Está en la página 1de 29
PERSONAJES DE LA COMEDIA EsTREPSIADES ARGUMENTO JUSTO FIDIPIDES ARGUMENTO INJUSTO Esciavo DE EsTREPS{ADES ACREEDOR PRIMERO SOCRATES TESTIGO DEL ACREEDOR Coro pe Nuses ACREEDOR SEGUNDO La escena representa una plaza. A la izquierda se ve la casa de Sécrates; a la derecha la de Estrepsiades. En una habitacion de la casa de éste, se encuentra su duefio echado en un camastro, sin poder conciliar el suefio pensando en las deudas, mientras su hijo Fidipides duerme profun- damente. a Bstrepstades.-jAy de mi, ay! {Oh Zeus soberano! jQué largas son estas noches, qué interminables! 2No se hard nunca de dia? Y sin embargo, tiempo ha que he ofdo el canto del gallo y los esclaves siguen roncando toda- via; pero antes no sucedia asi. Maldita seas, oh guerra, por mil razones, cuando no me es posible castigar a mis esclavos (1). (Mirando al hijo.) Pero este buen mozo no se despierta de noche, sino que ventosea arrollado en cinco pellejas de cabra. Mas, si os parece, ronque- mos bien tapados, (Intenta dormir, después de repente se levanta.) Pero, desgraciado de mi, no puedo dormir, mordido por los gastos, el pesebre y las deudas por culpa de este hijo. Este, con su larga cabellera (2), monta a caballo, conduce un carro y suefia en caba- Tlos; y yo me siento morir al ver la luna que trae el yeinte del mes (3), pues los intereses corren, (Despierta ‘a un esclayo.) Muchacho, enciende la lampara y trae el libro de cuentas para que vea a cudntos debo y (1) Durante Ja guerra del Peloponeso las tierras del Atica fueron saqueadas y ocupadas por los lacedmeonios. Los esclavos, que trabajaban en el campo, viven ahora en la ciudad, y sus duefios temen que se pasen al enemigo o se venguen si les hacen objeto de malos tratos. (2) Los jévenes atenienses, pertenecientes a las capas altas de la ciudad, iban con los cabellos largos y bien cuidados, Los escla~ vos, por el contrario, Hlevaban la cabeza pelada. (3) Los griegos dividian los meses en tres partes, de diez dias cada una. Después del veinte empezaba la tercera parte, en cuyo Giltimo dfa, 29 6 30, segiin los meses, vencian los intereses de las cantidades tomadas a préstamo. 49 8 caleule los intereses. (El esclavo tra i . e el] registro.) Ha, ane equé es lo que debo? Doce minas @) a Pai 2 por qué doce minas a Pasias? 2Por qué tomé a prés- mo? Cuando compré el caballo marcado con una coppa (5). jAy de mi, desgraciado! jOjal4 me hubieses ~ sefalado antes un ojo con una pedrad Fidipides (sofiando). — Filén, ti ae ae = , ti haces tr 7 ae ore ee tu propia linea. ee ee istrepsiades. — Este, éste es el mal que m i Pee saeenes suefia con aballeg i ‘idipides (sofiando). — gCudntas ca: : nae 2 rreras hardn los carros de strepsiades. — A mi, a tu padre, sf i ni, , Si que haces dar tii carreras, (Cogiendo otra vez el registro.) pean nee otra deuda contraje después de la de Pasias? Tres minas por un asiento del carro y un par de ruedas a Aminias. 2a Fidipides (sofiando). —Lleva el caballo a la cuadra, después x de haberlo revolcado en la arena (6). 8 ‘, w istrepsiades, — Oh infeliz, ti si que me has dado un vuelco > con todos mis bienes, porque incurri s , ya en cond be eeos dicen que Jes garantice el pago de los interee idipides (despertando).— En verdad, padre, gpor qué ests elmore y oF yuelies toda la noche? : psiades. — La mordedura de ciert dels eel cierto demarco (7) me echa idipides, — Déjame, joh céndido!, dormir un le i 1, poco. Estrepsiades. — Duerme, pues, pero sabe que todas estas deudas caerén sobre tu cabeza. ,Ah! ;Ojalé perezca (4) Es muy dificil dar una idea ex acta del valor de una mi pues hay que tener en cuenta, cuando se trata de aoietien ch valor adauisiive del dinero ‘en ef momento en cuestén, Con esta salvedad, podemos decir que una mina equivali in A ea equivalia aproximadamente () Los caballos de raza eran mar (6) Los cados con la letra coppa servia de signo de numeracién (= 90 (= 900), que La ae ), y con la sampi (=900), que (6) Era costumbre, antes de entra : r los caballos en el revolearlos en la arena para quitarles el sudor. oe (7D) Se esperarfa aqui, “pulga o chinche”, pero el autor burlo- namente lo sustituye por el demarco, primer magistrado de un demo, a quien incumbia el castigo de los deudores morosos, 50 miserablemente aquella casamentera que me impulsé al matrimonio con tu madre! Porque yo, campesino, tenia una vida feliz, grosera, sucia, descuidada, abundante en abejas, rebafio y orujo. Y he aqui que siendo ristico me casé con Ja niéta de Megacles (8), hija de Megacles, ciudadana soberbia, voluptuosa, de Jas mismas costum- bres que Cesira. Después del matrimonio, cuando nos acosiébamos yo olfa a mosto, a higos secos, a lana, a abundancia; ella, por el contrario, a perfumes, a azé- frdn, a besos amorosos, & despensa, a golosinas, a los placeres de ‘Afrodita, Ciertamente, no diré que fuera perezosa, sino que tejfa. Y yo ensefiéndole este manto, Je decia con fal pretexto: «Oh mujer, tt tejes dema-) ys ‘ siado» (9). Fsclavo.—No nos queda aceite en Ja lampara. Estrepsiades, —jAy de mil gPor qué me has encendido esta Jémpara tan bebedora? Ven aqui que te hago Morar. Bsclavo. —2¥ por qué he de lorar? Estrepsiades. - Porque pusiste una mecha muy gorda, Des- pués, cuando nos nacié este hijo, a mf y a mi exce- lente esposa, empezamos a injuriarnos acerca del nom- bre. Ella queria imponerle un nombre a base de ... Pero él no ha hecho caso de mis palabras y su mania equina Re aca a bienes. Y ahora, después de meditar durante toda la noche, he encontrado un tnico camino, un sendero milagrosamente extraordinario, que si logro persuadir a éste, podra salvarme. Mas, ante todo, quiero desper- ee ene Bea ReaD lo més dulcemente Omo? jFidipi i fio Fidipi oes Peak ee ipides, mi pequefio Fidipides! Estrepsiades. — Bésame y_ dame tu mano derecha. Fidipides. - Hela aqui. Qué ocurre? ; Estrepsiades. — Dime, gme quieres? Fidipides. — Si, te lo juro por este Posidén eqiiestre, Estrepsiades.—jNo me hables jamés de este dios hipico! Porque este dios es la causa de mis males, Pero si real- _,mente me quieres de coraz6n, hijo, obedéceme. Fidipides. ~ 2Y en qué debo, pues, obedecerte? ‘ Esirepsiades, - Cambia lo més rdépidamente posible de ma- _hera de vivir y ve a aprender lo que te aconsejaré, Fidipides. — Habla, pues. sQué me ordenas? Estrepsiades ~—zY me obedecers en algo? Fidipides. - Te obedeceré, por Dioniso. Estrepsiades, ~ Ahora mira hacia este lado, :Ves esta puer- : tecita y esta casita? Fidipides. —Las veo. Y gqué quiere decir esto? Estrepsiades. — Esta es la escuela de almas sabias (12). Ahi habitan hombres que, hablando del cielo, persuaden que es un horno que esté a nuestro alrededor, y que nosotros somos los carbones. Estos te ensefian, si se les aga_(13), cer_triunfar por la palabra fo las Pidipi uel nz Estrepsiades.