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la ley se limita a mostrarles la meta a que deben tender.

dejándo­ do, pues, sobre la necesidad de trazar de antemano, al funcionario

les dueños de elegir los medios. público, una línea de conducta y encuentran su interés en impo­

En Nueva Inglaterra, por ejemplo, corresponde a los select-men nerle reglas de las que le resulte imposible apartarse.

de cada m la tarea de formar la lista del jurado; la única


regla que se 32)":0.,0. es ésta: deben elegir a los jurados entre los DE LA MANERA CÓMO DEIvIOCRf-\CIA AMERIC/\NA

ciudadanos q ::l0cen de los derechos j' que tengan LLEVA LOS ASUNTOS EXTERIORES DEL ESTADO

una buena
En Francia. creeríamos la vida y la libertad hombres en Hemos'.Ji~1Q,._gue la constitución federa! colocaba la d!E.~~;:!,?!1
peligro si a un funcionario. el que fuese. el ejercicio Dermanente de los Tñlereses exteriores rO. nación en manos ael
de un derecho tan wmible. presiªei1 tE: y del Senado~3','To qLle s.iP:ié'llhª$Jé'lci~t:tq puntQ? aTapc;:~
En Nueva Inglaterra, esos mismos magistrados pueden hacer ñfic~geñeralde la Unión fuera de la influencia directéi y diariadef
en las tabernas el nombre de los borrachos e impedir. bajo p\.leblQ. No se puede decir, pues, de una manera absoluta~ que sea
pena de multa. a los habitantes el que les proporcionen vino. 'la democracia la que. en América, conduzca los asuntos exteriores
Semejante poder de censura sublevaría al pueblo en la monar­ 'deTEstado. '..
quía más absoluta; allí, sin embargo. todo el mundo se somete sin '~'Hay dos hombres que han impreso a la política de los america­
nos una dirección que se sigue todavía en nuestros días: el primero
En ninguna parte la ley ha dejado más amplio margen a la arbi­ fue Washington, y Jefferson el segundo.
trariedad que repúblicas democráticés porque la arbitrarie­ \Vashington decía, en una admirable carta dirigida a sus conciu­
dad no parece en ella sea de temer en absoluto. Se puede de­ dadanos. y que viene a ser el testamento político de aquel gran
cir, incluso, que el magistrado llega a ser más libre en ellas a me­ hombre:
dida que el derecho electoral llega más abajo y el tiempo de la «Extender nuestras relaciones comerciales con los pueblos ex­
magistratura es más limitado. tranjeros y establecer la menor cantidad de lazos políticos que sea
Por eso es tan difícil pasar una república democrática al estado posible entre ellos y nosotros; tal debe ser la regla de nuestra polí­
de monarquía. magistrado, al dejar de ser electivo, conserva de tica. Debemos cumplir con fidelidad los compromisos ya contraí­
ordinario los derechos y los usos del magistrado elegido. Se llega dos, pero debemos cuidar de no crear otros.
entonces al despotismo. »Europa tiene cierto número de intereses que le son propios y
Solamente en las monarquías temperadas la ley, al mismo tiem­ que no tienen relación, o no tienen más que una relación muy in­
po que traza un círculo de acción alrededor de los funcionarios directa, con los nuestros; debe, pues, hallarse frecuentemente
públicos, se preocupa también de guiarles en cada uno de sus pa­ comprometida en querellas que nos son naturalmente extrañas; li­
sos. La causa de ese hecho es fácil de decir. garnos por lazos artificiales a las vicisitudes de su política, entrar
En las monarquías temperadas, el poder se encuentra dividido en las diferentes combinaciones de sus amistades y sus odios Y to­
entre el pueblo y el príncipe. Uno y otro tienen interés en que la mar parte en las luchas que de ellos resulten sería actuar impru­
posición del magistrado sea estable. dentemente. ,"
El príncipe no quiere dejar la suerte¡de los funcionarios en ma­ »Nuestro aislamiento y nuestro alejamiento de ella nos invitan a
nos del pueblo, por miedo a que traicionen su autoridad; por su adoptar una marcha contraria y nos permiten seguirla. SiconÜ='
parte, el pueblo teme que los magistrbdos, colocados en depen­ nuamos formando una sola nación, regida por un gobierno fuerte,'
dencia absoluta del príncipe, sirvan p<ilra oprimir la libertad; así, no está lejos el tiempo en que no tendremos nada que teméide
pues, no se les hace depender de nadie,! en cierta manera.
La misma causa que lleva al príncipe y al pueblo a hacer al fun­
cionario independiente, les lleva a buscar garantías contra los abu­ 3. «El preSidente -dice la Constitución, art. 2, seco 1I, párrafo 2-confeccionará los tratados
sos de su independencia, con el fin de que no la vuelva contra la c;on el acuerdo y el consentimiento del Senado.» El lector no debe perder de vista que el man­
dato de los senadores dura seis años. y que, al ser elegidos por dos legisladores de cada Estado,
autoridad del uno o la libertad del otro. Ambos se ponen de acuer­ son el producto de una elección de segundo grado.

