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Habilidad inteligencia emocional en


jóvenes y adultos mayores con y sin
síntomas depresivos, considerando
género y nivel educativo
Beatriz Navarro Bravo1,2, José M. Latorre1, Ana Jiménez3,Rosario Cabello4y Pablo
Fernández-Berrocal5
1Departamento de Psicología, Universidad de Castilla La Mancha, Albacete, España
2Unidad de Investigación, Gerencia de Atención Integrada de Albacete, Fundación del Hospital Nacional de
Parapléjicos, Albacete, España
3Universidad de Castilla La Mancha, Albacete, España
4Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de Granada, Granada, España
5Departamento de Psicología Básica, Universidad de Málaga, Málaga, España

RESUMEN
Fondo. Hay poca investigación sobre las diferencias en la capacidad de Inteligencia Emocional (IE) en
diferentes etapas del desarrollo adulto. Los pocos estudios publicados tienden a no utilizar muestras de
adultos mayores. Estudios previos sobre la capacidad de IE y la edad han mostrado resultados
contradictorios. Nuestro objetivo principal fue evaluar los resultados en la capacidad de IE en diferentes
etapas del desarrollo adulto, teniendo en cuenta el género, los síntomas depresivos y el nivel educativo.
Métodos. Entrevistamos a 166 participantes (108 mujeres), 66 de las cuales tenían entre 18 y 30 años, 53
entre 31 y 60 años y 40 entre 61 y 76 años. Todos estaban trabajando o matriculados en universidades en
el momento del estudio. Las herramientas de evaluación utilizadas fueron el Test de Inteligencia Emocional
de Mayer-Salovey-Caruso (MSCEIT), prueba que evalúa la IE basada en el desempeño, y la escala Center for
Epidemiologic Studies-Depression (CES-D), herramienta para evaluar síntomas depresivos.

Resultados. Los jóvenes, las mujeres y los participantes con mayor nivel educativo obtuvieron
puntuaciones más altas en el MSCEIT. Además, la sintomatología depresiva se asoció solo
Presentada31 julio 2018
parcialmente con el MSCEIT (es decir, con la rama de uso de emociones). Sin embargo, un
Aceptado9 febrero 2019
Publicado19 abril 2019 análisis conjunto posterior de los efectos independientes de las variables edad, género, nivel
educativo y sintomatología depresiva y sus interacciones en el MSCEIT total sugiere que solo el
Autor correspondiente
Beatriz Navarro Bravo, nivel educativo y la sintomatología depresiva se asociaron con la capacidad de IE, con una
beatriz.navarro@uclm.es relación directa entre la edad y el género. con MSCEIT desapareciendo. Además, nuestro
editor académico estudio indicó un efecto de interacción entre la edad y los síntomas depresivos, mostrando
Tjeerd Boonstra que los participantes en las cohortes de edad de 18 a 30 y de 31 a 60 años y sin síntomas
Puede encontrar información depresivos tienen una mayor capacidad de IE.
adicional y declaraciones en la Discusión. Nuestro estudio sugiere que los efectos directos de la edad y el género en la capacidad de IE a
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lo largo del desarrollo adulto, utilizando un amplio rango de edad, pueden cambiar o desaparecer cuando
DOI10.7717/peerj.6595 se controlan los efectos del nivel educativo y la sintomatología depresiva, y sus interacciones. Nuestros
resultados también sugieren que la capacidad de IE es un factor protector contra la depresión en algunas
Derechos de autor

2019 Navarro-Bravo et al. cohortes de edad. Este aspecto novedoso de nuestro estudio no aparece en la literatura previa. Sin
embargo, se necesitan estudios prospectivos para verificar estos hallazgos y examinar si otras variables
Distribuido bajo
psicológicas podrían determinar las relaciones entre la edad, el género y la capacidad de IE a lo largo del
Creative Commons CC-BY 4.0
desarrollo adulto.
ACCESO ABIERTO S

Cómo citar este artículoNavarro-Bravo B, Latorre JM, Jiménez A, Cabello R, Fernández-Berrocal P. 2019. Habilidad inteligencia
emocional en jóvenes y adultos mayores con y sin síntomas depresivos, considerando género y nivel educativo.PeerJ7:e6595 http://
doi.org/10.7717/peerj.6595
AsignaturasGeriatría, Psiquiatría y Psicología
Palabras claveInteligencia emocional, Adulto mayor, Género, Edad adulta, Nivel educativo, Depresión

