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Conoce a tu adversario el diablo

©Eduardo Gutierrez Estrada


©Reflexiones del Pastor Punto Com
ISBN: 9781078095600
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Índice

Prologo
Introducción
1. Mi testimonio en cortas palabras
2. El dilema de saber lo que otros no saben
3. Como es el diablo
4. El Falso Cristo católico en el Satanismo
5. María el más grande principado del diablo
6. El Libro del Diablo
7. Síntomas DE ATAQUES DEMONIACOS
8. La fe contra los demonios
9. Mi experiencia en las luchas
10. Como Reprender al Diablo
11. Una Esposa que Ora
Conclusiones
Prologo
Este libro narra la historia de mi esposo que también es mi
historia. Doy testimonio de que durante anos el trato de escribir este
libro, pero le fue imposible por las tribulaciones a que fue sometido.
Cualquiera que le falte el discernimiento podrá ver este libro como un
libro más, pero se estará equivocando pues al leerlo si lo haces con el
deseo de que Dios te muestre entonces tu vida espiritual será
fortalecida. Es como si tu hubieras vivido todo esto y ahora estas listo
para pelear la buena batalla.
Todo lo que este libro muestra es veras y fue testigo de la mayoría de
las cosas porque he acompañado a mi esposo desde nuestra juventud
así que he sido coparticipe y testigo ocular de casi todos los hechos
descritos en esta obra.
Al leer este libro supe que en el estaba lo que mi esposo vivió quitando
el horror de cada momento y el sufrimiento que conllevo vivir esto. Te
aseguro de que mi esposo uso palabras dulces para evitarte ver lo que
el padeció pues su única intención es que tu recojas el conocimiento y
sobre todo que tu fe se fortalezca. No creas que esto fue una aventura
emocionante sino mas bien una pesadilla que ya termino gracias a
Dios.
Si quieres ser un soldado de Cristo entonces este libro es para ti porque
en el aprenderás a vencer al diablo con el poder de Cristo desde varias
perspectivas y con la sabiduría del testimonio de alguien que estuvo en
las tinieblas y fue rescatado con el Hijo de Dios.

Pastora Maite Gutierrez


Introducción
Para poder escribir este libro fueron necesarias varias
computadoras pues varias se rompieron en el transcurso del tiempo y
múltiples intentos fallidos. Confieso que llegue en algún momento a
desistir de escribirlo pues cada ves que comenzaba al unisonó
comenzaban las tribulaciones.
Es imposible que solo con leer un libro tu puedas tener todo el
panorama de lo que fue mi vida o lo que significa tratar con el amo del
mal. Así también me es imposible contarte todo porque hay cosas que
es mejor no conocer pues existen mentes débiles que debo de pensar
en ellas y protegerlas de conocer cosas para las cuales no están
preparadas. Al mismo tiempo creo que este libro debe de exponer solo
lo que sea de edificación para tu vida pues su objetivo no es que tu
conozcas el poder del mal, sino que aprendas a combatirlo con el
poder del Espíritu Santo.
Conocer el lado oscuro te golpea para toda tu vida y jamás vuelves
a ser el mismo. Tus emociones terminan dañadas, tu mente llega a estar
traumatizada y un simple acto de dormir puede representar un reto.
Pero no todo es negativo pues gracias a Dios vivir aquello me dio la
oportunidad de haber visto cosas que otros solo se imaginan.
Muchos dicen que el catolicismo es del diablo, pero yo no solo lo
digo, sino que lo sé, muchos aseguran que las imágenes albergan
demonios, pero yo no solo lo digo yo lo vi. Otros reprenden demonios
que jamás han visto pero yo los mire con mis ojos. El mundo espiritual
existe y yo soy un testigo viviente de eso.
Durante mi tiempo en el satanismo no era un brujo cualquiera que
solo me encargaba de hacer maleficios, sino que me interesaba el
conocimiento así que indague profundamente con personas
conocedoras de las artes oscuras, explore pactos con potestades
superiores y principados y conocí personalmente al diablo.
Es importante decir que yo no puedo asegurar que el ángel caído
que se me presento era el mismo que habla la Biblia porque, aunque el
afirmaba serlo es posible que fuera otro ángel de gran jerarquía en el
infierno. Sin dudas el diablo es mentiroso y con el uno nunca sabe lo
que es cierto y lo que es falso. Yo si creo que era por qué los demás
demonios le temían. En la brujería de estilan las peleas o guerras entre
brujos. Estas batallas se realizan a distancia es decir cada uno en su
casa o frente a frente, es decir cada uno sentado en una silla frente al
otro invocando cada cual sus demonios hasta que uno se rinda. Nunca
ni siquiera sentí el poder de los demás brujos en estas peleas y ellos
salieron muy mal. Por esto siempre he creído que el ángel caído que se
me aparecía era el mismo lucifer.
Mi testimonio en cortas palabras
Fui brujo en Cuba mi país natal. Tenía pacto con satanás, es decir,
mi alma era del diablo. Era un hijo del diablo. Estas palabras estuviesen
vigentes hoy día si el Señor Jesucristo, por su infinita misericordia, no
me hubiese salvado del mundo de las tinieblas. Gloria a Dios.
Mi nombre es Eduardo Gutiérrez Estrada. Soy pastor cristiano
evangélico desde hace varios años. Antes de ser cristiano evangélico,
fui satanista, sacerdote de satanás; tuve pacto con el diablo por 10
años. Mientras estuve en el mundo de las tinieblas, mi vida fue
realmente miserable. En realidad, yo estaba muerto en vida.
No es fácil para mí recordar mi pasado. Me da temor tan solo
recordar todo lo que hacía y que, además, me consideraba enemigo de
Dios. Sin embargo, considero que el perdón de mi pecado representa
una huella imborrable y palpable de la gracia del Señor Jesucristo. Hoy
soy hijo de Dios.
Nací en un hogar ateo. Mis padres no hablaban ni bien ni mal de
Dios. Para ellos, Dios no existía; solo la ciencia podía explicar todo.
Fui creciendo y llegaron situaciones realmente difíciles. Mi madre se
enfermó de insuficiencia renal crónica lo que causaría su muerte
durante mi adolescencia. Mi vida se convirtió en un tormento. Más
tarde, mi padre se unió a otra mujer y se fue de la casa. Yo me quedé
solo con mi hermano; ambos tuvimos que sobrevivir durante los
últimos años de la adolescencia lo que nos hizo madurar aún más
rápido.
Crecí siendo completamente ateo a pesar de que todos mis amigos
durante mi niñez eran católicos. Ellos siempre me enseñaban imágenes
de la Virgen de la Caridad del Cobre (la más venerada en Cuba), me
decían que dichas imágenes eran milagrosas y yo simplemente maldecía
a Dios; yo decía que Él no existía. Nunca tuve amigos evangélicos.
Para ese entonces, la profesión de la fe evangélica estaba prohibida en
Cuba. Solo se permitía profesar la brujería y el catolicismo. No fue sino
en 1998, a partir de la visita del Papa en Cuba, cuando comenzó cierta
“libertad” religiosa; al menos en apariencia porque no se permitían
construir templos cristianos evangélicos y, además, el gobierno de Fidel
Castro enviaba sus agentes de inteligencia para dividir las iglesias
cristianas evangélicas.
Aproximadamente a los 18 o 19 años, realicé la primera profesión
religiosa: la brujería. Lo que comenzó siendo un “favor” a un amigo,
terminó siendo una maldición en mi vida. Yo no tenía idea de que
estaba acercándome al mundo de las tinieblas; es más, yo ni sabía que
existía. Un día, unos amigos me pidieron desesperadamente que les
buscara un hechicero. En ese entonces, yo tenía el deseo de quedar
bien con ellos por lo que acepté ayudarlos. Recuerdo que un día llegó
un hechicero a la casa de un vecino que quedaba a una cuadra de la
casa donde yo vivía. Allí había una gran fiesta de brujería a la que
asistieron personas posicionadas con demonios. Estaban bailando en
toda la calle; iban de un lado a otro, daban vueltas muy complejas para
un ser humano, se encorvaban, se retorcían. Eran movimientos
verdaderamente grotescos. Subí al techo de mi casa y como no podía
ver bien, me monté en el techo del vecino. Yo con asombro observaba
tal espectáculo. Vi gente endemoniada (como dicen los brujos,
personas “posicionadas por muertos”). Desde el techo de mi vecino,
yo pude sentir el poder espiritual; hubo un cambio en el ambiente. Me
di cuenta de que algo extraño sucedía. Tuve la primera noción de que
existía algo más de la materia, es decir, de lo que yo veía.
Yo quedé realmente atónito. Sin dudarlo, decidí hablar con los
vecinos que habían invitado al hechicero. Les comenté sobre las
amistades que estaban buscando un hechicero. Ellos me dieron
excelentes referencias de él y me facilitaron sus datos para contactarlo;
decían que era “buenísimo”, es decir, que tenía mucho poder (en
realidad era malísimo). Me llevaron a su lugar de trabajo. Él era
ingeniero, muy preparado y con un cargo importante; dirigía una planta
procesadora de bebidas alcohólicas y de procesos de la caña de azúcar.
Realmente me sorprendió que fuera ingeniero y brujo. Finalmente, lo
conocí. –Necesito saber dónde tú vives; no es para mí, es para unos amigos míos
–Bueno, sígueme a mi casa. Cada quien iba en su bicicleta. En ese
entonces, Cuba se encontraba en el peor momento de la crisis debido
al fin de la Unión Soviética; no había gasolina, las personas caminaban
o iban en bicicleta, ni siquiera un ingeniero importante tenía automóvil.
Llegamos a su casa. No entré. Realmente no me interesaba nada
de eso. Yo solo quería ganarme el favor de mis amigos. Así pues, le dije
a mis amigos que había encontrado al hechicero; les recalqué que era
ingeniero, un hombre muy bien preparado. Fue entonces cuando uno
de ellos me pidió que lo llevara con toda su familia. La familia de mi
amigo, llena de mucho resentimiento, quería saber si la bruja que vivía
enfrente de ellos había asesinado a la madre de la familia y además
querían defenderse de la bruja. Llegó el día. Visitamos al hechicero;
esta vez sí entré a la casa. En el interior había un salón muy grande que
tenía muchas sillas. Todos nos sentamos allí. Dentro de la brujería hay
muchos charlatanes, personas que no son brujos y que solo practican la
brujería para ganar dinero. Sin embargo, este brujo no era de esos. Este
era genuino. Cuando estaba allí dentro vi cosas impresionantes. Aquel
brujo, poseído por un demonio, les contó todo acerca de sus vidas a
pesar de que él no los conocía. Les dijo quién había muerto; les habló
sobre la vecina bruja. Yo sabía que todo lo que él decía era cierto
porque yo conocía muy bien esa familia.
El brujo estaba sentado en su altar a unos 7 u 8 metros de
nosotros. El demonio que lo había poseído comenzó a hablar y dijo
que la señora que estaba a mi lado, quien tenía aproximadamente unos
50 años, tenía un espíritu inmundo. En ese momento, la silla de la
señora se levantó del suelo y luego cayó hacia atrás produciendo un
ruido estrepitoso. Yo quedé atónito. Yo solo me aferraba fuertemente
a la silla pues quizá sería yo el próximo en caer. Ello representó un
choque para mí porque pude comprobar que existía algo más de la
materia, es decir, el mundo espiritual. El demonio que tenía dicha
persona comenzó a decir muchas cosas negativas en mi contra: –tú te
tienes que apartar de la vida de todos ellos; no eres una buena relación para esa
familia– decía el demonio cuya voz tenía un acento africano. Enseguida,
me comencé a sentir mareado por las palabras que me decía; sentí que
estaba a punto de desmayarme. Finalmente, terminó la sesión y por
supuesto, yo quedé muy aturdido por lo sucedido. Solo tenía la certeza
de la existencia de un mundo espiritual.
A partir de ese momento, mi vida se volvió muy conflictiva.
Comencé a tener serios problemas verdaderamente muy extraños, por
lo que empecé a sospechar que aquel demonio me había hecho algo
malo. Hoy día pienso que el demonio de alguna manera sabía que yo
había sido elegido por Dios desde antes de la fundación del mundo; no
le caí bien a pesar de que le había llevado los clientes. Decidí buscar
ayuda. Comencé a buscar un brujo con más jerarquía. Durante varios
días, recorrí La Habana; fui a todos los barrios famosos por tener
grandes brujos. Ninguno me convencía. Un día llegué a un lugar y le
pregunté a unos jóvenes por un brujo que tuviera mucho poder y ellos
me señalaron una casa que se encontraba a varios metros de distancia –
Ahí vive uno que dicen que es bueno– me dijo uno de ellos. Fui hasta allá en
mi bicicleta; me acerqué lentamente para distinguir cuál era la casa que
coincidía con la descripción que me habían dado hasta que vi a un
hombre lleno de collares de brujería con colmillos de perro y otras
cosas raras. Finalmente, llegué a su casa. Una casa muy antigua. Tenía
en la parte frontal unas maderas grandes como de construcción
recostadas sobre la pared. El brujo estaba recostado sobre las maderas,
estaba descansando. –Fuiste aquí, fuiste allá, fuiste allá–dijo el brujo–, pero
vas a venir aquí a morir conmigo. En otras palabras, me dijo que yo había
buscado muchos brujos pero que me iba a quedar con él y
efectivamente así fue. Estas palabras confirmaron que él era el
indicado. Él era alguien literalmente macabro, de estatura pequeña,
anciano, canoso, calvo, ojos de un azul intenso pero su cara era
totalmente macabra. Uno lo miraba a él y era como mirar al diablo en
persona. Me invitó a pasar a su casa y yo lo hice con gran timidez.
Pensé que iba a entrar a una sala común y corriente pero no; la sala
estaba llena de artefactos de brujería. En la parte principal de la casa, él
tenía la brujería; él y su familia vivían en la parte posterior de la casa.
Aquello era realmente espantoso. Todo era incluso más impresionante
que lo que había visto en la casa del otro brujo. Nos sentamos en esa
sala y el brujo comenzó a contarme todo sobre mi vida; no cometió
ningún error. Eso me comprobó que él no era ningún charlatán por lo
que decidí quedarme con él.
A partir de ese momento, comienza mi entrenamiento en esa vida.
Al principio, estaba concentrado en defenderme del otro brujo; pero
después de cierto tiempo me afané en la brujería. Comencé a tener un
profundo interés en la brujería pues pasé de creer que no existía un
mundo espiritual a darme cuenta de que sí era real. Yo simplemente
quería probar más.
Debo aclarar que mi iniciación no fue igual a la de los paleros pues
la persona que me inicio me quería para ayudarle con una prenda
especial (caldero del diablo) que no pertenecía al palo monte, sino que
era vudú. Así que, aunque el templo era de palo monte y aprendí todo
lo referente a esa religión la ceremonia que se me practico fue
completamente diferente a la que los paleros reciben pues el brujo que
me apadrinaba tenía una doble vida espiritual. Por una parte, era un
palero afamado, pero por la otra era un adorador del diablo pues en su
juventud había realizado un pacto y vendido su alma debido a una
enfermedad. Yo no sabía de su satanismo, el solo me dijo cuando me
inicie que lo había hecho de manera diferente porque tenía planes para
mí. Cuando se me inicio él me dijo que yo podía trabajar cualquier
brujería tanto palo monte como santería sin la necesidad de hacerme
santero. Luego más adelante comprendí que esto era porque había sido
iniciado no como palero sino como sacerdote del diablo.
El templo donde me inicie pertenecía a una rama del Palo
Mayombe (religión altamente diabólica) que proviene de África, de las
tribus Bantú de varios países africanos, en especial del Congo. Me
inicié en una rama que se llama rama Kimbisa del Santo Jesucristo del
buen viaje (la más poderosa del vudú). Santo Jesucristo del Buen Viaje
es una iglesia católica en La Habana; en esa iglesia se celebran los
cultos de las ramas de Palo Mayombe. Dicha iglesia fue fundada por el
franciscano Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit quien tenía la
intención de acercar a los españoles a los rituales africanos. La rama
más fuerte del Palo Mayombe es la rama Kimbisa del Santo Jesucristo
del Buen Viaje la cual tiene sus cimientos en la iglesia católica ya que el
santoral católico es su fuente de poder; es la única orden de la brujería
que puede usarlos.
En el altar del Santo Jesucristo del Buen Viaje del Palo Kimbisa es
obligatorio que esté la virgen, especialmente la Virgen de las Mercedes;
los santos, sobre todo San Pedro, San Luis Beltrán y San Francisco de
Asís; el crucifijo con Cristo crucificado (símbolo máximo de Santo
Jesucristo del Buen Viaje) muchas veces dentro de una copa.
El brujero Kimbisa realiza el 99% de las cosas de brujería o
hechicería dentro de una iglesia católica. El brujo rinde culto detrás de
los santos católicos si es un trabajo para el mal y se trabaja con el santo
de frente si el trabajo es para el bien pues, según esta rama, los santos
católicos tienen una cara mala y una cara buena.
Hoy no tengo dudas de que la iglesia católica es el centro de
operaciones del diablo; es el lugar en donde se hacen las obras de
brujería más fuertes. No tiene sentido que se afirme que la iglesia
católica es de Jesucristo pues el diablo no va a practicar la brujería en
un lugar que es de Dios; el diablo no está presente donde no es
bienvenido. El Señor Jesucristo abrió mis ojos y me hizo entender que
los ídolos no tienen comunión con el templo de Dios (2 Corintios
6:16). Por esa razón, yo no fui a una iglesia católica cuando me
convertí. Mi experiencia en el mundo de las tinieblas me permitió
conocer muchas cosas del catolicismo y reconocer que Dios no está en
la iglesia católica. Esta le pertenece al diablo.

