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CUADERNOS

Cuaresma

Cuaresma
notas
LITÚRGICOS
2023
CARMELITAS DESCALZOS - PASTORAL DE ESPIRITUALIDAD
Han Colaborado en este número

José Garí, c.d.


Ignacio Husillos, c.d.

cpm Juan José Lozano, c.d.


Juan Serrano, c.d.
Centro de Publicaciones
y Medios de comunicación
-2-
En camino hacia la Pascua
Oramos en Cuaresma

SIMBOLO:
Colocamos huellas de cartulina, como símbolos del
que camina. Luego se distribuyen para escribir en ella nuestro
compromiso cuaresmal. Caminamos hacia la Pascua, hacia la
Vida-Cristo.

Monitor

Nos escribe el Papa Juan Pablo II que toda la


vida cristiana es como una gran peregrinación hacia la
Casa del Padre (TMA 49). El tiempo de Cuaresma pone
de relieve nuestra condición de caminantes, de peregri-
nos. No nos podemos parar, acomodar; como el Pueblo de Israel hemos de salir de Egipto
y ponernos en camino hacia la tierra prometida. La cuaresma no consiste en esforzarnos
para corregir algún defecto. Necesitamos algo más que un retoque, necesitamos conver-
sión.

Canto: Camina pueblo de Dios,


camina pueblo de Dios.
Nueva ley, nueva esperanza,
en la nueva humanidad.

Camina pueblo de Dios,


camina pueblo de Dios.

Monitor

La cuaresma son cuarenta días caminando hacia la Pascua. Cuarenta días cami-
nando con los ojos puestos en la cruz, caminando siempre hacia Cristo resucitado, hacia la
Pascua. El objetivo final es alcanzar a Cristo, configurarnos con él, identificarnos con él, la
vida nueva, o Cristo ‘nuestra vida’. Sin embargo, la cuaresma es combate: Dios que nos
busca y nosotros que nos empeñamos en ‘encontrar’ la felicidad fuera de Él. Escuchemos la
Palabra de Dios a través del profeta Oseas.

-3-
Del libro del Profeta Oseas

“Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo.


Cuanto más lo llamaba, más se alejaba de mí: a los Baales sacrificaban, y
a los ídolos ofrecían incienso. Yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole
por los brazos, pero ellos no conocieron que yo cuidaba de ellos. Con
cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los
que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de
comer. Volverá al país de Egipto, y Asur será su rey, porque se han nega-
do a convertirse.” (Os 11,1-5)

SALMO PENITENCIAL

Misericordia, Señor, por todas las miserias de mi casa.


Tú las conoces profundamente, y yo las reconozco ¡son tantas!
Misericordia, Señor, apelo a ti con confianza,
porque tu corazón supera mis miserias,
porque tu amor «es» y yo no soy nada.
¡Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
lavado en tu sangre y en tu agua,
arrópalo, nútrelo, transfórmalo con tu misericordia,
cólmalo con los dones de tu gracia.
Haz mi corazón misericordioso, como el tuyo,
un corazón grande y con entrañas.

Recobraré así la alegría de tu salvación regalada,


la alegría de tu amor, de tu presencia,
en lo más hondo del alma;
una fuente de dicha inagotable,
una paz que nadie alcanza,
una energía victoriosa,
una libertad reconquistada.
Son los frutos del Espíritu, son signos
de tu presencia en mi morada.

Y entonces me abrirás los labios


y mi boca proclamará tu alabanza.
Cantaré tus misericordias, con mi vida,
y seré misericorida encarnada.
-4-
Monitor
El autor de la carta a los Hebreos nos anima a vivir en la esperanza, porque Cristo
ha ‘hecho el camino por nosotros’, ha entrado en la Pascua, en la muerte-vida para que cada
uno de nosotros, lavados de nuestros pecados, podamos amarnos mutuamente.

De la Epístola a los Hebreos

“Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para entrar en el


santurario en virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo,
inaugurado por él para nosotros, a través del velo, es decir, de su propia
carne, y con un Sumo Sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémo-
nos con sincero corazón, en plenitud de fe, purificados los corazones de
conciencia mala y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme
la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la Promesa. Fijémo-
nos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras.»
(Hb 10, 19-24)

Canto: Tú eres el Dios que nos salva, la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene y el techo que nos cobija. (Bis)
TE DAMOS GRACIAS SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS SEÑOR (Bis)
Entonces proclamaremos: ¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande! Su caridad infinita. (Bis)
TE DAMOS GRACIAS SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS SEÑOR (Bis)

Teresa de Jesús nos escribe:


Teresa de Jesús canta agradecida las misericordias de Dios Padre. Ella se siente
profundamente perdonada y amada. Le basta contemplar la entrega de Cristo en su vida
mortal, y ahora a través de los sacramentos, para gritar emocionada que puede darse y servir
porque ella ha sido primero servida y regalada. Teresa se pone en camino hacia Dios por el
olvido de sí y la entrega generosa.

“¡Oh Jesús mío, quién pudiese dar a entender la ganancia que hay
de arrojarnos en los brazos de este Señor nuestro y hacer un concierto
con Su Majestad, que mire yo a mi Amado y mi Amado a mí; y que mire El
por mis cosas, y yo por las suyas! Si no estoy junto a Vos, ¿qué valgo? Si
me desvío un poquito de Vuestra Majestad, ¿adónde voy a parar? Con
esta compañía, ¿qué se puede hacer dificultoso? ¿Qué no se puede em-
prender por Vos, teniéndoos tan junto? Por mí vinisteis al mundo, por mí
pasasteis tan grandes trabajos, por mí os quedasteis en el Santísimo
Sacramento y ahora me hacéis tan grandísimos regalos.
-5-
Si Vos venís a mí, ¿en qué dudo que puedo serviros? Pues de aquí
adelante, Señor, quiérome olvidar de mí y mirar sólo en qué os puedo
servir y no tener voluntad sino la vuestra. Mas mi querer no es poderoso;
Vos sois el poderoso, Dios mío. En lo que yo puedo, que es determinarme,
desde este momento lo hago para ponerlo por obra.» (Conceptos de amor
de Dios, 4, 9-12)

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Ahora es un buen momento para compartir lo que estamos orando: la Palabra de


Dios, el texto de santa Teresa, el Salmo... Escribimos en las huellas un compromiso cuaresmal
y si se desea lo pueden compartir a todos.

LETANÍAS PENITENCIALES

Respondemos diciendo o cantando: Perdón, Señor, perdón.

- Por no saber reconocer tu cariño y amor.


- Por no sentirnos queridos por Ti.
- Por alejarnos de tu protección y adorar otros ídolos.
- Por nuestra dureza de corazón.
- Porque no somos compasivos y misericordiosos.
- Por ofrecer incienso a las cosas y al consumo.
- Por negarnos a convertirnos de corazón.
- Por no caminar hacia la Pascua de Cristo.
- (Añadir otras libremente...)

Canto a María
Terminamos nuestro encuentro orante mirando a la Madre. Ella hizo su propio cami-
no hacia la Pascua. Caminó hacia Egipto, caminó para servir a su prima Isabel, caminó
siempre detrás de Jesús, caminó con Jesús hasta la cruz, caminó con los apóstoles para
recibir el Espíritu Santo. A ella invocamos y nos acogemos para que nos acompañe en
nuestro camino cuaresmal.

Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás,


contigo por el camino Santa María va.

Ven con nosotros a caminar


Santa María ven.
Ven con nosotros a caminar,
Santa María ven.