- No sé exactamente su nombre: son pensa- dores sutiles, gente distinguida. Fidipides. - Ah, malvados, los conozco! Ta hablas de esos (12) Literalmente significa “1m lugar para pensar”, Herdclito y Perménides sostenfan que el cielo era un horno, (13) Los sofistas fueron los primeros que introdujeron la cos- tumbre de percibir honorarios para las clases que daban. En cam- bio, consta que Sdcrates ensefié siempre desinteresadamente. 52 charlatanes pdlidos y descalzos, de los cuales forman parte este miserable Sdcrates y Querefonte (14). Estrepstades.—{Eh, eh, calla y no digas necedades! Antes bien, si en algo te preocupas de las inquietudes que tu padre tiene por la subsistencia, dejando la _hipica, sé uno de ellos. : Fidipides. - No, por Dioniso, aunque me dieras los faisanes que cria Ledgoras (15). Bstrepstades. — Ve, te lo suplico, hombres, ve e instriyete. Pidipides. — sY qué quieres que aprenda? 2 Estrepsiades,-Dicen que poseen dos razonamientos: el bueno, cualquiera que sea, y el malo, Con uno de éstos, el malo, dicen que pueden ganar incluso la: causas mas injustas, Si ti, pues, me aprendes este discurso, el Bae de todas estas deudas que debo po tu culpa, no deberfa restituir a nadie ni un bolo. Fidipides.-No podria obedecerte, Pues no me atreverfa a mirar a los jinetes con un color de cara tan cadavérico. Bstrepsiades, — Entonces, por Deméter, no comerds ya a mis expensas, ni tt, ni tu caballo de tiro, ni tu pura sangre, sino que te echaré de casa e irds a los cuervos. Fidipides. — Pero mi tio Megacles no me dejara sin caballos. Me voy y no me preocupo de ti, (Sale Fidfpides, y su padre se dispone a lamar a la puerta de Sécrates.) Estrepsiades, - Ciertamente, aunque caido (16) no permane- ceré en tierra, sino que, habiendo invocado a los dio- ses, me haré ensefiar yendo yo mismo a la escuela. Pero, zcémo podré yo, viejo, olvidadizo, Jento, aprender las sutilezas de rigurosos discursos? Y sin embargo, debo oh, el més querido de los (14) Amigo y discfpulo de Sécrates, era irascible y violento de caracter y por ello se prestaba a ser ridiculizado. Ademis, estaba enfermizo y tenia un color pélide, y como sélo salia de noche, Aristéfanes lo llamé en otra comedia “murciélago”. (45) Padre del orador Andécides, tenia fama de glotén. Sélo los ricos podfan permitirse el Iujo de criar faisanes, porque enton- ces eran raros en Grecia y de elevado precio. (146 Expresién tomada del lenguaje de los atletas. Era de- clarado vencedor el que derribaba tres veces a su adversario. 53. ir. 2Por qué estoy aqui demordndome en vez de golpear a la puerta? (Golpea a la puerta) Esclavo, esclavol ~ Un discipulo.- {Ve a los cuervos! 2Quién es que golpea - a Ja puerta? cae hijo de Fidén, Estrepsfades, del demo de El discipulo. - Mal educado eres, por Zeus, que has golpea- | do asi, tan brutalmente, la puerta y me = far una idea que acababa de Reebieat dete Estrepsiades, —- Perdoname, porque habito lejos, en el cam- po. Pero dime la cosa abortada. El discipulo. - Sdlo estd permitido decirlo a los discipulos, Estrepsiades.~ Dimelo sin temor, porque vengo a la escuela como discipulo. EI discipulo.—Te la diré, pero se deben considerar estas 4 cosas como misterios. Sdcrates preguntaba poco ha a Querefonte cudntas veces una pulga podia saltar una distancia igual a la longitud de sus patas, Porque una de ellas habia mordido la ceja de Querefonte y se habfa lanzado luego a la cabeza de Sécrates. Estrepsiades. — 2 cémo ha podido medirlo? El discipulo.— Muy ingeniosamente, Ha hecho derretir un poco de cera; después, cogiendo la pulga, sumergié en ella sus patas, Luego, al enfriarse la cera, la pulga qued6 calzada con borceguies pérsicos (17), Sdcrates se los ne ue Bo con ellos la distancia. ‘repsiades, — || Zeu: é i pane i is soberano, qué agudeza de in- El eenteo qué dirfas si supieras otra concepcién de Estrepsiades. —2Cual? Dimela, te lo suplico, El discipulo. —Querefonte, de Esfeto, le pregunt6 si su opi- nién era que los mosquitos zumban con la trompeta 0 con su trasero. Estrepstades, — 2¥ qué le dijo aquél acerca del mosquito? El disctpulo. — Dijo que el intestino del mosquito es estre- cho y, siendo delgado, el aire va directamente con fuerza hasta el trasero. Después, al ser vacio y encon- (17) Especie de calzado de mujer, 54 trarse en el fondo de esta estrechez, el trasero resuena por la violencia del aire. Pstrepsiades. — Asi pues, el trasero de los mosquitos es une trompeta, jOh, tres veces feliz él, por su capacidad de penetrar en las _visceras de la investigacion! Ciertamen- te, si_fuera acusado, con facil fdad aria @ una condena, aquél que conociera a fondo el infestino de un mosquito. Bl disciputo.—¥ dltimamente fue privado de un gran pen- samiento por causa de una lagartija. Rstrepsiades, — De qué manera? gDimelo? Fl discipulo.- Mientras estaba observando de noche el curso y las revoluciones de la luna, en el momento en que miraba hacia arriba con la boca abierta, desde el techo una lagartija le arroj6 su excremento. Rstrepsiades, - ;Me place! Una lagartija que hace sus nece- sidades en la boca de Sécrates. Fil discipulo.— Ayer por Ja tarde no tenfamos cena, istrepsiades, — Bien. 2¥ qué imaginé para el yantar? El discipulo.-Sobre la mesa esparci6 una fina capa de ceniza, doblé un pequefio asador; después toméndolo como compés.., hizo desaparecer el vestido de la pa- lestra (18). Estrepsiades.-3Y por qué admiramos al famoso Tales? Abre, abre répidamente la escuela y muéstrame a 56- crates cuanto antes. Porque anhelo ser discipulo. Pero abre la puerta. ;Oh Heracles! ~De qué pais son estos animales? (Se abre la puerta y aparecen los discipulos, pélidos y demacrados, en posiciones diversas de exagerada meditacién, y Sdcrates, suspendido en una cesta al cielo raso.) El discipulo. —2Por qué te maravillas? ¢Con quién encuen- tras que se parecen? (18) Expresién proverbial que hay que entender en sentido figurado. Asf como tos ladrones quitaban los vestidos a los que se ejercitaban en los gimnasios, asi Sdcrates, con su habilidad dialéc- tica, engafiaba el hambre de sus discipulos ocupandolos en proble- mas de geometria. 55 Estrepsiades.