Aprendí a hacer brujería con el santoral católico y con el


“kunankisi” (la hostia católica). Los católicos piensan que los brujos se
llevan las hostias para hacer blasfemia. No es así. Para un palero
Kimbisa, el símbolo más grande de adoración es la hostia consagrada
(kunankisi). Dentro del Palo Mayombe, en la regla Kimbisa del Santo
Cristo del Buen Viaje se adora en primer lugar a Sambia (Dios) y luego
al kunankisi (la hostia católica). Los brujos no blasfeman la hostia (ella
misma representa una blasfemia); ellos la adoran. Se llevan las hostias
porque tienen poder diabólico. Es importante que muchos paleros no
saben esto debido a que no llegan a servir al diablo.
Un día llegamos a su casa y me invitó a pasar a una parte que yo
no conocía a pesar de que yo frecuentaba su casa como si fuera la mía.
En esa habitación me enseña el gran secreto: la prenda diabólica. –
Tengo un pacto con el diablo– me dijo. Esto era algo que yo no sabía; yo
pensaba que él simplemente era un sacerdote del Palo Mayombe de la
regla Kimbisa. Habían pasado ya varios años; yo ya había crecido en
ese mundo y era su principal discípulo. Ese día me confeso que mi
iniciación era para que yo fuera su ayudante con esa prenda pues tenía
un pacto con el diablo y debía de alimentarlo todos los meses con la
sangre de un gato y ya no tenía fuerzas para hacerlo.
El brujo destapó la prenda sin decirme nada acerca de los efectos
que conllevaba; ya que cuando se destapaba todo el mundo se
comenzaba a sentir mal. Realmente había un tremendo poder diabólico
allí, yo sentía el poder. Él solo quería probar si yo podía trabajar con
eso. La prenda (una cazuela) contenía cosas espantosas. Lo más
interesante era una estatua negra. Nuca supe el material con el cual
estaba hecha pese a que yo tenía un gran conocimiento sobre
materiales porque durante mucho tiempo fui coleccionista de obras de
arte. Me explicó que esa prenda venía de la región oriental de Cuba de
la parte de Baracoa y que la estatua databa de hace siglos,
específicamente de la época de la esclavitud. Dicha estatua se heredaba
de generación en generación; el maestro se la entregaba al discípulo.
Yo estaba realmente atónito porque ya se trataba de una relación
directa con el diablo. Pero eso no me asustó; más bien me llamó la
atención. De repente, comencé a tener interés por eso. Recuerdo que
por mucho tiempo le insistí en que también quería tener pacto con el
diablo; pero su respuesta siempre era la misma: –Eso no te conviene porque
él te da muchas cosas, pero te va a quitar muchas cosas y vas a vivir literalmente
infeliz. El solo me quería para que lo ayudara a alimentar al diablo con
sangre de gatos. Sin embargo, enceguecido por la soberbia y por el
hambre de poder, seguía insistiéndole hasta que finalmente él aceptó. –
No es mi responsabilidad lo que pase–me repitió eso tres o cuatro veces ese
día–, no es mi responsabilidad lo que pase. Llegó el momento tan deseado: el
momento de hacer el pacto.
Todo había progresado paulatinamente, de lo más sencillo a lo
más complejo. Ya sabía hacer brujería. Ahora iba a pasar al siguiente
nivel: el diablo. Para llegar a ese nivel tenía que hacer como 2 o 3 ritos.
El primero se llamaba “el rito de los hijos de la muerte”, fue un rito
muy sencillo ya que no consistió en venderle el alma al diablo. El
diablo no les compra el alma a sus sirvientes, sino que les pide servicio
y adoración (lo mismo que le pidió al Señor Jesús); él pide el alma de
las personas que le piden favores a él. Así pues, hice el pacto con el
diablo, pero en ningún momento le vendí mi alma. El sí le había
vendido su alma porque fue un favor que el pidió pues estaba
muriendo de una enfermedad.
El rito era una especie de bautizo satánico porque representa la
muerte y la resurrección. Según el rito, uno moría y resucitaba. Fuimos
al monte y lo realizamos. Yo no experimenté ninguna sensación
especial, no vi nada sobrenatural; quedé decepcionado porque pensaba
que iba a ocurrir algo extraño. El rito duró apenas 15 minutos. El brujo
pronunció unas palabras, me arrodillé, se hicieron otras cosas que no
mencionaré para cuidar las mentes de los hijos de Dios, y listo. Para mi
sorpresa, esto era apenas el comienzo, lo más básico. Luego todo se
complicaría. Después de ese lugar, fuimos a la casa de un ahijado mío.
Mi ahijado era alguien adinerado; siempre íbamos a comer allá platos
como langostas, camarones. Cuando llegamos a la casa, me comencé a
sentir mal y le avisé a mi entrenador. Lo que yo pensé que me iba a
suceder en el rito, me sucedió horas después. Me sentía tan mal que
puedo decir que sentí la muerte en todo mi cuerpo. Estaba tendido en
el suelo, no me podía levantar. Me quedé inmóvil, asustado,
confundido; fue una sensación muy degradable. Yo me preguntaba
¿para qué yo habré hecho esto? Sentí cosas peores de las que quería sentir;
realmente muy malas. Recuerdo que el brujo solo se reía; él ya sabía
que no me iba a suceder nada. –Es que eso es muy fuerte– decía el brujo.
Yo le respondía: –oye, pero yo me estoy muriendo, pero me estoy muriendo–; yo
estaba realmente aterrado… Horas más tarde, se me pasó el malestar y
es cuando procedimos a hacer el pacto.
El primer ritual tan solo era un paso previo para realizar el pacto.
El pacto sí fue algo macabro; fue una experiencia muy impactante. Mi
entrenador comenzó a gritar, a hablar en lengua africana (no estaba
poseído; era él quien hablaba) y a invocar a los demonios. Recuerdo
que era una noche silenciosa; el cielo estaba totalmente despejado. De
repente, comenzaron a salir relámpagos; yo no sabía de donde
provenían pues no veía ninguna nube en el cielo. El ambiente se puso
realmente aterrador. Luego de 10 minutos, yo ya estaba desistiendo de
la idea de continuar; lo que quería era salir corriendo de allí. Había un
árbol a unos 20 o 30 metros que estaba siendo alumbrado por los
relámpagos, yo no sabía si los relámpagos caían sobre él o detrás de él
yo solo veía que lo iluminaban y escuchaba el ruido producido por el
aire que movía el árbol bruscamente. Aparecieron demonios; seres con
dos cabezas y otras características extrañas. Yo no podía creer lo que
estaba viendo frente a mí y lo que vería después. El árbol no dejaba de
moverse. Los relámpagos parecían anunciar la llegada de algo
sumamente aterrador. El diablo apareció por primera vez. Era
pelirrojo, cabello largo a la altura de los hombros, un hombre alto,
vestido con ropas reales de la época antigua, la piel era rojiza, pero era
un rojo muy suave. Se quedó inmóvil en el árbol, no pronunció ni una
palabra; solo observó el ritual hasta que finalizó. Yo estaba
extremadamente impresionado. Lo ilógico era que yo no tenía miedo.
Yo me sentía muy dichoso. Yo solo pensaba que iba a obtener lo que
tanto deseaba: “poder”. El hombre que me enseñaba tenía poder; sin
embargo, me decía que él era infeliz y que no hiciera el pacto. No le
hice caso pues yo quería el poder. Mi madre había muerto. Mi padre
nos había abandonado. Me sentía muy mal con el mundo. Yo quería
obtener algo que me diera una razón para vivir. Yo no conocía a Dios.
Nadie me predicó, nadie me habló de Jesucristo hasta el día en que me
convertí. Solo escuché a 3 personas hablar de Jesucristo. Mi cuñado,
que se había convertido al cristianismo, fue 2 o 3 veces a mi casa y
cuando me veía haciendo brujería él solo me decía: –yo no creo en nada de
eso porque creo en Jesucristo, yo soy cristiano–; pero nunca me habló sobre la
salvación. La segunda persona que escuché fue a un hermano en Cristo
que le estaba hablando a mi hermano; yo solo escuchaba lo que él
decía, solo le hablaba de Dios. Luego más adelante escuche a un
misionero cristiano predicar a otras personas y yo de lejos le
escuchaba.
El día del pacto yo solo tenía la certeza acerca de la existencia del
diablo. Durante la ceremonia, sucedió algo muy curioso. Comenzaron
a aparecer unas señales en cruces al punto que mi entrenador se asustó
mucho. Las cruces eran grandes y se oponían a lo que nosotros
estábamos haciendo. Mi entrenador decía que Sambia (Dios) estaba
haciendo acto de presencia y que no estaba feliz con lo que estábamos
haciendo. Eso me aterró un poco. Terminó la ceremonia; ya tenía el
pacto con el diablo. Me dirigí a mi casa. Era de madrugada. Yo era tan
ignorante que no me quedé conforme con el hecho de solo haber visto
al diablo y de que no me hablara. Yo quería experimentar aún más.
Del lugar donde estaba a mi casa, había una distancia de 15 o 20
millas en bicicleta. Cuando ya me había alejado unas 3 cuadras, invoqué
al diablo –lo llamé por el nombre con el cual nos referíamos a él, el
cual no mencionaré pues es maldición pronunciarlo, solo diré que tiene
el nombre de María delante. Lo invocó y le digo: –si de verdad tú tienes
poder, yo quiero ver los demonios. Recuerdo que yo estaba llegando a una
loma muy empinada y vi algo sumamente aterrador. Lo primero que vi
fue que de repente se apareció a mi lado como un mono que venía
corriendo en cuatro patas. Realmente era un demonio. Cuando vi eso,
realmente me asustó. Él no se acercaba, pero tampoco se iba. A
medida que yo aceleraba, él también lo hacía. Quizá iba volando, no lo
sé. Seguí avanzando y llegué a una zona donde había un basurero. De
repente, comencé a ver montones de demonios aterradores parecidos a
los que había visto en el ritual del pacto. Luego, salí rápidamente del
basurero y fue cuando vi de nuevo al diablo. Yo solo seguí avanzando
sin parar. En ese momento, me faltaban 2 o 3 millas para llegar a mi
casa. Recuerdo que iba a toda velocidad; nunca había estado tan
asustado en mi vida. Era un miedo sobrenatural. Seguí avanzando por
una avenida importante, en ese momento no había autos en la calle
pues en aquel tiempo no había gasolina en Cuba. Avanzaba a máxima
velocidad y de repente visualicé a una pareja, un hombre y una mujer,
besándose en el medio de la vía. Yo me preguntaba si eran fantasmas o
si eran reales pues había muchas cosas en el camino. Comencé a tocar
el timbre de la bicicleta y la pareja no se movía; decidí pasar por encima
de ellos. A la velocidad que yo iba era peligroso esquivarlos así que
pasé entre ellos; eran espíritus. Pero no todo fue aterrador para la
gloria de Dios. Cuando estaba doblando en la esquina para llegar a mi
casa, vi un ángel de Dios. Un ser vestido de blanco, muy hermoso, no
se veía diabólico. Sin embargo, eso no me quitó el susto. Estaba tan
aterrado que llegué a mi casa, dejé la bicicleta tirada afuera, entré a mi
cuarto, me cubrí con la sábana y me quedé profundamente dormido.
Esa fue mi iniciación en ese mundo.
Tiempo después, el que me entrenaba tenía que irse del país lo que
implicaba que la estatua diabólica tenía que quedarse conmigo. Mi
entrenador profetizó la hora y el día exactos en que se iba a ir del país y
así fue. Cuando él dijo esa profecía, yo no le creía pues era imposible
salir del país. Así pues, él me encargó sus labores. A partir de este
momento comenzó una situación muy difícil. Mi vida cambió por
completo. El diablo me dio poder y dinero. Yo tenía tanto dinero que
llegaba a un restaurant con mi esposa e hijos y yo rentaba todo el
restaurant para nosotros. Cada vez que ellos iban a almorzar, nadie más
podía estar allí. Incluso yo tenía un guarda espalda. Comencé a hacer
negocios con obras de arte pues había aprendido ese negocio tiempo
antes. Coleccionaba obras de arte de cristales firmados, porcelana,
bronce, entre otros. Me comenzó a ir muy bien en los negocios, pero
muy mal en mi vida. Mi vida era desastrosa; tenía un sufrimiento
espiritual: nunca estaba en paz. Jamás estaba en paz ni de noche ni de
día. Me llevaba mal con mi esposa; aunque nos queríamos, no había
felicidad. Yo me dedicaba a romper el dinero porque el dinero no me
daba felicidad. Mi esposa y yo no nos poníamos de acuerdo en
comprar cosas y yo terminaba rompiendo el dinero. En un día yo me
ganaba 300$ otro podía ganar 2mil $. Tenía mucho dinero. Sin
embargo, mi vida era un desastre. Yo no quería vivir. Cuando tomé la
estatua diabólica y la llevé a mi casa, mi vida se acabó.
Cuando la estatua negra llegó a mi casa, los milagros comenzaron.
Y en este punto alerto a los hijos de Dios pues el diablo hace milagros
reales, asombrosos; el diablo hace ver a sus servidores como un profeta
o siervo de Dios. Yo vi profecías cumplirse de manera exacta. Yo veía
el futuro de personas desconocidas que me consultaban. Veía sus vidas
como en una pantalla. Las personas quedaban atónitas. De todas partes
de Cuba, traían a mi casa niños con leucemia, tumores; había niños que
llegaban al hospital para ser operados y les decían que ya se habían
curado; incluso el diablo hizo un milagro a través de mí a una persona
importante: un familiar del difunto Fidel Castro. Indudablemente no
todas las profecías y milagros vienen de Dios. Hay que discernir.
Mi abuelo materno fue combatiente de la Sierra Maestra, de la
revolución de Fidel Castro, por lo que conocía a muchos generales. Él
conocía a la familia de Fidel Castro. Un día mi abuelo llega a mi casa y
me dice que él también tenía creencia de hechicería y que nunca me
había inculcado nada por respeto a mis padres. Desde que yo hice el
pacto, él se comenzó a atender conmigo. Luego mi abuelo me
comentó sobre el familiar de Fidel Castro y me dijo que lo había
llevado a varios hechiceros y que nada había funcionado. Me dijo: –si tú
funcionas, esta gente te puede dar una casa; esta gente puede cambiar tu vida. Sin
dudarlo, acepté ir. Nos dirigimos a la mansión donde vivía la familia de
Fidel Castro. Finalmente, conozco a la persona. Era una persona que
estaba en silla de ruedas porque le dio un derrame cerebral. Esa
persona tenía años en esa condición, ya había recurrido a muchos
médicos y hechiceros. Recuerdo que me subestimó por ser tan joven,
se rio de mí. –Si he ido a los viejos y no me han levantado–dijo–, cómo me va a
levantar este. Simplemente él no sabía que yo tenía un arma diabólica
secreta. Hicimos el rito y listo; se levantó de la silla. Sin duda, yo era un
hijo del diablo. No era ningún profeta de Dios.
Continuaban los milagros. Mi vida iba floreciendo en el ámbito
religioso; sin embargo, yo me quería morir. No tengo las palabras para
describirlo. Religiosamente yo estaba bien: tenía dinero y fama al punto
de atender a la familia de un presidente. No me regalaron ninguna casa,
pero me pagaron muy bien. Seguí atendiendo a personas que venían
recomendadas por la familia de Fidel Castro. Yo no indagaba si eran
familiares de él para evitar cualquier inconveniente. Solo sabía que me
sentía muerto por dentro. Nada me producía alegría. Yo estaba
experimentando un sufrimiento indescriptible: un sufrimiento del alma;
estaba muerto espiritualmente. Recuerdo que yo me encontraba muy
delgado y enfermo; tenía una enfermedad intestinal (tenía los intestinos
inflamados y sufría dolores muy fuertes) que me causaba diarreas
crónicas, yo no absorbía el alimento. En otras palabras, el diablo le
hacía milagros a la gente, pero a mí no. Yo estaba demasiado flaco –no
llegas a diciembre, te vas a morir– solían decir las personas cuando me
veían, y me lo decían en noviembre; no en enero. Mi padre, médico
famoso en Cuba, me internó en muchos hospitales; me vieron los
mejores especialistas, nada funcionaba pues era una enfermedad que
no tenía cura. Tenía que lidiar con eso para siempre. Yo estaba
enfermo, destruido por dentro pero el diablo les hacía milagros a otros;
él me pagaba con dinero. Todos mis artefactos de brujería estaban
llenos de cadenas y anillos de oro que las personas daban como
ofrenda, así como billetes de 50 y 100 dólares. Daban grandes
ofrendas. En ese tiempo era una gran cantidad de dinero en Cuba.
Aprendí muchas cosas del mundo de las tinieblas (cómo
funcionaba el santoral católico, la hostia católica- el kunankisi). Yo le
hacía la obra de hechicería a todos los clientes con el santoral católico
el cual lo trabaja de espalda. El diablo era solo para mí y para cosas
muy específicas. Nadie se consultaba con él; es decir, el diablo no hace
la brujería sino el santoral católico. Las prendas de palo se usan solo
para guerras entre brujos y cosas parecidas pero la fuente del poder de
la brujería y hechicería es la iglesia católica. Un brujo no puede ser
brujo si no cree en el catolicismo. No importa que sea católico o no;
tiene que creer en los santos católicos. Por esta razón digo con
propiedad que la iglesia católica es el centro de operaciones de todo
brujo.
A partir de este momento, comenzó la “guerra” contra Dios.
Comencé a “guerrear” contra Dios. Empecé a ir con mis discípulos (a
los cuales humillaba y hacían todo lo que yo les mandaba) a las iglesias
cristianas evangélicas a burlarnos de Dios, a sabotear el servicio –
nunca a una iglesia católica. Sin embargo, no podíamos durar mucho
tiempo allí dentro y no lo entendí sino más tarde. Durante mi
conversión, me preguntaba la razón por la cual el diablo me enviaba a
burlarme a una iglesia cristiana y a hacer brujería a una iglesia católica.
Yo no lo entendía. Comenzó pues una “guerra” contra Dios y (para la
gloria de Dios) al mismo tiempo comenzaron las visiones de Jesús.
Cada vez que caminaba por la calle o miraba por la ventana de un
autobús (siempre ocurría fuera de mi casa) y yo miraba hacia una
dirección, veía el rostro del Señor Jesucristo (siempre el mismo rostro;
nunca vi el cuerpo). Yo tenía un método para eliminar esas visiones
que consistía en cerrar los ojos y cuando los abría ya no estaba. Todo el
tiempo tenía esa visión. Yo decía que él me perseguía, pero no para
salvarme sino para amenazarme por lo que yo estaba haciendo; yo
pensaba que Él me estaba diciendo te voy a liquidar algún día. No era una
imagen, era el rostro de una persona. Esa situación me estaba
atormentando. Pasa el tiempo y un tío mío, periodista muy famoso
laureado con un premio en España, me pidió que escribiera sobre
brujería. Comencé a escribir y a publicar en los periódicos de Miami
(New Herald, el Diario Las Américas); enviaba los escritos por fax pues yo
vivía en Cuba. Entonces escribí un libro sobre brujería, especialmente
sobre el culto satánico. Mi tío se fue para España. –Termina el libro,
envíamelo, lo vamos a publicar en España y nos repartimos las ganancias del libro–
me dijo. En ese libro revelaba muchos secretos, posiblemente luego de
su publicación los brujos me hubiesen asesinado. Sin embargo, yo
quería publicarlo. Finalmente, terminé de escribir el libro. Siempre digo
que, si yo hubiese publicado ese libro, el Señor no hubiese tenido
misericordia de mí; afortunadamente, gracias a Él no lo publiqué.
Yo no fui salvo porque alguien me predicó ni porque participé en
una campaña en una iglesia. Fui salvo porque Jesucristo se apareció
ante mí. Eran al alrededor de las 7 u 8 de la noche (aproximadamente a
los 15 días de haber finalizado el libro), yo estaba en el cuarto sentado
en una silla, recostado a una pared, fumando una pipa con tabaco y mi
esposa estaba acostada en la cama; ambos hablábamos. Frente a mí se
encontraba el espacio para una puerta que habíamos abierto para
agrandar la casa (todavía no tenía puerta). De repente, el Señor
Jesucristo se apareció en la entrada de la puerta; era su rostro y parte
del cuerpo. Era tan grande que la entrada de la puerta era del tamaño
de la mitad de su cuerpo y era tan ancho que no se le veían los brazos
pues Él estaba del otro lado de la cavidad de la puerta; solo se veía el
tronco y la cara que también era más grande de lo normal. En ese
momento, hice mi táctica para eliminar la visión. Cerré los ojos y
cuando los abrí, todavía estaba allí. Tuve el susto más grande de mi
vida. Eso fue aún más aterrador que la vez que le dije al diablo que me
enseñara sus demonios. Cuando abrí los ojos me di cuenta que no se
iba a ir y pensé viene a ajustarme las cuentas; no fue una experiencia
agradable. Todos los huesos del cuerpo temblaron, los pelos se me
pusieron de punta. Fue una terrible sensación. Él habló rápidamente,
me dijo: –hijo, ábreme tu corazón, yo te amo. Fueron sus únicas palabras.
Yo volví a cerrar los ojos y como tenía mucha saliva en la boca (pues
del susto, me había dejado la pipa en la boca) giré la cabeza a un lado
para escupir y cuando lo hice lo vi de nuevo. Eso me confirmó que la
visión había sido real. No solo fue una visión; fue totalmente audible.
No se trató de una voz en la mente. Pude escucharlo. Mi esposa no
escuchó absolutamente nada. Ella no se enteró de lo que había
sucedido; yo no le dije nada. Esta experiencia cambió mi vida por
completo.
Todo lo que el diablo me había dicho de Dios era negativo.
Además, me había contado historias terribles. Esas historias las veo
hoy en internet sobre extraterrestres y sobre otras cosas similares.
Todo eso me lo contó el diablo antes de que existiera internet de
manera masiva como es ahora. Él es el que inspira todas esas historias
absurdas de internet; muchas de ellas estaban en el libro que escribí. Él
quería usarme para divulgarlas antes de que salieran en internet.
Sin duda alguna, las palabras de Jesucristo quebrantaron mi vida.
Sentí que algo en mí cambió. Luego transcurrió como una semana,
quizá fueron más días, solo sé que no fue un periodo ni tan corto ni
tan largo; en fin, transcurrió una semana de tribulación sin decirle nada
a mi esposa acerca de lo sucedido. En esa semana, comencé una
discusión con el diablo. Fui a la habitación donde yo lo tenía para
conversar con él. –Tú me contaste que Dios odiaba a la humanidad; me
contaste un montón de cosas, pero todo eso es mentira– le dije.
Recuerdo que, a partir del momento de la visión, no dejaba de
pensar en estas palabras: El diablo es mentiroso. Las tenía en mi mente día
y noche. Ahora comprendo que era el Espíritu Santo que me hablaba.
Viví con ese tormento durante esa semana el diablo es mentiroso, el diablo
es mentiroso, el diablo es mentiroso. El diablo me dijo “Yo también creo en
Dios –¿Tú crees en Dios? Le respondí–¡Claro que creo en Dios! –
¿Cómo que tú crees en Dios? –¡Claro! Ve a una iglesia católica y busca
agua bendita y échala en todas mis cosas para que tú veas que yo creo
en Dios. Pero la voz en mi cabeza se repetía constantemente el diablo es
mentiroso, el diablo es mentiroso. En ese momento entendí que todas las
brujerías yo las hacía en la iglesia católica. Todas. Y fue cuando le dije:
–no, tú eres mentiroso. Recuerdo perfectamente estas palabras que
guardaré hasta que parta con Cristo: –tú eres mentiroso; la iglesia católica es
tuya. Esas fueron mis palabras a pesar de no conocer el cristianismo. –
La iglesia católica es tuya. En este momento fue que diferencié a Dios del
diablo. Sin embargo, yo no sabía qué hacer todavía; yo esperaba que el
Señor Jesucristo me dijera qué tenía que hacer. No le dije como Pablo:
–Señor, qué tú quieres que yo haga. No le pregunté eso. Yo no sabía nada
del cristianismo, yo solo había visto a Cristo; no conocía nada acerca
de una religión cristiana. Decidí botar todos mis artefactos de brujería.
Boté anillos de oro, anillos muy valiosos, aretes de diamante de mi
esposa, boté la silla donde me solía sentar para fumar…boté todo lo
que había dedicado a la brujería, en fin, boté riquezas; yo no quería en
mi casa nada que me recordara todo lo que hacía.
Luego de botar los artefactos de brujería, me acordé del libro que
había escrito, yo le decía “el libro del diablo”. Solía guardarlo debajo de
mi colchón; nadie sabía que yo lo guardaba allí. Cuando fui a buscarlo
para botarlo, ya no estaba. Desde entonces he pensado que Dios se lo
llevó. Nunca más supe del libro.
Esos días fueron de mucha tribulación. Tenía mucho temor
porque yo pensaba que el diablo me iba a matar. Lo único que yo
quería era la salvación de mi alma; estaba realmente angustiado. De
repente, por inspiración de Dios, me arrodillé y dije: –dice tu Palabra que
el que creyese que Jesús es el Hijo de Dios, que Tú viniste a morir por nosotros, que
moriste en la cruz del calvario y resucitaste al tercer día será salvo. En ese
momento sentí que se rompían cadenas en todo mi cuerpo. Cadenas
que antes no sentía; luego de esa oración sentí cómo se rompieron. Mi
esposa aún no sabía nada; en ese momento ella estaba visitando a la
familia de mi tío el periodista. Luego de hacer la oración me acerqué a
la casa y llamé a mi esposa; –haz tú lo que quieras, pero yo me voy con Cristo–
fueron mis palabras. Ella era hechicera de la santería. Ella solo me
decía: –Tú estás loco –Tú haces lo que tú quieras, pero yo me voy con Jesucristo.
Acepté a Jesucristo en mi cuarto por inspiración de Dios. Sin la
ayuda de algún cristiano. Yo no sabía nada acerca de eso. Cristo me
inspiró a hacerlo. Yo había leído muy poco sobre los libros apócrifos
de la Biblia; el demonio me mandaba a leer los deuterocanónicos,
especialmente el libro de Tobías. Yo pensaba que el diablo me iba a
matar; yo solo quería salvar mi alma. Yo no pensaba que iba a
sobrevivir. Yo había visto cómo el diablo mataba a mucha gente así
que lo mismo me podía suceder. Comencé a buscar afanadamente una
iglesia. Yo me negaba a ir a una iglesia católica pues es del diablo, allí
no podía ir. Los testigos de Jehová simplemente no me caían bien. De
repente, me acordé de la iglesia a la que iba a burlarme. Esa iglesia era
pastoreada por una hermana en Cristo y su esposo era pastor de otra.
Un día miércoles, llegué a esa iglesia desesperado. Me quedé parado en
la puerta. Había una casa y detrás estaba la iglesia. En ese periodo, la
religión cristiana evangélica estaba prohibida en Cuba por lo que no se
podían construir templos. Me recibe la hija de la pastora, –necesito una
iglesia –le dije. Yo pensaba, arraigado en la idolatría, que necesitaba
estar dentro de una iglesia para estar protegido. Yo no sabía que Dios
es omnipresente; no sabía que a partir de la oración yo había sido lleno
y sellado por el Espíritu Santo. La muchacha me responde que no
había servicio ese día y yo quedé atónito; ahora sí, de este día no paso–
pensé. Yo me sentía muy mal. Sentía unas luchas espirituales en mí
indescriptibles. Aquello era espantoso. No era para menos, el diablo
me quería usar para escribir un libro, tenía una prenda de él que databa
de varios siglos (la cual boté). El diablo quería vencerme, pero no pudo
porque el Señor me protegió en todo momento. La muchacha, al ver
mi gran desesperación, me indica que hay otra iglesia (la que
pastoreaba su papá) que sí tenía servicio ese día. Me fui a mi casa. Mi
esposa estaba acostada fumando tabaco en un sofá frente a los
artefactos de brujería. Arreglé a mis hijos y nos dirigimos hasta aquella
iglesia.
Cuando entré por la puerta, las personas quedaron pasmadas del
terror, casi se desmayaban. Allí todos me tenían miedo porque donde
yo vivía, cada vez que se perdía un perro o gato, todos pensaban que
yo lo había sacrificado.
Recuerdo que tiempo antes de mi conversión, vi por primera vez
que el diablo le temía a Dios y a los hijos de Dios. En el periodo de la
“guerra” contra Dios, íbamos a las iglesias a burlarnos, le hablábamos a
los cristianos para que dejaran de serlo (hoy día tengo pesar porque
hice que un cristiano se apartara de Dios; esa persona actualmente es
un brujo). Un día llegué a una esquina con un discípulo y veo que hay
un cristiano, aproximadamente de 25 años, que le estaba hablando a
unas personas de manera muy decidida. Esa esquina era la esquina
céntrica del barrio. Todos íbamos por la noche a sentarnos allí a
conversar. Cuando lo observé inmediatamente pensé que era el
momento perfecto para atacarlo. Yo solía hacer conjuros para hacerles
daño; inclusive a cristianos falsos (porque después me enteré de que
andaban en adulterio) a los cuales yo sofocaba. Ellos iban a mi casa a
hacer algunas reparaciones y yo me divertía con sofocarlos; yo hacía
que se sintieran mal, incluso a un pastor que luego supe que andaba en
adulterio. Tenía la intención de hacer lo mismo con el muchacho de la
esquina el cual era un misionero. Para la gloria de Dios, no era un
cristiano falso sino un verdadero servidor de Dios. Mientras me
acercaba, el diablo inspiró a mi discípulo quien dijo: –oye, dice el diablo
que no te metas con el ungido de Jehová. El diablo sabía que ese misionero
era un cristiano de verdad. Yo, guiado por mi soberbia, no le hice caso.
Me acerqué al muchacho y le pedí que me hablara sobre la Palabra,
mientras él hablaba yo hacía conjuros en mi mente. Me di cuenta que
no funcionaban los conjuros. Además de eso, el que se comenzó a
sentir mal fui yo. Fue una sensación extraña pues cuando me acerqué a
aquel hombre, sentí que ya no tenía ningún poder. Yo siempre sentía
algo a mi alrededor; cuando me acerqué a ese hombre, por primera vez
en muchos años, me sentí yo mismo. Quedé sorprendido. El poder del
diablo no se podía acercar. El diablo huyó. Esa fue la primera vez que
yo vi que el diablo temía a Dios y no solo a Él sino a los hijos de Dios.
Eso marcó mi vida para siempre. Me di cuenta que ni el diablo ni yo
podíamos dañar a los verdaderos creyentes. El diablo desapareció, salió
huyendo cuando me fui a acercar a aquel hombre porque era un
creyente verdadero. A los falsos, el diablo los sofocaba; incluso al que
yo saqué del cristianismo, ese era un creyente falso. El diablo le dio
muchas mujeres, él simplemente prefirió la carne. Cuando me convertí,
traté de hablarle, pero él no me quiso hablar; no me quería ni ver
porque yo representaba un pesar para él. Pienso que él veía que
habíamos cambiado de papel. Hoy día él es un brujo.
–Yo soy cristiano– dije al entrar. Las personas comenzaron a alabar a
Dios. La vecina de enfrente, quien se congregaba allí, se acercó y me
dijo que siempre había orado por mí y mi familia. Ella siempre fue
servicial con nosotros; cuando faltaba el agua en Cuba (por alguna falla
en el sistema) siempre íbamos a la casa de la vecina a buscar agua.
Luego, el misionero al que yo quería atacar me preguntó sobre mi
conversión; le dije que había hecho una oración. –¿Quisieras hacerlo
públicamente? - me dijo. –Sí, yo quiero. Hice la oración de fe.
Cuando me senté, lo primero que vi fue un letrero en una ventana
que decía cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y toda tu casa. Eso me
llenó de mucha esperanza. Era un servicio de oración; y en el
momento de decir los motivos de oración dije –yo pido que también mi
esposa tome la decisión que yo he tomado. El Señor actuó inmediatamente
solo por su gran misericordia. Me fui a la casa. Cuando llegué, mi
esposa todavía estaba acostada fumando, –bota todas esas cosas también–
me dijo– que yo también me voy con ustedes para la iglesia. Pasaron 3 días, me
invitaron a predicar en esa misma iglesia. En ese momento, yo sabía
que mi testimonio iba a impresionar a las personas porque yo era un
brujo converso. Yo sabía que el pastor solo quería que la gente viera
que realmente me había convertido. Yo hice la confesión de fe en esa
iglesia, pero yo quería congregarme en la iglesia donde yo me había
burlado de Dios. Prediqué de Santiago: la fe sin obras está muerta. Yo
no sabía nada de la Biblia. Mientras yo hablaba, vi que todo el mundo
estaba orándole a Dios, arrepintiéndose. Me sorprendí porque vi el
poder de Dios. Eso me gustó muchísimo más que todo lo que había
visto en las tinieblas. Finalizó el culto. Me voy con el pastor quien no
dejaba de alabar a Dios porque la gente se había arrepentido; el
Espíritu Santo había obrado. Yo sentía mucha alegría. A los días, me
invitan a otra iglesia a dar el testimonio; hago un resumen del mismo y
me enfoqué en predicar; que era lo que realmente me interesaba.
El Señor me sanó en un día todas mis enfermedades. Me curó la
enfermedad crónica del intestino. Recuerdo que, si me sentaba, yo no
podía estar encorvado, yo tenía que echarme hacia atrás para estar lo
más recto posible sino me daban dolores muy fuertes. No podía
comer, tenía terror de comer. Luego de mi conversión, pasaron hasta
tres meses y seguía con la enfermedad. Yo pedí oración; yo sentía que
Dios me sanaba, pero al otro día volvía la enfermedad. Era una sanidad
intermitente. Yo no me sentía bien con eso. Un día busqué a mi esposa
a un servicio pentecostal. Nuestra iglesia no era pentecostal, sino que
era parecida al movimiento de santidad. Cuando llegué, un pastor
estaba orando y escuché que dijo –y yo creo que ya está hecho. Dios me
habló mediante esas palabras. Esa fue una de las primeras veces que
sentí la voz del Espíritu Santo. Sentí la voz de Dios no audible sino en
mi mente. Me dijo –mientras que tú creas que yo voy a hacer las cosas, yo no las
voy a hacer. Tú tienes que creer que ya yo las hice porque yo soy eterno, yo no tengo
nunca mañana, para mí todo es ayer; ya todo pasó. Mañana hay para ti, pero para
mí no. Yo estaba desesperado porque se acabará el servicio. Me fui con
mi esposa para la casa. Entré a mi cuarto me arrodillé y oré: –Señor
Jesús, yo te pido que Tú me sanes en el nombre de Jesús. Amén. Yo creo que ya tú
lo has hecho. En ese momento la enfermedad desapareció. Fue un
milagro real. Lo que no había hecho el diablo; lo hizo Dios en un día.
Luego de 3 meses me bauticé; conmigo hicieron una excepción ya
que mi congregación y muchas otras tenían la regla de bautizar a los
creyentes al año de su conversión para evitar los falsos conversos. La
congregación tenía que ver tu desempeño constante en la iglesia
durante un año para que te permitieran bautizarte. Finalmente, luego
de mi bautizo, comencé a ir con mi pastor al seminario y a servir a
Dios hasta el día de hoy. Nunca más entré a una iglesia católica.
Solo me queda decir que Cristo es la vida. Su infinita misericordia
me rescató de las tinieblas. Hoy sé que el diablo no tiene poder sobre
mí. Estoy sellado por el Espíritu Santo de Dios. Hoy soy un hijo de
Dios.
El dilema de saber lo que otros no saben
Dicen que el “ignorante es feliz”. En cierto modo, ahora
comprendo que tener tanta información puede llegar ser un peso por la
gran responsabilidad y dificultad que implica esparcirla, especialmente
con tantas herramientas del diablo para confundir y usar todos los
medios posibles para alejar al hombre de la presencia de Dios. Pero no
me importa cuánto cueste. La humanidad tiene que estar alerta a todas
las falsas historias que se han creado para alejar nuestros corazones de
la verdad, de la luz de Dios. Mi vida puede que corra peligro, no sólo
porque abandoné el satanismo, sino porque ahora me dedico a
advertirle a la humanidad con estos testimonios sobre los planes del
diablo. Realmente todos corremos un inmenso peligro al final de
cuentas, así que quedarme pasivo e inactivo ante lo que se avecina no
resuelve nada.
En esos infames años en que llegué a ser satánico fui testigo de
secretos y planes que hoy en día están tomando su curso entre todos
nosotros y que se disfrazan de teorías conspirativas, de testimonios, de
hipótesis, de cuentos de camino que toman poco a poco cierta fuerza
entre los hombres. Estas teorías conspirativas generan una gran
desconfianza de todos, creando hombres escépticos que al final no
creen en la verdad cuando la tienen ante sus propios ojos, pasando a
ser presa fácil para el diablo, alegre de ver que sus planes van
permeando nuestras almas. Todo se va convirtiendo en “debatible”,
hasta el mismísimo rayo de luz que viene del sol hasta nuestra piel.
Hechos superados hace tanto tiempo como que la tierra es esférica,
ahora son centro de “debates”, que realmente son distracciones
“mínimas” para muchos, pero un buen ejemplo de cómo los débiles
son usados para crear polémica y caos en comunidades o, de forma
más masiva, en las redes sociales.
En muchas oportunidades tuve revelaciones directas del diablo.
Aún mi cuerpo recuerda con traumas la sensación de quedarme casi a
ciegas, los ojos cerrados involuntariamente, irritados por completo,
llenos de lágrimas que causaban la ceguera incesante. Era una ceguera
que aparecía lenta pero precipitadamente cada vez que el diablo se
presentaba con alguna revelación, asignando alguna misión y
entregando alguna parte de sus intrigantes planes para que, cual
súbditos, fuese a cumplir sus órdenes.
Durante la ceguera de las revelaciones, pude llegar a abrir los ojos,
lleno de curiosidad por ver al ente que aparecía ante mí. No sé si en ese
entonces era por la adoración esclavizante en la que me encontraba,
pero tenía curiosidad de saber siempre más al sentir la inminente
llegada de este ente. Aunque fueron incontables las veces que lo
intenté, sólo pude abrir mis ojos un poco, sin éxito para ver un rostro.
Mi cabeza quedaba fija hacia abajo y el picor junto a las lágrimas
inundaban mis retinas, nublando la visión. Lo único que alcancé a ver
fueron las piernas de este hombre que se acercaba hacia mí, con
pantalones negros ajustados al cuerpo y botas hasta las rodillas.
Su voz retumbaba en mi mente y no parecía salir de él, sino estar
dentro de mi cabeza, con voz ensordecedora, hablándome mientras él
permanecía de pie, mirándome como a un esclavo que no tiene opción
a preguntar, dudar, cuestionar ni pensar. Yo, inmóvil, incapaz de
siquiera subir la mirada y sumiso, con desespero e impregnado en
sudor por el desespero en los primeros momentos. Con los años, pasa
a ser una normalidad la sensación de ese poder sobre tu ser y quedas
adiestrado a la sumisión sin preguntar, sin dudar, sin cuestionar, sin
pensar... Escuché en estas revelaciones cómo eran los planes del
diablo, qué quería que hiciéramos, e incluso su insatisfacción con los
satánicos, a quienes les quitaba la vida cuando le venía en gana,
alimentándose de su esencia como con un caramelo. El diablo siempre
ha estado insatisfecho con el satanismo, ya que se había creado una
especie de iglesia en su nombre en Estados Unidos y en otras partes
del mundo, pero esa idea no había nacido de él, sino que nació de los
hombres, lo que creó una idea muy obvia para el mundo sobre el
satanismo al aislarse de la sociedad en sus sectas. El diablo no quería
una religión nueva para él. Seguramente, algunos han notado que en
los 80 y 90 hubo noticias en diferentes partes de la región sobre sectas
y que ahora es como si no existiesen grupos satánicos. ¿Han
desaparecido y por eso ya no hay noticias al respecto? No, realmente.
La verdadera intención del diablo es usar las religiones ya existentes
para tener a la humanidad sumida en adoración a él, incluso sin que lo
notemos.
El plan del diablo siempre ha sido tomar el control sobre las
religiones y sacar provecho de ese poder para apartar al hombre de
Dios, pero no de una manera obvia, sino desapercibido, tan rastrero y
vil como se le describe desde la antigüedad. Dicen que “no hay peor
enemigo que el que trae rostro de amigo”. El diablo busca entonces
recibir adoración de los hombres con las falsas religiones, falsas
imágenes, pervirtiendo las cosas para apartarnos de la luz y el amor
infinitos de Dios.
Entonces, ¿cuál es realmente su fin último? Crear el reino del
Anticristo, profetizado por la misma Biblia que anuncia que Cristo lo
vencería. Sin embargo, el diablo tiene la convicción de que esto último
no ocurrirá, porque su arrogancia lo hace creer que él será el dueño de
una forma de pensar única, con la cual recibirá toda la adoración de la
humanidad y reinará en el mundo, incluso sin necesidad de sectas ni
grupos. Es por esto que se aprovecha de las falsas religiones y usa en
nuestros tiempos las teorías conspirativas que tanto circulan en internet
y en muchos medios, con hipótesis y cuentos ficticios que se toman
por sentado como posibles verdades… Y al darles a estas mentiras el
beneficio de la duda, el diablo va ganando más y más espacios en los
hombres que se alejan poco a poco de la convicción de que Dios
existe.
De hecho, la estrategia del diablo ha mutado con los años y éste
ha notado que lo más efectivo para ver el mundo sumido en caos y
poder destruir las bases de Dios en el mundo, es apoderarse de la
consciencia de aquellos escépticos débiles que se ven manipulados
fácilmente con discursos contra Cristo por los errores de hombres
corruptos. Algunos se ven atraídos por discursos de justicia social y no
todos tienen malas intenciones. El problema es que su debilidad e
irracionalidad los lleva a celebrar con el más vil de los odios el incendio
de templos y a justificar el asesinato de creyentes bajo el argumento de
“las religiones traen guerras”. En otras palabras, juzgan a Dios por los
errores y pecados de otros hombres.
El diablo suele usar nuestras propias creaciones en nuestra contra.
Es por eso que las falsas religiones son una de sus herramientas
principales para sumar adoración a él. Pero uno de los métodos que
más le gustaba repetirnos era la idea de crear estas teorías de
