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GUÍA

DIDÁCTICA
Diseño gráfico: ETS i UTS

Primera edición, 2002

Depósito Legal: B. 7.430-2002


ISBN: 84-316-6448-7
Núm. de Orden V.V.: O-828

© JUAN MANUEL SOLDEVILLA


Sobre la Guía Didáctica.
© VICENS VIVES PRIMARIA, S.A.
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Melisenda

Guía Didáctica
Juan Manuel Soldevilla Albertí
Melisenda

Comprensión
1 Veamos si recuerdas bien qué ocurre en el cuento. Señala con
una cruz la respuesta correcta.

a) El hada Malévola se enfada porque no es invitada al bauti-


zo de la princesa Melisenda. ¿Cómo manifiesta su enfado?
䊳 Diciendo que la princesa será calva.

b) La princesa Melisenda crece y se convierte en una bella jo-


vencita. Entonces le pide al hada Fortuna un deseo. ¿Cuál
es ese deseo?
䊳 Tener una melena dorada que mida un metro y que cada vez que
se la corte le crezca al doble de velocidad.

c) Para poder ayudar a Melisenda, el príncipe Amadís se diri-


ge a palacio y pide a la princesa que coja su cabello y lo
enrolle en un gancho de hierro. ¿Qué hace a continuación
el príncipe?
䊳 Trepa por el rosal, cuelga a la princesa de la melena y le corta el
pelo con la espada.

d) El príncipe Amadís ha tenido una buena idea, pues ahora


el pelo ya no le crece a Melisenda. Pero un inesperado pro-
blema se presenta. ¿De qué problema se trata?
䊳 La princesa no para de crecer.

2 Cada una de las frases siguientes la dice un personaje. Señala


con una flecha el personaje que pronuncia cada frase y expli-
ca la razón por que la dice. Por ejemplo, la primera frase (1)
corresponde al Rey (b); y dice eso porque sabe que en las fies-
tas de bautizo siempre olvidan invitar a algún hada, que lue-
go aparece y le desea algún mal al recién nacido.

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MELISENDA

䊳 1-b. El rey dice que «las fiestas de bautizo traen consecuencias desa-
gradables» porque sabe que en ellas (o al menos así ocurre en los
cuentos tradicionales) los reyes siempre olvidan invitar a algún ha-
da, que luego aparece y castiga al recién nacido con un maleficio.
2-a. El hada Malévola dice «ahora me toca a mí» porque, al ser el
hada de mayor categoría, tiene el privilegio de ser la primera en ha-
cer su regalo a la princesa recién nacida. Para demostrar su enfado
por no haber sido invitada al bautizo, el hada decide que Melisenda
sea calva.
3-d. La reina le propone al Rey que le haga su regalo a Melisenda
enseguida, pues le da mucha pena la cabeza monda y lironda de su
hija y no entiende por qué el Rey quiere guardar el deseo hasta que
la princesa sea mayor.
4-e. El rey le dice a Melisenda que no le resultará sencillo cepillarse
el pelo porque sabe que el cabello de su hija va a crecer incesante-
mente.
5-f. La princesa dice «¡Ojalá volviera a quedarme calva!» porque el
hecho de que el pelo le crezca a gran velocidad le ha provocado un
sinfín de desgracias.
6-c. El príncipe dice que ha encontrado la solución a los problemas
de Melisenda porque está convencido de que podrá romper el male-
ficio cortando el pelo de la princesa cuando sus cabellos pesen lo
mismo que la joven.

Comentario
1 A lo largo del cuento tenemos ocasión de comprobar la bon-
dad de la princesa.
a) Cuando el Rey dice a Melisenda que pida un deseo, ¿qué
pide la princesa? (páginas 18-19) Si tú hubieras estado en
su lugar, ¿qué hubieras pedido?
䊳 Cuando su padre le dice que pida un deseo, Melisenda pide que
los súbditos del rey sean felices. Pero ya lo son, así que Melisen-
da pide que sean buenos, pero también lo son ya. Solo entonces
la princesa solicita un deseo que únicamente la beneficia a ella:
el crecimiento de su pelo. De esa manera, Melisenda da muestras
de una bondad y generosidad admirables, pues, por lo general,