~Con los lacedemonios capturados en Pi- los (19). Pero, 2por qué miran éstos hacia tierra? FI discipulo.—Buscan éstos las cosas de debajo de la tierra. Esirepsiades.-Sin duda buscan cebollas. (Dirigiéndose a los discfpulos:) No os preocupéis ahora por esto, Yo sé dénde hay de grandes y hermosas, Y equé hacen és- tos que estén tan curvados hacia el suelo? El discipulo. ~ Estos investigan las cosas misteriosas hasta el fondo del Tartaro. Bstrepsiades.—2¥ por qué su trasero mira hacia el cielo? El discipulo. — Este aprende astronomia por su cuenta, (Di- rigiéndose a los restantes discipulos.) Pero entrad, no sea que aquél os sorprenda. Estrepstades. — Todavia no, todavia no. Que aguarden; ten- go que comunicarles un asuntillo mio. EI discipulo.—Pero no les es posible permanecer durante © tanto tiempo fuera, al aire libre. (Los discfpulos entran.) Estrepsiades (examinando admirado algunos objetos). — Por los dioses, zqué son estas cosas? Dimelo, El discipulo. — Esta es la astronomia, Estrepsiades.—3Y sta? El discipulo.—La geometria. Estrepsiades.—2Y para qué sirve la geometria? El discipulo.—~ Para medir la Tierra. Estrepsiades.—21a que se distribuye Por suerte? (20) El discipulo. — No, sino toda la tierra, Estrepsiades,—Hablas elegantemente. La idea es democré- F tica y util. EI discipulo (mostrando un mapa). — Este es el mapa de toda | Ja tierra. Ves? Aqui esté Atenas, Estrepsiades. — 2,Qué dices? No te creo, pues no veo a los jueces en sesién (21). (19) En la primera fase de ta guerra del Peloponeso, jos ate- nienses tras un asedio prolongado, capturaron la ciudad de Pilos en la costa occidental de Mesenia. @0) Pericles, segtin Tucidides (t. TI, p. 50), después de Ia toma de Mitilene, dividié la tierra de la ciudad en tres mil lotes, (21) Burlona alusién a la manfa de pleitear de los atenienses, que Arist6fanes ridiculiz6 en Las avispas. 56 El discipulo,—Sin embargo, éste es verdaderamente el te- itorio de] Atica. cr Zs : Bairepaiaties oY dénde estén los cicinios, mis compaferos de] demo? El discipulo. — Aqui Spee ésta, come ves, es Eubea, que se extiende todo a lo largo muy lejos. if i 22) por noso- Estrepsiades, —Lo sé. Ha sido muy extendida ¢ s ; pe y por Pericles, Pero, gdénde esté Lacedemonia? El discipulo. — Donde esté? Hela aqui, : Estrepstades, — ;Cudn cerca de nosotros! En esto debéis me- ditar mucho, en alejarla de nosotros todo lo que se pueda. ‘ E] discipulo. — Pero esto no es posible, S nee ee Zeus, os pesard sin duda, jBa! gQuién es-ese hombre suspendido en una cesta? El discipulo. — El en persona, Bstrepsiades. ~ ;Quién es él? is crates. on Sécrates! Ve, ta, ll4mamelo se a El discipulo.-Llémalo ti mismo; yo no tengo ' (Se va.) S Estrepstades. ~ Socrates! jMi pequeiio Sécrates! Sécrates. - 2Por qué me llamas, oh efimero? Ree Estrepsiades. — Ante todo, dime, te ruego, aqué oy Socrates, - Camino por los aires y contemplo el ae re Estrepsiades. — 2Entonces por lo que parece, cone ay ee desde lo alto de una cesta a los dioses y no tierra? : ; Sécrates, - Nunca, en efecto, habria podido Ses ee tamente las cosas celestes, si no _hubiese suspen pee intelecto y mezclado el pensamiento sutil com ae similar, Si, estando en tierra, hubiese examinado ién la i tortura sobre jego envuelve también la idea de vce wextendia” a la victima. La isla de Bubea, en el afio 445 y fue cas- (22) El verbo a 1 potro, en el cual se de Ha longitud, se rebel6 contra Atenas igada por Pericles. iS iy “o3) La expresién del original signiticn a la ver “contempiar” y “despreciar”. Estrepsfades lo emplea en la seguni yefiriéndose al atefsmo de que se acusaba a Socrates, 57 “contemplar” abajo Jas cosas de arriba, nunca las habrfa encontrado. No, pues la tierra atrae hacia ella violentamemte la savia del pensamiento, Es exactamente lo que sucede con los berros (24). Estrepsiades. -sQué dices? 2E] pensamiento atrae la savia de los berros? Veamos, ahora baja hacia mi, oh pequefio Sécrates, para que tne ensefies las cosas por las que he venido. Séerates. - sY para qué has venido? Estrepstades. — Porque quiero aprender a hablar. Estoy des- pojado, saqueado por los intereses y los acreedores més intratables, y mis bienes estén empefiados. Sécrates.—z¥ cémo sin darte cuenta te has encontrado su- mergido en las deudas? Estrepsiades. -Una enfermedad me ha arruinado, la de los caballos, terrible devoradora, Pero enséfiame uno de los dos discursos, aquel que no restituye nada. Y cuales- quiera honorarios que tt pidas, juro, por los dioses, que te los pagaré. Sécrates.—2Por cudles dioses vas ti a jurar? En primer lugar, no tenemos a los dioses por moneda legal (25). Estrepsiades.— Por quién jurdis, pues? Acaso, spor las monedas de hierro, como en Bizancio? Sdcrates. — 2Quieres saber exactamente cudles son en reali- dad las cosas divinas? Estrepsiades. ~Si, por Zeus, si es posible, Sécrates. - 2¥ entrar en relacién y conversar con las Nubes, nuestras divinidades? : Estrepsiades. — Absolutamente. Socrates. - Siéntate, pues, sobre el camastro sagrado, Estrepstades. — He aqui, ya estoy sentado. Sécrates. - Ahora toma esta corona, _ OA) El autor toma aqui la savia en sentido figurado como principio activo del pensamiento, Sélo el que se aleja de la tierra saca Provecho de las meditaciones celestes, porque de lo contrario la tierra lo atrae como a los berros, Esta planta crucffera crece en lugares aguanosos, es antiescorbitica y depurativa y sus hojas se comen también en ensalada. (25) Sécrates habla en sentido metaférico, pero Estrepsiades cree que aquél se refiere realmente al dinero, 58 Estrepstades.