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NUEVA GRANADA,
flobre el Tratado do Amistad i límites de esta B.epublica
CON EL
BOGO'!'A .
I.
u.
Pasando ahora a la America española puest<l que la cuestion es de
c.onti1tente n continente, Jo primero que tenemos que alPgar en nuestro
favor es lo absurdo del sistema colonial de Madrid. A poblar nuestro
territorio no viniero11 t1obles ni caballeros, perseguidos políticos ni reli-
jiosos: vino la hez de las poblaciones peninsulares, desertores del ejér-
cito i galeotes, cuyos jefes no sabían leet· ni escribir, i que no venían
buscando un r;~ujio contra d de~potismo i la persecucion relijiosa, sino
buscando oro 1 mas oro para satlsfac('r sus brutales instintos.
No fueron, pues, cuácaros los que vinieron donde nosotros: fueron
súbditos de Isabel i Ferna.ndo, con todos sus humos inquisitoriales, con
su roja eruz de intolerancta al pecho, i con la estolidez consiguiente a
utt pueblo sin mision i sin fe.
Trescientos años duró su terrible dominacion ¡ en esos trescientos
años ni un librQ ni un periódico para la América!' ¡ en esos trescient'Os
años siempre el fr·aile a la cabeza del movimiento social! siempre ha-
blandose de a~cab.alas i q~tintos 7'ea~es! i. siempre ajenos nuestros pueblos
a toda comun1cacwn con el estranJ-ero, Ignorando la marcha del mundo,
los derechos del hombre, los nvanzes de la ci,·ilizacion!
Qué diferen.cia, P';les, P.ntre el punto de partida social de Jo¡¡ señores
del destino manifiesto, 1 nosotros !
Sin embargo, nosotros, que partimos del corazon mismo del despotis·
mo español, nosotros, que no empezamos a saber lo que era el mundo
sino hasta despues de Car&bob(}, Boyacá i Junio tuvimos una Indep<'n-
dencia mas gloriosa que los Estados U nidos ¡'di a vendni en que las
e~cenas ho.méri~as de nuestra gr~n Guerra se ~chaquen a cantos homé-
rtcos tamb1en, 1 no se crea en R1caurte m en Masa oomo hoi no se cree
en Cursio ni en Ayax ! '
Por su Washington, nosotros tenemos a Bolívar a Han Martín, a
Sucre, i, ántes de ellos, a l\lirandu í N ariño. A sus e;tadistas nosotros
oponemos a Santander! Várgas, Rocafuerte, pues repetimos que esta es
enteramente una cuestton. contmental.
P{')r su Franklin nosotros tenernos a Cáldas.
Nuestros padres pelearon desde las bocas del Magdalena, en el At-
lá•tico, hasta las orillas d~l Plata, desde Cuma 11 á hasta las riberas del
Inca. Pero basta: nosotros no disputamos por laureles de guerra.
IIJ.
Hemos podido ser mas esplicitos, p~;>t'o no hemos querido
Vamos a concluir.
UN AMERICANO.
U·
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©Biblioteca Nacional de Colombia
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tratados preexistentes. Si no fuera así, i si el uti po,sidetis hub1e.se
de referirse a tratados o a derechos anteriores, seria un principio inútil
i de ningun efecto; puesto que n?s dejaría siempre en la ~ecesidad de
discutir 1 examinar los tratados 1 derechos a que se refinera: no seria
un principio conveniente; porque nada adelantariamos con él para d~ci
dir cuestiones añt!jas í que nunca se han podido zanjar. por los tratados
anteriores; pues siempre han discordado las partes en su interpretaeion.
Si el uti possidetis, o sea la posesion de hecho, de 1810, está de acurrdo
con Jos tratados, pueden estos servir para facilitar la descripcion de la
línea; pero si no lo está, debe prevalecer el uti possidetis contra los
tratados.
