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Prologo
Introducción
1. Mi testimonio en cortas palabras
2. El dilema de saber lo que otros no saben
3. Como es el diablo
4. El Falso Cristo católico en el Satanismo
5. María el más grande principado del diablo
6. El Libro del Diablo
7. Síntomas DE ATAQUES DEMONIACOS
8. La fe contra los demonios
9. Mi experiencia en las luchas
10. Como Reprender al Diablo
11. Una Esposa que Ora
Conclusiones
Prologo
Este libro narra la historia de mi esposo que también es mi
historia. Doy testimonio de que durante anos el trato de escribir este
libro, pero le fue imposible por las tribulaciones a que fue sometido.
Cualquiera que le falte el discernimiento podrá ver este libro como un
libro más, pero se estará equivocando pues al leerlo si lo haces con el
deseo de que Dios te muestre entonces tu vida espiritual será
fortalecida. Es como si tu hubieras vivido todo esto y ahora estas listo
para pelear la buena batalla.
Todo lo que este libro muestra es veras y fue testigo de la mayoría de
las cosas porque he acompañado a mi esposo desde nuestra juventud
así que he sido coparticipe y testigo ocular de casi todos los hechos
descritos en esta obra.
Al leer este libro supe que en el estaba lo que mi esposo vivió quitando
el horror de cada momento y el sufrimiento que conllevo vivir esto. Te
aseguro de que mi esposo uso palabras dulces para evitarte ver lo que
el padeció pues su única intención es que tu recojas el conocimiento y
sobre todo que tu fe se fortalezca. No creas que esto fue una aventura
emocionante sino mas bien una pesadilla que ya termino gracias a
Dios.
Si quieres ser un soldado de Cristo entonces este libro es para ti porque
en el aprenderás a vencer al diablo con el poder de Cristo desde varias
perspectivas y con la sabiduría del testimonio de alguien que estuvo en
las tinieblas y fue rescatado con el Hijo de Dios.
Otra historia que debemos tener en cuenta y que sale en este libro
consiste en que Dios, según el diablo, creó todo lo material no
orgánico. Jesús, por su parte, creó el mundo vegetal y animal y, por
supuesto con mucha astucia, el diablo se puso a sí mismo en esta
historia como el creador del hombre, rey de la raza humana, el dueño
del reino de la tierra. El diablo insistió en que se pusiera a Jesús en la
posición que ahora interpreto como la de un niño malcriado y celoso
de la magistral obra del creador de los humanos. Según esta mentira del
libro negro, Jesús les tenía miedo a los hombres porque creía que se
podían convertir en dioses; Dios, haciéndole caso a Jesús y sus
preocupaciones, cual padre complaciente, aceptó las quejas y le quitó la
vida eterna a la humanidad. ¿Pueden ver cierto paralelismo con alguna
mitología griega? Obviamente, este relato en el libro negro siempre fue
un modelo para establecer luego las ramificaciones discursivas según la
cultura de llegada. Pero no por accidente fue que la humanidad llegó a
pensar que “Los dioses” se habían molestado porque los humanos
habíamos recibido el “fuego sagrado”. Tampoco fue casualidad que la
humanidad pensara por tanto tiempo que Dios es primeramente un
ente punitivo, descrito como cruel, capaz de hacernos sufrir hasta lo
increíble y los peores castigos, sin importar que estuviésemos
dispuestos a arrepentirnos y cambiar nuestro rumbo hacia el bien.
En todo caso, el relato sobre el diablo como “creador” de la
humanidad termina con él rebelándose a Dios, supuestamente en
defensa del hombre y molesto porque nos quitaran la vida eterna. El
conflicto se volvió guerra y ésta terminó con el castigo de sacar al
diablo de los espacios celestiales para que viviese en la tierra, separado
de nosotros, su supuesta creación. En todos los cuentos de guerras,
siempre hay una victoria y una derrota. Es por esto mismo que el
diablo se aprovecha e inventa esta mitología llena de mentiras
maliciosas consigo mismo como el personaje derrotado, tratando de
conseguir así “el beneficio de la duda” de todo aquel que se atreva a
aceptar la implicación de que Dios manipuló los hechos. Cada alma
que se sume a darle espacio a estas historias como algo verídico, podría
terminar con el corazón oscurecido. El libro negro no es sólo un libro
con cuentos de mentiras; es también un manual de asedio al alma de la
humanidad. De hecho, ese es su fin: invadir nuestras almas.
Otro objetivo del libro era revelar a la humanidad variados
conjuros mágicos e invocaciones demoniacas para que cualquiera que
leyera aquel libro pudiera adentrarse en el mundo de la oscuridad. Era
como un manual para brujos aprendices que deseasen poner su
confianza en el ser de tinieblas y apartarse completamente de Dios. El
libro contenía varios cientos de hechizos lo suficiente fuerte para
volver a cualquiera un brujo temible.
Las historias que el libro contenía tenían por objetivo llevar al ser
humano a la creencia en conspiraciones que apartara sus corazones de
Dios. La columna vertebral de aquellas historias era Dios como
extraterrestre, Jesús y el diablo como hermanos irreconciliables y los
ángeles como seres enviados por Dios desde otra galaxia para convivir
entre los seres humanos como seres híbridos o transformistas con
naturaleza de reptiles y hombre deformes que tomaban apariencia
humana para vivir entre nosotros.
El libro narraba sobre ángeles reptilianos que, al igual que Dios,
eran alienígenas que venían desde una estrella a poner orden y
vigilarnos, cuales conejillos de indias. Para enaltecer a los ángeles
caídos, la mentira era que éstos eran los responsables de enseñarle al
hombre la tecnología y todos los saberes que fueron capaces de
establecer avances desde la antigüedad. Es este el punto en el que
podemos reconocer cómo el diablo ha sabido jugar la carta de “las
ciencias vs. la religión”, lo que ha llevado a incontables debates,
conflictos y hasta muertes innecesarias por nuestra debilidad ante el
fanatismo, el radicalismo y el afán de llevar todas nuestras posturas al
extremo de dejar al lado lo que profesamos en un principio y nos
enseñó Dios: amar al prójimo.
Es importante saber que el diablo me obligo a escribir este libro a
principio de los 90s y hoy vemos estas mismas historias fantásticas y
llenas de la teoría de la conspiración en miles de páginas de internet,
videos de YouTube y publicaciones en Facebook y otras redes sociales.
Es decir que, aunque su plan de que yo publicara el libro fallo porque
Cristo me rescato, de todas formas, el diablo logro esparcir esas
mentiras.
Así como en la Biblia existe el génesis para hallar una forma de
explicar el origen de la vida, el libro negro propone una falsa teoría de
la creación con Jesús como el regente del reino animal y el diablo como
nuestro rey. Pero esto no es todo. También tiene una contraparte al
apocalipsis bíblico y se asegura en él que el verdadero mesías de la
humanidad es el anticristo, el cual vendría a salvarnos como un
redentor y a acercarnos sin limitaciones a todas las prohibiciones que
nos estableció Dios en el pasado. Es aquí donde el anticristo se
posiciona a sí mismo como el restaurador de la vida eterna de los
hombres y nos “libera” de Dios, quien según satanás quitó de nuestra
existencia lo que el diablo nos había entregado al “crearnos”.
Seguramente, habrá quienes me lean y empezarán a creer que
algunas de estas historias suenan factibles, pero advierto que es todo
parte de una trampa al alma para alejarte a ti, a mí, a todos del amor de
Dios, quien no hace más que velar por nuestro bienestar y aprendizaje
en nuestro paso por esta tierra. Aclaremos algo: la vida eterna no se
nos ha quitado en ningún momento. Sólo que no se trata de una vida
eterna en este plano material, el cual es sólo una transición. De hecho,
¿hay acaso alguien que esté dispuesto a vivir eternamente en este
mundo lleno de maldad? Existen hoy en día muchos planteamientos
filosóficos y psicosociales de lo que eso implicaría y me atrevo a decir
que siempre tiene un final poco placentero para cualquier ser humano.
Dios se encarga de recibirnos de brazos abiertos una vez haya
terminado nuestro transcurso por este plano, ya que el cuerpo es sólo
un templo, pero no el todo de lo que somos. El alma vuelve a entrar a
la dimensión de Dios cuando partimos y llegamos a la vida eterna. Eso
es un hecho.
Cuando llegó el diablo en aquella tarde a manifestar sus planes del
libro, había cambiado ciertamente algo en mí. Era algo mínimo, quizás,
pero fue el quiebre suficiente como para ir abriendo mis ojos. Quizás
nunca estuve totalmente convencido de lo que hacía en mis años
infames, pero lo importante es que descubrí que existía una inquietud
dentro de mí por conocer lo que se oponía a la oscuridad, hasta que
finalmente ocurrió que quise impregnarme con la verdad, ya que a
quien servía como esclavo no le importaba dejar claro que todas sus
historias y teorías eran una farsa. Quedó un vacío dentro de mí que de
pronto se fue llenando con una pregunta “inocente”: Si todo es
mentira, ¿qué ofrece la verdad?”. Esta pequeña duda fue suficiente para
un impulso que luego se terminó convirtiendo en un desahogo
incesante, como agua que sale de represa, llevándose todo a su paso…
El libro se debía imprimir en España y yo era el encargado de
hacer los arreglos apenas terminase de redactar las últimas palabras, de
manera que se publicase y fuese un libro de alcance público. Sin
embargo, me convertí en cristiano un mes antes de poder enviar el
libro a España. Lo que hice fue guardar bajo mi colchón la versión no
publicada, pero ya escrita. En mi afán de entregarme a Dios y dejar
atrás mi pasado, traté de cerrarme mentalmente y borrar de mi
memoria todo lo sucedido, incluso esos momentos en que el diablo se
me apareció para dominar hasta mis ojos y hacerme esclavo de su
voluntad. A tan sólo una semana después de haber sido transformado a
cristiano, recordé el libro negro y lo busqué con el desespero que
invadió todo mi cuerpo por tanta información peligrosa.
Me encontraba yo meditando en la calle, aprovechando la
conexión de mi cuerpo y mi mente con las palabras de Dios, cuando
sentí que me habló la intuición sobre un terrible peligro que se
avecinaba. La imagen del libro negro vino a mi mente de inmediato y
dejé de hacer lo que estaba haciendo, corrí despavorido por las calles
hasta llegar a casa entre sudor y frenesí. Levanté el colchón y para mi
sorpresa, el libro se había ido. No estaba donde tanto tiempo lo guardé
sin que nadie lo notara.
Vivía solo en un pequeño apartamento que se encontraba hacia la
parte final de una casa grande, muy grande, como una especie de
vecindad, donde no hablaba ni socializaba con nadie. La puerta de mi
apartamento no estaba para nada violentada. Mi habitación estaba en el
mismo estado en que lo había dejado. La desaparición del libro negro
fue sobrenatural e inexplicable por lo que siempre he creído que Dios
envió un Ángel a llevárselo o que el diablo lo tomo para que otro lo
publicara. Amas ideas combaten en mi mente.
Lo que sí es evidente en nuestros días es que esos relatos, o la
mayoría de esos que se encuentran en los capítulos que llegué a
escribir, los podemos percibir alrededor de nosotros hoy mismo, en
este instante, mientras lees este párrafo o mientras yo lo escribo.
Siguen acechando nuestras almas y la guerra realmente no se ha
acabado.
Algunos aseguran que los tiempos de paz son momentos para
prepararse para la guerra, pero cuando se trata de la guerra del bien y el
mal, no hay descanso, ni paz, ni tregua. Realmente, cuando Dios nos
creó fuimos nosotros el objeto de la envidia del diablo y desde esas
épocas remotas, que ahora nos suenan a mitologías ficticias o
fantasiosas, la lucha por invadir nuestras almas ha sido parte de la
guerra sistemática que ha llevado al planeta a repetir su historia con
guerras, sangre derramada en los suelos de los cinco continentes, en los
mares y hasta en los cielos con la llegada de los aviones.
Aunque hoy en día no veamos más caballeros vestidos de metal y
blandiendo espadas, las guerras han mutado a ser también pasivo-
agresivas, disfrazadas de humor, ironías, chistes, carisma, de
nacionalismos y de populismos. El enemigo está en todos lados
cuando se encarga de comprar nuestras mentes a cambio de lealtades
sin cuestionamientos, lleno de arrogancia y con la determinación de
manipular todo. ¿Nos ha quedado claro realmente lo que ocurrió en la
segunda guerra mundial? O ¿será que leer en libros de historias no es
suficiente para el incrédulo que necesita “ver para creer”, a quien Jesús
deberá tomarle las manos y pedirle que toque sus heridas después de
sacrificarse en la cruz?
Esto de que se reproduzca la frase “todo es debatible” hasta lo
absurdo no nos ha llevado como especie a ningún lugar productivo y
dudo que alguien se atreva a decir lo contrario. De hecho, es muy
probable que de todos modos sigan muchos en esta actitud, pero la
única forma de no caer en el reino del anticristo y del diablo como
reyes del mundo es contrarrestando sus planes con acciones, con amor,
con bondad, con apoyo mutuo, con ganas de hacer hasta las más
mínimas acciones por el otro, ya que de gota en gota es que el cielo
llena los caudales más vastos y los mares del planeta. Cada grano de
arena cuenta en la lucha a favor de la luz. Así que no hay razones para
rendirse, sino para seguir adelante.