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Miércoles
de Ceniza
(A)
9 de Febrero de 20 05

Jl 2, 12-18 Convertíos, rasgad los corazones


Sal 50 Misericordia, Señor, hemos pecado
2Cor 5, 20-6,2 Ahora es tiempo favorable, el día de salvación
Mt 6, 1-6.16-18 Practicad la virtud para ser vistos por Dios

Iniciamos un año más la Cuaresma con esta celebración


litúrgica que, a diferencia de las otras, tiene tres centros de atención:
la Palabra y su acogida, la celebración de la Eucaristía y el rito de
imposición de la ceniza.

Se trata, sin duda, de una repre-


sentación viva que nos introduce de un
modo simbólico y muy realista en este
tiempo litúrgico especial. El objetivo de
la liturgia es siempre que cada uno y to-
dos, como comunidad, revivamos los as-
pectos más importantes del misterio de
la presencia de Jesucristo en nuestra vida.
Y hoy el Señor, en Jesús, nos llama a con-
versión, a profundizar esa relación, reli-
gión, con Dios en Cristo, que nos hace
cristianos y nos otorga un proyecto de
vida nueva.

Pues bien, de ese proyecto vital se trata. Cualquiera de noso-


tros, por poca que sea nuestra fe o nuestra experiencia auténtica de
Dios, tiene que reconocer –a ello quiere ayudarnos la Iglesia– que so-
mos pecadores y que el Señor es misericordioso. Esto significa dos

-7-
cosas: por un lado, que somos personas, pobres y débiles, que nos
cansamos de nuestros mismos compromisos o que, cuando surjan las
dificultades y los problemas, sencillamente prescindimos de nuestros
objetivos fundamentales en la vida, de aquello y aquellos con quienes
nos hemos querido ligar. De hecho, la primera lectura nos describía
esta misma experiencia en Israel: periódicamente se realizaba el rito
así descrito como una dimensión más de la Alianza: las calamidades
públicas recuerdan al pueblo que tiene que pedir perdón, que que-
branta la Alianza y caen sobre ellos las consecuencias de su propio
mal. Para escapar de ello y restaurar la relación con Dios, todo el pue-
blo reconocía públicamente su complicidad con el pecado y el mal.

La segunda cosa que significa todo esto es que el Señor perdo-


na, restaura, reconcilia, consiente en las periódicas reconstrucción de
una Alianza cada vez con más grietas. En medio de todo ello se revela
de un modo histórico y real su fidelidad, su compromiso con cada
uno de nosotros, su esperanza de que formemos una auténtica fami-
lia y un pueblo.

Y todo esto es especialmente verdad en Cristo: la fidelidad de


Dios y nuestra necesidad de conversión. Como nos decía el Evange-
lio, ahora ya podemos rasgar los corazones y no las vestiduras, esto es,
cambiar realmente por dentro, encontrar la principal motivación de
nuestros actos en la interior mirada del Padre, que ve en lo secreto. Esto es
lo mismo que decir que los gestos, las obras, las actitudes (el Evange-
lio se refería a la limosna, la oración, el ayuno) tienen que ser hechos
porque se quiera, por amor, por auténtico convencimiento. Este es el fin
y la meta de la conversión y, mientras llega, no está mal reconocer,
sanamente, las cosas que hacemos mal, esto es, por cumplir, por dine-
ro, porque nos vean, porque nos quieran...

Recibir la ceniza, de corazón, escuchar la Palabra y celebrar la


Eucaristía en este día significa rasgar nuestra vida para que en ella en-
tre con plena fuerza la justicia de Dios, esto es su gracia, su amistad,
su consuelo, su perdón que provoca en cada uno la auténtica limosna,
que es la de sí mismo, el verdadero ayuno, que es la solidaridad y la
oración infalible, que es el deseo real de ponernos en manos del Señor
y hacer en toda circunstancia su voluntad.
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Para tu reflexión
❑ En un día como hoy, las iglesias se vuelven a llenar. Cuando
acudo a que me impongan la ceniza, por qué lo hago: por costumbre,
por convencimiento, por miedo, por compromiso, por falta de él...
Qué significa realmente para mi, en este momento de mi existencia,
tomar la ceniza, en comunidad, de manos de la Iglesia.

❑ Convertirse es dejarse reconciliar y tiene mucho que ver con


ser ministro de esta reconciliación. Qué dimensiones de mi vida, físi-
cas, intelectuales, afectivas, necesitan que me reconcilie. Qué testi-
monio puedo dar de paz, de reconciliación, de perdón, de humildad.

❑ La limosna, la oración, el ayuno son clásicamente las tres di-


mensiones de la relación con Dios y de convivir con los demás, des-
de una actitud religiosa. La liturgia y la Palabra me piden que me
examine a esta luz: que doy y por qué, de qué ayuno y por qué,
cuándo, por qué oro...

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Teresa de Jesús nos escribe
Centrar la Vida … desde el Corazón
D eterminaos a morir por C risto
Arrepentimiento no equivale a autocompasión o remordimiento, sino a conversión, a volver a centrar
nuestra vida en la«Lo primero
Trinidad. que hemos
No significa mirar atrásdedisgustado,
procurar eshacia
sino quitar de esperanzado.
adelante nosotras Ni es
mirar hacia abajo a nuestros fallos, sino a lo alto, al amor de Dios. Significa mirar no aquello que no hemos
el amor de este cuerpo, que somos algunas tan regalas de nuestro
logrado ser, sino a lo que con la gracia divina podemos llegar a ser [...].
natural que
El arrepentimiento, no hay
o cambio poco quelleva
de mentalidad, hacer aquí, y tan
a la vigilancia, amigasentre
que significa, de otras
nuestra
cosas, estar
salud,
presentes dondeque es cosa
estamos, en este para
puntoalabar a Dios
específico la guerra
del espacio, que
en este dan, amomento
particular monjasdeentiempo.
especial,
Creciendo y aun
en vigilancia y enaconocimiento
los que nodelo unoson. Mas
mismo, algunas
el hombre monjas
comienza no parece
a adquirir capacidad de
juicio y discernimiento: aprende a ver la diferencia entre el bien y el mal, entre lo superfluo y lo esencial;
aprende,que
por venimos a otra
tanto, a guardar cosacorazón,
el propio al monasterio, sinoa las
cerrando la puerta a procurar
tentaciones ono morir- del
provocaciones
nos; cada una lo procura como puede. (...) Determinaos, hermanas,
enemigo. Un aspecto esencial de la guarda del corazón es la lucha contra las pasiones: deben purificarse, no
matarse;que venísnoa erradicarse.
educarse, morir por Cristo
A nivel del y no las
alma, a regalaros por Cristo...
pasiones se purifican Es cosa
con la oración, la práctica
regular donosa
de los sacramentos,
las que andan con este tormento que ellas mismas se dan,loyque es
la lectura cotidiana de la Escritura; alimentando la mente pensando en
bueno y con actos concretos de servicio amoroso a los demás. A nivel corporal, las pasiones se purifican
algunas
sobre todo veces
con el ayuno dales un deseo de hacer penitencia sin camino ni
y la abstinencia.
concierto,
La purificación de las que duran
pasiones lleva dos
a su días,
fin, poragracia
manera de adecir;
de Dios, después
la "ausencia pónelas
de pasiones", un estado
positivoel
dedemonio en laenimaginación
libertad espiritual el que no cedemosquea laslastentaciones,
hizo daño; en elhácelas
que se pasatemer de la de
de una inmadurez
miedo y sospecha a una madurez de inocencia y confianza. Ausencia de pasiones significa que no somos
penitencia y no osar después cumplir la que manda la Orden, ‘que
domina- dos por el egoísmo o los deseos incontrolados y que así llegamos a ser capaces de un verdadero
amor. ya la probaron’». (Camino de perfección, 10, 5-6)
(K. Ware, Diré Dio oggi. Il cammino del cristiano, Magnano 1998, 182-185).

