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LA ESPIRITUALIDAD DEL CAMBIO.

Un cambio es la acción de transformar una cosa en otra, abandonar una cosa o situación por
otra, o intercambiar alguna cosa por otra que se considera de un valor semejante.

Estos son apenas algunos de los significados asociados a esta palabra, vinculados con su uso
cotidiano y al mismo tiempo con usos específicos.
El término proveniente del latín cambiare que a su vez es derivado del celta o galo. 

Desde los inicios de la humanidad, el cambio ha estado presente allí donde miremos, en
la naturaleza, en el clima, en nuestros propios cuerpos cambiantes, que crecen, se desarrollan,
envejecen y mueren.

El cambio es intrínseco del tiempo, es decir, que dada una cantidad adecuada de tiempo, todas
las cosas tienden a cambiar de un modo u otro. Sin embargo, los períodos necesarios para que
suceda pueden ser muy distintos, dependiendo de si consideramos una roca, una nube o
una planta

A. DIOS NOS DISEÑÓ PARA UN CONTINUO CAMBIO


En el libro del Génesis se nos relata la creación del ser humano, específicamente en los pasajes
1:26-28 y 2:7. Notamos que Dios nos hizo del ‘polvo de la tierra’, o sea, se valió de ese
elemento para formarnos.

Pero, ¿por qué de tierra, y no de piedra, o madera, o aire, u otra sustancia? 


Porque el polvo, según la teología judía antigua, era el elemento más sencillo de toda la
creación.
El polvo de tierra representaba simpleza, poquedad, transitoriedad, vanidad; pero
también ‘moldeabilidad’. Dios nos creó como seres simples, pero elásticos, moldeables,
cambiantes. Esa es una de las características del humano, su capacidad de ser moldeado
por el Señor y por sí mismo.

Tres versículos bíblicos que dan cuenta de ello.


Jeremías 18:1-4. 
“(1) Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor, diciendo: (2) Levántate y desciende a la
casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. (3) Entonces descendí a casa del alfarero, y he
aquí, estaba allí haciendo un trabajo sobre la rueda. (4) Y la vasija de barro que estaba haciendo
se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra vasija, según le
pareció mejor al alfarero hacerla”.
Lección: Dios es el alfarero de nuestras vidas.

Salmos 138:8b. “Señor, tu amor es eterno; ¡no dejes incompleto lo que has emprendido!”.
Lección: Lo que Dios inicia, lo acaba.
2ª Corintios 5:17. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Lección: Dios nos da vida nueva, por medio de
Jesús.

El cambio es parte del diseño divino, sin este no podríamos vivir (el cambio permite
sobrevivir). No somos rocas estáticas, somos seres dinámicos que nos movemos en el tiempo, y
entre más vivimos, más cambiamos; sin embargo, no todos aprecian la bendición del cambio.
Para algunos es sinónimo de miedo y maldición. 

Reciban esto: Todos tenemos un alma maleable, algunos han permitido que Dios los moldee,
otros han dejado que sus dioses lo hagan. Cuando son otras deidades las que moldean el alma,
esta se pone dura; pero cuando es el Padre Eterno quien lo hace, esa alma se eleva
espiritualmente, haciendo que el hombre o mujer que la posee se vuelva un ser de luz, un ser de
bendición, un ser que irradia la energía divina.

B. TESTIMONIO DE UN CAMBIO, MOISÉS


“Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”
(Números 12:3).

¿Cómo Moisés llegó a recibir el honorable título del hombre más manso (tranquilo,
humilde, con paz interior, equilibrado) del mundo?
Respuesta: A través de los continuos cambios que experimentó en su vida.

