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Universidad de La Sabana

Lec. Escritura de Textos Filosóficos


Actividad de clase: Utopía

Valkiria

Tras la tercera batalla por el control del Valhalla, guerreros tanto del bando del tirano Thor como
de la resistencia. Una mezcla entre trolls, gigantes, nosotros los humanos y las Valkirias; pintaban
el enorme puente entre Asgard y la Tierra de escarlata, sangre de quienes aún creían y anhelaban
la libertad e igualdad entre criaturas y de aquellos cuya sed de control y posesiones oprimía el
enorme potencial de florecimiento del magnifico mundo en el que vivíamos. Las puertas del
Valhalla habían sido gravemente dañadas, pero aún se mantenían de pie. El Valhalla era un lugar
desconocido para los mortales, los humanos solo fantaseábamos con tal edén, oímos se el a través
de leyendas y cantos que nos heredaban los mayores. Sin embargo, la guerra encrudeció y creció
a proporciones astrológicas. Las criaturas se nos revelaron de las sombras en búsqueda de apoyo,
gradualmente concluimos que, aquel Valhalla era lo más cercano al paraíso o al cielo que alguna
vez conoceríamos. Y, era precisamente administrado por las Valkiras, las más enigmáticas de las
criaturas de la resistencia.

Aquella tarde, en medio de un silencio tortuoso tuvo lugar el último golpe. Elin, Valkiria líder de
la Resistencia acabó con el bando celestial más grande y poderoso de la tiranía: todo el reino de
Asgard, y junto con este, con Thor. Todos creíamos que sería algún troll, o gigante, que mediante
un golpe lleno del resentimiento y la memoria del abuso añejado por siglos dictaría el giro tan
necesitado en la historia. Pero Elin, de la raza valkiria, aquella que nunca se caracterizó por su
manejo de la espada o por las más exigentes lecciones de combate. Sino, por su ingenio, sapiencia
y prudencia; venció. ¿cómo? Es incierto hasta nuestros días. Dicen que, a través de un discurso de
mil horas, donde expresó cómo sería el futuro de las criaturas si las Valkirias tuvieran el poder al
mismísimo Fenir, el gigantesco lobo. Este, se conmovido por la tan elocuente palabra de Elin que,
con su gigantesca pata desestabilizó el planeta Asgard, cayendo al frío vacío espacial.

Fragmentos del discurso de Elin quedaron trazados en las estrellas, y los más conocedores y sabios
dan cuenta que la sociedad en la que vivimos ahora, es nada menos que la descrita por ella. Y,
ciertamente, estos tiempos de paz son prueba fehaciente. Las Valkirias formaron un consejo de
cinco criaturas, una por cada raza; conforman La mesa redonda. Todas mujeres, cuyo lema es
“sabiduría como fuerza de paz”. Su gobierno es de por vida, aquella que una de los miembros
desee sea su sucesora debe pasar por una exhaustiva evaluación de su intelecto y moral. Es un
proceso de años. Es una cadena en la que, para ser considerado como sucesor, las ciudadanas deben
resaltar por su palabra y educación tanto escolar como práctica.

Vivimos, según dicen, en el magnánimo Valhalla. Reformado para acoger a todas las criaturas. El
epicentro de la ciudadela es una enorme escuela, se enseñan todos los grados de saberes, es la joya
y el más importante edificio. No solo por su valor neto o ubicación, sino por que es el medio por
el que se cumple la más importante ley: El crecimiento del espíritu será puesto sobre cualquier otra
cosa, tal como poder, fuerza o riquezas. El siguiente lugar más eminente es El Templo, reside allí
la historia cultural de todas las razas y hay espacios de rezo e introspección donde todo aquel que
quiera puede ser participe de los rituales. Continuando, La Biblioteca Elin. Donde se guardan las
memorias tanto de los tiempos de concordia como de conflicto, para así nunca olvidar.

El gobierno tiene tres residencias pequeñas, a las afueras del Valhala. Una es La Casa real, donde
rara vez, se llevan a cabo los juicios. Hay una diminuta cárcel, usada tres veces en lo que lleva la
mesa redonda en su poder. Esto porque, quien comete un acto contra el bienestar o los derechos
fundamentales es primero reinsertado en La escuela y sometido a exámenes psicológicos.

Sigue, El Palacio de los caídos, lleno de estatuas de las victimas de la desigualdad. Allí se escriben
las leyes de la mano de las más sabias criaturas. No hay una tangible moneda de cambio, como
hace milenios en la Tierra. Sin embargo, hay escalas sociales: castillos, mansiones, aldeas y
chozas. Esto lejos de separar, da cuenta del equilibrio en la variedad. Además de que todos reciben
los derechos básicos de vida: educación, vivienda, comida, salud y arte. La moneda es el saber, y
cualquiera puede llegar a poseer tanto como desee. Mi abuela, a cambio de un cultivo de orquídeas
interpretó Invierno de Vivaldi a un astrólogo. Ese podría considerarse como un trueque por lujos,
el valor de algo se lo da cada quien. Dado que tanto mi abuela, violinista, como el astrólogo; por
sus servicios recibían tributo por parte de La mesa redonda.
Y, dado que la educación es obligatoria y La escuela es el lugar en el que todas las oportunidades
surgen. Por ejemplo, un puesto como abogado, bibliotecario o profesor. Todos los ciudadanos
tienen las mismas oportunidades de desarrollo de su desempeño.

Hablando de profesores, ellos son las figuras más cercanas a los miembros de la mesa redonda.
Los segundos al mando, casi. Para tener un cargo en La escuela deben encontrar un fallo al sistema
actual. Crear o formular alguna sustancia que beneficiaría los cultivos o la salud de las criaturas,
escribir una obra o relato cuya sublimidad mueva las estrellas o esculpir, pinta, bailar o cantar,
para los demás ciudadanos, su dios o para Elin. Esto dependerá igualmente de lo que desee enseñar
en el futuro.

Los demás roles, desde quien ara la tierra, diseña softwares para educar o construir, cura mental y
físicamente a los ciudadanos, limpia las estatuas o vende joyas y artesanías; tienen la misma
autoridad ante la mesa redonda y los ciudadanos. Yendo más allá, antes los animales estaban fuera
de este circulo igualitario, que atrocidad más grande. Eran fuente de consumo, tanto su carne como
su piel o dientes. Y si no, eran puestos como entretención en jaulas donde su bienestar era lo último
considerado. Desde la toma por las Valkirias, hace unos quinientos años, vivimos saludablemente
de las plantas y los animales están en libertad, tal como las criaturas. Todos somos un ecosistema
unitario.

Así es la vida que con esfuerzo desmedido se estableció y se ha mantenido. Es próspero el destino
de las criaturas y su paz bien merecida.

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