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GERARDO BOTERO ZULUAGA

Magistrado ponente

STL3420-2020
Radicación n.° 57388
Acta 10

Bogotá, D. C., dieciocho (18) de marzo de dos mil


veinte (2020).

Procede la Sala a pronunciarse, en primera instancia,


respecto de la demanda de tutela presentada por
SALUDVIDA S.A. E.P.S., contra la SALA CIVIL –
FAMILIA - LABORAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DEL
DISTRITO JUDICIAL DE MONTERÍA y el JUZGADO
TERCERO LABORAL DEL CIRCUITO de igual ciudad.

I. ANTECEDENTES

Para el efecto, manifiesta la sociedad accionante que la


señora Yenis Mereida Cogollo Doria, instauró en su contra
proceso ordinario laboral, a fin de obtener la declaratoria de
existencia de un contrato de trabajo a término indefinido,
suscrito el 26 de octubre de 2015, el cual fue terminado sin
previo permiso por parte del inspector de trabajo, el 16 de

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diciembre de 2016, teniendo en cuenta que gozaba de


estabilidad laboral reforzada por padecer de una
enfermedad catastrófica; de acuerdo a ello, peticionó la
indemnización de que trata el artículo 26 de la Ley 361 de
1997, así como el pago de la indemnización por no
consignación de las cesantías y demás sumas de dinero que
se encuentren probadas, sumas que peticionó fueran
indexadas.

Expone que el conocimiento del asunto le correspondió


por reparto al Juzgado Tercero Laboral del Circuito de
Montería, quien mediante sentencia del 7 de febrero de
2019, declaró parcialmente probadas las excepciones
propuestas por Saludvida S.A., y condenó a la
indemnización establecida en el artículo 26 de la Ley 361 de
1997, en cuantía de $13.758.480, así como al pago de la
sanción por no consignación de las cesantías, por valor de $
21.548.590.

Indica que, contra la citada decisión, interpuso


recurso de apelación, empero que la enjuiciada Sala Laboral
del Tribunal Superior de Montería, con fallo del 14 de junio
de 2019, confirmó la decisión del juez de primer grado.

Reprocha la EPS actora, la determinación de las


autoridades judiciales cuestionadas, pues en su criterio se
incurrió en una vía de hecho al acceder a las pretensiones
de la demanda, sin valorar en debida forma las pruebas
aportadas, toda vez que para ello, si bien dio por terminado
de forma unilateral y sin justa causa, el contrato laboral

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suscrito con la demandante, lo cierto es que a la


terminación la relación laboral se le cancelaron las
acreencias laborales a las cuales tenía derecho, así como la
indemnización por despido injusto, como los comprobantes
de pago a la seguridad social y parafiscal.

Así mismo, cuestiona la condena a la indemnización


de que trata el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, en razón
a que afirma que el despido no se dio con ocasión a la
enfermedad de la actora, pues no tenía conocimiento de los
padecimientos de salud de la demandante.

Por lo anterior, solicita el amparo de su prerrogativa


fundamental al debido proceso invocada, y como
consecuencia de ello, se ordene las autoridades realicen
una nueva valoración de las pruebas aportadas al proceso,
y con fundamento en ello, se emita una nueva sentencia
«acorde a derecho según el material probatorio que reposa en el
expediente para evitar un perjuicio irremediable a nuestra entidad por
el doble pago de obligaciones que fueron cumplidas, lo cual conlleva a
la desviación de los dineros del sistema general de seguridad social en

salud».

Mediante auto calendado de 24 de septiembre de


2019, esta Sala de la Corte admitió la acción tutela, ordenó
notificar a la autoridad accionada e informar a los demás
intervinientes en el proceso que originó la presente acción,
con el fin de que ejercieran el derecho de defensa y
contradicción.

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Revisado el expediente, se observa que las partes e


intervinientes fueron debidamente notificadas de la
presente acción, conforme dan cuenta los telegramas y
correos enviados a cada una.

Dentro del término otorgado, las autoridades


involucradas guardaron silencio.

II. CONSIDERACIONES

El artículo 86 de la Constitución Política establece que


toda persona tiene derecho a promover acción de tutela
ante los jueces, con miras a obtener la protección inmediata
de sus derechos constitucionales fundamentales cuando
por acción u omisión le sean vulnerados o amenazados por
cualquier autoridad pública o por particulares, en los casos
previstos de forma expresa en la ley, siempre que no se
cuente con otro medio de defensa judicial o cuando, de
existir, la tutela se utilice como mecanismo transitorio para
evitar la materialización de un perjuicio de carácter
irremediable.

