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Andrés Avelino

Cáceres
Presidente del Perú de 1886 a 1890 y de
1894 a 1895

Andrés Avelino Cáceres Dorregaray (Ayacucho, 10 de noviembre de 1836-Lima, 10 de


oct ubre de 1923) fue un milit ar y polít ico peruano que luchó en la guerra del Pacífico y fue
President e Const it ucional del Perú en dos ocasiones: de 1886 a 1890 y de 1894 a 1895. Es el
pat rono del Arma de Infant ería del Ejércit o Peruano.
Andrés Avelino Cáceres

Presidente Constitucional de la República Peruana

10 de agosto de 1894-20 de marzo de 1895

Vicepresidente 1.º César Canevaro

2.º Cesáreo Chacaltana

Predecesor Justiniano Borgoño

Sucesor Manuel Candamo Iriarte

(Presidente de la Junta de Gobierno)


3 de junio de 1886-10 de agosto de 1890

Vicepresidente 1.º Remigio Morales Bermúdez

2.º Aurelio Denegri

Predecesor Antonio Arenas

(Presidente del Consejo de Ministros)

Sucesor Remigio Morales Bermúdez

Segundo Vicepresidente del Perú

23 de abril de 1883-27 de octubre de 1883

Presidente Francisco García Calderón

Lizardo Montero

Predecesor José Francisco Canevaro

Sucesor Aurelio Denegri

Senador de la República Peruana


por Callao

28 de julio de 1901-25 de octubre de 1906

Senador de la República Peruana


por Ayacucho

28 de julio de 1894-25 de octubre de 1894

Diputado de la República Peruana


por Andahuaylas, (Apurímac)

28 de julio de 1892-25 de octubre de 1894


Información personal

Nombre de nacimiento Andrés Alfredo Cáceres Dorregaray

Nacimiento 10 de noviembre de 1836

Ayacucho, Perú

Fallecimiento 10 de octubre de 1923

(86 años)
Lima, Perú

Sepultura Cripta de los Héroes

Nacionalidad Peruana

Familia

Cónyuge Antonia Moreno Leyva

Hijos Zoila Aurora Cáceres Moreno, Rosa Amelia


Cáceres y Lucila Hortensia Cáceres

Información profesional

Ocupación Militar y político

Rango militar Mariscal

Partido político Partido Constitucional

En el Perú es considerado un héroe nacional, por haber luchado en t odas las bat allas import ant es
de la guerra del Pacífico (San Francisco, Tarapacá, Tacna, San Juan y Miraflores) y por haber
liderado la resist encia en la sierra cent ral cont ra la ocupación chilena, la llamada Campaña de la
Breña (1881-1883). Dominaba el quechua, por lo que t uvo gran influencia sobre la población
indígena de su país, a base de la cual formó un ejércit o regular, apoyado por guerrillas o
mont oneras. Fue conocido por sus soldados como «Tait a Cáceres», mient ras que los chilenos le
apodaron «El Brujo de los Andes», debido a que solía evadir las maniobras envolvent es planeadas
con mucho celo por los generales chilenos, y porque act uaba con t ant a fluidez que parecía est ar
present e en t odas part es. En dicha campaña obt uvo el t riple t riunfo de Pucará, Marcavalle y
Concepción, y aunque fue derrot ado en Huamachuco, no se rindió y cont inuó organizando la
resist encia desde Ayacucho, donde se marchó para cont inuar la lucha, alent ando a los
mont oneros a seguir enfrent ando al ejércit o chileno, hast a la formación de un nuevo ejércit o de la
Breña en Andahuaylas, donde empredió la persecución del ejércit o chileno que se bat ía en
ret irada de la sierra cent ral, debido a los const ant es acosos guerrilleros y la falt a de
aprovisionamient o. En diciembre de 1883, las t ropas chilenas se replegaron a Lima, y la desocupan
en agost o de 1884, que es cuando Cáceres dio por consumada la guerra y el reconocimient o del
Trat ado de Ancón.

Después de la guerra con Chile, incursionó act ivament e en la polít ica, fundando su propio part ido,
el Part ido Const it ucional, de t endencia derechist a. Su part ido se caract erizó por ser expresión de
la oligarquía nacional y milit ar represent ando a los t errat enient es y la Iglesia. Se enfrent ó al
president e Miguel Iglesias, al que no reconoció como president e const it ucional por haber firmado
el t rat ado de paz de Ancón con Chile con cesión t errit orial, desat ándose una guerra civil. Una vez
más, Cáceres demost ró su est rat egia milit ar al poner fuera de juego al ejércit o principal de
Iglesias en la localidad de Huaripampa (sierra cent ral peruana), acción que se conoce como la
«huaripampeada» (1884). A cont inuación at acó Lima, donde sus fuerzas cercaron en el Palacio de
Gobierno a Iglesias. Est e renunció a la presidencia en 1885, siendo sucedido por un gobierno
provisional, el mismo que convocó a elecciones en las que ganó abrumadorament e Cáceres. En
est e primer gobierno const it ucional, de 1886 a 1890, Cáceres t uvo que llevar adelant e la
Reconst rucción Nacional, especialment e en el campo de la recuperación económica. Puso fuera
de curso el billet e fiscal o papel moneda, muy devaluado ent onces; creó impuest os nuevos;
int ent ó la descent ralización t ribut aria; y para solucionar el problema de la enorme deuda ext erna
firmó el Cont rat o Grace por el cual ent regó los ferrocarriles a los acreedores. Volvió a la
presidencia en 1894, en unas cuest ionadas elecciones, que provocaron en su cont ra la formación
de la Coalición Nacional, int egrada por los demócrat as y civilist as, encabezados por Nicolás de
Piérola; se desat ó una sangrient a guerra civil que culminó con el asalt o de los coaligados a Lima,
ant e lo cual Cáceres renunció y part ió al exilio, en 1895. Volvió al Perú en 1899 y siguió
part icipando en la polít ica. Apoyó al president e August o Leguía en su ascenso al poder en 1919,
el mismo año en que el Congreso le ascendió a Mariscal, siendo el único milit ar de la guerra del
Pacífico que llegó a ese máximo grado. De los t res principales héroes peruanos de la guerra con
Chile (Miguel Grau, Francisco Bolognesi, y Andrés Avelino Cáceres), Cáceres fue t ambién el único
que sobrevivió a la guerra y que post eriorment e se convirt ió president e del Perú.

Nacimiento e infancia

La part ida de baut ismo de Andrés A. Cáceres est á perdida. No obst ant e, t radicionalment e se
acept a que nació el 10 de noviembre de 1836, pues él mismo celebraba en esa fecha su
cumpleaños, así como t ambién fue la fecha en la que se celebró el cent enario de su nacimient o.
Como respaldo se señala que es la misma fecha de la fest ividad de San Andrés Avelino, pues
presumiblement e su nombre había sido escogido del sant oral; aunque hay que señalar que
Cáceres firmaba siempre como Andrés A., de modo que solo es una inferencia derivada de la
fecha de su sant o que su segundo nombre fuera Avelino. Una invest igación realizada por el
hist oriador Jorge Guillermo Leguía, llegó a la conclusión de que Cáceres nació en realidad el 4 de
febrero de 1833, y que su segundo nombre era Alfredo [1] ​El hist oriador afirmaba que est a
información le había sido t ransmit ida por Hort ensia Cáceres, la hija del héroe, pero su
invest igación no ha t enido un amplio apoyo. Por t ant o, prevalece la fecha t radicional.[2] ​

Sus padres fueron Domingo Cáceres y Oré, hacendado de Ayacucho, y Just a Dorregaray Cueva,
hija del coronel español Demet rio Dorregaray.[3] ​Por la línea mat erna est aba emparent ado con
Cat alina Huanca[1] ​(1543-1637), princesa inca-huanca, hija de Machu Apu Alaya, curaca de At un
Jauja (hoy Jauja, Concepción y Huancayo), y descendient e por vía mat erna del Inca Huáscar. Est a
Cat alina Huanca fue una de las damas más acaudaladas y respet ables de su t iempo; se decía que
conocía los sit ios donde se hallaban ent errados los fabulosos t esoros del t emplo de
Pachacámac, que los indígenas habían puest o a resguardo de la voracidad de los españoles. Est a
leyenda del «t esoro de Cat alina Huanca» t odavía se mant iene viva.[4] ​

Cáceres cursó sus est udios escolares en el Colegio San Ramón de su ciudad nat al.[1] [5]
​ ​

Primeras armas

En 1854, junt o con ot ros jóvenes ent usiast as, se sumó a un mot ín que est alló en Ayacucho en
apoyo de la rebelión liberal conducida por el general Ramón Cast illa cont ra el president e José
Rufino Echenique. Poco después, llegó a Ayacucho el ejércit o rebelde encabezado por el mismo
Cast illa. Seducido por la personalidad de est e caudillo, Cáceres abandonó sus est udios y se
enroló en el ejércit o.[6] ​Él mismo cuent a est e episodio, en una ent revist a que dio a un diario de
Lima en 1921:

En 1854, acababa de estallar la revolución contra Echenique, provocada por


los escándalos de la corrupción del guano. De todos los rincones del país, se
sumaban las adhesiones. En Ayacucho, mi tierra natal, don Ángel Cavero,
uno de los vecinos del lugar, encabezó el movimiento rodeado de simpatía
popular. Muchos jóvenes nos presentamos voluntarios a filas. Yo contaba 19
años, estudiaba en la universidad de Huamanga y era de los más
entusiastas. Nos apoderamos de la gendarmería. Luego llegó el ejército
rebelde, en donde terminé de enrolarme. Entonces el general Castilla, a
quien sin duda caí en gracia, me llamó a su despacho y me dijo: “¿Quiéres
seguir la carrera?”, “Sí, señor, es mi mayor deseo”, le contesté con aplomo.
Entonces, me respondió, palmeándome la espalda, “serás un buen
guerrero”.
ó ó
Entrevista en el diario La Crónica, 27 de noviembre de 1921, con ocasión del
42 aniversario de la victoria de Tarapacá, durante la Guerra del Pacífico.[7] ​

Cáceres ingresó como cadet e en el bat allón Ayacucho, organizado por el general Fermín del
Cast illo.[6] ​Luchó en bat alla de La Palma, librada en las afueras de Lima, el 5 de enero de 1855,
donde result ó herido en un pie.[1] ​Por su act uación dest acada fue ascendido a subt enient e. En
1857 ascendió sucesivament e a t enient e graduado y t enient e efect ivo.[6] ​

Toma de Arequipa de 6 a 7 de marzo de 1858, donde el entonces teniente Andrés A. Cáceres resultó herido en el rostro.