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la primera tentación de uno en un caso así sería pedir algo en


beneficio propio. Con todo, pasado el primer momento, muchos
pensarían en sus familiares, amigos y conciudadanos, e incluso en
toda la humanidad… Y es que cualquier bien que se pida para el
conjunto de los seres humanos es beneficioso para uno mismo.
En cualquier caso, lo mejor que nos podría pasar es que, como a
Aladino en Las mil y una noches, se nos ofreciesen tres deseos: de
esa manera, podríamos pensar al mismo tiempo en nosotros mis-
mos y en los demás sin necesidad de elegir.

b) El pelo de la princesa es utilizado para varios fines. ¿Sabrías


decir para cuáles? (páginas 25-26)
䊳 Inicialmente, la reina regalaba mechones del pelo de Melisenda
a sus familiares, que se hacían con ellos broches y anillos. Poste-
riormente, empezó a enviarles cantidades mayores de cabello,
con las que podían hacerse pulseras y cinturones. Pero aún así
quedaba mucho pelo, por lo que los comerciantes del reino en-
viaron más allá de sus fronteras muestras del cabello de la prin-
cesa y éste se convirtió, al poco tiempo, en la mercancía más soli-
citada del país. El pelo de Melisenda servía para un sinfín de co-
sas, desde rellenar almohadas y colchones hasta fabricar gruesas
cuerdas marineras. Por otro lado, era tan hermoso y suave que se
hacían con él las cortinas de los palacios reales, así como gorri-
tos, camisitas y pañales para bebés.

c) Cuando la princesa no para de crecer, ¿de qué manera ayu-


da a su pueblo? (páginas 42-44) Si te hubieras encontrado
en su lugar, ¿qué habrías hecho con el ejército invasor?
䊳 Una vez convertida en gigante, Melisenda ayuda a su pueblo an-
te las amenazas externas. Al ver que un ejército invasor intenta
conquistar la isla donde está el reino de su padre, coge a todos
los soldados entre sus manos, los devuelve a sus barcos y los em-
puja con sus dedos para que regresen a toda velocidad a su país.
Más tarde, Melisenda ve que una poderosa armada se dirige ha-
cia la isla para conquistarla, y entonces arranca la isla y se la lleva
a un lugar tranquilo, soleado y cálido.
Si un niño hubiera estado en el lugar de Melisenda, quizá su
primer impulso habría sido dar una buena patada a todos los

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MELISENDA

barcos y ejércitos invasores. Pero una solución más benévola, dis-


creta y efectiva es sin duda la que adopta la princesa: soplar
fuerte para que el viento se lleve muy lejos a los barcos. Y es que,
cuando gozamos de una posición de privilegio, debemos contro-
lar nuestro poder para no avasallar ni humillar a los demás.

d) ¿Sueles pensar tú en ayudar a los demás? ¿A quién sueles


ayudar y de qué manera lo haces?
䊳 En un mundo como el nuestro, en el que tanto se potencian el
egoísmo y la competitividad, no siempre nos acordamos de quie-
nes nos rodean. Sin embargo, ayudar a los demás e incluso sacri-
ficarse por ellos es una de las cosas más hermosas que existen. Y
es que la verdadera vida consiste en abrirse a los demás y colabo-
rar con ellos, sobre todo con quienes más lo necesitan. A decir
verdad, en la vida diaria no nos faltan ocasiones para ayudar a
los demás desinteresadamente: lo mismo a los que están lejos,
como los niños del tercer mundo, que a los que están cerca, co-
mo nuestros compañeros de clase, amigos, hermanos, padres,
etc. Cada pequeña acción de ayuda permite construir un mundo
mejor y nos hace mejores a nosotros mismos.

2 ¿Qué personaje del cuento te ha gustado más? ¿Por qué?