Una posible hipótesis que tengo en mente sobre lo que pudo
haber pasado con el libro negro es que el diablo, al saber que lo usaría
en su contra, detuvo la idea de imprimirlo para hacerlo circular
públicamente y prefirió sembrar las ideas de esas historias falsas en la
cabeza de aliados potenciales, en especial la de aquellos con algún
poder, moderado o alto dentro de los medios de comunicación
masivos de hoy en día y de aquellos métodos de publicidad y mercadeo
al servicio de historias que refuerzan dudas sobre Dios, historias que se
proponen a sí mismas como ejemplos de creación y arte sobre lo que
nos define como hombres, pero no son más que patrañas disfrazadas y
con un poco de tacto para generar atracción. Mientras se venda, el
diablo sonríe.
A pesar de que ambas hipótesis, es decir, la del Ángel enviado por
Dios y la del diablo robando el libro yo le doy más crédito a la primera
porque fue la idea original que vino a mi mente cuando el libro
desapareció. La segunda idea vino a mí, muchos años después así que
confío que Dios me revelo la verdad de lo que había ocurrido en el
mismo momento que descubrí que el libro del diablo había
desaparecido.
Las conspiraciones que hoy en día se ven en la internet como
extraterrestres que viven entre nosotros, sociedades secretas
dominando el mundo, un Dios no sobre natural sino venido de otra
galaxia, seres de otras civilizaciones y estrellas distantes entregando
tecnología la ser humano. Todas y cada una de ellas son solo leyendas
falsas salidas de la mente del diablo para robarle el tiempo a las
personas y desviarlos lejos de Dios. Mientras que millones pierden su
vida detrás de conspiraciones sus almas van rumbo al infierno.
Todas las historias que ya he expuesto, y las otras que seguro han
creado después de haberme convertido, tendrán miles de versiones y
variaciones para venderse y revenderse en múltiples formatos que
llegarán a diferentes tipos de públicos, de todas las edades, sin
distinción de raza, nacionalidad o cualquier otro. Por eso, es tarea de
todos estar atentos a los relatos que se producen y se consiguen en
cada rincón de nuestros días, incluyendo en internet. Nuestros
teléfonos no son inmunes a estos engaños. Es un bombardeo de
desinformación maliciosa, que con tozudez y con violencia acostumbra
a cada individuo a pensar que no hay opciones válidas fuera de lo que
nos proponen.
Yo no era imprescindible para los planes infernales, conociendo el
afán del diablo por llevar a cabo sus planes, sé que éste habría usado a
otro de sus súbditos para dominar con la misma magia que usó sobre
mi para que no se levantase de su asiento hasta terminar de redactar
hasta la última palabra de sus mentiras y luego esparcirlas en todo el
mundo. La batalla actual es muy engañosa, pues las historias que
quieren alejarnos de Dios están difuminadas con colores de
“inocencia” y entretenimiento.
Por eso, hoy les digo con estas palabras que seamos más atentos y
minuciosos con lo que compramos. No me atrevo a imponerles lo que
compran, lo que ven, lo que consumen, pero sí les digo en el nombre
de Dios que cuiden y protejan su fe y su creencia en el Señor como un
tesoro invaluable que les reconforta en todo momento y del cual no
están dispuestos a desprenderse, ya que lo que queda después de que se
les arrebate ese tesoro de la fe es oscuridad, maldad, esclavitud,
sumisión, tortura, sufrimiento eterno y desdicha. La gracia de Dios es
el arma fundamental que debe acompañarnos internamente. No
necesitan imágenes, ni estampitas, ni figuras que les haga recordar eso.
La luz de Dios se encuentra dentro de nuestras almas.
Es imperativo, entonces, salvar guardar nuestros corazones,
protegerlo del mal y llenarlo cada día con amor y más amor; haciendo
el bien a nuestros hermanos y anular la indiferencia que le ha traído a la
humanidad un sin fin de problemas pendientes, con soluciones
posibles, pero que están esperando por nuestras voluntades para ser
sanadas y superadas. Sé que se puede. Dios contiene los males que nos
tientan, pero lo que es mejor, Él saca lo que tenemos para ofrecer:
Somos hechos a su imagen y semejanza.
Síntomas DE ATAQUES DEMONIACOS
Cuando fui parte del mundo satánico, tuve la experiencia de ver
cómo se les hacían ataques demoníacos a diferentes personas,
especialmente a cristianos, con toda la intención de desviarlos del
camino de Dios y corromper sus almas. En esos años que pude ver
esos ataques, confieso que era parte de todo ese círculo infame, en el
que solía confiar, pero no porque fuese realmente una sociedad en la
que pudieses darles fe de que te ayudarían o apoyarían, sino más bien
porque sientes que no hay vida fuera de ese grupo y que sin su
aceptación estarías destinado a vivir con el síndrome de abstinencia de
esa dependencia a la oscuridad que te van creando poco a poco. Te
engañan y te hacen creer con certeza que no hay alternativa a
entregarse en cuerpo y alma. Cuando me convertí a Cristo, pude notar
que todo lo que se hacía no era sólo malo, sino también descubrí con
mayor capacidad que la maldad no tiene cabida en este mundo, por
más intentos que haga de perjudicar a Dios. Pero la maldad es terca y
caprichosa, por lo que el diablo sentía placer en atacar a personas de fe.
Aquellos que sufrieron estos ataques, y quienes quizás sufren hoy
el ataque del maligno, son víctimas que no están endemoniadas ni
poseídas, pero que padecen una especie de asedio, de invasión y de
bombardeo de parte del mal para que se descarrilen de las vías
correctas de la luz. Hoy en día, como pastor cristiano que soy, quiero
enseñarles todo lo que he visto con respecto a estos síntomas de
ataques demoníacos. He visto cómo matrimonios, incluso unos muy
sólidos, han sido víctimas de ataques para que se vaya corrompiendo
su fuerza, su fe y su unidad, con lo que termina alguno de los dos
cometiendo algún pecado como el adulterio, por mencionar uno de los
más comunes. Los síntomas dependen siempre de la personalidad de
cada individuo que pueda estar bajo este ataque, pero hay ciertos
patrones que se repiten, ya que son diferentes niveles en los que va
cediendo la persona de buena fe. En todo caso, sea quien sea la
víctima, siempre empiezan a surgir antivalores y rasgos que no solían
ser parte de la persona. Por más que la víctima sea una persona muy
humilde, a quien jamás le ha gustado la arrogancia, ésta se va a ir
calando dentro de su alma para dejar de escuchar las opiniones, los
consejos o sugerencias de sus buenos amigos o familiares.
Cuando vemos que un ser amado o algún amigo empieza a
padecer de este síntoma, lo primero que se nos ocurre es ayudarlo.
Buscamos hablar con él para hacerlo entender que su actitud no está
siendo la mejor y que ha venido mostrando gestos, comentarios y
sentimientos de arrogancia o de aprehensión, por lo que se ha estado
aislando poco a poco, dejando de lado a sus verdaderos amigos o seres
amados. Estos comentarios o, incluso, las críticas más mínimas, sin
importar que sean constructivas, le molestas exageradamente. De
hecho, si esta persona bajo el ataque del demonio se topa con alguna
orden de alguien con jerarquía, como un jefe en su puesto laboral,
toma sus palabras como ofensivas, como si creyese que nadie tiene la
autoridad suficiente para estar sobre él. Se toma muy a pecho los
comentarios, lleno de arrogancia, con dejadez en el alma por no querer
preocuparse con las emociones fuertes que está sintiendo, y termina
cerrando voluntariamente cualquier paso al amor que se le ofrece
cuando mostramos preocupación por su situación. Dicen que no hay
peor ciego que el que no quiere ver. En este caso, estaríamos en
presencia de una persona que no quiere oír, pero es a causa del ataque
mental que le proporciona el diablo. Es un síntoma, tal cual como si se
tratase de una enfermedad que nos van infringiendo lentamente, dosis
tras dosis.
Esa arrogancia va de la mano con un intenso sentir de dejadez que
se apodera del subconsciente de la persona atacada. Esa dejadez lo
hace despreocuparse de las opiniones o alternativas que se le presentan
para escuchar a sus seres queridos. La arrogancia va consumiendo su
mente, con lo que empieza a tener la tendencia a aislarse. Empieza a
dejar de lado y rechazar oportunidades de compartir con quienes
alguna vez consideró personas de gran importancia. Eso nos lleva al
segundo síntoma de la víctima del asedio del diablo: el aislamiento
social. La ruptura de la vida social del individuo.
Como consecuencia de ese avance del ataque, una vez sembrada la
arrogancia en el espíritu de la persona, éste se hace inmune a aspectos
sentimentales que corresponden a la familia y los seres cercanos. Los
hijos, sus padres, incluso su cónyuge pasa a ser tener una posición
secundaria. La autoexclusión pasa a ser parte de su rutina, por lo que
evita contacto visual o casi de cualquier tipo, de no ser necesario. A la
hora de tomar el desayuno, si puede evitarlo, ni habla. A la hora de
dormir, se muestra ante su pareja como una persona fría que sólo
comparte espacio en el dormitorio por compromiso, pero no hay
contacto cálido de pareja. La vida deja de parecerle algo que deba estar
centrado en el bienestar de su propia familia. Su casa empieza entonces
a ser desatendida de muchas formas. Si era una persona colaborativa,
deja de serlo y si no lo era, se convierte en el causante de un sin fin de
situaciones incómodas con su pareja, que no podrá evitar sentir un
rechazo, fomentado con el hecho de que aparecen críticas que no
solían existir. La ruptura de la pareja se puede convertir en un hecho si
no se detecta cuál es el verdadero origen de todo este comportamiento.
Quizás algunas personas podrán pensar de inmediato que se trata de
una infidelidad. Es probable que el adulterio esté presente como medio
para que ese aislamiento se desarrolle, pero no es necesario cuando se
trata de un ataque del diablo. Los rechazos y el aislamiento nacen por
sobre todas las cosas de lo que llamaremos el tercer síntoma: la
soberbia y el narcisismo.
Aquel cristiano que es elegido por el demonio para ser atacado,
luego de estar sumido en su propio ser y aislarse casi completamente
de todo contacto humano, empieza a padecer de la soberbia y el
narcisismo, como si se tratase de un virus que se va apoderando de
cada célula saludable que se encuentra en su cuerpo. El narcisismo que
nace en esa persona proviene de la falsa creencia que le implanta el
diablo de que nadie está a su altura y por eso no debía oír a nadie, ni
siquiera a sus líderes espirituales o pastores (Esto lo he visto mucho en
mi vida pastoral). Cree que él y sólo él tiene las respuestas a todo lo
que sucede a su alrededor y, frustrado por no ver quién lo entienda,
negado completamente a siquiera buscar ayuda y paz para su psique, va
cerrando espacios a otros que lo llevan a amarse más aun así… pero no
es un amor propio realmente. Eso es sólo una ilusión. A lo que va
amando más es a su ego. Empieza así una mutación interna con rasgos
plenamente egocentrista. En la búsqueda de alimentar y echarle más
leña al fuego del ego, cambia hasta su forma de caminar, mirando a
otros por encima de sus hombros, siempre con cierto gesto en el
rostro que pareciera transmitir asco por las opiniones ajenas y hasta
por el más mínimo de los detalles que conforman su contexto. Así
como el narcisismo es lo que va apoderándose del interior de esta
persona, la soberbia es entonces su medio para expresar y botar todo
ese veneno inmundo que acapara cada gota de su ser. Es en ese
momento, cuando esta víctima se enclaustra en creerse el mejor de
todo, cuando surge una sonrisa oscura desde su interior al ver a otros
enseñarle algo u opinar. La risa arrogante no viene de esa persona ni su
naturaleza, sino del diablo que le siembra los gestos que van
lastimando e hiriendo a otros con cada interacción.
Estos síntomas pueden variar dependiendo de la persona que esté
experimentando el ataque demoníaco y sobre todo de su vida
espiritual. De hecho, con cada individuo puede ser en mayor o menor
medida cada síntoma. Hay cristianos fuertes de fe que no pasan del
primer síntoma, pero otros van poco a poco desarrollando otros signos
de estos ataques, a veces de forma abrupta. Al verse rodeados por sólo
su propio ego, contradictoriamente, nace entonces un estado de
ansiedad y/o depresión. Para algunas personas, sólo se manifiesta la
ansiedad y viceversa. En otros casos, ambos estados mentales se
manifiestan con gran control sobre la persona. A pesar de que la
víctima del ataque demoníaco se regocije en su propio egocentrismo y
narcisismo, ciertamente el diablo sólo puso esto dentro de su ser como
un espejismo que lo va dejando vacío, ya que la realidad es que su
naturaleza es social como la de todos. Su amor por su familia y sus
hijos siguen dentro de él, intactos pero bloqueados por el poder
demoniaco. Sin embargo, este síntoma es sólo una transición que lo
lleva a un estado de frialdad en la que va perdiendo la sensibilidad. Es
importante comprender que los grados más graves de este proceso
solo llegan a aparecer en cristianos tibios que no se toman en serio su
fe, pero los rasgos iniciales e incluso intermedios pueden aparecer en
cualquier cristiano que descuide su vida espiritual.