La Palabra
cada día

Jueves: Elige la vida, no la muerte


Dt 30,15-20 Sal 1 Lc 9,22-25

Viernes: Ayuna mientras esperas al Señor


Is 58, 1-9a Sal 50 Mt 9, 14-15

Sábado: Cambia de vida


Is 58, 9b-14 Sal 85 Lc 5, 27-32

-10-
I 26 de Marzo
1 Domingo

2023
de Cuaresma
(A)
13 de Febrero de 20 05

Gn 2,7-9;3,1-7 Vió que el árbol era apetitoso


Sal 50, 3-6.12-14.17 Misericordia, Señor, hemos pecado
Rm 5, 12-19 Todos serán constituidos justos
Mt 4.1-11 Fue al desierto para ser tentado

Con el miércoles de ceniza iniciamos el tiempo fuerte e intenso


de la Cuaresma. Cuarenta días que vivimos con un largo retiro, como
una estancia en el desierto, como subida a Jerusalén. En este tiempo,
se nos invita a la conversión, a vol-
ver a Dios, a la Verdad, a descubrir
lo que es esencial para nuestra vida
y descartar lo innecesario y artificial.
Todo de la mano de Jesús. El escu-
char y conocer su propia ‘cuaresma’,
su camino hacia Jerusalén nos ayu-
dará a profundizar en el nuestro pro-
pio para con El poder gozar de la
Pascua de Resurrección.

La Palabra de Dios de este pri-


mer domingo de Cuaresma nos
muestra dos actitudes o modo de es-
tar frente a Dios. Por una parte el li-
bro del Génesis nos recuerda cómo
el hombre-mujer desde el mismo momento en que tuvieron capaci-
dad para elegir entre el bien y el mal prefirieron lo fácil. Su vocación
era ‘ser-dios’ pero quisieron hacerlo a su modo, no según la voluntad
divina.

-11-
Dios le había mandado obediencia a su Palabra, no para con-
trolar al hombre, sino para que éste disfrutase de la voluntad de su
Creador que siempre es buena –lo mejor- para sus criaturas. Al pecar
descubrieron su desnudez, su pobreza, la decepción que esconde el
pecado y su salario: la muerte.

Otro hombre, Jesús de Nazaret, es ahora el nuevo Adán que


saldrá airoso donde nuestros primeros padres pecaron. Es conducido
al desierto, donde no hay apenas vida, a la soledad más terrible, a lo
que el pecado ha transformado en muerte y abandono. En eso se ha
convertido el Paraíso de nuestros primeros padres. Y en este desierto
va a experimentar la prueba, la tentación, como Israel durante cua-
renta años. Jesús será tentado también en la obediencia a la voluntad
divina. En llevar la vida según nuestro antojo, en buscar nuestra pro-
pia voluntad, en un seguimiento a Dios según nuestros planes y pro-
yectos. Las tentaciones de Jesús en el desierto son el resumen de to-
das las tentaciones del hombre de ayer y de hoy. Tentación de poseer,
de gloria y de poder.

Ante la tentación de poseer Jesús nos recuerda y enseña que


‘no sólo de pan vive el hombre’. Nada es absoluto, solo Dios. Tener a
Dios como necesidad priva de fuerza cualquier otra necesidad. La
segunda tentación, buscar la propia gloria usando de Dios, sirviéndo-
nos de él para nuestro provecho, Jesús nos recuerda: ‘no tentarás al
Señor tu Dios’. Con respecto a la tercera tentación, Jesús responde a
satanás diciendo: ‘solo a Dios adorarás’. Adorar solo a Dios nos hace
hombres respetuosos del mundo y del prójimo.

Jesús, al inicio de nuestra Cuaresma, nos recuerda que la ten-


tación convive con el hombre, pero que es posible vencerla. Él ha triun-
fado donde el pueblo de Israel sucumbió, por eso’si abundó el pecado
más sobreabundó la gracia’ que hemos recibido por el Hijo. Estamos
llamados a ser-como-Dios, pero no por el dominio, la codicia o la vio-
lencia, sino por la acogida, la apertura, la solidaridad y el amor huma-
no. El camino escogido por Cristo, el del amor, es lo más divino y lo
más humano. Cuando el hombre se convenza de ello, habrá encontra-
do la clave de su libertad y su felicidad.

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Para tu reflexión
❑ Al inicio de la Cuaresma, ¿qué sentido tiene para ti este tiempo
llamado por la Iglesia ‘fuerte’? ¿Cabría reformar o actualizar algún
aspecto: ayuno, limosna, abstinencia...?

❑ ¿En qué línea quieres vivir esta Cuaresma? ¿Más oración,


caridad, compromiso con los demás, aceptación de ti mismo y las
circunstancias en que vives?

❑ Habla o reflexiona acerca de las tentaciones actuales: en el


mundo, en la Iglesia, en cada uno.

❑ Medita: «Hay que pasar por el desierto y quedarse para recibir


la gracia de Dios: allí uno se vacía, aleja de sí todo lo que no es
Dios... Dejar todo el lugar a Dios solo... Es indispensable... Es un
tiempo de gracia... Es necesario ese silencio, ese recogimiento...»
(Ch. de Foucauld).

-13-
Elijo
Teresa Creer …nos
de Jesús enescribe
Dios
L a caridad vence la tentación
La tentación más grave es la de la desesperación; es la que nos hace dudar de poder ser todavía perdonados y
«Mirad
amados por el Padre. Ahí nosque
quiereimporta este
llevar la astucia delaviso
diablo: apara sabernos condoler de
la desesperación.
Si desconfiamos de Dios, nosotros mismos nos separamos de él. Es tremenda esta tentación. La tentación de la
los trabajos
desconfianza de los
está en el origen de laprójimos,
trágica caída depor los pequeños
primeros padres que sean,
y aparece a loen especial
largo de todas lasa etapas
de la almas
historia dede las que
salvación. quedandesde
La encontramos dichas,
el primerque
libro ya
de laéstas,
Biblia (Gncomo
3), dondedesean
la serpientelos
tentadora
trabajos, todo se les hace poco, y es muy necesario traer
induce a Adán y Eva a desconfiar de Dios, hasta el Apocalipsis (ce. 3 y 12), donde el dragón se encona contra la
cuidado
Iglesia, dispuesto a devorar a los santos, los hijos engendrados en la gracia. La envidia empuja continuamente al
de aunque
maligno, mirarse cuando
ya vencido era flaca
por Cristo, y ver
a la tentativa que si de
desesperada nohacer
lo es,
caer no
a losviene
hijos dede ella;
Dios. Por eso el
porque, podría por aquí el demonio ir enfriando la caridad conque
cristiano debe estar siempre alerta, dispuesto al combate que tiene que mantener con la armadura losDios le
procura (cf. Ef 6,12-18).
prójimos
La Iglesia y hacernos
está sometida a la tentación entender
lo mismo que todo es cristiano;
perfección lo que es
pero si perseveramos falta.
en la Enoración,
fe y en la
todo
el Señor noses menester
promete el auxiliocuidado
para que no y andar
sucumbamos despiertas,
a la tentación pues él 3,10-12).
(cf. Ap no duerme, y es
La tentación
necesaria porque, después de la primera caída, todos deben someterse a la prueba. Nuestro corazón adolece de
en los que van en más perfección, más; porque son muy disimuladas
inconstancia y necesita robustecerse mediante una terapia intensiva y estimulante: la tentación libera nuevas y
las tentaciones,
prodigiosas energías espirituales. que no se
El amor, en laatreve a otra
prueba, se purifica cosa, que no parece se
y fortalece.
entiende
El Señor nos prometeel sudaño
ayuda:hasta quetentados
no seremos está ya por hecho,
encima de si -como
nuestras digo-
fuerzas; no senostrae
el apóstol dice: "Dios
es fiel, no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas; al contrarío, junto con la prueba les
cuidado.
proporcionará En suficientes
fuerzas fin, quepara es superarla"
menester (1 Corsiempre
10,1 3). Elvelar
ancla dey orar,
salvaciónque es lano hay
cruz, a la que
mejor
debemos remedioabrazados.
estar fuertemente para descubrir
Cristo padeció estas cosas
por nosotros ocultas
la tentación del demonio y
y ha vencido.
(A. M. Cánopi, Si, Padre. Meditazioni sul Padre nostro, Milán 1 999, 114-116).
hacerle dar señal que la oración.» ” (Camino de perfección, 7, 6)

