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AL

INFORME DE LA COMISION DEL SENADO


DE

NUEVA GRANADA,
flobre el Tratado do Amistad i límites de esta B.epublica

CON EL

BOGO'!'A .

IHrREN LA lJ¡; OVAt.LES I COJilPA~I,\

©Biblioteca Nacional de Colombia


DESTINO MANIFIESTO- AREA DE LIBERTAD- RAZAS.

I.

Que los pueblos se Je,·antasen sobre los pueblos en el mundo anti-


guo, i apelando a la bárbara leí de Ja conquista borrasen su lengua, su
relijion i su raza del mapa de la vida, es un hecho que, sin dejar de ser
escandaloso, alcanza a esplicarse por el atraso i el error Jo las primitivas
edades· pero lwi, hoi cuantlo el hombre nos' educa para la guerra sino
para la' paz, cuando los Napoleones i los Mahomas han puesto fin al
caudillaje de la gloria i del fanatismo, volver a levanta r la voz para
hablar de usurpaciones Je territorio, Jo escelencia de idioma i de raza,
apoyandose en vanas prete nsiones ele ~estino ma1lijlnsto, en ensanc~es
irnAjinarios de áreas de libertad, no es nt pu ede se r sino una abenacJOn
trist(sima de orgullo nacional, de consecuencias ridículas a la par que
fatales.
Tomemos la cuestion desde atras.
Cierto qu e ningun país antiguo ni moderno ha realizado los prodi·
jios de civilizacion que, en el espacio de tres cuartos de siglo, han reali-
zado los Estados Unidos j cómo pretender negarlo ni para qué? Pero
cierto lambi en que ningnn país antiguo ni moder~o se ba encontrado
jamas en circunstancias mejores ni mas felict>s. Descubierto el Kuevo
Mundo, los hombres que pasan a su parte bort"al no son los mercena-
rios ni los bandidos: son los nobles que solicitan i ob ti enen de la cora-
na ele Inglaterra e l permiso de fundat· establecimientos coloniales: son
los caballeros r¡ue, pt>rseguidos relijiosa i políticamente, van a buscar
entre las selvas i los torrentes de la Amériea libre un santuario de paz
para s~s creencias, un campo fecundo para sus granos de progreso, un
porvenir mejor para sus hijos.
. Br~tada así la colonia del fondo mi~mo de la ventura, siempre cre-
Cien.te • próspera por el cuitlado paternal de sus sabios fundadores, puede
?ec•r.se. que no ltl faltaba mas que su separacion de la metrópoli para
•nscnbtr su nombre en la lista de las primeras potencias del orbe. No
!e faltaba ·~as? i una contribucion estemporánea sobre el papel sP.llado
1
sob.1:e el te VJC~en a abrirle las puertas doradas de la libertatl. Bó:~on
~e ajtta, brama 1 se levanta como la fiera herida: Francia, la heroica
1 po?e~·osa Francia, recut>rda que tiene que vengar su despojo del Ca-
nada, 1 se ~presura a ausiliar In indepenrlencia de las colonias inglesas
con el ~nvto de dinem, tropas i marina; Lafayette mismo ofrece su
f:n5re. 1 s~s talentos a la causa naciente; España, Suecia, Rusia, I-lo-
A~.a 1 Dmamarca, se apresuran a reconocer a los nuevos EstadJs;
IOn se azota en su orgullo i su zelo, se concita ¡ marcha al combate,
f 0
vé el. pelig~·o, i se lanza en él. Empero, la justicia está ele parte de
as ~J 10 .mas, D10s las ampara, i el 23 de setiembre de 1783 queda reco-
noc¡ a 1 sellada la independencia de la U nion .

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Hasta aquí no ha habido nada de destino manifiesto, nada de sob-rena-
tural, aunque sí mucho de feliz.
lnvirliendo ahora el 6rden en nuestras observaciones, vamos a redu-
t:ir a dos, principalmente, las causas del atlelanto asombroso de Jos
Estados Unidos.
1.• Escelencia de su sistema colonial.
2.• Acrecentamiento de poblacion.
Respecto de In causa primera, nada nos queda que observar; pase-
mos, pues, n la segunda.
La poblacion tle la gran República no alcanzaba en 1800 a siete
millones de habitantes; i hoi, al cabo de 57 años, pasa ¡le treinta;
treinta millones esparcidos en un tenitopio igual a dos terceras partes
lle Europa, puesto que tiene mil leguas de largo sobre quinieuta¡¡ de
ancho 1
Sinernbargo estos treinta millones no ~on todos norteamericanos: la
cifra inmigrante sube anua.lmcnle Pn los Estados Unidos a millones
enteros, i, segun Jos datos de una estadíRlica rigorosa, t>n 1840 t>l elemento
estrm!jero represPntaba ya un 35 por ciento en la reproduccion no mas.
Ahora, si a este 35 por cien lo de reproduccion en el elemento estran-
jero, ngr<'gamos l 5 por r.iento (por lo ménos) en la inmigracion anual,
tendremos que rebajar quinre millones en la poblacioD total, aplicables
a causas estrnñas. Nos qu daremos, pues, CI)D otros quince por Elesarro·
Jlo natural; lo que no es mucho, uno. vez que 60 años bastan en cual·
quier parle de la tierra para que se dupliq111e la poblacion: en el Ecua-
dor mismo sucede así.
Nada hai ar¡uí, pues, de destino manifiesta.
Respecto del acrecentamiento de la poblacion, lisonjero tal vez para
los que no ven el fondo de las cosa11, léjos de ser para nosotro~ una
fuente de progreso, es una fuente de ruina, puesto que el elemento t&tran-
iero, i no otro, rnas tarde o mas temprano, i ora por este o por el otro
camino, conducirá a la muerte a la orgullosa Union.
1 esto, porque a Psas H.epúblicas babilónicas que el torbellino del
comercio levanta un dia i por un dia en torno dP una mina, a orillas de
un lago. en el corazon de una floresta, les falta la fuerza moral de la
unidad' social, les falta el amor dulce del oríjen comun, les faltnn lo•
instintos de la ra7.a comun; i sin esa unidad, sin ese amor, sin esos ins-
instintos, no hai país, no hai nacionalidad, i solo si congregaciones
pasaJeras de avt's errantes, que mañana llevarán su vuelo a otras rejio-
nes en busca ele otra mies i de clima mejor. Módanos delezMbles pron-
tos a desaparecer al primer soplo del destino •••• torre tic combustiblt>s
dispuesta a arder al primer grito de otlio, n la primera provocacion de
guerra.
IIe ahí como se esplica en lnll Estados Unidos esa terrible di~isíon d~
Estados del Sur i tle Estados del Norte, esas dos falanjes de libertad 1
de esclavitud, de luz i tinieblas, que luchan siempre por absorberse, que
se desangran por -prevalecer la una respecto de la otra. . .
El ingles emigrante no puede ménos de traer a la patrta de ~a»hmg­
ton lodo su respeto por la noiJleza de su país, toda su proverbial adora7
cion por la hembra coronada que la lei del hombre, vencedor~ de la lea
de la razon, ba pu<>slo al frente de los destinos de su pueblo, 1 todo ese
sartal de ¡m!ocupaciones monárquicas que hacen la base del poder eD

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IUS r.sLados de Europa. El alemnn no viene a las costas de Nueva
Inglaterra limpio de entendimiento i de cora~on, i dispuesto a recibir
en una hora ¡ a guardar eternamente todas la.s n~pr~swnes ofic1ales, de
educacion ¡ de tiempo, que se llaman las wslttucwnes de los Estados
Unidos como recibe i "'uarda un lienzo los hermosos trazos de un pin-
cel. N~ ni uuo ni otro"' atraviesa el Atlántico en busca de mejora inte-
lectual·' ni uno ni otr(} piensa jamas en que viene de las rejiones del
despoti~mo a las rcjiones del derecho: piensa solo eu que el hambre
está cletras de él i el pan delante. No hai mas!
Lo repetimos, pues: los Estados Unidos han J1orecido hasta ahora,
uo porque su mi~ricm celestial sea Psa, sino pprque las circunstancias los
han favorecido Riámonos, pues, del deslino manifieslo de aquella gran
ttacion, i no veamos nada de sobrenatoral en lo que se esplica por cau-
sas que todos podemos ver i tocar.

u.
Pasando ahora a la America española puest<l que la cuestion es de
c.onti1tente n continente, Jo primero que tenemos que alPgar en nuestro
favor es lo absurdo del sistema colonial de Madrid. A poblar nuestro
territorio no viniero11 t1obles ni caballeros, perseguidos políticos ni reli-
jiosos: vino la hez de las poblaciones peninsulares, desertores del ejér-
cito i galeotes, cuyos jefes no sabían leet· ni escribir, i que no venían
buscando un r;~ujio contra d de~potismo i la persecucion relijiosa, sino
buscando oro 1 mas oro para satlsfac('r sus brutales instintos.
No fueron, pues, cuácaros los que vinieron donde nosotros: fueron
súbditos de Isabel i Ferna.ndo, con todos sus humos inquisitoriales, con
su roja eruz de intolerancta al pecho, i con la estolidez consiguiente a
utt pueblo sin mision i sin fe.
Trescientos años duró su terrible dominacion ¡ en esos trescientos
años ni un librQ ni un periódico para la América!' ¡ en esos trescient'Os
años siempre el fr·aile a la cabeza del movimiento social! siempre ha-
blandose de a~cab.alas i q~tintos 7'ea~es! i. siempre ajenos nuestros pueblos
a toda comun1cacwn con el estranJ-ero, Ignorando la marcha del mundo,
los derechos del hombre, los nvanzes de la ci,·ilizacion!
Qué diferen.cia, P';les, P.ntre el punto de partida social de Jo¡¡ señores
del destino manifiesto, 1 nosotros !
Sin embargo, nosotros, que partimos del corazon mismo del despotis·
mo español, nosotros, que no empezamos a saber lo que era el mundo
sino hasta despues de Car&bob(}, Boyacá i Junio tuvimos una Indep<'n-
dencia mas gloriosa que los Estados U nidos ¡'di a vendni en que las
e~cenas ho.méri~as de nuestra gr~n Guerra se ~chaquen a cantos homé-
rtcos tamb1en, 1 no se crea en R1caurte m en Masa oomo hoi no se cree
en Cursio ni en Ayax ! '
Por su Washington, nosotros tenemos a Bolívar a Han Martín, a
Sucre, i, ántes de ellos, a l\lirandu í N ariño. A sus e;tadistas nosotros
oponemos a Santander! Várgas, Rocafuerte, pues repetimos que esta es
enteramente una cuestton. contmental.
P{')r su Franklin nosotros tenernos a Cáldas.
Nuestros padres pelearon desde las bocas del Magdalena, en el At-
lá•tico, hasta las orillas d~l Plata, desde Cuma 11 á hasta las riberas del
Inca. Pero basta: nosotros no disputamos por laureles de guerra.

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De enlónces acá nuestras poblacion~s se han duplicado respectiva-
mente; i en materia de instituciones lo hemos conquistado todo, todo,
clesde la esclavitud hasta la libertad, desde el Padre Astete hasta Ben-
tham. N u estro camino, pues, ha sido m a~ rspinoso i dilatado; sea
tambien nuestro galardon mayor.
Los Estados Unidos conquistaron independcneia i libertad en un
solo clia: tal era el carácter de la cuestion allí. A nosotros los de la
América española no nos sucedió lo mismo; no, porque para no&otros
las cuestiones eran altamente distintas, i si arrojamos a los españoles,
esto es, a los hon1bres, nos quedamos en cambio con todos los vicios de
su sistema: se iban los tiranos, pero nos quedaba la tirnnia.
Mas para apreciar todo lo que hemos ad,.Jantado en cuarenta nños,
es decir, en la mitad del llempo que los Estados Unidos, rs necesario
retrogradar i comparar nuestro estado actual (en toda América) con el
año de 10, por ejemplo.
Solo de ese modo puede juzgá1·seno$ con ventaja.
Pero se dice : tantas i tantas revoluciones !
Cierto, pero no se viene en la cuenta de qne esas revoluciones no
son mas que bs batallas dudas todavía por los españoles con el remanen-
te de sus partidarios políticos. Es que In lucha no ha terminado defini-
tivamente, achacándoso a maldad lo que uo es sino una con,.¡ecuencia
necesaria de los antiguos hábitos. 1 si no ¿quiénes se levantan entre
nosotros? Quiénes libran al azar de un combato de pólvora i de plomo
la solucion de los grandes fines del problema social? Cul1nuo no se ha
peleado en nuestm América por asuntos políticos?
Reconozcamos, pues, c11 esos hechos de sangre la verdad de las
causas que los producen: no veamos instintos de matanzas i lágrimas
donde solo hai una necesidad forzosa de pelea para asegurar la lil>Ntad.
Nosotros preguntamos a los señores de la Union ¿qué seria de ellos
si en vez del espí1·itu comercial del reino de la islas, de su dPspreocu-
pacion i altas miras, les hu Licra r¡uedado, como u nosotros, una herencia
triste de conventos i soldados?
Pero aun así, i bajo el punto de vista de las instituciones ¿qué es lo
que los Estados Unidos pueden f'xhibit· con ventaja a nosotros? Noso-
tros gozamos de los mismos tlcrechos que ellos, i aún mas. Nosotros
homos exect·ndo i abolido la esclavitud; ellos hacen del trófico del hom-
bre con el hombre la base comercial de la mitad de su nacion.
Se nos echan n cara nul!stros pobres quinientos hombres de pié de
paz (hoi innecesarios) i ellos tienen una marina de guerra respetable,
que cue~ta anualmente al gobierno mas que lo que suelen rendirnos
nuestros fondos públicos.
Se nos habla de democracia, i el hombre de color en los Estados
Unidos es despreciado i escarnecido. .
Se nos habla de virtudes pC1blicas, de grandes ele.mentos sociales, 1
se desconoce entre ellos la familia! La familia, base dulce i moral de
toda socied.ad civilizada, amante orijen de todo lo grande i noble que
hai i puede haber sobre la tierra.
La familia, la distincion cardinal entre el hombre i el bruto.
De todo lo cual deducimos nosotros que el ensanche d~ la preten.
clida área de libertad, de que hablan los periódicos norteamericanos , nada
puede traernos que no sea para nuestro mal. Asi como asi, nosotl'os

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estamos contentos con nuestra humildad i nuestra pobreza, i a no ser
que se pretenda deslumbrarnos con el mercantilismo que hace hoi el solo
blanco moral, político i relijioso de los hijos del norte, nosotros no ve-
mos 1 nosotros no alcanzamos a ver ruáles son esas grandezas de todo
órde n que se nos prometen. I si los vapores, los telégrafos, los ferroca-
rriles los bancos, teatros, &. que se nos ofrecen, tenemos que comprar-
los al' precio de todos los sentimientos románticos del corazon de nues-
tra raza, de todos los bellos arranques de nuestro espíritu, hermano de
Ccrvántes i Calderon, heróico, caballeresco i elevado, maldita i detes-
table compra!
Eso es tanto como proponernos que demos la capa, la espada, la
guitarra i la pluma del caballero del siglo XV por el martiJlo del ciclo-
pe de Nueva York!
La raza de Pelayo ha aspirado a algo mas en el mundo que a tra-
bajar sobre un ayunque, vender fulas o remar en un pon ton.
JI áblese de pelear sobre la ardiente arena de los desiertos de levante
por la Madre del Sah·ador; háblese do cruzar océanos inmensos i des-
conocidos en busca de mundos mejores; háblese de liras i hazañas, i
nuestra raza de epopeya se levantará animosa i ardiente, como el hijo
de la fábula a la vista de las armas que debian cubrirlo de gloria.
En eso los pueblos de la tierra no hacen mas que cumplir su parle
de obra.
No digais que Sócrates, en vez de descubrir la moral, debió ponerse
a jugar a la bolsa, ni pretendais hacer do Arístides un quincallero por
mayor.
No hableis de la escelencia de la materia sobre el espíritu, del oro
sobre el corazon, ui pretendais nunca sobreponer una fábrica a un liceo,
un banco a una academia. Eso es proclamar a Creso posponiendo a
PJaton.
. No proclameis jamas el egoísmo humano, ni el interes, ni el ajio,
m aun cubriéndolo con el manto de cachemira de los orientales, el al-
godon de Moan o los encajes de Bruselas.
Dejad que el que nació para obrero, i no puede pasar nunca de los
lo.l_leres, convertido en pieza de máquina, dé golpes de autómata i fa-
lmque la tela que una individualidad mas esquisita está llamada a rom-
pe_r, miéntras ob~erva la marcha de los astros para arrancar el secreto de
D10s, se hace he roe, poeta, ánjcl o semi-dios!
Para qué ese afan loco de subir la tortuga a las nubes i de quitar las
plumas al águila para botarla lue""o en un tostado arenal?
. Dej!ld el martillo _en manos del herrero i la pluma en manos del es~
cr1tor, 1 no nos hable1s mas de cscelencia de razas de destino manifiesto,
de libertad i de absorcion. '
~ada pueblo, cada raza i cada hombre tiene una tarea fija i únic~
debaJO del sol : a unos les toca herrar los caballos ¡ a otros doma.rlos 1
conducirlos a la victoria. '
Cumpla, pues, cada uno la parte que le toca.

IIJ.
Hemos podido ser mas esplicitos, p~;>t'o no hemos querido
Vamos a concluir.

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En punto a raza i en punto a instituciones, creemos que nada te.
nemos que envidiar a los Estados Unidos; sinembargo, puede hacérse-
nos este último argumento: siendo así ¿por qué la inmigracion no pre-
fiere nuestro suelo, español, al de los Estados U nidos, ingles?
Ah! porque nosotros distamos mil leguas mas de los puertos euro-
peos que ellos ; porque los emigrante,; casi puede decirse que encuentran
en el norte su idioma i sus costumbres; porque uel trópico pasan al tró-
pico, i nosotros estamos bajo la zona tórrida, tristemente célebre i mar-
cadamente terrible para los viajeros del hambre.
La cucstion es, pues, jeogrúfica, i nada mas.
La teoría del destino manifiesto i de la nrea de libertad, cuya mira
pretensiosa es la conquista armada del hemisferio del Sur i la estincion
de todo elemento latino, a fin de crear la república yankee única, desde
Quebec hasta Chiloe, i desde lus bocas del Orinoco hasta el golfo Ber-
mejo en California, es una teoría absurda siempre que se quiera
llevar a cabo por medio de la fuerza; i una herm0sa teoría, fácil i natu-
ral, siempre que ella fccunue por sí sola, i sea con el tiempo Jo que está
llamada a ser: el gran principio de la estincion do toJo gobierno, escep-
to el del distrito, bajo el pacto solemne de una confederncion universal.
Nuestros puertos i nuestros ríos, nuestros vall es i nuestras monta-
ñas, todo está abierto a Jos capitalistas i desheredados del universo .
Vengan los que quieran a gozar pacíficamente ue nu estros injentes be-
neficios naturales i ue la índole libérrima de nuestras leyes. A nadie se
le cerrará el paso, a nadie se lo hostilizará ni se le mirará como estraño;
pero no se nos hable de violencia ni de amenazas, no se nos hable de
estirpes populares, ele mision celestial i potleres mayores tratándose de
hombre a homure. De pu blos escojidos solo nos hablan las sagradas
letras, i eso refiriéndose a edades que no han tic volver.
Mas pudi éramos decir sobre esta cuestion, que empieza a ser ya la
cuestion del dia, pero es demasiado grande para trntarla en un periódi-
co: se puede escribir un libro sobre ella.

{De" El Tiempo" número 152, de 2,1 de noviembre de 1857.)