N o juzgamos necesario detenernos mas en este asunto: apelamos a
la dccision de personas competentes. ( •)
Por el dogma americano de la soberania del pueblo, se entiende
que los habitantes de un territorio tienen el derecho ue elejir su sobe-
rano. En la cuestion que nos ocupa, el principal punto de territorio, a
que aplicamos este principio, es el contiguo a la provincia de May_nas:
este es el único que por el tratado de 1777 debiera haber sido ced1do a
la España en compensacion de otros que el Portugal deberia recuperar,
i que por el de 1853 continúa a pertenecer al Brasil; porque en cuanto
a las fronteras de Yapurá i del Negro el tratado de 1853 es mucho mas
favorable a la Nueva Granada que las pretensiones siempre sostenidas
por Portugal, como emanadas del tratado de 1777, i presentadas por el
P~cnipotenc~ario brasileño et~ la presente negociacion. I bien : ese te-
rntor'.o cont1guo a .M:aynas1 Ja'mas perteneció a ]a España,- está ocu-
p.ado 1 po.blado por des~en~1entes de portugueses ha mas de cien años :
s~ fué ced1do, no ~e venficó.su entrega, porque Jos españoles no han .que-
rido demarcar m entregar otros territorios quo en virtud del m1smo
tratado debían haberse restituido a Portugal. En 1822 pertenecía de
h~cho i de derecho; como en 1810, en 1801 en 1750 i en 1777: ha-
biCu~o declarado sus habitantes que formab~n parte del Imperio del
Bras1l.
Obligarlos,- a ellos, que jamas fueron súbditos de España desde el
1640.i .que solo podrian llegarlo a ser en virtud de un tratado ~uyns
co_nd~ci_ones no han sido satisfechas por la España,- es contranar el
pnnc1p10 de la soberanía popular, es declararlos siervos de la gleba.
. " L?s .Est~dos Hispano-americanos, interesados en conserva~ sus
JUstos hmJtes t soberanía territorial i en alejar en cuanto fuese pos1ble,
~o do. m~tivo d~ ulterior dt:savenen~ia en mat~ria tan sujeta a disputas
e difícil soluc10n, adoptaron con este objeto i han consagrado constan-
t~m~nte ~n su~ re~pectivas constituciones i tratados públicos, el ~ri~ci
P10 el uh P 0881 det~s de 1810, época jencral de su emancipaclon; 1 Cler·
('") Habiendo consultado . · · d A 'r'
sobre la esacta definieiond 1 n~sotro_s n. uno de los prm1croe ~u~hctstas e me tea
n.-~"El t · ·d · f e Utt J>ossuletts, nos ha contestado dtctendo: .
uv- u.lJIOB81. etl!, rase tom¡¡.da del derecho romano no es mas que la poseston
"atm:al, real1 efecuva de alguna coso con e 1 , 1 ' · t'tulo alguno · i no lo
que uene derecho a po.seerse, i no se' osee."ua qu¡er lituo, o sm 1 '
En el caeo en cuestton pues elut P 'd · - ¡p 1 ·
real¡ efectivamente en Nn' · ' á . ?'o!at ctta es lo que Espann o e . ~rtu¡¡a pose1an
tuvieran derecho a poseer ie~~c;os~ta a epoca de 18_10, con título o sm el; 1 no lo que
II 6 d ·d 1 bli · · y eran por cualqutera razon
com 0 f:~:Ji1a1 0 ~ \,Pu ub C?Jsta Citado el permiso de publicar.su nombre, i, tan luego
la 51
par¡¡ que ganetrio~ cJ:: j~~~remos, pues estamos eeguros de que tae nombre basta solo
(S) Los argumentos que alegan los brasileños para sostener la in-
nlidacion de derecho del tratado de 1777 subsisten en su :rigor. En
J 801 rompió una guerra entre ambos Estados, la cual prouujo en Amé-
Jica movimientos qu alteraron lo dispuesto en el tratado lle 1777 so-
l>re limites. Los portugueses en virtud del derecño de bciíjcrantes ccn-
quistaron las mísiones del UruguaY:,- que cedidas a España en 17771
estaban ya en su poder:- guarneclCron los fuertes de Albuquerq u e,
Coimbra, Priocipe, Tabatinga, &a . . i los sostuvieron contra el poder de
España. Concluido en Badajoz el tratado de paz que di& cima a esta
guerra, S(;} trató úmpliamente de la devolucion de conquistas hechas i por
hacer de parte de España, i nnda se dijo sobre conquistas hechas por-
Porlugal. Segun un princípio mui corriente en el Derecho de jentes.-
J3ello, pájina 263,- el ttli possitletis se entiende tácitamente en too.lt>
aquello que no abrazan las estipulaciones cspresas, i como las del tra-
tado de Badajoz U(} han mentado la restitucion de lo adquirido durante
la guerra, concluimos J6jicamente que respecto de lo que retuvo el Bra-
sil debia prevalecer el uti possir!etis.