䊳 Muchos alumnos considerarán a Melisenda como su personaje pre-
ferido, sobre todo a causa de la bondad y generosidad de la prince-
sa. Y es que, aunque la joven tiene problemas muy graves, siempre
procura evitar el sufrimiento de quienes le rodean y se empeña en
ayudar a los demás. Así, cuando le ofrecen un deseo, piensa antes
en los súbditos de su padre que en sí misma; y cuando se convierte
en un personaje gigantesco, trata de no molestar a los suyos con sus
lágrimas o sus pisadas de cíclope, y pone todo su empeño en evitar
las invasiones de los pueblos enemigos.
Otros lectores mencionarán al príncipe Amadís como su personaje
preferido porque el joven pretende el amor de la princesa de mane-
ra desinteresada y no intenta salvar a Melisenda con brebajes y be-
bedizos, sino haciendo uso de su ingenio y valentía. Desde luego, al-
guien que por amor es capaz de escalar el cuerpo de un gigante has-
ta llegar a su oreja sin otro objetivo que decirle palabras de amor a
través de una trompetilla es digno de la mayor admiración.

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Quienes consideren a Amadís como su personaje preferido pueden


completar esta actividad con la lectura, memorización y recitado del
fragmento final de la célebre «Sonatina» de Rubén Darío, publicada
en su libro Prosas profanas (1896), en la que el poeta nos ofreció
una bella estampa poética de los príncipes de los cuentos de hadas:
—¡Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!
Con todo, siempre puede haber lectores que muestren preferencia
por el hada Malévola. A fin de cuentas, su enfado es comprensible,
pues lo propio es invitar a todas las hadas cuando se bautiza a una
princesa. Aunque sea vieja y antipática, Malévola tiene el suficiente
buen humor como para lanzar un maleficio (la calvicie) que, en el
fondo, no es tan terrible como los que comúnmente lanzan las ha-
das en los cuentos. Al fin y al cabo, ¿no son calvos muchos recién na-
cidos? ¿No hay mucha gente calva orgullosa de su testa? ¿No es fá-
cilmente subsanable este maleficio con una buena peluca?

Creación
1 En el relato se hace alusión a otros cuentos, como La Bella
Durmiente (páginas 7-8) y Rapónchigo (páginas 31-33). Segu-
ro que conoces el primero de ellos. Si no conoces Rapónchigo,
léelo en alguna colección de cuentos clásicos. Luego explica
en clase ambos cuentos y di en qué se parecen a Melisenda.
䊳 Rapónchigo es un cuento tradicional recogido por los hermanos
Grimm que explica la historia de una hermosa niña a la que le po-
nen un nombre de planta: Rapónchigo. ¿Por qué? Pues porque, cuan-
do la madre de la niña estaba embarazada, hizo que su marido ro-
base unos rapónchigos que se le antojaban en el huerto de una bru-
ja. La hechicera se ofendió mucho al saber que le habían robado, así
que decidió castigar a los padres de la niña llevándose a la recién
nacida, a quien le puso el nombre de Rapónchigo. Desde los doce
años, la pequeña vivió encerrada en una torre sin puertas ni escale-

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MELISENDA

ras, a la que la bruja subía trepando por la prodigiosa cabellera ru-


bia de Rapónchigo. Pasado un tiempo, la niña se convirtió en una
bella doncella y, un día, un príncipe la oyó cantar con su hermosísi-
ma voz y decidió subir a la torre para conocerla. Los dos jóvenes se
enamoraron de inmediato, así que el príncipe comenzó a visitar a
Rapónchigo todos los días. Pero en cierta ocasión la bruja se enteró
de aquellos encuentros y decidió cortarle la cabellera a Rapónchigo
y abandonarla en un desierto. Después, regresó a la torre, sujetó la
trenza cortada en el gancho de la ventana y se sentó a esperar al
príncipe, quien, al encontrarse con la bruja en vez de con Rapónchi-
go, se desesperó y se arrojó por la ventana, con tan mala suerte que
cayo sobre unos espinos que se le clavaron en los ojos y lo dejaron
ciego. Así, perdido y triste, el príncipe vagó durante mucho tiempo
por el mundo, hasta que por fin se reencontró con Rapónchigo en el
desierto. Emocionada al ver a su amado, la muchacha se echó a llo-
rar. Sus lágrimas resultaron muy beneficiosas, pues cayeron sobre los
ojos del príncipe y causaron un efecto mágico: le devolvieron la vis-
ta. Poco tiempo después, los dos jóvenes se casaron y vivieron felices
por siempre jamás.
Como Rapónchigo, Melisenda recibe la visita de un joven príncipe
enamorado que debe escalar una torre para llegar hasta su amada.
Además, en ambos cuentos la cabellera de la protagonista es corta-
da y colgada de un gancho de hierro, aunque en el de Edith Nesbit
tal acción sirve para solucionar los problemas de Melisenda, mien-
tras que en Rapónchigo forma parte de la venganza de la bruja.

