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LA TRANSICIÓN DEL
FEUDALISMO A L CAPITALISMO
M A U R IC E DOBB, PAUL SWEEZY, KO H A C H IR O TA K A H A S H I
RODNEY HILTON, CHRISTOPHER HILL, GEORGES LEFEBVRE
G IU LIA N O FjLROCACCI, ERIC H O B S B A W M ,
JO HN MERRlVjGTON
Traducción castellana de
D O M ÉN EC BER G A D Á
ED ITORIAL CRÍTICA
6 r u p o editorial Grijalbo
BARCELONA
1.a edición: mayo de 1977
2.a edición: julio de 1978
3.a edición: marzo de 1980
4.a edición: octubre de 1982
Título original:
THE TRANSITION FROM FEUDALISM TO CAPITALISM
INTRODUCCIÓN
S e r v id u m b r e
2 . — HILTON
18 DEL FEUDALISM O A L CA PIT A LISM O
E l o r ig e n d e l a s c iu d a d e s 8
A r t e sa n ía
C a p it a l m e r c a n t il
19. Mi English peasantry in the later Middle Ages, Oxford, 1975, in-
32 DEL FEUDALISM O A L CA PIT A L ISM O
El p r in c ip io m otor
N o ta s o b r e e l f e u d a l is m o
CRÍTICA
D e f in ic ió n de f e u d a l is m o pr o pu e st a por D obb
2. Marx-Engels, Correspondencia.
3. Estudios, pp. 36 y ss.
46 DEL FEUDALISM O A L CA PIT A L ISM O
La t e o r ía d e D o b b s o b r e l a d e c a d e n c ia d e l f e u d a l is m o
7. E studiosp. 38.
8. Estudios, p. 38.
9. Estudios, p. 40.
4 . — HILTON
50 DEL FEUDALISM O A L CA PIT A LISM O
C r ít ic a a la t e o r ía de D obb
A lgo m á s s o b r e l a t e o r ía d e l a d e c a d e n c ia d e l f e u d a l is m o
2 2 . Ibid., p p . 6 4 -6 5 .
60 DEL FEUDALISM O A L CA PIT A L ISM O
23. A menudo Dobb parece pasar por encima de este aspecto del feu
dalismo, dando por supuesto que sólo el villano podía salir ganando con
62 DEL FEUDALISMO A L CAP ITA L ISM O
2 5 El capital, v o l. I , p . 1 81 .
64 DEL FEUDALISMO A L C APITALISM O
¿Q ué d e splaz ó al f e u d a l is m o en Europa o c c id e n t a l ?
5 .— HILTON
66 DEL FEUDALISMO A L C A P ITAL ISM O
3 4 . Estudios, p . 2 0.
68 DEL FEUDALISMO A L CAPITALISMO
economía política son aún más valiosos en cuanto a revelar sus ideas sobre
el carácter de la transición del feudalismo al capitalismo. Cf. Grundrisse,
especialmente la sección titulada «Formas que preceden a la producción
capitalista», que se inicia en vol. I, p. 433. Sin embargo, para examinar de
forma adecuada esta fuente habría que dedicarle la atención de un largo
artículo, y aquí sólo puedo indicar que mi propia interpretación de Marx,
que ya estaba plenamente formada antes de consultar los Grundrisse,
quedó confirmada por este nuevo material.
PAUL SWEEZY 71
nando, o sea, la renta del suelo como forma normal de la plus
valía y del trabajo sobrante que ha de rendirse al propietario
de las condiciones de producción ... En su desarrollo ulterior la
renta en dinero tiene que conducir ... bien a la transformación
de la tierra en propiedad campesina libre, o bien a la forma
propia del régimen capitalista de producción, a la renta abona
da al terrateniente por el arrendatario capitalista.38
A lgun as o b se r v a c io n e s so b r e el su r g im ie n t o del
C A P ITAL ISM O
4 6 . El capital, v o l. I I I , p . 3 2 3 .