conspiración que dicen que el hombre no viene de Dios, sino de las
estrellas, de extraterrestres que nos crearon y nos dieron vida en este
mundo, como humanoides aburridos que querían jugar a la creación.
Escuché de estas estrategias por primera vez hacia 1990, cuando el uso
del internet no estaba tan proliferado en el mundo y la información,
cierta o falsa, no llegaba al nivel de viralización y a la velocidad con la
que viaja en nuestros tiempos. El diablo está determinado a usar
nuestras propias ideas, nuestra creatividad, nuestro ingenio, nuestras
intenciones, incluso las buenas, y usarlas en nuestra contra,
disfrazándose de chistes, de humor, con un poder de atracción que se
traduce en “likes” y “corazones” en las redes, generando matrices de
opiniones confusas, con medias verdades que atrapan a un gran
número de personas en todos los continentes. Como dije antes, estas
incesantes ganas de que todo sea “debatible”, buscando cualquier
ángulo para ridiculizar cualquier tema, por más serio que sea, son la
forma más sencilla que tiene el diablo para apoderarse de la
humanidad, llena de tanta ansiedad y hambre de aceptación en estos
tiempos tecnológicos, tiempos de pantallas y teclados en los que el
odio al prójimo marca la pauta muchas veces.
Entre las mentiras predilectas del diablo se encuentra el engaño de
que Dios es alienígena, pero también la idea de que los ángeles son
entes de especie reptiliana, enviados al mundo a vivir entre nosotros
para vigilarnos; personajes tomados de la Biblia de forma manipulada
para engañarnos. Poner a Dios como un ser tan tangible y simple
como un humanoide de otro planeta que tiene “superioridad” a
nosotros por tener más evolución, nos hace perder la fe, el respeto y la
creencia de lo que Dios es: omnipotente, omnipresente, intangible,
habitando dentro de nosotros, creador del Todo. Pero la mentira más
útil para el diablo y la que más le gusta utilizar en nuestra contra es ese
relato que lo pone a él como un igual ante Jesucristo.
Esta historia el diablo me la revelo para que yo la escribiera en un
libro que me mando a escribir durante mis años de satanista y el cual se
iba a publicar en España, pero por la gracia de Dios. Cristo me rescato
días antes de enviar el libro a Europa.
Según esta historia, el diablo era hermano de Jesús, ambos hijos de
Dios y con igual poder, creados en una estrella muy lejos de este
mundo. En esta historia, los hombres fueron creados por el diablo, no
por Dios y su omnipotencia. El diablo habría creado a los hombres
para educarlos. Les enseñó de todo, desde usar el fuego, cómo
alimentarse, cómo procesar los alimentos, cómo cultivar, en fin, les
concedió la inteligencia y el saber. Jesús vio el éxito del diablo con
envidia y habló en su contra ante Dios, quien le creyó y terminó
desterrando y separando al diablo del hombre.
Obviamente, cuando vemos historias similares a esto último en las
pantallas del cine o en televisión, se relata de forma sutil para que la
gente crea que su conclusión e interpretación fue producto de su
propia inteligencia y no una manipulación de esa producción. Si
llegásemos a preguntarle al creador de estos relatos qué los inspiró,
seguramente se resguardarán en el nicho de “creatividad” y el poder de
la “reescritura” de las historias que conocemos. Es una trinchera de la
cual nadie los podrá sacar y que ciertamente cualquiera podrá justificar
y validar. Ahí es donde el diablo sonríe y les aplaude a sus súbditos,
sean estos conscientes de lo que han hecho o no, ya que, a fin de
cuentas, una nueva vertiente del relato fue efectivamente creada y una
gran cantidad de personas, incluso buenas personas, terminan alejadas
de Dios.
Esta falsa historia del diablo como el “educador” que fue
desterrado ha sido abiertamente difundida por todos los medios y a
través de diferentes formatos: películas, libros, programas de televisión,
revistas, libros filosóficos, falsos eruditos y hasta relatos ficticios con
otros personajes, pero que siembran un concepto y una idea que nos
alejan de Dios y nos condicionan a ser usados por el diablo. ¿Ha sido
efectivo? Es notable que hoy en día está de moda apostarle al villano y
el héroe que busca la moral empezó a decaer en popularidad para ser
reemplazado por la figura de un antihéroe que tiene conflictos morales,
que mata, que tortura, quizás selectivamente a otros malos, pero que al
final tiene el alma corrompida por los actos que los mandamientos
recriminan claramente. Esta figura termina siendo el ideal, el modelo a
seguir y, aunque no seamos capaces de hacer las mismas acciones
nosotros mismos, ni matar, ni robar, ni estafar, terminamos con el
alma refractada a partir de nuestra creencia en que lo mejor no es lo
“bueno” sino lo mediana y “aceptablemente” malo, como el antihéroe,
a quien alentamos con nuestra fuerza interna a seguir golpeando,
torturando y asesinando a esos personajes que odiamos porque tienen
“más” maldad y no nos gusta tanto como el que se encarga de darle
justicia con sus propias manos. Esto ha sido posible a causa de las
grandes corrupciones sistemáticas que vivimos en el planeta. Otro
punto a favor del diablo; hombres corruptos crean sistemas corruptos,
que a su vez multiplica los hombres corruptos y con visiones erradas
de la vida, creciendo débiles ante los planes del mal. La humanidad va
deseando poco a poco convertirse en ese antihéroe que reparte
“justicia” como verdugo a quienes odia.
En 1990 ni se usaba la palabra internet en la rutina cotidiana de
muchos hombres, especialmente en Cuba, de donde soy, pero ya este
medio y su potencial han estado en los planes del mayor estafador, el
diablo, quien notó su potencial masivo desde antes de su nacimiento
en 1983. Cuando poco o nada podíamos entender sobre esta arma de
comunicación masiva, el diablo reveló cuán necesario era para su meta
que sus discípulos dominaran el internet. Ahí han estado, disfrazados
de no sólo una ideología, sino de todas. Radicales de izquierda,
radicales de derecha, radicales religiosos, radicales ateos, defensores de
los pobres, defensores de los ricos; son amplios los frentes porque, al
fin y al cabo, al diablo no le interesa que prevalezca una tendencia
sobre otra, sino que se debiliten las bases ya existentes, cual gota de
agua que sedimenta la roca, constantemente, sin prisa, pero sin pausa.
No importa el color de la piedra, importa destruir la piedra en sí y
establecerse como el reemplazo engañoso de lo que conocemos. Un
espejismo que nos lleve a un estado de desconfianza de lo bueno casi
de manera indetectable, asegurando que llevamos nosotros mismo el
estandarte de lo “verdaderamente” bueno, no el otro, y por eso debe
ser atacado.
La meta del diablo es clara y una sola para él y sus discípulos con
estas estrategias infames pero que parecen tener su efecto ante la
humanidad: desviar la atención de los hombres para apoderarse de
nuestros corazones. Después de que estén estos en carencia del amor
de Dios y sin la convicción de que Jesucristo es realmente el hijo del
Señor Dios, creador del universo, se podría llegar a apoderar de
nuestras voluntades y dejarnos sumisos, inmóviles, indefensos, sin
pensar, sin dudar, sin cuestionar y con la cabeza inclinada, tal y como
me lo hacía a mi cada vez que era invocado o simplemente quisiese
llegar a poner todo en orden para su disposición. Aunque suene
irónico, el diablo quiere alejarnos de Dios para reemplazarlo y ser él el
único a quien adoramos para tener poder total sobre la raza humana.
Él quiere ser Dios.
En este punto, quizás se pregunten por qué tanto afán en
dominarnos, en reemplazar a Dios y en ser el único adorado. Es muy
complejo llegar a responder estas cuestiones con palabras, ya que el
inicio de esta batalla data desde antes de que la civilización fuese lo que
conocemos hoy en día. Es tan complejo que no existen palabras para
describir el montón de aristas, razones, intereses y orígenes de esta
maldad total que es el diablo y sus formas de pensar y de ser. Sin
embargo, en ese tiempo en que fui satánico y mi corazón no conocía
las virtudes, las bellezas y las grandes ventajas de conocer el amor de
Dios, llegué a entender dos cosas esenciales del diablo sobre por qué
tantas ganas de derrotar a Dios y por qué tanta insistencia en ser
adorado.
Primero, el diablo se nutre de nuestras almas. Es una forma
corrupta de agrandar su poder y seguir ocupando espacios. Así como
se suele decir que Dios vive dentro de nosotros, puede llegar a pasar lo
mismo con el diablo. No es muy creativo, en realidad. Más bien, es un
ente que busca apoderarse de métodos, herramientas ya existentes y
convertirlas en sus artimañas para su fin, que es lo que verdaderamente
le importa. Así como Dios no es un señor con barba tangible, ni un
extraterrestre, el diablo es una energía oscura que absorbe todo a su
paso, especialmente cuando no se tiene la protección y la gracia de
Dios. En ese espacio del corazón en que habita la ira, el rencor, la
venganza, el odio, ahí se refugia y va consumiendo el cuerpo y el alma.
Aunque éste tome la forma de hombre con ropa negra y botas al visitar
a sus súbditos, es sólo una forma de hacerse tangible ante nuestro
entendimiento humano y, de esa forma, atar a sus creyentes,
vanagloriándose en su propio poderío. El único argumento que no ha
cambiado en el diablo es repetir la pregunta de “¿has visto a tu Dios?”.
Una pregunta simple, de sí o no, pero con la cizaña y necesaria para
desarmar a quienes tienen potencial de caer en sus garras. Al responder
que no, esas botas y esos pantalones negros que te dominan con su voz
retumbante dentro de tu mente pasan a ser el todo y renuncias casi sin
opción a la luz.
En el momento en que alguien cae en la trampa, se llega a un
precipicio en el que pareciera que no hay vuelta atrás, o al menos eso te
hace creer, de forma que genera una dependencia, en la que la vida es
sólo posible a través de él y sus favores con altos costos, porque de lo
contrario temes que no hay una opción válida, pues la otra verdadera
opción pasa a ser increíble. Ni siquiera te crees digno de Dios. Ahí es
donde el Todopoderoso, creador del Universo, muestra su gran
perdón, que hay redención cuando hay arrepentimiento honesto
dentro de nosotros. Al llegar ese arrepentimiento, se quiebra la
oscuridad y da paso en la coraza del corazón satánico a una luz que
invade el ser y Dios tiende la mano para sacarte de las penumbras. Así
me pasó y así lo cuento hoy, con toda la disposición de sumar
luminosidad en el mundo.
La segunda razón por la que el diablo se dispone a controlarnos
tan incesantemente con el paso del tiempo, es porque sabe que la raza
humana es la creación predilecta de Dios, pues somos sus hijos y nos
creó a su imagen y semejanza. Esto es paradójico, pero el dolor del
diablo es no ser centro de atención, lleno de arrogancia y
egocentrismo. Por eso se le considera el ególatra por excelencia y está
muy dispuesto a sacarnos del camino de Dios para expandir la
existencia de su reino. Lo de imagen y semejanza no significa que Dios
sea un hombre, sino más bien quiere decir que todos tenemos la
esencia de Dios. De ahí que tantos filósofos griegos llegaron a pensar
que el hombre es bueno por naturaleza. Tuvieron que pasar cientos de
años después de los griegos hasta que se dijese, con cierta razón, que
“el hombre es el lobo del hombre”. Esta creencia se hizo posible por la
proliferación de la oscuridad y la corrupción en la humanidad. No es
que la maldad no haya existido antes. Es que el espíritu colectivo de la
humanidad pasó a una postura oscura, dominantemente con tendencia
hacia el individualismo sin prestar atención a la bondad y la
importancia de entender que somos hermanos, criaturas del mismo
Creador, quien nos da esta vida para que nuestra alma se nutra de
aprendizaje en el camino del tiempo. Hay filósofos y sobre todos
escritores bíblicos que, afortunadamente, han contrarrestado estas
posiciones, pero aún queda mucho por hacer y la lucha de la luz contra
el mal está en un terreno movedizo a causa de una frase vieja que se
apoderó del siglo XXI: “todo es relativo”; haciéndole poco o nada de
homenaje a lo que quiso decir Einstein, llevando esta frase al punto de
la absurda afirmación de que “es verdad que la verdad no existe”.
Estamos en la era de la prontitud, así que a muchos no les interesa
siquiera pensar en lo contradictoria que es esta frase.
La batalla es especialmente complicada por el hecho de que el
diablo se disfraza, se infiltra y siembra sus mensajes
“desapercibidamente”, detrás de la imagen de teorías y mentiras
repetidas incesantemente, creando una duda que, al invadirnos, nos
hace caer donde nos quiere tener: lejos de Dios. Es probable que la
batalla no termine estando yo con vida. Es probable que cuando
muera, la lucha continúe, como ha venido por tantos años. Sin
embargo, gran parte del sentido de la vida está en que seamos aliados
de Dios en este mundo y que prevalezca su amor y su luz dentro de
nosotros con nuestro libre albedrío. Aunque sea difícil, como ya lo dije,
no es imposible, porque en Dios todo se puede y su amor es la
protección más resistente y pura que hay.
La forma más digna de contribuir en esta guerra contra el mal es
no dándole espacios dentro de nuestros corazones para que no se
apodere de nuestra alma. El ser humano tiene tentaciones,
sentimientos, emociones que, si no logra comprender y controlar, lo
terminan dominando y alejando de Dios. Es imperativo entender y
aceptar que no todo lo podemos controlar nosotros mismos. Por lo
tanto, la fe en Dios es no sólo importante, sino necesaria para que la
lucha no sea una lucha, sino una victoria. Suena quizás fácil por esta
manera que tengo de resumir nuestro papel en el asunto, pero es
complejo y hermoso a la vez. La vida misma implica reconocernos a
nosotros mismos y a otros, y, lo que, es más, a nosotros en los otros.
No cabe duda que tendremos diferencias siempre y que de todo hay en
la villa del Señor, pero son esas mismas características distintivas las
que nos hacen tan infinitamente ricos en la esencia de Dios y tan
ligados a su amor. Recordemos que somos prójimos, hijos del Creador,
y por lo tanto somos también una familia que debe unirse con gratitud
y benevolencia para superar obstáculos como un equipo.
La palabra prójimo viene del latín, proximus, que quiere decir “el
más cercano”. Tomando esto en cuenta, notemos que los nombres y
apellidos, nacionalidades, idiomas y razas son formas de identificarnos,
de diferenciarnos, pero no la razón por la que debamos separarnos, ni
mucho menos atacarnos con la despiadada ira del que odia. La
venganza, el rencor, la ira, la envidia, son energías llenas de una carga
que terminan tensando nuestros cuerpos, desgastando nuestras mentes,
que nos quitan hasta el sueño o las ganas de comer en algunos casos.
Cosas tan básicas y quizás tomadas a la ligera por muchos, pero que a
la larga van cediendo y permitiendo el sedimento de esa gota diabólica
que se apodera de la humanidad entre engaños. Pero hay gente
dispuesta en cada rincón del mundo a encender una pequeña llama,
para ayudar a otro a encender la suya propia y que éste a su vez ayude a
otro.
Es por eso que no tengo la menor duda de que la benevolencia del
ser humano es infinita e intrínseca a nuestra naturaleza, debido a la
dicha que tuvimos con la gracia de Dios al crearnos. Una sala oscura y
llena de personas puede llegar a convertirse poco a poco en un lugar
hermosamente iluminado con sólo la primera persona que se atreva a
encender una vela, para luego esparcir la luz hacia sus compañeros. El
salón terminará lleno de luminosidad y cada uno de los integrantes es
el protagonista de ese escenario. Así funciona el amor de Dios en la
tierra, haciendo de lugares lúgubres un lugar para la luz, la bondad, el
perdón y tantas otras virtudes infinitas que Dios irradia entre nosotros
y con la que nos bendice el día que nacemos. Mis testimonios pueden
llegar a ser inverosímiles para muchos, pero no hay nada más verosímil
y tangible que el alivio que puede experimentar cualquier persona al
sanar su alma en el perdón y al entregarse a sentir sin miedos, sin
recelos y sin restricciones la fuerza y la presencia de Dios en su ser,
dándole la mano cuando lo necesite, sin pedir nada a cambio más que
nuestro arrepentimiento y nuestras ganas de hacer el bien y servir a
Cristo.
Como es el diablo
Nos guste o no nos guste, el conflicto entre el bien y el mal es una
guerra que existe desde origen del todo. Nos guste o no, es un hecho
que para que gane el bien, debemos pensar y actuar como si se tratase
de una guerra, donde cada estrategia y movimiento cuentan. Cuando
hablo de una guerra, sin embargo, espero que no me malinterpreten.
No me estoy refiriendo en este caso a luchas cuerpo a cuerpo o a
infanterías movilizándose por calles para atacar con armas de alto
calibre a otros enemigos. Es en realidad otro tipo de guerra, a decir
verdad, mucho más compleja y difícil. Es una guerra no declarada, en
la que vivimos a diario sin pensar que hay una lucha, pero en nuestro
entorno se desarrollan acontecimientos que poco a poco van
mermando las bases de la sociedad y que sumirán a la humanidad en la
esclavitud de la adoración al diablo por mantenernos pasivos ante lo
que nos rodea.
Es por esto que, aunque a muchos les parezca un tanto
controversial, me atreveré a parafrasear la sabiduría china, tan conocida
y difundida en muchos aspectos, originada del estratega Sun Tzu. Si
bien “El arte de la guerra” es un libro que ha sido leído a nivel mundial
y utilizado con muchos fines de dudosa reputación, es indudable que
podemos rescatar unas cuantas ideas o conceptos. Tomemos en cuenta
que Sun Tzu transmitió principios de valores en sus palabras cuando
asegura que lo mejor no era llegar a una batalla, ya que, con toda
sabiduría, éste sabe que cualquier tipo de baja es altamente significativa.
Claro está que Sun Tzu puede no ser el mejor ejemplo de la filosofía
cristiana a la que pertenezco, pero nada más cierto que cuando indicó
en sus escritos que no basta con conocernos a nosotros mismos para
ganar una batalla o la guerra, sino que además debemos conocer
también quién y cómo es nuestro enemigo. De lo contrario, nos
veremos predestinados a ganar algunas batallas y perder otras. Éste
afirma que, si nos conocemos nosotros mismos y tampoco a nuestro
enemigo, pues sería mucho peor el resultado. Así que les propongo dos
cosas: Primero, conocernos a nosotros mismos, es decir, qué somos,
cómo somos, qué queremos ser y detectar nuestras fortalezas y
debilidades. Segundo, pero no menos importante, conocer más a
fondo qué es o quién es nuestro enemigo, sus formas de actuar, sus
formas de pensar, posibles estrategias, artimañas y métodos. Sólo así,
podremos defendernos, defender a otros y evitarnos grandes pesares,
especialmente cuando se trata de que el reino de Dios en la tierra se
preserve lleno de luz y salvación.
Para que los cristianos podamos reconocer al diablo cuando lo
veamos y poder defendernos de él, es importante entender que éste
tiene incontables rostros para aparecerse en nuestras vidas y
engañarnos. Algunos aseguran que tiene mil rostros, pero mil es un
número diminuto comparado con la cantidad de formas en la que
podría llegar a mutar en este planeta para infiltrarse en nuestras mentes
y apoderarse de nuestra alma, de nuestro ser, de nuestra luz. En cada
cultura, sin importar que sea occidental y oriental, podemos notar que
hay alguna representación del mal, que representan a satanás con
figuras de algún ser maligno. En todo caso, tenemos que estar atentos
al hecho de que él se disfraza con diferentes rostros o imágenes, con el
único fin de ser aceptado por los humanos. Así que no es sólo un
rostro de algún demonio con cuernos o con forma de animal, como se
le suele retratar en escritos antiguos, en películas o dibujos animados,
sino que también se encuentra escondido bajo las formas de las
advocaciones que se encuentran en las culturas del mundo. El diablo se
aprovecha, entonces, de esas malas costumbres de adorar imágenes y
se esconde en ellas para crear dependencia y adicción.
En esos años en que fui parte de la esclavitud del diablo, éste nos
confesó en sus planes a mí y a otros como yo que no tenía intención de
usar sólo una imagen que lo representase, y tampoco estaba interesado
en sólo un nombre. Por el contrario, al parecer le conviene siempre
que existan distintas formas y variantes de lo que él representa, por lo
que mantiene a todas las culturas enfocadas en las imágenes que creen
que lo representan y en los nombres que tienen como más familiar,
todo con el fin de que se vaya difuminando lo que se tiene como
concepto del mal. Puede ser que esto suene un poco confuso hasta el
momento, pero consideremos lo siguiente: El diablo sabe que, si
hubiese sólo una forma de hacer referencia de él en el mundo, sería un
poco más sencillo luchar en su contra, ya que todos, o la gran mayoría
de los que estamos en esta lucha de manera activa, nos enfocaríamos
para vencerlo y sería un poco menos complejo saber cómo detectarlo.
De nuevo, no por nada decía Sun Tzu que es bueno conocer el
enemigo si se le quiere vencer. Eso trata el diablo: que no lo podamos
detectar e identificar a tiempo. Así que, tomando esto en cuenta, cada
uno de nosotros tiene la ardua tarea de ser suspicaces y tener la pericia
para detectar que no todo lo que brilla es oro y que las tentaciones
vienen siempre de la mano del mal para corrompernos
Siguiendo esta intención de engaño ante nuestros ojos, y siendo
más cínico, uno de los objetivos que tiene el diablo es conquistarnos.
Recordemos que el personaje ficticio del Drácula es una alusión al
diablo y este vampiro es nada más y nada menos que un experto en las
artes de la seducción. En realidad, no es de extrañarse con esto, pues
en las metas del maligno para que reine el anticristo está el apoderarse
de cada ser humano. Para lograr esto, el diablo deja que cada humano
lo vea con la imagen que mejor le parezca, con el fin de tener su
aceptación y, posteriormente, su adoración. Una vez haya llegado a esa
etapa de adoración, cierra las puertas de la seducción e inicia el terror
oscuro. Nos alejamos de Dios, la luz se reduce en el mundo, comienza
la penumbra y el humano vive engañado en esas falsedades. Pero
atentos: la luz se reduce, pero no deja de existir en nosotros, lo cual
indica que siempre habrá una victoria de Dios sobre el mal, por más
que se corrompan las almas. Somos su creación y tenemos la
oportunidad de volver a Él, en Cristo. Siempre hay luz. Siempre hay
esperanza. Siempre.
Es importante también señalar que nuestro enemigo no actúa o se
manifiesta de la misma manera con todos los hombres. Todo depende
de la persona en cuestión y hay casi tantas variantes como clase de
hombres hay en el mundo. Sin embargo, hay grandes vertientes que
tenemos que tener en mente si queremos sobreponernos al diablo y no
cuesta mucho entender. Con los hombres violentos del mundo, sean
estos violadores, asesinos, terroristas, o cualquiera de este estilo, es más
factible que el diablo se les aparezca con su forma demoniaca, sin
cubrirse entre seducciones ni imágenes de benevolencia para atraerlos.
Sólo se les aparece, habla con ellos y, de ser necesario, se encarga de
llevar todos sus antivalores hasta el límite. Toma toda esa violencia, lo
malo, lo corrupto y lo explota con más énfasis en ese ser, como si se
tratase de un aprendiz que va a caer fechorías de otro nivel. Por otro
lado, cuando se trata de hombres nobles, la forma demoniaca no es
una opción, ya que la mayor probabilidad es que genere rechazo. Al
principio, el diablo no busca obligarnos a nada, sino más bien hacernos
caer en sus seducciones para que nosotros, con nuestro libre albedrío,
terminemos eligiendo sus dictámenes y la esclavitud, de forma que el
insulto y las injurias a la creación de Dios, nosotros, son mayores, pues
canta victoria al vernos corruptos, rendidos en sus manipulaciones por
debilidad. Con un ser noble, entonces, se disfraza y se le aparece como
un “ángel”. Su modus operandi es repetido en cada nación y cultura
del planeta, ya que se adapta a nuestro entendimiento. Toma en cuenta
nuestras condiciones y condicionamientos sociales para acertar siempre
en los métodos de atracción, de manera que el hombre noble no se le
pueda escapar y no lo detecte hasta ser muy tarde, hasta estar sumido
en la adoración de esa imagen que se le acercó como ángel, pero que
luego se convierte en su devoción.
Es importante aclarar que cuando digo que se presenta no siempre
lo hace directamente es decir como hacia conmigo que venía a
hablarme sino a través de situaciones, tentaciones o falsas religiones
que con llevan al hombre sin Cristo a los propósitos diabólicos.
Así como el diablo se presenta ante un impío como yo lo era para
ponerle a su servicio también ataca a los cristianos para desviarlos de la
voluntad de Dios. Sin embargo, no hay que confundirnos. Tenemos
que comprender que el diablo no ataca a cualquier persona, sino que
prefiere atacar a los cristianos más prominentes, así como también a
aquellos que son más entregados al amor de Cristo, al poder infinito de
Dios. Esos que viven en santidad, ya que son ellos quienes hacen
mayores daños al plan del diablo. Además, cada vez que hablaba de
estos, satán lucía excitado, ya que su mayor placer es destruir o
corromper todo lo bueno y toma a estos hombres como su mayor reto.
Le encanta dañar, apoderarse y manchar con sus asquerosas infamias la
vida de estas personas. Por el contrario, con respecto a los demás seres
humanos que no son entregados en vida y alma a Dios, aseguró con
frecuencia que sólo basta que el pecado se les cruce en el camino para
que se aparten de Dios poco a poco, por lo que terminan derrotados,
súbditos en este caso de sus propios instintos terrenales o desviaciones.
Estas personas van desde los que pecan en aspectos no tan graves ante
el ojo público, como aquellos que cometen actos punibles ante los ojos
de casi cualquier sociedad del mundo: violadores, ladrones, asesinos,
promiscuos, etc.
En una oportunidad en aquellos años satánicos, el diablo confesó
no tener ni un ápice de preocupación por los malos cristianos ni,
mucho menos, por malas personas. Podríamos considerar que estas
dos clases de personas terminan siendo más bien una especie de aliado
de la maldad, a pesar de que no veneren ni adoren al diablo en su
entendimiento. Quieran o no, son personas que con sus decisiones y
malas acciones rompen con los sagrados mandamientos del Señor. Un
mal cristiano mancha e irrespeta sus propios ideales y todo lo que
profesa ante los demás. Una mala persona, sin duda, va tiñendo su ser
con actos en contra de sus hermanos. Éste se convierte, quiera o no,
en cómplice del plan del diablo y coautor del caos que quiere presentar
en la tierra para argumentar su insistencia en que no merecemos el libre
albedrío y por eso debemos adorarlo a él, que nos quiere dominar. El
problema del ser humano en la lucha del bien contra el mal es que, en
algunos casos, viene infectado por la semilla del pecado. Satanás
explicó en sus revelaciones que este elemento es justamente lo que le
hace entender que no todos necesitan de un impulso o empujón, por
así decirlo, de parte del mal, sino que esas personas caen solas en las
trampas que los llevan a pecar. A veces, de hecho, las decisiones que
llevan al humano a caminos oscuros se deben a desviaciones en la
perspectiva de la vida, a malas interpretaciones de lo bueno y lo malo a
causa de vivencias traumáticas. Pero nunca es tarde para hacer un
parado a ese camino oscuro y dar la vuelta hacia el horizonte de luz.
Con plena conciencia de que el ser humano es a veces el creador
de sus propias guerras, el diablo sólo se enfoca en atacar a aquellos que
realmente tratan con todo su esfuerzo hacer y cumplir la voluntad de
Dios Todopoderoso.
En este punto, debemos ahora saber cuáles son las principales
maneras que tiene el diablo para atacarnos en el momento en que nos
busca convertir en sus víctimas. Sin duda, el primer lugar lo ocupan las
tentaciones al pecado, sea cual sea éste. Esto lleva hacia el segundo
punto de ataque del diablo: la frustración. Cuando un cristiano padece
de algún tipo de sufrimiento, alguna carga o alguna prueba que deba
enfrentar para tener un aprendizaje, el mal se encarga de fomentar
constantemente en la mente del cristiano que existe ese sufrimiento,
con lo que va desviándose a la frustración y a la pérdida de la fe,
probablemente.
Cuando se trata de personas jóvenes, la herramienta principal que
se usa sobre ellos es la depresión, de manera que crece y crece un
sentimiento de insatisfacción. Aunque suene un poco extraño, ¿no han
notado que estamos en la era en que las redes sociales se inundan de
comentarios inconformes? No es que antes no existiesen personas
extremadamente inconformes con todo, evidentemente. Sin embargo,
la aparición de la inmediatez nos ha hecho estar al tanto de las noticias
más sensacionalistas justo en el instante en que ocurren, mientras que
todo lo que consumimos nos promete constantemente un gran éxtasis
de emociones y vivencias. Cuando vemos que no cumplen con todas
nuestras expectativas, pues terminamos dando por sentado que “la vida
es una pérdida de tiempo” y que no vale la pena vivirla, como si fuesen
los jóvenes las víctimas de alguna gran estafa. ¿Casualidad? No lo creo.
Juzguen ustedes por sus propios medios. ¿Es o no es cierto que la
juventud suele parecer constantemente inconforme con casi
absolutamente todo y nos sorprende cuando aparece alguien a decir
que le gustó tal o cual cosa?
La vida adulta, por otra parte, está llena de responsabilidades y se
rompen esas falsas ideas que teníamos cuando éramos niños de que
creceríamos para trabajar y comprarnos todas las golosinas que
quisiéramos. Vienen las cuentas por pagar, quizás los hijos, estar
atentos con ellos, su crianza, su seguridad, la economía, la política del
país, los conflictos sociales, las dificultades del día a día, la rutina y un
sin fin de factores que nos generan ansiedad. Ansiedad, justamente el
elemento del que se sirve el diablo para llevarnos a la desesperación y
convertirnos en personas débiles ante la tentación de desviarnos del
camino. La ansiedad que viven muchos adultos diariamente por querer
adivinar qué ocurrirá en el futuro es uno de los ejemplos más claros.
Esta desesperación los lleva a consultar vudús o santeros que les
prometen respuestas, pero no hay realmente en ellos la intención de
ofrecer enseñanzas u orientación pura para lograr nuestros objetivos en
esta vida. Más bien, se aprovechan de ese adulto ansioso para hacerle
creer que lo que están haciendo es lo mejor y terminan entrando en un
submundo de oscuridad que acelera el proceso del diablo para hacerse
dueño de sus corazones.
Por si fuera poco, además de sembrar estos sentimientos
descontrolados en los adultos, también intenta atacar a los niños a
través de su salud o con accidentes para marcarlos, con lo que se inicia
una especie de círculo vicioso de corrupción de la fe y de la buena
voluntad de Dios, no sólo de estos niños, sino también de sus
familiares y todo aquel débil de fe que busque en Dios un culpable por
la situación que viven. Es en este momento donde debo decirles, si
viven esa clase de situación, que es más que comprensible ese sentir.
No hallamos formas para explicar lo que hay dentro de nosotros y
preguntamos “¿por qué?” sin conseguir una respuesta que nos sea
satisfactoria. Debemos ser fuertes y entender que Dios no quiere lo
malo sino lo bueno para nosotros. El mal hace más ruido, pero esta
vencido.
Ahora que estamos en materia de conocer a nuestro enemigo, es
importante aclararles algo que se tiene por ahí como un mito. Algunos
creen que el diablo es capaz de crear desastres naturales y todo tipo de
evento catastrófico como los terremotos, tormentas grandes,
erupciones de volcanes, entre otros. Sin embargo, como dije
anteriormente, no es más que un mito. De lo que sí es capaz, es de
producir una tormenta eléctrica que sólo afecta a dos cuadras o
bloques en cualquier zona o urbanización donde se encuentre. En
repetidas ocasiones pude ver cómo invocó estas tormentas eléctricas
parciales para sus injurias.
Otro punto de la humanidad donde le gusta atacar el diablo es esa
institución que nos enseña, nos educa, nos forma, nos moldea y nos
inserta a la sociedad en la que vivimos: la familia. Junto al ataque a la
familia, viene también la salud y la mente del hombre. Tomemos en
cuenta que la mayoría de las personas desequilibradas vienen de
rupturas familiares traumáticas. No cabe duda de que hay excepciones
en el mundo. De hecho, todos esos casos de chicos y chicas, cuyas
familias no tenían los mejores patrones para crecer como seres de bien,
pero que pudieron sobreponerse y convertirse en adultos correctos,
enfocados en sus metas y sin hacer daño a nadie, son dignos de
admiración. Dios, a diferencia del enemigo en esta lucha, quiere que
seamos felices y nos brinda la oportunidad de vivir. Con el tiempo de
nuestra vida podemos hacer y rehacer un sin fin de cosas,
especialmente cuando descubrimos cuál es nuestra vocación o lo que
más nos apasiona en la vida. Poder ayudar a otros, servir o
simplemente vivir en función de nuestros propios medios y
enriqueciendo el alma es todo lo que Dios nos pide que hagamos en
este paso tan efímero en el mundo. Tenemos fecha de nacimiento,
pero nadie sabe con exactitud para cuándo será su último día de vida,
por lo que no hay tiempo que perder. Hay un filósofo latinoamericano
que escribió, muy acertadamente, un pequeño libro llamado “El Uso
del Tiempo”, donde nos sugiere llevar a cabo nuestras tareas “sin
pausa, pero sin prisa”. Por eso, no debemos desesperar. Debemos
evitar caer en esas trampas que se presentan para hacernos tener un
estado mental enfocado sólo en la frustración.
Recordemos que la Biblia nos asegura que la condenación del
diablo es un hecho. Es parte de la profecía. El diablo, tercamente,
asegura y se niega a sí mismo a aceptar este hecho, por lo que está
determinado a que esa profecía no se cumpla. Esto lo impulsa a querer
crear el reino del anticristo para toda la eternidad, con los humanos
adorándolo sin cesar. Entonces, ¿cómo será que podremos vencer al
diablo? Hasta ahora, parece que ha sabido usar ciertas herramientas en
nuestra contra, pero ciertamente no ha ganado. De hecho, la razón por
la que está lejos de ganar es porque siempre habrá la luz de Cristo los
seres humanos que aceptemos su amor, como dije anteriormente. Sin
embargo, no estamos hablando de un enemigo que se deba subestimar.
La mejor manera de luchar para derrotar al diablo en nuestras
vidas es teniendo comunión con Dios, aceptarlo, amarlo, hacer caso a
sus enseñanzas, entender que el amor no es un acto de egoísmo, sino
de aceptación, comprensión y respeto, que va dirigido en especial hacia
el Señor. La segunda herramienta más poderosa es tener un
matrimonio unido, un buen matrimonio, donde reine la confianza, el
amor, la amistad entre la pareja, el respeto mutuo, el apoyo
incondicional, la paciencia y las ganas de salir adelante ante cualquier
adversidad, sobreponiéndose ante las dificultades de la vida juntos,
como un equipo. Este elemento poderoso no sólo es capaz de
llenarnos el alma de momentos y sentimientos gratificantes, sino que
además nos ayuda a mantenernos sólidos ante las tentaciones del
diablo. Si bien puede que sea difícil que el diablo le haga daño a una
familia unida, no es imposible, por lo que no hay que caer tampoco en
arrogancias si se logra conseguir una pareja con la que nos llevemos
bien. Es clave esencial del éxito del matrimonio entendernos,
comprendernos y saber que ambas partes en la relación tienen sus
procesos de aprendizaje, mutación y crecimiento. Es relevante que
ambos sepan que el peso de su compromiso con el otro es de gran
magnitud; es realmente una gran responsabilidad asumir el rol de
pareja de por vida de otra persona, unidos con Dios como testigo. Un
matrimonio sano y lleno de respeto es y será siempre bendecido por la
luminosidad divina y el Espíritu Santo.
Las armas más efectivas de protección con la que contamos para
evitar al diablo son, primordialmente la fe y, luego, pero no menos
importante, el matrimonio. Juntos, estos dos elementos son capaces de
crear un escudo que nos libera de los ataques que buscan hacernos
rendirnos ante la oscuridad. Es por eso que el maligno siempre intenta
hacerle daño al matrimonio, con lo que puede conseguir luego las
puertas abiertas para destruir la familia. El matrimonio es entonces una
alianza entre dos seres que debe ser siempre sólido y enfocado en un
objetivo: proteger los miembros de la familia. En este punto,
podríamos asegurar que hay muchos elementos positivos del
estereotipo que nos ha enseñado la cultura pop acerca de cómo son
muchas familias italianas. Si ese estereotipo es o no real, no es lo
importante en este momento. Quizás un italiano podría
contraargumentar que ese estereotipo no es tan real, o que sí lo es,
pero lo importante, y perdonen que me desvíe un poco, es entender
cuán importante es que nos mantengamos siempre en la posición de
procurar lo mejor para cada miembro familiar.
Si bien es cierto que en el siglo XXI se ha venido naturalizando la
figura del divorcio, también es irrefutable que esto ha venido usándose
como pretexto de parte de muchas personas para no tomarse tan en
serio la idea de un matrimonio. Entonces, toman la decisión de casarse
por la euforia que pueda tener algún momento de enamoramiento y
pasión, pero no dejan que la idea madure o se pueda asimilar
mentalmente con la seriedad que merece. Como resultado, vemos
matrimonios que son tan sólidos como los huesos de un bebé recién
nacido y delicados como una muñeca de porcelana. Es evidente que
aún en nuestros tiempos se siguen formando matrimonios estables y
con un alto potencial de perdurar todo lo que Dios les permita, pero
también es cierto que ha calado mucho en la sociedad la dejadez y la
falta de compromiso. Puede ser que no sea el mayor de los casos
todavía; no tengo cifras ni estadísticas al respecto, pero, así como la
idea de un divorcio de ha banalizado, también se ha potenciado entre
muchos la idea de no tomar el gran paso de casarse con cualquier
persona, sólo por el hecho de que nos gusta físicamente o porque hay
química. Se suele repetir que el amor es una sensación o un
sentimiento. Puede ser que más bien hayamos confundido el concepto
del amor con el concepto del enamoramiento, el cual es, sin
cuestionamiento, una sensación o sentimiento pasajeros, que llega de
golpe como una ola contra las piedras de un risco, con la calidez
abrasadora de una llama que nos nutre el alma de fruición. Sin
embargo, eso no es todo y hay que ser conscientes cuando se decide
formar un matrimonio y, posteriormente, una familia. Luego de que
pasa ese período de mariposas en el estómago por la aventura de
descubrir al otro en cada detalle que nos intriga, viene el momento en
que enfrentamos otros aspectos de la personalidad de esa pareja que
nos acompaña. La rutina puede hacer efecto positivo o negativo.
Positivo cuando notamos que no importa cómo, cuándo ni dónde, esa
persona es un buen equipo para seguir construyendo una relación
sólida y ambos se demuestran que pueden contar con el otro
incondicionalmente. Negativo cuando vemos que todo lo que veíamos
color rosa era sólo un espejismo que se esfuma día a día y que no hay
un equipo dispuesto para construir algo sólido; o son los dos juntos o
no es ninguno con el otro.
Quizás opinen que justo ahora me he desviado del tema, pero en
realidad es más que necesario saber identificar estos aspectos antes de
dar un paso en falso y hacer de la palabra “matrimonio” una especie de
juego superfluo en el que puedo presionar “reiniciar” cuando quiera,
como si se tratase de un videojuego. No tener esto claro, le da la
facilidad al diablo de divertirse con nosotros y sembrar en nuestras
mentes la idea falsa de que el matrimonio y la familia no son
importantes en nuestras vidas. Como consecuencia, nos vamos
aislando, nos vamos quedando cada vez más apartados de todo
compromiso interpersonal, quizás con rencor o resentimiento hacia
aquellos que vemos felices junto a alguna pareja, y por lo tanto llenos
de toda la frustración que mencioné anteriormente como herramienta
usada para desviarnos del camino que Dios.
¿Es posible ganarle al diablo? Claro que sí. Por supuesto que sí.
¿Será fácil? No. Es una lucha que implica que cada uno de nosotros
tenga en mente el ejemplo de las hormiguitas, que saben que una sola