***
También La bella durmiente es un cuento de origen tradicional.
Recogido tanto por Charles Perrault como por los hermanos Grimm,
explica la historia de una bella princesa cuyos padres se olvidaron de
invitar al bautizo de la niña al hada más vieja de su reino, quien,
ofendida, se vengó maldiciendo a la princesa: «Cuando la niña cum-
pla dieciséis años», anunció, «se pinchará el dedo con el huso de
una rueca, y morirá». El hada más joven de entre las presentes en el
bautizo mitigó el maleficio concediéndole un don a la princesa:
«Cuando cumpla dieciséis años», dijo, «se pinchará el dedo, pero no
morirá. Se quedará dormida durante cien años, y entonces un prínci-
pe vendrá a despertarla». La princesa creció muy hermosa, y el rey
hizo destruir los husos y ruecas en todo el reino, pero el infortunio

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quiso que, al cumplir dieciséis años, la princesa se pinchase con el


huso de una viejecita en la que nadie había pensado. La muchacha
quedó profundamente dormida y entonces el rey llamó al hada jo-
ven, quien decidió sumir en un profundo letargo a todas las perso-
nas del palacio para que la princesa no se sintiera sola cuando des-
pertara al cabo de cien años. Pasado ese tiempo, un joven príncipe
llegó hasta el castillo y despertó a la princesa besándola, tras lo cual
los dos se casaron y fueron felices.
En Melisenda, la celebración del bautizo de la princesa también se
ve enturbiada por las hadas, que se enfadan mucho por no haber si-
do invitadas y castigan a Melisenda con un maleficio. Además, tanto
en el cuento de Edith Nesbit como en La bella durmiente aparece un
príncipe que salva a la princesa.

2 En las páginas 37-39 de Melisenda también ocurre algo que


se cuenta en Alicia en el País de las Maravillas. Traed a clase el
libro y que el profesor o la profesora lea en voz alta el diverti-
do capítulo 2, titulado “En un mar de lágrimas”. Di luego en
qué se parece a Melisenda.
䊳 Alicia en el país de las maravillas (1865) es la obra más universal-
mente conocida del autor británico Lewis Carroll, seudónimo de
Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898). En ella se cuenta el fantásti-
co viaje de una niña llamada Alicia por un mundo mágico, enloque-
cido y fascinante. En el capítulo II, la protagonista, tras comer un pe-
queño pastelillo, empieza a crecer de manera desmesurada, llegan-
do a chocar con el techo de la habitación donde se encuentra.
Asustada por la situación, Alicia, que se ha convertido en un gigan-
te, se pone a llorar, y sus litros de lágrimas forman un charco de no-
table profundidad. Poco después, la niña empieza a menguar, así
que se ve rodeada de agua por todas partes y tiene que nadar esfor-
zadamente para no zozobrar en su propio mar de lágrimas. Por
suerte, un quisquilloso ratón la ayuda a llegar a la orilla.
También en Melisenda la protagonista empieza a crecer de mane-
ra desmesurada, se convierte en una muchacha de proporciones gi-
gantescas y llora desconsoladamente ante la contemplación de su
nuevo estado, con lo que forma un pequeño lago en el que están a
punto de ahogarse varios pajes. Por suerte, Melisenda se percata a
tiempo de lo que está pasando y decide reprimir las lágrimas hasta