Tomemos en cuenta que este punto se genera sumamente
doloroso para las personas que rodean a la víctima. Es importante estar
advertidos por que una de las tendencias de muchas personas,
entendiblemente, es alejarse y dar por sentado que ese ser que tanto
quisieron ya no debería ser parte de sus vidas, por lo que lo dejan solo
en sus problemas emocionales que nacen del mundo espiritual, pero
por ignorarlo, creemos que la solución es abandonar a esa pareja… con
lo que inicia la ruptura definitiva de la familia o el matrimonio. En
definitiva, es muy doloroso conocer a alguien por ciertos rasgos, que la
hayas amado, incluso con sus defectos, y luego pasar a un estado de
decepción, en el que pareciera que esa persona que te llegó a llenar el
alma con tanto amor se hubiese ido. Como si esa persona hubiese sido
reemplazada por algún ente que ya no conocemos. Sí, puede ser que
habite el cuerpo que conocemos y que amamos, pero la frialdad nos
hace percibir que esa persona por la que nos preocupamos ya no está.
Se fue… ¿o no, realmente?
En realidad, no se ha ido. Está atrapada y bloqueada por esa serie
de elementos que actúan como un asedio invasor por parte del
demonio. No es un ser humano poseído. Es un ser humano restringido
con su libertad indirectamente negada. Parece que siempre tenemos
opción, pero las opciones se reducen cuando estamos envenenados y
no conocemos el antídoto ni la causa de nuestros males. La dosis sigue
en aumento dentro de los planes del demonio en asedio, por lo que el
siguiente paso, especialmente si la familia sigue presente, es que la
víctima actúe con maldad. Se inicia entonces el placer en cada daño
que éste inflige a otros, incluso a sus seres más cercanos. No escatima
en ver a quién le causa dolor y, aunque las agresiones verbales son lo
principal porque llegan directo al alma, la agresión física no se descarta
en los juegos del diablo. ¿Por qué habría de descartarlos? Es el diablo.
Si bien no todos los que son objeto de estos ataques llegan a este
punto, es una posibilidad que está presente en cada uno de los casos y
hasta el más inocente de los seres podría llegar a matar o desear hacerlo
a causa del maligno que ha logrado llevarlo al aislamiento y al borde de
donde quiere para alejarlo de Dios.
Finalmente, por si fuera poco, todo lo que ya he descrito hasta
acá, el momento más álgido o de ebullición con este ataque demoníaco
viene de la mano con la locura. La víctima, al llegar a esta estadía, ha
sufrido y padecido el poder del demonio con tal densidad que en lugar
de ataque parece casi poseída, aunque no lo está porque el demonio no
puede endemoniar a un cristiano nacido de nuevo, aunque este haya
descuidado su vida espiritual. Solo en casos de que haya abandonado la
fe podrá ser poseído. La invasión del diablo en su mente ha tenido
tanto éxito que se han venido descomponiendo su fe, su creencia, sus
convicciones, sus ganas de luchar y hasta su certeza de que hay un
Dios. La descomposición es parte del paso final para poder hacerse
dueño de la voluntad completa de la persona, pero ya en este punto
sería sólo por capricho y por placer de ver a uno de los hijos de Dios
en sus redes, ya que su cometido estaría logrado al haberlo separado de
sus familiares, al haberlo aislado por completo y, más aún, si la maldad
que se sembró en ese corazón llevó a la víctima a cometer un crimen.
Es importante que entendamos que todo este proceso de
descomposición infligido por el diablo en una víctima no igual a una
posesión. Si bien las posesiones son algo real, les estoy hablando de
algo un tanto más difícil de comprender y detectar; un método más
engañoso del diablo para terminar apartando a los cristianos de todo
espacio que le sea beneficioso y productivo para el alma. Con estas
artimañas, satanás procura que no podamos detectar que se trata más
bien de sus acciones y que pasemos a culpar por completo a nuestro
amigo, familiar o pareja. De esta forma, logra apartar a muchos de la
fe. Por eso es imperativo que sepamos detectar cada uno de estos
rasgos en otros, incluyendo en aquellos cristianos conocidos que estén
pecando. Nunca es saludable dar por sentado que un cristiano está
alejado del pecado. Por el contrario, muchas veces somos los hombres
de fe quienes más asedio tenemos de parte del diablo con las
tentaciones, ya que somos quienes más le estorbamos al diablo en sus
planes.
Seguramente se preguntan ahora, ¿pero, el diablo domina
entonces la voluntad de la persona a la que está atacando? No. El
dominio de la voluntad solo sucede cuando el demonio se encarga de
poseer a una persona. A pesar de que los síntomas se van
manifestando de acuerdo a cada persona y a su fuerza moral, el diablo
no puede dominar enteramente la voluntad de quien decide atacar
debido a que el proceso debe ser más largo, más estratégico y como
gota que va cayendo sin prisa, pero sin pausa para carcomer una pared
que tiene filtración. En el caso de una posesión, el demonio tiene el
control completo de la voluntad de la persona. Ese es el fin después de
avanzar en el ataque en caso de que la persona abandone su fe o, en
caso de tratarse de una persona que no tenga fe en Dios, la posesión se
lleva a cabo casi de inmediato y sin todo el proceso que deben vivir los
cristianos. La única forma de que un cristiano llegue a ser poseído y
controlado en su totalidad, es que ese ataque llegó a su punto final y el
cristiano deja de ser cristiano.
A pesar de que ya hemos dicho que los cristianos con una fe
fuerte en Dios y en Cristo son menos vulnerables a pasar del primer
síntoma del ataque, es relevante que ninguno de nosotros ose a
subestimar las capacidades del diablo, ya que éste fue capaz de
infiltrarse en las filas de Cristo antes de la crucifixión y se metió a jugar
en la mente del discípulo Pedro, como lo señala la Biblia, en Mateo
16:21-23, en la versión de Reina Valera 1960. Citaré textualmente los
versículos para guiarnos directamente con la sagrada escritura:
“21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que
le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los
principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al
tercer día.
22 entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle,
diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca.
23 pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !!Quítate de delante de mí,
¡Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de
Dios, sino en las de los hombres”. Mateo 16:21-23 Reina-Valera 1960
(RVR1960)
Como así señala Mateo, Pedro le habla a Jesús, pero no es Pedro
realmente quien busca tentar al hijo de Dios que vino a este mundo
con un sólo propósito, salvarnos. Pedro fue víctima de las tentaciones
que el diablo insertó en su cabeza, junto con las dudas y los deseos
terrenales. Pedro no piensa en el mayor de todos los propósitos de lo
que va a suceder, sino que piensa únicamente en sus apegos terrenales
y emocionales, desviado por el veneno del diablo en su afán de
sabotear lo que Dios tenía predestinado para Jesús. ¿Es entendible que
alguien procure evitarle el dolor y el sufrimiento a un amigo y, lo que
en este caso era más que un amigo, era Jesús enviado por Dios para
traer redención? Por supuesto. Es más que entendible desde la
perspectiva terrenal y humana. Sin embargo, Jesús tuvo la fuerza de
voluntad, la pericia y la sabiduría para rechazar las palabras de Pedro,
llamarlo Satanás y alejarse de esa propuesta de evitarse las calamidades
de la crucifixión para tener una vida normal. Pero luego de haber
sabido cuál era su objetivo de vida y la importancia de su misión en la
tierra, ¿realmente se iba a poder librar de toda su responsabilidad así,
no más? Si hubiese sido un hombre común, quizás terminase huyendo
a su misión, evitando los latigazos y las humillaciones cuando tenía
oportunidad. Pero no se trata de un hombre común. Se trata del
hombre que vino a darnos el ejemplo con acciones concretas y el hijo
de Dios. Nosotros, gracias a él, podemos tomar su corazón como una
bandera que nos va a orientar a cumplir nuestra misión en la tierra y
llenar de luz y esperanza cada rincón de la existencia misma.
Es muy probables que se aparezcan muchos Pedros en nuestro
camino. Es probable que escuchemos sus palabras y encontremos
razonamientos lógicos que nos hagan dudar sobre nuestro propósito y
nuestros objetivos, pero debemos tener la voluntad suficiente para
hacerle frente y apartarse como lo hizo Jesús, porque, como él mismo
señala, Pedro no es Pedro, sino la tentación expresándose a través de
él.
La fe contra los demonios
Durante mi experiencia en el satanismo aprendí que la fe es un
don que Dios le da a los seres humanos; es un poder que está en
nosotros y que aún si las personas se encuentran en el mundo de las
tinieblas, es decir, lejos de Dios, tiene efecto. Por esta razón, en todas
las religiones, sin importar que casi todas sean falsas, una fe grande
mueve montañas. Después de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, la fe
es el elemento más poderoso en todo el universo. De hecho, el diablo y
los demonios se valen de ella para ejercer su poder. Actualmente, la
sociedad está sumergida en un mar de confusiones e ignorancia ya que
la mayoría de las personas le temen al diablo en lugar de temer a Dios
Todopoderoso, quien es el que tiene el poder de echar el alma al
infierno (Lucas 12:5). Cuando estaba en el mundo de la brujería, pude
observar que incluso algunos brujos más experimentados que yo le
tenían miedo al diablo y que en los enfrentamientos espirituales tales
brujos eran vencidos por los demonios. Si la fe es la fuente de poder
del diablo, ¿por qué no todos sus hijos de perdición tenían éxito?,
¿realmente tenían fe?, ¿por qué no contaban con el respaldo del diablo?
En el presente capítulo, me enfocaré en dos aspectos importantes que
debemos tener en cuenta al momento de expulsar demonios: la fe y el
hecho de hablar con autoridad. Es claro que en este capítulo no
hablare de la fe en demonios sino de la fe en Cristo, pero doy
testimonio que aun en el reino de las tinieblas la fe es el elemento que
cambia las reglas del juego y lo que te hace ganar o perder. En el
satanismo también se realizan exorcismos y lo curioso es que estos no
tienen existo si el brujo teme o duda. El diablo (demonios) huele el
miedo y pierde el respecto por quien lo intenta echar fuera si esa
persona no tiene o pierde la fe. Esto hay que llevarlo a la practica en la
vida cristiana. Si un brujo con fe realiza un exorcismo cuanto más un
cristiano con fe echara a fuera al más poderoso de los demonios y al
diablo mismo.
“No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas
de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes” (Efesios 6:12); estamos sumergidos en un mundo espiritual
en el que existen dos terrenos: el terreno de la luz y el de las tinieblas.
Dichos terrenos se oponen entre sí; no hay comunión alguna entre
ellos. Por esta razón, no estamos exentos de tener luchas espirituales.
Las fuerzas sobrenaturales actúan de manera permanente; sin embargo,
la mayoría del tiempo no lo podemos percibir. Algunas personas están
muy conscientes de ello; otras simplemente ignoran esta realidad
sobrenatural y viven oprimidas y engañadas por el diablo y sus
demonios. Dios desea librarnos de toda atadura del maligno y
capacitarnos para vencerlo, así como Jesucristo lo hizo al morir por
nosotros en la cruz del calvario. Así pues, Dios nos prepara mediante
su Palabra y nos enseña cómo usar la herramienta para vencer los
demonios en la guerra espiritual: la armadura de Dios.
En primer lugar, debemos ser realmente fieles a Dios, debemos
ser íntegros “estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad,
vestidos con la coraza de justicia y calzados los pies con el celo por
anunciar el evangelio de la paz” (Efesios 6:14-15). Servimos a un solo
Señor que es Jesucristo por lo que debemos perseverar en su Palabra,
es decir, en la luz, para pisar siempre terreno firme y ser libres de toda
atadura del mal (Juan 8:32). Es necesario que busquemos con afán la
justicia de Dios, que nos deleitemos en su Palabra y que nuestra vida
sea transformada por ella día a día pues si estamos en la luz, la
oscuridad no podrá alcanzarnos; “la luz en las tinieblas resplandece, y
las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:5). En segundo lugar,
debemos tener fe; “sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16).