La Palabra
cada día
Lunes : San Cirilo y san Metódio. Fiesta.
Hch 13, 46-49 Sal 116 Lc 10, 1-9
Martes : Busca la voluntad de Dios
Is 55, 10-11 Sal 33 Mt 6, 7-15
Miércoles : Nos urge la conversión
Jon 3, 1-10 Sal 50 Lc 11, 29-32
Jueves : Renueva la fe orante
Est 14, 1.3-5.12-14 Sal 137 Mt 7, 7-12
Viernes : Déjate reconciliar
Ez 18,21-28 Sal 129 Mt 5, 20-26
Sábado : Vive en perfección
Dt 26, 16-19 Sal 118 Mt 5, 43-48
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11 Domingo 5 de marzo
II
de Cuaresma
(A)
2023
20 de Febrero de 20 05

Gn 12,1-4a Vocación de Abrahán


Salmo 32,4-5.18-20.22 Tu misericordia venga sobre nosotros
2Tim 1, 8b-10 Dios nos llama y nos ilumina
Mt 17, 1-9 La Transfiguración

Vivir la Cuaresma, escuchar la


llamada del Señor a la conversión es, ante
todo, como nos recuerda este domingo la
Palabra, reconocer su irrupción en nues-
tra vida. El Señor nos ha visitado median-
te su Palabra y en algún momento tiene
que haber sucedido nuestra vocación,
como narraba el libro del Génesis a pro-
pósito de Abrahán. Porque Dios siempre
ha hecho así las cosas, no por decreto apli-
cable a todos, desde arriba y por que sí,
sino en decidida aunque amable y pacien-
te conversación con cada uno de nosotros.

La Escritura nos ofrece muchos


modelos de estos encuentros del Señor y
personas concretas, a ver si damos con el que nos convence, con el
que nos hace leer nuestra vida desde el descubrimiento gozoso del
auténtico Dios en ella. De este encuentro de hoy, podemos, con todo,
extraer las características de todo verdadero roce con el Dios vivo.
Ante todo, es gratuito. Abrahán no hace nada para que Dios se apa-
rezca en su vida, para que le elija entre los millones de seres que en

-15-
ese momento caminaban por la tierra. Sí, es verdad –podréis decir–
que entra Dios en la vida de este hombre, pero que entra pidiendo,
exigiendo. O más bien, dando y aportando sentido a un camino, a
una marcha. Hacía tiempo ya que Abrahán, viejo y cansando, sin más
futuro que la muerte, se había echado a los caminos para buscar la
fortuna, para que no le vieran morir así los suyos o porque, más sen-
cillamente, el ser nómada era su modo de vida y esta vez se le fue
la mano... No importa la razón, sino el cambio que se produce en su
vida. A partir del encuentro con el Dios verdadero, el único que exis-
te, con la verdad, su vagar es un peregrinaje, una salida sí, de su segu-
ridad, pero también de su muerte y su desesperanza; camina a lo des-
conocido, pero eso es una tierra que será suya, no la agotada tierra
familiar.

Segunda dimensión: el encuentro con Dios es bendición, siem-


pre, y en toda ocasión. El Señor no puede por menos que bendecir,
esta es su única palabra. Y la bendición es inevitablemente de vida. El
Señor se las apaña para incluir los pequeños planes personales del
salvado (una tierra, descendencia) en los suyos: serás padre de un
gran pueblo que habitará su propia tierra, esto es, el origen de la nue-
va familia humana, el primer habitante del nuevo paraíso que se lla-
mará comunidad, pueblo, fraternidad.

Y todo esto significa, de verdad, lo que los humanos denomi-


namos ‘ser alguien’, que nuestra vida no pase sin más, como un soplo
y así se olvide. El nombre del amigo de Dios es causa de bendición,
motivo de esperanza, luz que guía, engendrador de vida y sentido.

Y queda una dimensión, un aspecto que aparece descubierto,


no en la historia de Abrahán, sino en la de Jesús. El Evangelio de la
Transfiguración no relata la vocación de Jesús pero descubre y mani-
fiesta el fin y meta de toda vocación. Abrahán, creyente, aceptando
con todas sus consecuencias esta irrupción del Padre, es figura de
Jesucristo. El es algo más que reflejo de la salvación de Dios, es su luz
misma que puede, por fin, transfigurar una vida humana. Así, en
nuestro mundo, delante de nuestros ojos, aparece esa blancura que
no es de esta tierra y que señala a un hombre totalmente identificado

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con la voluntad de Dios. Esa es nuestra meta, la vida verdadera, ca-
paz también de transfigurar la misma muerte. Jesús no solo ilumina
nuestra vida, sino también su muerte y la de todos, mostrando que el
amor del Padre, por Él, por nosotros, es más fuerte que ella. Ser hijo
es ser predilecto, como Él, vivir siempre junto al Padre y a los otros
hermanos.

Con Él, gracias a Él, se nos dice que convertirnos en eso, creer
que podemos llegar a transfigurarnos en personas nuevas. Desde esta
confianza, se trata de vivir en obediencia a la voluntad del Padre, to-
mando decisiones que nos comprometan con ese mundo nuevo que
nos recordamos estos días, es responsabilidad nuestra. Jesús camina
delante, a cada poco nos llama, brilla para nosotros su luz, sigámosle
en fe y confianza.

Para tu reflexión
❑ Puedo aprovechar y reflexionar sobre mi
vocación... Si he comprado el Cuaderno y estoy
leyendo esto, es que me he encontrado con el
Señor. Cómo, cuándo, en qué circunstancias de
mi vida. Cómo he cambiado desde entonces... Qué
sentido doy a las cosas que me pasan... Hacia dón-
de camino y por qué...

❑ Desde esta vocación, cómo y cuánto par-


ticipo en los duros trabajos del Evangelio (segun-
da lectura) ¿Siento el Evangelio como dirigido a
mi? ¿Qué significa la Gracia en mi vida? ¿De qué
realidad o de quién doy testimonio? ¿Me esfuerzo
cada día por vivir y dar a vivir esta Buena Noticia?

❑ ¿Soy capaz, desde la Pascua del Señor, de dar sentido a la muerte


que hay a mi alrededor? ¿Cómo reacciono ante la muerte de seres queridos,
qué pienso o siento respecto de mi fe cuando algo desagradable sucede en
mi vida o cerca de mi?