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MELISENDA

llegar a alta mar, con lo que evita que se produzca una inundación
en la isla donde está el reino de su padre.
3 Imagina que tienes un hada madrina. Escríbele una nota pi-
diéndole un deseo.
Mensaje para: hadamadrina23@magos.es
De: bautizo23@tengoproblemas.es
Asunto: ¡Ayúdame, hada madrina!
Contenido:
Querida hada madrina: te escribo este correo electrónico para ver
si puedes ayudarme. He intentado ponerme en contacto contigo
con los métodos tradicionales —te he invocado, te he llamado a gri-
tos, he dicho tu nombre en sueños— y con los más modernos —pe-
ro, lamentablemene, tu móvil estaba desconectado y tu fax comuni-
caba—, así que espero que, finalmente, te llegue este correo. Ayú-
dame: ¡he perdido mi agenda! En ella llevaba anotados todos los
teléfonos y direcciones electrónicas de mis amigos, sus cumpleaños,
los días de examen, los días festivos… En sus páginas había decenas
de dibujitos míos que cuando sea un artista famoso valdrán miles de
millones, y también docenas de poemas que había escrito o que me
habían escrito, e infinitos mensajes que me habían pasado mis com-
pañeros… ¡Ayúdame, por favor!

Mensaje para: bautizo23@tengoproblemas.es


De: hadamadrina23@magos.es
Asunto: Para agendas estoy yo
Contenido:
Querido protegido: perdona que no te haya contestado antes pe-
ro es que el trabajo de hada madrina es bastante fatigoso. Com-
prenderás que no resulta nada fácil resolver los mil y un problemas
que se les presentan a los tipos que están bajo mi protección. Aun-
que tu problema te parezca enorme, objetivamente he de decirte
que es muy poca cosa; ¡compáralo con los maleficios, hechizos y sor-
tilegios con los que tengo que enfrentarme a diario! Por ello te ani-
mo a que te olvides de tu agenda, te compres otra o te dediques a
vivir tan ricamente sin ella; me da la impresión de que te pasas más
tiempo escribiendo las cosas en la agenda que viviéndolas. Nada
más. Eso sí: si en la cabeza te nacen flores, tus padres se convierten

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en sapos o tu país se transforma en un reino durmiente, no dudes


en ponerte en contacto conmigo.

4 La pobre Melisenda tiene muchos problemas. Explica qué ha-


rías tú si te encontraras en cualquiera de estas situaciones:
a) Un día te levantas y, al mirarte en el espejo, te das cuenta
de que has encogido. ¿Cómo reaccionaría tu familia y tus
amigos y amigas? ¿Podría tener alguna ventaja encoger?
¿Qué ocurriría si sigues encogiendo? ¿Podrías llegar a de-
saparecer?
䊳 Esta mañana al mirarme en el espejo he descubierto que he men-
guado: soy un poco más bajo y delgado que ayer. Cuando he sali-
do del baño y se lo he dicho a mis padres y hermanos, se han reí-
do de mí: creían que estaba bromeando. Pero, si se trata de una
broma, juro y perjuro que no es mía, pues maldita la gracia que
me hace encontrarme más canijo. Como nadie en casa me hacía
caso me he mirado de nuevo en el espejo del baño y he vuelto a
comprobar que, en efecto, he menguado. Al probarme la ropa
que llevaba ayer, me he dado cuenta de que todo me baila, lo
mismo la camiseta que los zapatos, e incluso la ropa interior, que
hoy me va tres o cuatro tallas grandes. He llamado a mis padres y
a mis hermanos y les he hecho un pase de modelos para que vie-
ran que estaba diciendo la verdad. Mi padre ha sonreído, pensa-
do en lo mucho que va a ahorrarse en ropa si la cosa sigue así,
pues en pocos días podré utilizar las prendas de mi hermano pe-
queño, que de otra forma tendríamos que regalar casi nuevas,
pues ya no le valen. Mi hermano pequeño se ha puesto muy con-
tento porque piensa que si me hago diminuto podrá meterme en
su barco pirata con sus muñequitos, y así sus juegos serán mucho
más divertidos. En cuanto a mi hermana mayor, le ha parecido
fantástico poder llevarme en el bolsillo a los exámenes y usarme
de espía para poder copiar las respuestas de los compañeros. La
única que se ha puesto un poco triste es mi madre, pero se ha
conformado diciendo que tarde o temprano los hijos se van de
casa porque se hacen mayores, así que tampoco era tan grave
que yo desaparezca haciéndome cada vez más pequeño: sería to-
da una novedad. Total, que ya me había resignado a mi destino

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MELISENDA

de hombre menguante, a ser un personaje infinitesimal que en


pocos meses iría flotando por ahí entre moléculas y átomos. Lo
único que me ha extrañado era el buen humor de mi familia. Por
eso he empezado a pensar: «¿No será todo una broma? ¿No ha-
brán cambiado de posición el espejo? ¿No me habrán engañado
cambiando mi ropa por otra igual pero de talla mayor?». Todos
han empezado a reírse y entonces he comprendido que estaba
haciendo el ridículo. ¡Qué vergüenza! ¡En ese momento sí que
he sentido que cada vez me hacía más pequeño!

