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EL ARTE DE COORDINAR

Fue un alemán, un tal Baumgarten quien definió la estética. Si bien la raíz del termino
viene del griego aistheetikós: sensible, de aisthánesthai: percibir, comprender. Fue
recién a mediados del dieciocho que se escuchó esa palabra.
Estética: Ciencia que trata de la belleza y de la teoría filosófica del arte.

Intentaré hacer un contrapunto entre algunos términos recién mencionados.


Arte – Coordinación – Estética – Ciencia – Belleza – Teoría – Filosofía.
Partiendo de la premisa de que:
Independientemente de lo que se coordine, la coordinación debe ser un hecho estético.

Si no nos negamos semejante privilegio, encuadramos a la coordinación dentro del


terreno del arte, y hacerlo reporta múltiples beneficios.
Aquello que necesitamos al encarar una coordinación:
Apertura – Tacto – Sensibilidad – Visión – Escucha – Percepción – Conocimiento –
Manejo del tiempo – Encuadre – Apuntalamiento – Sostén – Estimulo – Dinámica –
Ductilidad.
Son condiciones, todas, que requiere también un artista al encarar su obra.
No se trata solo de coincidencias, sino de Posicionamiento. Colocarse en un lugar
distinto para trabajar, reconocer la coordinación como un arte nos ubica en el territorio
de lo bello y lo siniestro; de lo expresivo y lo comunicacional.

Durante muchos años y aun hoy, las dinámicas y vericuetos de la coordinación se han
transmitido mayormente en ámbitos “psi”; unidades académicas; claustros estudiantiles;
divisiones científicas.
Todos estos sectores, en mayor o menor medida, no solo han legado esquemas y
estructuras de pensamiento a nuestra labor, sino que además han aportado el status
científico que el acto de coordinar conlleva.

Los saberes que estos espacios pueden darnos aun no se han agotado, pero ya es hora de
darle extensión a la otra pata en la que se apoya esta historia, no para dejarla enclenque
sino para afianzarla y permitir así que el tiempo haga entender que la
complementariedad arte/ciencia puede ser fecunda, pero además; que el paradigma en el
cual se enmarca la coordinación es el artístico.
Si esto se logra toda una serie de cambios ha de ocurrir, que los virajes epistemológicos
lleguen a buen puerto y no hagan agua en el mar de las polaridades y las miradas únicas
depende de nosotros.
Que los artistas no vean la ciencia como a un monstruo devorador de espontaneidades,
que los científicos no sientan lo artístico como lugar de excesos y herejías sin contenido.
Cuando logremos que lo previsible y lo imprevisible estrechen sus manos y caminen
juntos por el sendero del conocimiento, la transformación, la creación, la critica y los
develamientos entonces si, podremos sentirnos orgullosos y satisfechos.
Para que ese día llegue falta ceder espacio al arte, ojala al terminar este ensayo usted,
yo, ella, el, cualquiera, podamos debatir y razonar con argumentos mas sólidos y
convencernos de que coordinar es un arte de pies a cabeza.
Cada punto detallado a continuación merece amplitud y desarrollo, lo que esgrimo es
una ínfima parte, el objetivo es dar cuenta de la vasta cantidad de motivos que nos
respaldan a la hora de posibles enfrentamientos con los dogmas, en estos tiempos que
corren; de reposicionamiento-
Priorizar el proceso por sobre el producto nos habla de una formación integra donde
lo que se busca no son solo resultados, sino todo el recorrido necesario. Esto genera en
quien lo vivencia, la sapiencia necesaria para no conformarse con espejitos de colores.
Aun hoy se venden falsas ilusiones y hasta las palabras cambian el significado,
resultado se asocia a éxito cuando debiera ser a: consecuencia, efecto, corolario.

Repensar la asimetría no es negarla, es reafirmar esta desigualdad; es aseverar las


diferencias; es fortificar esta irregularidad… empecemos de nuevo.
Repensemos lo asimétrico, una cosa es el lugar del saber y otra son los tronos
inalcanzables. El lugar diferente que ocupa el coordinador permite su trabajo, pero esta
situación a veces confunde, engolosina a algunos y alimenta sus ansias de poder. Estos
débiles hombres y mujeres con mascaras de bondad paternalista tienen la triste suerte de
perderse el placer de embarrarse junto a sus coordinados.
Manejar una asimetría diferente requiere el doble de esfuerzo y menos alimento
enlatado para el ego. Correrse del lugar de autoridad es bajar a tierra y aquí la metáfora
es concreta, desde allá arriba se puede ver y trabajar lo aéreo; pero desde abajo se lo
hace sobre firme, se apuntalan las vivencias y se genera una solidez real, no ficticia. La
que tiene que ver con el grupo sintiendo la potencia de quien tiene el saber caminando a
la par y siendo en un mismo terreno.