por separado no puede lograr gran cosa, pero que todas juntas, con
paciencia y determinación, pueden lograr hasta lo increíble. Nunca una
lucha contra el mal ha sido sencilla, pero lo que tenemos de nuestro
lado es nada más y nada menos que el poder y el amor infinitos de
Dios. Dentro de cada uno de nosotros hay un poder inmenso de luz,
dispuesto a salir en todo momento, así que no tengamos miedo de
buscarlo. Descubrámoslo y usémoslo cada día. Seamos entonces una
unidad hermosa en esta diversidad enorme que somos como Iglesia de
Cristo. Todos aportamos un granito de arena para ir formando ese
horizonte donde el futuro de cada ser humano tiene frente a sí un sin
fin de posibilidades para nutrirse internamente, crecer y cumplir su
propósito de Dios en la vida. El libre albedrío es un hecho, pero la
responsabilidad de unirse a esta lucha contra las tinieblas es un deber.
Puede ser que en algún momento sientas vacíos, necesidad de
respuestas, miedos, ansiedad, frustración. El poder de Dios en cada
cristiano es la capacidad de sentirse vivo con todos esos sentimientos,
saber que no está mal sentirse mal, sino que más bien es un indicador
de que hay acciones y cambios que se avecinan, por lo que debemos
mirar a nuestro interior y determinar el camino que nos lleve a la
voluntad de Dios. Por eso debemos desechar todo aquello que sea
tóxico en nuestro entorno, incluyendo recuerdos que nos deprimen.
Dicen que recordar es vivir, pero vivir con exceso de pasado en la
mente no trae nada productivo.
Dios nos llama hoy a tomar acciones. Nos llama para que
reflexionemos, porque una vida sin reflexión no vale la pena vivirla.
Dios nos pide a todos, como sus hijos, que recordemos que Él está ahí
siempre para nosotros, viéndonos, vigilando nuestro andar,
protegiéndonos de los obstáculos, defendiéndonos y velando porque
podamos evitar las tentaciones. Hoy lees esto porque el amor existe.
Hoy lees esto porque Dios así lo quiere. En este momento escribo y
dejo que mi mente fluya en el mar de luminosidad que viene de Él,
abierto a entregarle a tu entendimiento este mensaje de amor y
reflexión. Mis dedos se detienen, pero no por falta de inspiración, sino
por el hecho de que mi mente, justo ahora, en este instante que elijo
mis palabras, está sintiendo todo lo que Dios quiere que llegue a ti
como mensaje a través de cada palabra. Es hermosa la unción. Es
grande el poder. Hoy lees esto porque es necesario estar advertidos de
cómo suele actuar el diablo para engañarnos. Hoy lees esto, sobre
todas las cosas, porque Dios sabe que puedes. Dios sabe que sí se
puede y quiere darte las herramientas necesarias para decidir lo
correcto y protegerte. Dios sabe que lees esto en este instante porque
no se trata de que “vea un potencial” en ti, sino algo más complejo y
maravilloso que eso: Eres creación de luz en tu existir. Lo veas o no,
Dios sabe que hay dentro de tu ser, en tu alma, está Él mismo,
queriendo lo mejor para ti. Escucha la voz de Dios. ¿Qué te dice?
Déjalo fluir. Con cada oportunidad que le das, más fuerte será el reino
de Dios en este mundo y no hay nada que temer. Las ansias
desaparecen, las frustraciones pasan a ser anecdóticas. Los miedos se
convierten en parte natural de un ciclo que concluye para dejar que
llegue la alegría de vivir en la dicha de ser un hombre de bien al que se
le retribuyen su fe con la dicha de sentir al Espíritu Santo. Dicen que la
belleza de la vida está en las cosas pequeñas porque Dios,
precisamente, está en todo; es el Todo.
El Falso Cristo católico en el Satanismo
Si hay algo que seguramente has notado que he venido repitiendo,
una y otra vez, casi incesantemente, es el hecho de que el satanismo se
nutre de muchas imágenes, símbolos, historias y discursos del
cristianismo para usarlas todas en su propia contra. A estas alturas, si
has prestado atención a cada una de mis advertencias, probablemente
no te impresione más que el satanismo sea no sólo un mundo lleno de
mentiras, sino también de contradicciones e ironías, ya que no sólo se
compone de sus propias imágenes y elementos de culto al diablo, sino
que también toma al mismísimo la imagen del Cristo como
herramienta en muchos aspectos para sus fines malévolos.
Pensemos por un segundo en cuál podría ser una de las imágenes
más poderosas para la protección en contra del diablo en caso de que
las imágenes tuvieran algún buen uso. Sin necesidad de ser un experto
en religiones ni cultos, basta con echarle un ligero vistazo a una
película al azar, de las muchas que se han hecho sobre las batallas del
bien contra el mal en el ámbito religioso y veremos que un crucifijo
casi siempre está presente, en las manos de quienes luchan con
demonios, especialmente si se trata de un personaje que representa a
un sacerdote en plena labor de exorcizar a un poseído. La cultura pop,
aunque no sea la mejor referencia, ya nos ha enseñado que cada vez
que una persona tiene miedo en alguna de estas producciones
cinematográficas, lo que hace es buscar una cruz. Cuando no la buscan,
sin duda son más vulnerables. Pero esta cultura pop en películas surge
por un reflejo de la realidad. Si hablamos con un sacerdote o un
católico, no escatimará, probablemente, en asegurar que el crucifijo es
su primordial arma y representación material de su fe en Dios.
En este punto, quisiera tomarme la licencia de hacer una pequeña
pausa de nuestro tema principal y ahondar un poco más sobre el tema
de la cultura pop y las imágenes religiosas. ¿No les parece que poco a
poco, con especial refuerzo luego del inicio de la globalización en los
años 90, se han naturalizado imágenes que antes se podían considerar
profanas? Alguna estrella de pop o rock con un crucifijo, haciendo
algún gesto sexual en la presencia de alguna imagen de cristo o
cualquier otra, son ejemplos de los tantos mecanismos que tiene el mal
para alejarnos del respeto hacia Dios. Aunque algunos lo puedan
considerar hoy en día como actos simplemente de rebelión y, por lo
tanto, una expresión puramente artística o ideológica, la verdad es que
el resultado dista mucho de ser sólo una rebeldía “inocente”. En
conclusión, la sociedad mundial termina con un panorama general de
rechazo a cualquier cosa que esté mínimamente relacionado con Cristo,
incluso la salvación misma. Esto es posible por la forma constante en
que esas imágenes han venido permeando nuestros días, en videos
estimulantes, propagandas, discursos, shows televisivos, y una larga
lista de lo que el humano común consume en nuestra cultura
occidental.
Estas referencias culturales no son una casualidad y, aunque sea
un poco obvio mencionar esto para algunos, es necesario dejarlo en
claro antes de entender cómo el satanismo irónicamente llega a adoptar
elementos cristianos para convertirlo en útiles herramientas de su
propio culto al mal y a la oscuridad. Como algunos podrán saber, la
imagen de Cristo Crucificado es parte de las imágenes fundamentales
del catolicismo romano y ortodoxo en general. Cualquier persona que
profese su fe y creencia en la religión católica, probablemente ha
llegado a usar una cruz en su pecho con un collar como un falso
símbolo de su sacrificio por amor a nosotros. Es el amor tangible de
Dios y del mismo Jesús, quien decidió cumplir con la voluntad de su
padre de ser él quien moriría para limpiar los pecados de toda la
humanidad y salvarnos, darnos redención y la convicción de que Dios
nos ama sin límites. La crucifixión fue la prueba y el inicio del reino de
Dios sobre el anarquismo y el caos en la tierra, desatado por falsos
dioses y falsas tradiciones paganas. Cristo resucitado es la prueba y la
base de que el cristianismo fundamenta su fe en un hecho: Cristo
murió por nosotros y resucitó de entre los muertos para venir a juzgar
a todos por igual y está sentado a la derecha del Padre. Por eso los
cristianos adoramos a Cristo resucitado mientras que los católicos lo
adoran crucificado. Estoy seguro que cualquiera puede deducir que el
diablo le encanta la idea de Jesús crucificado y por ende usa este
símbolo en su culto diabólico.
En este punto, probablemente se pregunten lo siguiente: “¿qué
tiene todo esto que ver con el satanismo?”. En realidad, como dije al
principio, el satanismo es una ironía en muchos de sus aspectos, sobre
todo porque esa imagen de Cristo, esa misma que se encuentra
falsamente defendiendo y protegiendo los espacios sagrados de los
templos y hasta los hogares católicos, la cual supuestamente representa
el amor de Dios por la humanidad, es más que usada por el satanismo
y algunas de sus ramas. De hecho, existe un culto a la imagen de Cristo
Crucificado entre los satánicos. A dicha imagen le tienen el nombre de
“Sambia”, lo cual significa “Dios” para los creyentes de satán. Por más
irónico que sea, al encontrarse en una circunstancia en la que algún
satánico deba invocar a algún espíritu, el Sambia debe estar presente.
Sí, como lo estás entendiendo, los satánicos no deben invocar a ningún
ente del más allá sin la presencia de la imagen del mismísimo Cristo
Crucificado, sea espíritu de algún muerto o demonio lo que se esté
invocando, aunque sabemos que todos son demonios.
Esta paradoja también se puede observar en rituales y costumbres
del vudú satánico, quienes siempre, o al menos casi siempre, necesitan
de la imagen de Sambia, o el Cristo Crucificado, con el que buscan que
se les otorgue una especie de permiso energético o espiritual para
poder cumplir con sus actos de invocación y conexión con los espíritus
de todo tipo. Tomémoslo así para comprender esta ironía de forma un
tanto más sencillo: El vudú usa el Sambia como permiso o portal y le
cantan alabanzas mientras están invocando algún ente del más allá, sea
para lo que sea que lo necesiten. Incluso para crear un caos como el
que pretende el satanismo, hay estructuras y órdenes a seguir.
Por esto mismo podemos decir que cada vez que un vudú llevará
a cabo una ceremonia o ritual, las prácticas establecidas para poder
invocar y tener el poder de hacerlo satisfactoriamente van de la mano
con ciertos pasos que hacen la función de requerimientos y que deben
ser aplicados en un orden específico. Antes de explicarles en qué
consisten esos pasos de invocación, les recuerdo que tuve mis años
siendo parte de ese mundo oscuro, de lo cual tuve la desfortuna de
haber conocido el terror de la escoria del otro lado, pero hoy en día me
siento orgulloso de haber podido salir de ese hueco oscuro. Soy y
somos todos dichosos de tener el amor incondicional de Dios, y más
aún dichosos los que se atreven a abrir sus corazones a la luz sagrada.
Trato con estas palabras describirles lo esencial sobre el mal para poder
estar advertidos y no caer en sus trampas.
Cuando el vudú va a invocar a algún demonio o espíritu, primero
que nada, éste posa su mirada fijamente sobre el crucifijo durante unos
instantes en silencio, concentrando su energía interna y su poder
mental para llevar a cabo el rezo especial que le dedicará a su Sambia
con el fin de pedirle que le otorgue el permiso de invocar espíritus.
Luego de esto, una vez que el permiso es concedido de parte del
Sambia, representado con ese crucifijo, el vudú le canta alabanzas
especiales y dedica sus palabras y melodías irrepetibles por el tiempo
que sea necesario. Pero esto no es todo. Después, otras alabanzas
especiales van dirigidas a espíritus superiores, con jerarquía dentro del
satanismo, a quienes también se les suelen hacer referencias de
principados y se les venera con sacrificios, ofrendas o lo que sea que
éstos les pidan a los vudús mientras están en trance. El más grande
principado es la llamada virgen María del catolicismo que no es más
que un demonio transformista.
Estos principados o entes de jerarquía hacen todos alusión a
advocaciones católicas muy conocidas. Nos podría llegar a sorprender
el hecho de que alguna virgen o santo devoción católica se encuentre
entre las filas de las imágenes a quienes los satánicos usan como medio
para el trance. Tomemos en cuenta que el vudú cubano, del que me
refiero con mayor atención por ser el que más conozco, toma
advocaciones como la Virgen María, especialmente la Virgen de la
Regla, la Virgen de la Caridad del Cobre y la Virgen de Las Mercedes.
A ellas justamente les dedica alabanzas y les pide permiso para acceder
a seres del más allá, como si se tratasen de porteras o vigilantes que
permiten o no el paso a otras dimensiones no terrenales. Por si al
lector no cubano le quedan dudas de que estas son figuras del
catolicismo, les explico sólo un poco acerca de estas vírgenes.
En el caso de la Virgen de la Regla, también conocida como
Nuestra Señora de Regla, es venerada en varios países, especialmente
en España y en Cuba. La virgen de la Caridad del Cobre es nada más y
nada menos que la patrona de Cuba, conocida por muchos como
“Cachita”. No cabe duda que esta es una de las preferidas para los
rituales de casi cualquier vudú cubano, sobre todo por el peso
jerárquico y simbólico que le corresponde a la patrona de cualquier
país. En cuanto a la Virgen de las Mercedes, es venerada en países
como Argentina, España o República Dominicana, incluso hay quienes
la podrán tener como referencia en Perú. El resto sobre estas
advocaciones, de seguro lo pueden confirmar con un click en internet.
Lo cierto es que después de hallar ese permiso de parte de alguna de
estas vírgenes, viene el momento de invocar muertos o demonios,
también con cantos especiales que se encargan de venerar a estas
figuras y mover energía suficiente para llegar al otro lado y traer
espíritus. Usar las imágenes católicas es, entonces, una costumbre que
nació en los vudús primitivos traídos de España a Cuba, Haití, Brasil y
otros países, quienes tenían en su poder la magia negra.
Para que tengan una idea del proceso y se den cuenta de la
importancia de esta imagen les daré algunas pistas de cómo se realiza el
ritual sin dejarles saber palabras que repetirlas pueden ser peligrosas:
Primero se le pide permiso a Zambia mirando al crucifijo que
puede estar dentro de una prenda (reliquia sagrada satánica) o dentro
de una copa de agua sobre un altar Cristi espiritista donde hay vasos de
agua, flores, el Cristo crucificado dentro de la copa y las imágenes de
las vírgenes católicas. Luego se invocan a las vírgenes con un rezo
secreto combinando español con lenguajes africanos. Mas adelante se
invocan potencias (espíritus) como las siete potencias africanas y se
entonan cantos cristianos para adorar a las vírgenes y al Cristo
crucificado (se usan cantos católicos gregorianos o evangélicos
dependiendo de la cultura del brujo y de los cantos que se conozca).
Luego se le dicen unas palabras a María que se repiten tres veces y a
partir de ese momento el espíritu que se invoca comienza a
manifestarse lo cual puede ser tomando posesión del cuerpo del brujo
y hablando a través de él o tumbando objetos.
No es casualidad que muchos de los que se inician en las magias
del vudú, de la santería, de los también llamados brujos o paleros,
suelen tener un discurso dual de fe en estas magias y en el catolicismo.
De hecho, muchos han sido criados desde el seno de una familia
católica, algunos activos practicantes, otros no tanto. Es innegable que
hay unos cuantos factores en esta práctica de la fe y del entendimiento
sobre el amor de Dios que están fallando o que no hemos sabido
transmitir, propiamente por nuestra naturaleza de humanos con
limitaciones. Justo en ese espacio de los corazones donde pueda existir
algún vacío, quizás algún rencor hacia Dios por no concedernos deseos
a nuestra propia manera y en nuestros propios tiempos, es donde
llegan personas o actores que nos seducen con imágenes católicas
como la de una advocación mencionada antes, pero con el conveniente
discurso engañoso de que nuestros deseos y anhelos se pueden hacer
realidad justo cuando queramos y sin tener que esperar que el tiempo
de Dios nos de las respuestas necesarias. Quizás es parte de la
naturaleza humana ser un tanto apurados y atorados, por lo que
astutamente llega el mal con sus figuras sincréticas, mezclando un
crucifijo o alguna Virgen con sus rituales para sembrar en nosotros la
duda de por qué no intentarlo y acelerar lo que sea para que se haga
nuestra propia voluntad. Siendo lógicos, es entendible ahora que
sabemos esto, el por qué el diablo usa advocaciones católicas para
manifestarse a los seres humanos, cada aparición de una virgen es una
manifestación del diablo. No creo que una figura con el rostro de un
demonio sea más agradable al ojo humano que la de una virgen. No
dudo que estén de acuerdo conmigo en esto último.
En todos estos rituales, sea donde sea que se lleven a cabo, y sin
importar la advocación a la cual se le solicite el permiso, debe estar
presente el crucifijo o Sambia, por más irónico o increíble que les
suene. Cada conjuro que se realiza, el vudú necesita este elemento para
ser efectivo. Quizás en este momento es válida la pregunta de por qué
un crucifijo es tan importante para estos rituales satánicos, si tomamos
en cuenta que es un símbolo tan inequívoco del catolicismo. Pero
precisamente es ese factor uno de los motivos por los cuales se usa a
Cristo Crucificado como método de protección para todas y cada una
de las invocaciones de los brujos, pues ellos mismos son quienes
consideran al Sambia como su máxima defensa o escudo, una suerte de
talismán que se encarga de crear un aura o manto de defensa de sus
propias almas para mantenerse “intactos”, por así decirlo, en el
momento en que tienen contacto con los seres de otras dimensiones.
Es decir, aunque parezca contradictorio, los brujos más estudiosos
aseguran que basan esta práctica en la biblia. Ellos piensan que, así
como Moisés les ordenó a los judíos marcar sus puertas para no sufrir
el castigo que Dios le tenía preparado al faraón y su pueblo, de esta
forma usan los vudús el Crucifijo para mantenerse ilesos de esos
momentos en que tienen contacto con espíritus y muertos del más allá.
Los brujos saben y están conscientes del mal que crean cuando hacen
estos contactos, por lo que no están dispuestos a verse afectados ellos
mismos con sus hechizos así que no escatiman en creer que ese dios
falso llamado Sambia está en el Cristo crucificado.
Casi todos los satanistas saben que deben tener una prenda, como
una especie de reliquia que no se separa de ellos. Es una prenda
diabólica desde su origen y por toda su composición. Este otro
talismán o reliquia también es usado para llevar a cabo conjuros y
hechicerías llenos de oscuridad, maldad, daños, sufrimientos, torturas y
demás infamias que llegan a sus víctimas. Seamos claros en lo
siguiente: por ninguna razón hay que victimizar a los satánicos y pensar
que llegaron hasta donde están por el hecho de que son unas pobres
personas que no saben lo que hacen. Es probable que a muchos de
ellos les haya faltado la orientación necesaria para que conociesen el
amor y el infinito poder de salvación de Dios Todo Poderoso, pero
que en ningún momento se confunda el hecho de que están
conscientes de todo el daño y el mal que implican cada una de sus
acciones y sus servicios al diablo. Es por ello que con sus rituales
siempre buscan limpiar sus almas de todo el sucio, la mugre y
podredumbre que provienen de las cloacas de azufre, donde residen
los espíritus con los que se comunican.
Otra razón por la que los satanistas usan imágenes que los
católicos consideran buenas en sus rituales infames es el hecho de que
buscan quitar o limpiar los excesos de esa suciedad de sus almas y
librarse de culpas. Por lo tanto, no es de extrañarse, aunque suene muy
irónico, que un satánico termine de hacerle daño a alguien con un
conjuro y luego se pose justo ante un altar con el Cristo Crucificado,
donde también se puede hallar una copa, generalmente de vidrio, llena
con agua bendita de una iglesia católica (si se mezclan el agua bendita
de siete iglesias católicas los brujos piensan que es más poderosa). Es
con esta agua que limpian sus manos, como acto de limpiar sus
pecados y sus acciones, al mejor estilo de Poncio Pilato, total o
parcialmente indiferente con respecto a quién muere y sufre mientras
se limpia toda carga. Luego de mojar sus manos, hacen la señal de la
Cruz, de manera que le piden a Dios y al mismísimo Cristo que los
cuide. En todo caso, sus acciones están mezcladas con cinismo,
hipocresía, pero también astucia, porque saben que el contacto con el
mal tiene su precio y sólo Dios es capaz de evitarnos los peores males.
Hay que comprender que muchos brujos entienden que Sambia es un
espíritu inmundo y perverso y que no tiene nada que ver con Dios,
pero algunos creen que en verdad es el Jesús del cual habla la Biblia.
Si te siguen causando curiosidad e interés las seducciones de estos
rituales que pretenden engañarnos con el discurso de que todo se
puede lograr a nuestro tiempo sin que haya resultados negativos,
pensemos entonces en lo siguiente para confirmar que nunca trae nada
bueno estar en rituales que pretenden burlarse de Dios. Tomemos en
cuenta que estos practicantes de magias primitivas y satánicas suelen
convencer a los débiles de convicción que todo lo malo que sucede a
nuestro alrededor es culpa de otro, por lo tanto, es costumbre procurar
que se ejerza algún sacrificio u ofrenda para hacerle conjuros o
hechizos a aquellos sobre quienes posan la responsabilidad de todos
los infortunios de nuestra vida. Tomemos muy en cuenta que es cierto
que a veces alguna persona puede obrar mal en nuestra contra, pero a
los vudús no les interesa indagar en profundidad si es eso así o no en
cada uno de los casos. Por el contrario, actúan como sembradores de
cizaña en nuestras mentes y nos envenenan con las ganas y el hambre
de acción, con ese impulso de tomar la justicia por nuestras manos,
como si Dios no tuviese relevancia, con lo que termina el “cliente” de
estos rituales cayendo en la trampa de alejarse de la luz por dejarse
influenciar.
Una muestra de la grandeza del poder de Dios es que hasta los
mismos satánicos se ven en la necesidad de usar a sus imágenes como
protección. Estos practicantes de la adoración al diablo también suelen
hacerse una especie de prenda para llevar consigo a todos lados. Esta
prenda es hueca y el material perfecto para rellenar su interior es la
tierra de algún cementerio, junto con la de siete iglesias católicas y la
bendición de la prenda en agua bendita. Así es como se compone
aquello a lo que llaman Sambia, usada siempre para hacer magia
“blanca”, supuestamente buscando hacerle el bien a alguien a través de
sus conjuros. Recordemos que todo esto que está lleno de tantas
ironías, lo que corresponde con el hecho de que el ser humano, aunque
entre al satanismo, no pierde su naturaleza de apego, mucho menos si
va de la mano con egoísmo, especialmente si algún interesado en
conjuros siente un afecto por alguien y le busca procurar buenos
augurios. EL vudú ha hecho de esto un negocio efectivo entre los
seguidores que se sienten cada vez más dependientes de la magia para
lograr sus metas. Su dependencia es directamente proporcional a su
separación a la luz. Mientras más dependen del vudú para llevar a cabo
alguna tarea u objetivo de vida, por más personal que esta sea, más
alejado de la verdad y de la luz se encuentra esta persona.
Consideremos que la luz y la verdad de Dios, nuestro Señor, nos
permite entender que nosotros mismos fuimos creados con un sin fin
de herramientas internas, tanto emocionales como mentales y
espirituales, para seguir adelante, para ascender hasta el final. Tenemos
pistas en el camino y en el devenir de la vida que nos van orientando
de manera mística, pero efectiva, hacia dónde y cómo debemos
responder para llegar a ser y aprender nuestro cometido en este
planeta, en este espacio, en este tiempo.
Volviendo al tema de los elementos que componen ese talismán
del vudú; la tierra de un cementerio se considera sagrada, ya que es un
espacio de descanso para todo ser humano, bueno o malo.
Consideremos que un cementerio es realmente un lugar, donde se
genera una especie de “tregua” tácita en la guerra entre el bien y el mal.
Las tierras de siete templos católicos son elegidas por el hecho de que
ellos saben que la iglesia católica es el hogar del falso dios que ellos
llaman Sambia.
Sin duda, la imagen de Cristo, especialmente la crucifixión, son
uno de esas herramientas fundamentales que son usadas por el
submundo del diablo y sus súbditos esclavizados. Un objeto o talismán
para los vudús llevar a cabo sus conjuros, sus rituales, sus peticiones,
sus contactos con la dimensión en donde los hombres de maldad no
arrepentidos arden junto a sus pegados, posados sobre ellos como
tortura.
A veces se me olvida que fui parte de ese mundo tan aterrador. Ha
pasado tanto tiempo desde mi conversión que siento que estoy hecho
para luchar por el bien. Al principio existían dudas, preguntas infinitas,
reflexiones, procesos psicológicos pero muy tóxicos internamente. La
ira no es un elemento que podamos sacar tan fácilmente del alma. Hay
muchos sentimientos y emociones que se apoderan. Entre esas, me
atrevo a decir que el sufrimiento y la ira son las más aterradoras,
porque se encargan estas dos de controlar todo el ser e incluso actuar
contra otros, incluso cuando no es orden del diablo.
El ser humano es el ser que mete el pie para que caigas, sin duda,
pero también es el que se encarga de ayudarte. Somos una dualidad y
dicen que los extremos son malos. Sin embargo, con Dios no hay
extremos: sólo hay equilibrio. Lo malo no es la ira y el sufrimiento por
sí mismo. El terrible problema llega cuando estos y otros sentimientos
o emociones llegan a un punto en que controlan todas y cada una de
las virtudes y los valores naturales del ser creado por Dios. El
problema, además, en el caso del satánico, es que no sabe que su
sufrimiento y su ira tienen sanación. Vive en una especie de burbuja de
engaño que le crea el diablo para generar dependencia y se encarga de
usar las imágenes que falsamente quieren representar a Dios, como el
crucifijo, para que éste sienta que no hay escapatoria y que no vale la
pena siquiera tener la presencia de Cristo en un ritual para escaparse
del diablo… pero ese no es Cristo, recuérdenlo. Es sólo un objeto que
tiene la cara y la forma de Cristo pero que se empaña con todas las
mugres que escupen esas ranuras entre el espacio terrenal y el espacio
espiritual oscuro con cada invocación o hechicería de un vudú.
Hay demasiadas formas de definir lo que es la justicia y no entraré
en esas aguas profundas, pero tengo la certeza de que más de uno de
los que me leerán estarán de acuerdo con el hecho de que es justo que
un ser humano tenga la oportunidad de conocer cómo se comportan
los estafadores y saber cuáles son sus modos de operar para estar
advertido y poder decidir lo que es mejor para si en el presente y en el
futuro. No dudo que todos los seres humanos tenemos la posibilidad
de usar nuestro libre albedrío, también creación de Dios, para
autodeterminarnos nuestro propio bienestar. Es por ello que el amar a
Dios no es un acto de esclavitud, sino un acto de agradecimiento y
dicha, de alegría y celebración, de satisfacción y gratitud por el hecho
de que Él nos ha creado, a pesar de que existan momentos de
dificultades en la vida.
Espero que quede claro que hay demasiadas imágenes de la
religión cristiana que son usadas por los satánicos para engañarnos,
especialmente la imagen de Cristo cuando se trata de las propias
protecciones de un vudú, siendo estos viles y cínicos al intentar
empañar el concepto del sacrificio de Jesús. Sin embargo, más
importante aún es entender que el problema consiste en dejarse llevar
por la idea de que Jesús es una imagen o un objeto que se usa como
amuleto o de fija en una de las paredes de una casa como si fuese sólo
un adorno. Jesús y el concepto de la crucifixión son un conjunto de
eventos y hechos, de valores éticos y espirituales que le permiten al ser
humano hallar un camino de bienestar con su propio ser y con sus
pares. No estamos solos en este mundo. Es importante recordar que
Dios, más que una imagen, es una luz y una energía espiritual que se
encuentra en todas partes del universo, incluyendo en nuestro interior.
No es necesario que venga un vudú o alguien a darnos falsas promesas
de una vida hermosa y seductora con todos los deseos de nuestro
interior satisfechos. El sentido de la vida tiene muchas aristas, pero una
de ellas es la lucha personal de ser cada día mejores servidores de
Cristo, más productivos para la sociedad y nuestros prójimos. Servir a
otros es reconfortante para el alma, pero más grato es entender que
hacer el bien en todo momento es la clave para entender que la vida
fluye como un río que no se detiene, por más lento que sea su camino,
pero que siempre va al mejor destino.
El mundo atraviesa momentos difíciles. Estos últimos años de
digitalización y de comunicación en masa han servido para transmitir
valores, pero también antivalores. No hace falta ser un experto en el
tema para estar de acuerdo con el hecho de que las redes sociales
atraen a millones de personas cada día para consumir contenido vacío
que va obliterando sus almas. El resultado: una sociedad muy parecida
a la que muestran en distopías como las de Ray Bradbury, Aldous
Huxley o George Orwell. Si no has leído alguno de estos autores, no te
pierdes nada, solo los pongo de ejemplo. Seguramente, si apartas tus
ojos un momento de esas pantallas donde sumergimos la mente,
llamadas teléfonos, podrás ver cómo una gran cantidad de personas
que te rodean mientras vas al trabajo tienen unas cuantas características
de estas sociedades distópicas que también se componen por
individuos como tú y como yo. Nunca es tarde para darse cuenta y
ponerle un freno a la maldad.
María el más grande principado del diablo
El que conoce mi ministerio sabrá que soy un arduo critico de la
mariolatría, es decir el culto católico y ortodoxo a la virgen María como
un ser el cual merece veneración extrema la cual los católicos llaman
hiperdulía pero que en verdad es adoración. De toda la doctrina
católica es sin dudas la veneración a María la que me causa mas
desagrado y esto no es por gusto. Dentro del satanismo comprendí que
la virgen católica es una constante en la mayoría de los hechizos. Algún
católico podría decir que igualmente esta la imagen de Cristo, pero
veamos el contexto. En primer lugar, en el satanismo jamás se invoca a
Cristo directamente, solo se tiene una imagen de El crucificado. Pero
en el caso de María si existen múltiples invocaciones directa a ella.
Para que tengan una idea de la importancia de María en la
invocación del diablo les diré que de la manera que me ensenaron a
invocarlo no se podía lograr si antes no se invocaba a ella. Cuando se
iba a consultar al diablo para cualquier cosa primero se debía de repetir
3 veces el nombre de María. Incluso no era necesario decir el nombre
del diablo o satanás o algo parecido. Al mencionar el nombre de María
tres veces seguido de unas palabras secretas al momento aparecía o
hacia acto de presencia satanás. Es decir que ese nombre habrá las
puertas del infierno. Yo comprendo que para un católico esto suena a
una gran farsa, pero no lo es. En el culto satánico donde aprendí la
virgen María lo era todo. Es importante saber que quien invocábamos
era a las vírgenes católicas y no a la María de la Biblia. Yo jamás traía a
mi mente la María de la Biblia sino solo cuando la invocaba veía en mi
mente las imágenes marianas católicas. Aunque para los hechizos si se
invocaba a este principado con el nombre de su advocación por
ejemplo “virgen de las mercedes”, para la invocación del diablo no se
usaban los nombres de advocaciones sino el de María.
En las diferentes religiones existen imágenes y personajes que
hacen referencia a entes espirituales que reciben adoración, tal cual
como deidades a pesar de tratarse de religiones monoteístas. Es decir,
como en el ejemplo del catolicismo, esta religión profesa tener un
único ser supremo y todopoderoso, el cual es Dios, pero existen
también figuras como arcángeles, santos y vírgenes que son venerados
y adorados, a veces, con la misma intensidad y devoción que a la de
Dios. Aunque no ocurre sólo en la religión católica, sin duda la figura
de la virgen es uno de esos principados con alta jerarquía en el reino
del diablo, por lo que casi se le podría situar en la posición de reina y
símbolo de todo lo que creemos que no podría representar. Pero para
entender mucho mejor cómo se desarrolla el tema de los principados o
jerarquías en el reino del diablo, es importante saber que hay varios
niveles, con entes del más allá que se encargan de tareas menores y
otros que, por el contrario, son los responsables de los mayores
conflictos, problemas o catástrofes en el mundo, con los actos más
impuros, impíos e infames que se puedan imaginar, con un registro de
acciones en nuestra historia que de tan solo pensarlo de hace
inverosímil al entendimiento humano.
Entre los últimos escalafones de jerarquía del reino del maligno,
encontramos a aquellos demonios menores, a quienes también le
suelen llamar espíritus. ¿Por qué no los llaman demonios y tienen el
afán de usar eufemismos? Simple respuesta: Recuerden que la idea es
hacer alusiones o referencias al menos un poco atractivas para el
vocablo de cualquier persona, con lo que pescan más seguidores,
muchas veces sin que estos se den cuenta de a qué espíritu están
adorando realmente. El sincretismo logra su cometido. Estos espíritus
o demonios menores son aquellos que se encargan de llevar a cabo
tareas que no necesiten de grandes poderes, más relacionadas con la
manipulación de la mente humana para que éstos cometan actos
violentos contra cualquier otro, para que hagan peleas en las calles,
para que se vean impulsados a la violencia de cualquier tipo, e incluso
para depravaciones sexuales. También pueden ser causantes de
accidentes que afecten la moral de cada ser humano que esté bajo sus
ataques. A pesar de que estemos hablando de estas tareas de estos
demonios como algo “mínimo”, no los debemos subestimar, sobre
todo por el hecho de que siempre han sido y son demonios con
fortaleza. Además, sus acciones son fundamentales para ir
resquebrajando las bases sólidas del culto a Dios en nuestros
corazones. Tratando de aplicar algún ejemplo fácil para el
entendimiento humano, se podría decir que éstos son los obreros que
se encargan de ir cavando las bases de nuestra fe para hacernos
alejarnos de nuestro Señor.
Luego de este escalafón, vienen los “potestades”, especialistas en
atacar aspectos determinados de nuestras vidas, haciendo que cada
persona que sea atacada sufra alguna enfermedad, problemas maritales
o alguna adicción fuerte, con lo que terminan apoderándose de la
atención de la víctima, quitándole la paz de Dios, llenando sus mentes
de mortificaciones, ansiedades, angustias e impulsos. En el caso de
aquellos a los que les infligen enfermedades, son personas elegidas para
quebrantar la fe. Una enfermedad, como un cáncer, lo hace perder el
foco de Dios y comienzan a aparecer ciertas dudas que, sin duda, son
entendibles: ¿para qué sufro esta enfermedad tan terrible? ¿Qué debo
aprender de esto? ¿por qué me pasa esto a mí? ¿Será posible un milagro
y curarme? Estas y muchas preguntas más van haciendo mella en la
capa del amor a Dios, con la que nos arropamos el corazón. Inicia
entonces un proceso de decaimiento en el alma de cada persona que
no encuentra respuestas, que no ha encontrado el sentido. Este
sentimiento y todas esas emociones encontradas, esos debates internos
generan una debilidad de voluntades, en algunos casos, que terminan
dejando a estos demonios adentrarse hasta que Dios quede apartado de
la mente de la persona atacada.
Por último, mencionaré a quienes más le debemos temer. Esos
entes oscuros que se encargan de asuntos en la tierra que podrían
considerarse de alto rango. Entes que deben tener un poder lo
suficientemente fuerte como para desafiar el orden de la vida, incluso
el orden de la naturaleza en menor grado. Aunque nadie tiene
evidencias tangibles sobre esto, muchos coinciden en que la vida tiene
un tiempo determinado para cada quien, además del hecho de que
todos tenemos algún propósito en este mundo. Estos tiempos son tan
sagrados que no cualquier demonio es capaz de causarle la muerte a
una persona. Para esto es necesario que sea un demonio con un poder
de alta gama. Los demonios capaces de quitarle la vida a alguien son
llamados “príncipes”, por lo que se pueden hacer una idea de su
jerarquía en el reino del diablo. Estos principados pueden causar
infartos o derrames. Son causantes de muertes inesperadas e
impredecibles. Estos seres son capaces de inmiscuirse en asuntos de
Estados, con lo que pueden cambiar el curso de una nación entera y,
de ser parte de los planes del diablo, pueden desencadenar una serie de
eventos y decisiones entre los representantes del mundo que lleven a la
guerra. En este aspecto, hay otra guerra que también son capaces de
desencadenar: la guerra entre brujos. Ese tipo de guerra de la que no se
habla abiertamente y en casi ningún ámbito, pero que es real y está
ocurriendo justo ahora, mientras lees estas líneas. Cada brujo tiene
otros brujos enemigos, por lo que luchan todos por sus propios
intereses y territorios, con la ayuda de diferentes demonios que los
respaldan. Sin embargo, hay un demonio en específico, entre todos los
principados, al que no le importa involucrarse con ninguna de estas
luchas entre brujos y que puede trabajar con todos por igual: la llamada
“Virgen María” católica. Con bastante frecuencia, los brujos suelen
acudir a ella en busca de que sus poderes les brinde respaldo cuando se
trata de algún plan especial que tengan en mente, una vez agotados
todos sus recursos maléficos y no tener éxito en sus objetivos. Es
importante comprender que no me refiero a la María de la Biblia la
cual era una mujer judía, sino a la María católica que tiene mil rostros y
lo mismo es una azteca que china o europea y que le complace que la
adoren. Esta María católica es el espíritu más poderoso del reino de las
tinieblas después del diablo.
Sin embargo, esto se torna más turbio, por lo que tendré que
advertirles que, si son católicos, se tomen un tiempo para poder tener
la fuerza de voluntad y continuar leyendo, pues no creo que muchos
fanáticos de la Virgen se sientan muy alegres después de esto: Para
invocar el poder de este principado que se resguarda en la imagen de la
Virgen María, los brujos tienen que ir específicamente a una iglesia
católica, donde realizan entonces un conjuro detrás de cada imagen
que encuentren de la Virgen María. Pueden estar dentro del templo de
forma literal, bajo techo, pero también basta con que se encuentren en
suelo de la iglesia católica por ejemplo sus jardines. Si una iglesia tiene
jardín, con quedarse en las afuera de la iglesia bastará. Cuando
terminan de hacer el conjuro, si es con malas intenciones, la ubican
justo detrás de la imagen. Si tienen la intención de sanar a alguien o
traerle beneficios que se puedan considerar positivos, el conjuro va
ubicado delante de la imagen. El conjuro la mayoría de las veces ira
dentro de una bolsita de tela que puede ser de varios colores, pero
principalmente negra, roja o blanca.
En todo caso, este principado de mayor jerarquía es el encargado
de llevar a cabo aquellas acciones de mayor efectividad y consecuencias
sobre los cambios en la vida del afectado o beneficiado. El cambio de
vida es el nombre de uno de los conjuros más diabólicos que existe. Si
se trata de un conjuro de los brujos para sanar a las personas de alguna
enfermedad terminal, éste es el encargado, sin importar que sea una de
las enfermedades más difíciles. Aunque suene “romántico” o “loable”,
por decir algo, el lado oscuro es que entonces esa enfermedad pasa a
estar a otra persona, lo cual le quita cualquier rasgo de benevolencia y
pasa a ser lo que realmente puede venir del mundo oscuro: vil y cruel.
En el caso de los demás demonios, es probable que también se realicen
cambios de vida, pero no con otras personas, sino que más bien el
siguiente portador de esa enfermedad que se trata es un animal o algún
muñeco, al estilo vudú estereotípico de película. Luego, ese muñeco se
entierra en algún cementerio o cualquier lugar donde haya suelo
católico, como la iglesia católica. Sin embargo, no es tan efectivo y el
mal o la enfermedad suele regresar a la persona a quien se la quitaron
en un principio. El cambio de vida con mayor éxito es el que se realiza
invocando al principado mariano o al mismo diablo.