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INTRODTI CCION.
-~--

Entusiasta por !u causa americana, i deseando ver cimentadas entre


Jos diversos Estados del N uevo Mundo aquellas relaciones francas i cor-
diales, sin las cuales han ele perpetuarse las desavenencias i preocupa-
ciones que heredamos infelizmente de los tiempos coloniales, hemos se-
guido con interes i aplaudido con calor los esfuerzos que han hecho los
Gobiernos del Brasil, Perú, N eogranada i Venezuela para zanjar el arre·
glo de sus respectivos límites. Al ver la moderacion i equidad que han
presidido a los tratados celebrados con aquel objeto, al ver la fra~queza,
sabiduría e irresistible l6jica con que el Plenipotenciario granadmo sos-
tuvo su obra en la esposicion que presentó al Presidente de la Rep.ú-
blica, al ver lo que se ha escrito en América i Europa sobre la mater1a,
unido a la manifestacion imparcial del baron de Humboldt, creíamos
que babia llegaJo el instante de que cesasen los efectos de un anacro-
llismo de antipatias, i que las cuestioues añejas de límites entre Portugal
i España iban a decidirse por medio de un acomodamiento equitativo,
sin alterarse el estallo actual de posesion que ha subsistido por mucho
mas de un siglo.
Empero, nuestras esperanzas se han desvanecido con sorpresa i do-
lor, al ver .q~e el Senad~ <.le la N u e ~a Grana<.la,- aprobando un info~me
de la ComJston de Relacwnes EsterJOres, contrario al tratado do lfm1tes
celebrado con el Brasil,- ha colocado la cuestion en el antiguo campo
ll e las recriminaciones i sutilezas, alejando el momento de un acuerdo
amigable i uefinitivo.
Persuadidos de que esta cuestion, ya por su importancia, ya por su
delicadeza, reclama una discusion pública, nos hemos dedicado a con-
testar a los argumentos en que se ha fundado el autor de aquel informe;
i para seguir con mayor claridau la discusion, hemos reproducido el pro-
pio informe con su contestncion al me<lio.
No i~nora:ndo la posicion respetable que ocupa en la sociedad el.au-
tor del ~hcho mforme, queremos persuadirnos toda vi a de que s~ objeto
no ha s1do otro mas qu~ provocar un exámen prolijo de la materta, par~
que el tratado que hub10re de aprobarse sobre los límites entre el Bras1l
i la Nueva Granada, tuviese ~od.a la fuerza moral que posible fu.ese.
Confiamos, pues, que acoJera nuestra contestacion como uaCJda del
deseo que a ámbos nos anima de cortar de raíz antirruas cuestiones. te-
rritoriales para que los Gobiernos americanos qued~n habilitados para
trabajar de comun acuerdo,-libres de todo estorbo moral,- en la gran-
diosa obra del desarrollo de los inmensos recursos con que le plugo a la
Providencia bendecir a nuestro hermoso continente.

UN AMERICANO.

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INFORIIE
sobre el tratado de amistad i límites entre la B.epublica de la
:Nueva Granada i el Imperio del Brasil.

"Ciudndanf\s Senadores: --·-


" En la N uevn Granada, como en los Estados Hispano-ameri~anos,
vecinos nuestros, en que unas formas gubernativas han sido frecuente-
mente reemplazadas por otras, o on que se ha intenumpido a menudo
la continuidad del P der Supremo, no ha habido siempre en materia de
relacion~s esteriores, el concierto de ideas i priocipios,Aa unida(\ i ener·
jía de accion, i sobre todo la cordura i perseverancia que tan indi spen·
sables son para dar acierto i responsabiliclatl a una nacion en sus rela-
ciones con las domas. A la verdatl, difícilmente podria t>sperarse con-
cierto de ideas, unidad Je accion i perseverancia sistemática en pueblos
inespertos, atormentados por frecuentes disenciones intestinas; i en
gobiernos precarios, asaltados por facciones inquietas, precisados a pro-
veer a su existencia del día, i por Jo mismo, a veces, demasiado absor-
tos en esto para dar a los negocios internacionales la importancia i la
o.tencion debidas."
"El estado actual de nuestras cuestiones sobre límites territoriales
con lns naciones colintlantes es un amarguísimo pero indeclinable testi-
monio de esta triste verdad. Veintitres años contamos ya de existencia
propia desJe la disolucion de Colombia; i sin embargo, si bien debe
reconocerse que de \' ez en cuando se han hecho laudables tentativas
para transar una u otra de esas cuestiones, lo ciert0 es que totlas ellas
están en pié, i que hoi nos hallamos casi tan distantes como cntónces
de alcanzar algun arreglo sobro asunto de tanto interes; no obstante que,
sin él, es evidentemente r¡uimérica la esperanza de establecer entre estos
Estados aquella armonía tic intereses que seria a un tiempo su mejor
vínculo de uniou, i su mas segunt garantía de cordial intelijencia."
"La ne¡¡;ociacion de límites con Venezuela virtualmenle paralizada
desde 1854, en que, a las cuestiones pendientes desde mucho tiempo
atras, sobre dominio de la península Goajira 1 i del distrito de San Fans-
tino, se agregaron nuevas dificultades nacidas de contradictorias pre-
tensiones sobre la línea tlel Orinoco, Casiquiare i Rionegro. El deslinde
ue nuestras fronteras con el Ecuador, tarnbien paralizado algunos n.iíos
ha, porque las antiguas disputas relativas a la línea del Carchi, i a la
posesion de los puertos de Tumaco i la Cola, se han complicado con las
que luego se suscitaron respecto de los ríos Mira, Coca i N apo. Enma-
rañada ígualmente con Costarica la cucstion territorial, por el ~e~era­
rio reclamo de esclusivo dominio sobre el Golfo Dulce i el A rcl11plelago
de Bocas de Toro, que acaba de avanzar ese Estado, solo faltaba para
poner colmo a este cúmulo de dificultades i aspiraciones encontradas,
que_ n&regásemos alguna a las que nos legó la madre patria en sus nc-
gocsacJones con el Portugal."

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" J por desaracia Ciudadanos Senadore s, esto es lo que se ha hecho
en el trab\do le límites entre Nueva Granada i el Brasil, firmado en esta
capital el 25 de julio de 1853: tratado que, léjos de allanar las dificulta-
des preexisten tes, las ha aumentado c:ea.ndo olr~s." ..
" Pasado en 1854 dicho Conven1o mternacw nal a la Com1s10n de
Relaciones Esterioses , esta no pudo Entónces examinarlo e informar
sobre él por circunstancias demasiado notorias para que sea necesario
esplicarl~s aquí; ni ha podido des pues ~onsagr~ar s~ ateucion a este
asunto, sino durante vuestras actuales sesiOnes. El examen que ha \·e-
rificado no ha sido, pues, suficientemente detenido i maduro para pre-
sentaros un informe completo sobre la cucstion de límites con el Brasil;
pero sí ha bastado para advertir en el referido Convenio, defectos que
ponen a vuestra Comision en la absoluta imcapacid ad de recomendaros
que lo aprobeis." .
"La justicia de este concepto quedará demostrada haciendo una
breve recapitulacion, bajo el doble punto de vista histórico i de derecho,
d las circunstancias i consideraciones que, segun opina vuestra Comi-
sion, hacen de todo punto inaceptable para la Nueva Granada el tratado
en cuestion : ''
"Por h:ibcrse prescinditlo en él del uti possidetis legal de 1810, i
especialmente de las d;sposiciones de los tratados de 13 de enero de
1750, i 1. 0 de octubre de 1777, que están vijentes." (1)

( l) Como mas adelante veremos, entienden Jos publicistas por el


uti possidetis la posesion de hecho, o actual i sin rntrar en cuestiones so-
hro la validez o no validez de Jos tratados de 1750 ¡ 1777 - que el Brn-
1
si_l considera si~ fuerz~,-.sostenrmos que respecto de la frontrra grana-
cima, los Plempole ncJanos no se han desviado de aquellos tratados en
el de 1853.
" Por haberse sustituido a la línea natural que dichos tratados se-
ñalan otra imajinaria con la cual se priva a la Nueva Granada de una
vasta porcion de su territorio. " i
. " ~u fin, porque en ese tratado se obliga la República a admitir e~­
t1pulac10n es onerosas para ella, celebrada s por el Gobierno del Bras1l
con los del Perú i Venezuel a." (2)

(2) No ha habido tal sustitucion, porque la línea del tratado de


1853 en la frontera granadina, no difiere t!e la del de 1777, interpreta -
do aún de la manera mns favorable a la Nueva Granada· i si se apar-
ta de la interpreta_ci_o~ que los portugueses han dado sie~pre a a9uel
tratado, es en perJUICIO del BrasiL Si se aparta de la letra ?e d1cho
tratado en In _frontera Maynas,- que no es granadina ,- es deb1do ara-
zones de equ1dad, de qu~ hablarémos luego. Las estipulaciones de los
tratados con Venezuel a 1 el Perú de ningun modo son onerosas a la
Nueva Granada.
1
, ~'Las disensi~n~s entre España i Portugal sobre límites de sus do-
mmlos en la Amer1ca del Sur datan, como se sabe desde el descubri-
miento i los primeros ensayos de colonizacion de e;tas rejiones."
"A despecho de las bulas que los Papas Nicolas V, Calisto JIJ,

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i Sisto IV habian espedido en 1452, 1454, 1155 i 1481, concediendo a
los portugueses las tierras que hallasen dentro de ciertos términos se-
ñalados hácia el Oriente; i apesar tambien de la famosa línea de de-
marcacion acordada por el Papa Alejandro VI en 1493, dividiendo
sumariamante entre los Reyes católicos i S. M. Fidelísima los territo-
rios que descubriesen en el N uevo Mundo; las disputas ocurridas entre
las dos coronas en aquel mismo año, relativas a la espresada línea de
demarcacion, continuaron casi sin intermision desde el año citado hasta
la época de la emancipacion de sus antiguM colonias."
" Hiciéronse, sin embargo, en todo ese lapso de tiempo, reiterados
i diversos esfuerzos para fijar la demarcacion territorial de entrámbos
dominios, especialmente en lo relativo a la colonia del Sacramento i
pampas del Paraná i Uruguay. Uno do los principales, entre los anti-
guos, es el que condujo a la celebracion de las estipulaciones del tratado
firmado en Tordesillas el 7 de junio de 1494, en que se ampliaron a fa-
vor del Portugal, los términos de la línea fijada por Alejandro VI. Si-
guieron a este, entre otros pactos ménos di¡!;nos ele e~pecial menciou, el
instrumento acordado en Zaragoza el 22 de nbril de 1529, en el cual se
renovó el tratado de Tordesillas: los tratados entre España e Inglaterra,
a los cuales accedió el Portugal, concluidos en 15 de noviembre de
1630 i 23 de mayo de 1667: los de 13 de febrero de 1668 i 7 de mayo
de 1681: el de alianza i garantía de 18 de junio de 1701; el de Utrecht
de 6 de febrero de 1715; el de Paris de 10 de febrero de 1763, i final-
mente el que se celebró en Madrid a 13 de enero de 1750, i el que se
concluyó en S. lldefonso a 1.• de octubre de 1777: siendo estos dos
6ltimos mas impor·tantes, como que reemplazaron n todos los anteriores
i se han considerado desde entóncos, como único fundamento i regla
para la demarcacion limitrofe de los respectivos territorios."
" En virtud de lo estipulado en los artículos 9, 11 i 22 del tratado
ya citado de 13 de enrro de 1750, las dos altas partes contratantes nom-
braron una Comision mixta que lo pusiese en ejecucion, deslindando
prácticamente los confines americanos de las dos monarquías. Sin em-
bargo, los miembros de la secceion que debía demarcar las fronteras de la
Nueva Gmnada, no llegaron a reunirse; i los Comisarios españoles, se-
ñores lturríaga i Solano, dcspues de haber recorrido el alto Orinoco i
parte del Atabapo se separaron en 1762, por haber sido disuelta la Co-
mision, i haberse encargado el primero de la Gobernacion de Guayana."
" Posteriormente, segun consta en la Memoria o Relacion de mnndo
del Arzobispo i Virei Góngora, se nombraron, en cumplimiento de lo
convenido en el artículo 15 del tratado de 1.• de octubre de 1777, cua-
tro Comisiones mixtas, que visitando las l'espectivns fronteras, llevasen
a efecto las estipulaciones de dicho tratado. El comisionado español,
para verificar la demarcacion en lo tocante a las fronteras del Nuevo
Reino de Granada i Capitanía jeneral de Venezuela, se reunió a Jos Co-
misarios del Portugal, i ejecutó con ellos algunas esploracionos, aunque
sin gran resultado provechoso; pues discordaron abierta~ente en !a
intelijencia de puntos capitales del tratado, i en consrcuencta, el Comi-
sionado español Don Francisco Requena se retiró a Qu~to en 1783"
" Desde entónces ni por la España i Portugal, nt por la Nueva
Granada i el Brasil, volvió a darse paso alguno conducente al arreglo
i conclusion de este importante negocio. El Portugal, i mas larde el

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-~/-
Brasil, favorecidos por la ~oníusion e incertid~mbre de los límite".' na
solo nada hicieron para fiJarlos de 1~ manera mdeleble qu~ se capituló
en el tratado de 1777 sino que han tdo &u mentando paulatinamente las
usurpaciones cometidas .
' de mue bo tiempo atras. "
" Ultimament~> el Gobie1 no del Brasil, libre ya de las dificultades
interiores que lo ~cosaron en los primeros años de su independencia,
que en parte fueron tambien lo_s de la menor edad del actual ~mpern?or;
ha comenzado a procurar el aJUSte de las cuestiones que tema pendten-
tes con los Estados vecinos; i si bien es cierto que no promovió desde
Juego, en Jo coucerni ~nte a límites, un arreglo de cuya inde~isio? re-
portaba tamai'ias ventaJas, no por esl) perdió de vista la conven1enc1a de
premunirse con datos capaces de cohonestar las intrusiones realizadas a
favor de nuestra neglijencia. Un simulacro de colonizacion; relaciones
in ter sadas de sus propios ajentcs; carlas trazadas por estos ; la corres-
pondencia de fos antiguos Comisarios portugueses; estractos de obras
jeográficas i de las crónicas de sus misioneros; i en suma, c_uantos do-
cumentos han podido hallarse en los archivos de Espai'ia 1 Portug~l,
que por algun respecto sean favorables a las pretensiones del Brasil j
todo esto preparaba aquel gobierno con acuciosa solicitud, i de todo esto
vino provisto su Ministro, cuanrlo, movido dicho Gobierno por el deseo
de que las Repúblicas vecinas i limítrofes del Brasil concurriesen a ce-
rrar la navegacion dol Amaz6nas a las naciones estmnjeras, se propuso
inducirlas a ello con el halago de un arreglo definitivo de límites, i con
el de hacerlas partícipes en la navegacion de aquel rio." (3)

(3) Nos esforzaremos en evitar toda acrimonía en el análisis presen-


te: nada diremos sobre la injusticia e inconveniencia de las insinuaciones
que contiene este trecho contra la bu ena fe del Brasil. Carece de exac-
ti_tud el decir que el Brasil ha pretendido provocar a las Repúblicas vt'-
c~nas a que ~oncurriesen lt cerrar la navegacion del Amazó11a3 a ~as na-
cwn~s est~anJeras. Apénas como un ensayo por seis años, i por mouvos no
hostil es smo prudentes ha deseado preparar primero las cosas para lue-
go hacer una concesion oportuna. Asi lo prueban el memorandvm que
presentó el Plenipotenciario brasileTio al Gobierno de Quito en noviem-
bre de 1853 , la esposicion del Plenipotenciario granadino, Dr. Lléras,
al Presidente de la Nueva Granada, i las comunicaciones oficiales quo
el Gabinete del Janeiro pasó a los Ministros de Jncrlaterra i de los Es-
tados Unidos el 13 de setiembre i el 29 de diciembre de 1864, que CO•
rren impr~sns en la memoria del ministerio de Jos negocios estranjeros
del Impeno, del a!Io 1855. (Anexo F. números 8 g 10 11 i 12.)
"Et . aunque doloroso es decirlo' '
n re t an t o, prec1so ' . con
Ja dcsatencwn
que por nuestra parte se ha mirado este asunto b; sido tal, que a es-
cepciOn de algunos meritorio~, pero mui fujitiv~s esfuerzo~ verificados
de 1~~3 a 1848, para reduc1r a vida civilizada a los indíjenas del Ca-
queta 1 Putumayo, o para organizar la administracion de dichas comar-
cas,_ na?a se ha _hecho, ora para poblar, protejer i fomentar aq?ellos
terntonos fronter1zos, ora para esplorarlos 0 yn en fin para deslmdar-
)
los por e 1 me d.10 pact'fi co de las negociaciones ' l
\'aliéndonos de la Lega-
cion que alguna vez tuvimos en el Brasil o' las que este Imperio ha
mantenido en Bogotá." '
1
' Un asunto tan difícil i trascendental como este, objeto de disputa•

©Biblioteca Nacional de Colombia



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i complicaciones inveteradas, nunca estudiado, jamas examinado por el
Gobierno de la República, demandaba, ademas, para ser bien conocido
i manejado, l~ reunion de muchos documentos históricos i jeográficos,
una investigacion prolija de los respectivos derechos, i un exámen tam-
bien prolijo i razonado tlc los títulos justificativos de esos derechos;
pero esto exijia contraccion, mesura i preparacion adecuadas, cosas
todas desgraciadamente incompatibles con la instabilidad a que hemos
estallo condenados."
"No es, pues, de estraílo.rse que con tales antecentes el arreglo de
los límites celebrado con el Brasil en 1853, obra de pocos uias de tra-
bajo, no hubiese reRultado conforme a los derechos de la Repúblitla, ni
a sus intereses en materia de d 'marcacion de (contaras. 1 en efecto, las
que se han establecido en el tratado en cue~tion, no obstante la notoria
ilustracion de ámbos negociadores, i la mui recomenbable laboriositlnd
del nuestro, no son las que la justicia i la conv-eniencia nacional recla-
man, ni podían serlo d sde que para su celebracion se admitió como
regla la posesion de hecho, o ¡¡ea la detentacion cometida por una u
otra de las partes contratantes,"

"Abierta la negociacion del1'ratado de 1853, adopt6se como base


ue ella, o punto de partida,eltai poasidetis de 1810; pero no clut·i possi-
delill legal, proveniente d títulos validos, sino el de mero hecho funda-
do en usurpaciones, con absoluta prescindencia de Jos tratados de 1750
i 1777; i para esto se so tnvo que el uli possidetis de 1810, entendien-
do por talla posesion de hecho, ejercida por uno i otro país en la ' poca
citada, es un principio que, por estar de acuerdo con la soberanía del
pueblo, ha sitlo jeneralmente adoptado en las naciones de raza latina
que habitan el Continente americano."
"Es pues conveniente examinar esta asercion." (4)

( 4) Por el uti possidetis han utcndido i entienden siempre los publi-


cistaa In posesion de hecho o actual, de acuerdo con el derecho, cuando
Jo estuviere, i a despecho de este, cuando no lo estuviere: es decir, so
entientlc por el uti po3sidetis la posesion independiente del d!~t·echo. Si,
pues, los Estados americanos han convenido en adoptar como base de
su dominio territorial, lo que concede el informe,- el uti possidctia, es
claro que esta frase debe entenderse, como In han entendido invaria-
menle los autores de reconocido crédito ijamas de un modo nuevo, i si
se quiere, paradoja!.
La distincion que se pretende hacer ahora, sin apoyo imparcial, i
que jamas hemos visto hacer hasta el afio 1852 en Carácas, equivale a
decir, pos sion i1ulependiente do derecho, pero conforme con el derecho.
B llo,-Derecho de jenles, paji na 263,- dice: que la cláusula que re-
pone las cosas en el estado anterior a la guerra, se entiende solamente
de las propiedades territoriales, i se limita a las mutaciones que la gue-
r~a ha ocasionado en su pos<>sion natural do ellas, i la base de la ¡Jo.fe-
.non (tctual,- el uti ]JOtJtJideti~J,- so refiere a la ópoca señalada en el tra-
tado de paz, o, a defecto de esta cspecificacion, a la misma fecha del
tratado. El principio del uti possideti11 no tiene relacion alguna con los