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nadie. Entonces podremos tomar una actitud que haga respetar situación tanto como por su tuera de pasiones de! anti­
nuestra neu.tralidad; las naciones Oeligerantes. al semir lalmposibil> guo cor,:ne"te. no ,:en¿ ya qU2 ga:'am:zarbs ni c;ue compartirlas. En
dad de adquirir nada de nosotros, temerán provocarr¡os sin el oculta todavía.
y estaremos en condiciones de elegir la paz o la guerra, sin otras guías La compromisos anteriores: aprovecha,
de nuestras acciones que no sean nuestro interés,> la justicia. pues, la 2x;Jerie:1c:a de los vieios pueblos de Europa, S¡'1 estar obli­
,,¿Por qué abandonar las ventajas que podemos extraer de una si­ a sacar partido pasado y acomodarlo al pre­
tuación tan favorable? ¿Por qué abandonar un {elTeno que nos sente: al que ellos, no forzada a aceptar una inmensa
es propio para ir a estab;ece,'nos en un te1''-eno q~¡e r'os es €:-::trCi' herenc'a qLe le han legado sus padres; mezcla de gloria )/ de mise­
fío? ¿Por qué. ell till. al ligar lluestro destino al de una porción ria, amistades y de odios nacionales. La política exterior de los
cualquiera de E.uropa, exponer nuestra paz Y' nuesrra prosperidad Estados Unidos es eminentemente expectante; consiste muchó
a la ambición. a ~c3 rivalidades, a los intereses o a ;os capl":chos más en absIenerse que en actuar.
los pueblos que la habitan? l\sí, pues. es muy difícil saber, en cuanto al presente, qué habili­
"Nuestra verdadera pOlítica es la de no contraer alianza perma­ dad desarrollará la democracia americana en la conducción de los
neLte con ;¡ingunc. nación eXtranjera: por lo menos, en tanto que to­ asuntos exteriores de' Estado. Sobre este punto. sus adversarios,
davía somos libres para no hacerlo, porque estoy muy lejos de querer igual de sus partidarios, deben suspender su juicio.
que faltemos a los compromisos exiSTentes. ~ honradez es siempre En cuamo a mí, no tengo inconveniente en decirlo: es en la di­
la mejor política; ésta es una máxima que considero iguaimente apl¡­ rección de los intereses exteriores de la sociedad en lo que los go­
cable a los asuntos de las naciones que a los de los individuos. Pienso. biernos democráticos me parecen decididamente inferiores a los
pues, que hay que llevar a cabo. en toda su extensión, los compromi­ otros, La experiencia, las costumbres y la instrucción casí siempre
sos que ya hemos contraído; pero creo inútil. e imprudente, conrraer acaban por crear en la democracia esa especie de sabiduría prácti­
otros. Coloquémonos siempre de manera que hagamos respetar ca de todos los días y esa ciencia de los pequeños acontecimientos
nuestra posición. y unas aiianzas remporales baSTarán para permitir­ de la vida que se llama buen sentido. El buen sentido basta a la
nos hacer freme a IOdos los peligros.» marcha ordinaria de la sociedad: y en un pueblo cuya educación
Anteriormente. Washington había. enunciado esta bella y justa está hecha. la libertad democrática, aplicada a los asuntos interio­
idea: «La nación que se entrega a sentimientos habituales de amor res del Estado, produce más bienes que males producirían los
o de odio hacia otra se convierte en esclava de ellos, en cierta ma­ errores del gobierno de la democracia, Pero no siempre es lo mis­
nera. Es esclava de su odio o de su amor.» . mo en las relaciones de pueblo a pueblo.
La conducta política de Washington fue dirigida siempre por es­ La política exterior no exige el usode casi ninguna de Iasc,uali­
tas má.ximas. Consiguió mantener en paz a su país cuando todo el dádesque son propias de'la"democrada, y eXIge; póf'elcontiarlü,
resto del universo estaba en guerra, y, estableció como punto de del desarroHodecasi todas las que iefaltan.Ládemocra.eia.fávóré:
doctrina que el interés bien entendido de los americanos era no to­ ce el crecimiento de los recursos interiores del Estado; reparte .la
mM partido en las querellas interiores de Europa. comodidad. desarrolla el espíritu público; fortifica el respeto a la
Jefferson fue más lejos todavía, e introdujo en la política de la ley en las diferentes clases de la sociedad; cosas todas que no tie­
Unión esta otra máxima: «Que los americanos no deben nunca so­ nen más que una influencia indirecta sobre la posición de un pue­
licitar privilegios de las naciones extranjeras, con el fin de no verse blo en relación con otro. Pero la democracia no puede, sino difí­
obligados ellos mismos a concederlos,» cilmente, comdinar los detalles de una gran empresa, detenerse
Estos dos principios, a los que su evidente justeza pone fácil­ ante un deseo y seguirlo luego a través de los obstáculos. Es poco
mente al alcance de la multitud, han simplificado enormemente la capaz de combinar medidas en secreto y esperar pacientemente s.u
política exterior de los Estados Unidos. resultado. Esas son cualidades que pertenecen más particularmeI]~­
La Unión, al no mezclarse en los asuntos de Europa, no tiene, te a un hombre o a una aristocracia. Pero son precisamente esas
por así decir, ningunos intereses exteriores que debatir, porque cualidades las que hacen que, a la larga, un pueblo, individual­
todavía no tiene vecinos poderosos en América. Colocada, por su mente, termine por dominar.