-17-
SerTeresa
Luzdepara losescribe
Jesús nos demás ….
Q uiero para ti lo que quise para Mí
Por un instante, el día de la transfiguración [Pedro, Santiago y Juan] contemplan la maravilla de una carne
divinizada, de un«Esto
rostro queme dijo elelSeñor
transparentó esplendorotro día:
de la vida ‘¿Piensas,
eterna: el rostro dehija, que estáconeltoda
Cristo resplandece
la luz de Dios.
merecer
El cuerpo en gozar?
humano puede No está
ser transfigurado sino
y tiene en obrar
también un mensajey padecer
de luz que y en amar.
comunicar [...]. No
Nuestro
cuerpohabrás
tiene una oído que san Pablo estuviese gozando de los gozos celestia-
vocación espiritual, una vocación divina. Nuestro cuerpo es el primer Evangelio porque el
testimonio de la presencia divina en nosotros debe pasar a través de la expresión de nuestro rostro, a través de
nuestrales másnuestra
apertura, de una vez, y muchas
benevolencia, queAquel
nuestra sonrisa. padeció, y ves
sol interior que esmi vidadetoda
la gloria llena
Jesucristo está en
deLo
nosotros. padecer
más sublime y sólo en elesmonte
del hombre que puedeTabor
aún más,habrás oído
está llamado mi gozo.
a revelar a Dios.(...)
Hay Cree,
en nosotros
hija,secreta,
una belleza que amaravillosa,
quien mi PadreCristo
inagotable. másnoama, da mayores
ha venido trabajos,
sólo a salvar nuestras almas;yCristo
a éstosha venido
a revelar Dios al hombre, a revelar el hombre al hombre; ha venido para que el hombre se realice en toda su
responde
grandeza, su dignidad,elsuamor. ¿En qué
belleza. Estamos te alola puedo
llamados grandeza, másal gozo,mostrar
a la juventud,quea la querer
dignidad, a la
para
belleza, ti lo
a irradiar quea laquise
a Dios, para Mí?
transfiguración Mira
de todo nuestroestas llagas, con
ser comunicando quela nunca
luz divina.llegaron
Llevamos en nosotros el tesoro de la vida eterna, la realidad de la presencia infinita que es el Dios viviente.
Hoy yaquí
en todostuslosdolores.
instantes deEste
nuestraes
vidaelestamos
camino de laa verdad.
llamados manifestar aAsí Dios.me ayudarás
Olvidemos a
toda nuestra
llorarnuestra
negatividad, la perdición quefatigas,
pesadez, nuestras traen loslimitaciones
nuestras del mundo, y las deentendiendo tú esto,
los demás. ¿Qué importa todo eso
que todos sus deseos y cuidados y pensamientos se emplean en
desde el momento en que Dios está en nosotros, en que Dios vive, en que nos ha regalado su canto, su gracia y
su belleza; desde el momento en que hoy debemos penetrar en la nube de la transfiguración para salir
cómo
revestidos tener
de Dios, lo contrario.»
llevando en nuestro rostro el”gozo
(Relaciones
de su amor y la36,1)
sonrisa de su eterna bondad?
(M. Zundel, Ta parole comme une source, Sillery 1998, 228s)

La Palabra
cada día

Lunes 21: Perdona como Dios nos perdona


Dt 9, 4b-10 Sal 78 Lc 6, 36-38
Martes 22: La Cátedra de San Pedro. Fiesta.
1P 5, 1-4 Sal 22 Mt 16, 13-19
Miércoles 23: Acompaña a Cristo crucificado
Jr 18, 18-20 Sal 30 Mt 20, 17-28
Jueves 24: Vive en confianza
Jr 17, 5-10 Sal 1 Lc 16, 19-31
Viernes 25: Vive acogiendo a Cristo
Gn37,3-4.12-13a.17b-28 Sal 104 Mt21,33-34.45-46
Sábado 26: Levántate y vuelve al Padre
Mi 7, 14-15.18-20 Sal 102 Lc 15, 1-3.11-32

-18-
111 Domingo 12 de Marzo
III 2023
de Cuaresma
(A)
27 de Febrero de 20 05

Ex 17, 3-7 ¿Salimos de Egipto para morir de sed?


Sal 94, 1-2.6-9 No endurezcáis el corazón
Rm 5, 1-2.5-8 El amor de Dios ha sido derramado en nosotros
Jn 4, 5-42 Dame de beber

Hemos comenzado este tercer domingo, recorriendo el primer


ciclo o “A” de las lecturas dominicales, con el primero de los textos
del Evangelio de Juan, usados en la primitiva Iglesia como catequesis
previas al Bautismo de los neófitos, que
tenía lugar en la noche de la Pascua.

Y así, la Palabra nos hablaba de


la sed, necesidad perentoria de la persona
y que puede llevarla a decisiones dramáti-
cas. La cuestión (primera lectura y Evan-
gelio) es si el Dios verdadero puede cal-
mar verdaderamente nuestra sed, nuestro
deseo más profundo de cariño, de vida, de
reconocimiento, de identidad. Sin duda es
una cuestión clave, pues la motivación más
verdadera en la mayoría de las personas
es colmar ese deseo, que se confunde mu-
chas veces con el mismo instinto de super-
vivencia. Beber es esencial, sin ello no sir-
ve de nada la comida o las posesiones; se puede estar sin nada, des-
nudo y hambriento durante muchos días pero poco tiempo se aguan-
ta sin calmar la sed. Incluso el Señor, en el Evangelio del primer do-
mingo de esta Cuaresma, ayuna y al final siente hambre, pero no sed...
Se puede ayunar de los alimentos pero no del agua.
-19-
Israel camina por el desierto... Siente muchas necesidades y
experimenta muchas privaciones pero no puede estar sin beber: ¿nos
ha hecho salir... para hacernos morir... de sed? Esto es, ¿puede darnos
Dios de beber, precisamente, en el desierto de las comodidades y las
seguridades...? Nosotros, hoy día, más que Israel intuimos lo mismo
al revés: quizá creemos y pensamos que el agua es un presupuesto de
nuestro sistema de vida. Lo tenemos todo y por eso no tendríamos
por qué tener sed, sin embargo la tenemos, ¿qué sucede? ¿Puede, pues,
darnos Dios lo único que necesitamos de verdad, lo único que sostie-
ne nuestra vida y permite asimilar todo lo demás? Quizá el Señor
estaba esperando el momento, para proclamarlo solemnemente, el
texto del Éxodo no lo dice. El caso es que se trata de un momento
durísimo, tanto que hasta el mismo Moisés duda y golpea dos veces
la roca, por si acaso... Pero el mensaje está bien claro: cuando falta
todo, solo Dios puede dar y asegurar el agua, luego la verdadera vida
es la que viene de Él.

En el Evangelio, por fin, Jesús revela el origen de la sed y su


remedio. El mismo, dice el texto, siente la sed y necesita pedir agua ¡y a
una mujer! Los más agudos comentaristas de este texto, nos han he-
cho ver, como recuerda hoy el prefacio, que Jesús, en realidad, tiene
sed de la fe de esta mujer. Dios en Jesús necesita ser acogido, creído,
aceptado. Y manifestando su necesidad, descubre la de la mujer y la
nuestra. También deseamos que el Señor nos acoja, nos perdone, nos
ame como somos... Y en Jesús se nos anuncia que, por fin, se produce
este encuentro entre el deseo de Dios y el amor del hombre, el deseo
del hombre y el amor infinito de Dios. Los cinco maridos de la mujer
o los cinco dioses de los samaritanos no significan nada cuando apa-
rece la auténtica fuente del agua viva. No son más que cisternas llenas
de grietas que contienen agua agusanada e insalubre, apenas un des-
hecho respecto del brote fuerte, fresco, lleno de vida del agua que
mana, limpia, de la fuente.

