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El amor es ciego.

Cuenta una leyenda que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los
sentimientos y cualidades de los hombres.

El aburrimiento no paraba de bostezar. Y al tercer bostezo, la Locura, en un intento de


buscar algo divertido, les propuso:

– ¿Jugamos al escondite?

La Intriga arqueó mucho la ceja, y la Curiosidad, sin poder contenerse, preguntó: ¿Al
escondite? ¿Qué es eso? ¿Cómo se juega?

– Es muy sencillo- contestó la Locura– Yo me tapo los ojos y cuento despacio hasta mil.
Mientras, nosotros nos escondemos. Cuando termine de contar, empezaré a buscaros. Al
primero que encuentre, ocupará mi lugar, y tendrá que contar y buscar él.

El Entusiasmo se puso contentísimo de emoción y empezó a bailar acompañado de la


Euforia. 

La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda e incluso a la


Apatía (a la que por cierto, nunca le interesaba nada).

Pero no todos quisieron participar: la Verdad, la Soberbia y la Cobardía no quisieron


jugar.

– ¿Para qué me voy a esconder?- dijo la Verdad– Si aunque me vean nunca me


encuentran…

La Soberbia opinó que era un juego muy tonto, aunque en el fondo lo que le molestaba
era que la idea no se le hubiese ocurrido a ella. Y la Cobardía prefirió quedarse al margen
para no arriesgarse.

– Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez…- comenzó a contar la Locura.

La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre, se dejó caer detrás la primera
piedra que se encontró en el camino. La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la
sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del más alto
pino.

La Generosidad casi no consigue esconderse a tiempo, porque cada sitio que


encontraba, se lo cedía a alguno de sus amigos: que si un lago cristalino, ideal para la
Belleza…

… que el vuelo de la mariposa, lo mejor para la Voluptuosidad… una rendija de un árbol,


ideal para la Timidez; y una ráfaga del viento, magnífica para la Libertad.
El Egoísmo encontró un sitio muy bueno, ventilado y cómodo, pero sólo para él.

La Mentira se escondió en el fondo de los océanos; mientras que la Pasión y el Deseo se


ocultaron dentro de los volcanes. El Olvido… olvidó en seguida dónde se escondió, pero
eso no es lo importante.

La locura comienza a buscar al resto de emociones


Cuando la Locura llegó a mil, el Amor no había encontrado todavía un lugar donde
esconderse, pues todo estaba ya ocupado. Al final, en un rincón del jardín encontró un
rosal lleno de espinas, y como se pudo imaginar, nadie se había ocultado allí.

– ¡Y mil! – dijo la Locura, y comenzó a buscar.

A la primera que encontró fue a la Pereza (estaba al lado de una piedra). Después escuchó a
la Fe hablando acaloradamente con Dios en el cielo sobre teología. ¡Encontrada! Y a la
Pasión y el Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.

En un descuido encontró al Triunfo y, claro, pudo enseguida deducir dónde estaba la


Envidia.

Al Egoísmo no tuvo ni qué buscarlo, porque salió disparado de su escondite, que resultó ser
un nido de avispas.

La Locura, de tanto caminar, sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza, y con


la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada en una cerca sin decidir de qué
lado esconderse.

Así fue encontrando la Locura a todos. Al Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en
una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris… (¡mentira!, ella se ocultó en el fondo
del océano) y hasta al Olvido, que ya no se acordaba que estaban jugando al escondi

Pero al Amor, al Amor no lo pudo encontrar por ninguna parte. La Locura buscó
detrás de cada árbol, en cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas…, y cuando
estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal con bellas rosas rojas que lo
adornaban.

La Locura se acercó a él, y con poco cuidado comenzó a mover sus ramas pues por ser loca
no tenía miedo a las espinas. Cuando de pronto, un doloroso grito se escuchó: las espinas
habían herido los ojos del Amor. La Locura no sabía qué hacer para disculparse. Lloró,
imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra, el
AMOR es ciego y la LOCURA siempre lo acompaña.
También puedes escuchar esta leyenda de Por qué el amor es ciego con este reproductor de
podcast. Si lo prefieres, lo encontrarás en el canal de Tucuentofavorito.com de Ivoox y en
Spotify:

Qué emociones puedes trabajar con esta leyenda


Con esta leyenda de Por qué el amor es ciego trabajarás:

 Las características de diferentes emociones que determinan muchos de nuestros


actos: el amor, la locura, la pasión, la soberbia…
 Por qué Amor y locura suelen ir de la mano.

Reflexiones sobre la leyenda de Por qué el amor es


ciego
Esta leyenda o cuento corto, además de ser una curiosa explicación de Por qué el amor es
ciego, está repleto de bellas metáforas. Los personajes que participan del primer juego del
escondite de la Humanidad son emociones que nos acompañar y determinan muchos de
nuestros comportamientos:

 Todas las emociones que podemos experimentar: la idea de que todas las
emociones puedan convivir de forma armónica es maravillosa. Estas son algunas de
las que aparecen en la historia: aburrimiento, intriga, locura, curiosidad, entusiasmo,
euforia, alegría, duda, apatía, verdad, soberbia, cobardía, pereza, fe, envidia, triunfo,
generosidad, belleza, voluptuosidad, timidez, mentira, libertad, egoísmo, pasión,
deseo, olvido.

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