Ent re 1856 y 1858 apoyó act ivament e al gobierno de Ramón Cast illa cont ra la rebelión de Manuel
Ignacio de Vivanco en Arequipa, que derivó en la sangrient a guerra civil. Milit aba ent onces en la
segunda compañía del bat allón Ayacucho. Part icipó en las bat allas de Yumina, Bellavist a
(Arequipa) y en el asalt o final de Arequipa, ent re el 6 y el 7 de marzo de 1858, por lo que fue
ascendido a capit án.[6] ​Durant e est e últ imo combat e, fue herido bajo el ojo izquierdo, lo que no
compromet ió su vist a, pero le quedó una cicat riz que le cruzaba el párpado y le encerraba dicho
ojo, dándole apariencia de t uert o.[1] ​A pesar de que aún est aba convalecient e, fue uno de los
primeros en marchar a la campaña del Ecuador (1858-1860).[1] ​

Luego fue enviado a Francia como adjunt o a la legación peruana encabezada por Pedro Gálvez
Egúsquiza, est ancia que aprovechó para somet erse a diversos t rat amient os médicos. De vuelt a
al Perú en 1862, int egró la plana mayor del bat allón Pichincha N.º 3 acant onado en Huancayo, al
que organizó sus cuadros de reclut as y se t rasladó con ellos a Lima. En 1863 fue ascendido a
sargent o mayor graduado.[6] ​

La guerra contra España


Véanse también: Guerra hispano-sudamericana y Combate del Callao.

Se hizo conocido por su abiert a oposición al gobierno del president e Juan Ant onio Pezet , que
había permit ido la ocupación de las islas Chincha por la Escuadra Española del Pacífico y firmado
el Trat ado Vivanco-Pareja, que la ciudadanía peruana consideró claudicant e. Por sus crít icas fue
exiliado a Chile con ot ros muchos oficiales, pero t odos ellos consiguieron regresar al Perú,
desembarcando en Mollendo para luego unirse a la Revolución Nacionalist a encabezada por el
coronel Mariano Ignacio Prado cont ra el gobierno de Pezet (1865).[6] ​

Durant e la campaña revolucionaria ascendió sucesivament e a mayor efect ivo y a t enient e


coronel graduado, en abril de 1865. Part icipó en la ocupación de Lima y más t arde, ya con Prado
como Dict ador, en el combat e del Dos de Mayo de 1866 cont ra la Escuadra Española del
Pacífico en el Callao.[6] ​Aquí est uvo al mando de 46 hombres y 30 volunt arios en el fuert e
Ayacucho, desde el cual puso fuera de combat e a las fragat as Villa de Madrid y Berenguela . En el
part e respect ivo, el coronel José Joaquín Inclán, jefe de las bat erías del Nort e, dest acó su
desempeño, calificándolo de «resuelt o».[1] ​

En 1870, se casó en Ayacucho con Ant onia Moreno Leyva con quien t uvo t res hijas: Aurora
Cáceres, Rosa Amelia Cáceres y Lucila Hort ensia Cáceres.

Defensor de la legalidad

En 1868 decidió abandonar la carrera milit ar y regresar a Ayacucho para dedicarse a la agricult ura.
Pero en 1872 ret ornó al servicio, para enfrent ar a la rebelión del coronel Tomás Gut iérrez cont ra
el president e José Balt a, originado por el descont ent o de un sect or del ejércit o por la elección
de Manuel Pardo y Lavalle, el primer president e civil del Perú y el fundador del Part ido Civil.[5] [6]
​ ​

Su respaldo al president e Pardo le ganó la simpat ía de los líderes civilist as y fue nombrado
subjefe del Bat allón Zepit a, acuart elado en San Francisco, en Lima. Fue en est a circunst ancia
cuando alcanzó súbit a not oriedad, al reprimir personalment e una rebelión de varios sargent os de
su bat allón. Durant e t res cuart os de hora y al frent e de un ret én de soldados, se bat ió a disparos
con los amot inados, y él mismo mat ó de un cert ero t iro de revólver al cabecilla de la rebelión.[1] ​
Est a act uación le valió su ascenso a t enient e coronel efect ivo, en noviembre de 1872.[6] ​

Con el mismo bat allón marchó hacia Tarma y Chanchamayo para ent renar a sus soldados en
t rabajos de colonización. En 1874 fue uno de los encargados de sofocar la revolución de Nicolás
de Piérola, que acabó siendo derrot ado en la bat alla del Alt o de Los Ángeles, en Moquegua. Por
est a acción fue ascendido a coronel graduado, en 1875.[6] ​
Ret eniendo el mando del Bat allón Zepit a, asumió la prefect ura y la comandancia milit ar del
depart ament o del Cuzco, cargo que desempeñaba al est allar la guerra con Chile.[1] ​

Descripción

Cáceres, junto a su esposa Antonia Moreno y sus hijas Zoila, Hortensia y Rosa (1886).

Cáceres era alto, delgado, ancho de hombros, de aspecto imponente, de


rostro enjuto y blanco, ojos grises y casi negros y una permanente cicatriz
en el párpado derecho, cabello castaño, largo, poblado y entrecano y espesas
patillas "a la austriaca", pues se afeitaba la barba desde el labio inferior
hasta la garganta. Para la guerra en el interior tenía extraordinarias
condiciones. Su salud robusta, lograba soportar las incesantes marchas a
través de largas distancias por cordilleras, desiertos, quebradas y barrancos,
así como las peores privaciones, y por ella llegó a veces a alimentarse con la
más extrema frugalidad. Incansable en su actividad, valiente en la lucha,
eficaz en el comando, tenaz ante el infortunio, luchó con los chilenos y
también con la escasez de recursos, con los rigores de la naturaleza, con la
saña de las facciones políticas, no solo en guerra declarada como primero
ocurriera con tropas de García Calderón, luego de Piérola, y por último, de
Iglesias, sino también en hostilidad aleve, como en el caso de los políticos de
Arequipa. Conocía el idioma indígena y con él sabía inspirar devoción y
coraje a sus soldados. Solían llevar ellos los sombreros o kepis con funda
encarnada y cubrenuca blanca, origen del famoso kepí rojo, más tarde
cantado por el poeta Ricardo Rossel.
Jorge Basadre[8] ​

Guerra del Pacífico

Campaña del Sur

Batalla de Tarapacá. La pintura representa al entonces coronel Cáceres, en el extremo derecho, dirigiendo el ataque a la
división del teniente coronel chileno Ricardo S anta Cruz. Óleo de Aguirre Jaramillo, 1926

Tras el comienzo de la Guerra del Pacífico el 5 de abril de 1879, Cáceres fue enviado a la cabeza
del Bat allón Zepit a en defensa del Depart ament o de Tarapacá. Fue nombrado comandant e de la
2.ª División del Ejércit o del Sur y ascendió a coronel efect ivo en oct ubre de 1879.[1] ​

Luchó cont ra el ejércit o chileno en las bat allas de San Francisco (19 de noviembre de 1879) y
Tarapacá (27 de noviembre de 1879). En est a últ ima, su int ervención fue decisiva para sellar la
vict oria peruana.[6] ​En Tarapacá, una aldea sit uada al pie de la cordillera, se hallaban los rest os del
ejércit o peruano desmoralizado t ras el revés sufrido en San Francisco, cuando llegó la not icia de
que los chilenos coronaban las alt uras y se disponían a at acarlos. De inmediat o los peruanos se
dispusieron a cont rarrest ar el at aque, dest acando la división mandada por Cáceres, que logró
subir hast a las alt uras donde se at rincheraban los chilenos, lográndoles capt urarles varios de sus
cañones. Pero Cáceres hizo aún más: resist ió el cont raat aque del enemigo, que venía reforzado
con caballería y dos columnas. Cuando se le agot aron las municiones, se proveyó de los
pert rechos de los chilenos caídos y emprendió ot ro at aque, apoyado por ot ros dest acament os.
Hizo ret roceder a los chilenos, a quienes no pudo perseguir por no cont ar con caballería. Tarapacá
se const it uyó así en un not able t riunfo peruano, logrado por los rest os de un ejércit o fat igado y
desmoralizado, que no cont aba con caballería ni art illería, y que aun así supo bat ir a un enemigo
superior en poder de fuego.[9] ​El aniversario de est a bat alla se convirt ió en el Día de la Infant ería
Peruana.