Permitir, dar permiso, invitar a ser. Habilitar. Si los ejemplos siempre los da el
mismo, si se manipula constantemente el accionar para llegar a buen fin, si la lección se
torna parábola, estamos frente a un caso de pasaje efímero para el otro. Cuando se
alecciona constantemente se entra en una dinámica donde quien es coordinado pierde el
deseo de mostrar sus saberes, mientras quien coordina se erige como poseedor absoluto
de los contenidos a trabajar.
El artista de la coordinación trabaja con los emergentes y no teme quedar en evidencia
ante un mayor manejo del material por parte de un miembro del grupo, de hecho; eso es
de sumo provecho. Trabajar desde los saberes grupales, marcarlos, incluso aprender y
reformular el encuentro a partir de ellos, no solo instala el movimiento sino que además
genera la confianza necesaria para realmente apropiarse de los contenidos del/los
encuentros.
La habilitación debe ser formal desde la certificación, e informal en el minuto a minuto
del trabajo.

Compromiso. El artista de la coordinación ve cada encuentro como una obra de arte,


eso lo hace único. Como el pintor cuando arma la tela y prepara oleos, pinceles, como el
bailarín estirando en un salón espejado, como el ceramista al frotar sus manos y mirar la
arcilla, como… como todo artista al desplegar su universo creativo, así se planta el
coordinador frente a un espacio de creación que requerirá su esfuerzo y atención.
Su apertura y saberes al servicio de la cosa. No será músico, pintor, bailarín ni escultor
y será todo eso al mismo tiempo. El involucrarse tiene que ver con un rol activo y alerta,
un silencio o una mirada pueden ser pinceladas en el cuadro; un estar en el lugar
indicado puede ser cadencia de melodía.
Es estar metido de lleno y a la vez con energía para estar fuera. El artista coordinador
concluye un taller con los ojos bien abiertos, los pies bien firmes, la cabeza en mil lados
y sin haber robado un ápice de protagonismo a los “demás” participantes.
Tal vez sea este uno de los puntos más difíciles de esta labor. El estar absolutamente y
al mismo tiempo haber sido invisible. El ser bien visible y a la vez no estar en lo
absoluto. Para semejante estar/no estar hay que ser artista.
No se baja línea, se es la línea… y el punto, y el plano; el compromiso es estar por
completo y abocado a la reunión.
Es este uno de los quiebres mas fuerte para con las viejas doctrinas, no las contradicen,
las mejoran y potencian.
Para poder ser y no ser; estar y no estar, hay que haber vivenciado una y otra vez la
fusión con la disciplina.
Por ejemplo, el músico tras conocer técnicas y artilugios, sentir la vaciedad de un
escenario, luego de las histerias y aplausos… evoluciona. Lo hace si logra salir de la
arrogancia y lo perecedero convirtiéndose en música y cayendo en cuenta de que es,
tanto y nada mas como un hombre o una mujer por cuyo cuerpo y alma algo sublime se
despliega. Cualquier artista que llega a ser la disciplina que ejerce, ha traspasado las
líneas de lo superficial.
El coordinador es coordinación, es lugar de atravesamientos, y lo es en tanto su
involucración y compromiso sean acordes al noble acto que ejerce.

Sentir y Palpitar los Grupos. La fortaleza necesaria para ser artista/coordinador


requiere entrenamiento. Se siente al grupo por fuera y por dentro, se palpita el grupo y
se lo trabaja en otros grupos.
El coordinador debe ser coordinado, no solo supervisado, sino que tiene que estar del
otro lado, vivir eso regularmente, ser uno más en otro espacio. Bajar, reconocerse
aprendiente, escuchar, mirar y hacer desde el lugar de coordinado.
Sentir los grupos es estar abocado a ellos, es la convicción de que son la revolución y
las herramientas de lucha, resistencia y cambio.
Su trabajo inicia mucho antes, concluye mucho después.
El artista/coordinador siente un enorme placer al coordinar. Sabe que es el encuentro
con un espacio de disfrute, inherente a la actividad, mas allá de las situaciones que
puedan tal vez no ser felices, aunque haya dolor, aunque pase lo que pase… el
coordinador sabe que plantea un espacio donde su ser artista ha de encarar las
situaciones de una manera diferente. La estética esta a su servicio, si el lo sabe los
demás lo sienten, y sentir eso hace palpitar al grupo en sincronía.
Coordinar es algo hermoso y a la hora del encuentro el artista/coordinador esta abocado
ciento por ciento a la actividad.