El demonio siempre quiere distraernos y sembrar en nuestra mente sus
mentiras. Si tenemos fe en Jesucristo y en su Palabra, es decir, si
creemos firmemente que la Palabra de Dios tiene poder (Romanos
1:16), echaremos fuera el temor y seremos inmunes a sus ataques. En
tercer lugar, debemos tener la seguridad de que somos salvos y tener
presente la Palabra de Dios en nuestra mente y corazón, “tomad el
yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de
Dios” (Efesios 6:17). El demonio no puede lastimarnos, no tiene
poder sobre nosotros, mucho menos puede llevarnos con él pues
nuestra alma le pertenece a Dios. Al creer en Jesucristo como nuestro
Señor, hemos obtenido la salvación (Juan 3:16-17), pasamos de ser
solamente su creación a ser también sus hijos (Juan 1:12). Asimismo,
debemos escudriñar y memorizar la Palabra de Dios; es necesario leerla
constantemente, pues nos ayuda a discernir la luz de las tinieblas y
además es la fuente de nuestra fe en Jesucristo (Romanos 10.17). Sin
duda alguna, Dios nos dejó las herramientas necesarias para vencer al
enemigo. Sin embargo, no todos los hijos de Dios se han protegido
con dicha armadura; todavía su fe no ha madurado lo suficiente para
lograr expulsar demonios.
La fe y la autoridad son dos elementos claves en la lucha contra
los demonios. En Mateo 17:14-21, Jesucristo les dice a sus discípulos
que ellos no habían podido expulsar al demonio por falta de fe y
además afirma que es necesario orar y ayunar para lograrlo. ¿Cómo
aumentará nuestra fe en Jesucristo si no mantenemos una comunión
con Él?, ¿cómo lograremos conocerlo si no pasamos tiempo de
intimidad con Él? Resulta necesario tener una estrecha comunión con
Dios y ayunar para así conocer más sobre su poder y para que nuestra
mente y corazón puedan ser renovados. Nacemos sin tener
conocimiento real sobre Dios; a medida que crecemos en nuestra
mente se va creando un concepto sobre Él que en muchos casos es
erróneo. Dios, por su gran misericordia, pone en nuestro corazón el
anhelo de buscarle y cuando atendemos a ese llamado y buscamos de
Él, comenzamos a descubrir quién es Él realmente y a discernir el bien
y el mal. Además, cuando aceptamos a Jesucristo como Señor y
Salvador, comienza en nosotros un proceso de transformación “el que
comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo” (Filipenses 1:6). Así pues, mientras estemos en la tierra,
nunca dejaremos de aprender, nunca llegaremos a ser perfectos sino
cuando estemos ante su presencia. En otras palabras, nuestro caminar
con Jesucristo implica un constante aprendizaje. En este sentido, la fe
en Jesucristo, y en su Palabra, es uno de los aspectos que deben ser
perfeccionados en nosotros.
En el satanismo comprendí la diferencia entre hablar con
autoridad y hablar con miedo. Además, pude observar que los
demonios huelen el miedo como si fueran perros que olfatean la
adrenalina. El miedo simplemente alimenta a los demonios y debilita la
fe de las personas; el miedo desestabiliza. En el satanismo también se
realizan exorcismos donde el demonio que opera con el brujo echa
fuera a un demonio menor que ha poseído o dominado a una persona.
Se trata de una guerra entre demonios, una guerra espiritual. Sin
embargo, si el brujo no tiene fe, nada funciona, todo esfuerzo es inútil.
No importa los conjuros que pueda hacer; si no hay fe, no hay poder.
Eso me hizo llegar a la conclusión de que la ley que rige lo espiritual es
la fe. Muchas veces vi brujos más experimentados que yo que no
podían echar fuera un demonio porque tenían miedo de ser atacados;
logré ver claramente el miedo en sus ojos. Sin embargo, como yo no
les temía, yo sí los echaba fuera. Dicho miedo también lo he observado
en el cristianismo; vi a 7 u 8 cristianos orando por un endemoniado
durante horas sin conseguir nada. Más tarde, me pidieron ayuda y tan
solo con decir: -El Señor te reprenda en el nombre de Jesús; fuera,
pude expulsar al demonio de manera inmediata. Ese día comprendí
que era lo mismo que sucedía en el satanismo; aquellos cristianos
tampoco podían expulsar los demonios porque también les tenían
miedo, simplemente no tenían fe. No usaron la armadura de Dios.
“En mi nombre echarán fuera demonios” (Marcos 16:17). Es
necesario creer en lo que nos dice el Señor Jesucristo para que así
pueda tener efecto, es decir, debemos creer de corazón en su Palabra,
tener fe en ella para poder usarla contra los demonios. Debemos tener
siempre presente que la Palabra de Dios es nuestra espada. Cuando
Jesucristo se enfrentaba al diablo, usaba la Palabra de Dios contra él:
“Vete, Satanás, porque escrito está: ‘Al Señor tu Dios adorarás y sólo a
él servirás.’” (Mateo 4:10). Si no escudriñamos la Biblia, si no
guardamos la Palabra de Dios en la mente y corazón, no tendremos la
fortaleza espiritual suficiente para vencer las mentiras de los demonios.
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”
(Santiago 4:7), nuestra vida debe estar fundamentada en la Palabra de
Dios para que el demonio no tenga manera de engañarnos,
esclavizarnos ni desestabilizarnos.
En el momento de enfrentar al demonio, además de tener fe en el
Señor Jesucristo, es importante hablar con autoridad. La autoridad no
es hablar gritando sino hablar con seguridad. Si la fe opera en los hijos
de perdición, ¡cuánto más en los que hemos creído en el Hijo de Dios
y tenemos promesas sobre toda fuerza del enemigo! Los hijos de Dios
debemos creer firmemente que Él es el Rey del universo, el dueño de
la tierra, de todo lo que existe así que ningún demonio está sobre Él; el
diablo no podrá vencerlo ni tampoco a sus hijos. “Porque no nos ha
dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio” (2 Timoteo 1:7); los hijos de Dios no debemos temer a los
demonios. El Señor Jesucristo nos ha llenado con su Espíritu Santo: un
Espíritu Todopoderoso.
Para echar fuera a un demonio es importante no conversar con él
ni hacer caso a lo que dice; debemos ignorar sus palabras. Nuestro
objetivo es enfrentarlo, expulsarlo. En muchas oportunidades,
Jesucristo expulsó demonios; Él solo le daba órdenes y los demonios
obedecían: “Jesús lo reprendió, diciendo: —¡Cállate y sal de él! (…)
Pero él los reprendía y no los dejaba hablar” (Lucas 4:35; 41);
“reprendió al espíritu impuro, diciéndole: —Espíritu mudo y sordo, yo
te mando que salgas de él y no entres más en él” (Marcos 9:25). El
hecho de hablar con los demonios es cosa de las películas de
Hollywood; incluso en este aspecto, el enemigo trata de confundir a los
hijos de Dios. Jesús mandaba a callar a los demonios y los echaba
fuera. Solo en el pasaje del endemoniado gadareno, podemos observar
que Jesús preguntó el nombre de los demonios, pero solo para
demostrar que ellos son muchos y que no tienen nombre pues no
pudieron referir un nombre propio sino solo uno genérico referido al
número de ellos: legiones (Lucas 8:26-39).
¿No te has preguntado por qué ocurren milagros en todas las
religiones?, ello sin duda mantiene a muchas personas confundidas con
respecto a la verdadera religión. La respuesta a dicha interrogante es la
siguiente: mientras haya fe, todo es posible. Realmente la fe mueve
grandes montañas. La fe es algo que Dios ampara, estoy seguro de que
Dios premia muchas veces la ve, aunque se ejercite desde una religión
equivocada, claro que la promesa de que siempre escuchara solo la
podemos tener en la fe verdadera en Cristo Jesús. Él es quién se
encarga de cultivar nuestra fe; esto es algo que nadie puede controlar.
Es un don que Dios da a todas las personas, pero en diferente
magnitud. Si alguien pide con fe, incluso en la ignorancia de una falsa
religión, Dios escucha sus peticiones (siempre y cuando estén
conforme a su voluntad) y muestra su infinita misericordia. Dios busca
a hombres y mujeres de fe; estos pueden encontrarse en cualquier
religión, así como la mujer sunamita de la Biblia de la que Dios se
compadeció al resucitar a su hijo a pesar de que era pagana (2 Reyes
4:8-37). Simplemente, Dios ama la humanidad y anhela profundamente
que todas las personas clamen a Él, busquen su presencia y sean salvas
mediante la fe en su Hijo Jesucristo. Dios dice que sin fe es imposible
agradarle (hebreos 11:6). En la actualidad, muchos hijos de Dios dicen
creer en Él, pero aún no han comprendido o creído en el don de la fe.
Si bien la fe actúa tanto en las tinieblas (en menor grado y solo por
misericordia) como en la luz (en mayor grado y con promesas); como
hijos de Dios, es nuestra tarea ejercitarla para exaltar su nombre.
Mi experiencia en las luchas
Mi vida ha tenido distintas etapas o fases y podría asegurar con
total certeza que todo lo que he vivido me ha traído a este punto en el
que me encuentro, donde me puedo declarar como cristiano en
cuerpo, en alma, en corazón, racionalmente y con pasión a la vez. Dios
ha querido llevarme de la mano por senderos que pocos hombres han
tenido que atravesar. Hoy en día soy un Pastor Cristiano,
orgullosamente Evangélico, luchando de la mano de Jesús y Dios en
contra de las magias negras, del diablo y sus súbditos no solo en el
satanismo sino en todas las falsas religiones y el ateísmo. Esta lucha es
difícil para cualquier ser humano, especialmente para los evangélicos,
pero en mi caso hay un detalle particular. El hecho de que pertenecí al
mundo del satanismo hace que mi lucha sea un poco diferente. La
batalla se hace cuesta arriba y más compleja, pues ya estoy en la mira
del diablo y su ensañamiento pretende ser más letal y perverso que
contra otros cristianos.
El diablo me tiene un odio muy particular a mí. Por el hecho de
haber pertenecido a sus súbditos y haberme rebelado para estar ahora
de la mano de Dios hace que tenga una fijación especial hacia mí. Para
el diablo, su lucha contra mi alma no corresponde a una lucha del mal
contra el bien. Es ahora una lucha personal. Lo hice personal por
haberlo abandonado. Quizás no es que yo, personalmente, le parezca
muy importante. Sin embargo, cuando un súbdito se rebela es como un
efecto dominó en el que poco a poco otras almas bajo su poder
empiezan a notar que la luz siempre estuvo ahí y que hay una salida al
final del túnel, por lo que el maligno se encarga de reforzar sus castigos
y sembrar con mayor cizaña el miedo dentro de los corazones, cual
tirano que sabe que tiene segura su derrota y solo quiere hacer mal.
Durante estos años de lucha contra el diablo he tenido que pasar
por múltiples enfermedades que realmente lo que buscan no es afectar
mi salud, así no más. Lo que buscan en realidad es quebrar mi
fortaleza, mi voluntad, mis ganas de seguir adelante, mi espíritu y mi fe
en Dios Todopoderoso. Los ataques del diablo me han hecho incluso
tener que estar en salas de hospitales. Mi vida ha estado en peligro en
diversas ocasiones. Además, con el fin de sembrar el miedo en mi
alma, se me han diagnosticado enfermedades para asustarme y luego,
ya no están. ¿Equivocación de los médicos? Si fuese una vez, lo podría
creer, pero no cuando ocurre de manera tan seguida. Es realmente un
ataque tras otro con todo el descaro para hacerme saber que están
detrás de mí. Es una especie de cacería, pero esta “presa” no es fácil
por el poder de Cristo. Para alejarme de Dios no tienen herramientas.
No hay forma de que mi alma y mi conciencia dejen de estar
eternamente agradecidas con haber conocido la eterna luz de Dios en
mi interior. No hay forma de que mi alma vuelvan a ese foso sin
fondo, lleno de tanta oscuridad y terror. Soy feliz y pleno junto al
Señor.
Siendo honesto, esta lucha ha sido compleja por el hecho de que
he tenido que soportar suplicios mentales, constantes ataques de parte
del diablo desde el momento en que me convertí a cristiano. Este
tormento ha llegado a tornarse insoportable. El diablo no cesa sus
tormentos dentro de mí, ya que me acusa constantemente por lo que
hice en mi pasado. Debo confesar que la culpa se apodera algunas
veces de mí, ya que oigo los tormentos que el diablo me quiere
imponer, recalcando y recalcando que no puedo ser cristiano si en el
pasado era parte de sus súbditos y que no soy digno del amor de Dios.
¿He tenido mis dudas? Por supuesto. Como ser humano que soy, he
tenido las dudas con respecto a si seré o no poseedor del perdón de
Dios por haber estado tan adentro del satanismo. Sin embargo, cuando
respiro profundo, veo el cielo azul celeste, soy capaz de apreciar las
pequeñas cosas de la vida y al notar que a mi lado hay gente que me
quiere y que me valora, que no me juzga por mi pasado, sino que me
juzga por mis acciones en el presente, puedo saber que no necesito que
Dios aparezca ante mi para decirme que me perdonó y que tengo otra
oportunidad. La oportunidad es hoy y es tan tangible como el hecho de
que con estas palabras estoy advirtiéndole a otros cristianos cómo
pueden protegerse del diablo. Mi tarea está más clara que nunca y,
aunque he tenido que soportar este tormento y las enfermedades, estoy
convencido de cuál es mi objetivo en este mundo. El hecho de que el
diablo le de tanta importancia a que ya no sea más su súbdito me
demuestra que éste teme por sus planes y por el hecho de que su lucha
no tendrá el final que desea y anhela. Aunque el diablo pretenda usar
todos estos recuerdos que están en mi mente, sé que son circunstancias
que debo aceptar y comprender siempre que fueron necesarias. Fueron
un mal necesario para poder estar hoy acá, ayudando a los cristianos en
la lucha por el bien.