—3Y para qué una corona? Ay de mi, Sécra- tes, no vayas a sactificarme como a Atamas (26). Socrates, No, sino que todo esto lo hacemos a los que van a ser iniciados, Pstrepsiades. - 2Y qué ganancias sacaré con ello? Sdcrates, ~Llegarés a ser demolador en el hablar, un cas- cabel, una flor de harina. Pero no te muevas. Estrepsiades. - Por Zeus, no me engafiards; asi empolvado me conyertiré en flor de harina (27). Socrates, Es necesario que el anciano guarde respetuoso silencio y escuche la plegaria. iOh soberano sefior, Aire infinito que sostienes la Tierra suspendida en espacio, brillante Eter, y vosotras, Nubes, diosas venera- bles que Ilevdis el trueno y el relémpago, levantaos, mostraos, sefioras, al pensador en las alturas (28). Estrepsiades. — Todavia no, todavia no, hasta que me recu- bra con este manto, no sea que me moje. jQué desgra- ciado haber salido de casa sin mi gorro de piel de erro! Sonne vere pues, oh muy venerables Nubes, a la vista de este hombre, ya sea que estéis sentadas en las sagradas cumbres del Olimpo azotado por la nieve, ya sea que en los jardines del padre Océano (29) entre- lacéis un sagrado coro para las Ninfas, ya sea que en las bocas del Nilo recojéis sus aguas en Anforas de oro o residdis en el lago Meotis (30) o en la roca ne- (26) Tragedia de Séfocles, en Ja que el rey Atamas era Nevado al altar, con una corona en la cabeza, para ser sacrificado. Estrep- sfades teme que se le reserve la suerte de este personaje. La alusion ‘a Atamas es justificada, por ser esposo de Nefele (Nube) a quien abandoné, 2 (27) Sécrates esparcia harina sobre la cabeza de Estrepsiades parodiando ciertos ritos de iniciacién que se empleaban en los misterios. et (28) Aire, Eter, Nubes, he aqui las divinidades que Sécrates, segin Aristéfanes, habia introducido en Atenas en lugar de las tradicionales. so aN E (29) Los jardines de las Hespérides, en el limite occidental del mundo entonces conocido. be 5 (G0) El maz de Azof. La montafia de Mimas es un promon- torio de Jonia en frente de Quios, en donde se dice que se retird Anaxégoras para estudiar. 59 vada de Mimas. Escuchad mi plegaria, aceptad mi sa- crificio y que os sean agradables estos ritos sagrados. {Se oye el coro de las Nubes, en medio de truenos lejanos.) £ coro. —Nubes inexhaustas, apareciendo en nuestra na- turaleza dgil y vaporosa y dejando el mugiente padre Océano, levantémonos a las altas montafias de bos- cosas cimas, para contemplar las cumbres lejanas y las cosechas, y la fecunada sagrada tierra, y el ruido de los rios divinos, y el mar que resuena con profundos bra- midos, Pues el ojo infatigable del Bter brilla con res- plandecientes rayos. Pero sacudiendo la bruma Iluviosa de nuestro inmortal aspecto, contemplemos la tierra con telescépica mirada. Sécrates,— {Qh Nubes muy venerables! Evidentemente ha- béis escuchado mi llamada. (A Estrepsfades.) ;Ofste su voz al mismo tiempo que el divino mugir del trueno? Estrepsiades.-Si, y yo también os venero, augustas divi- nidades, y quiero responder con ventosidades a vues- tros truenos; de tal manera estoy temblando y Ileno de terror. Y ahora mismo, sea 0 no licito, me la hago encima, Séorates. - No te chancees ni hagas como esos desgraciados poetas cdmicos, sino calla. Pues un numeroso enjambre de diosas se acerca cantando, El coro (todavia invisible). — Virgenes que traéis la uvia, vayamos a visitar el espléndido pais de Palas, patria de héroes, tierra amable de Cecrops (31), donde se ce- lebra el culto de los inefables ritos, donde, para recibir a los iniciados, se abre el santuario en santas ceremo- nias (32), Alli se levantan templos de altas techumbres y estatuas, alli tienen lugar las santisimas procesiones de los bienaventurados, y con bellas coronas, sacrificios en honor de los dioses y festines en todas las estacio- nes, Y al comienzo de la primavera la fiesta de Bro- (31) Segiin la tradicién el primero de los reyes miticos del Atica, que ensefié a los hombres a edificar ciudades y a quien se atribuye también la invencidn de la escritura. (32) El santuario de Deméter y Perséfone en Hleusis, 60 mio (33), la exaltacién de los melodiosos coros y el rave sonido de las flautas. ‘ : Bsrepeddes Por Zeus, te ruego, dime, Sdcrates. 2Quiénes son estas mujeres que han entonado este canto tan solemne? ,Acaso son heroinas? ic Socrates. - En manera alguna, sino que son las celestes Nu- bes, grandes divinidades para los ociosos: ellas nos proporcionan sabiduria, dialéctica, entendimiento, fan- farroneria, locuacidad, el arte de golpear y de ee Bstrepstades, - He aqui porque al oir su voz mi alma vuela y busea ya sutilizar y charlar sobre el humo, y reba- tiendo un concepto con una quisquilla oponer argu- mento contra argumento. De a manera que, si es osible, desearfa verlas, en fin, claramente. Socrates Mires pues, por aqui hacia el Parneto G4). Yo Jas veo ya bajar tranquilamente. Estrepsiades. -— ;Donde, pues? Enséfiamelo. ioe Socrates. -— Avanzan de flanco en gran ntimero a través de los valles y de los bosques. : Bstrepsiades. — Pero, qué es esto? iSi no las veo! Sécrates. — Junto a Ja entrada. rs Fstrepsiades. — En fin, ahora apenas las distingo. (Las Nubes entran en la orquesta bajo el aspecto de mujeres envueltas en un velo.) Sécrates.— Ahora si que las puedes ver, si no tienes legafias grandes como calabazas. Bstrepsiades. — Si, por Zeus, las veo. Ya todo lo ocupan. 4 Sécrates.- Sin embargo, no sabfas que fueran diosas ni lo crefas, Z 5 Bstrepsiades. No, por Zeus; mas yo crefa que eran niebla, humo o rocfo. ! 5 Socrates. - 2Pero tii no sabes, por Zeus, que éstas alimentan ‘a una multitud de sofistas, a los adivinos de Turios (35), ;Oh muy veneradas! sobrenombre de Baco o Dioniso. con concursos de coros [ra- G3) Bromio “el rugiente”, so Se refiere a las Grandes Dionisias, gicos y cémicos. Re eo (34) Macizo montafioso, entre Atica y Beocia. Ae i Colonia en fa Magna Grecia, fundada por el adivino Lan pon en el afio 443 a. de J.C. 61 a los artistas en medicina, a los melenudos holgazanes que se ocupan de sus sortijas y de sus ufias, torneros de cantos para los coros ciclicos, burladores de fené- menos celestes, ociosos a los que ellas nutren sin hacer nada, porque las celebran en sus versos? Esirepsiades.— Hs por ello, sin duda, que cantan en sus Poemas el impetu tumultuoso de las htimedas Nubes de relaémpagos fulgurantes, los cabellos herizados de Tifén (36), de cien cabezas, el soplo furioso de las tempestades, y después los giles, aéreos yapores, las aves de corvo pico que vuelan por el aire, los chubas- cos que caen de las liquidas nubes. Y luego, a cambio de estos versos, devoran grandes tajadas de suculentos mujoles y carne de volatiles tordos. Socrates. — Gracias a ellas, ciertamente. gNo es justo? Estrepsiades, - Dime, pues, si son realmente nubes, zen qué consiste que parecen mujeres mortales? Porque las nu- bes no son asf, Sécrates.—Veamos, 3cémo son? Estrepsiades, — Exactamente no lo sé; se parecen, sin duda, a copos de lana, pero de ninguna manera, por Zeus, a mujeres, Estas tienen narices, Soorates.-Entonces, responde a mis preguntas. Estrepsiades. — Di, répidamente, lo que quieras, Socrates. - Mirando al cielo, no has visto alguna vez una nube semejante a un centauro, a un leopardo, a un Jobo o a un toro? Esirepsiades. — Si, por Zeus. Y esto, gpor qué? Sécrates.