INTRODUCCIÓN
Actualmente, la definición más aceptada de Inteligencia Emocional (IE) es como un constructo que
“involucra la habilidad de percibir con precisión, evaluar y expresar emociones; la capacidad de
acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan el pensamiento; la capacidad de comprender la
emoción y el conocimiento emocional; y la capacidad de regular las emociones para promover el
crecimiento emocional e intelectual'' (Mayer y Salovey, 1997).
En los últimos años, han surgido muchos instrumentos para medir la IE, que se pueden clasificar en tres
enfoques principales (José y Newman, 2010): modelo de capacidad basado en el rendimiento, modelo de
capacidad de autoinforme y modelo mixto de autoinforme.
Aunque todos estos enfoques se utilizan en la investigación de la IE, el modelo de habilidad basado
en el desempeño ha recibido el mayor respaldo empírico, proporcionando una mejor validez para
predecir las habilidades personales y para la vida (Mayer, Caruso & Salovey, 2016;Megías et al., 2018;
Webb et al., 2013). Las escalas de habilidad o rendimiento se basan en el modelo de procesamiento
emocional de la información, que propone una evaluación basada en tareas emocionales (Mayer et al.,
2003). Las respuestas de un participante se comparan con las respuestas de un gran grupo normativo
(criterios de consenso) o con las respuestas de un grupo de reconocidos expertos en el campo de las
emociones (criterios de expertos). Las ventajas de estos métodos son las reducciones en el efecto de
deseabilidad social y la tendencia a la falsificación, mientras que las desventajas son la dificultad para
determinar qué respuestas son correctas y la gran cantidad de tiempo necesario para completarlas, con
el posible efecto de fatiga que esto implica (Roberts, Schulze y Mac Cann, 2007). Además, se ha
demostrado que las medidas de autoinforme y de desempeño de la IE están débilmente correlacionadas
(Brackett et al., 2006).
Hay poca investigación previa disponible sobre las diferencias en la capacidad de IE en diferentes etapas del
desarrollo adulto. Estudios previos sobre la capacidad de IE y la edad han mostrado resultados contradictorios.
En un estudio que utilizó una muestra de personas de entre 19 y 66 años, se encontró que los participantes
mayores tenían puntajes algo más altos en IE que los más jóvenes (Kafetsios, 2004), incluyendo factores de uso,
comprensión y manejo de emociones. Además, en el estudio realizado en España porExtremera, Fernández-
Berrocal & Salovey (2006), se encontró que las puntuaciones en la Prueba de Inteligencia Emocional de Mayer-
Salovey-Caruso (MSCEIT) aumentaron con la edad en una muestra de 16 a 58 años. Además de la edad, las
puntuaciones más altas en las medidas de desempeño de la IE están relacionadas con la educación y la
recepción de psicoterapia (Goldenberg, Matheson y Mantler, 2006). Un estudio longitudinal de mujeres de 65
años o más encontró que el funcionamiento emocional mejoró durante un período de seguimiento de 9 años,
desde una mediana inicial de 0,65 hasta una mediana de 0,78 nueve años después (Zaslavsky et al., 2014).

Sin embargo, otros estudios no han encontrado una relación significativa entre la edad y las
dimensiones del MSCEIT (Farrelly y Austin, 2007). Finalmente, algunos autores incluso han obtenido una
correlación negativa entre la edad y la capacidad de percepción emocional (Cabello et al., 2014;Día y
Carroll, 2004;José y Newman, 2010;Palmer et al., 2005). En un estudio reciente deCabello et al. (2016)con
una muestra grande de participantes entre 17 y 76 años, los autores encontraron

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que la capacidad de IE usando MSCEIT varió con la edad siguiendo una curva de U invertida. En general, los participantes más

jóvenes y mayores obtuvieron puntajes más bajos en IE que los adultos de mediana edad.

En otro estudio que comparó a personas con enfermedad de Alzheimer leve, controles normales de edad avanzada

y controles normales jóvenes, no se encontraron diferencias en la sensibilidad entre controles normales jóvenes y de

edad avanzada en el reconocimiento de la felicidad en las expresiones faciales. Sin embargo, los controles de mayor

edad fueron menos sensibles en comparación con los participantes jóvenes en el reconocimiento de la sorpresa, la ira y

el disgusto (Maki et al., 2013). En cuanto al reconocimiento de emociones,Oeste et al. (2012) encontraron diferentes

resultados dependiendo del tipo de emoción estudiada. El aumento de la edad se asoció con un mejor reconocimiento

de la expresión de asco, pero los grupos de mayor edad obtuvieron peores resultados en el reconocimiento de las

emociones de miedo, ira y tristeza en los rostros. Con respecto a otros tipos de inteligencia/dimensiones de la

cognición, se ha encontrado que las funciones cognitivas disminuyen con la edad, incluida la velocidad de

procesamiento de la información y el rendimiento de la memoria.Salthouse, Fristoe y Rhee, 1996;Bisiacchi et al., 2008;

Johnson et al., 2009).