Pero es importante que no se me vea a mi como alguien con
superpoderes o algo por el estilo. Lo que he sido capaz de soportar y
de atravesar durante todo este tiempo es gracias a nada más y nada
menos que al poder de Dios. Sin la ayuda del Señor no habría sido
posible salir del túnel oscuro en el que me encontraba. Sin su amor y
su benevolencia, no habría sido posible para mi poder soportar todas
las torturas mentales que el diablo ha usado para doblegar mi fortaleza.
Mis ganas de seguir adelante a pesar de esas enfermedades nacen del
amor a Cristo. Para poder vencer y salir a flote como un submarino
que estuvo en las aguas más profundas del océano, Dios me ha
revelado cómo debo hacer y pensar las cosas. Es Dios quien me
orienta y me guía como padre, supervisando mis pasos con amor y
dándome la mano para no caer, cual niño en pleno crecimiento en sus
primeros años de vida hasta convertirme en un replicador de su
mensaje y de todas sus enseñanzas, las cuales te dejaré a continuación,
una por una.
Este apoyo incondicional de Dios vino de la mano con
revelaciones que él directamente me ha dado sobre cómo actuar para
defenderme y protegerme del diablo. Lo primero que Dios me hizo
entender y analizar fue la forma en la que el maligno obra sobre
nuestras emociones, buscando quebrar nuestras almas. La manera en la
que esta revelación llegó a mí me asustó, pues me tomó por sorpresa.
Hace unos cuantos años, en el 2004, me encontraba sentado un día
normal, viendo televisión en la ciudad de Kansas, Missouri, junto a
otras personas. Era un día nublado y con mucha humedad, por lo que
era perfecto para tener un descanso en mental y prestarle un poco de
atención a la televisión, ya sea con las noticias del momento o cualquier
otra programación que captara mi atención. El canal, como era de
esperarse, era en inglés. Era un canal local. El comentarista narraba con
voz agradable sus líneas, seguramente leídas de un teleprompter, con
un perfecto inglés nativo. De pronto, este comentarista hizo una
pequeña pausa. Dejó de hacer su discurso en el medio de una oración
para pasar a hablar español, sorprendentemente sin acento
estadounidense, como si fuese alguien que hablase español de toda su
vida. Se quedó mirando hacia la pantalla, con su mirada direccionada
hacia donde me encontraba yo, como si pudiese verme para decirme
que “el diablo obra en las emociones humanas”. En ese momento, al
escucharlo pronunciar esas palabras, me asusté. No salía del shock del
momento. No entendía qué pasaba. Pensé que era producto de mi
imaginación. No dije nada, pero volteé a ver si alguien más en el lugar
había notado lo mismo que yo. Casi en simultáneo con mi conmoción,
quizás para quitarme las dudas que invadían mi mente sobre si era real
lo que había escuchado o no, nuevamente el comentarista se
pronunció, con el mismo castellano perfectamente pronunciado, sin
apartar la mirada de mí, con un gesto amigable, apacible, como si sus
ojos vieran hacia el otro lado de la pantalla, directamente hasta mi
asiento. En tono suave, con voz amigable, como si fuese un buen
amigo aconsejándome o advirtiéndome se dirijo a mi otra vez y me
repitió: “el diablo obra en las emociones humanas”. Una vez
pronunciada esta oración por segunda vez, el comentarista siguió su
discurso en inglés como si nada hubiese ocurrido. Como si nunca
hubiese ocurrido nada extraño en el estudio de grabación donde éste se
encontraba. Las personas a mi alrededor tampoco actuaron extrañadas
porque nadie más escucho nada. El mensaje era sólo para mí, es decir
que eso solo había pasado para mí porque el conductor seguía dando
sus noticias. A pesar de la sorpresa y el susto del momento, no fue
terror lo que sentí. Tuve miedo por ser algo humano asustarse de lo
desconocido o de aquello que no podemos comprender en un primer
momento. Luego, fui llenándome de comprensión y entendí que se
trataba de un mensaje de Dios, que me quería decir que debía cuidar
mis emociones, hacerme cargo de ellas y lograr controlarlas, ya que el
diablo podría usarlas en mi contra para atormentar mi mente y mi
alma. No controlar mis emociones y no tener poder sobre mi propio
ser sería como tener un talón de Aquiles; una debilidad de la cual el
diablo se aprovecharía para tener victoria sobre uno de los hijos de
Dios, este que sabe los planes del satanismo y que le puede advertir a
sus hermanos cristianos.
Justo en ese momento de mi vida me encontraba yo sumido en
una depresión por las constantes luchas mentales que padecía,
cargando con mi culpa, cargando con mi pesar, dudando de si era yo
digno o no del perdón de Dios (aunque sé que no lo soy y nadie lo es).
Me encontraba en un estado de tristeza sin cesar porque, a pesar de
haber salido a flote y haberme entregado al cristianismo, aún quedaban
retazos de oscuridad y miedo dentro de mí. Hablo del miedo oscuro
que consume, ese que implanta el diablo en las almas de sus súbditos.
Ya no era más su esclavo y Dios me había mostrado la luz y el camino
a seguir, pero sacar toda la toxicidad interior es un proceso que implica
constancia y lucha mental, donde llegan las dudas como olas que van
golpeando la roca y sedimentando sus paredes hasta que podamos salir
de esa posición, con lo que esa marea de dudas va bajando y los golpes
bajan su intensidad hasta desaparecer y dejar a la roca entera, en sana
paz, con serenidad. Así me siento hoy en día, pero fue posible a ese
mensaje que Dios me envió para seguir adelante y entender que mis
emociones debían ser atendidas por mi para no darle ventaja al diablo
con sus tormentos. Gracias a esa revelación con la voz en la televisión,
aunque puedan llamarme loco, aprendí la importancia que tiene cuidar
las emociones en todo momento, especialmente aquellas con las que,
quizás, despertamos, el momento más importante del día, el inicio de
nuestras acciones. Un nuevo día es un nuevo comienzo y es crucial
estar atento a esas emociones que se despiertan con nosotros.
Debemos saber que es probable que despertemos un día con mal
humor, aparentemente sin razón lógica. Si esto ocurre, es una mala
señal. Para cuidarnos y mantener nuestra mente conectada a Dios
debemos orarle. Es probable que este malhumor repentino sea
producto de un ataque del diablo, buscando ese talón de Aquiles, esa
debilidad, ese espacio en el que no estemos fortalecidos para
atormentarnos y alimentarse de nuestras emociones, sacarnos la luz,
alejarnos de Dios. La mañana, justo al despertar, es el momento más
importante de las 24 horas, ya que lo que ahí suceda define todo el día.
Por eso debemos hacernos cargo de nuestras emociones y evaluar lo
que sentimos internamente. Debemos darles paso a los sentimientos de
agradecimiento, de amor, de entrega al Señor. Dejemos que Dios tome
todos esos elementos que nos sacan de nuestro equilibrio y nos
entregue a cambio más de Él. En una oportunidad, una muy buen
amigo cristiano me enseñó lo que le solía decir a Dios para sanar esas
emociones y sensaciones de miedo, angustia o malhumor en pleno
inicio del día. Me enseñó las siguientes hermosas palabras: “Señor,
toma más de mí. Dame más de Ti”. No fue ella quien lo creó y de
hecho se puede decir que es una frase bastante popular entre
evangélicos, pero la frase llegó a mí a través de este buen hermano.
Dios se expresa a través de los actos benevolentes de todos los
hombres y esta pequeña oración llegó a mi porque Dios así lo quiso.
Hoy llega a ti, hermano lector, porque Dios así lo quiere. Si ya la
conocías, es porque quiere recordártela y que la tengas ahí, muy
presente en tu mente y tu corazón.
¿Por qué el diablo usa este malhumor en las mañanas para
atormentarnos? El diablo sabe que, si despertamos con este
desagradable sentir y no podemos controlar nuestras emociones,
aumentan las probabilidades de que haya conflictos y hasta discusiones
entre tú y otras personas. Aumentan las probabilidades de que
terminemos enemistados con personas que nos rodean, lo que nos iría
aislando. Además, estar de malhumor genera que no tengamos las
fuerzas y el ánimo necesario para llevar a cabo nuestras labores diarias,
con lo que nos va robando el gozo y la alegría de cumplir con nuestras
responsabilidades, hasta incluso dejar de sentir amor y fruición por
servir a Dios, nuestro Señor.
Es precisamente por esto que debemos combatir la depresión con
pensamientos de fe y llenar de alegría nuestros corazones. Si llegas a
notar que algún día estás muy triste, nadando en una especie de hueco
oscuro en tu mente, con sensaciones de pesadez en el pecho, no
permitas darle fuerza a todo esto que te invade. Dedícale oraciones a
Dios que éste va a sanar tus angustias y tu tristeza con el fuego de su
amor. Canta alabanzas de victoria, pues la victoria es que existas,
porque Dios así lo quiso. Nos ha dado la dicha de vivir en este
hermoso planeta y respirar cada día. Nos da la dicha de ser quienes
somos y poder servirnos el pan nuestro de cada día. Hay más razones
para estar feliz en cada detalle que nos rodea, incluso cuando vivimos
situaciones complejas que nos puedan entristecer. Lee la Biblia, sobre
todo aquellos pasajes o versículos que sabes que te dan la fortaleza
necesaria para vencer a la oscuridad. Lee ese versículo que le de gozo y
fruición a tu alma, a tu ser, a tu mente, a tu corazón y que llene tu
pecho de esperanza. Cristo está contigo cada día, sobre todo cuando
sientes que tu ánimo decae. Recuerda que eres hijo de Dios y que Él
está siempre atento a tu bienestar.
Si al despertar por las mañanas sientes miedo, éste es el peor
sentimiento de todos, ya que va en contra de la fe misma. Según la
Biblia, si no tenemos fe, Dios se desagrada. Cuando tenemos miedo
invadiendo nuestros corazones, el Espíritu Santo se entristece y nos
hacemos más vulnerables a un ataque del diablo. La forma más efectiva
de combatir nuestros miedos es entregarnos a la fe en la Palabra de
nuestro Señor. Debemos entregar nuestra fe a todas las promesas de
Dios. Para poder hacerlo, siempre es útil tomar la Biblia y leerla,
tomando cada palabra como verídica, pues lo son. Debes creer que
esas promesas son para ti, para mí, para todos y sentirte feliz de poder
cantar alabanzas de victoria hacia el Señor. Cuando me refiero a esto
último quiero decir alabanzas de victorias ya obtenidas y no de
posibilidades ni pruebas que se avecinan, aunque el final sea sobre
victoria. Lo que más va a reconfortar tu alma y tus ánimos son las
alabanzas de victorias logradas. Si has experimentado con anterioridad
alguna alabanza que haya hecho que tu fe se fortalezca, retómala.
Guárdala en tu teléfono o en tu computadora para que te acompañe
donde sea que estés. Así, cuando el temor invada tu mente, acudes a
esas alabanzas como las señales de “en caso de incendio rompa el
vidrio”. En ese momento de emergencia, acude a tu alabanza de
preferencia y reconforta tu alma. En mis primeros años de convertido
un hermano compuso una alabanza llamada “dame ese monte”, esa
alabanza me ha ayudado lo que no se pueden imaginar. En periodos
muy difíciles la he cantado y Dios me ha ayudado. También cuando me
he sentido atacado por el diablo o por el hombre he cantado siempre
este otro canto maravilloso “Te daré lo mejor del trigo… derribare a
tus adversarios los buscaras y no los hallaras”, doy testimonio que el
poder de Dios me ha dado la victoria.
¿Recuerdas que comencé este punto hablando de las enseñanzas
que Dios me ha dado para luchar contra el diablo? Voy ahora a hablar
de la segunda enseñanza: Dios y sólo Dios es quien puede escuchar
nuestros corazones. Es por esto que recomiendo que no le hables en
voz alta u ores a Dios, expresando tus debilidades y tus penas. Dios no
necesita que las digas en voz alta porque puede oír tu corazón.
Estamos todos conectados a nuestro Señor por ser sus hijos y decir en
voz alta nuestras aflicciones y debilidades le da una ventaja al diablo, si
llegase a estar escuchando. En una oportunidad, mientras oraba, Dios
me reveló otro buen consejo para protegerme. Pude escuchar con gran
claridad cómo me decía las siguientes palabras: “Nunca declares tus
debilidades porque el diablo las usará”. De esta forma dejé de expresar
esas preocupaciones en voz alta y cuando necesito el apoyo de Dios, le
pido y le oro dentro de mi ser, ya que sé que está ahí escuchándome, Él
lo sabe todo. En ese mismo momento de la revelación, Dios me quiso
mostrar con un ejemplo gráfico la importancia de no exponer esas
debilidades con una alegoría de vida. Me mostró a dos boxeadores
compitiendo. Uno de ellos pudo notar que a su contrincante le dolía
mucho cada golpe en una zona específica del cuerpo, por lo que se
dedicó a atacar constantemente, incesantemente esa área afectada.