Vista rápida de los cambios en la vida de Moisés


 De asesino a pastor
 De pastor a libertador
 De libertador a patriarca
Vista detallada de los cambios en la vida de Moisés
 De hijo a huérfano
 De huérfano a príncipe
 De príncipe a asesino 
 De asesino a exiliado
 De exiliado a adoptado 
 De adoptado a pastor
 De pastor a libertador
 De libertador a legislador
 De legislador a patriarca
 De patriarca a inmortal   

De la vida de Moisés aprendemos la siguiente verdad espiritual, reciban esto: Los cambios en


la vida son algo inevitable, y estos son grandes aleccionadores.
Lastimosamente, no todos asimilan las lecciones. Algunos, en vez de crecer, decrecen. Otros, en
vez de evolucionar —hacia una mejor versión de sí mismos—, involucionan hacia la
depravación.
C. UNA SANA ESPIRITUALIDAD INCLUYE TRABAJO
Un versículo poderoso…

“Síganme y los convertiré en pescadores de hombres”, les dijo Jesús (Mateo 4:19).


Cuando usted deja que Dios obre cambios en su vida (por medio de crisis, pruebas de fe,
alteraciones en el trabajo, adversidades con su pareja, escasez económica, enfermedades graves,
mudanzas de una ciudad a otra, nuevas responsabilidades, etc.), usted se está haciendo un bien a
sí mismo. 

Reciban esto: Jesucristo transformó a simples campesinos, pescadores y aldeanos, en


evangelistas, misioneros, apóstoles, maestros, escritores y obispos. Para eso debió primero
‘trabajar su espiritualidad’.

Para tener una sana espiritualidad es preciso trabajarla. Entienda esto: Es imposible ser un
hombre o mujer espiritual sin invertir tiempo de calidad en su espiritualidad. Así como
trabajamos 8, 10 o más horas en nuestro empleo, también debemos trabajar nuestra vida
espiritual. Al trabajar nuestra espiritualidad, el entorno que nos rodea mejora, empezando por
nuestro mundo interior. Por eso Jesús les reclamó a sus discípulos, “¡¿No han sido capaces de
velar conmigo una hora?!” (Mateo 26:40). El Maestro sabía que una hora de oración, bien
orada, equivale a 8 horas de trabajo físico o mental… ¡Así de poderosa es la espiritualidad
trabajada!

CONCLUSIÓN
Ahora bien, ¿cómo trabajamos nuestra espiritualidad? Algunos sencillos consejos: 
 Leyendo la Biblia todos los días (recomiendo 5 salmos diarios, leídos en voz alta,
en las mañanas). 
 Escuchando una prédica o enseñanza al día (escoger muy bien a los maestros que
escucharemos). 
 Cantando alabanzas al Rey (y eliminar las canciones mundanas). 
 Teniendo tiempos de meditación (acallar la mente, dejar que el espíritu hable con
Dios). 
 Hacer espacios de silencio (eso incluye aprender a callar, en vez de siempre
responder). 
 Callando cuando nos maltraten (no responder tan rápido). 
 Alejándonos de la queja (los quejones no son del agrado de Dios). 
 Sacando de nuestras vidas el enojo y la tristeza (dos rasgos negativos de las almas
no trabajadas). 
 Expulsando de nuestro vocabulario las palabras groseras, el doble sentido y el
chisme (las palabras tienen poder). 
 Manteniéndose dando gracias todo el día y abrazar el contentamiento como estilo
de vida (al que agradece se le abren todas las puertas, incluyendo las del Cielo). 
 Congregándose en una iglesia local (la comunión con los hermanos fomenta la
espiritualidad)
Termino con esta verdad, RECIBAN: Cada vez que estés frente a un cambio, tómalo como que
viene de Dios y no de los hombres (en realidad de Él proviene todo), así te será más fácil
adaptarte a lo nuevo y ser de bendición a los demás por medio de la oportunidad que se te está
dando.

Las personas que han trabajado su espiritualidad no tienen temor a lo nuevo, porque saben que
hay un DIRECTOR que lo supervisa todo… y ese Director busca el bienestar de sus dirigidos,
por eso les envía cambios desde el Cielo, para que aquí en la Tierra crezcan, se desarrollen, a
fin de que sus vidas sean significativas para los demás.

El cambio produce miedo al principio, confusión a la mitad, a veces es difícil el proceso, pero
precioso el final.

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