Pero la vict oria de Tarapacá no cambió el curso de la guerra y las t ropas peruanas opt aron por
ret irarse al nort e, desocupando el depart ament o de Tarapacá hast a llegar a Tacna. A Cáceres se
le confió la vigilancia del lit oral sit uado en las inmediaciones de Ilo. Luego fue t rasladado a Tacna,
donde el alt o mando dispuso una concent ración de fuerzas, cooperando en la reorganización del
Ejércit o del Sur del Perú.[6] ​Dicho ejércit o fue desplegado alrededor de la ciudad de Tacna con el
objet ivo de unir fuerzas con el ejércit o boliviano que era dirigido por el president e de Bolivia en
persona, el general Narciso Campero.

El ejércit o chileno desembarcó más al nort e de Tacna, ent re Ilo y Pacocha, sin hallar oposición;
desde allí at acaron a las posiciones peruanas. Se libró la bat alla del Alt o de la Alianza o de Tacna,
el 26 de mayo de 1880, donde Cáceres, ot ra vez al frent e de bat allón Zepit a, t uvo una not able
part icipación. Combat ió con t ant o ardor y con gran riesgo para su vida que sufrió la pérdida de
dos caballos, y cuando la derrot a era ya definit iva, reunió a los soldados dispersos y cuidó el
orden de la ret irada. Propuso reforzar la plaza de Arica, pero el comando dio por t erminada la
campaña y Cáceres se encaminó a Lima, donde llegó en agost o de 1880 para ayudar en la
organización de la defensa de la capit al.[6] ​

Campaña de Lima
Retrato del general Andrés Avelino Cáceres. Obra del pintor Nicolás Palas, año 1894.

En Lima, Cáceres fue nombrado comandant e de la 5.º división de la reserva. Pasó a Huaral para
ent renar a sus t ropas. Por el camino iba reclut ando los rest os del ejércit o peruano junt o a civiles
que armaba. En oct ubre de 1880 fue reconocido como coronel efect ivo.[6] ​

El dict ador Nicolás de Piérola Villena, quien dio un golpe de Est ado al gobierno de Mariano Ignacio
Prado Ochoa, preparó la defensa de Lima. Cáceres sost uvo que el desembarco del enemigo
ocurriría más segurament e en el sur, pero Piérola, que decía t ener información fidedigna al
respect o, insist ió en que aquello ocurriría en el nort e, en el balneario de Ancón, hacia donde
mandó un gran cont ingent e de t ropas.[10] ​Tal como lo había prevenido Cáceres, las t ropas
chilenas desembarcaron en el sur, primero en Pisco, y finalment e en Chilca y Curayacu, zonas
práct icament e desguarnecidas. Est aban bajo el mando del general Manuel Baquedano.[11] ​

Con las t ropas chilenas desplegándose por el sur, las fuerzas peruanas, en su mayoría int egrada
por civiles, esperaron el at aque del enemigo a la capit al. Piérola formó en el sur de Lima, dos
líneas defensivas ext ensas: la de San Juan, compuest a por t rincheras y que iba desde el Morro
Solar hast a Mont errico Chico, y la de Miraflores, que era la línea de reduct os, que iba desde
Armendáriz hast a el camino a Chosica.

Cáceres part icipó en las bat allas de San Juan el 13 de enero de 1881, donde t uvo a su mando el
IV Cuerpo. Tuvo que ret irarse a Miraflores luego de haber sufrido fuert es pérdidas. Chorrillos y
Barranco fueron incendiados, y según t est imonios, part e de la t ropa chilena se ent regó a la
embriaguez y a la reyert a. Esa misma noche Cáceres y César Canevaro insist ieron en avanzar hacia
Chorrillos, al frent e cinco mil o más soldados peruanos, para hacer un at aque sorpresa a los
chilenos. Piérola se negó a aut orizar est a operación que consideró muy riesgosa. Aunque Cáceres,
en sus memorias, insist e en sost ener que se perdió una oport unidad única para infligir al enemigo
un grave revés, lo ciert o era que, descont ando a los soldados chilenos ebrios e indisciplinados
(quienes, según cálculos del hist oriador Carlos Dellepiane, no sobrepasaban el número de dos
mil[12] ​), el grueso del ejércit o chileno se hallaba a cubiert o de una sorpresa.[13] ​

Dos días después, el ejércit o chileno venció la línea de Miraflores, donde Cáceres sufrió la
perforación del fémur derecho. Acudió al puest o ambulat orio est ablecido en la calle de San
Carlos y luego al ubicado en el colegio de San Pedro, donde fue at endido por el doct or Belisario
Sosa.[14] ​Pront o los chilenos inquirieron sobre su est ado de salud, por lo que t emió ser capt urado,
escondiéndose ent onces en la celda del padre superior del Convent o de San Pedro. El 15 de abril
de 1881, t odavía convalecient e y con la ayuda de su esposa y algunos amigos, salió de Lima,
dirigiéndose hacia Jauja, en la sierra cent ral.[15] ​

Cargos políticos

El 26 de abril de 1881, el president e Piérola lo nombró Jefe Polít ico y Milit ar de los
Depart ament os del Cent ro de la República,[6] ​en reemplazo de Juan Mart ín Echenique.[8] ​Por su
part e, la Asamblea Nacional reunida en Ayacucho lo ascendió a General de Brigada (26 de mayo
de 1881),[16] ​por el heroísmo demost rado en las cinco bat allas principales en las que act uó: San
Francisco, Tarapacá, Tacna, San Juan y Miraflores.

En julio de 1881 el gobierno de Francisco García Calderón int ent ó at raerlo a su servicio
ofreciéndole la primera vicepresidencia, pero Cáceres reit eró su adhesión a Piérola.[17] ​En
oct ubre, Piérola lo nombró minist ro de Guerra.[18] ​En noviembre, los jefes y oficiales de su ejércit o
se rebelaron cont ra Piérola y le ofrecieron la presidencia de la república, que no quiso acept ar,
pues consideró más apropiado respaldar (ahora sí) al president e García Calderón Landa, que
acababa de ser confinado a Chile por negarse a firmar la paz con cesión t errit orial. En la práct ica,
su lealt ad fue hacia el vicepresident e Lizardo Mont ero, que asumió el gobierno en reemplazo del
president e deport ado. Cáceres se conformó con mant enerse en el cargo de Jefe polít ico y
milit ar de los depart ament os del Cent ro. Por ent onces ya había empezado la campaña de la
Breña.[19] ​
La razón del abandono de su adhesión a Piérola se debió a que fue convencido de que con el
gobierno de García Calderón/Mont ero se podría llegar a la paz con Chile a t ravés de la mediación
del minist ro est adounidense en Lima, general Hurlbut , sin cont emplar la cesión t errit orial. Pero
est a expect at iva no se cumplió y Piérola llegó incluso a afirmar que la defección de las fuerza
milit ares de Cáceres en el cent ro y las de Mont ero en el sur, hicieron frust rar un supuest o at aque
combinado que t enía planeado hacer con Bolivia para recuperar Tarapacá y Arica, así como ot ro
at aque masivo a Lima. Cáceres, en sus Memorias, negó rot undament e haber sido informado de la
exist encia de t al plan.[20] ​Exist e t ambién una cart a de Ricardo Palma, firmada con el seudónimo
de Hiram y publicada en el diario El Canal de Panamá (11 de enero de 1882), donde llama t raidor a
Cáceres por pasarse al bando de García Calderón, y propiciar así, según su opinión, el fracaso de
los planes de Piérola de cont rat acar a los chilenos.

Post eriorment e, el Congreso inst alado en Arequipa nombró a Cáceres segundo vicepresident e de
la República (23 de abril de 1883), en el que nominalment e se mant uvo hast a el fin del gobierno
de Mont ero, poco después de la firma de la paz de Ancón.[21] ​

Campaña de la Breña

Con fuerza y mucho carisma, Cáceres pudo levant ar a las poblaciones de la cordillera para resist ir
la invasión chilena, especialment e gracias al apoyo complet ament e beligerant e de la Iglesia
peruana, dirigida desde el Convent o de Sant a Rosa de Ocopa. Est ableció como su cent ro de
poder el valle del Mant aro y a Ayacucho como su reserva.

Su ejércit o, que empezó con unos cuant os oficiales y 16 gendarmes convalecient es en el


hospit al de Jauja, llegó en su moment o máximo a más de 3000 hombres. Sus soldados vest ían
modest ament e aunque con igualdad de t rajes; usaban mayorment e fusiles Peabody y cont aban
con algunos cañones venidos a t ravés de Bolivia. Pero carecían de caballería.[22] ​Fue denominado
Ejército del Centro . Era, efect ivament e, un ejércit o orgánico, compuest o, en part e, de
vet eranos, sirviéndose de los guerrilleros solo como t ropas de choque.[23] ​Buena part e de est os
est aban armados de rejones, lanzas y hondas; t ambién eran expert os en el empleo de galgas que
hacían rodar desde lo alt o de los cerros sobre los pasos est rechos y desfiladeros. No obst ant e,
los chilenos no reconocieron a est as t ropas como ejércit o, calificándolo de guerrillas o
mont oneras, y por lo t ant o, fuera de las formalidades de la guerra.[24] ​

A lo largo de est a campaña, Cáceres fue apodado «el Brujo de los Andes», apelat ivo debido a que
siempre burlaba las maniobras envolvent es planeadas por los oficiales chilenos, y por la forma de
dirigir sus at aques, act uando con t ant a fluidez que parecía est ar present e en t odas part es.[6] ​Se
hacía perseguir por t errenos difíciles hast a alt uras insoport ables para los adversarios, quienes
caían víct imas del soroche; ot ra argucia que usaba era poner las herraduras de los caballos de
forma inversa para despist ar al ejércit o chileno.