Un recibir y entregar distintos, lo mejor que le puede pasar a un maestro es que un


discípulo lo supere, eso habla de la entrega absoluta de sensibilidades y conocimientos
que hubo en la sagrada relación enseñante/aprendiente.
Ser superado es un logro compartido, el buen maestro se regocija y se siente pleno
cuando un discípulo lo supera.
El coordinador debe aprender eso. Se es maestro en más de una oportunidad en los
grupos, los coordinados pueden capitalizar la forma de coordinar como una enseñanza.
Así como el buen artista entrega por completo en la manifestación de su arte, el
coordinador también debe hacerlo. No solo saberes, también información, bibliografía,
textos, otros trabajos, espacios de otros coordinadores.
Se debe hablar de otros, contemporáneos. Es cierto, Diógenes era bárbaro,
nombrémoslo, pero murió hace 2332 años.
Citemos a nuestros pares, a los que trabajan lo mismo, nutramos al grupo de
información.
Aquellos que guardan, archivan y no comparten tienen miedo; un temor ilógico, un
egoísmo inexplicable y básicamente no entienden que el caudal de recepción es
proporcional al de entrega.
La satisfacción que produce saber a un otrora coordinado coordinando bien y con pasión
es inexplicable.
Parte de la responsabilidad es del coordinado, entender que tipo de coordinador tiene en
frente es fundamental, a partir de eso uno decide si el espacio que afronte será un
pasatiempo, algo lindo, entretenido, agradable, o bien; algo para siempre, algo que
queda en la memoria y será matriz desde la cual surjan actividades futuras.

Dejar de lado certezas, ser crítico. Trabajar con los emergentes es enfrentarse a lo
espontáneo, estar abierto a nuevas formas e incluso reformular los contenidos. El
conocimiento transforma, hace claro lo oscuro, devela situaciones, ser crítico es la base
para que eso suceda, hay que propiciar esos tres puntos entrelazados: crítica,
conocimiento y transformación.

Trabajar desde una ideología pero propiciar siempre la libertad de pensamiento. El


grupal puede ser un espacio de imposición ideológica, y metodológica. Puede ser lugar
de reclutamiento, confinamiento y sometimiento.
La dinámica de nuestra labor es propicia para toda esta serie de barbaridades. El
coordinador es; además de eso, otra cosa: psicólogo, medico, pintor, cocinero, ama de
casa, albañil, alfarero, científico, coleccionista de huesos, trapecista, tomamatista. No
debe negar lo que es, pero cuando coordina es coordinador, su labor en ese momento es
esa. La coordinación puede usarse como lugar de reclutamiento, dejando así de lado lo
concerniente al encuentro. Es cierto, la identidad del coordinador es su cotidiano
también, puede contarlo, incluso iniciar un taller desde ese otro lugar que ocupa, nadie
dice que niegue lo que es… pero si de repente aquella otra labor que ejerce gana espacio
en el encuentro y corre de a poco los contenidos, estamos frente a un caso de mala-
praxis, lo iatrogénico en los grupos puede ser algo simple y complejo a la vez. Siempre
somos modelos de coordinación, no importa que el otro comparta o no con nosotros
nuestras formas, somos modelos igual.
Es bueno usar nuestro cotidiano laboral al servicio de la coordinación.
Es mala y poco ética una coordinación al servicio de nuestro cotidiano laboral si esto
implica quitar tiempo de la actividad en pos de una sesión propagandista.
En definitiva, uno busca con quien trabajar. Volvemos aquí a la responsabilidad
compartida, el coordinado debe darse cuenta de por quien esta siendo coordinado.
El coordinador elige con quien trabajar. El artista/coordinador elige hacerlo con
personas, con libertad, con pensamiento.

Ritmo y Tiempo. La consecución, el hilado, la sucesión; palabras que adquieren


potencia al pensarlas desde el arte.
Lo temporal y lo atemporal están presentes en el ruedo, entrar y salir de la gama de
relaciones posibles entre estos estados requiere plasticidad y entrenamiento. El ser
artista alimenta de materiales abocados al hacer concreto lo abstracto, miles de años
están al servicio del coordinador, siglos de pensamiento sobre lo impalpable y lo
intangible.
El artista al expresarse es memoria y actualidad en simultaneo, el coordinador que
entiende esto ahorra energía, discurso y tiempo.

Metáfora. Es bueno usarla, y… serla.


El uso constante de discursos paralelos, palabras propias de otras disciplinas,
explicaciones con ejemplos de otras áreas que necesitan ser transcodificadas. Enriquece,
claro que si. Pero mucho mas lo hace el ser parte de esos discursos.
Podemos ejemplificar con plasticidad, apertura, ritmo, movimiento, color, textura,
ilusión. Estas pueden ser solo palabras o bien, pueden ser conceptos, herramientas
dialécticas que nos perteneces al estar posicionados en el terreno del arte. En ese sentido
el artista/coordinador no necesita traducir porque es, evita hacer una constante
adaptación lingüística. Los lenguajes que posee le permiten metaforizar directamente.
La otra forma es metaforizar desde la metáfora a la metáfora metaforizada… ufff, con
tanto trabajo la idea ya se disolvió, el taller ya anda por otros lados, no seamos ancla
cuando podemos ser nado.

