene certidumbre de que está existiendo, de que tiene de proyectar,
de que su vida le es dada, pero no le es dada hecha, que tiene por tanto que
hacerla, que tiene de cierto modo de inventarla, de eso está cierto, de eso tiene
certidumbre. Que es insegura, claro, pero eso se sabe con certeza: “yo estoy
absolutamente cierto de que mi vida es insegura”, esa puede ser la fórmula total.
¿Es que esto no es certidumbre? Lo es, claro que lo es. No impide la inseguridad,
pero dentro de ella me permite cierta orientación.
Pero por otra parte, esa realidad más real que todas las demás, la máxima
realidad conocida, que es la persona, necesita certidumbres para poder proyectar,
para poder elegir, para poder decidir, para poder vivir, justamente, humanamente,
para poder vivir en medio de la inseguridad. Esta es la situación, y esta es la
empresa de la filosofía. ¿Dirán ustedes utópica? Sí, en cierta medida sí. Es
evidente que la filosofía, si apretamos las cosas, no puede tener éxito, porque no
puede superar la inseguridad: se nutre de ella. Pero claro, ya es bastante, el estar
en la certidumbre de que la vida es insegura, es una certidumbre. El problema
está en abrazarse con esa condición. Piensen en que quizá el núcleo de la
cuestión está en que el hombre acepte su inseguridad, tenga la certidumbre de su
inseguridad.
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Explicación: Este filosofo habla de que la inseguridad es radical, que la misma vida
humana lo es, en el sentido de que puede dejar de existir en cualquier momento y
manifiesta la inseguridad a causa de que el hombre vive en sociedad, en libertad y
eso hace que su conducta sea imprevisible. Y que al estar en una sociedad con
tantas personas desconocidas solo esperamos que no se nos acerquen o no nos
hagan daño, aunque la realidad es que no es necesario estar rodeado de
personas, solo con abrir un periódico o ver un momento la televisión o las noticias
y lo que está pasando actualmente sentimos inseguridad. Otro inmenso factor de
inseguridad, aunque no lo imaginemos y siempre pensemos que no causa ningún
daño son las acciones individuales, mucho más que las colectivas. La inseguridad
radical es evidente y hay que contar con ella. Entonces tenemos que resignarnos
a que la vida humana sea inseguridad y aceptarla, y por otra parte, la personas
necesita certidumbres para poder vivir en medio de la inseguridad.
La inseguridad del hombre moderno
Por: Juan Roig Gironella
Al formular el enunciado: La inseguridad del hombre moderno, en la problemática
del pensamiento, espontáneamente ocurrirá a no pocos una pregunta sobre el
enunciado mismo: ¿hay inseguridad en el pensamiento del hombre moderno?
Reflexionando hace algunos meses sobre esta pregunta y el modo de poder
afirmar la existencia del problema antes de describirlo y de proponerle solución,
vino inesperadamente en mi ayuda algo decisivo. En efecto, se publicó el 6 de
agosto de 1964 la primera y magna Encíclica de S. S. Pablo VI, en la cual formula
con nitidez y precisión el ambiente de vértigo, de aturdimiento, de aberración que
envuelve al hombre de hoy. Nada mejor que aducir las mismas palabras de Pablo
VI para empezar afirmando que efectivamente el hombre de hoy está envuelto en
un ambiente de inseguridad. Dice así el Sumo Pontífice: «Todos saben por igual
que la Humanidad en este tiempo está en vía de grandes transformaciones,
alteraciones y progresos, que cambian profundamente no sólo sus formas
exteriores de vida, sino también sus modos de pensar. Su pensamiento, su
cultura, su espíritu, vienen a modificarse íntimamente, ya con el progreso
científico, técnico y social, ya también con las corrientes del pensamiento filosófico
y político que la invaden y atraviesan. Todo ello, como las olas de un mar,
envuelve y sacude a la Iglesia misma: los espíritus de los hombres que a ella se
confían están fuerte~ mente influidos por el clima del mundo temporal; de tal