Es criterio reiterado que la acción de tutela es


procedente contra providencias o sentencias judiciales, solo
si con las actuaciones u omisiones de los jueces, resultan
violados, en forma evidente, derechos constitucionales
fundamentales, además de estar limitada a aquellas
situaciones en las cuales el afectado no dispone de otro
medio de defensa judicial, o se utiliza como mecanismo
transitorio con el fin de evitar un perjuicio irremediable.

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En el presente asunto el promotor del amparo,


cuestiona la decisión del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Montería, de fecha 14 de junio de 2019, en
virtud de la cual confirmó la sentencia de primer grado,
pues en sentir del tutelista, incurrieron en vías de hecho,
ante la indebida valoración probatoria, pues de las mismas
podía extraerse que a la finalización de la relación laboral,
le fueron canceladas a la trabajadora todas las acreencias
laborales; de igual forma, que no era procedente la condena
a la indemnización establecida en el artículo 26 de la Ley
361 de 1997, toda vez que el despido no se dio con ocasión
a la enfermedad de la actora, pues no tenía conocimiento
de la misma.

Como lo alegado por la parte accionante, se centra en


la violación al derecho fundamental al debido proceso,
consagrado en el artículo 29 de nuestra Constitución
Política, erigido como de aplicación inmediata conforme al
85 ibídem, debe tenerse en cuenta, que este es una
institución que comprende numerosas garantías que hacen
parte del Estado Social de Derecho, cuyo objeto es la
exigencia de que todos los procedimientos judiciales o
administrativos, se adelanten acorde con las reglas
preestablecidas, de tal forma, que las actuaciones estén
dentro del marco jurídico señalado, procurando evitar
acciones arbitrarias, asegurar la efectividad y el ejercicio de
los derechos que le asisten a los administrados, lo cual
comprende igualmente el principio de legalidad, que
representa un límite al actuar del poder público.

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En este orden, dicho mandato, propende por que los


jueces tomen sus decisiones ajustándose a la constitución y
la ley, garantizando así los derechos de las personas
involucradas en cada juicio, para que durante su trámite
estos sean respetados de tal manera, que se logre la
correcta aplicación de la justicia.

Al descender de los razonamientos precedentes, y una


vez revisadas las piezas procesales que comportan el
expediente, advierte la Sala que la Sala Laboral del Tribunal
Superior del Distrito judicial de Montería, incurrió en una
vía de hecho, ante el defecto sustantivo, por
desconocimiento del precedente jurisprudencial de esta
Corporación como órgano de cierre en materia laboral.

Al respecto, observa esta Colegiatura que el Tribunal


de Montería, fundamentó su decisión de confirmar la
sentencia del juez de primer grado, bajo el argumento que:

(…) Respecto del alcance del amparo y a la estabilidad laboral


reforzada que brinda el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, esto es la
no discriminación laboral en razón a la discapacidad y bajo la cual
ninguna persona puede ser despedida en razón a ello, ésta en la
Sala Primera de Decisión, del 6 de marzo de 2018, rectificó su
posición para asumir que son titulares de la protección del artículo
26 de Ley 361/97, las personas que tengan una afectación en su
salud, que les impida o dificulte sustancialmente el desempeño de
sus labores en condiciones regulares, con independencia de si tienen
una calificación de pérdida de capacidad laboral moderada, severa,
o profunda, requisito que es exigido por la Corte Suprema de Justicia
en su Sala de casación Laboral.

En esa rectificación que se hizo, se trajo las enseñanzas de la


SU-049 de 2017, de nuestra honorable Corte Constitucional en la
cual se establecieron los siguientes parámetros, entre las
interpretaciones de la honorable Corte Suprema de Justicia y la

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honorable Corte Constitucional, la Corte Constitucional, asigna


mayor amplitud al derecho de la estabilidad laboral reforzada y por
ende, es la más favorable al trabajador, de aquí que por virtud de los
principios pro homine, indubio pro operario y favorabilidad laboral,
acogió en ese entonces y hoy acoge esta Sala ese criterio de la Corte
Constitucional, en atención que en virtud del principio pro homine,
debe preferirse aquella interpretación que favorezca a la más amplia
protección posible de los derechos, sentencia 290 de 2017, el cual
aparece consagrado en los diversos instrumentos internacionales
como la Declaración Universal de los Derechos Humanos artículo 30,
pacto Internacional de Derechos Civiles, entre otros (…)

En ese orden para activar la protección establecida en el


artículo 26 de la Ley 361 de 1997, siguiendo los parámetros de la
Corte constitucional, se tienen que dar los siguientes presupuestos:

Que el peticionario sea una persona con reducciones físicas,


que lo sometan a un estado de debilidad manifiesta.