Jesús es esa fuente, es la revelación que brota en nuestro inte-


rior. Que nuestra sed, nuestra necesidad, el deseo profundo que to-
dos sentimos no es una debilidad que deba ser llenada con cualquier
cosa. Ese deseo y esa necesidad es, como me decía una amiga no hace
mucho, en realidad nuestra capacidad de amar, y la de Dios, que se
-20-
tiene que derramar, que busca otra sed, o por mejor decir, otra boca,
otra vida para derramarse en ella. Y eso no nos avergüenza ni hace
inferiores, sino todo lo contrario; quien a nadie necesita es que se ha
muerto por dentro, y de verdad. Se trata, por supuesto, del amor ver-
dadero, por el que nos reconocemos hijos de tal Padre y que buscába-
mos; pues bueno, ya lo hemos encontrado, lo mismo que Él a noso-
tros.

Para tu reflexión
❑ Si examino mi marchar por la vida en pos de un meta o una
ilusión, ¿cuántas veces me he sentido auténticamente sediento, como
al borde de la muerte? ¿Dónde he hallado agua para saciar mi sed?
¿Me he parado a pensar porque siento este deseo y esta sed? ¿Me
da miedo? ¿Por qué? ¿De qué fuentes cenagosas suelo beber: idea-
les, comodidades, cosas...?

❑ La fuente misma del amor de Dios, el Espíritu de Jesús, ha


sido derramado generosamente en nuestros corazones ¿me siento
hijo querido de tal Padre? ¿Veo o quiero ver a los demás como her-
manos?

❑ ¿He experimentado alguna vez en la fe, en la oración, en el


servicio o en la misión que el Señor tiene necesidad de mi, de mi fe,
de mi entrega? ¿Me avergüenzo de amar, de dejarme querer, de
necesitar la cercanía, el abrazo de los demás? ¿Por qué?

Yoenvío
Yo os los envié a
a segar
cosechar adondeos
donde vosotros no
habéis fatigado.
ustedes no han
(Jn 4, trabajado
38)

Jn 4, 38
-21-
Teresa de Jesús nos escribe
Gracias Señor por tus locuras
D ame de beber de esa agua

La encarnación«Me acuerdo
y la pasión son la ahora
locura deloamorquedemuchas
Dios paraveces he pensado
que el pecador de aque-
pueda acogerlo. Desde esta
locuralla
se santa
comprende Samaritana,
cómo el mayorqué herida
pecado debía
es no creer en de estar
el amor de por
de Dios esta hierba,
nosotros. y
No podemos
cuándebien
olvidarnos Dios: élhabían prendido
no nos olvida; en su
no podemos corazón
alejarnos de Dios,lasél no
palabras
se aleja. del Señor,
Dios nos espera en todos los caminos de nuestro destierro, en cualquier brocal de no sé qué pozo al pie de
pues deja al mismo Señor que ganen y se aprovechen los de su
cualquier higuera [...].
pueblo,
Nos espera que reprocharnos,
no para da bien a entender
ni siquiera paraesto que voy
decirnos: diciendo;
"Mira y en dicho",
que te lo había pago de sino para
estacontan
cubrirnos granque
su amor, caridad,
nos salva mereció
incluso del ser
mirar creída, y ver el pena.
atrás con demasiada granDostoievski
bien quepone en
labioshizo
de la nuestro Señor
mujer culpable: "Diosa teaquel
ama a pueblo.
causa de tus(...)pecados".
Iba estaNo essanta
exacto: mujer
Dios noscon
ama como
somos para hacernos como él quiere que seamos.
aquella
¡Gracias, Señor! borrachez divina dando
Si me hubiese contentado gritos
con el deseo pormelas
de ti, que calles.
llevaba Lo sin
a buscarte que me
saber dónde te
podríaespanta
encontrar, atodavía
mí esestaría
ver errando
cómo la porcreyeron,
los caminos, conunalamujer,
angustia dey no debíainsatisfecho
mi deseo ser de o con
mucha
la ilusión suerte,
de haber puesalgo.
encontrado ibaTepor agua; de de
he encontrado mucha
verdadhumildad, sí, pues
porque has salido cuando en mis
a mi encuentro
caminos de pecado: hombre entre los hombres, cuerpo bendito que yo mismo ayudé a despojar, a flagelar;
el Señor le dice sus faltas, no se agravió(como lo hace ahora el
rostro bendito besado por mis labios, como Judas; corazón que atravesé...
mundo,
Ninguna sed creóque son
jamás lasmalas
fuentes, de sufrir
ni hizo brotarlas
aguaverdades),
en las arenas. Tusinosed,díjole que debía
sin embargo, ha apagado mi
ser profeta.
sed porque si no hubiesesEn fin, mis
seguido le huellas,
dieron crédito,
si no te hubiesesydejado
por crucificar
solo supordicho salió
mí quizás te hubiera
gente
buscado, pero de
nuncalateciudad al Señor.»
habría encontrado. Señor,” gracias
(Conceptos
por haberte del amor
dejado deenDios,
clavar la cruz,7,6)
por dejarte
encontrar por el que te crucificó. Amén
(P. Mazzolari, La piü bella avventura, Brescia 1974, 218.223).

La Palabra cada día

Lunes 28: Dios quiere que todos se salven


2R 5, 1-15a Sal 41 Lc 4, 24-30
Martes 1: La compasión de Dios invita al perdón
Dn 3, 25.34-43 Sal 24 Mt 18, 21-35
Miércoles 2: Renueva la Ley y obsérvala
Dt 4, 1.5-9 Sal 147 Mt 5, 17-19
Jueves 3: Vigila para no cerrarte a la salvación
Jr 7, 23-28 Sal 94 Lc 11, 14-23
Viernes 4: Ama a Dios sobre todo lo demás
Os 14, 2-10 Sal 80 Mc 12, 28b-34
Sábado 5: Vive en humildad y conocimiento
Os 6, 1b-6 Sal 50 Lc 18, 9-14

-22-
1V Domingo 19 de Marzo
IV
de Cuaresma
(A) 2023
6 de Marzo de 20 05

1S 16, 1b.6-7.10-13a David es ungido rey de Israel


Sal 22,1-6 El Señor es mi pastor
Ef 5,8-14 Caminad como hijos de la luz
Jn 9, 1-41 Fue, se lavó y volvió con vista

El camino cuaresmal de construcción del “hombre nuevo” pasa


también por la mirada. Todos los sentidos tienen su importancia. Pero
hoy se nos habla de ver y de no ver, de ser iluminado y de la confianza
en Dios, que cumple sus promesas.

Le dice Dios al profeta Samuel:


«El hombre no ve lo que Dios ve; el
hombre ve las apariencias, y Dios el
corazón» (v. 7). Samuel, como transmi-
sor veraz de la Palabra, escucha y aco-
ge las inspiraciones del Señor, a pesar
del miedo que le infunde su misión de
elegir a David nuevo rey de Israel; será
el Señor quien actúe a través de sus
manos. Samuel derrama con ellas el
aceite (signo de unción del Espíritu),
pero es Dios quien elige a David, pre-
cisamente porque el Señor mira el co-
razón, las entrañas, cuando los demás
sólo ven en David a un joven pastor
inexperto. Después, el salmista, nos re-
cuerda la conversión, el cambio que
debió hacer Samuel dentro de sí: «El Se-
ñor es mi pastor, nada me falta. A nada

-23-
temo, porque tú estás conmigo» (vv. 1.4). Y este mismo canto a la
confianza en Dios nos llega, según la tradición, como salmo de David.
Uno y otro lo entonaron en sus adentros repetidas ocasiones.