PAUL SWEEZY 75
RESPUESTA
6 . — HILTON
82 DEL FEUDALISMO A L CAPITAL ISM O
8 . E studios p p . 3 8 -4 2 .
M AURIC E DOBB 85
CONTRIBUCIÓN AL DEBATE
xes obligan a los antiguos moradores a que cultiven las tierras para
ellos».7 Sweezy niega que la servidumbre constituya una categoría
histórica específica,8 pero, por otro lado, no nos indica qué es
lo que constituye la forma especial de existencia de la fuerza de
trabajo propia del feudalismo como un modo de producción.
He aquí mi opinión sobre este punto. Cuando consideramos
que los modos de producción antiguo, feudal y burgués moderno
constituyen las principales fases de la historia económica, lo pri
mero que debemos tener siempre en cuenta es bajo qué forma
social toma cuerpo la fuerza de trabajo, el factor básico y decisivo
en todos y cada uno de los modos de producción. Ahora bien,
no hay duda alguna de que las formas (tipos) de trabajo básicas
son la esclavitud, la servidumbre y el trabajo libre asalariado, y
tampoco la hay de que es erróneo divorciar la servidumbre del
feudalismo como concepto general. La cuestión de la transición
del feudalismo al capitalismo no se limita a la transformación for
mal de las instituciones económicas y sociales. El problema básico
debe residir en el cambio que sufre la forma social en la que se
enmarca la fuerza de trabajo.
Aunque la falta de libertad de los campesinos, como siervos,
muestra, y es natural, variaciones y gradaciones diversas según la
región o la fase de desarrollo económico feudal, en el marco del
modo de producción feudal la forma característica de existencia
que adopta la fuerza de trabajo es la servidumbre, o en palabras
de Dobb, «la explotación del productor en virtud de una coacción
político^'urídica directa».9 Tras haber divorciado la servidumbre
del feudalismo y después de negligir la forma feudal característica
que adopta la fuerza de trabajo, Sweezy tiene que buscar la esen
cia del feudalismo en alguna otra parte¿ Según él, en la sociedad
feudal «la mayoría de los mercados son locales y el comercio a
larga distancia, si bien no totalmente ausente, desempeña un pa
pel muy poco determinante en los objetivos y métodos de pro
7 . ---- HILTON
98 DEL FEUDALISMO A L CAP ITA L ISM O
33. En -esta crisis, «aunque los señores pueden haber variado con mu
cha frecuencia, el marco de referencia de la jerarquía feudal es el mismo
que en el siglo anterior» (Y. Bezard, La vie rurale dans le sud de la región
parisienne, París, 1929, p. 54). «El régimen señorial no se vio afectado.
O mejor dicho: no tardará en adquirir renovado vigor. No obstante, la pro
piedad señorial ha cambiado de manos en gran medida» (Bloch, Caracteres
orzginaux, op. cit., p. 129).
.34. Raveau nos ofrece una vivida imagen que confirma este hecho
en L’agriculture et les classes paysannes au XVIe siécle, París, 1929, pp. 249
y ss. En Poitou, el desarrollo de la economía monetaria de intercambio
separó a los campesinos de la tierra, pero no les convirtió en proletarios.
Una vez hubieron vendido sus posesiones, los nuevos propietarios no les
expulsaron de ellas sino que les ofrecieron seguir cultivándolas bajo la
modalidad de aparcería a medias (a demi-fruits). Los nuevos métayers sólo
podían subsistir vendiendo la próxima cosecha por adelantado u obteniendo
anticipos en grano o en dinero de las reservas de los nuevos propietarios.
Las deudas que acababan de adquirir obligaban a los campesinos a hipo
tecar también la cosecha siguiente, con lo que se veían atrapados en un
círculo vicioso del que no podían escapar. «Estaban clavados a sus tierras;
los comerciantes crearon un nuevo tipo de servidumbre a través de su
capital» {ibid., p. 80, y también en pp. 82, 93, 121, 268-271).