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-302-
tratados preexistentes. Si no fuera así, i si el uti po,sidetis hub1e.se
de referirse a tratados o a derechos anteriores, seria un principio inútil
i de ningun efecto; puesto que n?s dejaría siempre en la ~ecesidad de
discutir 1 examinar los tratados 1 derechos a que se refinera: no seria
un principio conveniente; porque nada adelantariamos con él para d~ci­
dir cuestiones añt!jas í que nunca se han podido zanjar. por los tratados
anteriores; pues siempre han discordado las partes en su interpretaeion.
Si el uti possidetis, o sea la posesion de hecho, de 1810, está de acurrdo
con Jos tratados, pueden estos servir para facilitar la descripcion de la
línea; pero si no lo está, debe prevalecer el uti possidetis contra los
tratados.
N o juzgamos necesario detenernos mas en este asunto: apelamos a
la dccision de personas competentes. ( •)
Por el dogma americano de la soberania del pueblo, se entiende
que los habitantes de un territorio tienen el derecho ue elejir su sobe-
rano. En la cuestion que nos ocupa, el principal punto de territorio, a
que aplicamos este principio, es el contiguo a la provincia de May_nas:
este es el único que por el tratado de 1777 debiera haber sido ced1do a
la España en compensacion de otros que el Portugal deberia recuperar,
i que por el de 1853 continúa a pertenecer al Brasil; porque en cuanto
a las fronteras de Yapurá i del Negro el tratado de 1853 es mucho mas
favorable a la Nueva Granada que las pretensiones siempre sostenidas
por Portugal, como emanadas del tratado de 1777, i presentadas por el
P~cnipotenc~ario brasileño et~ la presente negociacion. I bien : ese te-
rntor'.o cont1guo a .M:aynas1 Ja'mas perteneció a ]a España,- está ocu-
p.ado 1 po.blado por des~en~1entes de portugueses ha mas de cien años :
s~ fué ced1do, no ~e venficó.su entrega, porque Jos españoles no han .que-
rido demarcar m entregar otros territorios quo en virtud del m1smo
tratado debían haberse restituido a Portugal. En 1822 pertenecía de
h~cho i de derecho; como en 1810, en 1801 en 1750 i en 1777: ha-
biCu~o declarado sus habitantes que formab~n parte del Imperio del
Bras1l.
Obligarlos,- a ellos, que jamas fueron súbditos de España desde el
1640.i .que solo podrian llegarlo a ser en virtud de un tratado ~uyns
co_nd~ci_ones no han sido satisfechas por la España,- es contranar el
pnnc1p10 de la soberanía popular, es declararlos siervos de la gleba.
. " L?s .Est~dos Hispano-americanos, interesados en conserva~ sus
JUstos hmJtes t soberanía territorial i en alejar en cuanto fuese pos1ble,
~o do. m~tivo d~ ulterior dt:savenen~ia en mat~ria tan sujeta a disputas
e difícil soluc10n, adoptaron con este objeto i han consagrado constan-
t~m~nte ~n su~ re~pectivas constituciones i tratados públicos, el ~ri~ci­
P10 el uh P 0881 det~s de 1810, época jencral de su emancipaclon; 1 Cler·
('") Habiendo consultado . · · d A 'r'
sobre la esacta definieiond 1 n~sotro_s n. uno de los prm1croe ~u~hctstas e me tea
n.-~"El t · ·d · f e Utt J>ossuletts, nos ha contestado dtctendo: .
uv- u.lJIOB81. etl!, rase tom¡¡.da del derecho romano no es mas que la poseston
"atm:al, real1 efecuva de alguna coso con e 1 , 1 ' · t'tulo alguno · i no lo
que uene derecho a po.seerse, i no se' osee."ua qu¡er lituo, o sm 1 '
En el caeo en cuestton pues elut P 'd · - ¡p 1 ·
real¡ efectivamente en Nn' · ' á . ?'o!at ctta es lo que Espann o e . ~rtu¡¡a pose1an
tuvieran derecho a poseer ie~~c;os~ta a epoca de 18_10, con título o sm el; 1 no lo que
II 6 d ·d 1 bli · · y eran por cualqutera razon
com 0 f:~:Ji1a1 0 ~ \,Pu ub C?Jsta Citado el permiso de publicar.su nombre, i, tan luego
la 51
par¡¡ que ganetrio~ cJ:: j~~~remos, pues estamos eeguros de que tae nombre basta solo

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tamente lo adoptaron con referencia al estado de cosas existente a la
sazon, pero no por nudo hecho, sino por título válido, derivado de las
disposiciones del Gobierno Español."
"Este principio, que consultando i respetando los derechos de todos,
no escluia los recíprocos cambios i enajenaciones.que parecieran conve-
nientes para procurar límites mas naturales i visibles, o para atender a
la mejor aJministracion i seguridad Je las provincias fronterizas, era el
único compatible con el mantenimiento de la paz i de la comun concor-
dia ; i fué por lo mismo adoptado por todas las partes interesadas, como
base de la cual ninguna podria separarse sin infrinjir sus deberes i lan-
zarse en una discusion vaga e interminable." '
"Así, pues, no sin sorpresa puede verse la pretension de sustituir a
este principio, eminentemente justo i conciliador, del uti possidetil de
derecho la posesion de hecho: principio que, como el delstatu quo ante
bel!um, supone la existencia de la guerra, i es absolutamente inaplicable
a los arreglos limítrofes en tiempo de paz; como que, hasta por la lo-
cucion usada para cspresarlo, se está denotando con el modismo adver-
vi::tl de hecho, que tal principio solo puede invocarse n una causa en que
se procede por vi a de fuerza, i contra Jo prescrito en el derecho."
"Ni mejora de condicion este pretendido principio, porque se ase-
gure "que es el único conforme con el sistema de gobierno denominado
propio popular, emanacíon de la soberanía del inuividuo sobre sí mis-
mo;" pues si con esto ha querido significarse que no puede considerarse
constituido independiente en cada seccion americana, sino el territorio
cuyos habitantes pudieron adherirse al acto de ereccion del gobierno
respectivo; i no aquel que en 1810 estaba desierto, o era ocupado por
indíjenas salvajes, o solamente retenido, aunque fuera a virtud de usur•
pacion, por un pueblo diverso que no tomara parte en tal acto; dirémos
que nada puede habet· de mas opuesto a la realidad de los hechos, ni
de mas contrario a los principios constitutivos de las naciones de
América."
"Es un hecho que las colonias españolas,- i otro t~ nto que puede
afirmarse de toJns las colonias europeas, habituadas a cierta m allera de
existir por grandes fracciones compactas bajo el Gobierno de los Vire-
yes, Pesidenles i Capitanes jenerales; i penetradns de que al sustraerse
de la dominacion peninsular no debían disolver los cuerpos sociales que
por ella se habían formado, siguieron respetando las demarcaciones te-
rritoriales indicadas por la naturaleza, i adoptadas por la administracion
anterior, asumiendo cada seccion la soberanía que necesitaba para go-
bernarse por sí misma, pero sin alterar de ordinario la antigua integri-
dad territorial respectiva, así es que, al emanciparse la Nueva Granada,
ora como parte integrante de Colombia, ora como seccion separada de
ella, no asumió la soberanía cada ciudad, cada villa, caJa aldea, ni cada
tribu, sino el todo compuesto de estas partes; es decir, el puebl? del
antiguo vireinato, capaz de constituirse en EstaJo o nacion inJep.enJ,ente
de la España, pero compacto en sí mismo. De otra suerte, 1:" ¡ndep~n­
dencia i el principio mismo del uti possidetis de 1810, .habnan sufrulo
j6rmenes de disolucion, i habrían desorganizado la socw~ad ~n v:ez de
c,onservarla bajo formas regulares, susceptibles Je órJP.n mlerwr 1 con-
tndcracion en el esterior."
"La circunscripcion territotial preexistente, adoptada por los Esta~

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dos americanos, n? puede, pues, invalid~rse _o _alterarse sin el consentj-
miento de ellos tmsmos, as1 como el eJercJcJo pleno de la soberama
que asumieron, no puede referirse s!no ~ la ?ivision jeográfico-pol'ílica
bajo la cual pertenecieron a la metrop~lt ; sm q~e obst~ el derecho de
usurpaciones cometidas ror algu~a _n_ac!On estranJera. _sl en el ~ur~o del
tiempo secciones orijinar1as ? pnmtttvas, que con el htulo, de VIr:matos
o capitanías jrnerales, con~t1tuyeron parte de la J_l!Onarqu1a e~p~uola se
han subdividido· ese camb10 no se ha efectuado sm el consentimiento de
la nacion cuyo territorio integr3:b~n:, Guatemala o Centro-américa, se~
parándose de M~jico, i aun subd1Vld1endo~e ;_ el Ecuad?r, Venez~el_a ~
Nueva Granada, apartándose ~e la asoc¡ac1on colomb1~na i. BoliVIa!
Montevideo ' 0 sea la banda onental
. uel. Uruguay,
. . conslltuyendose
. . en
Repúblicas; adoptando aquel m1smo pnnc1p10 en su nueva orgumzacwn,
no pretendieron alterar las antiguas demarcaciones, ni apoyar su inde-
pendencia por un voto local i esclusivo .. A_sí, solamente el concurso de
la voluntad nacional, solamente el asentimiento recíproco, consumaron
el pensamiento de su respectiva nacionalidad, con el territorio que les
correspondía conforme a las disposiciones dictadas por la España, i a
los tratados celebrados por ella."
" Esto, i no la posesion de hecho, ni usurpaciones de un Gobierno
estranjero, es lo que siempre se ha cntrndido en América por tli'Í possi-
detis de 1810, i como este, en lo relativo a nue~tras fronteras con el
Brasil, en que no se trata de países que ántes estuvieran sujetos en co-
mun n la corona de España, no_puecle hallarse en hechos espontáneos
de aquella monarquía, es prectso buscarlos en actos convencionales
suyos celebrados con el Portugal: actos que, pat·a el presente caso, no
pueden ser otros que los tratados de 1750 ¡ 1777."
" Mas, como para prescind¡r de ellos se ha sostenido que esos tra-
tados no están vijentes, es necesario hacer alguna observacion sobre
este punto.''
III.
" Varias son las razones aducidas, o meramente indicadas, unas por
el Pl~nip_otenciario granadino, otras por el brasilefío, en su úl'tima co-
mumcac_JOn, datada en Parisa 27 de setiembre de 1854, para sostener
la caduCidad_ de los mencionados convenios hispano-portugueses, sobre
la d~mar~ac10n de límites en América."
~legase que estos pactos han caducado, ora porque no fueron
cumphdos, o~a porque son oscuros i contradictorios, ora, en fin, por
que su cumpllmlento ocasionaría inconvenientes." (5)

(5) La falta de ejccucion del tratado de 1777 ha sido alegada como


una raz~u de_ c?nv~~en~ia_, i no de derecho, para desecharlo. Protestan-
do contia la lllJnstlcia_ 1 VIrulencia con que se acusa a los demarcadores
portugueses de parahzar maliciosamente 1 · . · del tratado i
ab t . ' d d h · J . · a ejCCUCIOll 1
, s emen anos e acer 1gua Imputacion a los comisarios españoles,
como nos fuera hacedero con docurnentQs ofi ·1 1 la mano soste-
~emos, sinembargo, que el tratado de 1777 11 ~ a es ~ncutó porq' ue era
lllasequible· i e · "bJ se eJe '
, r~ 111aseqm e porque era vago ¡ contradictorio, no
~sta~?o en armon1a con _la topografía del país. Es vago porque señala
na mea que debe cubur establecimientos portugueses'¡ la comunica-
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cion entre los rios Yapurá i Negro, sin definirlos ni declarar su posiciou
astronómica, lo que dió lugar a disputas interminables sobre cuáles eran
esos establecimientos i cornunicacion. Es contradictorio, porque nom-
brando el año de 1750 i determinando que se hiciera la demarcacíon,
segun el estado de las cosas en aquella sazon, hal.ola de no perjudicar
establecimientos españoles, dando lugar a que los españoles pretendiesen
conservar, solamente por estas palabras, el t.::rritorio de S. Cárlos i S.
Agustín, que en 1750 era de los portugueses, i que Solano ocupó sola-
mente en 1759 so pretesto de preparar almacenes para la demarcacion
real : no está en armonía con la topografía del país; porque reproduce
el del 1750 en que se habla de montaiTas que no existen. Produjo tales
complicaciones i enredos, que, apesar de todos los esfuerzos de ambas
coronas, i de los trabajos de dos comisiones de demarcacion, nunca ha
sido entendido en la parte relativa al alto rio Negro i al Yapurá, i como
el Portugal consideraba lo que debía recuperar en esa parte como una
compensacion de lo que había de ceder a España en el Arnazónas, la
ejecucion de todo el tratado, en lo referente a la frontera del norte, se
ha vuelto enteramente imposible. Si, pues, hai deseos de llegar a un
acuerdo, debe adoptarse una base que ~ea intelijible, i no la que nada
promete sino la continuacion i perpetuacion de las dudas i disputas
preexistentes, sin que en el ínterin puedan los dos Gobiernos, libres de
controversias desagradables, ponerse de acuerdo sobre otros intereses
recíprocos que llaman imperiosamente ~u atencion.
"La respuesta a todas estas alegaciones es obvia. Suponiendo, sin
concederlo, que se hubiesen comprobado satisfactoriamente, ninguna
de ellas, ni todas reunidas invalidarían los respectivos tratados; porque
si estos no han sido todavía plenamente cumplidos; lo que se infiere
es que deben, cuanto ántes, ser llevados a efecto, i no desechados; si
son confusos, deben estutliarse i aclararse para que desaparezca toda
duda i contradiccion; i si su cumplimiento puede producir inconvenien-
tes, deben nrbitrarse medios para removerlos."
" En caso necesario podrían citarse hechos que testifican la fuerza
i valor de dichos tratados en concepto de las dos Cortes que los celebra-
ron, aun dospues do suspenllidas las operaciones de demarcacioo, de
suscitadas dudas i disputas acerca de su intelijencia, as) como de haber
ocurrido algunos inconvenientes para su ejecucion. Cabalmente esas
dudas i disputas, esos inconvenientes i esa suspension de operaciones
emprendidas por comisarios de entrambas partes contratantes, tuvieron
orl'jen en la mala voluntad con que siempre se practicaron por los por-
tugueses las operaciones encaminadas a ejecutar los tratados, como un
medio el mas eficaz de aplicar sus disposiciones, señalándolas material-
mente sobre el terreno. Pero nunca ocurri6 ni pudo ocurrir a ninguna
de las partes contratantes que la ejecucion de estas operaciones sería
la condicion de la validez de Jos tratados, como ahora se pretende .. La
falta de dichas operaciones, i su entorpecimiento, ocasion~do estudiOsa-
mente por súbditos portugueses, lo que prueban es que d1cho.s trata~os
n{m no han sido completamente ejecutados, que si lo hub1eran sido
s~pererogatorio seria el celebrar otro; pero no prueban que sean nulos.
Sm trastornar i confundir las mas claras nociones del Derecho, no
puede insistirse en semejante alegato, ni el Gobierno del Brasil podría
Jamas aprovecharse de un recurso tan inmoral, como sería el suponerse

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libre de las obligaciones de un Tratado en virtud de los obstáculos que
él mismo, o el poder a quien representa i de quien deriva sus derechos,
ha opuesto a su ejecucion."
"Tampoco es admisible contra la validez de aquellos tratados, la
reUexion de que ellos sean pactos complejos, cuyo cumplimiento, en la
parte favorable, presuponga la posibilidad d(:: llevarlos a efecto e.n la
onerosa; pues si la Nueva Granada, por ejemplo, no puede garantir al
Brasil las fronteras a que él cree tener detecho en sus confines con Bo-
~ívia i la Confederacion Arjentina, esa es cuest.ion entre aquel Imperio
1 estas Repúblicas; pero no obsta en manera alguna para que d1ch?s
Tratados se ejecuten en Jo relativo a la N ue va Granada i al Bras1l.
Aun prescindiendo de otras consideraciones de un ónlen mas jeneral,
que se desprenden de principios abstractos del Derecho de jentes, refe-
~e~tes al caso en que una nacion se divide en dos o mas; i atendiendo
-un1camentu a las estipulaciones de los mencionados Tratados, basta
obs~rvar que en ellos las cesiones no se reputan como determinado
equ1valente unas de otras, para inferir que, como Jos mismos Trata~os
lo espresan, estos no deben dejar de cumplirse en algunas de sus clau-
sulas, por falta de cumplimiento en otras, ni con ningun otro protes-
to." (6)

(6) Protestamos contra la iniquidad de pretenderse que puede la


Nue~a Grana?a reclamar un beneficio del Tratado de 1777, sin que se
const1tuya obl!!?ada moralmente a garantirle al Brasil cualquiera otro que
este pu~da denvar del mismo tratado. Esto sería sostenible aun cuando
dep~nd1era de , otro gobierno la concesion del equivalente; pero ese
eqUJvale~te esta al alcance de la Nueva Granada,¡ léjos de propender a
la conce~•?n pretende ella retenerlo. Quiere, por ejemplo, que se le ce-
da la marJen del Amazónas,- demos de barato que le pertenezca May-
Nas, lo c;tue no tiene lugar,-i quiere a la par avanzar su línea en el rio
egro • Yapurá hasta~la delta de este río reteniendo no solo lo que
usurpa~o .por Solano en 1759, debiera,- e~gun el trat~do de 1777,-
ser ~eshtutdo a Portugal, es decir, los distritos de S Baltasar, Javitá,-
~03etdoshpo~ Portugal en 1750, sino tambien Jo que poseyó Portugal des-
~ e h\Uc 0 antes de 1750, i continuó a poseer sin interrupcion hasta la
:b. ad como la comunicacion del Vaupés Marabitanas i otros pueblos
ce~f:n ~8 le~tre .el Casi.quiare i el Cababu~í! Quiere el beneficio de la
vorable .~ vallparana,- i adviértase que aun eso solo en la parte fa-
tado de '17?~el:oc!:etende privar al Brasil del uso prÍ\'ativo qu~ e~ t~a­
de Derecho ¡ t c~de sobre navegacion de rios, avanzando prmctptos
n ernactonal
1" · ·
' que aun cuand o fuesen mcontes t a bl es,- lo
que están mui
convencional! eJos de ser,- han sido modificados por el Derecho
"No es ménos es 0 ·
que dichos tratados 11 ~ c 1080 el alegato que tambien se ha ~echo,. de
diametralmente 0 t sean cxequibles por contener una estJpulac10n
a reclamar la estr~~~i:nad!u estras instituciones, cual es 1~ que .a?loriza
mo esta ef' e · d t d 1os ese la. vos prófugos. Una d1spos1clon co-
' •m ra 1 e o d" o punto es t rana - d ¡ · 't d
puede afectarlos D d al arreglo e 1m1 es, en na a
racion i fi · · d epen len °.'
como necesariamente depende, la du-
institucio~ caCJa ~~ aquellafi clausula, del mantenimiento íntegro de la
a r¡ue e a se re ere, nada mas natural i lícito que conside-

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-20-
Jaria insubsistente, a un por simple sustraccion de materia. En efecto1
prohibido el tráfico de esclavos r.n virtud de leyes i tratados del Brasil ;
ueclarados libres, por decreto de 7 de noviembre de 1831, los que en-
tren eu su territorio, i por consiguiente, profundamente modificada allí
mismo esta odiosa institucion; mal podria hoi dicho Imperio exijir de la
Nueva Granada la devolucion de esclavos fujitivos, sobre todo desp11e!
de haber desaparecido del territorio de esta Rep\1blica la esclavitud, i
con ella la reciprocidad de ventajas que sirvieron de fundamento a la
estipulaciou." (7)

(7) Este argumento ha sido aducido para prDbar cuán incompatible


es el tratad(} de 1777 con las ide as del siglo. Caen en contrndiccion los
que sostienen que el tratarlo de 1777 subsiste, i niegan al Brasil el dere-
cho de reclamar la extradicion de los esclavos que dicho tratado esti-
pulaba. Pam que un pacto sino.lagmatico e se de vigorar, es menester
f]Ue consientan n ello ambas a dos partes contratantes; i miéntras sub-
sistan de parte de una de ellas los intPrescs r¡uc dictaron l tal pacto, la
otra no puede desatenderlo aun cuando haya cesado igual interes de su
}ado. Si la e¡,;clavitud cesase de existir en úmbos países, entónces la
obligacion de entre¡,rar los esclavos caería e n desuso; pero no miéntrns
subsiste en uno de ellos. Creemos, no obstante, que C'Slo no seria un
impedimento para llegar a un acuerdo.
" Empero, aJemas do estas argumentaciones, que por cierto pueden
estimarse corno de poco momento, se ha hecho otra que merece especial
reílexion. "
"Dícese que la guerra de 1R01, ocurrida cnire España i Portugal,
puso fin a los tratauos de 1750 i 1777, así como a todos los dmnas con-
venios celebrados entre dichas pot ncias ántes de aquella guerra." (S)

(S) Los argumentos que alegan los brasileños para sostener la in-
nlidacion de derecho del tratado de 1777 subsisten en su :rigor. En
J 801 rompió una guerra entre ambos Estados, la cual prouujo en Amé-
Jica movimientos qu alteraron lo dispuesto en el tratado lle 1777 so-
l>re limites. Los portugueses en virtud del derecño de bciíjcrantes ccn-
quistaron las mísiones del UruguaY:,- que cedidas a España en 17771
estaban ya en su poder:- guarneclCron los fuertes de Albuquerq u e,
Coimbra, Priocipe, Tabatinga, &a . . i los sostuvieron contra el poder de
España. Concluido en Badajoz el tratado de paz que di& cima a esta
guerra, S(;} trató úmpliamente de la devolucion de conquistas hechas i por
hacer de parte de España, i nnda se dijo sobre conquistas hechas por-
Porlugal. Segun un princípio mui corriente en el Derecho de jentes.-
J3ello, pájina 263,- el ttli possitletis se entiende tácitamente en too.lt>
aquello que no abrazan las estipulaciones cspresas, i como las del tra-
tado de Badajoz U(} han mentado la restitucion de lo adquirido durante
la guerra, concluimos J6jicamente que respecto de lo que retuvo el Bra-
sil debia prevalecer el uti possir!etis.
Ademas, Jo que contrarío. las leyes fundamentales de u~ país, no
puede existir ·n el como derecho. Si el tratado de 1777 hub!CSC de ser
ll.evado a cabo,- dando, de barato que fuese. ~la ro e inteliji~le,- ~e ~e­
rtan los Estados de Am •rica en la dura posicton de rest1tmr terrttortos
declarados por sus leyes fundamentales como parte integrante del Es-
tado: es imposible querer exijir tamaíla cosa de nadie .