En relación al género, la literatura muestra que la habilidad de IE difiere en mujeres y hombres (


Brackett, Mayer y Warner, 2004;José y Newman, 2010;Palmer et al., 2005). En el estudio de validación de
la versión en español del puntaje MSCEIT, los autores encontraron que las mujeres puntuaron más alto
que los hombres en IE (Extremera, Fernández-Berrocal & Salovey, 2006). En un estudio más reciente, con
participantes de un amplio rango de edad (17 a 76), los autores informaron que la capacidad de IE fue
mayor en las mujeres (Cabello et al., 2016).
Se ha descubierto que la puntuación MSCEIT se correlaciona con otras pruebas de rendimiento cognitivo,
como las subescalas verbales de las pruebas de CI (r=0.36) (Roberts, Schulze y Mac Cann, 2007) o el test de
inteligencia general (Roberts, Zeidner y Matthews, 2001). Se ha encontrado en una amplia gama de estudios
que cuando se comparan muestras grandes de personas de diferentes edades utilizando medidas de
inteligencia, la disminución de las puntuaciones es mucho menor cuando se controla por el nivel educativo
(aunque las diferencias no desaparecen por completo) (Kaufman, Reynolds y McLean, 1989). En los últimos
años, también se ha encontrado que la inteligencia fluida está tan relacionada con la educación como la
inteligencia cristalizada (Kaufman et al., 2009). Si nos enfocamos en la capacidad de IE, hay evidencia en la
literatura de que la historia educativa puede proteger contra la disminución de la IE relacionada con la edad al
mediar la relación entre la edad y la IE (Cabello et al., 2014). Específicamente, utilizando un análisis de
moderación adicional, los autores mostraron que los puntajes de IE de los adultos mayores con educación
universitaria eran más altos que los de los adultos mayores con educación primaria o secundaria, y equivalentes
a los de los adultos más jóvenes de cualquier nivel educativo.

La IE también se asocia con una serie de indicadores de salud como la depresión o el bienestar (
Cabello & Fernández-Berrocal, 2015;Zeidner, Matthews y Roberts, 2012). En una revisión reciente, se
demostró que una mejor capacidad de IE se asocia negativamente con la depresión (Fernández-Berrocal
& Extremera, 2016). Por ejemplo,Latorre et al. (2013), que realizó un procedimiento experimental que
incluía el subtest MSCEIT de percepción de emociones en rostros, encontró que el reconocimiento de
una emoción positiva en un rostro neutral está relacionado con el nivel de sintomatología depresiva. Los
autores encontraron que los participantes con síntomas depresivos evalúan una cara neutral de una
manera más negativa.montó (2016)mostró que la IE, medida con el MSCEIT, predice la depresión
posparto además del apoyo social y los eventos estresantes de la vida. Un estudio deSawaya et al. (2015)
sugiere que las personas con depresión tienen

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conectividad funcional reducida entre las regiones de la corteza prefrontal anteromedial (PFC) y las
regiones involucradas en la regulación emocional en comparación con los sujetos de control. Además, la
conectividad funcional de la PFC ventromedial parece estar relacionada con la capacidad de IE. Sin
embargo, la relación entre capacidad de IE y depresión está moderada por varios factores como, por
ejemplo, el género. Se ha encontrado que bajos niveles de capacidad de IE se relacionan con mayor
depresión en hombres, pero no en mujeres (Salguero, Extermera & Fernández-Berrocal, 2012).
Teniendo en cuenta los resultados contradictorios de investigaciones previas con respecto a la capacidad de
IE y la edad y el hecho de que muy pocos estudios han medido la capacidad de IE en adultos mayores, hemos
realizado un estudio exploratorio con el objetivo principal de comparar las puntuaciones del MSCEIT entre
personas jóvenes y mayores, pero examinando la se suma la influencia del género, el nivel educativo, los
síntomas depresivos y sus interacciones en las puntuaciones de IE. Este objetivo es importante porque estudios
previos han analizado los efectos independientes o de moderación y mediación de estas diferentes variables
sobre la capacidad de IE en adultos mayores (por ejemplo,Cabello et al., 2014; Salguero, Extermera &
Fernández-Berrocal, 2012), pero no sus efectos conjuntos y de interacción.
Nuestras hipótesis de partida son cuatro:

En primer lugar, teniendo en cuenta la relación entre la IE y otras pruebas de rendimiento (Roberts,
Zeidner y Matthews, 2001), esperamos que la puntuación MSCEIT, como un tipo de inteligencia, muestre
un patrón decreciente similar en la edad adulta (Johnson et al., 2009).
En segundo lugar, con respecto al género, predecimos que los resultados serán consistentes con estudios previos que

muestran que las mujeres obtienen una puntuación significativamente más alta en la capacidad de IE que los hombres (Cabello

et al., 2016).

En tercer lugar, consideramos que el nivel educativo de un individuo puede influir en sus resultados
en IE, siendo las puntuaciones más altas en los participantes con mayor nivel educativo (Cabello et al.,
2014).
Finalmente, los participantes con síntomas depresivos obtendrán una puntuación más baja en la capacidad de IE (Fernández-

Berrocal & Extremera, 2016).

MÉTODO
Diseño y variables
Se trata de un estudio observacional transversal. Las variables utilizadas fueron: sexo,
edad, nivel educativo, puntuaciones en los cuatro factores evaluados en el Test de
Inteligencia Emocional Mayer-Salovey-Caruso V.2.0 (MSCEIT) (Percepción, Uso,
Comprensión y Gestión de emociones), la puntuación global en el MSCEIT y sintomatología
depresiva medida con la escala Center for Epidemiologic Studies-Depression (CES-D).