35. Los contratos escritos de métayage del antiguo régimen imponen
a los terrazgueros obligaciones personales, es decir feudales, de fidélité,
K O H A C H IR O TAKAH ASH I 109
39. El capital, vol. I, p. 270; ibid., vol. III, pp. 322-323. Véase «Shoki
shihon shugi no keizai kozo» [Estructura económica de los comienzos del
capitalismo], en mi Kindai shihon shugi no seiritsu [Formación del capi
talismo moderno], Tokio, 1950, pp. 3 y ss.
40. M. Bloch, Caracteres originaux, op. cit., pp. .100 y ss.; Oliver Mar
tin, Histoire de la prévóté d° vicomte de Paris, París, 1922, vol. I, pp. 420
y ss.
1 1 2 DEL FEUDALISMO A L CA P IT A L ISM O
8 . ---- H IL T O N
1 1 4 DEL FEUDALISMO A L C A P ITA L ISM O
61. Estudios, pp. 125 y ss., 128 y ss., 134 y ss„ 142 y ss., 150 y ss.,
etc.; «Respuesta», supra, p. 88.
62. Estudios, p. 171; «Respuesta», supra, p. 88. La comprensión por
parte de Dobb de que quienes llevaron a cabo la revolución burguesa,
los auténticos vehículos del capital industrial (la producción capitalista) en
aquella época, debían surgir de las filas de la ascendiente pequeña y media
burguesía, y que nuestra .atención debe concentrarse en la oposición entre
éstos y los capitalistas mercantiles y usurarios (haute bourgeoisie), ya la
habían asumido cuarenta años antes G. Unwin, en su Industrial organization
in ■the 16th and 17th centuries, y Max Weber, en Die Protestaniische
Ethik und der Geist von Kapitalismus (1904-1905) [existe versión castella
na: La ética protestante y, el espíritu del capitalismo, traducción de Luis
Legaz Lacambra, Ediciones Península, Barcelona, 19753]- Sorprende que cuan
do Dobb habla de «espíritu capitalista» {Estudios, pp. 5 y 9) pase por alto
esta admirable penetración de Weber. Weber destaca claramente dos siste
mas sociales en conflicto en este período heroico de la historia de Ingla
terra. El «espíritu capitalista», que apareció bajo la forma de puritanismo,
era el estilo de vida, la forma de conciencia más adecuada para la clase
de los pequeños propietarios (yeomen) y de los industriales medios y
pequeños de la época, y no la hallamos en la mentalidad regida por el
«hambre de dinero» y la «codicia ante los beneficios» común a los comer
ciantes capitalistas y usureros de todas las épocas y países. «Por lo general,
en los umbrales de la Edad Moderna, los empresarios capitalistas del
patriciado mercantil no eran los únicos, ni siquiera los principales, vehículos
de la actitud que hemos clasificado de “espíritu capitalista”, postura que
puede asignarse con mucha más razón a los sectores en ascenso de la
clase media industrial» (M. Weber, Gesammelte Aufsatze zur Religionsso-
ziologie, Tubinga, 1920, vol. I, pp. 49 y ss.; y cf. ibid., pp. 195 y ss.)
124 DEL FEUDALISMO A L CAPITALISMO
9 . — H IL T O N
130 DEL FEUDALISMO A L C A P IT A L ISM O
81. Tal fue la postura, y ésta era la procedencia social, de los Inde-
pendents en la revolución puritana y de los Montagnards en la revolución
francesa, como señala con autoridad G. Lefebvre: «Su ideal social era el
dé una democracia de pequeños propietarios autónomos, de campesinos y
artesanos independientes que trabajaran y comerciasen libremente» (G. Le
febvre, Questions agraires au tenzps de la Terreur, París, 1932, p. 133).
82. Cf. «Kindai teki stiínka no futatsu no taiko teki taikei ni tsuite»
[Sobre dos sistemas opuestos de progreso moderno], (1942), en mi Kindai
shakai seiritsu shiron, pp.-151 y s?.
