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Rosario a la Sangre Reparadora de Cristo

Pero fue traspasado a causa de nuestra

rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras

maldades; el castigo que sufrió nos trajo la

paz, por sus heridas alcanzamos la salud.

Primer Misterio:

Por tu Primer Caída, perdón Señor piedad,

si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

Por los Méritos de tus Caídas bajo el peso de

la Cruz, tú confirmas que tan débiles somos.

Ayúdanos, Señor, a vencer esta pandemia con

el Poder de tu Sangre Preciosa, por los

Méritos de tus Cinco Llagas y la fortaleza de

tus sufrimientos. Enséñanos a amar el bien y

a odiar la maldad. Danos sabiduría y

entendimiento para darnos cuenta como el mal

busca entrar por cualquier puerta abierta en


nuestras vidas. Cubre con tu Sangre Preciosa

nuestra mirada y que en todo momento

busquemos ayudar a los que necesitan apoyo y

busquemos verte en ellos. Vuelve nuestros

rostros a Ti, Señor, y enciéndenos en el Fuego

de tu Amor.

En las Cuentas del Padre Nuestro

decimos:

Padre Eterno, te ofrezco la Sangre de tu

Hijo Amado Jesús, en reparación de los

ultrajes cometidos contra la Sagrada

Eucaristía, en reparación de mis pecados,

especialmente aquellos que he olvidado y no he

confesado, en reparación de los pecados de mi

línea sanguínea, especialmente aquellos que

nos han alejado de Ti y en reparación de los


pecados de todos los que van a morir por esta

pandemia.

En las Cuentas del Ave María, decimos

10 veces:

Por las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo

y su Sangre Preciosa que derramó en la Cruz,

sean lavadas, limpiadas y purificadas las almas

de todos aquellos que están orando por el fin

de esta pandemia, y el fin del orden mundial.

En el lugar del Gloria decimos: Santo

Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten

piedad de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria:

Expiraste, Jesús, pero la Fuente de vida

brotó para las almas y se abrió el mar de

Misericordia para el mundo entero. ¡Oh,

Fuente de vida, insondable misericordia de


Dios, abarca el mundo entero y derrámate

sobre nosotros!

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. Amén

Segundo Misterio:

Señor Jesucristo, que caes bajo el peso del

pecado del hombre y te levantas para tomarlo

sobre Ti y borrarlo, por los Méritos de tus

Caídas bajo el peso de la Cruz, humillados ante

tanto mal en nuestro mundo, te pedimos

perdón y pedimos suplicantes concédenos a

nosotros, hombres débiles, la fuerza de llevar

la cruz de cada día y de levantarnos de

nuestras caídas, para llevar a las generaciones

futuras el Evangelio de tu Poder Salvador.

Sabemos que Tú no has causado esta pandemia


y clamamos a Ti para que acabes con ella.

Clamamos también para que deshagas las

maquinaciones del nuevo orden mundial. Por los

Méritos de tus Caídas, regálanos conversiones

radicales, católicos fervorosos, vocaciones al

sacerdocio y a la vida religiosa y consagrada.

Amén.

En las Cuentas del Padre Nuestro

decimos:

Padre Eterno, te ofrezco la Sangre de tu

Hijo Amado Jesús, en reparación de los

ultrajes cometidos contra la Sagrada

Eucaristía, en reparación de mis pecados,

especialmente aquellos que he olvidado y no he

confesado, en reparación de los pecados de mi

línea sanguínea, especialmente aquellos que

nos han alejado de Ti y en reparación de los


pecados de todos los que van a morir por esta

pandemia.

En las Cuentas del Ave María, decimos

10 veces:

Por las Llagas de Nuestro Señor

Jesucristo y su Sangre Preciosa que derramó

en la Cruz, sean lavadas, limpiadas y

purificadas las almas de todos aquellos que

están orando por el fin de esta pandemia, y el

fin del orden mundial.

En el lugar del Gloria decimos: Santo

Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten

piedad de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria:

Expiraste, Jesús, pero la Fuente de vida

brotó para las almas y se abrió el mar de

Misericordia para el mundo entero. ¡Oh,


Fuente de vida, insondable misericordia de

Dios, abarca el mundo entero y derrámate

sobre nosotros!