Detectar esta información le da una ventaja al boxeador y lo puede
llevar a la victoria. Tomando esto como ejemplo, asegúrate de que
cuando le quieras expresar a Dios cuáles son tus dolencias, tus pruebas,
tus miedos y tus debilidades, lo hagas en tu interior y no verbalmente.
Es por esta razón que la Biblia nos cuenta que Jesús nos enseñó a orar
en secreto. También nos asegura la Biblia que Dios es capaz de entrar
en nuestro corazón, por lo que cuando oramos en secreto nos puede
escuchar con claridad y entender lo que necesitamos de Él. Puedes
pedir y orar todo lo que quieras en voz alta, sobre todo si esto te
reconforta el alma, menos cuando se trata de comunicarle a Dios tus
debilidades, ya que el diablo puede escucharlas y usarlas en tu contra
como boxeador que se ensaña en el punto débil del contrincante. Dios
te escuchará en todo momento, no te preocupes. Recordemos que
Daniel oro y Dios le contesto la oración, pero los demonios se
oponían que esa respuesta llegara a Daniel. Evita esa demora orando
en silencio.
La tercera enseñanza de Dios fue que contra el diablo lo mejor es
la calma. Tomemos en cuenta que cuando hay una tormenta o una
necesidad, muchas veces, lo mejor es esperar y no actuar. De hecho,
no soy perfecto, pues soy humano, y cuando llegué a actuar durante
pruebas que se me han presentado en la vida, he fallado y empeorado
la situación. Por esta razón es importante entender lo que nos dice el
Éxodo, 14:14 de Reina Valera 1960:
“14 Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”.
Como podemos ver en estas palabras de la Biblia, Dios nos cuida,
nos protege y nos reconforta. Cuando hay tiempos de tormenta, es Él
quien se encargará de vencer las pruebas y los obstáculos que tenemos
ante nosotros. Debemos estar firmes y tranquilos, porque podremos
salir de todos los problemas con la fe en Él. Tomemos en cuenta que
cuando hay dificultades se puede nublar nuestra mente, por lo que
nuestras decisiones y acciones pueden no ser las mejores. Dios se
encargará de solventar los problemas y hacernos conseguir las mejores
soluciones. No quiere decir esto que no debamos hacer nada y que nos
entreguemos a la no acción. Por el contrario, lo que quiere decir este
versículo es que no siempre es momento de actuar. A veces es bueno
esperar y no caer en la angustia de no tener las respuestas en nuestras
manos, pues Dios se está encargando en ese momento de librar las
batallas que no podemos resolver por nuestros propios medios. Una
vez Dios haya aclarado el panorama y haya pasado la tormenta,
podremos ver con una mejor perspectiva cuáles son las respuestas. Es
por eso que debemos estar tranquilos.
La cuarta lección que Dios me reveló y que quiero compartir con
ustedes es que cada vez que tengamos en nuestros planes emprender
algo, debemos hacerlo entre pocas personas. Debemos conformar un
equipo, sí, pero no con tantos integrantes, pues el diablo tiene la
costumbre de obrar a través de las personas que nos rodean. Tomemos
como ejemplo a Jesús, quien tuvo 12 apóstoles y uno de ellos lo
traicionó, Judas, de quien se dice en la Biblia que el diablo entró en él
para vender al hijo de Dios. En el caso de Pedro, otro de los
discípulos, vemos en la Sagrada Escritura que trató de convencer a
Jesús para no cumplir con su misión de ser crucificado, a lo que Jesús
le contestó con un rechazo firme y le llamó Satanás, ya que Jesús sabía
que no era Pedro sino el diablo quien le hablaba a través de su apóstol.
Por supuesto era necesario que fueran 12 pero si en 12 algunos fueron
tentados eso nos llama a reducir el número de nuestro circulo de la
confianza en todo lo que emprendamos.
Nuevamente, les aclaro que con esto no quiero decir que debemos
ser radicales. En ningún momento es bueno aislarnos y sentir que
cualquiera puede obrar en nuestra contra. De hecho, es más que
saludable y recomendable hacer vínculos de amistad, pues todos
estamos conectados a través del amor de Dios y somos sus hijos, lo
que nos hace indudablemente hermanos entre nosotros. A lo que me
refiero con esta enseñanza, lo que Dios nos aconseja con esta lección,
es que nuestros emprendimientos y nuestros planes deben llevarse a
cabo sin confusiones y sin tantas personas involucradas. Debemos
contar siempre con aliados y buenos amigos que quieran procurar lo
mejor para nosotros, además de ayudarnos a cumplir con nuestras
responsabilidades y metas. Sin embargo, no es saludable que un
objetivo de vida o un emprendimiento sea formado por una gran
multitud, por un número de personas muy grande, pues no somos
capaces de confiar con que será posible mantener la integridad de un
grupo tan grande. Es menos difícil poder hallar una integridad en la
unión de pocos miembros, entre quienes también será más sencillo
tomar decisiones, independientemente de las dificultades.
Gracias a estas enseñanzas que fui adquiriendo a través de Dios
con el tiempo pude ir derrotando una a una las malas intenciones del
diablo y sus ataques, que se me han presentado en la vida con el fin de
destruirme, pero con la terquedad de no aceptar que con Dios todo lo
puedo y no será posible. La victoria de Dios es un hecho y soy feliz
cada día que despierto por tener nuevamente una oportunidad de
servir a Dios. Es posible lograr la victoria ante cada prueba que se nos
presenta. Es importante mantener en mente estas lecciones que hoy les
comparto. No será sencillo en algún momento, pero no es imposible
lograrlo. De hecho, así como yo, puedo dar fe de muchos otros
hermanos que, a diario, incluso cuando despiertan con malhumor,
pueden controlar sus emociones. Se toman un minuto antes de alguna
interacción no deseada con alguna persona cercana, incluyendo sus
familiares, meditan, piensan, reflexionan, se atreven a sentir en su
corazón qué es lo que los hace sentirse de esta forma. A veces, puede
ser que no haya una razón específica de por qué nos sentimos
malhumorados. Es ahí cuando es imperativo tomar las riendas del
asunto y buscar refugio en las alabanzas de victorias obtenidas con
Dios. Estas alabanzas nos darán las fuerzas necesarias para seguir
adelante en la rutina y poder creer que ese será un buen día.
A veces los seres humanos tendemos a quejarnos de nimiedades
que no vienen al caso. Esas nimiedades como la lluvia, el frío, el calor o
cualquier otra cosa que nos rodee, no son realmente motivos para
amargar nuestra alma y nuestra mente con estrés, pues hay más
motivos de alegría en nuestro andar. Como muestra de que debemos
sentirnos felices, tomemos en cuenta que nuestra propia existencia es
un milagro de Dios. Los científicos saben de qué elementos químicos
estamos compuestos los seres humanos. Se conocen los elementos que
conforman nuestros cuerpos, pero es evidente que el ser humano es
mucho más que sólo unos impulsos eléctricos a través de las neuronas.
Ese motor vital que nos da la animación, la vida, es el milagro de Dios.
Todos los elementos que se conjugaron para convertir este planeta en
el indicado para habitarlo, para que hagamos vida en él, es evidencia de
que Dios nos ama. Los ríos, las praderas, los animales, las montañas,
los desiertos, las playas, todo es prueba de la inmensidad de Dios,
especialmente nuestros corazones.
Precisamente por eso es que hoy les ofrezco que escuchemos estas
enseñanzas que me otorgó nuestro Señor para iluminar nuestros días y
seguir con la fruición y el gozo de servirle. Aunque sea normal que el
ser humano pueda sentir miedo, es importante que luchemos para
imponernos sobre este sentimiento, de manera que el Espíritu Santo
no se entristezca con nuestros temores y no estemos débiles. El diablo
buscará hacer que fallemos, que nos resbalemos en alguna de sus
trampas y digamos en voz alta nuestras pruebas o debilidades.
Tengamos siempre en mente que podemos orar en voz alta cualquier
cosa que queramos, menos este detalle tan importante. Las debilidades
y las pruebas que tenemos que superar en nuestra conciencia deben ser
sólo nuestras. Debemos mantener esa información en secreto, dentro
de nuestra mente y pedirle a Dios que nos ayude sólo dentro de
nosotros, ya que ese vínculo con nuestro Creador es algo inmutable
(nadie nos separara de su amor Romanos 8). Tenemos una conexión
directa con Dios dentro de nuestro ser, así que debemos aprovecharla
y usarla con sabiduría. En aquellos momentos en que aparezcan las
tormentas, mantengamos nuestra fe en alto. Nuestra fe en Dios nos va
a hacer más fuertes y capaces. Es nuestra fe en Dios lo que nos va a
dar calma y serenidad ante cada tormenta que se interponga en nuestro
camino. Como bien lo dice la Sagrada Escritura Dios es quien peleará
por nosotros, así que debemos estar serenos. Todo es posible con
Jehová de nuestro lado. No es sólo nuestro aliado, sino nuestro padre
con su infinito poder.
Como Reprender al Diablo
Cuando se inicia en el camino del evangelio, muchos no piensan
lo que son capaces de hacer y lograr con el poder de Cristo. Algunos
entran con algunas dudas en mente, pero con una intuición de que
están tomando el camino correcto. Otros tienen la certeza desde el
primer momento de que lo que están decidiendo es el inicio de un
camino que se llena de amor e intensa luz celestial cada día. Ninguna
de las dos formas es mejor que la otra. En realidad, todos tenemos
nuestros procesos internos y nuestros tiempos, según sea el plan del
Señor. En todo caso, yo personalmente, no tenía ni la más mínima idea
de lo que sería capaz de lograr unos años después en la lucha contra el
diablo. En esta ocasión, les enseñaré lo que sé sobre cómo reprender al
maligno y echar afuera a los demonios y espíritus que invaden la mente
y el alma de personas inocentes, hijos de Dios Todopoderoso.
Primero hablare de qué hacer si un hermano o familiar tiene un
ataque demoniaco (no hablo de posesión). Lo más esencial es no
cometer el error de decirle “el enemigo te está tentando” porque esto
sobre avisa al diablo y además hace que la persona piense que la estas
ofendiendo. En primer orden hay que cerrar nuestra boca y evitar
responde cualquier ataque, es importante saber que como la persona
no está endemoniada, el control mental durara solo unos minutos así
que durante ese tiempo podrá ponerse furioso o incluso ofensivo, pero
en 7 u 8 minutos todo pasara. Pero si por alguna casualidad en el
tiempo que dura la crisis tu respondes entonces el problema perdurara
incluso después que la crisis termine. Si leíste el capítulo sobre los
síntomas de los ataques demoniacos entonces sabrás cuando la persona
está siendo víctima de un ataque, toma aire y espera a que pase.
Regularmente el ataque contra tu persona no se repetirá si has sabido
guardar calma, el demonio tendrá que esperar horas para volver a
dominar la mente de la persona y eso durara siempre solo unos
minutos.
Cuando veas que la crisis ha terminado y la personas por ejemplo
se fue al trabajo o se puso a realizar otras labores, tu arrodíllate y ora a
Dios en lo secreto. Si tienes fuerza de voluntad ayuna, aunque sea unas
horas y mira el progreso. Si la persona no es agresiva o no padece de
ira entonces pon alabanzas suaves cuando haya pasado al menos 30
minutos de la crisis, que el volumen no esté muy alto y que sea música
de adoración. Si puedes ir a la iglesia a orar o reunirte con otros
hermanos hazlo. No esperes mejorías en un día, pero según pasen los
días con oración y sabiduría veras el cambio. Nunca olvides pedirle a
tus pastores y a hermanos de oración que te ayuden a orar. Recuerda
siempre que en estos casos lo mejor es calma, ayuno y oración.
Como sabemos, lo más común es que un cristiano no sufra de
ataques del diablo, al menos no en la misma medida que los seguidores
de otras religiones que tienen el afán de venerar imágenes, a través de
las cuales los poseen los demonios que usan los brujos. Sin embargo,
también es cierto que los cristianos somos enemigos de los planes del
maligno, por lo que debemos aprender a reprenderlo y echarlo afuera
de nuestras vidas, lejos de nuestros seres amados y lejos de otros
hermanos cristianos que puedan ser víctimas de algún ataque. Todos
los cristianos, los verdaderos cristianos con fe en Cristo y que estamos
en esta religión por amor a Dios y por convicción, tenemos el gran
poder asignado de parte del Espíritu Santo para repeler los ataques y
las fuerzas del mal. Suena complejo para muchos, quizás, pero
hermanos cristianos, deben creerme. Todo cristiano con fe y fuerza
puede enfrentarse al diablo cuando busca hacernos víctimas de sus
malas intenciones. Si bien el diablo no intentará poseer nuestros
cuerpos, es posible que se oculte en nuestra casa para atormentarnos,
sembrar problemas, complicaciones, dificultades de todo tipo y hasta
afectar nuestra salud de un día para otro. Se mete con nuestros hijos,
con nuestros amigos, nuestros familiares y con nuestra paz. Es por
esto que es imperativo que todos tengan las herramientas necesarias.