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-21-
"Desde luflO'O, al contestar eslfl argumento, es de advertirse que
las principales e~tipulaciones de los tratados de 1750 i 1777 no son de
la naturaleza de aquellas que pueden fenecer por una guerra subsiguien-
te. A lo que se agrega que e.l tr~tado de paz, celebrado,eutre Es~aña i
Portugal en Badajoz, a 6 d.e JUDlO de 1801, _aunque en el no. se ci_taron
espresamente los de 1750 1 1777 para revalidarlos, restableció, smem-
bargo, la situacion respectiva de las dos Coronas, al mismo pié qu_e te-
nian ántes de la guerra, que fué de corta duracion, i estuvo reductda a
mui pocos puntos de la Península. Ni seria difícil probar, como ya se
ha indicado, que aún despues Je dicha guerra i de la paz jeneral de 1815
hubo actos oficiales, no solo del Gobierno Portugues, sino tambien tlel
brasileño, que implican la persuasion de la validez i subsistencia de los
tratados de 1750 i 1777." (9)

(9) La guerra de 1801 no se circunscribió solamente la Penín-


sula: hizose en América., en donde no solo se derramó mucha sangre,
sino que tambien se consumieron muchos caudales. Se conquistaron
<lurante ese período las misiones del Uru<ruay. se ocuparon militar-
mento muchas localitlacles disputada~, i tod~ ello se ejecutó en virtud
del derecho de bclijerante i en contravencion del tratado de 1777. El
Brasil no ha practicado jamas acto alguno que implique la persuasion
de la validez del dicho tratado.
"Con to?o, sin disputar, ántes bien acatando el principio jeneral de
u
Derecho de Jentes, segun el cual el esütdo e guerra pone termino a los
tra.ta~o~ ex1stentes entre potencias belijerantcs; reconociendo en este
pr1~c1pl0 cuanta ~uerza se quiera, no obstante que algunos publicistas
sostienen q~e no _tiene otra que la de suspender los tratados miéntras la
g_uerra subsis~a; s1em¡~re es cierto que este principio, aun dándole el mas
r1gu,~oso senb?o, adm1te dos escepciones. "
b Es la primera! la dfl los. tratados en que se reconocen der~chos ~o­
deran o~ de una N ac¡on, antenores a toda estipulacion diplomática, e m~
depe_n~Ientes. d~ ella, como son do oruinario los relativos a señorío 1
?lnllliO tewtor1al. 1 consiste la segunda on ¡ 0 quP. ofrecE>n los conve-
I'IIosenque . se · ·
. con sagran maxnnas ·
o reo-¡as de equidad natura ¡, Jenera l-
me ente admthdas por los espositores del t'nerccho internacional, en cuyo
deasolasseb encuentra
d · doctnua
. b.ten esta bl ec1da
la · d uena
· de que la 1N acwn -
cnbece ocas e un !'JO no rlebe rehu at· el tránsito a o iras que posean las
o parte superior del mismo, ni prohibirlP.s que trafiquen con
q uienqura1_esr aqllesea." (10)
(lO) Es esta una disb · . ..
ves e intereses tan "t ncton sut1 1, 1 ]uzo-amos que asuntos tan gra-
VI a 1es no pu d . . "' d" . .
Pretender E e en su b ordmarse a tamañas ISilUctOnes.
que uu stado sob · h · d
un territorio que ha oc u ad . erano e mdependieute aga CE'SI?n e
fué ocupado por el vecif o l poblado por mas de un siglo, que ¡am~s
nas pudiera hacerlo l~-rte ahora le reclama sin onus, cuando are-
argumentos es desco~or J nlo oneroso, pretenderlo por efecto de t~les
Sin emb ' - ocer cnteramento la natural~::za de la cuestlon.
aplicacioa~~~ s~COI~p~n~remos el info.rme en su lójica, í ver~mos que la
jeneral t ~tlUClplo no es apt:o_piada, i que con respecto a la regla
esceptui~~s~s a ece, puede admitirse una distincion entre los tratados

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Si de los tratados que invalida una guerra se escept6an los de lími-
tes; porque reconocen dtrechos soberanos a11teriores a toda estipulacion
diplomática, el de 1777 no está en este caso, puesto que, por el contra-
rio, ha vulnerado los derechos del Portugal, relativos a un territorio
que poseía a título de primera ocupacion, i que jamas ha sido del domi11io
de España. Si de los tratado.g que nulifica la guerra se esceptúan de
ordinario los de límites, se esceptúan n su vez de estos los que no han
sido ejecutados, i los que se han modificado lejítimamonte durante la
guerra. La de 1801 alteró el estado de posesion, fundado en el tratado
de 1777; porque Jurante ella el Brasil,- en ejercicio del derecho de
behjerante,- conquistó i ocupó militarmente puntos que dicho tratndo
de 1777 no le reconocía: por consiguiente adquirió un título a estas lo-
calidades que solo podria anularse por una estipulacion espresa que de-
terminast! su restitucion, la cual no se halla en el tratado de Badajoz.
Esto es en cuanto a lo que mira a límites.
En cuanto a navegacion, el tratado de 1777 apénas confirmó i rati-
ficó la doctrina bien establecida de que In nacion que ocupn ámbas
marJenes de un rio, tiene el derecho de franquear o negar el paso por
dicho rio, segun le conviniere. 1 aun puede sost<-'norse que amplió esta
doctrina en el sentido restrictivo, a punto de irnp()ner al Brasil,- due-
ño de ámbas orillas del Amazónas en su parte inferior,- el uso priva-
tivo o esclusivo de su navegacion, es decir, el deber de no conceder n
bandera alguna que lo navegue. Dedúcese, pues, de su anulacion que
la Nueva Granada no puede navegar el Amazónas inferior¡ porque así
sucedería si no existiese aquel tratado. Sostienen aquella doctrina el
distinguido jurisconsulto nmerirano Randolph,- véase Elliot, código
diplomático,- Grotius, Barbeyrac, Pulfendorf, Vattel, Selden, Byn-
kershok i Rutherforth. Está de acuerdo con la práctica de las nacio-
nes mas civilizadas. La Inglaterra la sostiene, i los Estados U nidos se
han sometido a ella, cuando firmaron el tratado de reciprocidad de 5 de
junio de 1854; al conceder el derecho de navegar este rio a los ameri-
canos, que son sus ribereño~, se reservó la Inglaterra,- ...-éase el artícu-
lo 4. 0 1- - el de suspender esta concesion, dando noticia de ello al Go-
bierno de los Estados Unidos: il being tmderslood, however, that the
British Governmenl retains the right oj sttspending this privilege 011 giving
due notice thereof to the Government oj the U?Jited Statea. N 6tese que
dica el tratado" retains."
Los que conceden a los ribereños el derecho natural del uso inocen-
te sobre los rios de otros Estados, como Wheaton i Bello, reputan este
derecho como imperfecto i lo hacen depender de convenciones regla-
mentares. Pero nadie ha pretendido hasta ahora que ese derecho de los
ribereños,- imperfecto i disputado aun para sus propias banderas,- s~
estendiese a punto de autorizarles a traficar con quie11quiera que sea, 8 !
en ese caso se entiende autorizarles a admitir banderas no ribereñas. ~ 1
las cláusulas del tratado ele 1777, relativas a rios comunes, están en VI-
gor, debe considerarse como tal la del artículo 13 que di~e: que la na-
1_'egacion de los rios por donde pasare lajt01llera,- es dec1r del.Marañon
t Y apura,- será comun para las dos naciones hasta:aqu.el¡m.ntB en que
pert~ecieren a entrámbos las dos orillaB, i que.datá privat!va dtch.a n~ve­
gacton i uso de los rios a aquella nacion a r¡uten pertenecieren prwattVa-
menle sus dos riberas.

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-~-
" 1 no obstante que este último ejemplo, aunque mu~ asimilable, no
sea idéntico a las estipulac1ones de los tratados en cuesbon, es, sin em-
bargo, evidente que las cláusula~ de dichos t_ratados relativas a límites,
o dominio territorial, i a navegacwn de los nos comunes, o de aquellos
por los cuales pasa la _lín.ea divisoria, re~nen el doble.carácter cspre-
sado i están por constgUiente, comprendtdas en uno 1 otro de los dos
caso~ escepcionales que se acaban de aducir." ( 11)
( 11) En la nota 10 se ha respondido ya a este párrafo.
"Así es que, aunque dichos tratados, por la guerra subsiguiente,
hayan caducado en cuanto a estradicion de reos, clausura de ci ertos
ríos, i prohibicion de traficar en determinados distritos: estipulaciones
todas esencialmente accidentales i transitorias ; no sucede, ni puede con~
cebirse igual caso respecto de las que consagran derechos perfectos 1
permammtes, o principios de lejislacion internacional que hacen ya par-
te del derecho consuetudinario."
''Examinando atentamente los mencionados tratados, se nota que
á~bos abrazan varios objetos de órden mui diverso. Algunas estipu.la-
CIOnes participan del carácter puramente voluntario de una convencJOn
comercial; i otras pueden estimarse como un simple reconocimiento de
dcrech~s preexistentes, i comu la admision de ciertos princí:pios de de-
recho. mternacional: reconocimiento i admision imprescindibles en lo
esenctal, i que, por lo mismo, no pueden revocarse a voluntad de una
de las partes, ni desecharse por cesacion de la amistad existente entre
ellas."
. "C_ontemplada~ bajo e_l primer aspecto, pudiera creerse que las es-
tlpulac;ones contratdas a stmples prestaciones voluntarias fueron can-
ce~adas por la guerra que posteriormente tuvo lugar; pero' consideradas
baJo. el segundo aspecto, el restablecimiento de la paz fué por s_í. solo
s~fic1ente, para que recobrasen su ¡1rimitiva fuerza¡ vigor las estlpula-
·
cton ?~ que so 1~ con.s1sten
ad ·
e~ reconocimiento de Jerechos anten ores l
·
mts1on de prmcíp1os supenores a uno i otro tratado. "
"Esta d~ctrina ha sido aceptada en ámbos hemisferios, i especial-
mente d practtca?a en América, de lo cual podríamos citar ejemplos, al-
a~no e ellos bten reciente; pero hai ademas otras razones positivas i
,_;rectns que comprueban que ni el tratado de 1750 ni el Je 1777 fue-
' .
•vU revocados por la
su reval"d . guerra d e 1801, de tal manera que necesitasen, para
tado de acto~, ; ser espresu i nominalmente confirmados por el tra-
1 1
paz ce e rado en Badajoz a G de junio del mismo año." (12)
(12) La aplicacion m ló"" 1· r '
me Las est" 1 · as pea es la contraria a la que hace e !DIOr-
. tpu actones d 1 t t d d ·
ple reconocimient d d e ra a o e 1777 sobre límites no son un slm-
los dichos derecho. ~ erechos preexistentes sino una modificacion de
ben subsistir La 'E~~ ~omo tal, segun el raciocinio del informe, no de-
tugueses en terr·itorio a;:eJamas P 08 ~'YÓ Tabatinga, fundad~ por !ospor-
primera vez por los tratadó~~~c~7~~~paron los españoles,_! cegidt pot·
debian recibir como r . . 1 1777 1 en compensacwn e o q~e
lentes d 1 P t 1 estttucwn en otros puntos. Los derechos preexts-
toda la e or udga J' e~ c~anto a límites, le daban sobre el Río N egro
comarca e av1tá 1 S Balt 1 ~ d 1 5
. asar, que desde mue 10 antes e 7 O
1 erada como d epen d.enc1a
era cons"d
del Pará, ¡sobre el Amazónas toda la

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marJen izquierda Je este rio hasta el Napo, en donde en 1637 Pedro
Teixeira colocó el marco divisorio entre las posesiones de España i Por-
tugal, que reconoció tll soberano comun Felipe IV.
Las estipulaciones sobre navegacion de rios del mismo tratado son
un reconocimiento o admision de ciertos principios de Derecho interna-
cional, i como tales deben subsistir, ann cuando caduque el tratado. Si
el de 1777 modificó en algo los princípios del derecho internacional fué
en imponer al Brasil el uso privativo o esclusivo del bajo Amazónas, con
el deber de no admitir en él cualquiera otra bandera que no fuese la su-
ya. Esta intcrpretacion del tratado de 1777 es la mas conforme con la
política del siglo pasado, seguida por España i Portugal. España, te-
merosa uel futuro, siempre trató de apartar de sus colonias a los estrau-
jeros, i jamas consintió en ver el Amazónas navegado por ingleses,
franceses o americanos.
" Tanto el tratado de 1777 como su precursor el de 1750, contienen
cláusulas especiales, scgu n las cuales, por el de 1750 en los artículos 21,
22, 24 i 26; i por el Je 1777, en los artículos 1.•, 20 i 21; ambos asu-
mieron el carácter de indefinidos en tiempo i permanentes, estipulándose
csprcsamentc en aquel que en ningun tiempo i con ningun fundamento,
so disputaría lo que se hnbia sentado i concordado, ni con pretcsto do
les ion, ni otro cualquiera, pretenderían la España i el Portugal otro re-
sarcimiento o equivalente do sus mutuos derechos i cesiones."
"Estipulóse tambien, que aunque la dcmarcacion material sobre el
terreno dejase de ajustarse por los Comisarios en lodo o en parte, esto
no perjudicaría do ninguna suerte al vigor i observancia del tratado; el
cual, independiente de esto, quedaría firme e inviolable en sus determi-
naciones, ~:;irviendo en lo futuro de re~la fija, perpetua e inalterable
para Jos confines del dominio de las Jos Coronas; i que, aunque ocurrie-
se guerra entre est:~s, se mantendrían en paz los vasallos de ámbas, es-
tablecidos en toda la América meridional, cuyo territorio seria consiue-
rado absoluta e inviolablemente neutral. "
"I estipulóse, adornas, que si por algun inesperado evento hubiese
incidentes o descuidos contra lo promotiJo i estipulado, no serviría eso
de perjuicio a la observancia inviolable de todo lo demas que quedaba
arreglado; i en suma, que taJas las cláusulas i determinaciones acor-
dadas serian tle perpetuo vigor entre las dos Coronas, de tal suerte, que
aun en caso quo estas se declarasen guerra, quedarían aquellas firmes e
invariables durante la misma guerra, i despues de ella, sin que nunca
Re pudieran reputar interrumpidas, ni necesitaran revalidacion. " ( 13)

(13) Apesar de haberse estipulado que no se baria guerra en Amé-


rica se hizo: los españoles atacaron a los portugueses i estos a aquellos.
La conquista u ocupacion militar fué la consecuencia lejítima de esta
violacion. 1 ¿quién es responsable de ella? ¿Lo será acaso el Portugal
que trató únicamente de defenderse, o la España que invadió el AJen-.
tejo, sin previa provocacion, que conquistó Olivenza i la retuvo? .
"A parte del carácter intrínseco de perpetuidad i firm~za que tte-
nen estos trata.dos, aun para el evento, especialmente prev1sto, de una
guerra internacional tambien puede sostenerse su vahdez actual, íun-
dántlola en el tenor 'uel mismo tratado de paz firmado en 1801 en Ba-
dajoz; pues en todo él se promete restituir las cosas al estado que tenían

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ántes de la guerra, con cse;pcion de la plaz~ de Olivenza, que se reser-
vaba la España: en el artt~ulo ~ ~e garantiza al _Portugal la conserva-
cien íntegra de sus es~ados 1 d?m1mos : e.n el preambulo se declar~ que
dicha garantía es rec1proca; 1 en el articulo 10 se declara tam~1en, a
mayor abundamiento, que las dos altas partes contratantes so obhgan a
renovar desde Juego los tratados de alianza defensiva que existían entre
las dos monarquías. " .
"Ahora bien, si rejistramos el tratado, no solo de alianza, smo de
amistad, garantla í comercio concluido en el Pardo a 1." de m~rzo de
1778, entre España í Portugal, confirmado en Madrid por Plempoten-
ciarios de ámbas, con accesion del Gobierno frances, a 15 de julio de
1783; hallarémos que en él se renuevan i ratifican todos los tratados
que a la sazon subsistían entre España i Portugal, mui particular i es-
presamente los de límites de 1750 i 1777; los cuales, aun sin esto, es-
tarían de suyo directamente comprendidos en la disposicion del tratad~
de. Badajoz, arriba citada, porque ademas del carácter de tratados de li:
mttes, tienen tambien el de tratados do alianza i garantía, renovados I
confirmados por el artículo 10 de aquel tratado." ( 14)

( 14) Es inesacto que el tratado de Badajoz pusiera las cosas en el


cs~ado que tcnian ántes de la guerra, a escepcion de la retencion de
Ohve~1Za. Se especificaron en él detallo.damente las devoluciones que
deber~an ho.cerse. Tambienes inesacto que dicho tratado revalidase en
todas sus parles e.l del l. • de marzo de 1778; pues el citado artículo 10.•,
que mcn~wna elmforme, apénas promete renovar Jos tratados de alian ·
za defens1va con las D?odificaciones convenient s por medio de un nue-
vo t~atado ?n que deb1an regularse los socorros mútuos. IIai una inmen-
?a d1fcrenc1a entre revalidar integralmente el contenido de un tratado,
~ promete~ renovar los tratados de alianza defensiva, con modificaciones,
Bpor .medio ~e un t~atado que jamas se negoció. Lo que el t~a~ado de
~da¡oz esbp~ló VIrtualmente fuó que se renovaría el princtpta de la
a.n.anza dcfens1va, consignándole en un nuevo tratado. 1 esto es tan po
rti~o que en la version francesa del tratado dt~ Badajoz,- véase la Co
eccl?n de Martens,- se habla de renovar pero no los tratados de alian
"za, smo la alianz
. a. "Les h a utes part1es '
· contractnntes s' obl'1gent a re-
1
"!~~ve e.r m~cpamment 1' alliance offensive qui existait jusqu' ici entre
"alli:' neamoms avec de telles clauses et modifications qu' exigent l'
"Dannct 8
entre la. ~onarchie espagnole et la République francaise.
"que lee memed tralle. on de t ermJnera
· ·
lo nombre des troupes aux1·1·lalres
"cessité." s eux Pu1ssances se f ourmront· "'
réciproquement en cas d e Oc·
" Concluyamos p
pleno vigor entr E ues, que 1os tratados de 1750 i 1777 estaban en
tiauas colonias H' < spaña 1 P~rtugal, al tiempo de emanciparse las an-
sil i la Nueva Gr~~1~~:o:tmer¡c.anas, así como lo están hoi entre e; B!a-
las consecuencias de de~ecÍXaJ~thmos cuáles serian para es~a ~eaub~ca
llegase a ser aprobado ~ar ~~ os tratados,si el del25 d~ JUlio e ltS53
tener que interrumpir!; d ero adntes de entrar en este examen, para no
vacio espues e empezado haremos algunas obser-
necesnaer~ que, aunque no sean indispensable~,' son sí con...-enientes i aun
1as para remover todo escrú 1 · d 1
guno sin contestar., (l 5 ) pu o, 1 que no que e argumento a-