83. Sobre la «revolución campesina», cf. G. Lefebvre, «La revolution
et les paysans», Cahiers de la Revolution Vrangaise, n.° 1 (1934). [Existe
versión castellana: La revolución francesa y los campesinos. El gran pánico
de 1789 , Editorial Paidos, Buenos Aires.] (N. del t.)
K O H A C H IR O TAKAH ASH I 135
Cf. la original obra de Seitora Yamada, Nikon shihon shugi bunseki [Análi
sis del capitalismo japonés], (1934), en particular el prefacio, donde agrupa
de forma condensada una multitud de nuevas ideas históricas.
85. El capital, vol. I, p. xrv.
M a u r ic e D o b b
NUEVO COMENTARIO
CONTRARRÉPLICA
3. Estudios, p. 42.
4. Ibid., p. 43.
5. «Crítica», supra, pp. 51-54.
PAUL SWEEZY 145
10. ---- H IL T O N
1 4 6 DEL FEUDALISMO AL CAPITA L ISM O
COMENTARIO
7. Ibid., p. 156; subrayado mío [de Hill]. Nótese que Engels da por
sentado que la «burguesía» era «aún impotente políticamente» en el mo
mento histórico en que Sweezy la contempla como una clase dominante.
[En esta cita del Anti-Dühring, la burguesía corresponde, y ello queda
claro por la aclaración entre corchetes, a los burgueses a que se hacía refe
rencia en la cita de El origen de la familia, la propiedad privada y el estado
y en la nota 5; se está hablando de la clase urbana durante la época
■feudal.] (N. del t.)
8. He intentado resumir sus puntos de vista en «The English civil
war interpreted by Marx and Engels», Science and Society (verano 1948),
pp. 130-156.
C H R IST O P H E R H IL L 171
ALGUNAS OBSERVACIONES
objetos con que mejorar su estilo de vida. Por su parte, los cam
pesinos abandonan las tierras porque el desarrollo de las ciuda
des les tienta con la oferta de refugio y de ocupación lucrativa.
lista deben, ser función directa de los destinos del comercio y del
capital mercantil.
Los argumentos que adopta Sweezy en su crítica al libro de
Dobb son muy similares a las tesis de Pirenne. Pero para no
distorsionar su pensamiento, dejemos que Sweezy tome la pala
bra: «Así pues, he aquí cómo el comercio a larga distancia pudo
actuar a modo de fuerza engendradora de un sistem a de produc
ción para el intercambio al lado del viejo sistema feudal de pro
ducción para el uso. Una vez yuxtapuestos, estos dos sistemas
comenzaron a influirse uno a otro de forma natural».1 De acuerdo
con Sweezy, «pese a su inestabilidad e inseguridad crónicas, el
feudalismo europeo occidental era un sistema, con una orientación
muy marcada en favor del mantenimiento de determinados méto
dos' y relaciones de producción».2 Por tanto, el elemento desinte
grador de este sistema estático tenía que ser exterior al mismo.
Y fue precisamente el comercio, al promover el crecimiento de las
ciudades, atraer a ellas a los siervos, y estimular el establecimiento
de las primeras industrias, quien a la larga hizo imposible una
«coexistencia» entre el feudalismo y un sistem a de producción
para el intercambio. Así pues, el comercio acabó por liquidar de
forma virtual el feudalismo en los países de Europa occidental.
Sweezy es perfectamente consciente de que la producción capitalis
ta, en tanto que forma mucho más desarrollada y compleja de pro
ducción de mercancías, era algo muy distinto de la producción
de mercancías que había venido desarrollándose durante la época
feudal. En consecuencia, topa con una seria dificultad en su razo
namiento. ¿Cuál es la definición correcta del período histórico
que abarca aproximadamente los siglos xv y xvi, durante el cual
el feudalismo había desaparecido, o estaba en trance de hacerlo,
pero en el que aún no se detectaban elementos o signos auténticos
del modo capitalista de producción? Sweezy elude esta dificultad
postulando la existencia de una fase histórica diferenciada en la
que «los elementos predominantes no eran ni feudales ni capita
3. Supra, p. 67.
4. «Respuesta», supra, p. 81.