Participantes
Este trabajo se realizó con la colaboración voluntaria de 166 participantes con edades comprendidas
entre los 18 y los 76 años. La muestra estuvo compuesta por 58 hombres y 108 mujeres. La edad media
fue de 42,75 años (DE = 19,28). La variable edad se recodificó en tres cohortes de edad: 18 a 30 años, 31 a
60 años y 61 a 76 años. En concreto, 66 participantes tenían 30 años o menos (59,1% mujeres), 53 tenían
entre 31 y 60 años (67,9% mujeres) y 47 tenían 61 años o más (70,2% mujeres). La muestra de
participantes hasta los 60 años fueron estudiantes universitarios o personal docente. Los individuos
mayores de 61 años eran estudiantes de un programa universitario para adultos mayores.

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Con respecto al nivel educativo de los participantes, el 4,8% tenía estudios de nivel primario, el 19,3%
secundaria y el 75,9% universitario.
Los criterios de inclusión fueron: edad (mayor de 18 años), trabajando o estudiando en el momento
de esta investigación y no tener ninguna discapacidad física o psíquica que les impidiera responder los
cuestionarios. Buscamos voluntarios que fueran estudiantes o profesores en el momento del estudio
como una forma de asegurar que tuvieran el nivel de actividad cognitiva e intelectual requerida para
completar el cuestionario MSCEIT.

Instrumentos
Como medida de IE, utilizamos la medida de desempeño más popular y mejor establecida para evaluar la
capacidad de IE: el MSCEIT. En concreto, se utilizó la versión en español del MSCEIT V.2.0 (Extremera,
Fernández-Berrocal & Salovey, 2006;Mayer, Salovey y Caruso, 2002; Mayer et al., 2003). Este cuestionario
evalúa la IE utilizando 141 elementos divididos en ocho subpruebas de habilidades. Con esta prueba es
posible obtener puntuaciones que difieren en su nivel de generalidad. Esta escala proporciona una
puntuación global de IE y cuatro subfactores: percepción de emociones, uso de emociones, comprensión
de emociones y manejo de emociones. La fiabilidad de las dos mitades es de 0,93 para el criterio de
consenso y de 0,91 para el criterio de expertos. En el caso de los cuatro factores, la fiabilidad de ambos
métodos está entre 0,76 y 0,91 (Mayer et al., 2003). La fiabilidad test-retest para el MSCEIT global a las
tres semanas es 0,86 (Brackett y Mayer, 2003). Utilizamos el criterio de consenso para este estudio, que
compara las respuestas de los participantes con las respuestas dadas por un gran grupo normativo. La
versión en español ha mostrado propiedades psicométricas adecuadas en adultos jóvenes, de mediana
edad y mayores (Cronbach's α =.95;Cabello et al., 2016;Sánchez-García, Extremera & Fernández-Berrocal,
2016). En nuestra muestra, el alfa de Cronbach fue de .89.

Para la sintomatología depresiva se utilizó la traducción al español de la escala del Centro de Estudios
Epidemiológicos-Depresión (CES-D) (Radloff, 1977;Latorre & Montañés, 1997). Consta de 20 ítems que
evalúan diferentes aspectos de la sintomatología depresiva como el estado de ánimo deprimido o la
desesperanza. Es ampliamente utilizado en investigación con adultos y tiene buena confiabilidad,
consistencia interna y validez discriminante y de constructo (Radloff, 1977;Radloff y Teri, 1986). Se utilizó
un punto de corte de 16, muy utilizado para detectar posible depresión (Weissman et al., 1997;
Zunzunegui et al., 1998). También es un instrumento válido en adultos mayores (Ros et al., 2011). En
nuestra muestra, el alfa de Cronbach fue de .89.

Procedimiento

La muestra fue seleccionada de diferentes instituciones educativas de la provincia de Albacete


(España). Varios profesores colaboraron en la selección de voluntarios entre sus alumnos, y
también participaron en el estudio. Los cuestionarios fueron autoadministrados en grupos.
Recibimos el consentimiento verbal de los participantes.
Los datos se ingresaron en una base de datos utilizando el paquete SPSS (versión 20.0; IBM,
Armonk, NY, EE. UU.). Se realizaron análisis descriptivos de la muestra y, para evaluar la cuarta
hipótesis, se realizaron comparaciones entre edad (ANOVA de una vía), sexo (t de Student), nivel
educativo (ANOVA de una vía) y nivel de depresión (t de Student). grupos para las puntuaciones del
MSCEIT. Para probar el efecto de todas estas variables en los niveles de IE, se

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Se realizó ANOVA. Como variable dependiente se eligió la puntuación total del MSCEIT. Las variables
independientes fueron la edad, el sexo, el nivel educativo, los síntomas depresivos y todas las
interacciones de segundo orden. Las interacciones de tercer orden no se estimaron porque no teníamos
el tamaño de muestra necesario para calcular todas las combinaciones.
Con el objetivo de evaluar los tamaños del efecto del ANOVA, convertimos la eta cuadrada parcial en
D de Cohen. Se puede considerar que a partir de un umbral de 0,20 el efecto es pequeño, a partir de 0,50
mediano y a partir de 0,80 grande (Cohen, 1988).
El estudio fue aprobado por el Comité Ético de Investigación del Hospital de Albacete.