Que el empleador tenga conocimiento de la situación, a la


terminación del vínculo laboral

Que el despido, se efectúe sin autorización del Ministerio del


Trabajo.

Que se demuestre un nexo causal, entre el despido y el estado


de salud.

El primer presupuesto se cumple, cuando la afectación de


salud impide sustancialmente el desempeño de sus labores
independientemente que la discapacidad sea moderada, severa o
profunda. C.C. SU-049/17. El último presupuesto se presume, es
decir que el trabajador no tiene que probar el nexo causal entre el
estado de salud y el despido, pero al empleador le es dable
desvirtuar dicha presunción acreditando la causal objetiva.

De acuerdo a lo anterior, el Juez colegiado, señaló que


la protección prevista en el artículo 26 de la Ley 361 de
1997, operaba automáticamente en todos los casos, sin
embargo, esta consideración no se ajusta a la
jurisprudencia emitida por esta Corporación, en cuanto a
que la ineficacia del despido prevista en la norma requiere
la presencia de varios presupuestos, tales como i) que el
trabajador padezca de un estado de discapacidad en grado

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moderado, severo o profundo, independientemente de su


origen; ii) que el empleador tenga conocimiento de dicho
estado de discapacidad; iii) que el patrono despida al
trabajador de manera unilateral y sin justa causa; y iv) que
el empleador no solicite la correspondiente autorización del
Ministerio del Trabajo.

En la sentencia SL11411- 2017, sobre esta temática,


la Corte resaltó:

Al margen de lo anterior, para despejar las inquietudes


planteadas por la censura, en lo que tiene que ver con el
marco jurídico que gobierna la situación en disputa, esta
sala de la Corte ha clarificado que los destinatarios de la
garantía especial a la estabilidad laboral reforzada son
aquellos trabajadores que tienen una condición de
discapacidad en grado moderado, severo o profundo, como lo
dedujo el Tribunal, independientemente del origen que
tengan y sin más aditamentos especiales, como que
obtengan un reconocimiento y una identificación previas.

En la sentencia CSJ SL, 28 ago. 2012, rad. 39207, reiterada


en CSJ SL10538-2016 y CSJ SL5163-2017, entre otras, la
Corte adoctrinó al respecto: Justamente en un proceso
adelantado contra la misma empresa aquí demandada,
radicado N° 32532 de 2008, esta Sala determinó que no toda
discapacidad goza de la protección a la estabilidad
contenida en el artículo 26 de la Ley 361 pues, en
concordancia con los artículos 1º y 5º de la citada ley, dedujo
que gozan de dicha protección aquellos trabajadores con
grado de discapacidad moderada (del 15% al 25%), severa
(mayor del 25% y menor al 50%) y profunda (mayor del 50%).
Bajo esta premisa, negó la protección al demandante quien
sufría una incapacidad permanente parcial del 7.41%.

(…)

El anterior precedente fue reiterado en la sentencia 35606 de


2009, donde sobre el particular anotó:

(…)

En concordancia con lo anterior, la Corte ha precisado que no


es necesario que el trabajador esté previamente reconocido

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como persona en condiciones de discapacidad o que se le


identifique de esa manera en un carné, como el que regula el
artículo 5 de la Ley 361 de 1997, pues lo importante es que
padezca una situación de discapacidad en un grado
significativo, debidamente conocida por el empleador, para
que se activen las garantías que resguardan su estabilidad.
En la sentencia CSJ SL, 18 sep. 2012, rad. 41845, se dijo al
respecto que,

(…)

Finalmente, la Corte también ha señalado que en virtud de lo


previsto en el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, el
empleador debe contar con la autorización de las
autoridades de trabajo, para efectuar despidos unilaterales
y sin justa causa de personas en condiciones de
discapacidad, sin que le sea exigible al trabajador la prueba
de la razón real de la decisión de despido, por resultar
desproporcionado. En la sentencia CSJ SL6850-2016 se
adoctrinó al respecto:

Ahora bien, aún si se admitiera que la sentencia gravada se


cimentó sobre una base fáctica como la que precisa la
censura, en todo caso, para la Corte, por el solo hecho de
haberse comprobado la existencia de un despido unilateral
y sin justa causa, que no tuvo discusión en el proceso ni en
el cuerpo argumentativo del recurso de casación, el Tribunal
no pudo haber incurrido en algún error hermenéutico al
aplicar el artículo 26 de la Ley 361 de 1997 a las
condiciones particulares del actor.