Fotografía captada en el estudio Cosme Rodrigo & Co. hacia 1880, donde se aprecia a Cáceres (primero de la izquierda,
sentado) junto a Ramón Zavala. Parados: Remigio Morales Bermúdez, César Canevaro y Francisco de Mendizábal y
Andrés Freyre Arias.

a) Primera expedición contra Cáceres .- Los chilenos enviaron cont ra Cáceres una primera
expedición, muy confiados de obt ener un t riunfo rápido. El encargo fue dado a la División del
t enient e coronel Ambrosio Let elier, que logró llegar hast a la ciudad de Huancayo, comet iendo
exacciones en las poblaciones adonde llegaba.[25] ​En t odo su t rayect o, los soldados de Cáceres
host ilizaron a est as t ropas, logrando, además, arrebat arles el cupo de dinero y víveres que habían
obt enido en Huancayo. Ant e su impot encia para derrot ar a los "breñeros", el cont ralmirant e
Pat ricio Lynch (gobernador chileno de la ocupación) ordenó el regreso a Lima de la División
Let elier. Est e fue el primer fracaso chileno cont ra Cáceres.[23] ​

Let elier demoró en ret ornar a Lima. En el t rayect o dest acó a una de las compañías del
Regimient o Buín 1.° de Línea en la hacienda Sángrar (en la provincia de Cant a y de propiedad de
Norbert o Vent o), con el objet o de reaprovisionarse y descansar. Avisado el coronel peruano
Manuel de la Encarnación Vent o, que se encont raba en las cercanías, avanzó con sus t ropas
reforzadas por 50 guerrilleros cant eños. Con est a fuerza sorprendió a los chilenos, acorralándolos
en la hacienda Sángrar (26 de junio de 1881). Los chilenos se at rincheraron en el edificio de la
capilla, dando t enaz resist encia. El result ado de est e encarnizado combat e de Sangrar fue
favorable a los peruanos,[26] ​que se ret iraron rescat ando el ganado que había confiscado el
enemigo y llevándose dos prisioneros, así como 48 fusiles Comblain y abundant es cart uchos.[27] ​
A Let elier, que durant e t oda la campaña envió informes t elegráficos a Lima sobre sus fict icios
t riunfos sobre masas de indígenas (que ni el mismo Lynch se los creyó)[28] ​, no le quedó sino
apresurar la ret irada, cargando con los rest os de su malt recha División. Ya en Lima, fue somet ido a
juicio por apropiarse de los cupos cobrados indebidament e a las poblaciones. El depart ament o de
Junín quedó moment áneament e libre de chilenos.[26] ​

b) Segunda expedición contra Cáceres. Pucará, Marcavalle y Concepción.- Cáceres


est ableció su cuart el en Tarma, donde organizó nuevos bat allones y se armó con cuat ro piezas
Krupp de ret rocarga. Luego y de forma sucesiva est ableció su cuart el en Chicla, Mat ucana y
finalment e en Chosica, muy cerca de Lima, en oct ubre de 1881.[29] ​Ant e ello, Lynch organizó una
segunda expedición, mucho más poderosa que la ant erior. La dividió en dos divisiones, una a su
propio mando, de 3000 hombres, que avanzaría hacia Cant a y at acaría a Cáceres por la
ret aguardia; la ot ra, de 1500 hombres, bajo el mando del coronel Pedro Gana, que marcharía vía
ferrocarril hacia Chicla, para at acar al adversario front alment e. Era principios de 1882. Lynch
t rat aba así de ejecut ar la clásica maniobra envolvent e, pero falló ant e la habilidad del jefe
peruano, que se ret iró, oport unament e, hacia Tarma. Ant e est a sit uación, Lynch decidió volver a
Lima, encomendando al coronel Gana la persecución de Cáceres, para lo cual reforzó su
dest acament o hast a complet arlo en 3000 hombres. Gana, por su part e, dejó el mando de la
división al coronel Est anislao del Cant o, y volvió t ambién a Lima.[30] ​

De Tarma, Cáceres pasó a Jauja y de allí a Huancayo, donde pasó revist a a sus t ropas, que
sumaban 1300 hombres. Mient ras t ant o, Del Cant o iba a su encuent ro. Cáceres opt ó ent onces
por ret irarse más al int erior, pero al avanzar hacia Pucará se encont ró con las fuerzas chilenas. Se
produjo ent onces el Primer Combat e de Pucará (5 de febrero de 1882). Si bien inicialment e los
chilenos creyeron t ener éxit o, se encont raron luego con una segunda línea de combat e separada
de ellos por una quebrada de difícil acceso, donde no podía maniobrar su caballería. Pront o
descubrieron una t ercera línea de fuego que los at acaba desde una alt ura dominant e. Se
produjeron una serie de combat es escalonados. Fat igadas sus t ropas, Del Cant o ordenó la
ret irada hacia Sapallanga y luego hacia Huancayo, mient ras que Cáceres cont inuó ordenadament e
su marcha hacia Ayacucho.[31] ​Durant e el combat e, Cáceres, gracias a su guardia personal, se
salvó de una arremet ida que para mat arlo había desplegado un escuadrón de caballería
enemiga.[32] ​
De Pucará, Cáceres marchó por Acost ambo, Huancavelica y Acobamba, y de allí a Julcamarca
donde una t errible t empest ad mermó sus fuerzas considerablement e, quedando reducido a 400
hombres, famélicos y harapient os. No obst ant e, cont inuó su marcha hacia Ayacucho. Se ent eró
que el coronel Arnaldo Panizo, subordinado suyo, se hallaba cerca de Ayacucho; est e milit ar se
había negado a ent regarle sus t ropas, las cuales sumaban 1700 hombres. A pesar de cont ar con
menos fuerzas, Cáceres at acó a Panizo en Acuchimay, t riunfando e incorporando esas t ropas a su
ejércit o (22 de febrero de 1882).[33] ​

En Ayacucho, Cáceres se reorganizó durant e algunos meses y logró reunir un ejércit o de 4000
hombres, con quienes salió nuevament e en campaña, en junio de 1882, rumbo hacia el valle del
Mant aro, haciendo previament e movimient os de observación e incent ivando a las guerrillas
lugareñas a at acar al enemigo. Muchos pueblos de la región se le sumaron alborozados pues la
incursión chilena se había hecho odiosa por sus exacerbados abusos y sus demost raciones de
racismo hacia el hombre andino.[34] ​

Cuando est uvo list o, Cáceres preparó un avance sobre las guarniciones chilenas de Marcavalle y
Pucará, que se produjo el 9 de julio de 1882. Los peruanos at acaron por t res frent es: por la
izquierda Tafur, por el cent ro Secada y por la derecha el propio Cáceres. Se produjo el segundo
combat e de Pucará y el combat e de Marcavalle. La resist encia chilena solo duró quince minut os;
luego ent raron en acción los guerrilleros indígenas y los chilenos fueron perseguidos hast a
Sapallanga[35] ​Simult áneament e, ent re el 9 y 10 de julio, la guarnición chilena de Concepción (que
se hallaba al mando del capit án Ignacio Carrera Pint o), sufrió el at aque de los guerrilleros
indígenas de Comas (al mando del coronel Juan Gast ó), librándose el combat e de Concepción,
donde fueron ext erminados los chilenos. A t odas est as acciones se les conoce globalment e
como el t riple t riunfo de Cáceres en Pucará-Marcavalle-Concepción.[36] ​

Los chilenos ret rocedieron hacia Huancayo, donde se hallaba el grueso de su división, y el día 11
de julio emprendieron la ret irada a t oda prisa, pasando por Jauja y Tarma, rumbo a Lima. El 19 de
julio Cáceres ingresó t riunfant e en Tarma, cuando ya los chilenos se habían ret irado.
Coincident ement e, seis días ant es, al ot ro ext remo del Perú, los pobladores de Cajamarca se
levant aban cont ra los abusos de una expedición chilena y lo derrot aban en la sangrient a bat alla
de San Pablo, t riunfo peruano que no t uvo mayor significado que el de ser una singular gest a
cívica prot agonizada por los cajamarquinos, que luego sufrieron una feroz represalia
chilena.[37] [25]
​ ​

Comprendiendo Cáceres que sus enemigos debían ret roceder en fuga y cargados de enfermos,
ordenó al coronel Tafur que se adelant ase para dest ruir el puent e de La Oroya, ya que así
quedaría cort ado el camino hacia Lima. Pero Tafur no cumplió con la orden dada y Cáceres no
pudo acabar con la est ropeada División Del Cant o, la que logró pasar por el puent e de La Oroya
en fuga salvadora hacia Lima. De t odos modos, la segunda expedición chilena cont ra Cáceres
había fracasado rot undament e: el número de bajas chilenas llegó a casi el 20% de la división, sin
cont ar los enfermos e inut ilizados. Muchos breñeros exhibían con orgullo las cabezas y rest os
mut ilados de los soldados chilenos. Por segunda vez, el depart ament o de Junín quedó libre de
invasores chilenos.[38] ​