El evangelio, que reúne y comunica las palabras de Jesús, nos


transmite por medio de Juan un largo episodio: la curación de un
ciego de nacimiento; es decir, quien nunca ha visto la luz. A simple
vista, parece un pecador cualquiera: “Si no ve es porque pecó él o sus
padres”. Así piensan los apóstoles; y así lo creían los amigos inopor-
tunos de Job: “Todo mal viene del pecado”. Pero Jesús les corrige:
«Nació ciego para que resplandezca en él el poder de Dios» (v. 3). Su
mirada es distinta; él mira desde Dios, con los sentimientos del Padre.
Porque es la luz del mundo, Jesús revela el hombre al hombre. Envía
al ciego a lavarse, para que poco a poco se vaya abriendo a la luz. Y el
ciego vuelve con vista. También Samuel fue enviado a ungir, y cum-
ple su misión confiando en los designios de Dios. El ciego acoge la fe
más tarde (Creo, Señor), cuando Jesús se encuentra cara a cara con él.
«Yo he venido a este mundo para que los que no ven vean» (v. 39). El
que fue ciego, ya puede ver quién es la luz del mundo; y su mirada
abarca ahora todo el cuerpo: «Se puso de rodillas ante él».

Samuel, los apóstoles, el ciego de


nacimiento, los fariseos… Todos nos ha-
blan de una realidad: el camino que hace
el catecúmeno en este tiempo propicio,
antes de ser bautizado. Es un tiempo de
purificación y de iluminación (para ser
hijo de la luz y ver, hay que pasar de las
tinieblas a la luz). Es un tiempo de re-
flexión espiritual y de verificación, de
prueba. Cristo, luz del mundo, ilumina
el pecado social para que quede al des-
cubierto y se convierta en luz. «Por eso
se dice: Despierta tú, que duermes, y leván-
tate de entre los muertos, y Cristo te ilumi-
nará» (Ef 5,14).

-24-
Para tu reflexión
❑ El ciego de nacimiento es paradigma de la ceguera humana.
Vemos poco y mal. ¿Nos fijamos en las apariencias? ¿Miramos su-
perficialmente a los demás? ¿Conocemos en profundidad a las per-
sonas, cosas, acontecimientos, a nosotros mismos?

❑ ¿Cuáles son nuestras principales cegueras? ¿Por qué somos


tan ciegos? ¿Dónde encontraremos la luz, la curación? Desde nues-
tro lugar en la Iglesia ¿podemos curar cegueras, alumbrar a otros?

❑ Por la fe en Jesucristo podamos salir de nuestras oscuridades.


Pero hemos de creer en él, dejarnos llevar a la piscina. Esta piscina
es la Iglesia y sus aguas salvadoras son el bautismo. ¿estás conven-
cido de esto?

❑ Con el Evangelio de hoy en la mano, hago memoria de las


cegueras que antes tenía y ahora ya no tengo, desde que soy discí-
pulo de Jesús. Le pido que me siga abriendo los ojos.

-25-
Tú eres nuestra esperanza
Teresa de Jesús nos escribe
Sólo sé que era ciego y ahora veo
Ciegos y sordos, debemos comenzar por escuchar lo que se nos dice, por una escucha paciente; llegar a
creer, a ver la luz del día, a esperar. Esperar todo de ti significa vivir de gracia. Estoy convencido de que
la Biblia es un«¡Oh
libro deceguedad
esperanza. Enhumana! ¿Hasta cada
cuestión de esperanza, cuándo,
mañanahasta cuándo
tú eres nuestra se Aquí
esperanza.
estamos juntos, nosotros, que esperamos conocerte un día, verte cara a cara. Y seremos iluminados con tu
quitará esta tierra de nuestros ojos? Que aunque entre nosotras
mirada: con-vivientes.
no parece
Tú eres es tanta
nuestra esperanza: que nos
en nuestro ciegue
corazón del
se abre un todo,
camino,veo unas motillas,
una calzada de felicidad.unas
En este tema,
chinillas,
en cuanto puedo que si lasdescubro
entenderlo, dejamos unacrecer bastarán
cosa: lo que a hacernos
entrevemos granelegido,
de ti entre todos, daño; mirado,
sinosoyque,
amado, por
yo. Sí, amor
quiero [...].deSí, Dios,
esperarhermanas, nos aprovechemos
es como reconocer ante ti lo sorprendentedeque
estas
soy. Cuando
decía:
faltas, para conocer nuestra miseria y ellas nos den mayor vista,
"Que las tinieblas me encubran" la noche se hizo luz en torno a mí (cf. Sal 138). La humanidad está
como
llamada la dio el en
a convertirse lodo del"Verán
rostro: ciegotuque sanónonuestro
rostro... habrá másEsposo; y así, elviéndo-
noche... porque Señor Dios los
nos tan
alumbrará, imperfectas,
y reinarán" (Ap 22). Cada crezca más
uno oirá el "Álzate,
decir: suplicarle saque
revístete bien
de luz, dellega
porque nues-
tu luz, y la
tras
gloría miserias,
del Señor para
brilla sobre ti" en todo
(Is 60). Sí, contentar a su Majestad.»
nos espera un futuro de luz, y ya nos es” (Moradas
concedido vivirlo: ya
somos hijos de la luz (cf. Col 1,23). Yo... ¿Y los otros? La esperanza es la puerta que se abre a la novedad
y meSextas, 4, 11). nuevo, el mandamiento de la novedad de la que quieres hacernos cómplices,
da un mandamiento
enamorados. Esperar es corrosivo [...]. Sí, este siervo humilde despreciado, desfigurado, verá la luz y será
colmado.
(Frére Ch. Lebreton, en Piú forti dell'odio. Gli scritti dei monaci trappisti uccisi in Algeria. Cásale Mons.
La Palabra
1997, 1 37-143, passim

cada día

Lunes 7: Acoge la vida


Is 64, 17-21 Sal 29 Jn 4, 43-54
Martes 8: Vive del agua viva del Señor
Ez 47, 1-9.12 Sal 45 Jn 5, 1-3.5-16
Miércoles 9: Escucha al Hijo y cree en el Padre
Is 49, 8-15 Sal 144 Jn 5, 17-30
Jueves 10: Confiesa tus pecados
Ex 32, 7-14 Sal 105 Jn 5, 31-47
Viernes 11: Vive en la Justicia
Sb 2, 1a.12-22 Sal 33 Jn 7,1-2.10.25-30
Sábado 12: ¿Qué decimos de Jesús?
Jr 11, 18-20 Sal 7 Jn 7, 40-53

-2 6-
26 de marzo
V 2023
V Domingo
de Cuaresma
(A)
13 de Marzo de 20 05

Ez 37, 12-14 Os infundiré mi espíritu y viviréis


Sal 129, 1-4.6-8 Del Señor viene la misericordia
Rm 8, 8-11 El que resucitó a Cristo os vivificará
Jn 11, 1-45 Yo soy la Resurrección y la vida

La palabra que Dios dirige hoy a su pueblo es para la Igle-


sia, pueblo de Dios, un anticipo, un ver antes de hora, un signo
de esperanza. El profeta Ezequiel, el
salmista y Juan, el autor del cuarto
evangelio, nos anuncian parte de lo
que viviremos en la vigilia de las vi-
gilias, la noche de Pascua. Allí sere-
mos renovados por el Padre: «El que
resucitó a Cristo vivificará también
vuestros cuerpos mortales por obra de
su Espíritu, que habita en vosotros»
(Rm 8,11).