En efecto, la censura parece diferenciar entre las causas


justas y las razones que pueden acompañar a una decisión
de despido. Por eso mismo, a pesar de que reconoce que en
este caso no medio una justa causa, dice que la razón del
despido fue la escisión de la entidad y no la condición de
discapacidad del trabajador. Con fundamento en ello, en
últimas, arguye que en el evento en que se propicie un
despido unilateral y sin justa causa, en todo caso, el
trabajador debe demostrar que la decisión se dio por razón
de su discapacidad y no por otros motivos, para que opere la
especial garantía de estabilidad.

Una interpretación de esas características no puede ser


avalada por la Corte, por las razones que pasan a
exponerse:

La interpretación que propone la censura torna totalmente


nugatoria la garantía de estabilidad y le resta todo efecto útil
a la disposición, pues pone en manos del empleador la
facultad de despedir al trabajador discapacitado, libremente,

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con la sola condición de no motivar su decisión en función de


la especial condición de discapacidad.

Esta Sala de la Corte ha sostenido en repetidas


oportunidades que garantías como la que aquí se analizan
constituyen un límite especial a la libertad de despido
unilateral con que cuentan los empleadores. Por ello, siendo
un límite a dicha libertad, no puede entenderse cómo, en
todo caso, el empleador pueda despedir sin justa causa al
trabajador discapacitado, sin restricción adicional al pago de
la indemnización prevista en el artículo 64 del Código
Sustantivo del Trabajo. En ese caso, bastaría que el
empleador despidiera al servidor discapacitado sin justa
causa, como lo puede hacer, en condiciones normales, con
todos los demás trabajadores, con la sola condición del pago
de una indemnización, sin dar razones de su decisión o
expresando cualesquiera otras, para que la aplicación de la
norma quedara plenamente descartada.

Tampoco es funcional a los fines constitucionales


perseguidos por la norma. Ello es así porque la intención del
legislador, entre otras cosas, fue la de que una autoridad
independiente, diferente del empleador, juzgara de manera
objetiva si la discapacidad del trabajador resultaba
claramente «…incompatible e insuperable en el cargo que se
va a desempeñar…» y es precisamente en el marco de los
despidos unilaterales y sin justa causa que se puede ejercer
esa atribución en toda su magnitud.

Si no fuera de esa manera, se repite, al empleador le


bastaría acudir a la figura del despido unilateral y sin justa
causa, sin revelar las razones de su decisión o expresando
cualesquiera otras, para que la norma quedara totalmente
anulada en sus efectos, de manera que nunca se lograría
cumplir con la finalidad constitucional de promover un trato
especial para las personas puestas en condiciones de
discapacidad.

En ese sentido, la postura de la censura también es


contraria a lo resuelto por la Corte Constitucional en la
sentencia C 531 de 2000, en la que, al examinar la
constitucionalidad del artículo 26 de la Ley 361 de 1997,
señaló que el despido unilateral e injusto del trabajador
discapacitado, sin autorización de las autoridades de trabajo
y con el simple pago de una indemnización, no atiende las
finalidades constitucionales de la disposición, de lograr un
trato especial para aquellas personas puestas en
condiciones de debilidad manifiesta, por su condición física,
sensorial o mental.

(…)

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Esto es, que el trabajador en condiciones de discapacidad no


puede recibir el mismo trato que los demás, de manera que el
empleador no puede acudir directamente a los despidos
unilaterales y sin justa causa, sino que, previo a ello, tiene
que cumplir con los presupuestos establecidos en el artículo
26 de la Ley 361 de 1997.

La interpretación que favorece la verificación de las


autoridades de trabajo, previo al despido unilateral e injusto
del trabajador discapacitado, no resulta desproporcionada
para el empleador y no quebranta su libertad de
contratación. En efecto, en primer lugar, la aplicación del
artículo 26 de la Ley 361 de 1997 tan solo implementa un
control administrativo previo a la facultad de despedir,
estructurado como una especie de acción afirmativa, en pos
de la promoción de la igualdad real y efectiva en el ámbito
del trabajo, que para nada inutiliza o vuelve irreales las
libertades patronales, sino que las limita razonable y
fundadamente.