Ademas, Jo que contrarío. las leyes fundamentales de u~ país, no
puede existir ·n el como derecho. Si el tratado de 1777 hub!CSC de ser
ll.evado a cabo,- dando, de barato que fuese. ~la ro e inteliji~le,- ~e ~e
rtan los Estados de Am •rica en la dura posicton de rest1tmr terrttortos
declarados por sus leyes fundamentales como parte integrante del Es-
tado: es imposible querer exijir tamaíla cosa de nadie .
(18) Los Tratados de 1750 i 1777, no hablan de límites P,OT las ori-
llas del Márañon, Yapurá i Negro; pero si que hablan de límites por las
márjenes del Jlllarañon i Yapurá, i hasta un punto de este que cubra los
establecimientos i comuuicacion de los portugueses del año de 1750.
Nadie ha dicho que los limites del Tratado de 1853, eran conformes
con los <le Humboldt: la línea propuesta por el Plenipotepciario brasi-
leño estaba, sí, conforme con la de Humboldt ; pues seguia de Tabatin-
ga, ácia el norte, hasta la boca del Apapóris, despues por el Yapurá al
río de los Engañes, i luego por una curva a la piedra del Cucui, cu-
briendo, como se estipulaba en el Tratado de 1777, los establecimientos
portugueses del Yapurá i Rio Negro, i la comunicacion pq_r el Vaupés,
pasando por las balizas o señales naturales de rios i vertientes, como es-
tipulaba igualmente el mismo Tratado.
La linea de 1853,-línea de transaccion,-se ha separado de esta enfa-
vo! el~ la Nueva .Granada: porque priV:~ al Brasil del triángulo del Te-
rr1t0r1o que medm entre el salto de U na, o rio de Jos Engaños, la boca
del Apapóris i las cabeceras del Vaupés
. Suplicamos a lasyerson~s ~mparciales que no se fijen en la incinua-
cwn de que los Plempo~cn~1arto~ de 1853, no han podido probar lo que
han alegado soLre la comc1denc1a de la línea de Humboldt. Tómese el
mapa del baron, i sígase sobre él la frontera de 1853 i se verá que la
línea propuesta por el Plenipotenciario brasileño pas~ por donde Hum-
boldt trazó los límites. Hemos menester <le toda la circunspeccion de
un escritor para contestar sin acrimonia a una insinuacion tan injusta.
"Entre estos dos estremos, entre la opinion del baron de Hum-
boldt,-suponiéndola acorde con los límites del Tratado de l 81>3,-i los
Trat~dos Hispano-portugueses, fuente del uti posticletis de 1810, no hai
~érmmo medio posible . .b:s preciso oblar entre ellos, es indispensable, o
abandonar a Humboldt como inexacto i de ménos autoridad que los Tra-
thdos, 0 desechar los Tratados i presentar documentos auténticos, he-
e 08 de autoridad lejílima, pruebas, en fin, equivalentes, que demues-
tren la exactitud de la opinion de Humboldt." ( 19)
(l9) No hai estremos entre los límites de Humboldt i los del Tra-
tado de 1777, son -en lo tocante a la frontera o-ranadina propiamente di-
cha,-lo~ m.ismos, ¡'en cuanto a la peruana de Mayna.s? conformes con el
consenh_mlento ele )a Corte Je España, que permitió que el Portugal
suspendiese la entrega de los territorios cediilos, ~asta que.n? se termi-
nase la demarcacion, para asegur~r por ~ste medw la efechv1da~ de las
tnútuas compensaciones que hab1an temdo presentes los negoc1adort>s
del Tratado de 1777 cuando trazaron la línea.