—-Hllas se transforman en todo lo que quieren. Y si ven a un hombre de larga cabellera, uno de esos brutos de pecho velludo, como el hijo de Jenofonte (37), para burlarse de su locura toman en seguida la forma de centauros. a (36) Monstruo hijo de la Tierra y del Tartaro. Aunque era el menor de los hermanos, los superaba a todos por su talla y fuerza. En todo este pasaje, Arist6fanes imita el estilo hinchado y vacio de los malos poetas ditirambicos. (37) Se trata de Jerénimo, poeta lirico, a quien Aristéfanes cita en Los Acarnienses (v. p. 388) por su libertinaje. De Siméon, quizi un ladrén famoso, no se sabe nada. Clistenes era un afe- minado, 62 Rotrepsiades.-Y si ven a un ladrén del erario publico, aun Simén, zquéhacen? Socrates, — Para poner de manifiesto su naturaleza, se trans- forman al punto en lobos. a Pstrepsiades. — Sin duda, por esto, viendo ayer a Cleénimo que lanzaba su escudo, a la vista de este mismo co- barde se trocaron en ciervos. Socrates.-Y ahora que has visto a Clistenes, ves, por esto se han cambiado en mujeres. : Fstrepsiades. - ;Salud, pues, oh sefioras! Si alguna vez lo habéis hecho por algun otro, emitid para mi vuestra yoz en toda Ja extensién del cielo, oh reinas del uni- verso. . Coro. — Salve, oh anciano de antiguos tiempos, que sa a la caza de discursos queridos a las Musas; y tu, sacerdo- te de sutilfsimas bagatelas, dinos lo que neces ay a ningtin otro entre los sabios trascendentes de ahora escuchariamos, excepto a Prédico (38): a éste por su sabiduria y su inteligencia; a ti, por tu andar one en las calles, por tus ojos inquisidores, por los muel oF sufrimientos que soportas yendo descalzo, y por ¢! rostro altivo con que nos miras. Pstrepsiades. — {Oh tierra, qué voz! jCudn sagrada, augusta rodigiosal : nag Bice eeperice éstas son las tinicas divinidades; todo lo restante es charlataneria. : Istrepsiades. — Pero veamos, en foe ae Tierra, para yosotros, Zeus, e] de Olimpia, no es dios ; Socrates. —:Cudl Zeus? No digas sandeces. Zeus no eae Rstrepsiades. — Qué dices? Pero, gquién hace llover? Expli- came esto ante todo. f Sécrates (sefialando las Nubes).— Estas, sin duda. Y fe ie voy a demostrar con poderosas pruebas. jEa!, gcuando has visto ti nunca que Ilueva sin nubes? Y ciertamen- te seria necesario que Zeus hiciera Hover en un cielo sereno y después de haberlas disipado. él i is de Ceos, a quien se (38) Célebre sofista, natural de la isla a atribuye el famoso apdlogo de Hércules en la enerueijada, “ el Vicio y la Virtud, segén nos cuenta Jenofonte (Memorias de Socrates, LI, 1, 21). 63 Estrepsiades.—Si, por Apolo, aportas un buen argumento en la cuesti6én que nog ocupa. ;Y yo que primero creia, en verdad, que Zeus orinaba a través de una cribal Pero, gquién produce el trueno, dime, este trueno que me hace temblar? Sécrates. — Ellas son las que truenan al rodar. Estrepsiades. — sDe qué manera, oh tti que a todo te atreves? Sécrates.— Cuando, estando muy llenas de agua, se ven obligadas a moverse, cuelgan hacia abajo necesariamen- te, cargadas como estén de Ihivia; después, chocando pesadamente unas con otras se desgarran y resuenan con esirépito. Estrepsiades. - Pero, quién Jes obliga, sino Zeus, a mo- verse? Socrates.—En manera alguna; es un torbellino etéreo, Estrepsiades,—;Un torbellino? Esto me habfa pasado des- apercibido: que Zeus no existe y en su lugar reina ahora el Torbellino (39). Pero nada me hag ensefiado todavia del ruido y del trueno, S6crates.—zNo me has ofdo? Digo que las nubes Ilenas de agua caen unas sobre otras y producen este irueno a causa de su densidad. Estrepsiades. — Veamos, :cémo he de creer esto? Sécrates.—Te lo demostraré con tu Propio ejemplo, gNo te ha sucedido, en las Panateneas, cuando te Ienas de Sopa, que se te desarregla el vientre y al punto, por la agitacién, se pone a crepitar? Estrepsiades, — Si, por Apolo; y en seguida me atormenta y se revuelve y el caldito ruge como un trueno, y pro- duce un iene terrible, Primero hace un ruido suave, papax, papax; luego mds vivamente, apapax; cuando hago mis necesidades, truena an acne Papax, como aquéllas, Séerates,— Considera, pues, con un Pequefio vientre, el ruido que haces. Y este Aire, que es infinito, no es natural que truene fuertemente? Estrepsiades. —Por ello, sin duda que las palabras trueno (39) Arist6fanes pone en boca de Sécrates teorlas que s i- e atri- buyen a Anaxagoras y Demécrito, s s 64 y ventosidad son semejantes (39 bis), Pero, por otra parte, explicame de donde procede el rayo resplande- ciente de fuego, y por qué, cuando es arrojado contra nosotros, a unos los reduce a cenizas, y a otros los toca sin matarlos. Sécrates.— {Oh insensato, que vives todavia en la edad de Crono y eres més viejo que la luna! sCémo si Zeus hiere a los perjuros, no ha fulminado ni a Simén, ni a Cledénimo, ni a Teoro? Estos son, ciertamente, perjuros en grado sumo, Sin embargo, aflige a su propio templo, y a Sunio, promontorio de Atenas, y a las gigantescas encinas, gPor qué motivo? Pues esté claro que una encina no es perjura. vepsiades,~No lo sé, pero me parece que tienes razén. Pero, en fin, squé es el rayo? Sécrates.- Cuando se levanta un viento seco y es ence- rrado en las nubes, las hincha de dentro como una vejiga; luego reventéndolas violentamente se escape fu- rioso por la compresi6n, y a causa de su impetuosa violencia se inflama a sf mismo. Ristrepsiades. - Por Zeus, es exactamente lo que me suce- dio una vez en las Diasias (40). Estaba asando para mi familia un vientre y me habfa olvidado hacerle al- gunas incisiones; como es natural, empezé a hincharse y después, de repente, estallando, me lanzé a los ojos la bazofia y me quemé el rostro. Coro.- {Oh hombre, que deseas aprender de nosotras Ja gran sabidurfa! ;Cudn feliz serds entre los atenienses y los restantes helenos, si tienes memoria y eres contem- plativo, y habita en tu alma la paciencia; si no te cansas ni de estar de pie ni de caminar; si no te dejas abatir en demasia por el frfo y no deseas comer; si te abstienes del vino, de los gimnasios y de otras neceda- des, y, como conviene a un hombre inteligente, consi- deras que el bien supremo es el vencer en las obras, en el consejo y en los combates de la palabra. Es (39 bis) En griego tienen fonética parecida estas dos palabras: “bronte” y “porde”, respectivamente. 3 (40) Fiestas en honor de Zeus, en Atenas, que tenian Ingar en febrero. 