RESULTADOS
Los estadísticos descriptivos de las variables de estudio se muestran entabla 1yTabla 2. En cuanto a las
dos primeras hipótesis de este estudio,tabla 1muestra los puntajes MSCEIT y CES-D para los grupos
ordenados por edad y género. Con respecto a la edad, el ANOVA de una vía reveló un efecto principal
solo para el MSCEIT total y la rama de comprensión. Los análisis post hoc para el MSCEIT total y la rama
de comprensión revelaron que se encontraron diferencias entre las cohortes de edad de 18 a 30 años y
de 61 a 76 años (pags=.02 para el total MSCEIT, ypags=.002 para la rama del entendimiento), y entre los
31 y 60 años y los 61 y 76 años (pags=.047 para el total MSCEIT, ypags=.04 para la rama de comprensión),
con las cohortes de edad de 18 a 30 y de 31 a 60 años alcanzando puntajes más altos de IE. Para el resto
de ramas y para las puntuaciones del CES-D no se encontraron diferencias significativas (tabla 1).

Con respecto al género,tLos análisis de las pruebas mostraron diferencias en el total del MSCEIT y la rama

perceptora, y en las puntuaciones del CES-D. En particular, las mujeres mostraron puntuaciones más altas que los

hombres en el total del MSCEIT y en la rama perceptora, pero también en las puntuaciones del CES-D (tabla 1).

En relación con la tercera y cuarta hipótesis de este estudio,Tabla 2muestra las puntuaciones
del MSCEIT de los grupos ordenados por nivel educativo y síntomas depresivos.
Con respecto al nivel educativo, el ANOVA de una vía reveló un efecto principal para el total del
MSCEIT y todas las ramas de la IE, excepto la gerencia. Los análisis post hoc revelaron que se
encontraron diferencias entre el nivel educativo estudios primarios y la educación universitaria (pags=.
001 para el total del MSCEIT, y las ramas uso de emociones y comprensión), entre educación secundaria
y superior (pags=.006 para el total MSCEIT,pags=.03 para la percepción de emociones,pags=.026 para el
uso de emociones, ypags=.029 para las ramas de comprensión de las emociones), y entre los estudios
primarios y secundarios (pags=.003 para la rama de uso de emociones),con educación universitaria
alcanzando puntajes más altos de IE (Tabla 2).
Con respecto a la depresión,t-Los análisis de prueba mostraron diferencias solo en la rama de uso de
emociones. En particular, los participantes con síntomas depresivos mostraron puntuaciones más bajas en esta
dimensión de la IE (Tabla 2).
Para comparar las puntuaciones de IE por cohortes de edad (tres grupos de edad), teniendo en
cuenta el efecto conjunto del género, el nivel educativo, la sintomatología depresiva y sus interacciones,
realizamos un ANOVA de cuatro vías con la puntuación total del MSCEIT como variable dependiente. Para
este análisis se eligió el total del MSCEIT, ya que es la puntuación que mejor refleja la IE global de los
participantes. Los resultados revelaron diferencias estadísticamente significativas por nivel educativo (F(2
,129) =5.11,pags=.007, parcialη2=.073,d=0.56), como encontramos en el anterior

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tabla 1MSCEIT y CES-D en todos los grupos de edad y género.

Participantes agrupados por edad Participantes agrupados por género

18–30 años 31–60 años 61–76 años Hombres Mujeres

(norte=66) (norte=53) (norte=47) (norte=58) (norte=108)

Medida METRO Dakota del Sur METRO Dakota del Sur METRO Dakota del Sur F pags METRO Dakota del Sur METRO Dakota del Sur t pags
Percepción de emociones 0.47 0.09 0.47 0.10 0.43 0.13 2.03 . 134 0.43 0.11 0.47 0.11 − 2,20 . 029

Uso de emociones 0.42 0.05 0.41 0.06 0.39 0.10 2.84 . 061 0.40 0.7 0.41 0.07 − 0,98 . 330

Comprensión de emociones 0,46 0.05 0,45 0.06 0.42 0.07 6.04 . 003 0.44 0.06 0,45 0.06 − 0,67 . 505

Manejo de emociones 0.39 0.06 0.40 0.04 0.39 0.06 0.98 . 376 0.38 0.06 0.40 0.05 − 1,61 . 110

Puntaje total 0.44 0.05 0.43 0.05 0.41 0.06 4.23 . 016 0.41 0.05 0.43 0.05 − 2.07 . 040

Depresión (CES-D) 15.68 8.71 14.33 8.33 15.74 10.19 0.38 . 682 12.17 7.52 16.93 9.27 − 3.17 . 002
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Tabla 2MSCEIT a través del nivel educativo y grupos de síntomas depresivos.