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( 15) La conclusion no es lójica que digamos; pero dcjémosla por
ahora i examinemos con el informe cuáles serian las consecuencias del
desecho de los tratados de 1750 i 1777, i la aprobacion del de 1853.
Hemos de mostrar claramente que la Nueva Granada en nada seria
perjudicada.
IV.
"La doble demarcacion de fronteras, absoluta la una i condicional
la otra, que el tratado de 1853 establece, es tan diametralmente opuesta
a la que se capituló en los tratados de 1750 i 1777 que los negociadores
del de 1853 se han considerado en el deber de apoyarla, no ya simple-
mente en los argumentos examinados en el curso de este informe, sino
tambien en el testimonio del baron de Humboldt i de los señores Co-
dazzi i Acosta, a quienes citan para oponer su autoridad a la del seiior
Jeneral Mosquera."
"El voto de los hombres intelijentes ciertamente merece citarse en
]as cuestiones diplomáticas, i en todas las demas, como concepto pro-
bable i admisible para confirmar alguna prueba ya alegada, en la ausen-
cia de otras que la corroboren; pero si ese voto se aduce aislado, si él
no guarda armonía con ningun documento, i sobre todo, si se invoca
contra l tenor es preso de pactos solemnes, poco o nada significa para
la decision de asuntos internacionales. Averigüemos, sin embargo, en
obsequio de la discusion, aunque solo sea suscintamente, el mérito que
tengan en la presente cuestion las opiniones del baron de Humboldt i
de los dos distinguidos oficiales que se citan en apoyo de la demarea-
cion del tratado de 1853."
"Los mas hábiles estadistas suelen errar en cuestiones que, o no han
sido maduramente examinadas por ellos, o solo han sido estudiadas so-
bre datos inesactos o incompletos. Así, nuestro malogrado compatrio-
ta, el Jencral Acosta, no habiendo tenido a la vista los tratados Hispano-
portugueses, al trazar por vi a de ensayo el mapa de la N ue va Granada,
que dedicó al baron de Humboldt, siguió las huellas i copió a la letra
los trabajos de este sabio viajero, i en consecuencia incurrió, en lo rela-
tivo a limites con el Brasil, en errores talPs, que hicieron indispensable
una protesta de parte del Gobierno de la República."
"Esta protesta, redactada por el mismo señor Jeneral Mosquern,
Presidente entónces de la Nueva Granada, se publicó en la" Gaceta
Oficial," número 983, del28 de mayo de 1848, al propio tiempo que
se anunciaba el recibo de los ejemplares del mapa jcnerosamente do-
nados por el señor Aeosta al Gobierno; sin que obstasen para. hacer tal
protesta ni aquella circunstancia especial, ni el respeto i reconocimien-
to debidos a este benemérito granadino, que tan justamente mereció en
su patria, i fuera de ella, el renombre de ilustrado."
" Austero el Gobierno, como le cumplia serlo en tal caso, p~spuso
toda. otra consic.leracion a la del interes público; i en consecuencza, c.o-
mo queda dicho, se dió publicidad oficial a la protesta, con el prop6~to
esplicita.mente espresallo en ella, de que jamas se adujese el mapa p el
se~or Acosta como un argumento adverso a nuestros derechos. ¿ or
r¡ue, pues, se alega ahora para impugnarlos?''
·~ 1 si, como en efecto es la verdad, no hai justicia ni razon para ciJo,
¿cual habrá para alegar el mapa del Coronel Codazzi, tamb1en como

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perjudicial a los derechos de la República ? Apénas es posible com-
prender con qué fin se le cita por los sostenedores del tratado de 1853 ·
pues cuando el Coronel Codazzi, al señalar en su Atlas de Venezuel~
la linea divisoria con el Brasil, se desvió algun tanto de los límites ver-
daderos, siempre que tal hizo, espresó terminantemente que lo verifica-
ba, no porque reconociese derecho alguno en el Brasil, sino para mar-
car hasta dónde se estendian las pretensiones de ese Imperio: preten-
siones que el intelijente iojeniero calificó rotundamente de usurpadoras.
Su autoridad, alegada a favor del Brasil, constituiría, pues, una de esas
pruebas que los jut·istas llaman contrapro ducentem ." ( 16)

(16) La demarcacion del tratado de 1853 no es diametralmente


opuesta a los tratados de 1750 i 1777, si se interptrea n con imparciali-
?a~ . Podría serlo solamente si se adoptase la interpretacion temeraria
I sm fundamento de los que pretenden llevar la linea de
aquellos trata-
dos por e llago Marachí; pretension tan insostenible que fué abandona-
da, hace muchos años, por los mismos Comisarios espa11oles.
La linea del tratado de 1853 e.J mas favorable a la Nueva Granada
que la del tratado de 1777, segun la interpretacion de los Comisarios
por~ug~ese_s, i oto!ga al Brasil el mismo territorio que ya le concedier
a
el Com1snno espnnol Requena, en cuanto a los puntos cardinales de la
lín~a, apartándose únicame~te de lo ~on~edido por Requcna en aquella
p~1t? en que In línea del pr1mer Com1sar10 está abiertamente en contra-
dlccJOn co.n la letra i el espíritu del tratado de 1777. Vamos a probarlo.
Al ~ec1r d~ los tratados de 1750 i 1777, la línea del Yapurá seguirá
por medw de ~1cho Yapurá hasta un punto que cubra Jos establecimien-
tos que pose1an los portugueses en 1750 ¡ la via de comunicacion de
que. se servian entre el Ya_Pur~ i el Negrd. Durante la primera demar-
~acJOn penetraron los Com1sar10s españoles en el Rio Negro,-e n donde
Jamas habían tenido estos establ_e~imientos algunos, -só pretesto•? e
preparar almacenes para la espedJCJOn demarcadora, i fundaron S. Car-
los ~n territorio que, ya por el Tratado de 1750, ora por . e.l de 1777,
deb~a . J:>ertcnecer a Portugal ;-porque se hallaba mui ac1a el sur de
Jav1ta 1 S. Baltasar, comarca considerada en 1750, i aun mucho ánte~,
como dependencia del Para. Despues quisieron ganar mas terreno hácm
el sur i ocupar el antiguo pueblo portugues de Marabitanas, en 1763;
empero fueron repelidos por los portugueses i tuvieron que contentars~
solamente con una pal'te de su usurpacion. Entónces ,-1762,-D . Jose
d~ Iturriaga reclamó del Capitan Jeneral del Pará, Mello i Castro, en
Ytrtud del Tratado de 1750, no la línea del Marachf, sino la entrega del
territorio de1de el salto de Corucuvi ácia arriba; i como el Corucuvi ,-
en donde tienen los brasileños la fortaleza de S. Gabriel,-e stá mas arri-
ba de la línea tirada de la bifurcacion del Y apurá a la embocadura del
Cababurí1 por el lago Marachí, se sigue que Iturriaga reclamara ya
tnénos de lo que ahora se ~rete~de. Tan infun~a~o er~ este r:clamo de
lturriaga que la Corte de Espana no le secundo, 1 hab1endo stdo restau-
rada Marabitanas por la fuerza de las armas a los portugueses, ha per-
tenecido hasta la fecha a sus descendientes. Siguióse años déspues -en
1782,-la demardrcion del Tratado de 1777. Los Comisarios que deÍlian
marcar los puntos sobre los rios Y apura i Negro,-d e que habla el Trata-
do,-nunca se pusieron de acuerdo, i por consiguiente se separaron .

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Pretendian los portugueses que ese punto fuese sobro el Yapurú, el rio
de los Engaños i despues sus afluentes Mejsai i Coñaú; lo que reputa-
ban necesario paro. cubrir los establecimientos portugueses de S. Balta
sar i Javitá,-usurpado s por Jos cspafioles en 1759, mucho despues del
1'ratado,-i la comunicacion entre el Yapurá i Negro. Entónces los Co-
misarios no hablaron de ll1arach'í n·i am1 del Corttcoví: consintieron en
subir hasta el Apapóris: i en el mapa de Requena, primer comisario
español, en que él indica cual debe ser la línea divisoria, es decir, segun
la propia concesion de la parte contraria al Portugal,los dos puntos sobre
el Yapurá i Negro están marcados, aquel en la boca del Apapóris i este
en el Cucu, ~exactamente en donde los marca el Tratado de 1853.~
Sin atender a que el Tratado de 1777 estipulaba que se cubriese la
comunicacion entre el Yapurá i el Negro, que era por el Vaupés i Apa-
póris, que continuase la raya por los rios que se unen al Yapurá i por
los ríos i vertientes,i que se acercas lo mas que posible fues al rumbo
del norte, pretendió RcfJuena unir ambos puntos por medio de una recta
que no cubre la comunicacion portuguesa, que no sigue por los rios i
vertientes, sino que atraviesa campos sin balizas o seiil\les naturales, i
que se acerca mas al rumbo de nordeste que al del norte.
Hasta aquí hemos tratado con respecto a la frontera del Yapur:i,
ahora vamos a l1acerlo de la de Mainas.
El Tratado de 1853 no se opone a Jos de 1750 i 1777 n cuanto a
esta frontera; porque al examinarlos, es menester tener pre nte su es-
píritu, i las interpretaciones que los scllll'ecieron. Esta frontera fué
demarcada efectivamente, i colocóse un mojon en el Avatiparaná; pero,
cuando los españoles, concluida la demarcacion de Jo que debian reci-
bir i paralizada la de lo qu~ debían restituir, reclamaron la cntr ga del
t<'rritorio demarcado, se les contestó que es territorio había sitio cedido
en compensacion de ottos que se habian de rccup rar; i que el primero
solo pertenecería a Espaiía d finilivamente, cuando la España entregase
definitivamente al Portugal lo que esto debía recuperar. Tentaron los
españoles apoderarse por sorpresa del territorio demarco.do; pero fueron
o.nticipados sus movimientos por Jos portugueses, i habiendo sido eleva-
do el negocio a ámbas Cortes, so decidió que se considerase como pro-
visorio. la. demarcacion, 1 que continuase el Portugal en lo. posesion de
la orilla del Ama.7.6nas ha ta Tabatinga. E tos importantes hechos
csplican el espíritu del Tratado de 1777, i su verdadera intclijencia por
parte de los que tenían el derecho de esplicarlo i hasta de anularlo.
No es, pues, esacto que el Tratado ue 1 53 sea contrario,-con per-
juicio de la Nueva Gmnada,-al de 1777: en lo tocante a h frontera de
Mainas e tá conforme con el espíritu de este Tratado i con las esplica-
ciones que le han servido de corolario: por Jo que toca u la frontera del
Yapurá equivo.le a un abandono por parlo del Brasil do las pretension~s
de los demarcadores portugueses i a una admision de los puntos car<~­
nnle de la pretencion de Hequenn. La ce ion de Portugal a E~pa11a
del territorio contiguo a Mainas ha sido una transaccion; no pudiendo
llevarse a cabo por contra iar las J yes fundamentales de lo.s estados
interesado ' i por depender ue la volunta<l de terceros .se s?stituye por
otra transaccion on que el Brasil retiene aquel terrítorwcl nótese q~e
los e~pañolcs jamas le ocupnrou,-aband onando sus pretenswnes a.llím1te
del no de los Engaños i al alto rio Negro.

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-~
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En cuanto a la equidad de la nueva transaccion hai que considerar,
aclemas, que sobre E'l territorio hasta el_rio de los Engaños. ~u e el Brasil
cede no hai duda a] <Tuna o reclamacwn de tercero; m1entras que la
N ue~a Granada apén:S cede derechos eventuales sobre un territorio que
no posee que pertenece al Perú, i que es igualmente disputado por el
Ecuado/-por fin, cede un derecho incierto i remoto.
''En 'cuanto a la opinion del baron de Humboldt, no hai duda que
ella seria de gran peso, si careciéramos de otros datos auténticos a que
atender; pero poseyendo, como poseemos, disposiciones tan terminan-
tee como lo son las contenidas en los Tratados de 1750 i 1777, basta
haber probado su validez i subsistencia, para que toda argumentacion
de autoridad fundada en inducciones i raciocinios derivados de asercio-
nes de particulares, pueda mirarse sin temeridad como de mui poca
importancia i ninguna aplicacion."
"Es por esto que, prescindiendo de verificar un eximen de las obras
de Humboldt, tan prolijo cual se necesitaría que fuese para a preciar en
su verdadero valor las citas que de él Re hacen, nos limitaremos a insis-
tir en qu , aun dándoles toda la estension que se pretende, el mérito
que en otro caso pudieran tener, cae de suyo i pierde toJo vigor.en
presencia de los referidos Tratados, que en estas materias de resolucJon
puramente internacional, constituyen una autoridad absolutamente irre-
cusable."
"E_n_el tiempo~~ la dominacion española en que el baron de Hum-
boldt V1s1tó estas _reJIOncs_, el gobierno peninsular, como soberano _do
todas ell?s, no ten m _gran n~tcrcs en qu_o estuvi sen perfecta_m~nt~ d~Rhn­
dadas! m l_e era pos~ble cv1tar la ocastonal confusion de JUfiSdJCciOnes
en cl1ntenor de un mmenso continente, cuya jcografía se hallab_a en
gran parte envuelta en las mas densas tinieblas. I son estas, qUJzás,
1as principales causas do los errores en que incurrió el baron de Ilum-
bol?t, al trazar los límites del antiguo Vireinato; pues, sin que se
ent1enda que hai en ello mengua de la profunda veneracion que por
tantos títulos le es debida, preciso es reconocerlo Ciudadanos Senado-
res, el sabio viajero se equivocó frecuentemente.';
"Equivocósc primero fijando como punto limítrofe entre el Virei-
nato de Santafé i la Capitanía Jeneral de Carácas la boca del río Calan-
e a1a, 1· tornó a equivocarse agregando, a los pocos ' renglones, que 1a
P arte mas occidental del gobierno de Maracaibo comprende al cabo de
1a Vela."

d " e equivocó de nuevo al señalar la línea divism:ia de las provi!1ci~s


e Pamplona i Mérida i de Casanarc i Barinas, deJando en temtono
granadino la villR tic San Cristóbal, que siempr(} ha correspondido a
Venezuela i i en territorio vcnezolo.no el de San Faustino i otros, tambien
l1ertcnecientes a la N ucva Granada."
~ I volvió a equivocarse?apart?ndo 1~ raya occitlental do la Guyana d 1
c~no Casiquiare ¡ do los r1os Onnoco 1 Negro, para ponerla en el Gua-
VIare i Atabapo."
"Nada tendría, pues, de estraií?, que no h?bi_endo conocido el Laron
d Humboldt Jos verdaderos térmmos del Vne10ato en la frontera de
Venezuela tampoco acertase a fijarlos en los confines con el Brasil.
Encaminadas las investigaciones, i dirijida de preferencia la atencion de
este sabio, a otros objetos cuyo cumplido esclarecimiento ha contribuido

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a granjearle la merecida celebridad de que disfruta, no se ocup6 en el
exámen de las cuestiones de límites, sino mui incidental i someramente.
En prueba de ello pueden aducirse los linderos que, segun se afirma,
señaló a las posesiones portuguesas limítrofes del Vireinato de Santafé:
linderos que están en completa oposicion con la línea divisoria que las
dos Cortes reconocieron de comun acuerdo, en actos solemnes que
suministran a un tiempo la medida del crédito que a este respecto me-
rezca Humboldt, i una muestra o indicio adicional de tJUe ~1 no siempre
atendia esclusivamente al derecho sino que, de vez en cuando, se apar-
taba de este, ora para hacerlo concordar con los hechos de usurpacion
que obsen·aba, ora para ponerlo en armonía con los informes inexactos
que se le daban; pues como "los límites convencionales no se sienten en
el territorio que se pisa" natural era que él fuese estraviado por estas
relaciones interesadas i por aquellos actos de jurisdiccion subrepticia."
"Ello es que si IIunboldt hubiera creído realmente, como ahora se
insinúa, que todo el territorio comprendido al Sud i Sudeste de la sie-
rra Aracuara i del rio de los Engaños, o aunque solo sea del Apapóris i
Taraira, pertenecía de der cho a los portugueses ; (~1 error del sabio
viajero seria demasiaJo palpable, para que pudiese dar peso a su opi·
nion la observacion de que él mismo visitó aquellos lugáres. Pero Hum-
boldt no pudo tener tal creencia. De las cítas que se hacen para buscar
apoyo en su opinion, resulta que él habla fundado E'n los hechos i pre-
tensiones de los portugueses, sin indicar, siquiera, un solo documento
oficial, una sola autoridad competente, ni título alguno lejilimo que die-
se a estos un palmo de tierra entre la mát·jeJ;l izquierda del Marañon i
la derecha del Caquetá, desde su boca mas occidental hasta la del Y a-
varí." (17)

(17) La opinion del baron del Humboldt no se ha aducido en eon-


travencion de los Tratados; sino en apoyo de la interprelacion dada por
los portugueses a los mismos. Los tratados son vagos i confusos; porque
dependen de la apreciacion de hechos acontecidos ha mas de cien afios.
Dimana su aplicacion de investigar cuáles eran los establecimientos por-
tugueses i españoles que existían en 1750, para dejarles bajo el domi-
nio fln que se hallaban a la sazon; i cuál era la comunicacion, de que se
servían los portugueses entre el Y apurá i el Negro, para cubrirla. Con
el testimonio respetable e imparcial de Humboldt, que ademas de visitar
el lugar, oyó a hombres que vivían i figuraban en 1750 1 como el Caci-
que Jativá, i que pudo haber datos tradicionales que no es hacedero re-
cojet· hoi, se prueba: 1.0 que S. Baltasar ántes de la espedieion de U-
miles era mirado como una dependencia del Pará : 2.• que en 1744, na-
vegaban los portuguel!les el alto Rio Negro, Atabapo i Casiquiari hasta
el Orinoco, en donde hallat·on al P. Reman, que ignoraba todo.vio. lo.
existencia del tal camino: 3.• que por el mismo tiempo el Cacique !a-
vitá, con patente concedida por los portugueses, pasaba del Y apura al
Negro por el Vaup6s &.• &.•
Con las citaciones hechas de Humboldt se establecen hechos cuyo
conocimiento es indispensable para la aplicacion de los tratados. Hum-
boldt les conocía perfectamente i pudo cerciorarse mejor que nosotros,
del estado de las cosas en 1750, segun el cual estipulaba el trado de
1777 que permaneciesen.