65 Estrepsiades. — Por lo que respecta a alma dura, a celo in somne, y a un estémago frugal, acostumbrado a hk privaciones, y que se contenta para comer con ensal da, descuida, no temas, porque para ello podria de yunque. Socrates. -;2n verdad, no creerés ya més en otro dio que en los nuestros, este Caos, y las Nubes, y la Len gua, estas tres divinidades? Estrepsiades.~No hablaré en absoluto con los otros, ni aunque tropiece con ellos, ni les ofreceré sacrificios, aciones, ni incienso. Coro. - Pide ahora, con confianza, lo que deseas de noso- tras, y no dejarés de obtenerlo si nos honras, veneras y procuras ser diesiro, Estrepsiades. — ;Oh soberanas!, os pido este favor insignifi- cante: que sea en cien estadios a la redonda el mejor orador de los helenos, Coro.—1Lo tendrds por nuestra parte; nadie, en la Asamblea, veces que tt. Estrepsiades. - ;Que no me hablen de grandes sentencias} No es eso lo que deseo, sino retorcer a mi favor la Justicia (41) y escabullirme de las manos de mis acree- dores. Coro. - Obtendrés, sin duda, lo que anhelas, pues no deseas grandes cosas. Pero ponte confiadamente en manos de nuestros servidores. Estrepsiades. - Asi haré confiando en vosotras, porque la necesidad me apremia a causa de los caballos de pura raza y de] matrimonio que me ha arruinado, (Con én- fasis.) Ahora, pues, que hagan de mi todo cuanto les plazca; yo les entrego mi cuerpo para que lo golpeen, lo someian al hambre, a la sed, al calor y al frio, lo desuellen como un cuero, con tal de que logre escapar a las deudas, y pase entre los hombres, por un audaz, charlatén, temerario, intrépido, desvergonzado, costal de mentiras, improvisador, trillado en los pleitos, tabla de ahora en adelante, har prevalecer su opinion més _ (1) Estrepsfades significa etimolégicamente “el que retuerce fa justicia”. 66 a de la ley (42), crétalo, zorro, truhdn, flexible como correa, solapado, impuro, versdtil, desabrido, grosero. Si los que me encuentran me aman todo esto, hagan mis maestros absolutamente lo que gusten; y si quieren, por Deméter, hagan de mi morcilla y sfrvansela a los pensadores. Coro. - Este hombre tiene una voluntad audaz, un corazén decidido, Sabe que cuando habrés aprendido de mi estas cosas, tu fama, entre los mortales, Ilegard hasta el cielo. Hstrepsiades. - 2Y qué me sucederé? Coro. - Durante todo el tiempo de tu existencia llevards conmigo la vida mds envidiada por un hombre. Fistrepsiades. - zY Vegaré a ver esto algtin dia? Coro. - De tal manera que habra siempre multitudes senta- das delante de tu puerta, deseosas de consultarte y de hablar sobre asuntos y pleitos de mucho dinero, dignos de ocupar tu espiritu, y sobre las cuales vendrén a aconsejarte contigo. (A Sécrates.) Pero, intenta iniciar al viejo en lo que tt quieres ensefiarle; sondea su inteli- gencia, prueba su juicio. Sdcrates.—Fa, dime cudl es tu carécter para que, una vez conocido, pueda dirigir contra ti nuevas m4quinas (43). strepsiades. - zQué?_3Acaso piensas asaltarme como una muralla, por Jos dioses? Sécrates.—No; quiero solamente hacerte unas breyes pre- guntas. Tienes memoria? Rstrepsiades.~Segin el punto de vista, por Zeus. Si uno me debe algo, tengo una memoria excelente; pero si soy deudor, desgraciado, soy un olvidadizo. Sécrates.— Tienes alguna disposicién natural para hablar? (42) Pilar triangular que giraba sobre un eje y en donde se inscribian las leyes en Atenas. (43) El efecto cémico surge aqui de wna metéfora mal inter- pretada. Sécrates se sirve de expresiones figuradas que desconcier- tan al pobre Estrepsiades. La discusién se compara a un asedio deg una fortaleza y Estrepsfades piensa en las mAquinas de guerra. Un poco mas abajo un vocablo significa “proponer una cuestién” y “echar alimentos a un animal”. El maestro lo emplea en el pri- mer sentido, pero el torpe discipulo lo interpreta en el segundo, con lo que se produce la comicidad deseada. & 67 Estrepsiades. — Para hablar propi s a: : ee Proplamente no, pero para el crates, - 3Como podras, pues, aprender? eae - Descuida, todo ira bien. Oorates.— Ha, manos a la obra; en cuanto te propon, alguna docta cuestién sobre las cosas celestes, la ari _ batas al punto. , strepsiades, ~ Qué? gComo un i Phan 2 petro voy a saciarme Sderates. - {Qué hombre ignorante es éste y barbaro! ,Temo, anciano, que voy a necesitar palos, Vamos a ver: qui haces cuando alguien te zurra? Estrepsiades. - Me dejo zurrar; luego, esperando un poco, Me procuro testigos; finalmente, después de otro poco, promuevo un proceso. Sécrates. - Ba, pues, quitate el vestido (44). Estrepsiades. ~ He cometido alguna injusticia? Sécrates. - No, pero la costumbre es entrar desnudo, Estrepsiades, - Pero yo no entro para hacer pesquisas (45), Socrates. — Quitate | i fi . ya el vestido. !Por qué desvarias tanto?” Estrepsiades.— Dime al menos una cosa: si soy diligente y_ aprenda con afén, za cud] de tus discipulos me pare- Be ~No diferirés en nada por el aspecto de Quero- ‘onte, Estrepsiades. — ;Ay, desgraciado de mil Seré un moribundo, — Sécrates. - : “i es a aa de charlar; aprestirate y sigueme; por aqui, Estrepsiades. ~ Ponme, al menos, en mis manos, primero una torta de tmiel, porque tengo miedo de entrar aqui dentro _ como si bajara a la cueva de Trifonio (46) Socrates. ~ Anda, qué buscas aqui en la puerta? 3 Coro. - Avanza, feliz a causa de tu valentia. Ojalé tenga (44) Como en los misterios. Pero Estrepsf ; 0 . strepsiades quitarse el vestido para ser castigado. : Sean (45) Aquel que creia que se encont quel Taba en una casa un objeto que le habia sido robado, antes de entrar en ella debia quitarse los vestidos, para evitar el fraude (cf. Plat6n, Leyes, 12, 954 a) a Las tortas servian para amansar a los monstruos que cus. aban las cuevas y tesoros escondidos, La cue i se encontraba en Beocia. oe ae 68 a q buena suerte este hon-bre qué, en una edad tan avan- zada, enriquece su espiritu con ideas nuevas y cultiva la sabiduria. (Ahora empieza la llamada pardbasis, cuya finalidad en las comedias hemos explicado en el prélogo) (47). Espectadores, os diré libremente la verdad; lo juro por Dioniso que me ha criado. Asi ojala venciera y sea juzgado sabio, como es cierto que, creyendo que erais espectadores de buen gusto, y considerando ésta Ja mejor de mis comedias, quise haceros gustar de nuevo & vosotros, los primeros, una obra que me costé tanta fatiga. Sin embargo, me retiré de la lucha derrotado, sin merecerlo, por hombres groseros (48). He aqui lo que os reprocho, a vosotros los expertos, por los cuales pasé todos estos trabajos, Mas, a pesar de ello, no trai- cionaré deliberadamente a aquellos de vosotros que gon juiciosos, Porque, desde el