Por ent onces, los chilenos presionaban al president e García Calderón (ent onces confinado en
Chile) a que firmara la paz con cesión t errit orial. Las mismas presiones sufría el cont ralmirant e
Lizardo Mont ero, el vicepresident e est ablecido en Arequipa. Ambos mandat arios rechazaron
t ales exigencias, pero sucedió ent onces el llamado Grit o de Mont án, el 31 de agost o de 1882,
proclamado por el general peruano Miguel Iglesias, jefe de las t ropas del nort e, quien consideraba
necesario firmar ya la paz, incluso con cesión t errit orial, ant es que los chilenos cont inuaran
dest ruyendo lo poco valioso que quedaba en el Perú.[39] ​Cáceres rechazó t al plant eamient o y
anunció su volunt ad de cont inuar la lucha.

c) Tercera expedición contra Cáceres. Huamachuco .- Los chilenos, viendo en Cáceres un


obst áculo para finalizar la guerra, en abril de 1883 organizaron una tercera expedición cont ra el
ejércit o de la Breña, est a vez mucho más poderosa que las ant eriores, que reunía a 12 000
soldados, que mezclaban a vet eranos con reclut as de los nuevos bat allones enviados del sur,
pero mejor equipados. Así, sobre Cant a marchó la División León García con 2000 hombres; al
mismo t iempo la División Del Cant o se adelant ó sobre Sisicaya con 1500 soldados; luego, la
División Urriola con 3000 regulares se dirigió por el valle del Rímac; la División Gorost iaga caminó
hacia Cajamarca con 2600 hombres; y finalment e, rumbo a Huaraz se dirigió la División Arriagada
compuest a de 3000 soldados.

Mient ras t ant o, Cáceres decidió movilizarse hacia el nort e para reforzar su posición y además
para debilit ar a Iglesias. El 1 de junio de 1883 llegó a Huánuco. Luego, at ravesó el Callejón de
Huaylas, cruzó la Cordillera Blanca, por un abra de 4800 msnm, subiendo después de la laguna de
Llanganuco; de bajada, Vaquería, Seccha, Acobamba y llegó a Pomabamba, con dirección Nort e
hast a Huamachuco.[40] ​
Después de la batalla de Huamachuco, los chilenos procedieron a realizar "El Repase" (ultimación) de heridos y el
fusilamiento de prisioneros peruanos. Pintura de Ramón Múñiz conservada en el museo del Real Felipe, Callao.

El 10 de julio de 1883, las fuerzas de Cáceres se enfrent aron a la división chilena del coronel
Alejandro Gorost iaga en la bat alla de Huamachuco. El ejércit o de Cáceres se dividía en dos: el
Ejército del Centro , comandado por el coronel Francisco de Paula Secada, y el Destacamento
del Nor te , comandado por el coronel Isaac Recavarren. Según la versión oficial chilena, las t ropas
peruanas ascendían a unos 3800 hombres, mient ras que las fuerzas de Gorost iaga no pasaban de
1500 a 1600, la mayoría reclut as. Según la versión de Cáceres, las fuerzas de los chilenos
sumaban de 2000 a 2200 hombres, mient ras que las t ropas peruanas no pasaban de 2000,
habiendo sido mermadas considerablement e con las deserciones, la larga marcha y las
enfermedades.[41] ​Los chilenos se parapet aron en el cerro Sazón, mient ras que Cáceres ocupó la
alt ura del Cuyurga y de ot ros cerros sit uados frent e al Sazón; ambas posiciones se hallaban
separadas por la pampa de Purrubamba. La bat alla empezó muy de mañana, cuando dos
compañías chilenas bajaron del Sazón y avanzaron por la pampa hast a llegar al pie del Cuyurga,
siendo rechazados por los peruanos; una y ot ra vez el avance de los chilenos se repit ió
infruct uosament e, generalizándose así la lucha, mient ras se producía un cañoneo de una a ot ra
alt ura. Cuat ro horas después, las huest es de Cáceres eran dueñas de la pampa y se hallaban al pie
de las pendient es del Sazón. Cáceres ordenó ent onces bajar la art illería a la llanura para at acar
con ella al desmoralizado enemigo y precipit ar su desbande; la vict oria parecía inminent e, pero
fue ent onces cuando a los soldados peruanos se les acabaron las municiones, a lo que se sumaba
la falt a de bayonet as, indispensable para la lucha de cuerpo a cuerpo. Los chilenos aprovecharon
est a sit uación e iniciaron un cont raat aque a bayonet a, apoyados por su caballería, la cual
desbarat ó el t ransport e de las piezas de art illería. Luego de cinco horas y media de lucha,
Cáceres fue derrot ado.[42] ​

En las semanas post eriores, la resist encia en la sierra cent ral prosiguió. El 8 de agost o de 1883,
los mont oneros dirigidos por el soldado raso de origen indígena, vet erano de las campañas de
Tarapacá y Breña, Aparicio Pomares, derrot aron a los chilenos en el cerro Jact ay y liberaron
Huánuco. En sept iembre, los iquichanos se levant aron en Huant a (localidad de Ayacucho) cont ra
la ocupación chilena y cast igaron a los colaboracionist as.[43] ​

d) Cuar ta expedición contra Cáceres .- Si bien se ha dicho que Huamachuco significó el fin de la
guerra, lo ciert o es que Cáceres no se dio por vencido y marchó hacia Ayacucho, dispuest o a
organizar un nuevo Ejércit o de la Breña.[44] ​

Bajo el mando del coronel Mart iniano Urriola, se emprendio una cuart a expedición con 1700
hombres, debían ocupar Jauja, Huancayo y Ayacucho para impedir a Mont ero enfilarse con
Cáceres en Junín. En el t rayect o sufrió el acoso de los guerrilleros, mot ivando bárbaras
represalias de part e del jefe chileno. Urriola ent ró por fin en Ayacucho el 1 de oct ubre, mient ras
Cáceres se ret iraba a Andahuaylas (localidad de Apurímac) para organizar su nuevo ejércit o. Urriola
permaneció hast a mediados de noviembre en Ayacucho, apremiado por la falt a aprovisionamient o
y el const ant e acoso guerrillero.[45] ​

Ant e el peligro de no poder conseguir aprovisionamient o, en noviembre Urriola ret ornó a


Huancayo; en el t rayect o volvió a sufrir el acoso de los guerrilleros ayacuchanos. Para salir, debió
vadear el río porque el puent e est aba cort ado y en el Combat e de Izcuchaca, el 15 de noviembre,
debió abrirse paso por el puent e Verrugas clausurado y defendido por mont oneros. Por su part e,
Cáceres salió de Andahuaylas al frent e de su nuevo ejércit o y emprendió la persecución de
Urriola, pasando por Ayacucho, Huancavelica, hast a llegar a Tarmat ambo en Junín.[46] ​Allí se
ent eró que la paz con Chile ya era un hecho consumado: el gobierno peruano encabezado por
Miguel Iglesias había firmado el Trat ado de Ancón el 20 de oct ubre del mismo año, reconociendo
la derrot a y dando por t erminada la guerra con Chile. Los chilenos recibieron la orden de
abandonar la sierra cent ral y replegarse a Lima. Cáceres se negó a reconocer el t rat ado y
persist ió en su resist encia, just ificando su act it ud de est a manera:[47] ​

“Cuando se ha pasado por Tarapacá y por Huamachuco no se puede


retroceder sin mengua ni empañar con una monstruosa deserción las
glorias que he podido conquistar para mi patria”.

Su esperanza radicaba en el llamado Ejército del Sur , est acionado en Arequipa y bajo el mando
de Lizardo Mont ero. Pero dicho ejércit o se disolvió sin disparar un t iro y fue ent onces cuando
Cáceres vio perdida t oda posibilidad de ganar la guerra.[48] ​P ero mant uvo por algún t iempo su
cuart el general en Huancayo, sin que los chilenos se arriesgasen a ocuparla. A mediados de 1884,
las fuerzas chilenas ocuparon la localidad de Jauja, la repent ina ocupasión t endría una respuest a
escrit a por part e del general peruano al coronel Gut iérrez, al mando de la guarnición chilena de
Jauja, en la que refiere lo siguient e: La celebración y rat ificación del t rat ado de oct ubre, hacían
esperar el t érmino de las host ilidades ent re los beligerant es y la inmediat a desocupación del
t errit orio peruano por las t ropas de Chile, de conformidad con lo prescrit o en ese mismo t rat ado
y con los principios y práct icas int ernacionales. Por lo t ant o, el avance de las fuerzas
comandadas por V.S. hast a la ciudad de Jauja, apenas t iene explicación, y el que suscribe ignora si
ese movimient o implica la cont inuación de las host ilidades, lo que, a ser verdad, significará el
rompimient o del referido t rat ado, por part e de los mismos que lo celebraron. Por lo que a mí
respect a, abrigo la profunda convicción de haber hecho, en la esfera de lo posible, t odos los
esfuerzos y sacrificios que me ha impuest o el Perú en defensa de su honor y de su gloria;
esfuerzos y sacrificios que han sido est ériles en sus result ados por la acción const ant e de los
malos element os que han conseguido reducir la república a un est ado complet o de impot encia
para la prosecución de la guerra con Chile. El 19 de Junio, Pat ricio Lynch envió a su secret ario, el
doct or Armst rong, como delegado para inst ar a Cáceres a un arreglo, a base de que reconociese
el Trat ado de Ancón, a lo cual el general peruano respondió:

El gobierno chileno ha conseguido todo lo que ha querido; ahora debe


retirar sus tropas para dejar libre al Perú, a no ser que pretenda dominarlo
con la fuerza, lo cual no conseguirá, salvo el caso de que convierta al país en
un cementerio; pues mientras me quede un hombre con su rejón flameará
en alguna puna el pabellón nacional y continuaré luchando.[49] ​

Solo después de la t ot al repat riación de las fuerzas chilenas y ant e los hechos consumados, fue
que Cáceres se vio obligado a reconocer el t rat ado de Ancón, pues consideró que era necesario
iniciar de una vez la reconst rucción del país (agost o de 1884).[47] ​Pero no reconoció al gobierno
firmant e, es decir, el gobierno de Iglesias, y se empecinó en desalojarlo del poder.[50] ​

La guerra civil de 1884-1885


óleo del Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, úbicado en el Cuartel General del Ejército en S an Borja.