d "i Tienen 0 no Úe~en ~alidez los lí~ites estipulados en Jos Trata-
08
} de 1750 i 1777? 81 la henen i a que se reduce el saber, los datos
os conocimientos de Humboldt? Si no la tienen ¿cuál es el hecho d~
~~ en~al del Yapurá o Cnquct á, formada por un caño, o sea .una rama
~~ 1ntsmo rio, denominada en algunos mapas "Avatip orana." Desde
l
~ continúa la frontera subiendo arriba de dicha boca mas occdide ntal
que
e Yapurá o Caquetá , i por en medio de este rio, hasta el punto en
sueden. quedar cubierto s los establec imiento s portugu eses de las orillas
de los tios Yapurá i Negro, así como tambien la comunicacion o
can~l
e que estos se servían en 1750: bien entendid o que no debia perjudl-
n-
c~rs~ en nada a las posesiones españolas, ni a sus respecti vas pertene
Cias 1 comuni cacione s."
"Señala do este punto, el mismo artículo 12 se detiene prohibiendo
ríos,
~los españoles el bajar o excder de la línea indicada entre dichos
1 a los portu.,.ueses subir arriba de ella, o trasport arla por aquellos u
otros rios qu; en ellos se introduc en. Con este fin previen e el artículo
las
que los Comisarios nombrados para ejecutar lo, señalen por frontera
i Jos rios que se juntan con el Yapurá iN egro i se aproxim en
lagunas
luego, apartán dola de los rios la ha~>'an
tnas al rumbo del Norte; i que
seguir por la cumbre de los montes que median entre el Orinoco
1
f el
cuanto mas fuese posible ácia el Norte ). ·
Arnazónas, dirijiéndola
.,asta
donde se estendia el dominio de una i otra monarq uía, sin ate.t>-' '
co mas o ménos del terreno que quedase a una u a otfa (' --ter al po-
que se fijasen los límites de una manera indeleb le.'' _,orona, con tal
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©Biblioteca Nacional de Colombia
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"Esta demarcacion, aparentemente enmarañada i confusa, parece-
rá ménos obscura, si echando una mirada al mapa se tiene en cuenta el
contexto liberal de otros artículos de los Tratados de 1750 i 1777."
"En los artículos 8. 0 i 9. 0 del primero de estos Tratados, se dispone
que la línea divisoria,-despues de haber tocado en la márjen oriental del
rio Yavarí, que entra en el Maraiíon por su ribera austral:-" baje por
"las nguas del Yavarí hasta donde desemboca ~n el Marañrm o Ama-
" zónas; siga aguas abajo de este rio hasta la boca mas occidental del
"Yapurá, o Caquetrí,-que desagua en él por la márjen setentrional;
" continúe por en medio del rio Yapurá i por los demas ríos que se le
"junten i se acerquen mas al rumbo del Norte, hasta encontrar lo alto
"de la cordillera de montes que median entre el rio Orinoco i de Ma-
" raiíon o de las Amazónas; i siga por la cumbre de estos montes al
"OriE>nte, hasta donde so e~tiend e el dominio de una i otra monarquia."
"Fipda así la frontRra entre el JJrasil i la Nueva Granada, el artí-
culo 14 del mismo Tratado de 1750 declara esprrsamente: "que S. M.
"Fidrlísima cedía para siempre u la Corona de España todo lo que por
"pa•·te del Portugal se hallase ocupado, o que ¡Jor cualquier título o
"derecho pwliera pPrlenecede, e u cualquiera parto de todo el terreno
"que corre desde la boca occítlcnlal del río Yapnrá, o Caquetá, i que-
" da rn el medio entre el mismo rio i el Marañon o Amazónas; i toda la
"navcgacion del rio Iza o Potumnyo, i todo lo que se sigue desde este
"último rio al occidentr, con el pueblo de San Cristóbal i otro cualc¡uic-
" raque por parte de Portugal se hubiera fundado en aquel espacio de
"tierra.
"Luego vino el Tratado de 1777, i, como ya se ha visto, despues
de fijar en el artículo 12 esta parte do la linea fronteriza, con una peque-
ITa rectificacion ''crlml, en los m1smos t6rminos c¡uc el Tratado de 1750
la estableció; asienta en srguida, en el artículo 20, varias estipulacio-
nes de las cuales resulta entro ollas cosas: "que S. M. Fidelísima por
"sí, í a nombre de sus herrdcros i sucesores, ceuía i traspasaba a S. M.
