Está en la página 1de 4

Reconozco, Jesús, que estoy confundido, que me

siento débil, que busco quién me sepa ayudar...

Necesito con frecuencia un amigo y un abogado, pues


me meto en muchos problemas.

Tú, Jesús, amigo fiel, me ofreces un maravilloso


consolador y un magnífico abogado.

Pero yo, con demasiada frecuencia, no acepto tus


ofrecimientos, por orgulloso, por necio.
Soy terco, ocioso, irresponsable con mi futuro. Me
muero de hambre rodeado de alimentos...

Creo, Espíritu Santo, don precioso de Jesús, que vives


en mí desde el día de mi bautismo.

Ahora quiero ser consecuente con mi Confirmación.

Quiero recibir, a pecho descubierto, tus reconfortantes


energías.
Sé que con tu ayuda, nada ni nadie me impedirían
desarrollar mi auténtica personalidad.

Enséñame a experimentar la fraternidad de Jesús, sus


energías de resucitado.

Enséñame a ser miembro activo de la Iglesia de


Cristo.

Ayúdame a elegir un movimiento juvenil cristiano


que me ayude a seguir creciendo en mi fe.
Ayúdame a sentirme hermano, servidor y constructor
de un mundo nuevo.

También podría gustarte