***
Esta actividad se puede completar con redacciones, comentarios
y debates de los alumnos a partir del pase de la película El increí-
ble hombre menguante (1957) de Jack Arnold y de la lectura del
relato de Alejo Carpentier «Viaje a la semilla», incluido en el li-
bro Guerra del tiempo (1958).

b) Una noche descubres que los dedos de las manos te han


crecido muchísimo.
䊳 No sé explicarme por qué, pero esta noche los dedos me han cre-
cido muchísimo. Hasta hoy mismo creía que, una vez adulto, a
uno sólo le crecían las uñas y el pelo, pero hoy he descubierto
que estaba equivocado. Ayer tenía unos dedos normales, ni lar-
gos ni cortos, cinco en cada mano, con sus correspondientes
uñas… Pero hoy esos dedos se han convertido en unos extraños,
los miro y remiro a contraluz, obsesivamente, intentando familia-
rizarme con ellos; me río porque cada vez me parezco más a E.T.,
con sus largos dedos señalando su casa en el espacio. Ahora tar-
do más de diez minutos en ponerme un anillo, pues es larguísi-
mo el recorrido que ha de hacer desde la uña hasta la base del
dedo, y cuando intento escribir con bolígrafo tengo que apartar-
me de la mesa y no puedo apoyar los codos en ella. Si queréis, os
puedo contar la odisea que supone meterse la mano en el bolsi-
llo… Pero, pese a todo, no hay mal que por bien no venga: creo
que esta metamorfosis me puede convertir en el mejor jugador
de baloncesto de la historia —¿cuántos tapones pondré por par-
tido?—, o en el portero de fútbol que más goles sea capaz de
evitar, o en el nadador más veloz…

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GUÍA DIDÁCTICA

***
Esta actividad se puede completar con redacciones, comentarios
y debates de los alumnos a partir del pase de la película Eduardo
Manostijeras (1989) de Tim Burton y de la lectura de fragmentos
de La metamorfosis (1916) de Franz Kafka.

c) Vas a peinarte y compruebas que de tu cabello salen flores.


䊳 Me llamo Antonio y soy peluquero. Por mi establecimiento pasan
a diario todo tipo de clientes, hombres, mujeres, niños y viejos, y
todo tipo de pelos: grasos, delicados, rubios, negros… A lo largo
de mi vida he visto cabello de todas clases, desde el más suave y
delicado al más áspero y rudo. En las melenas me he encontrado
caspa de los más variados tamaños y piojos de todos los grososes,
pero hasta hoy nunca había visto una flor en la cabeza de nadie.
No quiero decir, por supuesto, una flor dispuesta como un com-
plemento de belleza, sino una flor cuyas raíces se hundieran en
el cuero cabelludo. La chica, porque era una chica quien lucía la
primera flor capilar que he visto en mi vida, me ha pedido que le
recortase las puntas y, cuando se ha sentado en la butaca, he ob-
servado algo rojizo entre su pelo. Al descubrir la vigorosa ama-
pola arraigada en el centro de su cráneo, le he dicho:
—Perdone, pero tiene una flor.
—Lo sé —me ha contestado.
—¿Y qué le hago?
—¿Usted es peluquero o jardinero? —me ha preguntado con
aire simpático.
—Peluquero, por supuesto —he contestado con orgullo.
—Pues entonces déjela estar: a mí no me molesta.
He obedecido: le he recortado las puntas y le he dejado la her-
mosa amapola roja flotando entre sus cabellos.
***
Esta actividad se podría completar con redacciones, comentarios y
debates de los alumnos a partir de la lectura de fragmentos de la
novela de Gabriel García Márquez Del amor y otros demonios
(1994), que cuenta la historia de una niña que lleva una larguísima
cabellera en obediencia a una promesa.

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