GIULIANO PR O C A C C I 183
15. C. Hill, The Englisb revólution 1640. Three essays, Londres, 1949 2.
El volumen contiene tres ensayos, eí primero de los cuales, debido a Hill,
estudia el concepto de revolución en general, el segundo, obra de M. James,
trata de las interpretaciones materiales de la época del proceso revolucio
nario en Inglaterra, y el tercero, de E. Rickword, está dedicado a estudiar
la figura de Milton.
16. Cf. la reseña sobre el ensayo de Hill debida a P. F., en Labour
Monthly (octubre 1940), p. 558; la réplica de D. Garman y la contrarré
plica de P. F., en ibid. (diciembre 1940), pp. 651 y ss.; las intervenciones
de D. Torr y de M. Dobb, en ibid. (febrero 1941), pp. 88 y ss. El Grupo
de Historia del Partido Comunista Inglés elaboró un resumen daro y ase
quible de las discusiones en el artículo «State and revolution in Tudor and
Stuart England», Communist Review (julio 1948), pp. 207 y ss.
190 DEL FEUDALISM O A L C A P IT A L ISM O
2 4. El capital, v o l. I I I , p . 3 23 .
GIULIANO PR O C A C C I 1 9 7
algunos que nos interesan de forma más directa. La línea más im
portante es la dedicada a investigar el desarrollo del comercio y la
industria en las regiones de la Europa medieval más avanzadas
económicamente, Flandes e Italia. Las investigaciones de Espinas
han puesto de manifiesto la enorme actividad industrial desplegada
por los centros flamencos dedicados a la producción de telas,
aportando una serie de datos adicionales que ilustran las observa
ciones genéricas de Pirenne. Doren, Davidsohn, Sapori y otros
han demostrado que la actividad industrial y comercial de las ciu
dades toscanas era aún mucho más avanzada que la de las fla
mencas.9 Dichos centros producían telas para un mercado interna
cional- y adquirían las materias primas en lugares muy alejados de
los centros de manufactura (importaban la lana de Inglaterra,
España y otras partes). Las materias colorantes para teñir las
telas se adquirían en una zona tan lejana como el mar Negro. Evi
dentemente, los embarques de materias primas y de bienes manu
facturados para la exportación hicieron necesaria la creación de
un elaborado mecanismo comercial. Hacia finales del siglo xin, los
grandes mercados feriales de Champagne constituían el máximo ex
ponente de los numerosos emporios internacionales en los que
los compradores procedentes del sur entablaban contacto directo
con los vendedores del norte. En el siglo xiv, los comerciantes
dedicados a la importación (básicamente italianos) establecieron
agencias permanentes en los centros manufactureros y comercia
les. Se crearon las letras de cambio para evitar el transporte de
dinero metálico y eliminar las dificultades del intercambio mo
netario. Esta situación permitió el desarrollo del crédito, facilitan
do a un mismo tiempo la usura y las finanzas públicas interna
cionales a pequeña y gran escala.10
9. G. Espinas, La vie urbaine de Douai au Moyen-Áge; Sire Jehan
Boinebroke (Les origines du capitalisme); Histoire de la draperie de la
Flandre franqaise; A. Doren, Florentiner Wollentuch-industrie; R. David-
shon, Gescbichte von Florenz, IV; A. Sapori, loe. cit.
10. Además de los trabajos de Sapori y de De Roover ya citados,
véase R. Doehaerd, Les relations commerciáles entre Genes et VOutremont,
vol. I, y Y. Renouard, Les bommes d’affaires italiens; Relations des papes
d’Avignon et des compagnies commerciáles et bancaires.