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.¡A:r"'.,
Si. por el contrario, ponéis atención en defectos
la aristocracia, encontraréis ::]ue el efec:o que :::;:,:,zden)y-c:ucir no
es, en absoluto, casi sensib;e en la di,ección asun,o~ exteric­
res del Estado. El vicio capital que se reprocha a la aristocracia, es
trabajar solamente para ella sola, y no para la masa. la
exterior, es muy; raro que la aristocracia tenSe; un inte:\~s distintc
al del pueblo. LOS ESTADOS
La inclinación que conduce a la democracia a obedecer. en
tica, a sentimientos iTlás que a razonamjemos. y a
proyecto largo :ie;npo mc.duxado, 001 la saTisfacción úe,:na pa .
.'
Slon n1G;nen t-'ane?. se manlT8S Ci3ra;nen t e eT, A
" to' : ' , cuanco
mer:Cd ,
gooiernos democráticos
estalló la francesa. Las más simples de la razón
la mayona sea fuera de la
bastaban entonces, igual que hoy'. para hacer pensar a ¡os ameri­
canos aue su i no era. en absoluto, comprometerse en la lu· :a5 demccracias. no que resista.
constiTuciones é\':iericanas han buscado,
chaJe iba a esangremar é\ Europe. )¡' de la m,;e los ES1,:dos Uni­
esta fuerza de la mayoría 1 •
dos no podían sufrir ningún daño.
es. de los poderes políticos. el que más a
Las simpatías del pueblo a favor de Francia se declararon. sin
embargo, con tanta violencia que se h~zo necesario nae:::; menos IT12nudo ob2cece a 'e mayoría. americanos han querido que
que el carácter inflexible de Washingtoll, y la inmensa popularidad :niembros de ia \atura fuesen nornbrados directamente por
el y por un muy corto. con ¿el fin de obligarles a so-
de que gozaba, para impedir que se declarase la guerra a Inglate­
rra. Y, aun así, los esfuerzos que hizo la austera razón de aquel meterse. no sólo a las generales. sino también a las pasiones
gran hombre para luchar contra las pasiones generosas, pero irre­ cOtldianas sus coristltuyentes.
flexivas, de sus ciudadanos. estuvieron a punto de arrebatarle la Han to,:1ado de mism3.s clases, y nombrado de la misma
única recompensa que se había reservado: el amor de su pueblo. manera, a los miembros de las dos Cán1aras; de tal forma que los
La mayoría se pronunció contra su política; ahora, el pueblo ente­ m.ovimientos cuerpo legislativo son casi tan rápidos, y no me­
ro la aprueba. nos irresistibles, que los de una asamblea sola.
Si la constitución y el favor público no hubiesen dado a Wash­ La legislatura, así constituida. ha reunido. en su seno. casi todo
ington la dirección de los asuntos exteriores del Estado, es seguro el gobierno.
que la nación hubiese hecho entonces, precisamente. lo que con­ mismo tiempo que la ley acrecentaba la fuerza de los pode-
dena hoy. res que eran naturalmente fuertes, debilitaba cada vez más a los
Casi todos los pueblos que se han proyectado con 'fuerza sobre que eran naturalmente débiles. No concedía. a los representantes
el mundo, los que han concebido, seguido y ejecutado grandes del poder ejecutivo, ni estabilidad ni independencia; y. al someter­
proyectos, desde los romanos a los ingleses, estaban dirigidos por los completamente a los caprichos de la legislatura, les arrebataba
una aristocracia. ¿Cómo asombrarse de ello? la poca influencia que la naturaleza del gobierno democrático les
Lo más fijo que hay en el mundo. en sus aspiraciones, es una hubiera permitido ejercer.
aristocracia. La masa del pueblo puede ser seducida por su igno­ En varios Estados, entregaba el poder judicial a la elección de la
rancia y sus pasiones; se puede sorprender al espíritu de un rey, y
hacerle vacilar en sus proyectos; y. por¡otra parte, un rey no es in­
mortal. Pero un cuerpo aristocrático esI demasiado numeroso para 1. Hemos "·S'O. al exa,rina, la consti¡uc!ó", federaL que los legisladores de la Unión habían
(lecho esfuerzos contraries. ::::¡ j'esultado de esos esfuerzos '1a sido el hacer al gobi.erno federal
ser captado, demasiado poco numeroso para ceder fácilmente a la más indeDendiente. en su fuerza. que el de los Estados. Pero el gobierno federal apenas se ocu­
embriaguez de pasiones irreflexivas. Un cuerpo aristocrático es un pa más que de los aSlmtos exteriores: son los gobiernos de Estado los que dirigen. realmente.
hombre firme y culto, que no muere. . a la sociedad americana.

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