Participantes agrupados por nivel educativo Participantes agrupados por depresión


síntomas
estudios primarios Escuela secundaria Educación universitaria Sin síntomas Síntomas
(norte=8) (norte=32) (norte=126) (norte=89) (norte=58)

Medida METRO Dakota del Sur METRO Dakota del Sur METRO Dakota del Sur F pags METRO Dakota del Sur METRO Dakota del Sur t pags
Percepción de emociones 0.41 0.16 0.42 0.13 0.47 0.09 4.14 . 018 0,46 0.11 0,46 0.11 − 0,16 . 870

Uso de emociones 0.30 0.11 0.39 0.08 0.42 0.06 15.00 . 000 0.42 0.06 0.39 0.08 1.99 . 050

Comprensión de emociones 0.38 0.06 0.43 0.06 0,46 0.06 9.86 . 000 0,46 0.06 0.44 0.07 1.41 . 161

Manejo de emociones 0.37 0.06 0.39 0.06 0.40 0.05 0,69 . 501 0.40 0.05 0.39 0.05 1.00 . 319

Puntaje total 0.36 0.07 0.41 0.06 0.44 0.05 11.48 . 000 0.43 0.05 0.42 0.06 1.26 . 210
8/16
Figura 1Interacción entre la edad y los síntomas depresivos (punto de corte CES-D igual a 16) en la
puntuación total del MS-CEIT.La línea continua se refiere a participantes sin sintomatología depresiva; la línea
discontinua se refiere a participantes con sintomatología depresiva.
Tamaño completo DOI: 10.7717/peerj.6595/fig-1

ANOVA unidireccional y síntomas depresivos (F(1,129)=5.90,pags=.017, parcialη2= .044, d=0.43).


Por el contrario, para las variables cohorte de edad y género no se encontraron diferencias
significativas. Además, hubo un efecto de interacción entre las cohortes de edad y los síntomas
depresivos (F(2,129)=3.98,pags=.021, parcialη2=.058,d=0.50). Todos los tamaños del efecto
oscilaron entre pequeño y mediano. EnFigura 1, podemos ver la representación gráfica de esta
interacción. Hubo diferencias estadísticamente significativas entre individuos con y sin síntomas
depresivos en el 18-30 (pags=.016) y 31–60 (pags=.006), pero no para el grupo 61–76 (pags=.895),
que muestra que los participantes en las cohortes de edad de 18 a 30 y de 31 a 60 años y sin
síntomas depresivos tienen las puntuaciones totales más altas del MSCEIT.

DISCUSIÓN
El presente estudio muestra que un análisis de los efectos independientes de las variables edad,
sexo, nivel educativo y sintomatología depresiva sobre la capacidad de IE indica que los jóvenes,

Navarro-Bravo et al. (2019),PeerJ, DOI 10.7717/peerj.6595 9/16


las mujeres y los participantes con mayor nivel educativo alcanzan puntuaciones más altas en el MSCEIT,
y que la sintomatología depresiva se asocia solo parcialmente con la capacidad de IE (es decir, con la
rama de uso de emociones). Sin embargo, un análisis conjunto posterior de los efectos independientes
de las variables edad, género, nivel educativo y sintomatología depresiva y sus interacciones en la
puntuación total del MSCEIT sugiere que solo el nivel educativo y la sintomatología depresiva se asocian
con la capacidad de IE, con la relación directa entre la edad y género con la capacidad de IE
desapareciendo. Además, nuestro estudio indica un efecto de interacción entre la edad y los síntomas
depresivos, mostrando que los participantes en las cohortes de edad de 18 a 30 y de 31 a 60 años y sin
síntomas depresivos tienen una mayor capacidad de IE.
De acuerdo con nuestra primera hipótesis, el análisis de los efectos independientes de la variable edad
sobre la capacidad de IE indica que los participantes mayores (> 60 años) tienen las puntuaciones más bajas en
MSCEIT total y en la rama de comprensión de emociones. Estos resultados contradicen en parte parte de la
literatura existente, que encuentra una correlación positiva entre la edad y las ramas del MSCEIT (Fernández-
Berrocal & Extremera, 2016;Goldenberg, Matheson y Mantler, 2006; Kafetsios, 2004). Sin embargo, estos
hallazgos son consistentes con otros estudios que utilizan un rango de edad más amplio que sugiere que los
adultos mayores muestran una capacidad de IE más baja que los adultos más jóvenes, y que esta caída puede
reflejar una disminución de la función cognitiva relacionada con la edad, como se describe para las inteligencias
cognitivas.Cabello et al., 2014;Cabello et al., 2016;Día y Carroll, 2004;José y Newman, 2010;Palmer et al., 2005).