instante en que aqui unos hombres, delante de los cuales es agradable incluso solo hablar, acogieron muy favorablemente a mi Vir- tuoso y a mi Pervertido (49), y yo (que era todavia virgen y no me era Ifcito dar a luz) expuse publica- mente mi fruto, que otra doncella recogié y llevé con- sigo, y que vosotros criasteis y educasteis generosamen- te, desde aquel dia tengo de vuestra benevolencia sélidas pruebas, Ahora, pues, semejante a la célebre Electra (50), se presenta esta comedia buscando, si puede, encontrar en algtin lugar espectadores tan ilustres; y de seguro (41) El poeta se dirige al ptiblico y expone sus ideas sobre diversas cuestiones. (48) Arist6fanes present6 por primera vez a comedia Las nubes en el afio 423 y fue derrotado por Cratino y Conno, mereciendo solo el tercer premio. (49) Personajes de Los comensales, la primera comedia de Aristéfanes representada en el aio 427. El autor, por no tener la edad establecida para poder presentar comedias, tuyo que valerse de otros ciudadanos. (50) A semejanza de Electra que, en Las coéforas de Esquilo, buscaba a su hermano y lo reconocia por un mechén de cabellos, asi también esta comedia va en busca de aquellos espectadores que la han distinguido con su benevolencia. 69 que reconoceré, en cuanto lo yea, el rizo de su herma- no. Y veréis que es de naturaleza moderada: en primer lugar, se presenta sin tener cosida sobre ella y colgante un trozo de cuero, rojo por la punta, grueso, para hacer refr a los muchachos; no se burla de los calvos, ni baila el cérdax (51), ni introduce un anciano que, recitando versos, golpea con su bastén al que estd cerca de é[ para disimular sus chistes groseros, ni se preci- pita a la escena con antorchas, ni grita Socrates. - 2Ves? Dices Aminia, como a una mujer. Estrepstades. - 2¥ no es justo, ya que no presté el servicio militar? Pero, spor qué he de aprender Jo que todos sabemos? Séerates. -No importa, por Zeus. Pero, acuéstate aqui. Estrepsiades, —2Qué he de hacer? Sécrates. - Imagina algo pensando en tus asuntos, Estrepsiades. - No, te lo suplico, al menos aqu{. Si es nece- sario, déjame meditar acerca de estas cosas en el suelo. Sécrates.- No es posible hacerlo de otra manera. Estrepsiades. - ;Desgraciado de mf! j|Cémo me la van a hacer pagar hoy las chinches! Coro. - Medita ahora y examina a fondo todas las cosas y revuelve tu pensamiento concentréndolo en si mismo. Y si tropiezas con alguna dificultad, salta veloz hacia otra idea de tu espiritu; y que el suefio, dulce al co- razOn, esté lejos de tus ojos. Estrepsiades. - ;Ay, ay! jAy, ay! Coro. - Qué te sucede? De qué te quejas? Esirepsiades, — Perezco, miserable. Del camastro saltando me muerden los corintios (67), devoran mis costados, chu- pan mi alma, me arrancan los testiculos, me perforan el trasero, me matan, (66) En todo este pasaje, Aristéfanes se burla de las exagera- ciones gramaticales de los sofistas y particularmente de Protégoras, que fue el primero en clasificar los nombres por su género. (67) La palabra corintios en griego hace pensar en “coreis”, que significa “pulgas”. La ciudad de Corinto era rival de Atenas en su deseo de dominar Jas rutas maritimas, 5 Coro. - No te quejes ahora tan fuerte, Estrepsiades.-%Y cémo no, cuando he perdido mis bienes, mi sangre, mi vida, mis zapatos, y para colmo de males cantando mientras monto Ja guardia (68), ‘casi estoy privado de mi mismo? Sécrates. — jEh, ti! zQué haces? gNo meditas? Estrepsiades. - 2¥ 0? Si, por Posidon. Scerates.-zY qué has meditado? Estrepsiades.- Si las chinches dejarén algo de mi. Séerates,—Té perecerés miserablemente. (Se aleja.) Estrepsiades. - Pero, joh amigo mfol, si ya estoy perdido. Coro.-No te hagas el débil, sino ctibrete bien, pues hay que encontrar una idea defraudadora, un giro capcioso. Estrepsiades. - ;Ay de mil gQuién me arrojaré una piel de carnero (69) de la que pueda sacar un pensamiento de- fraudador? Sécrates (volviendo de nuevo).—Ea, pues, examinaré pri- mero qué hace éste, jEh, ti! gDuermes? Estrepsiades. - Por Apolo, yo no. S6crates. - Busca primero lo que deseas y dimelo, Estrepsiades. — Mil veces has oido lo que quiero: se trata de los intereses, de la manera de no pagarlos a nadie, Sécrates, - {Hala, pues! Cttbrete y rajando tu pensamiento que sea sutil, reflexiona minuciosamente sobre las co- sas, distinguiendo y examinando rectamente. Estrepsiades, - ;Ay de mi, desgraciado! Sécrates. — Tranquilizate. Si ests apurado por alguna idea, dejéndola de lado pasa adelante; después, agita de nuevo e] pensamiento anterior y sopésalo bien, Estrepsiades. -;Oh queridisimo Socraticillo! Sécrates. - Qué ocurre, anciano? Estrepsiades.- Tengo una idea defraudadora de los inte- Feses, Sécrates. - Muéstrala. Estrepsiades. — Dime ahora... Sécrates. — Qué? (68) Expresién proverbial que significa “matar el tiempo, ven- cer el hastio”. (69) Otro juego de palabras intraducible en castellano. La em- pleada por Estrepsiades sugiere la idea de “negar, rechazar”, es decir, las deudas contraidas por el protagonista. 16 Bstrepsiades, -;Si_comprando una hechicera tesalia (70) hiciera bajar de noche la luna y después la encerrara en un estuche redondo, como un espejo, y la tuviera guardada...? Sécrates. - 3¥ esto para qué te podria servir? 4 i Estrepsiades, Para qué? Si la luna no volviese a salir més, yo no pagaria los intereses. Séorates. - Por qué razon? Esirepsiades. - Porque el dinero se presta mensualmente, _ Sécrates. - Perfectamente, Pero yo te voy a proponer, a mi yez, otra idea ingeniosa. Si alguien intentase contra ti un proceso de cinco talentos, cdmo lo anularias, dime? Estrepsiades. Como, como? No sé; pero hay que buscar un medio. Sécrates.- Ahora no hagas girar siempre tu pensamiento sobre ti mismo, sino deja a tu espiritu volar por los aires, como un escarabajo atado con un hilo por el pie (71). Estrepsiades. He encontrado un método de anular la ac- cién, ingeniosisimo, de tal manera que ti mismo vas a estar de acuerdo conmigo. Socrates. — ,Cual? d Estrepsiades. ~ »Has visto ya en la tienda de los droguistas esta piedra hermosa, didfana, con la que encienden el fuego? Sderates. - sHablas del cristal? \ Estrepsiades. — Bxacto, Veamos, squé te parece si cogiendo esta piedra cuando el escribano escribiera la sentencia, estando a una cierta distancia, como asi, hiciera derretir al sol el texto de mi acusacién? Séderates. - Muy ingenioso, por las Gracias. ae Estrepstades, -;Ah! jQué contento estoy de haber elimi- nado una acusacién de cinco talentos! (72). (70) Tesalia era un pais de magas y hechiceras. Uno de los prodigios m4s comunes seria el de hacer descender la luna, segin consta, entre otros autores, en Plat6n y Plinio. , (71) Sécrates hace alusi6n a un juego de nifios que consistia en hacer volar alrededor de uno un escarabajo atado con un hilo. Estrepsfades debe también dejar volar el pensamiento. (72) Suma bastante crecida para aquellos tiempos, ya que el talento valia unas seis mil pesetas. 