Es por esto que al final muchos brujos terminan eligiendo como


último recurso a la Virgen María, con lo que se termina de alejar la
enfermedad de la persona en cuestión. Sin embargo, como ya sabemos,
el costo es muy alto. Implica afectar a otras personas. Es un acto de
egoísmo en bruto. El hecho de que sea de persona a persona hace que
no cualquier brujo se arriesgue a llevar a cabo estos maleficios, ya que,
de salir algo mal, la persona a quien le podría caer la enfermedad es el
brujo. Pocos se arriesgan, pero unos cuantos se han atrevido a avanzar
en sus niveles de conjuros hasta dominar esta magia.
Por estos artificios, el satanismo se encarga de darle importancia al
nombre de María, especialmente en el satanismo de origen africano,
tan altamente popularizado en muchas partes de Latinoamérica. Estos
brujos suelen usar a María para invocar al diablo, usando un conjunto
de palabras específicas, repitiéndolas tres veces, para hacerle un
llamado a María. Su forma de tener contacto con el diablo consiste en
decir en voz alta el nombre de María seguido de aquellas palabras
secretas y dicen “arriba”. La segunda vez, como si estuvieran
repitiendo una especie de fórmula, pronuncian el nombre de María, las
mismas palabras anteriores y “abajo”. Las otras dos veces que quedan,
dirigen sus palabras a un lado y al otro con María como inicio de su
formulación satánicas. Se forma así una serie de palabras con la forma
de la cruz. Sin duda alguna, así como habíamos dicho antes, muchas
imágenes y elementos del catolicismo son usados por el satanismo para
sus propios fines. La Virgen María no es la excepción, ya que la usan
para esconder en ella el principado de las tinieblas, disfrazado en el
nombre de la madre de Jesús, suplantando su identidad, con lo que
termina recibiendo la adoración de los fieles creyentes católicos. Este
engaño lo ha hecho el ente más poderoso de todos, después del diablo,
y se encarga de resguardar las puertas del infierno, por lo que también
se le podría considerar un portal o guardián de las puertas que deben
cruzar los súbditos satánicos durante las invocaciones. La fórmula para
invocar a Satanás es la siguiente:
María (palabras secretas) arriba, María (palabras secretas) abajo,
María (palabras secretas) a los cuatro costados. Inmediatamente
después de esto el diablo hace acto de presencia unas veces
literalmente y otras mostrando su poder en el viento o en una luz en
forma de fuego.
Esta descripción la conozco de primera mano, pues yo mismo lo
invoque cientos de veces. Lo pude hacer gracias a que toda la
información llegaba a mí a través del mismo maligno. De hecho, en el
libro negro que había redactado para el diablo había todo un capítulo
dedicado sólo para el demonio que se esconde detrás de la Virgen
María, el más fuerte de todos después de satanás. Éste abre las puertas
de las tinieblas y les permite a los hombres ver al diablo en persona.
Recuerdo con dolor corporal y asco, ganas de vomitar, la primera vez
que llegué a realizar el rezo secreto, mencionando a María, las palabras
malditas y “arriba”, “abajo” y a los cuatros costados seguidas de las
palabras secretas. Era el momento en que todo se tornaba terrible y
eras sólo un alma en pena sin voluntad. Siempre que aparecía el diablo,
se ubicaba a unos 10 metros aproximadamente de ti. Ni tan cerca ni
tan lejos de donde se realizaba el rito de invocación, demostrando su
poder en silencio los primeros segundos. Un silencio y una calma que
no tiene nada de paz ni serenidad. Es una tensa calma. Un silencio
ruidoso. El viento de pronto comenzaba a soplar fuerte, de la nada,
irrumpiendo la serenidad incómoda, y aparecía un calor tan denso que
no importara que hiciera buen clima o fresco ese día. En algunas
oportunidades llegué a ver delante de mí, a unos metros del suelo, una
bola de fuego que se aparecía con gran intensidad, estática como
vigilando la ceremonia hasta que ésta se terminara. Todo esto pasaba;
el diablo mismo hacía acto de presencia y sólo por haber usado el
nombre de María de esta manera en que aprenden los satánicos. Sin
mencionar su nombre y las palabras malditas, que vienen de la lengua
africana Bantú, habría sido imposible hacer contacto con el rey de las
tinieblas. Solo en especiales ocasiones el diablo se aparecía en cuerpo
personificado pues la mayoría de las veces venia como una esfera de
luz que parecía fuego.
María, en sus diferentes advocaciones conocidas por los católicos,
es la protectora de los brujos. Muy pocas de ellas son la excepción. La
virgen de Fátima, la virgen de las Mercedes y la virgen del Rosario son
las más usadas en la isla de Cuba dentro del satanismo para la
protección de los brujos, aunque la más popular en la santería es la del
cobre y en las invocaciones de espíritus son las de regla, las mercedes y
la del cobre. Tanto María como el Cristo Crucificado son las
advocaciones más usadas para llevar a cabo rituales y protecciones de
los brujos, recomendadas por el propio diablo, quien me llegó decir
personalmente que los usara para que el mal que invocaba en los
maleficios no llegara a salpicarme directamente y evitar que sufriera el
mismo destino de aquellos a quienes procuraba conjuros. En cada una
de las oportunidades que llegué a realizar una obra satánica, en mis
años antes de convertirme al cristianismo, tenía el riesgo de contraer el
mal como si se tratase de alguna clase de virus o enfermedad
contagiosa, con lo que corría peligro no sólo mi salud sino también mi
vida. En algunas oportunidades debí rezar la oración de la virgen del
Rosario y repetirla varias veces, dedicándole cada palabra al Cristo
Crucificado con el fin de hallar protección en el proceso. Esto es una
gran ironía porque es como que Cristo y María me protegían para
poder hacer el mal. Cada brujo sabe y es consciente de esto, por lo que
María y Jesús siempre están presentes en sus obras. Si se les menciona
a ambos en los rituales, la protección de los brujos es evidentemente
mayor por considerarse a estos dos con el mismo nivel de poder, el
cual es alto.
Es hora de que les aclare algo importante. ¿Estoy diciendo que la
María de la Biblia es mala? Prefiero evitar tergiversaciones y decirles la
respuesta de una vez: No. Obviamente no puede existir ni un ápice de
maldad en la madre de Cristo. La madre de Jesús, esa mujer que se
dispuso a decirle que sí a Dios para llevar a cabo su misión en esta
tierra no puede ser mala. No es esa María de la que les estoy
advirtiendo. Debemos ver más allá y comprender que el diablo y sus
demonios buscan el disfraz de benevolentes, de imágenes que nos
atraen y nos hacen sentir paz para engañarnos y estafarnos. Terminan
ubicando detrás de las imágenes religiosas sus infames tentaciones, su
afán por más y más poder a través de la veneración y la adoración de
los creyentes. Con esto terminan haciendo al estilo publicidad
engañosa, en la que vemos que todo parece normal y hasta atractivo.
Una vez que entramos al contacto, llega la trampa y se cierra; el
señuelo funcionó y terminamos nosotros dentro de una trampa en la
que nos acorralan la dependencia y la adicción a estas imágenes, las
cuales son capaces de dejarnos inmóviles e impotentes como peces que
se enganchan a anzuelos crueles que perforan sus bocas. Al final, la
adoración a estas figuras termina haciendo a las personas tan
dependientes que se puede decir que terminan cayendo en un estado
de sumisión, donde se olvidan de que Dios existe. Sus rezos se desvían
y dejan de estar destinados a la luz y al amor del Señor. La adoración
pasa entonces a ser única y exclusivamente a estas figuras que parecen
ser una representación de María o santos, pero que realmente son un
demonio, a veces no tan fuerte, otras veces es el más alto de los
principados, capaces de hacernos contraer la enfermedad que estaba
destinada a consumir a otra persona.
El que vivió en ese mundo donde se quita la enfermedad de una
persona y se pasa a otra sana conoce cuanta maldad existe en las
tinieblas y cuanto engaña al mundo las imágenes católicas. Aparte de
todo esto, también consideren lo siguiente. Es probable que alguno,
sobre todo si no es persona de una fe fuerte, podría llegar a pensar que
es tentadora la idea de quitarse a sí o a algún ser querido una
enfermedad terminal, cueste lo que cueste, incluso si implica atentar
contra la vida de un ser que desconoce. Sin embargo, ¿no es esto un
asesinato? ¿No es esto, en lugar de un acto de amor, más bien un acto
de violencia, de egoísmo, de codicia, de maldad? El solo acto ya estaría
entonces impregnado de oscuridad y nada de lo oscuro viene sin costo
alguno. Quizás ese familiar termina por curarse. Pero otro humano
termina muriendo y ocupando su lugar con la enfermedad. Arriba hay
un Dios que todo lo ve. Por más que le suene a frase cliché y repetitiva,
como salida de las frases típicas de las abuelitas, es cierto. No hay
impunidad en el reino de Dios y éste, aunque sepa que se trataba de
amor por un familiar o por uno mismo, no deja de lado el hecho de
que se le hizo daño a otro ser humano. Tratar de bloquear este hecho
con la mente y no pensar en ello no hace que desaparezca la oscuridad
de la acción. Cada acto de maldad que hacemos, sobre todo cuando
estamos hablando de un asesinato, mancha nuestras almas y las marca
de por vida… o, mejor dicho, para siempre, ya que, al irnos de este
plano, nuestras almas cargan con las culpas de nuestras acciones. No
fue nuestro cuerpo el que actuó per se, sino nuestra alma. El cuerpo es
sólo un medio, un instrumento, una herramienta para materializar lo
que pensamos en este mundo. Recordemos que no matar al prójimo es
uno de los mandamientos que nos dicta el Señor y hemos de hacer
caso. Hemos de obedecer. Si no tienen una personalidad de obediencia
porque tienen en ustedes la virtud de debatir y argumentar, entonces
piénsenlo con la razón. Matar es un crimen. Nadie tiene el privilegio de
destruir o quitar una vida, creación de Dios, con sus manos, con
premeditación y salir impune. Asesinar es uno de los mayores actos de
arrogancia y soberbia que hay. Es una forma de decir: “no me interesan
las creaciones de Dios y mira cómo las puedo destruir”. Pero arriba
está Dios, juzgando nuestros actos y dándonos la oportunidad una y
otra vez de reivindicarnos o redimirnos para volver a encontrarlo
dentro de nosotros.
Es importante que diga que yo nunca realice un cambio de vida de
persona a persona sino solo de persona a animal pues, aunque estaba
perdido, entendía que ese mal era algo que me era imposible cometer.
Un buen ejemplo de esto se encuentra en aquellos hombres que
han estado en prisión por asesinatos pero que una vez adentro
conocen la palabra de Dios y cambia sus vidas. No por nada estos
hombres son estrictos y cumplen con un código de ética y de
comportamiento que se debe llevar a cabo con toda la seriedad. Si bien
es cierto que, en el inframundo de las cárceles, especialmente en
América Latina, muchos reos buscan entrar al mundo del evangelio
sólo para escapar de alguna deuda pendiente con algún enemigo o para
no ser tocados por otros criminales, al final, si no hay un
arrepentimiento real, este reo no aguanta el nivel de exigencia que se
tiene y termina de vuelta al submundo de odio. ¿Tuvo la oportunidad?
Si. Pero esa oportunidad no es para desperdiciarla. El engaño de entrar
al mundo de los evangélicos para salvarse de alguna cuenta pendiente
con otro criminal no es una estafa al evangelio, no es una estafa a
nuestro Dios, sino más bien una estafa a sí mismo que tarde o
temprano termina. Entregarse a Dios y recibir el perdón es sólo
posible con un arrepentimiento que nazca del corazón. La verdad
siempre sale a la luz y Dios sabe cuándo tenemos la verdad en nuestro
interior.
Por esta misma razón, consideren todos con mucho detenimiento
cada acción que van a llevar a cabo, pues la estafa nos la hacemos a
nosotros mismos cuando estamos pecando y volteando la mirada hacia
otro lado para no sentirnos culpables. Esto, además, puede generar
como consecuencia que nos vayamos convirtiendo en seres con un
nivel de sensibilidad cada vez más bajo y, por consiguiente, menos
humanos. Debemos saber que los pecados persiguen las mentes de los
seres humanos y es normal. Una vez que aceptamos eso, es más
llevadera la lucha de obrar sin pecados en nuestras vidas. No es tarea
sencilla, pero el esfuerzo es parte de lo que Dios valora en nosotros.
Los pecados son parte de nuestra naturaleza. Son tentaciones que nos
siembra el mal para ponernos a prueba y alejarnos de Dios. Cuando
caemos en estas viles trampas, lo más determinante es que el
arrepentimiento sea sentido y verídico para volver al camino que Dios
nos quiso construir en la vida.

Así como la Virgen y otras advocaciones de la iglesia católica son


usadas como estafa, como una pantalla que nos transmite una ficción y
nos hace creerle, también es importante que sepamos sobre el papel
que juega la iglesia católica en las cartas del satanismo. Cuando digo la
iglesia, no me refiero a los integrantes que llevan a cabo su fe de
manera sincera. Me refiero a los espacios físicos en los que los brujos y
los súbditos del satanismo llevan a cabo maleficios, rituales y hechizos
con grandes efectos. No cabe dudas de que existen muchos espacios
sagrados para los brujos, en donde pueden hacer sus magias negras. Sin
embargo, los dos espacios más grandes y reconocidos como sus
predilectos son el cementerio y la iglesia católica. Las contradicciones y
lo profano son parte habitual del satanismo, por lo que un maleficio
potente, de alta efectividad, debe contar en todo momento con tierra
de ambos lugares. En el caso de que un brujo no cuente con ambas
tierras, sus esfuerzos serán en vano porque su poder será débil, ya que
la fuerza que le otorgan estos dos suelos genera un poder total. Es
probable que no salga en las noticias con casi nada de frecuencia, pero
cada sacerdote o cuidador de cementerio, sobre todo en los lugares
donde más habitan los satánicos y brujos, saben que con cierta
frecuencia llega alguien en las madrugadas a tomar elementos, como si
se tratase de un ladrón que viene por las pertenencias a la casa de
alguien. Pero la frecuencia es tanta a veces que más bien lo hace
parecer una tienda por departamento.
Los rituales de magias negras usan por ejemplo el agua bendita
para brindarle poder a toda reliquia usada por estos súbditos del mal.
El diablo educa a sus sirvientes a venerar la iglesia católica y todo lo
que ella representa. Es por esto que llevar el maleficio hacia el servicio
religioso (misa) le da poder a esos fines que traman la oscuridad. Entre
las cosas que hacen los brujos, no puede faltar decir en voz alta el
nombre del difunto de quien tomaron sus huesos para completar sus
pedidos en los hechizos o para consagrar sus reliquias durante un
servicio religioso. De esta forma, podríamos decir que los satánicos
precisan del permiso del suelo de la iglesia católica para que sus
poderes tengan efecto. El permiso de la iglesia católica, con esa tierra,
es llamada en este submundo “licencia de Sambia”, y es de esencial
importancia para cada brujo en sus actividades.
Esta es la fórmula más usada por estos súbditos que, a su vez,
suelen tener tierra de alguna iglesia dentro de su Sambia o reliquia, con
lo que aseguran estar protegidos. No existe algún término similar o
equivalente a “bendecir” en el mundo satánico, pero se podría decir
que este objeto o reliquia que llaman Sambia los mantiene con la
bendición del maligno. Por esto no debemos dejarnos engañar. Aún en
los espacios donde los católicos creen que están a salvo, como la
iglesia, también corren peligro. Por eso no es una exageración cuando
les digo de manera tan repetitiva que estamos en guerra. La iglesia
católica tiene también un rol importante dentro del satanismo: El Papa
es llamado “gran sacerdote” y se le considera el representante de
Sambia en la tierra. Recordemos que Sambia es un espíritu considerado
por los súbditos del mal como el dios que creó al mundo. Sin embargo,
este dios en el que ellos creen no es ni parecido al que vemos descrito
en las sagradas escrituras de la Biblia. Por el contrario, además de hacer
el bien, también tiene placer con hacer el mal. De hecho, si lo
pensamos un poco, es muy parecido a las descripciones de las antiguas
creencias de dioses mitológicos como los griegos o romanos, que
además de poder beneficiar al mundo con bienes, eran causantes de
grandes males y, muchas veces, eran retratados como seres que tenían
placer en hacer el mal o hacer pecar a los humanos. Este falso dios es
en realidad un demonio con jerarquía, sí, muy fuerte. No es más que
otro engaño retórico del diablo para crear perspectivas distorsionadas
en sus víctimas.
Por otra parte, también es importante que sepamos que el diablo
no tiene una preferencia por religión, el usa con mayor grado a la
religión católica porque es la falsa iglesia es decir es la blasfemia. Lo
que le importa es sabotear nuestras búsquedas y luchas para acercarnos
cada vez más a Dios. Es por esto que la religión católica no es la única
que sufre estas injurias. Así que por eso me abro con ustedes con cada
dato que conozco y les pueda facilitar. He aprendido de lo que el
diablo hace en otras religiones y trataré de explicarlo ahora.
La cultura china, por ejemplo, también ha sido el origen de
prácticas satánicas que han llegado hasta nuestra región. De hecho, el
satanismo que llegué a practicar cuando estuve sumergido en mis años
sin Dios, lo aprendí en Cuba, lugar de donde se exporta no sólo ideas
castristas, sino también magias oscuras en todo el caribe, llegando a
zonas de Latinoamérica que no tienen salida hacia este mar. Una
vertiente de la brujería es la conocida como “magia amarilla” o brujería
china, usada comúnmente por muchos brujos en la isla. En el caso del
islam, le sirvió de inspiración al satanismo del mundo para saludarse
entre los que se identifican como miembros de este culto al diablo. Así
como los musulmanes, los brujos se suelen saludar pronunciando las
mismas palabras: “sala-malecum” para dirigirse al otro de primero y,
luego, el segundo contesta “malecum-sala”. Esto muy probablemente
no fue un mandato del diablo como tal, sino más bien un capricho de
los hombres por hallar una forma de identificarse y poder hacer un
saludo formal y agregarles códigos a sus sectas, de forma que se pueda
mantener un orden, no sólo de jerarquía, sino de procedimientos. Otra
cultura de la cual también se nutre el satanismo es el hinduismo, al
igual que de otras religiones orientales. A través de las técnicas
mentales que ofrecen algunas disciplinas como el Yoga, especialmente
para la meditación, los brujos terminan dominando sus capacidades
mentales para poder lograr que espíritus entren en sus mentes. De
hecho, el satanismo muchas veces ha usado a practicantes del Yoga,
metiéndose en sus cabezas para poseerlos a través de espíritus que los
llevan a creer ciegamente que lograrán convertirse en dioses. Se llenan
de esperanzas creyendo que están tomando el camino correcto, pero lo
que no saben es que el diablo los está estafando de la misma manera
que le ofreció llegar a ser diosa a Eva, en el Edén.
Como humanos debemos todos entender que el diablo busca
siempre separarnos. Por eso existen ideas absurdas que sólo fomentan
el odio. El diablo busca estafarnos y hacernos creer que cualquiera que
sea su idea es la correcta, es la ideal, es la mejor para superar a otros.
Cuando aparecen los rencores, las competencias por supremacía, las
intenciones de imponer alguna posición sobre otra, aparece el diablo y
se contenta porque huele el peligro de que estalle un conflicto tarde o
temprano. Las cruzadas son un buen ejemplo de cómo el ser humano
es capaz de usar su arrogancia y su fanatismo por el amor de Dios de
una manera muy equivocada y sólo dejar a su paso muerte y
destrucción. De esos años de las cruzadas, el legado más fuerte fue el
baño de sangre que afectó a todos por igual, sin importar la raza, la
procedencia, la religión. El conflicto afectó a incontables números de
personas que, buenas o malas, tuvieron como yugo una espada “en el
nombre de Dios”. Al final, los conflictos sólo nos llevan más y más
lejos del verdadero amor que Dios quiere que reine en el mundo. El
diablo usa entonces sus artimañas y sus trampas. Ensucia todo a su
paso, incluyendo los nombres de altas figuras como María o el
mismísimo hijo de Dios, Jesucristo.
Pero, entonces, ¿qué debemos hacer? Lo esencial para que
logremos avanzar con cautela, pero con gran efectividad en la lucha
contra el diablo es que no caigamos en su círculo vicioso de repetición
de esos patrones que les he descrito anteriormente. Como les he dicho
repetidas veces, los espíritus macabros se esconden detrás de estas
imágenes para que los humanos se hagan dependientes y no puedan
dejar de adorarlos. Esta es una señal muy relevante. Si han visto a
personas que se convierten de la noche a la mañana en devotos muy
especiales con cierta imagen específica, ya hay una señal de que algo no
anda bien. Ese apego es más probable que haya surgido de algo oscuro.
El problema mayor es que sientan dependencia de una figura en
específico.
El problema no es María. El problema no es Jesús. El problema es
la tendencia de muchos a buscar depositar nuestra fe en algo tangible.
Jesús, ya resucitado, le dijo con claridad a uno de sus discípulos que le
creyera, que era él… que no era necesario meter el dedo en las heridas
que le habían hecho. Esa es la tendencia de la que nos advierte Dios en
la sagrada escritura. La Biblia nos hace reflexionar sobre estos temas
precisamente porque fueron escritas por entendedores de la
humanidad, guiados por Dios en cada salmo, en cada versículo, en
cada una de sus partes, desde el viejo hasta el nuevo testamento.
Aprovechando que tengo su atención hasta estas páginas, me tomaré el
atrevimiento de expresarles lo alegre que se encuentra mi alma con la
paz que me ofrece el señor. No necesito que venga a mi casa. De
hecho, como bien se dice en la Biblia, no soy digno de su visita. A
pesar de que no he tocado las heridas que le hicieron a Jesús, soy
consciente de que su mensaje tomó un curso en la historia que
dependerá de cada uno de nosotros para nutrir nuestras almas. Dios no
quiere esclavos. Esto es lo que hace tan difícil pero igualmente
hermosa esta lucha contra el mal. El diablo, por el contrario, tiene
planes de caos, los cuales siempre hacen ruido entre los buenos, pero
los lleva a cabo con tanta efectividad cuando se manifiesta a través de
sus súbditos, porque estos no analizan nada, no piensan, no tienen
alternativa en realidad. Sus almas ya no les pertenece. Por esto nos
hacen creer que han venido ganando batallas y espacios. Sin embargo,
no hay victoria posible contra Dios. A Dios, creador de todo, no se le
vence. Es el todo. No existe una forma de vencer el todo. En cada
alma que nace, en cada rincón del mundo, hay una luz incandescente,
llena de energía vitalizadora que no se apagará jamás. Este mundo no
está hecho para el diablo, y por eso se esfuerza tanto en ganarlo, en
dominarlo y conquistarlo. Al final sólo le quedan las sobras. Pero es
infame hacerse la vista gorda y no comprender que esos “restos” son
realmente otros humanos, creación de Dios, que han sido estafados y
secuestrados. Ahora, pues, es nuestra responsabilidad aportar a la causa
de nuestro Señor y hacer el bien a otros. El primer esfuerzo comienza
por casa, de hecho. Es por esto que cuando somos padres debemos
ofrecerles toda la educación e instrucción posibles a nuestros
pequeños. De nada nos sirve una instrucción altamente calificada en
materias de alto nivel intelectual si no manejamos, antes que nada, los
valores y el respeto por la vida, por el prójimo, por el mundo entero.
El amor de Dios es infinito y ese mismo amor debe pasar de padres a
hijos como el regalo que está destinado a ser.
El Libro del Diablo
Sé que mis testimonios pueden generar ciertas dudas y preguntas
muy factibles a quien sea que lea mis palabras. Lo más importante de
todo, más allá de si deciden creerme o no, es que estén muy bien
advertidos y atentos con las estrategias viles que tiene el diablo para
hacerse un camino dentro de cada uno de nosotros, los seres humanos,
para poder alejarnos de la verdad, de la bondad, de la luz, de la
avasallante fuerza que nos brindan el poder de Dios y Jesús con todo
su amor. Pero, se preguntarán, ¿cómo poder estar advertidos? Siempre
se ha dicho que el “saber es poder”. En este caso, lo que sepamos será
de gran ayuda para evitar caer en las tinieblas y precisamente por eso
les ofrezco toda la información que sé de los métodos de engaño que
nos tienen preparados.
Para que podamos estar unidos con fortaleza en contra del diablo,
y como cristiano que soy desde hace ya unos cuantos años, entregado
en la fe del Señor, Dios Todopoderoso, mi intención es disponerme a
ustedes con toda la información que obtuve en esos años infames en
que le servía como esclavo a la oscuridad omitiendo claro esta los
datos que pueden corromper las mentes de los débiles, así como
conjuros y otras cosas que no necesitan conocer. Aquí, pues, les relato
en el orden que vaya viniendo a mi mente, con total espontaneidad y
como libro abierto, cada pedacito del plan de las tinieblas que sé y que
ahora podemos usar en su contra.
En mis años como súbdito impensante del diablo, éste se nos
aparecía a mí y a todos sus esclavos cuando nos quería asignar tareas o
misiones que pudiesen permear a la humanidad con su oscuridad y que
borrasen la luz de Dios en los hombres indefinidamente. Muchas de
esas misiones se ven hoy en día en mi mente como una nube oscura y
borrosa que me desagradan y repugnan porque conozco las falsedades
de las cuales están hechas. Lo más preocupante es que hoy podemos
detectar muchas de esas artimañas en práctica y apoderándose de
espacios, regándose como un virus en las redes sociales, en páginas de
internet, en nuestro día a día y con los seres humanos que ignoran la
verdad como los replicadores de esos mensajes del diablo.
El diablo en una ocasión se acercó a mi para usarme de una forma
diferente a otros. No lo digo porque me considere muy especial, sino
porque tengo desde muy niño el don de poder escribir por horas y
horas, retraerme en mi mundo mental, separarme de la vida real y dejar
que mis palabras y el grafito se apoderen del papel. Bueno, al menos lo
de grafito era así en esos tiempos en que era lujo y casi improbable que
una casa tuviese una computadora. Esta particular tendencia de mi
naturaleza a comunicar fue lo que llamó la atención del diablo en esa
oportunidad, ya que le podía servir para lo que quería.
A decir verdad, yo tenía años que no me sentaba a escribir cuando
el diablo se me apareció para confiarme sus mentiras. Sin embargo,
posiblemente con la intervención de la magia oscura, mi capacidad de
redacción estuvo incluso a un nivel más prolijo que el que llegué a
tener en mis años de recurrente escritura, ni hablar del estilo que tengo
actualmente. En esa oportunidad no lo invoqué. Él se apareció en la
sala de mi casa inesperadamente y sin poder hacer nada, como ya era
costumbre, mis piernas me arrodillaron sin preguntarle a mi
consciencia; mi cabeza inclinada hacia el suelo, inició la irritación
enceguecedora en mis ojos, pero no me asusté por eso. Lo que aterraba
ya no era el cúmulo de sensaciones. Para este entonces, lo que me
seguía aterrando era su presencia malévola, pero adictiva para un
hombre sumido en la esclavitud oscura, como el que yo era. No había
pensamientos. Sólo había una pasividad en mí que se disponía a
escuchar como siempre esa voz que retumbaba en mi cabeza y que
parecía no salir de la boca de ese ente que se posaba frente a mí con su
imponente ropa de color negro. Las primeras veces, los nervios tensan
el cuerpo y empiezas a sudar. Esta vez, no sudaba. No estaba tenso.
Era un esclavo escuchando atentamente lo que le decía su amo. Es
dominio sin razón, sólo por el dominio y el poder en sí.
Unos minutos después, luego de las revelaciones de ese día,
empecé con la escritura de un libro de mentiras creadas por el mismo
diablo. Me atrevo a citar lo que me dijo al final de sus revelaciones:
“De estas mentiras se llenarán las mentes de la humanidad.
Comenzarán con sus conflictos de egos por imponer una versión sobre
la otra. Para cuando se den cuenta de lo absurdos que se ven, ya estaré
reinando”.
En el preciso instante de su partida, mi cuerpo volvió en sí y tenía
las ganas intensas de empezar a escribir, por lo que busqué mis cosas y
me dispuse a comenzar mi misión. Ahí me encontraba, sentado en mi
mesa, sin ninguna otra necesidad que escribir el libro diabólico que
funcionaría como guía para todos empezar a esparcir las historias
conspirativas que iban a confundir a la humanidad y alejarla de Dios.
Ese libro, El libro negro o libro del diablo, como le solíamos llamar
algunos, estaba dividido en capítulos y subcapítulos con diferentes
relatos o historias que se empezarían a difundir sutilmente,
engañosamente y a veces de manera más obvia en todos los
continentes. No tomen a la ligera lo que les digo sobre escribir “sin
otra necesidad”. No tenía ganas de ir al baño. No tenía ganas de
comer. Esto puede ser algo ventajoso para la redacción de un libro,
pero nada placentero por el hecho de que mi cuerpo sentía los
espasmos de estar estático, casi inmóvil, sin derecho a levantar mis
caderas de ese asiento, aunque sea por un minuto. Me encontraba en
un estado dual de consciencia e inconsciencia, ya que sabía muy bien lo
que hacía, pero no había posibilidad de distracción ni pausa. Yo era
toda una reescritura en proceso convertido en persona, con la mente
llena de mentiras que alimentarían el libro negro y serían la sustancia de
la separación entre los hombres y Dios.
No sé cuánto tiempo estuve redactando. Lo cierto es que cuando
terminé, automáticamente volvieron las funciones naturales de las
necesidades… Un caos corporal total indescriptible. Ya les había
contado sobre la historia predilecta del diablo para confundirnos y
alejarnos de Dios. Esa historia, por supuesto, estaba ahí, saliendo de mi
ser hacia el libro, mientras me sentía poseído por una especie de
conjuro. El diablo tiene cierta fijación con la historia de que Dios,
Jesús, Los Ángeles y él vivían en una galaxia distante. Asumo que le da
placer hacernos pensar que es factible lo de otra galaxia, especialmente
en estos tiempos en que vemos demasiados relatos cinematográficos
enfocados en galaxias y estrellas. No podemos negar la astucia con la
que eligió el tema de la galaxia, ya que parece haber vendido muy bien
en el mundo del cine.
Es importante que comprendan que el diablo no me estaba
engañando, sino que me confeso que estas historias eran falsas y que el
propósito de ellas era estafar a la humanidad. Yo estaba muy enfermo y
pienso que el pensaban que pronto iba a morir después de terminar el
libro así que no le preocupaba que yo conociera la verdad de sus
mentiras. Por otro lado, en caso de que yo sobreviviera de la
enfermedad que me aquejaba la cual los médicos no sabían su origen,
pero estaba destruyendo mis órganos, él sabía que yo quedaría
cautivado por el beneficio económico de la venta del libro pues ya
tenía dos casas editoriales europeas interesadas en publicarlo así que
jamás confesaría la verdad de aquella mentira.

