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UN DIOS BIPOLAR

INTRODUCCION
 Algunas personas dicen que Dios no es estable en sus estados de ánimo.
Que es impredecible, es decir, no sabe cómo va a reaccionar en ciertos
momentos.
 Que han visto a través de la Biblia, que por momentos está contento con su
pueblo y de repente se enoja con ellos. Con algunos ha sido amoroso,
tolerante, bondadoso, pero con otros ha sido temible, castigador, iracundo.
 La bipolaridad es un trastorno mental que provoca cambios regulares o
extremos en el estado de ánimo, que afecta la concentración, las actividades
diarias y las relaciones personales.
 Dicen que por eso el pueblo de Israel sufrió mucho, debido a los arranques
de ira de Dios. Que por eso el pueblo prefería quedarse en Egipto, que por
eso Moisés no entro a la tierra prometida a pesar de que dejó todo por servir
a Dios.
 Que por eso Job, siendo un hombre recto, temeroso y apartado del mal, tuvo
que padecer solo porque Dios así lo permitió.
 Hay al menos dos escenas clave donde la gente no se explica porque Dios
no es estable anímicamente.
 La primera es en Éxodo 4:18-26, Moisés acababa de aceptar la misión de ir
a Egipto a libertar a sus hermanos, al pueblo de Israel, cuando Dios le salió
al encuentro y quiso matarlo (v.24).
 La segunda es con Jacob, ya que este se preparaba para encontrase con su
hermano Esaú, quien había querido matarlo luego de venderle su
primogenitura. En Génesis 32:22-32, dice que un varón de Dios o un ángel
de Dios llegó a pelear con Jacob hasta el amanecer e hirió a Jacob en el
muslo para después dejarlo cojeando.
La gente no se explica porque Dios ha reaccionado así, que incluso hoy en día, de
repente nos va bien y un momento ya estamos padeciendo algún mal. Y todo es
porque Dios tiene un padecimiento.
I. DIOS SI TIENE DIFERENTES CAMBIOS DE ANIMO.
Sin duda, Dios tiene sentimientos. Fuimos hechos a imagen y semejanza de Él, por
eso nosotros tenemos sentimientos. Pero lo que no es cierto, es que Dios padece
de un trastorno de bipolaridad. Las veces que ha estado alegre, triste o enojado, no
ha sido por un trastorno, sino por causa de su creación más preciada, nosotros.
Desde el principio de la creación, Dios le dio un huerto precioso al hombre, un lugar
en donde podía conseguir alimento sin ningún esfuerzo, agua para beber y animales
para enseñorearse. Dios vio que todo lo que había hecho era bueno, pero el
hombre, al desobedecer y darle lugar al diablo, hizo una separación con su Creador.
El motivo del enojo de Dios con Adán y Eva fue su desobediencia. El mismo motivo
por el cual se enojó y entristeció con el pueblo de Israel. En la clase de niños de
hace 15 días aproximadamente, analizábamos como Dios cuidaba al pueblo.
Después de que cruzaron el mar rojo, llegaron a Mara y se quejaron porque no
había agua para beber, así que Dios le dio la orden a Moisés de arrojar un árbol al
agua y estas se volvieron dulces para beber.
Después llegaron a Elim, donde había 12 fuentes de agua y 70 palmeras, en donde
pudieron acampar. Después se quejaron porque en Egipto tenían ollas de carne y
no padecían hambre. Así que Dios les dio codornices por la tarde, un ave que en la
actualidad es muy valorado en España, un platillo exquisito, una carne suave y baja
en grasa, pero llena de nutrientes. Por la mañana daba el pan del cielo, el maná, al
cual solo tenían que levantarse temprano y recoger para cada integrante de la
familia, y que no guardaran nada para el día siguiente pues debían confiar en que
Dios no fallaría con la comida. Pero el hombre es desobediente, guardaron para el
día siguiente y en consecuencia le salió gusanos. Dios se enojó y dijo a Moisés,
hasta cuando este pueblo va a desobedecerme.
Dios se enojó con Moisés cuando este ponía pretextos para no ir a Egipto.
Dios se enojó con el pueblo cuando este hizo un becerro de oro y Moisés bajaba
con las tablas de piedra.
Dios se enojó con David cuando este mandó a Urías al frente de la batalla para
quedarse con su mujer.
Dios se enojó con Jonás cuando no quiso ir a Nínive y trato de escapar de su
presencia.
Jesús se enojó cuando usaban el templo para negociar y vender. Así como tuvo
compasión de una mujer encontrada en adulterio.
También se entristeció cuando murió Lázaro y también cuando sabía que ya llegaba
su hora de morir por el pecado de todos.
Podríamos seguir con tantos ejemplos en los cuales Dios ha tenido distintos estados
de ánimo, pero siempre concluiremos en que ha sido por nuestra causa.
¿Crees que Dios no se entristece cuando dejas de asistir a las reuniones?
¿Crees que Dios no se entristece cuando dice que debemos soportarnos unos a
otros y en vez de eso nos peleamos entre hermanos?
¿Crees que Dios no se enoja cuando nos jactamos de hacer mucho en la
congregación y queremos tomarnos unas vacaciones para que los demás trabajen?
No seremos salvos por nuestras obras.
¿Sabemos que Dios se alegra cuando un alma acepta ser salva de sus pecados y
hacen fiesta en los cielos?
Sin duda, Dios no padece ningún trastorno, siempre ha sido un Dios justo. No es
inestable en sus emociones, sino que con justa razón ha tenido cambios de
temperamento.
II. NO JUZGAR EL CAMBIO DE HUMOR DE NADIE
Del 2 al 3% de la población padece este trastorno de bipolaridad. Los cuales
experimentan cambios de humor repentinos y extremos, que no tienen algún motivo.
Muchas veces he escuchado decir que tal persona o tal hermano es bipolar. Un rato
está bien otro rato está mal. Un profesional de la salud podría diagnosticar ese
trastorno, pero mientras tanto, no podemos juzgar a nadie por eso.
Tal vez más de una vez hemos saludado a una persona que feliz por la mañana y
por la tarde esté enojada o triste. Incluso dentro de la congregación, llegamos un
Domingo y alguien nos saluda de buena manera y al próximo a penas y nos mira.
Eso no significa que alguien sea bipolar, o decir, esta persona o este hermano tiene
un trastorno.
Nuestro estado de ánimo se ve afectado muchas veces por:
Falta de recursos económicos.
La aparición de una enfermedad.
Tal vez nos hemos quedado sin trabajo.
Tal vez hemos discutido con nuestra pareja.
Tal vez tenemos diferencias con algún hermano o hermana.
Tal vez discutimos con nuestros padres.
Tal vez nuestros hijos no nos obedecen o respetan.
Etc….
Por lo tanto, no debemos juzgar a nadie por su estado emocional cambiante. Es
normal estar alegres, tristes e incluso llenos de ira, pero sin cometer pecado.
Al contrario, tratemos de ayudar a quien está pasando por momentos difíciles.

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