7 Socrates. - Ea, pronto, cégeme esto. Estrepsiades. - Qué? Socrates. —,Cémo pleiteando escaparfas a la condena, es- tanto a punto de perder la causa por falta de testigos? ” Estrepsiades. - De la manera més sencilla y més f&cil. Séerates, — Dila, pues. Estrepsiades. -La digo, pues. Cuando no quedase més que una sola causa por juzgar, antes de que tocase el turno a la mfa, correria a ahorcarme. Sécrates. - Nada dices. Estrepsiades. -Si, por los dioses, porque nadie, después de mi muerte, intentaré un proceso contra mi. Sécrates. Tt chocheas. Vete; no podria ensefiarte ya. Estrepsiades. — gPor qué? Por los dioses, Sécrates. Socrates. — Porque al punto olvidas todo lo que has apren- 7 dido, Asf, cual es lo primero que se te ha ensefiado? Di. Estrepsiades. - Veamos, qué era lo primero? 2Qué era? 2Qué era aquello en que amasamos la harina? jAy de mil Qué era? Sécrates. -— Vete a los cuervos, el més olvidadizo y més es- ttipido de todos los viejos! Estrepsiades. —;Ay de mil ;Qué me sucederé ahora, desgra- ciado que soy? Estoy perdido por no haber aprendido a ee de Ja lengua. Mas, oh Nubes, dadme un consejo util. Coro. - Nosotras, anciano, te aconsejamos que si tienes un hijo ya crecido, lo envies a aprender en tu lugar. Estrepsiades.—Tengo un hijo muy distinguido, pero no quiere aprender. gQué puedo hacer? Coro. -2Y tt lo permites? Bstrepsiades. - Bs un joven gallardo y lleno de vida; ade- més, desciende de mujeres encumbradas, de la estirpe de Cesira. Con todo, iré a encontrarle; y si no quiere, nada me impediré arrojarlo de casa. Pero, entra y es- pérame un poco. EI coro (a Sécrates).—gTe das cuenta de los numerosos beneficios que tendr4s, ahora mismo, gracias a noso- tras, las tinicas de entre los dioses? Pues éste esté dispuesto a hacer todo cuanto le mandes. Tu, sabiendo que este hombre esté fuera de si y visiblemente exalta- do, lo vas a exprimir todo lo que puedas, répidamente; 78 porque entusiasmos de esta clase acostumbran a irse por otra parte. Estrepsiades {empujando a su hijo).—No, ciertamente, por Ja Niebla, no permanecerés més aqui. Vete a comer las columnas de tu tio Megacles (73), Fidipides. - Desgraciado, gqué te ocurre, padre? Ti no es- tas en tus cabales, por Zeus Olimpico. Estrepsiades, - Mira, mira, Zeus Olimpico, jqué estupidez! Creer en Zeus a tu edad! Fidipides. — 2De qué te ries realmente? Estrepsiades, — Al considerar que eres un chiquillo y tienes Ja cabeza Ilena de anacronismos. Sin embargo, acércate para saber més cosas, y te diré una que, cuando la sepas, serés un hombre. Pero cuidate de no decirla a nadie. Fidipides. - Heme aqui, zqué es esto? Estrepsiades. - Acabas de jurar por Zeus. Fidipides. — Si, ciertamente. Estrepsiades. —»Ves, pues, cudn bueno es el aprender? No existe, Fidipides, Zeus. Fidipides. - zPues quién? Estrepsiades. - Torbellino reina, habiendo expulsado a Zeus, Fidipides. ~ ;Eh!, zqué desvarias? Estrepsiades. —Sabe que es asi. Fidipides. - zQuién dice esto? Estrepsiades. — Sécrates de Melos (74) y Querofonte, que conoce las huellas de las pulgas. Fidipides, - 2A tal extremo de locura has legado que das crédito a esos atrabiliarios? Estrepsiades. — Refrena tu lengua y no hables mal de hom- bres hdbiles e inteligentes que, por economfa, nunca se rastiran ni se untan, ni van a los bafios para lavarse; en cambio ti, como si yo ya estuviera muerto, disipas mi patrimonio. Pero ve cuanto antes y aprende por mi, Fidipides. - ¥ qué de bueno puede aprenderse de ellos? Estrepsiades. - De veras? Toda la sabiduria que poseen los hombres. Titi mismo te percatarias de lo ignorante y es- (73) Las columnas de Ja casa de su tio, por ser lo finico que quedaba de la fortuna. (74) S6crates era ateniense, pero Aristéfanes le Hama melio, aludiendo a Didgoras de Melos, que fue acusado de atefismo y arro- jado de Atenas en 415, 719 tipido que eres. Pero aguaérdame aqui un instante. (Entra en su casa.) Fidipides.—jAy de mi! sQué haré, habiendo perdido mi — padre el juicio? zLo Ilevaré a los tribunales y le argitiré de demencia, o notificaré su locura a los confeccionado- tes de atatides? Estrepsiades (vegresa llevando una pareja de patos). - Vamos a ver, 3cémo llamas tu a éste? Dime, Fidipides. - Anade. Estrepsiades. — Bien. zY a ésta? Fidipides. - Anade. Estrepsiades. - 3Los dos el mismo nombre? Tu eres ridiculo, En adelante no hables asi, sino que a éste ll4male pato y a ésta pata. Fidipides. — ;Pata? :Y éstas son las grandes cosas que has aprendido habiendo entrado poco ha en casa de los hijos de la Tierra? Esirepsiades. - Y otras muchas. Pero cada vez que aprendia algo, al punto lo olvidaba a causa de mi edad avan- zada. Fidipides.-2¥ es por esto que has perdido también tu manto? Estrepsiades. - No lo he perdido, sino que me he despren- dido de él para pensar. Fidipides.—Y tus zapatos, zadénde los has Ilevado, insen- sato? Estrepsiades, - Como Pericles, los perdi «por Ja necesidad> (75). Pero, vete, anda, vayamos; después habiendo obe- decido a tu padre, puedes delinquir. También yo una vez me acuerdo que te obedeci cuando tenias seis afios y balbucfas: con el primer débolo que recibi como heliasta (76), te compré un carrito en las Diasias, Fidipides.—En verdad, con el tiempo te pesaré todo ello. (75) Pericles para lograr la retirada de las tropas espartanas que habian invadido el Atica, entregé diez talentos a los generales de Esparta. Debiendo justificar el empleo de este dinero, se limité a contestar que Jos habia gastado “por necesidad”. (76) Los jueces. percibian al principio un dbolo por funcién; Cleon en 425 aumenté la cantidad a tres dbolos, 80 Estrepsiades. - Bien porque te dejaste convencer. (Llamando a Sécrates.) Aqui, aqui, Sécrates, sal; te traigo a este mi hijo, que a pesar suyo he persuadido. Scécrates. — Es todavia un mozuelo y no ejercitado en estos cestos colgantes, Fidipides. - Ta mismo estarias ejercitado si te colgaras. Estrepsiades. - No te irés a los cuervos? 3Tu lanzas impre- caciones contra el maestro? Sécrates.- {He aquil

También podría gustarte