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. Amén

Tercer Misterio:

Señor, dame la fuerza para afrontar las

dificultades con esta pandemia, tal como Tú lo

hiciste en tu Camino hacia la Cruz. Y lo que es

aún más importante, lo hiciste por Amor. Lo

soportaste todo por mí... y por mis pecados,

perdón, Señor, perdón. Y yo, a pesar de saber

esto, sigo pecando una y otra vez, renegando

de Ti, de mí mismo y de mi enfermedad, de mi

pobreza, de los que me rodean y de no poder

salir y participar en mis actividades normales


y rutinarias. Enséñame a soportar mi

sufrimiento como Tú lo hiciste y a darle un

sentido redentor. Dame la gracia de saber

ofrecer todos estos padecimientos por la

pandemia, para la salvación de las almas.

Enséñame a ser pronto en perdonar a los que

me ofenden y mirarlos con la ternura y amor

con que Tú los miras. Quiero ofrecerlo todo en

reparación de mis pecados y de los pecados del

mundo entero. Enséñame a amar con un amor

tan grande que sea capaz de olvidar mi propio

sufrimiento con tal de lograr la felicidad de

los demás. Así como “por tus Heridas fuimos

sanados”, te pido Señor la gracia de unir mis

heridas, sufrimientos y malestares a las Tuyas

y que por ellas sean sanados tantos hombres y

mujeres de todo el mundo que viven en el


pecado y en el desconocimiento de tu Amor y

que ahora están padeciendo por esta pandemia

y siendo jalados y manipulados por el nuevo

orden mundial. Perdón, Señor, pecamos contra

Ti. Unidos a tu Amor, hoy queremos reparar

tanta maldad.

En las Cuentas del Padre Nuestro

decimos:

Padre Eterno, te ofrezco la Sangre de tu

Hijo Amado Jesús, en reparación de los

ultrajes cometidos contra la Sagrada

Eucaristía, en reparación de mis pecados,

especialmente aquellos que he olvidado y no he

confesado, en reparación de los pecados de mi

línea sanguínea, especialmente aquellos que

nos han alejado de Ti y en reparación de los


pecados de todos los que van a morir por esta

pandemia.

En las Cuentas del Ave María, decimos

10 veces:

Por las Llagas de Nuestro Señor

Jesucristo y su Sangre Preciosa que derramó

en la Cruz, sean lavadas, limpiadas y

purificadas las almas de todos aquellos que

están orando por el fin de esta pandemia, y el

fin del orden mundial.

En el lugar del Gloria decimos: Santo

Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten

piedad de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria:

Expiraste, Jesús, pero la Fuente de vida

brotó para las almas y se abrió el mar de

Misericordia para el mundo entero. ¡Oh,


Fuente de vida, insondable misericordia de

Dios, abarca el mundo entero y derrámate

sobre nosotros!

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. Amén

Cuarto Misterio:

Jesús, Rey de Gloria, Coronado de Espinas,

Encorvado bajo el peso de la Cruz que las

manos del hombre han preparado para Ti,

imprime en nuestros corazones la imagen de tu

Rostro cubierto de Sangre, para que nos

recuerde que nos has amado hasta entregarte

Tú mismo por nosotros. Nuestra mirada no se

separe nunca de la señal de nuestra salvación,

levantado sobre el corazón del mundo, para

que, contemplándolo y creyendo en Ti, no nos


condenemos, sino que tengamos la vida eterna.

Jesús, sobre tus Espaldas Desgarradas pesa el

innoble patíbulo: por tu gracia la Cruz se

convierte en collar de piedras preciosas y el

árbol del Paraíso vuelve a ser árbol de la Vida.

Por los Méritos de tu Pasión, salva a las almas

contagiadas del coronavirus COVID-19.

En las Cuentas del Padre Nuestro

decimos:

Padre Eterno, te ofrezco la Sangre de tu

Hijo Amado Jesús, en reparación de los

ultrajes cometidos contra la Sagrada

Eucaristía, en reparación de mis pecados,

especialmente aquellos que he olvidado y no he

confesado, en reparación de los pecados de mi

línea sanguínea, especialmente aquellos que

nos han alejado de Ti y en reparación de los


pecados de todos los que van a morir por esta

pandemia.

En las Cuentas del Ave María, decimos

10 veces:

Por las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo

y su Sangre Preciosa que derramó en la Cruz,

sean lavadas, limpiadas y purificadas las almas

de todos aquellos que están orando por el fin

de esta pandemia, y el fin del orden mundial.