Por otro lado, y de acuerdo con nuestra segunda hipótesis, el análisis de los efectos independientes
de las variables género sobre la habilidad encontró que las mujeres puntuaron significativamente más
alto que los hombres en el MSCEIT total y en la rama de percepción. Estos hallazgos que muestran un
mejor desempeño en la capacidad de IE por parte de las mujeres están en línea con la literatura previa (
Brackett, Mayer y Warner, 2004;Cabello et al., 2016;Extremera, Fernández-Berrocal & Salovey, 2006; José
y Newman, 2010;Palmer et al., 2005).
Con respecto a nuestra tercera hipótesis, nuestros resultados sobre la asociación entre el nivel
educativo y la IE coinciden con la literatura previa. Cabe señalar que los resultados en el MSCEIT
presentan correlaciones con otras pruebas de rendimiento cognitivo como las inteligencias generales o
verbales (Roberts, Schulze y Mac Cann, 2007;Roberts, Zeidner y Matthews, 2001). Esta podría ser una de
las razones por las que los resultados muestran un mejor desempeño de los participantes con mayor
nivel educativo, como suele suceder en otras escalas de desempeño, como las pruebas de inteligencia
cognitiva (Escorial et al., 2003).
Con respecto a la cuarta hipótesis, nuestros resultados indican que la sintomatología depresiva
se asocia solo parcialmente con el MSCEIT, en concreto, solo con la rama de usar emociones. Estos
hallazgos contrastan con investigaciones previas que encontraron una asociación entre la
depresión y la capacidad de IE, particularmente con las ramas de comprensión y manejo de
emociones (Fernández-Berrocal & Extremera, 2016;Latorre et al., 2013;cabalgó, 2016;Sawaya et al.,
2015).
Sin embargo, un análisis conjunto posterior de los efectos independientes de estas variables clave y
sus interacciones en la capacidad total de IE sugiere que estas asociaciones directas pueden cambiar
cuando consideramos los efectos de terceras variables. En particular, nuestros resultados revelaron que
la relación directa entre edad y género desaparece con la puntuación total del MSCEIT. Es importante
señalar que estudios previos han analizado la independencia o la interacción.

Navarro-Bravo et al. (2019),PeerJ, DOI 10.7717/peerj.6595 10/16


efectos de estas diferentes variables sobre la capacidad de IE en adultos mayores (por ejemplo,Cabello et al.,
2014; Salguero, Extermera & Fernández-Berrocal, 2012), pero no los efectos conjuntos de estas variables clave
y sus interacciones. Esto está en línea con investigaciones recientes que sugieren que variables clave como el
historial educativo o las teorías implícitas sobre la IE pueden ayudar a explicar la influencia observada del
género y la edad en la capacidad de la IE (Cabello et al., 2014;Cabello & Fernández-Berrocal, 2015). Estos
hallazgos deberían ayudar a evitar explicaciones simplistas de que la IE está determinada principalmente por
variables sociodemográficas como el género o la edad.
Finalmente, nuestros resultados sugieren que la asociación entre la presencia de síntomas
depresivos y el MSCEIT total es moderada por la edad, mostrando que la asociación entre
depresión y capacidad de IE es significativa solo para los menores de 61 años, pero no en el grupo
de mayor edad. nuestra muestra (61 o más años). Este hallazgo coincide con los de la literatura
que muestran que la relación entre la capacidad de IE y la depresión está moderada por varios
factores como, por ejemplo, el género (Salguero, Extermera & Fernández-Berrocal, 2012). Este
aspecto novedoso de nuestro estudio no aparece en la literatura previa (Fernández-Berrocal &
Extremera, 2016) pero, sin embargo, debe tomarse con cautela porque es el resultado de una
investigación exploratoria. Por ejemplo, la relación entre la capacidad de IE y la depresión en el
grupo de mayor edad (61 años o más) también puede estar moderada por otros factores
importantes que no necesariamente se midieron en el presente estudio. El trabajo futuro debería
examinar si otras variables psicológicas, como el estrés, el apoyo social o el bienestar, podrían
determinar la relación entre la capacidad de IE y la depresión en esta cohorte de edad.Zeidner,
Matthews y Roberts, 2012).

Limitaciones e investigación futura


El hecho de que los participantes fueran seleccionados solicitando su cooperación voluntaria puede
limitar la generalización de los resultados, ya que aquellos que se ofrecieron a participar pueden tener
ciertas cualidades que los diferencien de aquellos que no lo hicieron.
En cuanto a las variables estudiadas y al foco de estudio (la IE), hubiera sido adecuado
seleccionar individuos con un nivel educativo más homogéneo. Intentamos abordar este problema
eligiendo personas mayores que estaban estudiando un programa universitario para adultos en el
momento de la recopilación de datos.
El tamaño de la muestra es algo reducido, presentando la limitación de que algunos subgrupos
tienen muy pocos participantes (p. ej., participantes con bajo nivel educativo).
De lo contrario, nuestro estudio transversal nos impide excluir la posibilidad de causalidad en sentido
contrario entre las variables estudiadas, por ejemplo, entre depresión e IE. Sobre todo, si tenemos en
cuenta que los tamaños del efecto fueron entre pequeños y medianos. Por lo tanto, se necesitan
estudios prospectivos para verificar nuestros resultados que sugieran que una mayor capacidad de IE es
un factor protector contra la depresión en las cohortes de edad de 18 a 30 y de 31 a 60 años.
A pesar de estas limitaciones, nuestro estudio proporcionó evidencia que sugiere que los efectos directos
de la edad y el género en la capacidad de IE a lo largo del desarrollo adulto, utilizando un amplio rango de
edad, pueden cambiar o incluso desaparecer cuando se controlan los efectos del nivel educativo y la
sintomatología depresiva y sus interacciones. por. Nuestros hallazgos también sugieren que la capacidad de IE
y los síntomas depresivos están asociados, pero solo para los participantes entre las cohortes de edad de 18 a
30 y 31 a 60 años.

