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1 Problemas en las fechas y datos históricos.
Existen controversias acerca de si realmente fue ordenado el censo por el emperador
Augusto.
También se dice que el censo de Publio Sulpicio Quirino (51 a.C.-21 d.C.) tuvo lugar el año
6 de nuestra era, cuando fue depuesto Arquelao, y solo afectó a Judea, que, tras la
deposición de Arquelao, había pasado a ser gobernada por un prefecto romano.
En las circunstancias en que escribe Lucas, es decir, en una época en la que el Imperio ya
está consolidado, relacionar el nacimiento de Jesús con el primero de los emperadores
sugiere que el verdadero artífice de la paz y de la salvación del mundo es un niño que
nació en la ciudad de David y cuyo nacimiento fue proclamado por mensajeros celestes
(Fitzmyer, II, 199).
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3 El nacimiento
6 Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto 7 y dio a luz a su
hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio
para ellos en la posada.
Hijo primogénito.
Parece sugerir que María tuvo otros hijos. La Biblia lo corrobora, aunque la iglesia católica
Romana intente decir lo contrario.
Marcos 6:3 RV 1960
¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón?
¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
Lucas 8:19-21 RV 1960
Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de
la multitud. 20 Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren
verte. 21 El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen
la palabra de Dios, y la hacen.
Lo envolvió en pañales.
¿Qué quiere decir Lucas? La respuesta se ha buscado en un texto del libro de la Sabiduría
en el que Salomón habla de su nacimiento. Es importante citarlo completo. «Al nacer, yo
también respiré el aire común // y al caer en la tierra que todos pisan // estrené mi voz
llorando, igual que todos. // Me criaron con mimo, entre pañales. // Ningún rey empezó de
otra manera // idéntica es la entrada de todos en la vida e igual en la salida» (Sab 7,3-6)
Símbolo de la debilidad y humanidad. Jesús, Mesías en la línea de David, queda igualado
por su nacimiento a cualquier hombre. No hay que esperar que el Mesías descienda del
cielo, creencia común en el tiempo de Jesús.
El texto en su conjunto parece subrayar la pobreza y humildad de la familia.
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4 Anuncio del ángel a los pastores.
Estructura
Un ángel del Señor se les presentó.
La gloria del Señor los envolvió de claridad.
Se llenaron de gran temor.
Mensaje del ángel: Os anuncio una buena noticia.
Será de gran alegría para todo el pueblo.
Hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.
La señal; encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Se apareció una legión del ejercito celestial que alababa a Dios que decía:
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Cuando se fueron los ángeles los pastores decían: Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que
ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado.
Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.
María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y
visto.
En Mateo, una estrella anuncia a los magos de Oriente que ha nacido el Mesías.
En Lucas el mensaje se transmite a través de un ángel, a unos pastores. La buena noticia
llega, ante todo, a los marginados de la sociedad.
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5 Los pastores.
La profesión de pastor, aunque recuerde a los antiguos patriarcas de Israel, era de las más
despreciadas y odiadas en aquel tiempo, sobre todo por los campesinos. En la escala social
de la época, ocupaban el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se
equiparaba al de los ladrones. Y pasar la noche al aire libre, vigilando el rebaño, no es la
ocupación más agradable. El hecho de que el ángel se dirija a ellos deja clara la «política
incorrecta» de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo
Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los
piadosos fariseos. «Para Lucas, son precisamente estas gentes pobres, sencillas y
despreciadas por los poderosos, las elegidas por Dios para recibir, como los primeros y
auténticos destinatarios, la revelación celeste sobre Jesús» (Escudero, 291).
La aparición angélica.
Se describe de forma mucho más solemne que en los casos de Zacarías y María. No solo se
manifiesta un ángel, sino que «la gloria del Señor los envolvió de claridad». Este verbo
solo vuelve a aparecer en el NT cuando Pablo describe su conversión camino de Damasco:
«un mediodía nos envolvió a mí y a mis acompañantes una luz celeste más brillante que el
sol» (Hch 26,13).
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El nacimiento de alguien con tres títulos.
Salvador, que es Mesías Señor en la ciudad de David.
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7 Implicaciones del mensaje a los pastores.
«Toda la vecindad quedó sobrecogida; lo sucedido se contó por toda la serranía de Judea, y
los que lo oían reflexionaban diciéndose: ¿Qué va a ser este niño?» (Lc 1,65-66).
Pero quienes oyen a los pastores no sienten un miedo sagrado, no propagan la noticia ni se
preguntan qué va a ser este niño, porque ya lo han dicho los pastores: Salvador, Mesías,
Señor. Su única reacción es asombrarse. Lucas utiliza este verbo para referirse a algo que
la gente no consigue explicarse, no entiende, o le admira (Lc 1,21; 2,33; 4,22; 7,9; 8,25;
9,43; 11,14.38; 20,26; 24,12.41).
Es importante advertir que este grupo anónimo no está presente en el lugar del nacimiento.
No ve nada, solo escucha lo que cuentan. Si los pastores recuerdan a la primera generación
cristiana, a los testigos que vieron y escucharon a Jesús, este grupo recuerda a la segunda
generación, que no vio a Jesús y lo ha conocido a través de las palabras de otros. Es la
generación de la que dice la primera carta de Pedro: «No lo habéis visto, y lo amáis; sin
verlo, creéis en él y os alegráis con gozo indecible y glorioso» (1 Pe 1,8).
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Para María, a partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y
desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los
doce años, cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor».
Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.
«Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y
entendidos y las has revelado a la gente sencilla».
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