La oposición de Cáceres al gobierno de Iglesias originó una guerra civil, ant e la const ernación
mundial que no ent endía que eso pudiera ocurrir t ras el fin de una guerra int ernacional t an larga y
devast adora. Los part idarios de Cáceres se llamaban los «rojos» y los de Iglesias los «azules» por
el color del gorro o quepí milit ar.[51] ​En una primera fase, Cáceres at acó Lima, el 27 de agost o de
1884, pero fue rechazado. Se ret iró ent onces hacia el int erior y reorganizó sus fuerzas. Las
fuerzas gobiernist as, confiadas en su superioridad, part ieron a combat irle. Ent onces Cáceres sacó
a relucir sus dot es de est rat ega y mediant e una maniobra milit ar conocida como la
«huaripampeada», engañó a las fuerzas de Iglesias at rayéndolas hacia las vecindades de Jauja
(sierra cent ral) y dejándolas allí aisladas, mient ras él y sus fuerzas marchaban a Lima.[52] ​Iglesias
fue cercado en Palacio de Gobierno; viendo que el descont ent o hacia su gobierno era
generalizado, renunció el poder el 3 de diciembre de 1885 y pasó al exilio. Se hizo cargo del poder
el Consejo de Minist ros, presidido por Ant onio Arenas Merino, quien se encargó de convocar a
elecciones generales.[53] ​

Elecciones presidenciales de 1886

A los t res días de inst alado el Consejo de Minist ros, se ordenó la realización de elecciones
populares. La post ulación de Cáceres a la presidencia fue hecha por su part ido, el Const it ucional,
t ras el cual se ocult ó el Part ido Civil, el part ido de la oligarquía. Y es que est a, al no poder t omar
direct ament e el poder, t uvo que secundar a un caudillo milit ar para conquist arlo. La candidat ura
de Cáceres no t uvo rivales; solo el Part ido Demócrat a de Piérola formó la oposición, aunque sin
lanzar candidat os. La elección de Cáceres fue pues inevit able.[54] [55]
​ ​

Primer gobierno (1886-1890)

Mariscal Andrés A. Cáceres. Fotografía del Museo de Historia Militar del Perú, Castillo del real Felipe, Callao.

Cáceres asumió el mando el 3 de junio de 1886. Su mandat o (de cuat ro años, según la
Const it ución de 1860) significó la liquidación de la sit uación caót ica originada por la guerra y a la
vez el rest ablecimient o de la paz int erna. Fue ent onces cuando se sent aron las bases de la
Reconst rucción Nacional.

En lo que respect a a la polít ica int erna, Cáceres gobernó con el apoyo de su part ido, el
Const it ucional (int egrado por sus amigos y part idarios), así como del Part ido Civil. El Part ido
Demócrat a, liderado por Nicolás de Piérola, no lo apoyó, pero t ampoco le hizo oposición, porque
consideraba que la nación necesit aba paz para la reconst rucción. Una caract eríst ica de est e
régimen fue la inest abilidad minist erial (hubo en t ot al diez consejos de minist ros) debido a la
amenaza de censura aplicada dest empladament e por una minoría parlament aria, de t endencia
liberal, que t ambién obst ruyó por mucho t iempo la aprobación de import ant es medidas, como la
firma del Cont rat o Grace, por lo que acabó siendo expulsada del parlament o y reemplazada.[56] ​
Un acont ecimient o import ant e fue el discurso de Manuel González Prada en el Teat ro Polit eama
en 1888, en el que se crit icaba ferozment e al pasado republicano y a sus líderes, ent re ellos
Cáceres, así como un acent uado ant ichilenismo. Una frase de est e discurso se ha mant enido en la
memoria de los peruanos: «¡Los viejos a la t umba, los jóvenes a la obra!».[57] ​González Prada
fundó el part ido Unión Nacional, que se const it uyó en la ext rema izquierda del espect ro polít ico
de ent onces.[58] ​

Punt o t rágico de est e gobierno fue el somet imient o de las guerrillas campesinas indígenas en
armas desde la Guerra con Chile, y que se oponían a volver al cont rol de los t errat enient es
blancos. Cáceres envió cont ra ellos a las t ropas del nuevo ejércit o peruano, los cuales derrot aron
a los rebeldes, los mismos que hacía pocos años at rás habían sido breñeros al lado de Cáceres.

Aspecto económico

En el aspect o económico, los problemas más urgent es eran los siguient es:

La exist encia de grandes cant idades de billet e fiscal o papel moneda emit ido desde 1878 con
la garant ía del Est ado y que por ent onces est aban muy devaluados.

La falt a de recursos para cubrir las necesidades de la Nación.

Una crecida deuda ext erna que mant enía al Perú con falt a de crédit o en el ext ranjero.

El gobierno de Cáceres encaró est e problema de la siguient e manera:

Desaparición del billete fiscal.- En 1884 el billet e fiscal en circulación ascendía a más de 120
millones en soles e incas; est e billet e se hallaba enormement e devaluado. En 1886, el primer
año del gobierno de Cáceres, reapareció la moneda met álica de plat a, aunque se mant uvo el
curso del billet e fiscal cuya conversión en met álico se dispuso; para ent onces un sol plat a
equivalía a 21.8 soles en billet es. Una de las medidas fue aut orizar que hast a un 20 % del
impuest o de aduanas fueran pagados en billet es, lo que solo est imuló la ola especulat iva.
Mient ras t ant o, el billet e se fue depreciando mucho más; a fines de 1887 un sol plat a valía de
28 a 35 soles en billet es. Vist a la desconfianza general, a principios de 1888 el gobierno ordenó
que t odas las oficinas públicas recibieran ent radas solo en met álico. Los billet es fiscales
dejaron así de circular oficialment e y en 1889 se permit ió que fueran canjeados con t ít ulos de
la deuda pública int erna, medida que solo benefició a los grandes especuladores, mas no a la
gran masa de la población que de un moment o a ot ro se vio en posesión de billet es que ya no
valían nada.[59] ​
Reorganización hacendaria .- Ant eriorment e, los ingresos del Est ado provenían mayorment e
del guano y el salit re, pero el Perú ya no cont aba con esas riquezas o bien se habían reducido a
su mínima expresión. Las rent as de las aduanas se convirt ieron ent onces en la principal fuent e
de recursos. Para hacer frent e a los gast os del presupuest o, la polít ica económica se enfocó
en reducir gast os y crear nuevos impuest os. Los egresos de la Nación se redujeron a seis
millones y medio de soles, igualando a los gast os. Se crearon los impuest os al consumo del
alcohol y el t abaco, el est anco del opio y el impuest o del papel sellado.[60] ​

Descentralización fiscal.- Para una mejor recaudación e inversión de las rent as del Est ado, se
est ableció la descent ralización fiscal. Consist ía en dividir dichas rent as en generales, para los
gast os del Est ado; y en depart ament ales, para cubrir las necesidades de cada depart ament o.
Para est o últ imo se crearon las Junt as Depart ament ales, int egradas por represent ant es del
gobierno y de las municipalidades, y que debían recaudar y administ rar las rent as del respect ivo
depart ament o. Sin embargo, los result ados de est a descent ralización no respondieron a las
expect at ivas del gobierno. Uno de los impuest os que generaron más descont ent o en la
población andina fue el de la cont ribución personal, que recordaba al t ribut o indígena colonial
abolido por Ramón Cast illa en 1855.[61] ​

El presidente Cáceres y su gabinete ministerial. De izquierda a derecha, se ve a los ministros Adolfo Villagarcía (Justicia),
Aurelio Denegri (Pdte. de Consejos de ministros y Ministro de Gobierno), un personaje no identificado, el presidente
Cáceres, Ántero Aspíllaga (Hacienda), Isaac Alzamora (RR.EE.), otro personaje no identificado, y Elías Mujica (Guerra y
Marina). Año 1888.