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"Los tratados de 1750 i de 1777, hablan de límites por las orillas
del Marañon Yapurá i Negro, i los del Tratado de 1753, que se dice
que son conformes a los de Humboldt, aunque ~sto ni es ~ierto,. ni ~e
ha procurado demostrar que lo sea, corren a una Jllmensa d1stancJa, Si-
guiendo por el Apapóris i el Taraira, hasta cubrir las ver~ientes del
Vaupés." (18) ·

(18) Los Tratados de 1750 i 1777, no hablan de límites P,OT las ori-
llas del Márañon, Yapurá i Negro; pero si que hablan de límites por las
márjenes del Jlllarañon i Yapurá, i hasta un punto de este que cubra los
establecimientos i comuuicacion de los portugueses del año de 1750.
Nadie ha dicho que los limites del Tratado de 1853, eran conformes
con los <le Humboldt: la línea propuesta por el Plenipotepciario brasi-
leño estaba, sí, conforme con la de Humboldt ; pues seguia de Tabatin-
ga, ácia el norte, hasta la boca del Apapóris, despues por el Yapurá al
río de los Engañes, i luego por una curva a la piedra del Cucui, cu-
briendo, como se estipulaba en el Tratado de 1777, los establecimientos
portugueses del Yapurá i Rio Negro, i la comunicacion pq_r el Vaupés,
pasando por las balizas o señales naturales de rios i vertientes, como es-
tipulaba igualmente el mismo Tratado.
La linea de 1853,-línea de transaccion,-se ha separado de esta enfa-
vo! el~ la Nueva .Granada: porque priV:~ al Brasil del triángulo del Te-
rr1t0r1o que medm entre el salto de U na, o rio de Jos Engaños, la boca
del Apapóris i las cabeceras del Vaupés
. Suplicamos a lasyerson~s ~mparciales que no se fijen en la incinua-
cwn de que los Plempo~cn~1arto~ de 1853, no han podido probar lo que
han alegado soLre la comc1denc1a de la línea de Humboldt. Tómese el
mapa del baron, i sígase sobre él la frontera de 1853 i se verá que la
línea propuesta por el Plenipotenciario brasileño pas~ por donde Hum-
boldt trazó los límites. Hemos menester <le toda la circunspeccion de
un escritor para contestar sin acrimonia a una insinuacion tan injusta.
"Entre estos dos estremos, entre la opinion del baron de Hum-
boldt,-suponiéndola acorde con los límites del Tratado de l 81>3,-i los
Trat~dos Hispano-portugueses, fuente del uti posticletis de 1810, no hai
~érmmo medio posible . .b:s preciso oblar entre ellos, es indispensable, o
abandonar a Humboldt como inexacto i de ménos autoridad que los Tra-
thdos, 0 desechar los Tratados i presentar documentos auténticos, he-
e 08 de autoridad lejílima, pruebas, en fin, equivalentes, que demues-
tren la exactitud de la opinion de Humboldt." ( 19)

(l9) No hai estremos entre los límites de Humboldt i los del Tra-
tado de 1777, son -en lo tocante a la frontera o-ranadina propiamente di-
cha,-lo~ m.ismos, ¡'en cuanto a la peruana de Mayna.s? conformes con el
consenh_mlento ele )a Corte Je España, que permitió que el Portugal
suspendiese la entrega de los territorios cediilos, ~asta que.n? se termi-
nase la demarcacion, para asegur~r por ~ste medw la efechv1da~ de las
tnútuas compensaciones que hab1an temdo presentes los negoc1adort>s
del Tratado de 1777 cuando trazaron la línea.
d "i Tienen 0 no Úe~en ~alidez los lí~ites estipulados en Jos Trata-
08
} de 1750 i 1777? 81 la henen i a que se reduce el saber, los datos
os conocimientos de Humboldt? Si no la tienen ¿cuál es el hecho d~

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autoridad lejítima, cuál la disposicion internacional, i cuáles los datos
que invalidaron aquellos convenios, e hicieron que Humboldt trazase
una línea distinta de la que ellos sei'íalan ? "
"i Entre las dos autoridades, entre las estipulaciones de los Tratados
Hispano-portugu eses i la narracion de un via,1ero, por sabio que sea, no
cabe vacilacion respecto de la que deba préferirse. Los Tratado.,, por
ser la espresion de la voluntad de los respectivos Soberanos, por su ob-
jeto i por su conformidad con los demas documentos de la época, son,
sin disputa, no solamente la autoridad que debe acatarse ántes que cual-
quiera otra, sino tambien la que mejor puede servir de crisol para puri-
ficar el crédito que deba darse a las de mas."
"Esto sentado, es claro que el testimonio colateral mas respetable,
segun todas las reglas de la crítica humana, seria el de Jos Plenipoten-
ciarios negociadores, i el de los comisarios ejecutorel3 del Tratado de
1777. Pues bien. Aquellos, en la intelijencia que dieron a dicho Tra-
tado, favorecen a la Nueva Granada, como puede verse en la" lnstruc-
cion reservada, paro. direccion de lo. Junto. de Estado" presentada eu
1787 a Cárlos IIJ, por uno de lCJs signatarios del Tratado, el Conde de
Florida-blanta, In cual corre ya impresa ; i estos, es decir, los comisa-
rios encargados de la demarcacion sobre el terreno, pusieron efectiva-
mente, como Jo reconoce el mismo baron de Humboldt, los respect1vos
marcos de límites en las márjenes del Marañon i del Avatiparaná: ac-
tos que no pueden considerarse invalidados por los de jurisdiccion si-
mulada que el Brasil hayo. ejercido fuera de sus justos límites."
"Mas aún. Si la autoridad de Humboldt i A costa, que úmbas so re-
ducen a una, valiera para el pre¡¡ente caso, todavía podría oponersele,
fuera de las que quedan indicadas, la quo ofrece la relaciou del viaje de
La Condamine i la que suministran los mapas, no solo del Jeneral Mos~
quera i del Sr. José Manuel Hestrepo, sino de H.equena, Maldonado, i
otros que existen orijinales o en copias, en la ~ecretaría de Relaciones
Esteriores."
" Sinembargo, no siendo, como no es esta, una cuestion de mapas
ni opiniones, que si a falta da Tratados valen algo, en presencio. de ellos,
contra llos, nada significan; demos de mano a la presente digresion i
emprendamos de uno. vez el exámen comparativo de los Tratados His-
pano-portugueses en el de 1853." (20)

(20) El Brasil sostiene que los Tratados de 1750 i 1777, no tienen


validez. Pero, aun concediendo que la tuviesen, sostenemos que el de
1853, en nada perjudica a la Nueva Granada; pues, segun el, la Re-
pública queda con mas terrreno que el que le otorgaba el de 1777, en
cuanto a la frontera granadina: i con respecto a la del Mainas,-que n_o
posée i sobre la cual ap6nas tiene un derecho eventual,-no pueue. aspi-
rar a recibir lo que dichos Tratados cedieron a la España, sin obhgar~e
a entrE>gar lo que la España debiera restituir a Portugal. Lo contran.o
seria una postergacion clamorosa de los principios mas triviales de equi-
dad i rozan,
El Trotado de 1853, fue mui léjos en sus concesiones a la Nueva
Granada, para que se reconociese al Brasil el dominio sobre la frontera
de Mainas, que solo fué concedida a España bajo condiciones onerosas,
que la España nunca ha poseido, i que linda actualmente con el terri-

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torio de que el Perú tiene, ademas del derecho que alega, la posesion
ba-
efectiva, el Tratado de 1853, repetim os, ha puesto, ademas , en la
la~z~ el abandono del ter.ritorio hasta al rio de los Engaño s, que recla-
mo Siempre el Portuga l, 1 que figura en los mapas de Humbo ldt i Acos-
ta como pertene ciente al Brasil.
Concedamos que los TrataJo s sean válidos, no por ello dejará de esr
~ec~saria la opinion de Humbo ldt para establec er su
verdade ra inteli-
Jencla. Humbo ldt esplicó el estado de las cosas en río Negro en
1750,
el Tratado de 1777, el cual una vez de-
P?~to necesario para Pjecutar
auto-
c.IdJdo en favor de los portugueses, se hallaba n estos plenamente
Ne-
l'Izad?s para no entrega r Tabatin ga sin que se les diese el Alto Rio
gro, l apesard el marco o mojonera del Avatipa raná.
La opinion del Conde de Florida- blanca hace solo referencia a las
entes
dudas que impidieron la continuacion de la demarca cion, proveni
~e la supuest a cordille ra entre el Orinoco i el Amazón as: los trabajos
gra·
e ~equena, que Jos puntos cardinales de la frontera propiam ente
sí solos la cues-
~~ad1na son illéntico s al Tratado de 1853,-n o deciden por
dic-
t100; porque ni Hequen a, ni la misma España tenia el derecho de
ar a Portuga l una iuterpre tacion violenta del Tratado de 1777.
Una cucstion de límites no puetle dejar de ser cuestion de mapas:
~na cuestio nen que la aplicacion del derecho depcntle de la apreciacion
e los hechos, no puelle ménos de apoyars e en los parecer es de perso-
nas compete ntes.
. V.

"Segun lo dispuesto en los artículo s 11 i 12 del Tratado de 1777,


a, en
Ion referencia al articulo V del Tratado de 1750, la linea divisori
a Jos lfmitcs entre la Nueva Granatl a i el Brasil, par-
t? concerniente
~cnllo desde la confluencia del rio Yavarí en el Maraño n o Amazón as,
~~ue el curso de este rio, aguas abajo, hasta encontr ar la boca mas oc-
8

~~ en~al del Yapurá o Cnquct á, formada por un caño, o sea .una rama
~~ 1ntsmo rio, denominada en algunos mapas "Avatip orana." Desde
l
~ continúa la frontera subiendo arriba de dicha boca mas occdide ntal
que
e Yapurá o Caquetá , i por en medio de este rio, hasta el punto en
sueden. quedar cubierto s los establec imiento s portugu eses de las orillas
de los tios Yapurá i Negro, así como tambien la comunicacion o
can~l
e que estos se servían en 1750: bien entendid o que no debia perjudl-
n-
c~rs~ en nada a las posesiones españolas, ni a sus respecti vas pertene
Cias 1 comuni cacione s."
"Señala do este punto, el mismo artículo 12 se detiene prohibiendo
ríos,
~los españoles el bajar o excder de la línea indicada entre dichos
1 a los portu.,.ueses subir arriba de ella, o trasport arla por aquellos u

otros rios qu; en ellos se introduc en. Con este fin previen e el artículo
las
que los Comisarios nombrados para ejecutar lo, señalen por frontera
i Jos rios que se juntan con el Yapurá iN egro i se aproxim en
lagunas
luego, apartán dola de los rios la ha~>'an
tnas al rumbo del Norte; i que
seguir por la cumbre de los montes que median entre el Orinoco
1
f el
cuanto mas fuese posible ácia el Norte ). ·
Arnazónas, dirijiéndola
.,asta
donde se estendia el dominio de una i otra monarq uía, sin ate.t>-' '
co mas o ménos del terreno que quedase a una u a otfa (' --ter al po-
que se fijasen los límites de una manera indeleb le.'' _,orona, con tal

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"Esta demarcacion, aparentemente enmarañada i confusa, parece-
rá ménos obscura, si echando una mirada al mapa se tiene en cuenta el
contexto liberal de otros artículos de los Tratados de 1750 i 1777."
"En los artículos 8. 0 i 9. 0 del primero de estos Tratados, se dispone
que la línea divisoria,-despues de haber tocado en la márjen oriental del
rio Yavarí, que entra en el Maraiíon por su ribera austral:-" baje por
"las nguas del Yavarí hasta donde desemboca ~n el Marañrm o Ama-
" zónas; siga aguas abajo de este rio hasta la boca mas occidental del
"Yapurá, o Caquetrí,-que desagua en él por la márjen setentrional;
" continúe por en medio del rio Yapurá i por los demas ríos que se le
"junten i se acerquen mas al rumbo del Norte, hasta encontrar lo alto
"de la cordillera de montes que median entre el rio Orinoco i de Ma-
" raiíon o de las Amazónas; i siga por la cumbre de estos montes al
"OriE>nte, hasta donde so e~tiend e el dominio de una i otra monarquia."
"Fipda así la frontRra entre el JJrasil i la Nueva Granada, el artí-
culo 14 del mismo Tratado de 1750 declara esprrsamente: "que S. M.
"Fidrlísima cedía para siempre u la Corona de España todo lo que por
"pa•·te del Portugal se hallase ocupado, o que ¡Jor cualquier título o
"derecho pwliera pPrlenecede, e u cualquiera parto de todo el terreno
"que corre desde la boca occítlcnlal del río Yapnrá, o Caquetá, i que-
" da rn el medio entre el mismo rio i el Marañon o Amazónas; i toda la
"navcgacion del rio Iza o Potumnyo, i todo lo que se sigue desde este
"último rio al occidentr, con el pueblo de San Cristóbal i otro cualc¡uic-
" raque por parte de Portugal se hubiera fundado en aquel espacio de
"tierra.
"Luego vino el Tratado de 1777, i, como ya se ha visto, despues
de fijar en el artículo 12 esta parte do la linea fronteriza, con una peque-
ITa rectificacion ''crlml, en los m1smos t6rminos c¡uc el Tratado de 1750
la estableció; asienta en srguida, en el artículo 20, varias estipulacio-
nes de las cuales resulta entro ollas cosas: "que S. M. Fidelísima por
"sí, í a nombre de sus herrdcros i sucesores, ceuía i traspasaba a S. M.
"Católica todo el derecho i poscsion que la Corona de Portugal pudiera
"tener o nlrgar, sobre cualesquiera terret.ws o navegaciones ue rios que,
"por la linea divisoria s<:ñalada en el rrusmo Tratado, qul'dan a favor
"de In Corona de Espurra, como, por ejemplo, lo que esta Corona se
"reservaba en la banua del rio Maraiion comprendida desde el punto en
((que el Yavarí dc~emhoca en él, i en que el dicho Marañon divide las
(( po~csiones de las dos Coronas, hasta la boca mas occidental de Yapurá
ao Caquetá ." (21)
(21) Pedimos con las mayores veras que se tengan bien presentes
las palabras de estos Tratados, para compararlas con la aplicacion que
se hace de ellos mas adelante.
Nótcnse con especialidad las palabras del artículo 12 del Tratado de
1777: "continuará la frontera subiendo aguas arriba de dicha ?~ca mas
"occidental del Yapur:í 1 POR ENManTo nJ<: ESTE nro" ~; condiCJOn c¡ue
la línea reclamada por el informe no llena. Las palabras que S. ll!f. F.
ce..I¿a a España todo lo que por parte del Portugal se hallase ocupado, o
710r cuai~uicm tí,tuln o derecho pudiera pertenecerlc, pr1Leb~n que el Trata·
de 1777 no !:!1 sido una ro11_/irmacion :;ino una modificctc10n de derecho;;
preexistente¡¡.

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"Es, pues, incontrov ertible que la línea divisoria en tre el territorio
de la N u e va Granada i el del Brasil quedó fijada por l o~ tratados de
1750 1777 de un modo inequívoc o, en el tha lweg de los rios M arañan
Negro, Avatipara ná i Yapurá o Caquetá; i que la única parte de fron~
t~ra que no fuá clarament e determina da es la comprend ida desde la
bifurcacion tlel Cac¡uetá o Yapurá hasta el punto de l rio Negro, en que
una línea tirada entre ambos, déje cubiertos los establecim ientos quP.los
portugues es posoian en 1750,i espedita la comunica cion entre ellos." (22 )
(22) A vista de las palabras citadas del Tral:.J.do no se puede soste-
ner que la única parte de la frontera que no se determinó clarament e es
la comprend ida desde la bi{urcacio11 del Caquetá o Yapurá hasta el pun-
to del rio Negro en r¡ue una línea tirada entre ámbos deje cubiertos los
establecim ientos i comunicac ion portu~uesa. Protestam os contra la pa-
labra bijurcacion, que no se halla en el Tratado, ni podía hallarse; por
el contrario, en él sr dice espresame nte que, despucs de subir la boca
tnas occidenta l del Yapurá, continuará la linea por en medio de este rio,
es <l~cir, llegando a la bijurcaciou, o en español horqueta divisoria,
cont•nuar á mas alltí de ella por el tlwlweg del Yopurá.
"Segun el sentir de ollas autoridade s españolas , consignad o en do-
cumentos autógrafos que aún se conservan , dicha linea debe pasar por
]llago de Mar;lChi, desde el cual, dirijiémlola al norte, pueden cubrirse
!Jos establecim ientos portugues s del rio Negro i CaquetCt, quedándo les
ranca la comuoica cion de ámbos rios por el lago Cumapí i rio Yu-
rubisí. ,
. "Esta opinion, quo acaso tuvo oríjen en las noticias que La Conda-
~lDe publicó en 1745 sobre aquella comunica cion iotr.dluvia l, fué ofi-
Dahnente espresada por el Capitan Jeneral de Carácas, D. Luis de
1.\1nzaga i Amen zaga en 1782, i de ella quizás participa el señor Jeneral
l osquera, pues que él, en su interesant e mapa de la Nueva Granada,
lace pasar la línea divisoria por el lago Marachi." (23)
(23) Ignorarno s cuáles sean esas altas autoridade s españolas que pre-
t~nllen que la línea de 1777 vaya por el Marachí. La primera reclama-
010.n de los españoles , de que hayamos noticia, es la de Iturriaga, i esa
fPf.:nas se cslentlía hasta el salto de Corucuvi, en donde existe la forta-
ezo. brasileiTa de S. Gabriel, el cual está sobre el rio N egro arriba de
{a boca del Cababun, punto por dontle pasaría una línea trazada por el
a~o de Marachí ácia el rumbo del norte Luego lturrioga reclamaba
tnenos de lo que pretende el informe. Si D. Luis Un zaga espresó oticial-
tnen te esa opinion en 1782, lo hizo hiriendo la letra del Tratado de 1777,
llltrapasan do la temeraria prctension de D. José de Iturriaga, i sobre
todo la de una persona tan competen te en la materia como lo era el
Comisario e~paJ1ol D. Francisco H.equena.
"Otros funcionari os espaiíolcs opinaban, por el contrar io, que la boca
del Apapóris es el punto en que la frontera, despues de haber recorrido
el bajo Caquetá o Yapurá, debe separarse de este rio para cubrir los
menciona dos establecim ientos; en apoyo de lo cual puede aducirse el
yoto del Comlc de ~'l?ritla-blanca, que en su esposicion ya citada parece
Inclinarse a esta opm10n." (24)
(24) El voto del Conde de Florida-bl anca, que se funda en el de
Requena, ea ménos adverso al Tratado de 1777, en cuanto al punto

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demarcado sobre el Yapurá; porque no escluye efectivamente la conti-
nuacion de la linea por el tlwlu:eg del Yapurá, llevándola hasta el Apa-
pória; empero es contrario al Tratado, porque no cubre la comunica-
cion entre el Yapurá í el N Pgro por el Vaupí:s de que,-segun el respetable
testimonio de Humboldt, sin hablar de los muchos documentos portugue-
ses que confirman esta asercion,-se servían los portugueses ántes del
Tratado de 1750. El de 1777 no menciona la comunicacion por el lago
de Cumapí i elrio Yurubusí, sino de la comunicacion de que se servían
los portugueses al tiempo de firmarse el Tratado de 1750. Cubrir tma
comunicacion portuguesa, quiere decir, dejar su uso esclusivamente a los
portugueses, i siendo así que se hacfa esa comunicacion por el Apapóris
i Vaupés, es cviuentc que no quedaría cubierta si el Apap6ris no fuese
esclusivamente de los brasileños, como tampoco lo quedada, poniéndo-
se el marco o mojonera, segun Requena, en su boca.
El otro punto marcado por Requcna, el Cucui en el rio Negro,
tampoco cubre los establecimientos portugueses, que existían en 1750
en dicho río; porque en aquella sazon se estendia la navegacion de los
portugueses hasta Javitá i S Baltosar, como lo afirma <.le Ilumboldt: i
si es cierto que el Trntado de 1777 estipulaba el no perjudicar los esta-
blecimientos españoles, dcb entenderse de los que existían ántcs de
1750; puesto que el mismo Tratado dice igualmente que quedarían las
cosas, seg¡¡n el estado que tenian en este año, estipulacion importante que
omitió el informe en l!US eitaciones, lo que debo atribuirse sin duda a
una omision involuntaria.
El pretender que por los establecimientos españoles que no debian
ser perjudicados se cntifmdan S. Cúa·los i S. Agustin,-fundados por So-
lano en 1759 i 1760 en territorio que jamas ocuparon Jos españoles,-es
establecer una contradiccion en el Tratado; pues de ello resultaría que
la línea debiera llegar al mismo tiempo hasta S. Daliasar,-poseido por
los portugueses en 1750,-i queJar mas acá de S. Cárlos, que se halla
mucho mas al sur de S. Baltasar.
"Sin embargo, siendo lo que fuere de estos diversos pareceres, Jo
cierto es que en Jos inrormes orijinales dirijidos al Vit·ci de Santafé por
el Comisario español Hcquena, que tambien se conservan, consta que
en 1781 la comision hispano-portuguesa, encargada de señalar sobre
el terreno esta porcíon j >neral de la linea divisoria, colocó efectivamen-
te, sin vacilacion alguna, los respectivos mojones de término o marcos
piramidales de dcmarcacion, en las bocas del Yavarí o Avaliparaná i en
las márjenes del Marañan; no habiendo ocurrido disputa alguna a e.ste
respecto entre los miembros de dicha comision, i habiéndola hab1do
ímicamente cuando se trató de señalar el punto del Caquetá en .q~JC la
línea divisoria debía separarse de este río, para buscar las marJenes
del Negro por un rumbo que fuese ácia el norte, dejando cu~iertoslos
establecimientos de los porlugue~es, conforme a. lo prevenado en los
Tratados de 1750 i 1777." .
"Por tanto, tambien es indisputable que la Nueva. Gran,ada :el
Brasil, como puestos qnoad doc en el lugar del Portugal 1 la Espana,
están en el deber do complementar dichos Tratados, celcbrand~ otros
en que, corno el de 1777 lo dispone, se determinen escru.pulosa J deta-
lladamente, con toda la xactitud j conocimientos necesarws,_l~s puntos
o parte do dicha línea, entre la orilla izquierda del Caqueta 1 derecha