Otra historia que debemos tener en cuenta y que sale en este libro
consiste en que Dios, según el diablo, creó todo lo material no
orgánico. Jesús, por su parte, creó el mundo vegetal y animal y, por
supuesto con mucha astucia, el diablo se puso a sí mismo en esta
historia como el creador del hombre, rey de la raza humana, el dueño
del reino de la tierra. El diablo insistió en que se pusiera a Jesús en la
posición que ahora interpreto como la de un niño malcriado y celoso
de la magistral obra del creador de los humanos. Según esta mentira del
libro negro, Jesús les tenía miedo a los hombres porque creía que se
podían convertir en dioses; Dios, haciéndole caso a Jesús y sus
preocupaciones, cual padre complaciente, aceptó las quejas y le quitó la
vida eterna a la humanidad. ¿Pueden ver cierto paralelismo con alguna
mitología griega? Obviamente, este relato en el libro negro siempre fue
un modelo para establecer luego las ramificaciones discursivas según la
cultura de llegada. Pero no por accidente fue que la humanidad llegó a
pensar que “Los dioses” se habían molestado porque los humanos
habíamos recibido el “fuego sagrado”. Tampoco fue casualidad que la
humanidad pensara por tanto tiempo que Dios es primeramente un
ente punitivo, descrito como cruel, capaz de hacernos sufrir hasta lo
increíble y los peores castigos, sin importar que estuviésemos
dispuestos a arrepentirnos y cambiar nuestro rumbo hacia el bien.
En todo caso, el relato sobre el diablo como “creador” de la
humanidad termina con él rebelándose a Dios, supuestamente en
defensa del hombre y molesto porque nos quitaran la vida eterna. El
conflicto se volvió guerra y ésta terminó con el castigo de sacar al
diablo de los espacios celestiales para que viviese en la tierra, separado
de nosotros, su supuesta creación. En todos los cuentos de guerras,
siempre hay una victoria y una derrota. Es por esto mismo que el
diablo se aprovecha e inventa esta mitología llena de mentiras
maliciosas consigo mismo como el personaje derrotado, tratando de
conseguir así “el beneficio de la duda” de todo aquel que se atreva a
aceptar la implicación de que Dios manipuló los hechos. Cada alma
que se sume a darle espacio a estas historias como algo verídico, podría
terminar con el corazón oscurecido. El libro negro no es sólo un libro
con cuentos de mentiras; es también un manual de asedio al alma de la
humanidad. De hecho, ese es su fin: invadir nuestras almas.
Otro objetivo del libro era revelar a la humanidad variados
conjuros mágicos e invocaciones demoniacas para que cualquiera que
leyera aquel libro pudiera adentrarse en el mundo de la oscuridad. Era
como un manual para brujos aprendices que deseasen poner su
confianza en el ser de tinieblas y apartarse completamente de Dios. El
libro contenía varios cientos de hechizos lo suficiente fuerte para
volver a cualquiera un brujo temible.
Las historias que el libro contenía tenían por objetivo llevar al ser
humano a la creencia en conspiraciones que apartara sus corazones de
Dios. La columna vertebral de aquellas historias era Dios como
extraterrestre, Jesús y el diablo como hermanos irreconciliables y los
ángeles como seres enviados por Dios desde otra galaxia para convivir
entre los seres humanos como seres híbridos o transformistas con
naturaleza de reptiles y hombre deformes que tomaban apariencia
humana para vivir entre nosotros.
El libro narraba sobre ángeles reptilianos que, al igual que Dios,
eran alienígenas que venían desde una estrella a poner orden y
vigilarnos, cuales conejillos de indias. Para enaltecer a los ángeles
caídos, la mentira era que éstos eran los responsables de enseñarle al
hombre la tecnología y todos los saberes que fueron capaces de
establecer avances desde la antigüedad. Es este el punto en el que
podemos reconocer cómo el diablo ha sabido jugar la carta de “las
ciencias vs. la religión”, lo que ha llevado a incontables debates,
conflictos y hasta muertes innecesarias por nuestra debilidad ante el
fanatismo, el radicalismo y el afán de llevar todas nuestras posturas al
extremo de dejar al lado lo que profesamos en un principio y nos
enseñó Dios: amar al prójimo.
Es importante saber que el diablo me obligo a escribir este libro a
principio de los 90s y hoy vemos estas mismas historias fantásticas y
llenas de la teoría de la conspiración en miles de páginas de internet,
videos de YouTube y publicaciones en Facebook y otras redes sociales.
Es decir que, aunque su plan de que yo publicara el libro fallo porque
Cristo me rescato, de todas formas, el diablo logro esparcir esas
mentiras.
Así como en la Biblia existe el génesis para hallar una forma de
explicar el origen de la vida, el libro negro propone una falsa teoría de
la creación con Jesús como el regente del reino animal y el diablo como
nuestro rey. Pero esto no es todo. También tiene una contraparte al
apocalipsis bíblico y se asegura en él que el verdadero mesías de la
humanidad es el anticristo, el cual vendría a salvarnos como un
redentor y a acercarnos sin limitaciones a todas las prohibiciones que
nos estableció Dios en el pasado. Es aquí donde el anticristo se
posiciona a sí mismo como el restaurador de la vida eterna de los
hombres y nos “libera” de Dios, quien según satanás quitó de nuestra
existencia lo que el diablo nos había entregado al “crearnos”.
Seguramente, habrá quienes me lean y empezarán a creer que
algunas de estas historias suenan factibles, pero advierto que es todo
parte de una trampa al alma para alejarte a ti, a mí, a todos del amor de
Dios, quien no hace más que velar por nuestro bienestar y aprendizaje
en nuestro paso por esta tierra. Aclaremos algo: la vida eterna no se
nos ha quitado en ningún momento. Sólo que no se trata de una vida
eterna en este plano material, el cual es sólo una transición. De hecho,
¿hay acaso alguien que esté dispuesto a vivir eternamente en este
mundo lleno de maldad? Existen hoy en día muchos planteamientos
filosóficos y psicosociales de lo que eso implicaría y me atrevo a decir
que siempre tiene un final poco placentero para cualquier ser humano.
Dios se encarga de recibirnos de brazos abiertos una vez haya
terminado nuestro transcurso por este plano, ya que el cuerpo es sólo
un templo, pero no el todo de lo que somos. El alma vuelve a entrar a
la dimensión de Dios cuando partimos y llegamos a la vida eterna. Eso
es un hecho.
Cuando llegó el diablo en aquella tarde a manifestar sus planes del
libro, había cambiado ciertamente algo en mí. Era algo mínimo, quizás,
pero fue el quiebre suficiente como para ir abriendo mis ojos. Quizás
nunca estuve totalmente convencido de lo que hacía en mis años
infames, pero lo importante es que descubrí que existía una inquietud
dentro de mí por conocer lo que se oponía a la oscuridad, hasta que
finalmente ocurrió que quise impregnarme con la verdad, ya que a
quien servía como esclavo no le importaba dejar claro que todas sus
historias y teorías eran una farsa. Quedó un vacío dentro de mí que de
pronto se fue llenando con una pregunta “inocente”: Si todo es
mentira, ¿qué ofrece la verdad?”. Esta pequeña duda fue suficiente para
un impulso que luego se terminó convirtiendo en un desahogo
incesante, como agua que sale de represa, llevándose todo a su paso…
El libro se debía imprimir en España y yo era el encargado de
hacer los arreglos apenas terminase de redactar las últimas palabras, de
manera que se publicase y fuese un libro de alcance público. Sin
embargo, me convertí en cristiano un mes antes de poder enviar el
libro a España. Lo que hice fue guardar bajo mi colchón la versión no
publicada, pero ya escrita. En mi afán de entregarme a Dios y dejar
atrás mi pasado, traté de cerrarme mentalmente y borrar de mi
memoria todo lo sucedido, incluso esos momentos en que el diablo se
me apareció para dominar hasta mis ojos y hacerme esclavo de su
voluntad. A tan sólo una semana después de haber sido transformado a
cristiano, recordé el libro negro y lo busqué con el desespero que
invadió todo mi cuerpo por tanta información peligrosa.
Me encontraba yo meditando en la calle, aprovechando la
conexión de mi cuerpo y mi mente con las palabras de Dios, cuando
sentí que me habló la intuición sobre un terrible peligro que se
avecinaba. La imagen del libro negro vino a mi mente de inmediato y
dejé de hacer lo que estaba haciendo, corrí despavorido por las calles
hasta llegar a casa entre sudor y frenesí. Levanté el colchón y para mi
sorpresa, el libro se había ido. No estaba donde tanto tiempo lo guardé
sin que nadie lo notara.
Vivía solo en un pequeño apartamento que se encontraba hacia la
parte final de una casa grande, muy grande, como una especie de
vecindad, donde no hablaba ni socializaba con nadie. La puerta de mi
apartamento no estaba para nada violentada. Mi habitación estaba en el
mismo estado en que lo había dejado. La desaparición del libro negro
fue sobrenatural e inexplicable por lo que siempre he creído que Dios
envió un Ángel a llevárselo o que el diablo lo tomo para que otro lo
publicara. Amas ideas combaten en mi mente.
Lo que sí es evidente en nuestros días es que esos relatos, o la
mayoría de esos que se encuentran en los capítulos que llegué a
escribir, los podemos percibir alrededor de nosotros hoy mismo, en
este instante, mientras lees este párrafo o mientras yo lo escribo.
Siguen acechando nuestras almas y la guerra realmente no se ha
acabado.
Algunos aseguran que los tiempos de paz son momentos para
prepararse para la guerra, pero cuando se trata de la guerra del bien y el
mal, no hay descanso, ni paz, ni tregua. Realmente, cuando Dios nos
creó fuimos nosotros el objeto de la envidia del diablo y desde esas
épocas remotas, que ahora nos suenan a mitologías ficticias o
fantasiosas, la lucha por invadir nuestras almas ha sido parte de la
guerra sistemática que ha llevado al planeta a repetir su historia con
guerras, sangre derramada en los suelos de los cinco continentes, en los
mares y hasta en los cielos con la llegada de los aviones.
Aunque hoy en día no veamos más caballeros vestidos de metal y
blandiendo espadas, las guerras han mutado a ser también pasivo-
agresivas, disfrazadas de humor, ironías, chistes, carisma, de
nacionalismos y de populismos. El enemigo está en todos lados
cuando se encarga de comprar nuestras mentes a cambio de lealtades
sin cuestionamientos, lleno de arrogancia y con la determinación de
manipular todo. ¿Nos ha quedado claro realmente lo que ocurrió en la
segunda guerra mundial? O ¿será que leer en libros de historias no es
suficiente para el incrédulo que necesita “ver para creer”, a quien Jesús
deberá tomarle las manos y pedirle que toque sus heridas después de
sacrificarse en la cruz?
Esto de que se reproduzca la frase “todo es debatible” hasta lo
absurdo no nos ha llevado como especie a ningún lugar productivo y
dudo que alguien se atreva a decir lo contrario. De hecho, es muy
probable que de todos modos sigan muchos en esta actitud, pero la
única forma de no caer en el reino del anticristo y del diablo como
reyes del mundo es contrarrestando sus planes con acciones, con amor,
con bondad, con apoyo mutuo, con ganas de hacer hasta las más
mínimas acciones por el otro, ya que de gota en gota es que el cielo
llena los caudales más vastos y los mares del planeta. Cada grano de
arena cuenta en la lucha a favor de la luz. Así que no hay razones para
rendirse, sino para seguir adelante.
Una posible hipótesis que tengo en mente sobre lo que pudo
haber pasado con el libro negro es que el diablo, al saber que lo usaría
en su contra, detuvo la idea de imprimirlo para hacerlo circular
públicamente y prefirió sembrar las ideas de esas historias falsas en la
cabeza de aliados potenciales, en especial la de aquellos con algún
poder, moderado o alto dentro de los medios de comunicación
masivos de hoy en día y de aquellos métodos de publicidad y mercadeo
al servicio de historias que refuerzan dudas sobre Dios, historias que se
proponen a sí mismas como ejemplos de creación y arte sobre lo que
nos define como hombres, pero no son más que patrañas disfrazadas y
con un poco de tacto para generar atracción. Mientras se venda, el
diablo sonríe.
A pesar de que ambas hipótesis, es decir, la del Ángel enviado por
Dios y la del diablo robando el libro yo le doy más crédito a la primera
porque fue la idea original que vino a mi mente cuando el libro
desapareció. La segunda idea vino a mí, muchos años después así que
confío que Dios me revelo la verdad de lo que había ocurrido en el
mismo momento que descubrí que el libro del diablo había
desaparecido.
Las conspiraciones que hoy en día se ven en la internet como
extraterrestres que viven entre nosotros, sociedades secretas
dominando el mundo, un Dios no sobre natural sino venido de otra
galaxia, seres de otras civilizaciones y estrellas distantes entregando
tecnología la ser humano. Todas y cada una de ellas son solo leyendas
falsas salidas de la mente del diablo para robarle el tiempo a las
personas y desviarlos lejos de Dios. Mientras que millones pierden su
vida detrás de conspiraciones sus almas van rumbo al infierno.
Todas las historias que ya he expuesto, y las otras que seguro han
creado después de haberme convertido, tendrán miles de versiones y
variaciones para venderse y revenderse en múltiples formatos que
llegarán a diferentes tipos de públicos, de todas las edades, sin
distinción de raza, nacionalidad o cualquier otro. Por eso, es tarea de
todos estar atentos a los relatos que se producen y se consiguen en
cada rincón de nuestros días, incluyendo en internet. Nuestros
teléfonos no son inmunes a estos engaños. Es un bombardeo de
desinformación maliciosa, que con tozudez y con violencia acostumbra
a cada individuo a pensar que no hay opciones válidas fuera de lo que
nos proponen.
Yo no era imprescindible para los planes infernales, conociendo el
afán del diablo por llevar a cabo sus planes, sé que éste habría usado a
otro de sus súbditos para dominar con la misma magia que usó sobre
mi para que no se levantase de su asiento hasta terminar de redactar
hasta la última palabra de sus mentiras y luego esparcirlas en todo el
mundo. La batalla actual es muy engañosa, pues las historias que
quieren alejarnos de Dios están difuminadas con colores de
“inocencia” y entretenimiento.
Por eso, hoy les digo con estas palabras que seamos más atentos y
minuciosos con lo que compramos. No me atrevo a imponerles lo que
compran, lo que ven, lo que consumen, pero sí les digo en el nombre
de Dios que cuiden y protejan su fe y su creencia en el Señor como un
tesoro invaluable que les reconforta en todo momento y del cual no
están dispuestos a desprenderse, ya que lo que queda después de que se
les arrebate ese tesoro de la fe es oscuridad, maldad, esclavitud,
sumisión, tortura, sufrimiento eterno y desdicha. La gracia de Dios es
el arma fundamental que debe acompañarnos internamente. No
necesitan imágenes, ni estampitas, ni figuras que les haga recordar eso.
La luz de Dios se encuentra dentro de nuestras almas.
Es imperativo, entonces, salvar guardar nuestros corazones,
protegerlo del mal y llenarlo cada día con amor y más amor; haciendo
el bien a nuestros hermanos y anular la indiferencia que le ha traído a la
humanidad un sin fin de problemas pendientes, con soluciones
posibles, pero que están esperando por nuestras voluntades para ser
sanadas y superadas. Sé que se puede. Dios contiene los males que nos
tientan, pero lo que es mejor, Él saca lo que tenemos para ofrecer:
Somos hechos a su imagen y semejanza.
Síntomas DE ATAQUES DEMONIACOS
Cuando fui parte del mundo satánico, tuve la experiencia de ver
cómo se les hacían ataques demoníacos a diferentes personas,
especialmente a cristianos, con toda la intención de desviarlos del
camino de Dios y corromper sus almas. En esos años que pude ver
esos ataques, confieso que era parte de todo ese círculo infame, en el
que solía confiar, pero no porque fuese realmente una sociedad en la
que pudieses darles fe de que te ayudarían o apoyarían, sino más bien
porque sientes que no hay vida fuera de ese grupo y que sin su
aceptación estarías destinado a vivir con el síndrome de abstinencia de
esa dependencia a la oscuridad que te van creando poco a poco. Te
engañan y te hacen creer con certeza que no hay alternativa a
entregarse en cuerpo y alma. Cuando me convertí a Cristo, pude notar
que todo lo que se hacía no era sólo malo, sino también descubrí con
mayor capacidad que la maldad no tiene cabida en este mundo, por
más intentos que haga de perjudicar a Dios. Pero la maldad es terca y
caprichosa, por lo que el diablo sentía placer en atacar a personas de fe.
Aquellos que sufrieron estos ataques, y quienes quizás sufren hoy
el ataque del maligno, son víctimas que no están endemoniadas ni
poseídas, pero que padecen una especie de asedio, de invasión y de
bombardeo de parte del mal para que se descarrilen de las vías
correctas de la luz. Hoy en día, como pastor cristiano que soy, quiero
enseñarles todo lo que he visto con respecto a estos síntomas de
ataques demoníacos. He visto cómo matrimonios, incluso unos muy
sólidos, han sido víctimas de ataques para que se vaya corrompiendo
su fuerza, su fe y su unidad, con lo que termina alguno de los dos
cometiendo algún pecado como el adulterio, por mencionar uno de los
más comunes. Los síntomas dependen siempre de la personalidad de
cada individuo que pueda estar bajo este ataque, pero hay ciertos
patrones que se repiten, ya que son diferentes niveles en los que va
cediendo la persona de buena fe. En todo caso, sea quien sea la
víctima, siempre empiezan a surgir antivalores y rasgos que no solían
ser parte de la persona. Por más que la víctima sea una persona muy
humilde, a quien jamás le ha gustado la arrogancia, ésta se va a ir
calando dentro de su alma para dejar de escuchar las opiniones, los
consejos o sugerencias de sus buenos amigos o familiares.
Cuando vemos que un ser amado o algún amigo empieza a
padecer de este síntoma, lo primero que se nos ocurre es ayudarlo.
Buscamos hablar con él para hacerlo entender que su actitud no está
siendo la mejor y que ha venido mostrando gestos, comentarios y
sentimientos de arrogancia o de aprehensión, por lo que se ha estado
aislando poco a poco, dejando de lado a sus verdaderos amigos o seres
amados. Estos comentarios o, incluso, las críticas más mínimas, sin
importar que sean constructivas, le molestas exageradamente. De
hecho, si esta persona bajo el ataque del demonio se topa con alguna
orden de alguien con jerarquía, como un jefe en su puesto laboral,
toma sus palabras como ofensivas, como si creyese que nadie tiene la
autoridad suficiente para estar sobre él. Se toma muy a pecho los
comentarios, lleno de arrogancia, con dejadez en el alma por no querer
preocuparse con las emociones fuertes que está sintiendo, y termina
cerrando voluntariamente cualquier paso al amor que se le ofrece
cuando mostramos preocupación por su situación. Dicen que no hay
peor ciego que el que no quiere ver. En este caso, estaríamos en
presencia de una persona que no quiere oír, pero es a causa del ataque
mental que le proporciona el diablo. Es un síntoma, tal cual como si se
tratase de una enfermedad que nos van infringiendo lentamente, dosis
tras dosis.
Esa arrogancia va de la mano con un intenso sentir de dejadez que
se apodera del subconsciente de la persona atacada. Esa dejadez lo
hace despreocuparse de las opiniones o alternativas que se le presentan
para escuchar a sus seres queridos. La arrogancia va consumiendo su
mente, con lo que empieza a tener la tendencia a aislarse. Empieza a
dejar de lado y rechazar oportunidades de compartir con quienes
alguna vez consideró personas de gran importancia. Eso nos lleva al
segundo síntoma de la víctima del asedio del diablo: el aislamiento
social. La ruptura de la vida social del individuo.
Como consecuencia de ese avance del ataque, una vez sembrada la
arrogancia en el espíritu de la persona, éste se hace inmune a aspectos
sentimentales que corresponden a la familia y los seres cercanos. Los
hijos, sus padres, incluso su cónyuge pasa a ser tener una posición
secundaria. La autoexclusión pasa a ser parte de su rutina, por lo que
evita contacto visual o casi de cualquier tipo, de no ser necesario. A la
hora de tomar el desayuno, si puede evitarlo, ni habla. A la hora de
dormir, se muestra ante su pareja como una persona fría que sólo
comparte espacio en el dormitorio por compromiso, pero no hay
contacto cálido de pareja. La vida deja de parecerle algo que deba estar
centrado en el bienestar de su propia familia. Su casa empieza entonces
a ser desatendida de muchas formas. Si era una persona colaborativa,
deja de serlo y si no lo era, se convierte en el causante de un sin fin de
situaciones incómodas con su pareja, que no podrá evitar sentir un
rechazo, fomentado con el hecho de que aparecen críticas que no
solían existir. La ruptura de la pareja se puede convertir en un hecho si
no se detecta cuál es el verdadero origen de todo este comportamiento.
Quizás algunas personas podrán pensar de inmediato que se trata de
una infidelidad. Es probable que el adulterio esté presente como medio
para que ese aislamiento se desarrolle, pero no es necesario cuando se
trata de un ataque del diablo. Los rechazos y el aislamiento nacen por
sobre todas las cosas de lo que llamaremos el tercer síntoma: la
soberbia y el narcisismo.
Aquel cristiano que es elegido por el demonio para ser atacado,
luego de estar sumido en su propio ser y aislarse casi completamente
de todo contacto humano, empieza a padecer de la soberbia y el
narcisismo, como si se tratase de un virus que se va apoderando de
cada célula saludable que se encuentra en su cuerpo. El narcisismo que
nace en esa persona proviene de la falsa creencia que le implanta el
diablo de que nadie está a su altura y por eso no debía oír a nadie, ni
siquiera a sus líderes espirituales o pastores (Esto lo he visto mucho en
mi vida pastoral). Cree que él y sólo él tiene las respuestas a todo lo
que sucede a su alrededor y, frustrado por no ver quién lo entienda,
negado completamente a siquiera buscar ayuda y paz para su psique, va
cerrando espacios a otros que lo llevan a amarse más aun así… pero no
es un amor propio realmente. Eso es sólo una ilusión. A lo que va
amando más es a su ego. Empieza así una mutación interna con rasgos
plenamente egocentrista. En la búsqueda de alimentar y echarle más
leña al fuego del ego, cambia hasta su forma de caminar, mirando a
otros por encima de sus hombros, siempre con cierto gesto en el
rostro que pareciera transmitir asco por las opiniones ajenas y hasta
por el más mínimo de los detalles que conforman su contexto. Así
como el narcisismo es lo que va apoderándose del interior de esta
persona, la soberbia es entonces su medio para expresar y botar todo
ese veneno inmundo que acapara cada gota de su ser. Es en ese
momento, cuando esta víctima se enclaustra en creerse el mejor de
todo, cuando surge una sonrisa oscura desde su interior al ver a otros
enseñarle algo u opinar. La risa arrogante no viene de esa persona ni su
naturaleza, sino del diablo que le siembra los gestos que van
lastimando e hiriendo a otros con cada interacción.
Estos síntomas pueden variar dependiendo de la persona que esté
experimentando el ataque demoníaco y sobre todo de su vida
espiritual. De hecho, con cada individuo puede ser en mayor o menor
medida cada síntoma. Hay cristianos fuertes de fe que no pasan del
primer síntoma, pero otros van poco a poco desarrollando otros signos
de estos ataques, a veces de forma abrupta. Al verse rodeados por sólo
su propio ego, contradictoriamente, nace entonces un estado de
ansiedad y/o depresión. Para algunas personas, sólo se manifiesta la
ansiedad y viceversa. En otros casos, ambos estados mentales se
manifiestan con gran control sobre la persona. A pesar de que la
víctima del ataque demoníaco se regocije en su propio egocentrismo y
narcisismo, ciertamente el diablo sólo puso esto dentro de su ser como
un espejismo que lo va dejando vacío, ya que la realidad es que su
naturaleza es social como la de todos. Su amor por su familia y sus
hijos siguen dentro de él, intactos pero bloqueados por el poder
demoniaco. Sin embargo, este síntoma es sólo una transición que lo
lleva a un estado de frialdad en la que va perdiendo la sensibilidad. Es
importante comprender que los grados más graves de este proceso
solo llegan a aparecer en cristianos tibios que no se toman en serio su
fe, pero los rasgos iniciales e incluso intermedios pueden aparecer en
cualquier cristiano que descuide su vida espiritual.
Tomemos en cuenta que este punto se genera sumamente
doloroso para las personas que rodean a la víctima. Es importante estar
advertidos por que una de las tendencias de muchas personas,
entendiblemente, es alejarse y dar por sentado que ese ser que tanto
quisieron ya no debería ser parte de sus vidas, por lo que lo dejan solo
en sus problemas emocionales que nacen del mundo espiritual, pero
por ignorarlo, creemos que la solución es abandonar a esa pareja… con
lo que inicia la ruptura definitiva de la familia o el matrimonio. En
definitiva, es muy doloroso conocer a alguien por ciertos rasgos, que la
hayas amado, incluso con sus defectos, y luego pasar a un estado de
decepción, en el que pareciera que esa persona que te llegó a llenar el
alma con tanto amor se hubiese ido. Como si esa persona hubiese sido
reemplazada por algún ente que ya no conocemos. Sí, puede ser que
habite el cuerpo que conocemos y que amamos, pero la frialdad nos
hace percibir que esa persona por la que nos preocupamos ya no está.
Se fue… ¿o no, realmente?
En realidad, no se ha ido. Está atrapada y bloqueada por esa serie
de elementos que actúan como un asedio invasor por parte del
demonio. No es un ser humano poseído. Es un ser humano restringido
con su libertad indirectamente negada. Parece que siempre tenemos
opción, pero las opciones se reducen cuando estamos envenenados y
no conocemos el antídoto ni la causa de nuestros males. La dosis sigue
en aumento dentro de los planes del demonio en asedio, por lo que el
siguiente paso, especialmente si la familia sigue presente, es que la
víctima actúe con maldad. Se inicia entonces el placer en cada daño
que éste inflige a otros, incluso a sus seres más cercanos. No escatima
en ver a quién le causa dolor y, aunque las agresiones verbales son lo
principal porque llegan directo al alma, la agresión física no se descarta
en los juegos del diablo. ¿Por qué habría de descartarlos? Es el diablo.
Si bien no todos los que son objeto de estos ataques llegan a este
punto, es una posibilidad que está presente en cada uno de los casos y
hasta el más inocente de los seres podría llegar a matar o desear hacerlo
a causa del maligno que ha logrado llevarlo al aislamiento y al borde de
donde quiere para alejarlo de Dios.
Finalmente, por si fuera poco, todo lo que ya he descrito hasta
acá, el momento más álgido o de ebullición con este ataque demoníaco
viene de la mano con la locura. La víctima, al llegar a esta estadía, ha
sufrido y padecido el poder del demonio con tal densidad que en lugar
de ataque parece casi poseída, aunque no lo está porque el demonio no
puede endemoniar a un cristiano nacido de nuevo, aunque este haya
descuidado su vida espiritual. Solo en casos de que haya abandonado la
fe podrá ser poseído. La invasión del diablo en su mente ha tenido
tanto éxito que se han venido descomponiendo su fe, su creencia, sus
convicciones, sus ganas de luchar y hasta su certeza de que hay un
Dios. La descomposición es parte del paso final para poder hacerse
dueño de la voluntad completa de la persona, pero ya en este punto
sería sólo por capricho y por placer de ver a uno de los hijos de Dios
en sus redes, ya que su cometido estaría logrado al haberlo separado de
sus familiares, al haberlo aislado por completo y, más aún, si la maldad
que se sembró en ese corazón llevó a la víctima a cometer un crimen.
Es importante que entendamos que todo este proceso de
descomposición infligido por el diablo en una víctima no igual a una
posesión. Si bien las posesiones son algo real, les estoy hablando de
algo un tanto más difícil de comprender y detectar; un método más
engañoso del diablo para terminar apartando a los cristianos de todo
espacio que le sea beneficioso y productivo para el alma. Con estas
artimañas, satanás procura que no podamos detectar que se trata más
bien de sus acciones y que pasemos a culpar por completo a nuestro
amigo, familiar o pareja. De esta forma, logra apartar a muchos de la
fe. Por eso es imperativo que sepamos detectar cada uno de estos
rasgos en otros, incluyendo en aquellos cristianos conocidos que estén
pecando. Nunca es saludable dar por sentado que un cristiano está
alejado del pecado. Por el contrario, muchas veces somos los hombres
de fe quienes más asedio tenemos de parte del diablo con las
tentaciones, ya que somos quienes más le estorbamos al diablo en sus
planes.
Seguramente se preguntan ahora, ¿pero, el diablo domina
entonces la voluntad de la persona a la que está atacando? No. El
dominio de la voluntad solo sucede cuando el demonio se encarga de
poseer a una persona. A pesar de que los síntomas se van
manifestando de acuerdo a cada persona y a su fuerza moral, el diablo
no puede dominar enteramente la voluntad de quien decide atacar
debido a que el proceso debe ser más largo, más estratégico y como
gota que va cayendo sin prisa, pero sin pausa para carcomer una pared
que tiene filtración. En el caso de una posesión, el demonio tiene el
control completo de la voluntad de la persona. Ese es el fin después de
avanzar en el ataque en caso de que la persona abandone su fe o, en
caso de tratarse de una persona que no tenga fe en Dios, la posesión se
lleva a cabo casi de inmediato y sin todo el proceso que deben vivir los
cristianos. La única forma de que un cristiano llegue a ser poseído y
controlado en su totalidad, es que ese ataque llegó a su punto final y el
cristiano deja de ser cristiano.
A pesar de que ya hemos dicho que los cristianos con una fe
fuerte en Dios y en Cristo son menos vulnerables a pasar del primer
síntoma del ataque, es relevante que ninguno de nosotros ose a
subestimar las capacidades del diablo, ya que éste fue capaz de
infiltrarse en las filas de Cristo antes de la crucifixión y se metió a jugar
en la mente del discípulo Pedro, como lo señala la Biblia, en Mateo
16:21-23, en la versión de Reina Valera 1960. Citaré textualmente los
versículos para guiarnos directamente con la sagrada escritura:
“21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que
le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los
principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al
tercer día.
22 entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle,
diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca.
23 pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !!Quítate de delante de mí,
¡Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de
Dios, sino en las de los hombres”. Mateo 16:21-23 Reina-Valera 1960
(RVR1960)
Como así señala Mateo, Pedro le habla a Jesús, pero no es Pedro
realmente quien busca tentar al hijo de Dios que vino a este mundo
con un sólo propósito, salvarnos. Pedro fue víctima de las tentaciones
que el diablo insertó en su cabeza, junto con las dudas y los deseos
terrenales. Pedro no piensa en el mayor de todos los propósitos de lo
que va a suceder, sino que piensa únicamente en sus apegos terrenales
y emocionales, desviado por el veneno del diablo en su afán de
sabotear lo que Dios tenía predestinado para Jesús. ¿Es entendible que
alguien procure evitarle el dolor y el sufrimiento a un amigo y, lo que
en este caso era más que un amigo, era Jesús enviado por Dios para
traer redención? Por supuesto. Es más que entendible desde la
perspectiva terrenal y humana. Sin embargo, Jesús tuvo la fuerza de
voluntad, la pericia y la sabiduría para rechazar las palabras de Pedro,
llamarlo Satanás y alejarse de esa propuesta de evitarse las calamidades
de la crucifixión para tener una vida normal. Pero luego de haber
sabido cuál era su objetivo de vida y la importancia de su misión en la
tierra, ¿realmente se iba a poder librar de toda su responsabilidad así,
no más? Si hubiese sido un hombre común, quizás terminase huyendo
a su misión, evitando los latigazos y las humillaciones cuando tenía
oportunidad. Pero no se trata de un hombre común. Se trata del
hombre que vino a darnos el ejemplo con acciones concretas y el hijo
de Dios. Nosotros, gracias a él, podemos tomar su corazón como una
bandera que nos va a orientar a cumplir nuestra misión en la tierra y
llenar de luz y esperanza cada rincón de la existencia misma.
Es muy probables que se aparezcan muchos Pedros en nuestro
camino. Es probable que escuchemos sus palabras y encontremos
razonamientos lógicos que nos hagan dudar sobre nuestro propósito y
nuestros objetivos, pero debemos tener la voluntad suficiente para
hacerle frente y apartarse como lo hizo Jesús, porque, como él mismo
señala, Pedro no es Pedro, sino la tentación expresándose a través de
él.
La fe contra los demonios
Durante mi experiencia en el satanismo aprendí que la fe es un
don que Dios le da a los seres humanos; es un poder que está en
nosotros y que aún si las personas se encuentran en el mundo de las
tinieblas, es decir, lejos de Dios, tiene efecto. Por esta razón, en todas
las religiones, sin importar que casi todas sean falsas, una fe grande
mueve montañas. Después de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, la fe
es el elemento más poderoso en todo el universo. De hecho, el diablo y
los demonios se valen de ella para ejercer su poder. Actualmente, la
sociedad está sumergida en un mar de confusiones e ignorancia ya que
la mayoría de las personas le temen al diablo en lugar de temer a Dios
Todopoderoso, quien es el que tiene el poder de echar el alma al
infierno (Lucas 12:5). Cuando estaba en el mundo de la brujería, pude
observar que incluso algunos brujos más experimentados que yo le
tenían miedo al diablo y que en los enfrentamientos espirituales tales
brujos eran vencidos por los demonios. Si la fe es la fuente de poder
del diablo, ¿por qué no todos sus hijos de perdición tenían éxito?,
¿realmente tenían fe?, ¿por qué no contaban con el respaldo del diablo?
En el presente capítulo, me enfocaré en dos aspectos importantes que
debemos tener en cuenta al momento de expulsar demonios: la fe y el
hecho de hablar con autoridad. Es claro que en este capítulo no
hablare de la fe en demonios sino de la fe en Cristo, pero doy
testimonio que aun en el reino de las tinieblas la fe es el elemento que
cambia las reglas del juego y lo que te hace ganar o perder. En el
satanismo también se realizan exorcismos y lo curioso es que estos no
tienen existo si el brujo teme o duda. El diablo (demonios) huele el
miedo y pierde el respecto por quien lo intenta echar fuera si esa
persona no tiene o pierde la fe. Esto hay que llevarlo a la practica en la
vida cristiana. Si un brujo con fe realiza un exorcismo cuanto más un
cristiano con fe echara a fuera al más poderoso de los demonios y al
diablo mismo.
“No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas
de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes” (Efesios 6:12); estamos sumergidos en un mundo espiritual
en el que existen dos terrenos: el terreno de la luz y el de las tinieblas.
Dichos terrenos se oponen entre sí; no hay comunión alguna entre
ellos. Por esta razón, no estamos exentos de tener luchas espirituales.
Las fuerzas sobrenaturales actúan de manera permanente; sin embargo,
la mayoría del tiempo no lo podemos percibir. Algunas personas están
muy conscientes de ello; otras simplemente ignoran esta realidad
sobrenatural y viven oprimidas y engañadas por el diablo y sus
demonios. Dios desea librarnos de toda atadura del maligno y
capacitarnos para vencerlo, así como Jesucristo lo hizo al morir por
nosotros en la cruz del calvario. Así pues, Dios nos prepara mediante
su Palabra y nos enseña cómo usar la herramienta para vencer los
demonios en la guerra espiritual: la armadura de Dios.
En primer lugar, debemos ser realmente fieles a Dios, debemos
ser íntegros “estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad,
vestidos con la coraza de justicia y calzados los pies con el celo por
anunciar el evangelio de la paz” (Efesios 6:14-15). Servimos a un solo
Señor que es Jesucristo por lo que debemos perseverar en su Palabra,
es decir, en la luz, para pisar siempre terreno firme y ser libres de toda
atadura del mal (Juan 8:32). Es necesario que busquemos con afán la
justicia de Dios, que nos deleitemos en su Palabra y que nuestra vida
sea transformada por ella día a día pues si estamos en la luz, la
oscuridad no podrá alcanzarnos; “la luz en las tinieblas resplandece, y
las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:5). En segundo lugar,
debemos tener fe; “sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16).
El demonio siempre quiere distraernos y sembrar en nuestra mente sus
mentiras. Si tenemos fe en Jesucristo y en su Palabra, es decir, si
creemos firmemente que la Palabra de Dios tiene poder (Romanos
1:16), echaremos fuera el temor y seremos inmunes a sus ataques. En
tercer lugar, debemos tener la seguridad de que somos salvos y tener
presente la Palabra de Dios en nuestra mente y corazón, “tomad el
yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de
Dios” (Efesios 6:17). El demonio no puede lastimarnos, no tiene
poder sobre nosotros, mucho menos puede llevarnos con él pues
nuestra alma le pertenece a Dios. Al creer en Jesucristo como nuestro
Señor, hemos obtenido la salvación (Juan 3:16-17), pasamos de ser
solamente su creación a ser también sus hijos (Juan 1:12). Asimismo,
debemos escudriñar y memorizar la Palabra de Dios; es necesario leerla
constantemente, pues nos ayuda a discernir la luz de las tinieblas y
además es la fuente de nuestra fe en Jesucristo (Romanos 10.17). Sin
duda alguna, Dios nos dejó las herramientas necesarias para vencer al
enemigo. Sin embargo, no todos los hijos de Dios se han protegido
con dicha armadura; todavía su fe no ha madurado lo suficiente para
lograr expulsar demonios.
La fe y la autoridad son dos elementos claves en la lucha contra
los demonios. En Mateo 17:14-21, Jesucristo les dice a sus discípulos
que ellos no habían podido expulsar al demonio por falta de fe y
además afirma que es necesario orar y ayunar para lograrlo. ¿Cómo
aumentará nuestra fe en Jesucristo si no mantenemos una comunión
con Él?, ¿cómo lograremos conocerlo si no pasamos tiempo de
intimidad con Él? Resulta necesario tener una estrecha comunión con
Dios y ayunar para así conocer más sobre su poder y para que nuestra
mente y corazón puedan ser renovados. Nacemos sin tener
conocimiento real sobre Dios; a medida que crecemos en nuestra
mente se va creando un concepto sobre Él que en muchos casos es
erróneo. Dios, por su gran misericordia, pone en nuestro corazón el
anhelo de buscarle y cuando atendemos a ese llamado y buscamos de
Él, comenzamos a descubrir quién es Él realmente y a discernir el bien
y el mal. Además, cuando aceptamos a Jesucristo como Señor y
Salvador, comienza en nosotros un proceso de transformación “el que
comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo” (Filipenses 1:6). Así pues, mientras estemos en la tierra,
nunca dejaremos de aprender, nunca llegaremos a ser perfectos sino
cuando estemos ante su presencia. En otras palabras, nuestro caminar
con Jesucristo implica un constante aprendizaje. En este sentido, la fe
en Jesucristo, y en su Palabra, es uno de los aspectos que deben ser
perfeccionados en nosotros.
En el satanismo comprendí la diferencia entre hablar con
autoridad y hablar con miedo. Además, pude observar que los
demonios huelen el miedo como si fueran perros que olfatean la
adrenalina. El miedo simplemente alimenta a los demonios y debilita la
fe de las personas; el miedo desestabiliza. En el satanismo también se
realizan exorcismos donde el demonio que opera con el brujo echa
fuera a un demonio menor que ha poseído o dominado a una persona.
Se trata de una guerra entre demonios, una guerra espiritual. Sin
embargo, si el brujo no tiene fe, nada funciona, todo esfuerzo es inútil.
No importa los conjuros que pueda hacer; si no hay fe, no hay poder.
Eso me hizo llegar a la conclusión de que la ley que rige lo espiritual es
la fe. Muchas veces vi brujos más experimentados que yo que no
podían echar fuera un demonio porque tenían miedo de ser atacados;
logré ver claramente el miedo en sus ojos. Sin embargo, como yo no
les temía, yo sí los echaba fuera. Dicho miedo también lo he observado
en el cristianismo; vi a 7 u 8 cristianos orando por un endemoniado
durante horas sin conseguir nada. Más tarde, me pidieron ayuda y tan
solo con decir: -El Señor te reprenda en el nombre de Jesús; fuera,
pude expulsar al demonio de manera inmediata. Ese día comprendí
que era lo mismo que sucedía en el satanismo; aquellos cristianos
tampoco podían expulsar los demonios porque también les tenían
miedo, simplemente no tenían fe. No usaron la armadura de Dios.
“En mi nombre echarán fuera demonios” (Marcos 16:17). Es
necesario creer en lo que nos dice el Señor Jesucristo para que así
pueda tener efecto, es decir, debemos creer de corazón en su Palabra,
tener fe en ella para poder usarla contra los demonios. Debemos tener
siempre presente que la Palabra de Dios es nuestra espada. Cuando
Jesucristo se enfrentaba al diablo, usaba la Palabra de Dios contra él:
“Vete, Satanás, porque escrito está: ‘Al Señor tu Dios adorarás y sólo a
él servirás.’” (Mateo 4:10). Si no escudriñamos la Biblia, si no
guardamos la Palabra de Dios en la mente y corazón, no tendremos la
fortaleza espiritual suficiente para vencer las mentiras de los demonios.
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”
(Santiago 4:7), nuestra vida debe estar fundamentada en la Palabra de
Dios para que el demonio no tenga manera de engañarnos,
esclavizarnos ni desestabilizarnos.
En el momento de enfrentar al demonio, además de tener fe en el
Señor Jesucristo, es importante hablar con autoridad. La autoridad no
es hablar gritando sino hablar con seguridad. Si la fe opera en los hijos
de perdición, ¡cuánto más en los que hemos creído en el Hijo de Dios
y tenemos promesas sobre toda fuerza del enemigo! Los hijos de Dios
debemos creer firmemente que Él es el Rey del universo, el dueño de
la tierra, de todo lo que existe así que ningún demonio está sobre Él; el
diablo no podrá vencerlo ni tampoco a sus hijos. “Porque no nos ha
dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio” (2 Timoteo 1:7); los hijos de Dios no debemos temer a los
demonios. El Señor Jesucristo nos ha llenado con su Espíritu Santo: un
Espíritu Todopoderoso.
Para echar fuera a un demonio es importante no conversar con él
ni hacer caso a lo que dice; debemos ignorar sus palabras. Nuestro
objetivo es enfrentarlo, expulsarlo. En muchas oportunidades,
Jesucristo expulsó demonios; Él solo le daba órdenes y los demonios
obedecían: “Jesús lo reprendió, diciendo: —¡Cállate y sal de él! (…)
Pero él los reprendía y no los dejaba hablar” (Lucas 4:35; 41);
“reprendió al espíritu impuro, diciéndole: —Espíritu mudo y sordo, yo
te mando que salgas de él y no entres más en él” (Marcos 9:25). El
hecho de hablar con los demonios es cosa de las películas de
Hollywood; incluso en este aspecto, el enemigo trata de confundir a los
hijos de Dios. Jesús mandaba a callar a los demonios y los echaba
fuera. Solo en el pasaje del endemoniado gadareno, podemos observar
que Jesús preguntó el nombre de los demonios, pero solo para
demostrar que ellos son muchos y que no tienen nombre pues no
pudieron referir un nombre propio sino solo uno genérico referido al
número de ellos: legiones (Lucas 8:26-39).
¿No te has preguntado por qué ocurren milagros en todas las
religiones?, ello sin duda mantiene a muchas personas confundidas con
respecto a la verdadera religión. La respuesta a dicha interrogante es la
siguiente: mientras haya fe, todo es posible. Realmente la fe mueve
grandes montañas. La fe es algo que Dios ampara, estoy seguro de que
Dios premia muchas veces la ve, aunque se ejercite desde una religión
equivocada, claro que la promesa de que siempre escuchara solo la
podemos tener en la fe verdadera en Cristo Jesús. Él es quién se
encarga de cultivar nuestra fe; esto es algo que nadie puede controlar.
Es un don que Dios da a todas las personas, pero en diferente
magnitud. Si alguien pide con fe, incluso en la ignorancia de una falsa
religión, Dios escucha sus peticiones (siempre y cuando estén
conforme a su voluntad) y muestra su infinita misericordia. Dios busca
a hombres y mujeres de fe; estos pueden encontrarse en cualquier
religión, así como la mujer sunamita de la Biblia de la que Dios se
compadeció al resucitar a su hijo a pesar de que era pagana (2 Reyes
4:8-37). Simplemente, Dios ama la humanidad y anhela profundamente
que todas las personas clamen a Él, busquen su presencia y sean salvas
mediante la fe en su Hijo Jesucristo. Dios dice que sin fe es imposible
agradarle (hebreos 11:6). En la actualidad, muchos hijos de Dios dicen
creer en Él, pero aún no han comprendido o creído en el don de la fe.
Si bien la fe actúa tanto en las tinieblas (en menor grado y solo por
misericordia) como en la luz (en mayor grado y con promesas); como
hijos de Dios, es nuestra tarea ejercitarla para exaltar su nombre.
Mi experiencia en las luchas
Mi vida ha tenido distintas etapas o fases y podría asegurar con
total certeza que todo lo que he vivido me ha traído a este punto en el
que me encuentro, donde me puedo declarar como cristiano en
cuerpo, en alma, en corazón, racionalmente y con pasión a la vez. Dios
ha querido llevarme de la mano por senderos que pocos hombres han
tenido que atravesar. Hoy en día soy un Pastor Cristiano,
orgullosamente Evangélico, luchando de la mano de Jesús y Dios en
contra de las magias negras, del diablo y sus súbditos no solo en el
satanismo sino en todas las falsas religiones y el ateísmo. Esta lucha es
difícil para cualquier ser humano, especialmente para los evangélicos,
pero en mi caso hay un detalle particular. El hecho de que pertenecí al
mundo del satanismo hace que mi lucha sea un poco diferente. La
batalla se hace cuesta arriba y más compleja, pues ya estoy en la mira
del diablo y su ensañamiento pretende ser más letal y perverso que
contra otros cristianos.
El diablo me tiene un odio muy particular a mí. Por el hecho de
haber pertenecido a sus súbditos y haberme rebelado para estar ahora
de la mano de Dios hace que tenga una fijación especial hacia mí. Para
el diablo, su lucha contra mi alma no corresponde a una lucha del mal
contra el bien. Es ahora una lucha personal. Lo hice personal por
haberlo abandonado. Quizás no es que yo, personalmente, le parezca
muy importante. Sin embargo, cuando un súbdito se rebela es como un
efecto dominó en el que poco a poco otras almas bajo su poder
empiezan a notar que la luz siempre estuvo ahí y que hay una salida al
final del túnel, por lo que el maligno se encarga de reforzar sus castigos
y sembrar con mayor cizaña el miedo dentro de los corazones, cual
tirano que sabe que tiene segura su derrota y solo quiere hacer mal.
Durante estos años de lucha contra el diablo he tenido que pasar
por múltiples enfermedades que realmente lo que buscan no es afectar
mi salud, así no más. Lo que buscan en realidad es quebrar mi
fortaleza, mi voluntad, mis ganas de seguir adelante, mi espíritu y mi fe
en Dios Todopoderoso. Los ataques del diablo me han hecho incluso
tener que estar en salas de hospitales. Mi vida ha estado en peligro en
diversas ocasiones. Además, con el fin de sembrar el miedo en mi
alma, se me han diagnosticado enfermedades para asustarme y luego,
ya no están. ¿Equivocación de los médicos? Si fuese una vez, lo podría
creer, pero no cuando ocurre de manera tan seguida. Es realmente un
ataque tras otro con todo el descaro para hacerme saber que están
detrás de mí. Es una especie de cacería, pero esta “presa” no es fácil
por el poder de Cristo. Para alejarme de Dios no tienen herramientas.
No hay forma de que mi alma y mi conciencia dejen de estar
eternamente agradecidas con haber conocido la eterna luz de Dios en
mi interior. No hay forma de que mi alma vuelvan a ese foso sin
fondo, lleno de tanta oscuridad y terror. Soy feliz y pleno junto al
Señor.
Siendo honesto, esta lucha ha sido compleja por el hecho de que
he tenido que soportar suplicios mentales, constantes ataques de parte
del diablo desde el momento en que me convertí a cristiano. Este
tormento ha llegado a tornarse insoportable. El diablo no cesa sus
tormentos dentro de mí, ya que me acusa constantemente por lo que
hice en mi pasado. Debo confesar que la culpa se apodera algunas
veces de mí, ya que oigo los tormentos que el diablo me quiere
imponer, recalcando y recalcando que no puedo ser cristiano si en el
pasado era parte de sus súbditos y que no soy digno del amor de Dios.
¿He tenido mis dudas? Por supuesto. Como ser humano que soy, he
tenido las dudas con respecto a si seré o no poseedor del perdón de
Dios por haber estado tan adentro del satanismo. Sin embargo, cuando
respiro profundo, veo el cielo azul celeste, soy capaz de apreciar las
pequeñas cosas de la vida y al notar que a mi lado hay gente que me
quiere y que me valora, que no me juzga por mi pasado, sino que me
juzga por mis acciones en el presente, puedo saber que no necesito que
Dios aparezca ante mi para decirme que me perdonó y que tengo otra
oportunidad. La oportunidad es hoy y es tan tangible como el hecho de
que con estas palabras estoy advirtiéndole a otros cristianos cómo
pueden protegerse del diablo. Mi tarea está más clara que nunca y,
aunque he tenido que soportar este tormento y las enfermedades, estoy
convencido de cuál es mi objetivo en este mundo. El hecho de que el
diablo le de tanta importancia a que ya no sea más su súbdito me
demuestra que éste teme por sus planes y por el hecho de que su lucha
no tendrá el final que desea y anhela. Aunque el diablo pretenda usar
todos estos recuerdos que están en mi mente, sé que son circunstancias
que debo aceptar y comprender siempre que fueron necesarias. Fueron
un mal necesario para poder estar hoy acá, ayudando a los cristianos en
la lucha por el bien.
Pero es importante que no se me vea a mi como alguien con
superpoderes o algo por el estilo. Lo que he sido capaz de soportar y
de atravesar durante todo este tiempo es gracias a nada más y nada