Cancelación de la deuda externa. El Contrato Grace .- Después de la guerra con Chile, el


Perú quedó con una cuant iosa deuda ext erna provenient e de los emprést it os de 1869, 1870 y
1872, que ascendía a la enorme suma de 51 millones de libras est erlinas, lo cual era imposible
de pagar. Los acreedores amenazaban con requisar al Perú sus export aciones, si es que no se
avenía a t ransar un acuerdo. Por ot ro lado, el est ado de det erioro de los ferrocarriles y la
necesidad de fuert es capit ales para rest aurarlos y const ruir ot ros era de suma urgencia. A fines
de 1886, el irlandés Michael P. Grace, en nombre de los acreedores ext ranjeros reunidos en un
Comit é Inglés de Tenedores de Bonos de la Deuda Ext erna del Perú, present ó al gobierno de
Cáceres el proyect o de un convenio para cancelar la deuda. La propuest a era que el Est ado
peruano cediera a los acreedores t oda su maquinaria ferroviaria y las vías férreas, así como la
ent rega de t res millones de t oneladas de guano (que al final se redujeron a dos), la cesión de
dos millones de hect áreas en la selva cent ral, el libre uso de los muelles a los que llegaban los
ferrocarriles, incluida la libre navegación por el lago Tit icaca, y 33 anualidades de 80 000 libras
est erlinas. Lo primero que podría parecer desvent ajoso para el int erés de la nación peruana era
la ent rega de los ferrocarriles, pero al est ar est os inconclusos o det eriorados, la idea se
t ornaba viable, pues los acreedores se compromet ían a ponerlos en servicio, así como ampliar
algunas líneas, para lo cual realizarían las inversiones necesarias. No obst ant e, hubo un amplio
debat e en el Perú si era pert inent e acept ar el cont rat o, y en el Congreso se fue prorrogando
su aprobación, hast a que el gobierno hizo vacar a los congresist as recalcit rant es y nombrar a
ot ros, logrando así la aprobación en oct ubre de 1889. Los bonist as ingleses crearon la
compañía The Peruvian Corporat ion para la explot ación de los ferrocarriles durant e 66 años,
según lo est ipulado en el cont rat o. Además, se compromet ían a concluir los t ramos ferroviarios
de Chicla-La Oroya (ferrocarril cent ral) y Juliaca-Sant a Rosa (ferrocarril del sur), y a const ruir 70
kilómet ros más de cualquier ot ro ferrocarril.[62] [63]
​ ​

Aspecto internacional

En 1887 la República del Ecuador quiso nuevament e ceder, como pago a sus acreedores
brit ánicos, grandes ext ensiones de t ierras en la Amazonía que disput aba ent onces al Perú. La
diplomacia peruana logró det ener ese proyect o y firmó con dicho país, el 1 de agost o de 1887,
un convenio por el cual la cuest ión de límit es sería somet ida al arbit raje del Rey de España. En
1889, el comisionado especial del Perú en España, José Pardo y Barreda, present ó al Rey
español el Alegato del Perú, not able est udio jurídico de la cuest ión que desde ent onces fue el
baluart e de la defensa peruana en ese pleit o de límit es. Pero represent ant es del gobierno de
Cáceres quisieron resolver de manera direct a el asunt o y suscribieron con el gobierno
ecuat oriano en Quit o el Trat ado García-Herrera (2 de mayo de 1890), por el cual el Perú cedía
Tumbes y una gran part e de Maynas al Ecuador. El Congreso ecuat oriano se apresuró a aprobar
dicho t rat ado, pero el Congreso peruano, bajo presión de los represent ant es amazónicos, puso
como condición hacer modificaciones en la línea t razada, lo que no fue acept ado por el
Ecuador. La solución del diferendo cont inuó ent onces bajo el arbit raje de la corona
española.[64] ​
El Perú part icipó en un Congreso de Represent ant es Americanos que se reunió en Washingt on
el que, como culminación de sus act ividades, firmó un Trat ado de Arbit raje, que se consagró
como principio del derecho int ernacional. Se realizó t ambién en Lima un Congreso Sanit ario.[65] ​

Origen del problema de La Brea y Pariñas

El problema de la explot ación del pet róleo en el yacimient o de La Brea y Pariñas, y que demandó
la at ención de casi t odos los gobiernos peruanos hast a los años 1960, se originó inmediat ament e
después de la guerra con Chile, cuando se discut ía el Cont rat o Grace. Dicho yacimient o
pert enecía ent onces a Genaro Elguero, y en la medición que se hizo en 1888 para el pago del
impuest o correspondient e, se det erminó erróneament e que solo abarcaba 10 pert enencias,
det erminándose el impuest o en solo 150 soles al semest re (15 soles por pert enencia). En 1890
el yacimient o pasó en arrendamient o a la empresa angloest adounidense London Pacific
Pet roleum Co., por 99 años, operándose de est a manera la penet ración del capit alismo inglés en
la nacient e indust ria pet rolífera.[66] ​

Otras obras y hechos importantes

Museo Cáceres en Ayacucho.

Se dio el Reglament o General de Inst rucción Pública (1886), que est ableció nominalment e la
obligat oriedad de la educación primaria, que siguió bajo los auspicios de los consejos
municipales.[67] ​

Se crearon Escuelas Talleres (art esanales) en las capit ales de depart ament os.[68] ​

Se reorganizó el ejércit o y se reabrió la Escuela Milit ar y la Escuela de Clases (1889).[69] ​


Llegó a las cost as peruanas la cañonera Lima , de 1790 t oneladas, uno de los dos navíos de
guerra mandados a const ruir por el gobierno peruano en Kiel en 1880. Fue la primera unidad de
la nueva escuadra del Perú, que renacía t ras el descalabro de la guerra. La ot ra cañonera
gemela t uvo que ser cedida a los const ruct ores en pago de deudas exist ent es.[69] ​

Se fundó en Lima el Banco It aliano en 1889 con aport e de capit ales de la colonia it aliana,
inst it ución que ha llegado hast a nuest ros días con el nombre de Banco de Crédit o del Perú.[70] ​

Se fundó la Fábrica Nacional de Tejidos Sant a Cat alina, en la act ual avenida Grau (1889). La
fábrica de t ejidos de Vit art e fue adquirida por compañía la inglesa Peruvian Cot t on (1890), con
lo que dicha indust ria adquirió un gran impulso.[71] ​

Se import aron las primeras biciclet as (1889).[72] ​

Se creó la Sociedad Geográfica de Lima (1888), ent idad encargada de est imular el
conocimient o de la geografía nacional en sus más variadas manifest aciones.[73] ​

Se suprimió el Tribunal del Consulado de Lima (1887) y se creó la Cámara de Comercio de Lima
(1888).[74] ​

Se inauguró el alumbrado eléct rico en el Cent ro de Lima (16 de mayo de 1886), a cargo de la
Empresa Peruvian Elect ric Const ruct ión and Supply Company. Se inst aló en la Plaza de Armas y
se ext endió a las calles aledañas.[75] [76]
​ ​

En 1888 se inst aló el servicio t elefónico en Lima, que luego se ext endió al Callao.[77] [76]
​ ​

Se inauguró en 1889 el muelle del puert o de Salaverry, en el depart ament o de La Libert ad.[78] ​

La explot ación del pet róleo, a cargo de capit ales ingleses, t uvo un desarrollo import ant e en el
nort e del Perú. Se inst aló en Talara la London Pacífic Pet roleum Company para explot ar los
pozos de La Brea y Pariñas (1890). En el campo pet rolífero de Zorrit os, había 9 pozos que
daban 250 000 a 300 000 lit ros de pet róleo diarios, hacia 1890. Se obt enía t ambién keroseno,
que era de buena calidad.[66] [79]
​ ​

En julio de 1890 llegaron numerosos rest os de los héroes peruanos caídos en las acciones de
Angamos, Pisagua, San Francisco, Tarapacá, Alt o de la Alianza y Arica. Fue en esa ocasión que
llegaron los rest os de Miguel Grau y de Alfonso Ugart e, siendo sepult ados el día 16 de julio en
solemne ceremonia en el Cement erio Presbít ero Maest ro.[80] ​

Elecciones presidenciales de 1890

Cáceres designó a su vicepresident e y part idario Remigio Morales Bermúdez como su candidat o
para las elecciones presidenciales programadas para el 13 de abril de 1890. Como cont rincant es
se present aron Francisco Rosas, candidat o por el Part ido Civil; y Nicolás de Piérola, líder del
Part ido Demócrat a. Como est e últ imo se most raba como el favorit o de los vot ant es, el gobierno
se propuso ponerlo fuera de juego. Los principales dirigent es demócrat as fueron perseguidos y
encarcelados, Piérola ent re ellos. Est e inst ó ent onces a sus seguidores a que se abst uvieran de
vot ar. Cont ando, pues, con el cont rol t ot al del proceso elect oral, Morales Bermúdez result ó
elegido president e de la República para el período 1890-1894.[81] [82]
​ ​

Tras ent regar el poder a su sucesor, Cáceres pasó a ejercer como minist ro plenipot enciario en
Inglat erra y Francia.[6] ​En 1892 fue elegido Diput ado por la provincia de Andahuaylas[83] ​y en
1894 fue elegido como senador por Ayacucho.[84] ​

Segundo gobierno (1894-1895)

Busto de Cáceres.