Navarro-Bravo et al. (2019),PeerJ, DOI 10.7717/peerj.6595 11/16


Como futura línea de investigación, proponemos evaluar la capacidad de IE y la inteligencia cognitiva
utilizando una metodología longitudinal para monitorear el cambio de ambos tipos de inteligencias a
través de las edades y la relación entre estos dos constructos en las diferentes etapas del desarrollo
adulto, pero incluyendo otras variables relevantes. como, por ejemplo, el nivel educativo o los síntomas
depresivos que pueden determinar estas relaciones directas.
Finalmente, una reciente revisión sistemática de la literatura sugiere que la educación tiene un efecto
protector sobre la cognición general en respuesta a varias medidas de carga cerebral.Chapko et al., 2018
). Por tanto, las razones por las que la historia educativa tiene una capacidad protectora sobre la
capacidad de IE podrían estar ligadas a su asociación positiva con una mejor reserva cognitiva (Cabello et
al., 2014). Una implicación práctica de estos hallazgos para futuros estudios es que se abre una ventana
para llevar a cabo programas de intervención preventiva de IE en poblaciones potencialmente en riesgo
a lo largo de la vida (p. ej., personas con bajo nivel educativo), lo que tendrá un efecto positivo adicional
sobre su salud mental (p. ej., depresión y ansiedad) y bienestar.

AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a los profesores Laura Ros, Rigoberto López, Concha Fabeiro, Diosina Lozano y
David Igual por su ayuda en la selección de la muestra. Nuestro agradecimiento también al Dr.
Carlos de Cabo por su ayuda con la traducción del manuscrito.

INFORMACIÓN ADICIONAL Y DECLARACIONES

Fondos
Este trabajo fue apoyado por una subvención de proyecto otorgada a Pablo Fernández-Berrocal por el
Ministerio de Economía, Industria y Competitividad de España (PSI2017-84170-R). Este trabajo también
fue apoyado por el proyecto Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía, España (subvención
número SEJ-07325) y el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (subvención número
PSI2017-84170-R). Los patrocinadores no tuvieron ningún papel en el diseño del estudio, la recopilación y
el análisis de datos, la decisión de publicar o la preparación del manuscrito.

Divulgaciones de subvenciones

Los autores divulgaron la siguiente información sobre la subvención:


Ministerio de Economía, Industria y Competitividad de España: (PSI2017-84170-R).
Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía, España: SEJ-07325.
Ministerio de Economía, Industria y Competitividad: PSI2017-84170-R.

Conflicto de intereses
Los autores declaran que no existen intereses contrapuestos.

Contribuciones de autor
• Beatriz Navarro-Bravo concibió y diseñó los experimentos, realizó los experimentos,
analizó los datos, contribuyó con reactivos/materiales/herramientas de análisis, preparó
figuras y/o tablas, redactó o revisó borradores del artículo, aprobó el borrador final.

Navarro-Bravo et al. (2019),PeerJ, DOI 10.7717/peerj.6595 12/16


• José M. Latorre concibió y diseñó los experimentos, analizó los datos, contribuyó con reactivos/
materiales/herramientas de análisis, redactó o revisó los borradores del artículo y aprobó el borrador
final.
• Ana Jiménez realizó los experimentos, contribuyó con reactivos/materiales/herramientas de
análisis, preparó figuras y/o tablas, redactó o revisó borradores del artículo y aprobó el
borrador final.
• Rosario Cabello realizó los experimentos, contribuyó con reactivos/materiales/herramientas de
análisis, preparó figuras y/o tablas, redactó o revisó borradores del artículo y aprobó el
borrador final.
• Pablo Fernández-Berrocal concibió y diseñó los experimentos, analizó los datos, contribuyó con
reactivos/materiales/herramientas de análisis, redactó o revisó los borradores del artículo y
aprobó el borrador final.

Ética Humana
Se suministró la siguiente información relacionada con las aprobaciones éticas (es decir, el organismo de aprobación y

cualquier número de referencia):

El estudio fue aprobado por el Comité Ético de Investigación del Hospital de Albacete.

Disponibilidad de datos

Se proporcionó la siguiente información con respecto a la disponibilidad de datos:


Los datos brutos están disponibles en elArchivo Suplementario.

Información suplementaria
La información complementaria para este artículo se puede encontrar en línea enhttp://dx.doi.org/10.7717/
peerj.6595#información-suplementaria.

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