En el lugar del Gloria decimos: Santo

Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten

piedad de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria:

Expiraste, Jesús, pero la Fuente de vida

brotó para las almas y se abrió el mar de

Misericordia para el mundo entero. ¡Oh,

Fuente de vida, insondable misericordia de


Dios, abarca el mundo entero y derrámate

sobre nosotros!

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. Amén

Quinto Misterio:

Caíste de nuevo como un tronco al que no

pudo abatir el leñador de un primer golpe. Te

veo en tierra y me invade, junto a una piedad

infinita, una confianza inefable, que hace

reposar de dulzura mi corazón.

Al contemplarte siento que, aunque yo caiga

otra vez, mil veces, Tú estarás a mi lado y que,

con tu auxilio, podré levantarme siempre, alzar

los ojos a Ti y, al encontrar los Tuyos, bañarme

en tus Pupilas, dejar en ellas el polvo del

camino, recobrar la antigua pureza, renacer


amparado por tu Misericordia, por tu

paciencia, acogerme a esa mansedumbre que

nos rinde a tus Plantas y nos entrega a Ti sin

remedio. Quiero reparar por mis debilidades

que te han hecho sufrir y me han alejado de Ti

y las debilidades de aquellos que ahora están

muy débiles, afectados por esta pandemia.

Perdón, Señor, perdón.

En las Cuentas del Padre Nuestro

decimos:

Padre Eterno, te ofrezco la Sangre de tu

Hijo Amado Jesús, en reparación de los

ultrajes cometidos contra la Sagrada

Eucaristía, en reparación de mis pecados,

especialmente aquellos que he olvidado y no he

confesado, en reparación de los pecados de mi

línea sanguínea, especialmente aquellos que


nos han alejado de Ti y en reparación de los

pecados de todos los que van a morir por esta

pandemia.

En las Cuentas del Ave María, decimos

10 veces:

Por las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo

y su Sangre Preciosa que derramó en la Cruz,

sean lavadas, limpiadas y purificadas las almas

de todos aquellos que están orando por el fin

de esta pandemia, y el fin del orden mundial.

En el lugar del Gloria decimos: Santo Dios,

Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de

nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria:

Expiraste, Jesús, pero la Fuente de vida

brotó para las almas y se abrió el mar de

Misericordia para el mundo entero. ¡Oh,


Fuente de vida, insondable misericordia de

Dios, abarca el mundo entero y derrámate

sobre nosotros!

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. Amén

Oremos

Dulce Madre María, por el amor que me

tienes, intercede y coloca estas oraciones

ante el Trono de Dios, y que la Santísima

Trinidad efectúe en mí y en nosotros,

transformaciones y cambios necesarios.

Madre Inmaculada, envíanos el auxilio de tus

legiones celestiales para que, bajo tu mandato

y poder, persigan a los espíritus infernales,

luchen contra ellos, nos defiendan contra sus

ataques, los venzan y los arrojen nuevamente


al abismo, impidiéndoles regresar a mí, a los

míos, a nuestra patria..., en cualquier tiempo o

lugar. Madre de Misericordia, que sean

enviadas las Jerarquías Angélicas en auxilio de

todas las almas purgantes, de los sacerdotes,

religiosos, monjas y laicos consagrados que

cometieron sacrilegios y blasfemias o

rompieron sus promesas y votos hechos a Dios

a través de la Iglesia Católica, amén.

Consagración a Jesús

Señor Jesucristo, Yo (nombres y apellidos)

te consagro mi mente con sus potencias,

sentidos, pensamientos, memoria, consciente,

inconsciente y subconsciente, te consagro mi

vida y todo lo que tiene que ver con ella, y cada

uno de los miembros de mi línea sanguínea, a tu

gloriosa Sangre derramada por Ti, a mí favor,


en la Cruz. Me sello y protejo con tu Sangre

Redentora de todo falso pensamiento, de toda

sugestión negativa, de toda falsa imaginación,

de todo temor, de todo engaño, de todo miedo,

de todo chantaje espiritual, de todo morbo

ante esta pandemia y de todo aquello que me

esté robando tu gracia y el deseo de

glorificarte y servirte.

Que tu Sangre Redentora, Señor Jesús, me

limpie, purifique, descontamine, libere y me

conceda la gracia de poder tener dominio

propio en mi integridad física, psíquica,

biológica y espiritual. Poderosa Sangre de

Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo,

mente y espíritu. Amén

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