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del Negro, que a(tn no ha~1 sido. inequivocadamen~e definidos; si? ~ue
entre tanto una ¡ otra nacJOn deJen de reconocer 1 respetar l?s ltmJtes
· · 1· por constgmen
· · te mvana
· · bles , que la naturaleza
arctfintos . , 1 aquellos
, .
Tratados señalaron en los rios 1\iarañon, Avattparana, Caquela 1
Negro."
"i I es esto, por ventura, lo que se ha hecho en el T rata do de l853m ·
"Veamoslo." , o
"La línea divisoria que dicho 'l'ratado establece en su articulo 2.
es literalmente la siguiente:" , . y
"l. o Comenzará la frontera en el confluente del Apapons en e1 a-
"purá, i seguirá dicho Apapóris,. agua~ arriba, hasta el punto en que le
"entra por su orilla oriental, el trtbutano llamado en los mapa~ del baron
"de Humboldt i del Coron 1 Codazzi, Taráira, i toda la onlla d~ este
"hasta el punto que los comisionados señalar.án, queden pertene~tendo
"al Brasil i toda la orilla derecha del A pap6ns hasta su confluencta ~.on
"el •rarái:·a i ámbas orillas del Apapóris i la orilla derecha del Toratra
"de esa cot~fluencia en addante, queden perteneciendo a la Nueva
"Granada."
"2.• Del punto que cubra las vertientes del Vaupés, inclinará la
"frontera ácia Oriente, pasando por las vcrti utes que dividen las agu~s
"que van al Vaupés e Iquiare o Issana, r¡ueden perteneciendo al Brastl,
"i las que van al Naquieni, Mcmachi i otros tributarios del Guainía, a
"la N ue va Granada, hasta donde se estiendan los territorios de los dos
"Estados."
"Mas adelante dice el mismo Tratauo n su artículo 7. 0 : "
"Teniendo la República de la Nueva Granada cuestiones pendientes
"relativamente al territorio bañado por las a""uas del Tornó í del Aquío,
"así como relativamente al situado entre ol 0 Yapurá i el Amazónas, el
"Ciudadano Presidente de la misma República a nombre de ella, de-
"clara que, en el caso de quP- le vengan a perten~ccr definitivamente di-
"chos territorios, reconocerá como límites con el Brasil, en virtud del
::pri~cipio del uti r,ossületis, los estipulados en el Tratado ent:e el Im-
perio 1 Venezuela, de 25 de noviembre de 1852 i la Convencwn entre
"el mismo Imperio i el Perú, de 23 de octubre de 18f>l, a saber: por
"lo que toca al primero, una lín ea que, pasando por las vertientes que
::s~paran. las ag~as del Tomó i del Aquio de las del Iquiare o Issana,
s¡ga ácm el Onente a tocar el Rio Negro en frente de la isla de S.
"José, cerca de la piedra del Cucui situada poco mas o ménos, en el
::¡~aralelo de ~·· 38' de latitud boreal; ¡ por¡~ que toca al segundo, una
jme~ recta hrada desd~ el fuerte de Tabatin<>a ácia el Norte, en di-
re~,cwn de la contluencta del Apapóris con el Yapurá."
~n suma. Con arreglo a los Tratados Hispano-portugueses del
1750 1 1777, la frontera entre Nueva Granada i Brasil partiendo de la
boca del Ya van sobre el Mar:u1on 0 Amazo'n · e
lA f . 1 b
e va tpara?a, qu_e.es a oca.mas occillental , as, sJgu p'or este rio hasta
del Caquctá o Yapurá;
sube el Avabpa~ana 1 el Yap~ro. o Caquetá propiamente dicho, i ~esde
un punto que aun no se ha fi]allo en este rio va a buscar las márjenes
de~ Negro, por cuyas a~uas continúa subiendo hasta la piedra de Cu-
cu¡ en la cual, o en la mmediata isla de S. José la Nueva Granada
parle :érminos no solo con el Brasil, sino tambien don Venezuela." (25)
(2o) Con respecto a la frontera entre el Yavarí ¡el Avatiparaná no

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cabe duda de que el Tratado es claro, i de que los mojones han sido
colocados ; pero tambien está probado que el territorio no ha sido en·
tregado; porque los portugueses consideraron siempre esa cesion como
condicional, i la España no insistió en su entrega, conviniendo en que
solo se efectuase, terminada la demarcacion, admitiendo con ello que por
absoluta que fuese la fuerza do los artículos del Tratado en otros pun-
tos, a lo ménos en este era el dicho Tratado un pacto complejo, del cual
una parte era condicion tácita de la otra.
Agréguese a Jo dicho que el Perú, que adquirió Maynas en 1802
por autoridad lejítima, i que está hoi incontestablemente en la posesion
de esta provincia, porque ejerce jurisdiccion en Lorcto, Pé\'as i Náuta,
que son sus pt·incipales poblaciones, reconoció ya la. soberanía del Bra-
sil, segun el uti possidetis, i sinembargo de la concesion condicional i
jamas cumplida del Tratado de 1777.
"1 conforme al Tratado de 1853, la frontera, en vez de ('mpezar en
la boca del Yavarí, sobre el Amnzónas, comienza, como acaba de verse,
en la boca del Apapóris, sobre el Yapurú ; sube las aguas de aquel río,
i del Taráira hasta un punto vagamente indicado para cubrir las ver-
tientes del Vaupés, i desde este punto continua por una línl'a irregular,
"hasta donde se estiendan los territorios dolos dos Estados." Solo even-
tualmente, es decir, si consintieren en ello Venezuela i el Perú, será
que esta frontera Re prolongará del Taráira al Rio N egro, i desde la
boca del Apapóris hasta el fuerte de Tabatinga."
"Por manera que, segun este Tratado, al propio tiempo que se dl'ja
casi del todo indefinida una gran porcion de la única parte de la línea
que era necesario fijar, se abandona la que ya estaba inequírocamente
demarcada en los ríos Marañan, Avatiparaná i Caquotá, perdiendo así
la Nupva Granada todo el territorio comprendido, al Hur, por el rio
Amazónas; al N orto, por la sierra Aracuara o Yimbí; al Occidente,
por el rio Apapóris, el Taniira i una linea, desde la bo.ca del Apapóris
hasta el puerto de Tabatinga, sobre el Marañon o Amazonas; i al Orien-
te, por el Ava.tiparaoá, el Caquctú, el Negro i una linea tiraua entre
ámbo!J: territorio a que tiene pleno derecho esta RepCibliea en virtud
de los Tratados de 1750 i 1777, i territorio que abraza en su vasto ám-
bito la mayor o mas r.audalosa parte del rio Yapurú o Caquetá, la por-
cion inferior, i por consiguienie tambieo la mas caudalosa del Putumayo
o Iza, i toda la márjen boreal del Amazónas que se estiendc d('sde la
boca del Yavarí hasta la mas occidental del Caquctá, o sea hasta el caño
Avatiparnná."
"Fuera de esta péruida de territorio, que menoscabaria los títul~s
que la RepÍiblica tiene a la navegacion del Amazónas como Estado n-
bereño; ella perdería, o a lo ménos baria problemática por el tenor del
preinserto artículo 7.• de este Tratado, la soberanía que le corresponde
sobre otras interesantes porciones de territorio, en sus dilatados confines
con Venezuela i el Ecuador."
"Prejuzgáodose en dicho arlieulo, anticipada i desfavorablemente,
los derechos de la Nueva Granada en las cuestiones pendientes con
aquellas Repúblicas so establece de antemano oficiosamente, como ya
se ha visto, que en daso de que los territorios en disputa vengan. a por-
pertenecer definitivamente a la Nueva Granada, esta "reconocera como
"limites oon el Brasil, en virtud del uli pouidetis, los estipulados en el

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"Tratado entre el Imperio i Venezuela, de 25 de noviembre de 1852 1
''i en la Convencion entre el mismo Imperio i el Perú, de 23 de octubre
"de 1851."
ce Estos Tratados, celebrados sin anuencia nuestra, pugnan abierta-
mente con nuestros derechos ; i segun se asegura, uno de ellos, el con-
cluido con Venezuela, ha sido ya virtualmente improbado por el Con·
greso ue aquella República. Es, pues, claro que no debemos obligarnos
de antemano a estar i pasar por las líneas divisorias que en ellos se fijan;
i esto con razon tanto mayor, cuanto que, estendiéndose nuestra fron-
tera con Venezuela hasta el alto Orinoco, C'asiquiari i rio Negro, i con
el Ecuador hasta el Coca, Napo i Marañan, nos espondriamos a perder,
segun el primero de dichos Tratados, alguna parte de la hermosa comar-
ca adyacente al Rio Negro, i segun el segundo, ratificaríamos la c:esion
que ya hemos mencionado, de toda esa gran rejion territorial comprenuida
entre los rios Caquetá, Amazónas, i una línea tirada entre este i aquel,
desde Tabatinga, frente a la boca del Yavarí hasta la boca del Apapóris."
"Ademas, admiti endo , como se admite en el referido artículo 7 .o,
que nuestros derechos son en esta parte hipotéticos, nos espondríamos
tambien a perder el territorio que Sfl estiende desde dicha línea hasta
las márjenes del Coca i Napo, que forman nu(;'stra frontera con el
Ecuador."
"1 por último,-aunque no es este el menor inconveniente que dicho
artícu!o· apareja,-reconoceríamos anticipatla l' innecesariamente, como
parte 1nteresada en este asunto al Gobierno del Perú ~:on mengua tle los
de~echos conocidos hasta ahora como pertenecientes' al Gobierno Ecua-
tonar_to, que es ~on quien únicamente podemos reconocer que tenemos
~u~stwnes pen dwntes sobre el pat'licular; pues la real órdcn tlel 15 de
JUbo de 1?03 agregando al Perú la provincia de Maynas, fué invalidada
por actos 1 documentos solemnes tle fecha mui po~terior." (26)

(2.6) Comparemos el Tratado de 1853, no con las pretensiones te-


~;~;r.las de U nzaga, ~in o. con. la jenuina intelijencia del Trut~do de
. .' no con una asptrac1on sm fundamento siuo con los trabaJOS del
pnn~pal demarcador, modificados segun la l~tra clara del Tratado.
? detendremos mucho en aquella parte de la dcmarcacion que
0 11 8
ll ama e1 mforme con
m os ue z· · ·
.e zcwua l ; porque ya esta· har:o vrnt!lada. N o nega-
qnt sea contnma a la lctm uel Tratado de 1777 considerada aisla-
damc e · pero no 1 '
ICU o
° .· , ·
mismo ;rt' l d e ~ 81 se considera combinada con otras palabras Jel
e1 1 ratado · 1· , ·t · .
' · . po~que
r,onne con su cspmtu,
apénas reserva al Brasil · . es.a con
solo .se cedió a F's affa un temt?no, que este ha posrido siempre, 1 q.ue
demarcar para e~t~e"'arl en cami.J¡o de otro que la España jam~s qu1so
dicha de la Nue a G ed Adcmas de esto, no es frontera propiamente
Maynas, i dado ~ue ~~nPe ~) por9ue la República ue hecl:o no posee a
dio el Ecuador que con mlu?crd.iel'a otra provincia, estana de porm~­
reclamarla Se reten u uc a ~as razou que la N ue va GranuJa poul'la
que ha a~ul l 1
.e que ha t. reales cédulas posteriores a la de 1802
sion en n ue e~ Pe~ a' en; pero ~amas las hemos visto, ni aun en la oca-
tura q t ~ mando publicar la referiua cédula de 1802, coyun-
Bras·~u~ ~resen ~ a desde luego una feliz oportunidad. Esperar que el
podi~¿ hnicamen le ph·que la Nueva Granada ale"'a derechos, que no ha
acer va cr asta ahora, deshaga conve~ios que pactó con el

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Perú, su aliado, i que son relativos a un territorio que él posee de dere-
cho, sin que se le pruebe lo contrario, es esperar lo que no cabe en el
órden natural de las cosas; es querer hacinar jénnenes do discordia entre
los Estados de América, intentando destruir lo que está hr.cho ha cerca
de medio siglo.
Pasemos, pues, a examinar,-tcuien do presente la letra del Tratado
de 1777 ,-i la interpretacion que le diera el mismo Comisario espaiiol,
encargado de la demarcacion,-i el Tratado de 1853 ,-la frontera verda-
deramente granadina.
Los puntos marcados por el Comisario Requena en <'1 Río Negro,
para cubrir Jos establecimientos portugueses, soN Los MISMOS d<'l Trata-
do de 1853, la boca oc! Apapóris en el Yapurá, i el Cocui en elrio Ne-
f(ro. La línea que uno estos dos puntos difiere: Hequena en vez de con-
tinuar por 7os deuws rios que se .fnntrm al Yapurá i mas se acercan al
rumbo del Norte, en lugar do seguir en toda la raya lct direccion ele mon-
tes i rios, en donde los hubiese a propósito, traza una línea imajinaria
qu~ se acerca mas al rumbo de Nordeste, i olvida los cursos de los rios
Apapóris i Tarriira, bien así como las vertientes qu · srparan los rios
Memachi, Aquío, Tomó, del Vaupés, Xic, Issana &. i van a dar con ol
Cucui, llevando su límite por un terreno que no tiene seiíal alguna na-
tural. Confróntese el mapa de Cotlazzi con el tle Hequena, teniendo
siempre a la mano los 'Tratados do 1777 i de 1853, i examínese con im-
parcialidad lo que dice el informe en su §.• V. i lo que acabamos de
esponer. No tememos el resultado de una invcstigacion madum i de-
sapasionada.
VI.
"A las precedentes considNac iones, todas aovenms al Tratado de
1853, agrégaso otra, i es que en él, contra d espíritu i la letra de los
Tratados de 1750 i 1777, so han desatendido los términos, no solo lega-
los, siuo comunes, naturales e invariables de los dos tenitorios, pura os~
tablccer entre ellos una línea divisoria diminuta, i en gran parte, tan
imajinaria como injusta."
" 'nando no hai limit('s convencionales, aunque no es este el caso
entre la Nueva Granada i el Bmsil, la razon, la costumbre i el propio
inter S do Jos ~slados, lrs aconcejan aooptar los que les presenta la
naturaleza, principalm ·nlo donde los accidentes topográficos son tan
conspicuos como sucede en aquellos parajes. Esto es tambien lo que
inculcan los publicistas, i Jo que siempre practicó la Corte oc España,
que para el caso presente tiene todo el peEo do una autoridad indecli-
nable. Lo que recomendaba mas encarecidamente a los Coinisarios que
debían llevar a efecto la demarcacion de límites en sus dominios ameri-
canos, era buscar lo mas alto o encumbrado de los montes, i que donde
estos se interrumpiesen, se siguie~o el curso de las aguas, hasta encontrar
otra cordillera para seli.alar la línea siempre por la cumbre."
"Recomendamos a los Comisarios que lleven a ejecucion esta ~ínea
"divisoria," oice el Tratado de 1777, "que signn en toda ella la~ ~lirec:
"ciones de los montos o de los rios, donde los hubiere a propos~to ; 1
"que las vertientes de dichos ríos i sus nacimientos, sirvan de niOJOn, a
"uno i otro dominio, !londo se putlicre ejecutar así, para qne los rios quo
"nacieren en un dominio i corrieren ácia él,"-como por ejemplo, el Pu-

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tumayo i el Caquetá,-"queden desde su nacimiento a favor de aquel
"dominio." (27)

(27) Un exámen prolijo e imparci~l probará .h~sta)a e.vide~cia que


la línea del Tratado de 1853 no es d1mmuta 1 111 unapnana, m mucho
ménos injusta. No es diminuta, porque comprende toda la frontera de
la Nueva Granada aun aquella sobre que la República tiene apénas
derechos eventual~s, que difilmente podrá hacer valer: no es im~ji~aria,
porque corre por álveos de rios bien conocidos, como el Apapóns 1 ~a­
ráira, i por vertientes bien fáciles de demarca·r, como las del V aupes,
Memachi Aquío, Tomó, Xie ~ Issana: no es injusta, porque hasta
coincide, 'en la parte esencial que posee la República, con la línea que
pretende el Comisario Requena en los puntos cardinales, apartándose
únicamente de ella en lo que dicho Requena no siguió la letra del Tra-
tado de 1777.
"I es mui fácil comprender la razon, o mejor dirémos, la necesidad
de llevat· una línea de fronteras por las cumbres de Jos montes, o por las
márjenes de rios caudalosos, para que sirvan de límites fijos e indele-
bles, "sin reparar en el poco mas o ménos del terreno que pueda quc-
".dar a una u otra parte," segun se espresa el mismo Tratado; porque
sm esto, serian continuos los conflictos de jurisdiccion territorial entre
dos ~sta~os vecinos, imposible la custodia de las fronteras en tiempo de
paz, 1 peltgrosa la situacion del país en tiempo de guerra. Si, como lo
P,re~ende el Go?ierno del Brasil, hubiesen de adoptarse, en vez de los
hmltcs establec1dos de acuerdo con la naturaleza en los Tratados His-
pano-po~tugu.ese~.' lo~ que el de. 1853 señala positiva¡ event?almente1
por~~ l!_nea JmaJm<ma de Tab~tmga a la boca del Apapóris, 1 de este 1
del 1 ara1ra hasta donde se esttendan los territorios de los dos Estados;
la Nueva Granada, para precaverse de mañosas intrusiones que mas
tarde se .alegasen ~omo títulos de propiedad fundados en el 'principi~
del G?b1erno prop1o popular, tendr1a que levantar una línea de fuertes 1
g~la~d1as ¡~ara reemplazar la natural i justa, sin que ninguna estipu.lacion
escnta, 111 razon alguna de equidad o conveniencia, la ob!Jgasen
a ello."
1 "Asi,
aunque el Tratado que se examina no tuviera otro defecto quo
e que acab11 do esponerse, este constituiría por sí solo una objecion in-
~up~rable ; pero, como ya se ha espresa<lo él adolece de otros incon-
en:~ntes desgraciadamente mui graves." ' .
1777 J?esecbados para la celebracion de dicho Tratado los de 1750 1
1
confi' adoptada como base de negociacion, la posesion de hecho, se
pucrtman, en consecuencia, las usurpaciones ya cometidas, i se abre la
a a otras muchas, que de antemano se justifican." (28)

de Í~~) Es dign~ de menc~on que,-p~ra. probar que )a línea ~el Tr~t.ado


d 3 es.vaga 1 contrana a los pr111c1pios recomendados 1 admitidos
b~ q~e se ~ 1 ga~1 las señales natul'ales,-cite apénas el informe las pala-
la:s el 2 arálra hasta donde se es tendieren los territorios de los dos Es-
tér o~, echando en olvido que poco ántes, al trascribir integralmente los
co::f~~os de aquel Tratado, .hi~i~ra patente al Congreso que dicha líne?,
corr me en todo con el prmc1p10 de seguir las señales naturales, debta
er del Taráira hasta wt ]JUnto que cubriese las vertientes del Vattpés,

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i, despues de pasar por d,ichas vertientes, i por las del lquiare o lssatw,
Memachi, i otros, hasta doude se cstendie,1en los territorios de los dos Es-
tados, es decir, hasta el Cucui,-continuacion de las mismas vertientes,-
si prevalecieren las pretensi0nes de la N ucva Granada en su cuestion
con Venezuela, o hasta las cabeceras del Memachi, si triunfaron las do
Venezuela .
Argumentar de esta guisa, en materia tan abstracta, tan poco cono-
cida, i tan difícil de comprenderse bien, aunque so esplique con lucidez,
es aventurarse a contribuir en gran manera, aunque involuntariamente,
a descarriar de su lejltirno semlcro la opinion pública.
''Con la disposicion del artículo 7 .•) rtferente a los Tratados que el
Brasil ha celebrado con el Perú i Venezuela, sobre tertitorios a los cua-
les la Nueva Granada tiene derecho; se admite en cierta m,anerit In
justicia de las e~lipulaciones de esos Tratados, i se autori7.a a las partos
contratautes para alcgarlos algun dia, como precedentes perjudiciales a
la Nueva Grnnada, i hasta cierto punto conscntiJos por ella."
"No habiéndose definido positivamente In frontera sino on ol Apa-
póris i el Taráira, afiuentes del Caquetá, sin determinarla n este, en
el Marañon, ni en ol Rio Negro; quedan vivas i en pié las dificultaues
relativas a la. línea divisoria do Jos dos paises, desde la. boca uel Yavarí
hasta la del Apapóris."
"Estas tlificultades se aumentarían, probablemente, por las que se
suscitan respecto de la demo.rcacion del resto do la línea, hasta el tér-
mino de ella en nueshos confines con Venezuela, sobre el Guainla o alto
Rio Negro; o, segun se esprcsa ol Tratauo, desde las cabr.cr.ras delTa-
ráira "hasta uonde se estienclan los territorios de los dos Estados."
"La espresion vnga, que acaba de citarse, ha hecho indispensables
los artículos 4.•5.• i 6,• del mismo 'l'ratado, por los cuales la fijacion de
los límites queda virtualmente cometida a comisionados, nombrados
para advertir a los dos Gobiernos las dudas que sobrevengan i las inexac-
titudes que so descubran; con lo cual se deja abiorta Ja negociacion
para señalar otros linderos." (29)