RODNEY H IL T O N 207
15. Para poder vivir no le queda otro -recurso al obrero que trabajar
para el capitalista; la coacción es de tipo económico. El campesino feudal,
en posesión de sus propios medios de producción, se ve compelido por la
amenaza, mediata o inmediata, a entregar por la fuerza su renta al señor.
Esta es la razón que priva al campesino medieval del disfrute de la liber
tad personal.
RODNEY H IL T O N 2 1 3
RODNEY H IL T O N 219
1. Cf. supra.
2 2 4 DEL FEUDALISM O A L CAPIT ALISM O
4. El- capital, v o l. I, p p . 6 37 -6 38 .
228 DEL FEUDALISM O AL CAPITALISM O
El CO N FLICTO FUNDAMENTAL
5. Supra, p. 229.
MAURICE DOBB 235
CIUDAD Y CAMPO
EN LA TRANSICIÓN AL CAPITALISMO
16. — HILTON
2 4 2 DEL FEUDALISM O A L CA PIT A LISM O
20. Marx, El capital, vol. III, cap. XX, pp. 316 y ss.; Grundrisse,
vol. I, p. 468.
250 DEL FEUDALISM O A L C A P IT A L ISM O
26. Hilton, «Warriors and peasants», New Left Review, n.° 83 (enero-
febrero 1974), pp. 81-82.
27. B. Porchnev, Les soulevements populaires en Franee de 1625 a
1648, París, 1963.
2 5 4 DEL FEUD ALISM O A L C A P IT A L ISM O
Istituto Gramsci, Roma,. 1970, pp. 682-703; Marx, El capital, vol. III,
cap. XXXVI.
41. P. Villani, Eeodalita, riforme e capitalismo agrario, Bari, 1968,
pp. 116-125.
262 DEL FEUDALISM O AL C A P IT A L ISM O
Cf. The modern world system, cap. II, y «The rise and decline of the
capitalist -world system», Comparative Studies in Society and History, XVI
(1974), pp. 387-415.
45. P. Vilar, La Catalogne dans VEspagne moderne, París, 1962, vol. III,
especialmente pp. 9-12, 562-565 [existe versión catalana: P. Vilar, Cata
lunya dins l’Espanya moderna, traducción de Eulalia Duran, Edicions 62,
Barcelona, 1964-1968, 4 vols.]; y El feudalismo, pp. 53-69; Marx, El capi
tal, vol. I, cap. XV.
JOHN MERRINGTON 265
1700, Londres, 1972, Introd., pp. 11, 33-34; M. J. Daunton, «Towns and
economic growth in 18th century England», artículo presentado al coloquio
que sobre el título genérico «Ciudades y crecimiento económico» organizó
la revista Past and Present en julio de 1975.
JOHN MERRINGTON 269
51. M. Bookchin, The limits of the city, Nueva York, 1974, cap. IV;
Marx, El capital, vol. I, cap. XV. Recuérdese la oleada de protestas cam
pesinas desatada en Europa en 1974.
JOHN MERRINGTON 271
1 8 . ---- H ILTO N
2 7 4 DEL FEUD ALISM O A L C A P IT A L ISM O
N ota b io g r á f ic a
R odney H il t o n : Introducción . . . . . . 7
El d e b a te s o b r e la tra n sición
P a u l S w e e z y : C r í t i c a ................................................... 43
M a u r i c e D o b b : R e s p u e s ta ............................. ....... . 78
K o h a c h i r o T a k a h a s h i : Contribución al debate . 93
M a u r i c e D o b b : Nuevo c o m e n ta rio ............................. 137
P a u l S w e e z y : Contrarréplica............................................ 142
R o d n e y H i l t o n : Comentario............................................153
C h r i s t o p h e r H i l l : C o m e n ta r io ............................. 166
G e o r g e s L e f e b v r e : Algunas observaciones . . . 172
G i u l i a n o P r o c a c c i : Perspectiva sobre el debate . . 180