menos que al poder de Dios. Sin la ayuda del Señor no habría sido
posible salir del túnel oscuro en el que me encontraba. Sin su amor y
su benevolencia, no habría sido posible para mi poder soportar todas
las torturas mentales que el diablo ha usado para doblegar mi fortaleza.
Mis ganas de seguir adelante a pesar de esas enfermedades nacen del
amor a Cristo. Para poder vencer y salir a flote como un submarino
que estuvo en las aguas más profundas del océano, Dios me ha
revelado cómo debo hacer y pensar las cosas. Es Dios quien me
orienta y me guía como padre, supervisando mis pasos con amor y
dándome la mano para no caer, cual niño en pleno crecimiento en sus
primeros años de vida hasta convertirme en un replicador de su
mensaje y de todas sus enseñanzas, las cuales te dejaré a continuación,
una por una.
Este apoyo incondicional de Dios vino de la mano con
revelaciones que él directamente me ha dado sobre cómo actuar para
defenderme y protegerme del diablo. Lo primero que Dios me hizo
entender y analizar fue la forma en la que el maligno obra sobre
nuestras emociones, buscando quebrar nuestras almas. La manera en la
que esta revelación llegó a mí me asustó, pues me tomó por sorpresa.
Hace unos cuantos años, en el 2004, me encontraba sentado un día
normal, viendo televisión en la ciudad de Kansas, Missouri, junto a
otras personas. Era un día nublado y con mucha humedad, por lo que
era perfecto para tener un descanso en mental y prestarle un poco de
atención a la televisión, ya sea con las noticias del momento o cualquier
otra programación que captara mi atención. El canal, como era de
esperarse, era en inglés. Era un canal local. El comentarista narraba con
voz agradable sus líneas, seguramente leídas de un teleprompter, con
un perfecto inglés nativo. De pronto, este comentarista hizo una
pequeña pausa. Dejó de hacer su discurso en el medio de una oración
para pasar a hablar español, sorprendentemente sin acento
estadounidense, como si fuese alguien que hablase español de toda su
vida. Se quedó mirando hacia la pantalla, con su mirada direccionada
hacia donde me encontraba yo, como si pudiese verme para decirme
que “el diablo obra en las emociones humanas”. En ese momento, al
escucharlo pronunciar esas palabras, me asusté. No salía del shock del
momento. No entendía qué pasaba. Pensé que era producto de mi
imaginación. No dije nada, pero volteé a ver si alguien más en el lugar
había notado lo mismo que yo. Casi en simultáneo con mi conmoción,
quizás para quitarme las dudas que invadían mi mente sobre si era real
lo que había escuchado o no, nuevamente el comentarista se
pronunció, con el mismo castellano perfectamente pronunciado, sin
apartar la mirada de mí, con un gesto amigable, apacible, como si sus
ojos vieran hacia el otro lado de la pantalla, directamente hasta mi
asiento. En tono suave, con voz amigable, como si fuese un buen
amigo aconsejándome o advirtiéndome se dirijo a mi otra vez y me
repitió: “el diablo obra en las emociones humanas”. Una vez
pronunciada esta oración por segunda vez, el comentarista siguió su
discurso en inglés como si nada hubiese ocurrido. Como si nunca
hubiese ocurrido nada extraño en el estudio de grabación donde éste se
encontraba. Las personas a mi alrededor tampoco actuaron extrañadas
porque nadie más escucho nada. El mensaje era sólo para mí, es decir
que eso solo había pasado para mí porque el conductor seguía dando
sus noticias. A pesar de la sorpresa y el susto del momento, no fue
terror lo que sentí. Tuve miedo por ser algo humano asustarse de lo
desconocido o de aquello que no podemos comprender en un primer
momento. Luego, fui llenándome de comprensión y entendí que se
trataba de un mensaje de Dios, que me quería decir que debía cuidar
mis emociones, hacerme cargo de ellas y lograr controlarlas, ya que el
diablo podría usarlas en mi contra para atormentar mi mente y mi
alma. No controlar mis emociones y no tener poder sobre mi propio
ser sería como tener un talón de Aquiles; una debilidad de la cual el
diablo se aprovecharía para tener victoria sobre uno de los hijos de
Dios, este que sabe los planes del satanismo y que le puede advertir a
sus hermanos cristianos.
Justo en ese momento de mi vida me encontraba yo sumido en
una depresión por las constantes luchas mentales que padecía,
cargando con mi culpa, cargando con mi pesar, dudando de si era yo
digno o no del perdón de Dios (aunque sé que no lo soy y nadie lo es).
Me encontraba en un estado de tristeza sin cesar porque, a pesar de
haber salido a flote y haberme entregado al cristianismo, aún quedaban
retazos de oscuridad y miedo dentro de mí. Hablo del miedo oscuro
que consume, ese que implanta el diablo en las almas de sus súbditos.
Ya no era más su esclavo y Dios me había mostrado la luz y el camino
a seguir, pero sacar toda la toxicidad interior es un proceso que implica
constancia y lucha mental, donde llegan las dudas como olas que van
golpeando la roca y sedimentando sus paredes hasta que podamos salir
de esa posición, con lo que esa marea de dudas va bajando y los golpes
bajan su intensidad hasta desaparecer y dejar a la roca entera, en sana
paz, con serenidad. Así me siento hoy en día, pero fue posible a ese
mensaje que Dios me envió para seguir adelante y entender que mis
emociones debían ser atendidas por mi para no darle ventaja al diablo
con sus tormentos. Gracias a esa revelación con la voz en la televisión,
aunque puedan llamarme loco, aprendí la importancia que tiene cuidar
las emociones en todo momento, especialmente aquellas con las que,
quizás, despertamos, el momento más importante del día, el inicio de
nuestras acciones. Un nuevo día es un nuevo comienzo y es crucial
estar atento a esas emociones que se despiertan con nosotros.
Debemos saber que es probable que despertemos un día con mal
humor, aparentemente sin razón lógica. Si esto ocurre, es una mala
señal. Para cuidarnos y mantener nuestra mente conectada a Dios
debemos orarle. Es probable que este malhumor repentino sea
producto de un ataque del diablo, buscando ese talón de Aquiles, esa
debilidad, ese espacio en el que no estemos fortalecidos para
atormentarnos y alimentarse de nuestras emociones, sacarnos la luz,
alejarnos de Dios. La mañana, justo al despertar, es el momento más
importante de las 24 horas, ya que lo que ahí suceda define todo el día.
Por eso debemos hacernos cargo de nuestras emociones y evaluar lo
que sentimos internamente. Debemos darles paso a los sentimientos de
agradecimiento, de amor, de entrega al Señor. Dejemos que Dios tome
todos esos elementos que nos sacan de nuestro equilibrio y nos
entregue a cambio más de Él. En una oportunidad, una muy buen
amigo cristiano me enseñó lo que le solía decir a Dios para sanar esas
emociones y sensaciones de miedo, angustia o malhumor en pleno
inicio del día. Me enseñó las siguientes hermosas palabras: “Señor,
toma más de mí. Dame más de Ti”. No fue ella quien lo creó y de
hecho se puede decir que es una frase bastante popular entre
evangélicos, pero la frase llegó a mí a través de este buen hermano.
Dios se expresa a través de los actos benevolentes de todos los
hombres y esta pequeña oración llegó a mi porque Dios así lo quiso.
Hoy llega a ti, hermano lector, porque Dios así lo quiere. Si ya la
conocías, es porque quiere recordártela y que la tengas ahí, muy
presente en tu mente y tu corazón.
¿Por qué el diablo usa este malhumor en las mañanas para
atormentarnos? El diablo sabe que, si despertamos con este
desagradable sentir y no podemos controlar nuestras emociones,
aumentan las probabilidades de que haya conflictos y hasta discusiones
entre tú y otras personas. Aumentan las probabilidades de que
terminemos enemistados con personas que nos rodean, lo que nos iría
aislando. Además, estar de malhumor genera que no tengamos las
fuerzas y el ánimo necesario para llevar a cabo nuestras labores diarias,
con lo que nos va robando el gozo y la alegría de cumplir con nuestras
responsabilidades, hasta incluso dejar de sentir amor y fruición por
servir a Dios, nuestro Señor.
Es precisamente por esto que debemos combatir la depresión con
pensamientos de fe y llenar de alegría nuestros corazones. Si llegas a
notar que algún día estás muy triste, nadando en una especie de hueco
oscuro en tu mente, con sensaciones de pesadez en el pecho, no
permitas darle fuerza a todo esto que te invade. Dedícale oraciones a
Dios que éste va a sanar tus angustias y tu tristeza con el fuego de su
amor. Canta alabanzas de victoria, pues la victoria es que existas,
porque Dios así lo quiso. Nos ha dado la dicha de vivir en este
hermoso planeta y respirar cada día. Nos da la dicha de ser quienes
somos y poder servirnos el pan nuestro de cada día. Hay más razones
para estar feliz en cada detalle que nos rodea, incluso cuando vivimos
situaciones complejas que nos puedan entristecer. Lee la Biblia, sobre
todo aquellos pasajes o versículos que sabes que te dan la fortaleza
necesaria para vencer a la oscuridad. Lee ese versículo que le de gozo y
fruición a tu alma, a tu ser, a tu mente, a tu corazón y que llene tu
pecho de esperanza. Cristo está contigo cada día, sobre todo cuando
sientes que tu ánimo decae. Recuerda que eres hijo de Dios y que Él
está siempre atento a tu bienestar.
Si al despertar por las mañanas sientes miedo, éste es el peor
sentimiento de todos, ya que va en contra de la fe misma. Según la
Biblia, si no tenemos fe, Dios se desagrada. Cuando tenemos miedo
invadiendo nuestros corazones, el Espíritu Santo se entristece y nos
hacemos más vulnerables a un ataque del diablo. La forma más efectiva
de combatir nuestros miedos es entregarnos a la fe en la Palabra de
nuestro Señor. Debemos entregar nuestra fe a todas las promesas de
Dios. Para poder hacerlo, siempre es útil tomar la Biblia y leerla,
tomando cada palabra como verídica, pues lo son. Debes creer que
esas promesas son para ti, para mí, para todos y sentirte feliz de poder
cantar alabanzas de victoria hacia el Señor. Cuando me refiero a esto
último quiero decir alabanzas de victorias ya obtenidas y no de
posibilidades ni pruebas que se avecinan, aunque el final sea sobre
victoria. Lo que más va a reconfortar tu alma y tus ánimos son las
alabanzas de victorias logradas. Si has experimentado con anterioridad
alguna alabanza que haya hecho que tu fe se fortalezca, retómala.
Guárdala en tu teléfono o en tu computadora para que te acompañe
donde sea que estés. Así, cuando el temor invada tu mente, acudes a
esas alabanzas como las señales de “en caso de incendio rompa el
vidrio”. En ese momento de emergencia, acude a tu alabanza de
preferencia y reconforta tu alma. En mis primeros años de convertido
un hermano compuso una alabanza llamada “dame ese monte”, esa
alabanza me ha ayudado lo que no se pueden imaginar. En periodos
muy difíciles la he cantado y Dios me ha ayudado. También cuando me
he sentido atacado por el diablo o por el hombre he cantado siempre
este otro canto maravilloso “Te daré lo mejor del trigo… derribare a
tus adversarios los buscaras y no los hallaras”, doy testimonio que el
poder de Dios me ha dado la victoria.
¿Recuerdas que comencé este punto hablando de las enseñanzas
que Dios me ha dado para luchar contra el diablo? Voy ahora a hablar
de la segunda enseñanza: Dios y sólo Dios es quien puede escuchar
nuestros corazones. Es por esto que recomiendo que no le hables en
voz alta u ores a Dios, expresando tus debilidades y tus penas. Dios no
necesita que las digas en voz alta porque puede oír tu corazón.
Estamos todos conectados a nuestro Señor por ser sus hijos y decir en
voz alta nuestras aflicciones y debilidades le da una ventaja al diablo, si
llegase a estar escuchando. En una oportunidad, mientras oraba, Dios
me reveló otro buen consejo para protegerme. Pude escuchar con gran
claridad cómo me decía las siguientes palabras: “Nunca declares tus
debilidades porque el diablo las usará”. De esta forma dejé de expresar
esas preocupaciones en voz alta y cuando necesito el apoyo de Dios, le
pido y le oro dentro de mi ser, ya que sé que está ahí escuchándome, Él
lo sabe todo. En ese mismo momento de la revelación, Dios me quiso
mostrar con un ejemplo gráfico la importancia de no exponer esas
debilidades con una alegoría de vida. Me mostró a dos boxeadores
compitiendo. Uno de ellos pudo notar que a su contrincante le dolía
mucho cada golpe en una zona específica del cuerpo, por lo que se
dedicó a atacar constantemente, incesantemente esa área afectada.
Detectar esta información le da una ventaja al boxeador y lo puede
llevar a la victoria. Tomando esto como ejemplo, asegúrate de que
cuando le quieras expresar a Dios cuáles son tus dolencias, tus pruebas,
tus miedos y tus debilidades, lo hagas en tu interior y no verbalmente.
Es por esta razón que la Biblia nos cuenta que Jesús nos enseñó a orar
en secreto. También nos asegura la Biblia que Dios es capaz de entrar
en nuestro corazón, por lo que cuando oramos en secreto nos puede
escuchar con claridad y entender lo que necesitamos de Él. Puedes
pedir y orar todo lo que quieras en voz alta, sobre todo si esto te
reconforta el alma, menos cuando se trata de comunicarle a Dios tus
debilidades, ya que el diablo puede escucharlas y usarlas en tu contra
como boxeador que se ensaña en el punto débil del contrincante. Dios
te escuchará en todo momento, no te preocupes. Recordemos que
Daniel oro y Dios le contesto la oración, pero los demonios se
oponían que esa respuesta llegara a Daniel. Evita esa demora orando
en silencio.
La tercera enseñanza de Dios fue que contra el diablo lo mejor es
la calma. Tomemos en cuenta que cuando hay una tormenta o una
necesidad, muchas veces, lo mejor es esperar y no actuar. De hecho,
no soy perfecto, pues soy humano, y cuando llegué a actuar durante
pruebas que se me han presentado en la vida, he fallado y empeorado
la situación. Por esta razón es importante entender lo que nos dice el
Éxodo, 14:14 de Reina Valera 1960:
“14 Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”.
Como podemos ver en estas palabras de la Biblia, Dios nos cuida,
nos protege y nos reconforta. Cuando hay tiempos de tormenta, es Él
quien se encargará de vencer las pruebas y los obstáculos que tenemos
ante nosotros. Debemos estar firmes y tranquilos, porque podremos
salir de todos los problemas con la fe en Él. Tomemos en cuenta que
cuando hay dificultades se puede nublar nuestra mente, por lo que
nuestras decisiones y acciones pueden no ser las mejores. Dios se
encargará de solventar los problemas y hacernos conseguir las mejores
soluciones. No quiere decir esto que no debamos hacer nada y que nos
entreguemos a la no acción. Por el contrario, lo que quiere decir este
versículo es que no siempre es momento de actuar. A veces es bueno
esperar y no caer en la angustia de no tener las respuestas en nuestras
manos, pues Dios se está encargando en ese momento de librar las
batallas que no podemos resolver por nuestros propios medios. Una
vez Dios haya aclarado el panorama y haya pasado la tormenta,
podremos ver con una mejor perspectiva cuáles son las respuestas. Es
por eso que debemos estar tranquilos.
La cuarta lección que Dios me reveló y que quiero compartir con
ustedes es que cada vez que tengamos en nuestros planes emprender
algo, debemos hacerlo entre pocas personas. Debemos conformar un
equipo, sí, pero no con tantos integrantes, pues el diablo tiene la
costumbre de obrar a través de las personas que nos rodean. Tomemos
como ejemplo a Jesús, quien tuvo 12 apóstoles y uno de ellos lo
traicionó, Judas, de quien se dice en la Biblia que el diablo entró en él
para vender al hijo de Dios. En el caso de Pedro, otro de los
discípulos, vemos en la Sagrada Escritura que trató de convencer a
Jesús para no cumplir con su misión de ser crucificado, a lo que Jesús
le contestó con un rechazo firme y le llamó Satanás, ya que Jesús sabía
que no era Pedro sino el diablo quien le hablaba a través de su apóstol.
Por supuesto era necesario que fueran 12 pero si en 12 algunos fueron
tentados eso nos llama a reducir el número de nuestro circulo de la
confianza en todo lo que emprendamos.
Nuevamente, les aclaro que con esto no quiero decir que debemos
ser radicales. En ningún momento es bueno aislarnos y sentir que
cualquiera puede obrar en nuestra contra. De hecho, es más que
saludable y recomendable hacer vínculos de amistad, pues todos
estamos conectados a través del amor de Dios y somos sus hijos, lo
que nos hace indudablemente hermanos entre nosotros. A lo que me
refiero con esta enseñanza, lo que Dios nos aconseja con esta lección,
es que nuestros emprendimientos y nuestros planes deben llevarse a
cabo sin confusiones y sin tantas personas involucradas. Debemos
contar siempre con aliados y buenos amigos que quieran procurar lo
mejor para nosotros, además de ayudarnos a cumplir con nuestras
responsabilidades y metas. Sin embargo, no es saludable que un
objetivo de vida o un emprendimiento sea formado por una gran
multitud, por un número de personas muy grande, pues no somos
capaces de confiar con que será posible mantener la integridad de un
grupo tan grande. Es menos difícil poder hallar una integridad en la
unión de pocos miembros, entre quienes también será más sencillo
tomar decisiones, independientemente de las dificultades.
Gracias a estas enseñanzas que fui adquiriendo a través de Dios
con el tiempo pude ir derrotando una a una las malas intenciones del
diablo y sus ataques, que se me han presentado en la vida con el fin de
destruirme, pero con la terquedad de no aceptar que con Dios todo lo
puedo y no será posible. La victoria de Dios es un hecho y soy feliz
cada día que despierto por tener nuevamente una oportunidad de
servir a Dios. Es posible lograr la victoria ante cada prueba que se nos
presenta. Es importante mantener en mente estas lecciones que hoy les
comparto. No será sencillo en algún momento, pero no es imposible
lograrlo. De hecho, así como yo, puedo dar fe de muchos otros
hermanos que, a diario, incluso cuando despiertan con malhumor,
pueden controlar sus emociones. Se toman un minuto antes de alguna
interacción no deseada con alguna persona cercana, incluyendo sus
familiares, meditan, piensan, reflexionan, se atreven a sentir en su
corazón qué es lo que los hace sentirse de esta forma. A veces, puede
ser que no haya una razón específica de por qué nos sentimos
malhumorados. Es ahí cuando es imperativo tomar las riendas del
asunto y buscar refugio en las alabanzas de victorias obtenidas con
Dios. Estas alabanzas nos darán las fuerzas necesarias para seguir
adelante en la rutina y poder creer que ese será un buen día.
A veces los seres humanos tendemos a quejarnos de nimiedades
que no vienen al caso. Esas nimiedades como la lluvia, el frío, el calor o
cualquier otra cosa que nos rodee, no son realmente motivos para
amargar nuestra alma y nuestra mente con estrés, pues hay más
motivos de alegría en nuestro andar. Como muestra de que debemos
sentirnos felices, tomemos en cuenta que nuestra propia existencia es
un milagro de Dios. Los científicos saben de qué elementos químicos
estamos compuestos los seres humanos. Se conocen los elementos que
conforman nuestros cuerpos, pero es evidente que el ser humano es
mucho más que sólo unos impulsos eléctricos a través de las neuronas.
Ese motor vital que nos da la animación, la vida, es el milagro de Dios.
Todos los elementos que se conjugaron para convertir este planeta en
el indicado para habitarlo, para que hagamos vida en él, es evidencia de
que Dios nos ama. Los ríos, las praderas, los animales, las montañas,
los desiertos, las playas, todo es prueba de la inmensidad de Dios,
especialmente nuestros corazones.
Precisamente por eso es que hoy les ofrezco que escuchemos estas
enseñanzas que me otorgó nuestro Señor para iluminar nuestros días y
seguir con la fruición y el gozo de servirle. Aunque sea normal que el
ser humano pueda sentir miedo, es importante que luchemos para
imponernos sobre este sentimiento, de manera que el Espíritu Santo
no se entristezca con nuestros temores y no estemos débiles. El diablo
buscará hacer que fallemos, que nos resbalemos en alguna de sus
trampas y digamos en voz alta nuestras pruebas o debilidades.
Tengamos siempre en mente que podemos orar en voz alta cualquier
cosa que queramos, menos este detalle tan importante. Las debilidades
y las pruebas que tenemos que superar en nuestra conciencia deben ser
sólo nuestras. Debemos mantener esa información en secreto, dentro
de nuestra mente y pedirle a Dios que nos ayude sólo dentro de
nosotros, ya que ese vínculo con nuestro Creador es algo inmutable
(nadie nos separara de su amor Romanos 8). Tenemos una conexión
directa con Dios dentro de nuestro ser, así que debemos aprovecharla
y usarla con sabiduría. En aquellos momentos en que aparezcan las
tormentas, mantengamos nuestra fe en alto. Nuestra fe en Dios nos va
a hacer más fuertes y capaces. Es nuestra fe en Dios lo que nos va a
dar calma y serenidad ante cada tormenta que se interponga en nuestro
camino. Como bien lo dice la Sagrada Escritura Dios es quien peleará
por nosotros, así que debemos estar serenos. Todo es posible con
Jehová de nuestro lado. No es sólo nuestro aliado, sino nuestro padre
con su infinito poder.
Como Reprender al Diablo
Cuando se inicia en el camino del evangelio, muchos no piensan
lo que son capaces de hacer y lograr con el poder de Cristo. Algunos
entran con algunas dudas en mente, pero con una intuición de que
están tomando el camino correcto. Otros tienen la certeza desde el
primer momento de que lo que están decidiendo es el inicio de un
camino que se llena de amor e intensa luz celestial cada día. Ninguna
de las dos formas es mejor que la otra. En realidad, todos tenemos
nuestros procesos internos y nuestros tiempos, según sea el plan del
Señor. En todo caso, yo personalmente, no tenía ni la más mínima idea
de lo que sería capaz de lograr unos años después en la lucha contra el
diablo. En esta ocasión, les enseñaré lo que sé sobre cómo reprender al
maligno y echar afuera a los demonios y espíritus que invaden la mente
y el alma de personas inocentes, hijos de Dios Todopoderoso.
Primero hablare de qué hacer si un hermano o familiar tiene un
ataque demoniaco (no hablo de posesión). Lo más esencial es no
cometer el error de decirle “el enemigo te está tentando” porque esto
sobre avisa al diablo y además hace que la persona piense que la estas
ofendiendo. En primer orden hay que cerrar nuestra boca y evitar
responde cualquier ataque, es importante saber que como la persona
no está endemoniada, el control mental durara solo unos minutos así
que durante ese tiempo podrá ponerse furioso o incluso ofensivo, pero
en 7 u 8 minutos todo pasara. Pero si por alguna casualidad en el
tiempo que dura la crisis tu respondes entonces el problema perdurara
incluso después que la crisis termine. Si leíste el capítulo sobre los
síntomas de los ataques demoniacos entonces sabrás cuando la persona
está siendo víctima de un ataque, toma aire y espera a que pase.
Regularmente el ataque contra tu persona no se repetirá si has sabido
guardar calma, el demonio tendrá que esperar horas para volver a
dominar la mente de la persona y eso durara siempre solo unos
minutos.
Cuando veas que la crisis ha terminado y la personas por ejemplo
se fue al trabajo o se puso a realizar otras labores, tu arrodíllate y ora a
Dios en lo secreto. Si tienes fuerza de voluntad ayuna, aunque sea unas
horas y mira el progreso. Si la persona no es agresiva o no padece de
ira entonces pon alabanzas suaves cuando haya pasado al menos 30
minutos de la crisis, que el volumen no esté muy alto y que sea música
de adoración. Si puedes ir a la iglesia a orar o reunirte con otros
hermanos hazlo. No esperes mejorías en un día, pero según pasen los
días con oración y sabiduría veras el cambio. Nunca olvides pedirle a
tus pastores y a hermanos de oración que te ayuden a orar. Recuerda
siempre que en estos casos lo mejor es calma, ayuno y oración.
Como sabemos, lo más común es que un cristiano no sufra de
ataques del diablo, al menos no en la misma medida que los seguidores
de otras religiones que tienen el afán de venerar imágenes, a través de
las cuales los poseen los demonios que usan los brujos. Sin embargo,
también es cierto que los cristianos somos enemigos de los planes del
maligno, por lo que debemos aprender a reprenderlo y echarlo afuera
de nuestras vidas, lejos de nuestros seres amados y lejos de otros
hermanos cristianos que puedan ser víctimas de algún ataque. Todos
los cristianos, los verdaderos cristianos con fe en Cristo y que estamos
en esta religión por amor a Dios y por convicción, tenemos el gran
poder asignado de parte del Espíritu Santo para repeler los ataques y
las fuerzas del mal. Suena complejo para muchos, quizás, pero
hermanos cristianos, deben creerme. Todo cristiano con fe y fuerza
puede enfrentarse al diablo cuando busca hacernos víctimas de sus
malas intenciones. Si bien el diablo no intentará poseer nuestros
cuerpos, es posible que se oculte en nuestra casa para atormentarnos,
sembrar problemas, complicaciones, dificultades de todo tipo y hasta
afectar nuestra salud de un día para otro. Se mete con nuestros hijos,
con nuestros amigos, nuestros familiares y con nuestra paz. Es por
esto que es imperativo que todos tengan las herramientas necesarias.
De nada sirve que sólo los pastores tengamos la sabiduría de repeler y
reprimir al diablo. Toda la iglesia debe de estar lista para pelear las
batallas espirituales.
Lo primero que como hermanos cristianos tenemos que saber y
mantener siempre en cuenta es que, si bien podemos ser víctimas de
ataques, el diablo no puede llegar a poseer nuestro cuerpo, pues somos
todos el templo mismo del Espíritu Santo. Somos el templo sagrado
donde reside el fuego y la luz del Señor. Según 1 Corintios 3:16,
podemos ver las siguientes palabras:
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
mora en vosotros?”
Como vemos en la Sagrada Biblia, se advierte a los fieles creyentes
que somos el templo de Dios mismo. Por lo tanto, el Espíritu Santo se
encuentra en todo momento dentro de nosotros, por si fuera poco.
Por esta razón, somos inmunes a los intentos del diablo de poseer
nuestro cuerpo. No debemos tener miedo ni temor de que esto sea lo
que nos pueda ocurrir, pues Dios nos protege con su amor, su fuerza,
su benevolencia y su omnipotencia. Cuando en este versículo se
escribe la pregunta, es en realidad una pregunta retórica. Para Dios, tu
respuesta debe ser obvia. Te lo pregunta con amor, pero también con
la intención de lo piense, que lo analices, que te des cuenta por tus
propios medios de que eres el templo del Señor.
Si eres un verdadero creyente, si tu fe es honesta y crees en Dios
Todopoderoso y el evangelio es parte de tu vida, no hay nada que
temer. El diablo ni siquiera intentará poseer nuestros cuerpos, pues
sabe que corre un gran peligro ante Dios. Sabe que el riesgo es infinito.
Sabe que va a ser reprendido si lo intenta. Los verdaderos creyentes
están libres de este riesgo, pero no aquellos que no cumplen con la fe
que profesan. Aquellos falsos cristianos que van de visita a la iglesia y
que creen que sus pecados serán sanados sin necesidad de sentir un
arrepentimiento real y sin cambiar sus acciones, no son templo de
Dios. Aquellos cristianos que van a la iglesia pero que después van por
la vida fornicando, como si Dios fuese ciego, sólo se están engañando
a ellos mismos, por lo que corren el inmenso peligro de ser poseídos
por el diablo. Hago la aclaración de los verdaderos creyentes porque
hay que ser sinceros y decir las verdades, aunque a muchos les duela o
no les agrade. Hay algunas personas, aunque obviamente no todas, que
se aprovechan del evangelio para buscar sus propios intereses. Así
como el hombre intenta corromper instituciones, el mundo evangélico
no es la excepción. Por eso advierto que estas personas no van a tener
el privilegio de no correr riesgos de ser poseídos por el diablo, pues
Dios está dentro solo del verdadero creyente. Por más que los falsos
profesen algo, Dios ve nuestros corazones y sabe quién es evangélico
realmente, con la intención de estar unido al Señor, a Jesucristo, y no
por sus intereses egoístas y ególatras, menos por poder sobre otros
para manipularlos. A estas personas, Dios los está viendo. Los está
vigilando y cuidando cuáles son sus intenciones. Les digo que nunca es
tarde para voltear sus corazones hacia el amor de Cristo con toda la
honestidad. Abran sus corazones al reino del Creador. Dios está
siempre dispuesto a perdonarlos si su arrepentimiento es verídico.
Por otra parte, a pesar de que los verdaderos cristianos seamos el
templo del Espíritu Santo y de Dios, podemos de igual forma sufrir
ataques del demonio es decir de espíritus malignos. Estos ataques se
manifiestan a través de obstáculos y problemas en nuestras vidas, en
diferentes aspectos que nos puedan afectar emocional y
psicológicamente. Esos problemas pueden ser en el ámbito de nuestra
salud, aspectos familiares o incluso en la economía de la casa. El diablo
lleva a cabo estos ataques con el único fin de debilitarnos en mente, en
alma y quebrar nuestra fe para alejarnos de Dios. Nos quiere sembrar
dudas, temores y toda clase de preocupaciones con los que se pueda
aprovechar de nosotros y abusar de nuestra integridad. Cuando
aparecen estos problemas elaborados por el diablo, su estrategia
consiste en mantener nuestras mentes ocupadas en todos los temas
que nos causan dificultad y que queremos resolver por lógica, lo que
genera que no dediquemos ni tiempo ni espacio en nuestras agendas
para predicar a otros la palabra de Jesucristo, la palabra del Señor. Lo
que busca el diablo es restar todo ese inmenso bien que sumamos
nosotros con nuestras predicaciones. Un evangélico sumergido en
problemas creados por el diablo corre el riesgo de dedicar su mente y
su energía a solventarlos y a dejar de lado su vocación de predicar. El
diablo sabe esto, sobre todo cuando el hermano cristiano no está
advertido, y se aprovecha para disfrutar con impunidad que hay un
espacio menos llenándose del amor de Dios.
¿Pero qué debemos hacer entonces? ¿De qué forma debemos
reprender al diablo? ¿Cómo podemos evitar que terminemos distraídos
y alejados de Dios con los ataques del diablo? Primero que nada, es
importante mantenernos alerta y saber cómo detectar cuando nos
encontramos bajo ataque, especialmente si la aparición de los
problemas en nuestras vidas es constante y al resolverse uno surge
otro, sin dar tregua ni descanso. Al ver que empiezas a tener problemas
y situaciones extrañas en tu vida, debes ponerte en guardia. Debes
asumir una posición defensiva y tener a Dios siempre en tu mente, en
tu corazón. Debes contra atacar sin pensarlo, sin dudarlo y sin esperar
más tiempo. A medida que pasa el tiempo y no contra atacas, es más
difícil y más invade el mal en tu vida. El asedio del diablo es gradual,
pero es incesante y si no atacas al detectarlo, será como sumergirse en
una piscina sin saber nadar.
Dejo claro que esto no es una fórmula mágica que estas obligado
(a) a seguir sino simplemente la que yo uso y por esto te la transmito.
Tú puedes elegir realizar las cosas a la manera que a ti te funcione
porque esto no es un dogma de fe sino mi experiencia.
La forma en la que podemos reprender al diablo es asumiendo
una posición de autoridad. Sin embargo, no debemos interpretar esto
como adquirir una actitud soberbia o una forma de sentirse
empoderado. No basta con tener mentalidad de autoridad si somos
seres entregados al pecado. La autoridad ante el diablo se logra cuando
somos cristianos que vivimos con Dios y para Dios, sin maldad en
nuestras acciones y nuestros días. Incluso si alguna vez fuimos
pecadores, lo más importante es que tu presente esté lleno de Dios y
libre de acciones pecaminosas. De esta forma podrás tener la autoridad
ante el diablo para reprimirlo con efectividad. De nada nos sirve ser
pastores o tener grandes ministerios, con muchos seguidores y
hermanos dispuestos a escucharnos. De nada nos sirve ser reconocidos
por otros hermanos si la verdad es que llevamos una doble vida, con
una doble moral, con una agenda oculta. Es sin duda por esta razón
que, antes de dar inicio a la guerra contra el diablo, debemos
arrepentirnos de todos los pecados. Debemos reconciliarnos con el
amor de Dios y llenarnos de verdaderas y honestas ganas de tenerlo en
nuestras vidas como esa bandera que nos lidera hacia un triunfo en esta
guerra contra el mal. Si tú o cualquier cristiano están cometiendo
alguna falta contra nuestro Señor y sus mandamientos, por ejemplo,
tienen que detenerse. Deben dejar estas malas acciones a un lado.
Déjenla en el pasado y entréguense completamente abiertos a recibir a
Dios, pues de lo contrario serán muy pocas las oportunidades que
tendrán para poder vencer al maligno en la lucha contra sus sabotajes.
Tener la capacidad de hacer esto, de entregarnos al Señor y dejar
de lado nuestros pecados con un honesto arrepentimiento, nos va a
permitir llegar a cumplir el segundo requisito que es imperativo para
poder reprimir al diablo. Este otro elemento es la fe. No es el segundo
que menciono por ser menos importante. Por el contrario, es en
realidad un arma esencial para la victoria contra el maligno. Lo
menciono en segunda instancia porque la forma en la que vamos a
poder llegar siempre a solidificar y consolidar nuestra fe es a través del
arrepentimiento. Una es consecuencia de la otra. Si sientes miedo
dentro de tu ser o no tiene realmente fe, entonces te sugiero que no
intentes llevar a cabo la lucha contra el diablo por tus propios medios.
Lo más recomendable es que vayas a buscar de inmediato a algún
hermano o a tu propio pastor, de manera que éste vaya a tu casa y, allí,
en ese recinto que es el hogar, se encargue de orar a Dios y liberar el
espacio donde vives.
Si por otra parte eres una persona de fe, con tu amor a Cristo y a
Dios bien firme y no tienes miedo dentro de ti, debes iniciar tu lucha
con la lectura de la Biblia, especialmente con aquellos pasajes que
tengan promesas de Dios al creyente. Un buen ejemplo de esto es el
salmo 91, donde se puede hallar lo siguiente:
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del
omnipotente”
Este salmo nos da la confianza de que Dios jamás nos abandona.
Por eso es importante saber que en él habitamos y tenemos su abrigo.
Dios es ese escudo que nos protege contra el mal. Llénate de alegría y
regocijo, pues nuestro Padre es omnipotente y nos da resguardo. Te
recomiendo que leas este salmo en voz alta y que lo vayas intercalando
con oraciones propias. Deja que tu corazón y tu amor por Dios te
guíen y vayan saliendo tus palabras poco a poco. Dios va a darte la
claridad necesaria para saber qué decir y cuándo decirlo mientras vas
leyendo el salmo. Después de estas líneas que acabo de citar arriba,
puedes por ejemplo decir cosas como “Padre yo habito bajo tu abrigo
y bajo tu sombra estoy seguro”. Con esto, no sólo te apoderas del
salmo que acabas de leer, sino que lo haces parte de ti. Lo conviertes
en un arma espiritual con el que cubres tu vida y tu alma para estar
resguardado y reafirmar que es Dios quien está contigo. Afirma que
estás bajo su sombra, pues será el diablo quien te tenga miedo y terror.
Luego de afirmar con todas tus fuerzas que Dios es tu amigo, tu
aliado y tu refugio, es hora de comenzar a reprender al diablo con las
siguientes palabras:
“El Señor te reprenda, tú no tienes parte ni suerte ni memoria en
nuestras vidas. Vete satanás porque escrito está: sólo a Dios adorarás y
sólo a Él servirás”
Estas oraciones y represiones que van dirigidas al diablo se pueden
hacer de la forma que prefieras, arrodillado o caminando a través de
toda la casa. Lo más importante es que lo hagas en voz alta, con
energía, con fuerza, con pasión y con certeza, ya que Dios está contigo
y juntos van a lograr espantar al diablo, hacerlo retroceder y dejarte en
paz. Hay quienes les gusta usar aceite de unción para estas oraciones.
En mi caso me gusta untarme las manos y la frente, pero no lo doy
como algo imprescindible a no ser porque te impregna fe y confianza.
El aceite de la unción es comúnmente aceite de oliva extra virgen sobre
el cual se ha orado.
Luego de que termines esta oración y la represión, viene entonces
otro paso que no podemos saltar por alto. Ve a tu habitación y estando
ahí arrodíllate para orar a Dios, pero esta vez no será en voz alta sino
en silencio, dentro de ti, en secreto. Quédate en ese espacio hasta que
logres sentir paz, serenidad y calma. El amor de Dios va a ir entrando
en tu alma para darte la tranquilidad que necesitas. Si llegas a sentirte
aturdido o con alguna clase de angustia o estrés, continúa. Sigue
orando a Dios en ese lugar. Una vez que hayas encontrado la paz y la
serenidad, levántate y canta cualquier alabanza, la que más sea de tu
agrado. Lo importante es que sea una alabanza que te reconforte y que
la dediques a Dios. Es probable que con una vez sea suficiente para
que tu lucha vaya poco a poco bajando la intensidad y notes que el
diablo se debilita. Sin embargo, en otras oportunidades debes repetir el
proceso por varios días, sobre todo si sientes que esta lucha necesita
más fuerza, a lo que debes agregar el ayuno.
Esto me lleva a otro punto que se hace necesario explicar. En
cuanto al ayuno, no necesitas que sea grande durante las 24 horas del
día. Puedes solamente ayunar la mitad del día. Lo más importante es
que durante ese tiempo tengas tus energías y tu mente concentradas en
Dios y en sus palabras, sus enseñanzas. No es nada útil que ayunemos
y usemos nuestra energía para cosas superfluas como entrar a las redes
sociales o distraernos con cosas que no pertenecen a Dios. De esta
manera no funciona. De nada sirve intentar contraatacar al diablo y no
tomárselo con la seriedad necesaria.
Antes de que comiences tu combate espiritual con el diablo, te
recomiendo categóricamente que le hables de tu lucha a tus pastores y
a algunos otros hermanos cristianos que sepas que con fe y con entrega
van a orar por tu bienestar y por qué Dios te mantenga resguardado.
De esta manera serás mucho más fuerte en tu lucha y estarás más
bendecido. Recordemos que en la Biblia nos promete Dios que cuando
varios cristianos estamos juntos, unidos y de acuerdo, Dios puede
obrar con gran poder. Por eso mismo, no sientas vergüenza de pedir
apoyo en la oración, pues esta unión fortalecerá tus armas contra el
diablo y te encaminará hacia una gran victoria. Te sentirás mejor y más
preparado. Dentro de tu ser, en tu pecho, sentirás la llama de Dios
arder. Te sentirás cual caballero preparado para enfrentar a su enemigo
en una justa en la que sabe que toda la victoria está de su lado.
Luego de librar la batalla, cuando tu corazón sienta que la guerra
ha culminado y que tuviste la victoria junto a Dios, de su mano y lleno
de su amor, debes continuar orando al menos por unos días. Tus
oraciones deben continuar. No des nada por sentado. Sigue entregado
al amor de Dios y ora con la misma fuerza que tenías durante tu
batalla. De esta manera, todo el mal que haya llegado a hacer el diablo
en las personas que te rodean se irá disipando. Se irán sanando los
males que cayeron sobre ti y el Espíritu Santo se encargará de llenar de
luz tanto tu alma como todos los rincones de tu hogar. No olvides en
ningún momento tener a tu boca una oración de gracias para
dedicársela a Dios, quien te ha dado la dicha y la buenaventura de
mantener tu hogar dentro de sus brazos.
Dar las gracias a Dios es un paso que no debemos saltarnos por
alto, ya que es nuestra manera de demostrarle al Señor nuestra
humildad. No agradecerle al Todopoderoso implica que somos
personas arrogantes. No olvidemos que las luchas que ganamos se
deben al amor y al poder de Él y no porque seamos superhumanos que
logramos vencer con oraciones al diablo. Creer esto nos desvía de
todos los planes de Dios y nos acerca más bien a los planes del diablo,
ya que pensar que somos poderosos por retar a un combate al maligno
es estar equivocados en toda perspectiva. Quien hace esto, en realidad,
es una persona que no entendió ni un poco de dónde nace la fortaleza
de la fe y de dónde surge la posibilidad de vencer en esta batalla. De
hecho, me atrevería a decir que, si una persona es lo suficientemente
arrogante para no agradecerle a Dios por sus buenaventuras para con
nosotros, no va a llegar muy lejos en realidad en la lucha contra el
diablo. Al menos, no de manera positiva.
La oración es de suma importancia en la vida de los cristianos. Es
tan relevante que podríamos decir que es nuestra arma número uno. Es
la herramienta más efectiva para conectarnos a Dios y repeler los
ataques del diablo. Sólo a través de las oraciones con verdadera fe es
que podremos evitar que esos ataques del maligno no vuelvan a
ocurrir, o al menos hacerles el trabajo más complicado a nuestros
enemigos. Por eso, siempre incluye en tu rutina la oración y
mantenerte en comunión con otros hermanos cristianos que estén
dispuestos a orar juntos. No tengo la menor duda de que si otros no se
dedicasen a orar por mí, no sería capaz de llevar a cabo todas mis
tareas. Sería un trabajo casi imposible para mi lograr todas estas luchas
contra el diablo. La oración de mis hermanos cristianos y en especial
de mi esposa son después del Espíritu Santo mis mejores aliados en
este combate. Sus oraciones no sólo son importantes para mi lucha,
sino para mi vida, para mi bienestar y mi salud. El hecho de que un
hermano se dedique a orar por otro es cuestión de vida o muerte. Es
de vital importancia para nuestras victorias junto a Dios. Es
imprescindible para la vida cristiana en general.
Si tomamos en cuenta cada uno de estos pasos que te describo, te
aseguro que podrás vencer contra el diablo. Dios es amor y todo lo que
bueno que existe en el mundo viene de Él. Somos sus hijos y, así como
indica el salmo 91, todos estamos bajo el abrigo del Altísimo. Es Él
quien se encargará de hacernos su templo, el templo donde se
encontrará el mismísimo Espíritu Santo. Debemos ser creyentes de fe
fuerte y entregarle todos nuestros miedos y debilidades a Dios. Él
sabrá cómo solucionar nuestras pruebas si de verdad se lo pedimos.
No pidamos a medias. Tenemos que pedirle a Dios con exactitud lo
que necesitamos. Él escucha todo lo que decimos o lo que le
transmitimos en secreto, en silencio, en nuestros corazones. Es
importante recordar que pedirle ayuda a Dios y exponerle nuestras
debilidades debe hacerse de esta forma, en silencio, para que el diablo
no las escuche. Nuestro Señor está conectado directamente a nosotros
y vive en nuestras almas, por lo que no debemos temer en ningún
momento.
De todo esto tenemos que estar conscientes de lo siguiente: Dios
está con nosotros. Tenemos que tener la certeza de que es así. Se los
digo con la experiencia que tengo gracias a las luchas que he tenido que
enfrentar para superar las pruebas personales y para que el diablo me
deje en paz. Como ya les he explicado, ha sido una lucha constante y
difícil por la fijación que tiene el maligno conmigo después de haberlo
rechazado para seguir a mí Jesús. Sin embargo, hoy les digo con toda la
seguridad y con toda la firmeza que Dios ha sido el responsable de que
hoy esté con vida y les pueda escribir para darles estas enseñanzas,
además de advertirles sobre los planes del mal. Dios me ha sanado de
enfermedades. Dios me ha sanado de tormentas mentales sembradas
por el diablo. Dios ha hecho que sea imposible para el diablo destruir
mi vida, pues estoy bajo la sombra del Altísimo y mi cuerpo es un
templo donde vive el Espíritu Santo. Estoy preparado contra las
maquinaciones del diablo gracias a mi Cristo. Así como yo, que estuve
en el infame mundo de la oscuridad y me arrepentí, no les quepa la
menor duda de que ustedes pueden reconciliarse con nuestro Creador
y dejar atrás sus pecados. No importa cuál sea el pecado que hagan, lo
importante es ser honestos y sinceros. Deben entender que son hijos
de Dios y que este los recibirá entre sus brazos con alegría.
Otra reflexión que considero importante es que no debemos
esperar a que llegue el momento de la emergencia para conectarnos
con nuestro Padre. No debemos esperar a que sea muy tarde para
tomar la Biblia y leerla. Tener contacto con los salmos, con los
versículos de la sagrada escritura nos permite tener mayor
espiritualidad y bendición en nuestros hogares y nuestra alma. Es
importante que busquemos a Dios en todo momento. Al hacer esto,
estaremos constantemente confirmando cuán importante es Él en
nuestras vidas. De esta forma el diablo sabrá que con ustedes no se
debe meter y que tiene una derrota segurísima si llegase a intentarlo. El
Espíritu Santo se posará sobre sus almas y les llenará de la sagrada
unción. La llama del Señor los llenará de alegría y regocijo. No
dudemos, entonces, en tomar la Biblia. A veces el ser humano suele
buscar excusas en el “tiempo”. Decir que no hay tiempo para leer la
Biblia es contradictorio, pues tiene tiempo ya que estás vivo y el Señor
te ha traído a este mundo. El tiempo existe gracias al Todopoderoso y
debemos saber aprovecharlo. No toma mucho tiempo dedicarle un
poquito de atención a la sagrada Biblia. No es necesario que la lean de
principio a fin de inmediato. Con buscar un salmo que les guste o
cualquier enseñanza de Cristo es suficiente para comenzar,
especialmente si lo hacen a diario. La Biblia es un regalo de Dios para
tener la fortaleza, para encontrarlo, para hallar en él la paz y la fuerza,
para combatir al diablo y protegernos. Es posible lograr todo en Cristo
y en Dios. El Espíritu Santo es un aliado seguro para lograr todas las
victorias que nos propongamos como meta. La Biblia llegó a tu casa
porque Dios te ama y sabe que dentro de ti está la luz poderosa que te
llevará a la victoria siempre. Pide ayuda si lo necesitas sin restricciones.
Dios te ha dado hermanos en este mundo para que se ayuden entre sí.
Una Esposa que Ora
En la vida cristiana después de la presencia de Dios la mejor
bendición que existe es tener una esposa que ora. No importa cuánto
sirvas a Dios o que unción tienes, si tu ayuda idónea no te apoya en
oración estarás en graves problemas espirituales. El hombre que no
tiene una mujer de oración caerá en tentaciones con mayor frecuencia
que los que si la tienen, tendrá menos posibilidades de vivir una vida
limpia delante de Dios y las pruebas y tribulaciones le perseguirán a
donde quiera que vaya. Algunos dirán que la Biblia dice que es mejor al
hombre estar solo. El dilema es que los casados no están solos, están
acompañados y según sea esa compañía serán sus vidas.
Un hombre que carezca de este bien tiene sus murallas con las
puertas abiertas y de seguro que el diablo cuando detecte eso va a venir
con furia a destruir su vida. Por esta causa el hombre debe de guiar a
su esposa hacia la oración, debe de educarla a buscar a Dios y debe de
permitirle libertad para poderlo hacer. Esto es algo que solo Dios
puede hacer así que cuando hablo de educar no es que lleves a tu
esposa a una escuela de oración, sino que con la sabiduría de ser
cabeza permitas que Dios haga la obra porque eso es lo que Dios
quiere hacer. Dios quiere darte una esposa que ore, pero sino eres
sabio tú puedes oponerte a eso y luego pagar las consecuencias las
cuales pueden ser grabes.
Una de las mejores inversiones que he hecho en mi vida ha sido
cederle el puesto a mi esposa en un retiro espiritual que me pagaron
hace muchos años en Cuba. Estábamos recién convertidos y
atormentados por el diablo pues como saben había sido satánico y me
había convertido así que el diablo trato de dar pelea. Yo a la verdad me
sentía desesperado. Un día me dijeron unos hermanos que había un
retiro espiritual y que me habían pagado el costo de alojamiento para
que yo pudiera ir. A pesar de querer ir escuche la voz de Dios que me
decía que cediera ese puesto a mi esposa. Sin dudar le dije a ella que
fuera y eso hizo. Al regresar ella era otra persona, algo paso en aquel
retiro que ella se enamoró de orar. Desde que regreso se arrodillaba a
orar por horas y leía 50 salmos orando con ellos. Al principio sentí
celos espirituales porque yo no podía pasar ni quince minutos orando
así que yo pensaba que había cedido la bendición, pero luego me di
cuenta por gracia de Dios que había sido bendecido doblemente.
He conocido muchos matrimonios cristianos, pero solo unos
pocos están equilibrados donde el hombre sirve a Dios con fuerza y la
esposa respalda en oración. Creo que esta debe de ser una de las metas
de todo matrimonio cristiano. La pareja en Cristo que logra esa unidad
en realidad es un instrumento poderoso en manos de Dios.
Sin dudas Dios nos ama a todos, pero la oración llama su atención
hacia nosotros, es como un canal abierto donde enviamos información
a Dios y recibimos respuesta. La oración no debe de ser tan solo una
llamada de auxilio cuando necesitamos ayuda sino un estilo de vida.
Desgraciadamente pocos hombres logramos enamorarnos de la
oración. No sé si será por cuestiones hormonales y que no tenemos
paciencia, pero las mujeres están dotadas por Dios para sentir con
mayor fuerza ese canal con Dios.
Debes de invitar a tu esposa a estar en comunión con otras
hermanas que oran, necesitas apoyarla para que ella pueda tener el
tiempo para hacerlo y tienes que fortalecerla cuando se debilite su
deseo de buscar a Dios. Piensa que esto es algo demasiado importante
como para dejarlo para después. Esto puede hacer la diferencia entre
que tu puedas vencer al pecado o permanezcas en derrota, o lo que
defina si podrás servir a Dios en libertad o no. Pídele ayuda a Dios
para que el haga de tu esposa una mujer que ora, una princesa de Dios
que, así como Ester entro a la presencia del rey, ella entre cada día a la
presencia del rey de los reyes. Tú puedes orar a Dios por eso y
motivarla con sabiduría a desarrollar ese don de comunicación que el
Espíritu Santo ha puesto en las mujeres de su pueblo. Si cocina bien
tuviste suerte, pero si clama Dios entonces eres bienaventurado.
Aquí existen algunas cosas que puedes hacer:
-Invitarla a tener comunión con hermanan de oración
-Invitarla a ir a retiros de oración (hablo de retiros que en verdad
se ore con intensidad)
-Regálale libros pequeños, amenos y fáciles de entender sobre el
tema de la oración y el poder que tiene
-Reconoce cuando Dios se haya manifestado por una oración de
ella
-Respeta su ministerio y lo que ella hace delante de Dios porque es
justo que lo hagas pues posiblemente no lograrías lo que has logrado
sin eso para gloria de Dios.