De nada sirve que sólo los pastores tengamos la sabiduría de repeler y
reprimir al diablo. Toda la iglesia debe de estar lista para pelear las
batallas espirituales.
Lo primero que como hermanos cristianos tenemos que saber y
mantener siempre en cuenta es que, si bien podemos ser víctimas de
ataques, el diablo no puede llegar a poseer nuestro cuerpo, pues somos
todos el templo mismo del Espíritu Santo. Somos el templo sagrado
donde reside el fuego y la luz del Señor. Según 1 Corintios 3:16,
podemos ver las siguientes palabras:
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
mora en vosotros?”
Como vemos en la Sagrada Biblia, se advierte a los fieles creyentes
que somos el templo de Dios mismo. Por lo tanto, el Espíritu Santo se
encuentra en todo momento dentro de nosotros, por si fuera poco.
Por esta razón, somos inmunes a los intentos del diablo de poseer
nuestro cuerpo. No debemos tener miedo ni temor de que esto sea lo
que nos pueda ocurrir, pues Dios nos protege con su amor, su fuerza,
su benevolencia y su omnipotencia. Cuando en este versículo se
escribe la pregunta, es en realidad una pregunta retórica. Para Dios, tu
respuesta debe ser obvia. Te lo pregunta con amor, pero también con
la intención de lo piense, que lo analices, que te des cuenta por tus
propios medios de que eres el templo del Señor.
Si eres un verdadero creyente, si tu fe es honesta y crees en Dios
Todopoderoso y el evangelio es parte de tu vida, no hay nada que
temer. El diablo ni siquiera intentará poseer nuestros cuerpos, pues
sabe que corre un gran peligro ante Dios. Sabe que el riesgo es infinito.
Sabe que va a ser reprendido si lo intenta. Los verdaderos creyentes
están libres de este riesgo, pero no aquellos que no cumplen con la fe
que profesan. Aquellos falsos cristianos que van de visita a la iglesia y
que creen que sus pecados serán sanados sin necesidad de sentir un
arrepentimiento real y sin cambiar sus acciones, no son templo de
Dios. Aquellos cristianos que van a la iglesia pero que después van por
la vida fornicando, como si Dios fuese ciego, sólo se están engañando
a ellos mismos, por lo que corren el inmenso peligro de ser poseídos
por el diablo. Hago la aclaración de los verdaderos creyentes porque
hay que ser sinceros y decir las verdades, aunque a muchos les duela o
no les agrade. Hay algunas personas, aunque obviamente no todas, que
se aprovechan del evangelio para buscar sus propios intereses. Así
como el hombre intenta corromper instituciones, el mundo evangélico
no es la excepción. Por eso advierto que estas personas no van a tener
el privilegio de no correr riesgos de ser poseídos por el diablo, pues
Dios está dentro solo del verdadero creyente. Por más que los falsos
profesen algo, Dios ve nuestros corazones y sabe quién es evangélico
realmente, con la intención de estar unido al Señor, a Jesucristo, y no
por sus intereses egoístas y ególatras, menos por poder sobre otros
para manipularlos. A estas personas, Dios los está viendo. Los está
vigilando y cuidando cuáles son sus intenciones. Les digo que nunca es
tarde para voltear sus corazones hacia el amor de Cristo con toda la
honestidad. Abran sus corazones al reino del Creador. Dios está
siempre dispuesto a perdonarlos si su arrepentimiento es verídico.
Por otra parte, a pesar de que los verdaderos cristianos seamos el
templo del Espíritu Santo y de Dios, podemos de igual forma sufrir
ataques del demonio es decir de espíritus malignos. Estos ataques se
manifiestan a través de obstáculos y problemas en nuestras vidas, en
diferentes aspectos que nos puedan afectar emocional y
psicológicamente. Esos problemas pueden ser en el ámbito de nuestra
salud, aspectos familiares o incluso en la economía de la casa. El diablo
lleva a cabo estos ataques con el único fin de debilitarnos en mente, en
alma y quebrar nuestra fe para alejarnos de Dios. Nos quiere sembrar
dudas, temores y toda clase de preocupaciones con los que se pueda
aprovechar de nosotros y abusar de nuestra integridad. Cuando
aparecen estos problemas elaborados por el diablo, su estrategia
consiste en mantener nuestras mentes ocupadas en todos los temas
que nos causan dificultad y que queremos resolver por lógica, lo que
genera que no dediquemos ni tiempo ni espacio en nuestras agendas
para predicar a otros la palabra de Jesucristo, la palabra del Señor. Lo
que busca el diablo es restar todo ese inmenso bien que sumamos
nosotros con nuestras predicaciones. Un evangélico sumergido en
problemas creados por el diablo corre el riesgo de dedicar su mente y
su energía a solventarlos y a dejar de lado su vocación de predicar. El
diablo sabe esto, sobre todo cuando el hermano cristiano no está
advertido, y se aprovecha para disfrutar con impunidad que hay un
espacio menos llenándose del amor de Dios.
¿Pero qué debemos hacer entonces? ¿De qué forma debemos
reprender al diablo? ¿Cómo podemos evitar que terminemos distraídos
y alejados de Dios con los ataques del diablo? Primero que nada, es
importante mantenernos alerta y saber cómo detectar cuando nos
encontramos bajo ataque, especialmente si la aparición de los
problemas en nuestras vidas es constante y al resolverse uno surge
otro, sin dar tregua ni descanso. Al ver que empiezas a tener problemas
y situaciones extrañas en tu vida, debes ponerte en guardia. Debes
asumir una posición defensiva y tener a Dios siempre en tu mente, en
tu corazón. Debes contra atacar sin pensarlo, sin dudarlo y sin esperar
más tiempo. A medida que pasa el tiempo y no contra atacas, es más
difícil y más invade el mal en tu vida. El asedio del diablo es gradual,
pero es incesante y si no atacas al detectarlo, será como sumergirse en
una piscina sin saber nadar.
Dejo claro que esto no es una fórmula mágica que estas obligado
(a) a seguir sino simplemente la que yo uso y por esto te la transmito.
Tú puedes elegir realizar las cosas a la manera que a ti te funcione
porque esto no es un dogma de fe sino mi experiencia.
La forma en la que podemos reprender al diablo es asumiendo
una posición de autoridad. Sin embargo, no debemos interpretar esto
como adquirir una actitud soberbia o una forma de sentirse
empoderado. No basta con tener mentalidad de autoridad si somos
seres entregados al pecado. La autoridad ante el diablo se logra cuando
somos cristianos que vivimos con Dios y para Dios, sin maldad en
nuestras acciones y nuestros días. Incluso si alguna vez fuimos
pecadores, lo más importante es que tu presente esté lleno de Dios y
libre de acciones pecaminosas. De esta forma podrás tener la autoridad
ante el diablo para reprimirlo con efectividad. De nada nos sirve ser
pastores o tener grandes ministerios, con muchos seguidores y
hermanos dispuestos a escucharnos. De nada nos sirve ser reconocidos
por otros hermanos si la verdad es que llevamos una doble vida, con
una doble moral, con una agenda oculta. Es sin duda por esta razón
que, antes de dar inicio a la guerra contra el diablo, debemos
arrepentirnos de todos los pecados. Debemos reconciliarnos con el
amor de Dios y llenarnos de verdaderas y honestas ganas de tenerlo en
nuestras vidas como esa bandera que nos lidera hacia un triunfo en esta
guerra contra el mal. Si tú o cualquier cristiano están cometiendo
alguna falta contra nuestro Señor y sus mandamientos, por ejemplo,
tienen que detenerse. Deben dejar estas malas acciones a un lado.
Déjenla en el pasado y entréguense completamente abiertos a recibir a
Dios, pues de lo contrario serán muy pocas las oportunidades que
tendrán para poder vencer al maligno en la lucha contra sus sabotajes.
Tener la capacidad de hacer esto, de entregarnos al Señor y dejar
de lado nuestros pecados con un honesto arrepentimiento, nos va a
permitir llegar a cumplir el segundo requisito que es imperativo para
poder reprimir al diablo. Este otro elemento es la fe. No es el segundo
que menciono por ser menos importante. Por el contrario, es en
realidad un arma esencial para la victoria contra el maligno. Lo
menciono en segunda instancia porque la forma en la que vamos a
poder llegar siempre a solidificar y consolidar nuestra fe es a través del
arrepentimiento. Una es consecuencia de la otra. Si sientes miedo
dentro de tu ser o no tiene realmente fe, entonces te sugiero que no
intentes llevar a cabo la lucha contra el diablo por tus propios medios.
Lo más recomendable es que vayas a buscar de inmediato a algún
hermano o a tu propio pastor, de manera que éste vaya a tu casa y, allí,
en ese recinto que es el hogar, se encargue de orar a Dios y liberar el
espacio donde vives.
Si por otra parte eres una persona de fe, con tu amor a Cristo y a
Dios bien firme y no tienes miedo dentro de ti, debes iniciar tu lucha
con la lectura de la Biblia, especialmente con aquellos pasajes que
tengan promesas de Dios al creyente. Un buen ejemplo de esto es el
salmo 91, donde se puede hallar lo siguiente:
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del
omnipotente”
Este salmo nos da la confianza de que Dios jamás nos abandona.
Por eso es importante saber que en él habitamos y tenemos su abrigo.
Dios es ese escudo que nos protege contra el mal. Llénate de alegría y
regocijo, pues nuestro Padre es omnipotente y nos da resguardo. Te
recomiendo que leas este salmo en voz alta y que lo vayas intercalando
con oraciones propias. Deja que tu corazón y tu amor por Dios te
guíen y vayan saliendo tus palabras poco a poco. Dios va a darte la
claridad necesaria para saber qué decir y cuándo decirlo mientras vas
leyendo el salmo. Después de estas líneas que acabo de citar arriba,
puedes por ejemplo decir cosas como “Padre yo habito bajo tu abrigo
y bajo tu sombra estoy seguro”. Con esto, no sólo te apoderas del
salmo que acabas de leer, sino que lo haces parte de ti. Lo conviertes
en un arma espiritual con el que cubres tu vida y tu alma para estar
resguardado y reafirmar que es Dios quien está contigo. Afirma que
estás bajo su sombra, pues será el diablo quien te tenga miedo y terror.
Luego de afirmar con todas tus fuerzas que Dios es tu amigo, tu
aliado y tu refugio, es hora de comenzar a reprender al diablo con las
siguientes palabras:
“El Señor te reprenda, tú no tienes parte ni suerte ni memoria en
nuestras vidas. Vete satanás porque escrito está: sólo a Dios adorarás y
sólo a Él servirás”
Estas oraciones y represiones que van dirigidas al diablo se pueden
hacer de la forma que prefieras, arrodillado o caminando a través de
toda la casa. Lo más importante es que lo hagas en voz alta, con
energía, con fuerza, con pasión y con certeza, ya que Dios está contigo
y juntos van a lograr espantar al diablo, hacerlo retroceder y dejarte en
paz. Hay quienes les gusta usar aceite de unción para estas oraciones.
En mi caso me gusta untarme las manos y la frente, pero no lo doy
como algo imprescindible a no ser porque te impregna fe y confianza.
El aceite de la unción es comúnmente aceite de oliva extra virgen sobre
el cual se ha orado.
Luego de que termines esta oración y la represión, viene entonces
otro paso que no podemos saltar por alto. Ve a tu habitación y estando
ahí arrodíllate para orar a Dios, pero esta vez no será en voz alta sino
en silencio, dentro de ti, en secreto. Quédate en ese espacio hasta que
logres sentir paz, serenidad y calma. El amor de Dios va a ir entrando
en tu alma para darte la tranquilidad que necesitas. Si llegas a sentirte
aturdido o con alguna clase de angustia o estrés, continúa. Sigue
orando a Dios en ese lugar. Una vez que hayas encontrado la paz y la
serenidad, levántate y canta cualquier alabanza, la que más sea de tu
agrado. Lo importante es que sea una alabanza que te reconforte y que
la dediques a Dios. Es probable que con una vez sea suficiente para
que tu lucha vaya poco a poco bajando la intensidad y notes que el
diablo se debilita. Sin embargo, en otras oportunidades debes repetir el
proceso por varios días, sobre todo si sientes que esta lucha necesita
más fuerza, a lo que debes agregar el ayuno.
Esto me lleva a otro punto que se hace necesario explicar. En
cuanto al ayuno, no necesitas que sea grande durante las 24 horas del
día. Puedes solamente ayunar la mitad del día. Lo más importante es
que durante ese tiempo tengas tus energías y tu mente concentradas en
Dios y en sus palabras, sus enseñanzas. No es nada útil que ayunemos
y usemos nuestra energía para cosas superfluas como entrar a las redes
sociales o distraernos con cosas que no pertenecen a Dios. De esta
manera no funciona. De nada sirve intentar contraatacar al diablo y no
tomárselo con la seriedad necesaria.
