Te enamoras de un capullo, o de dos, o de tres. Comes mentiras. Comes mentiras. Comes mentiras. Indigestión sentimental. Un dolor horrible de corazón. Te encierras en tu propia crisálida harta de engaños. Mentiras, silencio, pasa el tiempo. Todos esos capullos, a los que te comiste te hacen crecer hasta que no cabes y de pronto, un día, se rompe la crisálida en la que te habías encerrado y al salir te descubres, sin querer, volando, te descubres siendo mariposa de colores.