Hermana en Cristo si estas leyendo este libro quiero decirte que


no puedes hacer nada mejor por tu familia que poner en práctica eso
tan grande que Dios te ha dado y es tener el poder para arrodillarte.
Conclusiones
El propósito de este libro es que despiertes porque existe una
guerra por tu alma que, aunque Cristo tiene la victoria segura tu
sufrirás las consecuencias en relación si estas preparado o no. Depende
de ti estar listo para afrontar las pruebas y vencerlas o padecer grandes
derrotas en la vida, aunque al final está segura tu victoria en los cielos.
Si tuvieras unos espejuelos que te permitieran ver cuantos ángeles
y demonios te rodean y rodean cada cosa de la vida te despertaras cada
mañana tomando toda la armadura de Dios como te manda la Biblia.
Debido a los muchos afanes de la vida, la mayoría de los cristianos
toman el peligro de ser atacados por demonios como algo que solo
ocurre en la fantasía de las películas y por causa de esta negación de
que si existe un mundo espiritual en guerra es que muchos caen y otros
sufren grandes pérdidas.
Este no es un libro de cuentos y su objetivo no es mostrarte lo
que yo pase como una simple anécdota interesante, sino que sepas que
se batalla por tu alma y por tu vida así que el ángel Miguel peleaba con
el diablo por el cuerpo de Moisés.
Este libro es solo para crédulos, es decir, para los que estén
dispuestos a creer.

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