(29) -La frontera entre el Yavarí i el Apapóris,-para el solo caso


en que pueda haber contigiiido.d ile territorios entre el Brasil i la Nue\·a
Granada, es decir, para ·l caso improbable de <¡ue venga la uovn Gra-
nada a adquirir a Mainas,-está positivnmcnte definida en el articulo 7 .•
del Tratado de 1853. Es una línea recta tirada de Tabatinga,-fortalcza
fronteriza al l:Tavarí,-a la boca tlel Apapóris. Esta línea, aunque itnaji-
naria, es bien conocida de los habitantes: corta el Jzá o Putumayo,
segun Humboldt, un poco arriba de la conlluencia del Yaguas: corre
casi ácia el rumbo de Norte-Sur, i hai cerca de olla una comunicacion
por tierra, que sirvo de tránsito a los brasileños del lz6. al Yapurá. Por
tanto no puede decirse que no esté positivamente definida,
La línea del Taráira al Cucui, como se verá por la letra del Tratado,
compendiaila cstrañamcnte en el estraclo que se hizo de él Juego~ no. es
desde las cabeceras del Taráira hasta donde se estienden Jos tcmtorJOs
do los dos paises: por el contrario, deberá ser trazada por vertientes de
rios conocidos, de modo que tales i cuales aguas queden pe1·tenecíendo a uno
tk los Estarlo11, i tules i tales otras al otro Estado.
"Vasto, por demas, Ciudadanos Senadores, es el territorio de la Re-

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-3JG-
pública. Ella, pues, no puede abrigar, en sus cuestiones de límites con
el Brasil, ningun deseo de engrandecimiento, ninguna mira do ambicion.
Es, por otra parte, mui doloroso que en una negociacion emprendida,
sin duda bajo las inspiraciones del mas puro patriotismo americano, haya
~e malograrse i rnsultar frustránea; pues a nadie puede ocultá_rsele lo
arduo i delicado que seria el renovarla i conducirla a buen térmmo. La
República, sin embargo, tiene el derecho, mas aún, tiene el deber de
declinar toda proposicíon de arreglo que, sin evitar motivos de ulterior
d.esave~encia, vulnere sus justos títulos tle dominio, para establecer una
lmea chvisorin imajinaría, en rejiones desiertas, donde el curso de aguas
caudalosas está indicando naturalmente cuál debe ser la frontera, como
lo indicaron al Gobierno español i al Gobierno del Portugal, cuando
ámbos, de comun acuerdo, fijaron la demarcacion de aquellos límites en
el Marañan, Avatiparanú Caquetá i Neo-ro."
"S'•, pues, el '!'ratado 'que se discute, bal propio tiempo que nos pnvn
.

de una vasta porcJOn de territorio desde las márjenrs del Marañon hasta
las. del_Gu~inía o ~{io Negro, no fija claramente los límites del que se nos
~eJa, n_t ev1ta mot1~os de posteriores disputas con el Brasil, sino que
om~•ca_las c.uesllones que tPnrmos pendientes con otros estallos; no
cst~anare1s, Ctudadanos Senadores que la Comision de Relaciones Es-
tel'lores, que os informa, se abstcn<r~
0
de recomendar a vuestra aprobacion
aquel Tratado."
"Hai, sincmbnrgo, otra consideracion bien qu de distinto órden, que
os pone en la imposibilidad moral de ap;obarlo." (30)

. (30) Si la ~ueva Granada no tiene necesidad de acrecer su territo-


rw, el del 1m peno es harto vasto para que haya menester de un trozo de
terreno mas para su ?ngrandecimiento. Pero . quién lo ambiciona? ¿Será
por ventura el Bras•l, que quiere conservar 1~ que siempre poseyera; lo
que ~stá poblatlo por sus ciudadanos ha ya mas de un si<rlo, i que los
. ' N
vespanoles
o
G no poseyeron Jamas; o el informe que reclama Jo que la ue-
n~. ranada ~unca poseyó, en donde no habitan ciudadanos granadinos
e~ J~~n?s habttaron los españoles, i que cedido a España por un pacto
ja~ ICI~nal,-no cumplido,-é inasequible ahora -no ha potlido la España
sobt~cs ~~ ~~~r ~ue ~e le en~regase, apesar de s~ s 11 perioridad de r~c~rso~
. Qu·. rtu oal, 1 de su Influencia europea 'l tQuién es el amblCIOSu ~
Ía u~;n e1 que estorba la solucion de cuesti~nes de las cuales depende
•on cordial de 1os E stados Sur-amcncanos?
territor· · ¿ I por que.· ~ P or u n
10
d hqube hace cuarenta años e
s' a<rt•eo-6 al Perú i que este solo des·
Pues e aers"¡} 1 o venc1'd o por las armas
o o-lo que esta '· t· d l
permif · CJOS e acon ecer,
inc1'ertolra que se le quite! En conclusidn se sacrifica un bien remoto,
'
e lrnpr 0 babl e, a uno inmediato, directo ·
i palpable, 1· que 1'~JOS
de perjud'
Per'
u. lcar acata la cuestion pendiente entre la Nueva Granada 1 el

de 1Terminerno
N . es el que desatiende los ver d aueros
s. ¿Q u•én
.1 • t
m ereses
info a ~e va Granada? N o lo es por cierto el Tratado de 1853, sino el
i:Ce e la comision.
laeion °~ pu~de verse en la Esposicion que el señor Secretario de Re-
corrí e:3
s:er•~res presentó al Congreso en sus primeras sesiones del
Brasiln ano, 1 en 1~ nota del honorable señor Lisboa, Ministr_o del
' atada en Pam a 27 de setiembre próximo pasado ; el Gob1erno

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-44-
Imperial juzga que la cucstion de navegacion del Amazónas está indi-
solublemente ligada con la de límites, i en consecuencia ha resuelto no
ratificar ninguno de los dos Tratados, si no fueren aprobados conjunta-
mente como fueron negociauos por los respectivos PJenipetenci:uios."
"El Tratado de navegacion fluvial fuó improbado por esta Cámara
en la parte mas sustancial en sus sesiones ordinarias del año anterior.
De entónces acá, muchos actos de los altos poderes públicos, las pro-
ducciones de la prensa periódica, i los programas que los diversos par-
tidos políticos han dado a luz, un1formernente encaminados a promover
la absoluta libertad de navegacion de los rios que pertenecen a la Repú-
blica, privativamente o en comun con otros países, hacen de todo punto
in~dn~i~ible la suposicion do que llegue alguna vez a ser aprobado el
prmc1p10 de esclusion que sirve de base a dicho Tratado. Inútil seria,
pues, adoptar ahora el de límites; aunque, lo que no es do presumirse,
os siotiéseis inclinados a aceptarlo."
"Por tanto, Ciudadanos Senadores, vuestra comision opina que 1
referido Tratado debe archivarse; i manifestándolo así respetuosamente,
pone con ello punto a este informe." (31)

Bogotá, 25 de abril de 1855.

P edt·o Fernantle% .nJ.adt•id.


Es copia.-El Secretario del Senado, P EREZ.

(31) Tambien en esta parte se han comprendido mal el lenguaje i


las intenciones del Brasil. El Comendador Lisboa dijo, si no nos falla la
memoria, en su nota del27 de setiembre u octubre del finado aiio "que
"el Gobierno Imperial consideraba la co.estion de .nave~acion íntima~
"mente ligada con la Je límites, i por tanto no podna rat1Gcar ninguno
"de los Tratados ajustados,-es decir, los de estradicion i navegacion,-i
"especialmente el de navegacion, sino fuero aprobado conjuntam nte
"el de límites como fu~ n gociado por los respectivos Plenipotenciarios."
Lo que se ha reclamado como sine qua non ha sido la aprobacion del
Tratado de límites: el de navegacion se subordinó al de límites i no
este a aquel ; pero aún cuando fuera recíproca la subordinacion, no es
cierto que el de navegacion fues improbado por la Cámara del Senado
en su parte mas sustancial. El Senado lo aprobó en la parte verdadera~
mente esencial, que era la pormnnente,-la que concedia a la Nueva
Granada el derecho de navegacion para su bandera,-improbando úoic~~
mente la temporaria, cuya durncion era de seis años, i se hacía rcfcrenc1a
a una subveneion i a restricciones relativas a banderas no ribereñas,
restricciones que el Brasil jamas intentará conservar en su vigor a per·
petuidad.

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DIARIO DEL COMERCIO.
Rio·Janeiro, 12 de abril de 1855.
Llamamos la atencion de nuestros lectores al interesante documento
que en seo-uida publicamos. Es una carta dirijida por el baron de Hum-
boldt a nut>estro Ministro resitlente cerca de las Repúblicas de Venezuela
i Nueva Granada, en respuesta a otra en que se le comunicaron copias
d~ los tratados de límites i navcgacion, negociados con aque~l~s Repú.-
bhcas, en la cual el venerable sabio muestra apreciar la poiihca conc1·
liadora del Brasil para con sus vecinos, recon:>ce la necesidad de que se
adopte el principio del uli possidetis, como único medio de salir de las
largas incertidumbre~ nacidas de las vagas espresiones del tratado de
1777, i hace justicia a los esfuerzos tlel Gobierno imperial para sacar
las rejiones amazónicas de su estado de aislamiento i de . abandono in-
dustrial, i para hacer desaparecer las antipatías que por tanto tiempo
subsistieron entre pueblos vecinos.
"S~iior.-.Mui ;econocido por la confianza que me quisíst_:is mani-
festar, 1 que debo sm duda a la afectuosa benevolencia del senor Caba-
llero de Araujo, est·udié los documentos que tratan de la Convencio11 que
tc~nfel~:zmeute concluístei~, i que será sin d!tcla adoptada e11 momentos mas
t1anqwlo.s. Cuando se htzo la paz de Par1s, fui convidado por el duque
de Wellmglon n redactar una memoria sobre Jos límites de la Guayana
portuguesa, que fué publicada en la coleccion diplomática de Scholl,
desp~es d~ haber merecido la respetable aprobacion de vuestra corte.
Las Jnce~lidumbre~ que reinaron por tanto tiempo sobre los límites de
las posesiOnes bras1leras ~n la hoya del Rio~Negro, tuvieron oríjen en
~ran parte Pn la preferencia que se quiso dar a suposiciones vagas, rcl~­
ttvat.nente al punto en que el Rio-Neo-ro es atravesado por la eqm-
nox¡aJ, • en lugar de adoptar las indi~aciones mas sencillas i mas se-
guras (a falta ele toda observacion de latitud) que suministran los con·
fluentes de dos rios.
. "Cuando el señor de La Condamine fué al Pará se creia que esta
cJudad estaba colocada debajo de la cquinoxial · él!~ halló en el l. o 28'
~ sur de ella. Durante medio si o-lo se creyó e; la Capitanía jeneral de
f arácas, que el hábil injeniero lon Gabriel Clavero babia construido el
ucr,\e ~e l!an C:írlos en el punto donde pasaba la equinoxial.
·· N.mguna observacion astronómica se había practicado en esas re-
;~~nes ~ntes que él fuese allá. La real espedicion de límites de Sol~no
ru/ts~ de la confluencia del Guaviare con el Orinoco. Yo halle el
~'~ e San Cárlos en latitud J.o 53' 42" al norte.
(e 0 1 1 p~ucbo mucho, señor, la sabiduría con que e11 vuestra 11egociacion
• ~ as lntenciones mas conciliadoras) no habeis insistido en e¡¡gra'llde-
· de las largaa t?lcer
· · t· J¿abc¡s. adoptado, para sal¿r
cmuento de t emtono, · ¡;·-

que*1Esta e.sp¡·tcacJon · clara del sabio Humboldt deshace una de ¡as ob"¡eclOnes · con
es, c~~~~o~tct'.'~. en Cai4co.s prctcndi6 atacar cltr~tado de límites con yenczucla, esto
l'or !u . rudJ.cton dc!ttempo de Jos demarcadores segun la cual debena pasa.r la. raya
Cárlose~~~~oxtal, En aquel. tiempo se creía que,' segun Clavero, la eqmnoxtali f?un
la Jlosc~iou la I~I Mlllt~ cosa; 1, como "!l, sabia que Iturriaga ¡los demarcndore.s s~stcman
1~ eq 11 inoxi de ~an C.~rlos, se pretend 10 que eso eqmvnhu a reclamar e_l ter~llono hasta
lunite 1 n\. 1 e.ro nt el tratado de 1m ni documento nl_guno mcncton6 ¡amas como
estardeb e~ u'toxtal, de la cunl sabemos' que so hnuló incúlentalmcnte, po~ Sllponc rse
'Jl
Poscsian 0 ) o:: ella el fuerte de Sll;n Cárlos. Este fuerte es el verdadero !mute segun 1\'-
Clavero 0 os cspanole~, cualqmera que sea su latitud o fu que erradamente calculo
• a que Humboldt rectificó des pues. '

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dumbres que nacen de las vagas espresiones del antiguo tratado de 1. 0 de
octubre de 1777, el principio del U'1'l PossmETis de 1810. Habeis percibi-
do bien que lo que hai de mas importante para hacer salir estos países
incultos de su estado de aislamiento i de abandono industrial, es aplacar
las antipatías nacionales i aprovechar, por medio de una libre navega-
cion, eso admirable enlace de rios que, como un don benéfico de la
Providencia, ha sido concedido inútilmente, hasta ahora, a los pueblos
do la América del Sur.
"Bajo este punto de vista, de vuelta de la espedicion del Orinoco en
1800, trató de despPrtar la atencion del Gobierno español en una espo-
sicion que dirijí al Ministro de Negocios estranjeros de enlónces, el ca-
ballero de Urquijo. Yo le decía: "Lo que seria mas digno de conse-
"guirse por medio de mútuns concesiones, seria una libertad entera i
"recíproca do comercio en estos majestuosos ríos, el Orinoco, t'l Casi-
"quiare, el Rio-Nogro o Guninía, i el Marafion. Nada sería mas eficaz
"i propio para promover la prosperidad en unos países tan atrasados en
"la cultura de las tierras, nada mas eficaz i propio para disminuir la
11 infeiiz
o irracional antipatía que desgraciadament e existe entre dos na-
"ciones lim ílrofes."
"El señor Ministro residente, Comendador Miguel María Lisboa,
me hizo la honra de dirijirme al fin de la carta de 4 de agosto de 1854,
con que me quiso honrar, dos preguntas, a las cuales trataré de respon-
der con franqueza.
"1.• ¿Antes do la espedicion de Solano, esto es, por el afio de 1750,
la posesion efectiva de los portugueses sobre el Rio-Negro se estendia
al norle del Casi!]uiare?
"Ocurrieron seguramente (mucho ántes que los espaiioles eslnLle-
eiesen misiones sobre el Atabapo, el Casiquiare i el Hio-Negro) mas
allá de los establecimientos portugueses formados entre Jos Maravitanas
en diversas épocas, incursiones para el norte allende del Casiquiare,
por el Cauaburi i Pacimoní.
"Hallareis en mi gran carta ú 1 Orinoco (lómina 16 de atlas jeográ-
fico i físico de mi viaje) escritas junto de un lago situado en el grado
3.• de latitud norte, las palabras siguientes: "J~n las márjenes de este
"h1go, al este del rio Mavaen, los portugueses penetraban por el arras-
"lradero que com_unica el rio Siab~, ailuente del Casiquiare, con el
"Mavacá, para COJCr el fruto nromú.l1co del laurel Puchery i la zarzapa-
"rrilla, artículo de esportacion del Pará. Llegaban hasta al este de la
"Esmeralda, donde yo i el señor Schomburgk, 30 años despues de mí,
"nos aproximamos al oríjen del Orinoco. Mas por ese lado las incur-
"siones oran temporales, no eran una posesion efectiva."
"Cuamlo los indios aventureros, acompañados de colonos portugue-
ses, practicaban con frecuencia sus incursiones hostiles hasta las aguas
de los rios Tcmi i Tuamini (ántes de 1755) era para hacer esclavo~,
rescatar almas i venderlos en el Río-Negro portugues. El estableci-
miento de Yavitá, sobre el Tuamini, existía sin duda: era una aldea de
indios bajo el dominio de un jefe indio llamado Yavitá. •
* E•tr jefe rrc,tnhn homennjc a Porlngnl. El ha ron de Humboldt, hablando de él
(Vínjt•, NhcioneHpníioln tomo 3. o pápnas 187 i 188) die~ lo Riguicnte. : "E.n 1755,
iuno•H <lo lu e~¡>edicion tl: Flu lnno t~dn 'in comarca entrE' San Baltazar .1 Yav1tá, era
con, iderudn como una dcpendenci'a del Jlrosil; el Cacique Ynvitá, nu!!>T1Zodo por una
poten~e ~Pnl. t>ortugueen, hacia sue incursiones, ruando del Yupurá al no Negro por el
Vaupes 1 X te."

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"Los primeros blancos que el padre Romao encontró en febrero de
1744, al pasar ántcs que cualquiera otro del Orinoco al Río-Negro, fue-
ron los comerciant es de esclavos portugueses de la tropa de rescate.
El padre Romao esperó la llegada del jesuita portugu~s .Av.ograde, que
vino del Pará no a la aldea dominada por el jefe Y a v¡ta, smo a uno de
los establec ir~ienlos portugueses del Rio-Negro. (Viaje, tomo 2,• páji-
nas 416 i ó34.) ..
''Los portug ueses en 1750 no tenían, creo yo, ni un cstabl~cJmJento
de cultivo al norte del punto donde eutra el Casiquiare en ~1 Rw-Nef?o,
que está al nordeste de la roca Culimacari , donde acampe con el senor
de Bompland. .
"2.• ¿Los límites del tratado de 25 de noviembre de 1852 estan de
acuerdo con lo que vos manifestáslcis en vuestro viaje a las rejiones
equinoxiales?
. "Yo no visité las aguas del Rio-Ne~ro al oeste del punto don~~ este
rw r?cibe las aguas del igarapé. • Pim1chin, habiendo venido a p10 por
la m1tad de la selva de Y nvitá (la mision del rio Tuamini) al térmmo
?el arrastradero sobre el igarapé Pimichiu. Pero pude obtener alg~nos
mformes que creo bastante esactos sobre los lugares que menciona1s en
VUP.stro tratado.
"Mi mapa ucl Orinoco i del Rio-Negro muestra la confluencia del
A popóris ( CJ ue recibe al Taráira) con el Yupurá, confluencia que está
en. el par~l ~ lo de un grado al sur de la equinoxial, i por la cual comen:
Zals los lumtcs en el artículo Lo del tratado do 25 oe julio de 1853. MI
~1apa muestra los rios Aquío, Tomó, Vaupés ¡ Xie. Yo colocaría la
1sla de San José a corta distancia de la caverna 0 serrallo (lugar de pla-
ce¡· del jefe indio Cucuy) entre San Cárlos del Rio-Negro i San José
de Marabilana s (donde me quisieron prender) en 1.• 40' de latitud
norte. Esta isla es hoi considerada como frontera.
"Pi?nso .haber dado (Viaje, en 4.•, tomo 2.•, pájina 459) aclaracio-
nes n:u1 cunosas sobre el verdadero oríjen del Guainfa i sobre el curso
sup.e~1~r del Vaupés, que me suministró un rolijioso de San Francisco,
ll1Ui Jlllcioso, .l!'rai Francisco Pugnet de la mis 1on de los Andaquies.
a,'.'~! bajó de l~s. cabeceras del Ya~urú ( Caquet:i) a las del Guaviare,
~· 1 lleudo de la m•s•on de Caguan. Yo no encontré nada en vuestro trata-
o ~~e sec~ contrario a las n~~iones jf>ográficas que pude adquirir . .
d HlcJente~ent~ aparcc•o en Lóndres el viaje de un naturalista que
110 c~l Paru suh1ó el
)e~_? H.io-Negro, ¡visitó las márjenes poco conocidas
~:o aup~~: (Alfredo Wallace 'l'rnvels 011 tbe Amazon and Rione-
~I ,' v185131 ' PD.Jln~ 273 ). Esta curiosa espedicion
como yo po ¡ 1 .1
fué del año de 1850.
y 't ·
J.r r. a ace paso ¡· ' ' r a se va ue Pimicbin a av1 a.
"D
el seo ~rt ten temen te que mis reminiscenc ias de yiejo puedan ofre-
ceros a gun mteres,
. "Dignaos recibir, seiTor caballero, el homenaje de. alta_ consi~era-
c¡on. con que tengo la honra de ser vuest ro mu¡' humtlde 1 obed1ente
servidor.
"B erlín, 22 de diciembre de 1854
"Al señor ~inistro residente de' s. M. el Emperador del Brasil,
Comendador, M1guel Maria Lisboa, &. &.
BARoN DE HuMBOLDT ."

posc"o.~E~T~~ocu~~roo~:ado esta palabra en el diccionario de Moraes, único que

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