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Cols, Feeney y Basabe, en el texto “La evaluación escolar: de los lemas a los problemas”,
nos permite reflexionar sobre algunos conceptos claves en torno a la educación como lo es
el error.
Anteriormente menciono que la evaluación puede ser hasta punitiva, generando muchas
veces “miedo” a desaprobar, teniendo la evaluación un impacto emocional. Es fundamental
que para pensar en la educación constructivista entendamos al error como una ventana de
los procesos cognitivos, como reflejo de la eficiencia de la práctica educativa/docente y de
los problemas que lo atraviesan como humano. Así como también, alejar el foco únicamente
del estudiantado sino hacer énfasis en todo el proceso que hace a la educación de manera
integral, es decir, a les docentes y su formación, a la institución y por supuesto a la
currícula.
También se debe poner en tensión el rol del educador. Evaluar el proceso educativo dentro
del aula conlleva una tarea donde el docente no puede ser un iluminado sino entender la
concepción freireana y formativa de la educación. Es importante entender que queremos
formar sujetos críticos, que puedan participar del tránsito evaluativo a través de diálogos
con el docente, que puedan cuestionarse y entender por qué estudian lo que estudian, que
la educación es dentro del aula pero por fuera de ella también. Para esto es fundamental
que la figura del docente sea una figura empática que se retroalimente del estudiantado,
que realice un proceso de prealimentación sobre la situación base del mismo, para poder
ejercer la docencia teniendo en cuenta la currícula prescrita así como también todo lo que
queda por fuera de la misma.
También vale preguntarse ¿Qué reflejan los resultados de una evaluación? ¿Una mera
nota o una problemática? El docente también debe proyectar a través de esos resultados, y
no ver solo una calificación sino hacer énfasis en las fortalezas y debilidades de un grupo a
través de esos resultados. También es importante que cuente con la creatividad para
promover proyectos que innoven la currícula, que sepa aggiornarse a la coyuntura y
entender las necesidades que exige el presente y el estudiantado.
En caso de ser así, el mero impulso de un proyecto educativo no basta, sino que debe
tenerse en cuenta la evaluación del impacto de las mismas, que se aprehendan y mejoren
las condiciones para el estudiantado y la institución.
A modo de conclusión, es fundamental que el docente entienda la herramienta de poder
que significa tanto la currícula como la evaluación educativa, una educación/evaluación
comprometida es una herramienta de poder, pero no el poder que promulga el
neoliberalismo, que brega por una sociedad segmentada. Sino tener la concepción de la
construcción de poder popular como máxima, que la evaluación funcione como un
termómetro de los intereses y conocimientos del estudiantado y permita al docente e
institución devolverle a la sociedad sujetos críticos y comprometidos, que sean conscientes
de su ciudadanía y sus derechos.