La vuelta a la vida de Lázaro es


un claro anuncio de la resurrección de
Jesús. El texto del evangelio nos mues-
tra, con todos los detalles y en toda su
crudeza, la finitud extrema del hom-
bre: la muerte. Jesús aparece más “humano” que nunca, por si
alguno dudaba de su humanidad. Sus sentimientos afloran: «se
estremeció y se emocionó profundamente» (Jn 11,33). Al inicio

-27-
le advertían: «Tu amigo Lázaro está enfermo» (v. 3). Y la res-
puesta de Jesús, al conocer la noticia, nos recuerda el evangelio
del pasado domingo: «Esta enfermedad no es de muerte, sino
que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea
glorificado por ella» (v. 4). También la ceguera de nacimiento
que padecía aquel hombre no era causa de su pecado, mas ha-
llaba el sentido en «que resplandezca en él el poder de Dios» (Jn
9,3). Aquí entendemos la sentencia del Apóstol, cuando dice que
la debilidad del hombre es fuerza de Dios. Nuestra máxima
debilidad es la muerte, sí, pero a partir de ella actúa Dios. Esto
es lo que creemos, «en la resurrección de la carne». De modo
semejante, ocurre en el sacramento de la reconciliación; el peca-
do que nos separa de Dios y que, por tanto, nos lleva a la muer-
te, se cubre de Su misericordia y el espíritu sin vida vuelve a
recobrarla: «Infundiré en vosotros mi espíritu y reviviréis» (Ez
37,14).

San Pablo parece tenerla contra la carne, como san Juan


contra el mundo. Pero es que mundo y carne significan para
ellos las tendencias opuestas a Cristo y al Espíritu. Por eso hay
que darles plantón con determinación, y no seguir sus instintos
ni sus exigencias. La única exigencia que nos debe habitar es la
de Dios, porque estamos sujetos al espíritu, ya que el Espíritu de
Dios habita en nosotros gracias al Bautismo.

Continuamos, así, el camino de conversión ya emprendi-


do hace más de un mes, que va tocando a su fin. Y la palabra de
Dios nos recuerda que sólo habrá conversión —«salir de nues-
tros sepulcros», en palabras de Ezequiel—, si esperamos en el
Dios fiel que nos puede salvar, que nos arrancará del poder de
la muerte y, vivificándonos con su Espíritu, nos resucitará para
una vida nueva. Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu nos conta-
gia de Resurrección y de Vida.

-28-
Para tu reflexión
❑ Este evangelio es una catequesis bautismal. El Bautismo nos
saca de nuestros sepulcros y nos regala vida nueva. Hoy, ahora,
¿de qué sepulcros debes salir, de qué muertes resucitar?

❑ Nos sentimos muchas veces insatisfechos, ciegos y muertos.


Cristo hoy nos dice: «Yo soy»: la Luz, el Agua Viva, la Resurrección
y la Vida. ¿Te crees esto? Di acontecimientos concretos de tu vida
donde Cristo se ha manifestado como Agua, Luz y Vida.

❑ Quien resucitó a Lázaro tiene poder sobre la muerte. Es signo


de su propia resurrección, de que él es la Resurrección. Marta lo
creyó: «Yo creo que tú eres el Mesías». Y lo comunicó a su hermana.
¿Cómo comunicamos a los demás que Cristo es la Resurrección y la
Vida? ¿Con palabras, obras de vida, sermones...? ¿Somos testigos
de nuestra fe en la resurrección?

Con
la resurrección
de Lázaro,
Cristo anticipa
la suya y la
nuestra

-29-
La fe, siempre la fe. El Maestro la pide, la busca, ordena las circunstancias para que nazca y
se desarrolle en las almas. Si per- mite la muerte del amigo, no es porque no se apiade de la
tristeza y el dolor de Marta y María -le veremos pronto llorar-, sino por- que es necesario un
milagro, un gran milagro, para consolidar la fe de los apóstoles antes de la pasión, ya
Teresa de Jesús nos escribe
cercana, que el odio que surge en los judíos por la resonancia de la resurrección de Lázaro va
a precipitar. Esta muerte es para la fe.
Tened confianza, hermanos, cuando vuestras oraciones parece aue no son escuchadas. No
penséis que no han tocado elYo soy de
corazón laJesús.
R esurrección
Si aparentemente y han
la Vida
caído en el vacío, no es
que él no vea nuestras lágrimas. Con una mirada certera y sin distracciones, él va siguiendo
todos los avances del mal. Si no viene en el mo- mento esperado, quiere decir que todavía no
ha llegado su «¡Oh
hora.cristianos verdaderos!,
Reserva su acción ayudad a que
para una conversión llorar a vuestro
engrandezca Dios,fieste
y mani-
que
más no es por
la gloria solo que
de Dios, Lázaro aquellas
haga nuestra piadosas
fe más lágrimas,
firme y per- sino
severante. por los
¡Confianza!
queelegir
El sabe no habían
su momentoquerer resucitar,
y, cuando llega esteaunque
momento, Sudice:
Majestad los diese
"Ahora vamos a (Jn
a su casa"
11,7).
voces. (...) Resucitad a estos muertos; sean vuestras voces, Señor, si
Avisada de la llegada del Me- sías, Marta sale a su encuentro y dice: "Señor,
hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano" (v. 21). Él le responde con una promesa
tan poderosas que, aunque no os pidan la vida, se la deis para que
que supera toda esperanza y parece desconcertar su fe: "Tu hermano resucitará" (v. 23).
Jesús,después,
queriendoDios mío,y salgan
aue surja de la la
res- plandezca profundidad dedeseada,
fe y la confianza sus deleites.
descorre el velo que
ocul-
No os de
ta el íntimo secreto pidió Lázaro
su alma: quelaleresurrección
"Yo soy resucitaseis. Por eluna
y la vida; quemujer
cree enpeca-
mí, aunque
hayadora lo hicisteis;
muerto, veisla
vivirá; y el que está aquí,
vivo y Dios
cree enmío, y muy
mí, no morirá mayor; resplandezca
para siempre" (w. 25s). La fe
de Marta
vuestrase su-misericordia.
blima; sobrepasaYo, lo creado,
aunque llega a lo invisible
miserable, lo ypido
acoge la llama
por del amor
las que no del
Salvador allí donde nace, para dispersarse por el mundo: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el
os lo quieren pedir.» (Exclamaciones del alma, X, 2-3)
Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo" (v. 27) (Cardenal Saliége, Ecrits
spiri- tuels, París 1960, 135s, passim).

La Palabra
cada día

Lunes 14: Dios salva, no condena


Dn13,1-9.15-19-30.33-62 Sal 22 Jn 8, 12-20
Martes 15: San JOSE, Esposo de la Virgen.
Solemnidad.
Miércoles 16: La fidelidad libera
Dn 3, 14-20.91-92.95 SalDn3,52-56 Jn 8, 31-42
Jueves 17: Guardar la Palabra es no conocer la muerte
Gn 17, 3-9 Sal 104 Jn 8,51-59
Viernes 18: El Señor está con nosotros
Jr 20, 10-13 Sal 17 Jn 10, 31-42

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