Cáceres ret ornó en 1894, cuando finalizaba el gobierno de Morales Bermúdez, iniciando su
campaña elect oral para volver a la presidencia. Cont aba nat uralment e con el apoyo del gobierno.
Pero el 23 de marzo de ese año Morales Bermúdez enfermó gravement e y dejó de gobernar;
según la Const it ución debía asumir el mando el primer vicepresident e Pedro Alejandrino del Solar,
pero el Consejo de Minist ros no quiso ent regarle el poder, ya que Del Solar no le inspiraba
confianza, pues se había most rado cont rario al apoyo gobiernist a hacia la candidat ura de Cáceres.
Morales Bermúdez falleció el 1 de abril, día en que coincident ement e debía celebrarse las
elecciones para elegir a su sucesor, las cuales fueron suspendidas.[85] ​

Los cacerist as presionaron para que el mando provisional fuera t ransferido al segundo
vicepresident e, Just iniano Borgoño. Así se hizo y la misión del nuevo mandat ario era convocar a
nuevas elecciones. Pero Borgoño, además de la elección del President e, dispuso que se renovara
t ot alment e el Congreso, argument ando que su composición no era represent at iva y que no
gozaba de ninguna aut oridad ni prest igio. Est o const it uía un act o inconst it ucional pues solo se
podía renovar el Congreso por t ercios. En realidad, Borgoño buscaba allanar el camino para la
elección de su líder, el general Cáceres. Est e, cont ando con el apoyo de t odo el aparat o
gobiernist a, t riunfó y asumió el poder el 10 de agost o de 1894.[86] [87]
​ ​

La guerra civil de 1894-1895

El segundo gobierno de Cáceres carecía de legit imidad y popularidad, por lo que fue inevit able
que surgiera la guerra civil. La oposición fue liderada por el caudillo Nicolás de Piérola, fundador
del Part ido Demócrat a, que se había unido a los civilist as, formando así la llamada la Coalición
Nacional. La bandera de los revolucionarios era la libert ad elect oral, el fin del milit arismo en el
gobierno y la abolición de la cont ribución personal. En las provincias surgieron las mont oneras
pierolist as y cacerist as, que lucharon ent re sí.[88] ​Desde Chincha, Piérola avanzó a Lima donde
ent ró encabezando a sus huest es por la Port ada de Cocharcas, el 17 de marzo de 1895. Durant e
t res días se prolongó la lucha en la capit al, a pesar de que los cacerist as habían sido forzados a
ret roceder a Palacio de Gobierno. Se calcula que murieron alrededor de mil personas, cuyos
cadáveres quedaron insepult os, amenazando con desat ar una epidemia. Frent e a t al sit uación, el
cuerpo diplomát ico se reunió y logró una t regua de 24 horas ent re los dos bandos para sepult ar
los cuerpos. La paz fue prorrogada, y Cáceres, al ver que la mayoría del país est aba en su cont ra,
renunció y part ió al ext ranjero.[89] ​Finalizó así la guerra civil, que propició la ascensión de Nicolás
de Piérola, inaugurándose un nuevo período en la hist oria republicana del Perú (La República
Arist ocrát ica).[90] ​

Post presidencia
La tumba de Andrés Avelino Cacéres en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero Maestro.

Luego de vivir en Buenos Aires de 1895 a 1899, Cáceres regresó al Perú y residió en Tacna y
Arica, las provincias ent onces bajo administ ración de Chile y que est aban a la espera de la
realización del plebiscit o que debería decidir su dest ino final. Como jefe del Part ido
Const it ucional, Cáceres t uvo influencia en la polít ica nacional durant e la llamada República
Arist ocrát ica, época de predominio del civilismo. Fue elegido senador por El Callao ent re 1901 y
1906.[91] [92]
​ [93]
​ [94]
​ [95]
​ [96]
​ ​Fue minist ro plenipot enciario en It alia (1905-1909) y Alemania (1911-
1914)[6] ​y, de regreso al Perú, presidió la convención de part idos que en 1915 designó a José
Pardo y Barreda como candidat o a la presidencia de la República. Pero desde 1918 conspiró
cont ra est e gobernant e y apoyó el golpe de Est ado de August o B. Leguía, que ocurrió el 4 de
julio de 1919 y que fue el punt o de part ida del Oncenio.[3] ​

La Asamblea Nacional, por ley N.º 4009 del 10 de noviembre de 1919, y en reconocimient o a su
brillant e conducción de la campaña de la resist encia cont ra Chile, le confirió el grado de Mariscal
del Perú, asignándole una rent a anual. Fue el único milit ar de la guerra del Pacífico (incluyendo a
los de Chile) que llegó a ese máximo grado.[97] ​

Se ret iró al balneario de Ancón, donde falleció el 10 de oct ubre de 1923, a la edad de 86 años. Su
muert e y ent ierro dieron lugar a una jornada de duelo nacional.[98] ​

Memorias
Andrés Avelino Cáceres (El Brujo de los Andes). Foto de Eugenio Courret.

Su valioso t est imonio de la guerra del Pacífico lo t rasmit ió a su hija, la escrit ora Zoila Aurora
Cáceres, y al comandant e Julio C. Guerrero, que fuera su adjunt o milit ar en Berlín. La primera los
dio a conocer en La campaña de la Breña (1927); y el segundo ut ilizó esos informes para publicar
La guerra entre el Perú y Chile (Madrid, 1924) y Memorias del general Cáceres (Berlín, 1924 y
Lima, 1973).[3] [6]
​ ​

Legado

Monumento a Cáceres en el Parque Reducto nro. 2


En el Perú, Cáceres es vist o como un símbolo de la resist encia cont ra Chile, durant e la guerra del
Pacífico, un héroe que nunca se doblegó y que hast a el últ imo inst ant e organizó fuerzas para
mant ener viva la resist encia, pese a los reveses. Su figura es ampliament e recordada en la
memoria colect iva de los pobladores de la sierra peruana, muchas veces a t ravés de las
t radiciones orales legadas por los descendient es de quienes conformaron el Ejércit o del Cent ro y
las fuerzas guerrilleras de cada pueblo; ot ras veces mediant e variadas manifest aciones
cult urales y folklóricas, como es el caso de las exist ent es en los Valles de Yanamarca-Acolla,
San Jerónimo de Tunán, Hualhuas, Pucará, Chupaca y Sicaya en el valle del Mant aro.

Referencias

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Tarapacá» (http://portalperu.pe/nota/27-la-ultima-entrevista-caceres-por-que-perdio-guerra-
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8. Basadre, 2005a, p. 206.

9. Basadre, 2005a, p. 29.

10. Congrains Martin, 1978, pp. 85-86, citando las Memorias de Cáceres.

11. Basadre, 2005a, p. 139.


12. Basadre, 2005a, p. 153.

13. Vargas Ugarte, 1984, p. 167).

14. Vargas Ugarte, 1984, p. 186).

15. Basadre, 2005a, p. 205.

16. Basadre, 2005a, p. 194; 205.

17. Basadre, 2005a, p. 184.

18. Basadre, 2005a, p. 194.

19. Basadre, 2005a, pp. 195-196.

20. Basadre, 2005a, pp. 197-198.

21. Vargas Ugarte, 1984, p. 284).

22. Basadre, 2005a, pp. 217.

23. Basadre, 2005a, p. 208.

24. Chirinos Soto, 1985, p. 333.

25. Fonseca, 2010, p. 74.

26. Basadre, 2005a, p. 209.

27. Vargas Ugarte, 1984, p. 220.

28. Tauro del Pino, 1981, pp. 56-57.

29. Basadre, 2005a, p. 210.

30. Basadre, 2005a, p. 214.

31. Basadre, 2005a, pp. 214-215.

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33. Basadre, 2005a, pp. 215-216.

34. Fonseca, 2010, pp. 73-74.

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36. Basadre, 2005a, pp. 220-221.

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38. Basadre, 2005a, pp. 221-222.

39. Basadre, 2005a, p. 243.

40. Basadre, 2005a, p. 263.

41. Basadre, 2005a, pp. 266-267.

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43. «Conmemoran 136 años de Batalla de Jactay» (https://www.ahora.com.pe/conmemoran-1


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44. Basadre, 2005a, p. 275.

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(http://andresavelinocaceres.iespana.es/paginas/19semblanzas/PDF/19semblanzas01
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46. Basadre, 2005a, p. 276.

47. Basadre, 2005a, p. 292.

48. Rivera Serna, 1975, p. 147.

49. Memorias de Cáceres, p. 264.

50. Vargas Ugarte, 1984, p. 295).

51. Basadre, 2005b, p. 14.

52. Basadre, 2005b, p. 25.

53. Basadre, 2005b, p. 26.

54. Basadre, 2005b, p. 69.

55. Rivera Serna, 1975, p. 150.

56. Chirinos Soto, 1985, pp. 337-338.

57. Basadre, 2005b, pp. 173-174.

58. Basadre, 2005b, pp. 174-175.

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60. Basadre, 2005b, pp. 118-125.

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63. Contreras y Cueto, 2013, pp. 183-185.

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91. Fernando Tuesta Soldevilla. «Senadores 1901» (http://blog.pucp.edu.pe/blog/fernandotuest


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Memorias del Mariscal Andrés A. Cáceres ; la guerra del 79 y sus campañas: con ot ros
document os sobre la campaña de La Breña [Andrés A. Cáceres; edición, ilust ración, epígrafes,
recopilación document al y not as, Carlos Milla Bat res]. Edit orial Milla Bat res, Lima, 1981.

Enlaces externos
Sucedió en el Perú: Andrés Avelino Cáceres (ht t ps://www.yout ube.com/wat ch?v=xy9YTSEf
Pbs) (video)

YouTube - La guerra del Pacífico V (ht t ps://www.yout ube.com/wat ch?v=VGMuajInBQA&NR=1)

Dos ejemplos de la falt a de veracidad de las Memorias de Cáceres (ht t p://elinaresm.blogspot .


com/2014/11/dos-ejemplos-de-la-falt a-de-veracidad.ht ml)

Wikiquot e alberga frases célebres de o sobre Andrés Avelino Cáceres .

Wikisource cont iene obras originales de o sobre Andrés Avelino Cáceres .

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Dat os: Q334715

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