Antes de que comiences tu combate espiritual con el diablo, te
recomiendo categóricamente que le hables de tu lucha a tus pastores y
a algunos otros hermanos cristianos que sepas que con fe y con entrega
van a orar por tu bienestar y por qué Dios te mantenga resguardado.
De esta manera serás mucho más fuerte en tu lucha y estarás más
bendecido. Recordemos que en la Biblia nos promete Dios que cuando
varios cristianos estamos juntos, unidos y de acuerdo, Dios puede
obrar con gran poder. Por eso mismo, no sientas vergüenza de pedir
apoyo en la oración, pues esta unión fortalecerá tus armas contra el
diablo y te encaminará hacia una gran victoria. Te sentirás mejor y más
preparado. Dentro de tu ser, en tu pecho, sentirás la llama de Dios
arder. Te sentirás cual caballero preparado para enfrentar a su enemigo
en una justa en la que sabe que toda la victoria está de su lado.
Luego de librar la batalla, cuando tu corazón sienta que la guerra
ha culminado y que tuviste la victoria junto a Dios, de su mano y lleno
de su amor, debes continuar orando al menos por unos días. Tus
oraciones deben continuar. No des nada por sentado. Sigue entregado
al amor de Dios y ora con la misma fuerza que tenías durante tu
batalla. De esta manera, todo el mal que haya llegado a hacer el diablo
en las personas que te rodean se irá disipando. Se irán sanando los
males que cayeron sobre ti y el Espíritu Santo se encargará de llenar de
luz tanto tu alma como todos los rincones de tu hogar. No olvides en
ningún momento tener a tu boca una oración de gracias para
dedicársela a Dios, quien te ha dado la dicha y la buenaventura de
mantener tu hogar dentro de sus brazos.
Dar las gracias a Dios es un paso que no debemos saltarnos por
alto, ya que es nuestra manera de demostrarle al Señor nuestra
humildad. No agradecerle al Todopoderoso implica que somos
personas arrogantes. No olvidemos que las luchas que ganamos se
deben al amor y al poder de Él y no porque seamos superhumanos que
logramos vencer con oraciones al diablo. Creer esto nos desvía de
todos los planes de Dios y nos acerca más bien a los planes del diablo,
ya que pensar que somos poderosos por retar a un combate al maligno
es estar equivocados en toda perspectiva. Quien hace esto, en realidad,
es una persona que no entendió ni un poco de dónde nace la fortaleza
de la fe y de dónde surge la posibilidad de vencer en esta batalla. De
hecho, me atrevería a decir que, si una persona es lo suficientemente
arrogante para no agradecerle a Dios por sus buenaventuras para con
nosotros, no va a llegar muy lejos en realidad en la lucha contra el
diablo. Al menos, no de manera positiva.
La oración es de suma importancia en la vida de los cristianos. Es
tan relevante que podríamos decir que es nuestra arma número uno. Es
la herramienta más efectiva para conectarnos a Dios y repeler los
ataques del diablo. Sólo a través de las oraciones con verdadera fe es
que podremos evitar que esos ataques del maligno no vuelvan a
ocurrir, o al menos hacerles el trabajo más complicado a nuestros
enemigos. Por eso, siempre incluye en tu rutina la oración y
mantenerte en comunión con otros hermanos cristianos que estén
dispuestos a orar juntos. No tengo la menor duda de que si otros no se
dedicasen a orar por mí, no sería capaz de llevar a cabo todas mis
tareas. Sería un trabajo casi imposible para mi lograr todas estas luchas
contra el diablo. La oración de mis hermanos cristianos y en especial
de mi esposa son después del Espíritu Santo mis mejores aliados en
este combate. Sus oraciones no sólo son importantes para mi lucha,
sino para mi vida, para mi bienestar y mi salud. El hecho de que un
hermano se dedique a orar por otro es cuestión de vida o muerte. Es
de vital importancia para nuestras victorias junto a Dios. Es
imprescindible para la vida cristiana en general.
Si tomamos en cuenta cada uno de estos pasos que te describo, te
aseguro que podrás vencer contra el diablo. Dios es amor y todo lo que
bueno que existe en el mundo viene de Él. Somos sus hijos y, así como
indica el salmo 91, todos estamos bajo el abrigo del Altísimo. Es Él
quien se encargará de hacernos su templo, el templo donde se
encontrará el mismísimo Espíritu Santo. Debemos ser creyentes de fe
fuerte y entregarle todos nuestros miedos y debilidades a Dios. Él
sabrá cómo solucionar nuestras pruebas si de verdad se lo pedimos.
No pidamos a medias. Tenemos que pedirle a Dios con exactitud lo
que necesitamos. Él escucha todo lo que decimos o lo que le
transmitimos en secreto, en silencio, en nuestros corazones. Es
importante recordar que pedirle ayuda a Dios y exponerle nuestras
debilidades debe hacerse de esta forma, en silencio, para que el diablo
no las escuche. Nuestro Señor está conectado directamente a nosotros
y vive en nuestras almas, por lo que no debemos temer en ningún
momento.
De todo esto tenemos que estar conscientes de lo siguiente: Dios
está con nosotros. Tenemos que tener la certeza de que es así. Se los
digo con la experiencia que tengo gracias a las luchas que he tenido que
enfrentar para superar las pruebas personales y para que el diablo me
deje en paz. Como ya les he explicado, ha sido una lucha constante y
difícil por la fijación que tiene el maligno conmigo después de haberlo
rechazado para seguir a mí Jesús. Sin embargo, hoy les digo con toda la
seguridad y con toda la firmeza que Dios ha sido el responsable de que
hoy esté con vida y les pueda escribir para darles estas enseñanzas,
además de advertirles sobre los planes del mal. Dios me ha sanado de
enfermedades. Dios me ha sanado de tormentas mentales sembradas
por el diablo. Dios ha hecho que sea imposible para el diablo destruir
mi vida, pues estoy bajo la sombra del Altísimo y mi cuerpo es un
templo donde vive el Espíritu Santo. Estoy preparado contra las
maquinaciones del diablo gracias a mi Cristo. Así como yo, que estuve
en el infame mundo de la oscuridad y me arrepentí, no les quepa la
menor duda de que ustedes pueden reconciliarse con nuestro Creador
y dejar atrás sus pecados. No importa cuál sea el pecado que hagan, lo
importante es ser honestos y sinceros. Deben entender que son hijos
de Dios y que este los recibirá entre sus brazos con alegría.
Otra reflexión que considero importante es que no debemos
esperar a que llegue el momento de la emergencia para conectarnos
con nuestro Padre. No debemos esperar a que sea muy tarde para
tomar la Biblia y leerla. Tener contacto con los salmos, con los
versículos de la sagrada escritura nos permite tener mayor
espiritualidad y bendición en nuestros hogares y nuestra alma. Es
importante que busquemos a Dios en todo momento. Al hacer esto,
estaremos constantemente confirmando cuán importante es Él en
nuestras vidas. De esta forma el diablo sabrá que con ustedes no se
debe meter y que tiene una derrota segurísima si llegase a intentarlo. El
Espíritu Santo se posará sobre sus almas y les llenará de la sagrada
unción. La llama del Señor los llenará de alegría y regocijo. No
dudemos, entonces, en tomar la Biblia. A veces el ser humano suele
buscar excusas en el “tiempo”. Decir que no hay tiempo para leer la
Biblia es contradictorio, pues tiene tiempo ya que estás vivo y el Señor
te ha traído a este mundo. El tiempo existe gracias al Todopoderoso y
debemos saber aprovecharlo. No toma mucho tiempo dedicarle un
poquito de atención a la sagrada Biblia. No es necesario que la lean de
principio a fin de inmediato. Con buscar un salmo que les guste o
cualquier enseñanza de Cristo es suficiente para comenzar,
especialmente si lo hacen a diario. La Biblia es un regalo de Dios para
tener la fortaleza, para encontrarlo, para hallar en él la paz y la fuerza,
para combatir al diablo y protegernos. Es posible lograr todo en Cristo
y en Dios. El Espíritu Santo es un aliado seguro para lograr todas las
victorias que nos propongamos como meta. La Biblia llegó a tu casa
porque Dios te ama y sabe que dentro de ti está la luz poderosa que te
llevará a la victoria siempre. Pide ayuda si lo necesitas sin restricciones.
Dios te ha dado hermanos en este mundo para que se ayuden entre sí.
Una Esposa que Ora
En la vida cristiana después de la presencia de Dios la mejor
bendición que existe es tener una esposa que ora. No importa cuánto
sirvas a Dios o que unción tienes, si tu ayuda idónea no te apoya en
oración estarás en graves problemas espirituales. El hombre que no
tiene una mujer de oración caerá en tentaciones con mayor frecuencia
que los que si la tienen, tendrá menos posibilidades de vivir una vida
limpia delante de Dios y las pruebas y tribulaciones le perseguirán a
donde quiera que vaya. Algunos dirán que la Biblia dice que es mejor al
hombre estar solo. El dilema es que los casados no están solos, están
acompañados y según sea esa compañía serán sus vidas.
Un hombre que carezca de este bien tiene sus murallas con las
puertas abiertas y de seguro que el diablo cuando detecte eso va a venir
con furia a destruir su vida. Por esta causa el hombre debe de guiar a
su esposa hacia la oración, debe de educarla a buscar a Dios y debe de
permitirle libertad para poderlo hacer. Esto es algo que solo Dios
puede hacer así que cuando hablo de educar no es que lleves a tu
esposa a una escuela de oración, sino que con la sabiduría de ser
cabeza permitas que Dios haga la obra porque eso es lo que Dios
quiere hacer. Dios quiere darte una esposa que ore, pero sino eres
sabio tú puedes oponerte a eso y luego pagar las consecuencias las
cuales pueden ser grabes.
Una de las mejores inversiones que he hecho en mi vida ha sido
cederle el puesto a mi esposa en un retiro espiritual que me pagaron
hace muchos años en Cuba. Estábamos recién convertidos y
atormentados por el diablo pues como saben había sido satánico y me
había convertido así que el diablo trato de dar pelea. Yo a la verdad me
sentía desesperado. Un día me dijeron unos hermanos que había un
retiro espiritual y que me habían pagado el costo de alojamiento para
que yo pudiera ir. A pesar de querer ir escuche la voz de Dios que me
decía que cediera ese puesto a mi esposa. Sin dudar le dije a ella que
fuera y eso hizo. Al regresar ella era otra persona, algo paso en aquel
retiro que ella se enamoró de orar. Desde que regreso se arrodillaba a
orar por horas y leía 50 salmos orando con ellos. Al principio sentí
celos espirituales porque yo no podía pasar ni quince minutos orando
así que yo pensaba que había cedido la bendición, pero luego me di
cuenta por gracia de Dios que había sido bendecido doblemente.
He conocido muchos matrimonios cristianos, pero solo unos
pocos están equilibrados donde el hombre sirve a Dios con fuerza y la
esposa respalda en oración. Creo que esta debe de ser una de las metas
de todo matrimonio cristiano. La pareja en Cristo que logra esa unidad
en realidad es un instrumento poderoso en manos de Dios.
Sin dudas Dios nos ama a todos, pero la oración llama su atención
hacia nosotros, es como un canal abierto donde enviamos información
a Dios y recibimos respuesta. La oración no debe de ser tan solo una
llamada de auxilio cuando necesitamos ayuda sino un estilo de vida.
Desgraciadamente pocos hombres logramos enamorarnos de la
oración. No sé si será por cuestiones hormonales y que no tenemos
paciencia, pero las mujeres están dotadas por Dios para sentir con
mayor fuerza ese canal con Dios.
Debes de invitar a tu esposa a estar en comunión con otras
hermanas que oran, necesitas apoyarla para que ella pueda tener el
tiempo para hacerlo y tienes que fortalecerla cuando se debilite su
deseo de buscar a Dios. Piensa que esto es algo demasiado importante
como para dejarlo para después. Esto puede hacer la diferencia entre
que tu puedas vencer al pecado o permanezcas en derrota, o lo que
defina si podrás servir a Dios en libertad o no. Pídele ayuda a Dios
para que el haga de tu esposa una mujer que ora, una princesa de Dios
que, así como Ester entro a la presencia del rey, ella entre cada día a la
presencia del rey de los reyes. Tú puedes orar a Dios por eso y
motivarla con sabiduría a desarrollar ese don de comunicación que el
Espíritu Santo ha puesto en las mujeres de su pueblo. Si cocina bien
tuviste suerte, pero si clama Dios entonces eres bienaventurado.
Aquí existen algunas cosas que puedes hacer:
-Invitarla a tener comunión con hermanan de oración
-Invitarla a ir a retiros de oración (hablo de retiros que en verdad
se ore con intensidad)
-Regálale libros pequeños, amenos y fáciles de entender sobre el
tema de la oración y el poder que tiene
-Reconoce cuando Dios se haya manifestado por una oración de
ella
-Respeta su ministerio y lo que ella hace delante de Dios porque es
justo que lo hagas pues posiblemente no lograrías lo que has logrado
sin eso para gloria de Dios.