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LA ARTILLERIA Y SU PAPEL EN LA GUERRA DE UCRANIA

Nada ha superado en importancia a la artillería en la guerra de Ucrania; y es probable


que en las próximas semanas cobre aún más relevancia.
Un asesor del general Valerii Zaluzhnyi, el máximo jefe militar de Ucrania, contó hace
poco cómo habían detenido sus fuerzas el avance ruso sobre Kyiv. "Los misiles
antitanques frenaron a los rusos", dijo, "pero lo que acabó con ellos fue nuestra
artillería. Eso fue lo que destrozó sus unidades". En los actuales combates que tienen
lugar en el sur y el este de Ucrania, donde los dos bandos están más atrincherados, la
artillería resulta aún más fundamental. Y las piezas más sofisticadas que los países
occidentales han empezado a proporcionar a Ucrania podrían marcar la diferencia.
La idea básica de la artillería es muy simple. Los fusiles de los soldados y los cañones
montados en tanques disparan lo que se conoce como fuego directo: dan a cosas que
pueden ver. La artillería emplea fuego indirecto, lo que significa que el objetivo puede
estar al otro lado de una colina o incluso a decenas de kilómetros de distancia. Y
abarca desde morteros compactos hasta cañones de 30 toneladas sobre orugas,
capaces de hacer caer un fuego devastador sobre una gran superficie. Fue la artillería
la que causó la mayoría de las bajas en la primera guerra mundial y, en todos los
escenarios con excepción del Pacífico, también en la segunda.
El objetivo de la potencia de fuego puede ser inmovilizar a las fuerzas enemigas e
impedir que se muevan o destruirlas, a menudo para permitir el avance de la infantería
y los vehículos blindados.
Rusia ha hecho de la artillería el corazón de su ejército desde los tiempos del imperio
ruso y dispone de una cantidad considerablemente mayor que la mayoría de las
fuerzas occidentales, por no hablar de Ucrania. De modo que debería dominar en esa
faceta de los combates. Sin embargo, un reciente informe de Jack Watling y Nick
Reynolds, del Real Instituto de Servicios Unidos (RUSI), un centro de estudios
londinense, explica el modo en que Ucrania ha logrado revertir esa situación.
En las primeras horas de la guerra, Ucrania utilizó su artillería para contener las tropas
aerotransportadas que, dotadas de armas ligeras, aterrizaron en el aeropuerto de
Gostómel, en las afueras de Kyiv. Aunque la artillería supuso una ayuda inicial en el
avance de las fuerzas terrestres rusas en dirección sur hacia Kyiv, la dependencia de
las carreteras asfaltadas facilitó su localización por parte de las fuerzas especiales y
los drones ucranianos, que suministraron los datos de su posición a la artillería. A
medida que las fuerzas rusas se acercaron a la capital, fueron recibidas con un fuego
artillero abrumador para el que no tuvieron respuesta.
En teoría, es posible utilizar la artillería para contrarrestar la artillería. El fuego de
contrabatería, como se conoce, utiliza el radar para averiguar la trayectoria y, por lo
tanto, el probable origen de los proyectiles. Las coordenadas se envían
inmediatamente a los cañones amigos, que devuelven el fuego a la fuente. Sin
embargo, Rusia tuvo problemas con el fuego de contrabatería por una razón muy
prosaica: sus cañones quedaron atrapados en un gigantesco embotellamiento de
tráfico (recordemos el convoy de 60 kilómetros que se formó al noroeste de Kyiv) y,
por lo tanto, sin capacidad de tiro efectivo.
Otro problema fue que la potencia de fuego no es superior a la inteligencia que la
dirige. En guerras anteriores, Rusia había utilizado drones para localizar las emisiones
electrónicas de las unidades artilleras enemigas y dirigir su artillería contra ellas,
teóricamente en un plazo de uno o dos minutos. Sin embargo, en Ucrania ha tenido
dificultades para hacerlo. "Aunque los rusos tenían una artillería más pesada",
escriben Watling y Reynolds, "carecían de una buena imagen de dónde estaban las
dispersas posiciones ucranianas". En cambio, Ucrania recibió una información
estadounidense precisa sobre las posiciones rusas.
La artillería desempeñó un papel destacado en los combates en el Donbass, la región
del este de Ucrania ya invadida por Rusia en 2014. Ucrania ha aprovechado los ocho
años transcurridos desde entonces para construir trincheras, fortificaciones y otras
posiciones defensivas. Atravesarlas requerirá una gran potencia de fuegos.
Es algo que ya está aplicando. "En algunos de esos pueblos, no hay ningún edificio
intacto después de los bombardeos", dice un funcionario occidental. "El uso
indiscriminado de la potencia de fuego es realmente notable". Rusia está empezando
a utilizar la artillería de forma más eficaz, afirma el funcionario; la concentra en un
número más reducido de objetivos a lo largo de un frente más estrecho, pero sigue
teniendo problemas para "apuntar a tiempo y con precisión", como le pasó al norte de
Kyiv.
La artillería también es vital en los contraataques ucranianos que se producen cada
vez que Rusia toma un pueblo. Y ésa es una de las razones por las que los países
occidentales, que en un principio proporcionaron sobre todo a Ucrania armas más
pequeñas y ligeras (como Javelins y Stingers), están enviando ahora armamento más

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pesado, pese a los temores iniciales de que semejante ayuda se considerara una
provocación por parte de Rusia.

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