manera que un peligro como de vértigo, de aturdimiento, de aberración, puede
sacudir su misma solidez e inducir a muchos a ir tras los más extraños
pensamientos, imaginando como si la Iglesia debiera renegar de sí misma y
abrazar novísimas e impensadas formas de vida. Ésta es la expresión exacta: «un
peligro como de vértigo, de aturdimiento, de aberración, puede sacudir su misma
solidez e inducir a muchos a ir tras los más extraños pensamientos». La
inseguridad del hombre moderno en su pensamiento. Por ello es muy curioso
observar las continuas contradicciones en que incurren los hombres a causa de
este alocado vértigo, que si bien todavía contiene en sí elementos buenos ( que
hemos de saber aprovechar) no destaca entre ellos la firme y decidida búsqueda
de la verdad, que da una estabilidad incomparable. Este vértigo por el contrario,
hoy dice y mañana se desdice; afirma en una materia y en igual sentido niega en
otra lo antes afirmado; ensaya y ensaya, pero sin asentar nada perdurable;
después de haber abandonado (a veces temerariamente) un sistema filosófico que
resistía firmemente el embate de siglos, arrumbándolo sin más motivo que el de
«lo nuevo», «lo que es de moda», «lo que todos dicen», se halla después que lo
que ha construido en su lugar no puede resistir ni un lustro sin que exija
constantemente dudas, vacilaciones, cambios: vértigo, aturdimiento, aberración.
Se pueden señalar algunas de estas típicas contradicciones escogiéndolas casi al
azar entre las muchas que bullen, especialmente en tres zonas del pensamiento:
en lo filosófico, en lo teológico, en lo pastoral. Il. VÉRTIGO EN LO FILOSÓFICO
En lo filosófico es bien patente esta inseguridad e inestabilidad. ¿Qué diríamos de
un arquitecto que colocase una gran jácena para sostener sobre ella todo un
edificio y que al mismo tiempo dijese que el edificio se sostendrá sin jácena, sobre
un arco? Poner y quitar a la vez, es un contrasentido. Pues bien, esto hacen
ciertos pensadores, hasta dentro del campo católico: por ejemplo uno de ellos dice
que es piedra fundamental el sistema de Santo Tomás de Aquino, pero a vuelta de
hoja defiende que el nuevo Santo Tomás de nuestros días es nada menos que
Teilhard de Chardin. Pero ¿cómo puede ser? Santo Tomás está esencialmente
anclado en el pensamiento absoluto de la Metafísica de Aristóteles; ¿cómo,
manteniéndolo, puede asociársele con una concepción radicalmente bergsoniana
de evolución total, que va desde la materia al viviente, del viviente al animal, del
animal material al espíritu humano? ¿Santo Tomás que admite la esencial
gratuidad del orden sobrenatural, con el «punto omega» de la evolución al cual
tendería la naturaleza material por sí misma, punto que sería la Encarnación, con
que Dios se uniría a este mundo en evolución, para salvarlo así, pero sin
mencionar para nada el «pecado»? Si estas palabras significan lo que suenan a
los oídos de cualquier persona sincera, no sólo no están de acuerdo con Santo
Tomás, sino que están en el polo opuesto. ¿No significan lo que suenan?
Entonces precisamente esto demuestra lo que decíamos, este vértigo, este
aturdimiento, esta aberración del pensamiento de hoy, que levanta banderas y
enaltece consignas, que hay que empezar entendiéndolas al revés de lo que
significan. Otros hay que ponen como exponente ''del pensamiento de hoy la
libertad política, social; pero a vuelta de hoja se tragan como moda intelectual, que
no hay libertad psicológica, basándose en interpretaciones infundadas del
psicoanálisis. ¿Cómo puede ser si ·el hombre no es libre psicológicamente, si está
condenado a seguir fatalmente impulsos inconscientes irreprimibles, tenga como
eje de su progreso la libertad para elegir libremente un partido político? Si no es
libre, no tiene libertad; si tiene libertad para elegir, es libre. Una cosa u otra, pero
¿cómo ambas a la vez? Sin embargo esto es precisamente lo que hacen: ambas a
la vez.
Fuente: LaInseguridadDelHombreModerno