Por otra parte, tal restricción no resulta desproporcionada


para el empleador, pues si en realidad la discapacidad de
un trabajador puede resultar incompatible con el ejercicio del
empleo, de manera que puede afectar derechos y libertades
fundamentales de la empresa, así lo podrá demostrar ante
las autoridades de trabajo, con las pruebas que resulten
relevantes.

En función de lo anterior, en lo que al ámbito jurídico


concierne, el Tribunal no incurrió en error alguno, al inferir
que la garantía de estabilidad laboral de la Ley 361 de 1997
cubre a trabajadores con limitaciones moderadas, severas o
profundas, debidamente conocidas por el empleador.
Tampoco erró dicha corporación al concebir que ese beneficio
opera en casos de despidos unilaterales y sin justa causa,
sin autorización del Ministerio de Trabajo, como el que
determinó la demandada respecto del contrato de trabajo del
actor.

Aunque la Corte venía explicando, que si a pesar de la


falta del permiso administrativo, el empleador acreditaba en
juicio, que la razón real del despido no fue la discapacidad
sino una justa causa alegada, el despido se tornará en
eficaz.

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En todo caso, recientemente, la Sala precisó el criterio


en torno a la aplicación del principio de estabilidad laboral
reforzada de las personas en estado de discapacidad,
señalando, que cuando se alega una justa causa, para la
terminación del contrato de trabajo de persona en situación
de discapacidad, no es obligatorio acudir al inspector del
trabajo, dado que se soporta en una razón objetiva, en la
medida que dicho principio no es un derecho a permanecer
a perpetuidad en el empleo, sino el derecho a seguir en él
hasta tanto exista una causa neutral que conduzca a su
retiro; de modo que, si el trabajador demuestra su situación
de discapacidad, el despido se presume discriminatorio, lo
que impone al empleador la carga de demostrar las justas
causas alegadas (CSJ SL 260 – 2019, 30 ene.2019,
rad.71395).

En este orden de ideas, encuentra la Sala, que la


garantía a la estabilidad laboral reforzada, tiene unos
requisitos, que el juez de apelaciones desconoció, sin mayor
justificación que, la de aplicar una posición más favorable
para el trabajador, olvidando que la reglas fijadas por la
Corte como órgano de cierre de la especialidad laboral,
consiste en la de unificar la jurisprudencia entorno a la
interpretación de las normas en esta materia, que para este
preciso evento, permite identificar cuáles trabajadores se
benefician de esta garantía y no en forma indiscriminada,
llegando incluso a ser regresiva la protección, dado que
ningún empleador, se atrevería a contratar a la población
trabajadora con tales limitaciones.

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De ahí, que en el presente asunto, se ampararán los


derechos fundamentales de la sociedad ,tutelante, y por
ende se dejará sin efectos, la sentencia proferida por la Sala
Tercera de Decisión del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Montería, y se ordenará, que dentro de los cinco
(5), días siguientes a la notificación de esta providencia,
proceda a dictar una nueva, en la que se tengan en cuenta
las anteriores argumentaciones y consideraciones, además
de las pruebas arrimadas al respectivo expediente.

En ese orden, sobran razones para acceder al amparo


pretendido.

III. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE:

PRIMERO: AMPARAR los derechos invocados por la


compañía SALUDVIDA S.A. E.P.S..

SEGUNDO: DEJAR SIN EFECTOS la sentencia


proferida el 14 de junio de 2019, por la Sala Tercera de
Decisión Civil – Familia – Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Montería, de conformidad con las
razones acotadas en precedencia; y en su lugar, ORDENAR
a dicha Corporación, que dentro del Término de cinco (5)

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días, contados a partir de la fecha de notificación de esta


providencia, proceda a dictar un nuevo pronunciamiento,
acogiendo las recomendaciones de la Sala, y acorde con las
pruebas recaudadas en el proceso con radicado 23-001-31-
05-003-2017-00327.

SEGUNDO: NOTIFICAR a los interesados


telegráficamente o por cualquier otro medio expedito.

TERCERO: REMITIR el expediente a la Corte


Constitucional para su eventual revisión, si esta decisión no
fuere impugnada.

Cópiese, notifíquese, publíquese y cúmplase.

FERNANDO CASTILLO CADENA


Presidente de la Sala (E)

GERARDO BOTERO ZULUAGA

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

LUIS BENEDICTO HERRERA DÍAZ

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IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ

OMAR ÁNGEL MEJÍA AMADOR

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN

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