"Católica todo el derecho i poscsion que la Corona de Portugal pudiera
"tener o nlrgar, sobre cualesquiera terret.ws o navegaciones ue rios que,
"por la linea divisoria s<:ñalada en el rrusmo Tratado, qul'dan a favor
"de In Corona de Espurra, como, por ejemplo, lo que esta Corona se
"reservaba en la banua del rio Maraiion comprendida desde el punto en
((que el Yavarí dc~emhoca en él, i en que el dicho Marañon divide las
(( po~csiones de las dos Coronas, hasta la boca mas occidental de Yapurá
ao Caquetá ." (21)
(21) Pedimos con las mayores veras que se tengan bien presentes
las palabras de estos Tratados, para compararlas con la aplicacion que
se hace de ellos mas adelante.
Nótcnse con especialidad las palabras del artículo 12 del Tratado de
1777: "continuará la frontera subiendo aguas arriba de dicha ?~ca mas
"occidental del Yapur:í 1 POR ENManTo nJ<: ESTE nro" ~; condiCJOn c¡ue
la línea reclamada por el informe no llena. Las palabras que S. ll!f. F.
ce..I¿a a España todo lo que por parte del Portugal se hallase ocupado, o
710r cuai~uicm tí,tuln o derecho pudiera pertenecerlc, pr1Leb~n que el Trata·
de 1777 no !:!1 sido una ro11_/irmacion :;ino una modificctc10n de derecho;;
preexistente¡¡.
de una vasta porcJOn de territorio desde las márjenrs del Marañon hasta
las. del_Gu~inía o ~{io Negro, no fija claramente los límites del que se nos
~eJa, n_t ev1ta mot1~os de posteriores disputas con el Brasil, sino que
om~•ca_las c.uesllones que tPnrmos pendientes con otros estallos; no
cst~anare1s, Ctudadanos Senadores que la Comision de Relaciones Es-
tel'lores, que os informa, se abstcn<r~
0
de recomendar a vuestra aprobacion
aquel Tratado."
"Hai, sincmbnrgo, otra consideracion bien qu de distinto órden, que
os pone en la imposibilidad moral de ap;obarlo." (30)
de 1Terminerno
N . es el que desatiende los ver d aueros
s. ¿Q u•én
.1 • t
m ereses
info a ~e va Granada? N o lo es por cierto el Tratado de 1853, sino el
i:Ce e la comision.
laeion °~ pu~de verse en la Esposicion que el señor Secretario de Re-
corrí e:3
s:er•~res presentó al Congreso en sus primeras sesiones del
Brasiln ano, 1 en 1~ nota del honorable señor Lisboa, Ministr_o del
' atada en Pam a 27 de setiembre próximo pasado ; el Gob1erno
que*1Esta e.sp¡·tcacJon · clara del sabio Humboldt deshace una de ¡as ob"¡eclOnes · con
es, c~~~~o~tct'.'~. en Cai4co.s prctcndi6 atacar cltr~tado de límites con yenczucla, esto
l'or !u . rudJ.cton dc!ttempo de Jos demarcadores segun la cual debena pasa.r la. raya
Cárlose~~~~oxtal, En aquel. tiempo se creía que,' segun Clavero, la eqmnoxtali f?un
la Jlosc~iou la I~I Mlllt~ cosa; 1, como "!l, sabia que Iturriaga ¡los demarcndore.s s~stcman
1~ eq 11 inoxi de ~an C.~rlos, se pretend 10 que eso eqmvnhu a reclamar e_l ter~llono hasta
lunite 1 n\. 1 e.ro nt el tratado de 1m ni documento nl_guno mcncton6 ¡amas como
estardeb e~ u'toxtal, de la cunl sabemos' que so hnuló incúlentalmcnte, po~ Sllponc rse
'Jl
Poscsian 0 ) o:: ella el fuerte de Sll;n Cárlos. Este fuerte es el verdadero !mute segun 1\'-
Clavero 0 os cspanole~, cualqmera que sea su latitud o fu que erradamente calculo
• a que Humboldt rectificó des pues. '