Ritual. Explicar lo que la cosmovisión “x” implica, es hablar de fuego, circulo,


pinturas, danzas, sonidos y cuerpos. La ciencia no alcanza, la teoría y la palabra
balbucean con esfuerzo pero la cosa se entiende cuando lo concreto del no-verbal entra
en juego.
El artista no va a levantar el parquet del salón alquilado prendiendo fuego para mostrar
ni va a alentar a una falsa tribu a pintarse la cara y saltar como monos. Si, va a trasmitir
desde un sentir adaptado a las circunstancias con formas de movimiento que se
inscriben en la memoria ancestral del cuerpo, propiciará un baño sonoro con sonidos
regresivo-genéticos y entonces si, habrá un fuego imaginario pero real en el centro y
una tribu saltando, tal vez sin siquiera la necesidad de hacer movimientos.

Acción y Palabra. Que la segunda es sustituta de lo primera es cierto. Que ambas dos
deban estar, también. El artista/coordinador debe aceptar el desafío de ser acción en la
palabra, no solo frente al grupo sino también en solitario.
Hay que escribir, hacer teoría, involucrarse en el compromiso de readaptar y
reconceptualizar el marco teórico/practico. Acción y palabra deben ser
complementarios, se potencian, se necesitan. La palabra puede ser acción, la acción
puede ser palabra. Basta ya de contraponerlas, filosofemos sobre las virtudes de la
fusión y así entenderemos mejor las diferencias.
Repensemos las palabras, quitemos la basura que hay encima de ellas. Discriminar no es
malo, el matiz negativo del término tiene que ver con nuestra historia terrible. Si no lo
hacemos, corremos el riesgo de contradecirnos a cada paso que demos. El
artista/coordinador puede trabajar con la pureza de la acción y la palabra porque la filo y
ontogenia lo avalan para hacerlo.
Es a partir del arte que nacen las cosas, entre ellas la ciencia. El impulso fatalista que las
sociedades dominadas imprimen a las cosas hace que los templos donde reposan una y
otra sean tan dispares. El artista/coordinador va a trabajar para lo que esta adentro, para
el contenido, para lo profundo.
Ya hemos visto y seguimos viendo lo que las labores superficiales hacen con la acción y
la palabra.

Las reglas. El artista/coordinador entiende el deseo de romper las reglas porque el


mismo lo ha sentido. Es este otro equilibro difícil al que lo someten las acrobacias de
una coordinación jugada.
Será regulador de las rupturas recomponiendo furcios a veces y reencauzando en la
actividad al grupo, otras. Debe reconocer quienes toleraran el trabajar al límite del
acting.
Así como el traspasar algunos límites puede ser tolerado, el blanquear situaciones es un
deber para con todos. Se denuncia, renuncia y enuncia llegado el caso. Si el grupo es de
formación, el rigor y la excelencia de los contenidos debe ser implacable.

Los contenidos. El artista/coordinador se reconoce en lo edificante, si los saberes y


materiales a trabajar son una estructura, el debe haber pasado por cada una de las etapas
pertinentes. Ha de ser pala, ladrillo, plano y gotera si hace falta. No solo debe entender
sino también, estar entrenado, la práctica de los contenidos regularmente por parte del
coordinador es esencial. Esta fusión intelecto/acción es vital en la labor.

Caos, divague. Es necesario, es torbellino del que saldrá un producto determinado, sea
cual fuera este, el transitar el caos lo hace valioso, habla de desafío y de una instancia de
incertidumbre y desazón.
Lograr algo de esa manera hace al ser creador. Sostener al grupo en el caos y sostenerse
en lo caótico como coordinador nos habla de un grupo cuya fortaleza hace que no ceda
ante las exigencias de la creatividad.

Hasta aquí algunos esbozos, suficientes a mi manera de ver para replantearnos donde
estamos parados. Lo bueno de esto, es que queda tanto por hacer que realmente
podemos ser participes y constructores. Podemos salir del lugar de pasividad en el que
los dogmas nos han dejado. Podemos, si queremos, aportar conocimientos. Ser
hacedores de la historia en vez de intérpretes sumisos de la misma. Podemos, si
queremos, nos preparamos, nos entrenamos, nos dedicamos, nos entregamos y nos lo
permitimos ser Artistas de la Coordinación.-

Julián Presas.-

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